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Cuencas del sureste (cenozoico)

Contexto geológico regional

Las Cuencas del Sureste evolucionan dentro de un margen pasivo, desde la apertura del
Golfo de México en el Jurásico Medio, la instalación y extensión de plataformas de
sedimentación carbonatada durante el Cretácico, hasta las condiciones de cuenca
subsidente de tipo antefosa que termina con el cierre y colmatación sedimentaria al final
del Neógeno.

La provincia petrolera Cuencas del Sureste está localizada en la Planicie Costera del
Golfo de México y la Plataforma Continental del sureste de México, incluye una porción
terrestre y una marina de aguas someras limitada al norte por la isóbata de 500 m de
profundidad; al sur con la línea de costa, al occidente con la Cuenca de Veracruz y al
este con la Plataforma de Yucatán.
Las Cuencas del Sureste es el área más prolífera como productora de aceite a nivel
nacional. Las actividades exploratorias iniciaron en el año 1979.

En los últimos 30 años se han perforado más de 300 pozos exploratorios que han hecho
posible el descubrimiento, evaluación y la producción de yacimientos de hidrocarburos
en el Cretácico carbonatado y en el Terciario clásico de la columna sedimentaria.

Figura 1. Mapa de las cuencas petroleras de México y ubicación de las Cuencas del Sureste

Jair Alfredo Cueto Angulo


Cuencas del sureste (cenozoico)

Cuencas del Sureste

La provincia de las Cuencas Petroleras Sureste es la más prolífera de aceite y gas del
país, con una porción terrestre y otra marina. La terrestre abarca el sur del Estado de
Veracruz, el norte del estado de Chiapas, casi todo el estado de Tabasco y el extremo
suroccidental del estado de Campeche; la porción marina, ocupa parte de la zona
económica exclusiva en el Golfo de México, desde la isóbata de 500 m hasta la línea de
costa. Comprende las cuencas: Salina del Istmo, Comalcalco, Macuspana y el Pilar
Reforma-Akal.

La Cuenca Salina del Istmo, comprende desde el frente de la Sierra de Chiapas en el sur
hasta la isóbata de 500 m al norte, limitando al oeste con la Cuenca de Veracruz y al este
con el Pilar Reforma-Akal. Esta provincia incluye a la Cuenca de Comalcalco, asociada
en su origen con una fuerte carga de sedimentos y evacuación de sal.

El Pilar Reforma-Akal está limitado al oeste por el sistema de fallas que constituyen el
borde de la Cuenca de Comalcalco y al este por el sistema de fallas del borde de la
Cuenca de Macuspana.

La Cuenca de Macuspana se encuentra delimitada al este-sureste por un sistema de


fallas normales que las separa de la Plataforma de Yucatán.

Las Cuencas del Sureste limitan al Sur con el Cinturón Plegado de la Sierra de Chiapas,
serie de estructuras anticlinales orientadas de noroeste a sureste.

Figura 2. Mapa de las Cuencas del Sureste.

Jair Alfredo Cueto Angulo


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Figura 3. Mapa geológico de las Cuencas del Sureste.

Marco estratigráfico general

La columna estratigráfica de la zona comprende un espesor de sedimentos de 4000 a


más de 10000 m que van en edad desde el Jurásico Medio hasta el Reciente.
Paleozoico Pre-Sal
Esta secuencia representa el basamento económico. Está constituido de sedimentos
continentales rojos del Paleozoico Medio muy pocos conocidos y de un basamento más
antiguo cristalino y metamórfico similar al reportado en Chiapas y en el subsuelo de
Yucatán, en cuya composición predominan los granitos y granodioritas y en menor
proporción los gneises y esquistos.
Jurásico Medio

Está caracterizado por el depósito de sal asociado a la apertura del Golfo de México.
Durante el Calloviano y al inicio del Oxfordiano, las condiciones marinas se extendieron
paulatinamente a través de la cuenca. Los sedimentos del Oxfordiano consisten de
clásticos marinos someros, evaporitas y carbonatos ricos en materia orgánica.

