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« La tierra
que yo te mostraré »
La tierra en la Biblia

Alain Marchadour
Introducción

T anto la Biblia judía (TaNaK) como la Biblia cristiana (Antiguo y Nuevo Testamento) se nos presentan como
un conjunto acabado. En un momento determinado de la historia, una práctica continua de lecturas
de un grupo-lector fue autenticada por la intervención de una autoridad, que fijó los límites de la lista de
libros santos (el «canon»), haciendo imposibles añadidos o eliminaciones. Comenzó entonces el tiempo infinito
de las interpretaciones, unas veces repetitivas, otras con inventiva. A pesar de que estos libros son muy diver-
sos (géneros literarios, dataciones, etc.), hasta el punto de que legítimamente podemos ver en ellos una biblio-
teca, es posible e incluso necesario buscar la intriga que los estructura y unifica, el hilo que los une. Las ciencias
del lenguaje hablan así de «pacto de lectura», de contrato establecido entre el libro y los lectores. Este contra-
to vale sin duda para los primeros lectores pero concierne también a todos los demás que, a lo largo del tiem-
po, se apoderan del texto para vivir de él y para hacerlo vivir.

La tierra como intriga bendición divina inicial: «Sed fecundos… llenad la tie-
rra…» (Gn 1,28), adquiere una orientación específica
Con respecto a la tierra, las Escrituras conservadas con la palabra del Señor al patriarca Abrahán: «Deja
por el judaísmo y el cristianismo, tanto en lo que les tu tierra, tu parentela y la casa de tu padre, y ve a la
es común como en sus diferencias, dicen algo nor- tierra que yo te mostraré» (Gn 12,1).
mativo sobre su lugar en el designio de Dios.
Esta es la intriga que nos va a ocupar: la agitada
Por mediación del pueblo de Israel y después de la historia de una alianza vivida entre Dios e Israel en
comunidad cristiana, la Biblia transmite a los creyen- una tierra «mostrada» por Dios. Se ha podido afir-
tes y, en parte, a los hombres de buena voluntad la mar que «la tierra es un tema central, si no el tema
revelación de Dios. Para los cristianos, la revelación central, de la fe bíblica»1. Una afirmación como esta
culmina en la persona de Jesús, Verbo de Dios. Dios solo es admisible si la tierra no se toma como un
se da a conocer al hombre a través de la historia valor aislado, sino que está ligada a la historia de la
consignada en el libro: se hablará entonces de «his- salvación e integrada en la alianza.
toria de salvación», de «historia santa» o de «alianza
de Dios con los hombres». La alianza se inscribe en
1 Walter BRUEGGEMANN, The Land. Filadelfia, Frotress Press, 1977, p. 3,
una historia particular y se encarna en un espacio nueva ed. 2003, con una introducción que presenta algunos cambios con
geográfico singular. Esta historia, ya en germen en la respecto a la primera edición.
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A continuación, Adán, que ha sido tomado de la tie-
El vocabulario de la tierra rra (’adamah), recibe un jardín para que lo cultive y lo
En el AT hebreo se emplean dos palabras principales: guarde (Gn 2,15), como se guardan los mandamien-
ha’arets y ’adamah. ’Adamah, el ‘suelo’, con una con- tos y como se da culto a Dios. A causa de la desobe-
notación agrícola y familiar, aparece 231 veces, lo cual diencia del hombre, la tierra se pierde entonces y
es poco en relación con ha’arets, la ‘tierra’, utilizada más Adán y Eva son expulsados (Gn 3,24).
