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La adopción de una forma de vida más moderna, no significa un efectivo compromiso con las formas
urbanas e industriales. Incluso puede reforzar algunos valores y actitudes tradicionales.
Puede considerarse la ciudad principal como relativamente aislada dentro de un territorio que carece de
ciertos centros urbanos. En ella se centran las nuevas instituciones que excepcionalmente traspasaron los
límites urbanos.
La gran ciudad tendía a hacer actividades políticas y orientadas hacia fuera. Así los grupos cosmopolitas
de la ciudad se constituyen como puente entre la civilización y la barbarie.
La modernización tendió a circunscribirse a los límites y esferas más inmediatos de la influencia de las
grandes ciudades.
La empresa agrícola parece haber seguido siendo una organización rígida y tradicional. La comercialización
ineficiente contribuyó al hecho de afianzar las estructuras productivas tradicionales en las áreas rurales y
a influir negativamente sobre las modernas empresas.
Se tendió a dejar a las masas campesinas al margen de los procesos de modernización que afectaron a
los grandes centros urbanos.
Cabe tener en cuenta que las características de baja productividad, tecnología rudimentaria, respuesta
insuficiente de la empresa agrícola, etc. No son meras circunstancias aisladas producto de desajuste o
irracionalidad. Son más bien aspectos inherentes a un tipo de estructura social
b. La miseria campesina
Los bajos niveles de la vida campesina son un aspecto típico del atraso rural de AL. Los datos acerca de la
naturaleza y monto de las remuneraciones rurales muestra que el pago en especies que tienden a
reemplazar el dinero, no constituyen situaciones excepcionales.
Otros indicios de la miseria campesina son la increíble deficiencia de la dieta alimenticia o las condiciones
de viviendas dominantes en los campos.
La empresa agrícola debió operar en los marcos definidos por los patrones tradicionales de vida, y solo
dentro de esos marcos pudo llegar a constituir una organización productiva permanente, usando los
recursos disponibles de acuerdo con los estímulos y motivaciones típicos de la estructura rural.
c. La marginalidad campesina
La empresa agrícola actúo sobre la base de que los derechos inherentes a la ciudadanía tenían para las
grandes masas de trabajadores rurales un matiz distinto que para los habitantes de las grandes ciudades.
Es posible que hayan alcanzado cierta importancia numérica, pero solo por excepción desarrollaron el
sentimiento de su propia identidad como grupo social dentro de la comunidad nacional. “La agitación en
los campos” ha significado una ruptura profunda con el sistema tradicional de las lealtades, pero al mismo
tiempo un avance relativo en el sentido de la incorporación de estos nuevos estratos a las instituciones
de la sociedad nacional
Cualquiera que haya sido su peso electoral, su participación represaba lealtades en las relaciones de
patronazgo más que otra cosa como un compromiso efectivo.
Hay una lenta evolución del movimiento obrero agrícola (a diferencia del urbano) por aislamiento por
diversidad de métodos de explotación agrícola. Mientras el Estado favoreció mediante una legislación
del trabajo la organización de los nuevos sindicatos, no se hizo nada en materia de sindicalización agrícola.
El estado delegó las formas directas de confort a las estructuras locales de poder.
La seguridad social campesina dista mucho de constituir un sistema tal. Y hay porcentajes de
analfabetismo superiores.
Solo los estratos superiores en la organización de la empresa estaban integrados directamente a las
estructuras centrales de la sociedad, el resto de los estratos en dependencia social, política con respecto
a sistemas locales de poder.
El campesino más que como ciudadano, se integró al sistema nacional indirectamente, como parte de
la “clientela” de un ciudadano
No es posible ofrecer una imagen cuantitativa de la magnitud del fenómeno señalado, aunque es probable
que las enormes diferencias de ingreso existentes en las áreas rurales reflejen la presencia de formas
de cooperación social en las que el dinero juega un papel secundario.
