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Ética

Síntesis Unidad 2

Nombre:

Freddy Quizhpi C.

Grupo:

13

Docente:

Mg. Medardo Ángel Silva R.

Fecha:

2018-04-20
EL SER HUMANO Y LA DIMENSIÓN ÉTICA

 Fundamentación de la moralidad
El hombre tuvo su origen en el reino animal y pertenece a él, es un animal. Ahora bien, su
vida es esencialmente distinta de la de los animales, y por eso decimos que trasciende las
fronteras de la animalidad. Limitándonos al problema de la moralidad, vemos que el único
animal moral es el hombre. Sin duda tiene que ser así, ya que no puede haber vida moral
si no hay vida racional.
Existe en el hombre una conciencia de su ser, de sus posibilidades y de sus limitaciones.
Deseoso de ser más, de saber más, de vivir mejor, se reconoce limitado: pero al mismo
tiempo es consciente de que puede trascender sus límites.

 La vida humana total, el bien moral por excelencia


Encierra la perfección, la bondad en sumo grado. La conducta es buena o mala, mejor o
peor, según se acerque o se aleje de él. Toda la vida moral está definida por el ideal o bien
moral que la oriente. Esto explica, como ya hemos visto, la existencia de diferentes éticas:
para una el bien consiste en el placer, para otra en el poder, para otra en la virtud que
lleva a la felicidad, etc. Toda ética arranca de una opción fundamental de este tipo. Es
nuestro deber definir

 La vida de la persona en su pluridimensionalidad.


El ser personal del hombre se manifiesta como una potencialidad de orden superior al
nivel orgánico animal, producida por un mayor desarrollo y complejidad del cerebro. Cada
uno de nosotros percibimos esa potencialidad como un núcleo de conciencia profunda
que se auto posesiona y responsabiliza de todos nuestros actos. Dicho núcleo de
conciencia, por denominarlo de alguna forma, se prolongan en diversas direcciones que
constituyen las dimensiones de la vida personal.

 Interioridad
La meditación es el motor que impulsa el desarrollo de esta dimensión profunda. Ella
enriquece su mundo interior de valores, ideales y consagraciones, que se convierten en
fuente de vitalidad hacia el exterior.
Este movimiento de interiorización o conversión íntima implica un ejercicio permanente
de desapropiación. El hombre en su vivir cotidiano se siente ansioso por tener cada vez
más, por ampliar el campo de sus posesiones, de sus dominios. Hasta tal punto es esto
real que acostumbramos a juzgar el valor de las personas por sus posesiones: riqueza,
títulos, conocimientos, etc. Sin embargo, la verdadera riqueza de una vida personal crece a
medida que se despoja de la necesidad de tener cosas, hasta que puede presentarse a
través de su propio ser y no de las cosas que posee.

 Encarnación
Esta dimensión nos resulta más familiar por ser algo sensible y porque la sociedad
contemporánea ha centrado en ella el bienestar del hombre.
El hombre biológicamente hablando es un animal. Gracias a sus órganos de desarrollo, de
reproducción, de movilidad, de comunicación, etc., y a sus instintos, es capaz de mantener
una vida autónoma frente al medio natural. Pero también, debido a la corporeidad, dedica
buena parte de su existencia a satisfacer necesidades fisiológicas: comer, dormir,
descansar, trabajar, asearse, cuidar la familia, etc.

 Comunicación
La comunicación constituye una dimensión clave de nuestra existencia. Casi podríamos
decir que la totalidad de nuestras actividades o son comunicación directa o se asientan
sobre algún hecho de comunicación. Ahora bien, al hablar aquí de la comunicación, no la
entendemos como simple fenómeno exterior de intercambio o relación, sino como una
capacidad y una actitud básica en el ser del hombre.

