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EL ESTABLECIMIENTO DE LOS MUSULMANES

EN SPANIA - AL-ANDALUS
MARÍA JESÚS VIGUERA MOLINS
(Universidad Complutense de Madrid)

1. INTRODUCCIÓN
El siglo Vifi, sobre todo su primera mitad, es uno de los períodos más oscuros de la
historia peninsular, porque habiéndose producido en él un hecho trascendental, cual fue el
final del período visigodo y el comienzo del islámico, a través de la conquista árabo-beré-
ber, apenas lo podemos desentrañar. Calibramos, sí, el alcance de aquel suceso, que, desde
el comienzo de aquella conquista, en 711, produjo el final de Hispania / Spania, y el corte
de su historia con la del resto de Europa medieval, donde continuará la feudalización,
mientras en la mayor parte de la Península, que pasa a denominarse Paz trat al-Andalus
("Península de al-Andalus") o sólo al-Andalus l , se inicia un distinto proceso social, den-
tro de la "Casa del islam", la Dar al-IsL5m, con nuevas estructuras: por un lado, la tribal,
propia de los clanes árabes y beréberes, y junto a ella la estatal-islámica, que llegó a im-
ponerse mayoritariamente a través de los procesos de la arabización y de la islamización,
cuyas cimas se sitúan en el siglo X, durante el Califato omeya de Córdoba.
Pero volviendo a la cuestión del establecimiento de los musulmanes en Spania /al-
Andalus, cabe empezar por apuntar que no carecemos de noticias en las fuentes musulma-
nas y cristianas, aunque tales noticias suelen ser contradictorias, erróneas y desfiguradas
por intereses personales o colectivos, muchas veces producidos a través de fuertes filtros
ideológicos, con recursos tópicos y leyendas que cada bando forjó por propaganda, estra-
tegia, justificación... Entre la hojarasca, apenas los datos llegan a responder sobre cómo
ocurrió la conquista, y quedan por esclarecer cuestiones esenciales de tiempo y espacio, de
personalidad, intención, jerarquía y actuación de los protagonistas, o su número y propor-
ción, en cuántos casos dominaron por las armas o por pacto, cómo establecieron su Es-
tado y se relacionaron con los autóctonos, de cuánta tierra entraron en posesión...
Ante esta situación, un recurso considerable es analizar las fuentes disponibles para
nuestro conocimiento, lo cual repasaré a continuación, centrándome en las FUENTES
ÁRABES, es decir las escritas en lengua árabe, dejando ahora de lado las escritas en otras
lenguas, y entre ellas las latinas relacionadas con los mozárabes 2 , en algunas de las cuales

1.Al-Andalus, como equivalente de Spania, aparece por primera vez documentada n monedas acuñadas en
el 98 H. / 716 d.C.: Isidro de las Cagigas, "Al-Andalus (Unos datos y una pregunta)", Al-Andalus, IV
(1936-1939), pp. 205-214; sobre su etimología, "de los Atlantes", ha tratado J. Vallvé, entre otras oca-
siones en "Mater Spania (siglos VIH-X111)", Homenaje académico a D. Emilio García Gámez, Madrid,
1993, pp. 329-341.
2. Mikel de Epalza, "Crónicas mozárabes", Historia-I6, 191 (marzo 1992), pp. 112-116.

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MARÍA J. VIGUERA MOLINS

parecen encontrarse las páginas escritas más antiguas sobre los acontecimientos, de pleno
siglo VIII incluso, pero cuyo análisis resultaría demasiado compendiado en el breve
tiempo de una ponencia como la que ahora presento, siendo conveniente atender por
separado, en principio, a ambos bloques historiográficos, pues esas fuentes extra-arabo-
islámicas consideran la expansión-conquista islámica como un hecho ilegítimo e ilegitima-
dor respecto a su proceso histórico, situadas frente a las fronteras de al-Andalus y/o frente a
las fronteras marítimas del Islam magrebí, y oriental incluso 3 , mientras que para las fuentes
árabes tal expansión-conquista es precisamente origen de la legitimación de su historia&
Y entre las fuentes árabes centraré mi atención, ahora, en las CRÓNICAS, tipo de
fuente "literaria" ("literaria", no "documental", según las clasificaciones historiográficas
usuales) muy definido dentro del ámbito araboislámico 5 , y que en modo alguno son ni se
consideran como exclusivas canteras informativas, pues las noticias de la expansión is-
lámica no sólo se hallan, como bien se sabe, en tales Crónicas, sino en obras geográficas
(especialmente en el rico género de los al-Masálik wa-l-mamalik; y por citar algunos geó-
grafos, que ofrecen importantes testimonios sobre el tema de la expansión islámica: Ibn
Jurradbih, al-Yacqábt, al-klimyart y al-Bakrt, por no alargar más la lista, siendo tan intere-
santes las referencias escuetas de los más antiguos, como un reflejo de la cronística del
siglo IX 6 ), jurídicas (recordemos las observaciones de R. Brunschvig acerca de la impor-
tante presencia de lo jurídico en aquellos episodios y en su elaboración 7 ; o los tratados de
la organización fiscal de la expansión, y entre ellos toda la serie de kutub al-amwál y de
kutub al-jara9) 8 , biográficas (con obras tan informativas sobre nuestro tema como las de
Ibn klárit Ibn al-Faradt, al-Málikt y al-Dabbág) 9 , o de bellas letras (en las que
los episodios de la expansión se adornan con las galas estéticas y recreativas propias, no
exentas de la habitual carga ideológica, tan notable) 10 . Ante tan amplio panorama, pre-
fiero centrarme ahora en las crónicas, ofreciendo una relación de las más considerables,
cuyo enfoque conjunto nos parece interesante.

3. Sobre la historiografía cristiana peninsular me parece indicativo: Ron Barkay, Cristianos y musulma-
nes en la España medieval (El enemigo en el espejo), Madrid, 1984; 2 ed. 1991. Sobre reflejos ultrapire-
naicos: Pierre Guichard, "Los inicios de la piratería andalusí en el Mediterráneo occidental (798-813)", Es-
tudios sobre Historia Medieval, Valencia, 1987, pp. 73-103 [trad. del artículo publicado en Revue de
l'Occident et de la Méditerranée, XXXV (1983), 55-76].
4. Apuntes sobre esta cuestión básica en: Anouar Louca, "Le moment inaugurateur en Histoire. Analyse
d'un texte d'Ibn .Abd al- Hakam (187-257 H. / 803-871) sur la conquéte musulmane de l'Egypte", Procee-
dings of the IX Congres.s.: Union Europeenne d'Arabisants et d'Islarnisants, Leiden, 1981, pp. 181-192.
5. Bibliografía general sobre la cuestión en: M.J. Viguera, "Cronistas de al-Andalus", España, Al-Anda-
lus, Sefarad. Síntesis y nuevas perspectivas, ed. F. Mállo, Salamanca, 1988, 2' ed. 1990, pp. 85-98.
6. G. Cornu, "Les géographes orientaux des IXe et Xe siécles et al-Andalus", Sharq al-Andalus, III (1986),
pp. 11-18.
7. Robert Brunschvig, "Ibn "Abs1 al- Hakam et la conquéte de l'Afrique du Nord par les Arabes. Étude criti-
que", Annales de l'Institut d'Etudes. Orientales d'Alger, VI (1942-1947), pp. 108-155: Al-Andalus, XL
(1975), pp. 129-179.
8. Muy bien inventariados por Mu hammad'Im árat en su estudio introductorio a su edición del Kit th al-
amwal de Abu `Ubayd al-Qásim b. Sailárn, Beirut, 1989, pp. 10-16.
9. Por excepción, dada su reciente edición, sólo anoto entre ellos el libro de al-Jukantiljbdr al-fugalui'wa-
l-muhaddittn (Historia de los alfaquíes y tradicionistas de al-Andalus), ed. NI' Luisa Avila y Luis Molina,
Madi-id, 1992.
10. Significativo es que hazañas de la expansión islámica lleguen a la literatura popular, y que M tsá b.
Nusayr, por ejemplo, resulte héroe de Las Mil y Una Noches: Mia I. Gerhardt, The Art of Story-Telling,
Leiden, 1963, pp. 198-235; y sobre la literaturización del tema, en general: Mahmid Makki,
wa-l-hikáyát al-la`biyya al-muta'alliqa bi-fath al-Andalus", Revista del Instituto . Egipcio de Estudios Islá-
micos en Madrid, XXIII (1985-86), pp. 27-50; he Jesús Rubiera, "Estructura de 'Cantar de Gesta' en uno de
los relatos de la conquista de al-Andalus", Ibidem, pp. 63-73.

