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Troncal de Introducción a la Filosofía Contemporánea

Magister en Filosofía
Universidad de Valparaíso

Verdad óntica como condición existencial para


la responsividad de una pregunta

Estudiante: Mario Tapia Ramírez


Profesor: Carlos Martel
0. Introducción
Con el siguiente trabajo propondremos que la primacía de la verdad óntica es fundamental en el
preguntar como comportamiento del Dasein, puesto que el preguntar tiene por requerimiento una
respuesta que en cualquier caso es hacer presente el ser-verdadero del ente por el que se pregunta.
El preguntar del Dasein siempre supone su ser-descubridor, por esto la libertad como esencia de
la verdad juega un rol fundamental en el preguntar y el responder que son propios de su forma de ser: el
Dasein como ser-descubridor se comporta de una determinada forma con aquello que es el ente que
responde a la pregunta, sea la presentación del ente o la presentación del como es el ente, que en
cualquier caso es traer a lo abierto del Dasein al ente en tanto el ente es verdadero y lo verdadero de lo
abierto. De esta forma el comportarse responsivo del Dasein involucra siempre presentar la cosa por la
que se pregunta, es decir ponerla frente a los ojos como verdadera, sea por acceder al ente, por
teorizarlo, por elegirlo, etcétera. La pregunta supone un comportarse responsivo del Dasein, por tanto
en el preguntar se tiene una cierta noción del ente por el que se pregunta. De esta forma una pregunta
siempre tiene un sentido óntico por tanto propone hacer presente el ente, por el ser que es o su ser-así,
como trama en la que el ente involucra al Dasein.

1. NOCIÓN DE PREGUNTA EN HEIDEGGER


1.1. Algunos antecedentes sobre el preguntar
Antes de entrar en las descripciones es bueno que propongamos nuestros prejuicios: una
pregunta es un objeto de lenguaje, diremos provisionalmente, por tanto accedemos a ella mediante el
lenguaje: ella es lo que significa. Lo que una pregunta significa puede ser expresado, incluso en el
lenguaje, con una forma diferente a la que se expresa mediante la utilización de los signos gráficos
interrogativos. Por ejemplo, siguiendo a Frege, ya que una proposición es un objeto del que cabe dudar,
desde cualquier proposición podemos inferir una pregunta, por tanto de la afirmación de la verdad de la
proposición deduzco una afirmación disyuntiva menos informativa que la antecedente. Toda afirmación
de lenguaje es la respuesta a su pregunta correspondiente. Por esto Frege interpreta una pregunta,
expresada en una oración interrogativa completa, bajo la forma p o no-p: ella es introducida en el
lenguaje preservando la verdad del procedimiento deductivo (en tanto teorema, p o no-p, puede ser
introducido consistentemente en cualquier contexto). La pregunta de Frege no interroga por la
proposición, sino por la verdad de la proposición. Entonces, desde Frege (y quizás, contra Frege)
podemos deducir un cierto comportamiento, en el que si alguien pregunta significativamente e ignora la
proposición de respuesta, necesariamente sabe que hay una respuesta. La actitud, que en Frege
descansa en la estructura del lenguaje (dado que toda proposición tiene la posibilidad de ser o
verdadera o falsa), es un comportamiento en tanto hay alguien que identifica como admisible un
conjunto limitado de posibles respuestas de las que al menos una es verdadera. Este tipo de preguntas
que hoy por hoy se reconocen como preguntas proposicionales y que Frege llama oraciones
interrogativas completas, que expresan un pensamiento completo (una proposición válida). La pregunta
de Frege es un objeto producido en el preguntar que es, sin embargo, una forma peculiar del preguntar.
La intención exclusivamente extensional de Frege al diseñar el fundamento filosófico de la lógica
clásica lo lleva a eliminar cualquier elemento constitutivo del preguntar que no sea la pregunta, en
cuanto ella es expresada como una relación, entre proposiciones, que preserva la verdad del lenguaje,
en tanto este corresponde al mundo que es lo verdadero.

