You are on page 1of 18

UNIVERSIDAD NACIONAL DE ASUNCIÓN

Facultad de Filosofía

Post Grado en Didáctica Universitaria

MODULO: FUNDAMENTOS TEORICOS Y SISTEMATIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA DEL


APRNEDIZJAE

Facultad de Filosofía

EMELIA FERREIRO. PENSAMIENTO EDUCATIVO

(Ensayo realizado como requisito de trabajo práctico de proceso).

Presentan:

Liliana Soledad Albiso Chaparro

Sergio Marcelo Escobar

Fermina Flores de Cabrera

Al profesor: Lic. Edgar Duarte Martínez

Caaguazú – 2018
INDICE

INDICE ............................................................................................................... 3

PREGUNTAS DE LA INVESTICACIÓN ............................................................. 3

GENERAL ........................................................... Error! Bookmark not defined.

OBJETIVOS ........................................................ Error! Bookmark not defined.

GENERAL ........................................................... Error! Bookmark not defined.

ESPECÍFICOS .................................................... Error! Bookmark not defined.

INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 4

LA DIGINIDAD EN LA PROFESION DOCENTE Error! Bookmark not defined.

1. Generalidades .............................................. Error! Bookmark not defined.

2. La labor dignificadora de la docencia .......................................................... 6

2.1. La labor dignificadora de la docencia ....................................................... 7

2.2. Sobrecarga de la labor docente ............................................................... 7

2.3. ¿Quiénes deben desempeñar esta labor? ............................................. 12

CONCLUSION ................................................................................................. 14

BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 15
INTRODUCCIÓN

En el presente trabajo que a continuación se estará desarrollando trata acerca de


un tema muy importante para el ámbito didáctico del docente, la cual refiere acerca de
“Emelia Ferreira y su Pensamiento Educativo”. En este aspecto se estudiará la situación
de la misma como una persona de gran relevancia de la educación argentina, pero con
fuerte influencia en la educación paraguaya.

Además en el centro de la discusión están los problemas del pensamiento psicológico de


alumnos en lectoescritura que reflejan una realidad compleja y profunda, donde se ven
involucrados las condiciones de trabajo, las horas, entre otros factores.

Estas cuestiones se podrán estudiar con más detalle en las páginas siguientes, con las
características, y sus explicaciones mediantes aportes personales por cada pensamiento
bibliográfico al cual se refieren, que para el efecto se tendrán lo que más refieran al tema
abordado y las explicaciones a los argumentos teóricos.
EMELIA FERREIRO

1. Biografía

Para conocer más acerca de ésta mujer y el trabajo dignificante del docente debemos partir
de su historia de vida, a tal efecto nos refiere González (2002):

Dra. Prof. Emilia Beatriz María Ferreiro Schavi (Buenos Aires, 1937) es una psicóloga,
escritora, y pedagoga argentina, radicada en México, con un doctorado por la Universidad
de Ginebra, bajo la orientación de Jean Piaget.

1.1.Trayectoria

Para Samuel (1998) es estableció de ésta manera:

En 1970, después de formarse en la licenciatura en psicología por la Universidad de


Buenos Aires, estudió en la Universidad de Ginebra, donde además trabajó como
investigadora asistente y colaboradora3 de Jean Piaget, y obtendría su PhD bajo la
supervisión y orientación del insigne epistemólogo suizo. Retornó a Buenos Aires, en
1971, donde formaría un grupo de estudios sobre alfabetización, y además publicó su tesis
de doctorado: Les relations temporelles dans le langage de l'enfant (Las relaciones
temporales en el lenguaje del niño). Al año siguiente, recibió una beca de la Fundación
Guggenheim (en EE. UU.) En 1974 se alejó de sus tareas docentes en la Universidad de
Buenos Aires.

En 1977, después del golpe de Estado en la Argentina pasó a vivir en el exilio, en Suiza,
estudiando en la Universidad de Ginebra. Luego, inició con Margarita Gómez Palacio, un
estudio en Monterrey (México) con infantes que presentaban dificultades de
aprendizaje.4 En 1979 pasó a residir en el Distrito Federal (México) con su marido, el
físico y epistemólogo Rolando García, con quien tuvo dos hijos.

Actualmente es profesora titular del "Centro de Investigación y Estudios Avanzados del


Instituto Politécnico Nacional, en la ciudad de México.

