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La economía, el examen que Fidel Castro nunca consiguió aprobar


Por: Rubén G. López, Madrid
09/12/2016

ALEJANDRO ERNESTOEFE - FOTOGRAFO

Fidel Castro suspendió Economía, según el análisis realizado sobre los primeros 50 años de
Gobierno revolucionario por Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de la Universidad de
Pittsburgh. Tras analizar la evolución de 84 indicadores entre 1959 y 2009, el economista
cubano observó un avance en lo social (el 76% de los parámetros mejoró), un
estancamiento en el sector exterior (con tantos avances como retrocesos) y un
empeoramiento a nivel interno (dos de cada tres indicadores mostraban una situación peor
que la de 1958).

Éstos fueron los resultados de una política económica que, según Mesa-Lago, alternó largos
"ciclos ideológicos" (marcados por una rígida planificación estatal) con otros más
"pragmáticos" (es decir, más cercanos a los principios liberales). La isla tampoco sale bien
parada en la comparación con sus vecinos latinoamericanos, ya que en el 87% de los
indicadores económicos analizados cede posiciones y sólo mejora en el 43% de los
vinculados a variables sociales.

La isla, antes de la revolución

A pesar del deterioro experimentado por su economía a partir de 1950, la Cuba de Batista
aparecía en los primeros puestos de la región en ámbitos como el control de la inflación, la
estabilidad fiscal, la tasa de alfabetización, la esperanza de vida o la cobertura de las
pensiones públicas (y su PIB per cápita se movía en los niveles del español). Pero, tal como
explica Mesa-Lago, también arrastraba serios problemas, como una industria inexistente
más allá del sector azucarero (que estaba estancado), un paro estructural alarmante, un
crecimiento débil (que alternaba ciclos expansivos con otros de fuerte depresión), una gran
brecha entre el ámbito rural y el urbano o una excesiva dependencia a nivel comercial y
financiero de EEUU.
Entre 1959 y 1961, esta situación dio un vuelco de 180 grados en términos políticos y
económicos. A la victoria de la revolución le siguió el inicio del embargo norteamericano y
el intento de invasión de la isla, frustrado en Bahía Cochinos y que precipitó la
proclamación del socialismo por parte de Castro. Arrancó entonces el primer "ciclo
ideológico", según la terminología de Mesa-Lago, muy ligado al contexto internacional de
la Guerra Fría.

El castrismo acabó con la dependencia económica de EEUU, aunque la sustituyó por otra
aún más intensa de la URSS

Si la dependencia del comercio exterior con EEUU había alcanzado el 62% en 1958, la
Cuba de Fidel elevó esta cifra hasta el 72% en 1987, aunque en este caso con la URSS.
Durante este periodo, los esfuerzos del castrismo se centraron "en potenciar la industria
azucarera para aumentar las exportaciones hacia la URSS y reinvertir lo obtenido en el
desarrollo de otras industrias", tal como explica Omar de León, profesor de Economía en la
Universidad Complutense de Madrid (UCM) y experto en América Latina.

Esta estrategia no dio grandes frutos, más allá de mejorar la exportación de minerales y, en
menor medida, de algunos alimentos. Tal como añade De León, "el gran reto de la
economía cubana desde el inicio de la revolución, y que aún sigue pendiente, es acometer
una transformación de su economía productiva, muy dependiente históricamente de la
producción de azúcar, níquel y tabaco". Si acometer esa modernización había resultado
imposible antes de 1989, la tarea se convirtió en imposible justo después del desplome
comunista en Europa.
El 'Periodo Especial', la mayor crisis de la Cuba castrista

El PIB cayó un 35% hasta 1993, mermando notablemente las condiciones de vida de la
población. Por ejemplo, el salario real disminuyó un 76% desde 1989 hasta 2008, según
cifras de Mesa-Lago, y el incremento del paro empujó a muchos cubanos a la emigración
(en improvisadas y peligrosas balsas). Se inició entonces un ciclo pragmático, conocido
como el 'Periodo Especial', que incluyó algunas reformas, como una cierta
descentralización de la economía y un impulso al diminuto sector privado cubano.

Por aquella época, España se preparaba para un largo periodo de bonanza. A su vez, la
mayoría de los países latinoamericanos dejaba atrás dos décadas en las que el crecimiento y
la industrialización (en los años 60 y principios de los 70), habían derivado en un
endeudamiento progresivo que culminó en la 'Década Perdida' (los años 80) y la posterior
introducción, a comienzos de los 90, de las recetas impulsadas por EEUU y el FMI. Tal
como apunta De León, el conjunto de América Latina adoptó una estrategia "similar a la
que se ha llevado a cabo en Europa en los últimos años, basada en sustituir la deuda a corto
plazo por otra a largo plazo, a cambio de privatizaciones y desregulaciones". Este proceso
generó una inestabilidad crónica que derivó en graves estallidos sociales, como el que se
produjo en Argentina con el Corralito.