El progreso de la ciencia suele ocurrir así: primero se aprehende un pensamiento [una proposición] – más o menos
como se lo puede expresar en una oración interrogativa completa – y luego, una vez terminadas las investigaciones
emprendidas, se reconoce que es verdadero. En la forma de la oración asertiva expresamos el reconocimiento de la
verdad [de la respuesta a una pregunta]. (FREGE, 1972: 62, 63)

Hay una respuesta verdadera a la pregunta, en tanto a la pregunta no le queda de otra que
corresponder con lo verdadero. Con esto Frege propone que en sentido estricto no es posible introducir
una proposición verdadera, puesto que en el preguntar (incluso en la investigación científica) no hay el
descubrimiento de una proposición sino el reconocimiento de su verdad por cuanto refiere a lo
verdadero, i.e. el referente de la pregunta y de la respuesta es el mismo1.

1.2. El preguntar existencial como forma de ser del Dasein


La empresa de Martin Heidegger es bastante diferente a la de Frege, sin embargo coincidan en
algunos puntos. En el inicio de Ser y Tiempo se describe sucintamente un modelo para el análisis del

1 Cabe mencionar que hay algunas aproximaciones en lenguaje proposicional que son más satisfactorias para los términos
en los que se pondrá el preguntar del Dasein. Para una aproximación a la noción de pregunta en un contexto pragmático
dialógico puede verse HINTIKKA (1999) en el que se introduce la noción de actividad interrogativa, la que se puede
entender como el comportarse del Dasein en el preguntar. Para una aproximación pragmático inferencialista puede verse
BRANDOM (1998), donde el preguntar es una actividad propia del lenguaje en el que se hace explícito el carácter
justificado de lo afirmado en tanto conocimiento, acá se puede interpretar el carácter descubridor del preguntar como
forma de ser del Dasein. Es interesante apuntar que ambos autores reconocen a un interrogador, a un respondedor, lo
preguntado y un contexto en el que ello tiene sentido, donde esto último le da un sentido significante, en el lenguaje,
tanto al preguntar como al responder. Ambos autores, sin embargo difieren en la forma de abordar el problema: mientras
Hintikka involucra la construcción de un escenario en el que se hace presente un estado de cosas por la relación de los
entes que ahí hay, y estos entes tienen que ser construidos por medio de descripciones rígidas que recorren estados
epistémicos por una función parcial de individuo (HINTIKKA Y SANDU, 1995); en el planteamiento de Brandom (quizá
más cercano al de Heidegger que el de Hintikka) supone que el mundo es construible por la cualidad de justificable que
descansa en la afirmación en tanto conocimiento, tal que el mundo es lo que siempre se puede explicitar en la
justificación que se puede articular para una proposición.
preguntar y, antes que todo, parte de un reconocimiento: “La pregunta por el sentido del ser debe ser
planteada.” La pregunta (por el sentido del ser) ocurre en la ejecución de una interrogación2.

Todo preguntar es una búsqueda. Todo buscar está guiado previamente por aquello que se busca. Preguntar es
buscar conocer al ente en lo que respeta al hecho que es y su ser-así. La búsqueda cognoscitiva se puede convertir
en “investigación”, es decir, en una determinación descubridora de aquello por lo que se pregunta. (HEIDEGGER,
1997: 30)

Proponer una pregunta, es decir la ejecución de una actividad interrogativa, supone la