Jair Alfredo Cueto Angulo


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Kimmeridfgiano

Estos sedimentos están presentados por


importantes espesores de terrígenos que,
en algunos lugares de la cuenca gradúan
a carbonatos de bancos oolíticos
parcialmente dolomitizados hacia la cima
de la formación.
Tithoniano

Ocurrió la máxima transgresión marina,


relacionada con los eventos anóxicos del
Jurásico Superior registrados a nivel
mundial. Se depositó una mezcla de
terrígenos finos y carbonatos laminados,
ricos en materia orgánica.
Cretácico

Es una secuencia sedimentaria de


plataforma, con litofacies de carbonatos y
carbonatos arcillosos dolomitizados, con
pedernal e intercalaciones de horizontes
bentoníticos. Para finales del Cretácico
se registra un crecimiento de la
plataforma carbonatada y el depósito de
brechas y flujos turbíditicos en el talud continental de la Sonda de Campeche, cuyas
litofacies predominantes son dolomías, calizas arcillosas y brechas dolomitizadas.
Cenozoico
El cambio de régimen tectónico de la cuenca, de margen pasiva a cuenca “foreland”
origina un cambio notable en la sedimentación representado por el contraste litológico
entre los carbonatos del Cretácico y la potente columna de terrígenos del Terciario, que
alcanza más de 7000 m de espesor en la Cuenca de Macuspana. Durante todo el
Cenozoico estos terrígenos colmataron las cuencas, principalmente lutitas con algunas
intercalaciones de arenas, lóbulos deltaicos o turbíditicos.

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Etapa de deformación y sedimentación durante el Cenozoico

En la evolución tectónica del Golfo de México ocurre un cambio importante en el límite


entre el Período Cretácico y el Período Paleógeno, cuando se ha postulado que, en el
área de Chicxulub, en la costa norte de Yucatán, ocurrió el impacto de un cuerpo
extraterrestre al que se considera responsable de la extinción de numerosas especies
animales y vegetales, entre las que destacan los dinosauros y las amonitas (Alvarez et
al., 1992). Coincidente con esta edad, existe una brecha en carbonatos que tiene una
gran extensión en el sur del Golfo de México y tiene también una gran importancia
económica para el país, por ser la roca almacén de los grandes campos petroleros del
área marina del sureste de México (Figura 4).

Figura 4. Paleogeografía de inicios del Paleoceno, cuando se ha propuesto el impacto de un


meteorito en el área de Chicxulub. En este tiempo se depositó una brecha de carbonatos con una
gran extensión y espesores que alcanzan los 700 m. Las costas y las fronteras del país se muestran
como referencia.

Esta brecha denominada internamente en Pemex como “Brecha K-T” es inusual porque
tiene una extensión de miles de kilómetros cuadrados y gruesos espesores que alcanzan
hasta los 700 m en algunas localidades (Akal). Además, en gran parte de su espesor
carece de matriz, por lo que su permeabilidad es asombrosamente alta. No es una tarea
fácil explicar el origen de un cuerpo sedimentario de esas dimensiones, formado por

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fragmentos angulares de caliza de diversos tamaños, sin matriz en la mayoría de las


localidades conocidas, aunque en algunas (Akal y Ku), en unos cuantos horizontes, la
matriz tiene la misma litología que los clastos. Sin embargo, su origen ha sido explicado
de varias formas, de la cuales tres son las más aceptadas: la primera aduce que el
impacto de un cuerpo extraterrestre (meteorito o cometa) en Chicxulub fué la causa de la
formación de la brecha (Grajales-Nishimura et al., 2000), lo cual implica que el tamaño
de grano de los depósitos en su eyecta, fueran menores a una distancia mayor del sitio
del impacto, condición que no se cumple; la segunda argumenta que la brecha fue el
producto de un derrumbe submarino de los fragmentos de caliza que descansaban en el
talud del Escarpe de Campeche cuando ocurrió el impacto del cuerpo extraterrestre hace
65.5 Ma (Angeles Aquino et al., 1992; Limón-González et al., 1994), pero si esta fue la
causa del depósito de la brecha, entonces su forma y distribución deberían ajustarse a
una morfología alargada, paralela al escarpe y con una variación del tamaño de grano de
la brecha, de mayor a menor, en dirección de la cuenca; por último, la tercera atribuye el
origen de la brecha a condiciones de carsticidad por exposición subaérea de los
carbonatos depositados en extensas planicies de intermareas, lo cual explicaría la
extensión territorial, aunque el espesor requeriría un movimiento de subsidencia súbito
del orden de 700 m para justificar la edad de la brecha (65.5 Ma). El que escribe considera
que una sola de las hipótesis anteriores es insuficiente para explicar las dimensiones
volumétricas de la brecha, así como las condiciones físicas de su depósito, pero quizá
las tres hipótesis juntas pudieran justificar el origen de la misma.

