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miércoles, 30 de abril de 2008

Dando sangre

Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un


Hospital, conocí a una niña que sufría una extraña enfermedad. La única oportunidad de
recuperarse aparentemente era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quién
había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los
anticuerpos necesarios para combatirla.
El medico explicó la situación al hermano de la pequeña, y le preguntó si estaría dispuesto a
dar sangre a su hermana. Lo vi dudar por un momento antes de hacer un gran suspiro y decir:
- Sí, lo haré, si esto la salva
Mientras la transfusión continuaba, él estaba estirado en una cama junto a la de su hermana,
y sonreía mientras nosotros los asistíamos y veía devolver el color a las mejillas de la niña. En
un determinado momento la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Miró el
doctor y le preguntó con voz temblorosa:
- ¿A qué hora empezaré a morirme?
Siendo sólo un niño, no había comprendido la explicación del doctor: Él pensaba que le daría
TODA su sangre a su hermana, y entonces moriría.
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martes, 29 de abril de 2008


¿Donde vas?
Un grupo de pájaros en forma de "V"
cruzaba el cielo cuando a una nube le picó la curiosidad y quiso saber donde se dirigían y qué
planes tenían. Esperó a cruzarse en su camino y, con delicadeza, sin molestar ni entorpecer la
marcha, que adivinaba que sería importante, se acercó con cuidado al último pájaro de una
de las ramas de la "V" y le preguntó dulcemente:
- Dime, querido pájaro, si me lo puedes decir, ¿dónde os dirigís en un vuelo tan recto y tan
largo, y qué vais a hacer allá?
El pájaro, sin dejar de volar al ritmo de sus compañeros, contestó:
-¡Ay, si yo lo supiera!. Pero no tengo ni idea. Yo no hago más que seguir a mi compañero de
delante. Voy donde va él, y vuelo hacia dónde él vuela. Pregúntale a él. Él lo sabrá.
La nube se adelantó un poco, hasta llegar al pájaro de delante, y recibió la misma respuesta.
Y así fue como pasando de un pájaro a otro y de una rama de la "V" a la otra, sin conseguir
saciar su curiosidad.
Todos le decían que ellos no sabían nada y que preguntara a los demás, que ellos lo sabrían.
Pero nadie sabía nada. Cada uno seguía al de delante, sin preguntarse nada, y no podían dar
respuesta.
La nube tenía cada vez más curiosidad, hasta que no le quedó otro remedio que dirigirse al
pájaro de la punta de la "V" corriendo el riesgo de molestarlo y distraerlo en su importante
tarea de guía del grupo. Se disculpó, y le preguntó dónde iba con todos aquellos compañeros
que lo seguían. El pájaro que hacía de guía le contestó:
- ¡Qué más quisiera yo, que saberlo! No tengo ni idea de dónde vamos. Pero todos estos me
vienen empujando por detrás, y no tengo más remedio que seguir volando, aunque no sepa
donde me llevan.¡Ellos lo sabrán!. Pregúntales a ellos.
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lunes, 28 de abril de 2008


El anillo
-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que
no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy
torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro sin mirarlo, le, dijo: - Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo
resolver primero mi propio problema. Quizás después... - y haciendo una pausa agregó -si
quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal
vez te pueda ayudar.
- E... encantado, maestro, titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado, y sus
necesidades postergadas.
- Bien, asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y dándoselo al
muchacho, agregó - toma el caballo que está allí afuera y cabalga hasta el mercado.
Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él
la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa
moneda lo más rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes.
Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y
sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda
de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo.
En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el
joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado - más de cien
personas - y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó. Cuánto hubiera deseado el
joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado él mismo al
maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Entró en la
habitación.
- Maestro - dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera conseguir
dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del
verdadero valor del anillo.
- Qué importante lo que dijiste, joven amigo - contestó sonriente el maestro -. Debemos
saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor
que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero
no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y
luego le dijo:
- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas
de oro por su anillo.
- 58 monedas!!! Exclamó el joven.
- Sí, replicó el joyero - yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas,
pero no sé... si la venta es urgente...
El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate - dijo el maestro después de escucharlo- Tú eres como este anillo: una joya, valiosa
y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida
pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo esto, volvio a su
trabajo.
Jorge Bucay
El anillo (Power point)
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domingo, 27 de abril de 2008


El fantasma

Este cuento lo he tomado de la página de una


amiga:http://esther-tormenta.blogspot.com/
Esta es la historia de un joven que no podía dormir casi nunca puesto que un fantasma
espectral le aparecía en sueños y le angustiaba revelándole todos los secretos más íntimos
que él albergaba, demostrándole así que lo sabía todo acerca de él.
El joven estaba desesperado, hasta el punto que llegó a detestar el momento de acostarse
pese al cansancio acumulado. Había visitado doctores y psicólogos, había confesado su
problema a amigos, lo había intentado todo, pero sin resultados: el espectro seguía
presentándose cada noche y le recordaba todos los rincones más íntimos y dolorosos.
Ya al borde de un colapso nervioso, decidió pedir auxilio de un célebre maestro zen que
practicaba en la misma provincia. Fue a ver al maestro que le recibió amistosamente. Tras
haberle explicado el dilema, el joven añadió:
- "Ese fantasma lo sabe todo, absolutamente todo acerca de mí, ¡incluso conoce mis
pensamientos! No puedo sustraerme a su dominio ".
El maestro pensó que la solución no estaba fuera del alcance del chico y le sugirió que hiciera
un trato con el fantasma.
- "Esta noche, antes de acostarte -le dijo- coge un puñado de lentejas al azar y no las sueltes.
Luego acuéstate y espera. Cuando el espectro se presente proponle un trato. Dile que si
adivina cuántas lentejas tienes en la mano será para siempre tu dueño y que si no lo adivina
deberá desaparecer para siempre. Vamos a ver que pasa ".
El chico procedió del modo que le aconsejo el maestro. Poco después de acostarse el
fantasma apareció y le dijo:
- "Sé que intentas librarte de mí. También sé que te has ido a ver aquel bobo del
monje zen para que te ayude a echarme, pero tus esfuerzos no te servirán para nada ".
- "Bueno -respondió el joven- ya sabía que me habrías descubierto, así como supongo que
indudablemente sabrás cuantas lentejas tengo en el puño ".
El fantasma desapareció para no volver nunca jamás. Lo que no sabía el chico no lo podía
saber su fantasma.
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sábado, 26 de abril de 2008


Come tu mismo la fruta
Un vez se quejaba un discípulo a su Maestro:

- Siempre nos cuentas historias, pero nunca nos revelas su significado.

El Maestro le replicó:

- ¿Te gustaría que alguien te ofreciera fruta y la masticara antes de dártela?

Nadie puede descubrir el significado en tu lugar. Ni siquiera el Maestro.

Anthony de Mello

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viernes, 25 de abril de 2008


Primera clase
En un vuelo aéreo entre Johanesburgo y Londres, una señora blanca de unos cincuenta
años que está sentada al lado de un hombre de color llama a la azafata para quejarse:- ¿Cuál
es el problema, señora?- Pregunta la azafata.- ¿Pero no lo ve?- Responde la señora. Me colocó
al lado de un negro. No puedo quedarme al lado de estos ‘inmundos’. Deme otro asiento.- Por
favor, cálmese- Dice la azafata - Casi todos los lugares de este vuelo están ocupados.Voy a
ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera. La azafata se apura y vuelve unos
minutos después.- Señora - explica la azafata - como yo sospechaba, no hay ningún lugar
vacío en clase económica. He hablado con el comandante y me ha confirmado que tampoco
hay lugar en ejecutiva. Pero sí tenemos un sitio libre en primera clase.Antes de que la señora
pueda responder algo, la azafata continúa:- Es totalmente inusitado que la compañía conceda
un asiento de primera clase a alguien que está en clase económica, pero, dadas las
circunstancias, el comandante consideró que sería escandaloso que alguien sea obligado a
sentarse al lado de una persona tan indeseable...Y, diciendo eso, la azafata mira al negro y
dice:- Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase
ya está preparado.Todos los pasajeros de alrededor, que presenciaron la escena, se
levantaron aplaudiendo por la actitud de la compañía.