posibilidad de al menos una respuesta. La respuesta, una vez conseguida, detiene la búsqueda y, con
ello, la actividad interrogativa. La respuesta y la posibilidad de ella expresada en la pregunta suponen
poner frente a los ojos el ente en tanto que es y en tanto corresponde a la posibilidad de ser expresada
en la pregunta: el ente que es a la mano es llevado frente a los ojos por medio de la actividad
interrogativa.
En la descripción hecha por Heidegger podemos identificar tres elementos necesarios para la
actividad de preguntar: quien pregunta, algo por lo que se pregunta y una fuente a la que se le pregunta.
Aquello por lo que se pregunta, donde el preguntar pone su objetivo, es a lo que tiende aquel que
pregunta y que es puesto frente a los ojos del interrogador por aquello a lo que se le pregunta. El
preguntar pertenece a la forma de ser de aquel que pregunta, de un ente interrogador. El ente
interrogador llega a conocer aquello por lo que se pregunta cuando la pregunta es respondida, en tanto
actualmente la pregunta no se encuentra respondida y puede ser respondida. Si hay un momento
posterior en el que llega a conocer la respuesta, entonces en la pregunta no conoce aquello por lo que
pregunta, sin embargo es capaz de identificar algo por lo que se puede preguntar. Ese algo es una
noción vaga y mediana sobre lo que es aquello por lo que se pregunta. Por esta noción vaga es que la
pregunta tiene sentido y significado para el ente que tiene la posibilidad de ser que es el preguntar.

Dirigir la vista hacia, comprender y conceptualizar, elegir, acceder a…, son comportamientos constitutivos del
preguntar y, por ende, también ellos, modos de ser de un ente determinado, del ente que somos en cada caso
nosotros mismos, los que preguntamos. (HEIDEGGER, 1997: 32)

Los diferentes comportamientos constitutivos del preguntar son los que posibilitan una
respuesta: un interrogador dirige su vista a… para obtener una respuesta sobre… Sin embargo los

2 No viene al caso acá entrar en detalles sobre el carácter interrogativo de las preguntas, en condiciones que éstas
expresen, a través de algún tipo de lenguaje, las condiciones de su admisibilidad en términos semánticos. Sin embargo
con la expresión ‘pregunta’ nos referiremos al objeto que porta el carácter interrogativo del preguntar, independiente de
cómo sea expresado. Con esto incluimos algunos otros sentidos en que se manifiesta la interrogatividad, como la
investigación, la solicitud de una proposición, exigir razones o justificaciones para…, o la solicitud de una conclusión
desde tales o cuales premisas. De igual forma, valga especificar, cuando decimos enunciado, proposición y pensamiento
referimos al contenido de una afirmación, tal que ese contenido la convierte en verdadera.
distintos comportamientos del interrogador suponen diferentes formas de acceder al ente puesto en
cuestión, que en cualquier caso son formas de ser del ser-descubridor que interroga. Así un interrogador
es movido tanto por su vaga noción de aquello por lo que pregunta como por la posibilidad de conocer
aquello por lo que pregunta.
En la posibilidad concreta de acceder a aquello por lo que se interroga, el interrogador como
ser-descubridor se encuentra abierto al ser-descubierto de aquello por lo que se interroga, tal que en esa
aperturidad el ser-descubridor queda vuelto a aquello por lo que pregunta. Esa aperturidad en la que
está el ser-descubridor que interroga, como ser-en-el-mundo, nos permite llamarlo Dasein.

El ser mismo con respecto al cual el Dasein se puede comportar de esta o aquella manera y con respecto al cual
siempre se comporta de alguna determinada manera, lo llamamos existencia […] El Dasein se comprende siempre a
sí mismo desde su existencia, desde una posibilidad de sí mismo: de ser sí mismo o no serlo […] La existencia es
decidida en cada caso tan sólo por el Dasein mismo, sea tomándola entre manos, sea dejándola perderse.
(HEIDEGGER, 1997 : 37)

Cuando decimos que en el preguntar el Dasein se comporta de una determinada forma respecto
de un ente, tal que ese comportarse le permite llegar a la meta de su preguntar, diremos que es una
pregunta existencial. De esta forma los entes con respecto de los que el Dasein se comporta (incluso
consigo mismo) están determinados por una posibilidad de ser, de igual forma el Dasein se comprende
a sí mismo desde su existencia, por tanto es de una determinada manera pudiendo ser de otra.

