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INTRODUCCIÓN
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ASPECTOS BOTÁNICOS
Las plantas de pitahaya están conformadas por un tallo xerofítico, filocladio,
triangular y suculento de color verde que asume las funciones fotosintéticas;
estos tallos presentan tres aristas, son cóncavos a los lados, con areolas en sus
bordes, las cuales tienen grupos de espinas de 2 a 4 mm, consideradas como
hojas modificadas. En la parte superior de las areolas emergen las ramificacio-
nes y las flores puesto que el meristemo areolar produce yemas vegetativas o
reproductivas después que las espinas han finalizado su crecimiento. Las ramas
son de crecimiento erecto y pedúnculo colgante. La característica más impor-
tante de los tallos de pitahaya es su carácter flexuoso, no solo por su crecimien-
to longitudinal, sino por el grosor. La zona de espesor variable la constituye el
xilema, el cual es grueso cerca de la raíz y disminuye hacia el ápice. El floema
ocupa la porción angosta. Cuando la planta está completamente hidratada, el
agua constituye el 90 a 94% del tallo. El sistema radicular se encuentra poco
desarrollado, está constituido por una raíz principal poco profunda, las raíces
secundarias son muy ramificadas y superficiales, además de raíces adventicias
que se producen sobre los lados planos de los tallos, que al desarrollarse pene-
tran en la tierra y adquieren características de raíces normales (Rodríguez et
ál., 1993; CCI, 1998; García, 2003).
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A B
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Variedades de pitahaya
Los estudios taxonómicos han permitido establecer diferencias y definir al-
gunas variedades (Becerra, 1987). Sandoval (1990) y la Corporación Colombia
Internacional (1998) señalan que en Colombia existen numerosas especies de
pitahaya en estado silvestre y domesticadas, entre las cuales sobresalen las
frutas amarillas de pulpa blanca, las frutas rojas de pulpa blanca y las frutas
rojas de pulpa roja.
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Nutrición
En el aspecto nutricional, en 100 g de su parte comestible, la pitahaya contie-
ne 54 Kcal, 89,4 g de agua 1,2 g de proteínas, 0,4 g de grasa, 15 g de carbohidra-
tos, 0,8 g de fibra, 0,6 g de cenizas, 0,36 mg de tiamina, 0,04 mg de riboflavina,
0,2 mg de niacina y 25 mg de ácido ascórbico; asimismo, contiene 50 mg de
sodio, 8 mg de calcio, 30 mg de fósforo, 0,6 mg de hierro, 339 mg de potasio y
200 mg de magnesio en la pulpa y las semillas (Becerra, 1986; FAO, 1996).
Metabolitos secundarios
Los metabolitos secundarios son considerados como los compuestos químicos
sintetizados por las plantas, que cumplen funciones no esenciales en ellas; por
tanto, su ausencia no implica atrofia en su desarrollo, ya que no intervienen en
el metabolismo primario.
En la pitahaya existe una amplia gama de estos compuestos considerados de
importancia en la medicina e industria, entre los que se destacan:
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Cactina (hordenina)
Algunas especies de Cactáceas contienen los alcaloides cactina (hordenina)
y tiramina, ambos con propiedades antisépticas. La hordenina (3,4,5-trime-
toxi-B-fenetilamina) es una tetrahidroisoquinolina. Se ha comprobado que la
hordenina muestra una acción inhibitoria en un espectro amplio de bacterias
resistentes a la penicilina, específicamente contra 18 de cepas de Staphyloco-
ccus aureus y una especie de hongos imperfectos. La hordenina tiene una ac-
ción pseudodigitálica sin riesgo de acumulación; por consiguiente se usó como
cardiotónico y estimulante nervioso, sin causar los efectos secundarios ocasio-
nados por la esparteína y la digital, empleadas con el mismo propósito. También
se ha empleado en el tratamiento de la angina de pecho, la coronaritis, las
palpitaciones y la insuficiencia cardiaca congestiva.
Saponinas
Las saponinas triterpénicas o esteroideas son glucósidos que, con el agua,
producen una sustancia jabonosa de la cual se pueden extraer algunas saponi-
nas, hormonas esteroideas como cortisona, testosterona y progesterona (Bravo,
1978).