El hecho de actuar correctamente bajo los valores morales y preceptos jurídicos impuestos
por la sociedad provoca en el ser humano una reacción en donde se siente valioso, digno
de respeto y admiración, hasta puede sentir que puede ser un modelo a seguir.
Lo que nos lleva a decir que la dignidad es aquel valor correspondiente al mérito de
alguien o de algo, que las personas pueden desarrollar a través de su modo de actuar, de
su conducta o de su comportamiento.

En tanto que Ferrer (1992) afirma que:

“La dignidad es la cualidad de ser digno, es decir merecedor de algo, ese algo puede ser
un objeto, un sentimiento un pensamiento, etc. Por ejemplo, “ella es digna de respeto,
pues siempre ha actuado bajo las normas de la comunidad” (Ferrer, G. 1992, p. 18).

La dignidad tiene que ver con el decoro o reconocimiento hacia el actuar de las personas
bien sea con el prójimo o consigo mismo. La dignidad humana es un derecho propio de
cada ser humano, derecho de ser individualizado y respetado con cada una de sus
particularidades y condiciones, por el solo hecho de ser persona, porque no se debe
ofender ni agredir a otra persona.

La labor dignificadora de la docencia

El trabajo que realiza el docente en nuestro medio se la puede considerar de baja a mala,
puesto que no se encuentra en las condiciones adecuadas acentuándose más hacia el sector
rural.

Además el salario percibido es escaso para solventar sus necesidades básicas


normalmente por lo que tiene que recurrir a ciertas actividades conexas a la docencia.

Según la revista ABC (2016); menciona:

“Desde luego, ya de por sí merecerían un mejor salario, dado el costo de vida). Por otra
parte, la enseñanza supone una tarea extenuante: preparación de clases, las clases mismas
con cargas horarias que van entre 25 a 30 horas semanales, labor por lo demás desgastante
puesto que supone lograr la atención, el trabajo y aprendizaje de grupos de niños y
adolescentes. Asimismo, implica dedicar largas jornadas al dispendioso trabajo de
evaluación de cada estudiante. A esto se le añade el diligenciamiento de planillas de
observaciones sobre el desempeño y actitud de cada alumno, en cada aspecto de su vida
escolar. Es tanta la papelería, que las salas de profesores, antes que espacios de estudio,
parecen oficinas de bancos, con puesta de sellos y todo lo demás…” (ABC color Revista,
2016, p. 55).

Todas estas actividades incurren en muchos gastos, como también cumplir con la
asistencia a reuniones y el apoyo a tareas como cuidar a los niños y jóvenes durante los
recreos y las horas de almuerzo, en patios, baños y comedores, de tal forma que al profesor
apenas le quedan unos cuantos minutos para respirar durante la extenuante jornada. Y en
ocasiones, debe ayudar con el arreglo de salones, la preparación de presentaciones
musicales y teatrales para eventos e izadas de bandera; alistar los boletines y las reuniones
con los padres de familia, etc.

La labor dignificadora de la docencia

Existen labores diversas que realiza el docente, no solo están inmersas en su labor
netamente educadora, debe muchas veces dividir su tiempo y organización, para lo cual,
se efectúan reuniones previas en las que se analiza, caso por caso, a cada estudiante. Los
niños de familias disfuncionales deben ser atendidos y citados con sus padres, para recibir
la asesoría del maestro y, de ser necesario, del psicólogo… En fin, con tanto sobre-trabajo,
la vida de un docente supone un sacrifico permanente del tiempo de su vida laboral y
personal, llevando buena parte de sus tareas a la casa, para ser hechas en las noches o
fines de semana; y esto, durante toda su larga vida…

Lo que nos dice al respecto Robles (2007) aclara:

“Por lo demás, en él se fusionan, porque sí, roles no solo de docencia: un profesor de


colegio termina, también, de psicólogo, guardia de seguridad, enfermero, director de
espectáculos diversos (canto, baile, teatro, danza), maestro de ceremonias, colaborador
en tareas de servicios generales, decorador, terapeuta, trabajador social y ahora, encima,
diligente burócrata”. (Robles, V. 2007, p. 23).

