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Antes de la puesta del sol de los viernes se preparaban para celebrar el Shabbat. Para
ello barrían y limpiaban la casa, mudaban la ropa de la cama y de la mesa. Se purificaban
lavándose en una tinaja en casa. Se ponían el mejor vestido. Por la noche celebraban
el Shabbat en una cena familiar con todos sus hijos y familiares próximos. Al día
siguiente, como les estaba prohibido trabajar, comían de lo que les sobraba la noche
anterior.
Respecto a sus costumbres religiosas viajaban a Jerusalén tres veces al año con
motivo de las fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos, y permanecían una
semana allí. Rezaban mañana y tarde largas oraciones. Las más fervorosas ayunaban
a pan y agua dos veces a la semana, los días 2º y 5º. También lo hacían los fariseos,
como dice el evangelio, pero estos solo lo hacían para que se les viese, no actuaban
con sinceridad. Jesús les atacó mucho por este motivo.
Lo más apropiado para una mujer era permanecer en casa. Por esto estaba muy mal
visto que una mujer judía estuviese sola en la calle. Si salía de casa,debía cubrirse la
cabeza con un velo.
Una mujer en casa debía madrugar para preparar en el fuego el pan cada día para que
su esposo lo encontrase listo y caliente para comer cuando éste se levantaba. Tenía que
ir a la fuente del pueblo a por agua en un cántaro. Debía dar de comer a las bestias que
tuviese. Era la responsable de todo lo concerniente al hogar, la comida, el huerto del
jardín, comprar en el mercado, la educación de los hijos. Tenían una hospitalidad
proverbial, por fraternidad, con sus hermanos judíos y por cuestiones religiosas.
Capítulo 2
7 Díceles Jesús: "Llenad de agua las hidrias". Y las llenaron hasta arriba.
11 Este que fué el principio de los milagros hízolo Jesús en Caná de Galilea, y
manifestó su gloria y creyeron en él sus discípulos.
16 y a los que vendían palomas dijo: "Quitad eso de ahí; no hagáis la casa de
mi Padre casa de tráfico".
17 Recordaron sus discípulos que está escrito: «El celo por tu casa me
devoró» (Sal 68,9).
18 Respondieron, pues, los judíos y le dijeron: "¿Qué señal nos muestras que
acredite tu modo de obrar?"
20 Dijeron, pues, los judíos: "En cuarenta y seis años se ha edificado este
santuario, ¿y tú en tres días lo levantarás?
24 más Jesús, por su parte, no fiaba de ellos, como quien conocía todos,
25 y que no tenía necesidad de que uno diese testimonio acerca del hombre;
pues él conocía lo que había en el hombre.
Por la gracia de Dios, María permaneció inmune de todo pecado personal durante
toda su existencia. Ella es la «llena de gracia» (Lc 1, 28), la «toda Santa». Y cuando el
ángel le anuncia que va a dar a luz «al Hijo del Altísimo» (Lc 1, 32), ella da libremente
su consentimiento «por obediencia de la fe» (Rm 1, 5). María se ofrece totalmente a la
Persona y a la obra de Jesús, su Hijo, abrazando con toda su alma la voluntad divina de
salvación.