de 2 500 veces, con frecuencias importantes en algunos
libros: 311 veces en el Génesis, 136 en el Éxodo, 82 en La primera acción en la tierra del hombre expulsado
el Levítico, 123 en los Números, 197 en el Deuterono- del jardín es un crimen contra el hermano. A causa del
mio, es decir, en torno a 850 veces en el Pentateuco asesinato de su hermano Abel, Caín es desterrado
(1 016 incluyendo Josué y Jueces). Los cuatro profetas
Jeremías (272), Ezequiel (198), Isaías (190) y Zacarías
«de la faz de la tierra» (Gn 4,14) y esta se vuelve contra
(42) totalizan 602 empleos. Por último, en los Salmos, el él: Caín se convierte en el errante. Después, a causa del
término aparece 190 veces. Así pues, los cinco libros pecado de los hombres, las aguas del diluvio vuelven a
fundacionales que constituyen el Pentateuco (la Torá), cubrir la tierra; el caos primitivo regresa. A continua-
así como los grandes profetas, dedican a la tierra un am- ción, las aguas bajan, el cosmos recupera su armonía y
plio espacio. Estos datos cuantitativos no tienen sentido Dios establece alianza con Noé. Promete: «No volveré
más que por su influencia en la intriga bíblica. Una lec-
a maldecir la tierra a causa del hombre» (Gn 8,21). Pe-
tura lineal de las Escrituras hace que aparezca desde el
principio una intriga bíblica centrada en la historia de la ro el orgullo desmesurado de los hombres les impulsa
tierra en general y de un espacio restringido de esta tierra, a alejarse de la tierra, del territorio que se les asignó,
el que Dios prometió a Abrahán que le mostraría. para tratar de conquistar el cielo, el espacio reservado
a Dios: «Este los dispersó de allí sobre la faz de la tierra
y ellos dejaron de construir la ciudad» (Gn 11,8).
Desde el principio
«Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era De Abrahán a Josué
una soledad caótica [= tohu-bohu], las tinieblas
Abrahán obedece a la llamada de Dios: «Deja tu tie-
cubrían el abismo y un viento de Dios agitaba la su-
rra […] a la tierra que yo te mostraré» (Gn 12,1). Más
perficie de las aguas» (Gn 1,1-2). A partir de este
adelante nos enteramos de que esa tierra se llama
tohu-bohu inicial, Dios hace que exista un mundo
Canaán; sin embargo, él tiene vocación de quedarse
separando lo que aún es confuso, nombrándolo y
en la tierra que Dios le ha mostrado. El don seguirá
cualificándolo: «Dios llamó a lo seco “tierra” y a la
en suspenso durante varios siglos, el tiempo que se-
masa de aguas, “mares”, y vio Dios que era bueno»
para a Abrahán el creyente de Josué el conquistador.
(Gn 1,10). El hombre y la mujer están llamados a vivir
a imagen de Dios en la tierra (ha’arets) que se les Con Moisés, el lejano don se hace cercano: «He baja-
confía, es decir, a entrar en alianza con Dios prosi- do para librar a mi pueblo de la mano de los egipcios
guiendo su obra de organización (Gn 2,28). y hacer que suban de esta tierra a una tierra amplia
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y generosa, a una tierra que mana leche y miel» sus viñas y sus higueras. Pero simboliza el Reino, cu-
(Ex 3,8). Desde el Éxodo al Deuteronomio, el relato ya venida anuncia. En efecto, proclama: «Dichosos
bíblico cuenta la salida de la tierra de servidumbre los mansos [el término es equivalente a “pobre”],
para la alianza en el Sinaí –fuera de la tierra prome- porque ellos poseerán la tierra» (Mt 5,4-5).
tida– y después el vagabundeo por el desierto duran-
Con Cristo, la interpretación cristiana de la tierra se
te cuarenta años antes de llegar a la frontera del
separa de la de los judíos. Mientras que estos, hasta
Jordán. Y ahí, en el momento de entrar en la tierra
hoy, asocian estrechamente la Torá y la tierra de Is-
esperada desde hacía siglos, los hebreos se paralizan.
rael, los cristianos experimentan que en Jesús muer-
Moisés, que deberá contentarse con contemplar la
to y resucitado, Palestina2 deja de ser el obligado
tierra desde el monte Nebo, se entrega a una larguí-
punto de inserción física del creyente. Cualquier tie-
sima meditación (Dt 1-33), como si presintiera que el
rra humana tiene vocación de convertirse en tierra
paso del Jordán está lleno de riesgos y conlleva exi-
de alianza. Sin embargo, sobre este fondo de dife-
gencias que el pueblo, a menudo rebelde, tendrá di-
rencia, la tierra sigue siendo un desafío tanto para
ficultades para respetar. La meditación abarca todo
los judíos como para los cristianos. Por eso unos y
el libro del Deuteronomio, sin duda el canto más her-
otros deberían poder compartir los imperativos éti-
moso dedicado a la tierra de Israel, a pesar de los
cos nacidos de la alianza que se vive en ella.
acentos guerreros que puede contener.
