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COLECCION PERFIL DEL TIEMPO 12.3. Paul Plyard “Antologia de escritos sobre, el arte Tomo 1. Los hermanos videntes Tomo 2. Luz y moral ‘Tomo 3. Ta pasién de pintar Jean-Paul Satre, Simone de Beauvoir Para qué sirce la literatura? Picasso EL deseo atrapado por la cola 6, Jean-Paul Sartre EL miedo a la revolucién EL MIEDO A LA REVOLUCION Les communistes ont peur de la révolution por JEAN-PAUL SARTRE PROTEO 1470 ‘Titulo del original en francés: [Ls COMMIUNISTES ONT REUR DE LA nEVOLUTION Testo fntegro tal como fue publicads por 6 Haltions John Didier, Paris) ‘Traduceién: Huco AcevED0 ‘Tapa: Pablo Obelar © Evrowat, Puore0 8,6. Yona “Boones “Ais “Heche al opto quo indicn In le Nv 110735, Impreso en In Ar senting, Printed in Argentina Lg eipeio anil sul foot, in seas: fegm ie Gin ree NOTA DEL EDITOR FRANCES El texto de la primera parte de este libro se debe a una conversacién de Jean-Paul Sartre con los redactores de Der Spiegel. La con- versacién tuvo lugar en francés, y el texto fue revisado: por el autor. Nos ha parecido interesante agregar a estas declaraciones, de lena actualidad, una charla de Léonce Pei- Nard con el quior de Los secuestrados de ‘Altona, Si la primera parte explica las ideas del autor, la segunda presenta al hombre. a LAS iDEAS A fines de mayo, el poder gaullista parecia a punto de hundirse. A comienzos de julio, luego de las elec- ciones legislativas que le dieron cien bancas mds en el Parlamento, parece mas sdlida que nunca. gCémo explica usted este espectacular resurgimiento? gPuc- - de considerarse que la izquierda es la responsable y que ésta ha fracasado en su mision? Depende de qué izquierda se hable. Si se trata de los partidos, de las formaciones, de los hombres que-representan a In izquierda “politica”, entonces “Ta respuesta es sf. Pero hay otra izquierda, a la que yo Tamarfa “social” y a la que hemos visto durante el mes de mayo en las fibricas en huelga, en Jas facultades ocupadas, en las manifestaciones calleje- ras, Esta'no ha fracasado en su 'misién. Al contrario, ay JEAN-PAUL SARTRE Ha ido tan lejos como le era posible, y al final sélo ha sido vencida porque sus “representantes” Ia en- gaiiaron. : No es nuevo, Desde mediados del siglo pasado existe on Francia un desajuste entre la realidad so- cial y su expresién politica. Dos imagenes del pais coexisten sin superponerse: una esté dada por el re- sultado de los escrutinios; la otra, més profunda, s6lo aparece’ por réfagas, con motivo de movimientos po- pulares espontincos. Que estas imiigenes nunca coin- ciden, bien lo vimos en 1936, en ocasién del Frente Popular, ya que fue necesario que los trabajadores “inventasen” Ia ocupacién de las fabricas y desen- cadenasen um movimiento huelguistico sin preceden- te para lograr que se tradujera en hechos, es decir, en reformas precisas, el movimiento “politico” que habia Hevado al Parlamento a una fuerte mayorfa de izquierda, El presidente del Consejo de entonces, el socialista Leén Blum, Hevado al poder por aquella ola, hizo, por lo dems, cuanto pudo por frenar ésta. En 1986 habfa, por Jo menos, coherencia entre el voto y Ia accién, Y ocurre —esto es Jo que acaba de producirse— que ya no Ia hay. Los trabajadores, 0 Jos miembros de la clase media, sélo pueden tomar posiciones en Ia accién; si se comete Ia falta —o si se tiene la astucia— de reducir su movimiento a una 12 LAS IDEAS eleccién entre aparatos politicos, se los puede Hevar a condenar al aislamiento lo que acaban de hacer en la calle. A.esa Francia que durante el mes de mayo intenté hallar Ia verdad de su “imagen social” a través de to- das las mentiras con que Ja hartaban, y que acababa de inventar algo y de.tomar conciencia de st misma mediante una directa resistencia a Ia violencia poli: cial del poder, bruscamente se le ha impuesto su vie- ja “imagen politica’, la del Partido Comunista, de la Federacién de Izquierda, del Partido Socialista y de sus rencillas. Una imagen tan esclerosada, que los candidatos de izquierda no se han preocupado ‘si: quiera por cambiar una sola palabra en sus discursos de Ios ailtimos diez aiios, En Ja derecha hemos ofdo que un par de candidatos admitian “que algo habla ceurrido digno de ser tenido en cuenta”; en la iz- quierda parece como si el movimiento de mayo no hubiera tenido lugar. En todo caso, habia que olvi: darlo Jo antes posible. Hasta he Megado a leer en un afiche comunista esta frase extraordinaria: Votad por el PG, que ha hecho esto y aquello y “que ha im- pedido la guerra civil”. Llegar a semejante confesién es demasiado, En el pasado solié usted expresar algunas reservas 18 JEAN-PAUL SARTRE , respecto de ta politica del Partido Comunista, pese «@ lo cual seguta considerdndolo como un partido re- volucionario que representaba a la clase obrera, gLos acontecimientos de mayo lo han hecho cambiar de parecer? Pienso que el Partido Comunista ha tenido en esta crisis una actitnd que no es en modo alguno revolu- cionaria, que no es, siquiera, reformista. El PC y la CGT se las han arreglado para reducir las reivindi- caciones de Ja clase obrera a simples “demandas de aumento” —desde luego legitimas— y para hacerle abandonar las reivindicaciones atinentes a los cam- bios de'estructura. Luego han marchado a paso re- doblado tras de de Gaulle no bien éste hablé de elecciones. A Waldeck Rochet * le hemos oido decir: “Nunca hemos pedido otra cosa”. El PC se ha hallado.asi en una situacién de com- plicidad objetiva con de Gaulle: ambos, al reclamar clecciones, se prestaban mutuamente un servicio. De Gaulle, por supuesto, sefialaba al PC como el ene- inigo niimero uno, acusindolo —lo, que él sabla que era falso— de estar en el origen de las “perturbacio- nes” de mayo. Pero era también una manera de vol- * Seoretario general del Partido Comunista francés, 4 LAS IDEAS ver a dar a los comunistas una especie de prestigio: Y de Gaulle tenia sumo interés en presentarlos como los principales instigadores de la revuelta, porque los comunistas se comportaban como adversarios “leales”, decididos a respetar la regla del juego; se comporta- * ban, pues, como adversarios poco peligrosos. ¢Estd usted de acuerdo con los que declaran que el Partido se ha finalmente conducido en este asunto como un movimiento social-demécrata? Creo que hay que desconfiar de las etiquetas y los juicios simplistas. Afirmar que “el PC se ha conver- tido en un partido social-demécrata” no nos ayuda en nada a comprender su actitud. Vale mas tratar, de explicar por gué Jos comunistas han preferido aceptar elecciones a sabiendas de