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EL ESTABLECIMIENTO DE LOS MUSULMANES EN SPANIA — AL-ANDALUS

Sobre las crónicas árabes medievales existen varios libros, tan conocidos como los de
F. Rosenthal, A History of Muslim Historiography l 1 , N.A. Faruqi, Early Muslim His-
toriography 12 , C. Cahen, Introduction a l'Histoire du Monde Musulman Médiéval 13 , entre
otros, que atienden más bien sus características externas: situándolas y describiéndolas,
las relacionan, y analizan incluso su proceso de composición, fuentes y datos... pero se
echan de menos sus "análisis de contenido", como subraya y explica Abdallah Laroui14,
con intencionado matiz significativo en el que lleva razón. Además, ya está netamente
definida la línea crítica que aporta la nueva actividad historiográfica, frente al enfoque
tradicional, bien expuesta por F.M. Donner en su introducción a la traducción inglesa de
la obra clásica de A.A. Duri, The Rise of Historical Writting among the Arabs15.
Entre tales crónicas árabes medievales, muchas de las relativas a la expansión islá-
mica por el Magreb y al-Andalus han sido más o menos descritas, más o menos objeto de
atención historiográfica, en una cadena de publicaciones iniciada realmente el siglo pa-
sado, entre ellas la admirable introducción de R. Dozy a su edición de al-Bayan
grib 16 , el todavía indispensable Ensayo biobibliográfico sobre los historiadores y geógra-
fos arábigoespañoles de F. Pons Boigues 17 , y diversos trabajos de E. García Gómez
como "Abenalcotía y Abenházam" y "Novedades sobre la crónica anónima titulada 'Fath
al-Andalus' 18 , W. Margais 19 , C. Sánchez Albornoz20, F. Sezgin21 , M. 'A. Makk t con
su considerable aportación sobre "Egipto y los orígenes de la historiografía árabe-espa-
ñola' y Ensayos sobre las aportaciones orientales en la España musulmana 22 , P. Chal-
meta23 , K.A. Boiko24, A.M. al-`Abbadt25 , J. Bosch Vi1á26 , `A.W. Dannün Táhá al tra-
tar sobre "La conquista y establecimiento araboislámico en el Norte de África y en al-An-
dalus" 27, J. Vallvé, con referencias en su Discurso.... recepción en la Real Academia de
La Historia, titulado Nuevas ideas sobre la conquista árabe de España. Toponima y ono-

11. Leiden, 1952; 2° ed. 1968.


12. Nueva Delhi, 1979.
13. Paris, 1982 (interesante reseña de L. Molina, Al-Qantara, IV,1983, pp. 489-492).
14. La crise des intellectuels arabes, trad. española, Madrid, 1991, cap. I, espec. pp. 15-28.
15. Princeton, 1983.
16. Princeton, 1983.
17. Madrid, 1898.
18. Respectivamente en Revista de Occidente, XVI (1927), pp. 368-378; y Annales de !Institut d'Études
Orientales d'Algar, XII (1954), pp. 31-42.
19. En especial su "Un siécle de recherches sur le passé de l'Algérie musulmane" en la obra colectiva His-
toire et historiens de l'Algérie, Paris, 1931, pp. 139-175.
20. Especialmente en "Fuentes de la historia hispano-musulmana del siglo VIII", reprod. en En torno a los
r
orígenes del feudalismo, Buenos Aires, 1942; ed. 1974, t. II.
21. Geschichte des arabischen Schrifttums, Leiden, I, 1967 a IX, 1984.
22. Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Madrid, V (1957), pp. 157-248; y Madrid,
1968.
23. "Historiografía medieval hispano-arábica", Al-Andalus, XXXVII (1972), pp. 353-404; "Una historia
discontinua e intemporal (Mbar)", Hispania, XXXIII (1973), pp. 23-75; Invasión e islamización, Madrid,
1994.
24. Arabskaia istoricheskaia literatura y lspanii, Moscú, 1977.
25. FT ta'n-j al-Magrib wa-l-Andalus, Beirut, 1978, pp. 311-356: "ma,sádir andalusiyya wa-magribiyya".
26. "Historiadores de al-Andalus y al-Magrib. Visión de la Historia", Estudios en Homenaje a Don Claudio
Sánchez Albornoz en sus 90 años, II, Anexos de Cuadernos de Historia de España, Buenos Aires, 1983,
pp. 365-376.
27. Publicado en árabe, Bagdad, 1982; y trad.: The Muslim Conquest and Settlement of North Africa and
Spain, London I New York, 1989, pp. 4-18; y algunos artículos sobre fuentes recopilados en sus Dir &raí fi"
l-ta'rij al-andalusi, Mosul, 1987.

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mástica28, o R. Collins 29 , además de las aportaciones contenidas en la sección monográ-


fica sobre historiografía publicada en la revista A1-Qanpra30 , lo ofrecido por G. Martínez-
Gros31 , y diversos estudios primordialmente de otro carácter, pero vinculados al tema, y
que iremos citando, más estudios preliminares de las ediciones y/o traducciones de fuentes
que en cada caso señalemos, y un trabajo colectivo sobre Crónicas andalusíes que se
encuentra en curso de publicación32.
Todo esto representa una importante base de referencias y de análisis sobre las cróni-
cas árabes en general, aunque menos acerca de sus contribuciones, en concreto, a la cues-
tión precisa de la expansión islámica, en lo cual voy a centrarme, ofreciendo una relación
comentada de las crónicas existentes más o menos por entero, o de las que han quedado
pasajes significativos sobre dicho tema relativamente consistentes y localizados, dejando
ahora de lado, para otro tipo de análisis historiográfico, aquéllas de las cuales poco más
que el título se conserva, o siguen sin reconstruirse sus noticias sobre la expansión islá-
mica partiendo de sus citas en recopilaciones posteriores, lo cual no siempre puede ha-
cerse. Seguiré en mi exposición un orden cronológico.

2. CRÓNICAS ÁRABES SOBRE LA EXPANSIÓN ISLÁMICA POR EL


MAGREB Y AL-ANDALUS
Por excepción incluyo en esta relación a al-Wáqidi, de Medina (130/747-206 o
207/821-822) dado su significativo lugar temporal, como autor del más antiguo texto "de
conquistas islámicas" conservado, si bien las extensas partes de su Kit ab - al-magázt33,
como tal transmitido en manuscrito, sólo atienden a los logros en la Península Arábiga y
poco más, aunque sea citado como fuente de informaciones sobre la expansión por el
Magreb y al-Andalus por Ibn HabTb, Ibn al-Faradr, al-Báladurt, al-Tabari, Ibn `Idári (al
menos cuatro veces, una de ellas a través de al-Rázi), e Ibn
El segundo autor de obra escrita conservada en relación con el tema es el andalusí
`Abd al-Malik Ibn klabib (174/790-238/852-853), cuyo Ta'rtj, editado entero reciente-
mente34 , dedica algunas páginas ("Báb istiftáh al-Andalus") a la conquista de al-Andalus
(pp. 136-150 de esa edición 35), señalando brevemente la actuación de Táriq, enviado por
Músá b. Nusayr, y la pronta intervención directa de éste, relatada de forma legendaria; los
tesoros que halló; menciona a los Tábi`íes llegados a al-Andalus, y nombres y cronología
de diecisiete valíes que gobernaron desde Músá a `Abd al-Rahmán I, en escueta relación que
"Abd al-Malik [Ibn Habil)] tenía de Ibrálilm b. al-Munir al-Hizáml" y éste de al-Wáqidlr.

28. Madrid, 1989, y Al-Qanuara, X (1989), pp. 51-150.


29. The Arab Conquest of Spain. (710-797), Oxford, 1989; trad. española, Barcelona, 1991.
30. X (1989), 453-542, con contribuciones de Albrecht Noth, "Futtih-history and futüh-historiography"
(pp. 453-462); NI" Luisa Ávila, "Obras biográficas en el Muqtabis de Ibn klayyán" (pp. 463-483); M°
Isabel Fierro, "La obra histórica de Ibn al-Qtitiyya" (pp. 485-512); Luis Molina, "Los Ajbar maYma'a y la
historiografía árabe sobre el período omeya en al-Andalus" (pp. 513-542).
31.L'Idéoloqie omeyyade. La construction de la légitimité du Califat de Cordoue (Xe-XIe siécles), Madrid,
1992, espec. cap. 2: "Les itinéraires de la Conqufte: Arabes et affranchis", pp. 51-79.
32. Serie "Crónicas medievales" de Historia-I6, presentación por M.J. Viguera, Historia-16, 191 (marzo
1992), p. 112.
33. Ed. por Marsden iones, London, 1966, 3 t., con breve introducción en inglés y algo más extensa en
árabe.
34. Ed. J. Aguadé, Madrid, 1991.
35. Ya editadas y comentadas por Maldci, "Egipto", pp. 221-243.