Ahora bien, al Dasein le pertenece esencialmente estar en el mundo. La comprensión de ser propia del Dasein
comporta, pues, con igual originariedad, la comprensión de algo así como un “mundo”, y la comprensión del ser del
ente que se hace accesible en el mundo […] el “alma”, que es constitutiva del ser del hombre, descubre, en las
manera de ser de la αἴσθησις y la νόησις todo ente en el hecho de que es y su ser-así, es decir lo descubre siempre
en su ser (HEIDEGGER, 1997 : 38, 39)

El preguntar existencial del Dasein comporta un acceso a un ente que está en el mundo al cual
accede por los sentidos o la comprensión, tal que éste descubre al ente en su ser: mediante la
percepción o mediante el juzgar el Dasein accede a la verdad del ente. El Dasein accede a los entes del
mundo por cuanto él mismo, como ente, está en el mundo y entiende la existencia de los entes del
mundo en la medida que el Dasein mismo existe.

2. COMPRENSIÓN EXISTENCIAL DE LA VERDAD


Cuando hablamos de la comprensión existencial de la verdad proponemos dos tipos de
preguntas relativas a un mismo ámbito. Tanto las preguntas de carácter proposicional como las de
carácter óntico, son respondidas por tanto remiten a los entes que existen.
La verdad de la proposición hunde sus raíces en una verdad más originaria (desocultamiento), esto es, en el
carácter manifiesto antepredicativo de lo ente, que recibe el nombre de verdad óntica […] en cuanto tiene el
carácter de algo descubierto, la verdad de lo que está ahí delante (por ejemplo, las cosas materiales) se distingue
específicamente de la verdad de lo ente que somos nosotros mismos, del carácter de apertura del Dasein existente.
(HEIDEGGER, 2000: 115)

La verdad proposicional y la verdad óntica se encuentran unidas por cuanto la verdad óntica es
el fundamento de la verdad proposicional: mientras en la verdad óntica lo puesto a la luz es el
desocultamiento del ente, lo puesto a la luz mediante la verdad de la proposición es la correspondencia
del juicio con el ente ya desoculto. La verdad óntica rige la verdad proposicional por tanto es su
condición de necesidad.

2.1. Verdad proposicional como correspondencia de la proposición con el ente.


Cuando hablamos de verdad proposicional nos referimos a la comprensión más tradicional de
verdad: verdad de la proposición (o el juicio), que se contrapone a la falsedad. La conducta del Dasein
frente a la proposición es la de representar, entendido ello como atenerse al ente que la proposición
representa o que está regido por ello. Representación es la adecuación del enunciado a la cosa que éste
representa.

Lo que el enunciado representador dice de la cosa representada lo dice tal como ella es. El «tal como» concierne al
re-presentar y a lo re-presentado […] re-presentar significa aquí el hacer que la cosa se presente frente a nosotros
como objeto. Lo que está enfrente, en cuanto que puesto así, tiene que atravesar un enfrente abierto y al mismo
tiempo detenerse en sí mismo como cosa y mostrarse como algo estable y permanente […] La relación del
enunciado representador con la cosa es la consumación de esa conexión que originariamente y siempre se pone en
movimiento como un comportarse. (HEIDEGGER, 2000: 156)

