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LA NATURALEZA EN ARISTOTELES
Hacer Shield y completar con Schupp lo que queda fuera, por ejemplo ética o
filosofía política.
SHIELD ARISTÓTELES
1. VIDA Y OBRAS
No tenemos datos fiables relacionados con las fechas en las que las obras de Aristóteles
fueron escritas. Sin embargo, podemos estar mucho más seguros sobre las
características de dichas obras, porque las podemos agrupar fácilmente atendiendo a su
contenido, por un lado, y, más importante aún, porque Aristóteles mismo ofrece una
división de las ciencias en diferentes lugares. Podemos establecer el siguiente esquema:
Como hemos visto, Aristóteles supone que nos asombramos por la simple razón de que
está en nuestra naturaleza hacerlo, porque “todo ser humano desea conocer por
naturaleza”. Al suponer esto, Aristóteles localiza nuestra naturaleza en nuestras
capacidades cognitivas y en nuestro irrefrenable impulso a aprender y adquirir
conocimiento. Nuestra búsqueda de conocimiento no es por lo tanto accidental, sino
resultado de nuestras características esenciales, como un resultado de todas esas
características que hace de nosotros el tipo de ser que somos.
“En este sentido se dice que es causa (1) aquel constitutivo interno de lo que algo está hecho3',
como por ejemplo, el bronce respecto de la estatua o la plata respecto de la copa, y los géneros
del bronce o de la plata.
En otro sentido (2) es la forma o el modelo, esto es, la definición de la esencia y sus géneros
(como la causa de una octava es la relación del dos al uno, y en general el número), y las partes
de la definición.
En otro sentido (3) es el principio primero de donde proviene el cambio O el reposo, como el
que quiere algo es causa, como es también causa el padre respecto de su hijo, y en general el
que hace algo respecto de lo hecho, y lo que hace cambiar algo respecto de lo cambiado.
Y en otro sentido (4) causa es el fin, esto es, aquello para lo cual es algo, por ejemplo, el pasear
respecto de la salud. Pues ¿por qué paseamos? A lo que respondemos: para estar sanos, y al
decir esto creemos haber indicado la causa. (Física 194b)
Supongamos que estamos caminando entre los árboles en una montaña. De repente
percibimos un objeto brillando en la distancia. Cuando nos acercamos, comprobamos
que lo que estaba brillando era algo metálico. Cuando lo inspeccionamos desde una
distancia más corta, podemos ver que es bronce. Así que ahora tenemos nuestra
explicación: lo que tenemos ante nosotros es bronce pulido. No obstante, si
encontramos un trozo de bronce en una montaña nos vemos impelidos a preguntarnos
además qué es eso, es decir, que es más allá de ser una determinada cantidad de bronce.
Querremos saber adicionalmente qué es exactamente eso que está hecho de bronce.
Quizá sean restos de una mina abandonada; o quizá es metal dejado atrás por antiguos
exploradores que habían estado intentando transportarlo a través de un paso elevado
como material mara una máquina que tenía que ser construida en su destino. Quizá
tengamos los restos de un avión que se estrelló en un pasado reciente. Pero no, cuando
nos seguimos aproximando vemos que tiene una forma definida, la forma de un ser
humano. Así que ahora sabemos qué es: es una estatua de bronce pulido. Entonces
inferimos también que el bronce fue en algún punto del pasado deliberadamente
modelado por un escultor. Sabemos esto porque sabemos que el bronce no se convierte
por sí mismo y espontáneamente en estatuas. Así que ahora sabemos qué es: una
estatua, una masa de bronce modelado como una forma humana por la actividad de un
escultor. Pero podríamos estar perplejos: ¿por qué una estatua aquí, en las montañas?
Vemos entonces una placa en la que leemos: “En honor a los 17 soldados que perdieron
su vida en la batalla x en el 1933”. Ahora sabemos lo que es: una estatua, una masa de
bronce modelado como una forma humana por la actividad de un escultor, erigida en
honor de los soldados que murieron en una batalla.
Cuando sabemos todo eso, piensa Ari, sabemos todas las cosas que necesitamos saber
para tener una total comprensión del fenómeno con el que nos hemos encontrado. Las
cuatro causas son:
Ari afirma: 1) en la mayoría de los casos una explicación completa y adecuada debe
citar las cuatro causas. 2) No hay otro tipo de causas más allá de esta cuatro. Tomadas
conjuntamente, tenemos el concepto de Ari de la adecuación de una explicación
objetiva: E es una explicación adecuada si E cita correctamente las cuatro causas: la
material, la formal, la eficiente y la final. Esta formulación establece las condiciones
necesarias y suficientes para la corrección en la explicación. Necesaria: una explicación
es correcta sólo si cita las cuatro causas, si omite alguna es incorrecta. Suficiente: una
vez que una explicación ha citado las cuatro causas no deja nada fuera, y de esa forma
es completa y adecuada.
Los predecesores de Ari le legaron una serie de paradojas. Una de las más
desconcertantes era la debida a Parménides: pese a lo que percibimos, el movimiento es
imposible. Por otro lado, según Ari, Parménides afirma que todo ser es uno: En efecto,
como considera que, aparte de ≪lo que es≫, no hay en absoluto ≪lo que no es≫,
piensa que hay solamente una cosa, lo que es, y nada más.” Par Ari, Parme se equivoca
no sólo en sus premisas, sino también en su argumentación: aun siendo las premisas
verdaderas, su conclusión sería errónea.
Parménides empieza con una idea sencilla: necesariamente, cuando alguien piensa sobre
algo, hay algo sobre lo que se piensa, podíamos llamarlo el objeto de pensamiento. Si
alguien piensa correctamente sobre un objeto u otro, entonces lo que piensa existe. Por
tanto, todo objeto de pensamiento. En la dirección contraria, todo objeto de pensamiento
es de tal forma que es pensable. De ahí la conclusión de que lo que es y lo que puede ser
pensado son lo mismo. Si intentamos pesar nada, necesariamente pensaremos algo; si
no estamos pensando nada, entonces no puede ser que pensemos nada. Al contrario, no
estamos pensando. En este sentido, el pensamiento es esencialmente relacional. Es
como intentar casarse con alguien: si intentamos casarnos con alguien y esa persona
rechaza nuestra oferta, entonces no es que nos hayamos casado con nada, es que no
hemos conseguido casarnos en absoluto.
Si lo que existe y lo que puede ser pensado son necesariamente coextensivos, se sigue
que no podemos pensar de lo que no existe, no podemos pensar el no ser.
El universo no puede haber sido generado ex nihilo, porque ello implicaría pensar y
hablar de la nada. Sería como pensar un cuadrado redondo. Parménides va más allá: si
no se puede pensar en la generación de algo a partir de lo que no es, no se puede pensar
el cambio. Después de todo, cuando pensamos en el cambio de algo, implícitamente
pensamos que no es. Si suponemos que un hombre ha aprendido a tocar el piano,
evidentemente suponemos que no tocaba el piano antes de aprender. En términos de
Parménides: el hombre que puede tocar el piano no existía antes de que empezara a
existir el hombre que puede…, lo que implica que no existía, era un no ser antes de que
el hombre que puede…fuera. Ahí radica la dificultad: tan pronto como pensamos
seriamente sobre el cambio, nos vemos obligados a pensar el no ser. Dado que lo que
existe y lo que puede ser pensado son coextensivos, no podemos pensar el no ser; ni
entonces, según parece, podemos pensar el cambio. Podemos pensar el cambio sólo si
podemos pensar la generación; pero podemos pensar la generación sólo si podemos
pensar el no ser. Este, sin embargo, no lo podemos hacer.
Ari piensa que Parme ha argumentado mal. Pero aun así, piensa Ari, podemos aprender
algo valioso al examinarlo. Ari sugiere que aprenderemos que el universo contiene
materia y forma, que existen objetivamente, previamente a nuestras exigencias
explicativas subjetivas.