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EL ESTABLECIMIENTO DE LOS MUSULMANES EN SPANIA - AL-ANDALUS

`Abd al-Rahmán Ibn `Abd al-I-lakam36 , egipcio, (ap.182/798-9 - 257/871) es el


autor de un libro sobre la conquista de Egipto, el Magreb y al-Andalus, varias veces edi-
tado y traducido, siendo recomendable la ed. y trad. de A. Gateau, Con quéte de l'Afrique
du Nord et de l'Espagne" , y tener en cuenta los ya citados y excelentes análisis de R.
Brunschvig y de M.`A. Mak1c138 . No es un relato demasiado extenso (desde la conquista
de Barqa hasta la partida de Músá b. Nusayr hacia Oriente, su infortunio y muerte: 35 pá-
ginas en su versión española, más 16 páginas con noticias sobre gobernadores de
Ifriqiya), pero consigue un reflejo hábil, recurriendo a presentar sus cadenas de transmi-
sión y fuentes de información, aunque respecto a ellas parece muy poco crítico. Es bien
significativo que Brunschvig concluya su análisis, observando 39: "Avons-nous enlevé de
la sorte toute valeur historique á son récit de la Conquéte (de la Conquete proprement
dite, bien entendu)? En donnant á ce récit, presque á chaque page, une interprétation qui le
rend suspect, nous avons manifestement aggravé le doute que légitime, en plus de certai-
nes contradictions, la longueur du temps écoulé entre les faits et leur narration. De toutes
ces données il ne subsiste en derniére analyse, comme súrs, ou comme simplement pro-
bables, que des linéaments, qu'une esquisse sommaire de la suite des grands événements,
quelques noms propres, un tres petit nombre de dates-replres: suffisamment pour que ion
sache en gros l'assez lent processus et les difficultés de la Conquete de la Berbérie de l'Est
(pour celle de l'Ouest, la chose est trés obscure); mais on ne peut prétendre á aucune sécu-
rité sur les détail-,". Ya volveremos sobre esta juiciosa observación, tan aceptable y evi-
dente.
Casi contemporáneo de 1bn `Abd al-Hakam, el bagdadí al-Baláduri (muerto, pa-
rece, en 279/892-3), escribió un libro sobre Futah al-bulckin, objeto de una cuidada edi-
ción reciente40 sobre la antigua y ya buena edición de M.J. de Goeje, con su traducción
por P.K. Hitti 41' , pero no existen análisis sobre la obra, si bien es un síntoma de su im-
portancia la forma en que la usa F.M. Donner, en su libro sobre The Early Islamic Con-
quests42 , respecto a la expansión oriental, porque sobre la occidental sus noticias son
bien escuetas: desde la toma de Barqa hasta el final de la conquista de al-Andalus emplea
sólo 15 páginas (páginas 314 a 329, de la reciente edición citada, y sobre un conjunto de
más de unas 660 páginas de texto total), en la clásica secuencia: conquista de Barqa y
Zawila, de Trípoli, de Ifilqiya, de Tánger y de al-Andalus, dedicando luego un par de pági-
nas a las conquistas de las islas de Rodas y Sicilia. Casi todas las noticias dice tomarlas
de al-Wáqicff, y se advierte en ellas dos tonos distintos: seca relación de gobernadores y
sus principales actos, junto a desarrollos algo más jugosos y de sabor legendario respecto
a algunos temas. Parecen así insinuarse dos registros distintos, aspecto notable sobre el
cual volveremos.
Antes de terminar el siglo IX debieron escribirse los relatos sobre la expansión islá-
mica por el Magreb y al-Andalus, que luego se hallan reproducidos en la obra anónima ti-
tulada Kita al-Imama wa-l-siyasa, de composición posterior, y mal atribuida a Ibn Qu-

36. Remito en este y en otros casos en que ello ocurra a la Encyclopédie de ¡'islam EJ.); así ahora: E.I.
2° ed., III, p. 696, por E. Rosenthal.
37. Argel, 1942; sus aciertos están reproducidos en la versión española, parcial, del texto de Ibn 'Abd al-
Ijalcam, Conquista de Africa del Norte y de España, Valenci., 1966.
38. Citado antes en ' is notas 7 y 22.
39. Artículo citado, reprod. Al-Andalus, p. 179.
40. Ed. Ants al-Tabbá' y 'U. Ants al-Tabbá', Beirut, 1987.
41. Ed. Leiden, 1866; la trad. se tituló The Origins of the Islamic State, New York, 1916 y 1924.
42. Princeton, 1981.

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tayba43 . M.`A. MakkT ha analizado muy bien estas referencias": el protagonismo haza-
ñoso que cobra Müsá b. Nusayr, y los indicios de que la elaboración de los relatos se
efectuara en Egipto, le llevan a identificar como su muy posible compendiador a un des-
cendiente del propio Müsá b. Nusayr que en la segunda mitad de aquel siglo IX vivía en
Egipto, y se llamaba Mu`árik. Con esto se explica buena parte del montaje literario que
es posible advertir en estas primeras recopilaciones escritas del siglo IX, en la raíz de todo
lo que vendrá después45.
Y llegamos al importante eslabón histórico, si lo vemos en general, y no sólo en re-
lación con nuestro tema, que es al-Tabarl (225/840 310/923), que trabajó en Bagdad y
escribió, entre otras obras, un voluminoso Ta`rif al-rusul wa-l-mulak, bien editado por
M.J. de Goeje y luego por M. Abá IbráhTm46, traducido al francés y al inglés, esta
última versión en un reciente y amplio esfuerzo loable 47 ; "Anales" estos relativamente
analizados, sobre todo en relación con sus noticias sobre el Oriente islámico, aunque su
metodología sí haya quedado de manifiesto, a través del estudio de I. Abdulkader Tayub,
Islamic historiography: The case of al-Taban" Ta`rtkh al-rusul wa-l-mulak On the Com-
panions of the Prophet Muhammad48, aunque sea estudio de una parte, pero su examen
del paso de las tradiciones o ajbar a la "crónica" tiene una validez generalizable. En sus
precisos "Anales" va registrando al-Tabart, año tras año, los sucesos principales, apun-
tando, de forma breve, los avances desde Barqa en adelante y los gobernadores y sus actos
más trascendentales, con una sequedad lapidaria, por ejemplo: "Luego viene el año 91
[709-710]. Mención de los sucesos que en él acaecieron:.., en él invadió Másá b. Nusayr
al-Andalus, y por su mano se conquistaron ciudades y castillos (madd'in wa-hustin)"
(VIII, p. 1217, ed. de Goeje), aunque no evita ciertas digresiones legendarias, como
cuando describe el aparato regio del rey visigodo Rodrigo (VIII, p. 1235), o la rivalidad
entre Ta'riq y Más, y la noticia, muy breve, eso sí, sobre la "mesa de Salomón", y so-
bre la conquista de al-Andalus poco más.
La mención de Ahrnad al-Irázi (274/888-344/955) es sobre todo testimonial, porque
sus obras no se han conservado directamente, sino en citas de otros autores, e incluso en anti-
guas versiones castellanas y portuguesas, que sólo muestran, a veces, retazos de noticias
sobre la expansión islámica por la Península Ibérica. Su hijo `Isá al-Rázi 49 cuenta la instala-
ción de la familia en al-Andalus y cómo Ahmad se dedicó a la historia y a "la investigación
histórica, disciplina que no cultivaban entonces los andalusíes. Se puso a recoger informa-
ciones de los ancianos y de los transmisores de noticias (ruwat), y juntó y armonizó esa docu-
mentación en forma de historia. Fue de esta suerte el primero que codificó en al-Andalus
las reglas de la composición histórica... [dotando] a los andalusíes de una ciencia que hasta
ese momento no habían cultivado con acierto". Todo esto ha hecho de los RázT objeto de
atentos estudios, sobre sus fuentes y sobre sus notables repercusiones historiográficas".