Primera clase (Power point)


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jueves, 24 de abril de 2008


La maestra Thompson
Su nombre era Mrs. Thompson. Mientras estuvo al frente de su clase de 5º grado, el
primer día de clase lo iniciaba diciendo a los niños una mentira.
Como la mayor parte de los profesores, ella miraba a sus alumnos les decía que a todos los
quería por igual. Pero eso no era posible, porque ahí en la primera fila, desparramado sobre
su asiento, estaba un niño llamado: Teddy Stoddard.
Mrs. Thompson había observado a Teddy desde el año anterior y había notado que él no
jugaba muy bien con otros niños, su ropa estaba muy descuidada y constantemente
necesitaba darse un buen baño.
Teddy comenzaba a ser un tanto desagradable. Llegó el momento en que Mrs. Thompson
disfrutaba al marcar los trabajos de Teddy con un plumón rojo haciendo una gran X y
colocando un cero muy llamativo enla parte superior de sus tareas.
En la escuela donde Mrs. Thompson enseñaba, le era requerido revisar el historial de cada
niño, ella dejó el expediente de Teddy para el final.
Cuando ella revisó su expediente, se llevó una gran sorpresa. La Profesora de primer grado
escribió: "Teddy es un niño muy brillante con una sonrisa sin igual. Hace su trabajo de una
manera limpia y tiene muy buenos modales... es un placer tenerlo cerca".
Su profesora de segundo grado escribió: "Teddy es un excelente estudiante, se lleva muy bien
con sus compañeros, pero se nota preocupado porque su madre tiene una enfermedad
incurable y el ambiente en su casa debe ser muy difícil".
La profesora de tercer grado escribió: "Su madre ha muerto, ha sido muy duro para él. El
trata de hacer su mejor esfuerzo, pero su padre no muestra mucho interés y el ambiente en
su casa le afectará pronto si no se toman ciertas medidas".
Su profesora de cuarto grado escribió: "Teddy se encuentra atrasado con respecto a sus
compañeros y no muestra mucho interés en la escuela.
No tiene muchos amigos y en ocasiones duerme en clase".
Ahora Mrs. Thompson se había dado cuenta del problema y estaba apenada con ella misma.
Ella comenzó a sentirse peor cuando sus alumnos les llevaron sus regalos de Navidad,
envueltos con preciosos moños y papel brillante, excepto Teddy. Su regalo estaba mal
envuelto con un papel amarillento que él había tomado de una bolsa de papel.
A Mrs. Thompson le dio pánico abrir ese regalo en medio de los otros presentes. Algunos niños
comenzaron a reír cuando ella encontró un viejo brazalete y un frasco de perfume con solo un
cuarto de su contenido.
Ella detuvo las burlas de los niños al exclamar lo precioso que era el brazalete mientras se lo
probaba y se colocaba un poco del perfume en su muñeca.
Teddy Stoddard se quedó ese día al final de la clase el tiempo suficiente para decir:
"Mrs. Thompson, el día de hoy usted huele como solía oler mi mamá".
Después de que el niño se fue ella lloró por lo menos una hora..
Desde ese día, ella dejó de enseñarles a los niños aritmética, a leer y a escribir.
En lugar de eso, comenzó a educar a los niños. Mrs. Thompson puso atención especial en
Teddy.
Conforme comenzó a trabajar con él, su cerebro comenzó a revivir. Mientras más lo apoyaba,
él respondía más rápido.
Para el final del ciclo escolar, Teddy se había convertido en uno de los niños más aplicados de
la clase y a pesar de su mentira de que quería a todos sus alumnos por igual, Teddy se
convirtió en uno de los consentidos de la maestra.
Un año después, ella encontró una nota debajo de su puerta, era de Teddy, diciéndole que
ella había sido la mejor maestra que había tenido en toda su vida. Seis años después por las
mismas fechas, recibió otra nota de Teddy, ahora escribía diciéndole que había terminado la
preparatoria siendo el tercero de su clase y ella seguía siendo la mejor maestra que había
tenido en toda su vida.
Cuatro años después, recibió otra carta que decía que a pesar de que en ocasiones las cosas
fueron muy duras, se mantuvo en la escuela y pronto se graduaría con los más altos honores.
Él le reiteró a Mrs. Thompson que seguía siendo la mejor maestra que había tenido en toda su
vida y su favorita.
Cuatro años después recibió otra carta. En esta ocasión le explicaba que después de que
concluyó su carrera, decidió viajar un poco. La carta le explicaba que ella seguía siendo la
mejor maestra que había tenido y su favorita, pero ahora su nombre se había alargado un
poco, la carta estaba firmada por Theodore F. Stoddard, MD.
La historia no termina aquí, existe una carta más que leer, Teddy ahora decía que había
conocido a una chica con la cual iba a casarse.
Explicaba que su padre había muerto hacía un par de años y le preguntaba a Mrs. Thompson si
le gustaría ocupar en su boda el lugar que usualmente es reservado para la madre del novio,
por supuesto Mrs. Thompson acepto y adivinen...
Ella llega usando el viejo brazalete y se aseguró de usar el perfume que Teddy recordaba que
usó su madre la última Navidad que pasaron juntos. Se dieron un gran abrazo y el Dr.
Stoddard le susurró al oído, "Gracias Mrs.Thompson por creer en mí. Muchas gracias por
hacerme sentir importante y mostrarme que yo puedo hacer la diferencia".
Mrs. Thompson con lágrimas en los ojos, tomó aire y dijo, "Teddy, te equivocas, tú fuiste el
que me enseñó a mí que yo puedo hacer la diferencia.
"No sabía cómo educar hasta que te conocí".

La maestra (Power point)


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miércoles, 23 de abril de 2008
La inundación

Resulta que hay unas inundaciones y un hombre


se queda en lo alto de un campanario totalmente aislado. Pasa toda la mañana y por la tarde
llega una barca:
- ¡Oiga! suba que le llevamos.
- No gracias, tengo fe en Dios y estoy seguro que él me salvará.
- ¿Está seguro?
- Sí, sigan que Dios me salvará.
Pasa toda la noche y al día siguiente pasa a su lado una lancha:
- ¡Eh, oiga! suba que le llevamos.
- No, no hace falta. Soy muy devoto y Dios me salvará.
Y los de la lancha deciden no insistir. Sigue pasando el tiempo y por la tarde llega un
helicóptero de la Guardia Civil, otra vez la misma conversación:
- ¡Ehhhhh! ¡El del campanario! ¿Necesita ayuda?
- No, gracias. Confío en Dios y él me salvará.
La Guardia Civil se va depués de haber intentando razonar con él y esa noche vuelve a subir el
nivel de las aguas y el hombre se ahoga. Cuando va al cielo se encuentra con Dios y le dice:
- ¡Señor, Dios mío! ¿por qué no me has ayudado?
- ¡¿Qué no te he ayudado?!… te mandé una barca, una lancha, un helicóptero…
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martes, 22 de abril de 2008


El calidoscopio
Existía un hombre que a causa de una guerra en la que había peleado de joven, había
perdido la vista. Este hombre, para poder subsistir y continuar con su vida, desarrolló una
gran habilidad y destreza con sus manos, lo que le permitió destacarse como un estupendo
artesano; sin embargo, su trabajo no le permitía más que asegurarse el mínimo sustento.