Seguiremos el precepto metodológico aristotélico: para resolver problemas es útil
plantear bien el problema. Una forma de plantear el argumento de Parme contra el
cambio (CC) tiene esta estructura:
1. Necesariamente, lo que es y lo que puede ser pensado son coextensivos.
2. Por tanto, no es posible pensar el no ser.
3. Es posible pensar la generación sólo si es posible pensar el no ser.
4. Por tanto, no es posible pensar la generación.
5. Es posible pensar el cambio solo si es posible pensar la generación.
6. No es posible pensar la generación.
7. Por tanto, no es posible pensar el cambio.
CC5 es realmente un intento de reducir un tipo de cambio a otro. Vamos a estipular que
el cambio es una forma de alteración. Ahora podemos intuitivamente reconocer que
algunos tipos de cambio implicar el comenzar a existir de algo que antes no existía,
mientras que otros no. Cuando se construye una casa, tras la construcción existe algo
que previamente no había. O cuando unos padres tienen un hijo, algo aparece que ante
no existía. A este tipo de cambios los llamaremos generación. Suponemos que la
generación ocurre porque creemos que había un tiempo anterior a nuestro nacimiento,
cuando no existíamos.
Hablemos ahora de otro tipo de cambio, el cambio cualitativo, el tipo de cambio sufrido
por algo que ya existe cuando algo lo altera. Si vamos a la playa y nos ponemos
morenos no pensaremos que una persona pálida murió, seguida del nacimiento de una
persona morena. Más bien, esa persona primero era pálida y luego morena. Por tanto, el
cambio cualitativo no es lo mismo que la generación. Ari diferencia entre “cosas que
llegan a ser” (generación) y “cosas que llegan a ser así y asá” (cambios cualitativos).
Este es un argumento que invalida CC5, lo que convierte CC en poco sólido.
El problema procede que Parme no distingue dos sentidos del verbo ser,
correspondientes a los dos tipos de cambio mencionados. En la generación, cuando
decimos que algo viene a ser, queremos decir que viene a la existencia. Llamemos a
esto el uso existencial del verbo ser. En cambio, cuando hablamos de cambio
cualitativo, queremos decir que algo ya existente adquiere o pierde una característica, de
forma que se le añade o quita un predicado. Llamaremos a esto el sentido predicativo
del verbo ser. Con estas dos distinciones podemos ver que CC2, la tesis de que no es
posible pensar el no ser, no nos capacita para inferir que no podamos pensar el cambio
de algo en el sentido predicativo.
También nosotros afirmamos que en sentido absoluto nada llega a ser de lo que no es,
pero que de algún modo hay un llegar a ser de lo que no es, a saber, por accidente.
Física 191b13-15
Otra definición:
Pensar en artefactos y organismos que cumplen este principio es fácil: una casa llega a ser
cuando alguna materia, algunos ladrillos y cemento, es utilizada para realizar la forma de una
casa mediante la actividad de un albañil, cuya actividad es causa eficiente. El análisis de la casa
resultante manifestará un complejo metafísico: podemos identificar la materia de una casa, sus
ladrillos y cementos, y su forma o estructura. Es la forma la que cualifica a los ladrillos y
cemento como casa. Los mismos materiales, dispuestos de otra forma, manifestando otra forma,
por ejemplo un puente, serían otro tipo de objeto. Una explicación similar se ofrece para los
organismos, aunque algo más compleja. Un organismo llega a ser cuando una alguna materia
preexistente realiza la forma característica de la especia a la que el organismo pertenece. Por
tanto, una cantidad de materia derivada de los padres viene a realizar la forma de humanidad
que crecerá adquiriendo materia subordinada a esa forma a lo largo del tiempo. Una diferencia
respecto a los artefactos es que un ser vivo tiene su propio principio interno de cambio. Un
artefacto, en cambio, es modelado por la agencia de su constructor. Una nueva definición de
hilomorfismo se nos ofrece:
La forma es aquello cuya presencia hace que alguna materia venga a ser la materia de un objeto
físico particular; la materia es lo que persiste durante el cambio y subyace a la forma.
La observación de que alguna cantidad de materia podría ser en un momento una casa y en otro
momento un muro, dependiendo de qué tipo de forma manifieste, sugiere dos características
más del hilomorfismo de Ari.
Esta es, pues, una manera de resolver la dificultad. Pero hay otra, ya que podemos
hablar de una misma cosa con respecto a su potencialidad y con respecto a su
actualidad; esto se ha determinado con más precisión en otro lugar. Física 191b
Además, la materia es en potencia en cuanto que puede alcanzar la forma específica, y una vez que
está en acto, está ya en la forma específica.
Este procedimiento tiene la ventaja de tomar como básicas dos conceptos adiciones,
interdefinidos y que pueden ser fácilmente ejemplificados: si una mujer, Cora, no está
todavía enamorada, sin embargo potencialmente lo está. Cuando llega a amar a alguien,
ha cambiado de alguna forma y ha pasado a estar actualmente enamorada. Es importante
observar que “potencialidad” no equivale a “posibilidad”. Cuando decimos que Cora
está potencialmente enamorada, queremos decir algo más que la mera posibilidad de
que se enamore, mencionamos que tiene la capacidad de enamorarse, dado el tipo de ser
que ella. Podríamos soñar que una nevera nos habla, algo posible en la medida en que es
imaginable. Pero las neveras no tienen la capacidad de hablar. Las potencialidades se
fundamentan en hechos reales y características de las entidades que las manifiestas.
Por esta razón, cuando Ari sostiene que podrían utilizarse las nociones de potencia y
acto para refutar a Parménides, sugiere que su hilomorfismo tiene su fundamento
conceptual en dos conceptos interdefinibles sobre el que reposa su edificio explicatorio.
Cuando enfrenta a Parme con su análisis hilomórfico del cambio, Ari acepta que no hay
generación ex nihilo, que nada empiece llega a la existencia desde la nada. Las sillas
están hechas de una madera preexistente, estatuas de bronce, etc. ¿Es por tanto real la
generación? ¿Por qué suponemos, por ejemplo, que la producción de una estatua o el
nacimiento de un ser humano son casos de cambios cualitativos, y no de
generación?¿Pueden todos los casos de generación ser reducidos a cambios cualitativos?
Aristóteles responde a esto distinguiendo dos tipos de formas, a las que corresponden
dos maneras por las que la materia puede ser hecha actual:
Algunas formas son de tal forma que hacen una parcela de materia subyacente ser sin
cualificaciones. Un ser sin cualificaciones es una sustancia, una “ousia”, literalmente
“un ser”, el único tipo de cosa que llega simplemente a ser o es generada. Aristóteles
considera que este tipo de formas son distintas al tipo de formas que implica el cambio
cualitativo. Por tanto, podríamos distinguir:
- X es una forma sustancial: x es lo que hace que lo que existe en potencia exista
de forma sin cualidades.
- X es una forma accidental: x es lo que hace que lo que lo que hace que lo que es
F en potencia, donde F no es una forma sustancia, sea F en acto.
2.7 La causa final: los problemas del compromiso aristotélico con la teleología
Habitualmente adscribimos causas finales a las acciones, eventos y artefactos: ¿por qué se paró
en la tienda de comida orgánica de la esquina? Lo hizo para comprar leche orgánica.
Así se preguntan: ¿qué impide que la naturaleza actúe sin ningún fin ni para lo mejor,
que sea como la lluvia de Zeus, que no cae para que crezca el trigo sino por necesidad?
Porque lo que se evapora tiene que enfriarse y cuando se ha enfriado tiene que
transformarse en agua y descender, y el hecho de que crezca el trigo cuando eso
sucede es algo accidental. Y, de la misma manera, cuando el trigo se pudre sobre la era,
no ha llovido para que se pudra, sino que eso ha ocurrido por accidente. Física 198b16-
23
Ari advierte una objeción a la causa final planteada en términos de necesidad natural.
¿Por qué no hablar simple y exclusivamente en términos de necesidad natural? Si toda
explicación puede ser planteada en términos de necesidad natural, quizá sea superfluo
apelar a causas finales. Podríamos entender que la causa final sea necesaria para
explicar algunos artilugios, pero Ari quiere extender la causa final a la naturaleza.
Según Ari, vemos ciertas cosas apropiadas para funciones de varios tipos establecidas
por su estructura: vemos que los ojos en los animales son apropiados para el fin de
moverse, lo que implica que usan detectores de luz y color, lo que a su vez explica la
estructura interna de sus globos oculares. No obstante, Ari observa una diferencia
importante entre la naturaleza y los artefactos: en el ámbito de la naturaleza, admite, no
hay diseñador. Por tanto, hay cosas que tienen causa final aun cuando no hayan sido
producidas por un agente consciente. Los órganos de los animales, el organismo
completo de estos, incluido el ser humano, son ejemplos paradigmáticos de este tipo de
cosas.