Sobrecarga de la labor docente

Las cargas que deben soportar un docente son muchas, entre las que sobresalen
los reclamos de parte de los padres ante una eventual falta que el chico puede traer desde
su hogar.
En ese caso Cabrera (2001) manifiesta que:

“El docente sobrelleva simultáneamente y con estoicismo las explosiones emocionales de


sus jóvenes pupilos, los requerimientos varios de sus jefes y el trato a veces
desconsiderado de padres de familia; no es nada fácil manejar público… Pero, lo peor de
todo es que, en el actual sistema educativo, la única explicación válida sobre la pérdida
de una asignatura, por parte de un estudiante” (Cabrera, 2001, p. 30).

En este aspecto la dignidad de la persona del docente se ve agraviada, ya que debe


estar recriminaciones hasta a veces injustas lo que provoca que el docente recienta su
labor.

Al propósito Méndez (2003) afirma:

“Estas cuestiones obedecen a puntos de vista dictados por el más crudo sensualismo y el
más descarado criterio empresarial (propio del peso e influencia del paradigma neoliberal
en la educación): si el alumno pierde no es por falta de responsabilidad, no señor; se debe
a que el profesor no lo motiva; porque, claro, “el cliente siempre tiene la razón…”
(Mendez, 2003, p. 40)

A los cargos directivos, al menos en el ámbito de los colegios privados, en


ocasiones llegan personas con preparación insuficiente, de tal forma que muchos de los
profesores los superan en calidad humana y académica. Esto hace que la labor docente
sea aún más difícil, pues además del esfuerzo que suponen las tareas ordinarias hay que
luchar con la incompetencia y, en algunos casos, el hostigamiento de los jefes.

Los contratos laborales normalmente van durante todo el año y cada docente es
llamado para darle avisarle el aviso correspondiente si volvería a ser contratado.
Cualquier comportamiento o actitud, por nimia que fuera y que hubiera disgustado a sus
jefes, era causa de la no renovación. Es de reconocer que, en contraste con algunos de
esos directivos, permanece el recuerdo afectuoso de aquellos profesores “todoterreno”,
llenos de amor por su vocación, dispuestos y comprometidos.

Como Manifiesta Sevilla (2000):


“Un maestro sin motivaciones, sin horizontes, sin estímulos, sin reconocimientos y sin un
lugar digno en la estructura social puede hacer que cojee el resto del aparato y del
proyecto educativo, sin importar si están levantados sobre vigorosas y modernas
columnas de acero y concreto. Sin buenos maestros, sin maestros amparados
adecuadamente por el Estado y tratados con justeza por la sociedad, la institución
educativa está hueca.”1.

Ahora que poco a poco se refuerza la infraestructura escolar, con una asignación
un poco mayor que en años anteriores, es el momento de ahondar en la capacitación y la
mejoría laboral del elemento humano fundamental de todo aquel imaginario: los docentes,
los maestros.

El Ministerio de Educación sostiene que hay una estrategia de estímulos para


ellos, en torno a la formación y las condiciones laborales y de sus espacios. Inició con los
rectores, pero ahora se amplía a los coordinadores y maestros de base. Los consideramos
pasos en la dirección correcta. Adherimos a la frase de Jean Piaget: la educación debe
crear personas capaces de hacer cosas nuevas. Y ello solo será posible si hay maestros
que igualmente integran un circuito de estímulos y creatividad permanentes.

Docentes a la altura de las circunstancias, que “contemporicen” con los problemas y las
soluciones de su tiempo. Para ello, deben estar vinculados a procesos de construcción
personal (moral y ética) e intelectual (de saberes y habilidades) constantes. Con
seguridad, en tal objetivo serán capaces de encender un espíritu de renovación humana y
cambio social integrales.

Estamos ante un proceso paciente. Nuestro país dejó rezagar las últimas dos
décadas su aparato educativo. Lo constatan los vacíos en debilidad institucional, en
deterioro e insuficiencia de la estructura física, en resultados de pruebas de medición de
la calidad de los estudiantes. Son muchos frentes.

“Pero hoy se descubre un ambiente favorable a la inyección de recursos económicos y


la “recuperación reputacional” del gremio educativo. Lo repetimos, con limitaciones,

1
CALL, César: Aprendizaje Y construcción del conocimiento. Ed. Paidós. Bs As. 1990, p- 36.
con críticas, con resultados aún parciales, pero ciertos. Tan ciertos como las cifras y las
estadísticas que vienen dándose en la ampliación de instituciones de educación pública
y de la oferta educativa misma.”2.