Pectinas
La sustancias pécticas son muy comunes entre los frutos de las cactáceas,
principalmente en tunas y pitahayas (Treviño, 2000; Le Bellec et ál., 2006).
Para extraer los colorantes y las pectinas se pueden procesar los contenidos de
la cáscara y la pulpa de la pitahaya, que corresponden a pigmentos de amplia
gama de tonalidades desde el rojo (betalainas) hasta los pigmentos amarillos
(betaxantinas). Los aminoácidos y aminas son los precursores de betalainas (Ku-
gler et ál., 2006); estos pigmentos son hidrosolubles, con buenas característi-
cas tecnológicas para ser utilizados en productos lácteos, bebidas, confitería
y helados. La importancia biológica de estos pigmentos radica en que pueden
presentar actividad antibacterial y antiviral, y ser marcadores taxonómicos.
Treviño (2000) reporta el hallazgo de betaxantinas en 100 g de pulpa de pi-
tahaya, las cuales reúnen las propiedades bromatológicas adecuadas para la
elaboración de productos alimenticios.
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PLAGAS Y ENFERMEDADES
Becerra (1990) y Merten (2003) reportan que, en las primeras plantaciones,
el cultivo de la pitahaya mostró su rusticidad; a medida que se incrementa-
ron los cultivos, se fueron presentando problemas de plagas y enfermedades
que actualmente requieren mayor control. La presencia de numerosos insectos
plaga se ve afectada por la aparición de algunos patógenos que inciden en la
producción de la fruta generando preferencias en los cultivos.
Plagas
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Parapilocrosis sp.
Son larvas que, en los dos primeros instares son gregarias y roen la superficie
de la punta de la penca, lo que origina exudaciones gomosas. Posteriormente,
se separan y penetran el tallo para consumir el parénquima acuoso, dejando
intacta la epidermis. Empupan dentro del tallo y pueden causar la muerte del
rebrote y también del tallo al penetrar en la médula. Se ha presentado en cul-
tivos de pitahaya amarilla en los municipios de La Mesa, Cachipay y Anolaima
(Cundinamarca); sin embargo, también afecta la pitahaya roja y se cree que
esta especie es el huésped primario del insecto, ya que sobre ella se presenta
un ataque y un daño más severo que sobre la pitahaya amarilla, lo cual genera
la pudrición de la fruta (Zenner, 1990).
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colombica Guerin, Atta laevigata Smith y Atta sexdens, que causan daños en
tallos y frutos (Sandoval, 1990; USDA, 2002).
Pieris sp.
Se considera una larva masticadora de la semilla vegetativa y los tallos (San-
doval, 1990; USDA, 2002).
Áfidos
Afectan la sanidad de la flor y la fruta. Generalmente, son transmisores de
virus, son fácilmente controlados (Merten, 2003).
Moluscos
Causan daño en la fase de semillero y permiten la entrada de hongos (San-
doval, 1990). Se han reportado las especies Milax gagates (Draparnaud) y Milax
sp., asociadas a los daños ocasionados en frutos y tallos (USDA, 2002). También
se han reportado más de 20 especies que causan daños a tallos, frutos, flores y
raíces (USDA, 2002).
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MEJORAMIENTO CONVENCIONAL
Polinización cruzada
Se recomienda realizar la polinización manual con variedades autoimcompa-
tibles para garantizar la formación y el peso adecuado de los frutos. En flores de
Hylocereus spp., H. polyrhizus y H. costaricensis se evaluó la autopolinización;
con la polinización cruzada también se observó una alta producción de frutos
(100%) en diferentes especies. La polinización cruzada entre clones de S. me-
galanthus condujo a la formación de un gran número de frutos. Clones de Hylo-
cereus undatus y S. megalanthus podrían producir frutos sin la participación
de vectores de polen, aunque la producción de frutos es ligeramente inferior
comparada con la polinización manual (Weiss et ál., 1994). La fuente del polen
influye en el peso de los frutos, fenómeno conocido como metaxenia (Mizrahi
116
et ál., 2004). Por ejemplo, en especies de Hylocereus, los frutos obtenidos por
polinización cruzada con otras especies de Hylocereus spp. fueron significati-
vamente más pesados que los frutos obtenidos por autopolinización, lo cual es
relevante si se tiene en cuenta que el peso de las frutas está correlacionado
positivamente con el número de semillas viables en término de calidad (Weiss
et ál., 1994; Mizrahi, 2004; Merten, 2003).