Habría que agregar que la magnitud de las diferencias sugiere la existencia de una estrecha relación entre
las posesiones ocupadas en la jerarquía social y el uso del dinero
Los grupos dominantes cumplieron un rol de intermediarios entre el estado-nación y la masa campesina,
posicione estratégica que les permitió conseguir nuevas fuentes de poder y autoridad.
Las mutuas expectativas creadas en esas relaciones parecían suponer un sistema de fidelidades directas
y personales, en las que la dependencia incluida la idea de que los detentadores de las posiciones de
mayor rango poseían virtudes específicas que demandaban el acatamiento.
El reclutamiento de mano de obra se hizo en base a fundamentos familiares: la masa obrera se encontró
integrada por familias más que por individuos
Las formas no monetarias de remuneración, el trabajo familiar, la fidelidad personal, son otros tantos
hechos que no favorecieron en las acciones empresariales aquellos incentivos y motivaciones de
carácter individual que las modernas unidades productivas requieren en su personal.
En este contexto, la expansión industrial solo contribuyó a alentar los avances de un crecimiento ya en
plena marcha, caracterizado por la tendencia a la concentración demográfica en los grandes núcleos
urbanos. Es probable que la baja incidencia de la industria moderna en la gran ciudad cosmopolita
contribuya a explicar en parte el creciente desequilibrio de las ciudades así como el carácter poco
expansivo de los procesos de modernización ocurridos hasta 1960.
A este respecto, vale la pena examinar los mecanismos típicos que permitieron a las grandes
concentraciones urbanas ofrecer alguna salida a la demanda ocupacional de una población en acelerado
crecimiento. Se reconocen cuatro tipos de mecanismos estructurales, en su gran medida, tradicionales,
que contribuyeron a delinear los rasgos más salientes del paisaje urbano de las principales ciudades
latinoamericanas.
Ambas variedades de empresas, sea como sea, parecen haber tendido a ajustarse mutuamente y a
constituir un sistema industrial relativamente integrado en término de las condiciones sociales efectivas
pero muy distintas del tipo de integración y coordinación de los sistemas industriales de las naciones
altamente desarrolladas.
Ahora bien, algunas características generales del proceso para la evolución de la naturaleza de los cambios
ocurridos en las grandes ciudades, tienen que ver con que, en primer lugar, se advierte una alta
proporción de la población que encontró empleo en servicios de carácter tradicional y de baja
productividad. En segundo lugar, se advierte que dentro de cada uno de los rubros del sector servicios
aumentó rápidamente el número de personas empleadas en las ocupaciones con menores grados de
calificación. La expansión de servicios se produjo en base a dotarlos de personal más números que
necesitaban y manteniendo la eficiencia tradicionalmente baja de las actividades.
Las normas sociales que prescriben la ayuda entre parientes habrían permitido a un cierto número de
estos, depender total o parcialmente de quienes recibían una remuneración o ingreso regular. Se advierte,
además, una cierta tendencia a extender los lazos de solidarias familiar más allá del círculo de parientes
propiamente tales. La supervivencia del grupo parece haber dependido de los aportes individuales a la
economía colectiva de la unidad familiar.
A este respecto se manejan dos hipótesis. Una sugiere que las relaciones de tipo familístico tendieron a
suplir las notorias deficiencias de las estructuras institucionales organizadas. La otra sugiere que la
eficiencia social con q e funcionaron las con que funcionaron las conductas basadas en modelos
familísticos habría sido un factor que obstaculizó el pleno desarrollo de las nuevas organizaciones
orientadas por normas y valores de carácter impersonal.
Pese a sus diferencias, ambas hipótesis describen lo mismo. Ambas se refieren sin al hecho de que algunos
tipos de familismo serían funcionales para la supervivencia de los individuos en el medio urbano. Es decir,
el mantenimiento de algunas normas sociales apoyadas en valores tradicionales de solidaridad familiar
pareciera haber tenido consideraba importancia no solo como mecanismo para asegurar la supervivencia
en situaciones de subempleo, sino que también ara el ascenso y la conservación el estatus individual.
