Professional Documents
Culture Documents
6. ¿Cuáles son las facultades superiores del hombre? ¿En qué consiste
cada una?
1. Entendimiento:
El objeto formal del entendimiento humano es, en suma, el ente en
cuanto ente. Esta última afirmación señala el ámbito de nuestro
entendimiento en un doble sentido. Dice, en primer lugar, que ese ámbito
es tan amplio como el ente; todo ente es, en principio, objeto posible del
entendimiento humano. Y en segundo lugar manifiesta la forma en que
este entendimiento capta sus objetos, a saber: en tanto que entes, o lo que
es lo mismo, en cuanto que son. Entender es, en una palabra, conocer el
ser.
2. Génesis de la intelección:
La operación primordial del entendimiento es la "simple aprehensión"
de ideas universales, según se advirtió en Lógica. Mediante estas ideas o
conceptos, son posibles los juicios de los que, a su vez, se necesita para los
actos de discurrir o raciocinios. Las ideas o conceptos universales son, pues,
el elemento objetivo más simple de la vida intelectual. En consecuencia,
preguntarse, en general, por el origen de la intelección significa, ante todo,
tratar de conocer cuál sea la causa que hace posible la primera especie de
operaciones intelectuales. Esta cuestión no se resuelve sólo apelando al
poder cognoscitivo propio de nuestro entendimiento. No siempre se halla
este en acto de la simple aprehensión; ni son las mismas en todos los casos
las ideas aprehendidas por él.
3. La voluntad:
Así como al conocimiento sensorial sigue el apetito, análogamente la
voluntad es el apetito derivado del conocimiento intelectivo. Por ser capaz
de esta segunda especie de conocimiento, el hombre tiene, pues, la
facultad de la voluntad. Y así como el apetito sensible es realmente distinto
del conocimiento sensorial, la voluntad también difiere realmente del
conocimiento intelectivo. Que deriva de algún conocimiento lo prueba el
hecho de no tratarse de una mera tendencia natural; por lo que siempre se
niega la voluntad a los seres carentes de la capacidad de conocer. Pero
tampoco atribuimos voluntad a todos los que son aptos para el
conocimiento. Aun en el mismo hombre distinguimos pasiones y voliciones.
La voluntad es así el apetito elícito cuyo acto supone la posesión intelectual
de una forma abstracta. La facultad volitiva implica de este modo la
intelectiva; de ahí que, en oposición al apetito sensible, se considere a la
voluntad como una facultad intelectual. Entender, sin embargo, no es lo
mismo que querer. El objeto formal de nuestro entendimiento es diferente
del que corresponde a nuestra: voluntad; lo cual no es más que una
consecuencia de la distinción general entre conocimiento y apetición.
4. La libertad:
La libertad de arbitrio, que es la que propiamente atribuimos a la
voluntad, no consiste así en una pura indeterminación. No se trata, en
efecto, de que la actividad libre sea indeterminada. Lo único que se exige es
que su determinación no sea unívoca para el ser que la hace, de tal manera
que este pueda haberse determinado de otra forma. La actividad libre no
surge "por casualidad"; de lo contrario, no cabría pedir responsabilidad por
ella, ni sería fuente de mérito o de demérito, ni objeto de consejo; etc. La
libertad no implica privación de causa; antes por el contrario, supone una
relación "de causalidad". Cuando el sujeto hace lo que ha decidido hacer es
cuando propiamente actúa con libertad. Pero esto supone que el sujeto
puede libremente decidir qué va a hacer. Todo el problema que nos ocupa
estriba en la posibilidad misma de la decisión libre.
7. ¿Qué diferencias existe entre el conocimiento sensible y el
conocimiento intelectual?
• Soy libre porque mi voluntad lo es: por ser libre puedo amar y por ser libre soy
responsable.