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Violencia Familiar
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Índice
Caratula……………………………………………………………………………1
Índice………………………………………………………………………………2
Introducción……………………………………………………………………...3
Violencia Física………………………………………………………………..…6
Violencia Psicológica…………………………………………………………..7
Violencia Sexual……………………………………………………………..….8
Factores Económicos………………………………………………………….11
Factores Sociales……………………………………………………………….11
Factores…………………………………………………………………………..12
Cultura de Violencia…………………………………………………………….12
Machismo…………………………………………………………………………12
Víctima y Agresor…………………………………………………………….…13
Prevención y tratamiento……………………………………………...………14
Mapa Mental………………………………………………………………………15
Bibliografía………………………………………………………………………...16
Conclusiones………………………………………………………………….…..17
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Introducción
La violencia familiar es uno de los principales problemas sociales y culturales a
nivel global, atentando contra la dignidad del ser humano y sus derechos
fundamentales como a la vida y la salud; perjudica el desempeño psicosocial de
los miembros de la familia en todos los ámbitos de su vida, dentro y fuera del
hogar, dificulta el aprendizaje y la socialización, afectando la calidad de vida de las
personas, especialmente de los más vulnerables: mujeres, niños, niñas y
adolescentes, poniendo en riesgo la salud física, mental y espiritual de las
personas.
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Objetivo General
Los participantes cuentan con elementos conceptuales y prácticos debidamente
fundamentados para escuchar, comprender y tomar decisiones eficaces frente a la
violencia familiar que les toca atender.
Objetivos Específicos
1. Han esclarecido el campo semántico que cubre la violencia familiar y el campo
sintomático del mismo.
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Qué es Violencia familiar:
Violencia familiar o doméstica es un tipo de abuso que se presenta cuando uno de
los integrantes de la familia incurre, de manera deliberada, en maltratos a nivel
físico o emocional hacia otro.
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¿A qué llamamos violencia familiar?
La categoría violencia familiar se emparenta desde el punto de vista de su
contenido con una serie de formas de violencia que le son cercanas y que refieren
al mismo espacio, en este caso el familiar, pero además que constituyen
modalidades de violencia a distintos niveles, aunque finalmente implican de una u
otra forma violencia en sentido amplio.
a) Violencia física:
Que desencadena procesos de investigación médicolegistas y que constituye un
factor agravante, cuando las evidencias juegan un papel probatorio, para las
medidas correctivas.
En una encuesta en 2010 se les preguntó a las mujeres y los hombres que habían
estado alguna vez casadas/os o unidas/os, acerca de si su última pareja (esposo/a
o compañero/a) había ejercido violencia física contra ellas/os. Específicamente se
preguntó si habían sido empujadas/os o jaloneadas/os, golpeadas/os con la mano
o con objeto duro, si habían tratado de estrangularla/o o quemarla/o, o si habían
sido forzadas/os a tener relaciones sexuales en contra de su voluntad. Se les
preguntó si esas situaciones se presentaron a menudo (como indicador de
violencia regular) o sólo algunas veces (como indicador de violencia ocasional).
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Igualmente se preguntó por los precursores de la violencia (consumo de alcohol o
droga) y por los resultados de dichos episodios en términos de lesiones: si
resultaron con miedos o temores, moretones, heridas, huesos quebrados, pérdida
de función o miembro. A aquellas personas que fueron agredidas y que sufrieron
una lesión se les preguntó si habían visitado un médico o un establecimiento de
salud y si recibieron información sobre las formas de buscar protección o hacer la
denuncia de la agresión.
b) Violencia psicológica:
Que no sólo afecta la subjetividad, la identidad, los sentimientos, la autoestima,
sino que todo ello trae como correlato una tonalidad de vida, de comportamientos
que no sólo generan sufrimiento, sino que pueden dificultar la convivencia
armoniosa.
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agresor es un miembro del hogar, deja secuelas profundas en la estructura y la
dinámica de su personalidad y psicología
c) Violencia sexual:
Que viene a ser una síntesis de la violencia física, psicológica y sexual.
• Más de la mitad (53 por ciento) de las mujeres casadas/unidas reportaron haber
sufrido algún tipo de violencia física por parte del compañero, ya sea de forma
frecuente o esporádica. El porcentaje de hombres que reportaron haber sido
víctimas de cualquier forma de violencia física es casi la mitad con relación a las
mujeres (27 por ciento).