Cuando decimos que la proposición re-presenta, hace explícito el carácter presentado, de puesto
enfrente, del ente que es referido en la proposición, por lo que quien afirma de forma re-presentadora se
mantiene abierto al ente que es la cosa. La conexión entre el ente re-presentado y la proposicón re-
presentadora se pone en movimiento por medio de un comportarse: el ente representado estando en lo
abierto se pone de manifiesto por el comportarse del Desein. El contenido de ese comportarse es lo que
es del ente y cómo es. En este comportarse hace que el enunciado siga la indicación de regirse por el
ente tal cual es, es decir el decir se conforma a el ente y el carácter de conformidad es tomado del
carácter abierto del comportarse. Vale decir que la verdad proposicional es un decir (proponer) que se
encuentra regido por lo ente. Lo ente que, en cualquier caso, ya se ha hecho presente al Dasein. En este
punto el problema pasa a ser necesariamente una cuestión óntica, un problema de las cosas que hay, tal
que ellas pueden ser referidas en una proposición. El ser referidos en una proposición de los entes
implica anteriormente que en tanto entes re-presentados, han tenido que atravesar un enfrente abierto
en que se muestran y son la cosas que son. Han tenido que presentarse frente a un ente que las toma
como algo estable y permanente.
Cuando pensamos la proposición verdadera como una respuesta a una pregunta, con Heidegger,
involucramos un comportamiento en que se construye el contenido de la proposición: no es irrelevante
dado el comportamiento del ente del que se hable. Cuando el comportamiento es prescindible, y se
piensa la pregunta proposicional sin ese comportamiento, llegamos a la propuesta de Frege en la cual la
única pregunta posible es p o no-p, lo que en sentido estricto no preguntar por la proposición, sino por
el valor de verdad de ella. La eliminación de este comportamiento de la verdad proposicional, pareciera
también estar vinculado a la noción que en la lógica clásica de primer orden se tiene de existencia.
Cuando Frege afirma que existir es un predicado de segundo orden, por lo que se predica de las
proposiciones y no de los objetos, subsume el carácter dado de los entes que son argumento de las
proposiciones de ese lenguaje. Lejos de producir un lenguaje que se independice del compromiso
ontológico, Frege exacerba la significación de la variable, puesto que somete a un sólo mundo aquello
que puede ser referente de esa variable, dado que existe3. Después de todo en la propuesta de Frege el
sentido de una expresión, su forma de darse, no es fundamental para su significado. Sin el
comportamiento las cosas siempre coinciden consigo mismas y son estáticas.
El ser verdadero de las proposiciones está determinado porque su adecuación, por tanto re-
presentación de un ente que ya se ha hecho presente y, en ello, se ha vuelto algo estable y permanente.
Que la proposición sea verdadera depende fundamentalmente del estar a la mano del ente que es
referido con el argumento de la proposición. Dado que para que una proposición sea verdadera tiene
antes que ser verdadero el ente sobre el que en ella se propone, es que Heidegger refiere a la verdad
proposicional como una forma derivada de la verdad.

El enunciado no solo no es el “lugar” primario de la verdad, sino que, al revés, en cuanto modo del estar al
descubierto y en cuanto forma de estar-en-el-mundo, el enunciado se funda en el descubrir mismo o, lo que es
igual, en la aperturidad del Dasein. (HEIDEGGER, 1997: 248)

2.2. Libertad como fundamento de la verdad.


3 Puede considerarse que para la noción de Frege el lenguaje lógico se detiene frente a lo que no existe y se convierte en
invalorable todo aquello que refiera a una ficción (FREGE, 1972: 57 - 77). El paso que da Russell (RUSSELL, 1905) es
aún más fuerte: de aquello que no existe en el lenguaje es verdadero predicar su no existencia a costo de que todo lo que
se predique de ello sea falso. Hacemos la aclaración porque hemos partido de la admisión de Frege (y no de Russell)
que toda proposición es algo de lo que cabe dudar, entonces no puede haber proposiciones sobre objetos no-existentes
ya que éstas son siempre falsas. Claramente el lenguaje lógico de Russell guarda diferencias importantes con el de
Frege, siendo igualmente clásicos. Esto es particularmente relevante para nuestra propuesta: Russell o no admite que las
proposiciones son algo de lo que cabe dudar o hay preguntas para Russell que son de antemano falsas.
El comportarse que caracteriza el fundamento de la verdad proposicional, la presentación del
ente que es re-presentado, supone que el ente se encuentre en lo abierto al que está vuelto un ente en
cuyo ser está el que este ente, alguno, pueda atravesarlo. El que es transido es el Dasein y ese transir
del ente por el Dasein es lo que permite la conformidad de la proposición con el ente.
El ser transido, sin embargo, sólo es posible por y en la aperturidad del Dasein.

