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Rubén Darío
Escritos políticos
Selección, estudios y notas:
Jorge Eduardo Arellano
Pablo Kraudy Medina
N
972.85
D218Darío, Rubén
Escritos políticos / Rubén Darío ;
selección, estudios y notas Jorge Eduardo
Arellano y Pablo Kraudy Medina. -- 1a ed.
-- Managua : Banco Central de Nicaragua,
2010.
448 p.
ISBN : 978-99924-45-13-6
Cuidado de la edición:
Marcela Tapia Miranda
Cubierta y contracubierta:
Retratos de Rubén Darío (2007), óleos de Julio Martínez.
Portada interna:
“Cabeza de Rubén Darío” (1896),
dibujo de Eduardo Schiaffino
Diagramación:
Flory Luz Martínez Rivas
Escritos políticos 5
Presentación
Nota explicativa
I
EN UNO de sus ensayos sobre Rubén Darío, Salomón de la Selva fijó
esta convicción que compartimos los dariístas de varias nacionalidades
de América y Europa empeñados en reunir la obra, si no completa,
más contemporánea del nicaragüense universal: “Es pasmoso, al re-
leer a Darío, atestiguar hasta qué punto estaba despierto su intelecto
a las preocupaciones universales, a las inquietudes sociales, políticas
y económicas, viéndolo todo y previéndolo todo con extraordinario
acierto”.1
Y el objetivo general de la presente selección de textos rubenda-
rianos, en su mayoría dispersos —o sea no recogidos en libro por su
autor— es, precisamente, corroborar e ilustrar este aspecto básico del
bardo. Aspecto que, a raíz de su fallecimiento, en la primera tentativa
de sus obras completas, uno de sus editores, el argentino Alberto Ghi-
raldo (1874-1946), logró deslindar en un pequeño volumen titulado
Crónica política.2
Su propósito era presentar “una faz del talento múltiple de Darío,
completamente desconocida para los lectores de España y la mayor
parte de América”, no sin destacar el espíritu combativo de su juven-
tud inspirado en Víctor Hugo (1802-1885), de quien asimiló ideas y
sentimientos de índole social.
Ghiraldo señalaba algunas piezas concretas, por ejemplo el panfleto
denunciatorio “Historia negra” (1890), característico “de un momen-
1
Salomón de la Selva: “Rubén Darío”, en Romance (México, 15 de febrero, 1941,
año II, núm. 1, p. 3 y Repertorio Americano, San José, C. R., 17 de mayo, 1941, año
XXII, núm. 912, tomo XXVII, núm. 8, p. 114), incluido en Ernesto Mejía Sánchez
(ed.): Estudios sobre Rubén Darío (México, Fondo de Cultura Económica, Comuni-
dad Latinoamericana de Escritores, 1968, pp. 175-180).
2
Rubén Darío: Crónica política. Madrid, Mundo Latino, 1918. 254 p. (Obras com-
pletas ordenadas y prologadas por Alberto Ghiraldo, v. 11).
8 Rubén Darío
3
Ibid. p. xvii
Escritos políticos 9
4
Rubén Darío: Textos socio-políticos. Presentación de Francisco Valle. Selección y
notas de Jorge Eduardo Arellano. Managua, Biblioteca Nacional, 1980, 77 p.
5
Rubén Darío: Textos socio-políticos. Presentación de Francisco Valle. Selección y
notas de Jorge Eduardo Arellano. Santo Domingo, R. D., Editora Alfa y Omega,
1984. 77 p.
6
Ibid. p. 5.
7
Rubén Darío: Prosas políticas. Introducción de Julio Valle-Castillo. Selección y no-
tas de Jorge Eduardo Arellano. Managua, Ministerio de Cultura, 1982. 189 p. (Co-
lección popular dariana, v. 2).
8
Ibid. p. ix.
9
Rubén Darío: Tantos vigores dispersos. (Ideas sociales y políticas). Selección y notas
de Jorge Eduardo Arellano. Managua, Consejo Nacional de Cultura, enero, 1983.
136 p. Reseñado por Michele Najlis: “Prosiguiendo el rescate de Darío”, en El Nuevo
Diario, 25 de febrero, 1983 y Anselmo Sequeira: “Tres antologías nicaragüenses”
[Tantos vigores dispersos, Cuentistas de Nicaragua y Antología general de la poesía nicara-
güense], en Ojuebuey / Revista de Poesía, Narrativa y Crítica Española y Centroame-
ricana, Valencia [España, núm. 4, octubre-diciembre, 1984].
10 Rubén Darío
10
Ibid. p. 11.
11
Jorge Eduardo Arellano: “Rubén Darío antimperialista”, en Casa de las Américas,
La Habana, núm. 133, agosto, 1982, pp. 104-108 y Campos / Revista del Instituto
Universitario de Tecnología Alfonso Camero, Coro, Venezuela, núm. 5, diciembre,
1938. pp. 17-24.
12
Ibid. p. 104.
13
Rubén Darío: “Bibliografía. Historia de la Guerra de Nicaragua”, en El Porvenir de
Nicaragua, núm. 79, 7 de noviembre, 1884; rescatada por Diego Manuel Sequeira en
Rubén Darío criollo (Buenos Aires, Editorial Kraft, 1945, p. 71).
Escritos políticos 11
14
Rubén Darío: “La Semana” (iniciado “Sport! Sport!...”), en El Heraldo, Valparaíso,
7 de abril, 1888, p. 158; rescatado por Raúl Silva Castro: Obras desconocidas no reco-
piladas en ninguno de sus libros (Santiago, Prensa de la Universidad de Chile, 1934,
pp. 156-166).
15
Rubén Darío: La caravana pasa (París, Garnier Hermanos, 1902, p. 249).
12 Rubén Darío
16
Jorge Eduardo Arellano: “Calibán y Martí en Los Raros”, en Anales de la Literatura
Hispanoamericana, Madrid, núm. 28, tomo I, 1999, pp. 435-444.
17
Pablo Kraudy: “Visión dariana de América” en Lengua, núm. 19, julio, 1999, p.
38.
18
Rubén Darío: “Respuesta a una encuesta sobre el porvenir de los países hispano-
americanos”, en El Cojo Ilustrado, Caracas, tomo XI, 1902, p. 659.
14 Rubén Darío
19
Ibid. Reproducido en Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación, núm.
104, julio-septiembre, 1999, p. 35.
20
Günther Schmigalle: “Introducción” a Rubén Darío: La caravana pasa, Libros IV
y V, Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, Berlín, edition tranvia-Verlag
Walter Frey, 2004, pp. 22-23.
Escritos políticos 15
Tal fue el credo político de Darío, quien dejaría este mundo a sus
49 años, desilusiondo al constatar el resquebrajamiento del Estado na-
cional de su pequeña patria —a la que había representado como cón-
sul en París y ministro residente en España, y enviado especial en la
Conferencia Panamericana de Río de Janeiro en 1906— por la domi-
nación extranjera, dejando testimonio de esa dominación entre 1910
y 1912. Los textos son numerosos, pero me limito a citar una carta a
Manuel Ugarte (1874-1951), escritor argentino que propugnó toda su
vida por la unidad latinoamericana. Esta pieza epistolar data de sep-
tiembre, 1910, es decir, a un mes de la derrota —en gran parte debida
a la intervención estadounidense— del proyecto liberal de nación que
defendía en su patria natal. Así, manifestó: Dado que Nicaragua será
una dependencia norteamericana, yo no tengo la voluntad de ser yankee, y
como la República Argentina ha sido para mi la Patria intelectual, y como,
cuando publiqué mi Canto a la Argentina, la prensa de ese amado país
pidió para mí la ciudadanía argentina, quiero, puedo y debo ser argen-
tino. Y proseguía Darío, frustrado pero decidido: Usted sabe lo que yo
he amado al Río de la Plata y yo sé que allí todo el mundo aprobaría mi
preferencia por el Sol del Sur a las Estrellas del Norte.21 O sea, el sol de la
bandera argentina.
IV
En síntesis, Darío —como se demuestra en estas páginas— tuvo
varias patrias: Nicaragua (“mi patria original”), Chile (“segunda patria
mía”), Argentina (“mi patria espiritual”), España (“la Patria madre”),
Francia (“la Patria universal”) y, en función de su ideario artístico,
“nuestra patria la Belleza”. Mas la columna vertebral de su credo po-
lítico fue la latinidad. Tal es la imagen vinculada al mundo real que
le tocó vivir e interpretar entre 1887 y 1914, lapso en que se ubica la
publicación de las piezas aquí seleccionadas rigurosamente, y que pres-
cinden de poemas y ficciones, limitándose a artículos, ensayos, crónicas
y entrevistas, es decir, a prosas.
Éstas se inician con seis textos que, reunidos bajo el título Preludios
contextuales, abordan directamente los problemas de carácter mundial
21
Cartas desconocidas de Rubén Darío. 1882-1916. Introducción, selección, notas:
Jorge Eduardo Arellano. Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, marzo,
2000, pp. 306-307.
16 Rubén Darío
de los cuales Darío fue testigo e intérprete. Para una mejor compren-
sión de dichas piezas, se han ordenado en cinco secciones y, dentro de
cada una, cronológicamente, a saber: I. Nicaragua, II. Centroamérica,
III. Latinoamérica, IV. Estados Unidos y V. Europa. La distribución
no es gratuita: Darío actuó en (y pensó sobre) esos cinco ámbitos geo-
gráficos.
Cada una de de las piezas lleva primero: una referencia de su fuente
original, o sea tanto de la publicación periódica donde apareció por
primera vez, como de sus reproducciones principales; y, en seguida,
notas al pie de página que aclaran el contexto e informan de los auto-
res, acontecimientos y personalidades. Las palabras abreviadas Sr. y M.
se completan: señor y monsieur. Entre corchetes, se colocan las frases
más significativas del artículo para facilitar su lectura y determinar su
contenido; excepto en pocos casos, se mantiene la puntuación original.
Asimismo, se moderniza la ortografía, especialmente la acentuación; se
corrigen erratas y nombres, y se traducen frases al español transcritas
por Darío en otros idiomas.
Los dariístas Pablo Kraudy, Günther Schmigalle y Noel Rivas Bra-
vo, colaboran en las anotaciones. Las de Kraudy (correspondientes a
“Los miserables”, “La invasión de los Bárbaros del Norte”, “Dinami-
ta”, “El triunfo de Calibán”, “Roosevelt en París” y “La comedia de
las urnas”) fueron elaboradas especialmente para el volumen; y las de
Schmigalle y Rivas Bravo se tomaron de sus ediciones críticas de Darío
publicadas por la Academia Nicaragüense de la Lengua. Así se indica
oportunamente.
Para terminar, agradezco al Banco Central de Nicaragua por auspi-
ciar la edición de este volumen en el cincuentenario de la institución; a
los ya citados Kraudy, Schmigalle y Rivas Bravo —colegas y amigos de
muchos años—, por sus aportes; y a Flory Luz Martínez Rivas, auxiliar
electrónica, por su transcripción y diseño digital.
JEA
[Managua, agosto, 2009]
Escritos políticos 17
1
Alberto Acereda (ed.): El modernismo poético. Estudio crítico y antología temática.
Salamanca, Ediciones Almar, 2001.
18 Rubén Darío
2
Rubén Darío: Historia de mis libros. Edición de Fidel Coloma. Managua, Nueva
Nicaragua, 1988, p. 90
Escritos políticos 19
3
Juan Ramón Jiménez: Mi Rubén Darío (1900-1956). Reconstrucción, estudio, no-
tas críticas de Antonio Sánchez Romeralo. Moguer, Ediciones de la Fundación Juan
Ramón Jiménez, 1990, p. 175.
20 Rubén Darío
Biblia, o verso de Walt Whitman / que habría de llegar hasta ti, Cazador!
—inicia Darío sus alejandrinos (versos de catorce sílabas) arrojando al
rostro de Roosevelt, como una bofetada, el calificativo. El poeta apro-
vecha la circunstancia de que el expansionista líder norteamericano era
un gran aficionado a la caza. ¡Primitivo y moderno, sencillo y complicado
/ con un algo de Washington y cuatro de Nemrod! —lo retrata contra-
poniéndolo a su antecesor George Washington (1732-1797), prócer
fundacional de los Estados Unidos, de quien tiene apenas “un algo” e
identificándolo con Nemrod, personaje bíblico, rey fabuloso de Caldea
“el primero que se hizo poderoso en la tierra” y “gran cazador” (Génesis,
10, 8-9). De éste no dice el poeta que posee mucho, sino cuatro. ¡Ojo!:
el número allí escrito —aparentemente prosaico— tiene el sentido de
sugerir la idea de utilitarismo, la tendencia de reducir todo a números,
que domina generalmente a los hombres del Norte de América.
Contraste de culturas
En los cuatro versos siguientes (dos de nueve sílabas y otros dos de
catorce), la acusación de Darío se torna específica y sintetiza el carácter
de Hispanoamérica, tal como va a desarrollarlo:
Eres los Estados Unidos,
eres el futuro invasor
de la América ingenua que tiene sangre indígena,
que aún reza a Jesucristo y aún habla en español.
Pero el contraste entre las dos culturas se destaca enseguida:
Eres soberbio y fuerte ejemplar de tu raza;
eres culto, eres hábil;
te opones a Tolstoy.
Es decir: opta por el pacifista a outrance y espíritu evangélico que
fue el escritor ruso Liev Mikolaévich Tolstoy (1828-1910): polo opues-
to al hombre batallador y materialista que gobernaba los Estados Uni-
dos. Pero va más allá de su tiempo:
Y domando caballos o asesinando tigres
eres un Alejandro-Nabucodonosor.
O sea: como el famoso conquistador, rey de Macedonia, Alejandro
Magno (356-323 a.C.) y Nabucodonosor II el Grande, rey de Caldea
(605-562 a.C.), destructor del reino de Judá, entre otras acciones de-
Escritos políticos 21
4
Arturo Marasso: Rubén Darío y su creación poética. Buenos Aires, Editoria Kapelutz,
1954, p. 1255.
5
Keith Ellis: “Un análisis estructural del poema ‘A Roosevelt’” en Cuadernos hispano-
americanos, Madrid, núms. 212-213, agosto-septiembre, 1967, p. 180.
6
Julio Valle-Castillo: “Darío y el poema gráfico de América”, en Jorge Eduardo
Arellano [ed.]: Rubén Darío y su vigencia en el siglo XXI. Memoria del simposio in-
ternacional celebrado en León, Nicaragua, del 18 al 20 de enero de 2003. Managua,
JEA editor, 2003, p. 119.
7
Juan Ramón Jiménez: Mi Rubén Darío, Op., cit., p. 104.
22 Rubén Darío
8
Jaime Torres Bodet: Rubén Darío —Abismo y cima—. México, Fondo de Cultura
Económica, Universidad Nacional Autónoma de México, p. 168.
24 Rubén Darío
9
Pedro Salinas: La poesía de Rubén Darío. Ensayo sobre el tema y los temas del poeta,
Barcelona, Ediciones Península, 2005, p. 205.
10
Jaime Torres Bodet: Rubén Darío —Abismo y cima—, Op. cit., p. 168.
11
Rubén Darío: “Un libro norteamericano. Sobre la poesía española e hispanoameri-
cana”, La Nación, 15, 16 y 18 de agosto, 1913, p. 7, 9 y 11 respectivamente.
Escritos políticos 25
12
Pedro Henríquez Ureña: “Rubén Darío” The Minnesota Magazine, Minneapolis,
enero de 1917, núm. 4, pp. 129-132; traducido por Jorge López Páez, fue incorpo-
rado por Ernesto Mejía Sánchez a sus Estudios sobre Rubén Darío (México, Fondo de
Cultura Económica, Comunidad Latinoamericana de Escritores, 1968, pp. 171-174;
en esta página se localiza dicha cita).
Escritos políticos 27
I
En “Augurios”, uno de sus cantos de vida y esperanza, Rubén Da-
río utiliza el recurso de la gradación descendente para presentar nueve
animales, en su mayoría aves investidas de atributos que simbolizan
los anhelos del poeta. Y a todas, menos a una, le solicita una virtud
concreta.
Al águila, que está sobre los hombres, le pide fortaleza; al búho, que
roza su frente, sabiduría y serenidad; a la paloma, que toca sus labios,
amor sensual; al gerifalte o halcón, ingenio; al ruiseñor, con quien se
identifica como poeta, se limita a decirle: No me des nada. Tengo tu ve-
neno/ tu puesta de sol/ y tu noche de luna y tu lira/ y tu lírico amor. Luego
calla también su solicitud ante el murciélago, la mosca, el moscardón
Una abeja en el crepúsculo interrumpe el poema anunciando la nada y,
finalmente, la muerte.
El Águila de Darío es la de Júpiter, uno de sus símbolos con el cetro
y el rayo:
Hoy pasó un águila
13
Unámonos para crear y mantener y hacer efectiva una opinión pública de toda la
América, cuya fuerza influya en la conducta internacional y evite el daño que una nación
pueda hacerle a otra. Traducción de Salomón de la Selva: “Con The Nation”. Reperto-
rio Americano, San José, Costa Rica, vol. 22, núm. 8, febrero, 1932, p. 75.
28 Rubén Darío
sobre mi cabeza,
lleva en sus alas
la tormenta,
lleva en sus garras
el rayo que deslumbra y aterra.
¡Oh, águila!
Dame la fortaleza
de sentirme en el lodo humano
con alas y fuerzas
para resistir los embates
de las tempestades perversas,
y de arriba las cóleras
y de abajo las roedoras miserias.
No en vano el Águila sería una de las criaturas más cantadas del
repertorio zoológico de la poesía rubendariana. En el recuento electró-
nico que realizó del mismo, Francisco Gutiérrez Soto contabilizó 1318
referencias a animales, cifra que debe suponer algo más que una simple
casualidad inconsciente o el mero deseo decorativo. Después del ge-
nérico ave (citado 80 veces), los términos más numerosos son: caballo
(75) y pájaro (también 75), paloma (73), águila (72), león (68), ruiseñor
(66), toro (62) y cisne (45). Curiosamente, al águila le corresponde el
noveno lugar y al cisne, el más emblemático de todos, el cuarto.
Como se ve, el Águila desempeña una función relevante, asociada a
múltiples significados, predominando los siguientes (en orden alfabé-
tico): altanería, belleza, bravura, canto, caza, cólera, divinidad, drama,
fuerza, gloria, guerra, libertad, luminosidad, muerte, peligro, poder,
prodigio, valor, vista, vuelo; pero también a Bolívar, Júpiter, Estados
Unidos, México e Historia: Águila que eres la Historia, dice el poeta en
uno de los versos de El Canto Errante. Fuertes colosos caen, se desban-
dan bicéfalas águilas —anuncia— en otro de “Salutación del optimista”
(1905), aludiendo al águila bicéfala bizantina de los zares de Rusia en
guerra con el Japón.
Pero es en “Salutación al Águila”, el poema más polémico de El
Canto Errante —editado en 1907— donde Darío vincula el icono a la
potencia de los Estados Unidos, aunque no exclusivamente. Refirién-
dose a las tres Américas, le pide:
¡Águila que estuviste en las horas sublimes de Pathmos,
Escritos políticos 29
14
Y todos juntos, divisa de los Estados Unidos.
30 Rubén Darío
Pedro Salinas explica que esta coyuntura Darío la hizo suya tam-
bién. Y en su “Salutación…” no se traiciona, ni contradice su pre-
cedente oda “A Roosevelt”. Espera del Norte no un ideal, sino una
técnica, una manera (v. 34), capaz de forjar multitudes disciplinadas
para hacer Romas y Grecias de hoy (v, 35) O sea: naciones fieles a los
patrones de helenismo y latinidad, (v. 38), destinadas a un áureo día
para dar las gracias a Dios! Es decir, que se suman al fecundador espíritu
cristiano.15
Darío fue más explícito en su respuesta epistolar a Blanco Fombo-
na: Por fin acepto un alón de águila, y lo comeré gustoso —el día que poda-
mos cazarla—. Y allí, fíjese bien, anuncio la guerra entre ellos y nosotros.16
Sin duda, pensaba en los versos 12 y 13: “Si tus alas abiertas la visión
de la paz perpetúan, / en tu pico y tus uñas está la necesaria guerra”.
Asimismo, en la “Epistola a la señora de Lugones” del mismo año de
1907, aclararía que en la misma “Salutación al Águila”: panamericanicé
/ con un vago temor y con muy poca fe. En otras palabras, no experimentó
un cambio ideológico, ni el poema implicó en nuestro poeta, según el
chileno Jaime Concha, una “voltereta política”.17
El español Juan Larrea leyó justa y correctamente la “Salutación…”.
“Rubén —afirma— no concibe sus esperanzas puestas al servicio del
imperialismo yanqui, mas si en la libre América, en el Nuevo Mundo
de Paz y de Concordia que abarca, para ponerlos al servicio del hombre,
de Norte a Sur todas las latitudes”.18 Entre nosotros, Ernesto Gutiérrez
acota que “no es un poema declinante, sino un himno a la concordia
americana”.19 Y ambos transcriben su estrofa medular, en la que se con-
trapone al Águila norteamericana el Cóndor, símbolo de lo indígena
americano a la vez que, por ello, de Sudamérica en su integridad:
15
Pedro Salinas: La poesía de Rubén Darío, Op., cit., p. 208.
16
Alberto Ghiraldo (ed.): El Archivo de Rubén Darío. Buenos Aires, Editorial Losada,
1943, p. 143 y Rubén Darío: Cartas desconocidas, Introducción, selección y notas de
Jorge Eduardo Arellano. Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 2000, p.
261.
17
Jaime Concha: Rubén Darío. Madrid, Ediciones Júcar, 1975, p. 50.
18
Juan Larrea: Intensidad del Canto Errante. Córdoba, Universidad Nacional de Cór-
doba, Facultad de Filosofía y Humanidades, 1972. p. 221.
19
Gutiérrez, Ernesto: Los temas en la poesía de Rubén Darío. Managua. Academia
Nicaragüense de la Lengua, 1976, p. 98.
Escritos políticos 31
20
Haz que esta Unión no tenga fin, frase del himno de los Estados Unidos, citada por
Fountoura Xavier y que sirvió de epígrafe a la “Salutación…” de Darío.
32 Rubén Darío
21
Rubén Darío: “El arte de ser presidente de la República. Roosevelt”. La Nación,
13 de noviembre, 1904.
22
En dicho prólogo, no pudo ser más sincero: “El mayor elogio hecho recientemente
a la Poesía y a los poetas ha sido expresado en lengua anglosajona por un hombre in-
sospechable de extraordinarias complacencias con las Musas. Un yanqui. Se trata de
Teodoro Roosevelt”. (“Dilucidaciones”, en Rubén Darío: El Canto Errante, Edición,
Introducción y Notas de Ricardo Llopesa. Valencia, Editorial Instituto de Estudios
Modernistas, 2006, p. 65).
Escritos políticos 33
23
Rubén Darío: “Las palabras y los actos de Mister Roosevelt. Protesta de un escri-
tor.” París Journal, 27 de mayo, 1910.
34 Rubén Darío
24
En Emilio Rodríguez Demorizi: Rubén Darío y sus amigos dominicanos. Bogotá,
Editorial Espiral. 1948, p. 71.
25
Ibid.
Escritos políticos 35
Bibliografía
El pensamiento social
y político de Rubén Darío
Pablo Kraudy
Introducción
ESTE ENSAYO no pretende cuestionar ni alterar el juicio que en tor-
no de Rubén Darío ha venido construyendo la crítica literaria. Aspira,
sin embargo, a una aproximación al poeta, considerando sus escritos
desde la óptica de la literatura de ideas. Considera al poeta como tes-
tigo e intérprete de su tiempo y, en particular, sin ánimo de agotarlo,
su actitud frente a la política y sus opiniones acerca de fenómenos tales
como la democracia y los procesos eleccionarios, transmitidos en sus
escritos políticos y sociales.
Es usual en los estudios de esta índole la determinación del sujeto
discursante en calidad de pensador, y etiquetar sus ideaciones como
pensamiento. De ahí la primera pregunta básica que nos guía: ¿Podemos
considerar a Rubén Darío un pensador, y por ende, incorporarlo en la
aún pendiente historización del pensamiento centroamericano?
Distintos estudiosos de la obra rubendariana han acogido un acer-
camiento semejante, pero aun éstos no se han detenido en fundamen-
tar dicha perspectiva. En realidad, no lo requerían para cumplir sus
propósitos, pudiendo centrarse en el tema elegido. Los discursos de
Pablo Antonio Cuadra (1912-2002) y Carlos Tünnermann Bernheim,
leídos en la Academia Nicaragüense de la Lengua, al ingresar como
Miembros de Número el 26 de julio de 1945 y el 30 de agosto de 1995
respectivamente —un paréntesis de cincuenta años—, nos ofrecen un
cabal ejemplo de lo mencionado.1
1
Una reproducción de los discursos mencionados, en: Rubén Darío en la Academia.
Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 1997. Afín a estos trabajos, debe
considerarse el presentado por el doctor Alejandro Serrano Caldera en ocasión del
Ciclo Dariano 1991, “Darío: filosofía e identidad”. Una excepción habría, sin embar-
go, que señalar: Abelardo Bonilla, en un estudio preparado en ocasión del centenario
del nacimiento de nuestro autor, se ocupa brevemente en aclarar el sentido de la
40 Rubén Darío
3
La producción intelectual de los modernistas constituye, a juicio del filósofo, “la
más brillante aportación de Centroamérica a la cultura universal [...] precisamente
como forma integral de reflexión sobre el mundo y la vida”. En ellos se revela una
paradoja cultural característica: la simbiosis de lo nacional y lo universal; “siempre lo
más local ha sido lo más universal”, afirma.
Cfr.: Constantino Láscaris, Las ideas en Centroamérica. De 1838 a 1970. Revisión
del manuscrito y edición de Olga C. Estrada. En: Revista de Filosofía de la Universi-
dad de Costa Rica, Vol. XXVII, No. 65 (Número Extraordinario), Junio, 1989, pp.
121-122. Respecto de la simbiosis de lo nacional y lo universal, es recomendable
tener presentes los razonamientos ofrecidos por Pablo Antonio Cuadra en el discurso
mencionado.
4
El estudio de las ideas de un autor determinado, no sólo implica el análisis de los
contenidos transmitidos en sus textos, sino que, como explica José Gaos, siendo las
ideas “efectos de causas no ‘ideales’, por lo pronto antropológicas, individuales o/y
sociales, e históricas, por las cuales deben ‘explicarse’ y ‘comprenderse’” (José Gaos,
Historia de nuestra idea del mundo. México, El colegio de México – Fondo de Cultura
Económica, 1979. p. 7), constituyen transparencias de lo humano y el termóme-
tro de una época, de una personalidad colectiva. Su estudio involucra historicidad
e introspección. En este ensayo, nos instalamos predominantemente en el plano de
la ideación expuesta, en tanto que tal, y en el carácter comunicativo de la misma, y
por tanto, como hecho reflexivo, libre de la caducidad que supondría la contención
espacio-temporal y orientados a su actualidad.
42 Rubén Darío
5
Véase Rubén Darío, Ramillete de reflexiones. Madrid, Librería de los Sucesores de
Hernando, 1917. pp. 17-18.
6
Un dato de suma importancia, es la valoración que él mismo tuvo de este género
de escritos. El juicio presenta dos aristas. Por un lado, las consideraba como “páginas
alimenticias”, puesto que con ellas “debía pagar el alquiler y otras urgencias de la
casa”, según testimonio de Manuel Ugarte. “La tarea de un literato en un diario, es
penosa sobremanera”, afirma Rubén. Además de enfrentar el recelo de los periodistas,
ve objeto de las relaciones de mercado la labor del pensamiento: “Hoy, aquí, se paga;
mal, pero se paga [...] un artículo de crítica seria, de trabajo mental, de reflexión se
Escritos políticos 43
1. Filosofía y pensamiento
Estudiar el pensamiento de Rubén Darío no supone considerarlo
un filósofo y caer en la tentación de efectuar sobre él, como sostiene
paga lo mismo que un mal trabajo”. Por otro lado, en consonancia con la veta de
pensador que queremos destacar en su personalidad, los valora desde el punto de vista
de la sustanciación eidética y, habría que agregar debido a la naturaleza del medio en
que se difunden, de democratización de la escritura y conformación de la opinión
pública —hacia 1890, La Nación, el diario bonaerense del que Darío fue corresponsal
durante 27 años, vendía 35,000 ejemplares por día—. Consideraba que la lucha del
hombre de letras es en todos lugares atroz y martirizadora, pero más aún en las so-
ciedades de “nuestra América” —Rubén usa la acepción martiana—, en donde tanto
“se necesitan los fecundadores de almas”, puesto que aún el alma anda “a tientas y la
especulación del intelecto casi no tiene cabida”.
Con todo y la presión que representa para un literato el trabajo en un diario, en
opinión de nuestro poeta es injusto maldecir ese espacio social. El trabajo continuo
sobre asuntos diversos puede venir en provecho de la agilidad y flexibilidad en el
pensar y en el decir. Y agrega:
“Los que aman el hervor continuo de los pensamientos no le temen [al diario]; los
que sienten llamear un deseo de fructificación y de parto, un ansia de elevación sobre
las muchedumbres, o una consagración a un ideal, no le temen.
Antes bien miran en él el campo de batalla. Y no es por cierto sino saludable su
ejercicio y su frecuencia. No mueren las ideas porque tengamos que escribir del hecho
común o que comentar el suceso de ayer; nacen las ideas por eso mismo”.
La prosa periodística nos muestra, además, el temple observador que tuvo y la
figura pública que era: la faceta no-íntima del hombre. “Su periodismo —ha dicho
Charles Watland— no sólo ayuda a comprender al hombre, mostrándonos otro as-
pecto de su mentalidad, sino también puede iluminar su verso”.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío. Edición de E. K. Mapes. New
York, Instituto de las Españas, 1938. pp. 100-101 y 151. También: Raúl Silva Cas-
tro, “Prosa periodística y artística en Rubén Darío”. En: Darío. Santiago de Chile,
Universidad de Chile, 1968. pp. 67-81; Charles D. Watland, “Su prosa, elemento
imprescindible para comprender al hombre en Rubén Darío”. En: Libro de oro. Se-
mana del Centenario de Rubén Darío 1867-1967. Managua, Nicaragüense, 1967. pp.
347-353.
7
Para la citación de la obra dariana, consideramos el criterio de ediciones autoriza-
das: ediciones crítica o cuidadosamente anotadas en caso de que la hubiere; edición
príncipe; ediciones autorizadas de obra dispersa; edición de Obras completas.
44 Rubén Darío
8
Pablo Antonio Cuadra, “Introducción al pensamiento vivo de Rubén Darío”. En:
Rubén Darío en la Academia, ed. cit., p. 16.
9
Cfr.: Constantino Láscaris, op. cit., p. 124; Alejandro Serrano Caldera, Darío: filo-
sofía e identidad. Managua, UNAN-Managua, 1991. p. 2.
10
Una conceptualización general, tal y como la propone Julián Marías, posee la vir-
tud de viabilizarnos la percepción de los usos rubendarianos, además de permitirnos
una tipificación de formas de pensamiento a partir de aquellos usos. En cambio,
Abelardo Bonilla, quien conceptúa el término en su estudio de Darío, sin ser con-
trario al uso antes descrito, crea sin embargo un espacio de ambigüedad debido a la
duplicidad pensamiento (uso genérico)-pensar (uso referido a la racionalización de
la realidad). Dicho autor parte de establecer un deslinde entre el acto de pensar y el
de poetizar —ambos, formas de pensamiento—, caracterizando el uno por la razón y
el otro por la intuición. En este último caso funciona la antigua separación definida
desde el horizonte racionalista nacido en Grecia.
Desde este punto de vista, el empleo del término pensamiento, y por ende pensa-
Escritos políticos 45
13
Escasos años antes, en 1907, externaba su inconformidad y desaprobación de aque-
llas filosofías en boga que vienen “a quitar, y no a dar”. Su actitud puede comprender-
se en tanto que respecto de la progresiva racionalización, de la fractura ontológica del
ser humano y el tono apocalíptico adoptado en la filosofía. “Hace siempre falta a la
creación el tiempo perdido en destruir”, afirma Rubén, para agregar luego con acento
paternal: “Construir, hacer, ¡oh juventud!. Juntos para el templo; solos para el culto.
Juntos para edificar; solos para orar. Y con la constancia no será la mayor virtud, que
en ella va la invencible voluntad de crear”. Cfr.: Rubén Darío, Historia de mis libros.
Managua, Nueva Nicaragua, 1988. pp. 101-102; _____, Poesías completas, Madrid,
Aguilar, 1967. v. II, p. 700.
14
Nietzsche —el artista-filósofo lo llama Rubén— entra en esta región de “penumbra
significativa”. Véase José F. W. Lora Cam, “Pensar con Miró Quesada”, ed. cit., p.
164.
15
En las notas incorporadas a la segunda edición de Azul... (Guatemala, Imprenta de
“La Unión”, 1890), además de agregar material nuevo, Darío incorporó 34 notas. En
la nota referente a “El fardo” (XI), afirma el carácter verídico del relato: “No he hecho
sino darle la forma conveniente”. Téngase presente que el recurso de la máscara de
filósofo la empleó el poeta en otras ocasiones, como ocurre en La caravana pasa.
Cfr.: Rubén Darío, Azul... Managua, Nueva Nicaragua, 1988, p. 372.
16
Rubén Darío, Azul..., ed. cit., p. 155.
Escritos políticos 47
17
Rubén Darío, Letras. París, Garnier Hermanos, s. f. [1911]. p. 83.
18
Rubén Darío, Obras completa. Madrid, Afrodisio Aguado, 1950. v. 3, p. 404.
19
Este uso es frecuente al referirse a “las nuevas generaciones americanas” de es-
critores, el modernismo: “pensamiento...” americano o de América; “pensamiento
militante”. En uno de los ensayos dedicados a Amado Nervo, califica a este poeta
mexicano de “tan sutil poeta, tan comprensivo artista y tan dulce filósofo”. Rubén
Darío, Cabezas. Madrid, Imprenta de Galo Sáez, s. f.. p. 201. El subrayado es nues-
tro. Para citación de nota, ibid., p. 65.
48 Rubén Darío
20
Rubén Darío, Prosa dispersa. Madrid, Mundo Latino, 1916. p. 29.
21
Adviértase el énfasis: “Jamás he manifestado...”. En carta del 26 de febrero de
1886, dirigida a Ricardo Contreras, Darío detalla el plan general de Epístolas y poe-
mas, y afirma refiriéndose a los poemas que integran su parte tercera: “trabajitos de
largo aliento, que por las ideas que en ellos desenvuelvo...”.
Rubén Darío, Poesías completas, ed. cit., v. II, p. 699. _____, Cartas desconocidas de
Rubén Darío. Edición de Jorge Eduardo Arellano. Managua, Academia Nicaragüense
de la Lengua, 2000. p. 53.
22
Las referencias de Darío se presentan como la manera o modo de pensar, sentir y
escribir. Véase: Rubén Darío, Poesías completas, ed. cit., v. II, p. 696.
23
Nuestra interpretación destacará el proceso de subjetivación que experimenta
Rubén, esto es, el proceso de conformación del poeta en sujeto, de “concebirse el sí
mismo como actor”, en términos de Touraine. No obstante, el mismo es observable
en sus escritos sobre arte como criterio para valorar la obra de otros autores.
La conjugación modélica personal define a quienes cataloga de “varones de pen-
Escritos políticos 49
26
Rubén Darío, Poesías completas, ed. cit., v. II, p. 698. El subrayado es nuestro.
27
El argumento rubendariano, en forma analógica respecto de la ciencia, se explica
a como sigue:
“Si un poeta no ha dejado sino diez versos perfectos, cada uno de esos versos es tan
bello, tan inmortal como cada uno de los mil versos perfectos que haya dejado otro
poeta. Éste habrá sido más a menudo, pero no más poeta que aquél. Un sabio puede
ser más sabio que otro.
Una vez alcanzada la elevación bajo la cual se quedan los trabajadores de la obra,
los industriales y los imitadores, es permitido adicionar y comparar los elementos
de conocimiento y los resultados adquiridos. Un descubrimiento puede tener más
importancia que otro. Un sabio puede ser el primer sabio de su época”. Cfr.: Rubén
Darío, Prosa dispersa, ed. cit., pp. 6-7.
28
Rubén Darío, Historia de mis libros, ed. cit., p. 102.
Escritos políticos 51
29
Rubén Darío, Los Raros. San José, EDUCA, 1972. p. 198.
30
Rubén Darío, Opiniones. Managua, Nueva Nicaragua, 1990. p. 153.
31
Rubén Darío, Cabezas, ed. cit., p. 43.
32
Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., pp.15-25.
52 Rubén Darío
33
En el siglo XIX latinoamericano, la forma más general y primera de enunciación
identitaria es su formulación por vía del enunciado de la diferencia. El observador
percibe los rasgos de un otro-cultural en los cuales no se reconoce a sí mismo sino en
la forma de distinto de aquél. En este sentido es paradigmática la enunciación boliva-
riana contenida en la Carta de Jamaica:
“Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte... no
somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los
españoles”.
El enunciado oscila entre la indefinición, la angustia y el deber ser. Esta modalidad
enunciativa no tardará en derivar, poco después, en la re-enunciación de la metáfora
de la dualidad cultural continental.
La primera enunciación de la metáfora de la dualidad cultural latinoamericana —
adoptando la denominación de Clara Jalif y Gustavo González—, tuvo lugar en el
siglo XVI y corresponde a la perspectiva hispánica que transfiere el supuesto teológi-
co de la partición del mundo en cristiandad e infieles a la interpretación del mundo
colonial. Dicha dualidad permea la interpretación no sólo del aborigen, sino que se
extiende también a los “americanos por nacimiento”. Su re-enunciación decimonó-
nica, esta vez como ideología contrapuesta a la cultura colonial, queda fijada en la
polaridad valorativa sarmientina de civilización y barbarie.
En el período durante el cual transcurre la vida de Rubén Darío, la atención ha
empezado a desplazarse hacia la mismidad, habiéndose iniciado como oposición al
mundo anglosajón y afirmación de la ideología de la latinidad.
Cfr.: Simón Bolívar: La vigencia de su pensamiento. Selección y prólogo de Francisco
Pividal. La Habana, Casa de las Américas, 1982. p. 62; Clara Jalif de Bertranou y
Gustavo González G., “Conflicto y discurso sobre el hombre americano. La polémica
Las Casas-Sepúlveda”. En: Cuadernos americanos, Nueva Época, Año VI, v. 5, No. 35,
septiembre-octubre, 1992, p. 25.
34
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 125.
35
Rubén Darío, España contemporánea. Managua, Academia Nicaragüense de la Len-
gua, 1998. p. 181.
Escritos políticos 53
36
Discurso en ocasión del retorno a Nicaragua en 1907. Citamos de transcripción
de Edelberto Torres, La dramática vida de Rubén Darío. Managua, Nueva Nicaragua,
1982. p. 296.
37
En este ensayo atendemos específicamente al pensador latinoamericano. Esto, si
embargo, no niega la existencia de dicha figura (el pensador) en otras regiones y cul-
turas, ni restringe la interpretación rubendariana al tratamiento de su manifestación
en nuestros países. De hecho su afirmación es categórica (uno de los oficios “más
graves y peligrosos [que hay] sobre la faz de la tierra”), y el recurso a pensadores de
otras latitudes, particularmente europeos, es constante en su obra. Valga mencionar
un escrito, a título de ejemplificación: “Dinamita”, La Tribuna, Buenos Aires, 27 de
noviembre de 1893. (Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 161.)
38
José Gaos, Pensamiento de lengua española. México, Stylo, 1945. p. 42.
54 Rubén Darío
39
Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 161.
40
Rubén Darío, Escritos dispersos de Rubén Darío. Edición de Pedro Luis Barcia I. La
Plata, Universidad Nacional de La Plata, 1968. p. 259.
41
Rubén Darío, Cabezas, ed. cit., pp. 124-125.
42
Fidel Coloma González, “Aspectos de la obra y la personalidad de Rubén Darío”.
En: Ciclo dariano 1991. Managua, Instituto Nicaragüense de Cultura. Biblioteca
Nacional Rubén Darío, 1991. p. 14.
Escritos políticos 55
43
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 434.
44
Ibid., v. 3, p. 442.
45
Ibid., v. 3, p. 438.
56 Rubén Darío
2. La simbiosis poeta-pensador
Los auténticos artistas, como los religiosos y los filósofos, son los
seres más susceptibles para percibir la profundidad de los cambios que
experimenta una sociedad o una época. Y es esa sensibilidad, humana
e histórica, la que da a su persona el sello de compromiso que lo carac-
teriza: su palabra no está reservada para la individualidad propia; por
ella palpitan las creencias, las angustias y las esperanzas, los odios y los
amores, las glorias y las miserias, los recuerdos y las tendencias de un
pueblo, de una generación, “del hombre en un momento histórico”.
En este sentido, Rubén concebía que “un gran poeta no es más que un
revelador...”.47
El concepto rubendariano de la “gran poesía” reúne en el artista la
cualidad del pensador; de quien revela las fuerzas vitales que invaden
y animan las acciones de los hombres y los pueblos; de quien, como
diría Pablo Antonio Cuadra, “pone los andamios de la cultura de su
colectividad, [y] advierte la consistencia o inconsistencia de la historia
en proceso”,48 vislumbrando por sus tendencias el tiempo por venir.
