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Facultad de Filosofía
Facultad de Filosofía
Presentan:
Caaguazú – 2018
INDICE
INDICE ............................................................................................................... 3
INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 4
CONCLUSION ................................................................................................. 14
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 15
INTRODUCCIÓN
Estas cuestiones se podrán estudiar con más detalle en las páginas siguientes, con las
características, y sus explicaciones mediantes aportes personales por cada pensamiento
bibliográfico al cual se refieren, que para el efecto se tendrán lo que más refieran al tema
abordado y las explicaciones a los argumentos teóricos.
EMELIA FERREIRO
1. Biografía
Para conocer más acerca de ésta mujer y el trabajo dignificante del docente debemos partir
de su historia de vida, a tal efecto nos refiere González (2002):
Dra. Prof. Emilia Beatriz María Ferreiro Schavi (Buenos Aires, 1937) es una psicóloga,
escritora, y pedagoga argentina, radicada en México, con un doctorado por la Universidad
de Ginebra, bajo la orientación de Jean Piaget.
1.1.Trayectoria
En 1977, después del golpe de Estado en la Argentina pasó a vivir en el exilio, en Suiza,
estudiando en la Universidad de Ginebra. Luego, inició con Margarita Gómez Palacio, un
estudio en Monterrey (México) con infantes que presentaban dificultades de
aprendizaje.4 En 1979 pasó a residir en el Distrito Federal (México) con su marido, el
físico y epistemólogo Rolando García, con quien tuvo dos hijos.
El hecho de actuar correctamente bajo los valores morales y preceptos jurídicos impuestos
por la sociedad provoca en el ser humano una reacción en donde se siente valioso, digno
de respeto y admiración, hasta puede sentir que puede ser un modelo a seguir.
Lo que nos lleva a decir que la dignidad es aquel valor correspondiente al mérito de
alguien o de algo, que las personas pueden desarrollar a través de su modo de actuar, de
su conducta o de su comportamiento.
“La dignidad es la cualidad de ser digno, es decir merecedor de algo, ese algo puede ser
un objeto, un sentimiento un pensamiento, etc. Por ejemplo, “ella es digna de respeto,
pues siempre ha actuado bajo las normas de la comunidad” (Ferrer, G. 1992, p. 18).
La dignidad tiene que ver con el decoro o reconocimiento hacia el actuar de las personas
bien sea con el prójimo o consigo mismo. La dignidad humana es un derecho propio de
cada ser humano, derecho de ser individualizado y respetado con cada una de sus
particularidades y condiciones, por el solo hecho de ser persona, porque no se debe
ofender ni agredir a otra persona.
El trabajo que realiza el docente en nuestro medio se la puede considerar de baja a mala,
puesto que no se encuentra en las condiciones adecuadas acentuándose más hacia el sector
rural.
“Desde luego, ya de por sí merecerían un mejor salario, dado el costo de vida). Por otra
parte, la enseñanza supone una tarea extenuante: preparación de clases, las clases mismas
con cargas horarias que van entre 25 a 30 horas semanales, labor por lo demás desgastante
puesto que supone lograr la atención, el trabajo y aprendizaje de grupos de niños y
adolescentes. Asimismo, implica dedicar largas jornadas al dispendioso trabajo de
evaluación de cada estudiante. A esto se le añade el diligenciamiento de planillas de
observaciones sobre el desempeño y actitud de cada alumno, en cada aspecto de su vida
escolar. Es tanta la papelería, que las salas de profesores, antes que espacios de estudio,
parecen oficinas de bancos, con puesta de sellos y todo lo demás…” (ABC color Revista,
2016, p. 55).
Todas estas actividades incurren en muchos gastos, como también cumplir con la
asistencia a reuniones y el apoyo a tareas como cuidar a los niños y jóvenes durante los
recreos y las horas de almuerzo, en patios, baños y comedores, de tal forma que al profesor
apenas le quedan unos cuantos minutos para respirar durante la extenuante jornada. Y en
ocasiones, debe ayudar con el arreglo de salones, la preparación de presentaciones
musicales y teatrales para eventos e izadas de bandera; alistar los boletines y las reuniones
con los padres de familia, etc.