En tanto que el Dasein es esencialmente su aperturidad, y que, por estar abierto, abre y descubre, es también
esencialmente “verdadero”. El Dasein es “en la verdad” […] afirma que a su constitución existencial le pertenece
la aperturidad de su ser más propio. (Heidegger, 1997: 243)

El Dasein está en la verdad, por tanto está abierto a los entes, como ente descubridor que está
en medio de los entes. El estar al descubierto de los entes intramundanos es cooriginario con el Dasein
y su aperturidad, por cuanto es un ente entre otros entes. Este estar-en-el-mundo del Dasein supone la
estructura de la sorge, la atención, el cuidado, al ente que está en lo abierto. Este pertenecerle al Dasein
la aperturidad en general, dado que está en medio de los entes intramundanos, conlleva que le pertenece
también la condición de arrojado: “[…] el Dasein, en cuanto mío y en cuanto este [concretísimo], ya
está cada vez en un determinado mundo y en medio de un determinado círculo de entes intramundanos.
La aperturidad es esencialmente fáctica.” (HEIDEGGER, 1997: 243) Por el arrojo del Dasein, y su estar
entre los entes intramundanos, y ser un ente del mundo, puede comprenderse a sí mismo desde un
mundo, desde los otros entes intramundanos y desde su propio poder-ser, que conlleva a su condición
constitutiva de proyecto. Desde la condición de proyecto, hacia las posibilidades de ser, se descubre la
condición de caído del Dasein. Dado lo descubierto y lo abierto, los entes intramundanos están en un
cierto disimulo, como apariencias, donde sólo por la forma de ser como ser-descubridor del Dasein y
éste ser transido por el ente en su ser-descubierto, es que el ente llega a estar frente a los ojos, por lo
que de hecho no lo está antes del comportamiento descubridor del Dasein. Esto no sólo no es
excluyente que aún descubierto el ente aún permanezca oculto en algún sentido al Dasein, sino que
soporta el hecho de que siempre se pueda desencubrir algún otro sentido que el ente tenga para el
Dasein. De esta manera, cooriginario a la aperturidad del Dasein y su estar en la verdad, también le
pertenece su estar en la no-verdad: antes del desencubrimiento tiene que estar cubierto el ente.

[…] solo en la medida en que el Dasein está abierto, también está cerrado; y sólo en la medida en que con el Dasein
ya está siempre descubierto el ente intramundano, semejante ente queda –en cuanto es algo que pueda comparecer
intramundanamente– encubierto (oculto) o disimulado. (Heidegger, 1997: 244)

De esta forma la verdad en sentido óntico y entendida como concordancia está fundada en la
aperturidad del Dasein, a la que también pertenece el estar al descubierto de los entes intramundanos.
Luego, el Dasein, dada la aperturidad que es constitutiva de su estar-en-el-mundo y su ser-descubridor,
está en la verdad de igual forma que está en la no-verdad.
El ser-descubridor del Dasein supone que éste tiene la libertad de descubrir. La libertad como
fundamento de la verdad, como forma de ser del Dasein, supone un comportarse en general con los
entes intramundanos tal que los deja ser el ser que son. Luego, por su condición de arrojado y su estar
en lo abierto, también el Dasein mismo se deja ser el ser que es, entonces se comprende a sí mismo
desde el mundo y en lo abierto, por tanto está vuelto a su poder-ser. Dejar ser el ser-descubridor del
Dasein junto al ser-descubierto de los entes intramundanos, vuelve la libertad el fundamento de la
intromisión del Dasein en lo ente, por tanto se mete en el desocultamiento de lo ente

La libertad es antes que todo esto (antes que la libertad «negativa» y «positiva») ese meterse en el descubrimiento
de lo ente como tal. El propio desocultamiento se preserva en el meter-se ex-sistente por el que la apertura de lo
abierto, o, lo que es lo mismo, el «aquí», es lo que es. (HEIDEGGER, 2000: 160)

La libertad, el ser-aquí ex-sistente y descubridor, posee al hombre de un modo tan originario que es ella la única
que le concede a una humanidad esa relación con lo ente en su totalidad que fundamenta y caracteriza por primera
vez toda historia. (HEIDEGGER, 2000: 161)

