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Afiliado a la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Salesiana – Roma

Incorporado a la Secretaría de Educación Jalisco

Teología Latinoamericana
La conciencia cristiana de la liberación

ASESOR: P. Eduardo Lara Pérez Sdb


ESTUDIANTE: Antonio de Jesús Rodríguez Ávila OFMCap

Tlaquepaque, Jalisco
Junio 2018
Índice
Introducción
1. El anhelo de liberación personal
1.1. La revolución como absoluto
1.2. La revolución abierta a la fe
2. La teología dela liberación
2.1. Aportación para una sociedad justa
2.2. La praxis liberadora
2.3. Opción preferencia por los pobres
2.4. Discernir los signos de los tiempos
Conclusión
Bibliografía

2
Introducción
El hombre latinoamericano que fija atentamente su mirada en la realidad en que se
halla sumergido y siente la necesidad de responder al desafío que ésta le hace, no puede
menos que verse llamado a emprender un camino de liberación. Y es que su realidad
empapada de injusticias por el imperio del dinero y el colonialismo, reclama un urgente y
radical cambio de estructuras económicas, sociales y políticas.

Es así que el cristiano por su condición de creyente no escapa a esta opción; por el
contrario, su fe le ofrece exigencias nuevas y le da sentido trascendente a la lucha
emprendida. No obstante, no es raro que este compromiso liberador se vea afectado en
ocasiones por un conflicto de consciencia, pues, el concepto liberación puede sonar a tinte
marxista o revolucionario mal aplicado, que corre el riesgo de desviarse de su objetivo y
hacerse cómplice de aquello mismo que cuestiona.

Es por ello que en este escrito quisiera abordar, a partir de la reflexión de las
exigencias de la fe, algunos elementos en orden a clarificar el proceso de liberación al que
está invitado todo hombre, pero sobre todo el creyente. Esto con el deseo de que, liberado de
esa tensión, pueda crecer tanto en fe como en su opción por construir una sociedad más justa
y fraterna para el hombre nuevo.

Para cumplir tal objetivo desarrollaré dos apartados. El primero referente al


fenómeno de la liberación como anhelo de toda persona (como deseo revolucionario absoluto
e iluminado por la fe). Y el segundo, tratando de describir cómo es que en la teología de la
liberación se ve concretado este deseo, sobre todo en las líneas guía que ésta sigue.

1. El anhelo de liberación personal


Todos los hombres han tenido la experiencia, por lo que han vivido en casa, escuela,
sociedad, etc. de una cierta opresión-sumisión por parte de lo institucional. Tan solo veamos
lo que pasa con las prescripciones morales, dogmas, o hasta los consejos de los mayores que,
al percibirse como una fuerza que viene desde afuera y que se ejerce sobre la inteligencia
humana genera cierto desconcierto y rechazo por parte de los sometidos. No obstante, es
precisamente esta experiencia, al parecer negativa, en la que se descubre en el hombre una
fuerza capaz de percibir lo alterno, de luchar, de correr riesgos, de respirar ancho, de imaginar

3
y crear un mundo libre. Es el deseo de vivir en la libertad de los hijos de Dios puesto por él
mismo en el corazón de todo hombre desde su creación. Es el impulso que suscita toda
revolución. Que invita a arriesgarlo todo, aun corriendo el riesgo de errar.

1.1. La revolución como absoluto


Y de este anhelo profundo que yace en su corazón, más los problemas y un mínimo
de sensibilidad, el hombre es cuestionado sobre su papel en la transformación de la realidad
que le rodea. Es aquí donde la revolución como absoluto viene a ser instrumento que encausa
esta energía suscitada en el hombre a la acción en favor de la transformación.
Se dice absoluta porque asume características semejantes a la fe, es decir, como
preocupación última, que involucra a la persona entera y recoge sus energías. Que se produce
en el corazón de la vida personal y abarca todas las estructuras, presentando un absoluto por
el que vale la pena dar la vida. Y dado que el objeto de la esperanza cristiana es la
transformación de la realidad al simil del Reino de Dios, puede traducirse en una acción
revolucionaria absoluta. Aun mas, ya que su objeto es Dios, no puede existir tarea más
absoluta que la llevada a cabo por el cristiano en favor de la realidad que le rodea1.
Es, por tanto, necesario que el cristiano revolucionario tome consciencia de la
grandeza de su tarea, pero que perciba en qué sentido el Don de Dios le es ofrecido no para
anular su esfuerzo, sino para impulsarlo y animarlo.