Tel-Zur et ál. (2005) han realizado cruces entre Hylocereus polyrhizus di-
ploide (2n = 22), y Selenicereus megalanthus tetraploide (3n = 33), obtenien-
do híbridos triploides y aneuploides. Los frutos de estos híbridos combinan la
atractiva apariencia de los frutos de Hylocereus con el delicioso sabor de frutas
S. megalanthus.
Weiss et ál. (1994) y Metz et ál. (2000) elaboraron un protocolo para el al-
macenamiento a largo plazo de polen, logrando un contenido de humedad del
5 a 10%, al ser almacenado a bajas temperaturas por un tiempo aproximado de
nueve meses, teniendo en cuenta que el polen es más viable en el momento de
la apertura de flores.
Autopolinización
Muchas de las variedades de Asia (principalmente Hylocereus undatus) se
autopolinizan; algunas son autógamas y forman el fruto sin la participación de
un vector de polen. Weiss et ál. (1994) reportan que Selenicereus megalanthus,
es decir la pitahaya amarilla, es autógama. Las anteras, el estigma y las flores
están a la misma altura. En California se han encontrado algunas variedades de
Hylocereus sp., que tienen morfología floral similar a la pitahaya amarilla; si es-
tas variedades son autocompatibles, se puede obtener el fruto sin polinización
manual. La mayoría de las variedades autógamas del género Hylocereus corres-
ponden a variedades de H. undatus de Asia. Pocas especies de frutos rojos de
Guatemala son autocompatibles y posiblemente autógamas (Weiss et ál., 1994).
Cultivares híbridos
Los cruces realizados entre especies de Selenicereus megalanthus (tetraploi-
des) y especies de Hylocereus, H. undatus y H. polyrhizus (diploides) se con-
sideran como un importante aporte para la obtención de híbridos. Los cruces
de S. megalanthus x H. undatus dieron lugar a hexaploides viables e híbridos
6x aneuploides en vez de triploides; no se han obtenido verdaderos híbridos.
El diámetro del polen de S. megalanthus (tetraploide) varía ampliamente, lo
que indica la presencia de gametos no divididos, mientras que en H. undatus
el polen es muy uniforme, generando una frecuencia extremadamente baja de
gametos no divididos. Este hallazgo sugiere que los hexaploides pueden for-
marse por duplicación de los cromosomas después de la formación del zigoto
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híbrido triploide sin la fusión de gametos no divididos de las dos especies (Tel-
Zur, 2003).
Variabilidad genética
Mizrahi et ál. (2004) realizaron cruces entre especies de Hylocereus y Sele-
nicereus observando la posibilidad de obtener parcialmente híbridos fértiles en
F1; la relativa similitud de secuencias sugieren una estrecha relación genética
entre estos dos taxones. Las especies de Hylocereus son diploides (2n = 22) y S.
megalanthus es alotetraploide (2n = 4x = 44) derivado de la hibridación natural
entre dos taxones diploides estrechamente relacionados. Hylocereus sp. podría
ser uno de los progenitores diploides de S. megalanthus (Lichtenzveig et ál.,
2000; Mizrahi et ál., 2004).
La pitahaya es una de las frutas exóticas que aún no han sido domesticadas;
sin embargo, se han seleccionado variantes genéticas relacionadas con mejorar
el tamaño de los frutos, aumento de los azúcares, facilidad de propagación ve-
getativa, partenocarpia, pérdida de espinas, pérdida de autoincompatibilidad,
resistencia a las plagas y aumento de productividad, calidad, y almacenamiento
y vida útil. Las técnicas moleculares tienen la posibilidad de aumentar la eficien-
cia de la selección a través de marcadores moleculares y la inserción de cada
uno de los genes a través de la tecnología transgén (Janick, 2004; Janick, 2007).
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SISTEMAS DE PROPAGACIÓN
La pitahaya se propaga sexual y asexualmente mediante esquejes o injer-
tos; aunque la semilla presenta buen poder germinativo, no es recomendable,
puesto que la planta procedente de semillas tiende a degenerarse. Además, el
desarrollo es muy lento, el peciolo vegetativo es prolongado y la fructificación
puede tomar hasta tres años para comenzar la producción (Becerra, 1986).