A fines del Cretácico el aporte de sedimentos clásticos del noroeste y del occidente del
Golfo de México se incrementó notablemente durante las primeras pulsaciones de la
Orogenia Laramide, también conocida como Orogenia Hidalgoana (de Cserna, 1989). La
Era Cenozoica se inicia prácticamente con el evento tectónico que dió origen a las
cadenas plegadas y cabalgadas del occidente del Golfo de México, específicamente las
Sierras y Cuencas de Coahuila, la Sierra Madre Oriental y la Sierra de Zongolica, desde
el Paleoceno tardío hasta el Eoceno temprano (Padilla y Sánchez, 1982). La orogenia fue
el resultado de la convergencia de la Placa Farallón por debajo de la Placa
Norteamericana, en la que el fragmento de corteza oceánica que estaba en subducción
tuvo un ángulo muy bajo, causando así una deformación a mayor distancia de la zona de
la trinchera y elevando una porción considerable de la parte meridional de la Placa de
Norteamérica. Esta condición tectónica favoreció el incremento del aporte de grandes
volúmenes de sedimentos clásticos después del fin de la orogenia, que empezaron a
depositarse en las cuencas formadas en el antepaís de las cadenas plegadas, que de
norte a sur se conocen como las Cuencas de Parras-San Carlos (CPSC), de Tampico-
Misantla (CTM) y de Veracruz (CV) (de Cserna, 1989; Padilla y Sánchez, ibid) (Figura 5).

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Figura 5. Paleogeografía del Eoceno tardío cuando se inició el relleno de las cuencas de antepaís
de las sierras plegadas y cabalgadas del occidente del Golfo de México por sedimentos. Cuenca de
Parras-San Carlos (CPSC), Cuenca de Tampico-Misantla (CTM) y Cuenca de Veracruz (CV). Las
costas y las fronteras del país se muestran como referencia.

Así como durante el Cretácico la forma y el tamaño de la cuenca del Golfo de México
estuvieron determinados por las plataformas carbonatadas, a partir del Eoceno tardío la
nueva forma de la cuenca dependió totalmente del gran flujo de la sedimentación clástica.
Se empezaron a desarrollar grandes fallas lístricas normales asociadas a depocentros
en las cuencas de antepaís. Durante este tiempo se depositaron gruesos espesores de
arenas finas en los talúdes del occidente del Golfo de México, Planicie Costera del Golfo,
al tiempo que los sedimentos más finos iban rellenando las partes más profundas
Goldhammer (1999).

Como consecuencia del aporte masivo de sedimentos la sal y la arcilla de la parte


meridional del Golfo de México empezaron a mobilizarse, formando “rollers”, diapiros,
lenguas y canopies, así como también contribuyendo a la sobrepresurización de las
masas de arcilla.

Para el Eoceno tardío se formaron los depocentros de la Cuenca de Veracruz y se inició


su relleno con sedimentos clásticos derivados del oeste (Figura 5) (Jennette et al., 2003).
El límite oriental de esta cuenca estaba constituido por el Alto de Santa Ana y el Macizo
de Teziutlán (Viniegra, 1966), dos de los bloques de basamento que bordeaban la porción

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occidental del antiguo Golfo de México como la continuación sur del Archipiélago de
Tamaulipas. Se considera que el depósito de 5 a 7 kilómetros de espesor de sedimentos
acumulados durante el Eoceno y el Mioceno fueron favorecidos por una fuerte
subsidencia por flexión de la corteza en el antepaís de la Sierra de Zongolica, sin que
hasta el momento se hayan identificado fallas regionales que limiten la cuenca (Prost y
Aranda, 2001). En líneas sísmicas se ha observado que existe una antiforma supratenue
para el Oligoceno temprano en el área de Los Tuxtlas, que forma una clara discordancia
regional; este alto dentro de la cuenca puede significar una zona que la divide en dos
depresiones suaves, una al oriente y otra al occidente (Figura 6). Cruz-Helú et al. (1977)
reconocieron una discordancia mayor cerca de la base de la sección marina miocénica,
pero su edad exacta no fue identificada, sin embargo, se sabe que el Mioceno inferior se
acuña hacia el oeste sobre las rocas carbonatadas plegadas y afalladas por la Laramide
(Salvador, 1991c). El resto de la columna del Mioceno y el Plioceno están representados
por una gruesa secuencia de clásticos. La máxima actividad volcánica en la Cuenca de
Veracruz ocurrió durante el Plioceno y el Cuaternario, al igual que en la Franja Volcánica
Transmexicana y en el centro volcánico de Los Tuxtlas. Estos episodios volcánicos del
Plioceno fueron los causantes del levantamiento de la porción oriental de la Cuenca de
Veracruz (Salvador, ibid) La paleogeografía de fines del Eoceno se muestra en la Figura
5, tiempo en el ya existían las estructuras compresionales de la Orogenia Laramide.