Existen labores diversas que realiza el docente, no solo están inmersas en su labor
netamente educadora, debe muchas veces dividir su tiempo y organización, para lo cual,
se efectúan reuniones previas en las que se analiza, caso por caso, a cada estudiante. Los
niños de familias disfuncionales deben ser atendidos y citados con sus padres, para recibir
la asesoría del maestro y, de ser necesario, del psicólogo… En fin, con tanto sobre-trabajo,
la vida de un docente supone un sacrifico permanente del tiempo de su vida laboral y
personal, llevando buena parte de sus tareas a la casa, para ser hechas en las noches o
fines de semana; y esto, durante toda su larga vida…
Las cargas que deben soportar un docente son muchas, entre las que sobresalen
los reclamos de parte de los padres ante una eventual falta que el chico puede traer desde
su hogar.
En ese caso Cabrera (2001) manifiesta que:
“Estas cuestiones obedecen a puntos de vista dictados por el más crudo sensualismo y el
más descarado criterio empresarial (propio del peso e influencia del paradigma neoliberal
en la educación): si el alumno pierde no es por falta de responsabilidad, no señor; se debe
a que el profesor no lo motiva; porque, claro, “el cliente siempre tiene la razón…”
(Mendez, 2003, p. 40)
Los contratos laborales normalmente van durante todo el año y cada docente es
llamado para darle avisarle el aviso correspondiente si volvería a ser contratado.
Cualquier comportamiento o actitud, por nimia que fuera y que hubiera disgustado a sus
jefes, era causa de la no renovación. Es de reconocer que, en contraste con algunos de
esos directivos, permanece el recuerdo afectuoso de aquellos profesores “todoterreno”,
llenos de amor por su vocación, dispuestos y comprometidos.
Ahora que poco a poco se refuerza la infraestructura escolar, con una asignación
un poco mayor que en años anteriores, es el momento de ahondar en la capacitación y la
mejoría laboral del elemento humano fundamental de todo aquel imaginario: los docentes,
los maestros.
Docentes a la altura de las circunstancias, que “contemporicen” con los problemas y las
soluciones de su tiempo. Para ello, deben estar vinculados a procesos de construcción
personal (moral y ética) e intelectual (de saberes y habilidades) constantes. Con
seguridad, en tal objetivo serán capaces de encender un espíritu de renovación humana y
cambio social integrales.
Estamos ante un proceso paciente. Nuestro país dejó rezagar las últimas dos
décadas su aparato educativo. Lo constatan los vacíos en debilidad institucional, en
deterioro e insuficiencia de la estructura física, en resultados de pruebas de medición de
la calidad de los estudiantes. Son muchos frentes.
1
CALL, César: Aprendizaje Y construcción del conocimiento. Ed. Paidós. Bs As. 1990, p- 36.
con críticas, con resultados aún parciales, pero ciertos. Tan ciertos como las cifras y las
estadísticas que vienen dándose en la ampliación de instituciones de educación pública
y de la oferta educativa misma.”2.
Sumamos a la frase de una maestra de Santa Rosa de Osos, Lily Callejas: “vender
la idea de que estudiar vale la pena, es algo muy importante para todos”, los maestros y
las maestras son los principales protagonistas del cambio en las instituciones educativas”.
“Si uno hace un rápido ejercicio de verificación de los temas más comentados en las
redes sociales, rápidamente podrá darse cuenta que, junto con los temas de farándula y
corrupción (nacional o internacional), encontramos los temas relativos a Educación.
Fuera de las redes sociales, en las calles, en los hogares, los temas vinculados a la
Educación, con cualquiera de sus actores, sigue capturando gran cantidad de las
conversaciones. ¿Qué hay de particular en Educación que todos pueden sentirse atraídos
a opinar de ella? Seguramente el dato común y replicado de manera folclórica de que
todos (en algún momento y de alguna forma) hemos pasado por ella. Y este dato natural
nos da a todos el derecho de opinar. Ese es un nivel, que podríamos denominar
“popular”, con el que convivimos y que alimenta gran parte de los conflictos que los
profesores vivimos a diario, no solo en una relación hacia apoderados sino también ante
la coyuntura nacional, la credibilidad del ejercicio docente frente a la sociedad civil en
su conjunto.”3.