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Causas y secuelas de la violencia familiar
Desde un análisis particularista, subjetivo y que no es otra cosa que una
casuística, difícilmente podremos reconocer la imbricación que hay entre la
sociedad y la familia, entre las tensiones intrafamiliares y las que padece la
sociedad en su conjunto. No se puede aislar la violencia familiar de su contexto
estructural, vale decir, de su reconocimiento como inmersa en la urdimbre de la
sociedad, en su devenir histórico, en sus impases, en los niveles de inestabilidad
que la sociedad puede exhibir a sus ciudadanos; ello no permitiría entender la
violencia familiar como problema político, como fenómeno con relación al conjunto
de la dinámica social.
Es evidente que entender así la violencia familiar no nos exime de tener en cuenta
lo concreto y específico de las situaciones que encontramos a diario en nuestra
labor de jueces. No partimos de una consideración abstracta, no empezamos
desde un constructo conceptual sobre la violencia familiar despojada del dolor, de
las características brutalmente reales, sino de seres humanos afectados por dicho
fenómeno. Laboramos a partir de lo “real concreto”. Pero ese real concreto puede
ser leído, entendido, de muy distintas maneras. Como dice Moscovici, no se trata
sólo de acontecimientos, de eventos vividos o padecidos, sino de cómo cada uno
de nosotros vive lo que le ha tocado vivir. Esta experiencia de dar una
interpretación personal a los hechos, constituye el punto de entendimiento y el
proceso de resignificación de los síntomas que fenomenológicamente tenemos
delante. Es lo que de forma magistral dice Jean Paul Sartre: “Lo importante no es
lo que han hecho de nosotros, sino lo que nosotros hacemos de lo que hicieron
denosotros.” Por ello, toda transmisión transgeneracional hay que cuestionarla
cuando pretende reproducir una visión determinista y fatal, por más que haya
hechos que la refrenden. Pero también hay experiencias en que esa especie de
predestinación a repetir y reforzar el círculo, queda desmentida por la capacidad
resiliente, sobre la que volveremos en nuestra cuarta unidad temática.
Lo que intentamos decir, es que tener una mirada sociológica, entender la relación
con lo que sucede en la sociedad, ver las relaciones de poder en el conjunto de la
sociedad en que se da la violencia familiar, permite un entendimiento de la
complejidad del fenómeno. Así podemos ver la transcendencia de cada caso, pues
en él se expresan además de los condicionantes estrictamente familiares y
personales, aquellas específicas expresiones de poder que echan raíces en las
estructuras, en las relaciones sociales y en la división del poder, división de
género o de generación.
Este es el reto que encara quien cumple una labor de atención a situaciones de
violencia familiar: tener un abordaje desde la fenomenología de la violencia
apoyados en lo que la sociología y la antropología nos ofrecen, para entender la
dinámica de la estructura social y de las relaciones que establece, pero además
encarar la violencia familiar con el apoyo de los aportes de la psicología.
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Algunos datos permiten una mejor comprensión de la
violencia familiar
Exceso de trabajo, 6%
Machismo, 4,7%. Individualismo, 4,1%
Adulterio, 3,5%
Violencia, 3,5%
Divorcio, 2,9%
Medios de Comunicación, 1,2%
Libertinaje, 1%
Feminismo, 0,5%
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Causas de la Violencia Familiar
La violencia es multicausal siendo muchos los aspectos que los determinan, los
cuales se mezclan y se retroalimentan. Hay causas económicas, sociales y
culturales en las diversas manifestaciones de la violencia familiar urbana.
Cualquiera de estas causas puede actuar como factores condicionantes y/o
detonantes de la violencia. En el siguiente cuadro podemos apreciar cuáles son
las causas de la violencia
familiar según la población.
Vamos a comentar los factores
económicos, sociales y
psicológicos; en un capítulo
aparte profundizaremos sobre
los factores culturales, debido a
la importancia que tienen en la
manifestación de la violencia.