Ahora bien, el problema de la población marginal urbana se ha tratado en relación a: (1) la emergencia de
núcleos urbanos segregados y (2) a la adaptación o ajuste del emigrante rural a las condiciones y
requerimiento de la vida en las grandes ciudades. La mayor parte de las interpretaciones son de corte
optimista, donde la función de los núcleos urbanos segregados sería permitir o facilitar el paso de un
sistema a otro.
Vale la pena señalar que las poblaciones que habitan en los núcleos urbanos segregados no solo se
componente de contingentes venidos de los campos. A menudo, estas personas venían de otros centros
urbanos y muchas de ellas han nacido y crecido en la ciudad.
Parece también que las poblaciones urbanas socialmente segregadas han tenido a constituir
organizaciones internas de carácter más o menos permanente, lo que permite canalizar la opinión y las
aspiraciones colectivas de cada uno de los núcleos. Estas organizaciones pueden considerarse como la
respuesta de personas y grupos sometidos a situaciones similares de extrema marginalidad urbana con el
fin de sobrevivir dentro del horizonte de las ciudades. No puede afirmarse, sin embargo, que sean
producto de la acción espontánea de individuos marginales, sino más bien del contacto de los grupos
socialmente segregados con otras organizaciones típicamente urbanas (resultado de fuerzas ajenas del
propio contorno urbano)
Aunque su estructuras son en realidad más primitivas, con frecuente predominio de formas muy
elementales de participación y fidelidad con respecto al funcionamiento efectivo de esas organizaciones.
Su cohesión interna, entonces, proviene de las condiciones mismas de su vida segregada, pero necesita al
mismo tiempo del contacto con otros grupos y organizaciones urbanas. El enlace recíproco entre ambos
factores conduce a quebrar la mera reasignación pasiva y a evitar situaciones de “anomia” estimulado al
mismo tiempo algunas formas de acción colectiva que hacen participar a esas poblaciones a la vida
ciudadana.
Los núcleos segregados se estructuras como entidades más o menos permanentes de manera que estas
poblaciones constituyen más bien “formas colectivas de ajuste”, es decir, determinan sistemas sociales
separados y como enquistados en torno a las ciudades. Los patrones normativos que desarrollan, sin ser
réplica de las pautas urbanas o rurales típicas, incorporan parcialmente elementos de ambas. Este
hibridismo es la causa de que se es haya definido como formas de transición, cuando lo que ocurre en
realidad es que semejantes sistemas culturales pueden lograr cierta permanencia y sobrevivir como tales
por largo tiempo. Se explicaría en consecuencia esa tendencia a perdurar por el simple hecho de que
contribuye n a llenar ciertas funciones. Semejantes sistemas culturales harían posible el mantenimiento
de considerables sectores de la población, que a al vez que utilizan los diversos instrumentos y facilidades
proporcionados por las ciudades, mantendrían un alto grado de compromiso y lealtad hacia normas,
valores e instituciones más primarios y elementales. Esos núcleos, hacen posible y facilitan que algunos
individuos puedan alternar de manera permanente entre dos tipos de estructura social.
La existencia de estos núcleos segregados no es algo nuevo en la estructura ecológica de las urbes
latinoamericanas. Sin embargo, el carácter dramático que como fenómeno social reviste la aparición de
los nuevos núcleos urbanos segregados parece guardar relación con la aparición de una conciencia social
que hace impermeable a esas poblaciones a la adaptación de las ideologías dominantes del resto de la
población urbana. Hay una socialización política. Nadie puede negarse al hecho de que constituyen actual
o potencialmente un aporte apreciable del cuerpo electoral urbano.
Otra creencia no menos peligrosa es la de acentuar la tendencia sistemática de las estructuras sociales
Semejante tendencia cree que una sociedad solo funciona cuando todos los valores que la sostienen son
plenamente compatibles o congruentes entre sí. De esto se derivan dos cosas. La primera referida a que
al exagerar los factores de equilibrio, se puede subestimar el significado de muchos cambios, considerados
solo como perturbaciones. La segunda, y la más importante, es que tiende a cegarse a la realidad de que
en algún momento dado pueda funcionar sociedad de alguna complejidad con tensiones internas de
valores y fines. Lo que puede ocurrir es que justamente exista cierta ambigüedad, pluralismo de esos
diferentes valores que es precisamente el caso de las sociedades tradicionales en transición.
