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Contreras Sánchez Alexis Prof: Soto Ramírez Juan Taller de historia de la P. S.

II

Grupo: HB02

EL ORIGEN DEL CULTO A LOS DIOSES

En su libro “Elementos de psicología de los pueblos”, Wundt pone especial énfasis en la


estructura totémica y la considera como la base para entender la evolución de la
organización social, ya que esta estructura podía ser encontrada aun en algunas tribus,
como las australianas, que no habían sido “contaminadas” por las ideas y costumbres de
la modernidad, y conservaban una cosmovisión y un sistema de costumbres que
prácticamente no se había modificado en siglos, por lo que podía arrojar luz sobre la
génesis o al menos sobre los estados primigenios de la cultura (lo que conlleva un sistema
de creencias) y la organización social humanas.

Según nos dice Wundt, en el sistema totémico no se adoraban deidades como tal, sino
que existía un culto generalizado hacia los animales y elementos de la naturaleza, y al
contrario de lo que sucede en etapas posteriores, no se le atribuye a la figura de
adoración características antropomórficas, sino que se sigue el proceso contrario, se le
atribuyen al ser humano las características del animal o elemento natural en cuestión.
Otra característica importante de este sistema es que se rendía culto a la naturaleza en
general y no existía un sistema jerárquico que posicionara a un ser de culto sobre otro, así
como tampoco a una estirpe sobre otra.

Fueron los conflictos bélicos entre diferentes clanes los que volvieron inevitable el
surgimiento de un sistema más jerárquico, paulatinamente generaron una militarización
de los grupos humanos y con ello, el líder del grupo debía ser ahora también un líder
militar, el general heroico que mantuviera al grupo a salvo con sus actos de valentía
(Wundt, 1912). Este culto al líder ocasionó que el culto a los espíritus protectores
comenzara a modificarse, si en el mundo terrenal existía una figura de culto que se
percibía como superior a los demás individuos, en el mundo suprasensible, al ser un
reflejo del terrenal o sensible, fue un paso natural el hacer la misma modificación, ya que
los individuos comenzaron a sentirse más identificados con ese nuevo modelo de
organización. Por esta razón se fue generando la idea de un único Dios, pero no se logró
abandonar del todo el sistema anterior de multiplicidad de figuras de adoración, por lo
que existía la idea de un Dios principal y deidades secundarias.
Se comienza a incorporar un elemento “heroico” a la realidad, así como el líder del grupo
debía poseer las más elevadas virtudes, esto debía verse reflejado en una intensidad aun
mayor en los dioses, los cuales de cierta manera eran una versión ideal del humano. En
palabras del propio Wundt (1912):

Los dioses como tales ideales aparecen revestidos en todo tiempo por la fantasía
mitológica de formas humanas, a causa de que el hombre, para imaginar los más altos
valores, no posee otra medida que la de sus propias cualidades, elevadas a lo absoluto. (p.
371)1

La búsqueda del humano por lo absoluto está totalmente relacionada con su propia
finitud, al tomar conciencia de esta, de que con toda certeza en algún momento cesara de
existir, nace en él la necesidad de una incansable búsqueda de su opuesto, lo infinito, yq
que la idea de simplemente desaparecer le causa terror. Según la dialéctica hegeliana,
cada elemento de la realidad contiene en sí mismo a su opuesto, a su propia negación, no
puede existir uno sin el otro. Desde este estado primigenio de la civilización (la etapa
totemística) el humano ha manifestado su inevitable fascinación por este tipo de
dicotomías, a las que, de hecho, la psicología social, y este trabajo de Wundt en particular,
estudia: la relación entre lo subjetivo y lo objetivo. Lafargue (1960) afirma:

En fin, fue Hegel quien vino a dar la fórmula de este largo trabajo, diciendo que la verdad
está en la contradicción. Se equivocan, son juguetes de una lógica estrecha, ilusoria, los
que afirman una tesis sin oponerle la tesis contraria. De hecho, en la naturaleza, en la
realidad, los contrarios se penetran, lo infinito, por ejemplo, y lo infinito… (p. 17)2

Es en este intento de negación de su finitud que el ser humano comienza a creer en un


mundo suprasensible en el que seguirá existiendo después de su muerte física,
confiriéndole a su alma un carácter infinito que está contenido en un objeto finito, su
cuerpo. Esta concepción, que no solo tiene un desarrollo religioso, sino también filosófico,
esta idea de un ente incorpóreo que posee los cuerpos, fue llamada “el fantasma en la
maquina” por Ryle en su libro “El concepto de lo mental”, aunque en este analiza una
etapa muy posterior, tomando como punto de partida la concepción dicotómica de
Descartes: cuerpo/mente, en la que, a pesar de abandonar el concepto de alma como tal,
se sigue concibiendo a la mente como una entidad ajena a lo corpóreo. Ryle hace una
crítica a esta concepción clásica dual.3

