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Resumen
Se considera Agricultura Familiar (pequeños productores) al sector agrícola en el cual la
unidad doméstica y la unidad productiva están físicamente integradas, y la producción es
utilizada para autoconsumo o para venta en el mercado. En la República Argentina, se
estima que un 13% de la superficie óptima para agricultura y ganadería del país se
encuentra trabajada por pequeños productores. Las energías renovables surgen como
potenciales herramientas para abastecer al sector y brindar ciertos beneficios: mejorar la
calidad de vida, agregar valor a los productos generados, fomentar la sustentabilidad de los
sistemas productivos y convivir en armonía con el medio ambiente. La industria nacional
provee equipos para utilizar energía solar, eólica, y a partir de biomasa; en menor porte,
energía a partir de desechos (biodigestores) y energía hidráulica (miniturbinas). El objetivo
de esta revisión fue describir las distintas fuentes de energías renovables que pudieran
implementarse en los sistemas agrícolas similares a los de la Agricultura Familiar en
Argentina, abordando especial interés en los antecedentes nacionales y latinoamericanos, el
potencial de generación energética y los costos existentes en el mercado nacional.
Palabras claves: Energías Renovables, Agricultura Familiar
Abstract
Family Agricultural (small scale producers) is the agricultural sector in which production unit
and domestic unit have been integrated, and production is used for subsistence or sell in the
market. In Argentina, about 13% of optimal agricultural and livestock surface is worked for
small scale producers. Renewable energies are emerging as potential tools for supply sector
and to provide certain benefits to improve the quality of life, add value to the products,
promote the sustainability of this production system and live in harmony with the
environment. The national industry provides more equipment to use solar energy, wind
energy, and biomass energy, than equipment to use energy from waste (biodigestors) or
hydraulic energy (small turbines).
The objective of this review was to describe different sources of renewable energy that could
be implemented in agricultural systems similar to Family Agricultural in Argentina with special
focus in national and Latin American experiences, the potential for energy generation and
equipment costs in the national market.
Key Words: Family Agricultural, renewable energies
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Introducción
Para poder desarrollarse, la humanidad ha necesitado siempre dos insumos básicos: la
materia y la energía. Ambos le proveen al hombre de ventajas para su desarrollo, como así
también problemas cuando se producen carencias debido a un uso no sustentable.
El agotamiento de los recursos ha sido uno de los debates más fuertes en los últimos 50
años. La imposibilidad de poder contar con energía o materia se ve influenciada con la
capacidad de sustitución existente en cada caso. Por este motivo, los recursos existentes en
nuestro planeta se pueden subdividir en tres grandes grupos: 1) Materiales almacenados por
la naturaleza (ej. yacimientos minerales); 2) energía almacenada por la naturaleza (ej.
petróleo, carbón y gas) y 3) recursos renovables almacenados por la naturaleza
(capitalizados en la energía solar disponible en los objetos bióticos existentes). Un uso
sustentable de estos permite satisfacer las necesidades de las generaciones actuales sin
comprometer la capacidad de las generaciones futuras para cubrir las suyas (Nazetón, Tito,
2001).
La energía no fue una problemática para el hombre desde el inicio de sus actividades hasta
mediados del siglo pasado. El descubrimiento de yacimientos de petróleo y gas aumentó
considerablemente la capacidad energética en el mundo. Durante los años posteriores se
construyó un paradigma sobre la base de que estos recursos podrían perdurar a lo largo del
tiempo, el cual se vio refutado debido a períodos de escasez y manipulación (primera crisis
del petróleo en 1973). La no sustentabilidad de los recursos energéticos trajo como
consecuencia conflictos entre países por tener en su poder los yacimientos de petróleo más
importantes, entre otros aspectos negativos. Es por este motivo que el hombre se encuentra
en constante búsqueda de nuevas fuentes de energía que perduren en el tiempo de forma
sustentable, tanto con sus actividades y con el medio ambiente. De aquí es que surge como
idea la generación de fuentes renovables de energía.