43. Julián Ribera tradujo esos pasajes en apéndice a su traducción del libro de Ibn al-Qütiyya, Historia de la
conquista de España, Madrid, 1926, pp. 105-165: "Narración de la conquista de Espana, tomada del libro
'al-Imamato ua As-siasato', de Abencotaiba".
44. "Egipto", pp. 210-220.
45. La obra entera al Intamawa-l-siyc7sa ha sido editada por T.M. al-Zaynt Beirut, 1968, 2 t.
46. Leiden, 1879-1901, 15 vols.; El Cairo, 1969, respectivamente.
47. Cfr. M. Lecker, "Shurtat al-Khamis and other matters: Notes on the translation of Tabaris Ta`rtkh",
Jerusalem Studies in Arabic and Islam, XIV (1991), pp. 276-289.
48. Tesis Doctoral, Temple University, 1989.
49. E. Lévi-Provengal, Historia de la España musulmana, Historia de España, dir. R. Menéndez Pidal, trad.
E. García Gómez, Madrid, vol. V., pp. 321-322.
50. Bibliografía en M.L. Ávila, "Rázr, Historia 16, en prensa.

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Ni siquiera hay pruebas de que Ibn al-QUifiyya (m. en Córdoba, en 367/977) pu-
siera él mismo por escrito los apuntes sobre historia de al-Andalus, desde la conquista
hasta los tiempos de `Abd al-Ralymán ifi, apuntes no extensos que transmitía a sus discí-
pulos. La situación de este descendiente del rey visigodo Witiza ha sido ampliamente
atendida, y prácticamente se ha llegado al máximo del posible conocimiento" sobre él,
partiendo de los textos hoy disponibles o de él emanados, como su Ta'ríj iftiteily al-Anda-
lus, objeto de varias ediciones y traducciones 52 bastante satisfactorias, aunque podría afi-
narse algo más su interpretación. La obra se inicia con la batalla entre el rey Rodrigo y
Táriq b. Ziyád y dedica una veintena de folios (de los 117 que tiene el manuscrito) a refe-
rir sucesos de la primera mitad del siglo VIII, hasta el desembarco de `Abd al-Rahmán I.
Se aprecia una transmisión "familiar" interesada de ciertas noticias, lo cual carga su relato
de motivada perspectiva.
Muy pocos son los pasajes de Ibn AJA 1-Fayyáll (m. en Almería, en 459/1067)
hoy conservados, a través de citas de otros autores, que permiten recomponer algo su
Crónica, en la que incluía referencias a la conquista del Magreb (noticias sobre `Uqba b.
Náfi`, citadas por Ibn 'kik° y de al-Andalus ("origen legendario del nombre de «al-Anda-
lus»", sobre la «Casa Cerrada de Toledo», alguna leyenda sobre Táriq, sobre la «Iglesia de
los Cautivos» de Córdoba, "Julián enviado a Algeciras por Müsá", "fecha de la llegada de
Táriq a al-Andalus", "encuentro de Táriq con los hijos de Witiza", sobre Isbán, los avan-
ces musulmanes por Écija, Córdoba, Orihuela, acciones de rariq y enseguida de Músá, y
dos noticias sobre los valíes de al-Andalus)53.
Fragmentario es el texto del Ta'ríj Ifriqiya wa-l-Magrib de al-Raqlq al-Qayránl
(m. hacia la mitad del siglo V/XI) identificado hace unos treinta años, y editado dos ve-
ces, la primera muy defectuosa, en 1967, y la segunda, en 1990, con acierto, por `A.A.
al-Zaydán y por `I.D. `Umar Músá 54 . Lo conservado comienza con el gobierno de
`Uqba y otros valíes en el Norte de África, hasta Más b. Nusayr, dedicando entonces cua-
tro apartados a la conquista de al-Andalus, a la entrada en Toledo, a una noticia sobre
Qarp9anna (¿Cartago?, ¿Cartagena? ) y quien la fundó, y el regreso a Oriente de Músá,
siguiendo con la situación magrebí hasta los Aglabíes.
Otra obra anónima andalusí, los Ajbar majvntra ha sido objeto de una serie de análi-
sis, desde R. Dozy y J. Ribera hasta los que ahora le han dedicado L. Molina y E. Mo-
lina55 , procurando fechar la redacción de su contenido, que abarca desde la expansión ma-
grebí a finales del siglo VII hasta, ya centrándose en al-Andalus, casi mitad del siglo X,
temario en el que se distinguen varios bloques, uno de los cuales es el dedicado a la con-
quista islámica, formado por algunos materiales contemporáneos a los hechos, lo cual
"presta al libro —según su primer editor y traductor, E. Lafuente y Alcántara 56 — mayor
autoridad", con afirmación discutible. De todos modos, la recopilación final de los Ajbar,

51. Tiene en cuenta y ofrece relación de la bibliografía anterior M.I. Fierro, "La obra histórica de 1bn al-
Qíiti yya", Al-Qantara, X (1989), pp. 485-512; y en "Ibn al-Qiitiyya", Historia 16, 217 (mayo 1994), pp.
111.- 119 .
52. Desde la ed. de P. de Gayangos, a mediados del siglo XIX, publicada en Madrid, 1926, con trad. de J.
Ribera, Historia de la conquista de España.
53. Información completa por Camilo Álvarez de Morales, "Ibn Abil-Fayyg, Historia 16, en prensa.
54. Beirut, 1990, con una introducción en que se recogen suficientes datos para seguir la historia de la
investigación sobre este autor.
55. En los trabajos de ambos puede hallarse toda la bibliografía hoy existente sobre la obra que nos ocupa;
véase: L. Molina, "Los Ajbdr m4nura y la historiografía árabe sobre el periodo omeya en al-Andalus", Al-
Qantara, X (1989), pp. 513-542; E. Molina, "Ajbár rnapni'a" Historia-16, en prensa.
56. Ajbar machmua (Colección de tradiciones), Madrid, 1867, "Prólogo", p. VII.

41
MARÍA J. VIGUERA MOLINS

que venía situándose en el siglo XI, ha sido retrasada por L. Molina: "difícilmente po-
drían haber sido redactados antes del comienzo del VI/XII y nos parece probable que sean,
cuanto menos, un siglo más tardíos". Sus detalladas noticias sobre la campaña de rariq,
la entrada en Córdoba, Carmona y Mérida, la venida del sirio Ba19, y las guerras de la
primera mitad del siglo VIII, que ocupan, hasta la llegada de `Abd al-Rahmán I, unas
ochenta páginas del texto editado, le otorgan un lugar destacado como fuente informativa,
entre las crónicas andalusíes de la expansión islámica, y así la señala E. Lévi-Provengal,
que basó su capítulo sobre "La conquista y la islamización de España" principalmente en
los Ajbár, junto con las crónicas de Ibn Ibn `Abd al-klakam, Ibn `Idárl, Ibn
al-Atir y al-Maqqart 57 , pero en los Ajbar son detectables lagunas y errores, y realmente la
prueba de su valor, aunque en general es alto, debe establecerse tema por tema, en un tipo
de análisis historiográfico todavía poco cultivado 58 . Los Ajbar necesitan una nueva edi-
ción y traducción, con su estudio correspondiente.
Llena de problemas está la recopilación, también anónima, conocida como Fatly al-
Andalus ("La conquista de al-Andalus"), parte del comienzo de su manuscrito editado (y
traducido, de modo muy imperfecto, por Joaquín González, en libro que se publicó en Argel,
1889: Historia de la conquista de España. Códice arábigo del siglo XII). La obra ha sido ana-
lizada, hasta ahora, además de los apuntes de su editor, por E. García Gómez, en sus clari-
videntes "Novedades sobre la crónica anónima titulada «Fath al-Andalus»", por C. Sánchez
Albornoz, P. Chalmeta y L. Molina; éste último ha conseguido definir historiográfica-
mente el Fath59, probando que su composición ha de situarse entre una fuente del Fatly, la
ilat al-Mugrib de Ibn Muzayn (que usó un manuscrita del Kitab al-rayat de al-RázI, can-
tera sin duda de interesantes informaciones sobre la expansión islámica por al-Andalus), de
finales del XI o comienzos del XII, y el Kitc7b al-iktifc7 de Ibn al-Kardabús, de finales del
XII, donde pueden identificarse pasajes relacionados con el Fatly. Su contenido se resume en
esa frase inicial del manuscrito del Fath, ya aludida: "mención de la conquista de al-
Andalus, de los emires que se sucedieron allí hasta los reyes rebeldes [de Taifas] y los virtuo-
sos almorávides que los aniquilaron", pero su aportación de interés reside en sus noticias
"desde la conquista (92/711) hasta la muerte del fundador de la dinastía omeya, `Abd al-
Rahmán ¡(172/788)", como señala L. Molina, cuya nueva edición del Fatly está anunciada.
Desde el XII y hasta el XVII, con al-Maqqad, con quien finalizaremos nuestra rela-
ción (y acaso incluyendo en esta composición lejos de Al-Andalus al mismo Fatly al-An-
dalus) la recopilación de las noticias sobre la conquista islámica de al-Andalus y/o el Ma-
greb va, bien significativamente, a efectuarse en el Magreb o en Oriente, al menos res-
pecto a las obras que se han conservado, y dejando aparte las escasas y literaturizadas re-
construcciones moriscas.
En efecto, la gran cima de la historiografía60 analística islámica que es al-Kárnil ft 1-