Observemos que el Pentateuco acaba antes del don La aportación de la crítica
de la tierra. ¿Por qué un final tan frustrante? El rela-
to se cierra en el momento en que la tierra prometi- La presentación que se acaba de hacer resume la in-
da a los patriarcas y después ofrecida a Moisés está a triga bíblica en torno a la tierra. Lo hace desde una
punto de ser habitada por Josué y los hijos de Israel. perspectiva lineal, conforme a la aproximación na-
Esta conclusión inesperada dice mucho sobre el sig- rrativa «canónica», es decir, que tiene en cuenta las
nificado religioso de la tierra: esta no es un fin en sí relaciones tejidas por los libros entre sí dentro del
misma. No tiene sentido más que si es una tierra de «canon». Así es como los creyentes leyeron durante
alianza y de amor. milenios los textos sagrados. Con la irrupción de la
crítica en el campo bíblico, esta lectura ingenua se ha
modificado radicalmente. En paralelo, y muchas ve-
De Jesús a los cristianos
ces en oposición, la crítica ha dibujado un cuadro
Jesús es un hijo de su pueblo; se inscribe en la vena
más pura de los «pobres del Señor», llamados a vivir 2 El término «Palestina» surgió del uso romano. Tras la segunda revuelta
la alianza en la tierra de Dios. En su predicación pro- judía (135 d. C.), el territorio entre el Mediterráneo y el Jordán, que abarcaba
Judea, Samaría y Galilea, recibió el nombre general de Syria Palaestina. Muchas
clama que la tierra dada por Dios a su pueblo es un publicaciones geográficas de los siglos XIX y XX lo emplearon para designar toda
espacio concreto con sus riquezas, sus sementeras, la región. Esta costumbre permanece y carece de intención política.
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mucho más complejo de la historia de la entrada del motivado frecuentemente por las promesas conte-
pueblo de Israel en la tierra bíblica. nidas en el libro. Llegaron de todas las regiones del
mundo, como antaño los pioneros que regresaron
Nuestra investigación partirá de los trabajos de los
del exilio babilónico. Ahora bien, el Señor, cuando lla-
exegetas y los historiadores modernos. El conocimien-
mó a Moisés, no le ocultó que otros habitantes es-
to del arraigo histórico y geográfico de la Biblia está
taban ya establecidos en la tierra «amplia y genero-
hoy cada vez más afinado. Eso nos permite compren-
sa» que prometía: «Morada de cananeos, hititas,
der mejor las conmociones y los procesos históricos
amorreos, perezeos, heveos y jebuseos» (Ex 3,8). El
que llevaron a la escritura de varios libros de la Biblia,
carácter central de la tierra en la Biblia es un fenó-
obras sin equivalente en el mundo oriental. El consen-
meno a la vez histórico, literario, teológico, socio-
so que tiende a deducirse a propósito del papel decisi-
político y teológico-político. Esto hace de ella un lu-
vo del exilio y del postexilio, en los siglos VI y V a. C., nos
gar excep cional, apasionante y complejo, pero
lleva a preguntarnos por las condiciones del regreso de
también una especie de laboratorio de lo que debe-
los exiliados y por las huellas dejadas en las escrituras
rían ser todas las tierras del mundo.
por las diversas visiones de la tierra prometida y de la
suerte reservada a los habitantes del país. Tras los pa- Por lo que conocemos, en la producción literaria y
sos de los historiadores, trataremos de resumir cómo teológica de la humanidad ningún pueblo como el
durante y después del exilio se construyeron, de for- pueblo de Israel ha construido su historia con una re-
ma diversa y a veces en medio de contradicciones, los flexión tan profunda y tan constante sobre la necesi-
relatos en torno a la tierra. dad de un espacio vital donde dar cuerpo a su aven-
tura humana, religiosa y espiritual. Del primer libro de
La reflexión de Israel la Biblia al último, la tierra carnal que «mana leche y
miel» sigue siendo una referencia permanente al
Tras pasar doce años en la tierra de Israel (1999-2011),
mismo tiempo como una herencia que hay que aco-
he podido darme cuenta de qué forma la intriga bíbli-
ger, como una patria que hay que habitar y como
ca en torno a una tierra dada por Dios a un pueblo
una alianza que hay que respetar: tierra prometida a
particular resuena todavía hoy con fuerza. He podido
Abrahán, el padre de los creyentes, tierra esperada y
apreciar que, a propósito de la visión de la tierra, la
aguardada por Moisés, tierra conquistada por Josué,
Biblia inspira diferentes argumentos, no solo entre
perdida durante el exilio, recuperada primero en la
judíos y árabes, sino también entre los propios judíos.