Sumamos a la frase de una maestra de Santa Rosa de Osos, Lily Callejas: “vender
la idea de que estudiar vale la pena, es algo muy importante para todos”, los maestros y
las maestras son los principales protagonistas del cambio en las instituciones educativas”.

el dignificar la profesión se encuentra en el grupo de educadores, es decir en la gran masa


docente, que debe ser protagonista de este cambio.

“Si uno hace un rápido ejercicio de verificación de los temas más comentados en las
redes sociales, rápidamente podrá darse cuenta que, junto con los temas de farándula y
corrupción (nacional o internacional), encontramos los temas relativos a Educación.
Fuera de las redes sociales, en las calles, en los hogares, los temas vinculados a la
Educación, con cualquiera de sus actores, sigue capturando gran cantidad de las
conversaciones. ¿Qué hay de particular en Educación que todos pueden sentirse atraídos
a opinar de ella? Seguramente el dato común y replicado de manera folclórica de que
todos (en algún momento y de alguna forma) hemos pasado por ella. Y este dato natural
nos da a todos el derecho de opinar. Ese es un nivel, que podríamos denominar
“popular”, con el que convivimos y que alimenta gran parte de los conflictos que los
profesores vivimos a diario, no solo en una relación hacia apoderados sino también ante
la coyuntura nacional, la credibilidad del ejercicio docente frente a la sociedad civil en
su conjunto.”3.

Si un alumno reprueba, hay opiniones de la familia, de cercanos, de amigos, de


alguna autoridad, que explica en dónde estuvo el error del profesor, en dónde debieron
reorganizarse los contenidos, o la forma en que “cualquiera se puede dar cuenta que la
culpa no es del alumno”.

2
EQUINOA, Ana Esther: La dignidad. Eje principal, México, 1987, p. 45.

3
PÉREZ RIOJA, José A.: La necesidad y el placer de educar. Ed. Popular. Madrid. 1988, p. 28.
Si un alumno deserta, los argumentos nuevamente vuelven a surgir de muchas
personas, explicando cómo el colegio ha fracasado en su labor, cómo el director es
incapaz de hacer algo, cómo los profesores (de nuevo) no están haciendo su labor. Así,
para cada situación del colegio, existen muchos opinantes que no son del contexto
educacional y que tienen la solución para el problema que se presenta.

Sin embargo, junto con el nivel “popular” hay otro nivel, que podríamos
denominar “de expertos” y que, curiosamente, desde hace algún tiempo va siguiendo la
misma lógica del nivel anterior. Todos, independientemente de su preparación y
trayectoria, se sienten llamados y autorizados a opinar sobre Educación, con la diferencia
de que, al ser un nivel de “expertos”, muchas veces se ubican detrás de la generación de
leyes y políticas de gran influencia sobre la Educación. Es decir, en el nivel de expertos
basta con ser experto en Educación, sin que deba ser alguien vinculado con Educación.

La evolución de este nivel la que hemos ido experimentando cada vez con mayor
intensidad, al provocar que, por ejemplo, detrás de los grandes puestos relevantes en
Educación encontremos a personas de distintas profesiones, pero no profesionales de la
Educación (un concepto eufemístico para denominar a los profesores).

Y así tenemos que el ministro de Educación, es un Ingeniero Comercial con


mención en Economía, con postgrado en Economía con especialización en Desarrollo
Económico. La subsecretaria de Educación, es Ingeniera Civil con un Magíster en
Economía aplicada. El secretario ejecutivo de la Agencia de la Calidad de la Educación,
es Ingeniero Comercial, con magíster en Gestión y Políticas Públicas. Solamente en
algunos casos aislados, encontramos a un profesor o Lic. en pedagogía.

“No es que haya algo mal en eso. En ambos casos tenemos personas que, sin ser
profesores ni venir del mundo de la Educación, han adquirido con los años experticia en
Educación, lo que justifica su posición actual.”4.

En el nivel de “expertos” es posible comprender casos como los ya citados, pero


de ahí a pasar a declarar explícitamente que no deben ser profesores quienes ocupen

4
VÁZQUEZ, G. Sociedad red, ciudadanía cognitiva y educación, 2003, p. 31.
cargos de responsabilidad en Educación, hay una gran diferencia. Y eso se está instalando
en distintas instancias.