Es absurdo no pensar que las cosas llegan a ser para algo si no se advierte que lo que
efectúa el movimiento lo hace deliberadamente. Tampoco el arte delibera. Y si el arte
de construir barcos estuviese en la madera, haría lo mismo por naturaleza. Por
consiguiente, si en el arte hay un «para algo», también lo hay en la naturaleza. Esto se
ve con más claridad en el caso del médico que se cura a sí mismo; a él se asemeja la
naturaleza. Física 199b26-33
Esta defensa es limitada. Vemos que los ingenieros navales habitualmente deliberan
sobre cómo construir un barco, pero no vemos por ejemplo que la naturaleza se detenga
para preguntarse si los riñones son los órganos más apropiados para filtrar la sangre. Ari
sostiene entonces que podemos ver con frecuencia acciones que persiguen un fin sin que
haya una deliberación previa: el doctor que se cura a sí mismo, o el músico que toca sin
pararse a pensar. Por tanto, infiere Ari, una falta de deliberación es compatible con la
presencia de una causa final. No obstante, los médicos y los músicos tienen, a diferencia
de la naturaleza, una mente. Además, puedan actuar sin deliberar sólo tras años de
aprendizaje y práctica, que implica deliberación.
Ari responde doblemente a este argumento. Quiere adoptar una posición intermedia
entre dos extremos: aquellos que rechazan la intencionalidad en la naturaleza, que
llamaremos eliminitavistas teleológicos, como Empédocles, Demócrito y Leucipo; y
aquellos que creen que puede haber intención sólo si hay un diseño y en consecuencia,
un diseñador del universo, a los que llamaremos intencionalistas teleológicos, como
Anaxágoras.
Contra los eliminitavistas, Ari comienza diciendo algo obvio, que no empezamos el día
suponiendo que no hay ninguna intención en la naturaleza. Al contrario,
irreflexivamente hablamos de ciertas partes de la naturaleza como si tuvieran un fin, por
ejemplo de los órganos del cuerpo humano: pensamos que el corazón es para bombear
sangre, los dientes para masticar, etc. Por desgracia, su argumento inicial para esta
conclusión no proporciona el apoyo que necesita:
Éste es el argumento, u otro similar, con el que se nos quiere poner en dificultad; pero
es imposible que sea así. Porque las cosas mencionadas, y todas las que son por
naturaleza, llegan a ser siempre o en la mayoría de los casos, lo que no sucede en los
hechos debidos a la suerte o a la casualidad''. Pues no parece un resultado de la suerte
ni de una mera coincidencia el hecho de que llueva a menudo durante el invierno, pero
sí durante el verano; ni que haga calor en verano, pero sí en invierno. Así pues, ya que
se piensa que las cosas suceden o por coincidencia o por un fin, y puesto que no es
posible que sucedan por coincidencia ni que se deban a la casualidad, sucederán
entonces por un fin” . Física 198b32
Parece poco plausible que las cosas que ocurren una y otra vez y aporten beneficio
sucedan por causalidad. ¿Es una causalidad que nuestros riñones, una y otra vez,
generación tras generación, están capacitados para filtrar la sangre? Llamaremos a este
argumento el primer argumento para la causa teleológica (ACT):
«Todo lo que hace el hombre cuando modifica e instrumentaliza lo real (téchne), y toda búsqueda
que emprenda (méthodos) y, de la misma manera, cualquier cosa que hace (praxis) o que elige
(proatresis) aspira a un bien» (1094al-2).EN
Obviamente, cuando un albañil pone los ladrillos de una determinada forma es para
construir algo. La técnica (techne) de la construcción de casas aspira a construir casas, y
cuando el albañil actúa, tiene en consideración algún fin, como construir una casa. Los
seres humanos son parte del mundo, por lo que el deter no tenía razón. Este argumento
lo compraría el intencionalista.
Para ver cómo argumenta Ari y dado que la teleología abarca una gran variedad de
ámbitos, proponemos una escala construida con ejemplos procedentes del propio Ari.
Ari sube hasta el último estadio de la escala, pero lo hace sin el intencionalismo o
animismo que tan frecuentemente se la atribuye. La escala comienza con dos casos
paradigmáticos de herramientas diseñadas por el ser humano y la agencia humana que
incluso el eli más radical aceptaría:
1. Las herramientas son para algo, la función que le dan los agentes deliberativos.
2. Las acciones deliberativas son para algo, el resultado buscado por el agente.
3. Las acciones no deliberativas son para algo, sean de humanos o de animales no
humanos, son para el fin perseguido por el actor.
4. Las partes de un sistema vivo, por ejemplo el ojo o el riñón son para algo, la
función que cumplen en el organismo del que son parte.
5. Los organismos vivos, es decir, animales y plantas son para algo, sus propios
bienes intrínsecos.
Esto se hace más evidente si consideramos a los otros animales, cuyas acciones no son
ni por arte, ni por búsqueda, ni por deliberación. Así, en el caso de las arañas, las
hormigas y otros animales semejantes algunos se preguntan si no actúan con
inteligencia o algún otro poder cuando llevan a cabo lo que hacen. Y si avanzamos un
poco más en esta dirección, vemos que también en las plantas hay partes que parecen
haberse generado en función de un fin, como las hojas para proteger el fruto. Así pues,
si es por un impulso natural y por un propósito por lo que la golondrina hace su nido y
la araña su tela, que las plantas producen hojas para sus frutos y dirigen sus raíces
hacia abajo para nutrirse y no hacia arriba, es evidente que este tipo de causa está
operando en las cosas que son y llegan a ser por naturaleza. Y puesto que la naturaleza
puede entenderse como materia y como forma, y puesto que esta última es el fin,
mientras que todo lo demás está en función del fin, la forma tiene que ser causa como
causa final.
La golondrina hace su nido para alimentar a su cría, la araña teje su red para atrapar a su
presa. En ningún caso hay deliberación. De ahí, sugiere Ari, hay un pequeño paso a
pensar que las plantas dirigen sus raíces para nutrirse. En todos estos casos se da un
comportamiento teleológico no intencional. Los organismos tienen fines no
subordinados a otro sistema más amplio ni a la agencia de un diseñador inteligente. Un
organismo vivo es más que un simple agregado. Esta es una razón por la que la
explicación teleológica es tan importante para Ari: funciona como la división entre lo
vivo y lo no vivo.
Y puesto que la naturaleza puede entenderse como materia y como forma, y puesto
que esta última es el fin, mientras que todo lo demás está en función del fin, la forma
tiene que ser causa como causa final.
En el caso de los organismos, identifica la causa formal y la causa fina. La forma de una
ardilla es su causa fina. Pero ello no implica que las cuatro causas se reduzcan a tres. No
es que la causa final sea la causa formal. Más bien, piensa Ari, son coextensivas: es lo
que quiere decir cuando dice que las dos causas “coinciden”. Es decir, en algunos
contextos, la causa final y la formal designan a lo mismo. Es como cuando decimos que
la persona más poderosa del mundo es el presidente de los EEUU, en el sentido de que
una y la misma persona ha sido siempre la más poderosa del mundo y el presidente de
los EEUU. Pero de ahí no se sigue que las dos cosas sean lo mismo: quizá en algunos
años, la persona más poderosa del mundo es el presidente de China. Del mismo modo
sucede que la causa final y formal: la forma de un organismo puede ser al mismo tiempo
su causa final y su casa sustancial.
Ari sostiene que la causa final es anterior a las otras causas cuando se trata de
determinar la esencia o naturaleza de una cosa. Por tato, la función de una cosa
determina cómo es esa cosa. En la Metafísica leemos: “Todas las cosas se definen por
su función”. Es la tesis de la determinación funcional (FD):
FD es el principio de individuación.
