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Unidad 5; Estudio 5

Dios Habla a Través de la Oración


Reflexión por: Carmen Gálvez

Juan 14:6
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”

Este versículo nos revela que la verdad no es sólo un concepto a estudiar o conocer, sino
que la verdad es una persona. Jesús no dijo “yo les enseñaré la verdad” Él dijo “Yo soy la
verdad”.

Cuando Dios te revela la verdad no te está revelando un concepto sino se está revelando a
Sí mismo. Cuando aceptas a Cristo en tu corazón no es que Dios te revele la verdad, lo que
sucede es que conoces a Dios quien es la verdad.

“La oración no es una actividad sino una relación”

La oración puede ser hoy para ti una comunicación en un solo sentido, donde solo tu hablas.
Dios no lo pensó así, la oración incluye escuchar. Tú le hablas a Dios y Dios te habla a ti.

La oración es una relación, no una actividad religiosa.

Al orar, al igual que al leer la Biblia, cómo lo vimos en el estudio anterior, debes estar
preparado para los ajustes en tu vida que Dios va a requerir de ti.

Por lo tanto, la oración también debe ir ligada a la lectura Bíblica. A menudo sucede que
cuando se está orando Dios revela pasajes de la Biblia, es importante darse el tiempo de
encontrar y estudiar estos pasajes para recibir de parte de Dios lo que Él quiere decirnos.

Romanos 8:26-27
Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como
conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque
conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.

Nuestras oraciones deben ajustarse a los deseos de Dios. Debemos cambiar nuestro
concepto de lo que es orar, la oración es pedirle a Dios que nos ajuste a Su voluntad. El
Espíritu Santo es imprescindible para poder orar como Dios quiere porque El conoce la
mente de Dios y las intenciones de nuestro corazón.
La labor del Espíritu Santo es revelarte lo que está en el corazón de Dios para que sea ese
tu deseo y tu oración. ¿Qué pasa si oras lo que está en el corazón de Dios? Lo recibes. Y tu
fe crece.

Juan 10:4
Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque
conocen su voz.

Filipenses 2:13
porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad.

Al acercarte a Dios en oración debes hacerlo deseando fervientemente hacer la voluntad


de Dios, de esa forma lograrás reconocer la voz del Espíritu Santo en tu corazón y luego
obedecer en Su dirección.

Hay dos cosas que debes tener siempre presente:

1. Dios nunca te va a guiar a algo que se oponga a la Biblia


2. Nunca busques un versículo fuera de contexto de la Biblia que apoye algo que tu
deseas para decir que Dios te lo dijo.

A veces no oramos porque somos plenamente conscientes del alto costo de orar con
devoción y sinceridad. No podemos pasar mucho tiempo orando constante y
fervientemente por algo o por alguien, sin tardar mucho en sentirnos impulsados a
comprometernos personalmente y hacer algo por aquella situación o persona por la que
oramos. Y eso es lo que a veces no queremos que suceda: ¡Involucrarnos personalmente en
el asunto!
Quisiéramos más bien que la oración fuera una especie de esfuerzo de nuestra parte para
persuadir a Dios de que hay que hacer algo y que esperamos que él lo haga. Pero en el
transcurso de la oración frecuentemente oímos que Dios nos habla diciendo: "Vé y hazlo tu,
yo estoy contigo." Por eso es mucho más fácil hablar, escribir o predicar acerca de la oración
que orar personalmente.

La oración en la vida del creyente es parte fundamental de su vida, sin embargo, es una de
las actividades más mal interpretadas del cristianismo. No caigamos en lo mismo, no
oremos buscando lo que nosotros queremos. No usemos vanas repeticiones, recuerda, tú
sabes lo que quieres, Dios sabe lo que necesitas.

Ajustemos nuestras oraciones a la perfecta voluntad de nuestro Creador y sólo a Sus deseos,
y comencemos a vivir la vida abundante que Dios promete a Su pueblo.

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