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Serie: Ciencias Sociales Rafael Alvira * Héctor Ghiretti Montserrat Herrero (Eds) LA EXPERIENCIA SOCIAL DEL TIEMPO €UNSA [EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, S.A. PAMPLONA re ‘po vital de cada persona tiene que verse envueko al menos 2 ‘tes rtmos temporales que de una w otra manera las afta, Ta fanciéaocial de la'memoiia Estos dstintosritmos e podrian aplcar a otra manera na focar el problema, como es el método generacional. Una’ me riencia generacional seria un tiempo medio, inserto en una ~ riencia inergeneracional de mais large duacion. Del misma) la experiencia biogrifica tends mucho que ver con hs sociales y econdmicas que a esa persona le ha tocado vi como con los acontecimientos, mis © menos coyuntus coincidan con el tiempo desu vida. En todos estos casos lo que nos interes restar ahora ralidad de los tiempos sociales que conviven dentro del ti Lio o sgran tiempos en el que todas nos movemes. Son ferentes los tiempos de las distineas personas yo son en ‘casiones. No hay un solo tipo de tiempo”. Es esta ph tiempos la que hace que, desde un punto de vista social, a dl tiempo sea esencial, porque no todos actuamos al mi ‘mo, ni todas las cosas se pueden hacer con ina misma du partimos de experincias similares (se puede hacer ‘poco tiempo un pais que en milenios de historia nunca se ha ‘ado siquieraa ese concepto?).Cieraamente estamos ante jevivacién del tiempo, pero la necesidad de coordinacién tempos individualesexige una referencia al tiempo nica versal, pues sin esa referencia superior, las relaciones inf silo pierden sentido, sino que provocan confsén. Los buenos narradores son capaces de exponer de un fogonaro lo que los académicos explican con un tratado, Carmen Martin Gaite, en su novela Lo rao vivir, pone en boca de uno de sus stormencados personajes una frase que sintetiza bica la enotme poteacaldad de la memoria y el olvido: oFlurgaren el pasado re ‘moto puede ser un lenitvos el cercana hace més dao. Todas la seciedades, a lo largo de la historia, han catad de dominar su pa- ‘ado, porque eran conscientes de que dominando su pretérito, Aseguraban su presence yaftontaban con mayor seguridad su Fut 10. La poses del pasido no es, sin embargo, una taea nada sen- «ill: Desde los tiempos mis remotes, los pucblos han tratado de ‘eltar su historia, peo se han encontrado com la dficultad de ar ‘monizat adecuadamente intencionalidad con tigurosidad hist «La tendenciaa la mitificacin, tan propia del munda clsico y fan bien ilustrada através de las obras homéricas, etd present alo Iago de toda la historia: desde el intento de recuperacién de un pasidolegendario de ls monarquias medievalee ala invenidn de 1. Mast Garte, Carmen, L rn vr, Anagrama, Barca, 1989, Pa. 2. Smt, Gabrle M., Palisa Us in Matera Historiography: A 23, Luan, Ajai, La side loge, op ce 32 Shc, sry and Tho 18 (1975), 31435, 150. 7 Jae Aa Ia tradicin de las naciones en la época romantics’, Las fonteras centre realidad y fcc ienden a debilcarse cuando se trata de una mirada al pasdo. Todo ello pone de manifesto el notable peso de Ta tadicidn y la necesidad que tienen ls sociedades, sean del tipo {que sean, de conocer bien el pasado, de poseer una memoria espe: cifica. De ahi nace la dimensién eoleciva de la memoria y, por ‘tanto su funcién social LA MEMORIA COMO RELATO PERSONAL Los narradoresvuelven a dar algunas claves para adentrarse en cl funcionamiento dela memoria personal ycolectva. Comenta Gabriel Garcla Marquez, eel pértico de si libro de corte auto= biogréfico Vivir para contarla, qu sla vida no esa que uno vivid sino la que uno recuerda y cSmo la recuerda pata contarlay’. Pro= bablemente el novelista Latinoamericano se habia basado en ls palabras dictadas muchos afios antes por Eugenio d Ors en una de sus concurtidas conferencias «no recardamas las cosas por ella nos hayan interesado, sino que nos inteesan por el re cuerdo que va tenemos de ells. Fl peso de Is’ memoria personal es indudable. Es una expe: riencia