Se consideran energías renovables a todas aquellas que se producen de forma natural en la
tierra, por acción directa de los fenómenos como el sol, los ríos, el viento, la biomasa, las
mareas o el calor interior de la tierra (Clarín, 1996). Aunque todavía no se ha podido lograr
el reemplazo de los combustibles fósiles, el uso de las fuentes alternativas de energía ha ido
en aumento: a fines del siglo XX el aprovechamiento de las fuentes renovables en la matriz
energética mundial era del 10% (Clarín 1996), siendo actualmente un 20% (el 90% es de
origen hidroeléctrico).
La energía solar es aquella generada de forma directa por la radiación del sol (Agencia
Internacional de Energía-AIE). Este tipo de energía es útil para regiones que gozan de
buena radiación solar pudiendo dividirse en dos: fotovoltaica y solar térmica, con diferentes
aplicaciones en cada caso (calefacción, generación de energía eléctrica).
Dos formas de energías renovables que han sido muy utilizadas desde hace muchos años
son la energía eólica y la energía hidráulica. El principio básico de la primera es la
transformación de la energía cinética del viento en energía mecánica aprovechable. La
energía hidráulica utiliza la energía potencial que aparece en alguna etapa del ciclo del agua
(Bittencourt, 2005), pudiendo clasificarse en dos: convencional y minihidráulica (si generan
mas o menos de 10 MW respectivamente).
La única forma de energía renovable que permite almacenar en forma directa la energía
solar gracias al proceso de la fotosíntesis, es la biomasa (AIE). La materia orgánica
constituye su reservorio y se denomina “energía de la biomasa”. Esta puede ser
aprovechada de formas diferentes: a partir de la utilización integral del recurso mediante o a
partir de cultivos con fines energéticos. Los cultivos energéticos son recursos vegetales
utilizados para la sustitución de combustibles fósiles en diferentes aplicaciones. Se pueden
clasificar en leñosos o herbáceos. Los leñosos poseen una utilización muy parecida a los
residuos agrícolas (generalmente, combustión directa). Los herbáceos se utilizan en la
producción de biocombustibles (FAO, 1999). Los más conocidos dentro de este rubro son el
biodiesel y el bioetanol, sustituyentes del diesel y naftas respectivamente. El biodiesel surge
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de la extracción de aceites de las especies oleaginosas, y de la reacción de este con alcohol
y un catalizador. En cambio, el bioetanol se produce a partir de la fermentación de azúcares.
Otros tipos de energías renovables son la mareomotriz, mareotérmica y la geotérmica. Estas
se encuentran en desarrollo con importantes avances, pero escapan al alcance de esta
revisión.
Teniendo en cuenta que las poblaciones rurales comúnmente se encuentran aisladas de los
sistemas convencionales de abastecimiento energético, las energías renovables surgen
como una buena alternativa para acompañar la demanda de estas familias y mejorar su
calidad de vida.
Objetivo
El objetivo de esta revisión fue describir las distintas fuentes de energías renovables
disponibles en la República Argentina, abordando especial interés en los antecedentes y
utilizaciones en sistemas agrícolas similares a los de la Agricultura Familiar.
Desarrollo
Energías Renovables en la Agricultura Familiar
La Agricultura Familiar es un tipo de producción donde la unidad doméstica y la unidad
productiva están físicamente integradas. La agricultura es un recurso significativo en la
estrategia de vida de la familia, que aporta la fracción predominante de la fuerza de trabajo
utilizada en la explotación, y la producción se dirige tanto al autoconsumo como al mercado
(Programa Nacional de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la pequeña Agricultura
Familiar, 2005).
Es importante destacar que en la Argentina un 13% de la superficie disponible para uso
agropecuario es ocupado por pequeños productores, los cuales predominan en el norte del
país y en la región mesopotámica. La principal actividad es el cultivo de determinados
productos, entre los que se destacan a la yerba mate, algodón, tabaco, caña de azúcar y
hortalizas. Además, la participación del valor de producción del pequeño productor es del
19,2% del nivel nacional. Esto demuestra la importancia que tiene este sector en la
economía de nuestro país (PROINDER 2002).