que iban a una derrota, que esperaban menos amarga, sin duda, pero que sa- bian segura, En mi opinién, se han resignado a ella porque no quieren tomar el poder, a ningé precio. Y.esto por dos razones. La primera es que la izquierda no estarla en con- diciones de mantener las promesas que los trabaja- dores acababan de arrancarles a los patronos y al go- bierno. No.se lialla del todo preparada, y el“PC no quiere tener que cargar con la responsabilidad del 15 JHAN-PAUL saRTRE alza de los precios, de la devaluacién o de Ia crisis del comercio exterior que inevitablementé van a pro- ducirse dentro de algunos meses. {Que los gaullistas se las arreglen solos! Pero estas catdstrofes slo nos amenazan porque los patronos quieren mantener el sistema de la ga- nancia. Si un gobiefno socialista o comunista Hegara al poder, gpor qué no irfa a concebir una politica econémica totalmente diferente? ¢Por qué, en suma, dejaria de hacer Ia revolucién? En este punto Me- gamos a la segunda razén del rechazo de los comu- nistas a tomar el poder: desde hace cuarenta afios, éstos han Ievado muy lejos Ia teoria de la revolucién en los paises industriales “avanzados”, En un pajs altamente industrializado, el nivel de Vida es relativamente alto, pero la economia es fri- gil. Bsta descansa en una organizacién técnica tan compleja, que la defeccién de unos pocos elementos puede ser suficiente para bloquear toda Ia maquina- ria. Depende, ademis, de toda una red de inteream- bios exteriores. En Ja mayorla de los paises desarro- Hados Ja agricultura ya no suministra todo lo que la poblacién necesita. Hay que comprar en el exterior para alimentarse y hay que exportar para poder pa- gar. Ya no hay independencia absoluta. Ya no es posible, como hizo la URSS en sus comienzos, cerrar 16 LAS IDEAS Jas fronteras, contando con Ja masa campesina para alimentar a todo el mundo, y-ponerse a meditar en los problemas de “el socialismo “en un solo pais”. En Francia la revolucién no podré hacerse como se hizo en la Rusia de 1917; pero esto no quiere decir que sea imposible. Simplemente, hay que encontrar nue- vas formas de lucha y averiguar lo que puede ser In organizacién de un poder revolucionario en las so- ciedades neocapitalistas Hamadas “de consumo”. ePor qué nunca se ha hecho este estudio? Porque desde 1945 los partidos comunistas occi- dentales, en particular el PC francés, han sido edu- cados por el stalinismo para no tomar el poder. El mundo habfa sido repartido en Yalta. El reparto era bueno, y los soviéticos entendian respetar el contrato. Los comunistas occidentales recibieron, pues, la con- signa de no ir “demasiado lejos”. Dentro del Partido francés, todos los hombres que han intentado impul- sar las ventajas que los comunistas conquistaron por su admirable actitud durante Ia guerra, que han tra- tado de obtener reformas mas 0 menos revoluciona- rias, que han incitado a los obreros a mostrarse més combativos, han sido Hamados al orden por el Pat tido, han sido reducidos al silencio, expulsados. Por- iv JEAN-PAUL SARTRE que el objetivo del Partido no es el de hacer Ja reyoluci6n. Acaba de recordar la influencia de la Rusia stali- niana sobre la actitud del PC francés. La de los su- cesores de Stalin no ha sido acaso menor. Pienso, en particular, en el hecho de que el Partido Comunista ha subrayado con frecuencia et aspecto progresista de Ia politica exterior del general de Gaulle, Exacto, Estoy seguro de que los soviéticos se sin- tieron muy molestos al ver que de Gaulle atacaba con tanta violencia al Partido Comunista, pero al fi- nal se han sentido muy aliviados al ver que de Gaulle continuaba en el poder. Sin embargo, en este punto. hay que disipar un equivoco. Es cierto que Ia posi- cién tomada por de Gaulle en el campo internacional sirve, en apariencia, a los Estados socialistas y al tercer mundo. Pero no es mas que una posicién de palabra, No le reprocho que diga lo que dice —por ejemplo, sobre el imperialismo norteamericano—, que no ponga a Francia en condiciones de aplicar realmente la politica de independencia que él define. Los organismos dirigentes de'la OTAN ya no estén en Francia, sin duda, pero seguimos formando parte de Ia OTAN. El gobierno francés entra en guerra 18 LAS IDEAS con, el délar, pero las: inversiones norteamericanas en Francia siguen desarrollindose, y todos sabemos Jo que hacen en algunos sectores claves, como la elec- trénica, que gobiernan el desarrollo de nuestra eco- nomfa, En rigor, la politica exterior “progresista” de de Gaulle no es més que una fachada, y esto es Io que el Partido Comunista deberfa decir. Si no lo dice, es porque tampoco él tiene una politica exterior propia y porque en este terreno prefiere seguir a re- molque de Ja URSS. Pero se-comprende que los so- viéticos, sin engaiiarse con el “progresismo” gaullista, prefieran ver que en Francia contintia en el poder un general surgido de la burguesia cuya actitud les es itil antes que verlo alli a Waldeck Rochet, quien ha- aria més resistencia para imponer una politica exte- rior adecuada a los intereses de Ia URSS. Hay quienes pretenden que et Partido Coinunista francés-no podia hacer otra cosa que la que hizo du- rante la crisis de mayo, porque los obreros ya no son revolucioparios: se hallaban dispuestos a ir a ta hucl- - ga por reivindicaciones meramente profesionales, pero no a seguir a los estudiantes en su total negacién de la sociedad. En este punto encontramos las ideas de Herbert Marcuse sobre la progresiva integracién de . a clase obrera en la sociedad de consumo. Marcuse 19 JEAN-PAUL SARTRE habla de una “cémoda esclavitud” y estima que los impulsos revolucionarios ya no pueden provenir mds que de las capas marginales de la sociedad: los estu- diantes, los desocupados, las minortas sociales (por ejemplo, en Estados Unidos, los negros).. gEs esta su opinién? No estoy completamente de acuerdo con Marcuse. Ante todo hay que definir qué se entiende por “mo- vimiento revolucionario”. Es evidente que esto de- signa, en’ primer lugar, un movimiento en el que las personas tienen en comin, si no una ideologia, por Jo menos una voluntad de ruptura con el sistema en que viven, una toma de conciencia de la necesidad de inventar nuevas formas de lucha y de contravio- lencia. Pero también supone que el movimiento tiene la posibilidad, al menos teérica, de hacer la revolu- cién. En Francia hay 700.000 estudiantes. No veo en absoluto eémo podrian arrancarle el poder a la bur- gusta, 0 a los “padres”, o a quien fuere que lo de- tentare, si no se les unen los trabajadores. Los estu- diantes pueden