1
Wundt, W. (1990). Elementos de psicología de los pueblos. Barcelona: Alta Fulla.
2
Lafargue, J. (1960) Idealismo y materialismo. Buenos Aires: Siglo Veinte
3
Filosofía, La Guía. (2013). El Fantasma en la máquina.
https://filosofia.laguia2000.com/mistica/metafisica/el-fantasma-en-la-maquina
Podría parecer entonces que el origen de la religión se basa en la dicotomía finito/infinito,
pero está implícita otra dicotomía que es fundamental considerar para el correcto análisis
de esta, la dicotomía subjetivo/objetivo. En este sentido, lo religioso podría definirse
como una mezcla entre, por una parte, una realidad objetiva de hechos y acontecimientos
sensibles, materiales, y por otra parte este elemento ideal, suprasensible, que trasciende
la realidad objetiva, pero que además satisface las necesidades subjetivas del ser humano
(Wundt, 1912). Entre estas necesidades subjetivas es donde encaja el dilema de la
infinitud. Para explicar más a fondo como es que surge la religión tal como la conocemos,
Wundt introduce los conceptos de mito y de culto y la relación psicológica entre ambos. El
mito contiene todo el universo de representaciones del mundo suprasensible, es el
contexto en el cual se desarrolla toda la narrativa de los dioses, y a la vez constituye toda
la base para explicar los fenómenos del mundo tangible. Por otra parte, el culto solo hace
referencia a los dioses y a sus hazañas. El elemento más importante que conforma el culto
es el afectivo, sin un factor afectivo en juego, es casi imposible que los individuos se
sientan vinculados con una narrativa o con un mito.

Hay que dejar en claro que no todo mito es de carácter religioso, lo mismo aplica para el
culto, y ambos han existido desde bastante tiempo atrás, antes del nacimiento de la
religión, y sirvieron como base para su surgimiento. Existen infinidad de mitos que
reafirman la identidad cultural pero estos operan en un plano meramente secundario, la
verdadera cohesión social solo se logra cuando están implicadas emociones que generen
en el espectador una empatía y un sentido de pertenencia. Y, tal como se mencionó antes,
es solo cuando se cumplen las necesidades psicológicas del sujeto que se podría llamar
religioso, pero para lograrse debe existir una especial articulación entre los elementos. En
palabras del propio Wundt (1912):

Así, pues, mito y culto aparecen en los comienzos de la evolución humana, pero no alcanza
sino, después de cierto tiempo, contenido religioso, primero el culto, más tarde el mito. El
sentimiento religioso, que llega a tomar cuerpo en el culto, crea los dioses, dándoles el
mito, bajo el modelo de las formas heroicas de la realidad, el carácter de personalidad
ideal. En cuanto es puesta en sus manos la vida del hombre con todos los accidentes de su
desarrollo, pasa el culto a ser, no ya la primitiva operación mágica de los démones… sino
función defensiva de toda la humana vida, sometida así a una ordenación jurídicodivina…
(p. 371)4

Aunque el mito forma parte importante de la religión, Wundt aclara que el culto a los
dioses es mucho más predominante que el mito de los mismos, ya que los estados
afectivos y los sentimientos le sirven de base al mundo de las representaciones, jamás se

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Wundt, W. (1990). Elementos de psicología de los pueblos. Barcelona: Alta Fulla.
requeriría la creación de dicho mundo si no existe antes un estado de angustia o euforia
que busquen donde proyectarse. Una de las afectividades más relevantes para que surja
el culto a los dioses es el miedo a la muerte, pero también intervienen toda clase de
problemas mundanos a los que el humano pide una solución a los dioses como un favor, el
cual está dispuesto a pagar con sacrificio. También se ofrecen sacrificios sin solicitar un
favor específico, bajo la asunción de que estos le brindarán algún tipo de garantía al
individuo de “merecer” la vida eterna. Y por último, a la deidad se le puede solicitar el
perdón por los actos cometidos en el mundo terrenal. Son entonces la necesidad y la
culpa lo que en primera instancia generan la necesidad del culto.

