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Un verdadero tesoro desde el punto de vista ecológico. Eso es lo que constituyen los
bosques tropicales, que albergan no sólo una gran variedad de especies vegetales, sino,
también, especies animales de las cuales, hasta hoy, no se tiene un catastro exacto.
En los bosques tropicales sólo escasea la vegetación donde existen importantes cursos
de agua.
En este bioma tropical es en donde las plantas alcanzan sus mayores alturas y crecen en
mayor cantidad. Cerca del 40% de todas las especies vegetales y animales del planeta
viven en este tipo de bioma, que disfruta de temperaturas cálidas durante todo el año,
precipitaciones abundantes y una constante recepción de la radiación solar, que, en las
latitudes donde se encuentra, llega en forma más vertical.
Más arriba, se encuentran algunos arbustos, árboles jóvenes, helechos y otras plantas
como hierbas altas, cuya vida está condicionada por la competencia por la luz, que, en
su mayoría captan las plantas que se encuentran más arriba, es decir, quienes conforman
la bóveda forestal o dosel. Este nivel es uno de los más interesantes en cuanto al
desarrollo de la vida en los bosques tropicales, ya que es en las copas más altas donde
abundan la luz, el calor y el alimento y, por ende, vive la mayor cantidad de organismos,
sobre todo especies de insectos. Puede dividirse en inferior (donde se ubican los árboles
más bajos) y la bóveda propiamente tal, constituida por copas medio dispersas. Existen
también sectores donde los árboles superan los 70 metros y están ampliamente
esparcidos, formando la bóveda emergente.
Es necesario destacar que los límites de cada uno de ellos no están claramente definidos.
Como en todo bioma, son muchos los factores que confluyen en su formación, por lo
que la altitud, la latitud y la presencia de algunas masas de aire van determinando la
aparición de ciertos rasgos que distinguen a estos tipos de bosques tropicales.
- Bosques lluviosos
Por lo general, cuenta con temperaturas bastante altas y constantes, con un promedio de
27ºC. Las precipitaciones también abundan en el sector, presentando de manera
permanente una gran pluviosidad (el promedio anual va desde 2.000 a 4.000 milímetros
por metro cuadrado).
También existen sectores sumamente acotados donde se desarrolla este tipo de bosques,
como la costa este de Madagascar, algunas laderas de las islas de Hawai y la costa este
de Australia.
La temperatura es cálida durante todo el año, pero, a diferencia de los bosques tropicales
lluviosos, presenta dos estaciones bien marcadas: una lluviosa y otra seca. Esta última
posee una duración variable, que va desde dos a cuatro meses, provocando que gran
parte de los árboles de la bóveda superior pierdan sus hojas durante la estación seca,
mientras que los que se ubican por debajo de este estrato se desarrollan con absoluta
normalidad.
Los bosques monzónicos de Asia central son uno de los más claros ejemplos de este
tipo de asociación tropical. En este lugar, la vegetación está acostumbrada al constante
calor y a las condiciones de sequía (durante la estación seca), pero también son capaces
de soportar las abundantes lluvias en los periodos más húmedos.
- Bosques secos
Presentan una estación seca, la que está directamente condicionada por la latitud del
lugar. Así, mientras más al sur de la línea del Ecuador nos ubiquemos, más extensa será
la estación seca, la que puede alcanzar hasta ocho meses.
Los cambios entre una y otra estación son bastante notorios. Mientras en la estación
seca, tanto árboles como arbustos pierden sus hojas, con la inminente llegada del
periodo húmedo afloran los primeros brotes y el suelo se cubre con un manto verde. Es
necesario destacar, además, que en muchos casos las lluvias superan a las de la estación
más lluviosa del bosque tropical lluvioso.
Una enorme cortina vegetal que no sólo sorprende por la abundancia de especies, sino
que también sirve de hogar para organismos únicos.
Sólo debemos imaginar que es tan grande la diversidad vegetal alojada en este tipo de
bosques que, fácilmente, en un área de 10 kilómetros cuadrados, es posible descubrir
cerca de 1.500 especies de plantas con flores y hasta 750 especies de árboles. Incluso,
los científicos hasta hoy siguen encontrando nuevas especies y están seguros que
todavía quedan muchas por conocer.
Muchos de los árboles que constituyen el bosque lluvioso tropical pueden medir entre
45 y 70 metros, mientras que algunas plantas alcanzan los cinco metros. La bóveda es
continua y densa, salvo en las partes donde existen cursos de agua. Los troncos de los
árboles que la constituyen son, por lo general, de color claro, rectos y con contrafuertes.
Estos últimos son expansiones del mismo tronco del árbol (aplanadas y resistentes) que
funcionan como una verdadera ancla para sujetarlos al débil suelo que los sostiene.