ser un detonador; acaban de mostrar- lo, Pero eso es todo. Por lo demés, tienen perfecta conciencia de ello. Para tener una posibilidad de hacer la revolucién 20 LAS IDEAS hay que ser capaz de oponer al poder un contrapoder. Y frente al aparato represivo de las clases poseyentes, del gobierno, del efército, el tinico contrapoder que puede ejercerse es el de los productores, vale decir, el de los trabajadores. El arma del trabajador —la tinica, pero es el arma absoluta— es la negativa a entregar su producto a Ia sociedad. Entonces, todo vel sistema se detiene.' Pero esta ruptura sélo puede efectuarse si el productor entra en Ia lucha, Decir que Ia clase obrera, que es la tinica productora, que- da suprimida como fuerza revolucionaria en las so- ciedades “de consumo” equivale a decir que ya munca mas habré revolucién en estas sociedades. Sé que tal es la conclusién de Marcuse. Pero creo, justamente, que se ve desmentida por lo que acaba de ocurrir en Francia. Porque en fin de cuentas los estudiantes no han estado solos. Diez millones de huelguistas los siguie- ron. No el primer dia, por supuesto, ni hasta el final. Pero Io bastante ripido y Io bastante lejos como para que los obretos mismos hayan quedado asombrados. So han encontrado comprometidos, sin haberlo con- certado, en un movimiento que iba radicalizindose cada vez més, esponténeamente, y que desembocaba en una nueva reivindicacién: la de la dignidad, so- beranfa y poder. Se han arrojado a la accién con un 2 JEAN-PAUL SARTRE novisimo sentimiento de libertad, de inveneién, pero sin comprender siempre lo que les sucedia. Prueba de ello es que cuando se les dio la palabra, cuando se les pidié votar, entregaron su voto ~en todo caso, muchos lo hieieron— a de Gaulle, Volvemos a encon- trar el desajuste de que hablaba hace un rato entre una sociedad politica completamente calma —la que acabamos de volver a hallar— y una realidad social de violencia, que se puso de manifiesto durante el mes de mayo. En Ia accién todo era claro. Pero cuando se les pidié a los trabajadores que le pusieran un nombre a lo que reclamaban, respondieron: “De Gaulle”. Es clésico. Lo importante es que la accién haya tenido lugar, cuando todo el mundo la juzgaba inimaginable. $i esta vez. ha tenido lugar, puede re- producirse, y esto es lo que invalida el pesimismo revolucionario de Marcuse. Uno de tos problemas més importantes es, desde Tuego, el de la vinculacién entre las “minorias ac- tuantes”, los estudiantes en particular, y Tas masas obreras, En ‘Alemania, por ef momento, no existe: Ta mayorta de los obreros es hostil al movimiento de los estudiantes socialistas revolucionarios. Tampoco en Francia parece ser muy facil. 22, LAS IDEAS Evidentemente. No se puede decir que la masa de los obreros franceses haya sido favorable al mo- vimiento estudiantil. Lo que ha ocurrido es mucho més complejo. En un primer momento los estudian- tes encararon solos Ta accién. Luego vino Ia gran ma- nifestacién del 13 de mayo, de la Repitblica a Den- fert Rochereau, en la que participaron Jas organiza- ciones obreras. Pero los trabajadores estaban muy bien.encuadrados, eran muy bien Ievados de la ma- no por la CGT, que queria limitar los contactos con los estudiantes y que muy pronto dio la orden de dis- persarse. Sin embargo, hubo algunos contactos; esa misma tarde, en el Campo de Marte, estudiantes y obreros jévenes se reunieron para discutir, Pero no hablaban el mismo lenguaje, y se observaban con asombro, sin comprenderse. Pudo entonces decirse: es un fracaso. YY luego, gqué ocurri6? Uno o dos dias mAs tarde, jévenes obreros ocuparon sus fébricas, desencadenan- do un movimiento de huelga que se extendié a todo el pais, Lo hicieron por su propia cuenta, sin nin- guna vineulacién conciente con los estudiantes, pero esta claro.que la manifestacién comin estaba en el origen de su accién. Los estudiantes habfan sido el: detonador de un movimiento que ahora se desarro- llaba sin ellos. Es evidente que la CGT intervino en 23 oc a > JEAN-PAUL SARTRE todas partes para impedir los intetcambios entre es- tudiantes y obreros, conforme a la politica del PC, que siempre ha consistido en separar a los intelec- tuales de los trabajadores. Se creaban células en la Sorbona, células en los barrios populares y en los sitios de trabajo, pero nunca células en las que se hallaran juntos obreros y estudiantes, : De todas maneras, los intercambios eran muy. di- ficiles al nivel de la discusién: las personas que no son de un mismo medio nunca tienen nada que de- cirse: juntas, lo wnico que pueden hacer son cosas. Por eso las tinicas relaciones positivas que se estable- cieron entre estudiantes y obreros durante el mes de mayo tuvieron lugar en los “comités de accién revolu- cionaria”, creados por aquf-y por alld. Estos comités no se asignaban Ja tarea de discutir, sino la de ac- tuar. Se pusieron a disposicién de, los trabajadores en huelga, procurindoles aquello que necesitaban —alimento, por ejemplo— y participando asimismo en Tos “piquetes de huelga” que custodiaban la puerta de las fébricas. Y de ahi, pues porque ante todo habfa una aceién comin—, pudieron establecerse en seguida discusiones. Hoy, las huelgas han terminado y ya no hay po- sibilidad de una vineulacién de conjunto entre el mo- yimiento estudiantil y los obreros. Pero no me atre- 24 LAS IDEAS ni vo a considerar como un fracaso Jo que se inicié en mayo, porque los vinculos que se formaron en el seno de los comités de accién atin se mantienen. Sé de muchos jévenes que continiian viéndose con obre- ros 0 empleados, con los que militaron durante las huelgas. El muro que separa a os intelectuales de los trabajadores no ha caido, pero ya existe la prueba de que una accién comin puede hacerlo desaparecer. Lo que sorprende del movimiento francés de mayo en su cardcter “libertario”. Piensa usted que éste también se encuentra en los movimientos que han tenido lugar en lbs otros paises, y que se puede ha- blar de una rebelién contra toda la civilizacién mo- derna, tanto en los patses socialistas como en los pat- ses capitalistas? No creo que se pueda generalizar Ia nocién de “mo- vimiento libertario”, que me parece propia de Occi- dente, particularmente de Francia, en donde se apo- ya en una fuerte tradicién anarquista. No se puede poner en un mismo plano a las sociedades ‘de os paises socialistas, a las que yo amarfa “sociedades de produccién” y a nuestras “sociedades de consu- mo” occidentales. Los problemas en unas y otras no son los mismos, y por consiguiente Ia lucha obrera 25 JEAN-PAUL SARTRE adquiere formas