La producción de energía en pequeña escala, utilizando fuentes renovables, le permite al
pequeño productor agropecuario desarrollarse sin tener que trasladarse a centros urbanos
(Zanzi, 2007). Actualmente, en las zonas rurales de los países en desarrollo, las
necesidades de energía se satisfacen sobre todo con combustibles de biomasa y con
trabajo humano y animal. Este inocuo panorama limita seriamente la posibilidad de muchos
pobladores de las zonas rurales de mejorar su productividad agrícola y su calidad de vida
(Van Campen et al., 2000). Un estudio realizado en el estado de Santa Catarina (Brasil)
relevó que la energía a partir de biomasa (fundamentalmente leña) se muestra como la
mejor alternativa inmediata. No obstante, el trabajo expresa la necesidad de formar una
matriz energética para este tipo de poblaciones, ya que la cuestión energética debería ser
una parte integrante de las construcciones rurales y del sistema de producción rural
(Bittencourt, 2005).
En otro estudio de caso sobre el papel que desempeña la energía en las condiciones de
vida en ocho localidades rurales de Chile, se obtuvo una amplia gama de información sobre
indicadores de calidad de vida de los campesinos: consumo de energía doméstica; consumo
de energía productiva y relaciones entre los consumos de energía e ingresos monetarios.
Los autores encontraron una relación muy baja de la energía productiva respecto de la
doméstica (1:19.2), que resultaría del pequeño tamaño de las extensiones cultivadas y por el
bajo insumo demandado por la tecnología agrícola basada en la tracción animal y la escasa
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fertilización. También hallaron que el 97% de la energía consumida en los hogares proviene
de la leña y el carbón vegetal, y el resto corresponde al gas licuado, kerosene, velas y
electricidad. Ante el incremento de los ingresos monetarios notaron un aumento paralelo de
los gastos productivos y domésticos. Es decir que los mejores niveles de comercialización,
productividad y producción agropecuaria generan y a la vez exigen mayores recursos (Diaz
et al., 1984).
Las primeras demostraciones de electrificación independiente con sistemas solares en
zonas rurales, destinados al bombeo de agua y proporcionar electricidad, ponían el acento
en la comprobación de la tecnología sin contemplar las necesidades y condiciones locales.
Numerosos proyectos fracasaron y los resultados demostraron que la participación local es
fundamental para introducir tecnología (Van Campen et al., 2000).
Por último, un informe elaborado para el Fondo Internacional del Desarrollo Agrícola (IFAD),
señala que el abastecimiento de energía en las poblaciones rurales a partir de fuentes
renovables es una de las principales oportunidades que tiene la comunidad científico
tecnológica de aportar herramientas, cuyos posibles resultados son: el agregado de valor, la
generación de nuevos productos y el efecto multiplicador en las economías regionales. Se
plantea poner énfasis en la energía eólica y solar como fuente de electricidad en hogares; la
caña de azúcar y nuevos cultivos oleaginosos adecuados para la producción rural de
biocombustibles; y la generación de biogás a partir de la degradación de la biomasa (Poole,
2006)
Podemos definir a las energías renovables de la Agricultura Familiar como a aquellas
fuentes inagotables que, a partir de tecnologías utilizadas para la captación y
transformación, pueden ser introducidas y apropiadas en sistemas productivos de este tipo,
permitiendo innovar en la producción y/o transformación de las materias primas, y mejorar la
calidad de vida de las familias en un marco de sustentabilidad con el medio ambiente.
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resultar elevada, el bajo costo de operación y mantenimiento son los principales beneficios
de estos sistemas (Garces et al., 2000).
Los centros de cargas para baterías (CCB) son otra aplicación interesente de los sistemas
FV. Este se desarrolló en los años noventa, para servir al segmento del mercado de las
familias rurales de bajos ingresos, que no pueden comprar SSD ni con acceso al crédito
(Van Campen et al., 2000).
Las cocinas solares son una de las aplicaciones más comunes y antiguas de la energía
solar térmica. Inventadas en el año 1767, actualmente se estima que en China e India se
utilizan un total de 10.000. Las cocinas solares pueden clasificarse en tres tipos: las cocinas
de cajas, las de panel y las parabólicas. La cocina solar de caja consiste en dos recipientes
ubicados uno dentro de otro. El recipiente interior se encuentra cubierto con aluminio y el
exterior pintando de negro. Se le coloca como tapa una plancha de vidrio adherida a una
base de cartón, junto con un reflector (también de aluminio) posicionado con una inclinación
sobre la base. Las cocinas solares pueden alcanzar hasta los 150ºC, sin quemar los
alimentos. No obstante, se calcula que el tiempo de cocción es del doble que un horno
convencional (Perez, 2001).