Cuando se estudian de cerca algunas instituciones urbanas típicamente tradicionales salta a la vista su
extraordinaria permeabilidad para no negarse de pleno a las nuevas demandas originadas por el rápido
crecimiento de las ciudades principales. La sociedad tradicional pudo defenderse gracias a s
permeabilidad, pero al mismo tiempo es su porosidad tuvo que tolerar la infiltración de numerosos
ingredientes modernos, que solo en apariencia permitían la coexistencia o la compatibilidad entre lo viejo
y lo actual. El periodo mostró en definitiva que los esfuerzos realizados carecieron del ímpetu e intensidad
para producir una verdadera transformación. Todo lo cual significa, desde la perspectiva sociológica, que
la prolongación de la sociedad tradicional no es sino la otra cara de la insuficiencia dinámica del desarrollo
económico.
2. La paradoja de la situación
La paradoja no es otra cosa que uno de los aspectos de la crisis de la cultura burguesa en nuestros días:
las mutaciones profundas ocurridas en el seno de la sociedad burguesa a propósito de la primera guerra
mundial A este respecto, cuando se habla de la sociedad burguesa se entiende también una cultura
burguesa. Se sobreentiende, as u vez, que este tipo se enfrenta en el mundo con actitudes típicas en
extremo definidas.
La crisis de la cultura burguesa ha consistido en la ruptura del equilibrio que por algún tiempo mantuvo
esa forma de vida entre las dos mayores contradicciones que llevaba en su seno: la tensión entre las
tendencias contrarias de la “personalidad” y de la “Racionalización”: la exaltación de la persona y la
culminación del proceso general de racionalización. A partir de cierto instante, el proceso acelerado de
racionalización sobrepasó al esfuerzo que se requería al mismo tiempo para la perduración y crecimiento
de la personalidad. El hombre de la organización, el individuo orientado tan solo por los demás, ya no son
la expresión de una sociedad burguesa típica, sino de una cultura postburguesa o antiburguesa.
Esto resulta importante pues los hombres y mujeres latinoamericanas no viven en ninguna esfera lunar,
sino que sobre la misma tierra: el latinoamericano se encuentra hoy con una serie de imágenes
contradictorias.
II. LAS DOS GRANDES CUESTIONES DE AMÉRICA LATINA ACERCA DE LAS DENOMINADAS CLASES
MEDIAS
Si se acepta que el tema dominante es el desarrollo económico, surge la pregunta por el sector social
encargado de cargar sobre sus hombros las mayores tareas de este esfuerzo. En la actual América Latina,
dominada por la conciencia difusa de un inmediato y rápido desarrollo económico, caben interrogaciones
parecidas. La hipótesis de Hoselitz: “los países latinoamericanos que crecieron con mayor ímpetu a fines
del siglo XIX, y que cuentan no solo con el conjunto más favorable de indicadores sociales, sino con un
volumen mayor de sectores medios, son precisamente los que han demostrado mayores síntomas de
estancamiento económico” Esta hipótesis ha levantado la sospecha de que en lo que respecta a las
clases medias no importa tanto su cantidad, sino que su cualidad.
Lo que puede ocurrir es que el modelo vigente sobre las clases medias en otros países de occidente no
sea la mejor perspectiva para estudiar la naturaleza de los latinoamericanos. Desde esta perspectiva los
sectores medios serian el resultado de la movilidad social provocada por las exigencias de nuevas
capacidades y funciones manifestadas sobre todo desde los primeros días de la primera guerra mundial.
