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REALIDAD NACIONAL
DOCENTE:
ING. URBINA
ALUMNOS:
ASTETE CUBA Mayckol Víctor
CÓDIGO: 2013017646
2016
CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA
La Corte Internacional de Justicia es el órgano judicial principal de la Organización de las
Naciones Unidas. Está encargada de decidir conforme al Derecho Internacional las
controversias de orden jurídico entre Estados y de emitir opiniones consultivas respecto a
cuestiones jurídicas que pueden serle sometidas por órganos o instituciones especializadas de
la ONU.
HISTORIA
La creación de la Corte supuso el punto culminante de la evolución que han experimentado los
métodos para el arreglo pacífico de las controversias internacionales. Los orígenes de estos
procesos tienen más de dos mil años de antigüedad.
LOS ORÍGENES
A pesar de la antigüedad de los métodos, se reconoce en general que la historia moderna del
arbitraje comienza con el llamado Tratado de Jay, de 1794, entre los Estados Unidos de
América y Gran Bretaña. En este Tratado de Amistad, Comercio y Navegación se estipuló la
creación de tres comisiones mixtas, formadas por el mismo número de norteamericanos que de
británicos, con el fin de arreglar varias cuestiones que ambos países no habían sido capaces
de resolver mediante la negociación. Si bien es verdad que estas comisiones mixtas no podían
dictar sentencias, estrictamente hablando, en cierto modo sí que estaban pensadas para
funcionar como tribunales. Consiguieron que volviera a surgir el interés por el proceso de
arbitraje. A lo largo del siglo XIX, los Estados Unidos y el Reino Unido recurrieron en varias
ocasiones a ellas, y también lo hicieron otros tantos Estados en Europa y en las Américas.
El arbitraje en 1872 de la Cuestión de Alabama, entre el Reino Unido y los Estados Unidos,
marcó una segunda etapa que fue aún más decisiva. En el marco del Tratado de Washington
de 1871, ambos países acordaron someter a arbitraje una demanda presentada por Estados
Unidos contra el Reino Unido por supuesta violación de la neutralidad durante la guerra civil
estadounidense. Los dos Estados establecieron un reglamento sobre las obligaciones que el
tribunal debía aplicar para permanecer neutral.
Dicho tribunal estaba compuesto, previo acuerdo por parte de los dos países, por cinco
miembros designados, respectivamente, por los Jefes de Estado de Estados Unidos, Reino
Unido, Brasil, Italia y Suiza. El tribunal arbitral falló que Gran Bretaña debía pagar una
indemnización; Gran Bretaña cumplió con la orden de manera ejemplar. Así se demostró la
eficacia del arbitraje en el arreglo de una controversia importante, y durante los últimos años
del siglo XIX este procedimiento contribuyó a que se mejorara en varios aspectos:
Cada vez fue más habitual que en los tratados se insertaran cláusulas en que se ofrecían
recursos para el arbitraje en el caso de que surgieran disputas entre las partes firmantes.
Se concluyeron tratados generales de arbitraje para el acuerdo de clases específicas de
disputas interestatales.
Se aunaron los esfuerzos para construir una ley general de arbitraje, de modo que los
países que quisieran recurrir a estos métodos de arreglo de disputa no se vieran en la
obligación acordar, cada vez que recurriesen al tribunal, el procedimiento que fuera a
adoptarse, la composición del tribunal, las normas que se seguirían y los factores que se
tendrían en cuenta para emitir el fallo.
Se propuso la creación de un tribunal arbitral permanente internacional para que no fuera
necesario establecer un tribunal ad hoc específico que tratara cada disputa arbitrable.
Las Conferencias de Paz de La Haya y la Corte Permanente de
Arbitraje (CPA)
La Conferencia de Paz de La Haya de 1899, reunida por iniciativa del zar Nicolás II, supuso el
comienzo de una tercera fase en la historia moderna del arbitraje internacional. En la
Conferencia participaron Estados minoritarios de Europa y algunos países de Asia y México, lo
que supuso un adelanto para su época. El principal objetivo era debatir acerca de la paz y el
desarme. La Conferencia concluyó con la adopción de un Convenio para el arreglo pacífico de
las controversias internacionales; no solo trataba el arbitraje, sino también otros métodos de
arreglo pacífico, como los buenos oficios y la mediación.
Unos años más tarde, en 1907, se celebró en La Haya una segunda Conferencia de Paz de
La Haya, a la que los Estados de América Central y del Sur también fueron invitados. En esta
Conferencia se revisaron el Convenio y la mejora de las normas que regían el reglamento
arbitral; algunos de los participantes habrían preferido que la Conferencia no se hubiera
limitado a la mejora del mecanismo creado en 1899. El Secretario de Estado de los Estados
Unidos, Elihu Root, había dado instrucciones a la delegación de Estados Unidos para trabajar
por la creación de un tribunal permanente, compuesto únicamente por magistrados, que no
tuvieran otra ocupación laboral y que se dedicaran a tiempo completo al juicio de casos
internacionales por métodos judiciales.