La utilización de equipos como los deshidratadores solares permite aprovechar los
excedentes de la cosecha no comercializados, a fin de que las familias campesinas puedan
consumir durante el invierno hortalizas de producción estival. El principio de funcionamiento
se basa en el aire que ingresa en el extremo inferior del colector solar, donde se calienta por
efecto invernadero. Por termofusión, el aire tiende a subir y pasar por los recipientes de
secado, extrayendo la humedad de las hortalizas. El uso de secadores permitiría fortalecer
el autoconsumo, disminuir el gasto destinado a la compra de alimentos y favorecer la
integración de la mujer al ambiente social y productivo (Sossa Valdés y Lamas, 2007). Otra
aplicación con funcionamiento similar son los túneles de secado para pimentón (Correa de
Sal; Rancedo, 2007) donde los autores mencionan como ventajas la posibilidad de mejorar
la calidad del producto final y reducir el tiempo de secado, posibilitando una cosecha
escalonada y de esta manera incrementar el rendimiento.
La energía solar tiene como principales ventajas el desarrollo tecnológico avanzado y su
diversidad en la implementación. Entre sus desventajas se encuentran la baja generación de
energía, una elevada inversión inicial y la dependencia climática y horaria.
Energía Eólica
Al igual que la energía solar, la energía eólica se ha utilizado desde hace mucho tiempo en
el ámbito agropecuario. Los equipos desarrollados para aprovechar la energía eólica
consisten en tres principales componentes: rotor, sistema de orientación y la máquina que
suministra potencia. A partir de estos se origina el funcionamiento de un generador eléctrico
(Departamento de Energía y Desarrollo Sustentable EEUU, 2007).
Existen diversos tipos de generadores, cuyo tamaño dependerá de las necesidades del
hogar. Para usos residenciales se utilizan generadores eólicos de 400 watts a 100 kW. Una
turbina de 10 Kw puede ser utilizada en aplicaciones como el bombeo de agua, quizás la
utilización más común de la energía eólica en el ámbito rural (Svejkovsky, 2006). En algunos
casos puede ser útil la colocación de baterías para acumular la energía generada, aunque
en pequeños establecimientos no es común esta aplicación. Burney, (2007), sugiere,
respecto a los aerogeneradores contrarrotatorios, su utilización para actividades que
requieran fuerza mecánica (soldadura rotativa, carpintería y bombeo de agua) y cuando no
se dispone de tractor o motores a explosión, también para la carga de baterías.
Dentro de las principales cualidades que deben poseer los aerogeneradores, una de ellas es
que comiencen a generar energía con velocidades bajas de viento. Esto requiere un diseño
especial de la hélice y en sus materiales de construcción. La energía producida por el molino
generador Montaraz, el cual tiene la particularidad de comenzar a generar con pequeñas
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brisas (0.28 m s-1), es suficiente para abastecer las luminarias y/o artefactos domésticos,
como televisores, equipos de comunicaciones, bombas hidráulicas, etc. (Ramos, 2008,
comunicación personal).
Los sistemas híbridos eólico-fotovoltaicos son capaces de aprovechar simultáneamente la
energía del sol y el viento para cargar las baterías. Los pequeños sistemas híbridos eólico-
fotovoltaicos tienen la ventaja de amortiguar las fluctuaciones diarias y estacionales de
ambas fuentes intermitentes, asegurando el suministro estable de energía acumulada en
baterías (Zanzi, 2007).
Entre las principales ventajas que posee la energía eólica encontramos el buen desarrollo
tecnológico que presenta y la no generación de efectos negativos al medio ambiente;
mientras que la necesidad de vientos constantes es su principal desventaja.