época de Ciro y después de Esdras y Nehemías, vuelta
El excepcional destino del pueblo judío en la historia a perder en los primeros siglos de la era cristiana…
del mundo y la posteridad del motivo central de la Recorriendo los libros bíblicos mediremos la impor-
tierra contribuyeron y contribuyen todavía a alimen- tancia de la reflexión de Israel sobre el espacio geo-
tar las pasiones en torno al suelo de Israel. Hoy ha- gráfico que Dios le ofrece para encarnar en ella su vi-
bitan allí hombres y mujeres cuyo viaje ha estado da de hombre creyente, con todas sus virtualidades.
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I – La matriz
del exilio
U nas palabras del gran exegeta alemán Julius Wellhausen (1844-1918) iluminan lo que ha significado en la
historia de Israel los años a la vez trágicos y fecundos del exilio: «El diluvio del exilio, que amenazaba con
ahogar a los israelitas, se transformó para ellos en un baño de nuevo nacimiento». Hoy, esta afirmación
adquiere una actualidad que el autor, que escribió en el siglo XIX, no podía sospechar. En efecto, para la exégesis
contemporánea, el período del exilio fue para Israel un momento único de actividad creadora literaria y teológica:
«Cuando una llamada irresistible que brota del suelo y arqueólogos. Olivier Artus, por su parte, subraya
social viene a despertar sus razones y su voluntad de también que «la última década ha estado marcada
escribir, el hombre es un testigo que vira hacia el por la elaboración de nuevas hipótesis que conce-
creador […]. Hace existir a un ser nuevo, el texto […]. den a la época persa un papel decisivo en la forma-
Las condiciones sociales y culturales para que este ción de un Pentateuco convertido en la Torá de
hombre apareciera no se dieron hasta finales del siglo Israel»2.
VI. Con su original dominio de la escritura, una nueva
Esto conduce a situar en esta época las proposi-
era se abría para él, y por su medio y al final, para la
ciones sobre la tierra, que la tradición, tanto judía
humanidad entera»1.
como cristiana, durante mucho tiempo vinculó a
Estas palabras de André Paul se unen a un amplio los tiempos fundacionales de los patriarcas, Moi-
consenso tanto de historiadores como de exegetas sés y David.

La invención de la historia
Desde hace varias décadas, la fiabilidad de los relatos a una hipotética historia de Israel antes del aconteci-
históricos sobre los patriarcas, el éxodo y la monar- miento de la historia persa. Por el contrario, a juzgar
quía es cuestionada regularmente: por los documentos bíblicos cuya redacción contempo-
«Frente al vacío arqueológico y al silencio de las fuentes ránea no presenta ninguna duda, podemos afirmar
directas, estamos en la aproximación y, hasta el si- que la historia de Israel, el Israel utópico de la Biblia,
glo VIII a. C. al menos, en la imprecisión total en cuanto empezó realmente en el siglo V a. C. En cierta forma,