Los Estados Unidos, el Reino Unido y Alemania presentaron una propuesta conjunta para crear
un tribunal permanente, pero la Conferencia no pudo llegar a un acuerdo sobre ello. En el curso
de los debates se puso de manifiesto que una de las mayores dificultades era la de encontrar
un mecanismo aceptable para elegir a los magistrados: ninguna de las propuestas que se
habían presentado logró obtener el apoyo general. La Conferencia se limitó a recomendar la
adopción del proyecto de convenio adjunto para el establecimiento de una Corte de Justicia
Arbitral y su implantación tan pronto como se llegue a un acuerdo sobre la elección de jueces y
la constitución de la Corte. A pesar de que tal tribunal nunca llegó a ver la luz, el proyecto de
convenio que de él habría surgido sirvió para concebir ciertas ideas fundamentales en las que,
algunos años más tarde, se inspiró la redacción de los Estatutos de la Corte Permanente de
Justicia Internacional.
La Asamblea estimó que una única votación no sería suficiente para establecer la Corte
Permanente de Justicia Internacional, y que cada Estado representado en la Asamblea tendría
por lo tanto que ratificar formalmente el Estatuto. En una resolución del 13 de diciembre de
1920, la Asamblea llamó al Consejo a que sometiera a los miembros de la Sociedad de las
Naciones a un protocolo para adoptar el Estatuto, y decidió que el Estatuto entraría en vigor tan
pronto como el protocolo fuese ratificado por la mayoría de los Estados Miembros. El protocolo
se abrió para firma el 16 de diciembre. Para cuando se celebró la siguiente sesión de la
Asamblea, en septiembre de 1921, la mayoría de los miembros de la Sociedad ya había
firmado y ratificado el protocolo. Así pues, el Estatuto entró en vigor. Posteriormente se revisó
en una ocasión, en 1929; la versión revisada resultante entró en vigor en 1936. Entre otras
cosas, el nuevo Estatuto resolvió el antes insuperable problema de la elección de miembros de
una corte internacional permanente: los magistrados serían elegidos simultáneamente pero por
separado por el Consejo y la Asamblea de la Sociedad, teniendo en mente que en aquellos
elegidos estuvieran "representadas las grandes civilizaciones y los principales sistemas
jurídicos del mundo". Aunque esta solución pueda resultar ahora muy sencilla, que se
alcanzara en 1920 fue un logro nada desestimable. Las primeras elecciones se celebraron el
14 de septiembre de 1921. Tras los acercamientos del gobierno holandés en la primavera de
1919, se decidió que la sede permanente de la Corte Permanente de Justicia Internacional se
estableciera en el Palacio de la Paz de La Haya, compartiendo emplazamiento con la Corte
Permanente de Arbitraje. Así fue que en el Palacio de la Paz, el 30 de enero de 1922, tuvo
lugar la sesión preliminaria de la Corte, dedicada a la elaboración de sus normas, y el 15 de
febrero de 1922 se celebró su sesión inaugural, con el magistrado holandés Bernard C. J.
Loder como Presidente.
Entre 1922 y 1940, la Corte Permanente de Justicia Internacional trató 29 casos contenciosos
entre los Estados y emitió 27 opiniones consultivas. Al mismo tiempo, varios cientos de
tratados, convenciones y declaraciones conformaron el mecanismo de reglamentación por
categorías específicas de controversias. Por lo tanto, se disipó toda duda en cuanto a si una
corte permanente de justicia internacional podía funcionar de una manera práctica y con
eficacia. La Corte Permanente de Justicia Internacional resultó muy valiosa para la comunidad
internacional, y esto se puso de manifiesto de diversas formas. En primer lugar, se desarrolló
un mecanismo judicial auténtico, prueba de ello fue el Reglamento de la Corte, elaborado la
Corte en 1922 y revisado posteriormente en tres ocasiones, en 1926, 1931 y 1936. También
estaba la Resolución relativa a la Práctica Judicial de la Corte, adoptada por la Corte en 1931 y
revisada en 1936, que establecía el procedimiento interno aplicable durante las deliberaciones
de cada caso. Además, al tiempo que ayudaba a resolver algunas controversias
internacionales graves, muchas de ellas consecuencias de la Primera Guerra Mundial, las
decisiones de la Corte Permanente de Justicia Internacional con frecuencia aclararon aspectos
que antes resultaban inciertos sobre el derecho internacional, a cuyo desarrollo contribuyeron
enormemente.