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En lo referente a los bosques secos de la Costa Norte, (ceibales, algarrobales y relacionados)


la superficie se ha ido reduciendo considerablemente en el presente siglo por los grandes proyectos
de irrigación y el avance de la deforestación para la obtención de maderas duras y carbón de leña.
Sin embargo, el Estado ha realizado un tremendo esfuerzo para establecer áreas protegidas y de
manejo especial, como el Parque Nacional Cerros de Amotape, la Zona Reservada de Tumbes, el
Coto de Caza el Angolo y varias otras. Además, diversas organizaciones están desarrollando
actividades con los pobladores locales para manejar los bosques, reforestarlos y realizar actividades
productivas de diversa índole.

Los bosques secos del Valle del Marañón están sin protección alguna, a pesar de la alta
incidencia de especies endémicas. Los bosques de Mangle, que cubrían cerca de 28,000 has. han
sufrido una severa reducción durante los años 80 por la expansión de la actividad langostinera y la
frontera agrícola. Este ecosistema, de gran importancia local para la pesca y la recolección de
mariscos, está siendo protegida por el Santuario Nacional de los Manglares.

Los bosques andinos de keuña y kolli se han reducido a unas 50,000 hectáreas de las
aproximadamente 3 millones que existían en el pasado. Aquí la situación es sumamente crítica,
aunque se están protegiendo algunos relictos en el Parque Nacional Huscarán y en la Reserva
Nacíonal de Salinas y Aguada Blanca. Los bosques de lluvias y neblinas que se extendían en las
vertientes occidentales andinas de Piura, Lambayeque y La Libertad han quedado reducidos a
zonas relicto en las cuencas altas de los ríos Piura (Chalaco), Olmos (Porculla), Zaña (Taulis y
Udima) y Chicama (Salagual, Chigdén y Sunchubamba), en las provincias de Chota y Cutervo
(Parque nacional de Cutervo). Estos bosques tienen una altísima diversidad de especies endémicas,
especialmente entre los invertebrados, y su supervivencia está gravemente amenazada por la
deforestación. Salvar los últimos relictos de Taulis y Udima y el Parque Nacional de Cutervo es de
urgente necesidad.

Los bosques de lluvias de la selva alta, en las vertientes orientales andinas, han sido afectados
por las vías de comunicación que se dirigen hacia la Amazonía, las que forzosamente deben pasar
por las vertientes orientales andinas. En estos lugares se han formado amplias fajas de destruccíón
casi total, como en Amazonas y Alto Mayo y los tramos Carpish-Tingo Maria; Tarma-Chanchamayo;
Ayacucho- río Apurimac; Cusca-La Convención; Paucartambo-Shintuya; Urcos- Puerto Maldonado;
y Sandia. Sin embargo, la conservación de estos bosques a través del Sistema Nacional de Areas
Protegidas está cubierta por Parques Nacionales (Río Abiseo, Tingo María, Yanachaga-Chemillen,
parte alta del Manu), Santuarios Nacionales (Tabaconas-Namballe, Ampay), Santuarios Históricos
(Macchu Picchu) y Bosques de Protección (Alto Mayo, San Matías-San Carlos).

En la selva baja la intervención o colonización se ha extendido a cerca de 9 millones de


hectáreas como lo muestra la siguiente distribución:

a. Tierras en Producción: 4 millones


Agrícola: 1,5 millones
Pecuaria: 0,5 millones
Forestal: 2 millones

b. Las tierras degradadas y abandonadas suman 5 millones de hectáreas, sin embargo, una gran
parte de ella se encuentra cubierta de bosques secundarios.

Como se puede constatar el desperdicio de tierras ha sido muy grande por la falta de
tecnologías adecuadas para manejar los suelos y evitar su deterioro. Por otra parte, el Estado
peruano ha realizado un gran esfuerzo para destínar tierras tanto para la conservación como para
las comunidades indígenas en la Amazonía. En efecto, la superficie de tierras tituladas de las
comunidades indígenas asciende a 7'379,941 hectáreas de las cuales 344,887 hectáreas están
destinadas a los grupos Nahua y Kugapakori, y cerca de 5,5 millones de hectáreas constituyen
áreas protegidas de distintas categorías.

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