diferentes. Pero hay algo comin a estos dos tipos de sociedad: ini en unas ni en otras un hombre “existe” como individuo libre y respon- sable. Esto no quiere decir que en todas partes se le niegue, como por ejemplo a los negros en Estados Unidos, Ia posibilidad de integrarse ala sociedad. Es més complejo. Consideremos un ciudadano francés. Es, antes que nada, un consumidor. Pero es un consumidor “tram- peado”, al que no se le permite clegir lo qe desea consumir, en tanto se le hace creer que ejerce su Ti bertad al comprar los mismos productos que compra todo el mundo. En una revista femenina he leido esta frase extraordinaria, que iba acompafiada de una publicidad de ropa de playa: “Audaz o discreta, pero siempre cada vez més usted misma”, En otros té&~_ minos : “Comprad como-todo el mundo para no ser comio nadie”. Esa es la trampa. El ciudadano franoés es, también, un productor, pero en este caso la alienacién es aun més evidente, En todos los niveles, ya“sea obrero, cuadro 0 estu- diante, su destino se le escapa por completo. Nunca es sujeto, sino objeto. Desde afuera, sin consultarlo, se han fijado para él el trabajo que debe hacer, el sa- lario que va a aleanzar, el examen que debe rendir, 26 LAS IDEAS Se Io ha puesto sobre rieles, y no es él quien maneja los cambios. . Lo mismo ocurre en los’ paises socialistas, con la diferencia de que el objetivo no es ya el consumo, sino “la produccién por Ja produccién”. La maquina gira sobre sf misma, y el individuo tiene en ella su lugar rigurosamente fijado por las exigencias —abs- tractas para él de un “plan” que él no ha contribui- do a establecer. En Checoslovaquia, por ejemplo, ‘una revuelta contra el sistema deshumanizado de la produccién por Ia produccién acaba de desembocar en una reivindicacién de libertad. En Francia, después del movimiento de mayo, todo el mundo ha dicho —y el gobierno mismo, en cierta manera, lo ha reconodido— que “nada puede ser ya como antes”. El general de Gaulle ha Wegado a ha- blar por telovisién acerca de una sociedad que no seria “ni capitdlista ni socialista, sino basada en Ta participacién”. gCree usted que en verdad puede establecerse en Francia un sistema nuevo? El gobierno, como siempre, va a hablar mucho de reformas y 8 no hacer ninguna que realmente cambie algo. La palabra “participacin” en boca de Pompi- dou y de de Gaulle no quiere decir nada. Desde lue- 27 Fizacén com JEAN-PAUL SARTRE go, podemos imaginar una verdadera participacién que diera a los trabajadores un real poder de decisin en las empresas; pero los patronos siempre la rechaza- ran, y de Gaulle no quiere oir hablar de ella. Enton- ces se habré de inventar una falsa “participacién”, que no haré disminuir ent nada los ‘poderes de la patro- nal, mas 0 menos como los “comités de empresa” creados en 1954, que no fueron del todo initiles, pe- 70 que no cambiaron nada en el sistema. Es cierto, no obstante, que en Francia ya nada seré antes, y ello por dos razones. La primera es que acaba de producirse una irreversible politizacién de Ja juventud, No sélo de los estudiantes, sino tam- bign de los colegiales. Hay chiquilines de diez afios que tienen hermanos y hermanas mayores y que ya saben muy bien por qué detestan esta sociedad. Hay en esos muchachos, y hasta en esas chicas, una violen- cia notable, que no es cabalmente la expresién de un capricho, sino Ja expresién dena clara conciencia de Ip que se Jes prepara./Se los encierra en uma contra- diccién: por una parte, sienten que tienen pocas po- sibilidades de integrarse a la sociedad, porque ha- bran de chocar con toda una serie de impedimentos dispuestos en Ia ensefianza para que sélo una infima minorfa aleance la cumbre; por Ia otra, las plazas que podrian conquistar si salvaran todos esos impedimen- 28 LAS IDEAS tos les repugnan de antemano, porque en ellas habrén de ser puros objetos, instrumentos de un sistema que Jos habré “especializado” para una tarea precisa. Los jévenes comprenden muy pronto esto, y por eso ve- mos aparecer hoy una inesperada generacién de re- volucionarios de diez aiios. Algo andlogo ocurre entre los obreros jévenes, que no tienen, por cierto, los mismos problemas que los estudiantes, pero que comienzan a comprender que Jos aumentos de salario por Jos que sus padres se han batido —y que les han valido ventajas materiales ciertas: automévil, televisién, Iavarropa— no son Ia \iniea clave de la liberacién de los trabajadores. Y también ellos reclaman hoy un “poder” sobre su tra- bajo y sobre su vida, La segunda raz6n por la que nada ser& ya comple- tamente como antes es que los_aumentos de salario# que acaban de concederse han roto el frigil equilt: brio de la economia francesa. Los patronos no se equivocan, desde su punto de vista, cuando afirman que la economfa no puede soportar esta nueva carga. En efecto, no puede soportarla dentro del marco del sistema actual. Es imposible mantener a la vez Jas ganancias de la patronal y el actual nivel de los pre- cios; por lo tanto, es imposible Ia competitividad de las empresas francesas dentro del Mercado Comin. 29 ealacé JEAN-PAUL SARTRE gPero quién piensa en suprimir Jas ganancias? Asi pues, mediante subvenciones o desgravaciones, se va a preservar como se pueda la posicién de las indus- trias exportadoras, y mediante alzas de los precios se les va a arrebatar a los trabajadores lo que se les ha- bia concedido. Pero los trabajadores van a adver- tirlo, Comprobardn que su poder de compra, después de haberse elevado durante algunos meses, vuelve a caer al mismo nivel que antes, y hasta més abajo. No Io aceptarén ficilmente, y es muy probable que entonces veamos resurgir, bajo la falsa imagen polt- tica que las elecciones acaban de delinear, la violen- cia de las reales fuerzas sociales. . Los dirigentes politicos de la izquierda francesa, los hombres como Frangois Miterrand, Guy Mollet, Waldeck Rochet, no estuvieron en la vanguardia —es To menos que puede decirse— del movimiento social de mayo. Piensa usted que una nueva formacién revolucionaria, independiente de los antiguos parti- dos y més combativa que ellos pueda surgir de la crisis? Los comunistas siempre han sostenido —y hasta ahora era cierto— que los movimientos revoluciona- rios que pretendian situdrse'a In izquierda del PC 80 LAS IDEAS contribuian a dividir a Ia clase obrera y siempre ter- minaban por estar “objetivamente” més a la derecha que él. Discutir hoy sobre este punto es, en mi opi- nién, plantear mal el problema. No hay que pregun- tarse si uno est ala derecha o a la izquierda del PC, sino si verdaderamente est en la izquierda. 