2 Olivier ARTUS, El Pentateuco. Historia y teología. Cuadernos Bíblicos 156.
1 André PAUL, Et l’homme créa la Bible. París, Bayard, 2002, pp. 9-10. Estella, Verbo Divino, 2012, p. 30.
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este Israel tenía la virtud de trascender las sociedades los amé-ha’arets en primer lugar (cf. el recuadro de
y la historia. La historia nos enseña que no hay historia la p. 11) y, después, las diversas poblaciones que
más que iniciada con un mito» (A. Paul, p. 73). se establecieron en el país después de la deportación
de habitantes de Judá en el 587 a. C.. Los relatos de
Hay que entender por «mito» un relato fundacional los padres fundadores ofrecen un modelo pacífico en
que contiene en potencia las líneas de fuerza de la his- el que los recién llegados se integran respetando a
toria que se considera que deriva de él. Esto no obsta los autóctonos, como hizo Abrahán antes que ellos:
para que auténticos recuerdos hayan sido transmitidos
por la tradición oral, como los nombres de los persona- «El viaje-arquetipo de Abrahán desde Ur de los cal-
jes, sus costumbres e incluso algunos ciclos narrativos. deos primero hasta Jarrán y después hasta Palestina
representa una especie de mensaje publicitario para
En resumen, antes de tomar en cuenta el relato bí- aquellos que querían regresar de Caldea a Palestina
blico en su forma canónica, es útil subrayar lo que la para afrontar allí con éxito todos los problemas de
investigación histórica nos enseña sobre la época del coexistencia con los otros pueblos, y la creación
retorno de los exiliados y las diversas tradiciones es- de un nuevo espacio económico y político que les
critas que se vinculan a ella. fuera propio» (Liverani, p. 354).
El autor ofrece varios ejemplos a partir del Génesis.
Los mitos de fundación Así, Abrahán compra un lugar para enterrar a Sara:
Apoyándose en excavaciones arqueológicas y docu- «Soy entre vosotros un extranjero y un residente
mentos de la época, Mario Liverani ha tratado de [hebreo: ger wetoshab]. Concededme entre vosotros
reescribir, en una obra que ha hecho época, La Bible una posesión funeraria para que lleve a mi difunta y
et l’invention de l’histoire (París, Bayard, 2008), la his- la entierre» (Gn 23,4). Él, a quien Dios ha prometido
toria del Próximo Oriente en los dos milenios que esta tierra de Canaán (Gn 17,8), negocia la compra
preceden a Cristo. En la segunda parte, titulada «Una de la cueva, como hará Jacob con «la parcela del cam-
historia inventada», trata de reconstruir la historia po en que había levantado su tienda» (Gn 33,18-20).
verosímil de Israel y de Judá dentro del gran marco También Isaac había negociado los pozos del Né-
histórico que ha establecido en la primera parte. Pre- gueb. Por todas partes se tiene la impresión de una
senta, en particular, los mitos de fundación que ins- colaboración pacífica entre los diferentes grupos.
piraron a dos de los grupos procedentes del exilio: el El relato de la violación de Dina (Gn 34) también po-
de los patriarcas y el de Moisés y Josué. dría tener como trasfondo la oposición entre Jerusa-
lén (los judaítas) y Siquén (los samaritanos) durante
El mito de los patriarcas. En torno a Abrahán,
el regreso de los exiliados:
sirve para poner en escena la visión de una coexis-
tencia pacífica entre los exiliados de regreso gracias «El relato sugiere que la circuncisión (que implica la
al edicto de Ciro (538 a. C.) y las poblaciones locales, adopción del culto a Yahvé) es una condición suficiente
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para permitir el matrimonio. Jacob censura la línea del exilio de Babilonia. Este redactor decidió contar
“dura”, tanto en el plano moral como en el político, una conquista modelo insistiendo en la voluntad de
cuando dice a Simeón y Leví: “Me habéis puesto en unidad de acción y en una gran agresividad contra los
una mala situación y me habéis hecho odioso a los “autóctonos” […]. De hecho, el relato parece reflejar
habitantes del país, los cananeos y los perezeos: tengo una política radical, que era una de las opciones, pero
pocos hombres, se reunirán contra mí, me vencerán y no la única, para los grupos dirigentes que trataban
seré aniquilado junto con mi casa”» (ibid., p. 362). de reconstruir un nuevo Israel» (ibid., p. 388).