2
EQUINOA, Ana Esther: La dignidad. Eje principal, México, 1987, p. 45.
3
PÉREZ RIOJA, José A.: La necesidad y el placer de educar. Ed. Popular. Madrid. 1988, p. 28.
Si un alumno deserta, los argumentos nuevamente vuelven a surgir de muchas
personas, explicando cómo el colegio ha fracasado en su labor, cómo el director es
incapaz de hacer algo, cómo los profesores (de nuevo) no están haciendo su labor. Así,
para cada situación del colegio, existen muchos opinantes que no son del contexto
educacional y que tienen la solución para el problema que se presenta.
Sin embargo, junto con el nivel “popular” hay otro nivel, que podríamos
denominar “de expertos” y que, curiosamente, desde hace algún tiempo va siguiendo la
misma lógica del nivel anterior. Todos, independientemente de su preparación y
trayectoria, se sienten llamados y autorizados a opinar sobre Educación, con la diferencia
de que, al ser un nivel de “expertos”, muchas veces se ubican detrás de la generación de
leyes y políticas de gran influencia sobre la Educación. Es decir, en el nivel de expertos
basta con ser experto en Educación, sin que deba ser alguien vinculado con Educación.
La evolución de este nivel la que hemos ido experimentando cada vez con mayor
intensidad, al provocar que, por ejemplo, detrás de los grandes puestos relevantes en
Educación encontremos a personas de distintas profesiones, pero no profesionales de la
Educación (un concepto eufemístico para denominar a los profesores).
“No es que haya algo mal en eso. En ambos casos tenemos personas que, sin ser
profesores ni venir del mundo de la Educación, han adquirido con los años experticia en
Educación, lo que justifica su posición actual.”4.
4
VÁZQUEZ, G. Sociedad red, ciudadanía cognitiva y educación, 2003, p. 31.
cargos de responsabilidad en Educación, hay una gran diferencia. Y eso se está instalando
en distintas instancias.
Con esta tendencia errada, pensar la Educación pareciera no ser problema de profesores,
siendo este uno de los principales nudos que invisibiliza y anula a la construcción docente,
poniendo en otros el propio decir pedagógico que como profesores nos compete.
Es por esto que los movimientos de estos días no son una algarabía circunstancial, pues
radica en su esencia recuperar el decir, situación basal para la propia construcción de
dignidad, lugar desde donde se busca plasmar la propia visión desde la experiencia, desde
los dolores y las alegrías de ejercer la docencia, para hacerla decente, con formato de
justa, colaborativa y que permita hacer “común-unidad”, pues todo lo que es impuesto
principalmente a los actores directos, tiene dos posibles salidas: el fracaso por no tener
contexto cultural y esto sea un yugo más en la cotidianeidad educacional, o aceptar
impertérritos un modelo que promueve el exitismo como núcleo, dejándonos devorar por
un individualismo fatal instalado en la sociedad chilena, donde el mercado nos regula.
Desde hace algún tiempo, y con cierta frecuencia, algunos medios vienen
presentando a los docentes como figuras ridículas, malos profesionales o desprovistos de
valores éticos. Para los profesores que viven día a día a pie de aula, las consecuencias de
que se presente así su labor pueden ser –y a veces son de hecho- muy negativas.
Pedimos que, cuando los medios aborden el tema de la docencia, presenten una
realidad más ajustada a la que se vive en las aulas. Los maestros y profesores, en amplia
mayoría, son profesionales serios y entregados, que realizan con vocación y esmero una
tarea difícil, de enorme responsabilidad, con la cual se sienten comprometidos. Una
sociedad desarrollada también en lo ético, como la nuestra, no puede desacreditar a través
de los medios a uno de los colectivos imprescindibles para su funcionamiento y progreso.
Bibliografía
CALL, César: Aprendizaje escolar y construcción del conocimiento. Ed. Paidós. Bs As.
1990, p- 36.
PÉREZ RIOJA, José A.: La necesidad y el placer de leer. Ed. Popular. Madrid. 1988, p.
28.
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La dignidad ambiente dignidad? dignificación de la profesión docente dignidad.
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