Por tanto la libertad es la condición que somete al Dasein estar abierto en el mundo y abierto al
mundo, ésta determina la esencia de la verdad como desocultamiento de lo ente. El Dasein está
sometido a esa libertad por su ser-aquí en el mundo: “La libertad es el dejar ser existente que
desencubre a lo ente” (HEIDEGGER, 2000: 162). La vinculación del Dasein con lo ente dada la libertad
supone una disposición afectiva con lo ente en su totalidad. Esta disposición afectiva, que es un
comportarse que el Dasein tiene siempre frente a lo ente como ser-descubridor, tal que en su dejarlo ser
queda oculto en la totalidad de lo ente.
La libertad es acá entendida como el fundamento de la verdad en sentido óntico, por tanto la
forma en que el Dasein es en la verdad de lo abierto y se comporta con lo ente dada una disposición
afectiva (en la que propone un horizonte para la totalidad de lo ente), lo que conlleva dejar ser a los
entes intramundanos el ser que son, él entre ellos, y meterse en su desocultamiento. Esto significa que
el Dasein, en tanto tal, está involucrado en la verdad de los entes del mundo.

3. De verdad óntica a la verdad proposicional


El ente que aparece frente al Dasein, como ser-descubridor, es verdadero por tanto corresponde
a lo que es en su ser-descubierto dentro del horizonte de la totalidad de lo ente, es decir se vuelve
estable y permanente siendo sí mismo. Queda determinado así el ser de aquel ente como trama en la
que el ente involucra al Dasein. Por tanto en lo abierto, el ente se hace presente luego, la representación
de éste, la proposición, deriva su carácter verdadero del desencubrimiento del ente que fue referido en
ella.
Dada la verdad del ser-descubierto de lo ente y su ser-así en lo abierto, parece entendible que se
presuponga la verdad siempre, por tanto es fundamento del ser-descubridor del Dasein el descubrir lo
verdadero, indicar la correspondencia del ente con el ser que es.

Es un ente [el Dasein] al que en su ser le va su más propio poder-ser. Al ser y al poder-ser del Dasein, en cuanto
estar-en-el-mundo, le pertenece esencialmente la aperturidad y el descubrir. Al Dasein le va su poder-estar-en-el-
mundo y, en él, le va ocuparse circunspectivamente con el ente intramundano. En el anticiparse-a-sí del cuidado, en
cuanto constitución del ser del Dasein, la presuposición más originaria. Como este presuponerse le pertenece al ser
del Dasein, también “nosotros” debemos presuponernos “a nosotros mismos” en cuanto determinados por la
aperturidad. (HEIDEGGER, 1997: 250)

Por serle constitutivo estar arrojado en el mundo, el Dasein se entiende a sí mismo en lo abierto,
en tanto ente, y que por ello tiene que ser verdadero estando entre lo verdadero. De no presuponer la
verdad de lo abierto, entonces o no se tendría por un ente en el mundo o estaría en una constante
confusión, en la que no sería su forma de ser el ser-descubridor y, por extensión, tampoco sería forma
de ser de lo ente en lo abierto el ser-descubierto. Ser sólo es posible en tanto la verdad, y ésta sólo en
tanto Dasein es y en la medida en que es. Estar en una cierta comprensión del ser es, también, estar en
una cierta comprensión de la verdad. Como el ente, en tanto tal, es ser posible, la condición proyectiva
del ser del Dasein lo deja vuelto a sí mismo en su ser. De esta forma el Dasein se apropia del ente
oyendo decir lo que de él se dice. Luego para que lo dicho sobre el ente sea una apropiación explícita
del ente tiene que el enunciado evidenciarse como descubridor. El enunciado dicho sobre aquel ente
que está vinculado al Dasein, por su ser-descubridor, es también un ente a la mano, en lo abierto, que
en cuanto conserva en sí (la proposición) el estar descubierto del ente (del que trata la proposición),
tiene en sí mismo una relación con el ente al descubierto. Ser-descubridor también implica evidenciar
la relación que el ente tiene con el enunciado que preserva su estar al descubierto.