El mito de Josué. Está inspirado por un movi-
Tras la partida de los exiliados a Babilonia, en las tie-
miento religioso de oposición que exalta en el suce-
rra de Judá se había instalado una población bastan-
sor de Moisés el modelo de una política enérgica.
te heteróclita: campesinos, amé-ha’arets, que no
Provendría de un grupo procedente de Babilonia que
interesan a los vencedores, deportados procedentes
rechazó a los residentes locales, tanto de origen ju-
de otras provincias, o grupos de la región en bus-
dío como pagano, pues no tenían la marca de la
ca de tierras para cultivar y encantados de ocupar el
galut («comunidad exiliada»), auténtico pasaporte
espacio liberado por la marcha de numerosos ha-
para pretender derechos sobre la tierra de los ante-
bitantes. Como no se podía negar la existencia de
pasados:
estas poblaciones, los recién llegados construyeron
«La historia del libro de Josué no es creíble para la una teoría que trataba de justificar teológicamente
reconstrucción histórica de la conquista del siglo XII, su prioridad. Así es como se elaboró el relato de una
pero tampoco lo es para la reconstrucción del regre- conquista militar contra los primeros ocupantes, bajo
so de los siglos VI y V. Es un manifiesto utópico que la dirección de Josué, en la época del Bronce reciente
trata de alentar un proyecto de retorno cuya realiza- (1550-1200 a. C.) y del Hierro I (1200-1000 a. C.):
ción jamás tuvo lugar conforme a los términos indi-
cados» (ibid., p. 370). «Y se formularon listas de estas poblaciones, listas
bastante estandarizadas a pesar de algunas varian-
Liverani subraya que las numerosas inverosimilitudes
tes: “Cananeos, hititas, amorreos, perezeos, heveos y
contenidas en el libro de Josué se disipan en el mo-
jebuseos” y otros: lo que sorprende aquí es la coexis-
mento en que se parte de la condición de los exilia-
tencia de tantos pueblos en un espacio tan reducido:
dos en el momento del regreso:
un cuadro imposible de imaginar antes de la gran
«Demasiadas incongruencias, demasiada estilización mezcolanza de pueblos llevada a cabo por los asirios,
para que podamos leer el libro de Josué tal cual. Por el con sus deportaciones cruzadas. Pero estas listas, y
contrario, todo se explica si nos ponemos en la mirada esto salta inmediatamente a la vista, no mencionan
de un redactor deuteronomista, que lleva en sí los para nada a los pueblos históricos reales de la edad
problemas de su época, y más precisamente el de la del Hierro: ni filisteos, ni edomitas, ni moabitas, ni
conquista de la tierra de Canaán por los supervivientes amonitas, ni arameos, ni árabes. Estas listas están
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constituidas por nombres en gran parte ficticios de
pueblos que jamás existieron» (ibid., pp. 373-374). El «pueblo de la tierra»
La expresión «pueblo de la tierra» (amé-ha’arets) desig-
naba en su origen a la gente del pueblo, extraños al pa-
La galut o comunidad del exilio lacio real. Esta población, organizada familiarmente,
tenía el dominio de los medios de producción. Solo en
No todas las familias deportadas por Nabucodono- caso de crisis podía ser solicitada para intervenir en favor
sor en el 587 a. C. escogieron la opción del regreso, de la autoridad real legítima amenazada. En Biblos se
propuesta por Ciro en el 538 a. C.. Entre los que per- encuentran testimonios en este sentido en la época persa
tardía (siglo IV a. C.).
manecieron en Mesopotamia, algunos se fundieron
con el imperio persa, hasta el punto de ver cómo se Con el exilio se produjo una jerarquización más radical.
diluía su identidad primera. Otros, integrándose en la Bajo la pluma de los deportados, surgidos en su mayor
parte de la élite de Judá, pasa a designar, de forma pe-
ciudad, mantuvieron viva la memoria del país perdi- yorativa, a aquellos que se quedaron en el país. El tér-
do, con una focalización en el templo y la tierra: mino está entonces más directamente vinculado a la
tierra: «La relación entre “pueblo” y tierra planteaba
«Rechazaban que la expatriación de su nación fuera inevitablemente la cuestión de saber quién era el ocu-
algo definitivo. Y, por tanto, siempre se considera- pante legítimo de la tierra y con qué razones, humanas
ron, incluso cada vez más, como los miembros de o divinas, la ocupaba. Esto significaba provocar de nue-
vo la cuestión de la alianza y de la identificación del
una minoría encerrada, “exiliada” dirán un día. Son verdadero “resto”» (Liverani, p. 349).