57. Historia de España musulmana (711-1031), t. IV de la Historia de España, dir. por R. Menéndez Pidal,
trad. E. García Gómez, Madrid, 3 ed., 1967, pp. 3-59, y espec. p. 54, nota 8.
58. Un ejemplo de estos análisis es el realizado por Eduardo Manzano, "La rebelión del año 754 en la
Marca Superior y su tratamiento en las crónicas árabes", Studia Historica. Historia Medieval, IV (1986),
pp. 185-203.
59. "Fat h al-Andalus", Historia-16, en prensa. En este artículo se encuentran referencias bibliográficas
completas sobre la cuestión, a las que remito, como también a su planteamiento, que me parece excelente,
a la espera de que publique, como ya está anunciado, su nueva ed. de la obra. Sólo añado los breves apuntes
que ha dedicado al Fath, indirectamente, `A.W. Danntin Táhá, Dirüsítft 1-ta'rij al-andalusi, Mosul, 1987, pp.
210-211, con cierto interés, por relacionarlo también con las obras de Ibn Muzayn y de Ibn al-Sabbát; y la
edición de L. Molina, Fath al-Andalus, Madrid, 1995.
r
60. E.I., ed., III, pp. 746-747, por F. Rosenthal.

42
EL ESTABLECIMIENTO DE LOS MUSULMANES EN SPANIA - AL-ANDALUS

Ta'rtj del iraquí Ibn al-AtIr (555/1160-630/1233), que extiende su materia desde la crea-
ción del mundo hasta el año 628/1230-31, recoge muchas noticias sobre la expansión is-
lámica por el Magreb y al-Andalus, evitando los desarrollos legendarios, con una selec-
ción consciente que parece explícita en su conclusión, tras exponer brevemente la con-
quista de Toledo "donde encontró la mesa de Salomón hijo de David, la paz sobre él, y
todo el oro y piedras preciosas que había, pero Dios sabe más. Y digo: nada más se aña-
dirá, pues ya he mencionado lo suficiente, en el año 92 [710-711], sobre la conquista de
al-Andalus y la ida de Músá b. Nusayr junto a Táriq, y no hay necesidad de volver sobre
ello, excepto [indicar] que AH "(Ía'far menciona que Músá fue quien envió a rariq, y éste
estaba en al-Andalus, y conquistó la ciudad de Toledo, pero lo que menciona la gente de
al-Andalus en sus historias es lo que antes se citó" 61 . Por este manifiesto cuidado de Ibn
al-Atír en evitar lo legendario, logrando dar un relato esencial seguido de la expansión
magrebí y andalusí, su obra ha sido muy apreciada 62, puesta en circulación sobre todo por
la antigua edición de C.J. Tornberg63 y por la traducción parcial de E. Fagnan, Annales
du Maghreb et de l'Espagne", pero ambas reclaman revisión, como también que se
esclarezcan sus fuentes, entre las cuales C. Sánchez Albornoz señaló a al-Ráz1 65 , y com-
probarlo tendría interés en relación además con las fuentes de Yáqút.
En la segunda mitad del XII, el tunecino Ibn al-Kardabús (acaso fallecido ya en el
siglo XIII) recopiló su Kita al-iktifc7' ft ajbcir al-julafc7, extensa crónica enciclopédica
desde la aparición del Islam hasta su época, incluyendo un resumen de historia de al-Anda-
lus desde la conquista hasta los tiempos del califa almohade Abú Ya`qúb, que fue editado
por A.M. al-`Abbál, junto con los pasajes asímismo sobre al-Andalus (además de los re-
lativos a Sicilia) del Kitdb silat al-simt del también tunecino Ibn al-Sabbát (618/122-
1681/1282), partes que han sido traducidas y anotadas 66 . Son recopilaciones de fuentes
anteriores, más conocidas en el caso de Ibn al-Sabbát, que describen la conquista de al-
Andalus con los habituales detalles anecdóticos, en 16 páginas Ibn al-Kardabús (desde una
breve semblanza del califa 11-Walid hasta la entrada de `Abd al-Rahmán I en Córdoba), y
en unas 30 páginas Ibn al-Sabbát, de las cuales hay que restar largos párrafos describiendo
varias ciudades.
Ibn `Idári al-Marrákult recopiló una historia del Magreb y de al-Andalus desde la
expansión islámica hasta comienzos del siglo XIV, el famoso al-Baycin al-mugrib fi
(ijtisúr)ajbcir multik al-Andalus wa-l-Magrib; sus dos primeras partes, una referente al
Norte de Africa y la otra a al-Andalus (pero sólo hasta finales del siglo X), fueron editadas
y estudiadas por R. Dozy, y sobre su edición traducidas por F. Fernández y González y
por E. Fagnan 67 ; la edición fue superada por la de G.S. Colin y E. Lévi-Provenga168;

61. al-Kbmil reprod. Beirut, 1965-67, 13 t., IV, p. 576.


62. Está entre las básicas de E. Lévi-ProvenIal, cfr. antes nota 57.
63. Leiden, 1863, 12 t., reprod. en la edición de Beirut antes citada.
64. Argel, 1901.
65. "Rasis, fuente de Aben Alatir", Bulletin Hispanique, XLi (1939), pp. 5-59.
66. Ed. en Revista del Instituto Egipcio de Estudios Islámicos en Madrid, XIII (1965-66), pp. 7-126 y XIV
(1967-68), pp. 99-163; trad. Emilio de Santiago, "Un fragmento de la obra de Ibn al-Sabbát (s. XIII) sobre
al-Andalus", Cuadernos de Historia del Islam, V (1973), pp. 7-93; y Felipe Maíllo, lbn al-Kardabús. Histo-
ria de al-Andalus, Salamanca, 1986; en todo ello puede hallarse el conjunto de las referencias bibliográfi-
cas existentes.
67. Respectivamente Leiden, 1848-51, 2 t.; Granada, 1860; y Argel, 1901-04, 2 t.; cfr. El., 2' ed., III, p.
829, por J. Bosch Vilá.
68. Leiden, 1948-51, 2 t., que ha sido reproducida en Oriente en varias ocasiones, sobre todo en 4 t., pu-
blicados por I. Abbá.s, Beirut, 1967, 2' ed., 1980.

43
MARÍA J. VIGUERA MOLINS

conviene revisarla, teniendo muy en cuenta el entramado de sus fuentes, las cuales han
sido bien establecidas 69 , porque este compendio, con casi un centener de páginas en total
sobre la expansión por el occidente islámico, resulta esencial.
También a principios del siglo XIV fue recopilado, por `I.Jbayd Alláh Ibn `Abd al-
klalim, un importante relato sobre la conquista del Norte de Africa, traducido por E.
Lévi-Provengal en 19547 °, y que forma parte del ms. misceláneo K-1275 de la Biblioteca
Nacional de Rabat, con textos en elogio de los beréberes (como el resto, conocido como
Mafdjir al-barbar), en relación con lo cual ha de enfocarse, como ha planteado una Tesis
Doctoral, realizada por Muhammad
El egipcio al-Nuwayri (m. en 732/1332) recopiló otra crónica enciclopédica, de
contenido inferior a la de Ibn al-AtTr, según parece en los capítulos dedicados al Magreb y
a al-Andalus editados hasta hoy 72. En ellos sólo se ocupa de la conquista del Norte de
Africa, comenzando la parte andalusí a partir de la llegada de `Abd al-Rahmán I. Recien-
temente Mustafá Abü Dayf Ahmad 73 ha publicado una nueva edición, muy cuidadosa, y
que procura comparar pasajes entre diversas fuentes, como un primer paso dentro de todo
un proceso de localización general a realizar.
De finales del siglo XIV debe datar también la compilación anónima titulada Dikr
B n'ad al-Andalus, editada, traducida y analizada por Luis Molina 74 ; allí se dedica un
capítulo a la "Conquista de al-Andalus por los musulmanes. Emires árabes que goberna-
ron hasta `Abd al-Rahmán al-Dájil" (pp. 83-89 del texto árabe; 105-111 de la traducción),
con mención escueta de noticias, que el editor ha localizado, menos una (párrafo n° 12) en
otras fuentes (en las obras de al-RaqTq, Ibn al-AtTr, Ibn `IdárT, al-MaqqarT, Ibn `Abd al-
gakam, Ibn al-QCMyya, Ibn al-Kardabfis, Ibn al-abbát, Fath al-Andalus, al-GassánT e
Ibn AbIl-Fayyách, formando un mosaico parecido al habitual, con las piezas más o me-
nos en otra disposición.
El grande y conocido historiador IbnJaldún 75 (Túnez, 732/1332 — El Cairo, 784/
1406) incluyó en su historia universal, Kitdb al-Vbar, dos series principales de noticias
sobre la expansión islámica por el Magreb y al-Andalus, una estructurada desde el go-
bierno central arabo-islámico que dirigía la acción y otra estructurada desde los autóctonos
(algunas páginas del t. IV), siendo mucho más marcadas, informativas y documentadas
las relativas a los beréberes frente a la expansión (páginas del t. VI 76) que a los godos77 y
en general a los sucesos andalusíes, narrados en resumen, y a veces con errores. La edi-