1.2. La revolución abierta a la fe


Los cristianos no pretender guiar la revolución ni aprovecharse de ella para ventaja
propia, pero quieren ser, dentro de ella, un fermento de humanización, entendiendo por esto
no sólo la construcción de un hombre nuevo, fraternal y solidario, sino un hombre que es más
que el hombre, que espera la Vida sin límites y que esta empujado por una fuerza de Amor
sin medida. Que está llamado a superar la misma muerte y a tener gozo pleno. Que debe amar
a sus hermanos como los ama una persona concreta, Jesús de Nazaret, quien nos ha dado su
espíritu de amor y libertad para que seamos capaces de dirigirnos al Padre como tal y para

1
Cf. METZ,RAHNER,COX, ASSMAN, Teología política, Iglesia y política, Pueblo de Dios, Bilbao, 1973, pp.
119-124

4
que unidos en un mismo espíritu, formemos un sólo Pueblo libre de toda esclavitud, pobreza,
o injusticia. En una familia cuya unidad no sea otra que Él mismo2.
Aunado a esto los cristianos están llamados también a ofrecer la esperanza en el
proceso revolucionario, ya que donde hay pesimismo y desaliento no puede hacerse una
revolución. Y si los ellos se encierran en sus comunidades y piensan que su forma se estar
está bien, no es culpa del Evangelio, pues éste les impulsa a trabajar con todos los hombres
para liberar al hombre.
Como podemos ver, la revolución no está peleada con la fe, al contrario, integra los
elementos de ésta para posibilitar su realización, y si bien, asume el riesgo de convertir la
protesta contra la injusticia en una ruptura. Sabe muy bien que no es posible vivir en la
neutralidad, ya que se ha optado por Jesús, por el Reino. Por lo que no está permitido
contentarse con ser seguidor de un hombre generoso, sino en configurarse con él,
adhiriéndonos complemente a su persona para convertirnos en representante de él. Y es esta
adhesión la que os libra también del peligro de ruptura porque no existe hombre que no esté
unido a él.

2. La teología de la liberación
La teología de la liberación tal como fue planteada por Gustavo Gutiérrez no es una
sociología vestida de teología, es verdadera teología. Que no busca la lucha de clases, sino la
superación del antagonismo que existe entre las clases y grupos de poder, de donde proviene
la miseria y los atentados a la dignidad de la mayor parte de la humanidad. Es una revolución
en favor del Dios que ha creado al hombre a su imagen y del compromiso que Jesucristo ha
asumido por este hombre hasta el punto de asumir su naturaleza.
Su objetivo es hacer reconocible a Dios en todas las dimensiones de la vida humana
como Dios de la vida y vencedor de la muerte. En contra de todos los dualismos que quieren
desterrar a Dios en el más allá y reducir la salvación a la mera interioridad. Es fe cristiana
que quiere participar con entendimiento y acción en el proceso de transformación de la
historia que Dios ha inaugurado en el actuar salvífico de Jesucristo3.

2
Cf. METZ,RAHNER,COX, ASSMAN,125-135
3
Cf. GUTIÉRREZ G., Teología de la Liberación. Perspectivas, Salamanca, 1972, pp. 40-41

5
De ahí que se plantea un método en tres pasos4:
I. Análisis social que recurre a los métodos de las ciencias humanas y sociales.
II. La reflexión crítica y racional del análisis social, tanto de las causas nacionales
e internacionales como de las dimensiones históricas y estructurales de la
miseria masiva a la luz del evangelio y en conformidad con la revelación.
III. Transformación activa críticamente de la realidad. La meta es el reinado de
Dios sobre la tierra tal y como lo anuncio Jesús. Un reino que se traduce en
una transformación de la situación concreta de los hombres que sufren
opresión y dependencia.

2.1. Aportación para una sociedad justa


Uno de las primeras líneas de esta teología es que frente a todos los males
espirituales y materiales por lo que pasa la humanidad hace una opción preferencial por
los pobres, no con la intención de atenuar los conflictos entre clases, sino con el deseo de
superar estas barreras y hacer de la solidaridad, la dignidad humana y la subsidiaridad los
principios universales vigentes en el orden social.

2.2. La praxis liberadora


Otra nota importante de esta teología es el reconocimiento de que no son los
procesos históricos lo que determinan de forma fatalista al hombre y le privan del
ejercicio de su libertad. Es la providencia divina la que determina el curso de la historia
en relación con la libertad humana y su perfeccionamiento en el amor, y ello tanto en la
vida terrena como en vistas a la vocación sobrenatural del hombre.
La persona siempre tiene precedencia de la estructura. Por eso la praxis liberadora
del pecado y de la comunicación de la gracia tiene por consecuencia la trasformación y
el constante mejoramiento de las condiciones materiales y sociales del mismo modo que
comprende también el encuentro personal entre los hombres en el amor de Cristo como
núcleo de la condición cristiana5.

