Este documento describe un caso de duelo prolongado en una mujer que perdió a su padre. La mujer sufría depresión y su recuerdo de su padre era doloroso y depresivo. El terapeuta usó técnicas de PNL para cambiar los códigos mentales de la mujer sobre su recuerdo de su padre. Primero debilitó su recuerdo doloroso alejando y desenfocando la imagen mental. Luego sustituyó este recuerdo por uno agradable de un cumpleaños feliz con su padre. Repitió este proceso
Este documento describe un caso de duelo prolongado en una mujer que perdió a su padre. La mujer sufría depresión y su recuerdo de su padre era doloroso y depresivo. El terapeuta usó técnicas de PNL para cambiar los códigos mentales de la mujer sobre su recuerdo de su padre. Primero debilitó su recuerdo doloroso alejando y desenfocando la imagen mental. Luego sustituyó este recuerdo por uno agradable de un cumpleaños feliz con su padre. Repitió este proceso
Este documento describe un caso de duelo prolongado en una mujer que perdió a su padre. La mujer sufría depresión y su recuerdo de su padre era doloroso y depresivo. El terapeuta usó técnicas de PNL para cambiar los códigos mentales de la mujer sobre su recuerdo de su padre. Primero debilitó su recuerdo doloroso alejando y desenfocando la imagen mental. Luego sustituyó este recuerdo por uno agradable de un cumpleaños feliz con su padre. Repitió este proceso
¿Cuántas personas hay por el mundo viviendo un duelo
como parte de su vida? Parece que se quedan atrapadas en la tristeza y el dolor por la pérdida de un ser querido. En vez de continuar con su vida y avanzar, se quedan en el funeral, en la pérdida y en el sufrimiento.
Gran parte del problema de tantas personas frente a la
muerte es la cultura que tenemos con respecto a ella. El problema del dolor lo adornamos con ceremonias, tradiciones, velas, lutos, rezos, tristezas, etc. y finalmente es como un soporte social para el dolido. Esto momentáneamente ayuda a sobrellevar el dolor. En nuestra cultura, el luto se lleva de una forma muy individual. Cada persona decide (inconscientemente) cuanto tiempo guardará luto. Y este luto tiene que ver con su capacidad de asimilación del hecho que un ser querido se ha ido para siempre. Cuando la etapa de duelo se extiende demasiado (un año o más), empieza el riesgo de vivir una pena patológica que provoca un desorden en las emociones y por lo tanto un cambio muy marcado en la personalidad. En esta etapa de duelo prolongado llegó una mujer joven al consultorio. Sufría la pérdida inesperada de su padre con el cual ella tenía una buena relación. La mujer, que normalmente era una mujer activa, vivaz y positiva, ahora lucía decaída, depresiva, con mucha culpa y también con mucha ira. La depresión ya se había instalado en su vida y formaba parte de ella. La depresión, es una de las emociones más nocivas que podemos experimentar pues nos lleva a la inactividad, a la desmotivación, nada nos interesa, todo pierde importancia, hay una gran pérdida de energía y nos conecta continuamente con los sentimientos. Esta mujer por lo tanto lloraba por cualquier cosa, cualquier recuerdo o imagen relacionado con su padre le desencadenaba más tristeza. Por supuesto que no sólo se afectaba a ella misma sino que también afectaba a su entorno, su familia, sus hijos. Salir era un riesgo pues cualquier detalle le podía detonar el llanto que llegaba a ser incontrolable. Entonces le pedí que pensara en su padre. Que lo visualizara como ella lo solía hacer y que me dijera en qué espacio mental lo ubicaba. Esto puede ser arriba, abajo, a la derecha, a la izquierda. Luego le pregunté a qué distancia lo veía, si lo veía de cuerpo completo o no, en movimiento o no, en blanco o negro o a color, en fin, verifiqué todos los matices que puede tener un recuerdo. Era de esperarse que su recuerdo era totalmente depresivo. Ella visualizaba a su padre en la funeraria y volvía a revivir el dolor del momento como si fuera real. Entonces empezamos con el trabajo de terapia para cambiar sus códigos mentales con respecto a los matices de su recuerdo. Le pedí que volviera a pensar en su padre como lo había hecho y una vez que tuviera la imagen bien clara en su mente le pedí que poco a poco desenfocara la imagen y que la alejara, al alejarla se hacía más pequeña la imagen y perdía más y más claridad hasta que llegó un punto en que no podía distinguir la imagen. Este proceso lo repetimos varias veces y cada vez lo podía hacer con mayor rapidez. Al no distinguir la imagen perdía fuerza emocional y ella se sentía más tranquila cada vez. Al constatar que realmente había un cambio visible y positivo en ella, entonces procedí a sustituir este recuerdo (depresivo) que ya debilitamos al alejarlo, por otro que fuera agradable para ella. Entonces después de unos minutos ella encontró una escena donde se encontraba con sus hijos y su padre festejando un cumpleaños. Fue un evento en el cual ella estuvo muy contenta al igual que su padre, y le pedí que lo viviera con todos los detalles posibles. Cuando vi que realmente ella estaba asociada al recuerdo positivo le sugerí que le aumentara un poco la luz y que hiciera un poco más grande la escena. Esto hizo que ella se sintiera aún mejor y más contenta. Era visible en su cara, sus ojos, en su expresión general. Le pedí que fijara la escena en su mente. La saqué de ese estado y hablamos de otras cosas. Le pedí que volviera a pensar en su padre y que viera esta última escena, lo cual sí pudo hacer después de unos segundos. Igualmente la saqué de esa sensación y hablamos de otros temas. A los pocos minutos le pedí que regresara a la imagen positiva de su padre y después de unos segundos lo pudo hacer. De igual manera había una respuesta positiva en su cara. Este proceso lo repetimos en tres sesiones cambiando algunos matices hasta que ella me dijo que se sentía más contenta y ubicada en su nueva vida sin su padre. Con esta nueva imagen estaba aprendiendo a recordar a su padre de una manera más agradable y sin afectar a nadie a su alrededor. Es importante darnos cuenta que cuando revivimos un recuerdo, hacemos eso justamente, lo "revivimos", volvemos a vivir las mismas emociones con la misma intensidad que la primera vez. Sin embargo ante un fallecimiento el evento sucedió una sola vez y nosotros al repetirlo mentalmente lo vivimos muchas veces y si no logramos cerrar el ciclo nos lastimamos por más tiempo del necesario. Si de todas maneras vamos a recordar, mejor recordemos eventos felices que eventos tristes. Aquí lo importante no es evadir hechos reales, sino poder recordarlos sin caer en una depresión en cada ocasión. El proceso que llevé a cabo con esta mujer fue un ejercicio para dirigir la mente hacia qué tipo de recuerdos son favorables para que sean recurrentes y qué tipo de recuerdos son dañinos para que se queden en la distancia.