La vida de Darío transcurrió en una época crucial y contradicto-
ria, una época llena de profundos cambios y riesgos y arrastrada a la
orfandad y la intemperie espiritual. Transita cabalgando entre mundos,
a saltos entre la tradición y la modernidad, y avizorando un horizonte
46
Rubén Darío, Poesías completas, ed. cit., v. II p. 697. La itálica es nuestra.
47
Rubén Darío, Ramillete de reflexiones, ed. cit., pp. 17-18.
48
Pablo Antonio Cuadra, “El doctor Carlos Tünnermann Bernheim en la Academia”.
Contestación de Pablo Antonio Cuadra al discurso presentado por el Doctor Carlos
Tünnermann Bernheim ante la Academia Nicaragüense de la Lengua al incorporarse
a ésta como Miembro de Número el 30 de agosto de 1995. En: Lengua, Revista de la
Academia Nicaragüense de la Lengua, 2° época, No. 10, p. 75.
Escritos políticos 57
49
Rubén Darío, Opiniones, ed. cit., p. 81.
50
Rubén Darío, Azul..., ed. cit., p. 164.
51
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, pp. 795-796.
52
Darío es enviado por La Nación. Dicho diario bonaerense publicó entre el 18 de
enero 1899 y 1 de mayo de 1900, las crónicas remitidas por el poeta, en las que, se-
gún él mismo afirma, diría sólo “lo que en realidad observe y sienta”. La mayoría de
estas crónicas fueron recogidas en su libro España contemporánea (París, 1901).
53
Años antes, a Darío se le había presentado una ocasión semejante. En su escrito
“Azul”, publicado en el diario bonaerense La tribuna el 15 de septiembre de 1893,
respondía al “evangelio de la desesperación” contenido en una de las gacetillas publi-
cas por el mismo medio el 14 de ese mes. “La humanidad está enferma, es cierto”, de-
cía el escrito rubeniano, pero a la vez objeta la interpretación y respuesta que presen-
tan “los predicadores de la muerte”, pues ellos “no miran que es peor el remedio [que
proponen] que la enfermedad”. En otros escritos, Darío alude a la misma temática.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p.6.
54
La guerra hispano-cubana (segunda y final guerra independentista cubana), inicia
en 1895. El 1° de abril de 1898, Estados Unidos decide intervenir militarmente para
sus propios fines. Refiriéndose al impacto que la pérdida de las últimas colonias en
América tuvo en la conciencia de los españoles, dice Darío: “La caída fue colosal. Las
causas están en la conciencia de todos. La expansión colonial de otras naciones con-
trasta, al fin de la centuria, con las absolutas pérdidas de la que fue señora de muchas
colonias”. Rubén Darío, España contemporánea, ed. cit., p. 376.
55
Rubén Darío, España contemporánea, ed. cit., p. 122.
58 Rubén Darío
según el poeta español, no son más que humo vago que deshace el menor
viento de la vida. El fracaso impera en todo... Los ideales se levantan, se
ven como bellos mirajes y luego no se logran nunca. Es el inmenso cambio
cuyo fin no se encuentra ni se encontrará jamás, a pesar del vuelo continuo
de las humanas aspiraciones.56 En cambio, para Darío, esa actitud es un
desacierto, y más aún cuando no se muestra otra alternativa “a la ju-
ventud sedienta de ideal”, puesto que sus consecuencias son funestas.
Alega que la misión que le corresponde al poeta en los momentos difí-
ciles de la historia es convertir el arte en un instrumento moralizador,
“cultivar la esperanza, ascender a la verdad por el ensueño y defender la
nobleza y frescura de la pasajera existencia terrenal”.57
Su concepto no se pliega al consuelo ni a la resignación; por el
contrario, lo gobierna la resistencia al desencanto y la mediocridad, el
deseo de contagiar el entusiasmo apuntalando las búsquedas superio-
res que otorguen la posibilidad de trascender los límites del aprisiona-
miento cotidiano. Por tanto, su justificación no es otra más que aquella
que constituye la primera misión del ser humano en la vida y ante la
vida, esto es, orientarla; o como lo enuncia él mismo refiriéndose a
Rodó, contribuir a la “conducción de almas”.58 Una misión predomi-
nantemente ética que se realiza por vía de la estética.59
Como vemos, Darío comprende la función y el valor del quehacer
poético, situándose en el contexto de la profunda crisis histórica que
vive. El prisma desde el cual presenta el juicio citado, es el de la crisis
de identidad. Si por identidad se entiende esa propiedad del espíritu
56
La referencia rubeniana completa, en: Rubén Darío, España contemporánea, ed.
cit., pp. 287-291.
57
Rubén Darío, España contemporánea, ed. cit., p. 290.
58
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, p. 963.
59
En Darío, la categoría estética se equipara a la categoría ética. En “Azul”, el poeta
ya había expresado esta convicción: “No es el desdén por la vida –afirma–; no es la
cirugía espantosa del suicidio la que cura el mal. Es la higiene, la higiene moral, la
necesaria. Alzar los ojos hacia el firmamento, refrescar el corazón con el rocío del
ideal; fumigarse para evitar los contagios de la más horrible de las pestes; mirar la ola
invasora precaviéndose de su empuje y de lo amargo de su espuma; ser digno de la
alteza humana y merecedor de la bondad divina; ser fuerte y tener siempre en el alma
el sursum salvador; esa es la hermosa acción; esa es la norma. [...] Escritores, el primer
deber es dar a la humanidad todo el azul posible”. Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos
de Rubén Darío, ed. cit., p. 6.
Escritos políticos 59
60
Juana Sánchez-Gey Venegas, “El modernismo filosófico en América Latina”. En:
Cuadernos Americanos, Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México,
Nueva Época, Año VII, vol. 5, No. 41, septiembre-octubbre 1993, pp.109-110.
61
Para un concepto cabal de la modernidad en la obra del poeta, habría que tener en
perspectiva el estudio de las dos dimensiones y caras que le constituyen: por cuanto
calco de una época que hace pasar por el tamiz de su inteligencia, y por cuanto un
modo artístico de encarnarla; esto es, en tanto que expresión de la modernidad social
y la modernidad estética. Iván Schulman ha escrito caracterizando brevemente uno y
otro modo de manifestación de la modernidad:
“las notas características de la modernidad social podrían resumirse de la manera si-
guiente: la defensa de la doctrina del progreso, la confianza en la eficacia de la ciencia
y la tecnología, la preocupación con el tiempo cronológico o ‘astronómico’, el culto a
la razón, la primacía de ciertos valores colectivos e individuales como la acción, o las
soluciones basadas en los principios pragmáticos. La modernidad estética o artística
en cambio, está vinculada con la producción de una literatura rebelde, y antiburgue-
sa, desde el romanticismo europeo y la irrupción de la literatura vanguardista hasta
nuestros días. Esta segunda modernidad constituye una expresión fundamentalmen-
te contestataria, anti-mercantil, anti-burguesa, anti-racional, y lúdica, centrada en la
entronización de lo subjetivo...”.
Por lo que refiere a América Latina, si por un lado se produce el malogro de la
modernidad social, por el otro se origina una exitosa expresión de la modernidad
estética. “Nuestras sociedades fracasaron, nuestros poetas no”, ha escrito José Emilio
Pacheco.
Aunque ambas caras de la modernidad son hartamente atrayentes, este ensayo se
ocupa primordialmente de la percepción y caracterización rubendariana de la mo-
dernidad social.
Algunos estudios relacionados al tema, son: René Schick Gutiérrez, “Rubén Darío
y la política” (Managua, 1966); Saúl Yurkiévich, “Rubén Darío y la modernidad”
(México, 1972); Jesse Fernández, “La modernidad en algunos textos de Rubén Da-
río” (España, 1975); Javier Herrero: “Fin de siglo y modernismo. La virgen y la he-
taira” (Pennsylvania, 1980); Juana Sánchez-Gey Venegas, “El modernismo filosófico
en América” (México, 1993); Luis Sáinz de Medrano, “La modernidad en la obra
60 Rubén Darío
63
Estrofas 58 y 59 de “El libro”. Además del poema citado, véanse “Luz” (1882), “El
porvenir” (1885). Para citación de texto, Rubén Darío, Poesías completas, ed. cit., v.
I, p. 44.
64
En carta a Juan José Cañas, con fecha del 25 de marzo de 1887, afirma el poeta:
“quizá en esa [refiriéndose a su tierra natal] no habría hecho lo que aquí [Chile], por
mil motivos. El primero, que aunque tengamos alas no podemos volar sin haber
aire”. Pocos años después, hacia 1894, diría: “en aquella tierra [...] no hay, en absolu-
to, aire para las almas, vida para el espíritu. En un ambiente de tiempo viejo, el amor
de un cielo tibio y perezoso, reina la murmuración áulica; la aristocracia advenediza,
triunfa; el progreso material, va a paso de tortuga, y los mejores talentos, las mejores
fuerzas, o escapan de la atmósfera de plomo [...], o mueren en guerras de hermanos,
comiéndose el corazón uno a otro, porque sea presidente Juan o Pedro...”.
En parte, el clima social que privaba en Nicaragua, fue descrito por Darío en los
primeros trece capítulos de La vida de Rubén Darío escrita por él mismo (1912), obra
difundida comúnmente como Autobiografía. En otros escritos, tales como ”Mi do-
mingo de ramos”, “La larva” (1910), El viaje a Nicaragua (1909) y El oro de Mallorca
(1913-1914), incluye evocaciones de aquellos tiempos. Así, en 1911, Rubén califica
de “tenebrosa impresión medieval”, la ambiencia que se creaba en su León natal cuan-
do un vecino estaba por expirar. Un año después calificaría el modo como reaccionó
la población en 1885, ante la erupción del Momotombo, de forma similar: “Las
gentes rezaban, había un temor y una impresión medioevales”.
62 Rubén Darío
“Sobre aquella ciudad —escribe en “Mi domingo de ramos”—, feliz como una al-
dea, ciérnese todavía un soplo del buen tiempo pasado. Es aún la edad de las virtudes
primitivas, de los intactos respetos y de la autoridad incontrastable de los patriarcas”.
La sociedad nicaragüense, sin embargo, sentía el influjo de un lento proceso de cam-
bio social. Se experimenta un crecimiento demográfico y de los centros urbano. Tra-
diciones y supersticiones, miedos y rezos, cruzados por la fuerza de la naturaleza y la
figura de los patriarcas, junto a la resonancia de una efervescencia política, a una lenta
modernización [la introducción del telégrafo (1875-1876) y el teléfono (1879); eje-
cución de las obras ferroviarias entre 1878 y 1880; primer banco comercial (1877)], y
adelantos socio-culturales [desarrollo de la educación media, fundación de la Biblio-
teca Nacional (1881) y de diversos periódicos, revistas y asociaciones intelectuales].
Años después, fruto del reencuentro con terruño nativo, constatará que ya todo
aquello ha pasado: ”el vivir moderno ha ido, aunque poco a poco, invadiendo las
costumbres antaño patriarcales...”, dirá. —Cfr.: Rubén Darío, Cartas desconocidas de
Rubén Darío, ed. cit., pp. 50 y 68; _____; Letras, ed. cit., pp. 199-200; _____, Prosa
dispersa, ed. cit., p. 78; _____, Autobiografías. Prólogo de Enrique Anderson Imbert.
Buenos Aires, Marymar, 1976. p.56; _____; Obras completas, ed. cit., v. 4, pp. 1010-
1011; _____, El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical. Managua, Nueva Nicaragua,
1987. p. 258; _____, Cuentos completos. Edición y notas de Ernesto Mejía Sánchez.
México, Fondo de Cultura Económica, 1983. pp. 364-365. Para un mayor detalle
del contexto histórico-cultural en que se desenvuelve el poeta en estos años, véase:
Jorge Eduardo Arellano, Historia básica de Nicaragua. Managua, CIRA, 1997. v. 2,
pp. 131-198; y Charles D. Watland, La formación literaria de Rubén Darío. Managua,
Ediciones de la “Comisión Nacional para la Celebración del Centenario del Naci-
miento de Rubén Darío”, 1966. pp. 23-29.
Escritos políticos 63
65
Transcripción de Edelberto Torres, op. cit., p. 75. Algunos datos que permiten
valorar el carácter anticipatorio de aquel pequeño escrito. Para entonces, transcurre
la segunda revolución industrial (1860-1930), cuyos impactos —más inmediatos a la
gente en lo general— ya se dejan sentir. Las áreas principales de este nuevo impulso
tecnológico fueron: el desplazamiento del hierro al acero como material de ingenie-
ría; la aplicación práctica de la electricidad (teléfono, 1876; luz incandescente,1880;
la primera planta generadora de electricidad comercial de Edison, 1882, abre paso a
la electrificación de ciudades y fábricas); el motor de combustión (automóvil, 1885;
primer vuelo a motor, 1903) y la producción en masa de bienes de consumo.
La navegación submarina tuvo sus inicios en 1772; durante el siglo XIX, se llevaron
a cabo diversos ensayos de navegación aérea. La posibilidad efectiva de la radiocomu-
nicación se obtiene hacia 1896, y durante la década de 1920 inicia la radiodifusión
comercial. De 1895 data el cinematógrafo; a fines de la década de 1920 se inaugura
el servicio público de trasmisión por televisión.
66
Federico de Onís, España en América. Puerto Rico, Universidad de Puerto Rico,
1955. p. 183.
Es obvio, como ha señalado Ángel Rama, que dicha crisis histórica “se genera en
una transformación básica de tipo económico-social, y que su centro está en la Euro-
pa decimonónica”. Rama considera el inicio de esta época (modernista) hacia 1870,
por cuanto esta fecha indica “la intensificación de la expansión imperial del capitalis-
64 Rubén Darío
71
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, pp. 1348-1349.
72
José Ferrater Mora, Las crisis humanas. Madrid, Alianza, 1983. p. 157.
73
Apocalipsis, cap. 20. Concluido un periodo de mil años, en que Cristo reinaría
visiblemente sobre la tierra, y el diablo sería impotente, este último sería liberado “y
se irá a seducir a los pueblos que están en los cuatro ángulos de la tierra”. Entonces se
produciría el juicio final. Los temores milenarista fueron, sin duda, exacerbados, y a
ellos se sumó la Peste Negra que azoló Europa en aquel entonces.
74
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit, v. 3, pp. 381, 498 y 499.
66 Rubén Darío
Nuestros padres eran mejores que nosotros —afirma—, tenían [...] fe,
entusiasmo por alguna cosa. Hoy es el indiferentismo como una anquilosis
moral; no se piensa con ardor en nada; no se aspira con alma y vida a ideal
alguno.75
La percepción histórica de Darío a través de ambas analogías no
sólo era la de un mayor dramatismo del tiempo que inicia, sino que
además veía la tendencia a una descomposición más precipitada. Ya no
es el pesimismo a lo Schopenhauer con que inició el siglo XIX, sino el
pesimismo desolado nietzscheano con que termina, anticipando nue-
vos temores y ansiedades.
La esperanza que nacía —y no sin reveses— de la expansión eco-
nómica, del desarrollo tecnológico y del creciente movimiento obrero,
experimentaría un recio choque durante la segunda década del siglo
XX.76 En el transcurso del siglo, la modernidad vendría a mostrar que
sus rasgos más característicos habían entrado en una profunda crisis.77
Pero al cabo, la suya no es una visión pesimista de la historia. Todo
lo contrario. Darío reconoce y cree en el progreso, cuyos logros son pal-
pables y prueban “lo que pueden la idea y el trabajo de los pueblos”.78
El problema es cuando, al amparo de ese progreso, se genera el despojo
de la humanidad de los individuos. En este punto, la idea dariana del
progreso entraña una paradoja, de donde extrae como preocupación
fundamental la crisis moral.
75
Rubén Darío, Los raros, ed. cit., pp. 67-68.
76
José Ferrater Mora, op. cit., p. 168.
77
Del diagnóstico de dicha crisis, se han efectuado tres deducciones básicas: 1°, que
la modernidad es un proyecto muerto; 2°, que es un proyecto agotado; y 3°, que es
un proyecto inconcluso. Se puede decir, sin pretender a más, que en Darío se esboza
una coincidencia con lo que hoy día constituye la tercera alternativa enunciada. En
su opinión, calificada por René Schick de “humanismo liberal y cristiano”, el pro-
greso científico debe recuperar su contenido humanista, e incidir verdaderamente
en la realización del ideal de perfectibilidad humana y el optimismo histórico: “No
la persecución imposible de una humanidad perfecta, pues esto no está en la misma
naturaleza; pero sí un progreso relativo, seguir el camino que muchos conductores de
ideas han señalado y señalan para bien de los pueblos”. (Rubén Darío en la Academia,
ed. cit., p. 132; Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 647.)
78
Aún cuando, a prima facie, se muestra pesimista, al grado de afirmar que “nunca
como hoy ha podido pensarse en que cualquier tiempo pasado fue mejor”, en él
hallamos frecuentes declaraciones de fe en el porvenir. Cfr.: Rubén Darío, Obras com-
pletas, ed. cit, v. 3, p. 381; _____, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 77.
Escritos políticos 67
79
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, pp. 1038-1050. Se incluye en: Rubén
Darío, Prosas políticas. Managua, Ministerio de Cultura, 1982.
80
Rubén Darío, Prosas políticas, ed. cit., p. 115.
81
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, pp. 782-783.
82
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 58.
83
Según el discurso dariano, la decadencia, el utilitarismo y el vacío de ideal, la mise-
ria humana que contrasta con los focos de riquezas, el imperio de la fórmula y la con-
tradicción entre la palabra y el hecho, son, entre otros, los signos de la devaluación
moral de la época. Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 77.
84
Un dramático ejemplo dariano lo constituye “Lo fatal” (Cantos de vida y esperanza,
1905).
85
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 647.
68 Rubén Darío
86
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 77.
87
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, p. 1040.
88
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 77.
89
Esta es una clara alusión del poeta al proceso de mundialización, cuya posibilidad
observa como obra del progreso científico-técnico (automóvil, telégrafo, cinemató-
grafo), el que ya entonces ha empezado a intensificarse. La mudialización de las re-
laciones económicas, políticas y culturales, que era uno de los objetivos del proyecto
moderno, se había iniciado en los siglos XV y XVI. En la actualidad, su manifesta-
ción más efectiva son las redes informáticas, elemento anticipado por el poeta en su
“El siglo XX”, citado en página anterior. Para citación de texto, Rubén Darío, Obras
completas, ed. cit., v. 4, p. 1347.
90
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, p. 1349.
91
Ibid., v. 3, p. 647.
92
La irracionalidad llega a tal extremo que, habiéndose informado por medio de La
Nación de un linchamiento ocurrido en pleno París, comenta en La Tribuna del 18
de septiembre de 1893: “Al paso que va esa cosa que se llama el Progreso, tendremos,
para entrar en el siglo próximo, que alistar el haz de flechas y el taparrabo”. Cfr.:
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 7.
93
Rubén Darío, Parisiana. Madrid, “Mundo Latino”, 1920. p. 179.
Escritos políticos 69
94
Aunque no refiere directamente a una critica del proyecto moderno, sino al racio-
nalismo como mentalidad y la forma como éste ha dominado a lo largo de los tiem-
pos, es sugerente la siguiente cita de Darío, en la que contrasta el orden y la justicia
que priva en la naturaleza –entendida esta como obra divina–, con “las obras de los
humanos donde la razón que les ilumina parece que les hiciese caer cada día en un
abismo nuevo”.
En su conjunto, la visión rubeniana atisba la puesta en relieve de un característica
esencial de nuestro tiempo, que se oculta tras las experiencias negativas que lo acom-
pañan, denominado por Gianni Vattimo como contrafinalidad de la razón, esto es: “el
descubrimiento de que justo en la medida de que va cumpliendo cada vez de modo
más perfecto su programa, y por tanto no por error, accidente o distracción casual, la
racionalización del mundo se vuelve contra la razón y contra sus fines de perfeccio-
namiento y emancipación”.
Claro está que la visión rubeniana no apunta hacia la declinación y cancelación del
proyecto moderno, como de hecho ocurre en el filósofo postmoderno. Nuestro poeta
se limita a hacer patenta la contradicción entre los objetivos del proceso de raciona-
lización (“hacer adelantar la felicidad y el progreso humanos”) y sus resultados (el
desencanto): no por haber realizado grandes logros materiales, el ser humano es más
feliz. Sin embargo, Rubén no concluye de ello el fracaso definitivo de los fines e idea-
les que sustentaron aquel proceso, sino su necesaria continuación: “seguir el camino
que muchos conductores de ideas han señalado y señalan para bien de los pueblos”.
Cfr.: Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, pp. 782-783; _____, La caravana
pasa. Libro primero. Edición de Günther Schmigalle. Managua, Academia Nicara-
güense de la Lengua / Berlín, Edition Tranvía, 2000. p. 148; _____, Escritos inéditos
de Rubén Darío, ed. cit., p. 24. También, Gianni Vattimo, Ética de la interpretación.
Barcelona, Paidós, 1991. pp. 97-98. Véase además nota 77 del presente ensayo.
95
Rubén Darío, Las repúblicas hispanoamericanas. Edición de Pedro Luis Barcia.
Buenos Aires, Embajada de Nicaragua, 1997. p. 61.
70 Rubén Darío
96
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 22.
97
Su actitud respecto de la violencia institucionalizada queda clara en “Dinamita”.
El poeta reprocha tanto aquélla violencia que procede del “rico avaro” que hunde en
el dolor y la miseria al pobre y al laborioso, a como también la “rabia anárquica” del
populacho. Cfr.: Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 25.
98
A fines del siglo XIX e inicios del XX, el capitalismo se convierte en un régimen de
monopolio. Desde entonces, se anuncian las dificultades sobre el reparto del mundo.
Se producen una serie de conflictos bélicos: guerra chino-japonesa (1894-1895), gue-
rra hispano-americana (1898), guerra de los boer (África austral, 1899-1902), guerra
italo-turca (1911). Avanza el proceso revolucionario ruso. Los obreros se organizan y
reclaman cada vez más imperiosamente un nivel de vida más elevado.
99
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 495. La cita a que recurre Darío,
según su misma indicación, de Enrique Heine.
100
Antes de la década de 1890, su enunciación resulta algo abstracta. Así, en “El rey
burgués” (1887), en donde inscribe dicha intuición en el discurso que el poeta hace
Escritos políticos 71
en defensa del ideal artístico: “¡He querido ser pujante! Porque viene el tiempo de las
grandes revoluciones, con un Mesías todo luz, todo agitación y potencia, y es preciso
recibir su espíritu con el poema que sea arco triunfal...”.
Desde entonces, producto de nuevas experiencias, de su crecimiento intelectual y
político, al contacto con urbes desarrolladas y con difusores del anarquismo, vuelve
dicha intuición una vigorosa certidumbre. El énfasis lo pone en la denuncia de los
desniveles de la estructura de la sociedad como causa del “hervor del fermento so-
cial”, que amenaza con una violenta y profunda transformación social que cedería el
paso al restablecimiento de la justicia social.
Algunos escritos en que lo manifiestan: “El salmo de la pluma” (1889), “¿Por qué?”
(1892), “En Barcelona” (1899; crónica incorporada a España contemporánea), “Re-
flexiones del año nuevo parisiense” (1901; incluida en Peregrinaciones), “Salutación
del optimista” (1905, incluida en Cantos de vida y esperanza). / Cfr.: Rubén Darío,
Azul..., ed. cit., pp. 124-125; _____, Cuentos completos, ed. cit., pp. 246-247. El
subrayado es nuestro.
101
Rubén Darío, Poesías completas, ed. cit., v. II, p. 631.
102
Un excelente estudio respecto del conflicto señalado, de Alain Touraine, Crítica de
la modernidad (1992). Según el sociólogo francés, racionalización y subjetivación son
dos caras sin las cuales no hay modernidad.
“El drama de nuestra modernidad –explica el autor– estriba en que se desarrolló
pugnando contra la mitad de sí misma, expulsando al sujeto en nombre de la ciencia,
rechazando toda contribución del cristianismo, que vive todavía en Descartes y en
el siglo siguiente, destruyendo, en nombre de la razón y de la nación, la herencia del
dualismo cristiano y de las teorías del derecho natural que hicieron nacer las declara-
ciones de los derechos del hombre y el ciudadano en ambos lados del Atlántico.
De manera que se continúa llamando modernidad –agrega– a lo que constituye la
destrucción de una parte esencial de ella. Cuando sólo hay modernidad por la cre-
ciente interacción del sujeto y la razón, de la conciencia y la ciencia, nos han querido
imponer la idea de que había que renunciar al concepto de sujeto para hacer triunfar
la ciencia, que había que ahogar el sentimiento y la imaginación para liberar la ra-
zón y que era necesario aplastar las categorías sociales identificadas con las pasiones,
mujeres, niños, trabajadores y pueblos colonizados, bajo el yugo de la élite capitalista
identificada con la racionalidad”.
72 Rubén Darío
106
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, pp. 499-500.
107
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 24.
108
Véase nota 59.
109
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 26.
110
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 3, p. 791.
111
Ibid., v. 3, pp. 668-669.
112
Ibid., v. 3, p. 671.
113
Ibid., v. 3, p. 647.
114
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 28.
74 Rubén Darío
lenarismo que se operó desde fines del siglo XVIII, en que el mito de la
Revolución se ha vivido a la manera en que en el pasado la cristiandad
vivió el mito del Fin del Mundo y la segunda vuelta de Cristo a la tie-
rra. Dice el escritor mexicano:
Le pedimos a la revolución lo que los antiguos pedían a las religiones:
salvación, paraíso. Nuestra época despobló el cielo de dioses y ángeles pero
heredó del cristianismo la antigua promesa de cambiar al hombre.115
115
Octavio Paz, Tiempo nublado. Barcelona, Seix Barral, 1990. pp. 27-28.
116
Román Reyes (Director), Terminología científico-social. Aproximación crítica.
(Anexo). Madrid, Anthropos, 1991. p. 28.
Escritos políticos 75
sea político. Ni las mujeres, ni los niños, ni los ancianos. ¡Demontre con la
política! De politicorum omnium, libéranos Dómine.”117
No tuvo en alto, salvo pocas excepciones, a quienes ejercen la polí-
tica en los países centroamericanos. Lamentando la muerte del coronel
José María Mayorga Rivas en el conflicto bélico suscitado en 1894
entre Honduras y Nicaragua, dice el poeta: “Diera yo dos docenas de li-
cenciados politiqueros, de los que abundan en el país en que me tocó nacer,
por esa fresca vida, por ese enérgico talento, por esa alma escogida que se
sacrificó en aras del becerro de cobre del más falso patriotismo.”118
Rubén rehuirá al apasionamiento político, al involucramiento mi-
litante: “he dicho que si hay honduras que me infunden pavor —afir-
ma—, son esas honduras de la política”.119
El cuadro de la vida en esta esfera de la sociedad —el que califica de
malezas políticas—, lo considera “más llenas de azares y peligros que las
de las florestas vírgenes”.120 Es consciente del perjuicio que causa a las
altas figuras ingresar en ese “liso y pantanoso terreno político”, en ese
“tremendo hervidero de pasiones”, haciéndolo objeto de la “lluvia de
dardos que casi siempre cae sobre la cabeza de los hombres públicos”.121
117
Diego Manuel Sequeira, Rubén Darío criollo o raíz y médula de su creación poética.
Buenos Aires, Kraft, 1945. p. 231.
Hacia 1885, en carta a José Francisco Aguilar, decía: “Reina como siempre la polí-
tica, y esto está hoy como nunca. Es una gran agitación sorda, de muchas fuerzas, más
o menos poderosas, alrededor de un punto fijo”. Semejante ambiente era asfixiante
para el poeta, y el concepto que de ella se hiciera, no podía menos que ser negativo
(Rubén Darío, Cartas desconocidas de Rubén Darío, ed. cit., p. 50).
118
Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 77.
119
Rubén Darío, Obras desconocidas de Rubén Darío escritas en Chile y no recopiladas
en ninguno de sus libros, ed. cit., p. 147.
En distintos momentos de su vida, Darío reiteró esta actitud, esquiva del apasiona-
miento político de partido o facción. De modo enfático lo afirma en su artículo sobre
Colombia (1911): “No me ocuparé nunca de la política interior de ninguna nación”.
(_____, Las repúblicas hispanoamericanas, ed. cit., p. 64).
120
Rubén Darío, Cabezas, ed. cit., p. 139.
121
A sabiendas que no son muchos los “hombres públicos” que en nuestras Repúbli-
cas americanas, tengan amor a las letras y las cultiven, Rubén reconoció el vigor con
que preservaron sus dotes intelectuales Miguel Antonio Caro, Rafael Núñez, Luis
Cordero, Bartolomé Mitre.
Cfr.: Rubén Darío, Las repúblicas hispanoamericanas, ed. cit., p.159; _____, Cabezas,
ed. cit., p. 140; _____, Prosa dispersa, ed. cit., p. 141.
76 Rubén Darío
Quien se mete a esas lides, aún con el sano propósito de “salvar el país”,
así como puede precipitarse a “excelentes situaciones”, también lo pue-
de “al ridículo y a veces a la muerte”.122
Si bien, el poeta se aparta de aquellas prácticas, no por ello su pen-
samiento deja de estar “penetrado de una preocupación política supe-
rior”, como señala el doctor René Schick: “Le interesaba el problema
político como cuestión teórica impostergable de cómo decidir el destino
de nuestros pueblos, de cómo lograr que las naciones latinas afrontaran
el desafío poderoso de las razas sajonas, de cómo estatuir una sociedad
equilibrada, libre de odiosidades y rencores”.123 Sus formulaciones tie-
nen un profundo sentido ético-político, y por ende humanista. Por sus
alcances, poseen la virtud —y así debiera ser visto entre nosotros— de
poder constituirse en pilares para la reformulación de la praxis política
que se desarrolla en el país.
Respecto de la democracia, Rubén tuvo conceptos desdeñosos.
“Cacatúa gigantesca de gorro colorado cuya voz es el clarín de todas
las mediocridades”, la llamó en cierta ocasión.124 Su actitud y nociones
se erigen con referencia a un conjunto de hechos que la significaban, y
por tanto refleja una experiencia histórica. Aunque comprendía que se
presentó en la modernidad como un principio político de avanzada, no
reconocía en las experiencias de las democracias, principalmente en los
incipientes ensayos llevados a cabo en los países latinoamericanos —los
que calificó de “simulacros de democracia”—, resultados positivos. “En
el tiempo de su aparición —afirma—, el principio democrático era lo
más avanzado, lo más atrayente para los espíritus libres: la fórmula del
progreso”, pero a su paso “ha sembrado en el mundo tanta insensatez
como sangre”.125
En realidad, por lo que concierne a la valoración de la democracia
en nuestros países, Darío no hace más que reproducir la práctica lati-
122
Rubén Darío, Parisiana, ed. cit., 127.
123
René Schick Gutiérrez, “Rubén Darío y la política”. En: Rubén Darío en la Aca-
demia, ed. cit., p. 127.
124
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 86.
125
Nuestra citación, extraída de dos ensayos: “Castelar” (La Nación, Buenos Aires,
1 de julio de 1899) y “Menéndez y Pelayo” (I entrega, La Nación, 7 de febrero de
1896), respectivamente.
Cfr.: Rubén Darío, España contemporánea, ed. cit., p. 203 (también, Cabezas, ed. cit.,
p. 154); _____, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 86.
Escritos políticos 77
126
Rafael Núñez, Diccionario político. Bogotá, Ministerio de Educación Nacional,
1952. p. 76.
127
Rubén Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 26-27.
128
Ibid., p. 26.
129
Ibid., p. 28.
130
Ibid., p. 27.
78 Rubén Darío
131
“Dinamita” es del 27 de noviembre de 1893. “El sillón de Leconte de L’isle”, al
cual nos referimos, data del 7 de enero de 1895. Cfr.: Rubén Darío, Prosa dispersa,
ed. cit., p. 4.
132
Rubén Darío, Prosa dispersa, ed. cit., p. 4.
133
Adoptamos la definición de buena retórica propuesta por Julián Marías, esto es,
aquella discursividad que apelando a los resortes profundos de lo humano, sin el
recurso de la mentira y sin ocultar ni enmascarar la realidad, es capaz de persuadir y
movilizar a las personas.
Cfr.: Julián Marías, “¿Qué vamos a hacer?”. En: ABC, Madrid, 12 de septiembre de
1996.
Escritos políticos 79
134
Con frecuencia, Darío aduce que las constantes revoluciones son “la enfermedad
endémica continental”. A los ojos de Europa, esto es producto de un “exceso de pri-
mitivismo y una irremediable propensión a los conflictos sangrientos, y a las revueltas
intestinas”. Rubén, más comprensivo de “nuestro modo de ser moral y nuestra cultu-
ra”, intenta explicarlas en base a lo reciente y la premura de nuestro proceso histórico:
“se ha exigido de ella [las democracias de nuestros países] una madurez prematura,
un desarrollo que por su violenta rapidez habría sido morboso, se le ha calificado de
intratable, sanguinaria, revoltosa, como si los primeros pasos no fuesen siempre vaci-
lantes, y como si no hubiese una ley histórica que todo pueblo joven que ha estado en
servidumbre, ha menester rendir un tributo de sangre para afianzar sus instituciones
y cimentar su libertad”.
Desde su punto de vista, estas conmociones representan un trance difícil en la
constitución definitiva de las naciones de América Latina, cuyo porvenir estará asen-
tado en instituciones sólidas que garanticen la integración, la libertad, la paz y el
progreso.
Para una imagen cabal de este aspecto, debido a que es constante su tratamiento, es
recomendable la consulta en su conjunto de la serie Las repúblicas hispanoamericanas.
De esta obra extraemos nuestras citaciones.
135
En “Films de Paris”, octubre de 1913 (I ”Cristo vuelve a los hospitales”), Darío
refiere una conversación con su amigo el Dr. Diego Carbonell. De la alocución atri-
buida a dicho médico, cuyos puntos de vistas el poeta participa (“me pareció salu-
dable y excelente al compararlo con los dogmatismos suficientes de los confiados en
la semiciencia de los superhomúnculos de la cátedra de los modernos Diaforinus”)
extraemos la frase citada.
Cfr.: Rubén Darío, Escritos dispersos de Rubén Darío, ed. cit., p. 375.
136
Adelantamos un señalamiento: al transferir estos conceptos a la esfera del interés
80 Rubén Darío
142
Siguiendo las denominaciones de Pedro Salinas, las patrias americanas y las pa-
trias europeas. A las primeras corresponden Nicaragua (“mi patria original”), Chile,
(“segunda patria mía”), y Argentina (“mi segunda patria de encanto... mi patria es-
piritual”); habría que agregar también a Centroamérica, cuando el término se usa en
función de un ideal político, (“las tierras patrias”); a las segundas, Francia (”la Patria
universal”), Italia y España (“la Patria madre”). Un uso diferente, cuando en función
del ideal artístico: “nuestra patria la belleza”.
Cfr.: Rubén Darío, Cartas desconocidas de Rubén Darío, ed. cit., pp. 195, 210 y
243; _____, El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical, ed. cit., p. 98; _____, Escritos
inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 205. También Salinas, Pedro, La poesía de Rubén
Darío. Barcelona, Seix Barral, 1975. pp. 31-43.
143
Pedro Salinas, op. cit., p. 34.
144
Los distintos sentidos mencionados pueden reducirse a dos formas básicas de
82 Rubén Darío
146
Véase: Obras completas, ed. cit., v. 3. p. 794.
147
Rubén Darío, Obras desconocidas de Rubén Darío escritas en Chile..., ed. cit., pp.
146-147.
84 Rubén Darío
148
Ibid., p. 149-150.
149
Véase en: Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, pp. 704-715.
150
Norberto Bobbio, El futuro de la democracia. México, Fondo de Cultura Econó-
mica, 1994. p. 55.
Escritos políticos 85
151
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, pp. 707-708.
Escritos políticos 87
152
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, pp. 711-712.
88 Rubén Darío
153
Ibid., v. 2, p. 713.
Escritos políticos 89
154
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 2, p. 714.
155
Rubén Darío, Las repúblicas hispanoamericanas, ed. cit., pp. 33 y 63.
156
Ibid., p. 126.
157
Ibid., p. 88.
90 Rubén Darío
158
Rasgos de esta índole, Darío los reconoce también en otros intelectuales ameri-
canos. Entre ellos, Federico Gamboa. Cfr.: Rubén Darío, Cabezas, ed. cit., p. 59-62;
_____, Obras completas, ed. cit., v. 2., pp. 866-867.
159
Véase Francisco, Miró Quesada, “Reyes filósofos y reyes timófilos (Reflexiones so-
bre la relación entre la política y la ética)”. En: Cuadernos Americanos, Nueva Época,
Año I, vol. 4, No. 4, julio agosto, 1987, p. 89.
Escritos políticos 91
Conclusión
El tema de la crisis de nuestro tiempo –cuya naturaleza es global y
afecta por igual a todos los seres, países y continentes–, como vemos,
no es nuevo. Desde hace más de cien años han reflexionado al respecto
filósofos, historiadores, religiosos y, como Rubén, artistas. Pero hoy
ocurre que con la “disolución de la concepción de historia” también se
pulveriza el ideal de perfectibilidad humana. El indiferentismo moral
—teórico y práctico—, es hoy más que nunca una marca generacional.
Por eso tiene importancia retomar el mensaje dariano, apropiarnos de
su capacidad de percepción, de su actitud crítica, de sus valoraciones.
160
Francisco Miró Quesada, “Reyes filósofos y reyes timófilos”, ed. cit., p. 97; Rubén
Darío, Escritos inéditos de Rubén Darío, ed. cit., p. 24.
161
Rubén Darío, Obras completas, ed. cit., v. 4, p. 1120.
92 Rubén Darío
162
Rubén Darío en la Academia, ed. cit., p. 105.
Escritos políticos 93
Bibliografía
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nagua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 1998.
_____, Historia de mis libros. Managua, Nueva Nicaragua, 1988.
94 Rubén Darío
¿Por qué?1
1
El Heraldo de Costa Rica, San José, C. R., vol. I, núm. 61, 17 de marzo, 1892, p.
2. Seleccionado por Alberto Ghiraldo en Crónica política (Madrid, Mundo Latino,
1918, pp. 125-128, vol. XI de la primera serie de Obras completas). Luego se repro-
dujo en Teodoro Picado: Rubén Darío en Costa Rica, tomo II (San José, C. R. 1920,
pp. 83-86). Lo incluyó Gustavo Tijerino en su Antología nacional en prosa (León,
Editorial Hospicio, 1942). El presente texto se ha tomado de los Cuentos Completos
de Rubén Darío. Edición y notas de Ernesto Mejía Sánchez. Estudio preliminar de
Raimundo Lida. México, Fondo de Cultura Económica [1950], pp. 174-175
100 Rubén Darío
tadero. ¿No ve usted tanto ricachón con la camisa como si fuese de por-
celana, y tanta señorita estirada envuelta en seda y encaje? Entre tanto
las hijas de los pobres desde los catorce años tienen que ser prostitutas.
Son del primero que las compra. Los bandidos están posesionados de
los bancos y los almacenes. Los talleres son el martirio de la honradez;
no se pagan sino los salarios que se les antoja a los magnates, y mien-
tras el infeliz logra comer su pan duro, en los palacios y casas ricas los
dichosos se atracan de trufas y faisanes. Cada carruaje que pasa por las
calles va apretando bajo sus ruedas el corazón del pobre. Esos señori-
tos que parecen grullas, esos rentistas cacoquimios y esos cosecheros
ventrudos son los ruines martirizadores. Yo quisiera una tempestad de
sangre; yo quisiera que sonara ya la hora de rehabilitación, de la justicia
social. ¿No se llama democracia a esa quisicosa política que cantan los
poetas y alaban los oradores? Pues maldita sea esa democracia. Eso no
es democracia, sino baldón y ruina. El infeliz sufre la lluvia de plagas;
el rico goza. La prensa, siempre venal y corrompida, no canta sino el
invariable salmo del oro. Los escritores son los violines que tocan los
grandes potentados. Al pueblo no se le hace caso. Y el pueblo está en-
fangado y pudriéndose por culpa de los de arriba: en el hombre el cri-
men y el alcoholismo; en la mujer, así la madre, así la hija y así la manta
que las cobija. ¡Conque calcule usted! ¿El centavo que se logra para qué
debe ser si no para el aguardiente? Los patrones son ásperos con los que
les sirven. Los patrones, en la ciudad y en el campo, son tiranos. Aquí le
aprietan a uno el cuello; en el campo insultan al jornalero, le escatiman
el jornal, le dan a comer lodo y por remate le violan a sus hijas. Todo
anda de esa manera. Yo no sé cómo no ha reventado ya la mina que
amenaza al mundo, porque ya debía haber reventado. En todas partes
arde la misma fiebre. El espíritu de las clases bajas se encarnará en un
implacable y futuro vengador. La onda de abajo derrocará la masa de
arriba. La Commune, la Internacional, el nihilismo, eso es poco; ¡falta
la enorme y vencedora coalición! Todas las tiranías se vendrán al suelo:
la tiranía política, la tiranía económica, la tiranía religiosa. Porque el
cura es también aliado de los verdugos del pueblo. Él canta su tedeum
y reza su paternoster, más por el millonario que por el desgraciado.