Se afirma así que los sectores medios han tenido cierto grado de cohesión política de convergencia en sus
intereses:
● Aparecen como grupos sólidamente asentados en el contorno urbano
● Nivel de escolaridad representaba status: procuraron sostener política expansiva de la
educación pública.
● La industrialización no pudo menos de constituir un objetivo de suprema importancia
para los sectores medios
● Los intelectuales tendieron a formular políticas económicas nacionalistas
● El intervencionismo del estado habría constituido una tendencia constante del liderazgo
político de estos sectores medios
● Pérdida de importancia de la familia: se incentiva la implantación de una sociedad regida
por la recompensa del mérito y por la transferencia de lealtad política a objetivos
comunes e impersonales.
En la medida en que crecieron los sectores medio empezaron a participar en los mismos otros grupos no
profesionales y a competir también por las recompensas políticas
Los sectores medios se aliaron con las capas urbanas populares y esos compromisos los llevaron a
promover nuevas instituciones sociales basadas en el reconocimiento del mérito la competencia y el
trabajo. Como resultado de ese proceso fueron capaces de atesorar importante acervo de experiencia
política: se destaca la capacidad de llegar al compromiso político:
Nada tiene de extraño que, según todas las apariencias, se gaya convertido en el grupo más apto para
llevar a cabo una efectiva transformación económica y social-
→ Aunque se acepte la validez de esta hipótesis, no nos explica el mayor enigma: ¿Por qué en países en
donde se ha disminuido la tasa de crecimiento económico, son aquellos que tienen más numerosas
clases medias y de más larga participan político económico?
Fase de estabilización.
Empieza a desvanecerse esa alianza originaria entre los sectores medios y las masas obreras. Aquí se
reconoce:
a. La implantación de un sistema de dominación de clientelas y patronazgo
b. Las tendencias a la “autopromoción” o ascenso parcial del sistema vigente
c. Una marcada preferencia por el intervencionismo
Se acentúo una tendencia manifiesta consistente en un jugo reciproco clientelar en virtud del cual era
posible el ascenso social y la mejora de carreras. Los nexos familiares existentes y los partidos políticos
tendieron apoyarse en la perduración de las relaciones primarias que configuraría una red: Los valores de
competencia, mérito y eficacia técnica NO PUDIERON JUGAR EL PAPEL QUE EN LAS SOCIEDADES
INDUSTRIALES AVANZADAS, La importancia y el prestigio social de algunos grupos y asociaciones estuvo
más estrecha a su capacidad efectiva de hacer favores a miembros y clientes. Esto puede ser progresivo
si patrones tienen conciencia moderna, y regresivo cuando estos ven en peligro su seguridad o prestigio
social. Posibilidades de ascenso bloqueadas por los nexos prebendarios.
Otra disonancia, las clases medias se esforzaron por asentar en gran medida sus posibilidades sociales y
económicas en las distintas políticas impulsadas por el estado, Si bien en principio han sido sectores
constitucionalistas, no pocas veces se han dejado llevar por los señuelos de una u otra forma de dictaduras
o autoritarismos.
Transcurrida la “querella del capitalismo” los sectores medios, en el contexto de una crisis derivada del
comercio internacional, se despertó la conciencia mas o menos difusa de la necesidad de promover la
creación de una nueva estructura productiva. Esta nueva política fue popular en las áreas urbanas.
Es decir, no hubo una transformación decisiva de la estructura económica, se limitó a introducir elementos
que con tiempo dieran lugar a una modificación más a fondo.
Sin embargo, la ida de industrialización siguió fuertemente: sin embargo, con esfuerzos inconexos que
nos concordaba adecuadamente con la política: Nada tiene de extraño que una industrialización
realizada en esa forma defraudara las esperanzas iniciales y que se contradijera en sus resultado.
De aquí surge la idea de la programación o planificación del desarrollo: no dejarlo al azar. Actitud
moderada (afán por seguridad)-
En el periodo de ascenso, las clases medias muestran un claro sentido anti-oligárquico: la extensión de la
ciudadanía a los sectores urbanos dependientes constituyó la estrategia necesaria para forzar el orden
tradicional a que aceptase la participación de núcleos políticos y sociales de clase media en el jugo del
poder y la influencia. Extensión sufragio y otras medidas que querían acabar con los efectos
discriminatorios del sistema dominante de la sociedad tradicional.