cotidiana que buena parte de nucstros pensamientos y rnuestras aciones tienen su origen en una mirada hacia nuestas Vivencias pasadas incomunicables. Sin embargo, la pérdida del sentido comiin ha llevado a historiadores ycientficos sociales a presentar una artificial ruprura en el proceso de transformacién de la memoria individual a memoria coleciva. En esos planted smiencos reduecionisas el dima de los cuales ha sido sin duda el rmarxismo- la memoria colectiva estarfa condicionada por ele 3. Honsnaun, Ericy RANGER, Terence (oe), The Insetion of Tradition, Unive Pres, Cambridge, 1984, 1. Gakcts Manqutz, Gas, Vis pant cori Mondadori, Baron, _mentos totalmente diversos de los de It memoria personal: por cto han sido llamados alos grandes relatos», Este trabajo tiene como objetivo demoserar que la memoria coletiva funciona en realidad de un modo muy similar la memoria individual, aun- {que ligicamente su dimensin social le confiere una especifiidad ‘que tampoco puede ser obviada. ‘Cada generacién, cada sociedad, cada cvilizaci6n, se comporta com si con ella se hubiera llegado al progreso definitvo, a un es tado de la historia no superable, Esto es algo que Francis Fukuya- ma retraté de un modo explicito en su célebre y polémico libro, jpublcado en 1992, Elfin de la historia el stimo hombre. Ali rx. Ticaba una lectara dela historia cotalmente presentista, en la que postulaba que el sistema capitals liberal hab levado a la civil ‘acién a su maximo apogeo, y que dificlmente la humanidad ha- Tari oto sistema que lo supere. Independientemente de lo efimero de suinflujo, la obra de Fukuyama provocs un enconado debate, pot lo provocador de sus conclusiones. Pesonalmente pienso que se trat6 de un debate bastante farisaic, porque mas alls del carsc terutépico de las resis de Fukuyama -que los atentados del 11 de septiembre de 2001 se encargaron de desmentir dramdticamente— libro era una expresién, de modo muy explcito, de la profunda sspracin de toa sociedad al atojusiicacién radical “Todas las sociedades, al legar a un miojimo estado de madu- rez, han tenida que construirse una historia que jusificara su pa- sado, lgitimara su presente y las proyectara hacia su fueuro. Una socicdad sn historia es una sociedad sin identidad, como una per- sona sin historia cs una persona sin identidad, La memoria es una necesidad no sdloen su ulidad més pragmatica, sino sobre todo en su dimensién mis idenctatia. El psiquiara repasa en primer lugar la historia clinica de sw paciente para rforzar el conoci- rmiento directo que tiene de, de su identidad. Fl afectado por el 5. Foxman Fanci, The Bnd of Misr and he Lat Mam, Fee Pes Nac Yk 1992, 152 ome smal de Alzheimer, y su entorno familiar, cemen tanto los fee dela enfermedad relacionados con la périda dela identi pe sonal como las que se derivan de ls consecuencias mis cot de la pérdida de la memoria. Identidad y memoria, al fin y cabo, se identifica, La identidad personal se refuerza a medida que sees capaa contar el propio relato,con sus origenes y su desarrollo, en el que hasta se puede affontar el final sin remor. Alganos han defend, ‘con no poco sentido comin, que la historia, generalmente consi derada, tiene estructara de tlato personal, y que as es como debe ser analizada, intepretaday, sobre todo, contadat, La estructug del relaco novelado permite tansmitie con mayor expresiviad Ia experiencia y por eso puede convertrseen un privilegiado moda de afrontar la historia, como las recientes narraciones de Javier ‘Cereas (Las sldador de Salamina, en torno ala guerra civil spas ila) o de Bruno Arpaia (La lima once, donde se narran los tltimos dias de la vida de Walter Benjamin) se han encargado de demostrar. Al mismo tiempo, algunos han definido el relat ‘como una carta que el autor se eseribe a sf mismo para explicarse cosas que de otra manera no podria entender Jean-Claude Carrie, guionista cinematogeifico, habla pre- sguntado a un neurdlogo cudl ea la clave de la persona sana. EL ‘méglco le habia respondido sin demasiadas matizaciones: «La cx