69. En parte por `A.W. Dann tinrah, "Mawárid Ta'rij Ibn 'Idárt al-Marrákust `an al-Andalus mina 1-fath ilá
niháyat `asr al-tawalr, Dirdstít j al-andalust, Mosul, 1987, pp. 181-238; Juan Castilla, "Crónicas
magrebíes para la historia de al-Andalus", Actas del II Coloquio Hispano-Marroquí de Ciencias Históricas,
Madrid, 1992, pp. 129-138.
70. "Un nouveau récit de la conquéte de l'Afrique du Nord par les Arabes—, Arabica, 1(1954), pp. 17-43.
71. Presentada, bajo la dirección de M.J. Viguera, en la Universidad Complutense de Madrid, en 1994.
72. Ed. y trad. M. Gaspar Remiro, Historia de los musulmanes de España y África, Granada, 1917; trad.
Baron de Slane, "Conquéte de l'Afrique septentrionale par les musulmans et histoire de ce pays sous les
émirs arabes", apéndice a su trad. de la Histoire des Beréberes par Ibn Jalcliin, Paris, 1847-1851, 2 t., I, pp.
313-366 (hasta mitad del siglo VIII).
73. Ta'ríf al-garb mmn Kittib nihdyat al-arab fifuniin al-adab, Casablanca, 1984.
74. Una descripción anónima de al-Andalus, Madrid, 1983, 2 t.
75. Baste remitir a: Maya Shatzmiller, L'Historioqraphie mérinide. Ibn Khaldún et ses contemporaines,
Leiden, 1982, espec. pp. 47-92.
76. Cito por la edición de Beirut, 1981-83, en 8 t., con establecimiento del texto, notas e índices por Jalil
Sahhhda.
77. Una cierta perspectiva de la cuestión puede hallarse en la traducción de Oswaldo Machado, "La historia
de los godos según Ibn Jaldún", Cuadernos de Historia de España, 1-11 (1944), pp. 139-155.

44
EL ESTABLECIMIENTO DE LOS MUSULMANES EN SPANIA - AL-ANDALUS

ción beirutí citada es aceptable, pero los pasajes sobre la conquista islámica requerirían un
análisis pormenorizado.
Voy a terminar la relación con una gran obra, entre histórica y literaria que atesoró
noticias sobre al-Andalus, y es el Nafly al-ttb mmn gusn al-Andalus al-rattb, de al-Maq-
qarl (m. 1014/1631). Las referencias allí reunidas sobre los comienzos de
al-Andalus son importantes y relativamente extensas. Existen varias ediciones, y entre
ellas la más reciente de Ihsán `Abbás78; pero carece de suficientes análisis.
Sobre este conjunto de crónicas que contienen más o menos información sobre el es-
tablecimiento de los musulmanes en la Península Ibérica se pueden proponer algunas re-
flexiones: resulta que, desde el siglo III al XI de la Hégira / IX a XVII de nuestra Era, se
escalonan las 21 obras cronísticas (crónicas o conservadoras de pasajes cronísticos) prin-
cipales, y más o menos enteras llegadas hasta nuestros días, sobre la expansión islámica
por el Magreb y al-Andalus. De cada una de ellas he procurado presentar una descripción
breve, pero útil y actualizada, cuantificando y calificando relativamente su contenido, y
señalando el estado en que se encuentran respecto a la edición y análisis de sus textos, ob-
servando cuánto queda aún por realizar al respecto.
Tales 21 obras cronísticas, en que se ha conservado, entera o fragmentaria, gran parte
de la memoria histórica elaborada y reproducida, por escrito, en árabe, sobre el aconteci-
miento básico y autolegitimador que fue la expansión islámica, durante los ocho siglos
mencionados, del IX al XVII, esas 21 obras cronísticas, como una parte significativa que
son, en cantidad y calidad, de la producción cronística araboislámica, representan el rico
desarrollo que conoció la escritura de la historia en este ámbito, tras comenzar unida y
supeditada a los estudios religiosos y jurídicos, para independizarse en su entidad de ellos,
pero no en su fondo ideológico, pues este tipo de obras es uno de los que más representan
su ideología y sus ideales. Independizada, pues, poco a poco, de la urdimbre de las obras
religiosas y jurídicas (que se auxiliaban de los datos históricos, así incrustados en esos
otros tratados), la memoria histórica emprendió un camino también supeditado a los inte-
reses dinásticos, y los cronistas cortesanos se dedicaron a manejar los datos como forma
de legitimación del Poder. Se orientan además las obras cronísticas por intereses de gru-
pos o por intereses locales. Y favorecen, como obras oficiales que son, los dos grandes
procesos de la islamización y de la arabización propugnados por la estructura estatal islá-
mica.
Todas estas circunstancias, condicionamientos e intereses afectan a la elaboración de
las páginas dedicadas a la expansión islámica en esas 21 obras representativas, y hasta tal
punto que, por ejemplo, cuando encontramos redactados relatos de glorificación (mafdjir)
de los beréberes, la glorificación se expresa en árabe, se les adjudica un origen arábigo, y
se produce en buena parte, tal glorificación, a través de sus acciones en pro de la expan-
sión y la defensa del Islam".
Tantas interferencias en juego pueden llevar, y de hecho llevaron, a una especie de
pugna cronística por decidir a quién corresponde el protagonismo dé la expansión islá-
mica, y no sólo entre individuos (y así los pocos nombres que al respecto nos quedan son
movidos por las noticias como piezas de ajedrez, como símbolo de intereses a posteriori:
de este modo ocurre con la rivalidad que se refiere entre Táriq y Músá, o entre éste y el ca-
lifa omeya Sulaymán, etc.), sino también entre etnias, linajes o cualquier otro grupo. R.

78. Beirut, 1968, 8 t.


79. Véase, por ejemplo, M. Sadok Bel Ochi, La conversion des beréberes a l'Islam, Túnez, 1981.

45
MARÍA J. VIGUERA MOLINS

Brunschvig s° avisaba: "l'histoire intéresse beaucoup moins en elle-méme que par les ar-
guments que peut en tirer l'école juridique á laquelle appartenait Ibn `Abd al-Hakam.
faut connaitre cette optique, forcément déforrnante, pour comprendre avec quelles précau-
tions doit étre utilisé l'oeuvre de cet auteur", y A. Sadqi se planteaba, recientemente, si
"L'interpretation généalogique de l'histoire nord-africaine pourrait-elle étre dépassé?" 81 . En
todo esto podemos encontrar, además, una de las divisorias de enfoque en la historiografía
de la expansión, donde claramente se presenta la magrebí como una conquista árabe, pero
la andalusí se presenta, pero a la vez se cuestiona, como una conquista beréber, y
"menos" árabe82.
Las crónicas examinadas parecen componerse de unas líneas básicas, con registro de
los hechos esenciales y de su cronología, por un lado, y por otro de desarrollos anecdóti-
cos, de carácter muchas veces legendario, seleccionado en mayor o menor cantidad por
cada autor, y en ocasiones evitado con cuidado (como señalé en el caso de Ibn al-Afir).
La parte escueta corresponde a las meras listas de nombres y fechas que J. Schacht
probó eran la más antigua composición histórica araboislámica 83 . La combinación entre
registros escuetos y desarrollos anecdóticos es muy significativa, porque apunta las ten-
dencias interpretativas y los intereses pretendidos. Al respecto ha escrito `Azi-z al-Azmeh
un revelador artículo sobre "Histoire et narration dans l'historiographie arabe" 84. y como
advertía E. García Gómez85 : "Una leyenda no está inventada nunca en el vacío. Tiene una
base, que suele ser difícil de encontrar; pero que, si se encuentra, es enormemente revela-
dora". Por la incorporación de estos desarrollos anecdóticos van creciendo, en general, las
páginas de las obras cronísticas, según avanzan los siglos, y ello por el incremento de la
elaboración literaria y no por la incorporación de documentación nueva, como es bien ló-
gico.
Entre los acontecimientos de la expansión, en la segunda mitad del siglo VII y co-
mienzos del VIII, por su parte, y las primeras obras escritas del siglo IX que nos han lle-
gado (al-WAqicff, Ibn Habib, Ibn `Abd al-Hakam, al-Baládurt y el Kitúb al-imama wa-l-
siyiisa) transcurre más de un siglo, en el cual los relatos de la expansión se fueron for-
mando y transmitiéndose oralmente. Nadie duda hoy de la ex'actitud que pueden lograr las
tradiciones de composición y transmisión ora1 86, pero sí merecen —y reclaman— atención
los cuatro focos en que fueron componiéndose y transmitiéndose primero estas tradicio-
nes, y que significativamente son : 1, oriental, que desemboca en los escritos de al-
W4q15; 2, egipcio, que va a parar a la obra de Ibn `Abd al-I-Jakam; 3, ifriql y 4, an-
dalusí, y todos ellos constituidos alrededor de las informaciones transmitidas por descen-
dientes de protagonistas de los episodios, en círculos de intereses que M.`A. Makkí ha te-
nido el mérito de esclarecer87.
En su totalidad, pues, a las 21 obras cronísticas aquí presentadas les afectan nuestras
sospechas de credibilidad, y estamos dispuestos a dar total razón, generalizándolo, al jui-