FACTORES ECONÓMICOS:
La falta de dinero es considerada como uno de los principales causantes de la
violencia familiar, constituyéndose en un factor que hace “estallar” la violencia en
los hogares. En los grupos de enfoque las
personas manifestaron que las parejas
pelean cuando el dinero no les alcanza o
cuando no tienen; dicen que las personas
se “estresan” y se desesperan, se alteran,
pierden la calma, discuten y ha veces
termina en situaciones violentas de mayor
gravedad: los hombres “se pagan con los
hijos o con las mujeres”. En Iquitos, la
mayoría de personas no tienen trabajo
estable, hay mucha pobreza e
informalidad. La mayoría de la población
se considera trabajador independiente y
está dedicada básicamente al comercio
(ambulantes) y los servicios (transporte
público).
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Factores Sociales:
Tomando en cuenta la opinión de las personas entrevistadas, las causas sociales de la
violencia son las más mencionadas como generadores de violencia. Indicaron que falta de
comunicación entre las parejas o entre padres e hijos; que las personas no conversan por
la prisa que les impone las actividades diarias. Como falta de comunicación también se
hizo referencia a los diversos “lenguajes” que hablan los
miembros de un hogar: los padres dicen que los hijos “no les
entienden” o “no les hacen caso ni cumplen lo que dicen”.
Otro problema social que genera violencia es, según
manifestaron, el consumo de alcohol y drogas; dicen que
muchas peleas se dan cuando los hombres han consumido
alcohol en exceso; las mujeres reclaman y los hombres
reaccionan violentamente; no hay control de venta y
consumo de alcohol en las calles. En el caso del consumo
de drogas este problema se manifiesta sobre todo en la
población juvenil, siendo mayormente las madres quienes
tienen que afrontar situaciones violentas con sus hijos.
La Cultura de la Violencia:
Uno de los principales hallazgos de la investigación fue la
identificación de una cultura de la violencia en las personas,
sobre todo en los adultos. En los niños, niñas y adolescentes.
Cultura es todo el “paquete” de experiencias, valores, creencias,
actitudes, comportamientos y prejuicios que tienen las
personas. La cultura proviene del exterior, pero también están
las vivencias personales y la herencia familiar, que condicionan y
determinan una cultura de la violencia en los individuos.
Machismo:
En la sociedad en general y en la cultura amazónica e iquiteña
en particular el machismo está bastante arraigado. Las mujeres
señalaron que los hombres quieren ser atendidos en las casas,
no sólo por las mujeres sino también por los hijos u otros
miembros de la familia (hermanos, padres, sobrinos), piden que
les preparen la comida, que les laven las cosas que usan, la ropa,
etc.; una adolescente manifestó que su padre puede golpear
simplemente “porque la comida está muy salada”. También
quieren libertad para tener una vida sin mayores compromisos
sentimentales, buscando incluso parejas ocasionales fuera del
matrimonio, generando escenas de celos y conflictos que, como
señalamos anteriormente, desencadenan en situaciones de
violencia. Indicaron que los hombres sacan a relucir su
machismo una vez que se casan o se junta con su pareja; antes son “encantadores” y
“enamoradores” y “después quieren ser atendidos”. En la mayoría de casos tampoco se
comprometen en la crianza de los hijos, dejando esta labor a las mujeres: son padres ausentes
dentro del hogar
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La Víctima:
A parte de las heridas que pudiera tener en el cuerpo y de otras manifestaciones
del sometimiento, la víctima debe recibir atención en la esfera de la salud mental.
La humillación que representa el ser víctima de violencia (física, psicológica o
sexual) somete a la persona en una profunda auto devaluación. La imposibilidad
de “pagar al agresor con la misma moneda” representa para la víctima una
frustración que crece y aguarda impacientemente, en un rincón de la
inconsciencia, la oportunidad para el desquite. En tal sentido, la víctima se
convierte en un potencial agresor, además porque ha
identificado en la violencia un mecanismo para la
solución de problemas y es muy probable que lo
reproduzca.