Figura 6. Secciones geológicas de la Cuenca de Veracruz. Modificada de Jennette et al. (2003).

Aunque Prost y Aranda (2001) han postulado la presencia en el subsuelo de una falla de
desplazamiento lateral sinistral, orientada N20°W, en el área de Novillero-Víbora, ellos
mismos reconocen que no se ha encontrado evidencia de su existencia, quizá porque fue
interpretada sólo con base a un incremento en el espesor de los sedimentos hacia el
occidente de la cuenca y a un arreglo ligeramente escalonado de los pliegues
superficiales que sobreyacen el área. Por otro lado, al oriente de la cuenca, en el anticlinal
de Novillero, Aranda-García (1999) dató los estratos de crecimiento relacionados con

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este pliegue como del Oligoceno al Mioceno inferior, lo cual le confiere esa edad a la
estructura. También al oriente de la cuenca se ha identificado un sistema mayor de fallas
denominado Los Tuxtlas-Anegada, el cual se extiende a través del Campo Volcánico de
Los Tuxtlas con una dirección N50°W y continúa en el mar con una dirección N40°W a lo
largo de la margen oriental del Alto de Anegada (Jacobo et al., 1992); esta falla ha sido
mapeada en el campo y en imágenes de satélite, además de en el subsuelo, por lo que
existe una alta probabilidad de que sea la expresión actual superficial de la Falla
Transformante Tamaulipas-Oaxaca (Figura 6), que estuvo activa durante el Jurásico
Medio cuando se abrió el Golfo de México (Padilla y Sánchez, 1986; Alaniz-Alvarez et al.,
1996).

Durante el Mioceno Medio la dirección del movimiento de la Placa de Cocos cambió hacia
el noreste, generando la compresión que deformó a la Cuenca de Veracruz (Jacobo et
al., 1992; Prost y Aranda, 2001). Este proceso estuvo acompañado por un levantamiento
térmico en los altos de Anegada y de Los Tuxtlas (Jacobo et al., 1992), lo que causó la
conocida discordancia del área (Mossman y Viniegra, 1976). En las partes más profundas
de la Cuenca de Veracruz se depositaron después del Mioceno Medio del orden de 4 a 5
km de sedimentos. En el talud continental, al oriente de las cuencas de Burgos, Tampico-
Misantla y de Veracruz, se desarrolló un deslizamiento gravitacional, de los sedimentos
del talud, hacia la cuenca del Golfo de México, limitado echado arriba por una serie de
fallas de crecimiento y, echado abajo, por una falla inversa de bajo ángulo que corta toda
la sección Paleógena y Neógena. La columna estratigráfica Miocena-Pleistocena está
deformada en una serie de grandes pliegues aproximadamente paralelos, con longitudes
de onda de 10 a 12 km y relieves desde 300 m hasta de 1 km, conocidos como las Crestas
Mexicanas, o también como las Crestas Ordoñez (Figura 7).

El origen de las Cuencas del Sureste está íntimamente ligado con la Sierra de Chiapas y
con la Cadena Plegada de Reforma-Akal. Según Santiago-Acevedo et al. (1984), a
principios del Paleógeno, el Macizo de Chiapas continuaba emergido en su parte sur,
mientras que sobre las rocas carbonatadas marinas (de plataforma en Chiapas y de
cuenca en Campeche) de su parte norte, se depositaban gruesas secuencias de clásticos
con espesores que varían de 2,500 m en la zona de Campeche (Pozo Ateponta 1), hasta
cerca de 3,000 m en Chiapas (Pozo Triunfo 101). De acuerdo con Ambrose et al. (2003),
durante el Oligoceno continuó el depósito de clásticos en todo el sureste mexicano,
aunque en el área de Macuspana se empezó a desarrollar un depocentro en donde se
depositaron gruesas secuencias de arcillas. Al mismo tiempo, sobre la Cadena Chiapas-
Reforma-Akal se depositaron espesores menores de arenas y arcillas, mientras que en
el área de Comalcalco-Salina del Istmo comenzó la movilización hacia el norte, de
grandes volúmenes de sal en forma de almohadillas y “rollers” (Angeles Aquino et al.,
1992).