80. Artículo citado antes en nota 7: Al-Andalus, 1975, p. 179.


81. Hesperis-Tamuda, XXV (1987), pp. 80-90.
82. Véase H.T. Norris, The Berbers in Arabic Literature, London y New York, 1982, cap. 4: "The Arab
Conquest of Berber Africá and the Berbers in Spain", y por ejemplo p. 70.
83. "On Müsá b. Uqba's Kit lb al-Maghdzr', Acta orientalia, XXI (1953), pp. 288-300.
84. Annales. Économies Sociétés Civilisations, (1986), pp. 411-431.
85. "Novedades... Fat 13, p. 33.
86. Michael Zwetler, The Oral Tradition of Classical Arabic Poetry, Ohio State University, 1978.
87. En su artículo antes citado "Egipto y los orígenes".

46
EL ESTABLECIMIENTO DE LOS MUSULMANES EN SPAN1A - AL-ANDALUS

cio antes citado de R. Brunschvig 88 : de la cosecha de noticias de tal cantidad de obras no


quedaría, en último análisis, como seguro o como simplemente probable más que el cua-
dro de conjunto, con sólo los básicos sucesos, algunos nombres propios y las fechas
esenciales.
Algo puede paliarse, sin embargo, profundizando en el conocimiento de lo que fue-
ron los ajbcir y su proceso de escritura 89 , en la mecánica de los topoi", y en el desarrollo
de la metodología necesaria para abordar con eficacia las "historias de la conquista", como
ha propuesto con toda clarividencia Albrecht Noth91.
En mi descripción, análisis y crítica va no sólo implícita, sino también explícita, la
observación, ante las características de las 21 obras cronísticas ahora repasadas, de que no
puede contarse sólo con ellas para historiar la expansión islámica por el Magreb y al-An-
dalus (obvia observación, pero pocas veces aplicada de verdad), y de que debe recurrirse a
todas las demás fuentes, aparte de los avances de la investigación que ocurren por avances
metodológicos, y en nuestro tema por introducción del planteamiento sociológico, que
permite traspasar el marco anecdótico del relato tradicional sobre el acontecer, de la
conquista islámica, como plantearé a continuación.

3. POLÉMICAS INTERPRETACIONES

Observemos que el estado con que las fuentes árabes nos presentan las noticias sobre
la expansión islámica por Spania / al-Andalus ha dado lugar a reconstrucciones muy dife-
rentes, en una serie escalonada de interés que se manifiesta en todas las épocas, y que de-
semboca en las interpretaciones historicistas del siglo XIX, tan vívidas y detalladas como
las de R. Dozy, sobre todo en su famosa Historia de los musulmanes de España92, de E.
Saavedra, en su meritorio Estudio sobre la invasión de los árabes en España 93 , o de F.
Codera, cuya sabiduría se dedicó a aspectos tales como establecer la personalidad de "El
llamado conde D. Julián" o las conquistas por el Valle del Ebro y pirenaicas".
Sobre estas bases, E. Lévi-Provengal estableció un panorama general de cómo pudo
desarrollarse la conquista y la instalación de los musulmanes en la Península Ibérica, en
su antes citada España musulmana hasta la caída del Califato de Córdoba (711-1031), de-
dicando el capítulo 1° de su tomo I (volumen IV de la Historia de España, dir. por R.
Menéndez Pidal, excelentemente traducido por E. García Gómez), en total una cincuen-
tena de páginas, a "La conquista y la islamización de España (710-756)", donde toma, ex-
tracta y pule los datos de las fuentes, con su buen oficio de historiador característico de la
primera mitad de nuestro siglo, logrando una reconstrucción fenomenológica que, en cier-

88. Antes nota 39.


89. Es importante la actuación de figuras como la de Ibn Wadrah, situado entre lo oral y lo escrito: N/P Isa-
bel Fierro, Muhammad b. Wadrr-fh al-Qurtubi (m. 287/900)...Kiirib al-bida', Madrid, 1987, H. Kilpatrick,
"Context and enhancement of ibe . meaning of abbür in ¡he Kitrib al-Agrinr, Arabica, XXXVIII (1991), pp.
351-368.
90. Eduardo Manzano-Moreno, "Oriental 'topoi' in Andalusian historical sources", Arabica, XXXIX
(1992), pp. 42-58.
91. "Fut úly-History and Fut iiy-Historiografía", Al-Qamara, X (1989), pp. 453-462.
92. Varias veces traducida al español, antes de que apareciera su ed. revisada por E. Lévi-Provengal, His-
toire des Musulmans d'Espagne, Leiden 1932, en 3 t.
93. Madrid, 1896.
94. Trabajos reunidos en sus Estudios críticos de Historia árabe española, vol. VIII de la "Colección de Es-
tudios Árabes", Madrid, 1917.

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MARÍA J. VIGUERA MOLINS

tos puntos, no deja de ser su selección reconstructiva, sin que quede garantizada la realidad
que fue, tamizada por las fuentes y luego tamizada por la labor del historiador. En esta lí-
nea de aportación fenomenológica se inscriben las teorías de J. Vallvé, que, en su citado
Discurso de Recepción en la Real Academia de la Historia, señala que "la invasión se ini-
ció con la ocupación de Cartagena"95.
La reflexión apuntada acerca de lo realizado por E. Lévi-Provengal puede aplicarse al
conjunto de las reconstrucciones fenomenológicas, algunas tan esforzadas en el escrutinio
de las fuentes como las de C. Sánchez Albornoz 96, y otras de conclusiones tan disparata-
das como las de I. Olagüe en su libro Les arabes n'ont jamais envahi l'Espagne, com-
prometido título que fue disfrazado en su versión española: La revolución islámica en Oc-
cidente97.
Ésta fue una manifestación más de cómo el tema de la conquista musulmana de la
Península estuvo inmerso en la polémica historiográfica nacional sobre cuál era el conte-
nido legítimo de la Historia de España: si al-Andalus pertenecía o no pertenecía al "ser"
nacional, cuya decisión se hacía depender de la entidad de aquella conquista. Las identifica-
ciones que se produjeron, así, en la historiografía española contemplan y contienen tanto
aspectos globalizados como episódicos, como fue la relación establecida entre esa con-
quista musulmana de la Península Ibérica, planteada como un desastre, el de la "pérdida de
España", y la sensación general de desastre "que dominaba la conciencia colectiva de las
élites intelectuales.., sobre todo, claro está, en las del 98 y del 14", con lo cual, como si-
gue precisando Santos Juliá, al señalar la consecuencia de esto en la actuación historio-
gráfica, sucesivas generaciones "salieron a los caminos de la historia en busca del ser na-
cional... Constituyeron como problema central de su reflexión no un hecho social, sino
un concepto y hasta una metafísica —España o el ser de España—... El resultado fue que
mientras en Inglaterra los grandes debates historiográficos se centraron en cuestiones
como la transición del feudalismo al capitalismo.., mientras en Francia se trataba de en-
contrar una historia total... mientras los alemanes debatían sobre hechos sociales singula-
res como objeto de la ciencia social... en España la gran polémica filosófico/histórica de
la primera mitad [del siglo XX], acentuada y agravada por la catástrofe de la guerra [civil],
versará sobre el origen y el ser de los españoles, que las máximas figuras del Centro de
Estudios Históricos fueron a buscar a las alturas medievales o en el Siglo de Oro"98.
Hoy día parece claro que la reconstrucción fenomenológica puede superarse con el
análisis sociológico y atención sobre las estructuras de población, a través de todo lo cual
se calibran las dimensiones del acontecimiento de la conquista de Spania, sus ciscunstan-
cias y sus implicaciones. El mérito inicial de esta aproximación, con su lenguaje eficaz,
se debe a P. Guichard, que publicó, a fines de los 70, su renovador libro Al-Andalus. Es-
tructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente 99 , donde se propone
"reconstruir las líneas básicas de la estructura socio-antropológica de la sociedad pluri-ét-