También hubo una preocupación por el fortalecimiento de los sindicaos: donde los propios gobiernos en
que participaron las clases medias, a través del estado, los favorecieron abiertamente. Se canalizó la
protesta obrera, conduciéndola en lo prosigue a los cauces institucionales cuestión que permitió
consolidar las posiciones recién adquiridas por los grupos en el poder.
También hubo una ampliación de los servicios educativos. En la política social de la clase media. Fueron
defensoras de la intervención del estado en materia de educación.
También estuvieron los programas de seguridad social, con los cuales se trató de proporcionar a la masa
de la población, a través del estado, el goce de condiciones mínimas de existencia. Sin embargo fueron
medidas dispersas que se adoptaron frente a las presiones del momento.
Ahora bien, los resultados de esta política social de las clases medias como obra de una burguesía tardía,
no parecieron corresponder a las esperanzas puestas en ellas:
- Los programas de seguridad social tendieron a beneficiar más a las clases medias.
- El aumento de la educación pública quedó restringido para sectores urbanos
- La redistribución: favoreció a la clase media
Una vez iniciadas las clases medias en la etapa del compromiso, sus orientaciones sociales no pudieron
menos de variar de acento y dirección. El original impulso igualitario toma ahora un tono mucho más
pragmático.
Los sectores medios se interesaron mucho más en aprovechar las ventajas relativas por ellos adquiridas
que en esforzarse por una nueva organización social.
No deja lugar a dudas que esos sectores medios nunca se dieron con la densidad y la intensidad necesarias.
Es decir, que apenas se ofreció en forma suficientemente aproximada al tipo ideal de los hombres que
hicieron las grandes sociedades industriales.
La baja productividad de las empresas constituyó un hecho generalizado, influyendo así junto con la
inestabilidad económica, a que la mano de obra se caracterizara por su baja calificación e inestabilidad.
La más de las veces la baja productividad de la mano de iba industrial terminó por aceptarse con na
verdadera fatalidad, como un hecho que con el tiempo lograría modificarse.
3. El obrerismo en la política
Todos estos primeros programas de acción política tenían la intención de promover una profunda
transformación de las estructuras. La industrialización aparece como un aspecto y una etapa de ese
propósito revolucionario de construir nuevas sociedades afán siempre presente en las formulaciones
políticas referidas al desarrollo de Latinoamérica.
La nueva estructura sindical no surge desde las organizaciones sindicales. Además, la naturaleza de la
legislación sindical no es difícil de imaginar que un motivo de mucha importancia habría sido controlar
movimientos obreros mediante leyes e instituciones
El sindicato burocrático antecedió al industrialismo de mismo modo que la legislación obrera y la política
social precedieron a la industrial.
Es frecuente que los grupos de poder, sobre todo los provenientes de los sectores medios, intentaran
vincularlas a ellos para facilitar su propio acceso o estabilidad en el poder.
La causa del retraso en su evolución sería que los obreros parecen permanecer ligados aun en cierto modo
a las formas de vida y de pensamiento características del medio preindustrial de que provienen. En
consecuencia, el hecho de que gran parte de los nuevos sectores obreros estén constituidos por la
migración interna proporciona otro elemento decisivo para comprender la actual situación sindical:
a. La búsqueda individual de ventajas económicas
b. Una solidaridad concreta no motivada por principios ideológicos
c. La representación de la sociedad que estos obreros se formulan reposa en la oposición de niveles
sociales más que conflictos de clases
La debilidad es que no asegura una unificación de sus distintos planos en el marco de una conciencia de
clases estable
El sindicato general hizo posible, que sus dirigentes cumplieran muchas veces la función, entre otras, de
servir de puente entre una masa prácticamente marginal y las instituciones propias de la sociedad
nacional.