Propagación vegetativa
Es el sistema empleado para la propagación comercial de cultivos de
pitahaya. La multiplicación por esquejes consiste en cortar un brote, una rama
o el extremo del tallo en segmentos de 25 a 30 cm de largo, provenientes de
tallos que tengan por lo menos dos años de edad y que cumplan condiciones
óptimas de adaptación, sanidad, vigor y producción, y de frutas grandes bien
formadas y dulces (Becerra, 1987). Se desinfectan con fungicidas y se dejan en
la sombra, en un sitio seco, hasta que haya cicatrizado la herida, luego de 24
horas aproximadamente. Estos esquejes deben ser sembrados, conservando la
polaridad, en suelos de textura francoarcillosa (Bayona, 1991).
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Su desarrollo bajo cobertizo a media sombra los primeros dos meses es fa-
vorable para el desarrollo de las plantas. Transcurridos cuatro meses, el cre-
cimiento de las plantas es adecuado para el establecimiento de los cultivos
comerciales.
Sistemas In Vitro
Los sistemas in vitro permiten establecer estrategias para incrementar la
producción y la rentabilidad de las especies que se propagan vegetativamente,
así como para lograr la eficiencia de las plantas en cultivos agronómicamente
importantes.
Cultivo de meristemos
El cultivo de meristemos ha sido utilizado en la horticultura para la elimina-
ción de patógenos específicamente virus, viroides y micoplasmas logrando la sa-
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A B
C D
400x
Figura 2. A. Síntomas virales. Obsérvense las lesiones cloróticas (Reichel et ál., 2002)
B. Aislamiento del virus X del cactus (CVX) mediante microscopia electrónica donde
aparecen las partículas virales (Reichel et ál., 2002) C. Corte histológico del meristemo
de pitahaya. Obsérvense las dos primeras capas que conforman la túnica. D. Plantas de
pitahaya obtenidas a partir del cultivo de meristemos (Tirado et ál., 2004).
Para el proceso de propagación se tomaron como explantes segmentos de
tallos de 4 a 5 cm de longitud procedentes de plantas in vitro obtenidas del
cultivo de meristemos y subcultivadas en el medio básico M&S (1962), suple-
mentado con 2,22 µM de BAP y 2,69 µM de ANA, 30 gr/L de sacarosa y 2 gr/L de
gelrite (Sigma). El pH fue ajustado a 5,8. Los cultivos se transfirieron al cuarto
de crecimiento en condiciones controladas, donde se observó la regeneración
de brotes después de doce semanas. Para la inducción de raíces, los brotes pro-
liferados se individualizaron, luego se transfirieron al medio M&S (1962) utili-
zando condiciones similares al proceso para la regeneración de plantas a partir
del cultivo de meristemos.
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Microinjertación
Las plantas injertadas tienen gran importancia desde el punto de vista co-
mercial debido al mercado que se genera por sus numerosas variedades y vis-
tosos colores. Shinomura y Fujihara, (1978) reportan los progresos en Japón y
consideran que la pitahaya es un excelente patrón (portainjerto) para injertar
otras cactáceas. Se ha evaluado la injertación de Notocactus submammulosus
var. pampeanus sobre plántulas de Hylocereus trigonus.
Micropropagación
La micropropagación de cactáceas a través de yemas axilares ha mostrado un
alto grado de homogeneidad fenotípica entre clones; sin embargo, en pitahaya
se encuentran pocos estudios que comparen el comportamiento en campo de
clones propagados tradicionalmente y en condiciones in vitro (Infante, 1997).
En pitahaya roja (Hylocereus undatus), los brotes y raíces pueden ser indu-
cidos en un medio sin reguladores de crecimiento, independientemente del
tamaño de los explantes. Sin embargo, la adición de 5 µM de 2ip en medio M&S
induce el 100% de brotes a partir de segmentos de tallo (Drew y Azimi, 2002).