4Quign estuvo en Ia izquierda en.el mes de mayo? No, por cierto, Miterrand ni Guy Mollet, que sdlo buscaron aprovecharse de Ia ocasién para Megar al poder, sin tratar de comprender Jo profundamente nuevo que habfa en la situacién. Tampoce, por cierto, el PC, que hizo cuando pudo por frenar el movimien- to y que pormitié su desaparicién en las elecciones. Los comunistas no han dejado de insultar a los estu- diantes militantes que més combativos se mostraban, y L’Humanité* apenas ha dedicado unas pocas Kneas de protesta contra Ia decisién del gobieio de poner fuera de la ley a los “gruptisculos” revolucionarios que habfan estado en el origen de todo el movimiento. En tales condiciones, estoy convencido de que to- dos los dirigentes actuales de la izquierda ya no repre- sentarin nada dentro de diez afios, y no veo qué peli- gro habria en que un movimiento revolucionario se constituyera fl margen del PC y a la izquierda de éste. * Diario oficial del Partido Comunista francés, 81 JEAN-PAUL SARTRE Hasta creo que es inevitable-y que es lo Unico que puede “desbloquear” a la politica del PC, al permitir a los verdaderos revolucionarios que todavia siguen en éste hacer ofr su voz.e imponerle una nueva orien- taiién al Partido. Si la crisis francesa ha sorprendido de tal modo a la opinién mundial, quiere decir que nada‘por el- estilo se habia jamés producido en una sociedad industrial moderna. Uno se pregunta ahora si esa crisis se ex- plica por un conjunto de condiciones histéricas y sociales particulares de Francia, 0 si en otros paises desarrollados, por ejemplo Alemania, .es igualmente posible una explosién como esa. Estoy convencido de’ que Ia misma cosa puede producirse en Alemania. A este porpésito yo dirfa que muchas de las ideas que han inspirado a los es- tudiantes franceses provenian de los estudiantes so- cialistas alemanes, comenzando por la idea de que el movimiento estudiantil nunca podria ir muy lejos si no estableciera una vinculacién con el movimiento obrero, Hace un rato me dijo usted que esta vineu- lacién ‘era casi imposible en Alemania. También en Francia se la crofa imposible, y a pesar de inmensas dificultades, sin ir muy lejos atm, cuenta ya con un 382, LAS IDEAS comienzo. No veo razén alguna para que el mismo fenémeno no se produzea un dia en Alemania, Al contrario, incluso. En Francia hemos visto qué los trabajadores que sostenfan con mayor energla las reivindicaciones de “poder obrero”, de control de la gestién de las empresas y de verdadera participacién en las decisiones atinentes a su vida no eran los de las categorfas profesionales inferiores, sino los que ya habfan aleanzado un nivel de vida y un grado de calificacién relativamente elevados. Ahora bien, Ia masa de los obreros alemanes pose’ un nivel de vida mis alto que el de los obreros franceses y participa mis en Ia prosperidad de la “sociedad de consumo”. Esto quiz eve a los obreros alemanas a tomar una mejor conciencia de los limites de esa prosperidad y de Ia alineacién que ésta contimia implicando. El movimiento francés, no /previsto por nadie, ha revela- do en todo caso algo que es, a mis ojos, muy reconfor- tante, y es que ninguna burguesia que esté en el po- der —ni en Alemania ni en ninguna otra parte— se encuentra ya, de aqui en adelante, a salvo de una “horrible sorpresa”. Qué sentimientos le inspira el actual régimen de Ia Alemania Federal? JEAN-PAUL SARTRE , actualmente, el pais de Europa que més se parece a Estados Unidos. Usted sabe que a mf no me agrada mayormente el sistema norteamericano; me desconsuela, pues, ver que Alemania sigue ese cami- no, el camino del confort social-demécrata. Pero no soy pesimista respecto de su porvenir, pues comprue- bo que ahora existe una Alemania joven, que cuenta con toda mi simpatia: la de los estudiantes socialis- tas, y también, aunque no sean muchos mis, Ja de los jévenes trabajadores que ya no aceptan el siste- ma en vigencia. ‘No.digo que tomarén el poder mafiana, pero estoy absolutamente convencido de que se sentirén cada vez menos aislados en Ja medida en que hoy formen parte de un gran movimiento internacional. El naci- miento de un verdadero internacionalismo me paréce ser el acontecimiento ms importante de estos ulti- mos aiios. En otro tiempo se hablaba mucho de in- ternacionalismo, pero cuando se asesinaba a decenas de miles de obreros, después de la Comuna, no habia una sola manifestacién, una sola huelga de solidari- dad afuera de Francia, Hoy, casi en el mismo dia en que los movimientos de rebelién, estallan en un pais encuentra eco en el extranjero. Por ejemplo, hace una semana los estudiantes de Ja universidad de Ber- Keley, California, se hicieron apalear en Ias calles por 384 LAS IDEAS expresar su solidaridad con los estudiantes y los obre- ros franceses. Tal vez los estudiantes revoluciona- ios de Ja Alemania de hoy se sienten solos. Pero saben que no estin solos en este mundo y que tienen aliados en Praga, en Nueva York, en Belgrado, en Paris, en San Francisco, en Milén, en todas partes. Muchas de las ideas revolucionarias de los estudian- tes franceses Hegaron de Alemania. A Alemania han de volver. Desde Francia‘o desde enalquier otra parte, Cuando usted era niiio, una vieja'dama, la sefiora Picard, le envié un cuestionario pidiéndole que lo Henara. A la pregunta: “gCudl es su mayor deseo?”, usted respondié: “Ser soldado y'vengar a los muertos”. La sefiora Picard se burlé de usted: “gSabes, ami- guito? Uno es interesante sédlo si es sincera”. Ya que a usted le repugna responder al cuestiona- rio Marcel Proust, mucho Te agradeceré que contes- te a mis preguntas. Lé haré con Ja mayor sinceridad. Cuando usted era nisio sélo se divertia en hacer tortitas y garabatos siesnpre que por to menos una persona mayor se extasidra con Io que usted Uamaba sus “productos”. {Qué hay dé ello hoy, cuando en 389 JEAN-PAUL SARTRE tddo el mundo millares de personas mayores se inte- resan en sus “productos”? Es muy diferente. Pienso que en el origen de mi decisién de escribir, cuando era nifio, estaba la idea de que se interesaran en “mis productos”; pero, como. usted sabe, era otra cosa, Era mds bien Dios, repre- sentado por mi abuelo, quien se interesaba. Hoy se trata de un hecho nuevo, del hecho de la comunica- cién, es decir, de un hecho que conlleva mucho de critica. Y por consiguiente no se trata —por lo de- mis, no lo deseo—, de Ia admiracién incondicio- nal que deseaba en mi infancia: “{Oh, qué bien! 10h, qué bonito!”, sino, por el contrario, de una ver- dadera comunicacién, es decir, de personas que di- cen: “Me gusta”, 0 “No me gusta Jo que usted ha hecho”, o “Me gusta a medias”. Es esto, mds bien. De manera que mis relaciones con Jas personas mayores son, por cierto, relaciones de control y de comunica- cién antes que aquellas viejas e ingenuas relaciones que yo imaginaba antaiio. - Usted es una persona relevante; para muchos es un “retrato”. Y resultarta enojoso verlo conducirse de otro modo. {No suele sentirse un poco prisionero de. ese retrat? 