La convocatoria para las funciones a desempeñar son realizar evaluaciones y


entregar orientaciones de desempeño a los establecimientos educacionales y sus
sostenedores, en conformidad con las normas, procedimientos y metodologías definidas,
a objeto de contribuir en el fortalecimiento de sus capacidades institucionales y de
autoevaluación promoviendo con ello la mejora continua de los procesos educativos y la
calidad de la educación que imparten”.

¿Quiénes deben desempeñar esta labor?

El cargo requiere explícitamente “Psicólogos, Sociólogos, Antropólogos y otros


profesionales”. ¿Cómo se puede leer esto?, se puede entender claramente que, para
evaluar y orientar en el desempeño respecto de la labor de las Escuelas, Colegios, etc., no
sólo no es necesario ser profesor, sino que es deseable no serlo, ya que quienes están
convocados a esta función son principalmente no profesores, presentándose un primer
nudo de tensión en relación con la mirada hacia el docente y sus capacidades.

Con esta tendencia errada, pensar la Educación pareciera no ser problema de profesores,
siendo este uno de los principales nudos que invisibiliza y anula a la construcción docente,
poniendo en otros el propio decir pedagógico que como profesores nos compete.

Entonces es cuando nos preguntamos: ¿en qué momento se quebró la posibilidad de


nuestro decir –por parte de quienes ejercemos la pedagogía– la propia reflexión
pedagógica, nuestra pluma pedagógica? Situación que hoy nos exige ir construyendo la
validez de lo que somos, y no lo que deberíamos ser, para dejar de tributar a economistas,
sociólogos, psicólogos, antropólogos y todos aquellos ólogos que, “dueños de la verdad”,
hoy plasman nuestra carrera como profesión de segundo orden, supeditada a otros
iluminados que han aterrizado en Educación.

Hemos de preguntarnos, al centro de lo que somos colaborativamente, ¿en qué momento


nuestra mismidad profesional la soltamos a terceros y nos quedamos sin decir, más allá
de las gestas propias de un pataleo de carácter simbólico, pero no desde nuestra palabra
científica emanada de la pedagogía?, pregunta de tal envergadura que nos obliga moral y
éticamente a señalar como respuesta: somos Pedagogía, praxis y corazón de las ciencias
de la Educación, lugar en donde radica el resignificarnos.

Si nos detenemos en esta pregunta, y miramos un poco atrás en la historia, entendiéndola,


según dice Giroux, como “la memoria liberadora”, hoy estamos frente a momentos
irrepetibles donde, a diferencia de décadas anteriores, se ha sido capaz de mirar la carrera
docente como un todo, cuyo principio es recuperar la posibilidad de nuestro decir. Hoy
debemos salir de ese mutismo histórico-selectivo y volver a escribir de manera personal
o colaborativa, aun cuando sea una vez al año, para sistematizar nuestro ejercicio
teorizándolo desde el corazón de nuestros plumones, y no desde la ausencia de aula ni la
burbuja pensante. Para que, ahí sí, en igualdad de condiciones, nos colaboren otras
carreras, así como nosotros podemos colaborarles a ellos. Pero no a ejercer paternalismos
en torno a nosotros.

Es por esto que los movimientos de estos días no son una algarabía circunstancial, pues
radica en su esencia recuperar el decir, situación basal para la propia construcción de
dignidad, lugar desde donde se busca plasmar la propia visión desde la experiencia, desde
los dolores y las alegrías de ejercer la docencia, para hacerla decente, con formato de
justa, colaborativa y que permita hacer “común-unidad”, pues todo lo que es impuesto
principalmente a los actores directos, tiene dos posibles salidas: el fracaso por no tener
contexto cultural y esto sea un yugo más en la cotidianeidad educacional, o aceptar
impertérritos un modelo que promueve el exitismo como núcleo, dejándonos devorar por
un individualismo fatal instalado en la sociedad chilena, donde el mercado nos regula.