Energía de Biomasa
Cultivos energéticos
Se han relevado diferentes experiencias de producción de biocombustibles en pequeña
escala. Respecto al biodiesel, un estudio reciente aconseja su producción a una escala
comunitaria y no individual, de forma tal de cumplir con estándares de calidad y producir una
mayor cantidad con menor esfuerzo (Kurky et al., 2006). Las materias primas utilizadas en
esta escala de producción son variadas, resaltando la colza, girasol, jatropha, oleaginosas
autóctonas y aceites residuales. El proceso convencional de producción se inicia con la
extracción del aceite de las semillas (predominando la extracción por prensado sobre la
extracción por solvente o mixta). Posteriormente, se realiza la conversión del aceite a
biodiesel en proceso discontinuo (ideal para pequeñas escalas). Una vez terminado, el
producto se utiliza comúnmente en tractores, camionetas y calderas.
La principal desventaja para la producción de biodiesel en pequeña escala es la dificultad
para realizar un control de calidad completo respecto a las normas estándares, siendo ésta
un escollo para la venta a terceros. Como ventaja puede observarse que la producción de
cultivos alternativos en la agricultura familiar (como es el caso de la mamona en Brasil o la
colza en USA) puede ser de utilidad laboral, social y estructural para las familias
(autoabastecimiento), siempre y cuando se respeten los parámetros de sustentabilidad y no
exista monopolio de los grandes capitales en la compra de la producción obtenida (Quadros
et al., 2007).
El bioetanol es una de las energías alternativas que mayores sospechas de sustentabilidad
despierta. La competencia con los alimentos es una de las principales preocupaciones. En el
mismo artículo, Quadros, (2007) menciona que "La cantidad de granos que necesita una
camioneta para completar su tanque es suficiente para alimentar una persona durante un
año”. Sin entrar en este tipo de polémicas, la producción a pequeña escala de bioetanol es
más complicada con respecto al biodiesel, ya que involucra reacciones biológicas (la
transformación del almidón en azúcares y de éstos a alcohol) y se requiere un mayor control
del proceso, para lo cual se requeriría mayor capacitación.
Los usos, las ventajas y desventajas del bioetanol son similares a las expuestas en
biodiesel. Existen experiencias (sobre todo en USA) donde productores se agruparon
formando cooperativas, y produciendo a gran escala bioetanol para autoconsumo,
aportando una parte de la cosecha de granos de maíz.
El fuerte debate que surge de los cultivos energéticos es la competencia que se genera con
la producción de alimentos, la abrupta ampliación de la frontera agrícola (lo cual trae consigo
la tala de bosques, montes y otras tierras no explotadas por el hombre), la existencia o no
de la reducción de los gases de efecto invernadero (muchos investigadores ponen en
discusión la reducción de CO2 a la atmósfera), la eficiencia energética que posee el proceso,
entre otros. Todos estos puntos abren interrogantes que se encuentran en discusión
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actualmente. Países de la Unión Europea aceptan la exportación de biocombustibles
siempre y cuando estos sean producidos dentro de determinados parámetros de
sustentabilidad, que tocan en cierto modo los puntos detallados anteriormente (Zah et al.,
2007).
La principal ventaja que tienen los cultivos energéticos es el grado de desarrollo de la
tecnología necesaria para su implementación y producción; y la capacidad de aportarle valor
al producto generado por el productor agropecuario. Esto se debe fundamentalmente a su
utilización en los medios de transporte como energía de transición a los productos derivados
del petróleo.
Utilización de leña y residuos
Una de las formas de utilizar leña o residuos para generar energía es la combustión directa.
Esta, en exceso de oxígeno, genera dióxido de carbono, vapor de agua, cenizas y calor.
Ejemplos de este tipo son la combustión de materia leñosa o el bagazo de la caña de
azúcar. Cuando este tipo de proceso se realiza en hornos controlados, el calor puede
utilizarse como fuente de energía para distintas aplicaciones.
Dentro de los diversos tipos de cocinas a leña, es importante difundir aquellas que tengan
un alto aprovechamiento del calor producido por la combustión de la leña y además de la
cocción de alimentos que brinden distintas utilidades como por ejemplo calefacción. Luna,
(2007), informa que un horno de usos múltiples produce un impacto social positivo sobre los
agricultores familiares debido a que, además de las utilidades nombradas precedentemente,
no contamina la cocina con humo.