Esta tendencia a aprovechar las diversas posibilidades de obtener ventajas económicas gracias a las
instituciones sociales, coincidió a menudo con el reformismo y el progresismo de las capas medias y
permitió no pocas veces que los dirigentes sindicales y los núcleos políticos de las clases medias iniciaran
una suerte de compromiso en favor de ambas partes.
Es un hecho que las investigaciones económicas y sociológicas no han permitido evaluar la significación
de los fenómenos parciales estudiados dentro de los marcos más amplios del proceso de transformación
de la sociedad tradicional.
Los hombres de la década del 20 tuvieron que enfrentar la crisis de los idearios políticos tradicionales
vigentes en sus países desde la independencia misma... El liberalismo y el conservadorismo, no pudieron
responder a los nuevos dilemas dimanados de la gran catástrofe europea. Sin embargo, las condiciones y
fuerzas sociales engendraron orientaciones que en la práctica no siempre correspondían a los idearios
políticos profesados.
3. El problema de las ideologías y el desarrollo
Ideologías orientadas en torno al desarrollo, verdadero instrumento destinado a facilitar el desarrollo.
Las ideologías tienen por naturaleza un contenido político que aspira a traducirse en actos. Su éxito
dependerá en gran parte de la capacidad para comprometer la conducta de los individuos en la creación
de instituciones y en la consecución de metas. Las orientaciones políticas y en general los procesos de
modernización están profundamente ligados a la movilización de las masas en torno a nuevos
propósitos y valores, y en ello juegan las ideologías un papel de capital importancia.
No es tarea simple ajustar las ideologías a los propósitos posibles o reales, a los medios disponibles y
traducirlas al mismo tiempo en programas de acción políticas. Coordinar aspiraciones, impulsos y
motivaciones por lo general asociados a idearios políticos, es la compleja tarea de traducir las ideologías
en programas de acción política
4. Balance de la situación existente hacia 1960
En el movimiento sindical comenzaba a insinuarse una nueva estrategia que podía formularse dentro de
los marcos conceptuales de un proceso nacional de desarrollo... La may8oría de los gobiernos, a su vez,
aparecía comprometidos de alguna forma con el desarrollo de actividades económicas y sociales en cada
país. Este consenso, sin embargo, era más bien aparente y en el mejor de los casos se concentraba en los
sectores urbanos.
La opinión favorable sobre el desarrollo, encontraba dificultades cuando se intentaba traducir a medidas
concretas. Las largas discusiones sobre detalles y aspectos menores también eran un obstáculo.
Con los proyectos pasaba algo similar, parecía que se dudaba incluso de la buena fe y de la capacidad
tanto de quienes formulaban programas de desarrollo como de sus ejecutores. Las huellas eran profundas
y condicionaron dos tipos de actitud en apariencia contradictorias:
1. Desconfianza, frustración, escepticismos.
2. La necesidad de una urgente superación que a menudo tendía a concebirse en términos de
transformaciones tan absolutas como desligadas de sentido realista.
Las esperanzas puestas en los cambios no correspondían a las consecuencias. Se fueron perdiendo las
confianzas en los dirigentes, partidos y hasta en las posibilidades de éxito. Eran testigos de la corrupción
que habían acompañado a los cambios. La otra cara del pesimismo podría ser la fe casi milagrosa en el
hombre providencial y en la revolución salvadora.
Muchas veces estuvo asociado al populismo. La ambigua aceptación y el rechazo de los propio y lo
autóctono y simultáneamente de ciertos patronos sociales foráneos constituyeron sin duda el rasgo típico
de los nacionalismos de izquierda.
b. El populismo
El crecimiento de la población marginal en las grandes ciudades latinoamericanas dio lugar a la aparición
de nuevas condiciones de acción política. Podría decirse que en forma latente persistió en ellos el “deseo
de dependencia” de mantener relaciones de lealtad y protección personal, en la medida misma en que no
poseían el mínimo de cultura ciudadana.