Pero los anuncios del cataclismo están ya a la vista de la humanidad
y la humanidad no los ve; lo que verá bien será el espanto y el horror
del día de la ira. No habrá fuerza que pueda contener el torrente de la
fatal venganza. Habrá que cantar una nueva marsellesa que como los
Escritos políticos 101
2
Juan Lanas: nombre de origen popular, el hombre de la calle, común y corriente. Ya
el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera lo había ficcionalizado en un cuento del 4 de
enero de 1886 con el título “Brick-á-Brác”; con el de “Juan Lanas”, fue incorporado
a sus Cuentos completos y otras narraciones (México, Fondo de Cultura Económica,
1958, pp. 86-91) por Erwing K. Mapes.
3
Una valoración de “¿Por qué?” la realizó el costarricense Alfonso Chase. Éste lo
considera “sin duda el texto más absolutamente profético de Darío, que define el
mundo inmediato que lo rodea, en caracteres apocalípticos, y en donde afirma, sin
redundancias, una visión anárquica, socializante, solidaria con la vida, para anunciar
lo más atroz de las revoluciones del tiempo moderno…” (Los Herederos de la Promesa.
Ensayos sobre la literatura costarricense. San José, Editorial Costa Rica, 1997, p.
31)
102 Rubén Darío
El Hierro1
1
La Tribuna, Buenos Aires, 22 de septiembre, 1893, según Emilio Carilla: Una etapa
decisiva de Darío; Rubén Darío en la Argentina (Madrid, Gredos, 1967. p. 96). Texto
seleccionado de Rubén Darío: Obras Completas (Madrid, Afrodisio Aguado, 1955;
tomo IV: Cuentos y Novelas, p. 613.)
2
Joris-Karl Huymans (1848-1907), novelista francés. Autor de A rebours (1886),
cuyo héroe, Dés Esseintes —esteta refinado y de minuciosa extravagancia— inspiró
un poema a Mallarmé. Darío lo utilizó como pseudónimo. A rebours fue frecuente-
mente citada por él.
3
Construida con motivo de la exposición universal de 1889, lleva el nombre de su
diseñador: Alexandre Gustave Eiffel (1832-1923), ingeniero francés. La torre perma-
neció después que los edificios de la exposición fueron, poco a poco, derribados.
Escritos políticos 103
por el papa americano Jay Gould,4 quien alzaría en sus manos, al sonar
de los timbres eléctricos, la hostia del cheque.
Mármol para ti, griego, celeste Apolo; para tus iglesias piedra, Cris-
to Santo y Místico; para Pluto casas de hierro, sótanos de hierro, cajas
de hierro.
Y esto en todo el mundo, desde Nueva York, que es Roma, hasta la
gran República del Plata, que es la tierra prometida.
De Buenos Aires no se puede quejar. Acaba de inaugurarse una es-
pléndida capilla de su culto en la calle de Piedad; capilla grandiosa, que
honra al comercio de Buenos Aires, gracias a los señores Staud y Ca.
¿Cuál de nuestros bisnietos engendrará al arquitecto que señalará el
mármol con que deba construirse el edificio del Ateneo, o de un lugar,
llámese como se llame, consagrado al Arte y a las Letras?
El credo universal se escucha; y todos lo repetimos: “Creo en el Oro
todopoderoso, Dios de la tierra; y en el Hierro su hijo...”
4
Jay Gould (1836-1892), uno de los hombres más ricos del mundo en su época con
John D. Rockefeller. Ambos serán citados por Darío en su artículo “Roosevelt en
París”. A Gould también se refiere en “El triunfo de Calibán”.
104 Rubén Darío
El “gueux”2
QUIEN HAYA visto en ciertos paseos, en la banlieue,3 o bajo arboledas
hantées, como dice el pequeño poema de Baudelaire,4 la figura grotes-
camente miserable de ciertos desheredados de la suerte, de ciertos mal-
ditos de la vida, de ciertos parias del arroyo, ¿no ha sentido al mismo
tiempo la repugnancia y la lástima?
Harapientos, con fragmentos de zapatos, sombreros de todas las
formas imaginables, sucios y abollados; con las caras abotagadas y las
narices rojas de alcohol; viejos de largas barbas canas; hombres fuertes;
hombres jóvenes, bajo el viento, bajo el sol, bajo la noche, pueblan sus
lugares preferidos.
¿Dónde viven? No tienen lugar fijo, o se amontonan en ocultas co-
vachas, o vagan noctámbulos, para dormir a pleno sol en un paseo pú-
blico, junto a una estación de ferrocarril o en las gradas de un edificio.
1
La Nación, Buenos Aires, 7 de julio, 1894, p. 1, col. 5-7, con el título “La miseria.
Bajos fondos sociales. El ‘gueux’ francés, el ‘tramp’ yanqui, el ‘atorrante’ por acá”.
Compilado por Alberto Ghiraldo en Rubén Darío: Cuentos y crónicas. (Madrid, Mun-
do Latino; 1918), vol. 14 de las Obras completas e incluido también en Obras comple-
tas, tomo IV. Cuentos y novelas (Madrid, Afrodisio Aguado, 1955, pp. 1038-1050).
Apareció en una nueva edición de Cuentos y crónicas. Ilustraciones de Enrique Ochoa.
Prólogo de Arturo Ramoneda (Madrid, Círculo de Lectores, 2000, pp. 127-142).
2
Gueux (mendigo), tramp (vagabundo), atorrante. Alude a personas que viven en la
indigencia y la mendicidad. La última denominación se relaciona con la época en
que fueron construidas las alcantarillas en Buenos Aires; en los tubos, que llevaban la
marca del fabricante “A Torrans”, dormían los vagabundos e indigentes, por lo que
fueron llamados atorrantes.
3
Etimológicamente, ban (margen) lieu (lugar): sitio donde vive la gente marginada
de la vida social. El sitio se identifica como espacio peligroso y de concentración de
la pobreza.
4
Charles-Pierre Baudelaire (1821-1867), poeta y crítico francés, uno de los más im-
portantes de la literatura de su país. La referencia corresponde al inicio del poema en
prosa “Les veuves” de Le spleen de Paris o Petits poémes en prose (1869).
Escritos políticos 105
5
Iro (Arneo), personaje de la Odisea de Homero. Es un joven mendigo de Itaca. En
el canto XVIII, Iro, incitado por Antínoo —uno de los pretendientes de Penélope—,
intentó echar a Odiseo (Ulises), quien lo enfrentó y derrotó.
6
El siglo XV. François Villon (c. 1431-c. 1463): considerado el mejor poeta francés
del medioevo. Llevando vida de vagabundo, sus poemas ofrecen un retrato fiable de
la época y muestran siempre las bajas pasiones humanas. Prototipo de los llamados
“poetas malditos”.
7
“Recolectores de coste, mendigos, carteristas”.
8
“David, el rey, profeta sitiado”.
9
Víctor Hugo (1802-1885), el más grande escritor del romanticismo francés. Fue la
primera gran influencia de Darío. Autor de Nuestra señora de París (Notre-Dame de
Paris, 1831), novela histórica ambientada a fines del siglo XV. En dicha obra, Hugo
recrea la Corte de los Milagros, sitio, o sitios, que existían en el París medieval, lla-
mados así porque sus pobladores de día pedían limosnas fingiéndose discapacitados,
pero de noche recuperaban “milagrosamente” la salud.
10
Testamentos: “El pequeño testamento” (1456), conocido como Los Leis; y “El gran
testamento” (1461) o simplemente “El testamento”. Se trata de poemas escritos en
estrofas de ocho versos octosílabos en los cuales Villon muestra un cuadro de la vida
de la época al relatar su vida de vagabundo, revelando su miedo a la enfermedad, la
prisión, la vejez y la muerte.
11
Jules Adolphe de Marthold (1846-1927), literato francés. Autor de numerosas
obras, entre ellas un estudio sobre Villon: Le jargon de François Villon. Argot du XV
siecle (1891).
106 Rubén Darío
12
“Él sabe los nombres de todos los malandrines, huérfanos y miserables, de todas las
niñas y todos los lugares peligrosos, lo mismo que de todos los representantes de la
autoridad y la ley, los espías, lo soldados de la torre de vigilancia, carceleros, registra-
dores, auditores, fiscales, tenientes del penal, verdugos, de todos los guardias de todas
las celdas y todas las horcas”. Traducción de Pablo Kraudy.
13
Pierre Gringoire (1475-1538): personaje real recreado por Hugo como uno de
los protagonistas (el poeta) de Nuestra señora de París. Popular poeta y dramaturgo
francés, autor de Le jeu du prince der rot (La representación del príncipe de los tontos,
1512), su obra más conocida, seguramente inspiró a Víctor Hugo. En varias de sus
obras ataca al papado.
14
Luis XI (1423-1483), rey de Francia (1461-1483). “La risa es ya venganza”: alusión
a él en Nuestra señora de París.
15
En Nuestra señora de París, en esta fiesta se elegía un papa o rey de la estupidez.
16
Jerga.
Escritos políticos 107
17
Jean Richepin (1849-1926), poeta, novelista y dramaturgo francés. Uno de los
raros de Darío, quien lo consideraba “el poeta del pueblo… el poeta áspero de los
de abajo”. En su exégesis de Los Raros (La Nación, Buenos Aires, 29 de abril, 1894)
comenta particularmente los poemas del libro de Richepin Chanson de gueux (Las
canciones de los mendigos, 1876): “Voluntariamente encanallado, canta a la canalla,
se enrola en las turbas de los perdidos, repite las canciones de los mendigos, los estri-
billos de las prostitutas, engasta en un oro lírico las perlas enfermas de los burdeles;
Píndaro ‘atorrante’ suelta las alondras de sus odas desde el arroyo. Los jaques de
Quevedo no vestían los harapos de púrpura de esos jaques; los borrachos de Villon
no cantaban más triunfalmente que esos borrachos”.
18
Charles Malato (1857-1938), escritor y anarquista francés. Autor de Philosophie de
l’Anarchie (1889) y Revolution chretieene et Revolution sociale (1891). Fundador de la
Liga Cosmpolita (1885).
19
Enfermedad producida por deficiencia dietética. Sus síntomas: debilidad, insom-
nio, pérdida de peso, piel áspera y rojiza, lesiones en la boca.
20
Le Mirliton: cabaret del Boulevard Rochechouart en 1884, y revista editada por
Aristides Bruant (1851-1925), cantante y comediante de mismo cabaret, del cual era
propietario. Sus canciones fueron recogidas en dos volúmenes entre 1889 y 1895.
Fue motivo de famosos carteles de Henry de Toulouse-Lautrec (1864-1901).
21
Usted está en la lista de expertos, vaya, colóquese.
108 Rubén Darío
22
Despojados.
23
Pícaro, bandido.
24
Expresión en argot. Refiere el ardid que consiste en estrangular a la víctima mien-
tras un cómplice la vacía los bolsillos. Implícitamente, Darío alude a las canciones de
Bruant, en especial a “Au bos de Boulogne”, donde emplea dicha frase.
Escritos políticos 109
25
Por último, yo no sé como / se puede vivir honestamente; / es un sueño; / pero somos
recompensados, / porque, como ustedes somos acosados, / cuando morimos / el cementerio
no está lejos, / en Saint-Ouen. Traducción libre de Pablo Kraudy.
26
Y entonces, dulcemente, dormimos / … / sentimos como una caricia / que crece como
un grito / y soñamos que estamos en misa / mientras, con el tiempo, pedimos al buen Dios.
Traducción libre de Pablo Kraudy.
27
Guasón, bromista.
110 Rubén Darío
28
La soupe-conférence (sopa-conferencia) fueron inauguradas en París por Martinet
para divulgar las ideas anarquistas entre “los estómagos vacíos”.
29
George Frederich Root (1820-1895), oriundo de Sheffield, Massachusetts. Mú-
sico estadounidense muy conocido por sus composiciones sacras y patrióticas. Una
canción suya, de las más populares durante la guerra civil de los Estados Unidos, fue
“Tramp!, tramp!, tramp!”.
30
Exceso, libertinaje.
Escritos políticos 111
31
Granjero.
32
Tranvía.
Escritos políticos 113
33
Calle y barrio en la parte meridional de Nueva York.
114 Rubén Darío
34
Darío emplea la denominación de cínico en sentido de la escuela filosófica griega
de la segunda mitad del siglo IV a.C. En este sentido, la palabra cínico procede de
Kyon (perro), y se aplicó a los miembros de dicha escuela por su peculiar comporta-
miento y modo de vivir, semejante al de los perros, muy ligados a la escasez.
Escritos políticos 115
1° de enero de 1901
AL SALIR del teatro (la Noche Buena), París se sentó a la mesa. Y la Bra-
ma y la Lujuria y la Riqueza y el Dolor y la Alegría y la Muerte también
se sentaron con él. Al llegar el año nuevo, cuando el mundo vuelve la
vista al siglo que pasó, hay alguien que hace notar su presencia de todas
maneras, mientras París no hace sino quitarse su traje de color de rosa
para ponerse otro color de amaranto: la Miseria.
Peor que la miseria de los melodramas, ésta es, cierto, horrible y
dantesca en su realidad. Y no hay mayor contraste que el de esta ri-
queza y placer insolentes, y ese frío negro en que tanto pobre muere y
tanto crimen se comete, de manera que las bombas que de cuando en
cuando suenan, en el trágico y aislado sport de algunos pobres locos,
vienen a resultar ridículas e inexplicables. Esto no se acabará sino con
un enorme movimiento, con aquel movimiento que presentía Enrique
Heine, “ante el cual la Revolución francesa será un dulce idilio”, si mal
no recuerdo.
[El hoyo oscuro de donde salen tanto clamor y olor de muerte]
Se ha hecho mucho por aminorar la miseria, desde los buenos tiem-
pos del excelente rey Childeberto hasta las actuales donaciones de ban-
queros ricos y quêtes2 de damas de la aristocracia.
Pero todo eso es poco en el hoyo oscuro de donde sale tanto clamor
y olor de muerte. Y además, el buen Dios parece que no estuviese com-
pletamente satisfecho con las manifestaciones de la caridad elegante.
Tal aparentó demostrarlo con el bazar fúnebremente célebre3 que con-
1
Rubén Darío: Peregrinaciones. Prólogo de Justo Sierra (París, Librería de la viuda de
Ch. Bouret, 1901, pp. 150-158). Anotado por la hispanista Claire Pailler.
2
Colectas.
3
El “Bazar de la Charité” era una organización caritativa, fundada en 1885, en rela-
ción con el “Círculo Católico de Obreros”, en gran parte para contrarrestar la política
del socialista Jules Guesde. Su tradicional “Venta de beneficencia” debía desarrollarse
con un público escogido, el 4 de mayo de 1897, en un vasto cobertizo de madera-
116 Rubén Darío
men: el incendio que se desató por accidente provocó la muerte de 129 personas; en-
tre las cuales 123 mujeres, todas de familia aristocrática, en particular Sofía, hermana
de la emperatriz Sisi.
4
Capilla Notre-Dame de Consolation.
5
Darío da aquí sólo el nombre y apellido de su esposo, Marie Ernest Paul Boniface
(Boni), conde de Castellane, dandi famoso de la alta sociedad del momento.
6
Hugues Le Roux (1860-1925), periodista y senador.
7
Caroline Rémy llamada Séverine (1855-1929), primera periodista femenina, so-
cialista y feminista. Fue amiga de Jules Vallès, quien le ayudó a editar su periódico
libertario Le Cri du Peuple, de 1883 a 1889. El esposo de Vallès era un mèdico adi-
nerado.
8
Redadas.
9
Palabra del “argot”de la época: alcahuete.
10
Palabra ya desusada por: ramera, prostituta.
11
Darío nombra aquí a las principales cortesanas (“cocottes”) de la época. Al lado de
Liane de Pougy, muchas veces aludida ya, Agustina Otero Iglesias, llamada Caroline
Otero (1868-1965), más conocida por el apodo de “la belle Otero”, fue una de las
más prestigiosas: figuraban entre sus amantes nobles rusos, ministros, escritores como
d’Annunzio, pero también cabezas coronadas: Eduardo VII de Inglaterra, o Leopoldo
Escritos políticos 117
25
Teatro Louvois, “Opéra du square Louvois”: Sólo queda una plaza en el sitio ocu-
pado por el edificio de la que fue la octava ópera de París, edificada en 1792, destrui-
da en 1820.
26
Se decidió la construcción de una nueva Opera en 1862, con el arquitecto Garnier;
en ella se ostenta el puro “estilo Napoleón III”, mezcla barroca y suntuosa de estilos
múltiples. Tardó hasta 1875 antes de ser inaugurada.
27
Henryk Adam Sienkiewicz (1846-1916), premio Nobel en 1905, autor de nume-
rosas novelas, conocido esencialmente por Quo Vadis (1896).
28
Rosario Guerrero, llamada “la bella Guerrero”, era una “bailaora” sevillana, de
mucho éxito primero en París, luego en EE.UU.
120 Rubén Darío
29
Octave Mirbeau (1848-1917), escritor y periodista francés. Anarquista, dejó varias
novelas y algunos dramas.
30
Margarita Eymery (1860-1953), llamada Rachilde: escritora francesa. Esposa de
Alfred Vallette, director de la revista Mercure de France. Fue la única mujer incluida
por Darío en Los Raros (1896).
31
Pierre Louis (1870-1925), poeta, crítico y novelista francés. Autor de obras eróti-
cas, en su revista literaria promovió a jóvenes como Paul Valéry y Andrés Gide.
32
Francisco Bilbao (1823-1865), escritor y político liberal chileno, “Apóstol de la
Libertad”.
33
El caso Dreyfus (“l’Affaire” por antonomasia, más que “asunto”, es causa judicial):
escándalo judicial y político que dividió la opinión francesa, de 1894 a 1906. El ca-
pitán Dreyfus, alsaciano (la provincia de Alsacia había sido entregada a los prusianos
después de la derrota francesa de 1870) y judío, se vio acusado y condenado por alta
traición, por oficiales ultranacionalistas y antisemitas que no vacilaron en utilizar
falsos testimonios y pruebas falsificadas. Una fuerte y a veces violenta campaña por
la revisión de la causa, que oponía la Liga de los Derechos humanos a los “antidre-
Escritos políticos 121
yfusards” de la Liga de la Patria francesa, logró obtener, tras dos juicios sucesivos, pri-
mero la gracia, luego la rehabilitación del capitán Dreyfus. Darío vuelve a mencionar
este episodio cuando los funerales de Zola, en Opiniones, y nuevamente en la primera
crónica de Parisiana, “Figuras reales”; subraya el aspecto “álgido” de las oposiciones
en un caso que “estremeció al mundo”, pero al parecer no se interesó por los princi-
pios políticos e ideológicos de justicia y verdad que se jugaban, considerando que se
trataba “de una personalidad mínima que fue el pretexto de una gran batalla...”
34
Anticuado.
35
El “cómico Lucien Guitry” (1860-1925), renombrado actor de teatro, vio su fama
eclipsada por la de su hijo Sacha-Alexandre Georges Pierre (1885-1957), autor prolí-
fico y actor en sus propias obras, sean de teatro o de cine, conocido también por sus
éxitos femeninos y sus cinco matrimonios con actrices.
36
Muy divertido.
122 Rubén Darío
37
Felix Faure (1841-1899), elegido Presidente de la República en 1891, murió de
una congestión cerebral en un salón del palacio del Elysée mientras estaba “ocupado”
con su amante.
Escritos políticos 123
1
La Nación, Buenos Aires, 9 de marzo, 1902, p. 4, col. 2-4. Incorporado a La cara-
vana pasa (París, Garnier hermanos, 1902, pp. 210-223). Günther Schmigalle anotó
esta crónica en su edición crítica de La caravana pasa. Libro cuarto y Libro quinto
y último (Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua; Berlín, edition tranvía
– Verlag Walter Frey, 2004). Al respecto, Schmigalle observa: “Trata de un tema que
interesa tanto a Francia, que fracasó en su intento de construir el canal interoceánico
en los años 1884-1894, como a los Estados Unidos, que lo terminarían de construir
durante los años 1904-1914, interesa —ya que estamos en 1902— a Colombia, cuyo
territorio centroamericano, Panamá, será independiente bajo instigación norteame-
ricana, un año después. E interesa, naturalmente, a la patria de Darío”. (La caravana
pasa, Op., cit., pp. 17-18). Fue difundido tanto en la Revista de la Academia de Geo-
grafía e Historia de Nicaragua (núm. 56, julio, 2003, pp. 3-23) como en el Boletín Ni-
caragüense de Bibliografía y Documentación, núm. 131, abril-junio, 2006, pp. 43-63.
2
Entre otros, Alfredo Ebelot discutía el tema en La Nación del 21 de febrero de
1902: “El canal interoceánico. Problemas que plantea. La política comercial argenti-
na. Nuevos caminos”, crónica que precedió seis días a la de Darío.
3
Luigi Galvani (1737-1798) médico italiano, como profesor de la Universidad de
Bolonia, descubrió en 1870 la electricidad en el tejido nervioso.
4
Philipe Bunau-Varilla (1859-1940), ingeniero y aventurero francés, artífice de la
construcción del Canal de Panamá. Fue uno de los inspiradores y organizadores del
movimiento insurreccional de Panamá el 3 de noviembre de 1903, que logró —con
el apoyo de las tropas norteamericanas— la seseción de Panamá de Colombia y la
creación de la República de Panamá. En el fondo, la decisión a favor de la ruta de
Panamá y en contra de la de Nicaragua fue el resultado de una conspiración del grupo
financiero de J. P. Morgan. Tanto Bunau-Varilla como el presidente Roosevelt actua-
ron como agentes financieros de ese grupo.
124 Rubén Darío
pérdidas, nadie hizo caso. Monsieur Hutin5 hizo un viaje a los Estados
Unidos para tratar de ofrecer al yanqui los restos de Panamá, a un
buen precio. Las influencias y los ofrecimientos usuales en los medios
políticos americanos, no han escaseado. Nada se ha resuelto todavía.
Entretanto, los norteamericanos se posesionan poco a poco de Nicara-
gua, en donde el Gobierno ha comenzado por hacer concesiones que
han sido aminoradas por declaración del presidente [J. Santos] Zelaya,
pero que, por parte de los Estados Unidos, han sido mantenidas, según
las primeras versiones que la prensa hizo conocer; es decir: cesiones
territoriales a un lado y otro del futuro canal, con derecho de establecer
guarniciones militares y tribunales de justicia. No se podrá alegar, pues,
en tal caso, la “soberanía” de la república centroamericana, aunque hay
que confiar en el reconocido patriotismo y tacto político del general
Zelaya.
[La monografía histórica del ministro Medina]
El señor Crisanto Medina, antiguo ministro de varias repúblicas
de Centroamérica en Europa, persona de consejo y habilidad, que co-
noce perfectamente la cuestión del canal, como que ha sido actor en
muchos preliminares de ella, ha ido recientemente a Nicaragua, y no es
de dudar que sus indicaciones hayan sido escuchadas en el Gobierno.
Ha escrito con oportunidad una interesante historia del canal intero-
ceánico, que reviste la mayor actualidad.6 No es el señor Medina de los
dudosos, él cree probable que llegará, tarde o temprano, la necesidad
para el comercio del mundo, de los dos canales, el de Panamá y el de
Nicaragua. Por de pronto, y por más que se asegure que los entusiasmos
norteamericanos por el istmo nicaragüense son aparentes y tan sólo
manifestados para encontrar más fáciles las ofertas de Panamá, abando-
nado por la mano francesa, parece extraordinario que se pueda suponer
interés en continuar la ruta fracasada de Lesseps.7 Me ha tocado visitar,
5
Maurice Hutin, ingeniero de Lesseps, nombrado en 1885 director general de los
trabajos de la Compagnie Universalle du Canal Interoceanique en Panamá. Para 1902,
era uno de los dirigentes de la Compagnie Nouevelle du Canal de Panama.
6
Se refiere al folleto de Medina: El Canal Interoceánico y el Porvenir de Centroamérica
(Madrid, Imprenta de Hernando y Compañía, 1898), reproducido en Boletín Nica-
ragüense de Bibliografía y Documentación, núm. 131, abril-junio, 2006, pp. 65-101.
7
Ferdinand Marie, vizconde de Lesseps (1805-1894), diplomático y administrador
francés, iniciador del Canal de Suez, que logró construir en los años 1859-69. Fracasó
Escritos políticos 125
10
Publicada en 1902, la novela Enfant d’Austerlitz trata de la última etapa de la guerra
de Napoleón y la época de la restauración borbónica desde la perspectiva de un niño:
Omer Héricourt.
128 Rubén Darío
11
La iniciativa de Manuel Antonio de la Cerda (1790-1828), presentada en la Asam-
blea Nacional Constituyente de Centroamérica y que incluía un plano, puede con-
sultarse en Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación, núm. 131, abril-ju-
nio, 2006, pp. 19-22. De la Cerda fue el primer Jefe de Estado de Nicaragua.
12
José Simeón Cañas (1767-1838). Natural de El Salvador, fue presbítero, catedráti-
co y diputado en la Asamblea Nacional de la Federación Centroamericana.
13
Andrew Jackson (1767-1845), presidente de los Estados Unidos (1829-1837).
Escritos políticos 129
14
Veáse su texto en Revista Conservadora, Managua, núm. 42, mayo, 1964, pp. 21-26.
15
Firmado en Washington el 1° de diciembre de 1884, fue el primero que Nicaragua
otorgó a un país extranjero, pues anteriormente todas las concesiones habían sido a
compañías o particulares.
16
Grover Cleveland (1837-1908), presidente de los Estados Unidos (1885-1889).
130 Rubén Darío
17
Canal of Nicaragua / or / A proyect to connect the Atlantic and Pacific Oceans by
means of a canal (London, Mills & Sons, 1845) era su título en inglés, y en español:
“El Canal de Nicaragua / Proyecto de Unión de los Océanos Atlántico y Pacífico
por medio de un canal…”. Lo tradujo del francés, tomado de la Revue Brittanique
(mayo, 1849), Mario H. Castellón Duarte en Boletín Nicaragüense de Bibliografía y
Documentación, núm. 131, abril-mayo, 2006, pp. 103-135.
18
Francisco Castellón (León, 1815-idem, 1° de septiembre, 1855), jurisconsulto y
estadista nicaragüense. Fue Ministro Plenipotenciario de Nicaragua en la Corte del
rey Luis Felipe I de Francia para obtener su apoyo contra las pretensiones británicas
en la Mosquitia, pero fracasó. Sin embargo, su entrevista con el príncipe Luis Napo-
león, preso en el castillo de Ham desde su frustrado intento de apoderarse del poder
de su patria el 6 de diciembre de 1840. El príncipe le agradeció la visita a Castillo,
quien suprepticiamente deslizó dos cartuchos de oro que sirvieron, según tradición
leonesa, para fugarse al futuro Napoleón III a Inglaterra en 1846 (Jorge Eduardo
Arellano: Diccionario de autores nicaragüenses. Tomo I, Managua, Biblioteca Nacional
Rubén Darío, 1994, p. 72)
Escritos políticos 131
19
José María Torres Caicedo (1830-1889), poeta y diplomático colombiano. Además
de dos libros de versos en español, editó varios en prosa y en francés como Les prin-
cipes de 1789 en Amérique.
132 Rubén Darío
20
Evidente alusión a la doctrina Monroe (1823), que solía resumirse en el célebre
aforismo: America for the Americans.
21
Otra alusión al estadista argentino Roque Sáenz Peña, quien en su discurso del 31
de mayo de 1890 —ante el Congreso Panamericano de Washington— declaró que la
América tenía que ser para el mundo y para la humanidad.
22
Según Schimigalle, Darío alude al “English-speaking-world” o “English-speaking-
race” (Mundo que habla inglés y Raza que habla inglés), conceptos acuñados en la obra
Americanization of the World (1902) de W. T. Stead.
Escritos políticos 135
La Guerra1
LA GUERRA es hermosa para ti, ¡oh, joven arduo!, que, lleno de ilu-
siones de gloria, has nacido con buena estrella; te respetarán las balas
enemigas, mientras tus compañeros vayan cayendo como frutas madu-
ras de una rama seca; saldrás victorioso en las luchas, de tal forma que,
cuando regreses entre ellos, llores de orgullo vencedor; te aclamarán
como a los primeros hijos de la Patria.
Para ti, mercader, que harás el caldo gordo, explotando inicuamen-
te a los patriotas necesitados y negociando con la república, bendecirás
esa discordia, que te habrá llenado el bolsillo de dinero y el vientre de
satisfacciones.
Para ti, joven extranjero, que prestarás tu dinero con un interés
crecido; para ti, manjar de la muerte o señor de la pólvora y de las má-
quinas de matar hombres, que venderás sus hierros asesinos a precios
fabulosos, sangre y oro, y de pobres pueblos lanzados al mar, al viento
y a la tumba.
Para ti, político, que después de la carnicería irás a regocijarte con
los restos de la desgracia o a inflarte al amparo de la victoria; y tramarás
una nueva infamia, para que cuando la nación haya recobrado la salud
perdida y sus venas hayan vuelto a hincharse, busques nuevas discor-
dias con tu hermano o con tu vecino, discordias que traerán una nueva
aventura de odios y envidias.
Para ti, artista pensador, que encuentras un campo admirable, don-
de puedes dejar volar tus fantasías...
Pero para aquellas viejas que no harán más que llorar, para aque-
llas mujeres pálidas, para aquellos pobres niños, desamparados..., para
1
El Cojo Ilustrado, Caracas, tomo XXIII, 1914, p. 661, tomado de Gerald M. Moser
y Hensley C. Woodbridge: Rubén Darío y “El Cojo Ilustrado” (Nueva York, Hispanic
Institute, Columbia University, 1961-64, p. 26). Evidentemente, por el año de su
publicación, esta nota reflexiva fue generada por la Primera Guerra Mundial. Véase
la reproducción íntegra de ese rescate en Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Docu-
mentación (núm. 104, julio-septiembre, 1999, pp. 13-35).
136 Rubén Darío
2 Otro texto de Darío sobre el mismo tema, “La locura de la guerra”, fue seleccio-
nado en el volumen XI de las Obras completas (Madrid, Mundo Latino, 1918, pp.
137-148): “Uno de los primeros comentarios de la teoría del sabio inglés [Charles
Darwin] está escrito en la quijada del asno del eficaz struglforlifero Cain”, dice una
de sus frases.
I
Nicaragua
Adán Cárdenas
Evaristo Carazo
Escritos políticos 139
1
La Unión, Valparaíso, 2 de marzo, 1887, cols. 2-4. Se publica en libro por primera
vez, tomado de El Nuevo Diario, Managua, 23 de agosto, 2009. Este artículo no lo re-
gistra ninguna bibliografía: es, por tanto, completamente desconocido. Al redactarlo,
Rubén tenía apenas ocho meses de haber arribado al puerto chileno de Valparaíso y
tomó muy en cuenta el consejo que el presidente Adán Cárdenas le dio al despedirse:
“No se olvide de su patria”. Así se lo recuerda al mismo Cárdenas en carta que le diri-
gió Darío desde Valparaíso el 12 de marzo de 1887: “He publicado en varios diarios
artículos sobre Nicaragua, algunos de los cuales (por no tener otros a mano) le remito
ahora”. Y añade, refiriéndose al que tengo el agrado de presentar:
“Me permito recomendarle (como a un hijo que quiere) el referente al nuevo go-
bierno [el de Evaristo Carazo, quien acababa de tomar posesión el 1º. de marzo, día
en que apareció dicho artículo], que dio a luz La Unión, periódico de todos el más
conservador, redactado por el famoso Zorobadel Rodríguez, porque, aunque perte-
nezco a La Época, dio cabida a mi artículo liberal y todo. En verdad, señor, no me
juzgo profeta; pero no creí nunca que triunfara la candidatura de don Pedro” [Pedro
Joaquín Chamorro Alfaro, principal contrincante electoral derrotado por Carazo].
Tres artículos, al menos, había publicado hasta entonces el joven de 20 años y 37
días que era entonces Darío, a saber: “la erupción del Momotombo” (El Mercurio,
16 de julio, 1886); “El canal por Nicaragua” (La Época,Santiago 6 de agosto, 1886)
y, en un sentido más amplio, “La Unión Centroamericana” (La Época, 12 de agosto,
1886). Los tres fueron recogidos por Raúl Silva Castro en su libro: Obras desconocidas
de Rubén Darío en Chile (Santiago, Prensas de la Universidad de Chile, 1934). Pero
no localizó el siguiente sobre la presidencia de Cárdenas —para quien Darío había
laborado en la Secretaría de la Presidencia junto a Pedro Ortiz— y la personalidad
de Carazo.
Su título completo es: “Los gobiernos americanos. Un presidente que sube y otro
que se va. El Canal de Nicaragua”.
2
Evaristo Carazo (1822-1889), presidente de Nicaragua (1° de marzo, 1887-1° de
agosto, 1889).
3
Adán Cárdenas (1836-1916), presidente de Nicaragua (1° de marzo, 1883-1° de
marzo, 1887).
140 Rubén Darío
I2
1
Capítulos VIII y XI de Rubén Darío: El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical.
(Madrid, Biblioteca El Ateneo, 1909). El texto se ha tomado de la edición de Fi-
del Coloma (Managua, Nueva Nicaragua, 1987); pero el título es nuestro. En esta
primera parte —aparecida originalmente en La Nación, Buenos Aires, el 30 de no-
viembre de 1909— Darío estratégicamente lo dedica a la política, aunque declare:
“Yo no me ocupo ahora en la política.” Y su principal objetivo es mostrar el progreso
alcanzado por Nicaragua bajo el régimen de Zelaya.
2
Este capítulo fue publicado en La Nación, 30 de noviembre, 1908, p. 5, columnas
5-7, con el título “El viaje de Nicaragua / (Para La Nación) / VIII”.
3
Désiré Pector: Les richeses d’ Amérique Central; Guatemala, Honduras, Salvador, Ni-
caragua, Costa-Rica; préface de M. E. Levasseaur (París, E. Guilmoto, 1908).
4
Por ejemplo, Indication aproximative de vestiges laissés par le populations précolom-
biannes du Nicaragua (París, Ernest Leroux, Editeur, 1888) y Étude économique sur le
Republique de Nicaragua (Neuchatel [Francia] Societé Neuchaleloise d’ Imprimiere,
1893). Véase Jorge Eduardo Arellano: “Un centroamericanista del siglo XIX. Intro-
ducción a la obra de Desiré Pector”, en Revista del Pensamiento Centroamericano,
núm. 179, abril-mayo, 1983, pp. 91-95 y Nicaragua en el siglo XIX. Managua, Fun-
dación Uno, 2005, pp. 355-364.
Escritos políticos 145
5
El presidente [Roberto] Sacasa, varón de prudencia, inspirado en sentimientos pa-
trióticos, quiso, ante todo, poner fin a la guerra civil. [Nota de R. D.]
Escritos políticos 147
6
Juan de Dios Uribe: J. Santos Zelaya, Quito, 1897; reproducido en Boletín Nicara-
güense de Bibliografía y Documentación, núm. 24, julio-agosto, 1978, pp. 70-91.
7
El Cuartel Principal Militar de Managua hizo explosión la noche del 16 de abril de
1902 causando la destrucción de ocho cuadras a la redonda de la ciudad, incluyendo
la Estación del Ferrocarril. El gobierno siguió una investigación en la que resultaron
implicados el general conservador Filiberto Castro y el coronel salvadoreño Anacleto
Guandique, de alta en el referido cuartel. Un consejo de guerra los condenó a muerte
y fueron fusilados el 19 de enero de 1903.
148 Rubén Darío
8
Últimamente, la ley Selva —llamada así por el nombre del distinguido diputado
que la propuso— ha ampliado el divorcio de una manera progresista y eficaz. [Nota
de R. D.]
Escritos políticos 149
II9
9
La Nación, 25 de febrero, 1910, p. 5, col. 4-5.
10
Tras presentar Zelaya su renuncia a la presidencia el 16 de diciembre de 1909,
la Asamblea Nacional Legislativa designó como su sucesor al doctor José Madriz
en la sesión del 21 de diciembre del mismo año. Fidel Coloma comenta este artí-
culo, transformado en el capítulo XI de El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical,
afirmando que señala aspectos importantes. “Se nota que está confuso: reitera su
no participación en las luchas políticas de su patria, que tiene amigos en el grupo
revolucionario, que es amigo del nuevo presidente, doctor José Madriz, pero resalta
claramente su lealtad al régimen de Zelaya y su amistad para Zelaya y su esposa, doña
Blanca” (El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical, op. cit. p. 59).
11
En el capítulo I de El viaje a Nicaragua e Intermezzo tropical, op., cit., procedente
del discurso pronunciado el 22 de diciembre de 1907, en León, reproducido en Juan
J. B. Prado: Laurel solariego (Managua, Tipografía internacional, 1909, p. 205).
Escritos políticos 151
12
Así lo señaló Zelaya en su refutación a la nota Knox, inserta en su libro La revo-
lución de Nicaragua y los Estados Unidos (Madrid, Imprenta de Bernardo Rodríguez,
1910). Escrita en tercera persona, sostuvo: “Nada, pues, presagiaba un movimiento
revolucionario. Sin embargo Zelaya contaba con dos enemigos poderosos, cada uno
de los cuales había buscado la oportunidad de hacerlo abandonar el poder. Primero,
Estrada Cabrera, siempre en acecho contra el presidente nicaragüense, al cual no le
fue posible derrocar en 1907, a pesar de contar con la cooperación de otros elementos
de Centroamérica, y para cuyo descrédito había incitado campañas de prensa así en
América como en Europa; y segundo, el gobierno de los Estados Unidos…”. (Boletín
Nicaragüense de Bibliografía y Documentación, núm. 6, julio-agosto, 1975, p. 32).
152 Rubén Darío
13
José Madriz (León, 1867-México D. F., 14 de mayo, 1911), presidente interino de
Nicaragua entre el 21 de diciembre de 1909 y el 20 de agosto de 1910.
14
Una semblanza más completa, aunque siempre breve, escrita por Darío de Madriz
es la que Eduardo Poirier transcribe en su libro Chile 1910 (pp. 352-353), inserta
en el capítulo “Nicaragua” y reproducida en el Boletín Nicaragüense de Bibliografía y
Documentación, núm. 97, octubre-diciembre, 1997, pp. 109-110.
15
En “La invasión de los Bárbaros del Norte” citará de nuevo a este millonario y
filántropo estadounidense. Veáse la nota correspondiente.
Escritos políticos 153
16
Juan J. Estrada (Managua, 1865-Bluefields, 1947), presidente de Nicaragua de
facto entre el 29 de agosto de 1910 y el 1° de enero de 1911; legalmente, del 1° de
enero de 1911 al 9 de mayo del mismo año.
17
En la crónica “Vida belga” (La Nación, 9 de junio, 1907, p. 6), Darío le había de-
dicado un párrafo consistente, en el que alude al bello y suave rostro que se divulgaba
con los más gratos comentarios en las ilustraciones de la prensa belga, agregando estos
datos curiosos: “Doña Blanca es de Namur. Yo la conocí en Managua, muy niña aún,
y ya su inteligencia, su gracia y cultura, anunciaban a la gran dama de hoy. La esposa
del presidente Zelaya es muy amada en todo el país, por su gentileza, su espíritu
generoso, su incansable don de bien. Es una princesa de caridad y de bondad que, al
lado de su marido, hacen pensar en esos terciopelos y sedas finas en que descansan
las espadas. A su padre, el profesor Cousin, se debe mucho el progreso artístico de
mi país natal”.
154 Rubén Darío
18
“A Doña Blanca de Zelaya”, fue leído por su autor en la velada que se le tributó en
Managua en febrero de 1908, véase la crítica de Lino Argüello en El Independiente
de León, reproducida en Juan B. Prado: Laurel solariego (Managua, Tipografía In-
ternacional, 1909, p. 176). Fidel Coloma lo valora como “poema cortesano, en que
la maestría del poeta se compadece en una erudición elegante y desenvuelta, entre
sonriente e irónica, al rendir homenaje a la esposa del general Zelaya”.
19
Fue enviado por el remitente a su destinataria con esta misiva: “Señora: Los poetas
solemos hacer acrósticos. Yo he querido que el que yo le ofrezco a usted, a mi llegada a
Nicaragua, sea un acróstico lapidario, que conserve continuamente las letras que for-
man el nombre que es la felicidad del hogar [aquí el acróstico]. Guarde éste modes-
tísimo recuerdo como si fuese poesía materializada, que no otra cosa podría ofrecer a
la que es en verdad reina de mi tierra”. Se insertó en la gacetilla “Obsequio simbólico.
Rubén Darío a doña Blanca de Zelaya”, publicada en el diario La Tarde, de Managua,
reproducida en Juan B. Prado: Laurel solariego. Op., cit., pp. 186-187.
Escritos políticos 155
20
El Almirante sólo avistó el litoral atlántico de Nicaragua. Personalmente, no de-
sembarcó; sólo entraron al “Río del Desastre” (el Río Escondido, según Jaime Íncer)
dos de sus tripulantes —Martín de Fuenterravia y Miguel de Lariaga— quienes, en
busca de leña y agua dulce, perecieron en una tormenta el 17 de septiembre, siendo
los primeros europeos fallecidos en tierra firme.
21
El tenaz defensor de los indios estuvo en Nicaragua tres veces: a principios de
1531, año en que partió del Realejo al Perú; de febrero, 1532 a junio, 1533; y en
1535. El 15 de octubre de ese año escribió en Granada una “Carta a un personaje
de la Corte”. Veáse a Ernesto Mejía Sánchez: “Las Casas en Nicaragua”, Nicaráhuac,
Managua, núm. 12, abril, 1986, pp. 151-160.