Cierta Navidad quiso obsequiarle algo a su hijo de cinco años, quien nunca había conocido
más juguetes que los trastos del taller de su padre con los que fantaseaba reinos y aventuras.
Su papá tuvo entonces la idea de fabricarle, con sus propias manos un hermoso calidoscopio
como uno que él tuvo en su niñez.
Por las noches fue recolectando piedras de diversos tipos que trituraba en decenas de partes,
pedazos de espejos, vidrios, metales,... Tras la cena de Nochebuena pudo, finalmente
imaginar a partir de la voz del pequeño, la sonrisa de su hijo al recibir el precioso regalo. El
niño no cabía en sí de la dicha y la emoción que aquella increíble Navidad le había traído de
las manos rugosas de su padre ciego.

Durante los días y las noches siguientes el niño fue a todos los sitios llevando el preciado
regalo, y con él regresó a sus clases en la escuela del pueblo. En el descanso entre clase y
clase, el niño exhibió y compartió lleno de orgullo su juguete con sus compañeros que se
mostraban fascinados con aquella maravilla.

Uno de aquellos pequeños, tal vez el mayor del grupo, finalmente se acercó al hijo del
artesano y le preguntó con mucha intriga: "Oye, que maravilloso caleidoscopio te han
regalado...¿dónde te lo compraron?, no he visto jamás nada igual en el pueblo..." Y el niño,
orgulloso de poder revelar aquella verdad emocionante desde su pequeño corazón, le
contestó: "No, no me lo compraron en ningún sitio... me lo hizo mi papá" A lo que el otro
pequeño replicó con cierto tono incrédulo: "¿Tu padre?...imposible... ¡si tu padre está ciego!"

Nuestro pequeño amigo se quedó mirando a su compañero, y al cabo de una pausa de


segundos, sonrió como solo un portador de verdades absolutas puede hacerlo, y le contestó:
"Sí... mi papá es ciego..., pero de los ojos... SOLAMENTE DE LOS OJOS..."
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lunes, 21 de abril de 2008


Es mi hermano
Por un camino con una gran pendiente y sumamente pedregoso encontré a una niña que
llevaba colgando a la espalda a otro niño.

- Hijita, le dije, llevas una carga muy pesada.

Ella me miro y dijo:

- No es una carga, señor, ¡es mi hermano!


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domingo, 20 de abril de 2008


¿Zanahoria, huevo o café?
Una hija se quejaba a su
padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para
seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que
cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las
colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó
zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin
decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte
minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos
y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente.
Mirando a su hija le dijo: "Querida, ¿qué ves?" -"Zanahorias, huevos y café" fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas.
Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el
huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico
aroma.
Humildemente la hija preguntó: "¿Qué significa esto, padre?" Él le explicó que los tres
elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado
en forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el
agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil,
su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su
interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos; después de estar en
agua hirviendo, habían cambiado al agua.
"¿Cual eres tú?", le preguntó a su hija. "Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo
respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te
tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?
¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? Poseías un espíritu fluido, pero
después de una muerte, una separación, o un despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te
ves igual, pero ¿eres amargado y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa
dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres
como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las
cosas a tu alrededor mejoren.
Y tú, ¿cual de los tres eres?
¿Zanahoria, huevo o café? (Power point)
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sábado, 19 de abril de 2008


Darlo todo
Iba llorando de puerta en puerta cuando tu carroza de oro apareció en la lejanía, como
un sueño magnífico. Y yo me preguntaba maravillado quién debía ser aquel rey de reyes.
Mis esperanzas volaron hasta el cielo y pensé que los días magros se me habían acabado.
Me quedé esperando limosnas espontáneas, tesoros derramados delante mío.
La carroza se paro a mi lado Me mirasteis y bajasteis sonriendo.
Sentí que la felicidad de mi vida había llegado.
Pero de pronto, me alargasteis la mano diciendo: "¿Puedes darme algo?"
¡Ah! ¡Que ocurrencia la de vuestra realeza! ¡Pedirle vos al mendigo!
Estaba confuso y no sabía qué hacer...saqué despacio de mi zurrón un grano de trigo y os lo
di...
Que sorpresa tuve al atardecer cuando, vaciando el saco a tierra, encuentro un grano de oro
en medio del montón de granos de trigo.
¡Que amargamente he llorado de no haber tenido corazón por dároslo todo!

Rabindranath Tagore

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viernes, 18 de abril de 2008


Ainhoa, princesa del cielo
El cuento de hoy no es un cuento. Es una
historia de amor, la más bonita y triste, más todavía por ser real. No quiero estropear la
historia con este comentario. Sólo os pido que leáis lo que sigue y que visiteis el blog de
Ainhoa.

Erase una vez........, una niña llamada Ainhoa que vivirá eternamente en nuestros corazones.

Cuentan que cuentan los cuentos, que en una ciudad llamada Jaén el 15 de Enero del 2001
nació una niña, adorada y querida por sus padres, tan felices eran de tenerla junto a ellos que
se olvidaron de que la felicidad es solo transitoria, no sabian que en realidad esa niña que
habia llegado a sus vidas, regalandoles sonrisas, esperanza e ilusión, en realidad era un
Angel. Este Angel se llamaba Ainhoa.
La pequeña Ainhoa luchó valientemente por quedarse junto a sus papás, intentando engañar
al destino,pero los Angeles no tienen esa misión... El destino cruel hizo que este hermoso y
bello Angel, marchase al azul celeste, dejando en la tierra unos papás tristes, impregnados de
todo el Amor que su pequeña les dejo.
Poco a poco el tiempo fue pasando, y sus papas comprendieron que en realidad Ainhoa solo
estaba de paso, llego a sus vidas para enseñarles el valor de la lucha, la dulzura y el amor a la
vida... Ainhoa nunca marchó...realmente esta en cada lugar de la casa, en cada amanecer,
en cada rayo de sol, en la sonrisa de cada niño, esta para siempre en sus corazones.
La lección de Ainhoa, la aprendieron muy bien sus papás, es y será una gran maestra; sus
papás luchan cada dia, intentando aprendiendo a vivir el presente que es donde la vida
realmente ocurre, sin grandes retos pero sabiendo que en cada minuto de sus vidas siempre
estan acompañados de su Angel, protector, de su vida, de Ainhoa.
Ainhoa, voló alto por ser un Angel y si miras al cielo veras siempre una estrella, la mas
brillante, y sus ojos grandes de gran viveza son dos luceros,
Ainhoa eres la estrellita más radiante del cielo y nuestra guía, eres y serás Princesa del Cielo
donde seras por siempre feliz............