El potencia político de dicha situación lo utilizaron a veces los nuevos grupos de poder que, llegaron a
transformarse en sus líderes virtuales. SM para mantenerse o alcanzar posiciones de poder, hicieron de
la satisfacción de demandas de los grupos marginales una presión continua a los mecanismos estatales. A
cambio de sus votos, estos obtuvieron una legislación protectora, salario mínimo y otros beneficios. Todo
esto se tradujo en una verdadera relación de protección entre el estado y las masas urbanas. Los nuevos
líderes establecieron relaciones de clientela y adhesión personal que les permitía actuar en base a las
relaciones de patronazgo, es decir, de tipo primario. Líderes como protectores.
La autoridad política llegó a verse penetrada por relaciones de tipo informal. Adhesión personal, el
intercambio de favores, etc. De este modo, se crearon paulatinamente grupos de intereses que por lo
general comprendían a los sectores medios de la estratificación urbana. En la medida en que así ocurría
el carácter populista iba perdiendo su tono inicial.
Otro aspecto es la naturaleza cuasi carismática de los líderes principales y hasta de los caudillos
menores. Fue la capacidad de motivar a las masas un favor de primera importancia en las nuevas
estructuras de poder que acompañaron al desarrollo urbano
c. El tradicionalismo moderno
Grupos que aunque se adaptaron flexiblemente a los nuevos requerimientos de la urbanización la técnica,
y la industria, conservaron muchas de sus orientaciones tradicionales. La izquierda y la derecha tendieron
a preservar formas. Esto por una idealización del pasado y la afirmación de valores.
Por tradicionalismo metodológico se encuentran algunos grupos que apoyan formalmente el progreso,
pero se oponen a sus consecuencias sobre todo en cuanto afecten a las ventajas o privilegios relaticos que
pueden gozar en la estructura social actúa.
Se acepta el desarrollo parcialmente cuando se intenta limitar sus efectos sociales y culturales a la esfera
técnica y económica.
Otras descripciones refieren al llamado “tradicionalismo urbano contemporáneo”. Este actúa de manera
aparentemente moderna pero intenta preservar ciertos valores éticos y algunas concepciones relativas a
la naturaleza de la desigualdad social. E ahí que piense en términos sindicalista y corporativistas (permiten
preservar nomas y valores) Así se concebiría a la sociedad como una “gran familia”, se solía afirmar que
era necesario un estado central fuerte, sólidamente basado en principios de naturaleza moral o espiritual.
Actitud ambigua entre el presente y el pasado.
Tendencia a rechazar las nuevas normas y valores. En una primera etapa hay una tendencia a radicalizar
las reacciones que produce el cambio En un segundo momento hay una aceptación a la transformaciones
económica y técnica eco n una sociedad organizada en torno a valores tradicionales. Aquí se comienza a
perfilar el conservadurismo moderno.
Se destaca el valor de la familia, la iglesia, la propiedad privada y el estado tradicional pero parece
oscilar entre la aceptación y rechazo del puro interés propio y la ventaja personal como estímulos
legítimos. “Lograr la armonía social”
La modernización dio contenido y realidad operativa a la idea que no podría resolverse operativamente
problemas sociales. El sentimiento de vivir en un orden injusto y la visión de que la autoridad política no
podía sobreponerse con éxito al juego de los diversos intereses, bien pudieron crear en diferentes círculos
sociales un clima de desconfianza y resistencia a las soluciones gubernamentales.
Los intelectuales ayudarían a dar forma organizada a las orientaciones ideológicas de carácter
revolucionario y a dramatizar el sentido de los acontecimientos. El progreso implicaba a su juicio abolir
un sistema y reemplazarlo por otro. Los líderes populares proclamaban actuar a nombre de los amplios
sectores de la población. Hay que acudir a la idea de lucha no de competencia
El desarrollo, en suma, implicaba para los ideólogos revolucionarios una crisis total del orden social
tradicional, tanto en su estructura como en sus fundamentos y en el modo de comportarse dentro de él.