156 Rubén Darío
1
La Nación, Buenos Aires, 7 de diciembre de 1910, p. 8, col. 2-4, con el título “Los
asuntos de Nicaragua. Un incidente diplomático”; recopilada por el doctor E. K.
Mapes en su volumen de Escritos inéditos de Rubén Darío (Nueva York, Instituto de
las Españas, 1938, pp. 164-168). Se incorporó en la última serie de Obras completas
(Madrid, Afrodisio Aguado, S. A., 1955), vol. IV (“Cuentos y novelas”), pp. 580-
592, con la supresión de su procedencia, y la fecha de su redacción: “La Habana,
noviembre de 1910”, tan significativa para la comprensión del texto, señaló Ernesto
Mejía Sánchez al difundirlo en su compilación Estudios sobre Rubén Darío (México,
Fondo de Cultura Económica, Comunidad Latinoamericana de Escritores, 1968,
pp. 65-72). El artículo contiene erratas o errores que se habían perpetuado. La de
“Ramón Martínez”, se corrige por “Ramos Martínez” [Alfredo], el pintor mexicano,
amigo de Darío, quien lo acompañó por indicación de Justo Sierra hasta La Habana,
de regreso a Europa. El señor Nervo, que se menciona como “segundo introductor de
embajadores”, es el hermano menor de Amado Nervo, el poeta amigo de Darío.
Por lo demás, “Los asuntos de Nicaragua” proceden del diario que escribió Darío
entre el 15 de julio en París y el 11 de septiembre de 1910 en Veracruz sobre su falli-
do viaje a la capital de México. Tomado de su manuscrito, lo dio a conocer Alberto
Ghiraldo [ed.]: El archivo de Rubén Darío (Buenos Aires, Editorial Losada, 1943, pp.
385-395). Éste diario lo reprodujo Ernesto Mejía Sánchez en su compilación Estudios
sobre Rubén Darío, op., cit., pp. 57-64.
2
Obviamente, también se discutieron en México, por ejemplo en “El caso Rubén
Darío” (El País, 3 de septiembre, 1910 y “El País y el Derecho Internacional” (El
Imparcial, 5 de septiembre, 1910).
Escritos políticos 157
[Telegramas a Managua]
Antes de partir de Cuba puse telegramas a Managua, pidiendo a
Relaciones Exteriores órdenes e instrucciones en Veracruz, puesto que
lo sabido en La Habana era una confirmación, no más amplia, de mis
noticias de La Coruña. Sólo sí supe que tenía un compañero de misión:
el señor Santiago Argüello.3 También, en mi visita al señor [Carlos]
Pereyra, encargado de negocios de México, obtuve impresiones satis-
factorias para mí en relación con mi recibimiento oficial.
Ya a bordo y cuarenta y ocho horas antes de llegar a Veracruz, por
la oficina de telegrafía sin hilos de La Champagne, cursé un telegrama
al ministro de Relaciones Exteriores de México.
Algo sospeché de lo que luego ocurrió, al no recibir respuesta del
ministro a mi mensaje de saludo. El general y ministro cubano [En-
rique] Loynaz del Castillo, sí me saludó desde Veracruz, en términos
cordiales. Y en espera de nuevas instrucciones pasó el tiempo de la
3
Amigo y discípulo de Darío, Santiago Argüello (1871-1940) fue un político liberal
y un destacado representante del modernismo en Centroamérica.
162 Rubén Darío
4
Maas —según se cree— le rogó que no continuase en viaje a la capital. Esta era su
causa: “la ciudad de México se encontraba en ebullición. Los escritores y, sobre todo,
los estudiantes, atribuían la cautela del gobierno de [Porfirio] Díaz no a una mera
consideración diplomática de orden protocolario, sino a una docilidad excesiva frente
a la Cancillería de Washington. Se organiza un desfile popular, se oyen exclamaciones
contra el presidente perpetuo, y el descontento producido por la continuidad de Díaz
en el poder halla un pretexto excelente para manifestarse” (Jaime Torres Bodet: Rubén
Darío – Abismo y alma. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo
de Cultura Económica, 1966, p. 241).
5
Efectuada, como afirma Rubén en el Teatro Dehesa. En su “Diario” consignó el 4 de
mayo: “al entrar la concurrencia aplaude y los niños de las escuelas y las orquestas eje-
cutan un himno. Después el señor [Diódoro] Batalla lee un discurso. Recitan poesías
dos poetas de la localidad. El licenciado Mascarenas lee un discurso de bienvenida y
dos señoritas recitan poesías, una de ellas La página blanca. Finalmente, una joven me
ofrece un gran ramo de flores. Yo agradezco el homenaje y termino mi improvisación
diciendo: Yo cortésmente quemo mis naves y dejo mi corazón en Veracruz.
6
El pintor Alfredo Ramos Martínez (1872-1940), su compañero parisiense, portador
de una carta de Justos Sierra, en la cual le recomendaba prudencia; además —según
afirman algunos— le remitía 500 dólares, acaso como viáticos de regreso.
164 Rubén Darío
7
El texto del telegrama de Díaz fue: Enterado de su mensaje de ayer. Agradezco bon-
dadosa explicación y siento que se haya interpuesto en su viaje alguna causa que me priva
del gusto de estrechar su mano. Torres Bodet lo comenta: “¡Qué bien aprenden algunos
jefes de Estado a aprovechar las ambigüedades a que se prestan, por su laconismo, las
comunicaciones telegráficas…” (Rubén Darío. Abismo y cima, Op., cit., p. 243).
166 Rubén Darío
1
Fechado en Bruselas, enero de 1911, apareció como entrevista en La Nación, Bue-
nos Aires, 25 de febrero de 1911, col. 3-4, con el título: “Política americana. Zelaya
responde a Taft”. Así lo iniciaba Darío: Habiendo llegado a mis manos el último men-
saje del Presidente [Howard] Taft al Congreso de su país [se refería al segundo mensaje
anual del 7 de diciembre de 1910], pensé oportuno, puesto que en dicho documento se
ataca duramente al general [J. Santos] Zelaya, tener una entrevista con el ex presidente de
Nicaragua, y saber que pensar sobre el asunto. / Enseguida se verán las declaraciones que
me hiciera. / —Voy a publicar enseguida, me dijo, en español, inglés y francés, la respuesta
siguiente, que me complace sea acogida por un órgano tan respetable en la prensa univer-
sal como es La Nación de Buenos Aires. Sé que allí, aunque no se piense en ciertos puntos
como yo, tendré un juicio exento de parcialidad. Véase mi contestación”.
Pero el diario bonaerense no publicó completa la “respuesta” de Zelaya que redactó
Darío. Por eso se ha tomado de su texto en español, inserto en Tantos vigores disper-
sos / Ideas sociales y políticas (Managua, Consejo Nacional de Cultura, enero, 1983,
pp. 95-128). Una epilogal nota explicativa demuestra la autoría de Darío, señalada
anteriormente por Roberto Ibañez en Genio y figura de Rubén Darío (Buenos Aires,
Editorial Universitaria, 1964, pp. 45-46) y Octavio Paz en: Cuadrivio (México, Joa-
quín Mortiz, 1965, p. 43). Jaime Wheelock Román localizó la traducción en fran-
cés, consignándolo en su libro Imperialismo y dictadura (México, Siglo XXI, 1975,
p. 107). Al mismo tiempo, el Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación
(núm. 6, julio-agosto, 1975, pp. 46-53) publicó una traducción del inglés realizada
por Gonzalo Meneses Ocón.
2
La revolución de Nicaragua y los Estados Unidos (Madrid, Imprenta de Bernardo
Rodríguez, 1910), donde Zelaya relata detalladamente el proceso que culminó con su
derrocamiento por la intervención norteamericana. En la misma ciudad e imprenta
se publicaron su versión en francés e inglés.
Escritos políticos 167
3
Los norteamericanos Leroy Cannon y Leonard Groce, cogidos in fraganti delito
cuando colocaban una mina de dinamita para volar dos vapores que transportaban
fuerzas gubernamentales en el Río San Juan; convictos y confesos, se les había sen-
tanciado a muerte y fusilado. Véase Jorge Eduardo Arellano: La pax americana en
Nicaragua (1910-1932). Managua, Academia de Geografía e Historia de Nicaragua,
Fondo Editorial Cira, 2004, p. 120.
168 Rubén Darío
4
José Martí: “México en los Estados Unidos. Sucesos referentes a México”. El Partido
Liberal, México, 25 de noviembre, 1891. Walker murió fusilado en Trujillo, Hondu-
ras, el 12 de septiembre de 1860.
Escritos políticos 171
5
Thomas [Cleveland] Dawson. Llegó a Nicaragua en octubre de 1910 e impuso los
llamados “Pactos Dawson”, que fueron cuatro.
176 Rubén Darío
6
Firmado a continuación por “J. Santos Zelaya. / Bruselas, enero de 1911. Sobre la
gestación de ésta “Refutación al presidente Taft”, véase la correspondencia entre el
ex mandatario y el poeta en Alberto Ghiraldo (comp.): El Archivo de Rubén Darío
(Buenos Aires, Editorial Losada, 1943, pp. 172-177)
180 Rubén Darío
El fin de Nicaragua1
1
La Nación, Buenos Aires, 28 de septiembre, 1912, p. 6, col. 1-2 y Colección Ariel
de San José, Costa Rica, núm. 22, noviembre, 1912, pp. 42-50. Tomado de Pedro
Luis Barcia: Escritos dispersos de Rubén Darío… Tomo I. (Buenos Aires, Universidad
Nacional de la Plata/Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación [1968]
pp. 261-264).
2
La guerra de Nicaragua / Escrita por William Walker en 1860. Traducida por Fabio
Carnevalini. Managua, Tipografía de El Porvenir, 1884. 158 p.
Escritos políticos 181
3
Sabina Estrada: inquieta y talentosa dama costarricense, amiga de Walker. Tuvo
alguna modesta actuación en la historia de Nicaragua. Fue esposa de Silvestre Selva
(31 de diciembre, 1777-31 de diciembre, 1855), Jefe de Estado en 1844. Un hijo
de ambos, Pedro Higinio Selva Estrada, fue un apasionado secuaz de Walker, y al ser
expulsado éste, tuvo que abandonar Nicaragua radicándose en Cuba.
182 Rubén Darío
tretanto de New Orleans y de New York iban los fondos para sustraer
la revuelta después que se hubo logrado la traición de Estrada —quien
hoy de seguro lamentará su error trascendente—; y compañías como la
United Fruit no escatimaban los dólares para la sangrienta fiesta de la
muerte de que tan buen provecho se proponían sacar. Zelaya hizo bien
en mandar ejecutar —después de juzgados militarmente, se entien-
de— a dos yanquis que fueron tomados en momentos en que ponían
minas para hacer volar dos barcos llenos de soldados del gobierno, allá
en la costa norte, que era el punto de la insurrección. Mas esa doble
ejecución le costó la presidencia y le valió el destierro. Y el apoyo y la
simpatía que a Zelaya prestara y demostrara el viejo presidente mexi-
cano, fue una de las causas de que los Estados Unidos, es decir, míster
Knox, viese con buenos ojos la revolución de Madero; y Porfirio Díaz
también cayó, al soplar el vendaval del lado del norte.
Cuando Zelaya entregó el poder a Madriz se creyó la revuelta de-
velada; y ya iba el gobierno a deshacer a los revolucionarios de Blue-
fields, cuando desembarcaron tropas yanquis que apoyaron a Estrada,
Chamorro y demás sublevados. Cayó Madriz y se constituyó un nuevo
gobierno; el Partido Conservador, que antes de Zelaya había manda-
do treinta años, y que con Zelaya estuviera aplastado diecisiete años,
renació, pero para cometer peores cosas que aquellas de que acusaban
al gobierno liberal. Se tomó todo lo que se pudo del tesoro exhausto,
se ordenó pagar enormes sumas a los prohombres conservadores. Y
el país miserable, arruinado, hambriento, con el cambio al dos mil,
veía llegada su última hora. Los yanquis ofrecieron dinero; y enviaron
una comisión para encargarse del cobro de los impuestos de aduana,
después de la llegada de cierto famoso Mr. Dawson, perito en tales
entenderes por su práctica en Panamá y en la República Dominicana.
Y se iba a realizar la venta del país, con un ruinosísimo empréstito,
negociado en Washington por el ministro Castrillo, cuando, felizmen-
te, algunas voces cuerdas y humanas se oyeron en el Congreso de los
Estados Unidos, y a pesar de los senadores interesados y de los deseos
del gobierno, el empréstito no fue aprobado. Mas, de hecho, el imperio
norteamericano se extendía sobre el territorio nicaragüense, y la pérdi-
da implícita de la soberanía era una triste realidad aunque no hubiese
ninguna clara declaración al respecto. Hombres de cierto influjo, como
los Arellanos, de Granada, habían fomentado los designios del grupo
Escritos políticos 183
4
Carmen Díaz (1835-1892), poeta y militar nicaragüense. En 1858 contrajo ma-
trimonio en el pueblo de Esparza, Costa Rica, donde procreó ocho hijos, entre ellos
Adolfo Díaz (Alajuela, Costa Rica, 15 de julio – 1875, San José, Costa Rica, 29 de
enero, 1964). Fue en tres ocasiones presidente de Nicaragua, del 9 de mayo, 1911
al 1° de enero de 1913; desde esa fecha al 1° de enero, 1917; y del 11 de noviembre,
1926 al 31 de diciembre, 1928.
5
Emiliano Chamorro (Comalapa, Chontales, 11 de mayo, 1871 / Managua, 26 de
febrero, 1966). Militar y político conservador. Ejerció la presidencia de Nicaragua del
1° de enero de 1917 al 1° de enero de 1921; y más tarde, tras su golpe de Estado el 25
de octubre de 1925, del 16 de enero de 1926 al 30 de octubre del mismo año.
184 Rubén Darío
La Unión Centroamericana1
1
La Época, Santiago de Chile, 12 de agosto, 1886; rescatado en Obras desconocidas
de Rubén Darío / escritas en Chile y no recopiladas en ninguno de sus libros. Edi-
ción recogida por Raúl Silva Castro y precedida de un estudio. ([Santiago] Prensas
de la Universidad de Chile, 1934, pp. 32-37). Incluido en Rubén Darío: Antología
centroamericana, Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación (núm. 130,
enero-marzo, 2006, pp. 53-58).
2
En 1842.
3
En San Salvador el 29 de agosto de 1865.
4
José Trinidad Cabañas (1805-1871), libera, sostenedor de la unidad centroamerica-
na y presidente de Honduras (1852-1855), falleció el 8 de enero de 1871.
188 Rubén Darío
5
Fue, en realidad, un “Diario íntimo” el del periodista Enrique Guzmán Selva (1843-
1911), iniciado el 25 de mayo de 1876 en la ciudad de Guatemala; en él describe la
personalidad de Justo Rufino Barrios. Fragmentariamente, se publicó en Managua,
Tipografía Nacional, 1912.
190 Rubén Darío
IV
Esos ex presidentes de que se habla en el telegrama referido, son los
de El Salvador y Honduras, si es que en efecto hay algo de cierto en la
noticia: el doctor don Rafael Zaldívar y don Marco Aurelio Soto.6 Son
los únicos ex presidentes de aquellas naciones que viven en Europa por
motivos políticos, poco más o menos, como en Santiago el señor [Ig-
nacio] Veintemilla, ex presidente del Ecuador. Es decir, cayeron, y, lejos
de su país, están como Dios les ayuda. A Zaldívar y a Soto les ayudó
Dios tanto, que pocos príncipes rusos (excepto Guzmán Blanco) han
hecho igual ruido con sus millones y su vida fastuosa. Ambos pueden
ahora estar en México.
Los actuales Presidentes de las Repúblicas Centro Americanas, por
sus antecedentes políticos y por su posición de hoy, puede decirse que
es imposible que hayan hecho viaje a la tierra de Moctezuma con el
objeto de que dice el telegrama.
El general [Manuel Lizandro] Barillas gobierna hoy a Guatemala;
el doctor Cárdenas a Nicaragua; el general Menéndez al Salvador; el
general [Bernardo] Soto a Costa Rica, y el general [Luis] Bográn a
Honduras. El general [Francisco] Menéndez fusilaría al ex Presidente
Zaldívar si lo tuviese a la mano, y el general Bográn haría poco más o
menos con el ex Presidente Soto.
[Son odios profundos e imborrables los que existen]
En cambio, si estos ex hallasen ocasión de arrojar de los palacios
presidenciales a sus enemigos lo harían inmediatamente. Son odios
profundos e imborrables los que existen. Ahora bien: [Francisco] Me-
néndez era general de [Justo Rufino] Barrios; y [Adán] Cárdenas, el
honrado y enérgico gobernante de Nicaragua, junto con el joven gene-
ral Soto, que lo es de Costa Rica, fueron los que primero se opusieron
al invasor, y los que apoyaron las disposiciones de Zaldívar en los pri-
meros momentos de la última guerra, levantando numerosos ejércitos.
6
Marco Aurelio Soto (1846-1908). Político hondureño que participó activamente
en la reforma liberal de Guatemala. Con el apoyo del gobernante guatemalteco Justo
Rufino Barrios. De 1876 a 1883 ocupó la presidencia de su país, impulsando las
medidas más progresistas de su época. Promulgó la constitución de 1880 que intro-
dujo la separación de la Iglesia y del Estado. José Martí lo inmortalizó en una crónica
escrita en 1893.
Escritos políticos 191
Páginas de La Unión1
1
Con el título de “Unidad centroamericana”, Alberto Ghiraldo reunió los siguientes
cuatro escritos en el volúmen IX: Crónica política (Madrid, Ediciones de Rubén Darío
Sánchez, 1924), de las Obras completas de Darío, preparadas por el mismo Ghiraldo.
Se publicaron originalmente —a partir del 7 de noviembre de 1889— en La Unión,
diario fundado en San Salvador por Darío como propaganda del ideal unionista.
Escritos políticos 193
2
El mismo día de la publicación de este prospecto —el 7 de noviembre de 1889—
Darío le remitió un telegrama a su sostenedor: el probo y liberal mandatario Francisco
Menéndez (1830-1890), quien ejerció la presidencia de El Salvador tras encabezar
un movimiento armado contra su antecesor Rafael Zaldívar. Menéndez, según Edel-
berto Torres “fue un unionista puro y práctico, que no se dio tregua para hacer algo
cada año en persecución de la unión política de Centroamérica.” (La dramática vida
de Rubén Darío. Edición definitiva, corregida y aumentada. San José, C. R., Educa,
1980, p. 228).
196 Rubén Darío
3
Alusión a los delegados de El Salvador: doctor Manuel Delgado; Guatemala: li-
cenciado Francisco Lainfiesta; Honduras: Francisco Alvarado; Costa Rica: Alejandro
Alvarado; y Nicaragua: doctor Francisco Baca hijo. Gobernaba entonces nuestro país
el doctor Roberto Sacasa, sucesor incidental de Evaristo Carazo, fallecido el 1º de
agosto de 1889. El pacto fue firmado por los ministros de las cinco repúblicas centro-
americanas el 15 de septiembre del mismo año.
Escritos políticos 197
4
Inserto en el folleto Colección de los trabajo previos a la aprobación del Pacto de Unión
Provisional en la República del Salvador. San Salvador, diario La Unión [1890], pp.
III-IV. Fue publicada antes por su autor en la La Unión (año II, San Salvador, 22 de
abril, 1891, p. 1, col. 1) con el título de “Prólogo a un folleto político”. Lo recogió, ya
en el siglo XXI, José Jirón Terán en Los prólogos de Rubén Darío (Managua, Academia
Nicaragüense de la Lengua, 2003, pp. 17-19.
198 Rubén Darío
5
Antonio Rivera y Santiago López se llamaban, respectivamente, dichos diputados.
Escritos políticos 199
El Pacto1
Después que las Asambleas de Honduras y El Salvador dieron un
paso brillantísimo aprobando el Pacto Unión, nos llega hoy la plausible
noticia de que la Asamblea de Guatemala ha hecho lo propio, levantan-
do así, su nombre y dando aliento al patriotismo centroamericano. No
podía esperarse menos de los distinguidos miembros que componen
el Congreso guatemalteco. La idea liberal vence; los separatistas ven
cómo se les está desmoronando su viejo partido.
Tres Repúblicas hay ya en Centro-América, progresistas, viriles,
entusiastas, que apoyan el pensamiento de la Unidad Nacional, y que
lo llevan a cabo, fundadas en el aliento de su pueblo y en la patriótica
iniciativa de sus gobernantes.
De esperarse es que en Costa Rica y en Nicaragua se siga por este
hermoso camino de progreso que nos guía al engrandecimiento y a la
prosperidad. Hay en esas dos naciones buenos ciudadanos que quieren
su patria grande.
Un principal elemento, por el empuje y por el ardor, la juventud,
se agita y trabaja en ambos países por el conseguimiento de nuestros
deseados fines.
¡Quieran Dios y los pueblos que el 15 de septiembre de 1890 anun-
cie su triunfo y su resurrección la antigua bandera nacional, azul como
el cielo y blanca como la paz!
1
Su contenido programático fue comentado por el chileno Eduardo Poirier en el
folleto La República de Centro-América. Pacto de Unión Provisional de los cinco Es-
tados Centro-americanos suscrito en el (sic) Salvador. Santiago de Chile, Imprenta
“Victoria” de H. Izquierdo y Compañía, 1890. Entonces Poirier era Encargado de
Negocios de El Salvador en Chile y Miembro Correspondiente de la Sociedad “Cen-
tro-América”, de Sonsonate; y había sido cónsul de Nicaragua en Chile y muy amigo
de Darío en ese país.
200 Rubén Darío
I
EL AUTOR de estas líneas, a raíz de la traición que elevara a los her-
manos Ezeta al poder en la República de El Salvador, publicó en Gua-
temala un folleto con el título de Historia negra;2 contiene la narración
exacta de los sucesos en que fue víctima lamentada el presidente Me-
néndez.
Cinco años después amplió aquellas apuntaciones en un artículo
que apareció en las columnas de La Nación, de Buenos Aires, a propó-
sito de la caída de los Ezeta.3
Mis lectores están, pues, al corriente de los acontecimientos en que
tanto se ha hecho sonar la tan famosa tiranía bicéfala de aquel pequeño
país centroamericano.
1
Tomado de Rubén Darío: “Carlos Ezeta en Montevideo. Epílogo de la ‘Historia
Negra’”. La Nación, Buenos Aires, 15 de agosto, 1895, p. 3, col. 6-7.
2
Darío llegó a Guatemala, huyendo de los golpistas hermanos Ezeta, el 30 de junio
de 1890 y, por órdenes del presidente chapín Manuel Lizandro Barillas, escribió di-
cho panfleto con el pseudónimo Tácito. Titulado “Historia Negra. Los sucesos de El
Salvador”, se publicó en El Imparcial, Guatemala, los días 2, 3 y 4 de julio, 1890 y
en el Diario de Centro-América, idem, el 8, 9 y 10 del mismo mes y año. Comienza:
Todos saben cómo el general Menéndez ocupó la Presidencia de El Salvador después del
triunfo de una revolución gloriosa. / Aquel hombre surgió probo y valiente, fue recibido
con coronas de flores, con músicas y con palmas en la capital de la vecina República cuan-
do llegaba vencedor, anunciando una era de libertad y de progreso en el mes de mayo de
1885. / Fundó su Gobierno bajo un régimen liberal. Él era liberal sin tacha, liberal en el
pensamiento y en la obra. Nunca manchó su partido con fatales inconsecuencias. Y luego
que ocupó la Casa Blanca, empezó su tarea de regeneración, porque amaba a su país de
veras aquel soldado sencillo y firme. Invulnerable era su carácter catoniano, como una
coraza de bronce. Comenzó a elevar a los que le habían ayudado en su noble empresa
y a todos aquellos que juzgaba dignos de su consideración. Vio la caja del Erario vacía,
y comenzó a llenar la caja del Erario dando impulso al trabajo y siendo custodia de los
caudales públicos que veía como cosa sagrada […]
3
Fuente ya citada que aquí se reproduce en lugar de “Historia Negra” porque resume
ésta y registra su final.
Escritos políticos 201
4
Emilio Castelar (1832-1899), político, orador y escritor español, uno de los líderes
republicanos, fue Ministro de Estado y Jefe de Gobierno de la Primera República
(1873). Darío le admiró mucho.
202 Rubén Darío
primer militar, la cabeza del Ejército, el “otro yo” del jefe del Estado, el
comandante general de las fuerzas de Santa Ana, el general Carlos Eze-
ta. ¡Bizarro tipo en verdad! Joveri, un tanto obeso, cara marcial, fuertes
puños, palabra alegre, jovial, campechano, querido de sus amigos, am-
bicioso... ¡ y tanto! En los postres estábamos cuando un sirviente anun-
ció que el director de Telégrafos buscaba al general. Éste se levantó de la
mesa con una mal disimulada agitación. Después volvió. Saboreaba la
copa de champaña, a veces como gozoso, a veces como triste. El poeta
Gavidia estaba frente de él.
Al día siguiente debía celebrarse el aniversario de la revolución de
mayo. Las fuerzas de Santa Ana habían llegado a la capital, junto con
su jefe el general Carlos Ezeta.
De la mesa de bodas se levantó éste cuando le llamó Amaya, el di-
rector de Telégrafos, a dar los últimos pasos para realizar su traición.
El 22 de junio se dio una gran revista militar.
El presidente Menéndez, que miraba desde los balcones del Palacio
Municipal desfilar el Ejército, decía, al ver a Carlos Ezeta espléndida-
mente uniformado, sobre su caballo —un caballo que formaba parte
de su prestigio— a la Boulanger : “¿Ese es mi buen general Carlos?
¡Qué bravo es, qué gallardo es, qué noble es!”
Por la noche había un gran baile en la Casa Blanca. El presidente
Menéndez se retiró temprano a sus habitaciones, que estaban en el
segundo piso del Palacio de Gobierno.
El Presidente Menéndez
Este era un honrado y viejo militar. Había peleado gloriosamente
en muchas campañas. Derrocó a Zaldívar con un ejército formado en
Guatemala. Venía Ezeta entre los que mandaba Menéndez. Inauguró
el ferrocarril a Acajutla. Trajo de Europa instructores para el Ejército.
Hizo que en la Exposición de París de 1889 su país tuviera una digna
representación.
Carlos Ezeta
Lo conocí cuando era estudiante en Nicaragua. Ezeta parece que
es de origen mexicano. Cuando subió al Poder le resultaron muchos
parientes mexicanos. Estudió en la Escuela Politécnica de San Salvador.
204 Rubén Darío
[…]
Menéndez asomóse a una ventana, dándose cuenta inmediata de lo
que pasaba. Gritó desde arriba a sus soldados: “¿Quién es el traidor?”,
contestándole: “¡Viva Ezeta!”.
Menéndez salió a ponerse frente a su guardia, y al verlo suss anti-
guos soldados, lanzaron un grito de: “¡Viva Menéndez!” Pero éste cayó
como herido por un rayo: lo mató la infamia.
Se dice que padecía del corazón.
Antonio Ezeta llegó al siguiente día a San Salvador y se puso al
mando del Ejército. Carlos era presidente.
[…]
Guatemala, a raíz de estos sucesos, le declara la guerra al Salvador.
Mientras las tropas de Ezeta se encontraban en esta campaña, el general
Rivas, jefe que disponía de los indios del departamento de Ahuacha-
pán, se dirigió a la capital, tomó el cuartel de Artillería y proclamó la
contrarrevolución.
Antonio Ezeta, al saber esto, dejó la frontera para dirigirse a la capi-
tal. Fue un combate horrible. Antonio Ezeta venció bizarramente, tar-
táricamente, calmucamente. Rivas y muchos con él fueron fusilados.
Se saquearon casas, se robó, reinó el terror.
Cuando volvió Carlos Ezeta triunfante de la campaña, casi se olvi-
dó su crimen entre los excelentes burgueses acomodaticios.
Imperaba el militarismo.
Los intelectuales emigraron.
[…]
Las anécdotas
Cerca de la casa de Antonio Ezeta había habido una boda. El novio
daba un baile. La música que divertía a los invitados fastidiaba al gene-
ral Antonio. Un asistente del general fue decir que de orden superior
la música debía cesar y el baile suspenderse. “Yo estoy en mi casa, y
aquí no manda nadie sino yo”, contestó el novio. Luego un piquete de
soldados llegaba, sacaba al novio de su casa y lo fusilaba.
Una hermana de la Caridad padecía de una dolencia que le causó
un crecimiento del vientre. Antonio Ezeta señaló a un excelente re-
206 Rubén Darío
1
El Heraldo de Costa Rica, San José, C. R., 15 de septiembre, 1891 [número extraor-
dinario]. Lo incluyó Alberto Ghiraldo en Crónica política (Madrid, Mundo Latino,
1918, pp. 151-155). Se ha reproducido en numerosas selecciones de la prosa de su
autor, entre ellas: Rubén Darío patriota. (Madrid, Ediciones Triana, 1966, pp. 255-
257), de Margarita Gómez Espinoza, Rubén Darío / Prólogo, selección y notas de
Edelberto Torres. (San José, C.R. Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes; De-
partamento de Publicaciones, 1976, pp. 194-197) y Rubén Darío en Costa Rica (sin
lugar ni fecha, pero posterior a 1894, pp. 104-106) de Alejandro Montiel Argüello.
2
Un ensayista costarricense ha valorado esta pieza: Darío es el primer historiador de
nuestra tierra al rescatar la figura de Juan Santamaría, para construir un monumento
de elocuencia, viéndole y dándole forma en la figura del humilde campesino mulato […]
dejando de lado el bronce europeizante con que la cafetocracía, a regañadientes, pretendió
apropiárserlo (Alfonso Chase: “Rubén Darío y Costa Rica”, en Los herederos de la
promesa. Ensayos sobre literatura costarricense, San José, Editorial Costa Rica, 1997,
pp. 24-25).
208 Rubén Darío
3
Pastor de Éfeso, Grecia. Pretendiendo la celebridad mediante alguna acción me-
morable, incendió el templo de Artemisa —una de las siete maravillas del mundo
antiguo— la misma noche del nacimiento de Alejandro Magno.
4
Antonio Ricaurte (1786-1814), patriota colombiano. Asediado por los realistas,
pereció heroicamente en San Mateo, Venezuela, al volar un polvorín.
Escritos políticos 209
5
Guillermo Tell: héroe legendario de la independencia helvética, a principios del si-
glo XIV. Negándose a saludar el sombrero ducal de un allegado al emperador germá-
nico Alberto I en la plaza pública de Aldorf, fue obligado a una dura prueba: atravesar
con una flecha una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo; hábil arquero, Tell
venció la prueba.
6
Juan de Dios Aldea Fonseca (1853-1879), héroe chileno de la Guerra del Pacífico.
Pereció en el combate de Iquique entre la corbeta Esmeralda y el monitor peruano
Huáscar. Darío le había dedicado unos versos en su “Canto épico a las glorias de
Chile”: …Pudo Aldea / el bravo Aldea / acompañar a Pratts en aquel día / en su hazaña
gloriosa y gigantesca. / Aldea, que aquel grito de / ¡Abordaje! saltó firme y seguro / siguien-
do siempre al Capitán Arturo / se hundió también con él en lo infinito.
7
Suegro de Rubén Darío, Álvaro Contreras (1839-1882) fue un político y periodista
hondureño, padre de Rafaela Contreras Cañas (1869-1893), primera esposa de Da-
río. Contreras había escrito un panegírico de Juan Santamaría. En su artículo “Letras
centroamericanas. Honduras” (La Nación, Buenos Aires, 8 de marzo, 1912), escribirá
Darío: “El orador Álvaro Contreras fue uno de los buenos profetas que lloraron sin-
ceramente sobre las ruinas de la unión centroamericana. Fue combatiente fogoso y
escritor de bríos, que anduvo siempre proscrito y errante por los países del istmo, con
la mente llena de encantadoras teorías democráticas, entonando himnos a la libertad.
No dejó más obras que unas pocas arengas políticas, que revelan sus grandes cualida-
210 Rubén Darío
des de escritor y tribuno.” (Escritos dispersos de Rubén Darío, II. Op., cit., p. 272.
8
En un artículo posterior, escrito a los pocos días de haber llegado a Guatemala,
Darío volvió a referirse al héroe tico: cuando hay un clarín que suena, dando el alarma
de un amago invasor, allí están los soldados del 56, los soldados que lucharon contra el
yanqui; allí sale de la tropa Juan Santamaría, el humilde glorioso (“Costa Rica”, Diario
de Centro-América, Guatemala, 30 de mayo, 1892.
Escritos políticos 211
1
El Heraldo de Costa Rica, San José, C. R., núm. 60, 16 de marzo, 1892. Incluido
en Crónica política (Madrid, Mundo Latino, 1918, pp. 91-94), vol. XI de las Obras
completas preparadas por Alberto Ghiraldo; y en Pablo Steiner Jonas [comp.]: Inter-
mezzo en Costa Rica: estudio bio-bibliográfico sobre Rubén Darío. 1891/2. Managua,
Gurdián, 1987, pp. 71-72. Con el pseudónimo de Nubia Darío publicó en el Diario
del Comercio (San José, Costa Rica, 19 de marzo, 1892, p. 2) otra nota sobre Reina
Barrios, a raíz de su toma de posesión de la presidencia de Guatemala cuatro días
antes. Rescató dicha nota Günther Schmigalle en “La pluma hermosa”. Rubén Darío
en Costa Rica. / Con textos”, Lengua, núm. 23, diciembre, 2000, pp. 212-213.
2
Reina Barrios era sobrino del general Justo Rufino Barrios, a quien secundó en su
campaña militar de 1871; no en balde había sido uno de los primeros oficiales gra-
duados en la Escuela Politécnica.
3
Agustín Gutiérrez Lizaurzábal (1763-1843). Rico abogado y miembro de una dis-
tinguida familia de Guatemala; emigró en 1803 a Nicaragua y de allí pasó, en 1824,
a Costa Rica. En ambos países ejerció notable influencia.
4
José Francisco Barrundia (1784-1854), prócer de la independencia e indiscutible
líder del partido liberal guatemalteco. Gobernó entre 1824 y 1826.
5
Mariano Galvez (1794-1864). Hombre de leyes guatemalteco, de fuerte orienta-
212 Rubén Darío
13
La candidatura de José María Reina Barrios (1853-1898), presidente de Guatemala
(1892-1898), había triunfado en forma aplastante el 3 de marzo de 1892. Continuó
el proceso de modernización de la infraestructura económica de Guatemala, cons-
truyendo el Ferrocarril del Norte, por cuenta de la nación, en 1892, y del Ferrocarril
Central, con capital norteamericano, en 1893. Al mismo tiempo, fundó el Banco
Hipotecario. Pero, al final de su mandato, intentó alterar las reglas del juego electoral
—la no-reelección— provocando el estallido de la “Revolución de Occidente”, pro-
piciada por los bajos precios del café. Los alzados, vencidos, huyeron hacia México;
pero la ejecución de dos de los empresarios de Quetzaltenango, que los apoyaban, se
transformó en un golpe político contra Reina Barrios. Éste fue asesinado por el suizo
Óscar Zollinger el 8 de febrero de 1898.
214 Rubén Darío
1
El Heraldo de Costa Rica, San José, C. R., núm. 76, 6 de abril, 1892; incluido en
Crónica política (Madrid, Mundo Latino, 1918, pp. 81-89), vol. XI de las Obras com-
pletas preparadas por Alberto Ghiraldo; y en Pablo Steiner Jonas: Intermezzo en Costa
Rica. Estudio bio-bibliográfico sobre Rubén Darío, 1891-92. (Managua, Gurdián,
1987, pp. 80-83).
Escritos políticos 215
2
Como se ve, este artículo es un obituario laudatorio consagrado al prócer costarri-
Escritos políticos 217
cense José María Castro Madriz (San José, 1818-idem, 1892), doctor en leyes por la
Universidad de León, Nicaragua, ministro del gobierno que rigió su país de 1842 a
1846 y fundador del Mentor Costarricense. Entre 1847 y 1849 ocupó la presidencia
de la República por primera vez y luego de 1866 hasta el golpe de 1868. Con Julián
Volio se empeñó en “un plan total de reforma de la enseñanza primaria —anota Luis
Ferrero—. Fue rector de la Universidad de Santo Tomás durante diecisiete años;
varias veces Ministro presidente del Congreso y de la Corte Suprema de Justicia”
(Ensayistas costarricenses. San José, C. R., Imprenta Lehman, 1971, p. 94).
218 Rubén Darío
Centroamérica1
1
Tomado del Diario de la Capital (Managua, año II, núm 417, 11 de agosto, 1892),
este artículo se reprodujo por primera vez en La Prensa Literaria, 25 de junio, 1994,
con una nota explicativa de su exhumador Jorge Eduardo Arellano. Originalmente
publicado en La Estrella de Panamá, su redacción data de julio, 1892 (entre el 11 y
el 21, fechas respectivas de su arribo a Panamá y partida hacia España), cuando mar-
chaba hacia La Habana —acompañando a su pariente Fulgencio Mayorga— como
miembro de la delegación nicaragüense a los actos del IV Centenario del Descubri-
miento de América.
Escritos políticos 219
será el nuncio de las eternas desgracias nuestras. ¿No es cierto que de-
bería ponerme espejuelos de color de rosa?
Nicaragua trabaja por su bienestar. Guatemala se levanta hoy que
José María Reina Barrios le ayuda y le tiende la mano, como a una
convaleciente que necesita apoyo para dar un solo paso. El Salvador
es un cuartel que aguarda la campaña. Honduras deja al extranjero
que labre su seno de oro; y se llena en tanto de facciones y revueltas. Y
sólo Costa Rica, la buena Costa Rica, mira a uno con cuidado y tino
su porvenir político y su situación económica, y mientras se acusa al
presidente ante el Congreso, Mr. Keith salva el crédito del país y el
comercio continúa por su senda rica y el cambio baja tras los apuros
pasajeros y accidentales. Que un incendio como el que acaba de pasar
conmueve la capital y destruye a grandes pasos la propiedad, no es cosa
que turbe a los josefinos laboriosos, porque si el seguro no alivia, alivia
el brazo y la constancia en la labor, para la cual los costarricenses están
siempre listos. Mientras haya un buey y un grano de café que sembrar,
el hijo del país vecino verá el cielo propicio, confiado en Dios y en sus
músculos y sangre.
En Nicaragua los esfuerzos de la oposición han intentado turbar
la tranquilidad pública, pero los movimientos anti-sacasistas han sido
impedidos en su nacimiento por la actividad del Excelentísimo Señor
General Presidente doctor don Roberto Sacasa.2 Y el presidente de Ni-
caragua quiere tanto a su país, que dice y confiesa delante de los suyos
que a la primera insinuación escrita que los representantes del pueblo
le hiciesen, para que dejara el mando, él lo dejaría, pues no quiere sino
demostrar que ama a su Patria y que hay en el lugar de su cuna un
hombre como él que puede dirigir los asuntos del Estado con especial
interés y trascendentales miras.3
2
El presidente Sacasa lo acababa de nombrar el 25 de junio de 1892 miembro de “la
Comisión que ha de representar a Nicaragua en España, en la próxima celebración
del Descubrimiento de América” (Gaceta Oficial, Managua, núm. 49, 29 de junio,
1892). Presidía la Comisión don Fulgencio Mayorga, ex ministro de Hacienda y
Crédito Público. Ambos partieron del Puerto de Corinto el 6 de julio y arribaron a
Panamá el 11.
3
Esta declaración motivó la gacetilla “Poeta agradecido” (El Día, San José, C. R. 10
de agosto, 1892). Seguramente la elaboró Pedro Ortiz (1859-1892), amigo de Darío,
pero recién expulsado de Nicaragua por el presidente Sacasa. En otra gacetilla del
mismo diario, publicada tres días después, se insiste en que la declaración sacasista de
220 Rubén Darío
5
La estatua, elaborada por el escultor nicaragüense José María Ibarra, había sido
inaugurada el 29 de abril de 1892.
6
Batallas dirigidas por Francisco Morazán: la primera se desarrolló el 6 de julio
de 1828; la segunda, conocida como San Pedro Perulapán, el 25 de septiembre de
1835.
III
Latinoamérica
José Manuel Balmaceda, presidente de Chile (1886-1891)
Escritos políticos 225
1
Serie de cuatro artículos reunidos por Armando Donoso en Obras de juventud de
Rubén Darío […] Santiago, Editorial Nascimento, 1927, pp. 311-325. Todos versan
sobre el gobernante chileno José Manuel Balmaceda (1838-1891), a quien Darío
dedicó su “Canto épico a las glorias de Chile” publicado en el diario La Época, según
carta que le remitió datada en Santiago el 9 de octubre de 1887. Veáse el volumen
Cartas desconocidas de Rubén Darío. Introducción, selección, notas: Jorge Eduardo
Arellano (Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, marzo, 2000, p. 83).
2
Este artículo —uno de los primeros escritos en Chile por Darío, a finales de 1886,
el mismo año de su arribo— lo remitió su autor desde Valparaíso, bajo el título de
“Información”, como correspondencia a Nicaragua.
3
Primer periódico de circulación diaria en Nicaragua, fundado en Granada el 1° de
marzo de 1884 por Anselmo H. Rivas y Rigoberto Cabezas.
4
En realidad, llegó a la presidencia de la república sin competidor alguno, como
candidato de una convención liberal-nacional. Su opositor, José Manuel Vergara,
había retirado su candidatura.
5
Zorobabel Rodríguez (1839-1863), periodista y novelista chileno, de asombrosa
variedad temática: política, religión, filosofía , folcklor, sociología y lingüística.