3. PENSAR: CIENTÍFCAMENTE, LÓGICAMENTE,
FILOSÓFICAMENTE
3.1 Definición
Algunos cambios suceden sin que dejemos de existir. Esos son los accidentales, los que
no son esenciales. En la medida en que habitualmente hacemos esta distinción, nos
concebimos a nosotros mismos como teniendo esencias y accidentes. Ya habíamos que
Ari trazaba esta distinción en la explicación de causa formal que dividía en sustancial y
accidental. Algunas formas hacen de una entidad que sea lo que es y deben permanecer
mientras esa entidad existe, mientras que otras formas pueden ir y marcharse a lo largo
de la existencia de la cosa. Algunas formas son esenciales otras accidentales. Las
formas accidentales, tales como tener un determinado color de pelo, pueden cambiar sin
amenazar la existencia. Por el contrario, la propiedad de ser humano implica que cuando
se pierda, morimos: cuando ya no se es humano, yo no se sigue siendo. Dicho en
términos aristotélicos: un ser humano es una sustancia y existe incondicionalmente,
mientras que un ser humano rubio no existe incondicionalmente, sino que más bien es
una sustancia luciendo una característica accidental.
Con la esencia, Aristóteles quiere conocer la naturaleza de las cosas, qué es por ejemplo
lo que hace a un ser humano ser un ser humano en primera instancia. No intenta
descubrir sólo qué es necesario para una cosa, sino aquello que es explicativamente
central a esa cosa cualificándola como miembro de su especie. Si decimos que Sócrates
es un ser humano pero que no es un cubo de basura en el jardín, estaremos diciendo
algo verdadero, pero poco informativo. Para ir más allá de lo trivial, necesitamos
especificar qué es lo que hace que Sócrates sea un ser humano. Por tanto, cuando
queremos decir qué es para un ser humano ser un ser humano o especificar cuál es la
esencia de un ser humano, haremos bien en apelar a, por ejemplo, su carácter como ser
racional, antes que un grupo de características necesarias. Ari diferencia entre
características necesarias y no esenciales (que denomina propia) y esenciales.
Los puntos de partida de la ciencia tienen que ser necesarios, mejor conocidos y más
inteligibles que las verdades derivadas de ellos. Mientras que los fenómenos que
investigamos pueden revelarse como falsos (que el sol gira alrededor de la tierra), lo que
se conoce por naturaleza no puede ser falso.
3.5 Dialéctica
Aristóteles sabe que no todo conocimiento razonable es deductivo. Por tanto, además de
su silogística, dedica buena parte de su tiempo a investigar la inducción (epagoge). La
mayor parte de nuestro conocimiento implica partir de premisas que no son necesarias,
o no conocidas como necesarias, sino probables. No todo conocimiento es demostrativo,
hay conocimiento que se deriva de creencias creíbles. A este conocimiento lo denomina
Ari dialéctica. La dialéctica desempeña dos papeles en la esfera no científica, uno
destructivo y otro constructivo. I) Nos permite determinar si alguien argumenta
falazmente. II) Nos permite hacer progresos en ausencia de ciencia completada.
Ari puede estar sugiriendo que con suficiente experiencia, trabajo duro y reflexión
podemos aprehender las verdades que el universo racional presenta. Es decir, a veces
podemos alcanzar “nous” o comprensión de los primeros principios cuando nos
llevamos a nosotros mismos al punto en el que podemos captar esos primeros
principios. Ahora podemos añadir, que la dialéctica es una vía hacia ese fin, porque nos
ayuda a sistematizar creencias, a examinarlas y a compararlas con otras creencias, sean
formadas empíricamente o generadas racionalmente.
Sin embargo, no podemos inferir que Aristóteles nunca encuentra univocidad donde
Platón la encuentra. Si consideramos que dos formas de predicación distinguidas en los
Antepraedicamente trazan una división entre el predicado accidental y el esencial, es
probable que la intención de Ari en esa sección de la obra sea dividir los universales
entre los predicados esenciales de las sustancias primeras y aquellos que no lo son: los
universales sustanciales son predicados sólo de sustancias, y siempre esenciales,
mientras que los universales no sustanciales pueden ser predicados accidentales de las
sustancias pero esenciales de las no sustancias. Es decir, ser humano es un predicado
solo de los humanos y siempre esencial, mientras que ser blanco puede ser un predicado
accidental de Sócrates pero esencial de la blancura de Sócrates. Ciertamente, en el
primero de los casos Aristóteles supone univocidad perfecta, dado que la esencia de
todos los seres humanos es la misma. Pero aun así, Ari considera este tipo de
univocidad para articular otro sentido antiplatónico. Piensa que los particulares, como
los universales, también se diferencian entre sustanciales y no sustanciales. La blancura
de Sócrates está en Sócrates no como una parte, y no puede existir sin Sócrates porque
depende de él para su existencia. Por tanto, los particulares no sustanciales dependen
para su existencia de los particulares sustanciales. Y del mismo modo, según
Aristóteles, los universales de todo los tipos. La clave de este nexo predicativo es algo
que ni se dice de ni se dice en: Sócrates, una sustancia primaria, algo no predicable de
nada.
Esta sustancia primera es el eje de la Teoría de las Categorías (Cat. 4-9), donde Ari en
primer lugar presenta sus diez categorías de ser y después las describe con distintos
grados de detalle, centrándose especialmente en sustancia, cantidad, cualidad y relación,
mientras que otras categorías son mencionadas sólo de pasada debido, según sus propias
palabras “a su obviedad”. Lo que no es tan obvio es el mecanismo por el que Ari
establece sus diez categorías y no otras.
Tampoco es obvió cómo se debería interpretar la naturaleza de la sustancia (ousia) en
las Categorías. Tanto en las Pre-Categorías como en la Teoría de las Categorías. Ari
considera la sustancia primera como lo primero, basándose en su tesis de que el resto de
categorías del ser dependen de las sustancias primeras para existir. Un Platónico podría
cuestionar esa tesis, sobre todo porque en las categorías sólo se da un breve argumento
para sostener esa tesis:
“Así, pues, de no existir las entidades primarias, sería imposible que existiera nada de lo demás 15:
pues todas las demás cosas, o bien se dicen de ellas como de sus sujetos, o bien están en ellas como
en sus sujetos; de modo que, si no existieran las entidades primarias, sería imposible que existiera
nada de lo demás.”
Es un argumento interesante, pero lejos de ser concluyente. Por ello, al menos a este
respecto, las Categorías plantea una perspectiva que necesitará un mayor desarrollo y
defensa.
Mientras que las Categorías inauguran una rama de la investigación metafísica sobre los
límites de nuestro esquema conceptual, De interpretatione inaugura la investigación de
la verdad y la modalidad analizando un modelo de razonamiento.
Las primeras obras de Ari proporcionan un marco conceptual para pensar sobre la
verdad, modalidad, predicación y sustancia. Cuando nos ocupemos de sus
investigaciones sobre la naturaleza y el cambio, la sustancia y el alma, el bien para el ser
humano y la mejor forma de asociación política, encontraremos a Ari apelando una y
otra vez a su teoría de las categorías, que se muestra como un andamiaje para toda su
filosofía. A este respecto, la teoría de Ari de las categorías complementa su teoría de las
cuatro causas para la corrección de la explicación: piensa que tenemos una explicación
completa con podamos especificar las cuatro causas, aunque cree necesario articular
esas explicaciones mediante las categorías.
5. MISTERIOS DE LA NATURALEZA
5.1 El cambio
La Física no es, por supuesto, una obra de física en el sentido moderno, sino una
investigación de los rasgos y facetas de las naturalezas en su nivel más general. La
naturaleza es fundamentalmente, según Ari, un ámbito de cambio (kinesis).
El cambio es algo que todo el mundo puede experimentar en su día a día. Pero la
preocupación central de Ari no es mostrar que el cambio es, sino qué es el cambio.
Trataremos responde a esta pregunta partiendo del siguiente esquema:
No obstante, Ari no comienza su análisis desde cero. Al contrario, primero examina los
intentos previos de explicar el cambio, incluyendo a Parménides. Este filósofo intentó
mostrar que toda nuestra supuesta experiencia de cambio es ilusoria: no podemos
experimentar el cambio porque el cambio es imposible. En última instancia, el
argumento de Parme se demostró falaz debido a que mezclaba alteración y generación.