Con el paso del tiempo, al ser percibido el culto como un portal hacia la saciedad de las
necesidades, como en un principio lo fue el culto a la vegetación para pedirle alimento a
los dioses, se comenzó a considerar también un portal hacia la saciedad de los deseos
menos elementales, a la simple petición de la comodidad, del goce. Esto se ve claramente
en el culto a Dionisio en Grecia. Esta petición a los dioses podrá no cumplirse, pero se
obtiene cierto grado de satisfacción por el simple hecho de realizarla, ya que, al igual que
sucede con el condicionamiento conductual, la simple idea genera un goce anticipatorio.
Wundt (1912) afirma:

En cuanto el hombre da en el culto expresión a sus deseos por la plegaria y el sacrificio,


prepara de tal suerte un goce anticipatorio a la satisfacción de aquellos, con lo cual, al
propio tiempo, son acentuadas las representaciones mitológicas. (p. 373)5

Son estas representaciones de los mitos los que otorgan un sentido a la petición, ya que le
otorgan un sentido lógico del porque la deidad escucharía y atendería a sus plegarias.
Podría decirse que el mito es la justificación lógica de los estados afectivos, una
racionalización de estos. Podrá parecer contradictorio llamar lógica y racional a una
justificación religiosa, pero de ninguna manera lo es. El ser humano siempre ha sentido la
necesidad de encontrarle un sentido tanto a su propia existencia como al mundo en el que
se encuentra, aquello que llamamos “realidad” es un constructo colectivo en donde
interactúan los factores antes mencionados de lo objetivo y lo subjetivo. Para otorgarle
sentido a aquello que es observable, siempre hemos recurrido a una explicación en la que
están implícitos factores no observables, lo que en las ciencias se conoce como “supuestos
metafísicos”, y en tiempos remotos se recurría a construcciones lógicas, modelos
narrativos, que encajaran con el mundo de lo tangible para explicarlo, dichas narrativas,
en ausencia de un amplio conocimiento científico, se basaban en la fantasía (pero no por
esto dejaban de tener un carácter lógico).

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Wundt, W. (1990). Elementos de psicología de los pueblos. Barcelona: Alta Fulla.
Así, se convierte la fantasía en la base de la realidad, en su fundamento, el mito religioso
ofrece una explicación satisfactoria para la subjetividad humana que brinda de sentido la
existencia misma. Aunque dicha explicación no sea verdadera, encaja con aquello que se
percibe si se consideran como verdaderas sus premisas. Pero ¿es, en este sentido, la
religión un estado forzosamente “pre-científico”? Existe una idea generalizada de la
ciencia como una explicación “objetiva” de la realidad, pero nosotros, los profanos de la
ciencia, aceptamos la veracidad de sus premisas y aseveraciones al igual que cualquier
persona podría aceptar las premisas de la explicación religiosa, lo hacemos como un acto
de fe, sin tener un conocimiento especializado que nos permita comprobarlo por nosotros
mismos. Esta perspectiva de la ciencia ha sido puntualizada por importantes filósofos de la
ciencia como Thomas Kuhn y aun de manera más radical por Paul Feyerabend en su libro
“Contra el método”, ofreciendo numerosos ejemplos históricos de cómo la ciencia genera
teorías y modelos abstractos con una estructura lógica que encaja con lo observable, al
igual que hacen los mitos religiosos, pero valiéndose de un conocimiento mucho más
amplio y especializado, pero, un aspecto en el que Kuhn hace énfasis es en cómo, al surgir
lo que llama una crisis del paradigma científico, se tiene que reestructurar la explicación
lógica haciendo que encajen los nuevos elementos considerados, formulando así una
explicación que encaje mejor con los fenómenos del mundo observable. Esto es de hecho
llamado por el mismo Kuhn una “conversión religiosa” (Chalmers, 1976).6

Por lo tanto, la ciencia satisface la misma necesidad subjetiva de otorgarle un sentido a la


realidad, de darle ese elemento constitutivo fundamental, y visto desde cierta
perspectiva, se basa, al igual que la religión, en la fantasía, sigue el mismo esquema.
Filósofos contemporáneos como Slavoj Zizek afirman que la fantasía sigue siendo el
fundamento de nuestra realidad. Según Zizek (2006):

No se debe elegir entre realidad y ficción. Las ficciones estructuran nuestra realidad. Si
quitas de la realidad las ficciones simbólicas que la regulan, pierdes la realidad misma. 7

Dicho esto, según las características establecidas por Wundt, ¿es la ciencia una religión?

6
Chalmers, A. (1976). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? México: Siglo XXI.
7
: Fiennes, S., Rosenbaum, M., et al. (productores) (2006). The Pervert's Guide to Cinema

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