Artefactos de alta eficiencia, como los gasificadotes a leña, pueden utilizarse para secar
productos agrícolas, calefaccionar ambientes, cocinar alimentos y generar potencia
mecánica por medio de motores de combustión interna, destacándose respecto a los
procesos de combustión tradicional en su economía y eficiencia. Por lo tanto, esta
tecnología genera como resultados un mejoramiento en la calidad de los alimentos para la
salud humana y animal, mayor sencillez en la operación de secado (alivianando el trabajo de
los trabajadores) y la conservación de los bosques nativos al reducir significativamente el
consumo de leña. (Barney, E.; Fogeler M. R., 2007).
La difusión de estas tecnologías de alta eficiencia en la combustión generaría sobre los
agricultores familiares una ventaja no menor, como el ahorro de tiempo que se asigna a la
búsqueda de leña.
Degradación anaeróbica
La degradación anaeróbica de la materia orgánica genera como resultado biogás. El mismo
es una mezcla de metano y dióxido de carbono, que dependiendo de la cantidad del primero
(metano) tendrá mayor o menor poder calorífico. Es común la implementación de digestores
en zonas donde existen explotaciones animales. En estos casos el biogás generado es
utilizado con fines domiciliarios o comunitarios.
En los últimos tiempos se han desarrollado grandes digestores que permiten abastecer de
energía a distintos tipos de poblaciones. La instalación de biodigestores puede ser una
excelente aplicación de las energías renovables en este ámbito, ya que se estarían
solucionado dos problemas: la reducción de contaminación ambiental producida por los
desechos agrícolas y la generación de un recurso energético que suplantaría la falta de gas
proveniente de fuentes no renovables (gas licuado de petróleo, gas natural de red).
Se han implementado modelos tradicionales de biodigestores en India y China desde hace
muchos años. Si bien ambos sistemas tienen un excelente performance, presentan algunas
dificultades en su instalación y puesta a punto. En el último tiempo, se ha desarrollado el
modelo de digestor tubular de plástico, el cual consiste en una estructura cilíndrica de
polietileno de diámetro variable (entre 75 cm a 150 cm), montada sobre una cava que
mantiene la forma del biodigestor y produce aislamiento térmico. Los ingresos y egresos del
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efluente son a través de caños de PVC, y la salida de biogás se produce por la parte
superior, con conexiones plásticas hacia el lugar donde se utilizará el recurso.
Este modelo es utilizado en pequeñas explotaciones agrícola-ganaderas para el tratamiento
de residuos. Su facilidad de construcción, el bajo costo (diversos autores mencionan un
costo de U$ 30/m3), y la innecesidad de construcción de un gasómetro (dispositivo para
almacenar el biogás), entre otras, son sus principales ventajas. La desventaja es que este
tipo de biodigestor no es aplicable en climas templados, y puede llegar a tener problemas
cuando se producen alteraciones en la alimentación del digestor (aumento o deficiencia).
Este modelo ha sido implementado y utilizado en Camboya, Colombia, Vietnam, Tanzania y
otros países en vía de desarrollo, alcanzando rendimientos de 230 litros de
biogás/persona.día. (Bui Xan et al., 2005).
La principal ventaja de los biodigestores se encuentra en que, además de realizar el
tratamiento apropiado de los residuos y reducir en la generación de gases de efecto
invernadero, se produce una fuente alternativa de energía (Gropelli et al., 2001). Las
principales desventajas residen en las complicaciones que se generan en la instalación y el
mantenimiento de estos sistemas
Energía Hidráulica
A la energía hidráulica se la asocia corrientemente con las grandes represas que obtienen
energía de causes de ríos, generalmente con un caudal importante o con una gran caída de
nivel. No obstante, se han desarrollado pequeñas represas que pueden ser utilizadas en
sistemas de menor escala.