226 Rubén Darío
II
Por hoy me circunscribiré a dar a conocer a los lectores de El Diario
el personaje que ha de suceder al señor Santa María.
En todas las vidrieras y fotografías se mira hoy su retrato, Su fiso-
nomía acusa inteligencia. Su vida, es altamente honrosa. Su tino en los
negocios públicos se ha dado a conocer en diferentes épocas. Es, pues,
un presidente futuro de quien hay que esperar mucho de bueno.
Quien lea la prensa opositora de Chile, fuera de Chile, admirará la
libertad de que aquí se goza. Al señor Santa María y al señor Balma-
ceda les han dedicado páginas idénticas o semejantes a las de nuestro
famoso republicano; sin embargo, hay órganos de la oposición, como
La Unión, redactado por Rodríguez, que hieren clara y llanamente,
con la habilidad de un floretista insigne. ¡Ya lo creo que lo es don Zo-
robabel! Todos los periódicos opositores, como es natural, han atacado
rudamente a Balmaceda.
III
El señor don José Manuel Balmaceda es un liberal rojo. De niño
mamó el conservatismo. Víctor Hugo tuvo su seminario de nobles. Él,
también. El gran francés deificó a Voltaire. Balmaceda, en mil ocho-
cientos cincuenta y tantos, publicó su primer folleto de la reforma. Ha
sido enemigo acérrimo del ultramontanismo, y lo es, lo cual no impide
que se codee, y trate arduos asuntos de Estado, con el sacerdote ilustrí-
simo y franco, don Francisco de Paula Taforó.
El partido liberal, que es el que ahora está en el Poder, aunque
menoscabado, pues muchos de sus importantes miembros se hallan
ya unidos a la oposición, cuenta con un firme apóstol en don José
Manuel.
IV
Balmaceda es periodista distinguido, orador parlamentario y polí-
tico avisado.
Sus primeros discursos fueron oídos en el Club de la Reforma. El ilus-
trado escritor señor Pedro P. Figueroa6 me ha suministrado estos datos.
6
Pedro P[ablo] Figueroa (1857-1909). Ensayista, biógrafo, crítico literario y cronista
Escritos políticos 227
7
Adolfo Valderrama (1834-1902). Médico, ensayista y poeta chileno. Su tesis para
optar al grado de galeno, versó sobre la poesía chilena ¡y se la aceptaron! Fue secre-
tario de la Universidad de Chile, senador, ministro de Instrucción y presidente de la
Sociedad Médica de Santiago. Autor de cinco libros.
Escritos políticos 231
8
Fragmento tomado del capitulillo “At home” de su libro A. de Gilbert (San Salvador,
1890).
9
Pseudónimo literario de Pedro Balmaceda Toro (1868-1889), hijo del presidente
José Manuel Balmaceda. Escritor malogrado, amigo y protector de Darío (pagó la
edición de Abrojos, marzo, 1887) en Chile. A raíz de su muerte Rubén escribió una
extensa semblanza biográfica: A. de Gilbert, editada en San Salvador; exactamente
salió a luz en enero de 1890.
232 Rubén Darío
10
Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), polígrafo chileno. Autor de una trein-
tena de obras, en su mayoría de carácter histórico. Al fallecer Darío escribió sobre
él en Managua un obituario laudatorio publicado en El Imparcial, núm. 7, 21 de
febrero, 1886.
Escritos políticos 233
Bañados Espinosa11
Julio Bañados Espinosa12 es el nombre del Ministro fiel y decidido
que acompañó a Balmaceda en el triunfo y en la desgracia. Cuando le
conocí, al verle, no me impresionó muy bien que digamos. Me pareció
frívolo, y es que es franco; me pareció vanidoso, y es que es de esa clase
de hombres que bien pueden llamarse explosivos. Una palabra suya es-
talla casi siempre; una carcajada alegra un salón. Que de lo que parece
defecto en julio saquen sus enemigos armas y ataques en su contra, no
11
El Heraldo de Costa Rica, San José, C. R., núm. 64, 23 de marzo, 1892, p. 2.
12
Julio Bañados Espinosa (1858-1899). Fue también crítico literario e historiador.
Para entonces, se hallaba exiliado en Perú. Darío relata que comenzó a tratarlo en la
redacción del diario La Época, cuando Bañados Espinosa “figuraba solo como pe-
riodista especializado en el comercio político”. Después coincideron en París. El ex
ministro de Balmaceda se ocupaba en escribir la historia de la administración del
presidente derrotado y suicida. Publicó Ensayos y bosquejos (1844) y Letras y política
(1888).
234 Rubén Darío
13
Luis Orrego Luco (1866-1948), periodista y narrador chileno de temática natu-
ralista.
14
Alberto Blest Gana (1830-1920), novelista chileno. Autor de quince novelas: desde
Una escena social (1893) hasta Gladys Garfield (1912)
Escritos políticos 235
15
Se publicó originalmente en el Diario de Centro América (Guatemala, núm. 2685,
17 de octubre, 1890) con el título: “Los sucesos de Chile. La obra del populacho”.
Fue recogido por Alejandro Montiel Argüello: Rubén Darío en Guatemala (Talleres
de Litografías Modernas, 1984, pp. 77-79).
Escritos políticos 237
1
El Correo de la Tarde, Guatemala, 18 de abril, 1891. Su título lo explicaba la pu-
blicación en folletín (o sea, por entregas), dentro del diario El Imparcial, de “La obra
inmortal de Montalvo”. Según una gacetilla de El Correo de la Tarde (14 de abril,
1891) “ganará mucho el colega [El Imparcial] con la reproducción de este libro [la
Mercurial] interesante por muchos conceptos.” Reproducida en Revista de Costa Rica,
San José, C. R., núm. 1, noviembre, 1891, provocó una comedida respuesta anónima
elaborada —se averiguó poco después— por el presbítero Juan de Dios Trejos en La
Unión Católica (año II, núm. 144, San José, C. R., 22 de noviembre, 1891). Ésta,
a su vez, la refutó Darío en un segundo artículo montalvino, “Pro domo mea”, El
Partido Constitucional (año I, núm. 27, San José, C. R., 28 de noviembre, 1891), el
cual tuvo su respuesta también en La Unión Católica (3 de diciembre, 1891). Las
cuatro piezas se recogen en Pablo Steiner Jonas: Intermezzo en Costa Rica: estudio
bio-bibliográfico sobre Rubén Darío 1891/2 (Managua, Gurdián, 1987, pp. 119-137).
Por su lado, la primera fue difundida en Alejandro Montiel Argüello: Rubén Darío en
Guatemala (Guatemala, Talleres de Litografías Modernas, 1984, pp. 219-222).
2
Máximo exponente del pensamiento liberal ecuatoriano, ensayista y panfletista,
Juan Montalvo (Ambato, Ecuador, 1852–París, 1890) fue el primer prosista a quien
imitó Darío, quien le consagró en 1884 una epístola en verso “A Juan Montalvo” .
Veánse las investigaciones de Ernesto Mejía Sánchez: “Darío y Montalvo” (Nueva
Revista de Filología Hispánica. México, El Colegio de México, 1948, año II, núm. 4,
pp. 360-372) y Jorge Eduardo Arellano: “Montalvo en Nicaragua” (Revista Histórico-
Crítica de Literatura Centroamericana, San José, C. R. núm. 1, julio-diciembre, 1974,
pp. 5-14).
3
Su título completo: Mercurial Eclesiástica. Libro de verdades. París, Biblioteca de
Europa y América, 1884.
240 Rubén Darío
4
Las Catilinarias (1880-1882), publicadas en Panamá con el apoyo del caudillo
liberal y luego presidente del Ecuador Eloy Alfaro (1842-1912).
5
Gabriel García Moreno (1821-1875), gobernante ecuatoriano, especie de dictador
teocrático.
6
Ignacio Veintimilla (1828-1908) otro dictador ecuatoriano, de signo liberal.
7
El Cosmopolita (1866-1870), publicación periódica dirigida por Montalvo.
8
Obra en dos volúmenes, editados en Besanzón (Francia, Imprenta José Jacquin,
1882).
Escritos políticos 241
9
Antes que Steiner Jonas, este artículo lo reprodujo Alejandro Montiel Argüello en su
Rubén Darío en Guatemala (Talleres de Litografías Modernas, 1984, pp. 219-221).
Escritos políticos 243
Él [Artigas]1
I
APRENDIÓ DE los vientos del campo, de la enseñanza de la Natura-
leza, la justa libertad. Su alma se nutrió de luz libre; su corazón de no-
bleza, su brazo de fuerza. Supo lo que es el triunfo del esfuerzo propio,
en su juventud, y el trabajo, bienhechor martillo de la vida, le forjó una
coraza para las luchas y empresas que habían de venir.
Vieron, en sus primeros ensueños de gloria, sus ojos celestes, la
visión de una Patria grande y bella, coronada de laureles. Tenía la ca-
bellera luenga y heroica, fuerte barba decorativa, alta talla de guerrero.
Era más bien melancólico que risueño; el cristal no humillaba a su con-
ciencia en limpidez, y si el acero es maleable, aquel carácter no lo era.
Amábale el pueblo campesino, el gaucho. Marcial, era galante; y no
pudo quejarse del amor. La mujer que le adora, se vuelve loca de celos,
loca de amor por él.
En los campos, combatió a los bandoleros que eran terror de las
“estancias”; supo el inglés lo que podía su brazo; era el predestinado
para las más hermosas victorias; cuando llegó el momento señalado
por Dios para la salvación del hogar oriental, él estuvo listo para la
campaña. Sus hermanos de América son Bolívar, San Martín, Sucre; y
allá, muy lejos, le saludan Hidalgo y Morazán.
II
Los hombres del pueblo, de los hierros de la labor hicieron lanzas y
picas. Prestos estuvieron, para la hora del primer grito, puñales y faco-
1
La Razón, Montevideo, año XVI, núm. 4043, 25 de agosto, 1894; rescatado por
Roberto Ibáñez, a indicación del investigador argentino Eduardo Héctor Duffau, en
Páginas desconocidas de Rubén Darío. (Montevideo, Biblioteca de Marcha [1970], pp.
27-30). Se trata de una evocación, sin invocar su nombre, del prócer urugayo José
Artigas. El mismo Ibañez lo valora: “Darío no procedió como juglar. Obró como
poeta. Con adivinatoria y lucidez. Con misteriosa simpatía… Él alcanza la alcurnia
del himno” (Páginas desconocidas de Rubén Darío, op., cit., pp. 10-11. Lo había exhu-
mado y difundido en folleto: Rubén Darío: Él (Montevideo, Instituto Nacional de
Investigaciones y Archivos Literarios, Universidad de la República, 1964).
244 Rubén Darío
héroe; después que el pueblo que en verdad había visto el día vuelve a
la oscuridad de una opresión extraña; él quita de sus hombros las cha-
rrateras que recordaban los triunfos recientes; al Norte va, y otra vez se
despoblarán los campos por Él, y guiará de nuevo a su pueblo que le
aclama; y vendrán a su encuentro las lanzas indígenas, a ofrecérsele; y
comenzará la lucha por la Libertad.
V
Muchas fueron sus hazañas, propias para ser celebradas en los ver-
sos de los poetas. Tuvo que enfrentarse con las ambiciones y que defen-
derse de las intrigas; llevó siempre en alto su insignia, y por ser caudillo
potente y humilde, fue temido y envidiado. Si ciñó luchas fraternales,
fue por la consecución de su ideal. ¡A precio estuvo su cabeza, que ha-
bía sido ceñida por los primeros laureles! Era de aquellos que por llegar
a la cumbre deseada, desdeñan los peligros de la montaña; y ascienden,
teniendo por única mira, la altura. Viene un tiempo en que pasa por un
camino de palmas y de lauros. Sus ejércitos triunfantes miran en Él la
encarnación de la Patria. Su brazo derecho se llamaba Verdun; su brazo
izquierdo, Vera. Su pueblo tiene para él la palabra con que en otras
regiones de América se glorifica a Bolívar: Libertador.
VI
Campaña tras campaña, el afortunado héroe padece derrotas; su es-
trella, tan brillante siempre, palidece. ¡No quería el dominio de ningún
rey —ni siendo rey él mismo—, por eso peleó siempre, por la vida de
la República!
Escuchemos palabras suyas, a Ramírez: Yo respetaré a Rondeau o a un
negro que esté a la cabeza del Gobierno, cuando sus providencias inspiren
confianza y abran campo a la salvación de la Patria. Hoy por hoy no ad-
vierto sino misterios impenetrables. Cada paso, el más sencillo, presenta mil
dificultades; todo es originado del poco deseo que anima a aquel Gobierno
por la causa pública. Así es que todos sus enviados no hacen más que eludir
mis justas reconvenciones con enigmas vergonzosos. Ellos al fin tienen que
ceder a la fuerza de sus convencimientos y confesar que es imposible que
se declare la guerra a los portugueses. En vista de esta resistencia debemos
entrar en cálculos de lo porvenir. Veremos nuestros países haciendo la am-
bición de los extranjeros, si no obstruimos los pasos que se les franquean. La
246 Rubén Darío
2
También el uruguayo Ibañez registra la fuente de esta semblanza lírica del prócer
sudamericano: la Historia del Uruguay (Montevideo, Imprenta y Litografía La Ra-
zón, 1892) de Víctor Arreguine. Establecido desde 1892 en Buenos Aires, donde se
ganaba la vida como catedrático y eventual colaborador de La Nación, Arreguine fue
“colega y amigo entrañable de Darío”, según Alberto Ghiraldo (ed.): El Archivo de
Rubén Darío, Buenos Aires, Editorial Losada, 1943, p. 127.
Escritos políticos 247
La insurrección en Cuba1
Antecedentes
MAL PENSÓ quien pensara que el pacto del Zanjón2 vendría a con-
cluir con los anhelos de libertad y las ansias rebeldes del alma cubana.
Los hombres de la guerra se esparcieron por el mundo. En los Estados
Unidos hicieron hogar muchos. A París fueron los ricos; por América
toda se extendieron los cubanos revolucionarios. Así, quien estas líneas
escribe ha podido ver en distintos países a Tomás Estrada Palma y a
Izaguirre3 de pedagogos, a Antonio Zambrana4 de abogado y catedráti-
co, al poeta José Joaquín Palma5 de bibliotecario, a Maceo, el terrible,
de colonizador, y a otros tantos errantes, de los que en su isla lucharon
con el español. Allá, los que quedaban en Cuba, de cuando en cuando,
piafaban. Perdieron unos cuantos la esperanza, murieron otros en el
destierro, otros se encargaron de mantener el entusiasmo. Los creyentes
1
La Nación, Buenos Aires, 2 de marzo, 1895, p. 3; descubierto por Pedro Luis
Barcia, quien lo reproduce en sus Escritos desconocidos de Rubén Darío (recogidos de
los periódicos de Buenos Aires). Tomo II. Buenos Aires, Universidad Nacional de la
Plata / Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación [1977], pp. 13-19
2
Con el pacto de Zanjón firmado el 10 de febrero de 1878, se dio fin a la llamada
“Guerra de Diez Años” (1868-1878), emprendida por los independentistas cubanos
contra la dominación española.
3
En mayo de 1877, José María Izaguirre llegó a Guatemala y, más tarde, a Granada,
Nicaragua, cuyo instituto dirigió de 1886 a 1892. Este año pasó a Managua, donde
se hizo cargo del colegio de varones que había fundado su coterráneo Desiderio Fajar-
do Ortiz. Izaguirre fue autor de unos Elementos de pedagogía (Managua, 1895).
4
Antonio Zambrana (1846-1922). Estuvo en Nicaragua entre agosto, 1892 y abril,
1893, gestionando un nuevo tratado de límites entre Costa Rica —cuyo gobierno
representaba— y Nicaragua. Hizo amistad entonces con Darío, quien le consagró
un párrafo en su ensayo “La literatura en Centro-América” (Revista de Artes y Letras,
Santiago de Chile, tomos XI y XII, 1888), en el cual lo recuerda como orador elocuen-
tísimo y reconoce: “muchos que por él batieron las alas de su ingenio, le agradecen
sus conceptos y lecciones”.
5
José Joaquín Palma (1844-1911). Fue acogido en Honduras por el presidente Mar-
co Aurelio Soto. Allí se publicaron sus Poesías (Tegucigalpa, Tipografía Nacional,
1892). Darío intimó con él en Guatemala y prologó la segunda edición de ese volu-
men. Palma fue autor de la letra del himno nacional de Guatemala.
248 Rubén Darío
6
Este capitulillo, casi textualmente pasará a integrar parte del capítulo XXXI de
La vida de Rubén Darío escrita por él mismo (Barcelona, Editorial Mauci, 1915, pp.
142-143).
Escritos políticos 249
estaba frío. No comenzó el orador a tratar del asunto que reunía a aquel
concurso, sino que mi callada personalidad fue presentada en un mara-
villoso exordio lírico. Martí gasta sus diamantes en cualquier cosa. Sus
prodigalidades de Aladino no deben asombrar. No hay sobre la tierra
quien arriende mejor un período, y guíe una frase en un steeplechase
vertiginoso, como él: no hay quien tenga una troj de adjetivos como
la suya, ni un tesoro de adverbios, ni una ménagerie de metáforas, ni
un Tequendama verbal como el suyo. Porque Castelar es otra cosa, y
Groussac es otra cosa, y Juan Montalvo es otra cosa. Recordad, no más,
las correspondencias de La Nación. Habló, pues, Martí y dominó a su
público predispuesto. Cuando concluyó, los aplausos eran una tempes-
tad. Los hombres iban a estrecharle la mano; las mujeres le sonreían.
Un negro cigarrero se acercó a “Don José” y le ofreció un lapicero de
oro.
Vivía en Nueva York consagrado a la causa de Cuba. No ha cesado
en su propaganda un solo día. Escribía en inglés en el Sun de su amigo
Dana, en español en el órgano de la revolución: Patria; iba y venía
con fibra y vigor increíbles en aquel cuerpo endeble. Viajaba, daba
conferencias. Fue a Panamá, a Kingston, a Curacao; dejaba madurar
sus planes; creía en el día que debía llegar. Por Cuba dejó de escribir
cosas amables, cuentos y versos; por Cuba dejó de ser cónsul de las
repúblicas del Plata; por Cuba casi no comía ni dormía, en su obra,
en su intención, en su deseo. Es joven: tiene cuarenta y dos años, y es
habanero puro. En España se nutrió espiritualmente y desde entonces
tiene inquina a España.
Es doctor de Zaragoza; su familia es principal. Ha viajado mucho,
ha escrito para el teatro, y hay suyos versos preciosos. Ha sido persegui-
do, nadie le odia; le queremos mucho.
Máximo Gómez
Su nombre está ligado a la revolución de Cuba. Su brazo fue temi-
do, y todos los buenos patriotas ven en él a uno de sus mejores caudi-
llos. Si José Martí es la cabeza, Máximo Gómez es el brazo.
Cuenta con un gran partido en la parte interior de la isla, y no ha-
brá uno solo de sus antiguos soldados que no vaya por él a la manigua,
al primer grito de levantamiento y guerra.
250 Rubén Darío
7
En efecto, Antonio Maceo (1845-1896) se afincó en Costa Rica, procedente de
Jamaica, a principios de 1891 con el objeto de cultivar la caña de azúcar y el tabaco.
Para entonces, ya era el héroe por antonomasia de la hazaña emancipadora cubana.
Darío lo había conocido en San José y en repetidas ocasiones escribió, aunque no
extensamente, sobre él. En La vida de Rubén Darío escrita por él mismo (cap. xxiii) se
lee: Un día vi salir de un hotel, acompañado de una mujer muy blanca y de cuerpo fino,
española, a un gran negro elegante. Era Antonio Maceo. Éste partiría de Puerto Limón,
Costa Rica, el 25 de marzo de 1895, encabezando una expedición hacia Cuba que, al
arribar a la provincia de Oriente, “encendió el mechero de la rebelión armada”. Véase
la monografía de Armando Vargas Araya: Idearium Maceísta. Junto con hazañas del
general Antonio Maceo y sus mambises en Costa Rica, 1891-1895 (San José, Edito-
rial Juricentro, 2002).
8
Fue en el Pacífico, concretamente en territorio próximo al golfo de Nicoya, y no
fueron varias colonias, sino una sola: “La mansión”.
Escritos políticos 251
9
Gaspar Betancour Cisneros (1803-1866), escritor y empresario progresista. Autor
de “Escenas cotidianas”, publicadas en la Gaceta de Puerto Príncipe entre 1838 y
1840.
10
Carlos Manuel de Céspedes (1819-1874), considerado padre de la Patria en Cuba.
Encabezó la guerra de independencia el 10 de octubre de 1868.
11
Como se explica en nota posterior, Manuel Sanguilly fue escritor y combatiente
político cubano. “Mambí en la guerra y en la paz” lo llama un historiador. Su obra
literaria es copiosa.
252 Rubén Darío
Resumen
Ingresos presupuestos .................................................. 24.3
Ingresos realizados ................................................. 18.9
Deficit........................................ 5.4
Este déficit es el error de cálculo que puede imputarse al ministro, y
que es el mismo que deduce la liquidación provisional, y al cual puede
llegarse asimismo por este otro balance:
Millones de
pesos
Ingresado .................................................. 19.1
Pendiente de cobro ................................................... 2.1
256 Rubén Darío
Total .........................................21.2
Gastos acreditados .................................................. 22.6
Déficit .......................................5.4
Hay que advertir que ese déficit es sólo inicial, pues reconocidas y
liquidadas obligaciones por 26 millones de pesos y sólo ingresado por
cuenta del presupuesto 18 millones, se acercará a 8.000.000 de pesos el
déficit definitivo de todo el ejercicio.
La estrella solitaria
En la guerra pasada, la América entera manifestó a Cuba su sim-
patía y su fraternidad. Hoy, si la lucha se entabla, sucederá lo mismo,
por más que bien pueda suceder que la bella isla trabaje para su propio
daño. No obstante, ¿quién sobre el suelo americano no mira con sim-
patía la bandera de la estrella solitaria?
Si Cuba llegase a conquistar su libertad, el presidente de la repú-
blica cubana sería, por elección unánime, quien ha sido hasta ahora
apóstol de la revolución: José Martí.
José Martí
Escritos políticos 257
I
Habana, octubre de 1910
DESDE EL 29 de enero de 1909, en que cesó la última intervención
norteamericana, la joven república de Cuba progresa resueltamente2.
A pesar de los rumores que por Europa se propalan hablando de revo-
luciones y de inseguridades, es lo cierto que la nueva nación florece y
afirma más cada día su simpática personalidad. Y la patria del inolvida-
ble Martí está en camino de ser lo que él soñó.
Hoy es presidente de la república el mayor general José Miguel
Gómez, uno de los veteranos caudillos de las guerras de la independen-
cia.3 Desde las filas del “Ejército libertador”, puede decirse, el prestigio
ganado duramente en los días de la lucha, lo ha llevado a dirigir a su
país en los tiempos de prosperidad por la paz.
1
Rescatado por Günther Schmigalle de La Nación, 24 de noviembre de 1910, pp.
7-8 el primer artículo. Procedente de París (vía Saint-Nazare), Darío hizo escala en La
Habana el 2 de septiembre de 1910, en su viaje a Veracruz, donde su proyecto para
visitar la capital mexicana —como representante de Nicaragua en las celebraciones
del centenario del ‘grito de Dolores’— se frustró, debido a la presión ejercida por
Estados Unidos sobre el gobierno mexicano. En su viaje de regreso, desembarcó en
La Habana el 14 de septiembre, quedándose allí hasta el 8 de noviembre, día en que
tomó un vapor para regresar a Francia.
2
Si Darío elogia la república de Cuba convertida en semicolonia estadounidense,
no es por falta de principios, sino por su apego a un ideal de “renacimiento latino”,
tal como su amigo, Ángel de Estrada (1872-1923), lo había formulado en su novela
Redención: “el ideal latino en el músculo yanqui”. Nota de Schmigalle, al igual que
casi todas las notas siguientes; en ellas coteja la información de Darío con su fuente:
la Memoria oficial de la Administración Gómez, correspondiente al año 1909.
3
Dos años después, Darío escribió: “Ha gobernado la República cubana el patriota
y dulce pedagogo Tomás Estrada Palma, a quien derrocó una revolución, una de las
desgraciadamente epidémicas de nuestros pueblos juveniles e inquietos. Y después
de una segunda intervención norteamericana, el pueblo cubano fue llamado a elec-
ciones, y por voto de la mayoría asumió el mando nacional el bravo general de la
independencia, José Miguel Gómez (“La República de Cuba”, Mundial Magazine,
París, núm. 17, septiembre, 1912).
258 Rubén Darío
4
Gómez, Memoria, p. 346.
5
Ibíd., pp. 109-110.
260 Rubén Darío
dos siempre, la alta polaina sin una mancha, las manos enguantadas,
con un paso elástico y largo, como forzadamente adquirido de los ins-
tructores yanquis…
Para la vigilancia de los campos hay además un cuerpo especial:
la guardia rural6. Compónenlo 5.000 hombres, y se halla diseminado
por la extensión extra-urbana de la república. Es un cuerpo montado,
aguerrido y que está prestando servicios importantísimos a la seguridad
pública en los campos. Después de los largos años de guerra de monto-
neras, en que cada matorral era una fortaleza, y un puñado de hierbas
constituía una trinchera para hostilizar al enemigo, ha sido necesario
organizar otro ejército y emprender otra campaña, a la inversa, en que
muchos de los emboscados de ayer son los perseguidores de hoy. Y no
faltan de tiempo en tiempo grandes rubros en las primeras páginas de
los diarios —todos de formato americano— pregonando las hazañas
de algún audaz José María o Musolino de la manigua, que quizá años
hace aprendió el vivir aventurero corriendo en las columnas de “insu-
rrectos” de las pasadas guerras… Son, sin embargo, chispazos fugaces
de actualidad novelesca en este ambiente de actividad que el practi-
cismo norteamericano ha creado en la antaño lánguida y durmiente
patria del danzón y de la habanera.
Pronto, pues, a lo largo de las pintorescas carreteras que se doblan
una y otra vez en curvas y revueltas imposibles flanqueadas por un es-
peso e interminable bosque, nada habrá de montaraz y de bravío como
no sea la naturaleza. Y todavía…
6
Ibíd., pp. 111-115.
Escritos políticos 261
7
Ibíd., p. 21.
8
Ibíd.
9
Ibíd., p. 288.
10
Ibíd., p. 248.
11
Ibíd., p. 249.
12
Ibíd., pp. 297-342.
262 Rubén Darío
13
Ibíd., p. 307.
14
Ibíd.
Escritos políticos 263
15
Ibíd., p. 335.
16
Ibíd., pp. 331-336.
264 Rubén Darío
17
“Por la Ley del 1° de Julio, aprobó el Congreso los Presupuestos de la República
para el año de 1909 a 1910, ascendentes a $ 33,418,302.85” (ibíd., p. 19).
18
Ibíd., pp. 145-146.
Escritos políticos 265
reconocer que este país con diez años apenas de existencia política,
con veinte meses de independencia real, progresa y crece en medio del
Océano inmenso, aislado y solo como la única estrella de oro de su
pabellón tricolor…19
19
Con la perspectiva del historiador, en 1966, Julio Le Riverend emitió el siguiente
juicio sobre la Administración Gómez: “El gobierno de José Miguel Gómez, ofreció
un programa al pueblo de Cuba que aparece en el folleto del coronel del Ejército Li-
bertador, José M. Iznaga: Por Cuba (La Habana, 1907)… Desde luego, este programa
no se realizó. En todo caso, el presidente Gómez le dio esa tónica que los apologistas
denominan auténticamente criolla —compadrazo, lenidad, desorden, indecisión— y
que generalmente se adornaba gráficamente como un personaje vestido a la manera
guajira” (La República / Dependencia y Revolución. La Habana, Instituto del Libro,
1969, p. 99). A continuación, Le Riverend abordó los grandes fraudes del periodo de
Gómez, entre ellos el negocio de la desecación de la Ciénaga de Zapata y el dragado
de los puertos.
266 Rubén Darío
II20
20
Este segundo artículo sobre “La administración Gómez en Cuba” apareció en La
Nación (Buenos Aires, 28 de noviembre, 1910, p. 7) con el subtítulo: “El reverso de la
medalla”; lo cual indica que Rubén, como buen periodista, contrastó la visión oficial
con la opinión popular, alcanzando una equilibrada objetividad.
21
La candidatura de los liberales (José Miguel Gómez, presidente y Alfredo Zayas,
vicepresidente) triunfó sobre la de los conservadores (Menocal-Montoro) en las elec-
ciones generales de 1908. El 28 de enero de 1909, inició su gobierno de cuatro años
José Miguel Gómez, conocido desde aquellos tiempo con el mote familiar de “Tibu-
rón”. Precisamente con el título de Tiburón, el ex secretario particular de Gómez, A.
Sanjenis, publicó en La Habana (1915) un libro sobre su administración.
Escritos políticos 267
22
Manuel Sanguily y Garrite (1848-1925), político, escritor, periodista y abogado
cubano, nacido y muerto en La Habana. Partidario de la independencia, tomó parte
en la Guerra de los Diez Años (1868-78), en la que alcanzó el grado de mayor general.
Ejerció destacados cargos políticos y sobresalió por su oratoria de estilo castelariano.
Fue Secretario de Estado del gobierno de José Miguel Gómez. Fundó la revista Hojas
Literarias (1893-94) y escribió El descubrimiento de América (1892), La revolución de
Cuba y las Repúblicas Americanas (1896), entre otros libros. En dos volúmenes se han
editado todas sus Obras (1962).
Escritos políticos 269
tienen trabajo para ellos? Una nación libre y rica, de suelo feraz y leyes
amparadoras, no necesita propagandas, ni agencias para recibir en su
tierra el caudal fecundante de la emigración europea. Y es el más alto
ejemplo de ello vuestra grande Argentina.
[El despilfarro del capital nacional]
Me he propuesto no recoger aquí sino impresiones que dejen en
mí el sentir popular. Y recorro la prensa. La unanimidad, por sobre
diferencias de partido, es absoluta. Hay latente la protesta contra los
“rumbosos con el dinero del pueblo”, contra los “guapos de la política”.
Hombres de vieja autoridad entre sus conciudadanos claman airada
mente contra el despilfarro que del capital nacional se hace… Sub-
venciones considerables a compañías de ópera; pródiga consignación
para formar un museo; constitución de un “Ingenio central modelo”,
donde existen cien con adelantos de última hora y cuya dirección es
ya disputada por los políticos; otras mil denuncias que los periódicos
hacen a diario. “¿Por qué no dan esas sumas de su bolsillo particular?”,
es el grito del pueblo.
Y cuando se sabe de proyectos de construcción de grandes palacios
en La Habana para dependencias de ésta y la otra secretaría, y cuando
se oye de viajes de comisiones al extranjero so pretexto de asistencia a
uno y otro congreso internacional, no puede menos de sentirse que hay
un fondo de verdad amarga en las palabras de un gran periodista que
escribió ayer: “Positivamente, la megalomanía, el delirio de grandeza,
trae loca a esta situación”.
274 Rubén Darío
1
La Nación, 16 de agosto, 1902, p. 3 y La caravana pasa (París, Garnier Hermanos,
1902, pp. 233-239). Se reprodujo con el título “De la influencia alemana en América
Latina” en la revista La lira chilena, marzo, 1904. Es uno de los textos más difundidos
de La caravana pasa. Con el mismo título, Alberto Ghiraldo lo seleccionó en Crónica
política (Madrid, Mundo Latino, 1918, pp. 103-107). Tomado de la edición crítica
de los libros IV y V La caravana pasa, Op., cit., de Günther Schmigalle. Fue incluido
por éste en su selección ¿Va a arder París? Crónicas cosmopolitas, 1892-1912 (Ma-
drid, veintisieteletras, 2008, pp. 140-144).
2
Jaques Morland (1876-?), director de la célebre revista Mercure de France. Tradujo
una obra de Nietzsche en 1901. En realidad, como se indica en la próxima nota, con
este artículo Darío responde a una encuesta de Morland sobre el tema: la supuesta
supremacía del espíritu alemán. Ciento veinte intelectuales franceses fueron inte-
rrogados, además de quince extranjeros. Sólo dos —Darío y el portuqués Xavier de
Carvalho— representaron al mundo ibérico.
Escritos políticos 275
compatriotas con desdén. Se cree interesante hacer una enquéte entre algu-
nos sabios, filósofos, literatos y artistas franceses y extranjeros, con el objeto
de obtener testimonios competentes que no podrían ser suplidos por un exa-
men personal. El Mercure de France emprende esta enquéte, sin partí gris,
solamente para aclarar la opinión y también el juicio de los alemanes, si es
posible, respecto a su propio valor. ¿Qué piensa usted sobre la influencia
alemana desde el punto de vista general intelectual y más especialmente des-
de el punto de vista filosófico y moral en la América del Sur? Esta influencia
existe aún, y se justifica por sus resultados?3
Siendo muy niño, allá en mi país natal, recuerdo haber tenido,
por la primera vez, la sensación de la influencia alemana, gracias a un
famoso asunto Eisenstuck:4 el pequeño puerto de Corinto amenazado
por las bocas de fuego de los buques de guerra alemanes. Fue mucho
después que leí la Crítica de la razón pura...
3
Aquí concluye la cita de Morland, tomado de su artículo “Enquete sur l’influence
allemande” (Mercure de France, noviembre, 1902, pp. 289-294).
4
Se refiere al caso “Eisenstuck-Leal”: “un incidente… que comenzó como desave-
nencia familiar y terminó en una seria crisis diplomática que gravó las relaciones
amistosas de ambos países” (Göetz von Houwald: Los alemanes en Nicaragua, Mana-
gua, Fondo de Promoción Cultural del Banco de América, 1976, p. 171)
5
Paul Adam (1862-1926), novelista francés, uno de los Raros de Darío, incluido en
la segunda edición (1905) de esta obra. “Filósofo del combate” lo llama Rubén. Ca-
lificado como “el ciclón de la energía, Adam exalta el valor del sacrificio y del honor
militar”.
276 Rubén Darío
6
Karl Christian Friedrich Krause (1781-1832), filósofo alemán. Tuvo un seguidor
en José Leonard y Bertholet, muy admirado por Darío desde joven. Véase su artículo
“Un polaco ilustre en Centro América”, La Nación, 12 de mayo, 1909.
7
Ventura Marín (1806-1877), filósofo chileno.
8
Valentín Letelier Maradiaga (1852-1919), representante del pensamiento liberal y
laico de Chile. Fomentó la emigración europea hacia su país.
Escritos políticos 277
visa chilena, cierto es que parece pensada por Bismarck: Por la razón
o la fuerza. En cada pequeña república no ha faltado un pequeño con
quistador que quiera hacer de su país una pequeña Prusia. El progreso
ha llegado a la importación del casco de punta y del paso gimnástico
marcial. En ciertos gobiernos una moral a uso de tiranos se ha implan-
tado. Pero esos gobiernos han caído, caen, o presto caerán, al impulso
del pensamiento nuevo, de la mayor cultura, de la dignidad humana.
Los sudamericanos que meditan en la verdadera grandeza de los pue-
blos, los hombres de buena voluntad y de juicio noble, no se hacen
ilusiones sobre la virtud y alteza del alma alemana.
Se conocen los versos célebres de Arndt:
Deutsche Freiheit, deutscher Gott,
deutscher Glaube ohne Spott,
deutsches Herz und deutscher Stahl
sind vier Helden allzumal.9
Y sabemos que la libertad de los alemanes es tanta, que casi no hay
día en que no haya un proceso de lesa majestad; que el dios de los ale
manes no es otro que el bíblico “dios de los ejércitos”, que les ayudó en
Sedán; que la buena fe sin burla la conoció muy bien Jules Favre10 por
el “canciller de hierro” y París sitiado, nada menos que por Wagner;
y que el acero de los alemanes cuesta muy caro a las pobres naciones
militarizadas de la América española en donde hay la desgracia de tener
un agente de la casa Krupp.
[País pesado, duro, ingenuamente opresor]
No, no puede ser simpático para nuestro espíritu abierto y genero
so, para nuestro sentir cosmopolita ese país pesado, duro, ingenuamen
te opresor, patria de césares de hierro y de enemigos netos de la gloria
y de la tradición latina.
9
Libertad alemana, Dios alemán, / buena fe alemana sin burla, / corazón alemán y acero
alemán / son siempre cuatro héroes. Versos traducidos por Günther Schmigalle, quien
identifica su fuente: la sexta estrofa del poema “Deutscher Trost” (“Consolación ale-
mana”) de Ernst Moritz Arndt (1769-1860), poeta y escritor romántico patriótico.
El poema fue escrito en 1813, mientras culminaba la guerra de independencia ger-
mánica contra Napoleón.
10
Jules Favre (1809-1880) fue vicepresidente y ministro del exterior del gobierno de
la Defensa Nacional durante la guerra franco-prusiana de 1870-1871.
278 Rubén Darío
11
Cita no localizada por Schmigalle, quien identifica a su autor: Henri Albert, el
introductor de Nietzche en Francia.
Escritos políticos 279
años, Max Stirner, hizo aparecer El único y su propiedad, sin ser inquie
tado. Hoy, los calabozos de Weichselmünde, le enseñarían a reflexio
nar. Hace cien años, los poetas románticos se mostraban por todas par
tes con sus queridas... y Goethe sonreía. ¿Es que acaso musicalmente
nos habrá conquistado el espíritu alemán? No me parece que el wag
nerismo mecánico de la moda haya obrado muy trascendentalmente
en nuestros talentos musicales.
Por más que se diga, somos, más que otra cosa, hijos mentales de
Francia, de la civilización latina. Un impulso latino mantiene nuestro
anhelo de libertad y de belleza. Los mismos defectos son heredados y
tradicionales, cuando no reflejados o impuestos por una ley simpática.
Y hay atrevidos, descendientes del «ruiseñor alemán que hizo su
nido en la peluca de Voltaire», que dicen y cantan la verdad a la orgu-
llosa patria. Así Oscar Panizza,12 el autor de Parisiana, que vive aquí
como Heine, y que ha sido tan atacado y perseguido por sus versos
valientes y ásperos, y que habiendo reconocido en Francia una madre
intelectual, la celebra y anuncia sus futuras victorias, a despecho de la
patria original.
Las patrias madrastras deben cuidarse de los hijos que desconocen
y ofenden.
12
Oscar Panizza (1853-1921), escritor francés: “la víctima más prominente de la
política represiva practicada por el imperio alemán en el área de la cultura”, según
Schmigalle.
280 Rubén Darío
13
La Nación, Buenos Aires, 13 de abril, 1912, p. 7; rescatado inicialmente en la revis-
ta mexicana Siempre (núm. 521, 19 de junio, 1963) y luego por Ernesto Mejía Sán-
chez como anexo de su ensayo “Rubén Darío y los Reyes”, en Revista Conservadora,
Managua, núm. 31, abril, 1963, pp. 21-22; pero aquí se prefiere el texto, exento de
algunas mutilaciones, compilado por Pedro Luis Barcia en Escritos dispersos de Rubén
Darío… I., op., cit., pp. 235-237.
14
Del 3 de julio de 1911 data la única carta a Darío del general mexicano Bernardo
Reyes, su amigo y mecenas ocasional, que se incribe en el contexto de la campaña
candidatural del mismo Reyes, al inicio de la Revolución Mexicana, como también
este curioso artículo. Reyes, tras un dorado exilio en París —donde Darío lo había
conocido— ingresó a México el 9 de julio de 1911, el 12 publicó un manifiesto en
que refería haber solicitado al ex presidente Porfirio Díaz “facultades para hacer con-
cesiones a la Revolución que, según él, había tenido razón de ser”. De inmediato con-
cedió entrevista y recibió ofrecimientos políticos, aceptaciones y rechazos, se retiro
del ejército e inició su campaña presidencial frente a la de Francisco Madero. Luego
desistió de su campaña civil y emprendió un movimiento armado. Al fracasar éste, el
general Reyes fue muerto en la capital de México el 9 de febrero de 1913.
Escritos políticos 281
POR EL lado del Norte está el peligro. Por el lado del Norte es por don-
de anida el águila hostil. Desconfiemos, hermanos de América, descon-
fiemos de esos hombres de ojos azules que no nos hablan sino cuando
tienen la trampa puesta. El país monstruoso y babilónico no nos quiere
bien. Si es que un día, en fiestas y pompas, nos panamericaniza y nos
banquetea, ello tiene por causa un estupendo humburg. El tío Samuel
es el padre legítimo de Barnum.2 «América para los americanos» no
reza con nosotros. América para el hombre de la larga pera, del chaleco
estrellado y de los pantalones a rayas. Si Whitier3 canta el amor mutuo
en el mundo nuevo, Blaine4 entre tanto, dora los anzuelos. Mas las dos
razas jamás confraternizarán. Ellos, los hijos de los puritanos, los reto-
ños del grande árbol británico, nos desdeñan en nombre del rostbeafy
(sic) del bifteack (sic). La raza latina para ellos es absolutamente nula.
Musculosos, pesados, férreos, con sus rostros purpúreos, hacen vibrar
sobre nuestras cabezas su slang ladrante y duro; aunque en cambio,
miss Jonatham gusta de los hombres ardientes de ojos negros.