P.D.: Para nuestra Princesa del Cielo, dueña de nuestros corazones. Un beso hasta el cielo.
Carlos y Loly, los papás de Ainhoa.

boomp3.com
Ainhoa, princesa del cielo (Blog de Ainhoa)
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Marketing y actitud
En los Estados Unidos es tradicional que la mayoría de las residencias tengan un bello
césped en el frente. Y para su mantenimiento existen diversos jardineros independientes que
mantienen esos jardines.
Cierto día un Ejecutivo de Marketing, de una gran empresa norteamericana, contrató a uno de
esos jardineros. Cuando llegó a su casa el ejecutivo vio que había contratado a un muchacho
de apenas 13 años de edad. Es claro que el ejecutivo estaba sorprendido.
Cuando el muchacho acabó el mantenimiento solicitó al ejecutivo permiso para usar el
teléfono. El ejecutivo, encantado con la educación del muchacho, accedió a la petición y,
movido por la curiosidad, no pudo dejar de escuchar la conversación. El muchacho había
llamado a una señora y le preguntó:
- ¿Necesita un jardinero, señora?
- No, ya tengo uno, respondió la señora.
- Pero además de podar, también tiro basura.
- Eso también lo hace mi jardinero.
- Limpio y lubrico todas las herramientas después del servicio, dijo el muchacho.
- Eso también lo hace mi jardinero.
- Programo el mantenimiento lo más rápido posible.
- Mi jardinero también me atiende con rapidez.
- Mi precio es de los mejores
- ¡No, gracias! El precio de mi jardinero también es muy bueno.
Cuando el muchacho colgó el teléfono, el ejecutivo le preguntó:
- ¿Perdiste un cliente, verdad?
- No, respondió el muchacho. Yo soy el jardinero de esa señora. Estaba solamente
comprobando que ella esté satisfecha con mis servicios.
Marketing y actitud (Power point)
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jueves, 17 de abril de 2008


La camisa para el zar
Había una vez un zar que se encontraba enfermo
y dijo:

- Daré la mitad de mi reino a quién me cure.

Entonces todos los sabios se reunieron y deliberaron mucho rato sobre la manera de curar el
zar, pero no sabían como hacerlo. A pesar de los pesares, uno de aquellos sabios dijo que él
lo podía hacer.

- Si en la tierra podemos encontrar un hombre feliz - dijo -, que le saquen la camisa y que el
zar se la ponga: se curara.

El zar hizo que le buscaran por el mundo un hombre feliz: unos enviados suyos se
desperdigaron por todo el reino, pero no encontraban ninguno. No había ni uno, de contento:
uno era rico pero estaba enfermo, el otro estaba bueno pero era pobre; otro, rico y con
salud, se quejaba de su mujer; otro, de su hijo. Todo el mundo deseaba una cosa o otra.

Un anochecer, el hijo del zar pasaba por delante de una barraca miserable y oyó a alguien
que decía:

- Gracias a Dios he trabajado bien, he comido bien, me voy a la cama: ¿qué me falta, a mí?

El hijo del zar se alegró mucho; ordenó que entraran enseguida, que cogieran la camisa de
aquel hombre, dándole por anticipado el dinero que quisiera, y que la enviaran al zar. Los
mensajeros enseguida entraron en casa del hombre feliz y le quisieron coger la camisa, pero
aquel hombre era tan pobre que no tenía camisa.

Leon Tolstoi
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miércoles, 16 de abril de 2008


El paquete de galletas
A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la ventanilla le
informan que el tren está retrasado y que tardará aproximadamente una hora en llegar a la
estación. Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios y compra una revista, luego
pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa.
Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del andén. Mientras
hojea la revista, un joven se sienta a su lado y comienza a leer un diario.
Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin decir una
palabra, estira la mano, agarra el paquete de galletitas, lo abre y después de sacar una
comienza a comérsela despreocupadamente.
La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a hacer de cuenta
que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el paquete y saca una galletita que
exhibe frente al joven y se la come mirándolo fijamente.
Por toda respuesta, el joven sonríe... y toma otra galletita. La señora gime un poco, toma
una nueva galletita y, con ostensibles señales de fastidio, se la come sosteniendo otra vez la
mirada en el muchacho.
El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. La señora cada vez más
irritada, el muchacho cada vez más divertido. Finalmente, la señora se da cuenta de que en
el paquete queda sólo la última galletita.
"No podrá ser tan caradura", piensa, y se queda como congelada mirando alternativamente al
joven y a las galletitas. Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y,
con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le
ofrece media a la señora.
- Gracias! - dice la mujer tomando con rudeza la media galletita.
- De nada - contesta el joven sonriendo angelical mientras come su mitad.
El tren llega. Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde el
vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y piensa: "Insolente". Siente la
boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar,
cerrado, su paquete de galletitas... !Intacto!. Sólo entonces percibió lo equivocada que
estaba. Había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolso!

El paquete de galletas (Power point)


a 19:08 5 comentarios:

La muñeca de sal
Quería ver el mar a toda costa. Era una muñeca de sal, pero no sabía lo que era el mar.
Un día decidió partir. Era el único modo de poder satisfacer su deseo. Después de un
interminable peregrinar a través de territorios áridos y desolados, llegó a la orilla del mar y
descubrió una cosa inmensa, fascinadora y misteriosa al mismo tiempo. Era el alba, el sol
comenzaba a iluminar el agua encendiendo tímidos reflejos, y la muñeca no llegaba a
entender.
Permaneció allí firme, largo tiempo, como clavada fuertemente sobre tierra, con la boca
abierta. Ante ella, aquella extensión seductora. Se decidió al fin. Preguntó al mar:
-¿Quién eres?
- Soy el mar.
- ¿Y qué es el mar?
- Soy yo.
- No llego a entender, pero lo desearía tanto... Explícame lo que puedo hacer.
- Es muy sencillo: tócame.
Entonces la muñeca cobró ánimos. Dio un paso y avanzó hacia el agua.
Después de dudarlo mucho, tocó levemente con el pie aquella masa imponente. Obtuvo una
extraña sensación. Y, no obstante, tenía la impresión de que comenzaba a comprender algo.
Cuando retiró la pierna, descubrió que los dedos del pie habían desaparecido. Quedó
espantada y protestó:
- ¡Malvado! ¿Qué me has hecho? ¿Dónde han ido a parar mis dedos?
El mar replicó imperturbable:
- ¿Por qué te quejas? Simplemente has ofrecido algo para poder entender. ¿No era eso lo que
pedías?
La otra insistía:
- Sí... Es cierto, no pensaba... Pero...
Reflexionó un poco. Luego avanzó decididamente dentro del agua. Esta, progresivamente, la
iba envolviendo, le arrancaba algo, dolorosamente. A cada paso la muñeca perdía algún
fragmento. Cuanto más avanzaba se sentía disminuida de alguna porción de sí misma, y le
dominaba más la sensación de comprender mejor. Pero no conseguía aún saber del todo lo
que era el mar.
Otra vez repitió la acostumbrada pregunta:
-¿Qué es el mar?
Una última ola se tragó lo que quedaba de ella. Y precisamente en el mismo instante en que
desaparecía, perdida entre las olas que la arrastraban llevándosela no se sabe dónde, la
muñeca exclamó:
¡Soy yo!
a 1:28 12 comentarios:

martes, 15 de abril de 2008


El barbero y Dios
Un hombre fue a una
barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba. Como es costumbre en estos casos
entabló una amena conversación con la persona que le atendía. Hablaban de tantas cosas y
tocaron muchos temas, de pronto tocaron el tema de Dios y el barbero dijo:
-Fíjese caballero que yo no creo que Dios exista, como usted dice..
-Pero, ¿por qué dice usted eso? - preguntó el cliente.
-Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe, o
dígame, ¿acaso si Dios existiera, habrían tantos enfermos, habrían niños abandonados? Si Dios
existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad, yo no puedo pensar que
exista un Dios que permita todas estas cosas.
El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para evitar una discusión.
El barbero terminó su trabajo y el cliente salió del negocio. Justo abandonaba la barbería
cuando vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo, al parecer hacía mucho
tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado. Entonces entró de nuevo a la
barbería y le dijo al barbero.
- ¿Sabe una cosa?, los barberos no existen.
-¿Cómo que no existen? -preguntó el barbero- si aquí estoy yo y soy barbero.
-¡No! -dijo el cliente- no existen porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba
tan larga como la de ese hombre que va por la calle.
-¡Ah!, los barberos sí existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí.
-¡Exacto! -dijo el cliente- ese es el punto, Dios SÍ existe; lo que pasa es que las personas no
van hacia Él y no le buscan. Por eso hay tanto dolor y miseria.
El barbero y Dios (Power point)
a 15:37 12 comentarios:

El poeta y la rosa
El poeta alemán Rilke vivió un tiempo en París. En su trayecto a la universidad, todos los
días, pasaba junto a una amiga francesa, por una calle muy frecuentada.
En una esquina de esta calle estaba siempre una mujer que pedía limosna a los transeúntes.
La mujer se sentaba siempre en el mismo lugar, inmóvil como una estatua, con la mano
extendida y los ojos fijos en el suelo. Rilke nunca le daba nada... mientras que su compañera
solía darle alguna moneda.
Un día, la joven francesa, asombrada, le preguntó al poeta:
- ¿Por qué nunca le das nada a esta pobrecilla?
-Le tendríamos que regalar algo a su corazón, no solo a sus manos -respondió el poeta.
Al día siguiente, Rilke llegó con una espléndida rosa, la puso en la mano de la mujer y se
disponía a continuar el camino.
Entonces sucedió algo inesperado... la mujer alzó su vista, miró al poeta, se levantó como
pudo del suelo, tomó su mano y la besó... luego se fue, estrechando la rosa contra su cuerpo.
Durante una semana nadie la volvió a ver. Pero ocho días después, la anciana apareció de
nuevo sentada en la misma esquina, silenciosa e inmóvil como siempre.
- "¿De qué habrá vivido todos estos días que no recibió nada?"-preguntó la joven francesa.
- "De la rosa" -respondió el poeta.
a 0:15 4 comentarios:

domingo, 13 de abril de 2008


El pescador y el banquero
Un
banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pueblito costeño mexicano
cuando llegó un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos
de buen tamaño. El americano elogió al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó
cuánto tiempo le había tomado pescarlos.
El mexicano respondió que sólo un poco tiempo. El americano luego le preguntó por qué no
permanecía más tiempo y sacaba más pescado? El mexicano dijo que él tenía lo suficiente
para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.
El americano luego preguntó, "pero qué hace usted con el resto de su tiempo?" El pescador
mexicano dijo, "duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi
señora, María, voytodas las noches al pueblo donde tomo algo y toco guitarra con mis amigos.
Tengo una vida ocupada y amena."
El americano replicó, "Soy un financiero de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar más
tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande, con los ingresos del bote
más grande podrías comprar varios botes, eventualmente tendrías una flota de botes
pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a
un procesador, e incluso abrir tu propia procesadora. Deberías controlar la producción, el
procesamiento y la distribución. Deberías salir de este "mugroso" pueblo e irte a Ciudad de
México, luego a Los Ángeles y seguidamente a Nueva York, donde manejarías tu empresa en
expansión".
El pescador mexicano preguntó, "Pero, cuanto tiempo tarda todo eso?". A lo cual respondió el
americano, "entre 15 y 20 años"."Y luego qué?" El americano se rió y dijo que esa era la mejor
parte. "Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (Oferta inicial de acciones) y vender
las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico, tendrás millones".
"Millones ........ y luego qué?" El americano respondió, "Luego te puedes retirar. Te mueves a
un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos,
hacer siesta con tu mujer, ir todas las noches al pueblo donde podrás tomar licor y tocar
guitarra con tus amigos libre de preocupaciones".
El mexicano respondió, ¿acaso eso no es lo que tengo ya?
El pescador y el banquero (Power point)
a 18:04 4 comentarios:

Historia de la vaquita

Un maestro de la sabiduría
paseaba por el bosque con su fiel discípulo cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia muy
pobre y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comenta al aprendiz
sobre la importancia de las visitas, de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje
que tenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constata la pobreza del sitio. Los habitantes, una pareja y tres hijos, casa
de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. Se aproxima al padre de familia
y le pregunta: ¿En este lugar no existen señales de trabajo ni comercio, como hacen el señor
y su familia para sobrevivir aquí.
El señor calmadamente respondió: -”Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da
varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o la cambiamos por
otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso y
derivados para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo.”
El sabio agradeció la información, contemplo el lugar por un momento y se fue. En el camino
le ordeno a su fiel discípulo, “busca la vaquita, llévala al precipicio de allá en frente y
empújala al barranco!.”
El joven espantado vio al maestro y lo cuestionó sobre el hecho de que la vaquita era el
medio de subsistencia de aquella familia. Percibía el silencio absoluto del maestro y fue a
cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir.
Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años. Un día, el
joven resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar para contarle
todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. A medida que se aproximaba al lugar veía todo
muy bonito, con árboles floridos, habitado, niños jugando en el jardín. El joven se sentía
triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno
para sobrevivir. El joven pregunta a un hombre por la familia que vivía allá hace unos cuatro
años, quien respondió que aún seguían viviendo allá. Asombrado el joven entra corriendo a la
casa y reconociendo a la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogia el
lugar y le pregunta al dueño de aquella vaquita “cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar
de vida?”
El señor entusiasmado le respondió: “Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el
precipicio y murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y
desarrollar habilidades que no sabíamos que teníamos, así alcanzamos el cambio que ven tus
ojos ahora.”

Historia de la vaquita (Powerpoint)


a 15:50 3 comentarios:

sábado, 12 de abril de 2008


Una hora de tu tiempo
Cuentan que una noche, cuando en la casa todos dormían, el pequeño Ernesto de 5 años
se levantó de su cama y fue al cuarto de sus padres. Se paró junto a la cama del lado de su
papá y tirando de las mantas lo despertó._ ¿Cuánto ganas, papá?_ Eh?¿Cómo?_ preguntó el
padre entre sueños. _ Que cuánto ganas en el trabajo. _ Hijo, son las 12 de la noche, andate
a dormir. _Sí papi, ya me voy, pero tu ¿cuánto ganas en tu trabajo? El padre se incorporó en
la cama y en un grito ahogado le ordenó: _ ¡ Te vas a la cama inmediatamente, esos no son
temas para que tú preguntes! _ y extendió el dedo señalando la puerta. Ernesto bajó la
cabeza y se fue a su cuarto.
A la mañana siguiente el padre pensó que había sido demasiado severo con Ernesto y que su
curiosidad no merecía tanto reproche. En un intento de reparar, en la cena el padre decidió
contestarle a su hijo: _ Respecto de la pregunta de anoche, Ernesto, yo tengo un sueldo de
1800 euros, pero con los impuestos y descuentos me quedan unos 1200 euros. _ ¡Uhh! ? cuánto
ganas, papi _ contestó Ernesto. _ No tanto hijo, hay muchos gastos._ Ahh? y trabajas muchas
horas. _ Sí hijo, todo el día. _ Ahh _ Asintió el chico, y siguió: _ Entonces tú tienes mucho
dinero, ¿no? _ Basta de preguntas, eres muy pequeño para estar hablando de dinero.
Un silencio invadió la sala y callados todos se fueron a dormir. Esa noche, una nueva visita de
Ernesto interrumpió el sueño de sus padres. Esta vez traía un papel con números
garabateados en la mano. _ Papi ¿me puedes prestar 5 euros? _ Ernesto? ¡¡ son las 2 de la
mañana!!_ se quejó el papá. _ Sí pero ¿ me los puedes dejar? El padre no le permitió terminar
con la frase. _ Así que este era el tema por el cual estás preguntando tanto por el dinero,
mocoso impertinente. Vete inmediatamente a la cama antes de que te de con la zapatilla
Fuera de aquí! A tu cama. Vamos.
Media hora después, quizás por la conciencia del exceso, quizás por la mediación de la madre
o simplemente porque la culpa no lo dejaba dormir, el padre fue al cuarto de su hijo. Desde
la puerta escuchó lloriquear casi en silencio.Se sentó en su cama y le habló. _ Perdóname si
te grité, Ernesto, pero son las dos de la madrugada, toda lagente está durmiendo, no hay
ningún negocio abierto, ¿no puedes esperar hasta mañana? _ Sí papá_ contestó el chico entre
mocos. El padre se metió la mano en el bolsillo y sacó su billetera de donde extrajo un billete
de cinco euros. _ Ahí tienes el dinero que me pediste.
El chico se enjugó las lágrimas con la sábana y saltó hasta su ropero, de ahí sacó una lata y de
la lata unas monedas y unos pocos billetes de cinco euros. Agregó los cinco euros al lado del
resto y contó con los dedos cuánto dinero tenía. Después cogió el dinero entre las manos y lo
puso en la cama frente a su padre que lo miraba sonriendo.
_ Ahora sí_ dijo Ernesto_ llego justo, veintidos euros y medio ._ Muy bien hijo, ¿y qué vas a
hacer con ese dinero?
_ ¿ Me vendes una hora de tu tiempo?
a 16:29 7 comentarios:

Las pelotas de golf

Un profesor, delante de sus alumnos


de la clase de Filosofía, sin decir ni una palabra, cogió un bote grande de vidrio y procedió a
llenarlo con pelotas de golf. Después preguntó a los estudiantes si el bote estaba lleno. Los
estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí.
El profesor cogió una caja llena de perdigones y los vació dentro del bote. Estos llenaron los
espacios vacíos que quedaban entre las pelotas de golf. El profesor volvió a preguntar de
nuevo a los estudiantes si el bote estaba lleno, y ellos volvieron a contestar que sí.
Después el profesor cogió una caja con arena y la vació dentro del bote. Por supuesto que la
arena llenó todos los espacios vacíos y el profesor volvió a preguntar de nuevo si el bote
estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes sonrieron y le respondieron con un sí unánime.
El profesor, rápidamente añadió dos tazas de café al contenido del bote y efectivamente,
llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían.
Cuando la risa se fue apagando, el profesor les dijo:
"Quiero que os fijéis que este bote representa la vida. Las pelotas de golf son las cosas
importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos, el amor, cosas que te apasionan.
Son cosas que, aunque perdiéramos el resto y nada mas nos quedasen estas, vuestras vidas
aún estarían llenas.
“Los perdigones son las otras cosas que nos importan, como el trabajo, la casa, el coche... La
arena es el resto de las pequeñas cosas.
“Si primero pusiéramos la arena en el bote, no habría espacio para los perdigones, ni para las
pelotas de golf. Lo mismo sucede con la vida. Si utilizáramos todo el nuestro tiempo y energía
en las cosas pequeñas, no tendríamos nunca lugar para las cosas realmente importantes.
“Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad. Juega con tus hijos,
concédete tiempo para ir al médico, ve con tu pareja a cenar, practica tu deporte o tu
afición favorita. Siempre habrá tiempo para limpiar la casa, para reparar la llave del agua.
Ocúpate primero de las pelotas de golf, de las cosas que realmente te importan. Establece
tus prioridades, el resto solo es arena".
Uno de los estudiantes levanto la mano y le preguntó que representaba el café. El profesor
sonrío y le dijo: "¡Me encanta que me hagas esa pregunta! El café es para demostrar que
aunque tu vida te parezca llena, siempre hay un lugar para dos tazas de café con un amigo...
Las pelotas de golf (Powerpoint)
a 0:01 3 comentarios:

viernes, 11 de abril de 2008


Mi vixja máquina dx xscribir
Aunqux xl txclado dx mi máquina xs un modxlo vixjo, funciona muy bixn –xxcxpto por una
txcla. Ustxd podría pxnsar qux con todas las otras funcionando corrxctamxntx, una txcla qux
no funciona podría apxnas sxr notada; pxro sólo una fuxra dxl lugar puxdx arruinar xl xsfuxrzo
dx las dxmás. Ustxd podría dxcirsx a si mismo: Buxno, yo soy sólo una pxrsona. Nadix sx dará
cuxnta si no doy lo mxjor dx mí. La próxima vxz qux Ustxd pixnsx qux no xs importantx, o qux
lo qux ustxd haga no va a sxr notado por nadix rxcuxrdx mi vixjo txclado.Ustxd xs una pxrsona
clavx.
Mi vieja máquina de escribir (Power point)
a 16:21 2 comentarios:

Los dos pájaros


Dos pájaros estaban muy felices sobre un mismo
sauce. Uno de ellos se apoyaba en una rama en la punta más alta del sauce; el otro estaba
más abajo, en unas ramas bajas.
Después de un rato, el pájaro que estaba en la rama más alta, por romper el hielo dijo:
- OH, que bonitas son estas hojas tan verdes!
El pájaro que estaba debajo se lo tomó como una provocación y le contestó de mala manera:
- ¿Pero que estás ciego o qué? ¿No ves que son blancas?
Y el de arriba, muy molesto, contestó:
- ¡Tú si que eres ciego! ¡Son verdes!
Y el otro, desde debajo, con el pico hacia arriba, respondió:
- Te apuesto las plumas de la cola a que son blancas. Tú no entiendes nada, trozo de asno.
El pájaro de arriba notaba que se le encendía la sangre, y sin pensárselo dos veces se
precipitó sobre su adversario para darle una lección.
El otro no se movió. Cuando estuvieron cerca el uno del otro, con las plumas erizadas por la
ira, tuvieron la lealtad de mirar los dos hacia arriba, en la misma dirección, antes de empezar
la pelea. El pájaro que había venido de arriba se sorprendió:
- ¡OH, que extraño! Fíjate que las hojas son blancas!
E invitó a su amigo:
- Ven hasta arriba dónde estaba yo antes.Volaron hasta la rama más alta del sauce y esta vez
dijeron los dos a la vez:
- ¡Fíjate que las hojas son verdes!

a 0:21 6 comentarios:

jueves, 10 de abril de 2008


El aguilucho
Érase una vez un granjero que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho
malherido. Se lo llevó a su casa, lo curó y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a
comer la misma comida que los pollos y a comportarse como estos.
Un día, un naturalista que pasaba por allí le preguntó al granjero:
¿Por qué este águila, el rey de todas las aves y pájaros, permanece encerrado en el corral con
los pollos?.
El granjero contestó:
-Me lo encontré malherido en el bosque, y como le he dado la misma comida que a los pollos
y le he enseñado a ser como un pollo, no ha aprendido a volar. Se comporta como los pollos y,
por tanto, ya no es un águila.
El naturalista dijo:
-El tuyo me parece un bello gesto, haberle recogido y haberle curado y cuidado. Además, le
has dado la oportunidad de sobrevivir y le has proporcionado la compañía y el calor de los
pollos de tu corral. Sin embargo, tiene corazón de águila y con toda seguridad, se le puede
enseñar a volar. ¿Qué te parece si le ponemos en situación de hacerlo?.
-No entiendo lo que me dices. Si hubiera querido volar, lo hubiese hecho. Yo no se lo he
impedido.
-Es verdad, tú no se lo has impedido, pero como tú muy bien decías antes, como le enseñaste
a comportarse como los pollos, por eso no vuela. ¿Y si le enseñamos a volar como las águilas?.
-¿Por qué insistes tanto?. Mira, se comporta como los pollos y ya no es un águila, qué le vamos
a hacer. Hay cosas que no se pueden cambiar.
-Es verdad que en estos últimos meses se está comportando como los pollos. Pero tengo la
impresión de que te fijas demasiado en sus dificultades para volar. ¿Qué te parece si nos
fijamos ahora en su corazón de águila y en sus posibilidades de volar?.
-Tengo mis dudas, porque ¿qué es lo que cambia si en lugar de pensar en las dificultades,
pensamos en las posibilidades?.
- Me parece una buena pregunta la que me haces. Si pensamos en las dificultades, es más
probable que nos conformemos con su comportamiento actual. Pero ¿no crees que si
pensamos en las posibilidades de volar esto nos invita a darle oportunidades y a probar si esas
posibilidades se hacen efectivas?.
- Es posible.
- ¿Qué te parece si probamos?.
- Probemos.
Animado, el naturalista al día siguiente sacó al aguilucho del corral, lo cogió suavemente en
brazos y lo llevó hasta una loma cercana. Le dijo:
- Tu perteneces al cielo, no a la tierra. Abre tus alas y vuela. Puedes hacerlo.
Estas palabras persuasivas no convencieron al aguilucho. Estaba confuso y al ver desde la
loma a los pollos comiendo, se fue dando saltos a reunirse con ellos. Creyó que había perdido
su capacidad de volar y tuvo miedo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó al aguilucho al tejado de la granja y le
animó diciendo:
-Eres un águila. Abre tus alas y vuela. Puedes hacerlo.
El aguilucho tuvo miedo de nuevo de sí mismo y de todo lo que le rodeaba. Nunca lo había
contemplado desde aquella altura. Temblando, miró al naturalista y saltó una vez más hacia
el corral.
Muy temprano al día siguiente el naturalista llevó al aguilucho a una elevada montaña. Una
vez allí le animó diciendo:
Eres un águila, abre las alas y vuela.
El aguilucho miró fijamente los ojos de naturalista. Este, impresionado por aquella mirada, le
dijo en voz baja y suavemente:
- No me sorprende que tengas miedo. Es normal que lo tengas. Pero ya verás como vale la
pena intentarlo. Podrás recorrer distancias enormes, jugar con el viento y conocer otros
corazones de águila. Además estos días pasados, cuando saltabas pudiste comprobar qué
fuerza tienen tus alas.
El aguilucho miró alrededor, abajo hacia el corral, y arriba, hacia el cielo. Entonces, el
naturalista lo levantó hacia el sol y lo acarició suavemente. El aguilucho abrió lentamente las
alas y finalmente con un grito triunfante, voló alejándose en el cielo. Había recuperado por
fin su posibilidades
a 17:43 495 comentarios:

La mariposa azul
Había una vez un viudo que vivía con sus dos hijas curiosas e inteligentes. Las niñas
siempre hacían muchas preguntas; alguna de ellas, él sabía responder, otras no.
El pretendía ofrecerles la mejor educación, por tanto mandó a las niñas de vacaciones con un
sabio que vivía en lo alto de una colina. El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin
ni siquiera dudar.I mpacientes las niñas decidieron inventar una pregunta que él no sabría
responder.
Entonces, una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al sabio.
“¿Qué vas a hacer?”-Preguntó la hermana, a lo cual le respondió: “Voy a esconder la mariposa
en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta” “Si él dijese que está muerta,
abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que esta viva la apretaré y la aplastaré. Y así,
cualquiera que sea su respuesta, ¡Será una respuesta equivocada!”.
Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando. -“Tengo aquí
una mariposa azul. Dígame, sabio ¿está viva o muerta?”.
Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió: “Depende de ti… Ella está en tus manos.”
Así es nuestra vida, nuestro presente y nuestro futuro. No debes de culpar a nadie cuando
algo falle: somos nosotros los responsables por aquello que conquistamos (o no
conquistamos). Nuestra vida está en nuestras manos. Dios nos la dio, como la mariposa azul…
Nos toca a nosotros escoger que hacer con ella.

La mariposa azul (Power point)


a 0:02 8 comentarios:

miércoles, 9 de abril de 2008


La maestra y el corcho
Hace años, un inspector de enseñanza visitó una escuela de educación primaria. En su
recorrido observó algo que le llamó poderosamente la atención: una maestra estaba
atrincherada detrás de su escritorio, los alumnos estaban en desorden; el cuadro era caótico.
Decidió presentarse:- Con permiso, soy el supervisor de turno... ¿algún problema?- Estoy
abrumada señor, no se qué hacer con estos chicos... No tengo láminas, el ministerio no me
manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles... El
supervisor, que era un educador de alma, vio un corcho en el desordenado escritorio. Lo cogió
y con aplomo se dirigió a los chicos:- ¿Qué es esto?- Un corcho señor... gritaron los alumnos
sorprendidos- Bien, ¿De dónde sale el corcho?- De la botella señor. Lo coloca una máquina...,
del alcornoque, de un árbol.... de la madera..., respondían animosos los niños.- ¿Y qué se
puede hacer con madera?, continuaba entusiasta el docente - Sillas..., una mesa..., un
barco... - Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en la pizarra y
coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escribid a qué provincia pertenece. ¿Y
cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conoceis que nació
allí? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar? Y comenzó una
tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión, etc.
La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase le dijo conmovida:- Señor, nunca
olvidaré lo que me ha enseñado hoy. Muchas Gracias. Pasó el tiempo. El inspector volvió a la
escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada detrás de su escritorio, los alumnos otra vez
en total desorden...- Señorita... ¿Qué pasó? ¿No se acuerda de mí?- Sí señor, ¡cómo olvidarme!
Qué suerte que volvió. No encuentro el corcho ¿Dónde lo dejó?

La maestra y el corcho (Powerpoint)


a 9:22 7 comentarios:

martes, 8 de abril de 2008


El papel arrugado

Mi carácter impulsivo, cuando era niño me


hacia reventar en cólera a la menor provocación, la mayoría de las veces después de uno de
éstos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.

Un día mi maestro, que me vio dando excusas después de una explosión de ira, me llevó al
salón y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo:- ¡Estrújalo!

Asombrado obedecí e hice con él una bolita.- Ahora -volvió a decirme- déjalo como estaba
antes.

Por supuesto que no pude dejarlo como estaba, por más que traté el papel quedó lleno de
pliegues y arrugas.

El corazón de las personas -me dijo- es como ese papel... La impresión que en ellos dejas,
será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.

Así aprendí a ser más comprensivo y paciente. Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese
papel arrugado.La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar...Más cuando
lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras... Luego queremos enmendar el
error pero ya es tarde.
Alguien dijo alguna vez "Habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio". Por
impulso, no nos controlamos, y sin pensar, arrojamos en la cara del otro palabras llenas de
odio o rencor y luego cuando pensamos en ello nos arrepentimos. Pero no podemos dar
marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado en el otro.