El desarrollo de las plantas más pequeñas se ve dificultado por la espesa bóveda, que
impide la llegada de luz a los niveles bajos. Sin embargo, en algunos casos, las plantas
alcanzan alturas que superan los cuatro metros. Estas en su mayoría son siempre verdes
y con hojas alargadas y en punta para eliminar el exceso de agua, aumentar la
transpiración y reducir el lavado de nutrientes.
Adaptaciones vegetales
Muchas de las plantas que habitan por debajo de la bóveda forestal no reciben una
cantidad suficiente de luz, por lo que están adaptadas a vivir en la sombra. Por ejemplo,
la Oreja de elefante (Alocasia korthalsii) tiene enormes hojas que facilitan la captación
de los tenues rayos solares que traspasan la bóveda forestal. Incluso, debajo de cada
hoja posee una capa de color púrpura que refleja la luz. Así, también hay otros vegetales
que crecen entre los árboles y parasitan de ellos, absorbiendo sus nutrientes y agua.
Estos dependen de los árboles de mayor altura para su soporte, ya que la mayoría es
incapaz de sostenerse de forma vertical después de que han alcanzado cierta altura. En
esta situación están las plantas trepadoras, como las lianas, que poseen tallos semejantes
a cordones o cable que se retuercen alrededor de sus apoyos, alcanzando y
extendiéndose por la copa de los árboles.
En la bóveda del bosque tropical podemos encontrar una gran variedad de aves,
murciélagos frugívoros (consumidores de frutas) y mamíferos insectívoros o
consumidores de hojas, frutos y néctar. Es esta zona el lugar por donde transitan tucanes
y gran parte de los primates que dominan la selva, como orangutanes y monos arañas.
Las ardillas también habitan este sector, pero ellas suben y bajan por los troncos de los
árboles, buscando alimento.
Comportamiento animal
Como gran parte de los animales habita en las copas de los árboles (solo los de mayor
tamaño lo hacen en el suelo), estos han desarrollado interesantes mecanismos de
desplazamiento.
Las aves tienen las alas cortas y anchas para avanzar y hacer giros entre las ramas, como
lo hace el Ave del paraíso (Paradisaea raggiana), mientras que otras especies poseen
extensiones de piel que actúan como alas, permitiéndoles planear entre las copas de los
árboles. La Ardilla voladora (Glaucomys volans) es una de ellas, ya que cuenta con una
membrana cubierta de pelo, que va desde sus muñecas hasta los tobillos, y que extiende
cada vez que pasa de un árbol a otro.
Quienes también han desarrollado una extraordinaria facilidad para moverse entre los
árboles son los primates, que usan sus manos, sus pies y su cola para recorrer distancias
considerables. Este proceso de locomoción arbórea, que no sólo requiere la capacidad
de alcanzar las ramas precisas para desplazarse, sino, también, la fuerza para
suspenderse, se denomina braquiación. El Orangután (Pongo pygmaeus) realiza esta
importante acción logrando, con sus largos brazos y fuertes dedos, balancearse
rápidamente entre los árboles. Otra increíble adaptación es la utilización de la cola como
una quinta extremidad, a la que se denomina cola prensil.
Muchos de los animales que habitan los bosques tropicales han desarrollado también el
camuflaje.
La piel del Jaguar (Panthera onca) le permite pasar desapercibido frente a otras
especies a las que acecha, al igual que sucede con algunos reptiles (como el Camaleón)
e insectos que se mimetizan con el follaje o con las ramas de los árboles, logrando pasar
desapercibidos frente a sus depredadores.
Pero no solo existe el camuflaje de color y texturas, sino también el que imita formas
naturales, como las de lianas, hojas o ramas.
Habitantes de la selva
Destrucción verde
A pesar de que gran parte de los recursos forestales que el hombre ha explotado
proviene de los bosques templados, durante las últimas décadas los bosques tropicales
han constituido una atractiva fuente de riqueza natural. Según estudios, alrededor de 20
millones de hectáreas son taladas o dañadas anualmente, colocando en serio peligro la
diversidad vegetal. Este fenómeno, incluso, tiene efectos directos sobre el clima de las
regiones y en el traspaso de oxígeno y dióxido de carbono hacia y desde la atmósfera.
Otro de los problemas que afectan, principalmente, a los animales más exóticos que
habitan los bosques tropicales es el tráfico de especies y su explotación para fines
comerciales, como ocurre con la piel de muchos mamíferos o con otros organismos que
son vendidos como mascotas, como por ejemplo, algunas tortugas, serpientes y muchas
aves coloridas.
Adaptación a la lluvia
Las continuas lluvias del bosque tropical muchas veces resultan un poco molestas para
los organismos que lo habitan. Por ello, algunos recurren a ingeniosas soluciones para
protegerse de la pluviosidad permanente. Así, por ejemplo, los orangutanes se fabrican
verdaderos paraguas con las hojas más grandes de los árboles, mientras que las termitas
forman montículos con algunos materiales naturales para cubrirse. Las plantas también
poseen adaptaciones que facilitan el escurrimiento del agua, como hojas terminadas en
punta o alargadas.