1
El Heraldo de Costa Rica, San José, 15 de marzo, 1892. Localizado por Günther
Schmigalle e inserto primero, con el título “El país monstruoso y babilónico”, en
Lengua, núm. 20, septiembre, 1999, pp. 163-165 y luego en su compilación “La
pluma hermosa. Rubén Darío en Costa Rica. / Con textos” (Lengua, núm. 23, noviem-
bre, 2000, pp. 209-210). En su introducción a su rescate documental, Schmigalle
afirma que “es el único texto [de su compilación] firmado con su nombre y apellido
completo: Rubén Darío. Es un magnífico ejemplar en la larga serie de textos anti-
norteamericanos de Darío…” art. cit. p. 165.
2
Phineas Taylor Barnum (1810-1891), famoso animador-prsentador y empresario
de circo estadounidense. En 1871 inició su mayor empresa en el mundo del espec-
táculo: “P. T. Barnum’s Great Traveling Museum, Menagerie, Caravan, and Hippo-
drome”, un circo itinerante, que incluía jaula de fieras (donde presentaba al elefante
Jumbo), un museo con fenómenos naturales, y anunciaba como “The Greatest Show
on Earth”: el mayor espectáculo del mundo; también aludido por Darío en “La inva-
sión de los bárbaros del Norte”.
3
John Greenleaf Whitier (1807-1892), poeta norteamericano. Originario de Mas-
sachussetts, defendió la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos.
4
James Blaine (1830-1893), político estadounidense. Fue durante dos períodos Se-
cretario de Estado (1881 y 1889-1892).
288 Rubén Darío
5
El presidente chileno José Manuel Balmaceda optó por el suicidio.
6
Durante la guerra civil del año 1891, la marina norteamericana manifestó —en
palabras y en actos—, su hostilidad a la marina chilena, que se había sumado al
partido del Congreso. Cuando éste ganó la guerra, un gran número de partidarios
del presidente derrotado, Balmaceda, que habían cometido crímenes y atrocidades,
encontraron refugio en la embajada de los Estados Unidos. Hubo un fuerte resenti-
miento contra Estados Unidos en la población, y se produjeron una serie de inciden-
tes. El 23 de octubre de 1891, un marino del crucero Baltimore fue muerto y otros
cinco heridos, en el puerto de Valparaíso. El capitán Schley mandó un informe al
Departamento de la Marina explicando que sus hombres habían sido atacados de
manera sistemática y planificada en distintos puntos de la ciudad (lo cual era falso).
El gobierno de los Estados Unidos (bajo el presidente Harrison y su secretario de
Estado Blaine) comenzó a presionar al gobierno de Chile con amenaza de guerras y
movimientos de barcos. Darío, en “Por el lado del Norte”, compara estos actos con
la retórica del primer congreso panamericano que se había verificado en Washington
poco tiempo antes (18 de noviembre de 1889 al 19 de abril de 1890), presidido por
el mismo Blaine. Nota de Günther Schmigalle.
Escritos políticos 289
7
La expresión será citada de nuevo por Darío en “El triunfo del Calibán” (1898).
290 Rubén Darío
El triunfo de Calibán1
1
El Tiempo, Buenos Aires, 20 de mayo de 1898; reproducido —con el encabeza-
do— “Rubén Darío combatiente” en El Cojo Ilustrado, Caracas, 1° de octubre del
mismo año 1898. El País, periódico español del que Darío fue colaborador, lo publi-
có mutilado, e íntegro apareció en La Época, según él mismo comenta en la crónica
“La joven literatura”, fechada marzo 3 de 1899 y aparecida en La Nación, 3 de abril
de 1899, con el título “La joven literatura. Libros, ideas, palabras”, incluida poste-
riormente en España contemporánea (1901) –Darío había partido de Argentina hacia
España el 8 de diciembre de 1898, como corresponsal de La Nación–. De la primera
fuente lo compila E. K. Mapes: Escritos inéditos de Rubén Darío. (New York, Instituto
de las Españas en los Estados Unidos, 1938. pp. 160-162).
El personaje metáfora, Calibán, procedente de la comedia de William Shakespeare
(1564-1616) The tempest (La tempestad, 1611), sirvió para afrontar el peligro del
Norte (Estados unidos), en sus diversas formas: materialismo, utilitarismo, barbarie,
predominio de la fuerza sobre la razón. Calibán se identifica con Estados Unidos.
La apropiación de los personajes de la obra shakesperiana (Calibán, Ariel, Próspero
y Miranda) por la generación modernista latinoamericana fue, por tanto, anterior a
la formulación de José Enrique Rodó (Ariel, 1900). Darío lo había adelantado en el
estudio sobre Edgard Allan Poe (Revista Nacional, Tomo XIX, Segunda Serie, Año
VII, enero, 1894, pp. 28-37), incluido posteriormente en Los raros (1896): “Calibán
reina… en todo el país [Estados Unidos]”; La excepción la conforman grandes crea-
dores (poetas y pensadores) que confirman la regla, entre ellos Poe.
2
Leche de la Loba: referencia a la mitología latina, la loba legendaria que amamantó
a Rómulo y a Remo, los gemelos abandonados que se convirtieron en símbolo de
Roma. Consecuentemente, alude a la cultura de los pueblos de herencia latina.
Escritos políticos 291
3
Hogar, dulce hogar. Popular canción del siglo XIX en el mundo de habla inglesa,
escrita por el actor y dramaturgo estadounidense John Howard Payne (1791-1852)
en 1822, adaptada en la opera Clari (1823), su melodía la compuso el músico inglés
Sir Henry Rowley Bishop (1786-1855).
4
Instrumento musical de cinco cuerdas, con un aro de madera cubierto con un par-
che de piel, habitual en la música folk estadounidense y en los grupos de bluegrass y
la música dixieland. Originario de África, fue introducido en Estados Unidos en el
siglo XIX, donde músicos negros explotaron sus posibilidades rítmicas.
5
En nota anterior (primera de este artículo), Darío considera grandes personalidades
que constituyen excepciones en la sociedad calibanesca: Emerson, Whitman, Poe y
Lanier, todos destacados escritores y poetas estadounidenses. Ralph Waldo Emerson
(1803-1882), ensayista y poeta, llegó a influenciar de modo importante el pensa-
miento europeo. Thomas Carlyle (1795-1881), ensayista e historiador escocés; de
mucha influencia como crítico social, considerado uno de los principales pensadores
de su tiempo, muy admirado por Emerson, en tanto que cree como aquel en que el
avance de la civilización se debe al papel desempeñado por las personalidades, tesis
ésta que Carlyle sostuvo en Los héroes (1841) —especies de semidioses que rigen la
existencia humana— y Emerson en Hombres representativos (1850).
Walt Whitman (1819-1892), uno de los más influyentes poetas estadounidenses,
considerado el padre de la poesía moderna americana; Darío lo admiró profunda-
mente y rindió repetido reconocimiento. Edgard Allan Poe (1809-1849), escritor,
poeta y crítico estadounidense, muy apreciado por Darío como expresión de alta
cultura y sensibilidad artística, “como un Ariel hecho hombre”, según lo califica en
el citado estudio de Los Raros (1896). Sidney Clopton Lanier (1842-1881), poeta
sureño considerado el mejor de su tiempo, quien, a partir de sus sentimientos ético-
religiosos, condenaba los males que el espíritu comercial traía a la sociedad.
6
El país de los gigantes en Gulliver’s Travels (Los viajes de Gulliver, 1726) del escritor
político y satírico angloirlandés Jonathan Swift (1667-1745). Paul Groussac había
empleado el mismo símil: “Estamos como Gulliver en el reino de Brobdingnag” (Del
292 Rubén Darío
20
James G. Blaine (1830-1893), empresario de ferrocarriles, Secretario de Estado de
Estados Unidos durante las administraciones de Garfield (1881-1883) y Harrison
(1889-1893), en las que fue portavoz de los intereses estadounidense e impulsor de la
injerencia política y económica de éstos en la región latinoamericana bajo la política
del Pan-Americanism. Las opiniones de Darío estaban influenciadas por Martí, quien
veía en Blaine encarnada la codicia imperialista de los magnates republicanos.
21
Texas, otrora territorio mexicano, fue anexada a Estados Unidos en 1845.
22
Paul… fuerza: Paul Groussac (1848-1929), escritor, erudito y pedagogo francoar-
gentino. Fundó y dirigió la revista literaria La Biblioteca (1896-1898) y los Anales de
Escritos políticos 295
27
Dios salve a la Reina. Es una canción patriótica del Reino Unido, usada como
himno nacional. Fue compuesta por el francés Jean Baptiste Lully (1632-1687), mo-
dificada posteriormente por el compositor alemán Georg Friedrich Haendel (1685-
1759). Si el monarca británico era varón, se convertía en God save the King (Dios
salve al Rey).
28
Tío Sam, personificación nacional de los Estados Unidos, particularmente del
Escritos políticos 297
1
La Nación, Buenos Aires, 30 de diciembre de 1901, p. 3, col. 5-7. Tomado de la
compilación de Pedro Luis Barcia: Escritos dispersos de Rubén Darío… II, Op., cit.,
pp. 121-125.
2
Albert Hanotaux (1853-1944), político e historiador francés. Fue ministro de Re-
laciones Exteriores de su país (1894-95 y 1896-98).
3
Georges Leygues (1857-1933), político y estadista francés. Ocupó por segunda
vez la cartera de Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes del 1° de noviembre
de 1888 al 7 de junio de 1902. Para entonces publicó L’école et la vie (1933). Poste-
riormente fue Ministro de la Marina durante la Primera Guerra Mundial y Primer
Ministro del Gobierno (1820-1821).
4
William Shakespeare (1544-1616), poeta y dramaturgo inglés. El autor más impor-
tante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal.
5
Me da el proyecto de ley de la tarifa, por favor.
300 Rubén Darío
6
Dame un poco de pan y mantequilla
7
Francia.
8
François-Marie Arouet (1694-1778), escritor y filósofo francés, mejor conocido
como Voltaire. Uno de los principales representantes de la Ilustración. Autor de Cán-
dido (1759), novela filosófica en que analiza el problema del mal del mundo y las
atrocidades cometidas en nombre de la religión.
9
Se refiere a las loggias del Vaticano ejecutadas por el pintor renacentista italiano
Rafael Sanzio (1483-1520), iniciada en 1517. Son cincuenta y dos escenas biblícas
en el techo de una galería formada de trece arcos, en una longitud de 65 metros por
cuatro de ancho.
10
Grandes expendios de carnes o pescados salados, que se industrializan en forma
de conserva.
11
Término del inglés: confianza. Se trata de la unión de distintas empresas con una
misma dirección con la finalidad de controlar el mercado de productos en un sector
económico, ejerciendo el monopolio. Empiezan a constituirse en los Estados Unidos
a finales del siglo XIX, pese a que fueron declarados ilegales en 1890, por restrictivos
del comercio internacional. Se extendieron con el capitalismo.
12
Gilbert du Motier, Marqués de La Fayette o Laffayette (1757-1834), militar y
político francés. Personaje importante de la revolución y miembro de la Asamblea
Nacional. Fue también general y héroe de la revolución de independencia de los
Estados Unidos. Habiéndose incorporado en 1777 al ejército de aquella nación con
el grado de general mayor al mando de George Washington.
Escritos políticos 301
ya mucho tiempo; mucho tiempo desde que Fulton13 hizo sus ensayos
en el Sena. Cosa lejana es ya también el libro de Laboulaye,14 París
en América. “¡América en París!” se dice hoy: y es la verdad. El diario
mejor informado y el más “mundano” de París es el New York Herald.15
El Hotel Drouot16 es punto de reunión de norteamericanos. Gordon
Bennet17 figura entre príncipes de la banca y nombres de la aristocracia.
El bar americano es ya una institución francesa y el whisky y las infini-
tas clases de cocktails se difunden tanto como las diferentes tes máqui-
nas de escribir. Monseñor Relaud vino a batir el record de los oradores
sagrados, como Loie Fuller18 el de las bailarinas y el negro Taylor19 el
de los ciclistas. La prensa se transforma siguiendo sendas yanquis; pro-
pietarios norteamericanos compran magníficos inmuebles, o terreno
en que edifican palacios. La sociedad de seguros “La Equitativa” acaba
de gastarse una millonada en metros cuadrados, nada menos que en el
13
Robert Fulton (1765-1815), ingeniero estadounidense. Inventor del primer barco
de vapor exitoso, con lo que dio inicio una nueva era en la navegación. En 1802 lanzó
un pequeño barco de vapor con ruedas de palas, que viajó por las riberas del Sena por
casi cinco kilómetros.
14
Eduard Laboulaye (1811-1883), jurista y político francés, autor de numerosas
obras de derecho y sobre Estados Unidos. Inspiró la idea de ofrecer a aquella nación
una estatua que representara la libertad. Publicó París en América en 1862, novela
ingeniosa y satírica que atrajo tal interés que en dos semanas alcanzó tres ediciones.
Darío probablemente conoció la edición española (Madrid, Librería Cuesta, 1862).
Fue editada en inglés al año siguiente.
15
La edición europea del New York Herald —periódico estadounidense fundado en
Nueva York en 1835— apareció en París el 4 de octubre de 1887, circulando desde
entonces.
16
El Hotel Druout fue inaugurado el 1º de junio de 1852. Se trata de un estableci-
miento de subastas para obras de arte y antigüedades en París. Darío escribió crónicas
para La Nación de Buenos Aires acerca de exposiciones y ventas efectuadas en este
local.
17
James Gordon Bennet junior (1841-1918), propietario del New York Herald para
cuando escribe Darío.
18
Loie Fuller (1862-1928), bailarina estadounidense, actriz, productora y escritora,
famosa por su utilizaciòn de efectos visuales; sus teorías sobre la iluminación artística
fueron reconocidas por científicos franceses. Su trabajo lo desarrolló principalmente
en Europa; fue modelo de retratos de los artistas franceses Henri de Toulouse-Lautrec
(1864-1901) y Auguste Rodin (1840-1917).
19
Marshall Walter “Major” Taylor (1878-1932), ciclista negro estadounidense que
ganó la competencia de 1899, estableciendo récord mundial y superando la discrimi-
nación racial. Fue muy elogiado en Francia.
302 Rubén Darío
punto más céntrico de París, como quien dice en el ombligo del mun-
do, en la plaza de la Opera, en donde hará demoler las casas existentes
para alzar vasta columna yanqui. Los negocios yanquis de París son
legión. Por último ha llegado Barnum,20 el circo monstruo de Barnum
Barley —greatest show on earth!— y se ha instalado en la Galería de las
Máquinas, causando el asombro de los buenos parisienses.
¿A donde se va a parar?
[Enarbolaban banderas de los Estados Unidos]
Recuerdo un 4 de julio, el del año antepasado [1899]. En esa mis-
ma plaza de la Ópera, en ese mismo ombligo del mundo, se había
levantado un gran tablado, adornado de colgaduras, lampions,21 y ban-
deritas de los Estados Unidos. Desde por la mañana los bulevares pre-
sentaban un aspecto de fiesta, casi como en un día de conmemoración
nacional.
Muchas muchísimas casas particulares, hoteles, cafés, enarbolaban
banderas de los Estados Unidos. Se oía hablar gangoso inglés22 por
todas las terrazas. Se inauguró ese día un monumento público ofrecido
por los Estados Unidos. Y cuando llegó la noche, tocó en el tablado
de la plaza de la Ópera una banda, la banda Souza,23 de los Estados
Unidos. Los balcones del Café de la Paix,24 iluminados profusamente,
dejaban ver de cuando en cuando beldades yanquis, acompañadas de
elegantes compatriotas alegres, frente a una compañía comercial de los
Estados Unidos, y a las oficinas sucursales de un diario de los Estados
Unidos.
20
Citado por Darío en “Por el lado del Norte”. El circo de Pineas Taylor Barnum se
fusionó con el circo de James Anthony Bailey, y como circo de Barnum y Bailey llegó
a París. Se instaló en la Galerie des Machines (Galería de las máquinas), una instala-
ción —expresión del gigantismo arquitectónico del momento— de hierro y vidrio
con un enorme espacio interior. Edificada en ocasión de la exposición universal, fue
uno de los espacios más visitados de dichas instalaciones, particularmente en la de
1900, lo que explica el asombro que refiere Darío.
21
Es una pequeña lámpara.
22
Hablar con cierta resonancia nasal el idioma inglés.
23
Banda formada en 1892 por el compositor y director estadounidense John Philip
Souza (1854-1932). Representó a Estados Unidos en la exposición universal de París
de 1900.
24
Famoso café parisino. Inaugurado en 1862 en el Gran Hotel. Fue diseñado para
recibir a los visitantes de la exposición universal de 1867.
Escritos políticos 303
25
Barrio parisino, llamado así porque desde la edad media sus residentes, mayorita-
riamente estudiantes, hablaban el latín como lengua académica. Darío, quien vivió
días de bohemia en el Barrio Latino, en uno de sus artículos de Todo al vuelo (1912),
señala los cambios que se operaron en él durante las primeras décadas del siglo XX.
26
William-Adolphe Bouguereau (1825-1905), pintor académico francés. Sus obras
fueron muy apreciadas y cotizadas. Sobre todo entre adinerados de Estados Unidos.
27
Réclame: publicidad, propaganda.
28
Pierre Puvis de Chavannes (1824-1898), pintor francés. Darío se refiere a su cua-
dro “Las musas inspiradoras aclamando al genio mensajero de la luz” (1894-1898)
localizado en la Biblioteca Pública de Boston.
29
La Quinta Avenida es una de las principales calles del centro de Manhattan, satura-
da de edificaciones lujosas y mansiones históricas, símbolo de la bonanza económica
de Nueva York.
304 Rubén Darío
30
Billetes. Se refiere al tipo de dinero (billetes, emitido por Estados Unidos a partir
de 1862)
31
John Pierpont Morgan (1837-1913), empresario y banquero estadounidense. Tuvo
mucha influencia en su época, era uno de los hombres más ricos del mundo en 1901.
Fue también coleccionista de arte. Su colección la donó al Metropolitan Museum of
Art de Nueva York.
32
Virgile Josz (1859-1904) escritor francés. Interesado particularmente en temas de
arte.
33
Panel.
34
Adorno en la parte central del techo de una habitación, en el cual se halla el sopor-
te para suspender la lámpara.
35
Agente judicial, encargado de aplicar la justicia de los jueces.
36
Teatro parisino de finales del siglo XIX e inicios del XX. Famoso por sus actuacio-
nes de cabaret. Construido en 1867 e inaugurado como café-espectáculo dos años
después. En él se presentó la vedette Loie Fuller, mencionada en este artículo.
37
Teatro fundado en París por el catalán Joseph Oller, en 1888. Fue inaugurado con
la actuación de la bailarina del can-can parisién La Goulue (Louise Weber, 1866-
1929), popular en su época.
Escritos políticos 305
38
El juego, la fiesta y el resto.
39
Tina, bañera
40
James Honoré Fragonard (1732-1806), pintor fracés. Sobre este pintor Virgile Josz
escribió el libro Fragonard Mâceurs du XVIII siècle (París, 1901).
41
Magnates estadounidenses. Andrew Carnegie (1835-1919), industrial, empresario
y filántropo. Considerado la segunda persona más rica de la historia (sólo a John Roc-
kefeller se ha estimado más rico que él). Hizo fortuna con la industria del acero, ramo
en que fundó la Carnegie Steel Company, la más grande y rentable empresa de finales
del siglo XIX y que vendió en 1901 —año en que Darío escribe este artículo— a J. P.
Morgan, fundando éste último la United States Steel Corporation.
42
Se refiere al último rey de Libia (c. 1560-1546 a.C.), en Asia menor, de famosas
riquezas, resultado de los botines obtenidos al expandir sus dominios
43
Famoso cuadro pintado en 1747 por François Boucher (1703-1770).
306 Rubén Darío
44
Paráfrasis de Gesta dei per Francos (hechos de Dios a través de los Francos). Perte-
neciente a un relato sobre la primera cruzada de Guibert de Nogent (1053-1124),
escrito en 1108.
45
Gitano.
46
Clara Ward (1873-1916), hija del capitán Evert Brock Ward (1811-1875), millo-
nario de Michigan, Estados Unidos. Se casó con la belga María Joseph Pierre Anatole
Alphonse de Riquet, el Príncipe de Caramay-Chimay, en 1890, pasando a ser cono-
cida como Princesa de Caramay-Chimay; pero hacia 1896, hallándose en un restau-
rante parisino conoció al violinista gitano Rigo Jancsi con quien se fugó a fines de ese
año. El divorcio con el príncipe se produjo en enero de 1897. El escándalo, registrado
por Darío, fue muy difundido. Ward se casó por segunda vez, con Jancsi en 1904.
47
Locución latina. In partibus o in partibus infidelium, en países de infieles. Como in
partibus tiene un uso irónico para designar a un funcionario sin función real, designa
Escritos políticos 307
50
Metáfora empleada por filósofos de distintos tiempos para consignar que la mente
humana es como una tablilla en la que nada hay escrito. En la cita que Darío extrae
de Bunge se aplica en este sentido a la historia y, en consecuencia, se pone en entre-
dicho la existencia de un “alma nacional”.
Escritos políticos 309
1
La Nación, Buenos Aires, 6 de abril, 1902. Su título completo es: “La América La-
tina y los Estados Unidos. Un artículo interesante”. Ingresó a La caravana pasa (París,
Garnier Hermanos, 1902, libro IV, cap. VI, pp. 240-249). Las notas se tomaron de
La caravana pasa. Libros cuarto y quinto. Edición crítica, introducción y notas de
Günther Schmigalle. Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua; Berlín, edition
tranvía-Verlag Walter Frey, 2004.
2
Achille Viallate (1866- ¿?) fue autor de más de una decena de libros, publicados
entre 1899 y 1937. Entre ellos, La crisis anglaise impérlisme et protection (1905). Fue
también editor de la revista trimestral Annales des ciences politiques.
3
Se refiere al ensayo de Achille, “Les État Unis et l’Amerique Latine”, en La Reune
de París, 1º de mayo, 1902, pp. 216-240; fuente de este ensayo cuyo contenido tra-
duce.
4
Henry Clay (1777-1852), político norteamericano.
310 Rubén Darío
5
La referencia a William Walker fue agregada por Darío.
6
En 1886 Perú y Chile tuvieron dificultades con España, la cual realizó dicho bom-
bardeo ese mismo año.
7
Referencia agregada por Darío. La “expedición punitiva” alemana-británica-italiana
contra Venezuela —durante la guerra civil de 1901-1903— culminó en el bombar-
deo de Puerto Cabello el 13 de diciembre de 1902.
312 Rubén Darío
8
James A. Garfield (1851-1881), prsidente de los Estados Unidos (1881).
9
Chester Alan Arthur (1851-1886), presidente de los Estados Unidos (1881-
1895).
10
James Blaine (1830-1893), Secretario de Estado norteamericano del 7 de marzo de
1881 al 12 de diciembre del mismo año. Años después fue nombrado en el mismo
cargo, desde el cual impulsó el panamericanismo.
Escritos políticos 313
11
Inaugurada el 2 de octubre de 1889, duró hasta el 19 de abril de 1890. Blaine ejer-
cía su segundo período como Secretario de Estado, bajo la presidencia de Benjamin
Harrison, que duró del 4 de marzo de 1889 al 24 de julio de 1892.
314 Rubén Darío
12
Recomiendo a quienes interese, en este sentido, un reciente artículo del Times
sobre el imperialismo americano. “El canal de Nicaragua”, en el Kolnische Zeitung.
Y “La lucha por la preponderancia en la América del Sur”, en el Frankfurter Zeitung.
[Nota de R. D.]
Escritos políticos 317
La invasión anglosajona /
Centro América yanquee1
1
La Nación, Buenos Aires, miércoles, 22 de abril, 1902, pp. 2-3; tomado de Escritos
dispersos de Rubén Darío, recogidos de periódicos de Buenos Aires, edición, compi-
lación y notas de Pedro Luis Barca. II, La Plata, Universidad Nacional de La Plata,
Facultad de Humanidades y Ciencias, 1977. pp. 130-135. En realidad, consiste en
una entrevista al ex presidente hondureño Marcos A. Soto, admirado por Darío.
2
José D. Gámez (1851-1918), historiador, periodista y político nicaragüense. Estuvo
al servicio de la doctrina liberal y del régimen de J. Santos Zelaya. Se le considera el
creador de la historiografía moderna de Nicaragua. Fue amigo de Darío, quien se re-
firió a él como “una de nuestras más altas glorias centroamericanas” en carta a Marce-
lino Menendez Pelayo (Jorge Eduardo Arellano: Diccionario de autores nicaragüenses.
Tomo I, Managua, Biblioteca Nacional Rubén Darío, 1994, p. 123)
3
José María Vargas Vila (Bogotá, 1860-Barcelona, 1933), periodista, narrador y
panfletario colombiano. Liberal virulento y antiimperialista. Darío en La caravana
pasa (1902) lo consideró “un escritor genial, novelista y poeta. Su vida también es un
poema, de luchas y de triunfos en la política agitadas de nuestras repúblicas hispa-
noamericanas. Su obra, incorrecta como un torbellino, sonora como un mar, es una
obra de bien. Vargas Vila no es de su tiempo ni de su país.” El párrafo sobre Vargas
Vila dedicado en el artículo “Las letras hispanoamericanas en París” es más extenso y
penetrante. Veáse su edición en folleto, anotada por Günther Schmigalle (Managua,
Academia Nicaragüense de la Lengua, Fondo Editorial CIRA, enero, 2004, p. 16).
4
El 5 de febrero de 1900. Sin tomar en cuenta a Nicaragua, este tratado —entre
Estados Unidos y Gran Bretaña— modificó el Clayton-Bulwer del 19 de abril de
1850.
318 Rubén Darío
5
Favorable a los Estados Unidos, el tratado Hay-Paucefote fue objeto de reformas
por el senado norteamericano, las cuales Gran Bretaña rechazó.
Escritos políticos 319
6
Había sido elegido en 1882 como presidente de El Salvador Rafael Zaldívar. Veáse
a Jorge Eduardo Arellano: “Los primeros académicos correspondientes de la América
Central…”, en Lengua, núm. 25, noviembre, 2002, pp. 28-31.
Escritos políticos 321
dió a los Estados Unidos, que ya por entonces tenían una población de cerca
de diez millones.
La fuerza yanqui1
1
La Nación, Buenos Aires, 18 de mayo, 1902; ingresó a La caravana pasa (París,
Garnier Hermanos, 1902, pp. 202-209). Las notas se han tomado de la edición crí-
tica de los libros cuarto y quinto que de la misma obra realizó Günther Schmigalle
en 2004.
2
Jean Finckelhaus, llamado Jean Finot (1856-1922), polifacético escritor francés,
durante muchos años director de la Revue des revues y colaborador de Le Figaro.
3
William Thomas Stead (1849-1912), periodista y escritor británico. Autor, entre
otras obras, de The Americanization of the World (1902), comentado ampliamente por
Darío en esta crónica. Stead era también un incansable propagandista del pacifismo.
4
Richard Cobden (1804-1865), político, economista y periodista inglés, llamado
Apóstol del libre-cambio.
Escritos políticos 325
5
Henry George (1839-1897), político y economista norteamericano, autor del libro
famoso: Progress and Poverty (1879).
326 Rubén Darío
6
Frederick Starr (1858-1933), antropólogo norteamericano. Autor, al menos, de
cuatro obras.
7
Darío se refiere a sus crónicas “Alemania en América. La emigración”, La Nación,
11 de mayo, 1902.
8
Ellen Maria Stone (1846-1927), misionera norteamericana que narra esta vivencia
Escritos políticos 327
Hay otra del Puck, de Nueva York, en que, ante las naciones de Eu-
ropa, gallos enjaulados en la jaula de la doctrina de Monroe, se pasea,
gallo enorme entre los pollos de las nacionales latinas de América, el
Uncle Sam.10 En otra el mapa de la América del Sur forma una cabeza
cuyo sombrero es el del mismo Tío. En otra, con motivo de la termi-
nación del tratado Clayton-Bulwer,11 John Bull se inclina descubierto
al abrir una puerta por la que sale orgulloso, armado de pico y pala, a
abrir el canal de Nicaragua, el Tío consabido. En otra, un monstruo,
una extraordinaria serpiente marina formada de arados, locotomoto-
ras, vagones, bolsas de trigo, máquinas agrícolas, barricas y algodón,
avanza hacia el continente europeo, y a su vista salen corriendo espan-
tados los tipos representivos de las naciones de Europa, John Bull el
primero. Y en otras, ya es John Bull que sale a pasear por su propio país
y se encuentra con que todas las propiedades que ve, están compradas
por capitalistas norteamericanos; ya es el mismo John Bull que trabaja
en una oficina en donde todo es “made in U. S.”; o en una calle, no
encuentra tranvía en que subir que no sea de compañía americana.
Aquí va Jonathan llevádose un talego que representa el comercio
del mundo, y a su paso atropella a las naciones del viejo mundo; más
allá se demuestran las victorias seguidas de los Estados Unidos en ma-
teria de sport. O se ve a John Bull víctima de una pesadilla, viendo por
todas partes tíos Samueles que le estorben el paso, que le prenden, que
le juzgan, que le pegan en el box, que lo dejan sentarse, que le vencen a
la carrera, o que se ganan todos los aplausos en los teatros. Por un lado,
un retrato charge de Pierpont Morgan,12 cubierto con un sombrero
que simboliza los truts [sic] y vestido de un chaleco de dollars. En otra
parte, el mismo, como Atlas, lleva el mundo al hombro; y en otras tiene
los tentáculos de un pulpo, o va en una bicicleta cuyas dos ruedas son
los dos hemisferios del planeta.
¿Cuáles son los medios con que la dominadora América america-
niza? Tiene la religión, por medio de innumerables ejércitos de misio-
10
Darío alude a la caricatura “Cuban Annexation”, tomada del Journal de Minne-
apolis y reproducida por Stead en su obra.
11
Se trata del tratado Clayton-Bulwer, firmado entre Estados Unidos e Inglaterra
el 19 de abril de 1850, y sustituido por el Hay-Pauncefote del 12 de noviembre de
1901.
12
John Pierpont Morgan (1837-1913), financiero y multimillonario norteamericano.
Escritos políticos 329
13
Benjamin Franklin.
330 Rubén Darío
1
La Nación, Buenos Aires, domingo 13 de noviembre, 1904, p. 3, col. 4-5. Recogido
en Pedro Luis Barcia: Escritos dispersos de Rubén Darío, II, Op., cit., pp. 214-217.
2
Adolfo Thiers (1797-1877), primer presidente de la IIIa República Francesa (1871-
1873). Reprimió La Commune de París.
3
Patrice de Mac Mahon, duque de Magenta (1808-1893), segundo presidente de la
IIIa República Francesa (1873-1879).
4
Jules Grévy (1807-1891), tercer presidente de la IIIa República, elegido en 1879,
reelegido en 1885. Tuvo que dimitir en 1887 cuando se descubrió que su yerno, Da-
niel Wilson, estaba involucrado en un tráfico de condecoraciones.
5
Félix Fáure (1841-1899), sexto presidente de la IIIa República (1895-1899).
6
Sadi Carnot (1837-1894), cuarto presidente de la IIIa República, elegido en 1887,
fue asesinado por Jerónimo Caseiro, un anarquista italiano.
Escritos políticos 331
7
Nombre que se le dio al Primer Regimiento de Caballería Voluntaria de Estados
Unidos durante la Guerra Hispano-Estadounidense. Fue creado en mayo de 1898
por Roosevelt.
Escritos políticos 333
sevelt sabe ser señora de su casa y, de otro modo que Mme. Loubet,8
aunque no menos eficazmente, mantiene el charme de sus salones, en
donde el cuerpo diplomático pasa horas deliciosas. Algún día la pluma
gallarda de Martín García Mérou podrá decirnos el encanto de esas
veladas.
Hay un grupo fotográfico del presidente y su familia, que revela
el ambiente de su horrze. Están en un jardín, con la copa de un fron-
doso arbusto por fondo. Está la señora Roovevelt, sonriente, con su
niño menor a quien abraza; está Ted junior, parecido a su padre, como
él miope y de rostro enérgico, aunque delicado de constitución; está
Alice, de ojos sensualmente soñadores, de una belleza misteriosa e in-
quietante, a pesar de su educación americana; está Quentin, fino y tra-
vieso, Kermit y Archibald, de aspecto de niños estudiosos y dulces; y la
otra hermanita, vigorosa y bien empernada, llena de salud y fragancia
de vida; y está el papá terrible y bonenfant, con botas de montar y el
panamá en las rodilas. Se ve una familia feliz, llena de las comodidades
que da el dinero, pues el presidente es muy rico, y dichosa en el mutuo
afecto y en el libre goce de la existencia.
[Así quieren los yanquis a su presidente]
Y así quieren los yanquis a su presidente, que lo mismo se pone la
toga oscura y el cuadrado gorro de la universidad de Yale, como coge la
carabina y se va al monte, gran cazador delante del Eterno; o pronuncia
un discurso, o comete el sacrilegio norteamericano de invitar a comer
a un negro, aunque ese negro se llame Bocker Washington,9 o dirime
una cuestión sportiva en el campo mismo del ejercicio; o indica una
mejora en el ejército, o habla de versos y de arte con su ministro Hay,
que es poeta.10 Y en tal señalado día se deja triturar la diestra presiden-
8
Esposa de Émile Loubet (1838-1929), estadista francés. Fungía entonces como
séptimo presidente de la IIIa República, elegido para el periodo de 1899-1906.
9
Bocker Washington (1856-1915), educador norteamericano. Hijo de padre blanco
y madre negra. Autor de los libros El futuro del negro estadounidense y Después de la
esclavitud. Según La Nación del 24 de marzo de 1902 “el negro amigo del presidente
Roosevelt” publicó su memoria.
10
John Milton Hay (1838-1905), político y escritor norteamericano. Fue secretario
de Abraham Lincoln y editor con John Nicolay, de la obra Abraham Lincoln: A His-
tory (10 tomos), 1890. Editó dos poemarios: Pike Country Ballads (1871) y Castillian
Days (1871).
334 Rubén Darío
cial por los innumerables ciudadanos de los Estados Unidos, que van a
estrecharle la mano; y siempre atento a la máquina gubernamental, da
la dirección que conviene a su política, halaga el espíritu nacional, el
orgullo de esos modernos romanos; conversa afable con los periodistas,
comprendiendo que la potencia actual se basa en la inconstrastable
fuerza de la presa; predica el cultivo del propio individuo en páginas
que son lecciones de voluntad humana; da gracias a Dios oficialmente
un día al año, en la libertad de todos los cultos y en comunión con
todas las razas de la tierra que se funden en el crisol anglosajón; es el
campeón de la vida intensa; se manifiesta como un excepcional obre-
ro de progreso, en ese inmenso y pletórico país, como un ejemplar
de hombre completo, en la actividad constante de todas sus energías;
fuerte de la fuerza de su carácter y tan lejos del buen hombre Ricardo
como del mal hombre Zarathustra; pero, y esto es lo grave para noso-
tros los hispanoamericanos, constituyendo un peligro para la América
conquistable, el peligro de un director de apetitos imperialistas que se
han manifestado desde Filipinas y Puerto Rico, hasta la reciente broma
de Panamá. Ese es un buen capítulo del arte de ser presidente de la re-
pública, para el antiguo combatiente de Siboney y de las Guasimas.
1
La Nación, 1º de abril de 1910, p. 7.
2
Philander Chase Knox (1853-1921) fue Secretario de Estado de los Estados Unidos
en los años 1909-1913. La célebre nota fue dirigida a Felipe Rodríguez Mayorga
(1875-1958), Encargado de Negocios de Nicaragua en Washington.
336 Rubén Darío
3
La nota Knox, una verdadera declaración de guerra, rezaba en sus primeros párrafos:
“Es notorio que desde que se firmaron las Convenciones de Washington de 1907, el Presi
dente Zelaya ha mantenido a Centroamérica en constante inquietud y turbulencia; que
ha violado flagrantemente y repetidas veces lo estipulado en dichas Convenciones, y por
una influencia poderosa sobre Honduras, cuya neutralidad aseguran las Convenciones,
ha tratado de desacreditar aquellas sagradas obligaciones internacionales, con detrimento
de Costa Rica, El Salvador y Guatemala, cuyo Gobiernos sólo con mucha paciencia han
podido mantener lealmente el compromiso solemne contraído en Washington bajo los
auspicios de los Estados Unidos y de México. Es igualmente notorio que, bajo el régimen
del Presidente Zelaya, las instituciones republicanas han dejado de existir en Nicaragua,
excepto de nombre; que la opinión pública y la prensa han sido estranguladas, y que las
prisiones han sido el precio en toda demostración de patriotismo. Por consideración
personal hacia Ud. me abstengo de discutir innecesariamente los penosos detalles de
un régimen que, por desgracia, ha sido un borrón en la historia de Nicaragua, y un
desengaño para un grupo de Repúblicas que sólo necesitan la oportunidad para llenar
sus aspiraciones de un Gobierno libre y honrado. Por razón de los intereses de los
Estados Unidos y de su participación en las Convenciones de Washington, la mayoría
Escritos políticos 337
festado mayor cinismo. No hablaba por boca del canciller de Mr. Taft
el espíritu de la gran nación que preconizaran un Root,4 un Emilio
Mitre o un Joaquín Nabuco.
[El correcto, firme y hábil Mr. Eliu Root en Río de Janeiro, 1906]
Después de leer la pesada y violenta nota de Mr. Knox, he pensado
en el instante en que escuchara en el palacio Monroe de Río de Janeiro,
al correcto, firme y desde luego hábil Secretario de Estado norteame-
ricano, que decía palabras como éstas a los representantes de todas las
naciones de América:
Consideramos la independencia y la igualdad de derechos de los me-
nores y más debiles miembros de la familia de las naciones, con derecho a
tanto respeto como los de los grandes imperios, y consideramos la obser-
5
J. Santos Zelaya: La revolución de Nicaragua y los Estados Unidos. Madrid, Imprenta
de Bernardo Rodríguez, 1910). En el mismo año y en la misma ciudad e imprenta
aparecieron sus ediciones en francés e inglés.
340 Rubén Darío
6
El 22 de diciembre de 1909, en su “Manifiesto al pueblo de Nicaragua”, Zelaya dio las
siguientes explicaciones al respecto: “La muerte de los filibusteros Cannon y Groce, que
me imputa directamente el Gobierno Americano, es el resultado de un juicio en que se
dio audiencia plena a los reos y en que no se omitió ninguna de las formalidades legales.
Eran ellos revolucionarios según lo afirma el Gobierno Americano en la nota del Secre-
tario de Estado y figuraban como jefes principales del movimiento al cual le prestaban el
valioso apoyo de sus actividades e inteligencia, dirigiendo las operaciones científicas de
levantar planos topográficos y de fortificación, habiendo sido además, muy buenos tira-
dores y los únicos encargados de manejar aparatos infernales para minas explosivas que
tanto daño hicieron en las maniobras de las fuerzas del Gobierno. De modo, pues, que
Cannon y Groce expiaron su delito del modo que lo indica nuestro Código Militar: con
la pena de muerte. Además de haber sido jefes revolucionarios, recayó sobre ellos la re-
sponsabilidad criminal de un hecho gravísimo y horrendo; hacer volar con dinamita
nuestras naves repletas de tropas que en su mayor parte habrían sucumbido en las sir-
tes del río San Juan, si por un hecho casual y por la gran habilidad en el movimiento
de uno de los vapores, no se hubiese logrado cruzar con rapidez el lugar donde la
mina hizo explosión. Esos individuos no podían asimilarse a prisioneros de guerra,
que se toman al enemigo en una contienda internacional: eran filibusteros al servicio
de una revolución interna, pagados para producir estrago y muerte; mercenarios ex-
tranjeros que venían a aumentar nuestras desgracias, no por amor a un país que no
era el suyo, sino por alcanzar una recompensa de los rebeldes y traidores que venían
ensangrentando el suelo nacional. La sentencia que el Consejo de Guerra dictó contra
ellos está de acuerdo con lo prescrita en nuestras leyes militares; los reos confesaron su
culpabilidad y manifestaron también claramente y por escrito que habían sido tratados
en su prisión con las mayores consideraciones y cuidados. Mi única intervención en ese
penoso asunto consistió en negar la gracia de indulto que solicitaron los reos, porque ese
derecho es potestativo del Presidente de la República y porque creí y creo que la senten-
cia era justa, que se debía cumplir, estando el enemigo al frente y que era necesaria la
medida extrema de ajusticiar a dos reos convictos y confesos para mantener el orden y la
moral en el ejército. Como Cannon y Groce eran revolucionarios, perdieron el derecho
a la protección de su Gobierno según la ley americana, y en tal caso no tienen por qué
sentirse agraviados los Estados Unidos. De todos modos el Gobierno de Washington po-
día haber entablado la reclamación correspondiente antes de declarar rotas sus relaciones
con Nicaragua.” (Texto tomado de la Revista de la Academia de Geografía e Historia de
Nicaragua, núm. 62, mayo, 2006, pp. 173-175).
Escritos políticos 341
1
París Journal, 27 de mayo, 1910. Esa misma revista la publicó en francés: “Les pa-
roles et les actes de Mr. Roosevelt, la protestation d’un ecrivain”, Margarita Gómez
Espinoza, quien halló esta pieza, la reproduce en su Rubén Darío patriota. (Madrid,
Ediciones Triana, 1966, pp. 320-324) y en su Rubén Darío universal (Madrid, Para-
ninfo, 1973, pp. 80-83). Por tercera vez se difundió en Rubén Darío: Textos sociopo-
líticos, Op., cit., pp. 45-47.