El Agresor
Por mucho que en la sociedad moderna la violencia contra miembros de la propia
estirpe se presente con demasiada frecuencia, llegando a convertirse en cotidiana,
no es posible calificarla como “normal” exclusivamente en función del concepto
estadístico de normalidad. Obviamente como enfermedad no
encaja en la epidemiología clásica, porque intervienen con mucha
más fuerza los factores psicológicos y sociales. Si se hablara de
una enfermedad transmisible por vector biológico, el agresor sería
el enfermo, pero además el agente transmisor. En consecuencia,
para erradicar el mal sería necesario adoptar acciones en dos
líneas principales: tratar la enfermedad y evitar el contagio, para
lo cual es necesario el aislamiento temporal del enfermo y
portador con el fin de evitar la proliferación del mal y el
tratamiento psicológico, psiquiátrico y social para todos los
miembros del núcleo familiar, incluido el agresor. Como con
cualquier enfermedad, la violencia intrafamiliar debe abordarse
desde dos perspectivas, la prevención y el tratamiento.
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Prevención:
Si se dirigen las estrategias de prevención hacia la víctima, sólo se le puede sugerir que huya en
cuanto advierta en el agresor los primeros síntomas de reacción violenta, pues prevención
significa identificar y atacar las causas y la causa no puede hallarse en el comportamiento de la
víctima, pues eso equivaldría a buscar una justificación. En materia de prevención por parte de la
víctima es posible, como única alternativa, incentivar y facilitar la denuncia ante las autoridades o
instituciones jurídicas y de salud. En consecuencia habrá que formular políticas y estrategias
dirigidas al agresor para que éste, en primera instancia reconozca el carácter patológico de su
comportamiento, luego admita que es necesario modificarlo, se informe acerca de la etiología del
mal, identifique las causas y las ataque con
los medios a sus alcance. Si la persona
reconoce que la enfermedad ya se ha
presentado en su caso, corresponde
recurrir a una estrategia de tratamiento.
Tratamiento:
Sin duda nuestro sistema público de salud no logra ofrecer servicios totalmente satisfactorios en
materia de salud mental, sin embargo reconociendo la existencia del problema, y luego
identificando una alternativa de solución, ya se tiene algo avanzado. Se ha visto, con relación al
tratamiento del alcoholismo y de otras drogodependencias, que los grupos de autoayuda como
Alcohólicos Anónimos se han constituido en el método más eficaz y de menor costo. Como se dijo
en la primera parte, el abuso de alcohol, drogas y la violencia intrafamiliar forman parte de una
misma categoría nosológica, la violencia
autodestructiva. En consecuencia se puede
prever similar eficacia si se usa el mismo
tratamiento. Con relación al tratamiento de las
víctimas, aparte de la atención de los daños
corporales, es indispensable la psicoterapia que
le permita recuperar la confianza y la
autovaloración perdidas y desterrar la necesidad
de venganza. También como en el caso de los
“codependientes” (entorno familiar de los
adictos), los grupos de autoayuda han probado
su eficacia.
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BIBLIOGRAFIAS
VIRTUALES
https://dhsprogram.com/pubs/pdf/FR159/12Chapter12.pdf
https://www.repositoriopncvfs.pe/wp-content/uploads/2016/08/Violencia-
intrafamiliar.pdf
http://www.unicef.cl/web/wp-content/uploads/doc_wp/VIFweb.pdf
Esta publicación está disponible en www.unicef.cl y www.programapuente.cl
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CONCLUSIONES:
La violencia familiar es un problema que afecta, directa o indirectamente, a muchos hogares en
todas las clases sociales. Las causas son múltiples, mezclándose y retroalimentándose, generadas
por factores económicos, sociales, psicológicos, con un claro trasfondo cultural que condiciona el
surgimiento y estallido de situaciones violentas. Hay muchos hogares, familias y personas
afectadas que sufren sus consecuencias, que se manifiesta en la reproducción de la violencia en
escuelas, colegios, centros laborales y barrios: la violencia genera violencia. Por otro lado,
disminuye el rendimiento académico de niños, niñas, adolescentes y jóvenes, descuidan las tareas
y baja el nivel de concentración intelectual. Los centros educativos no cuentan o no se abastecen
para la asesoría y acompañamiento psicológico. La violencia también causa malestar en todos los
miembros de la familia, todos se alteran, no existe paz ni tranquilidad para que puedan realizar las
actividades académicas o laborales, mermando las relaciones interpersonales, vulnera los
derechos elementales de las personas y disminuye la calidad de vida y la sensación de felicidad.
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