ellos los que inventarán la noción de “exilio”, en he-
Al regreso del exilio, la tierra adquiere una extensión
breo golâh o galut y en arameo galutâ, cuyo inmor- muy amplia. Designa a los judaítas no deportados que
tal destino no dejará de manifestarse bajo la forma quedaron en el país de Judá, pero también a los israelitas
de un mito […]. Ella exigirá su obligado complemen- del Norte vinculados al culto del Señor, pero a los que
to: la idea paralela de “regreso”. La historia iba a les falta, igual que a los judaítas que quedaron en el
país, las referencias y los puntos de referencia construi-
contar a partir de ese momento con esa pareja que dos en la galut (la comunidad del exilio).
acababa de generar» (A. Paul, pp. 39-41).
En los textos tardíos, como Esdras, Nehemías y Crónicas,
adquiere un valor étnico: a partir de ahora se denomina
La diversidad en el centro así a las naciones no israelitas, como los samaritanos o
los edomitas, que ocupan un territorio que debería volver
de los textos a los auténticos israelitas. «Con estos pueblos de la tierra,
claramente extranjeros, no se podían establecer matrimo-
Una lectura diacrónica de los textos hace que apa- nios mixtos. La deriva final, tras el empleo sacerdotal del
rezca un fenómeno poco perceptible a un lector término, fue la de los rabinos, para indicar a aquellos que
apresurado y, sin embargo, esencial para una justa no reconocen ni observan la ley de Dios» (Liverani, loc.
comprensión de las Escrituras: la diversidad de inter- cit.). Estos son aquellos a los que se refieren los fariseos
cuando dicen: «Esta multitud, que no conocía la Ley, es
pretación del regreso a la tierra prometida en el mo- maldita» (Jn 7,49).
mento en que Ciro da esa oportunidad. O. Artus
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(El Pentateuco…, pp. 30-43) propone cuatro etapas Dios hace a su pueblo en el marco de la alianza: la
cuyas consecuencias con respecto a la tierra tendre- tierra, las cosechas, etc.» (ibid., p. 34).
mos en cuenta.
La reunión de tradiciones. El escrito profético y
El escrito sacerdotal. Elaborado durante el exi- la redacción sacerdotal se reunirán, en el siglo V a. C.,
lio, este escrito atribuido a sacerdotes (de ahí la en un único conjunto literario en el que aparecen
sigla «P») remite a una comunidad que concede un dos lógicas. La primera está constituida por los cin-
gran lugar a las categorías de pureza e impureza, y co libros del Pentateuco y se cierra con el Deutero-
no pone en primer plano un regreso conquistador nomio, antes de la entrada en la tierra prometida.
del país: Así se marca el advenimiento de una nueva rela-
«Para los autores de P es el culto de Israel el que ción con la tierra, el nacimiento de una religión de
garantiza la permanencia de la presencia divina en el «diáspora»: la comunidad dispersa unida por la To-
mundo y la estabilidad del orden cósmico. Así, el ses- rá fuera de Judea. La segunda incluye el libro de
go teológico del escrito sacerdotal consistiría en pre- Josué: es el Hexateuco (el Pentateuco más el libro
sentar a Israel como una comunidad cultual: la con- de Josué), donde la prioridad reside en la pose-
clusión del relato no reside en la conquista del país, sión de la tierra:
sino en el establecimiento del culto al Señor. […] «Las redacciones hexateucal y pentateucal tienen,
El personaje de Abrahán, tal como se describe en pues, una percepción diferente del “centro de gra-
Gn 23,4, es representativo de lo que el Israel postexí- vedad” de la identidad de Israel: ligada al culto y a
lico está llamado a convertirse: una comunidad de la tierra según el Hexateuco, está ligada a una
gerim (‘extranjeros residentes’) que coexiste entre Ley, una Torá, según el Pentateuco. Por tanto, el
otros pueblos en la tierra prometida. Así, la realiza- Pentateuco es compatible con un judaísmo de la
ción de la promesa no pasa, según P, por la conquis- diáspora, contrariamente al Hexateuco» (ibid.,
ta violenta del país» (O. Artus, p. 33). p. 35).