pa de conar su propia historias. Es deci, la que sabe de dénde procede—su origen, su principio, sus antepasados-, ddnde se halla én a actualdad su identidady a dénde se dtige sus proyectos y su destino en sum, alguien capar de saberseinserto en el eur so de un relato, Esto expicara el éxito alcanzado por los progra- mas televisivosen los que personas anénimas cuentan sus vidas, Se sitdan a si mismas en el curso de un relat, son sustancia de una 6 Coots, Mica, ligt dela memoria: min nile en le mae tvs de Doze, EUNSA, Plann 1997 7. Ratz ZA7ON, Carlos, Ls dl ie, Planeta, Barecona, 201 historia. De este modo, el televidente pce idemtifiatse mis sen- cillamente con esas historias. Algunos han llegado aafiemar, con ‘no paca sutileza, que el tipo de relato que uno mismo hace de ss propia historia, puede hacer cambia el rumbo de si trayecroria vita: «No importa lo que te ha ido pasando sino lo que has ido pensando de lo que te pas, cémo lo has ido enfrentando, lo que teha dejado lo que has aprendido con ello', En eldmbito indivi ddl y social, influye més la impronta dejada en la memoria por tun acontecimiento que ese mismo acontecimiento. En la vida personal, es la propia conciencia la que realiza esa operacién de rmemoris en la vida social, son los historiadoresy los cientificos sociales. De abt surge su responsablidad como forjadores de la ‘memoria de un pueblo. La memoria personal tiene una reglasinternas difcles de pre clear. Todos tenemos l experiencia de evocar un recuerdo asacia- doa una cancién, un olor oun lugar determinado. Lo que es mis Aiffll de precsar es par qué eso se produce cuando no hay una relacia seal entre esas ds cicunstancias. También se nos excapa dl porgué de la etencidn de determinadas recuerdos, at como la fugacidad de otros que se presencan inesperadamente en nuestra memoria, cuando menos lo esperamos, para luego desiparecer dlefinitivamente, Al mismo tiempo, cn muchas oesiones nos da- mos cuenta de que no recordamos algo directamente, sino atr2~ vés del primer recuerdo, 0 incluso de los sucesivos, que tenemos de ese algo: «Tuve a cetidurnbee sin fsuras de que lo que Sén- chez Maza le habia contado a su hijo (..) no eralo que recordaba {que ocuri, sino lo que recordaba haber contado otras veces’ Por este motivo, algunos hstoriadore han puesto el éafais en |asimprontas que los hechos histricos han dejado en la memoria coletiva, que muchas veces han inluido ms que los mismos s- 8. Marty Garr, Carmen, Cuadror de do, Ant, Baron, 200, p ™. 9. CARAS, vier, Slade de Soloming, Tass Bacon, 2001, p43 tt one nw Seon ‘esos. Es lo que Georges Duby retraté magistralmente a tray su relato de la batalla de Bouvines (uno de los acontecimieng fandantes de la memoria nacional colectiva francesa)" o lo Hans-Georg Gadamersistematiaé en ss tratados tesricos" recientemence, Frangois Dosse ha escrito un precioso ratado cl que ahonda en el sentido de las simprontasshistricas yen diversas scapase que la memoria va forjanda através dl tiem as aces peo sin ahondar demasiado, por sire hace dafios™. En [aus ocasione, los efectos de la memoria son perversos por exce- Sil Sef Fortuny no legs aver el final dela guerra (civil es- ola. Se lo encontraron sentado en susillén, mirando ls foto- fafa vieja de Sophie ~su mujer— de Julié su hijo. Abrumada por los recuerdos”. Eneonees, contindarelatando Ruiz Zaf, Ff que mata es la soledad. Los recuerdos som peores que las ba Jaw. Peto, en todos ls casos, sea por exceso o por defecto la heri- dh abierta de una memoria no caurrizada sigue ab: sino sale en momento oporcuno, después aparece en forma de pus. La memoria personals lla, pus, en el empo inte doen afin eet del prado ne dec bien se eniend et progrsv xt gucha en, ene cap Iahistori, el subgencro dela spoon don bs hiton tsscon mayor presi lana bo dclov aon na imelectal hioriogrfico Ese eel ean de Pee Vir Iisrcamente), Ete Hoban (os imersentey Coorg Duly (Lat his conn) y ano no, lo pet vam brat deun mado may pritic, el infj del conte en ee hrc infec de lncieunstance hitrenpeticn cal