 Afrontamiento
Cada uno debe hacer frente a todos los obstáculos que se le presentan en su vida si quiere
desarrollar todas sus capacidades. Sólo el hombre que da la cara, que no vuelve la espalda
a los acontecimientos, alcanza la singularidad de su vida personal. Es el mismo esfuerzo
por superar las dificultades lo que hace de cada persona un ser singular, original frente a
los demás.
El hombre vive expuesto frente al mundo. Para alcanzar las metas que se propone
necesita expresarse, responder a las provocaciones del medio. Unas veces sus respuestas
son afirmativas: consisten en decir sí, en aceptar, en adherir. Otras veces son negativas:
consisten en decir no, en protestar, en rechazar. Toda acción constituye una afirmación
del sujeto. En la base de una acción se encuentra una elección, aunque sea inconsciente.

 Libertad
Durante los últimos siglos la libertad, que es ante todo una cualidad interior del hombre,
se ha materializado en una serie de derechos objetivos de autodeterminación social. Hoy
luchamos por la libertad de expresión, oír las libertades políticas, por la libertad religiosa,
etc. Olvidamos que es sujeto individual la fuente de la libertad y la buscamos en las
instituciones sociales. No es extraño que mientras se proclama la libertad a gritos; se caiga
inconscientemente en las más bajas alineaciones. Resulta, pues, necesario redescubrir la
verdadera función de la libertad en la vida de la persona.

 Trascendencia
El sujeto humano va adquiriendo año tras año la identidad como persona, con todas las
virtualidades propias del ser personal, en un movimiento de auto superación orientado
por la atracción de realidades que no forman parte de su ser actual. Lo que permite al
hombre no estancarse en un determinado modo de vida es su capacidad de descubrir
realidades superiores, por las que se siente atraída. Sin estas realidades, que le
proporcionan nuevos horizontes de vida, su necesidad de superación se crisparía sobre sí
misma en una actitud de rumia masoquista y destructiva.

 Acción
La acción entendida en su sentido más amplio y comprensivo como la actividad integral
del hombre o la fecundidad de su ser, es la mejor expresión del desarrollo personal. En ese
sentido podemos decir que la existencia humana es acción y que el grado de su perfección
es proporcional a la perfección de su acción.
 La felicidad como resultado de una vida plena
El tema de la felicidad constituye un tema fundamental en los sistemas éticos. Pero no
todos entienden del mismo modo la felicidad. Se podrían clasificar los sistemas éticos en
dos grandes grupos: los que cifran la felicidad en bienes sensibles inmediatos y los que la
colocan en la realización total o última del hombre, de alguna forma ligada a la
trascendencia. Los primeros tienden a identificar la felicidad con el placer: somos felices
cuando disfrutamos de la vida, cuando satisfacemos las necesidades o los apetitos de cada
momento. Esta satisfacción nunca es total; pero la unión de muchas satisfacciones
parciales produce en nosotros un estado de bienestar, que es a lo más que podemos
aspirar en la vida.

 Replanteamiento de la ética desde la alteridad


Los grandes sistemas filosóficos han sido producto y reflejo de una sociedad, la sociedad
occidental. Característico de dicha sociedad es su auto identificación con el ser, la verdad,
la bondad. Desde los griegos, pasando por el Imperio Romano, la cristiandad medieval, el
Renacimiento, la modernidad, la Ilustración y el progresismo, hasta el imperialismo
industrial de nuestros días, los pueblos occidentales han formado una Totalidad cerrada,
desconociendo el derecho, la verdad y la bondad de los demás pueblos: los bárbaros, los
subdesarrollados. La Totalidad es considerada como el ser; lo que no pertenece a ella es
nada. Ella posee la revelación del Dios verdadero, que le confiere el derecho absoluto
sobre todos los demás pueblos.

 ¿Que añade la moral cristiana?


Lo específico de la moral cristiana no son preceptos y prohibiciones particulares, sino la fe
en Cristo, desde la cual obra el cristianismo. El cristiano cree en Cristo, confía en él, trata
de seguirle y hacer de él la norma viviente de su vida, dejándose guiar por su Espíritu.
Y en ese clima de fe en Cristo y en su Proyecto, el cristiano se decide por una vida
comandada no por el egoísmo sino por el amor, fuente y vértice de toda vida moral, amor
que en el Nuevo Testamento resume toda la Ley y los Profetas, San Pablo habla de la “fe
que obra por la caridad” (Ga. 5,6).

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