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A B
Organogénesis
Payro de la Cruz et ál. (1998) y Pelah et ál. (2002) reportan el empleo de seg-
mentos de las partes proximales de los cotiledones de pitahaya amarilla Sele-
nicereus megalanthus. Fueron cultivados en el medio básico Murashige y Skoog
(M&S) (1962) suplementado con 200 µM de tiadiazuron (TDZ) para promover la
regeneración de yemas. El mejor medio para el alargamiento fue el MS libre de
reguladores de crecimiento. El enraizamiento fue inducido en medio MS com-
plementado con 5,3 µM de ANA. Igualmente, se evaluó el efecto del tiadiazuron
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Inducción de callos
En Stenocereus gummosus (Engelm.) Gibson & Horak y Ferocactus peninsu-
lae (F.A.C. Weber, Britton & Rose) se indujo la formación de callos a partir de
semillas germinadas en medio MS al 50%. Cotiledones e hipocotilos fueron co-
locados sobre medio MS con las vitaminas del medio de Gamborg B5, sacarosa,
suplementado con 26,85 µM de ANA y 22,2 µM de 6-bencilaminopurina. Para la
regeneración de raíces a partir de callos se empleó medio MS, suplementado
con 16,11 µM ANA o en combinación con 0,044 µM BA. Además, sugieren que
la regeneración de raíces a partir de los callos de estas especies depende no
solamente de las concentraciones de auxinas y citoquininas, sino también de
los genotipos de las plantas que originan los callos. Estos hallazgos permitirán
el futuro análisis del papel de ciertos genes de las Cactaceae en el patrón de
crecimiento determinado de la raíz por la vía de la regeneración de raíces
transgénicas a partir de callos transformados (Shishkova et ál., 2006).
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miento empleando el medio basal M&S con una combinación de 2,4-D (18,1 µM)
y kinetina (18,6 µM o 27,9 µM) (Olivera et ál., 1995; Treviño, 2000).
En Hylocereus undatus se logró la inducción de callo en medio M&S con suple-
mento de 26,64 µM de BAP y 10,74 µM de ANA. El establecimiento del cultivo
de callo in vitro para Stenocereus griseus se logró con el medio M&S, adicionado
con 22,62 µM de 2,4-D y 23,23 µM de kinetina (Morales, 2000; Treviño, 2000).
La pitahaya se ha cultivado en medio M&S para la inducción de callos, proli-
feración de brotes y la formación de embriones zigóticos, empleando diferentes
concentraciones de ANA y BA, en donde la mayor proliferación de brotes se
presenta con 4,4 µM de BA y 0,27 µM de ANA, y la mayor longitud de los brotes
se evidencia con 4,4 µM de BA y 0,05 µM de ANA. A partir de callos friables, se
pueden obtener plántulas y proliferación de brotes con el empleo de BA (4,4 a
8,8 µM). En estas condiciones, los callos se tornan compactos y desarrollan es-
tructuras clorofílicas; logrando posteriormente la formación de brotes (Infante,
1997).
Embriogénesis somática
Los embriones somáticos de pitahaya se han obtenido al transferir callos a
medio M&S sin reguladores de crecimiento; después de 4 a 5 semanas se obser-
va la formación de estructuras globulares de color blanco sobre la superficie.
Después de dos semanas o más, algunas de estas estructuras globulares se elon-
gan y muestran una forma ovoide y los cotiledones comienzan a formarse. En
este momento las estructuras embrionarias pueden ser transferidas a un nuevo
medio libre de hormonas para promover su desarrollo. La embriogénesis somá-
tica también puede obtenerse transfiriendo los callos de un medio enriquecido
con ANA en un medio M&S con suplemento de 17,6 µM de BA (Infante, 1997).
Las semillas de pitahaya amarilla (Mediocactus coccineus) fueron sembradas
en Murashige y Skoog (1962). Después de la germinación y emergencia de los
cotiledones, estos se transfirieron a medio M&S suplementado con NAA (2,7-
5,4 µM), logrando la formación de callos embriogénicos. Posteriormente, se
transfirieron al medio M&S sin reguladores de crecimiento para completar su
desarrollo (Infante, 1992).
Embriones zigóticos
La germinación de semillas de Hylocereus undatus, Stenocereus griseus S.
queretaroensis y S.gummosus se realizó en el medio Murashige y Skoog (1962),
adicionado con bencilaminopurina (BAP) y kinetina, en una proporción (2:1 mi-
ligramos/litro); las semillas fueron obtenidas de frutos maduros e incubadas en
condiciones de luz (12 horas) y temperatura constantes (24 - 26 ºC). S. quere-
taroensis presentó 84% de germinación, S.gummosus (60%), S. griseus (15,2%)
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Enraizamiento y aclimatación
En Hylocereus undatus se evaluó enraizamiento de brotes y la capacidad de
aclimatación ex vitro; se observó que los mejores resultados de enraizamiento
y vigor de las plantas se obtuvieron en tezontle (91,6%), mientras que para la
adaptación a condiciones externas, la perlita (96,6%) resultó ser el mejor sus-
trato en un tiempo de cuatro semanas (Orea, 2007).