(Esto ya lo vimos). Ahora Ari se enfrenta a un desafío mayor, procedente del alumno de
Parme Zenón.
“Ahora bien, no hay movimiento fuera de las cosas, pues lo que cambia siempre cambia
o sustancialmente o cuantitativamente o cualitativamente o localmente, y, como hemos
dicho, no hay nada que sea común a tales cambios y no sea o un «esto» o una cantidad
o una cualidad o alguna de las otras categorías. Así pues, no hay movimiento ni cambio
fuera de los que hemos dicho, ya que no hay ninguno que se encuentre fuera de lo que
hemos dicho.
Cada una de estas categorías está presente en las cosas de dos maneras: por ejemplo,
con respecto a un «esto», en su forma o su privación; con respecto a la cualidad, en lo
blanco o lo negro; con respecto a la cantidad, en lo completo o lo incompleto; y de la
misma manera con respecto al desplazamiento en el arriba o el abajo, lo pesado o lo
ligero.
Por consiguiente, las especies del movimiento y del cambio son tantas como las del ser.
(Física 200b)
Según Ari, todo cambio: i) requiere la existencia de algo cambiante; ii) tiene lugar
dentro de una categoría definida; iii) implica la pérdida de un contrario a favor de otro.
Más concretamente, comenzando con las dos últimas condiciones, que el cambio
implica contrarios, pero sólo dentro de alguna categoría determinada u otra. Nada
cambia de ser azul a pesar 10 gramos; más bien algo cambia dentro de la categoría de
cualidad de ser azul a ser rojo, o dentro de la categoría de cantidad de pesar 5 gramos a
pesar 10. En el caso de las cualidades, un cambio de un color a otro presupone una
ganancia y una pérdida dentro de un espectro de color. Por ejemplo: Sócrates cambia
cuando se pone moreno, su cambio muestra ser la pérdida de un contrario, ser pálido, a
favor de otro, ser moreno. Por tanto, las dos últimas condiciones exigen un equipaje
técnico: una teoría de las categorías. La primera condición, en cambio, parece
demasiado obvia para ser mencionada. Pero la primera condición se plantea como una
respuesta a Parménides y por tanto se muestra como una de las motivaciones centrales
para aceptar el hilomorfismo: todo cambio requiere algo que persista y algo ganado o
perdido, es decir, una materia (hule) y una forma (morphé).
Esta explicación, aunque sucinta, requiere una explicación. Una pila de ladrillos es
potencialmente una casa: cuando se estructuran según la forma de casa, los ladrillos son
actualmente una casa. El proceso por el que los ladrillos pasan de ser una pila a ser una
casa, el proceso de actualización, es su cambio. Pero Ari no se detiene aquí. Añade que
el cambio tiene que ser especificado en relación a una potencia particular. Es lo que dice
cuando afirma “en la medida en que es potencialmente F”. ¿Por qué complica las cosas?
Hay dos razones. Primero, podríamos hablar de la actualidad (energeia) de una pila de
ladrillos no en términos del proceso de actualización (también energeia), sino en
términos del resultado del proceso, esto es, como producto. Una pila de ladrillos
actualizada es una casa. Pero una casa no es un cambio, sino más bien un producto de
cambio. Así que, en primera instancia, Ari quiere señalar que el cambio es el proceso
continuo que ocurre en el sujeto del cambio (la pila de ladrillos) justo hasta que el
cambio se ha completado y el resultado del cambio se ha obtenido (la casa). Por tanto
dice Ari: “la actualidad de lo construible en tanto que construible es el proceso de
construcción”. En segundo lugar, y quizá más significativo, Ari quiere subrayar que el
cambio siempre ocurre dentro de una categoría. Se podría hablar de la actualización de
algo que es potencialmente F sin hablar de su actualización en la medida en que es F.
Una pila de ladrillos es potencialmente una casa. La misma pila podría cambiar
igualmente cambiando su localización, mientras que permanece como pila. Su cambio a
casa también implica el cambio de la localización de los ladrillos. Aun así, un cambio
en la localización es un cambio dentro de la categoría de lugar, y no un caso de
generación. Por lo tanto, un cambio en la categoría de sustancia, aun siendo
concomitante con un cambio en la categoría de lugar, no es en sí mismo una instancia
de cambio en cuanto a localización. En este sentido, entonces, cada cambio particular
tiene lugar en la medida en que algo cambia en la medida en que es potencialmente F
(potencialmente una casa) y no potencialmente G (potencialmente en ese lugar).
5.2 El infinito
Parece imposible que una persona pueda estar en un extremo de Madrid y un segundo
después en el otro extremo, sin moverse a través del espacio. Sería absurdo no sólo
porque tendría que viajar más rápido que la velocidad de la luz. Más bien es
conceptualmente imposible: el cambio requiere un proceso, un comienzo, un periodo
intermedio y un fin. Primero una valla es blanca, luego está siendo pintada de gris, y
finalmente es gris. La fase intermedia es el proceso, que podría ser entendido de dos
formas: como compuesto de instantes discretos que se amontonan uno sobre otro, como
si cada subcambio fuera un átomo temporal individual; o podría ser entendido como un
proceso continuo, de forma que cada momento del cambio es en sí mismo una parte del
proceso, independientemente del tamaño en que dividamos el tiempo. Ari adopta la
segunda posición: supone que el tiempo es continuo; por tanto las partes de procesos
divididos temporalmente son ellos mismos infinitamente divisibles. Por tanto, el cambio
es continuo e infinitamente divisible.
Por esta y otras razones, Ari cree que un filósofo natural tiene que reflexionar sobre el
infinito. Sólo con que alcemos la vista hacia el cielo, nos preguntamos si el universo es
infinito en espacio; de ahí sólo hay un pequeño paso a preguntarnos si podría ser
espacialmente infinito, si la noción de la infinidad espacial es coherente. Lo mismo
sucede con el tiempo. Si miramos atrás en el tiempo, nos sentiremos perplejos por dos
intuiciones en conflicto. Por un lado, parece difícil imaginarse un universo que se
extienda infinitamente hacia atrás en el tiempo. Por otro lado, es difícil imaginarse que
el universo empezó a existir un día, saliendo de la nada y sin una causa. Como Ari
sugiere, “la teoría del infinito plantea dificultades; porque tanto si suponemos que existe
como que no existe se siguen muchas consecuencias imposibles.
Ari cita cinco razones para investigar el infinito: i) el tiempo parece ser infinito tanto en
extensión como en divisibilidad; ii) las magnitudes parecen infinitamente divisibles; iii)
parece que la creación y la destrucción son infinitas, lo que a su vez sólo parece posible
si se supones que hay una fuente infinita de la que nutrirse; iv) si el universo es limitado
en espacio, parece que hay algo más allá de sus límites, si no, el universo es infinito; v)
nuestra capacidad de imaginación se extiende hacia el infinito de modo que, por
ejemplo, para cualquier número natura n, podemos concebir un número n+1, sin fin.
Ari cree que mientras que parece absurdo un cuerpo infinito, no podemos prescindir con
ello del infinito. Para empezar, es posible proseguir la serie n+1 infinitamente. En otra
dirección, un segmento, aunque finito, es infinitamente divisible. Finalmente: el tiempo
parece infinito en los dos sentidos: como un segmento es infinitamente divisible, pero
sin principio ni fin, y por tanto, aparentemente, es infinito en su extensión.
Para abordar lo infinito por adición y lo infinitamente divisible, Ari aplica una
distinción de su hilomorfismo que considera relevante para el análisis del infinito, la
distinción entre actualidad y potencia. Armado con esos dos conceptos, afirma que
mientras que el espacio no es actualmente infinito en extensión, es infinitamente
divisible. Aún más, es incorrecto suponer que una cantidad continua es actualmente
infinita, que la repetida división de una línea en segmentos cada vez más pequeños
pueda alcanzar en algún momento su completud. Por tanto, una línea es potencialmente
infinita y ese es todo el infinito requerido por los matemáticos o los filósofos de la
naturaleza. Ari parece mantener que hay y no hay infinito. No hay un infinito actual, sea
en extensión sea en divisibilidad. Pero el proceso de adición y división puede continuar
sin fin, por lo tanto, el infinito existe potencialmente. Pero ese infinito en potencia
nunca será hecho completamente actual, sea por división o adición física o intelectual.