lear gene ques hae del psa. Al mismo emo, le memoria personals queda para em ccasones poe micd recon, como se esta magi mente tol pelicula Relea de Aled Hitchcock om ees por te tor agin descbrimieeo degrada, como lo xp se futos de los adpeados que no queen profuntar ccesvamens teen a verdad des paid «Aunque seas i quires saberde [Los MECANISMOS DE LA MEMORIA COLECTIVA Todo ello ene un nfyjopcicoen el eric dea ison a nivel colecv. La histories colectva ya memoria individ ose pe conc qu do funciona de maner sno [inca de jusifcacionylegimacin dela socledadesy de Insnconeska conti a rrgar una nin scl ncaa Ibcreacim de ura memora peta, Enel mind antigu netos dos ejemplo expecaiment sigificaivos a conucign A Tamemora ect del pcb cid a wanda Sagrada Es Sitaray la cescion de orton mitolgicos por par del mn “irc Ets dos laos configura a ena qu ro yes mucho mis alli dels creuasancas conctets en ls que Foeon ead la Biblia ele aribaye, con ro propia una fncin remorse, ademas de la propamente regis. L lin jo Ala csla religion deli, donde aeration adquer una ama tvs eapciad!normatv, Cuando la experiencia vivid toma fr incites devine una adiionconsaiad, y ase 10, Dove. Gar Le Dime de ons 21214, Gali Paris, 1973. “ 7 TE. Gaon, Hans Gen, nda md findanena den bre _néuticn filesofce, Sigueme, Salamanca, 197. oe 12 Dose, Fantini bil lat, ive de beni Vn 20 13 Va te, Pr hihi eed Ci, Bar ‘eelona, 1997, cae TH Honus At nner an i ov il 1% Ci Barcelona, 2003, es 15, Dt Gong, inion, kos Caleb Pa, 1991 16, Ft Somanal, 16-22 de nviembre de 2003, p24 19, Rute Zar, Caron, Leb dl ea op tp. 423424 136 Jaume Ay transforma de madi natural en wna norma de dimensiones cole tivas Emel mundo clio, los mos poseen una funn memon tistica que va mucho mis alli de su identificaci con Una reales dad objciva. En ese sentido, se puede decir que los miton se convierten en simboos de ls valores de un pueblo, que legana ser, para el imaginaro colecivo, mucho mis reales que la talc dad Enel mundo medical ls principales monarquias acudieron al géneto genelgico para uni la sangre de sus tees con la de Almas mis lgenariss. Los reyes ranceses medicals conecte ron sus orgenes con la mia dinastatoyanay los reyes castle nos buscaron areditarsu poder encontrando sus ries ea a moe nargua isigoda Tanto unos como otros ensigucron lgitimar unas conguists que configursban al mismo tempo na identi dad nacional en expansin. La historiadoranorteamericana Ga- Ine Spiegel ha demestrado, a raves de ss agudos extadiosso- ‘yr hisoiografa meival, quel texto histric es una fuente de «reac ylegtimacion de poder para las monarguissearopes. HL significative enunciado de uno de sus estos ~The Pat a Tex pone de manifesto la fuerza legiimadora de os esrtos histo elas exnicas melievales®. Ess consiguiton rede considere blement as distancia ente wn pasado remoto y mica yn pre sent que requria una justicacin hist rica, El reco al pando através de una oportuna manipulacin del exo histrco des monarguis europess medievales era mismo que Javier Cercas defend en us Seldador de Salemina a analizar algunos testimoniosorals sobre la guerra civil expafola ‘Me pregunt si eos relatos se ajustarfan ala realidad de los hee hos sd forma acaso inevitable, estarian barnizados por esa patina de medias verdadesy embustes que pests siempre episodio remoto y ara sus protagonists quis legendario, de 18 Setce, Gabel M, The a a Tx the Dhan Pace of Me ben Hazara John Hopkin University Pes, almore, 1997 afin sol de amen fat rmancra que lo que acaso me contarfan que ocut6 no sera lo que Ue verdad ocurié y ni siquiera lo que recordaban que ocurtd, sino slo lo que recordaban haber contado otras veces. Los mitos ‘elas narraciones clisicas y medievales, zacaso han sido definiti- vamientesuperados através dela aplicacién de una supuesta obje tividad racional y cientiicaaleanzada por el mundo contempor Imbuidos excesivamente de nuestra formacién racional mo- dena, con demasiads frecuencia concluimos erréneamente que los relatos de las erdnicas medievales son toscas constructiones