Tenemos que pensar, gestar y proyectar el proceso de aprendizaje desde la especificidad


humana que educa a personas, distanciándola de procesos masivos de generación de
productos, “sacar lo que sobra del mármol para que aparezca el David”, como señala
Patricio Alarcón, y desde donde, en nuestra formación, esta premisa debe estar
contemplada sin fecha de caducidad, articulada con la mirada de sociedad o visión de país
con que nos convoca la propia democracia, por lo que el grado científico es un elemento
basal en la formación inicial, y un acceso de perfeccionamiento y formación académica
para toda la carrera profesional, tomando en educación “el liderazgo práctico-intelectual”.
CONCLUSION

Luego de evaluar las teorías referentes a la dignificación de la labor docente, desde


el pensamiento de la Emelia Ferreiro, es importante manifestar la convicción de que la
tarea docente es una de las más relevantes porque a través de la educación se construye
el futuro de la sociedad. Creo que la calidad de la educación ofertada en los colegios e
institutos depende en buena parte del reconocimiento y valoración social de los profesores
y del refuerzo de su autoridad como componente básico del hecho educativo.

Creo que este reconocimiento y valoración deben ser la tónica común en la


relación de la sociedad con los docentes. Los medios de comunicación facilitan la
normalización e incluso la aceptación de modos de vida y pueden crear corrientes de
opinión. En este sentido, los mensajes que envían tienen un claro valor educativo. Es
imperativo por tanto que reconozcan y asuman las responsabilidades inherentes a su poder
e influencia.

Desde hace algún tiempo, y con cierta frecuencia, algunos medios vienen
presentando a los docentes como figuras ridículas, malos profesionales o desprovistos de
valores éticos. Para los profesores que viven día a día a pie de aula, las consecuencias de
que se presente así su labor pueden ser –y a veces son de hecho- muy negativas.

Pedimos que, cuando los medios aborden el tema de la docencia, presenten una
realidad más ajustada a la que se vive en las aulas. Los maestros y profesores, en amplia
mayoría, son profesionales serios y entregados, que realizan con vocación y esmero una
tarea difícil, de enorme responsabilidad, con la cual se sienten comprometidos. Una
sociedad desarrollada también en lo ético, como la nuestra, no puede desacreditar a través
de los medios a uno de los colectivos imprescindibles para su funcionamiento y progreso.

Desde el respeto a la libertad de expresión, demando de todos los sectores sociales,


y especialmente de los medios de comunicación, un respaldo a la tarea de los docentes de
nuestro país. La autoridad del profesor y la actitud disciplinada del alumno, en un clima
de respeto mutuo y confianza, son componentes esenciales del hecho educativo y lo serán
siempre. Los profesores necesitan una valoración acorde con el respeto que merece la
noble tarea que desarrollan.
BIBLIOGRAFÍA

Bibliografía

González, H. J. (2002). Pensamiento de Emelia Ferreria. la Educación liberadora.


Asunción: Atlas.

Samuel, M. B. (1998). La docencia y la Cultura Educativa. Buenos Aires: Mania.

CALL, César: Aprendizaje escolar y construcción del conocimiento. Ed. Paidós. Bs As.
1990, p- 36.

EQUINOA, Ana Esther: Didáctica universitaria de la lectura, México, 1987, p. 45.

PÉREZ RIOJA, José A.: La necesidad y el placer de leer. Ed. Popular. Madrid. 1988, p.
28.

VÁZQUEZ, G. Sociedad red, ciudadanía cognitiva y educación, Madrid. 2003, p. 31.


ANEXO
TEMA PREGUNTA
PREGUNTA ESPECÍFICA GENERAL ESPECÍFICOS
PROBLEMA GENERAL

- ¿Cuál es el - ¿Cuál es el concepto de la palabra - Analizar el ambiente actual de la - Reconocer el concepto de la palabra
La dignidad ambiente dignidad? dignificación de la profesión docente dignidad.
de la actual de la - ¿Por qué en la actualidad la en el campo laboral y social - Establecer la importancia de la
profesión dignificación dignificación de la profesión docente dignificación docente en la

docente de la profesión es tan importante? actualidad.


docente en el - ¿Está acorde el valor salarial del - Identificar las características
campo laboral docente con la realidad que vive el laborales y sociales del docente.
y social? país en el contexto social e histórico? - Contrastar el valor salarial del
- ¿Cuáles las características laborales docente con la realidad que vive el
y sociales del docente? país en el contexto social e histórico.
- ¿Qué valores el docente puede - Determinar los valores que el
obtener mediante la dignificación de docente puede obtener mediante la
su profesión? dignificación de su profesión.

You might also like