5.3 Tiempo
Ari comienza preguntándose si el tiempo hay que incluirlo entre lo que es o entre lo que
no es, volviendo a utilizar el lenguaje de las categorías. Si el tiempo es real, tendremos
que encontrar su lugar en el esquema de las categorías.
Algo reseñable de este argumento es su compromiso con la continuidad del tiempo. DP-
6 niega que cualquier instante de tiempo dado tenga otro instante inmediatamente
próximo a el: los momentos del tiempo son como los puntos de una línea. No hay
átomos temporales que formen una línea temporal por agregación.
Ari introduce este argumento no porque acepte la conclusión, él acepta la realidad del
presente y del tiempo en general. Más bien, DP se introduce como un argumento
aporético para señalar lo que debemos evitar.
Para Ari, el tiempo es continúo porque implica cambio, y el cambio es continuo. Ari
afirma:
Aris cree que lo más urgente es una correcta comprensión del ahora, antes y después.
Como cuestión psicológica, percibimos que el tiempo está pasando cuando
experimentamos el cambio. Además, marcamos los cambios como un “antes” y un
“después”: antes la vaya era blanca, pero después de ser pintada es gris; antes yo estaba
en Madrid y después estoy en Valencia. ¿Qué es el ahora? El ahora es simplemente el
instante que sirve como la línea divisoria entre el antes y el después, así como un punto
sirve como límite de un segmento de la recta. Así como ninguna línea está compuesta
por puntos, ningún lapso de tiempo está compuesto de instantes, o ahoras, como dice
Aris. Una línea tiene una cantidad mensurable, su extensión. Cuando hablamos de la
extensión de una línea, estamos hablando realmente sólo de una distancia medible entro
dos de sus puntos. Así, además, a lo largo de una línea temporal: el tiempo mide el
movimiento o es el número del movimiento, en el sentido de que el tiempo proporciona
una manera de medir, o numerar, el movimiento. Por tanto, Aris avanza la siguiente
definición de tiempo:
Dado que numera algo continuo, el tiempo es en sí mismo algo continuo, es decir,
divisible en infinitos segmentos más pequeños de tiempo. Aquí, de nuevo, el
paralelismo con los segmentos de una línea son también instructivos. Un tiempo
pertenece a un cambio en la misma medida en que una extensión pertenece a una línea.
La extensión de una línea es la distancia entre un punto aquí y otro punto allí; el tiempo
de un cambio es la distancia entre un ahora antes y un ahora después.
Así que, retornando a nuestra cuestión inicial: ¿existe el tiempo? Existe, aunque no es
lo que se supone que debería ser. Para exponer lo que Aris entiebde que es el tiempo es
instructivo retornar a sus argumentos aporéticos. El análisis de Aris, aunque pueda ser
correcto, establece un concepto de tiempo sin resolver los desafíos con los que
comenzó. Por tanto, es necesario resolver esas cuestiones que intentaban mostrar que el
tiempo es incoherente. Si queremos entender la actitud final de Aris hacia esos
argumentos, es necesario que tengamos en cuenta las consecuencias que deriva de
aplicar su teoría de las categorías al tiempo. La mera existencia del tiempo es
consistente con su pertenencia a alguna de las categorías. La tesis central es que el
tiempo existe pero no independientemente: no existe como un marco absoluto dentro
del que el cambio pueda darse. El tiempo no es una substancia. Al contrario, el tiempo
no existe sin cambio. El tiempo, más bien, es un tipo de ser en la categoría de cantidad.
Por lo tanto, el tiempo es siempre una cantidad de algo, precisamente de cambio. El
tiempo pertenece al cambio como la extensión a la línea. Hay extensiones, pero siempre
son extensiones de líneas. Las extensiones no están esperando a que las líneas vengan a
ocuparlas. Del mismo modo, el tiempo no está esperando a que el cambio ocurra. Más
bien, un determinado tiempo siempre es un tiempo del cambio. El tiempo no es un
receptáculo que está a la espera de que el cambio lo rellene: el tiempo es la medida
propia del cambio mismo.
Si el tiempo es una medida del tiempo respecto al antes y al después, entonces una
condición necesaria de que haya tiempo es la existencia del tiempo.
“El movimiento es imposible porque, porque lo que se moviese tendría que llegar a la
mitad antes de llegar al término final”.
El segundo supuesto (ii) es simplemente que viajar lleva tiempo. No puede ser que pase
de un extremo de la habitación al otro extremo sin que transcurra tiempo. De hecho, si
no llevase tiempo moverse, ¿por qué no podría estar aquí y allí y de vuelta aquí, todo en
el mismo instante?
Armados con estos dos supuestos obvios, Zenón cree que puede mostrar que
movimiento es imposible. Su idea es endiabladamente simple: si el movimiento es
posible, entonces puedo atravesar la habitación desde una pared a la pared de enfrente;
pero antes tengo que atravesar la mitad de la distancia. Por supuesto, mediante la
aplicación repetida (i), y dado que no admite un fin, siempre necesitaré atravesar ½ D
antes de atravesar D. Pero por (ii), puesto que hay que atravesar un infinito número de
distancias entre esta parte de la habitación y la otra, llevará una cantidad infinita de
tiempo hacerlo. De eso se sigue que nunca llegaremos a ningún sitio porque no
tenemos una cantidad infinita de tiempo. Si nunca podemos llegar a ningún sitio,
entonces el movimiento es imposible.
De ahí que sea falsa la argumentación de Zenón al suponer que los infinitos no pueden
ser recorridos o que no es posible tocar una a una un número infinito de partes en un
tiempo finito.
Garantizado el movimiento, hay que explicarlo. Ya hemos visto como Aris adelanta una
explicación mediante las cuatro causas. Toda instancia de cambio requiere dos factores:
algo capaz de cambiar dentro de una dimensión categórica, y algo capaz de iniciar el
cambio. Así, para que algo devenga blanco, debe haber primero algo con una superficie
capaz de ser hecha blanca y algo que la haga blanca. La mera presencia de alguien con
pintura blanca y una valla gris no hace que la valla sea blanca: la valla no actualiza
espontáneamente su potencia. En general, sólo algo actual puede hacer que algo que es
potencialmente F pase a ser algo actualmente F. Este es uno de los sentidos por los que
Ari insiste en la prioridad de la actualidad sobre la potencialidad. Dada la condición de
que todo cambio es realizado por algo actual, Aris supone que puede demostrar una
asombrosa tesis sobre el universo: que hay un motor inmóvil eterno sin partes o
magnitud que es el responsable, en última instancia, de todo movimiento que
observamos. En el último libro de la Física encontramos la primera formulación del
argumento cosmológico. El argumento seguiría la siguiente estructura (AMI)
1. Algo se mueve.
2. Si algo se mueve, entonces es movido por otra instancia.
3. Cualquier cosa que sea movida por otra instancia es: i) o movida por algo que a
su vez está movido por otra cosa; ii) o por algo que no es movido por nada.
4. Si (3.ii), entonces existe un motor inmóvil.
5. Si (3.i), entonces o: a) hay una cadena que se extiende hasta el infinito; b) la
cadena acaba, en cuyo caso llegamos al motor inmóvil.
6. No es posible que la cadena se prolongue infinitamente.
7. Por tanto, si algo se mueve, existe un motor inmóvil (3,4,7)
8. Por tanto, hay un motor inmóvil. (1,8)
¿Cómo podemos entender que algo que mueve transitivamente a otra cosa no está en
movimiento? Después de todo, una bola de billar no produce el movimiento de otra bola
a menos que ella misma está en movimiento. La crítica es acertada y volveremos a ella
más tarde. De momento podemos señalar que nosotros hablamos naturalmente de cosas
que mueven sin que se muevan. Por ejemplo, decimos que una obra de arte “remueve
algo en nosotros”, o que la probabilidad de un caída en el índice bursátil mueve a los
accionistas a adoptar una estrategia conservadora.
1. Todas las entidades de todas las categorías distintas a las sustancias dependen de
la sustancia para su existencia.
2. Si (1), entonces si las sustancias son perecederas, las entidades de todas las otras
categorías de ser tienen que ser también perecederas.
3. Por tanto, si las sustancias son perecederas, entonces, el tiempo, que es en la
categoría de cantidad, puede perecer.