manipuladoras de la realidad del pasado. Esta conclusién puede ser mis 0 menos cere, pero en muchas ocasiones no es ms que tun deseo de justificar nuestra propia lectura de la historia. En las ‘onstucciones hstércas acruales, sigue influyento enormemente tun lctura tleoligica del pasado. Ha sido la postmodernidad, en sa lectara poligdrica,relativsta y desmitfcadora dela realidad, la {que a puesto el acento en que toda ecru del pasado est condi- onada, en mayor 0 menor medida, por el contexto histérico desde donde ha sdo ariculada. Desde que, en los fis stent, hiscoriador norteamericano Hayden V. White postulara que el texto histérico funciona como un artefact lterato, el debate so- bre ls objetividad del conocimiento del pasado se ha hecho mi inensa’. Pero White no negaba la posbildad del acceso ala lida histria, sino que, aa hora de narrar esa realidad, los histo- riadores adaptan su dscurso necesariamente als formas y géne- ros literarios. Michel de Certeau (Lieriture de Ubistire)® y Paul Ricoeur (Memoire er rc levarian el debate al campo de la softa hermeneica en los afos ochenta, 19, Wuare, Hayden Vi, Main: he Hitorial Imagination in Nine ‘whcenteryEarpe, Joba Hopkins Univesity Pros, Balemore, 1975 (wad ‘ellanos Meahiria: le agin ion le Bupa del slo NIX Fondo de Cale Econ, Meio, 1995), 20. Cente Miche de, rit esi, Glia, Pats 1975 21, Rc. Pay Rion epee iS, Pai 1983-198, 138 se Al Durante buena parte del siglo XX, han sido las ideologias lag ‘que més han pesado en las leeturas del pasado. Una de as genera cones de historiadores ms influyentes del siglo pasado, ha sida dlfinida, sin que nadie se haya ruborizade lo mas minimo, coma sla generac de los istriadores del Parxido Comunista Brine ‘com A ella se han adserito intelectual de tanto prestigio coma) Eric Hobsbawm y Edward Thompson. Por ota parte, uno de log grandes debates hisraiogrificos del lkimo siglo a so ol del ne esario compromiso politico e ideoldgico del historiador con su ‘mundo, como el testimonio de los historiadores brtinicos del Partido Comnista™ o el dramitico rlato de la claudicacén fran- cssaen a segunda guerra mundial de Mare Bloch (La exratia de rota, Tatimonio exrito en 1940)” se han encargado de confirma, Actualments, quid pesan ms ls identidades nacionales que las ideologtas. Exo conduce a ls historiadores a enfocat de un ‘modo u oero sus investigaciones y aslecconar sus temas de acer do con esas directrices. Los interminables debates generados en Alemania por el nazismo y en Espa por la guerra civil son tal vez dos de los mis clas exponentes de ste infiyjo del nacionalisma en las lectus histércas. Alemania es quiz ef pais europeo que ‘mis a fondo ha hecho su examen de concienca, su aucocriica eo lectiva, que mas radicalmente se a puesto asf mismo en entredi cho, Porque es el nico pais europeo que ha conocido en su rere too los estagos de ambos toralitrismos: nazismo y comunismo, [Espafa, por su parte, tiene todavia muy reciente su transcion de> ‘mocriticay una revisin de la guerra civil que cada dia se hace mis inoesante. La notable dimensién publica y meditica que han eo bbrado estos debates ponen de manifesto la funcién publica de la ‘memoria en ls sociedadeshistricas y hacen precso n andisis en mayor profundidad de sus morivaciones y justifcaciones. 22, Ka, Harvey J Lirias maritima itor hrs, Unive de argon, Zags 198. 23, BLOCH, Mac, La ext drt: imam rt on 1940, Ce Bacon, 200 LA UNCION DE LA RECONSTRUCCION DEL PASADOL ‘Cualquir intento de olvidar el pasado por parte de una soie dad esd abocado a fracas. Uno de lor abjetivos principales de los _gobiernos toralitaris ha sido el de cavarinmensos hoyos donde en tert los hechos y sucess desagradables (en algunos casos ls per sonas) para que cayeran en el vido como si jams hubieran exist do, Pero el tiempo pasa yesosagujeros neggos de la memoria acaban saliend af lu, en ocasiones de un modo tan material como el des- caubrimiento de las fosa donde fueron hacinadas as vicimas de esos repimenes, como sucedié en Camboya o en Serbia Peto el