Una central hidráulica consiste en un sistema de contención de flujo (dique), conductos o
cañerías con sus respectivos accesorios, un sistema turbina – generador acompañado en
algunos casos de baterías para almacenar la energía generada, sistemas de distribución de
energía y agua. Las turbinas que pueden utilizarse son la Pelton (turbina tangencial o de
impulso) y la Francis (turbina de reacción). El flujo de agua es almacenado en los diques (de
forma de tener siempre nivel, sobre todo en períodos de menor flujo), y a través de cañerías
el agua es enviada hacia las turbinas. En el caso de las turbina Pelton, recibe el agua
entregada por una boquilla en un extremo de la hélice movilizando a la misma. La energía
de este chorro es totalmente cinética, y no hay energía de presión o potencial utilizada. A
diferencia de esta, la turbina de reacción trabaja con todos sus espacios llenos de agua a
presión, y a través de una fuerza reactiva moviliza un rodete causando el movimiento. En
este tipo de turbinas actúan la energía cinética y potencial (Russel, 1968).
Los principales parámetros a tener en cuenta, a la hora de implementar una pequeña central
hidráulica, es el caudal del flujo de agua (arroyo o riacho), la diferencia de altura (o caída de
nivel) y la eficiencia del sistema turbina – generador. En lo que respecta a este último punto,
es preferencial el uso de turbinas de reacción que las de impulso, sobre todo cuando las
cargas son pequeñas.
Según un reporte realizado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA),
los mínimos requisitos para instalar una centra hidráulica con una generación de 500 W son
un caudal de 2 m3/min (33 lts/seg) y una caída de nivel de 0,5 mts (USDA 1995). Se
considera que la eficiencia de transformación para este tipo de centrales oscila entre el 40%
y el 70% (menor porcentaje a peores condiciones), aunque para distintos proyectos estaría
bien estimar una eficiencia del 50%.
En la República Argentina se han relevado experiencias en la provincia de Misiones, donde
a partir de la instalación de una microcentral con capacidad de 50 KWh es posible el
abastecimiento de energía eléctrica para 50 familias, utilizando una parte de esta para fines
productivos (harina de maíz y alimentos balanceados) y la restante para uso domiciliario.
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Las principal ventaja de la energía hidráulica es la gran eficiencia que tiene respecto a las
otras: se considera que entre el 80% al 90% de la energía es transformada (Pico Heras,
2002). Además, permite utilizar el reservorio de agua para múltiples fines (consumo
humano, cría de animales y riego). La desventaja principal es la modificación de las
condiciones microclimáticas de la zona debido al área inundada por el embalse durante la
construcción (ej. disminución de calidad de agua por aparición de turbidez) y operación de la
presa (sedimentación de sólidos, aislamiento de peces). En reservorios de pequeña escala,
se debe prestar especial atención en evitar desmonte y erosión de las costas.
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Algunas experiencias existentes en energías renovables que pueden observarse en nuestro
país, en el ámbito de la agricultura familiar o comunidades agrícolas son: cocinas solares,
secaderos solares de hortalizas, destiladores de agua, aerogeneradores (cerca de 1000
instalados para la producción de electricidad) molinos multipala (cerca de 350.000 molinos
instalados) y algunas mini centrales hidráulicas (79 centrales instaladas, con una generación
entre 50 a 500 KWh, y una capacidad de generación de 180 MW) (datos según el Censo
Nacional Agropecuario de 2002, extraídos de Moragues 2006).
En lo que respecta al mercado oferente de tecnología, la industria nacional provee equipos
para utilizar diferentes tipos de energías, entre ellos, energía solar y eólica, aunque en
menor medida también existe la oferta de turbinas hidráulicas y hornos a partir de biomasa.
En la mayoría de los casos, los equipos son importados desde el exterior y pocos se
fabrican en el país.
Un sistema que se puede encontrar con facilidad en el mercado son los calefones solares.
Estos son conocidos e implementados en diferentes partes del mundo (Turquía y países
arábigos son pioneros en el uso de los mismos). Actualmente se ofrecen equipos que
permiten calentar desde 80 hasta 400 litros de agua, con una superficie de captación que se
encuentra entre 2 y 5 m2, pudiendo tener el tanque de colección unido a la superficie
colectora o separado a esta. Un avance que ha obtenido esta tecnología fue el de
implementar tubos de doble pared cerrados en alto vacío. Esto permite mejorar la captación
de energía solar y eliminar las pérdidas de calor dentro del sistema colector. Los precios de
estos sistemas oscilan entre los $2.000 y $5.000 (pesos argentinos) dependiendo de la
capacidad de agua a calefaccionar y de la tecnología implementada.