4. Si el tiempo puede perecer, entonces también puede empezar a ser.
5. Si el tiempo empieza a ser y perece, entonces es posible que hubiera un tiempo
antes del tiempo y que habrá un tiempo después del tiempo.
6. Esto es absurdo.
7. Por lo tanto, el tiempo no puede empezar a ser o perecer. (4,5,6)
8. El tiempo puede empezar a ser y dejar de ser si y sólo si el cambio puede
empezar a ser y perecer.
9. Por tanto, el cambio no puede empezar a ser y perecer. (7,8)
10. Por lo tanto, siempre hubo y siempre habrá cambio.
Aceptada la tesis de que el tiempo es infinito, quizá haya que leer AMI-6 desde otra
perspectiva. Quizá Aris se está refiriendo a un infinito vertical. Esta idea surgiría de
AMI-2, la tesis “Si algo se mueve, entonces es movido por otra instancia”, es decir, que
sólo algo actual produce que algo potencialmente F alcance el estado de ser F
actualmente. Supongamos que alguien está yendo en bici y en un momento dado gira la
esquina: no gira primero el manillar y un instante más tarde ese giro provoca el giro de
la bicicleta. Más bien, el movimiento del manillar es simultáneo con el movimiento de
la bice. A su vez, el movimiento del manillar no sólo mueve la bicicleta, sino que
también es movido por el movimiento de las manos. A su vez, el mover las manos es un
movimiento que mueve y que es movido. Sin embargo, el movimiento de las manos es
simultáneo con el movimiento del manillar y el movimiento de la bicicleta. Todos estos
movimiento e instancias de ser movidos no se extienden en el tiempo, pero están
dispuestos verticalmente uno sobre otro en un mismo momento. Desde este punto de
vista AMI-6 puede referirse a que una cadena vertical de motores y movimientos no
puede ascender infinitamente.
Es decir, a menos que alcancemos una base actual, nunca encontraremos un punto de
apoyo sobre el que podemos convertir lo potencial en actual.
Como hemos visto, cuando Ari se enfrenta a los problemas que plantea la naturaleza en
la Física, hace un uso libre y efectivo de su hilomorfismo.
Hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es, y los atributos que, por sí mismo, le
pertenecen. Esta ciencia, por lo demás, no se identifica con ninguna de las denominadas particulares.
Ninguna de las otras (ciencias), en efecto, se ocupa universalmente de lo que es, en tanto que algo que es,
sino que tras seccionar de ello una parte, estudia los accidentes de esta: asi, por ejemplo, las ciencias
matemáticas.”
Así que hay una ciencia cuyo tema es el ser en tanto que es, un cuerpo articulado y
organizado de conocimiento dedicado no solo los seres de un tipo u otro, como los seres
vivos o las matemáticas. Esta ciencia no se ocupa de los seres en la medida en que son
de una forma u otro, en la medida en que los seres son cantidades o en la medida en que
son relativos, e incluso en la medida en que son sustancias. Más bien la ciencia del ser
en tanto que ser es una investigación del ser, ser en la medida en que es ser.
Este anuncio es doblemente sorprendente: primero, dado que una ciencia requiere un
género específico como su objeto especial de estudio, si hay uno ciencia del ser en
cuanto ser, entonces su género debería ser el ser mismo. Así como la óptica estudia lo
visible y la zoología estudia los animales, la ciencia del ser como ser se tendría que
concentrar en el género del ser. Desgraciadamente, Aris considera que el ser no es un
género. Pero entonces, ¿qué añade “en tanto que ser” al “ser” si no puede haber una
ciencia del ser porque no hay un género del ser? ¿Cómo “en tanto que ser” puede
constituirse como un género?
A continuación Aris anuncia que la ciencia del ser en tanto que ser procede mediante un
análisis de la sustancia/entidades en la traducción de Gredos (ousia). Llamemos a la
investigación de la ousia ontología especial, una ciencia que intenta analizar una
categoría del ser fundamental, la de sustancia. Podríamos contrastar esta ciencia con la
investigación del ser en tanto que ser, una forma de ontología general. La ontología
general no se conforma con una categoría de ser, ni siquiera con la teoría de la categoría
en sí misma. No examina lo que es por ser cantidad o cualidad o una sustancia, ni
considera qué tipos de principios deberían ser empleados para generar y justificar una
teoría de las categorías. No obstante, la sustancia es una categoría entre otras, aunque
sea fundamental o la más básica. Así que una ontología general parece más amplia que
una investigación restringida a la sustancia.
Primero tenemos que hacer una observación sobre la palabra “ousia”. Dicha palabra es
un nombre abstracto formado a partir del participio femenino “ousa” (que es) del verbo
“einai” (ser). Por tanto, una investigación de la “ousia” será una investigación “de lo
que algo que es, es” o “de lo que hace a lo que es que sea”. Una ciencia del “ser en
tanto que es” se plantea lingüísticamente a partir del mismo verbo einai (ser). La frase
“to on he(i) on” (ser en tanto que ser) presenta un participio neutro del mismo verbo
(einai, ser) y por tanto tenemos otra ver el ser en la media en que es que es. Aristóteles
podría haber empezado a pensar sobre lo que el ser es, en la medida en que es que es,
preguntándose qué hace que algo sea. En un terreno menos abstracto, uno podría
empezar investigando qué es la salud en la medida en que ella es salud, como opuesto,
ejemplo, a investigar la salud en la medida en que ella una mercancía comercializable,
preguntándose qué hace que algo sea un ser saludable, o qué, simplemente, es un ser
saludable. Las conexiones semánticas son las mismas para el ser que para la salud,
aunque más abstractas. Aristóteles estudia la ousia (lo que es, ser) en la medida en que
investiga el ser como ser.
Aunque estas consideraciones lingüísticas apuntan en la dirección correcta, no llega a
explicar la profunda conexión entre la sustancia y la ciencia del ser en cuanto ser. Para
ello tenemos que referirnos al concepto aristotélico de homonimia. Casi inmediatamente
tras haber anunciado la existencia de una ciencia del ser en cuanto ser, Aris afirma:
La expresión ‘algo que es’ se dice en muchos sentidos, pero en relación con
una sola cosa y una sola naturaleza y no por mera homonimia sino que, al igual
que ‘sano’ se dice en todos los casos en relación con la salud —de lo uno
porque la conserva, de lo otro porque la produce, de lo otro porque es signo de
salud, de lo otro porque esta se da en ello y 'médico’ (se dice) en relación con
la ciencia médica (se llama medico a lo uno porque posee la ciencia médica, a
lo otro porque sus propiedades naturales son adecuadas a ella, a lo otro
porque es el resultado de la ciencia médica), y podríamos encontrar cosas que
se dicen de modo semejante a estas, así también ‘algo que es’ se dice en
muchos sentidos, pero en todos los casos en relación con un único principio: de
unas cosas (onta) (se dice que son) por ser entidades NOTA: GREDOS
TRADUCE POR ENTIDADES, EL INGLÉS SUSTANCIA, de otras por ser
afecciones de la entidad, de otras por ser un proceso hacia la entidad, o bien
corrupciones o privaciones o cualidades o agentes productivos o agentes
generadores ya de la entidad ya de aquellas cosas que se dicen en relación
con la entidad, o bien por ser negaciones ya de alguna de estas cosas ya de la
entidad. Y de ahí que, incluso de lo que no es, digamos que es ≪algo que no
es≫.
Las instancias de “cola” son discretas: una paráfrasis de uno de los términos no podría
ser insertada en el otro enunciado (algo así como El material que se usa para pegar del
caballo se enredó en su pelo), no hay un “núcleo” al que los dos términos estén
referidos. Pero “lo que es” es como “sano”, y “sano”, a diferencia de “cola” es una
homonimia esencial, por así decir. Podemos comparar los anteriores enunciados con los
siguientes:
- Ana tiene un aspecto muy sano tras sus vacaciones.
- Caminar una hora al día es sano.