FITOMEJORAMIENTO
La domesticación de algunas especies de pitahaya ha estado influenciada por
las condiciones ecológicas y agrícolas mediante la selección de plantas para
mejorar la producción de la fruta. En algunas regiones tropicales como México,
Colombia, Brasil y Japón, es prioritaria la necesidad de seleccionar genotipos
que presenten características favorables relacionadas con la resistencia o to-
lerancia a plagas y enfermedades, reducción de la fase juvenil y la producción
de la fruta. Como complemento, en el mejoramiento de pitahaya se considera
que la utilización de los sistemas in vitro y la fitotecnia por mutaciones podría
ser una alternativa.
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Inducción de mutaciones
Las mutaciones inducidas han constituido una valiosa herramienta para los
fitomejoradores en los últimos años. La posibilidad de ampliar la variabilidad
genética de las poblaciones vegetales ha aumentado la búsqueda de una mayor
selección para mitigar problemas que limitan la producción de algunos cultivos.
B C D
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Transformación genética
Los estudios recientes sobre la transformación in vitro utilizando la bacteria
Agrobacterium tumefaciens fue propuesta por Shishkova et ál. (2006) emplean-
do un sistema para la obtención de callos de Stenocereus gummosus transforma-
dos in vitro. La regeneración de las raíces transgénicas a partir de estos callos
y el análisis del patrón de crecimiento de las raíces regeneradas permitieron
desarrollar un sistema artificial de análisis de los efectos de sobreexpresión o
inhibición de los genes en raíces transgénicas regeneradas. El estudio de los
mecanismos de crecimiento determinado en las cactáceas en zonas desérticas
podría ser de mucha utilidad para ampliar el conocimiento general sobre los
mecanismos del desarrollo de la raíz y para entender mejor cómo se adaptan
las cactáceas a los ambientes áridos.
Genética molecular
Los avances en genética molecular han constatado la separación de varios
grupos basados en biotipos, localización de los cultivos y especies; sin embargo,
se reporta que no existe relación alguna entre el color del fruto y los patrones
isoenzimáticos.
128
PERSPECTIVAS
Debido a la alta rentabilidad del cultivo, es necesario estimular el interés
entre los agricultores y los inversionistas por esta fruta (Becerra, 1987). Es
importante intensificar el cultivo de pitahaya para suplir la demanda interna-
cional aprovechando los recursos genéticos que existen en países como México.
Teniendo en cuenta que la pitahaya es una cactácea que puede desarrollarse
en climas cálidos húmedos y en climas con poca humedad, puede ser un cultivo
alternativo en zonas de poca precipitación.
Nuestro análisis pone de relieve el hecho de que el interés mostrado en este
cultivo es reciente; por tanto, es necesario un conocimiento más detallado
sobre estas especies de pitahaya relacionados con estudios fisiológicos, agronó-
micos y genéticos (Le Bellec et ál., 2006).
Considerando los problemas de orden técnico que afectan el cultivo, es im-
portante recomendar la realización de un programa de mejoramiento que per-
mita desarrollar una producción empresarial con niveles adecuados de calidad
y rentabilidad para la pitahaya. El incremento de la producción en los huertos
familiares y el establecimiento de plantaciones comerciales empleando paque-
tes tecnológicos adecuados incrementarán la productividad en este cultivo (Ro-
dríguez et ál., 1993).
Es necesario seleccionar genotipos que presenten características favorables,
como producción elevada y constante de frutos, fase juvenil corta, resistencia
a plagas y enfermedades; por consiguiente, se requiere el empleo de especies
silvestres que deberán ser identificadas y caracterizadas.
Asimismo, es importante transferir y adaptar la tecnología existente en otros
países, además de adelantar campañas de información, promoción, desarrollo
de mercado interno y desarrollo de productos procesados (CCI, 1994).
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