pasado nunca acaba de estar mueto y ni siquiera pue- de considerarse pasado, Todo presente est formado en parte por ‘un pasado que lo sustenta y, por tanto, no puede prescndir de él. La evisin continua del pasado es necesria. Sin embargo, noes menos cierto que algunas sociedades han recutrido al olvido mo- ‘mentineo del pasado para construire fururo desde una atmésfera ‘menos crispad, Algo asi sucedié con la Francia de la postguerra, al decidir superar a maniquesta dicotomia entre colaboracionis- ‘as patton en fa Alemania de los fos cincuenta ysesent, que decid olvidar el nazismo como si aquello no fuera con ello, ya Espafa dela tansicién, que afronté ese delicado momento de su historia consensuando un olvido de la memoria en aras dela cons ‘ruccia de una democracia stable. De todos modos, a expetien- cia demuestra que no es buen camino alargt excesiva 0 innecess Fiamente exe olvido, consensuado u abligado, Un puchlo que jgnora su historia xed condenado a repetea. Por este motivo, ra deo cemprano los pases curopcos han tcrminado enfrentindose con I realidad: Franca se ha visto obligada a pechar por fin con su responsabilidad en la tibia reaecidin de algunos sectors frente al snzismo, Alemania ha tenido que reconocet que los drigentesna- vis eran alemanes y no extraterestres, y Espaia ha recuperado, precsamente en estos itimos afos, el intenso debate entorno ala ‘naturaleza politica eideoldgica de la Segunda Repaiblic, la guerra civil ye rgimen franquise. 160 Soe Aa wot Mis dramatico y menos consensuado es cl olvido que evan consi todas as guerras:».. no subestimes nunca el talento para olvidar que despiertan la guerra, aconseja uno de los personae jes del wepidance rlato de Carlos Ruiz Zafén sobre la Barcelona de ls posguerra. Y més adelante confirma esa idea: .. no hay nada que alimente el elvido tanto como una guerra, Daniel. To dos callamos y se esfuerzan en convencernos que lo que hemos visto, lo que hemos hecho, lo que hemos aprendido de nosotros smismos y de los ots, es una ilusién, una pesadilla pasajera. Lay guerras no tienen memoria y nadie se areve a comprendetag hhasea que ya no quedan voces para explicar qué pas6, hasta que llega el momenta en que no se las reconoce y vuelven, con ofr cara y otto nombre, a devorar lo que dejaron atrise™. Todo ella Teva‘ concluir que el redescubrimiento del pasado es indispen- sable, Pero esto no quiere deci que cl pasado deba regit el pre= frente, sino que, una ver conacido, ol hombre tanto en st ‘mensién personal como colectiva~ tiene en sus manos utilizrlo de la mejor manera posible. Entre esas posibilidades debe estar, por supuesto, lo que Tzvetan Todorov lla «el derecho del lv dow, ‘Uno de los problemas de a sociedad actual es que se vive en el «exerno presente, Pata algunos, los atormentados pero intelectual ‘mente jugosos ais setenta fueron la lima época en que se pudo ‘pensar en términos colectivos.Parece que hoy vivimos aplatadas por el presente, sin pasado ni Futueo. No existen radiciones bien asentadas que proporcionen un nexo con el pasado (el debate so: bela inchusin de las races ristanas en el portico de la Constinu- cin europea es bien elacuenteen este sentido) ni referentes espe ‘ales, ideoldgico,filos6ticos o intelctuales que proporcionen un panto de legada comin. La narcotizacin de la memoria colet- ‘tiene como consecuencia una pérdida de referentes morales que 24, Ruz Zar0, Cro, La somb de ino pp 407 y 426. 25. Tononoy, Tevetan et abd lr memo Ae, Ba, 995, p24 nea una sncomdscaprovalencia del forma sobre el contenido el entero campo de as lencias sociale , ms concretument, Snelcimpo dels historia. Es algo que dictaing erterament Shanderad de los istorisdorespestmadermos, Hayden V. Whit, $eilar uno de sus volimenes ecopilatrioe The Content of the For (El contend dea forma Meatrevers a firmar que cl acl plantcamienco de White tenia que lgaren otmprano, Kant habia estblecid lprin- “ino de scparacion ent lo objetivo To subjetivo, pro haba cone evar por lo menos el serio de a encs odera tne in rteropurament