4No siente a veces ganas, ya por juego, 40 EL Hompre ya por conviccién personal, de dar al traste con ese personaje y de modificar el retrato, ya que uno se modifica en el mundo, en la vida? Bien, es un problema muy complicado, porque aun cuando uno modifique su retrato, ocurre que la gente le agrega al retrato de usted esa modificacién, de manera que en cferto sentido usted nunca eseapa de él. Ya me comprende: a usted lo hacen de tal 0 cual manera, Tuego usted actia de otto modo, pero a gente Je mete este modo en el retrato. Sélo que, fijese, el retrato es muy variable, en vista de que soy bastante discutido, asi que tengo felizmente que elegir entre mis retratos. Hay un sefior de Tiinez que me escribe con mucha regularidad, que no me aprecia de- masiado y que ha hecho de mf un retrato muy dife- rente del que pueden hacerme otras personas.: Tengo, Pues, que elegir. Creo que actualmente no hay una imagen estable y fija que yo pudiera realizar. Térmi- no medio, creo que tal vez se podria hacer nn retra- to-robot. No creo que haya una imagen estable y fija ala que pudiera alienar en forma constante, jFe- izmente, por lo demas! f Usted ha escrito: “Nuestra vida no es mds que una serie de ceremonias, y consumimos nuestro tiempo aL JEAN-PAUL SARTRE abruméndonos a homenajes”. Hablamos ante todo de Jas ceremonias, que son, en mi sentir, hdbitos, obliga ciones, especies de “clisés” de los que debemos, creo como usted, evadirnos a cualquier precio, en la medi- da en que podamos. Evidentemente es eso, agregado a un pequefio as- pecto sagrado, menor, que encontramos en todas las ceremonias; éstas, a Ja vez que son hibitos, poseen a los ojos de todos algo um tanto sagrado, Llévese- las usted por delante y habré un escéndalo. Ha hablado usted de homenajes, pero secretamen- te deben de agradarte. Antes que nada, usted es un hombre como cualquier otro; més aun, es un escritor, un literato, un dramaturgo. Le gusta el éxito; por lo tanto, le gustan los homenajes. A este respecto hay tuna oposicién en-usted, una ruptura, incluso. No, potque iba a decirle que he deseado tanto los homenajes, que hoy me hastian. El éxito es una cosa distinta de los homenajes, Lo que me interesa no es que los homenajes se remonten hasta el hombre; lo que me interesa es un justo éxito de la obra; quiero decir, lo que me complace es cuando tengo Ta impre- sién de que la obra esta bien hecha, No me remonto 42, EL HOMBRE hasta mf mismo; al contrario, nada me parece mis cansador y fastidioso que los homenajes. No los xindo. A nadie venero. No deseo ser venerado. Usted ha encontrado el universo en los libros. Ha confundido, dice, el desorden de sus experiencias librescas con el azaroso curso de los acontecimientos reales. De alli cierto idealismo, para desembarazarse, para deshacerse del cual ha empleado, dice, treinta aiios. Personalmente, estoy sorprendido, pues siem- pre Io he considerado como un ideatista, a menos que el sentido de la palabia “idealista” no sea el mismo para usted... Pienso que no termino de entenderla en el sentido en que usted la entiende. Quiero decir que yo vefa las cosas como ideas y, si le parece, para decirlo de otro modo, me faltaba ese peso material y sdlido que se necesita durante largo tiempo para aprender. Voy a darle un ejemplo de lo que yo Hamo idealismo. Cuando volvi del cautiverio, en el 41, bien, me pa- recia absolutamente normal y facil promover una re- sistencia. Sali en busca de gente. Dije: “Vamos a resistir a Jos alemanes..., ete.”, y, por supuesto, el grupito que formamos fue completamente despeda- zado por las circunstancias, desaparecié, y en cambio JEAN-PAUL SARTRE hubo que adherir a grupos mucho més importantes, basados en cosas mucho més reales. Se lo doy como ejemplo del idealista,, del sefior que regresa del cau- tiverio y que dice: “Bien, no es complicado; vamos a poner manos a la obra...” De esto, si le parece, fue de lo que me sané mi contacto con cierto néimero de fuerzas politicas, -variables, construidas sobre rea lidades, ete., y que hacian lo que podfan y no lo-que yo deseaba. Pienso que permaneci en el plano idea- lista hasta el 46 0 el 47, més 0 menos, gno es verdad? No lo entendia en el sentido de “fijarse metas”; tan sélo lo entendia en el sentido que le digo, esto es, como una concepeién de la complacencia, de Ia reali dad respecto de mis ideas, que es algo que desgra- ciadamente no existe. Usted ha recorrido el mundo; ha sido recibido por sus amigos y, si me atrevo a decirlo, por fervorosos suyos que lo han guiado, que lo han Wevado de la mano. Yo sélo he podido visitar, a merced de mi fantasta, los barrios miserables de Hong-Kéng, ver las sérdlidas salas de juego de Macao, no las que nos muestran, goerdad?, en el “Macao by night”, y hasta recuerdo haber dado un poco de alimento a unos nifios que tenfan hambre, y un hombre salté hacia mi diciéndome: “No, no hay que darles nada, por- 44 EL HOMBRE que si les da a éstos, entonces habré diex mil que van a corer tras de usted y que le tenderén Ia mano”. Usted habla de la miseria de los hombres, y yo sé que piensa con frecuencia en ella, no lo dudo. La ha conocido realmente, o sélo a través de los libros 0 de su imaginacién? ib, nol, porque los paises que he visitado son a menudo paises muy miserables, y las personas que, como usted dice, me acogian, me mostraban precisa- mente esa miseria. Pienso en mi viaje al Brasil. Fui guiado por un buen ainigo mio, y el propésito de aquel hombre era mostrarme Ia realidad brasilefia. La parte norte, pero también las favellas del sur. E incluso hasta en San Pablo queria mostrarme la vida de los obreros, la vida de los campesinos. He visto casi todo lo que he querido ver, y aun més. Pero mi amigo me sugirié ver una cosa que yo no conocia si- quiera, de manera que tuve del Brasil una impresién que considero bastante justa. Usted comprende, Hay, pues, que distinguir segiin los paises. Hay paises en ‘Ios que usted es Hevado de Ia mano por personas oficiales, que no son forzosamente, por lo dems, ami- g0s suyos, pues s6lo le muestran el lado bueno de Tas edsas, Y Inego estin los paises en los que uno es guiado por un amigo; por lo