Escritos políticos 343
2
William Howart Taft (1857-1930), presidente de los Estados Unidos (1909-
1913).
Escritos políticos 345
Roosevelt en París1
1
La Nación, 22 de junio, 1910, p. 6, col. 2-4. Incorporado por su autor a Todo al
vuelo (Madrid, Renacimiento, 1912, pp. 152-159). Anteriormente, Darío había pu-
blicado en La Nación, 13 de noviembre, 1904, p. 3 col. 4-5 “El arte de ser presidente
de la República”, artículo fechado en “París, 10 de octubre de 1904”, en víspera de las
elecciones del 8 de noviembre en que Roosevelt fue reelecto presidente.
2
Alardeo, jactancia.
3
Darío empleaba esta expresión de Ralph Waldo Emerson, representative man, para
calificar a Roosevelt. En el artículo de 1904 había afirmado sobre él: “Es digno de su
pueblo. Es un yanqui representativo”.
4
Alimento de dioses. Darío alude a la novela del escritor inglés Herbert George Wells
(1866-1946), The food of the gods and how it came to earth (El alimento de los dioses y
de cómo llegó a la tierra, 1940).
5
En 1909 Roosevelt va de safari a África oriental y central, cuyo viaje relata detalla-
damente en África game trails (1910). En virtud de su afición a la cacería, inventa los
neologismos hipopotamicida y rinoceróntono para calificarlo.
346 Rubén Darío
6
The Abounding America (La abundancia de América, London, A. F. Thompson,
1907) de Thomas William Hodgson Crosland (1865-1924). Darío se refiere al capí-
tulo sexto: “The President” (pp. 55-60).
7
Cura de Meudón: Francois Rabelais (1495-1553), autor de la novela satírica Gar-
gantúa y Pantagruel.
8
¡Viva el rey! o ¡Viva el Emperador!
9
Robert Bacon (1860-1919), político y diplomático estadounidense. Se desempeñó
como Subsecretario de Estado (1905-1909) y como Secretario de Estado en 1909,
durante los últimos 38 días de la administración de Roosevelt. Ese año fue nombra-
do Embajador de Estados Unidos en Francia (1910-1912); ejercía el cargo al llegar
Roosevelt a París: de ahí su salida: Hello Bob! (¡Hola Bob!)
10
En su testamento, Napoleón Bonaparte (1769-1821) había expresado su deseo de
ser enterrado a las orillas del Sena.
11
Asuntos de interés público.
12
William Frederick Cody (1845-1917), soldado, cazador de búfalos y hombre de
espectáculo estadounidense. En 1883 fundó “Buffalo Bill’s Wild West” espectáculo
circense que tuvo éxito en Estados Unidos y Europa. Se presentó durante seis meses
en la Exposición Universal de 1889, celebrada en París del 3 de mayo al 31 de octu-
bre.
13
Frank C. Bostock (1866-1912), importador, entrenador y hombre de espectáculos
del mundo zoológico. Conocido como “El rey de los animales”, montó sus espectácu-
los en París. Darío le dedica uno de los artículos incluido en Todo al vuelo (1912).
Escritos políticos 347
14
Darío califica en Roosevelt su afirmación de la necesidad de la guerra al identifi-
carlo con Nemrod, como lo había realizado en “A Roosevelt” (1904). Evoca, pues, su
condición de “fuerte Cazador”, como lo llama en la oda, estableciendo paralelo con
el epíteto proverbial de “robusto cazador”, el cual sido interpretado tradicionalmente
con el sentido de que su presa era hombre.
15
También empujado un poco, demasiado “fuerte” como se dice y se ha sonreído de este
americanismo que afecta por ambos lados, pero que guarda una relación que se desprende
de la energía individual.
16
Pierre Émile Levasseur (1828-1911), historiador, economista y geógrafo francés.
Considerado precursor de la historia social.
17
Clement Armand Falliéres (1841-1931), político francés, presidente de la Repú-
blica (1906-1913).
348 Rubén Darío
18
Teodoro Roosevelt intervino personalmente en el arbitraje del conflicto entre Rusia
y Japón (1905) lo que le valió el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz en 1906.
19
Stéphen Pichon (1857-1933), periodista, diplomático y político francés del ra-
dicalismo de izquierda. Ministro de Asuntos Exteriores entre el 25 de octubre de
1906 y el 2 de marzo de 1911, como también en dos ocasiones posteriores: 1913 y
1917-1920.
20
Al hombre justo y firme. Palabras iniciales del verso primero de la oda III libro III de
Escritos políticos 349
Odas, que Horacio (65 a.C.– 8 a. C.) dedica al honor de la Roma antigua: justum et
tenacem propositi virum… (el hombre justo y de principios inmutables).
21
Neologismos inventados por Darío. La palabra hipopotamicida está construida
seguramente por analogía con fatricida, parricida, etc. y significa “matador de hipo-
pótamos”. ¿Y rinoceróctono se inspira en autóctono? Autóctono quiere decir “el que
nació en la tierra” pero ¿rinoceróctono?
22
Pericles (495 a. C - 429 a. C), importante político y orador, en cuyo mandato
Atenas fue centro cultural de la Grecia antigua. Intentó que todos los ciudadanos
participaran en el gobierno de la ciudad Estado.
23
Darío alude a los discursos pronunciados por Roosevelt en París, en donde iróni-
camente predicó a los franceses los “deberes del ciudadano”.
24
París. En 52 a. C. los romanos fundaron una ciudad con el nombre de Lutcia, a
ambas márgenes del río Sena, en el sitio en que antes se hallaba la aldea celta parisii,
y que posteriormente sería París.
25
La política del Gran Garrote, enunciada por Teodoro Roosevelt y aplicada en las
relaciones diplomáticas estadounidenses de principios del siglo XX. Legitimó el uso
de la fuerza en la política exterior de los Estados Unidos, derivando en intervenciones
políticas y militares.
26
Y por una buena razón, y por causa evidente.
27
Darío cita el discurso de Roosevelt en la feria estatal de Minnesota el 2 de septiem-
350 Rubén Darío
bre de 1901. En esa ocasión expresó la frase: “Speak soflty and carry a big stick; you
will go far”, que reinsertó en un discurso en Chicago de abril, 1903. Roosevelt, en
carta a Henry L. Sprague, fechada el 26 de enero de 1900, afirma que se trata de un
proverbio de África occidental, aunque no hay evidencia de este origen.
28
Suavemente en el modo, fuertemente en la cosa, o con suavidad en la forma pero con
energía en el fondo. Frase de Marco Favio Quintiliano (35-96), escritor hispanorro-
mano, quien la da como norma del éxito. Una variante igualmente latina (fortiter et
suaviter, con energía y con suavidad) indica una cualidad necesaria de quien ha de
gobernar y enseñar.
29
Barret Wendell (1855-1921), académico y escritor estadounidense. Profesor desde
1880 de la Universidad de Harvard, en donde recibió títulos honoríficos. Fue con-
ferencista en universidades europeas. Su cátedra de literatura norteamericana, como
objeto de estudio histórico-crítico sistemático, fue muy estimada.
30
John Morley (1838-1923), periodista, escritor y político liberal inglés. Autor de
obras histórico-biográficas, entre ellas Studies in Literature (1890), La vida de William
Ewart Gladstone (1903) y Literary Essays (1906).
Escritos políticos 351
31
Pluraliza los nombres del empresario industrial John D. Rockefeller (1839-1937) y
el financista Jay Gould (1836-1892), los hombres más ricos del mundo, para referirse
a los millonarios (“fieras de oro”) estadounidenses.
32
J. Ernest-Charles, literato francés, prologuista de la edición francesa de los Cuentos
americanos (Dramas mínimos) del venezolano Rufino Blanco Fombona.
33
Jean Bernard Joachim Izoulet (1854-1929), sociólogo y literato francés, profesor
de filosofía social en el Colegio de Francia, y autor de obras filosóficas. Tradujo con
madame Ferdnand de Faucigny-Lucinge La vie intense (1903) y escribió la introduc-
ción a la edición francesa de Ideal d’Amerique (1904) de Theodore Roosevelt.
34
Oliverio Cromwell (1599-1658) político inglés; como lord protector de Inglaterra,
Escocia e Irlanda, se desempeñó como el verdadero dictador de Inglaterra.
35
Jacques Bénigne Bossuet (1627-1704), téologo y escritor francés, defensor de la
teoría del origen divino del poder.
36
Rafael Merry de Val (1865-1930), monseñor. Había sido nombrado por León XIII
en 1900 arzobispo y presidente de la Pontificia Academia de Nobles Eclesiásticos, y
en 1903 Pío X lo nombró Cardenal, siendo Secretario de Estado (1903-1914) du-
rante su pontificado.
352 Rubén Darío
37
Gabriele D’Annunzio (1863-1938), aparatoso y brillante representante del deca-
dentismo italiano. Darío escribió sobre su obra y personalidad numerosas veces.
38
Edmond Rostand (1868-1918), poeta y dramaturgo francés. Alcanzó celebridad
con su drama Cyrano de Bergerac (1897).
39
Sombrerito.
Escritos políticos 353
40
Se refiere a Napoleón Bonaparte, quien —tras la derrota de los ejércitos france-
ses— por el tratado de Fontainebleau en 1814, abdica y es exilado en la isla de Elba,
donde permaneció casi un año, para regresar a París y emprender la Campaña de
Waterloo en 1815.
41
Samuel Langhome Clemens (1835-1910), era el verdadero nombre de Mark
Twain, escritor y humorista estadounidense. Muy apreciado por Darío, éste le dedicó
el artículo “Mark Twain” en La Nación, Buenos Aires, 18 de marzo, 1896.
354 Rubén Darío
1
La Nación, 6 de julio de 1914, p. 5. Rescatado por Günther Schmigalle, no se había
publicado anteriormente. Se trata de una entrevista.
2
En 1914, en la conferencia de Niagara Falls, las potencias del ABC (Argentina, Bra-
zil y Chile) trataron de solucionar la situación política de México y de impedir una
guerra entre México y los Estados Unidos, provocada por el incidente de Veracruz. A
través de sus esfuerzos de mediación, los representantes del ABC contribuyeron indi-
rectamente a la caída de Huerta y al fortalecimiento de Carranza como su sucesor.
3
Woodrow Wilson (1856-1924). En dos períodos ejerció la presidencia de su país:
de 1913 a 1921.
4
Joaquín Macías Sarria: amigo de Rubén Darío. Se conserva correspondencia entre
ambos. Nacido en León de Nicaragua, además de político y persona acaudalada, tuvo
afición literaria. Tal lo revela en su libro: 20 narraciones y una conferencia (León, Tip.
La Patria de Jerez Hermanos, 1936).
Escritos políticos 355
5
El tratado Chamorro-Bryan, suscrito en Washington el 5 de agosto de 1914.
356 Rubén Darío
El Nihilismo en Rusia1
1
Diario del Comercio, San José, Costa Rica, año I, núm. 18, 20 de diciembre, 1891,
p. 2, con el subtítulo “Conferencia del doctor Zambrana” y firmado con seudónimo
Petrovitch Darioff Faeiowski; lo rescató Pablo Steiner Jonas [comp.] en Intermezzo
en Costa Rica: estudio bio-bibliográfico sobre Rubén Darío 1891/2 (Managua, Gurdián,
1987, pp. 50-54).
2
Antonio Zambrana (1846-1922), patriota y escritor cubano, como se indicó en
nota correspondiente al artículo “La insurrección en Cuba”. A partir del grito de Yara
en 1868, se afilió al Partido de la Independencia. Desde entonces realizó campañas de
propagada a favor de esa causa en varios países, especialmente en Costa Rica.
362 Rubén Darío
lo hace más terrible y más funesto; un brazo fuerte que mantiene le-
vantada sobre las muchedumbres la bandera negra del más absurdo de
los fanatismos; el apoyo de una secta corrompida, anuladora del éxito,
que gira alrededor de los opulentos, de los poderosos, que sometida
con severidad hipócrita a la regla, siguiendo siempre la letra de sus
necios rituales, se olvida siempre de interpretar y seguir el verdadero
espíritu del Evangelio, de una secta, perseguida por la Iglesia Católica:
del sacerdocio griego.
3
Gérald de Nerval (1808-1855), escritor francés. Precursor como poeta de Baudalai-
re, Mallarmé y los surrealistas. Dos obras en prosa, donde predominan los elementos
fantásticos e irreales, se destacaron: Las hijas del fuego (1854) y Amelia (1855). Tras
sufrir ataques de locura se ahorcó en una calle de París.
Escritos políticos 363
Con este apoyo del clero, por un lado, con el baluarte de un millón
de soldados, bajo la más recta disciplina, por otro, y la cooperación de
los esbirros que penetran hasta en lo más recóndito del hogar, ese poder
es el más formidable poder brutal de la tierra: para todos se ofrece la
siniestra perspectiva de la Siberia, infierno no de llamas sino de hielos,
que reclama otro Dante, que lo describa con estrofas terribles. La más
leve sospecha conduce al patíbulo al más inocente, sin pruebas, sin
juicios, ni legales procedimientos; la morada del Czar es impenetrable;
guardado por los mayores recursos de vigilancia y de fuerza, allí está
arriba en su palacio imperial, mirado como un tesoro misterioso y sa-
grado; está en la cima, sobre la enorme masa popular; es casi Dios.
[La mirada velada y audaz del que sufre]
Pues bien, ante este Poder inmenso se levantará un día, la inmensa
miseria; delante la mirada olímpica y terrible del Czar, se alza la mirada
helada y audaz del que sufre; del que tiembla pero no de miedo, sino
de frío; del que desfallece, no de desaliento, sino de hambre. Un día
sobre aquel bosque de bayonetas, reforzado por un millón de espías,
se levantará la figura pálida del miserable; y ese espectro, esa debilidad,
ese harapo humano, dice al César pontifical sencillamente esta palabra:
“Nihil, Nihil”, es decir «nada». Nada en religión, nada en política, nada
en moral.
Una convulsión social de poderoso empuje agitó Europa: la Com-
mune y la Internacional hicieron eco a los generosos corazones rusos;
y comenzó en el seno de la sociedad abatida la formidable gestación:
apareció el nihilismo.4
4
El término nihilismo fue introducido en la literatura y luego en la lengua rusa
por el célebre novelista Iván Turguenev (1818-1883) a mediados del pasado siglo.
Turguenev calificó así a una corriente de ideas, y no a una doctrina, que se manifestó
entre los jóvenes intelectuales rusos a fines de 1850, y la palabra entró pronto en cir-
culación. Tuvo esa corriente un carácter esencialmente filosófico y, sobre todo, moral.
Su influencia quedó siempre restringida y nunca pasó más allá del intelectualismo.
Su actitud fue siempre personal y pacífica, lo que no le impidió estar animada de un
gran aliento de rebelión individual, de un sueño de felicidad para toda la humanidad.
No se extendió fuera del dominio de la literatura y de las costumbres, ya que ello era
imposible bajo el régimen de entonces. (...) Pero no retrocedió ante ninguna de las
conclusiones lógicas que formuló y procuró aplicar individualmente como regla de
conducta. Emancipación completa del individuo de todo cuanto atente a su indepen-
364 Rubén Darío
las otras artes y que gradúa y mira la hora del progreso, en el cuadrante
de oro del pensamiento humano.
Excusado es decir que casi a la terminación de cada período, el
orador fue universalmente aplaudido.
Como suponemos que continuarán las conferencias, desearíamos
que se cambiase de local. El del Palacio de Justicia es muy pequeño para
el objeto, y no permite la concurrencia de damas; las cuales también
desean oír la palabra del célebre orador.
Escritos políticos 367
Dinamita1
1
La Tribuna, Buenos Aires, 27 de noviembre, 1893; rescatado por E. K. Mapes en
Escritos inéditos de Rubén Darío, Op., cit. Ha sido anotado por Pablo Kraudy. Julio
Ycaza Tigerino comentó que en este ensayo Darío “se revela contra la copia política
hispanoamericana de la Europa moderna. Más adelante la emprende contra el so-
cialismo y el anarquismo. Se indigna con los filósofos anti-cristianos”. Y añade: “Su
reacción antirrevolucionaria no es propiamente política, es la del artista, y como tal
—él mismo lo explica— tiene principalmente un valor y un sentido estéticos; pero
obedece indiscutiblemente a una convicción íntima de carácter cutural y religioso”
(“La filosofía política de Rubén Darío”, en Lengua, núm. 11, marzo, 1996, pp. 20
y 21).
2
Probablemente se refiera al ganadero argentino Leonardo Pereira, fallecido en
1899.
3
Alude a la oleada de inmigrantes europeos que llegaron a Argentina, muchos de
los cuales eran anarquistas y socialistas, constituyendo más del 50 por ciento de los
trabajadores industriales de esa nación.
4
Enrique IV de Francia (1553-1610), conocido como El Grande. Su biógrafo Har-
douin de Péréfixe, en Historia de Enrique El Grande (1681), refiere que dicho rey, al
preguntarle el duque de Saboya por sus sentimientos hacia su pueblo, contestó: “Del
corazón de mi pueblo sé que conseguiré lo que quiera. En cuanto a mí, si Dios me
concede la gracia de vivir unos años más, quiero que no haya un campesino en mi
reino que no ponga cada domingo una gallina en su olla”.
368 Rubén Darío
5
Pseudónimo de Francoise Claudius Koënigstein (1859-1892), anarquista francés
muy conocido por sus atentados con dinamita. Se le evocaba como símbolo de la
revuelta en numerosas canciones de la época y en escritos de los anarquistas.
6
“Nuestro enemigo es nuestro maestro”. Se trata del verso penúltimo de la fábula
VIII —titulada “Le Vieillard et l’Ane” (“El viejo y el asno”)— del libro VI de Las
Fábulas del célebre poeta francés Jean de La Fontaine (1621-1695).
7
La ciudad argentina de Luján, a orillas del río del mismo nombre. Importante como
centro religioso y de peregrinaciones al santuario de la basílica de Nuestra señora de
Luján.
8
Dos de las consignas que hicieran famosas los anarquistas. La tercera: “Ni Amo”.
9
Friedrich Engels (1820-1895), filósofo alemán, colaborador de Marx en la creación
del marxismo.
10
Charles Darwin (1809-1882), naturalista inglés, autor de la teoría de la evolución
de las especies por selección natural; sin ser anarquista sirvió de fuente a las ideas
libertarias de estos.
11
David Friedrich Strauss (1808-1874), filósofo y teólogo alemán, autor de La vida
de Jesús (1835), en donde explica los milagros de los evangelios como una serie enca-
denada de mitos y, por tanto, sin valor histórico.
12
Ludwing Büchner (1824-1899), médico y filósofo alemán, materialista, reduccio-
nista y determinista, autor de Fuerza y materia. Estudios populares de historia y filosofía
naturales (1855). Difundió un darwinismo social.
13
Ludwing Feuerbach (1804-1872), filósofo materialista alemán, autor de La esencia
del cristianismo (1835), en donde formula un ateismo antropológico.
Escritos políticos 369
14
A fines del siglo XIX se consideró importante el estudio de la naturaleza como mo-
delo de configuración de las sociedad humanas. Esta extrapolación de la evolución al
pensamiento social influyó en Argentina. Anarquistas y socialistas la utilizaron como
justificación de la idea de cambio gradual.
15
Mikhaïl Bakounine (1814-1876), anarquista ruso, uno de los fundadores del so-
cialismo libertario. Sostuvo que la revolución social era el acto que destruía a Dios,
al Estado y al capitalismo, y permitía la construcción de una sociedad racional: el
colectivismo anárquico, que se conquistaría por la violencia.
16
Inscripción a la entrada del cementorio de la Commune Libre, de Berlín: “Tome
esta vida muy bien. No hay otra vida, no hay resurrección”. El cementerio fue abierto
en 1848.
370 Rubén Darío
17
Darío atribuye a San Pablo palabras correspondientes al capítulo V de la epístola
del apóstol Santiago (5: 1-4), probablemente por la afinidad de los contenidos (San
Pablo, Primera carta a Timoteo, 5: 18-19; 6: 9-10) y por citar de memoria.
18
Apodo que el pueblo francés dio a María Antonieta de Austria (1755-1793). A
su esposo, el rey Luis XVI de Francia, le decían “Monseiur Veto”, después que éste
aplicara el derecho al veto otorgado por la constitución de 1790. En efecto, vetó la
legislación de la nueva Asamblea Legislativa. Tras el derrocamiento de la monarquía
en 1792, ambos fueron ejecutados.
19
María Teresa Luisa de Saboya-Carignan (1749-1792), conocida como princesa de
Lamballe, al casarse con Luis Alejandro de Borbón (1747-1768), príncipe de Lam-
balle. Fue decapitada en 1792.
20
Carlos Marx (1818-1883), filósofo, economista, historiador y periodista alemán.
Es el autor político de mayor incidencia en el pensamiento social contemporáneo. La
Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) fue fundada por Marx en Londres en
1864 con el objetivo de unir a las organizaciones socialistas y comunistas del mundo.
Prolongó su existencia hasta 1876.
21
Enemigo mortal.
Escritos políticos 371
como que son cabezas de una misma hidra! Klemich dice a Becker:
“La nacionalidad es una ficción no solamente absurda sino peligrosa”.
Y el come-ricos de Hamburgo o de Barcelona siente como si fuese
en su propio pescuezo la soga que ahorca al anarquista de Chicago.22
Envídiase al potentado sus palacios, su lujo, su mesa, su mujer, y hasta
su obesidad, y sus dispepsias. La moral no existe, las clases no existen,
la propiedad no existe, la justicia no existe, Dios no existe. Y si existe,
¡dinamita con él!
[Abundan los ojos torvos, las grandes mandíbulas]
Los escritores ateos y sus filósofos explosivos que están repletos
de Darwin, no aplican seguramente a sus ejércitos de igualitarios la
ley de la selección. “Qué es la selección», dirá la palabra protestante,
«sino la herencia con todas sus consecuencias; desigualdades físicas,
intelectuales, morales y sociales?”. Si mis lectores han visto alguna vez
un congreso de socialistas, otros, ejusdem farinae,23 o junturas que los
representen, ¿no se han fijado en la expresión fisonómica de cada uno
de los ejemplares, o compañeros? Abundan los ojos torvos, las gran-
des mandíbulas, los rasgos marcadamente zoológicos; las señales de los
apetitos, los gestos codiciosos, las miradas reveladoras Acaba de ob-
servarlo mejor que ya Frank Duperrt. “Viendo pasar los cortejos y las
manifestaciones en favor de las reivindicaciones sociales, el pensador
y el creyente no pueden dejar de sentirse conmovidos y entristecidos
a la vez, de la poca inteligencia que reflejan casi todas las fisonomías,
Las fases testarudas y abobadas, limitadas, forman muy a menudo la
mayoría. Esos hombres pretenden que son la fuerza. Se engañan. No
son sino el número.”
Son el número en efecto, engrosado cada día más por la predica-
ción de los oradores de taberna que van a contagiar al obrero bueno y a
beberle la mitad del jornal, haciéndole soñar en una Jauja anarquista24
que debe llegar con el absoluto triunfo del Mesías llamado Democracia.
22
Alude a los sucesos trágicos de Chicago en 1886, que condujeron a la horca a varios
dirigentes anarquistas.
23
“De la misma harina”. Frase empleada en sentido negativo para establecer compa-
ración entre personas que tienen los mismos vicios y defectos.
24
Jauja, simbólicamente: sociedad paradísiaca, utópica; la sociedad libertaria aspira-
da por los anarquistas.
372 Rubén Darío
25
En la mitología germánica el Kobold es espíritu menor que vivía en cuadras, cuevas
y casas, efectuando las labores domésticas cuando sus dueños se ausentaban de sus
casas. A cambio de sus trabajos exigían un poco de leche y los restos de comida; pero
si al dueño de la casa se olvidaba de alimentarlos, se vengaban haciéndole toda clase
de maldades.
26
Personaje de la comedia shakesperiana Sueño de una noche de verano. Es “un pícaro
y bellaco duendecillo”.
27
Vorwärts: Adelante, publicación socialista, órgano del partido Socialdemócrata
Alemán (SPD), de la que fue director August Bebel (1849-1913), escritor y político
socialista. Con el mismo nombre se formó en Buenos Aires un club alemán (1886),
afín en filiación ideológica.
Escritos políticos 373
28
Étienne Cabet (1788-1856), reformista social francés, autor de El viaje a Icaria,
donde describe su ideal del Estado perfecto. En 1849, Cabet y sus seguidores emigra-
ron a Estados Unidos. Allí intentó poner en práctica su teoría fundando una comu-
nidad icariana en Nauvoo (Illinois).
29
Charles Pourier (1772-1837), filósofo francés, uno de los representantes del socia-
lismo utópico.
30
Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint Simon (1769-1825), filósofo francés.
También representante del socialismo y utópico.
31
Ferdinand Lasalle (1825-1864), entró en contacto con Marx, pero se distanció de
sus ideas, abogando por una táctica evolucionista, sustentada en la legalidad. Fue uno
de los teóricos de la socialdemocracia que el marxismo calificó de revisionista.
32
August Bebel (1840-1913) fue uno de los directores de Vorwärts.
33
Edmundo De Amicis (1846-1908), narrador y periodista italiano.
34
Pseudónimo de Caroline Rémy (1855-1929), socialista francesa. Fue la primera
mujer en ganarse la vida como periodista.
374 Rubén Darío
35
Pseudónimo de la novelista alemana Lodoiska von Blum (1841-1827). Probable-
mente la obra a la que Darío se refiere sea Die schwarze Käthe (1868).
36
Se refiere al atentado que días antes, el 7 de noviembre de 1893, se produjo en el
Teatro del Liceo de Barcelona, durante el segundo acto de la representación del Gui-
llermo Tell de Rossini. El anarquista aragonés de 29 años, Santiago Salvador Franch,
lanzó dos bombas “Orsini” en la platea del teatro, dando por saldo de 20 muertos y
27 heridos. Días antes, el 3 de noviembre, en el puerto de Santander había explotado
el mercante Cabo-Machichaco que en sus bodegas cargaba dinamita de contrabando,
causando 590 muertos y numerosos heridos. Difundidas en el mundo, incluyendo
los periódicos anarquistas argentinos (El perseguido, 11 de noviembre de 1893, “La
dinamita en acción - La gran noticia”), impactaron indudablemente en Darío al es-
cribir este artículo.
37
Probablemente Friedrich Wilhelm Christian Gerstacker (1816-1872), considerado
uno de los más importantes novelistas de aventuras alemanas del siglo XIX. Escribió
sobre sus viajes de América del Sur.
Escritos políticos 375
38
Catulle Mendès (1841-1909), escritor francés del parnasianismo. Fue modelo de
Darío en sus cuentos de Azul…
39
Gerhart Hauptmann (1862-1946): dramaturgo, novelista y poeta alemán. Prin-
cipal intérprete de la literatura naturalista alemana. Los tejedores (1892), su obra más
importante, es un drama de protesta social que narra la insurrección de 1844 que
protagonizaron los tejedores de lana de Silecia (Polonia).
40
Paul Schlenther (1854-1916): escritor, crítico y director de teatro alemán. Uno de
los pioneros del naturalismo.
41
En la mitología griega, antiguos espíritus o diosas de la tierra, identificadas con
las Erinnias, las tres diosas vengadoras del mundo inferior. Se les suele representar
con cabellera de serpientes y ojos inyectados en sangre. Motivo de una de las obras
dramáticas de Esquilo: Las Euménides.
376 Rubén Darío
42
Auguste Villiers de L’Isle-Adam (1838-1889): escritor francés, precursos del simbo-
lismo. Uno de los autores incluidos en Los Raros (1896) de Darío. El doctor Tribulat
Bonhomet, personaje de La extraña historia del Dr. Tribulat Bonhomet (1887), repre-
sentación del burgués positivista, “es un don Quijote trágico y maligno, perseguidor
de la Dulcinea del utilitarismo”, escribió Darío. “El banquete de los eventualistas”
es uno de los relatos de esta obra, publicado originalmente en Gil Bla; trata sobre la
amenaza del anarquismo y la propuesta de una medida simple para neutralizarla, con
la regulación de sitios nocturnos y expendios alcohólicos.
43
San Pablo: Primera carta a Timoteo, 6: 9. En texto bíblico, “lazo del diablo”, va-
riante debida a que cita de memoria.
Escritos políticos 377
44
Ibid., 6: 8
45
Alimento diario y regular.
378 Rubén Darío
1
La Nación, Buenos Aires, 23 de marzo, 1895, p. 3, col. 2-4. Su título completo es:
“John Bull for ever / £ 15,000 de indemnización. Nicaragua, pez chico. La opinión
norteamericana”. Rescatado por Erwin Mapes en Escritos inéditos de Rubén Darío…
[New York, Instituto de las Españas, 1938, pp. 142-146]. John Bull es la personifi-
cación y símbolo de Gran Bretaña. Apareció en 1712 en una serie de cinco folletos
reunida el mismo año como History of John Bull, creado por el médico, humanista y
erudito londinense, John Arbuthnot (1667-1735), difundiéndose desde entonces en
la obra de impresores e ilustradores británicos y de otras nacionalidades, entre ellos el
caricaturista político germano-estadounidense Thomas Nast (1840-1902), con quien
se popularizó cuando éste trabajó como diseñador de la revista neoyorquina Harper’s
Weekly.
2
John Wodehouse (1826-1902), primer conde de Kimberley y político liberal inglés.
Ocupó los cargos de Secretario de Estado para las colonias y Secretario de Relaciones
Exteriores, este último entre el 11 de marzo de 1894 y el 25 de junio de 1895. El 26
de febrero de este año Lord Kimberley dirigió a Modesto Barrios, Ministro de Nica-
ragua, el mencionado ultimátum.
3
Aplicación rubendiariana de la locución francesa “por fás o por nefás”: una alte-
ración de la locución latina “fas atque nefas” o “fas nefas” (lo lícito y lo ilícito, lícita
o ilícitamente, a todo trance). Por unas cosas o por otras, por las buenas o por las
malas.
Escritos políticos 379
4
Revista neoyorquina de política estadounidense, publicada de 1857 a 1896, por la
empresa Harpers & Brothers. Tuvo una amplia circulación.
5
William Lindsay Scruggs (1836-1912), publicista, abogado y diplomático esta-
dounidense. Escribió sobre la política exterior de los países de América del Sur y de
América Central. Fue embajador de Estados Unidos en Colombia y Venezuela.
380 Rubén Darío
6
Tory es un término antiguo, originalmente despectivo —procede del irlandés thai-
ride o tóraighe, bandolero— con el que se denominaba a quien pertenecía o apoyaba
al partido conservador inglés; en el siglo XIX, pese a la renovación ideológica de éstos,
el término continuó empleándose en la política inglesa.
Escritos políticos 381
en una estrecha faja del país “entre los ríos de Beliza y Honda”. Mas
estipulóse expresamente que este permiso de cortar madera de cons-
trucción no debía interpretarse de ningún modo como derogación de
la absoluta soberanía de España sobre el territorio nombrado, y para
dar a eso mayor eficacia, el gobierno inglés se obligó a demoler cuales-
quiera fortificaciones que los súbditos británicos hubiesen erigido y a
prohibirles la creación de nuevas.
Difícil habría sido hacer más claro y explícito el lenguaje de este
tratado. El fin manifiesto fue quitar de una vez y para siempre del
medio cualquier derecho o apariencia de derecho que la Gran Bretaña
hubiese tenido a la soberanía y dominio en cualquiera parte de la Amé-
rica Central. Y así lo entendieron ambas partes. Pero a la vuelta de algu-
nos meses, Inglaterra comenzó a alambicar los términos “Continente
Hispano-Americano”, empleados en el tratado. Reclamó el derecho de
interpretar a su modo estas palabras y “de determinar por considera-
ciones prudenciales”, ¡si la costa de Mosquitos quedaba incluida en esa
descripción general!
[El tratado de 1786]
Esto condujo al tratado supletorio de 1786, que declaró que “los
súbditos de S. M. británica debían de una vez y sin excepción evacuar,
no sólo todo el territorio de Mosquitos, sino también toda la América
Central, inclusive hasta las islas adyacentes”. Se concedió todavía a los
súbditos británicos el privilegio de cortar caoba, mas con la estipula-
ción expresa de que el territorio para el cual se otorgaba este permiso,
era “indisputablemente reconocido como perteneciente de derecho a
la corona de España”. Y para reforzar esto, se prohibió a los súbdi-
tos británicos, suministrar “armas y pertrechos de guerra” a los indios
mosquitos o cualquiera otra tribu de aborígenes que se hallase en la
América Central. Menos de ocho meses después, se llamó a discusión
este último tratado en la cámara británica de los lores. Se propuso “des-
convenir de los términos del tratado”, proposición que fue negada por
19 votos contra 5. Pendiente la discusión, que duró varios días, ambos
partidos reconocieron francamente que el tratado, tal cual estaba, “re-
quería que la Gran Bretaña de una vez y para siempre evacuase todo el
territorio de Mosquitos”. Acerca de ese punto no hubo más leve dife-
rencia de opinión, pero el tratado quedó sin mudanza.
382 Rubén Darío
7
Firmado el 19 de abril de 1850, establecía la neutralidad de los Estados Unidos e
Inglaterra ante la comunicación interoceánica a través del istmo centroamericano.
Ambas potencias renunciaban a ejercer derechos exclusivos sobre un futuro canal en
el Río San Juan, y proponían no ocupar Nicaragua, ni Costa Rica ni la Mosquitia. El
tratado ponía fin temporalmente a su rivalidad y encontrados intereses.
Escritos políticos 385
8
Henry John Temple, tercer vizconde de Palmerston (1784-1865), estadista británi-
co. Ocupó varios cargos en el gobierno de su país, incluyendo el de Primer Ministro
en dos ocasiones.
9
Lord John Russell (1792-1878), político liberal británico. Ejerció varios cargos,
entre ellos Primer Ministro de 1846 a 1852.
10
John Crampton (1805-1886), diplomático inglés, Ministro en Estados Unidos
de 1852 a 1856. Firmante del tratado Webster-Crampton, entre Estados Unidos e
Inglaterra, el 30 de abril de 1852.
Escritos políticos 387
11
Cestshwayo o Cetewayo (c. 1832-1884), último rey independiente de los zulúes
(Este de Sudáfrica). Se alió a los ingleses. En 1878, tras desobedecer la orden del Co-
misionado Británico para Sudáfrica, Sir Henry Bartle Frere, de deshacer su ejército,
fue invadido, depuesto y exilado en Londres. En un intento fallido por contener una
guerra civil iniciada en 1882 entre las fracciones de los zulu, se le permitió regresar en
1883 como rey, pero con poca autoridad y sin ejército.
388 Rubén Darío
1
Revista Nueva, Madrid, II, 1ª serie, número 22, 15 de septiembre, 1899, pp. 149-
155. Descubierto y anotado por Noel Rivas Bravo, quien lo resume: “Primera pu-
blicación no recogida en ninguno de sus libros ni en las colecciones de sus escritos
dispersos. En este artículo, a pesar de su galofilia, manifiesta [Darío] su desencanto
por el antisemitismo del pueblo francés en el affaire Dreyfus” (“Rubén Darío y la Re-
vista Nueva”, en Boletín de la Dirección General de Bibliotecas, Hemerotecas y Archivos,
núm. 6, 1996, p. 42.
2
Ferdinand Esterhazy, el verdadero culpable, que se habla refugiado en Londres.
3
Libertad, Igualdad, Fraternidad.
Escritos políticos 389
4
El general Auguste Mercier (1833-1920) quien calificó a Dreyfus de traidor y lo
mandó a detener.
5
Henry Rochefort (1831-1913), periodista, nacionalista, antidreyfus, fundador de
L’Intransigeant.
6
Se refiere al escándalo financiero de la construcción del canal de Panamá, que llevó
a la cárcel y al suicidio a varios de sus protagonistas.
7
Félix Vallotton (1865-1925), pintor y xilógrafo francés.
8
Francois Coppée (1842-1908), poeta y escritor, nacionalista, católico, fundador
de la Liga de la Patria Francesa. Nótese la ironía de Rubén al citar esta obra donde
Coppée canta el amor y la piedad hacia los pobres, pero al mismo tiempo era un
furibundo antidreyfus.
390 Rubén Darío
9
Maurice Barrés (1862-1923) escritor y político, nacionalista defensor del ejército,
autor del Culto al Yo.
10
Anatole France (1844-1924) apoyó a Émile Zola en el caso Dreyfus y al día si-
guiente de la publicación del J’Acusse, firmó la petición que pedía la revisión del
proceso. Devolvió su Legión de Honor cuando le fue retirada a Zola. Según él Zola
era el portavoz de la conciencia humana.
11
Francois Bazaine (1811-1888), Comandante y Mariscal francés a quien se debió la
derrota de la Guerra Francoprusiana y por la cual fue condenado a muerte.
12
Léon Bloy (1846-1917), uno de Los Raros.
Escritos políticos 391
Madrid1
1
La Nación, Buenos Aires, 6 de febrero, 1899, con los títulos: “En Madrid. Viñetas
callejeras. Risas y lágrimas. Buscando el buen camino. Relaciones hispanoamerica-
nas. Homenaje a la verdad. ‘Saudades’ de Buenos Aires”. Incorporada por su autor a
España contemporánea (París, Garnier Hermanos, 1901, pp. 21-31). Las notas se han
tomado de la edición crítica de esta obra, preparada por Noel Rivas Bravo (Managua,
Academia Nicaragüense de la Lengua, 1998).
2
Con esta expresión, Leandro Fernández de Moratín bautizó a la Villa y Corte de
Madrid en su famoso poema “Fiesta de toros”.
3
Entre los clásicos españoles “el más fuerte de todos”, según Darío en “Palabras limi-
nares” de Prosas profanas (1896).
4
Darío confundió la estatua del almirante don Álvaro de Bazán, obra de Mariano
Benlliure, ubicada en la Calle de la Villa, con don César de Bazán, personaje de Ruy
Blas (1838) de Víctor Hugo.
392 Rubén Darío
5
Seudónimo de Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882), autor de Escenas ma-
tritenses (1842).
6
“Wamba” rey visigodo que reinó en España desde 672 hasta 680.
7
Sainetes líricos de R. Chapí y J. Jiménez respectivamente.
8
“Cilla” y “Xaudaró”, caricaturistas de la revista Blanco y Negro.
9
Se refiere al Tratado de París firmado el 10 de diciembre de 1898, que obligaba a
España a conceder la independencia a Cuba y a ceder Puerto Rico y las Filipinas a
Estados Unidos de Norteamérica.
10
Moneda de escaso valor.
11
Something in rotten in the state of Denmarke: verso del acto 1, escena IV, del Hamlet
de Shakespeare.
Escritos políticos 393
12
Ana, hermana de la reina Dido, esperaba que la llegada de Eneas a Cartago propi-
ciaría su florecimiento y grandeza. Darío utiliza esta referencia de la Eneida (Canto
IV) de Virgilio, para ilustrar la situación conflictiva de España.
13
Con esta construcción alegórica Darío señala la indiferencia del pueblo madrileño
ante el desastre nacional. El oso y el madroño son las figuras del escudo de Madrid;
Trimalción es el prototipo del advenedizo en la obra El satiricón de Petronio, autor
conocido como el “árbitro de la elegancia” en la Corte imperial romana.
14
Versos pertenecientes al poema “Miserere”, incluido en la obra Gritos del Combate
(1875) de Gaspar Núñez de Arce.
15
Carlos I de España y V de Alemania.
16
María Cristina de Habsburgo y Lorena, Reina Regente y madre de Alfonso XIII.
394 Rubén Darío
17
El cardenal Francisco Jiménez de Cisneros y el conde duque de Olivares.
18
El futuro y la educación del rey Alfonso XIII, que entonces era un niño enfermo
y débil, fue motivo de preocupación entre los intelectuales de la época.(Véase más
adelante el cap. “El Rey”). El cardenal Richelieu fue primer ministro de Luis XIII y el
cardenal Dubois maestro y hombre de confianza de Luis XV.
19
Cánovas del Castillo fue asesinado cuando ejercía de Presidente del Ministerio-
Regencia(1897) por el anarquista Miguel Angiolillo, quien así vengaba las torturas
de sus compañeros en la cárcel de Montjuich. Darío, que había cultivado su amistad,
recodaría su intento de conseguirle trabajo y naturalizarlo español (Vida, cap. XXVI).
También rememoró uno de sus encuentros en el art. “Cánovas del Castillo” incluido
en Cab.
Escritos políticos 395
20
Darío tuvo poca estimación por la obra de don José Echegaray (1882-1916) hasta
el punto de firmar el famoso manifiesto de protesta por habérsele concedido el Pre-
mio Nobel en 1904.
21
Agustina Otero Iglesias (1868-1965), más conocida por Carolina Otero y La Bella
Otero, fue una famosa artista, bailarina y cantante, que conquistó París y tuvo a sus
pies a príncipes y emperadores. Darío, que la admiraba, escribió de ella: “Entre las
bellezas de París, la española Otero se impone quizá demasiado imperiosamente; su
grande y firme anatomía se fija en gestos duros; hay en ella rudeza y violencia; ver-
dadera reina, se piensa que Teodora no pudo olvidar sus bajos aborígenes” en el art.
Triné” recogido en Parisiana.
22
En el acto III, escena VI del Hernani de Víctor F1ugo, Ruy Gómez de Silva, ante
la galería de retratos de su familia, defiende ante el futuro Carlos 1, el honor de su
linaje y el suyo propio. Jean-Louis Forain (1852-1931) es el caricaturista francés,
396 Rubén Darío
25
El millonario de origen piamontés Guazzone.