Con esta distinción en nuestras manos, podemos abordar la importante cuestión de por
qué Aris supone que si “lo que es” está en una relación de homonimia especial debería
ser suficiente para que haya una ciencia del ser en cuanto ser, pese al hecho de que no
crea que haya un género del ser. Consideremos las tres primeras categorías aristotélicas:
sustancia, cualidad y cantidad. Podemos entonces plantear los siguientes ennunciados:
1. Las sustancias existen.
2. Las cualidades existen.
3. Las cantidades existen.
Parece que para Aris “existen” en cada uno de los enunciados funciona como “sano” en
los siguientes enunciados:
“Sano” puede ser considerado en los tres enunciados como un caso de “homonimia
esencial”. Sobre esta base, podemos suponer que “existe” es también una instancia de
homonimia esencial, es decir, todos los casos de ser refieren a un único principio. Todo
esto remite a una tesis central de su teoría de las categorías: todo depende para existir de
la existencia de la sustancia. Por tanto, “existe” en 2, que las cualidades existen, tiene
que ser entendido en última instancia según Ari como “una sustancia es cualificada de
una cierta forma. Y de forma similar en 3, deberíamos entender “una sustancia tiene una
cierta cantidad”. En cualquier análisis nos encontramos obligados a apelar
ineluctablemente a la sustancia.
Volviendo a las dos cuestiones que antes planteábamos, Aris cree que puede utilizar la
homonimia esencial del ser tanto para justificar la existencia de una ciencia particular
del ser en tanto que ser en ausencia de un género del ser como para buscar esa ciencia
investigando la sustancia. Afirma:
Así pues, es evidente que corresponde a una sola ciencia estudiar lo que es, en tanto
que algo que es, y los atributos que le pertenecen en tanto que algo que es; y es
evidente que tal ciencia estudia no solo las entidades, sino también los atributos que a
estas pertenecen, los ya mencionados y también acerca de (nociones como) las de
Anterior - Posterior, Genero - Especie, Todo - Parte, y las demás de este tipo.
Un científico trabaja en su ámbito sin pararse a demostrar los principios básicos de esa
ciencia. En el caso de la ciencia de lo que es en tanto que es, corresponde al filósofo
plantear los principios más seguros de esa ciencia:
Es evidente pues, que al filósofo —es decir, al que estudia la entidad toda en cuanto
tal— le corresponde también investigar acerca de los principios de los razonamientos.
Por otra parte, lo conveniente es que quien más sabe acerca de cada género sea
capaz de establecer los principios más firmes del asunto de que se ocupa y, por tanto,
que aquel cuyo conocimiento recae sobre las cosas que son, en tanto que cosas que
son, (sea capaz de establecer) los principios más firmes de todas las cosas. Este es el
filósofo. El principio más firme de todos es, a su vez aquel acerca del cual es imposible
el error. Y tal principio es, necesariamente, el más conocido (todos se equivocan, en
efecto, sobre las cosas que desconocen), y no es hipotético.
Este es un principio modal: no es que Aris diga que nunca encontraremos una violación
de ese principio, sino que es imposible que pueda haberla. La segunda característica del
principio, que nada pude ser P y no-P al mismo tiempo y en el mismo afecto, quiere
evitar objeciones ingenuas. Alguien podría sostener, por ejemplo, que al PNC se le
podría plantear el siguiente contraejemplo: si Protágoras está sentado en una silla y al
mismo tiempo agita sus brazos, se está moviendo y a la vez no se está moviendo.
Cuando decimos “en el mismo aspecto” esquivamos esa objeción: Protágoras está en
relación a la silla quieto, pero en relación a sus brazos moviéndose. Frente a quienes
pretenden negar el PNC Aris no muestra demasiada paciencia. Usando un argumento
“ad hominem”, intenta mostrar como las acciones de esa gente desmienten su rechazo
de PNC. Por ejemplo, es algo comúnmente aceptado que lanzarse por un precipicio es
algo malo; los que critican PNC podrían decir que es malo y bueno a la vez. Pero
ninguno de ellos se lanza por un precipicio.
Otro argumento:
El punto de partida general para la refutación consiste en que el adversario acepte que
lo que dice —cuando niega el Principio de No-Contradicción— tiene significado. De
este modo, a) al negar el Principio, suprime la condición necesaria de todo lenguaje
significativo y, por tanto, suprime el lenguaje significativo, y b) al admitir que su propio
discurso posee significado, mantiene el lenguaje significativo, y con él, su condición
necesaria, es decir, el Principio de No-Contradicción.
Para negar PNC alguien debe articular un enunciado con significado. Pero eso sólo es
posible si el PNC es verdadero, por tanto, una condición necesaria de la posibilidad de
negar PNC es que PNC sea verdadero.
Una vez expuesta su prueba negativa del PNC, Arist realiza una observación para seguir
presionando a quien mantenga la actitud escéptica: “En general, los que dicen tal
eliminan la entidad, es decir, la esencia”. Si alguien niega el PNC, sugiere Aris, toda
predicación será accidental. Presumiblemente, Ari cree que los predicados esenciales
son innegablemente necesarios, de modo que si algo es esencialmente P no es sólo que
no sea no-P, sino que no puede ser no-P, mientras que si algo es accidentalmente Q,
podría haber sido no-Q. Por ejemplo, si Sócrates es humano y pálido, entonces aunque
podría haber sido no-pálido, no podría haber sido no-humano. Por tanto, si alguien
niega el PNC inmediatamente niega los predicados esenciales. Pero puesto que la
sustancia requiere predicados esenciales, se sigue que también niega la categoría de
sustancia.
Frente a este problema se plantean dos estrategias: quienes consideran que la teoría de la
sustancia de la Metafísica es compatible con la teoría de las Categorías y aquellos que
consideran que son incompatibles. Los incompatibilistas tienden a considerar que la
teoría expuesta en la Metafísica es superior por ser más madura.
La respuesta de Aris tiene dos flancos. Primero intenta mostrar tanto en la Física como
en la Metafísica que la materia no es un candidato adecuado para ser candidato a
sustancia primaria. En segundo lugar, sostiene en la Metafísica que pese a las primeras
apariencias, la forma es, después de todo, primaria, porque es anterior en algunos
aspectos importantes incluso a la materia de la que es forma. La forma es actualidad, y
la materia potencialidad. Y es importante señalar que la actualidad es anterior a la
potencialidad.
Esperamos que las sustancias (ousiai) sean entidades básicas, no simplemente sujetos
básicos o sustratos impredicables. Las sustancias tienen que ser independientes, en el
sentido de que no dependan de otras cosas para su existencia. Volviendo una vez más a
las Categorías, un claro ejemplo de un ser dependiente es el particular no sustancial “la
palidez de Sócrates”. La palidez de Sócrates depende de Sócrates para existir, mientras
que Sócrates puede existir sin la palidez. Por lo tanto, es esencial para entender el
rechazo de Aris de la materia, ver por qué no es ni una cosa particular ni separada. La
materia no cumple estos requisitos porque la materia no es nada por sí misma. La
materia depende de su forma para su existencia actual. Desde el principio hemos visto
que en el hilomorfismo aristotélico es la presencia de la forma lo que hace a alguna
materia un actualmente existente F. Es este el sentido en el que la forma es prioritaria a
la materia.
Primero veamos que una entidad no puede ser idéntica con sus elementos, dado que
ellos pueden existir sin que exista ella. No diríamos que “sal” es idéntico a “s”, “a” y “l”
porque ese elementos pueden combinarse igualmente formando la palabra monosílaba
“las”, o la no silábica “sla”. Dado que la existencia de esos elementos es coherente con
la no existencia de la entidad de la que son elementos, algún otro principio debe explicar
la existencia de esta entidad. Además, los elementos dependen de algún principio para
ser los elementos que son. Dado que los elementos son como la materia, y la materia
depende de la forma, los elementos dependen de la forma y no al revés.
Se sigue, concluye Arist, que la forma en tanto causa de algún ser que es, es
anterior a la materia. Dado que es prioritaria a la materia, es sustancia. A
continuación argumenta a favor de la forma como sustancia (FS):
FS-2: Un montón de ladrillos son una casa y no un puente, sólo en virtud de que están
realizando la forma de una casa.
FS-1: una sustancia debe ser algo determinado e independiente. La sustancia es primaria
en el sentido de que es algo determinado, no amorfo como la materia, e independiente
en el sentido de que no se basa en nada distinto a sí misma para ser idéntica a sí.