La relación misma [entre los entes intramundanos del ente desencubierto y el enunciado] se presenta de esta manera
como estando-ahí. Pero la relación consiste en que el estar al descubierto que se conserva en el enunciado es
siempre un estar al descubierto de… […] El estar al descubierto de… se convierte en conformidad que está-ahí de
un ente que está-ahí (el enunciado expresado) con un ente que está-ahí (el ente del que se habla) […] la relación se
muestra como concordancia simplemente presente entre dos entes que están ahí. (HEIDEGGER, 1997: 246 – 247)

Por esto la prueba última de la verdad de una proposición es la presentación de la cosa de la que
éste habla, por tanto ya ha tenido lugar la presentación de un ente que ya ha estado en lo abierto del ser
descubridor del Dasein y ha sido fijado. La verdad involucrada en la presentación y el ente, la verdad
óntica, es la que se preserva al expresarse como una proposición verdadera.

4. Requerimiento del preguntar existencial como comportamiento: la responsividad como


comportarse del Dasein descubridor.
El preguntar es un comportamiento del Dasein como parte de su ser-descubridor en lo abierto.
Cuando decimos que el objetivo de una pregunta es conseguir una respuesta, por lo que la sometemos a
la condición de ser respondible, suscitamos con ella un comportamiento que provea de una forma de
saturar el sentido interrogativo de una pregunta: cuando esta pasa de ser respondible a actualmente
respondida y el interrogador pasa de no saber la respuesta a saberla. La respondibilidad que condiciona
el sentido de una pregunta nos obliga a detenernos en el comportamiento que lleva la pregunta a un
puerto.
Una pregunta se da por respondida cuando un ente interviene el estar-ahí del Dasein
interrogador: aparece un enunciado o aparece una cosa. El requerimiento que suscita el
comportamiento de preguntar es hacer presente un ente tal que, estando a la mano, el Dasein lo puede
llevar frente a los ojos y fijarlo. Fijar el qué es el ente o cómo es el ente, supone comportamientos
responsivos diferentes, por tanto uno hace presente un ente de lenguaje (un enunciado) y en el otro se
presenta una cosa. Sin embargo en ambos se hace presente el ente que es el objeto de la pregunta.
Hacer presente el ente significa ponerlo en lo abierto por ser el ente que es y, dado ello, ponerlo
ante los ojos siendo el ente que es en lo verdadero. Hacer presente la cosa y ponerla en lo verdadero de
lo abierto supone un comportamiento en el que se involucra el ser-verdadero del ente que se trae a lo
abierto con la actividad responsiva. Este mismo ente que en el comportamiento del preguntar se
mantenía en oculto. Sea por lo que es el ente o por el ser-así del ente, la respuesta supone confirmar la
verdad de que el ente es. De esta forma, hablemos de una pregunta proposicional o de una pregunta
óntica, su responsividad estará condicionada al ente por el que se pregunta, del que se tiene una vaga
noción, y que se requiere sea presentado.
Cuando Heidegger afirma que “Dirigir la vista hacia, comprender y conceptualizar, elegir,
acceder a…, son comportamientos constitutivos del preguntar” (HEIDEGGER, 1997: 32), supone en
estos un comportamiento responsivo, y en tanto el objetivo del preguntar es obtener una respuesta, la
responsividad es parte de la forma de ser de una pregunta significativa, como objeto con el que se hace
presente la verdad de un ente, en tanto este ente atraviesa la aperturidad del Dasein, se detiene en sí
mismo y se vuelve permanente y estable.
Pensar una solución de lenguaje proposicionalmente, intensional o extensional, que permita
articular el preguntar formulado como una pregunta requiere antes hacer posible el comportamiento
que supone el preguntar y la responsividad que supone la forma de ser del Dasein en el preguntar. Traer
a presencia el ente, tal que se constata la verdad de éste, es una cualidad fundamental del preguntar y es
lo que entendemos por responsividad: poner en lo abierto al ente por el que se pregunta.
Bibliografía
BRANDOM, Robert. 2005 [1983]. Heidegger’s categories in Being and Time. En DEYFRUS, Hubert y
WRATHALL, Mark, A Companion to Heidgger. Blackwell Publishing: Reino Unido.
________________.1998. Making it Explicit. Reasoning, Respresenting and discoursive Commitments,
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