A comienzos de siglo, Cuba se benefició de la buena marcha de América Latina y de la


aparición de nuevos socios en la región

Fue entonces cuando el camino de Cuba se cruzó, por primera vez en 40 años, con el de sus
vecinos latinoamericanos. El encarecimiento de las materias primas a principios del siglo
XXI (principal exportación de la región) abrió un periodo de cierto esplendor, al que se
sumó la llegada al poder de Lula en Brasil, los Kirchner en Argentina y, sobre todo, Hugo
Chávez y el llamado bloque bolivariano en Venezuela, Ecuador y Bolivia. La isla encontró
nuevos socios, por razones ideológicas y pragmáticas. Al fin y al cabo, los países de la zona
han optado siempre por una lógica similar: "Diseñar su política económica exterior
conforme a sus objetivos internos, ajustados a los cambios en el contexto internacional",
explica Ángeles Sánchez, profesora de Economía en la Universidad Autónoma de Madrid
(UAM) y especialista en economía latinoamericana.

Esta confluencia de factores permitió el inicio de un nuevo ciclo ideológico en Cuba,


marcado por la intensificación de las relaciones comerciales con la Venezuela chavista (de
la que ha llegado a recibir hasta 100.000 barriles de petróleo diarios). Pero, escarmentado
por los errores del pasado, el castrismo trató esta vez de impulsar una mayor diversificación
de su economía, para reducir su dependencia del vecino bolivariano. Por ejemplo, "este
cambio de ciclo permitió a Cuba transformar su estructura productiva, impulsando la
biotecnología, el turismo y el sector petroquímico", explica De León.

Despedida de Fidel y llegada de Trump

Y mientras España (y en general, medio mundo) se aproximaba sin aún saberlo a la mayor
crisis financiera del último medio siglo, Fidel cedía el mando de Cuba a su hermano Raúl,
dando paso a un nuevo ciclo pragmático. Desde entonces, "las restricciones en el ejercicio
de las libertades políticas conviven con una cierta apertura económica, por ejemplo, para la
inversión extranjera en el sector turístico, que es muy importante para España", apunta
Sánchez. El restablecimiento de la diplomacia con EEUU (el embargo sigue vigente)
parecía apuntar también en la línea de una mayor modernización de la isla, pero la llegada
de Donald Trump al gobierno estadounidense augura un nuevo periodo de enfriamiento de
las relaciones entre ambos países.

Tras seis años consecutivos de crecimiento, Cuba prevé despedir 2016 con un avance del
2% en su PIB (lejos del 4% registrado en 2015). Pese a ello, la isla sigue jugando en la
'Segunda División' de la economía, con una renta per cápita "de unos 7.300 dólares,
aproximándose a los niveles existentes en el Salvador (7.349 dólares), Georgia (7.164) o
Guatemala (6.929)", apunta Sánchez. Bien distinta es la situación en el apartado social,
"con una esperanza de vida de 79,4 años, cercana a la de Liechtenstein o superior a la de
EEUU, y un promedio de escolarización de 11,5 años, similar a los de Japón o
Luxemburgo", añade la profesora de la UAM. Además, la isla ocupa la 67ª posición en el
Índice de Desarrollo Humano (IDH), por delante de algunos de sus vecinos más poderosos,
como México o Brasil.

Cuba se codea con El Salvador o Guatemala a nivel económico, aunque en términos


sociales aparece al frente de Latinoamérica

El futuro más inmediato aparece marcado por la grave crisis venezolana (lastrada por el
precio del petróleo) y la ralentización de los procesos de integración regional (por el
frenazo de las economías argentina y brasileña, que además han cambiado el color político
de sus gobiernos, alejándose de Cuba). Por todo ello, Raúl Castro deberá mantener el
pragmatismo y "virar hacia China", opina De León, aprovechando que el gigante asiático
"está muy interesado en los avances cubanos en biotecnología y productos biosanitarios".
Esto no significa que el régimen tenga pensado apostar por el modelo chino (de comunismo
político y capitalismo económico), pues, tal como añade el profesor de la UCM, "está
generando unas desigualdades brutales que no gustan en Cuba, donde existen unos mayores
niveles de equidad que la población quiere preservar".

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