formal. Ahora leva ass as iimasconsocuencias cx aronarniento al consderarunsinsen- ‘ido seguir mantniendo na formalde londicaque nega de poral acceded del conacimient objeiv. Todo ll leva [sig fs confmacién de la prordad del lenge, que «a nia tferencialidad que le queds al cenfico experimental, a Siento socal, en defini, al histrindor La cena devene tn modo de comportamieno istiacionalizad, un modo de ‘tar la relidad en una comunidad de individu animados por scntiienens, objetvony opiniones andlogay, sobre todo, un lengua convencional comtinmene aeprdo, Suniel reside nbs comuniacén portant, enn engaje del que incu se pone en dua surefrenialidad. Lacoherencia formal dl lato hisnxco pas sr lo mis im- steno ll dea cardenn's ot cot laid Ls Imoderacin episemlgia de los emsayos de Paul Ricoeur y Mi- Chel de Cercenu no han hecho més que aumentalasensacibn de Qed tems esa dela sora ox sctdnentss ol modo de ne ‘rat, a capacidad del historador de constrain lato coherent [a vipuosidad hisric slo aparece como valor secundario. Come Javier Ceres pone en bors dein des eronajes, 0 26, Wate, Hayden Vi, The Content ofthe Fore Nertise Dione and ioral Repraentation, John Hoplins Univers ra Bakr, 1989 182 J dos los buenos relatos son relatos reales, por lo menos para quien los ee, que eso inico que cuenta" 1 LOS NUEVOS DISCURSOS DE LA MEMORIA “Todo estos ejemplos ponen de manifiesto que el olvdo de la ‘memoria tiene unos efectos elatvizanes. Sin embargo la angus. toss aceleracin e intensifcacién del presente tan propia de nies ‘wo tempo, ambién leva consigo,paradéjicament, una obsesén convulsiva por la memoria. En su lim libro sobre las politica de J memoria, Andreas Huyssen sefiala dos momentos centraes de a cultura occidental del siglo pasado, en los que surgieron discursog de nuevo cufo sobre la memoria™. El primero se ubica alrededor de Jos fos sesntay es consecuencia de los movimientos de liberacén nacional y los procesos de descolonizacin. Este primer momenta se caracteriz por la bisqueda de historiograisalernativas, de tr dliciones perdidasy por la rcuperaién del visién de los vencidos, El segunda momento parece més actualy relacionado con el ‘tema que ahora nos ocupa. A comienzos de los afios ochentay se inicia una fascinacién por el tema de la memoria, acaso mie ppropiamente, por el acto de recordar. Este movimiento esti azuzae ddo por el debate en tomo al Holocausto, I aparicién de nuevos testimonios sobre otros acontecimientos deamiticos como el xt Tinismo o larevolucién camboyana, el marsismo en todas sus for mas revlucionaras y las depuraciones de algunas dictaduras lat noamericanas. Una de las manifestaciones mis especifcas de este revival de la memoria es a profusién de anversarios, entre los que deseacaron la barroca celebracién del Bicentenario de la Revol cin francesa (1989) y el efimero recondatorio del quinco centena> (Canc, Jove, Slur de Saming op. ip 165 28, Hrs, Andes, Pn Pare Ua Pamper and he Pair of Memory, Sanford Usiveniny Pres Stanford, 2003; ce en CRP, Manu ‘Para qué tanta memory, Pts Bebe, 2402002, p. 1. rio del descubrimiento de América (1992). Los estes fasts de ‘Gos aniversrios manifestaron hasta qué punto el valor dela me- rmoria puede ser maniatado en una lectura totalmente prsentista yusilcarista del pasado Todas esas manifestaciones demuestran que el presentismo se hn insertdo de modo estable en la percepcién del pasado de las sociedades contemporineas. La memoria coleciva esti hoy dia enferma, pero no porque domine el olvido, sino porque la leceura aque se hace de los recuerdos estd impregnada de los valores del presente y por tanto, est condicionada por él Ciertamente,to- {Gas lassociedades han tendido a hacer una lectura presentista de su pasado, Pero en las sociedades premodernas el peso de Ia tradicién fra tan grande que amortiguaba esa rendencia. Tal como comenta acertadamente el medivalista norteamericano Joseph Reese Str- yet en las sociedades tradicionales cada deliberada modificacién

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