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Para Hobsbawm es importante realizar una distinción entre el concepto de Costumbre,

asociado a prácticas repetidas en el tiempo sancionadas por el Derecho Consuetudinario, por


lo tanto comúnmente utilizada por los jueces, de la Tradición, entendida como prácticas
rituales dotadas de sentido.

Asimismo, realiza la distinción entre actividades que son entendidas como parte de la
Tradición al pertenecer o tener vínculo con el pasado, con actividades que meramente por la
repetición se van transformando en tradicionales.

El pasado es un “reservorio” que sirve a modo de cajón de donde sacar materiales para
construir tradiciones nuevas o nuevos usos de tradiciones ya antiguas. Las actividades del
pueblo entendidas como parte de la Tradición fueron incorporadas al repertorio de la
instituciones modernas, de la cual la principal y casi por antonomasia la Institución moderna es
el Estado.

Dado que el concepto de Tradición se asocia con el pasado de forma indeterminada,


Hobsbawm realiza una distinción con las tradiciones inventadas luego e la época de la
Revolución Industriales, entre las cuales distinguiría tres:

A) Las de Cohesión Social o pertenencia al grupo.

B) Las que establecen o legitiman instituciones

C) Las que tienen por objetivo la Socialización o inculcación de creencias

Anderson observa la plena vigencia del nacionalismo, aún en países donde el eje identitario
supuestamente estaba definido como producto de la superación de la división de clases,
reforzando la identidad a una clase social supuestamente emancipada. Es el caso de los países
gobernados bajo principios marxistas. La invasión y posterior guerra formal entre Camboya y
Vietnam, y l posterior intervención China (1978-1979), mostraría esta tendencia. Incluso los
países marxistas se habrían convertido en países con fuertes nacionalismos.

Esto debido a que el Nacionalismo es una Artefacto Cultural producto de circunstancias


históricas concretas, pero que llegados a cierto grado de desarrollo se volvieron “modulares” y
susceptibles de ser trasplantados a distintas realidades y combinarse con otros Artefactos de
otras tradiciones teóricas.

Desde el punto antropológico, Anderson define la nación como una comunidad política
imaginada, limitada y soberana. Imaginada porque el vínculo total entre sus miembros es
simbólica y soberana, como definición heterónoma frente a otras naciones, especialmente las
más próximas, las fronterizas. Soberana, porque el concepto nace en una época y lugar
concretos, la Europa occidental de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, en donde la
problemática política fundamental era la superación del Absolutismo Monárquico como
régimen político dominante. Finalmente, son Comunidades, porque a pesar de la diversidad de
sus componentes, se concibe bajo un espíritu de compañerismo y horizontalidad.

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