general, apenas me cono- 45 JEAN-PAUL. SARTRE ce, simplemente sabe lo que busco, lo que quiero yor, el género de contacto humano que deseo, y en tal caso me muestra Io que él cree que es Ia verdad, que frecuentemente no es muy bella. ¢Pueden remediarse las hambres? {Hombres como usted no podrian ponerse a la cabeza de un grandio- so movimiento, internacional, diré? Creo que se ve- rian seguidos. Creo que en ese nivel usted es ‘in idealista como era yo, porque sé que semejantes movimientos son inmediatamente obstaculizados por contradicciones politicas. Usted conoce la dificultad que existe para conseguir, por ejemplo, que los Estados Unidos y la URSS Heguen juntos, y gracias a un plan que harfan también juntos, a socorrer paises en vias de desarro- Ilo, y ahora, ya ve usted, la dificultad es que detras hay profundas contradicciones politicas y sociales. Un movimiento que naciera en tales condiciones refle- jarfa esas contradicciones y ciertamente se romperia. Pienso que ante todo hay que hacer wna eleccién po- litica y tratar de ponerse de parte de aquéllos que, sean cuales fueren las reservas que se puedan hacer, procuran suprimir el hambre, pero esto nos leva na- turalmente a aceptar otras cosas, 0 por lo menos a 46 EL HOMBRE tolerarlas. Seria muy complicado, gno es cierto?, pero no pienso que se pueda crear un movimiento apo- Iitico que lo hiciera. Seria de desear, pero —y es la realidad quien me lo dice~ ese movimiento se ve- ria roto. En determinado momento se hablé de tomar, de extraer algéin dinero de ta suma destinada a arma- mentos. Creo que fue et general de Gaulle quien lo propuso. Lo propuso, sin ninguna duda, pero.. También él era un idealista. Por una parte, y Inego, por la otra, no creo que la produceién de una bomba atémica en Francia ayude mucho a ese proyecto. Me parece que esto esté en completa contradiccién. 8%, pero yo comprendi que queria decir: “Vamos a gastar mil millones en la bomba atémica, pero no los vamos a gastar integros, sino que “vamos a sacarles X millones para los a 47 : JEAN-PAUL SARTRE Creo que era para el cincer. Tal vez serfa mejor tomar Ios mil millones integros. Soy de su opinién. En su libro Las palabras des- taco dos frases que me han conmovido:'“Dios solia enviarme —raramente— esa gracia que permite comer sin desgana: el apetite”, y un poco mds adelante: “Una sola vex tuve la sensacién de que existia: Yo habia jugado con fésforos y quemado una alfombri- ta; me hallaba a punto de disimiular mi fechoria, cuando Dios me miré. Senti su mirada dentro de mi cabeza y de mis manos. La indignacién me salvé. Me puse furioso contra aquella grosera indiscrecién. Blasfemé ... Nunca mds volvié a mirarme ...” Estas frases me inducen sobre todo a pensar que usted admite la existencia de Dios, puesto que habla de la gracia que Dios le envid y aitade la palabra “ra- ramente”, Pues bien: gacaso no podria volver a en- vidrsela algtin dia? No. Para decfrselo todo de una vez, la primera frase es completamente irdnica. Yo queria decir que el apetito aparece como una gracia dentro de una familia burguesa en la que los nifios estin sobrepro- tegidos y sobrealimentados, ya que, en el fondo, nun ca tienen hambre, Parece como una gracia divina. 48 EL HOMBRE Pero yo no entendia que era en verdad Dios quien ine Ia enviaba; s6lo querfa decir que mi familia se alegr: ba cuando yo sentfa hambre, mientras que no creo que precisamente en Jas favellas se cor bre como una gracid divina. Yo queria sefialar, sia usted le parece, el aspecto completamente antificial de los burguesitos sobrealimentados. Por otra parte, con respecto a la segunda frase, Dios aparece en ese momento como ua realidad, no como una realidad existente, sino como una realidad en Ia que mi edu- cacién me hacfa creer. Vale decir, si se quiere, que en aquel momento tuve una especie de intuicién de que Dios me miraba. Eso es. Si usted prefiere, quie- re decir que entraba en juego Ia educacién. En efecto, tnve Ia vaga sensacién de ser visto por Dios, lo que mé parecié absolutamente indiscreto de su parte. Y creo haber dicho, como ‘por lo demés usted lo ha visto: unpoco més adelante en lag mismas Palabras, que entonces, eit aquel momento, lo perdi: Dios no “ aparecié més en mi existencia, pero por entonces atin no me hallaba, quién sabe, completamente liberado de él. Poco después, hacia los once aiios, un buen, dia desaparecié por completo de mi vida. He dicho: “No existe”, y debo decir a usted que nunea las co- sas, cualesquiéra’ que hayan podido ser las crisis que he debido atravesar, cualesquiera que hayan sido las 49 JEAN-PAUL SARTRE cosas que me ha tocado ver, nunca este asunto ha vuelto a ser cuestionado. En la Soborna usted condené at teatro burgués, el que utiliza los viejos temas: el marido, la mujer, el amante, lds conflictos de familia. Me parece que el teatro, en parte gracias a usted, ha elevado el debate, ha elevado el conflicto, ha encontrado otros asuntos, ha ido en otras direcciones. Desde Inego, pero yo, sabe usted, yo distinguia, yo hacfa en aquella conferencia —que fue, creo, mal re- trasmitida— una distincién entre el teatro de estruc- tura burguesa. Oponia el teatro dramético al teatro épico de Brecht, y mi idea era, justamente, que en el fondo el teatro de Brecht, que es una reaccién con- tra los teatros burgueses, tiende a descuidar ciertos aspectos técnicos. del teatro burgués. Y concluia di- ciendo que en cl fondo hay una posibilidad de tener en’ cuenta Jas dos técnicas y de crear un arte més completo. Asi pues, lo que yo abandonaba del teatro burgués es todo lo que en el siglo x1x nos aburria de tal manera, que divertia a la gente. Es lo que nos fastidiaba: el teatro de Bataille, el teatro de Bernstein. De eso queria hablar. Pero la construccién, el deseo de hacer que los espectadores experimenten lo que 50 EL HOMBRE sucede en la escena —cosa que Brecht rechaza—, no lo abandono. Hoy ya no podriamos ver el teatro de Bataille, asi como no podriamos ya leer ciertos libros que nos entusiasmaron en nuestra juventud. Lo creo, ‘Tiempo atrés volvi a leer a Bataille, y verdaderamente es imposible. En el caso de Bernstein, el estilo sigue firme, porque es un estilo mucho més natural, Las piezas son fantsticas, son cémicas. Pe- ro en el Bernstein de preguerra todavia hay fuerza, como en el segundo acto del Voleur, por ejemplo. De Bataille, desgraciadamente, creo que ya no queda nada, Ese era cl teatro burgués mismo, ese, gno es cierto? Sile parece, hablemos de Los secuestrados de Alto- na. Usted escribié la pieza. Los personajes son sus personajes, Fueron Uevados al cine. {No