4
Cf. SCANONNE J. Teología de la liberación y praxis popular, Ágora, Salamanca, 1976, p. 39
5
Cf. GUTIERREZ M. G., MULLER G., Iglesia pobre y para los pobres, San pablo, 2014, p. 68-70

6
2.3. Opción preferencial por los pobres
Esta opción está inspirada en la fe que exige para ser verdadera el compromiso con el
prójimo, particularmente con el pobre. Y se ve motivada por cinco opciones teológicas6:
I. Motivación teológica: El culto grato a Dios ha de ir acompañado de la justicia
y de la conversión al necesitado y oprimido, pues Dios por su propia naturaleza, se siente
impulsado a acudir en socorro del pobre, carente de vida. Así mismo al optar por los
pobres, la Iglesia imita al Padre celestial que está en los cielos.
II. Motivación cristológica: No se puede negar que Cristo hizo personalmente
una opción por los pobres y los consideró como los destinatarios de su mensaje. Cumple
la ley del amor el que se acerca a los que yacen en el suelo, como el buen samaritano que
hace del desconocido un prójimo y del prójimo un hermano. Los seguidores de Jesús que
forman la Iglesia realizan esta opción hoy en los cuadros de la pobreza generalizada como
manera eminente de expresar la fe en Cristo.
III. Motivación apostólica: Desde sus orígenes, la Iglesia se preocupó de los
pobres. Los apóstoles y sus seguidores lo pusieron todo en común hasta el punto de no
haber pobres entre ellos. En el anuncio del evangelio recomendaron que no se olvidara
nunca a los pobres.
IV. Motivación escatológica: en el momento supremo de la historia, cuando se
trata de nuestra salvación o perdición eterna, lo que cuenta de hecho es nuestra actitud de
aceptación o de repulsa de los pobres. Sólo comulga definitivamente con Cristo el que
efectivamente ha comulgado en la historia con los sacramentos de Cristo, que son los
pobres y los necesitados.
V. Motivación eclesial: la necesidad de conversión de toda la Iglesia a una opción
preferencial por los pobres, en orden a su integral liberación.

2.4. Discernir los signos de los tiempos


Los signos de los tiempos representan para la teología de la liberación
particularmente, un modo de ubicarse en su propio mundo latinoamericano en busca de la
presencia y de la voluntad de Dios y de esta forma hacer teología. Se trata sino de la historia

6
BOFF L. , BOOF C., Cómo hacer teología de la liberación, Paulinas, Bogotá, 1985, pp. 60-61.

7
misma en la cual Dios aún se revela en Cristo a través del Espíritu. Una acción real y actual
de Dios en la misma historia. Pero como Dios no mete mano en el mundo, sino que actúa en
la historia espiritualmente a través de las libertades, no es obvio que toda acción humana sea
también de Dios. Por eso ella exige un discernimiento que se realiza teniendo a Cristo como
criterio y al Espíritu Santo como voz nueva, siempre creativa y liberadora, de la voluntad de
Dios.
En este sentido la Teología de la liberación aporta un elemento importante para aclarar
el concepto de signo de los tiempos. Este es, que no es posible reflexionar acerca de ellos si
no se cree en ellos, si al descubrir a Dios en ellos no se toma partido por la acción liberadora
que en ellos Dios ejecuta. De lo contrario no tendría sentido alguno reflexionar sobre estos
signos. Ellos reclaman una praxis, una acción espiritual, como prueba de reconocimiento de
tal signo y de conversión al reino que anticipan. Pero también suponen un compromiso
práctico y liberador como condición sin la cual tales signos no son percibidos.7

Conclusiones
En general vemos como los aportes de esta teológica encajan perfectamente al ideal
de una revolución desde la fe, que nace de la cercanía de Dios con los hombres, y de su
especial preocupación por ellos. Que no sólo nos indica una forma distinta de hacer teología,
sino, de hacer vida esta reflexión sobre Dios en la historia del hombre.
Una invitación a pensar y a actuar conforme a ese pensamiento. A tomar posturas
concretas de vivencia evangélica, que incluyan la opción preferencial por los pobres, la
liberación de las ideologías, así como el discernimiento como instrumento de trabajo para el
estudio teológico.
En verdad nos encontramos frente a una fuente de riqueza para el quehacer teológico
mundial. Que bien entendida y aplicada podría traer mucho bien a nuestra iglesia actual.

Bibliografía
I. BOFF L., BOOF C., Cómo hacer teología de la liberación, Paulinas, Bogotá, 1985
II. COSTODOAT J., Teología y Vida, Vol. XLVIII (2007)

7
COSTODOAT J., Teología y Vida, Vol. XLVIII (2007), 399 - 412

8
III. GUTIÉRREZ G., Teología de la Liberación. Perspectivas, Salamanca, 1972
IV. GUTIERREZ M. G., MULLER G., Iglesia pobre y para los pobres, San pablo, 2014
V. METZ,RAHNER,COX, ASSMAN, Teología política, Iglesia y política, Pueblo de Dios,
Bilbao, 1973
VI. SCANONNE J. Teología de la liberación y praxis popular, Ágora, Salamanca, 1976

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