26
“Frecuenté la legación argentina, cuyo jefe era entonces un escritor eminente, el
398 Rubén Darío
doctor Vicente G. Quesada” en La vida de Rubén Darío escrita por él mismo (cap. L).
27
En este año Darío le dedicó un soneto al diplomático boliviano: “A Moisés Azca-
rrunz. Y para sus hermanos muertos en el campo de batalla” (Madrid, 1899). En La
vida de Rubén Darío escrita por él mismo le llama nuestro querido Ministro (cap. LI).
28
Julio Burell (1859-1919) fue un famoso polemista que se caracterizó por su prosa
enérgica, retórica y vibrante. Es el ministro que aparece en Luces de bohemia de Valle
Inclán.
Escritos políticos 399
29
En el artículo “María Guerrero” publicado en La Nación el 12 de junio de 1897 y
reproducido en francés con el título “Les lettres hispano-américaines. María Guerre-
ro” en Revue Blanche, XVII, septiembre-diciembre, 1898.
30
Pegasos de Pegaso: en la mitología griega el corcel de las Musas símbolo de la
inspiración.
31
Darío se refiere a los representantes de la crítica miope y academicista, quienes,
como “Clarín” (seudónimo de Leopoldo Alas) y Antonio de Valbuena mantuvieron
una actitud negativa en contra de las innovaciones modernistas.
400 Rubén Darío
32
Rafael Altamira (1866- 1955) desarrolló una intensa actividad docente y literaria
defendiendo a ultranza la unidad nacional por encima de regionalismos individua-
listas.
33
Luis Taboada (1848-1906) periodista que se destacó como autor de artículos cos-
tumbristas humorísticos.
34
Francisco A. de Icaza, escritor y secretario de la legación mexicana a quien Darío
le dedicó en esta época el poema “Cosas de Cid”; “Fornos” fue un famoso café lugar
de tertulia de los modernistas.
35
Verso de una famosa canción popular francesa recogida en El misántropo (Acto 1,
escena II) de Moliére (1622-1673); de allí, seguramente, Darío lo tomó.
Escritos políticos 401
Un meeting político1
4 de octubre de 1899
HE ASISTIDO hace pocas noches a un meeting republicano. Sabía
que la concurrencia sería numerosa, y procuré llegar a tiempo, para no
perder en ese acto ninguno de los hechos y gestos del “pueblo sobera-
no”. Nuestro compañero Ladevese,2 uno de los organizadores, me ha-
bía conseguido un puesto de prensa. Allí me senté, cerca de un francés
y un ruso. Era enorme aquel hervor humano. Todo el circo de Colón
lleno, y por las entradas, la aglomerada muchedumbre hacía imposible
que penetrase la gente que todavía quedaba en las calles cercanas. No
gusto mucho del contacto popular.
La muchedumbre me es poco grata con su rudeza y con su higiene.
Me agrada tan solamente de lejos, como un mar; o mejor, en las com-
parsas teatrales, florecida de trajes pintorescos, así sea coronada del fri-
gio pimiento morrón. Esta gente republicana, debo declarar que estaba
con compostura, a la espera de los discursos, y cuando la campanilla
presidencial se hizo oír, el silencio fue profundo.
El presidente, hombre de años, y sin duda de respetabilidad, inicia
su alocución de apertura, con cierta gravedad, y luego, a la bonne fran-
quette, como habla con cierta dificultad, se explica: “Estos dientes no
son los míos, y por eso...” El buen pueblo está contento. Se encarga a
un pésimo lector las cartas recibidas de personajes extranjeros. El pobre
hombre mutila a Goblet y le convierte en mumsiú René, y no hay me-
dio de que oiga al soplón que al lado le corrige: Clemansó, Clemansó; él
sigue impertérrito: Cle-men-ceau, Cle-men-ceau.3 El público protesta,
1
Publicada en La Nación el 20 de noviembre de 1899 con el título “Un meeting re-
publicano”. Crónica del meeting celebrado el 29 de septiembre de 1899 a las 8 de la
noche en el Circo Colón en conmemoración de la Revolución de septiembre de 1868
y con el objetivo de sellar los lazos de unión entre los republicanos españoles.
2
Erneste Lavedese, corresponsal de La Nación en Madrid y político republicano
español.
3
El tono irónico de esta crónica se justifica por el menosprecio que sintió Darío por
la política y los politiqueros. Aquí se refiere a la ignorancia de los mismos incapaces
de pronunciar correctamente el nombre y el apellido de los dos políticos de la izquier-
402 Rubén Darío
y un años pasó el puente a la cabeza del ejército, el que hoy lo pase lo pasará
al frente de un pueblo!
5
Darío recuerda la irónica respuesta de Hamlet a Polonio en el acto II, escena II, del
Hamlet de Shakespeare.
6
El Motín, diario satírico ilustrado de José Nakens, que se caracterizaba por su “an-
ticlericalismo de brocha gorda”.
Escritos políticos 405
21 de febrero de 1900
LA SOCIEDAD Unión Ibero-Americana trabaja en estos momentos
para que se celebre un Congreso, que denomina social y económico, y
al cual concurrirían las repúblicas americanas y España con objeto de
estrechar y aumentar las relaciones sociales comerciales. Con Congreso
o sin Congreso, ya era tiempo de ocuparse en este asunto. La situación
en que se encuentra la antigua Metrópoli con las que fueron en un
tiempo sus colonias no puede ser más precaria. La caída fue colosal. Las
causas están en la conciencia de todos. La expansión colonial de otras
naciones contrasta, al fin de la centuria, con las absolutas pérdidas de la
que fue señora de muchas colonias. Después del desastre, recogida en
su propio hogar, piensa con cordura en la manera de volver a recuperar
algo de lo perdido, ya que no en imposibles reconquistas territoriales,
lo que pueda en el terreno de las simpatías nacionales y de los mercados
para su producción. Reconocido está ya, que la culpa de la decadencia
española en América no ha sido, como en verso, obra “del tiempo”.2
1
La Nación, Buenos Aires, 25 de marzo, 1900. Darío lo incorporó a su España
contemporánea (París, Garnier Hermanos, 1901, pp. 366-375). Tomado de Rubén
Darío: España contemporánea. Introducción, selección y notas de Noel Rivas Bravo.
(Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua, 1998, pp. 376-383).
2
Rivas Bravo, a quien pertenecen las notas de esta crónica, observa que por el con-
texto Darío podría aludir al verso 40 de la “Epístola satírica y censoria contra las
costumbres presentes de los castellanos” de Quevedo.
408 Rubén Darío
3
Francisco Navarro Ledesma (1869-1905), autor de una biografía de Cervantes
editada el año de su fallecimientos. Darío le dedicó su “Letanía de Nuestro Señor
Don Quijote”.
4
“Les conquerant de l’or” (“Los conquistadores de oro”), título de una sección del
poemario Les Trophées (1893) de José María de Heredia (1842-1905).
5
Escritor argentino. Publicó El régimen colonial (1898)
6
Darío se refiere a la obra de Juan de Mariana: Historia General de España. La conti-
nuación de Miñano y el complemento hasta 1848 por Ortiz de la Vega (1847-48).
7
Charles Weisse, autor de España desde el reinado de Felipe II hasta el advenimiento de
los Borbones (1846) obra citada ampliamente en esta crónica.
Escritos políticos 409
8
Moreau de Jonnes: apellidos del escritor Alexandre César, autor de Estadística de
España (1834).
9
Las industrias artísticas antiguas de Sevilla (1899).
10
Tomás Moncada, autor de la obra Suma de tratos y contratos.
11
Tommaso Campanella (1568-1639), exégeta de la monarquía española por consi-
derarla modelo de sus concepciones políticas. Su obra De la monarquía en España se
publicó en 1608.
410 Rubén Darío
12
Gonzalo Céspedes y Meneses, autor de la obra Historia apologética.
13
Alusión a la obra de Mignet: Negociaciones relativas a la sucesión de España.
14
Jerónimo de Ustariz, autor de Teoría y práctica de comercio y de marina.
Escritos políticos 411
las familias nobles y las devastaciones anuales de las campiñas por los
ganados trashumantes. Muchos daños se debieron al “honrado Conce-
jo de la Mesta”.15
El oro americano, como antes he apuntado, fue ponzoñoso para el
movimiento industrial peninsular. La baja de los metales fue de cuatro
quintas partes en un siglo; y el aumento de la mano de obra causó el
alza de valor en la producción fabril.
Se desdeñaron los productos naturales de las tierras americanas,
dejando que se aprovecharan de ellos mercaderes de Inglaterra y Ho-
landa, y fijos tan sólo en el codiciado producto de las minas.
A poco —dice Weiss— dejaron las fábricas de la Metrópoli de abaste-
cer las necesidades de las colonias, porque eran pocos los obreros y escasea-
ban las primeras materias. Las colonias —agrega— suministraban bastante
oro para permitir a los fabricantes continuar sus trabajos, aunque lo caro de
los jornales les impidiese introducir sus productos en Francia, Italia y otros
puntos de Europa. Para esto hubiera sido necesario que procurase España
satisfacer las demandas de las colonias e hiciese imposible el comercio de
contrabando; pero, ¡quién había de creerlo!, los españoles tuvieron por una
calamidad el trueque de los productos de la industria nacional por el oro del
Nuevo Mundo, y le atribuyeron la repentina alza de todos los artículos de
primera necesidad. Hubieran querido que América les remitiese sus metales
preciosos sin llevarles en cambio los objetos fabricados en su país.
El comercio con América desde aquellos tiempos fue tratado con
singular error; en los comienzos hubo libertad de tráfico entre España
y sus dependencias. Carlos V puso algunas trabas y Felipe II ordenó
un porcentaje de salida, el 5, y otro de llegada, el 10, a las mercancías
para las Indias. El aumento del llamado almojarifazgo fue un golpe
más. En América aumentaba el contrabando de otras naciones, y se dio
el caso que cita Humboldt, de que los mineros de América comprasen
de tres a cuatro mil quintales de pólvora anualmente en los almacenes
del Reino, en tanto que la sola mina valenciana consumía de 19.500 a
19.600.
En tiempo de Felipe III, hasta 1612, bajaron tanto las rentas, que
el quinto de las minas de Potosí, Perú y Nueva España, con otras en-
tradas de América —2.272.000 ducados, fuera de gastos—, estuvieron
15
Congregación de pastores y dueños de ganado.
412 Rubén Darío
1
La Nación, 29 de abril, 1900. No fue incluido por su autor en España contempo-
ránea. Lo rescató Noel Rivas Bravo en su edición crítica de esa obra, pero no pudo
anotarla. Darío dedicó al tema otra crónica: “Diplomacia hispanoamericana en Euro-
pa” (La Nación, 21 de julio, 1911), divulgada por Gilberto Bergman Padilla en Darío
diplomático (Buenos Aires, Embajada de Nicaragua, 1997, pp. 93-99). En ambas,
Rubén critica a ciertas representaciones hispanoamericanas en Europa.
Escritos políticos 417
2
El Marqués de Lorenzana.
3
Antonio José de Irisarri (ciudad de Guatemala, 1786 – Nueva York, 1868), político,
poeta, narrador y ensayista. Como diplomático representó a Chile en Inglaterra y a
Guatemala, y El Salvador en Estados Unidos.
4
Manuel María de Peralta (Cartago, 1847 - París, 1930), diplomático e historiador
costarricense. Representó a su país en Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda, Alema-
nia y la Santa Sede.
5
Fernando Cruz (1845-1902), diplomático y político guatemalteco, además de ju-
rista, crítico y poeta. Representó a su país en Estados Unidos, Alemania, Inglaterra
y Francia.
418 Rubén Darío
6
Julio de Arellano y Arróspide, ministro de España en Costa Rica, amigo de Darío
durante su estada en ese país.
7
Leopoldo Cano (1844-1934), poeta y dramaturgo español. Autor de Saetas
(1887).
Escritos políticos 419
aquí por ahora acéfala. Lo propio pasa con la de Costa Rica cuyo jefe
es el señor M[anuel] M[aría] de Peralta.
El señor de Peralta, hace mucho tiempo acreditado en Madrid, es
persona grandemente relacionada en la corte, y su casa ha sido punto
de reunión de la intelectualidad y de la diplomacia. El señor de Peralta
es marqués; pero sólo por cierto mundo europeo. Jamás su corona ha
sido vista por un latinoamericano... Es también casado con una dama
de la alta nobleza francesa, una Gontaut-Birón.8 Dedicado a estudios
históricos, ha publicado varios libros interesantes, memorias y colec-
ciones de documentos (Costa Rica, Nicaragua, Panamá) copiados de los
archivos de Indias y de Simancas.
La República Dominicana tiene por representante a un caballero
de nacionalidad española, según entiendo; el señor J. L. de Escoriaza.
Ministro del Paraguay es el señor Eusebio Machain, el cual reside
casi siempre en París. Bolivia tuvo hasta hace poco su legación a cargo
del señor Moisés Ascarrunz.
Muchas simpatías dejó este caballero en el mundo de las letras y de
las artes y es uno de los que han contribuido a deshacer, así sea en parte
muy pequeña, la creencia general en antipatías y odio a los españoles
de parte de los americanos.
Venezuela tiene un encargado de negocios, el señor Bernabé Planas.
El Uruguay y demás repúblicas, no tienen hoy legaciones. Pero aún se
recuerda al que fue ministro de la República Oriental, al señor Zorrilla
de San Martín,9 afable, meridional, poeta, incansable para la oratoria;
nuestro champión continental en las fiestas colombinas del 92.
[La expansión fuera del imperialismo anglosajón no es un sueño]
Era ya tiempo de que las naciones americanas de habla española se
conociesen, se estimasen, se relacionasen y uniesen más entre sí, y que
este vínculo se extendiese, con positivo interés, hasta la tierra española.
8
Jeanne de Clérembault, en cuyo album Darío había escrito su poema “Blasón”,
incluido en Prosas profanas (1896). Ella poseía tres títulos nobiliarios: condesa de
Clérembault, marquesa de Gontaut-Birón —el que más usaba— y duquesa de Cas-
tellalara.
9
Juan Zorrilla de San Martín (1855-1931), poeta y escritor uruguayo. Se consagró
con Tabaré (1888), obra culminante del romanticismo hispanoamericano.
Escritos políticos 421
Azaroff1
1
La Nación, 4 de marzo, 1905, pp. 4-5. Rescatado por Günther Schmigalle en Cró-
nicas desconocidas. Op., cit, pp. 363-373. Las siguientes notas son de su autoría.
2
Mieczyslaw Goldberg, conocido como Mécislas Golberg (1868-1907), escritor
anarquista de origen polaco que, en sus libros poéticos (Lazare le Ressuscité, Lettres
à Alexis, Prométhée repentant) y en sus textos teóricos (Intuitions sociales, De l’esprit
dialectique y La Morale des lignes) “anunció el reino de la paz de los contrarios, lla-
mados a equilibrarse en un conflicto sin fin que se acepta como el indicio mismo del
ser humano, como principio de su vitalidad creadora”. Saint-Georges de Bouhélier lo
describe de la siguiente manera: “Golberg, un judío emigrado de Polonia que con su
cara terriblemente huesosa y cadavérica tenía el aspecto de un resucitado y hacía so-
ñar con un Lázaro salido de su tumba”. Apollinaire lo veía como “el hombre a quien
le debemos algunos de los libros más altos y más emocionantes de nuestro tiempo”,
mientras que su ex-compañera Berthe Charrier, madre de su hijo Mécislas Charrier,
que fue guillotinado en 1922 por haber participado en un asalto a un tren, lo ha lla-
mado “intelectuel apache” y “miserable impostor”. Darío conoció a Golberg casi por
casualidad, según cuenta en una de las crónicas rescatadas por Barcia.
3
En la Plaza del Odeón, París, donde Golberg impartió en 1901 conferencias so-
bre pintura, poesía y teatro simbolistas. Darío asistió, por lo menos, a una de ellas,
acompañado de un amigo israelita, como lo registra en su crónica “París / Hombres,
Hechos, Ideas” fechado el 3 de abril de 1901 y aparecida en La Nación, Buenos Aires,
3 de mayo del mismo año. Vale la pena transcribir algunos de los quince párrafos que
le dedica: “Monseiur Goldberg es un revolucionario, víctima de sus ideas, expulsado
del país del Zar, estudioso y lleno de ciencia, a pesar de que está en lo más fuerte de
la juventud. Sus Cahiers, son interesantísimos, personalmente, es un tipo distinguido
y simpático, muy modesto, y alejado de los centros del bulevar y aún de las revistas
independientes en donde sus ideas encontrarían vida (…) Goldberg es escuchado con
el más absoluto silencio por un público que se cuida escasamente de las fórmulas.
Unos fuman su pipa, otros con el sombrero puesto escuchan, saboreando de cuando
en cuando sus bocks o sus cafés. / Goldberg, en un discurso agradable y nutrido de
ideas, presenta rápidamente el espectáculo singular de la obra de [Gustave] Moreau,
obra incomprensible y de excepción. Hace la psicología del artista y concluye con una
bella síntesis”. (Escritos dispersos de Rubén Darío, II, Op., cit., pp. 94 y 95)
Escritos políticos 423
4
Darío alude al verso “Roule, roule ton flot indolent, morne Seine” (“Nocturne
parisien”, de Verlaine).
5
Máximo Gorki (1868-1936), escritor ruso, naturalista y revolucionario. “Gorki,
antes de cumplir los treinta años, era comparado a Tolstoi y a los más grandes litera-
tos rusos, y sus obras se traducían a todos los idiomas, alcanzando tiradas envidiables.
El antiguo vagabundo se había convertido en un personaje, pero no abandonó del
todo sus hábitos, lo que no dejó de censurársele, pues si bien para algunos esto era un
rasgo de sinceridad, para otros no pasaba de ser una postura para aumentar su popu-
laridad. Paralelamente a su actividad literaria, Gorki se dedicó también a la política,
defendiendo las ideas más radicales, las mismas que en sus obras, por lo que sufrió
numerosas persecuciones” (Enc. Univ., t. 26, p. 719). “He aquí un autor cuya boga
es ciertamente justa; este ruso que viene después de Gogol, después de Turgueneff,
después de Tolstoï, después de Dostoieuski. Su nombre, recién descubierto, resuena y
va por toda la tierra civilizada, de otro modo que las recientes importaciones polacas,
ya en baja de moda y en las librerías. Este autor es un exótico y un sincero” (Rubén
Darío, “Máximo Gorki”, La Nación, 10 de febrero de 1902; luego incorporado en su
libro Opiniones, 1906).
6
“En París es innato le goût du vice; casi todos los hombres son el marqués de Priola,
424 Rubén Darío
cuando no el marqués de Sade, y casi todas las mujeres la parisienne de Henri Becque,
cuando no Manon Lescaut” (Blanco-Fombona, Camino de imperfección, p. 219).
7
Las noticias se refieren a la revolución rusa del año 1905: “En febrero de 1904
estalló la guerra ruso-japonesa. La derrota rusa tuvo un efecto revulsivo en la opi-
nión pública. Tal como había sucedido medio siglo antes en ocasión de la guerra
de Crimea, el sistema autocrático zarista quedó en entredicho, como claro culpable
del retraso del país y de la ineficacia de sus ejércitos. Una manifestación pacífica fue
duramente reprimida el 22 de enero (9 de enero según el calendario juliano) de 1905
en San Petersburgo y, como reacción, la ola de violencia y protestas se extendió por
las zonas industriales y las naciones oprimidas de occidente. Nicolás II se vio obligado
a promulgar una constitución, que estableció una asamblea, o Duma” (Enc. Hisp., t.
13, p. 41).
8
En realidad, el zar no estaba en el palacio de Invierno de San Petersburgo: “se había
quedado en su palacio de Tsarskoe Selo, a media hora de viaje de la capital” (Ascher,
The Revolution of 1905, t. 1, p. 92).
9
El 22 de enero de 1905, una manifestación de decenas de millares de obreros,
conducidos por el pope Gapon, se dirigió al palacio de Invierno (residencia del zar)
en San Petersburgo. El objetivo era elevar una petición al zar solicitando mejoras en
las condiciones de vida y unos embrionarios cambios políticos. El ejército disolvió
violentamente la manifestación con un saldo de centenares de muertos. El llamado
“domingo de sangre” desacreditó completamente el régimen zarista de Rusia; este día
murió la “leyenda del zar” (Volin, op. cit., t. 1, p. 91). Cf. “La crisis política y social
de Rusia – Estado de sitio – Revolución en San Petersburgo – Los obreros en las calles
– En marcha hacia el palacio del zar – Las tropas contienen al pueblo – Colisiones
sangrientas – Muertos y heridos – Oradores populares – Levantamiento de barrica-
das”, La Nación, 23 de enero de 1905.
Escritos políticos 425
10
Georgij Aleksandrovič Gapon, o Gapony (1870-1906), sacerdote y revolucionario
ruso, líder de los obreros de San Petersburgo y protagonista de la manifestación polí-
ticorreligiosa del 22 de enero de 1905 (“domingo de sangre”).
11
María Antonieta (1755-1793), reina de Francia. Decimoquinta hija de los empe-
radores de Austria, María Teresa y Francisco I. En 1770 contrajo matrimonio con el
delfín de Francia, Luis, que subió al trono en 1774 con el nombre de Luis XVI. No
obstante, la nueva soberana de Francia nunca tuvo a su marido en gran estima, y mu-
cho menos estuvo enamorada de él. Mujer frívola y voluble, de gustos caros y rodeada
de una camarilla intrigante, pronto se ganó fama de reaccionaria y despilfarradora.
Ejerció una fuerte influencia política sobre su marido y, en consecuencia, sobre todo
el país. En 1781 tuvo a su primer hijo varón, y a partir de entonces residió en el pala-
cio independiente de Trianon. Dejó de recibir en audiencia a la nobleza, acentuando
la animadversión de las clases altas hacia su persona. Ignoró la crisis financiera por la
que atravesaba el país y desautorizó las reformas liberales de Turgot y Necker. No tuvo
contemplaciones con las masas hambrientas que se concentraban ante el palacio de
Versalles y envió contra ellas a sus tropas. El pueblo siempre pensó que su reina servía
a los intereses austríacos. Puso al rey contra la Revolución, y fue apoyada en sus ideas
monárquicas por Mirabeau y Barnave. Rechazó las posibilidades de acuerdo con los
moderados y procuró que el rey favoreciese a los extremistas para enconar aún más la
lucha. Al parecer, deseaba que estallase el conflicto bélico entre Francia y Austria, es-
perando la derrota francesa. En 1792 fue detenida y encarcelada junto con Luis XVI
en la prisión del Temple. La Convención ordenó la ejecución del soberano el 21 de
enero de 1793, mientras ella era trasladada a la Conserjería y separada de sus cuatro
hijos. Condenada a la pena capital, murió en la guillotina el 16 de octubre de 1793.
12
Por “Yasnaia Poliana”, la finca en la cual nació León Tolstoi (1828-1910) y donde
pasó la mayor parte de su vida.
13
“Nicolás II no es malo, está lleno de buenas intenciones; pero es de mente estrecha
y de carácter sumamente débil. Con sus buenas intenciones, no sostenidas por una
energía suficiente, hará más mal a Rusia que su padre con su mezquina obstinación
reaccionaria” (Guglielmo Ferrero, “Pequeños recuerdos de un viaje a Rusia —Los
cosacos y los popes— Un juicio sobre el zar”, La Nación, 19 de mayo de 1901).
426 Rubén Darío
14
Alejandro II Nicolajewitch (1855-1881), el abuelo —no el padre— de Nicolás II,
zar de Rusia que inició una política de reformas. “Entre las importantes reformas de
orden interior que realizó figuran la abolición de la servidumbre, puesta en vigor des-
de 1862, la reforma en la administración de justicia y la nueva organización militar.
... En los momentos en que iba a dar una Constitución a Rusia y crear una Cámara
consultiva, sucumbió víctima de un atentado nihilista en 13 (1.°) de marzo de 1881
al trasladarse desde el cuartel Miguel al Palacio de Invierno; cerca del canal Catalina
fue herido por una bomba de dinamita, y al cabo de hora y media murió en el Palacio
de Invierno”.
15
Por “Non”.
16
Cuando Luis XVI, rey de Francia, volvía – como habitualmente – de la caza al
atardecer del 14 de julio de 1789, anotó con su acostumbrada pedantería las piezas
cobradas. Debajo de “otros sucesos” escribió lacónicamente: “Sin novedad.” Poco
después se presentó ante Su Majestad el duque François-Alexandre de La Roche-
foucauld-Liancourt para darle un excitado parte de los acontecimientos de París: el
pueblo había conquistado la ciudadela de la corona, la Bastilla. “¿Se trata, pues, de
una rebelión?” preguntó el rey. El duque respondió: “No, sire: es una revolución”.
17
El 28 de julio de 1904, en San Petersburgo, una bomba arrojada por Egor S. Sa-
Escritos políticos 427
y por otro, se hace fusilar por los seides19 de la más absurda tiranía en
pleno siglo XX!
[La sangre derramada en la guerra y la sangre de los obreros se
juntan para la conciencia rusa]
¡Y esa riqueza y ese robo y ese peculado de arriba ante la miseria y
los sufrimientos de abajo; y esa ignorancia y ese fanatismo provechoso
a quien no solamente es el monarca absoluto, sino también el papa,
el jefe espiritual y sacrocesáreo de tantos millones de hombres! Y esos
grandes duques borrachos, que vienen a hacer escándalos a casa de Ma
xim, a los hoteles de la Riviera, esos venturosos haraganes que desde que
nacen tienen millonadas de rublos, honores, consideraciones, respeto...
¿Cuántos de esos Vladimiros y Cirilos andan a la cabeza de las tropas
allá donde los infelices soldados están muriendo sin saber casi por qué,
y a los que no se les da más consuelo que iconos y bendiciones?
La sangre derramada en la guerra y la sangre de los obreros se jun-
tan para la conciencia rusa, que no ve más que una causa, la secular
oligarquía que había de desaparecer al empuje de la Revolución rusa.
Por más que murmuren los incrédulos, ya se verá en todo el mundo el
resplandor que brotará de la ardiente hoguera de la Revolución rusa...
Yo me voy; otros compañeros se van. Vamos exponiendo la vida; pero
hay que cumplir con su deber. Aquí en París, en otras partes de Europa,
en Estados Unidos, tenemos focos organizados que alentarán de dife-
rentes guisas el impulso.
No ha de pasar mucho tiempo sin que grandes acontecimientos re-
velen a la humanidad que el pueblo ruso no es un pueblo muerto. Allá
serán capaces de matar a unos cuantos directores; matarán a Gorki, por
19
Seide (sustantivo masculino), “secuaz fanático, singularmente por opiniones de
secta religiosa o política. Es voz que no figura en el Diccionario de la Academia, y es
más bien neologismo. Según parece, la introdujo en la lengua francesa Voltaire, alu-
diendo a Seid, esclavo de Mahoma, nombre que dió a un personaje de una tragedia
histórica otomana, a quien caracteriza como tipo del asesino fanático. Parece que
en alguno de los dialectos árabes significa también partidario, seguidor ó adepto de
una creencia determinada, heterodoxa generalmente”. Del sustantivo francés séide,
“persona que manifiesta una entrega ciega y fanática hacia un maestro, un jefe, un
partido, una secta”. La tragedia aludida de Voltaire es Le fanatisme, ou Mahomet le
prophète (1742), donde aparece el personaje de Zayd, inspirado por un personaje his
tórico, Zayd ibn Hārita, esclavo liberado e hijo adoptivo de Mahoma.
Escritos políticos 429
La anarquía española1
1
La Nación, Buenos Aires, 28 de julio, 1905. Se reprodujo por primera vez, de
acuerdo a copia fotográfica del Archivo General de la Nación, Managua, en Rubén
Darío: Textos socio-políticos. (Presentación de Francisco Valle. Selección y notas de
Jorge Eduardo Arellano. Managua, Biblioteca Nacional, 1980, pp. 41-44). Günther
Schmigalle la ha incluido y anotado en Rubén Darío: Crónicas desconocidas, 1901-
1906 (Managua, Academia Nicaragüense de la Lengua; Berlín, edition tranvía-Verlag
Walter Frey, 2006, pp. 433-438).
2
Alejandro Sawa (1862-1909), escritor español, representante de la bohemia finise-
cular. Amigo de Darío a partir de 1893, cuando se conocieron en París. Murió ciego
y en la miseria.
3
Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), considerado “el padre del anarquismo”. Au-
tor de Qu’est-ce la propieté (1838) y de Avertisement aux propiétaires (1842)
4
Mijaíl Alexándrovich Bakunin (1814-1876), fundador de la Hermandad interna-
cional y de la Alianza democrática socialista. Principal adversario de Marx dentro de
la primera Internacional.
Escritos políticos 431
5
Francisco Pi y Margall (1824-1901), político e intelectual español. Al constituirse
la primera República Española, fue designado presidente el 8 de junio de 1873; pero
dimitió el 18 de julio a causa de las presiones del ala más intransigente de su partido.
Al disolverse la República en 1874, se dedicó a escribir entre otros libros: La Repú-
blica de 1873 (1874), Las Nacionalidades (1876), el primer volumen de una Historia
general de América (1878), La Federación (1880), Las luchas de nuestros días (1884) y
Observaciones sobre el carácter de don Juan Tenorio (1886).
432 Rubén Darío
6
Teobaldo de Nieva: Química de la cuestión social o sea organismo científico de la revo-
lución: pruebas deducidas de la ley natural de las ideas anárquico-colectivistas (Madrid,
Ulpiano Gómez, 1886).
434 Rubén Darío
7
Se publicó en Manresa, cerca de Barcelona, el 16 de agosto de 1872 como portavoz
de la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT). A partir del 11 de julio de
1881 comenzó a publicarse en Madrid, con el subtítulo Eco del proletariado, para
defender las ideas federalistas y anarco-colectivistas.
8
Fermín Salvochea (1842-1907), “el más misterioso” y “el más alto y preponderante
de los anarquistas españoles” —según Darío en su crónica “La Anarquía Española.
Intelectualidad y acción” (La Nación, 1° de octubre, 1905), rescatada por Günther
Schmigalle en Crónicas desconocidas, Op. cit., pp. 445-451. La semblanza que traza
de él se la debe a un “antiguo burócrata que ha tenido siempre ensueños republica-
nos; mas en ciertos momentos, cuando habla de Salvochea, su espíritu flota en un
reverie romántica…”. Periodista, políglota, conspirador, médico y filósofo, Salvochea
se consagró a difundir sus ideas como “un indomable ácrata que ha sacrificado la
posición social, la fortuna, todo lo que la mayoría de las gentes apetece, por seguir
lo que él juzga digno de esos sacrificios: la utopía de la felicidad humana” (Crónicas
desconocidas, Op. cit., p. 45)
Escritos políticos 435
1
La Nación, 3 de julio de 1910, p. 6, col. 3-5. Incorporado posteriormente a Todo al
vuelo (Madrid, Renacimiento, 1912, pp. 183-193). Lo ha anotado Pablo Kraudy.
436 Rubén Darío
2
Uno de los candidatos socialistas en las elecciones de diputados de 1910 en Francia.
Desde la última década del siglo XIX, juzgándose dudosos los resultados de la vía
insurreccional, al igual que los atentados anarquistas, los socialistas habían empezado
a optar por la participación electoral y parlamentaria. Para entonces, el partido so-
cialista se había convertido en un partido de masas de ámbito nacional y una opción
gubernamental de izquierda. La Asamblea Nacional estaba compuesta por el Senado
(300 miembros) y la Cámara de Diputados (597 miembros). La Sección Francesa de
la Internacional Obrera (SFIO), como se le conoció entonces, obtuvo 75 diputados
en 1910; en 1906 había obtenido 52.
3
Uno de los candidatos conservadores en las elecciones de diputados de 1910 en
Francia.
4
Probablemente una derivación que Darío efectúa del francés tartempion, término
despectivo para aludir a alguien, fulano.
Escritos políticos 437
5
En Argentina, Paraguay y Uruguay, esquirol; en Chile, Cuba y Perú, persona que
no tiene voluntad ni iniciativa propia.
6
Edificio que alberga la Asamblea Nacional francesa; fue construido por Louise
Françoise de Bourbon, entre 1722 y 1728.
7
Pasaje bíblico referido en los Evangelios (Mateo 21: 12-13, Marcos 11:15-17, Lucas
19: 45-46 y Juan 2: 14-16): en Jerusalén, Jesús expulsa a los mercaderes del templo
de Dios.
8
Literalmente entera disposición y darle las gracias. Expresión medieval francesa que
significa estar destinado a ser explotados. Los siervos estaban sometidos a grandes
tributos, y tenían que estar agradecidos de sus señores.
438 Rubén Darío
9
tout à été pour le mieux dans le meilleur des mondes: todo era de lo mejor en lo mejor
de ambos mundos. Se trata de una paráfrasis de François-Marie Arouet (1694-1778),
escritor y filósofo francés, conocido como Voltaire (“Tout est pour le mieux dans
le meilleur des mondes posibles”: todo es para el mejor en el mejor de los mundos
posibles, Cándido, 1759), quien, asimismo, criticando el optimismo filosófico de
Gottfried Whilhelm Leibniz (1646-1716), lo parafraseaba. Leibniz había acuñado la
frase “le meilleur des mondes posibles” en Essais de Théodicée sur la Bonté de Dieu, la li-
berté de l’homme et l’origine du mal (Ensayos sobre la teodicea, en relación con la bondad
de Dios, la libertad del hombre, y el origen del mal, 1710).
10
Alphonse Allais (1854-1905), popular escritor y periodista francés, de pluma mor-
daz y humorística, famoso por sus ocurrencias.
440 Rubén Darío
dora de los 15.000 francos por diputado, tan difícil de hacer tragar a
los electores. No he leído que se amenacen las libertades y los derechos
más sagrados; que se aumenten cada año, por la superchería y el de-
rroche, los gastos, la deuda y el déficit; que por el abandono y por la
incuria se desorganice la defensa nacional; que se tenga toda suerte de
complacencias con los directores de huelgas y agitadores revoluciona-
rios; que haya impotencia para reprimir en la administración el desor-
den y la anarquía; que se va, por pretendidas reformas, contra todos los
intereses, como si la prosperidad nacional, el comercio y la industria
pudieran resistir por siempre a tan repetidos golpes.
En cuanto a los candidatos nuevos, a cualquier partido a que per-
tenezcan, sus franquezas me son sospechosas. Los unos, en efecto, con-
servadores o nacionalistas, exponen programas que radicales completos
no desaprobarían. Llevados por una manera de respeto humano, hacen
concesiones a aquéllos mismos cuyos principios rechazan, con tal de
lograr los votos. Los otros, los del socialismo, prometen al pueblo, que
en el fondo no pide tanto, una libertad tan completa, una justicia tan
perfecta, una felicidad tan grande, que no se ve del todo, pues no saben
los mismos parlanchines de esas verbales añagazas cómo van a edificar
ese paraíso en donde los franceses de mañana van a danzar, en un placer
sin límites, un delicioso perpetuo cake-walk.11
***
Esa falta de sinceridad de parte de los candidatos, no va, en último
análisis, sin su falta de respeto para el elector. No os diré una novedad
si os digo que el respeto no consiste en muestras exteriores de deferen-
cia, o en la expresión de fórmulas de urbanidad. Respetar a alguien, es,
11
cake-walk: danza afroestadounidense que se puso de moda en París desde los días
de la Exposición Universal en 1900. Surgió como una forma de entretenimiento
entre los esclavos de las plantaciones del sur de Estados Unidos a mediados del si-
glo XIX, llamándosele de esa manera porque se premiaba con un pastel (cake-walk,
paseo del pastel) a la pareja que mejor la ejecutaba. Darío se refirió a esta danza en
varios escritos, particularmente en “Cake walk” (La Nación, Suplemento Semanal
Ilustrado, Buenos Aires, 19 de marzo de 1903), compilado por Alberto Ghiraldo y
Andrés González-Blanco en Páginas de arte (vol. IV de las Obras completas de Rubén
Darío) en donde, luego de considerarlo una de las manifestaciones de la “expansión
universal” yanqui, indica: “”La cosa, que ya triunfa en Londres, pasó a París, y he ahí
lo que hoy se baila en teatros y salones del país del minué…”.
Escritos políticos 441
12
Otro candidato… Norte: ironía de Darío a candidatos que, con fines propagan-
dísticos, formulan propuestas al margen de las posibilidades reales. El Tratado de
Frankfurt, acuerdo firmado entre Francia y Alemania en Frankfort el 10 de mayo de
1871 mediante el cual se establece la paz tras la guerra franco-prusiana; los términos
de dicho tratado resultaban pesados para Francia: perdió tres departamentos que
formaban parte de Alsacia y del norte Lorena, pagó una indemnización de 5,000
millones de francos-oro y permitió que las tropas germanas desfilaran triunfalmente
en París. Theodore Roosevelt (1858-1919), Presidente de Estados Unidos (1901-
1909), Premio Nobel de la Paz en 1906; desarrollo una política exterior beligerante
e intervencionista denominada Big Stick (Gran Garrote), aplicada en Panamá (1903)
para adquirir el territorio del canal. El Corolario Roosevelt (1904), que llevó a la
práctica, plantea que Estados Unidos actuaría como una fuerza policial internacional,
particularmente en América Latina.
13
charge: en inglés sería carga; no obstante, el sentido empleado por Darío procede
del portugués, que él mismo indica: caricatura política. Se denominó así cierta cari-
catura escultórica cuyo precedente se encuentran hacia 1831 en Francia, y que atrajo
la crítica hasta el Salón de 1840; representaban, con un sentido de crítica, a perso-
najes del mundo de la política y el arte. Los charges tuvieron continuidad en Francia
durante el primer tercio del siglo XX. Previo al escrito de Darío, en 1908, se había
montado un Salón de Humoristas.
Escritos políticos 443
14
Comité… escoged!: Darío ilustra una campaña en que, manipulando la información
y descalificando la imagen del adversario, se pretende inducir al elector. En ese mo-
mento, Maurice Barrés (1862-1923) era un novelista y político conocido, miembro
de la Cámara de Diputados desde 1889, nacionalista y defensor de los intereses de
Francia frente a los abusos de los países vecinos. Paul Cloarec, miembro de la Marina
francesa, Director de la Ligue Maritime Française, escritor y político, publicó Idées
modernes. Essai de politique positive (1912), La renaissance de notre marine marchande
(1919).
444 Rubén Darío
15
Rostand: Edmond Rostand (1868-1918), dramaturgo francés, famoso por su Cyra-
no de Bergerac (1897). En 1910 una de sus obras, Chantecler, resultó un sonado fraca-
so. Uno de los estudios de Opiniones (1906), Darío lo dedica a este autor.
16
candidat malhereux dans le neuvieme arrondissement: desafortunado candidato del
noveno distrito. De haber sido el señor Valantin Moyse candidato en las elecciones de
1910, esta crónica que Darío envió a La Nación habrá sido escrita en el transcurso de
la campaña electoral, ya que inicia previo a las votaciones (la votaciones se realizarían
el 24 de abril), concluye con una declaración de un candidato perdedor, y el artículo
se publica el 3 de julio.
17
Vous… nouveautés: Usted me ha ilustrado, me ha indicado claramente que no
tenía nada que hacer en la política. Yo, por lo tanto, como en el pasado, continuaré
cuidando la publicidad de las novedades del almacén.
Escritos políticos 445
Contenido
Preludios contextuales
1. ¿Por qué?.................................................................................99
2. El Hierro.............................................................................. 102
3. Los Miserables / los “gueux” franceses,
los “tramps” yanquis, y los “atorrantes” argentinos................ 104
4. Reflexiones de año nuevo parisense....................................... 115
5. La cuestión de los canales..................................................... 123
6. La Guerra............................................................................. 135
I. Nicaragua
7. Un presidente que sube y otro que se va .............................. 139
8. La obra de Zelaya y su caída ................................................ 144
9. Los asuntos de Nicaragua..................................................... 156
10. Refutación al Presidente Taft.............................................. 166
11. El fin de Nicaragua............................................................. 180
II. Centroamérica
12. La Unión Centroamericana................................................ 187
13. Páginas de La Unión........................................................... 192
14. Epílogo de la Historia Negra............................................... 200
15. Bronce al Soldado Juan....................................................... 207
16. [José María] Reina Barrios.................................................. 211
17. Doctor [José María] Castro................................................ 214
18. Centroamérica.................................................................... 218
446 Rubén Darío
III. Latinoamérica
19. Elección, gobierno y caída de José Manuel Balmaceda.........225
20. Prólogo a La Mercurial de Montalvo................................... 239
21. Él [Artigas]......................................................................... 243
22. La insurrección en Cuba..................................................... 247
23. La administración Gómez en Cuba.................................... 257
24. De la influencia del pensamiento alemán en la
América española................................................................ 274
25. Shakespeare en la política hispano-americana
[Bernardo Reyes]................................................................ 280
V. Europa
37. El Nihilismo en Rusia........................................................ 361
38. Dinamita............................................................................ 367
39. John Bull for ever!.............................................................. 378
40. El Cristo de los ultrajes....................................................... 388
41. Madrid............................................................................... 391
42. Un meeting político........................................................... 401
43. Congreso social y económico ibero-americano.................... 407
44. El cuerpo diplomático hispanoamericano........................... 416
45. Azaroff............................................................................... 422
46. La anarquía española.......................................................... 430
47. La comedia de las urnas...................................................... 435