La idea de considerar al individuo como independiente de la sociedad tiene
consecuencias éticas, y afecta al diseño y funcionamiento de las instituciones sociales. El individuo en el feudalismo estaba atado a la voluntad del señor feudal y su destino era prácticamente decidido desde el nacimiento. Con la era moderna, los individuos dejan de ser siervos y deben de procurarse la subsistencia a partir de sus acciones individuales. Se produce entonces una profunda transformación en la esfera de las relaciones económicas, ya que el individuo puede, al menos teóricamente, dedicarse a aquello que más le guste o coincida con sus interese y necesidades. Las posibilidades de que el individuo pueda crear su propio futuro están asociadas a las condiciones sociales existentes. Un campesino o trabajador de una zona rural en México dispone de diferentes posibilidades de desarrollo personal si lo comparamos con uno de Francia o uno de Kenia. También un ingeniero de Haití tendrá oportunidades económicas y profesiones diferentes a uno de Estados Unidos o uno de México o Brasil. Siendo las profesiones similares, esto puede resultar paradójico, pero no lo es: el ejercicio de competencias y habilidades profesionales está asociado al desarrollo del conjunto de producción de todos los bienes y servicios de una sociedad determinada. La distinción individuo/grupo en estas sociedades es muy difícil; los comportamientos están casi totalmente pautados y las distintas etapas de la vida exigen cumplir con desafíos específicos y previstos: es por ello que se habla a veces de sociedades con poca neurosis, ya que toda persona sabe que espera de ella la sociedad y no hay muchas probabilidades de fracasar. Las habilidades que se requieren para ser eficaz o cumplir con el rol están a disposición de todos, y todos los adultos son de alguna manera maestros de sus hijos o de los menores; toda persona posee prácticamente todo el conocimiento que la sociedad ha acumulado y lo lleva en su cerebro; al no haber libros, hay que guardar todo en cada uno de los seres humanos, haciendo de la memoria individual un reservorio fundamental para el grupo. Lo contrario sucede en nuestras sociedades industriales, donde el saber se almacena en archivos independientes de los seres humanos concretos. Entre otras cosas, sería imposible, dado el aumento cuantitativo del conocimiento, que depositáramos en una persona sola todos los conocimiento, ya que no le alcanzaría la vida probablemente para internalizarlos y no tendría tiempo de transmitirlos.