Hay variados diseños de estufas, cocinas y hornos para utilizar biomasa como sustrato. A
través de la vinculación entre un organismo del estado y emprendedores, se pudo
desarrollar en nuestro país una caldera multifunción, que a partir de dos cámaras de
combustión (la primera para residuos vegetales y la segunda para combustión de gases) y
revestimiento de material refractario permite utilizar menor cantidad de leña (entre 4 y 7
veces menos) para obtener rendimientos similares que otros modelos de doble combustión.
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No se cuenta con empresas dedicadas a la construcción de biodigestores para sistemas de
pequeña escala. La mayoría de los emprendimientos dedicados a esta tecnología se
dedican a sistemas de tratamiento de mayor porte (generalmente, rellenos sanitarios,
tratamiento de efluentes para medianas y grandes industrias, etc). A nivel investigación y
transferencia, existen diferentes grupos de trabajo en Universidades (UNL, UNNE, U. Lujan,
UBA, UTN, U. de Cuyo, etc) y Organismos del Estado (INTA, INTI, CONICET, etc) que
trabajan o han trabajado en la temática, realizando experiencias a escala piloto y
enfocándose a los emprendimientos agropecuarios y agroindustriales.
Los costos de los proyectos hidráulicos oscilan entre los 600 y 2000 pesos por KW de
potencia instalados, dependiendo de la condición natural que se presente y la distancia a la
cual se desea transmitir la energía. Cabe destacar que 1 KW de potencia instalada permitiría
satisfacer las necesidades de 1 vivienda (Barney 2007).
Conclusiones y perspectivas
Afirmar que es importante el fomento y la aplicación de las energías renovables para el
desarrollo de la agricultura familiar no sería una conclusión relevante, sería una obviedad.
Es sumamente conocido que la aplicación de energías renovables en una zona específica
dependerá de la disponibilidad de los recursos existentes en la misma (aire, sol, agua,
tierra). Contando con una evaluación preliminar de recursos naturales, personal capacitado
y experimentado sobre cada caso en particular, se puede aventurar el éxito o fracaso del
proyecto.
Es conocido el hecho de que se han desarrollado acciones puntuales sobre el uso de
energías renovables en determinadas regiones del país, con resultados favorables. Quizás
este tipo de experiencias ha llegado a pocas personas (en especial, las que muestren
interés en el tema) y no a toda la comunidad. Además, en muchas ocasiones estos
proyectos son implementados, pero no perduran en el tiempo por falta de sustentabilidad
técnica, económica y social.
Nuestro país nos ofrece un marco más que favorable para ampliar la matriz energética.
También Argentina cuenta con profesionales formados en energías renovables, desde el
punto de vista técnico y científico. Por otro lado, la agricultura familiar necesita de recursos
energéticos para desarrollarse y renovarse tecnológicamente, y agregarle valor a los
productos obtenidos y mejorar la calidad de vida.
El próximo paso a dar en esta temática debe fundamentarse en la vinculación entre las
empresas oferentes de tecnología, las instituciones del estado dedicadas a la investigación y
transferencia, y los productores familiares. Así se podrán conocer las necesidades puntuales
del productor (a través de la vinculación), mejorar el proceso productivo del mercado
oferente, minimizar los costos (a través de la investigación tecnológica) y aportar
información técnica para que la toma de decisiones, por parte del estado, sea fehaciente y
posible en el corto plazo. Se necesitará del incentivo económico estatal para la difusión de
este tipo de tecnologías en una escala mayor que la actual.
El principal objetivo en la aplicación de una determinada forma de energía renovable en la
agricultura familiar debe contemplar los siguientes aspectos relevantes: ser una fuente de
energía sustentable en términos ambientales; proveer tecnología que permita darle valor
agregado a los productos generados en la agricultura familiar y pueda sostenerse en el
tiempo, y por último, que tenga capacidad para difundirse a toda la comunidad.
Contemplando estos aspectos, se podrá ampliar la matriz energética argentina y mejorar la
calidad de vida en la agricultura familiar.
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Bibliografía
• Al Kurki, Hill, A. Morris M. ““Biodiesel: The Sustainability Dimensions”. IN : ATTRA
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