La redacción deuteronomista. En particular en
El libro de los Números. De forma sintética,
el «relato de la conquista del país», presenta otra
O. Artus demuestra que el libro de los Números, cla-
visión construida por los exiliados que preparan su
ramente postexílico en su redacción final, se apoya
regreso. En este caso, la dinámica ya no está cen-
en las redacciones antecedentes del Pentateuco,
trada en el culto del templo, sino en la conquista
aunque guarde sus distancias respecto a determina-
de la tierra:
dos extremos. En relación con el relato sacerdotal,
«Para los autores deuteronomistas, la santificación subraya la doble función de los sacerdotes: cultual y
descansa en la actuación común del pueblo, deter- militar, y precisa su preeminencia sobre los levitas.
minada por una ley que es a la vez cultual y ética, y Con relación a la Ley de santidad (cf. más adelante,
que indica el buen uso de las riquezas y los dones que p. 14), el acento recae en la centralización del poder
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en manos de los sacerdotes y en la prioridad del cul- La Biblia conoce varios códigos de leyes que reflejan
to sobre las preocupaciones éticas: situaciones históricas diferentes. La ley define dere-
chos y deberes, se dirige a ciudadanos que no necesa-
«La perspectiva de una entrada inminente en la tie- riamente tienen el mismo estatus social y las mismas
rra prometida va de la mano de una nueva afirma- ventajas: esclavos, extranjeros no judíos establecidos
ción de la naturaleza cultual y militar de la responsa- entre los judíos, extranjeros de paso (nokrî). Aquí nos
bilidad de los sacerdotes. La identidad religiosa de interesamos por el ger, que designa a una persona
Israel se encuentra amenazada por sus vecinos idó- que vive de forma más o menos permanente en me-
latras y corresponde a los sacerdotes asegurar a la dio de la comunidad judía sin formar parte de ella.
vez el funcionamiento regular de las instituciones Tras la caída de Samaría, el término pudo ser utiliza-
cultuales (Nm 28-29) y la protección de la comunidad do para designar a los refugiados de origen judío pro-
frente a las amenazas extranjeras» (ibid., p. 41). cedentes del reino del Norte. En nuestra reflexión
El libro de los Números atestigua un movimiento sa- sobre la tierra es interesante preguntarse por el lugar
cerdotal radical, que trata de regentar el judaísmo del extranjero en el espacio social y humano.
tanto de la tierra de Israel como de la diáspora. «Es- El código de la Alianza. Es el código más antiguo
te movimiento reivindica para los sacerdotes la guía en uso en el reino del Norte. Está datado en el si-
de la comunidad de Israel, no solo en el plano religio- glo VIII o VII, con algunos elementos más antiguos
so, sino también en el plano político» (ibid., p. 43). que representan una especie de derecho consuetudi-
nario en uso en el Próximo Oriente antiguo. En algu-
Los extranjeros y la tierra nos extremos, como la ley del talión, es semejante al
en los textos legales Código de Hammurabi.

En el mundo semítico hubo desde muy pronto códigos El extranjero (ger) es objeto de una protección particu-
legales que trataban de regular la vida común, canali- lar, tanto más vigorosa simbólicamente cuanto que
zar la violencia y proteger a los más débiles. Es el obje- está basada en motivaciones religiosas: «No molesta-
tivo del Código de Hammurabi, la legislación más co- rás al extranjero ni lo oprimirás, porque también voso-
nocida y una de las más antiguas del mundo semítico tros fuisteis extranjeros en el país de Egipto» (Ex 22,21).
(siglo XVIII a. C.). Se inicia con estos términos: «Yo, Ham- La protección de estas personas es mencionada fre-
murabi, príncipe celoso que teme a los dioses, llamado cuentemente en los discursos de los profetas Isaías,
[por los dioses] para hacer que aparezca la justicia en el Jeremías y Ezequiel. El fundamento de esta defensa
país, para que el fuerte no oprima al débil»3. 1

se inscribe en la revelación de Dios, y no solo en un


principio humanitario. Pero la vinculación con la
3 Marie-Joseph SEUX, Leyes del Antiguo Oriente. Documentos en torno a experiencia fundacional del Éxodo es propia de los
la Biblia 15. Estella, Verbo Divino, 1987, p. 30. textos legislativos.
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