95. M. Marín, "Ultimas teorías"; M.J. Viguera, "El dominio islámico del territorio peninsular", Cuader-
nos de Historia-16, 249, pp. 21-25 y 26-31.
96. Entre otros trabajos suyos, véanse los recogidos en Orígenes de la Nación Española, Oviedo, 1972-
1975, 3 t.
97. Paris:I969; Barcelona, 1974; entre las críticas que se opusieron a su teoría: P. Guichard, "Los árabes'
sí que invadieron España. Las estructuras sociales de la España musulmana", Annales E.S.C. (nov.-dic.,
1974), trad. en sus Estudios sobre Historia Medieval, Valencia, 1987, pp. 27-71.
98. Santos Julia, "La historia social y la historiografía española", La Historia en el 92, ed. J.P. Fusi,
Ayer, X (1993), pp. 29-46.
99. En traducción española, Barcelona, 1976; al año siguiente se publicó su original francés Estructures
sociales 'orientales et 'occidentales' dans l'Espagne musulmane, Paris-La Haya, 1977.

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EL ESTABLECIMIENTO DE LOS MUSULMANES EN SPANIA - AL-ANDALUS

nica establecida en la península [ibérica] a raíz de la invasión [musulmana]", trasladando


el foco de atención al propio al-Andalus y trascendiendo la conocida polémica entre defen-
sores de la perennidad y omniesencia de España, pese a o sin al-Andalus/Islam, y entre de-
fensores del ingrediente al-Andalus/Islam en la entidad de España, polémica cuyas bande-
ras enfrentadas alzaron, en los años 50, y respectivamente, Claudio Sánchez Albornoz y
Américo Castro, con sus huestes, luchas, y ricas o pobres secuelas que tanto esfuerzo y
espacio ocuparon y, poco a poco, se han convertido en gran recuerdo, para dar paso, cada
vez más en los últimos diez años, a un "relato histórico.., diferente, en cuanto busca la
racionalidad real de los hechos, el peso de los factores materiales y de los concretamente
actuantes", según expone Francisco Abad, tras su muy reciente recorrido por las ideas
emitidas sobre "El Islam y el concepto de España en la Edad Media"100.

4. DOS CUESTIONES IMPORTANTES


Entre las varias cuestiones posibles a analizar, plantearé dos: el nuevo dominio esta-
tal y la ocupación del territorio.
Sobre la primera, cabe afirmar que muy pronto, antes de que Müsá ibn Nusayr aban-
donara la Península —y ello ocurrió en 713— el Estado islámico estaba ya en ella insta-
lado. El mozárabe que, posiblemente a mitad del siglo VIII, redactó la llamada Crónica de
754 reconoce con pesar, refiriéndose a actuaciones de Músá cómo "con la espada, el ham-
bre y la cautividad devasta no sólo la España ulterior sino también la citerior.., de esta
forma, sembrado en todas el pánico, las pocas ciudades restantes se ven obligadas a pedir
la paz... Así, sobre esta España desdichada, en Córdoba.., establecen un reino bár-
baro"10I.
"Un reino bárbaro" —regnum efferum conlocant, como indica el texto— es decir, una
nueva estructura estatal, la islámica, que junto con la estructura tribal, ambas en com-
pleja relación, traían los conquistadores musulmanes. Esta estructura estatal islámica es-
taba representada, en su cúspide, por los sucesivos dirigentes, emires o valíes que, desde
Músá ibn Nusayr en adelante rigieron al-Andalus: cada uno de ellos debía representar, cui-
dar y reproducir el poder estatal islámico, por encima de las estructuras tribales de los
conquistadores árabes y beréberes, por un lado, y por otro de las estructuras feudalizantes
de los autóctonos. Tal representación y poder estatal lo ponía de manifiesto cada emir o
valí encabezando las oraciones oficiales, dirigiendo el ejército, encauzando el orden eco-
nómico, con la percepción de tributos por el Estado, y controlando la administración.
Notemos que este poder estatal islámico está ejercido al principio por una minoría,
frente a la mayoría de la población autóctona de la Península Ibérica, y frente al número
intermedio de árabes y beréberes tribales venidos con las conquistas. Notemos también
que, pese a todo, este poder estatal islámico prevaleció frente a la estructura feudalizante
de los autóctonos y tribal de los árabes y beréberes; y que a unos y otros acabará por de-
sestructurar en proporción mayoritaria.
Sobre la ocupación del territorio recordemos que es imposible cuantificar con exacti-
tud esas referencias a "mayoría" "intermedio" o "minoría" de población. J. Bosch calculó
de forma relativa en 40.000 o 50.000 el número de árabes llegados con las primerás olea-
das del siglo VIII, y en 350.000 los beréberes de esa misma etapa, y que sometieron por

100. Anaquel de Estudios Arabes, III (1992), pp. 61-72, espec. p. 70.
101. Crónica mozárabe de 754, ed. y trad. J.E. López Pereira, Zaragoza, 1980.

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MARÍA J. VIGUERA MOLINS

las armas o por pacto a unos 4.000.000 de autóctonos. Por su parte, P. Guichard seña-
laba que el número de combatientes musulmanes en su conjunto sería de unos 150.000 a
200.000. Por otro lado, las cifras que ofrecen las Crónicas árabes parecen muy reducidas,
por afán de magnificar la hazaña, y así suelen indicar que con rariq desembarcaron, en
711, 12.000 beréberes; con Músá, un año después, 18.000 árabes; con Ba19, en 740,
8.000 árabes más, aparte de 2.000 clientes; y que la inmigración fue un goteo incesante,
cuya magnitud sólo tardíamente alguna fuente se atreve a ponderar, como al-Maqqad, o
como Luis del Mármol Carvajal, quien con soltura describía: "fue tanto el número de
Alárabes y de Africanos que creció en España, que todas las ciudades y villas se hincharon
dellos, porque ya no pasaban como guerreros, sino como pobladores con sus mujeres e
hijos".
Todo parece indicar que, por medio de pactos, tras las resistencias que tras algunas
fuertes murallas les plantearan un tiempo, dominaron los musulmanes la Península Ibé-
rica. Estos pactos son de dos géneros diferentes: los acordados entre señalados personajes
autóctonos y los musulmanes, de forma voluntaria planteados por ambas partes; y otros
pactos que siguieron a enfrentamientos guerreros, terminados por capitulación de los au-
tóctonos.
Del primer tipo tenemos noticias de dos: entre el señor de Ceuta, Julián, y los
musulmanes, mencionado por algunas fuentes, alguna de las cuales precisa que ocurrió
antes de noviembre de 709; 2:: entre los hijos de Witiza y rariq: Ibn al-QCitiyya señala
que se estableció, por medio de mensajeros, el 18-19 de julio de 711.
Del segundo tipo de pactos poseemos más o menos referencias de tres: l e': el estable-
cido en abril-mayo de 713 entre Teodomiro de Orihuela y `Abd al-`AzTz ibn MÍis ibn
Nusayr; 2°: el fechado en junio de 713, concluido entre Músá ibn Nusayr y los habitantes
de Mérida, tras un asedio de varios meses; y 30: el decidido entre el gobernador `Anbasa y
los habitantes de Carcasona, en 725, por el cual aquellas gentes acordaron someterse al
estatuto de "protegidos", conservando su religión, a cambio de entregar a los musulmanes
la mitad de su territorio, pagarles tributo y otras condiciones típicas.
Para concluir quiero decir que, en el tiempo que me ha correspondido, he procurado
mostrar cómo todavía las fuentes requieren ediciones, traducciones y análisis en los casos
que he indicado, para desvelar lo mejor posible qué tipo de datos poseemos. Observo
además que la Arqueología está comenzando a ofrecer referencias sobre el establecimiento
islámico en la Península Ibérica. Por tanto creo que pronto un mejor conocimiento de
ambos tipos de fuentes ("literarias" y "documentales") permitirá trazar una adecuada histo-
ria de estos acontecimientos.

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