Jair Alfredo Cueto Angulo


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Los mismos patrones sedimentarios continuaron hasta el Mioceno temprano, pero en el


Mioceno medio (Serravaliano, 12.0 Ma) ocurrió la máxima etapa de deformación que
plegó y cabalgó las rocas de la cadena de Chiapas-Reforma-Akal, con un nivel de
décollement en la cima de la sal calloviana y una vergencia hacia el norte. Sánchez-
Montes de Oca (1980) denominó a esta orogenia como Evento Chiapaneco (Figura 7).
Durante este evento el Macizo de Chiapas también se acortó, por lo que García Molina
(1994) considera que existe otro nivel de despegue profundo dentro del bloque de
basamento.

Figura 7. Paleogeografía del Mioceno tardío, cuando ya se habían formado las Crestas Mexicanas y
los pliegues y fallas de la Cuenca de Veracruz, y de la Sierra de Chiapas-Reforma-Akal. De éstas
últimas estructuras, el tramo Reforma-Akal se conoce solamente en el subsuelo. Las costas y las
fronteras del país se muestran como referencia.

Hacia fines del Mioceno e inicios del Plioceno, después de la deformación compresiva
del Evento Chiapaneco, se inició el basculamiento hacia el norte de la Cadena de
Chiapas-Reforma-Akal, como una respuesta al desalojo de la sal calloviana en la misma
dirección (Figura 8). El gran aporte de clásticos provenientes del Macizo de Chiapa

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durante el Plioceno y el Pleistoceno, causó el depósito de varios kilómetros de espesor


de sedimentos, cuya sobrecarga empezó a generar grandes fallas de crecimiento
orientadas NE-SW, con sus bloques caídos hacia el norte.

Figura 8. Paleogeografía del Pleistoceno Tardío. En este tiempo ya había ocurrido el basculamiento
hacia el norte de la cadena Sierra de ChiapasReforma-Akal por el desalojo de sal calloviana y se
habían formado las cuencas de (1) Comalcalco-Salina del istmo y (2) Macuspana. La orientación de
las estructuras extensionales, casi perpendicular a las compresionales. Las costas y las fronteras
del país se muestran como referencia.

En la Figura 8 se observa que la orientación de estas fallas sintéticas es casi


perpendicular a la dirección de los pliegues formados durante el Evento Chiapaneco, y
en la Figura 9 se ilustra de manera esquemática la relación tectónica entre las estructuras
compresionales del Evento Chiapaneco y las estructuras extensionales que las
sobreyacen.

Las mayores fallas lístricas normales del Plio Pleistoceno se formaron en las cuencas de
Macuspana y de Comalcalco-Salina del Istmo, mientras que espesores menores de
sedimentos clásticos eran depositados también sobre la Cadena Chiapas-Reforma-Akal.

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Una diferencia que es notable entre estas cuencas consiste en que, mientras en la cuenca
de Comalcalco-Salina del Istmo se desalojaba sal (Ricoy, 1989), en la de Macuspana se
desalojaba arcilla (Ambrose et al., 2003).

Figura 9. Bloque diagramático que muestra la disposición espacial de la Cadena Plegada de


Chiapas-Reforma-Akal, basculada hacia el NW y las cuencas de Macuspana y Comalcalco producto
de un deslizamiento gravitacional.

Las secuencias depositadas en la cuenca de Macuspana estuvieron bajo un régimen de


extensión desde el Mioceno tardío hasta el Pleistoceno, tiempo en el que sufrieron una
inversión tectónica (Ciclo Cascadiano según Sánchez Montes de Oca, 1980), que formó
los pliegues anticlinales que hoy constituyen las trampas de los yacimientos de esta zona
(Ambrose et al., 2003).
Finalmente, la deformación del sureste mexicano ocurrió en el Neógeno en el orden
siguiente:

1. Plegamiento y fallamiento de la Cadena Plegada y Cabalgada de Chiapas-


Reforma-Akal durante el Mioceno medio, con un despegue al nivel de la sal del
Calloviano y otro dentro del basamento del Macizo de Chiapas.
2. Basculamiento, hacia el noreste, de la cadena plegada durante el Mioceno tardío.
3. Depósito de gruesos espesores de arcillas durante el Mioceno tardío.
4. Deslizamiento gravitacional de la columna Paleógena tardía sobre las arcillas
miocénicas.
5. Formación de la cuenca de Comalcalco durante el Plioceno.
6. Formación de la cuenca de Macuspana en dos etapas: las fallas que la limitan al
sureste y al noroeste se formaron durante el Plioceno y las fallas oblicuas

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escalonadas este-oeste se formaron durante el Pleistoceno y hasta el Reciente.


En ambos casos las arcillas del Mioceno favorecieron el décollement de la
columna
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Jair Alfredo Cueto Angulo


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