tiene la impresin de que, por necesidades comerciales, han hulido de usted como consecuencia de las modifica- ciones introducidas? ‘Totalmente. Di mi visto bueno para que rodaran Los secuestrados de Altona;rpénsaba que seria roda- BL : JEAN-PAUL SARTRE _ do por determinado director, con cuyas concepciones yo estaba perfectamente de acuerdo. Claro que ha- bria cambiado, trasformado muchas “cosas. Queria hacer una especie de cavalcade alemana, desde 1985 hasta 1950, mostrando a la familia de von Gerlach ocupada en colaborar con las fuerzas nazis, y luego las consecuencias, sobre Ia base, naturalmente, de mi intriga. Pero este director no pudo ponerse de acuer- do con el productor. Usted ya sabe cémo son estas cosas: Se contraté a otro, se dio otra versién, dife- rentes régis se reunieron para poner manos a la obra, yo no tomé parte: algina en todo eso y al fin vine a corroborar, evidentemente’ con afliccién, que el re- sultado era muy distinto de To que yo habia deseado. El padre de Franz deseaba tener poder, dominio sobre los hombres que consideraba un tanto tnferio- res. Segtin usted, ese es un sentimiento burgués, Pe- 10 st hijo, antes, de ser voluntariamente secuestrado, éno habia satisfecho sw pasién por el poder cuando eve oficial nazi? Antes no era oficial; se alisté después del caso del rabino polaco. Era hijo, simplemente; pienso que ha- bia coneluido sus estudios, y Iuego. era libre, era minero, no tenfa atin edad para alistarse. En li pieza - 52, EL HOMBRE est escrito, Usted sabe que albergé y oculté a un evadido de un campo de concentracién y que en ese momento las autoridades alemanas, enteradas, exigie- ron, para tapar el asunto, que se alistara y partiera inmediatamente, Fue enviado al frente ruso, y en ese momento se convirtié en oficial. Ya habia cam- biado por completo de cardcter como consecuencia do un acontecimiento tan perturbador, como fue el asesinato del rabino polaco, cometido ante sus ojos. Pero de todas maneras el hijo habia sido educado por el padre, quien le habfa contagiado sus ideas de po- der, La contradiccién consiste en que las grandes fibricas de hoy, las grandes empresas, que son ver- daderos trusts, ya no permiten el despliegue del po- der del capitalismo familiar, digamos si le parece: El padre era verdaderamente duefio de’sw empresa; lo que le sucede al hijo, como el padre se lo dice al fin, es que ya rio es duefio de nada. Es un fulano cual- ‘quiera en grupos que hacen célculos operacionales, tecndcratas, especialistas. El poder de propiedad y el poder de direccién se han separado en el caso de Jas inmensas empresas, y por consiguiente lo que ocu- re es que el padre ha hecho de su hijo un monarea, como él dice, un principe, alguien que tiene apetito . de poder, pero al que pone precisamente en una si- 53. JEAN-PAUL SARTRE tuacién en Ia que su apetito de poder no puede realizarse. : i JAy! Esté también la historia de otro secuestrado voluntario, un francés que habia trabajado con la Gestapo durante la ocupacién y que fue condenado a muerte, ¢No hay una analogia con su caso? Cé- mo imagina usted a ese muchacho que era un pobre tipd, sin voluntad, sin la gallardia de su madre, y que de pronto demostré ser un criminal, asesind, tortu- 16, etc, y termind encerrdndose en tna bohardilla du- rante unos diecisiete afios? Pienso que hay analogias. Pienso, eféctivamente, que quiso, como Franz, manifestar su poder, su vo- Intad de poder, no contra su padre, sino contra su madre, si le parece, ya que ésta habia actuado como una madre castradora, Intenté desarrollar en él cier- tos aspectos violentos de su naturaléza, como reac- cién, para mostrar que era viril, que era un hom- bre, ete. Es cierto también que después recay6 por completo; no sé si sintié remordimiento, pero en todo caso, gracias al miedo 'y bajo la dominacién de su madre, se encerr6. De suerte que tenemos, en efecto, elementos que me parecen confirmados. Yo habia inventado a este secuestrado, pero compruebo que 54 EL HOMBRE tiene un ejemplo. Reggiani, que representa la pieza, habia conocido a otro, pero mucho antes, en 1946 0 1947, cuando filmé su primera pelicula, Los amantes de Verona. Debia rodar una escena en una casa de- terminada, y se encontré con que el primer piso estaba bloqueado, porque habia un hombre, un italiano, un fascista italiano, también secuestrado, secuestrado por él mismo. As{ pues, en todo el mundo existen per- sonas como éstas. Los rusos han sacrificado durante aftos los bienes de consumo, es decir, ol bienestar del hombre, para elevar el potencial de la nacién soviética, para cons- truir la bomba H, para enviar sputniks a la estrasté- fera. Hay por cierto en ello una finalidad cientifica, sin la menor duda, perd también. hay una finalidad militar y una bisqueda de prestigio. gQué piensa usted? Pienso que estaban obligados a hacerlo, como Es: tados Unidos ha estado obligado a hacer otro tanto, Estaban obligados en el sentido de que precisamente las industrias militares, dentro de Ja siutacién de los dos bloques, tierien und.importancia mucho més con- siderable que la que merecen. En este sentido, pien- 's0 que un regreso a la paz, es decir, a una especie de JEAN-PAUL SARTRE licuefaccién de los dos grupos y de los dos bloque’, a una manera con que se reemplazarian sus grandes alianzas monoliticas por una serie de acuerdos, les permitiria a los rasos encontrar, dar una parte mayor a los bienes de consumo. Y, por lo demés; ya comien- zan, ya comienzan claramente, y hay una completa diferencia entre mi ptimera visita, en 1954, y ahora; hay una grande, enorme diferencia. Pero es cierto, en fin, que hoy los paises y no deseo hacer politi- ca, hoy los grandes paises estin obligados a sacrifi car mucho a su armamento. Envié unos libros a una joven rusa que habla ad- mirablemente nuestra lengua. Para agiadecermé, me ofrecié una caja de chocolates: Fijese bien: cada ta: * bleta venia envuelta en un papel distinto, en el qué se podtan ver’ el retrato de los seis cosmonautas y sus sputniks ... En una hoja de papel se encuentran Tas. correspondientes explicaciones téerticas. Qué “piensa usted deeste bien de consumo, de* esta caja de chocolate? La encuentro curiosisima. Nos ofrece a las claras ese aspecto ruso que consiste en mezclar, digamgs, Jo Gtil con Jo agradable?y en todo caso lo didécticg’con’ el consumo de un objeto por placer. En este sentido, es verdaderamente muy notable. 56 ©, Ex HOMBRE .... “INDICE Nota del editor franols .2.......0c0000. 7 Primera parte, . Las meas G6 i Segunda parte 39

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