El papel arrugado (Power point)


a 15:40 8 comentarios:

Los tres filtros


Un discípulo llegó muy agitado a la casa de Sócrates y empezó a hablar de esta manera:
- “¡Maestro! Quiero contarte cómo un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...”
Sócrates lo interrumpió diciendo: -“¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo
que me vas a decir?
-“¿Los Tres Filtros...?”
-“Sí” - replicó Sócrates. El primer filtro es la VERDAD. –“¿Ya examinaste cuidadosamente si lo
que me quieres decir es verdadero en todos sus puntos?”
-“No... lo oí decir a unos vecinos...”
-“Pero al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es la BONDAD: ¿Lo que me
quieres decir es por lo menos bueno?”
-“No, en realidad no... al contrario...”
-“¡Ah!” - interrumpió Sócrates.- “Entonces vamos al último Filtro. ¿Es NECESARIO que me
cuentes eso?”
- “Para ser sincero, no.... Necesario no es.”
- “Entonces -sonrió el sabio- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario... sepultémoslo en el
olvido...”
a 12:25 5 comentarios:

lunes, 7 de abril de 2008


Cuento árabe
A un oasis llega un joven, toma agua, se asea y pregunta a un viejecito que se encuentra
descansando:
-¿Que clase de personas hay aquí?
El anciano le pregunta:
-¿Qué clase de gente había en el lugar de donde tu vienes?
-"Oh, un grupo de egoístas y malvados -replicó el joven-estoy encantado de haberme ido de
allí.
A lo cual el anciano comentó:
-Lo mismo habrás de encontrar aquí.
Ese mismo día otro joven se acerco a beber agua al oasis y viendo al anciano preguntó:
-¿Qué clase de personas viven en este lugar?
El viejo respondió con la misma pregunta:
-¿Qué clase de personas viven en el lugar de donde tu vienes?
-"Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho
haberlos dejado."
-"Lo mismo encontraras tu aquí", respondió el anciano.
Un hombre que había escuchado ambas conversaciones le preguntó al viejo:
-¿Cómo es posible dar dos respuestas tan diferentes a la misma pregunta?
A lo cuál el viejo contestó:
-Cada uno lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquél que no encontró nada
bueno en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí. Aquél que encontró
amigos allá podrá encontrar amigos aquí.
a 23:31 10 comentarios:

La marioneta de trapo

Si por un instante Dios se olvidara de


que soy una marioneta de trapo, y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo
lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco y soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos
sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía
mientras los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejanDo
al descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón...
Escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción
de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna.
Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de
sus pétalos.
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer y hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuan equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando
envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero dejaría que el sólo aprendiese a volar. A los viejos, a mis viejos,
les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes los hombres...
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la
verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño por vez primera el
dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.
He aprendido que un hombre únicamente tiene derecho de mirar a otro hombre hacia abajo,
cuando ha de ayudarlo a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero finalmente de mucho no habrán
de servir porque cuando me guarden dentro de esta maleta, infelizmente me estaré
muriendo.
La marioneta de trapo (Powerpoint)
a 17:10 4 comentarios:

Arreglar el mundo
Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a
encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de
respuesta para sus dudas.
Cierto día, su hijo de seis años invadió su santuario, decidido a ayudarlo a trabajar. El
científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera entretenerlo.
De repente se encontró con una revista, en donde había un mapa con el mundo, justo lo que
precisaba. Con unas tijeras, recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta,
se lo entregó a su hijo diciendo: - “Como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo
todo roto para que lo repares sin la ayuda de nadie.”
Entonces calculó que al pequeño le llevaría 10 días componer el mapa, pero no fue así.
Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente: - "Papá, papá,
ya hice todo, conseguí terminarlo".
Al principio el padre no creyó en el niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera
conseguido componer un mapa que jamás había visto antes. Desconfiado, el científico levantó
la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería el trabajo digno de un niño. Para su
sorpresa, el mapa estaba completo.
Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible?¿Cómo el
niño había sido capaz? – “Hijito, tu no sabías cómo era el mundo, cómo lo lograste?”
– “Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para
recortarlo, ví que del otro lado estaba la figura del hombre. Así, que dí vuelta a los recortes,
y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era.” - “Cuando conseguí arreglar al
hombre, dí vuelta a la hoja y ví que había arreglado al mundo.”
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domingo, 6 de abril de 2008


La vasija agrietada
Un cargador de agua en la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de
un palo y que él llevaba encima de los hombros.
Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el
agua. Cuando llegaba al final del largo camino, la vasija rota sólo contenía la mitad del
agua.Durante dos años completos, esto sucedió diariamente. Desde luego, la vasija perfecta
estaba muy orgullosa de sus logros, pero la pobre vasija agrietada se sentía miserable y
estaba muy avergonzada de su propia imperfección.
Después de estos dos años, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: "Estoy
avergonzada y me quiero disculpar contigo, porque debido a mis grietas sólo puedo entregar
la mitad de mi carga".
El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: "Cuando regresemos a la casa, quiero
que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino".
Así lo hizo la tinaja, pero de todos modos se sintió apenada, porque al final, sólo quedaba
dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador dijo entonces: "¿Te diste cuenta que las flores sólo crecen en tu lado del camino?
Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de
flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado. Si no fueras
exactamente como eres, con todos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza".
Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas. Todos somos como esa vasija, pero debemos
saber que nuestro cargador, que es Dios, si se lo permitimos, puede aprovechar las grietas
para obtener maravillosos resultados.

La vasija agrietada (Power point)


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El elefante encadenado
Cuando yo era chico me encantaban
los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a
otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza
descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el
elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una
pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos
centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese
animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad,
arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente:¿Qué lo mantiene entonces?¿Por qué no huye?Cuando tenía cinco o seis
años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro,
a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el
elefante no se escapa porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia:–Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?No recuerdo
haber recibido ninguna respuesta coherente.Con el tiempo me olvidé del misterio del
elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se
habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como
para encontrar la respuesta: El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una
estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.Cerré los ojos y me imaginé al pequeño
recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse.
Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.La estaca era ciertamente muy fuerte para él.Juraría
que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le
seguía...Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y
se resignó a sus destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que
NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió
poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.Jamás... jamás...
intentó poner a prueba su fuerza otra vez...Vamos por el mundo atados a cientos de estacas
que nos restan libertad... condicionados por el recuerdo de «no puedo»...Tu única manera de
saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón...
Todos somos un poco como el elefante del circo:vamos por el mundo atados a cientos de
estacas que nos restan libertad.
Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas,simplemente porque una
vez,hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el
elefante,y grabamos en nuestra memoria este mensaje:No puedo,no puedo y nunca podré.
Hemos crecido llevando este mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y por eso nunca
más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.
Cuando,a veces,sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas,miramos de reojo la estaca
y pensamos:"No puedo y nunca podré".
Ésto es lo que te pasa,vives condicionado por el recuerdo de una persona que ya no existe en
tí,que no pudo.
Tu única manera de saber si puedes es intentarlo de nuevo poniendo en ello todo tu
corazón...¡¡¡Todo tu corazón!!!.
Jorge Bucay

El elefante encadenado (Power point)


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sábado, 5 de abril de 2008


Estrellas de mar

Había una vez un escritor


que vivía a orillas del mar; una enorme playa virgen donde tenía una casita
donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para su libro.
Era un hombre inteligente y culto y con sensibilidad acerca de las cosas
importantes de la vida.
Una mañana mientras paseaba a orillas del océano vio a lo lejos una figura
que se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarse vio
que era un muchacho que se dedicaba a coger estrellas de mar de la orilla y
lanzarlas otra vez al mar.
El hombre le preguntó al joven que estaba haciendo. Este le contestó; "recojo
las estrellas de mar que han quedado varadas y las devuelvo al mar; la marea
ha bajado demasiado y muchas morirán".
Dijo entonces el escritor." Pero esto que haces no tiene sentido, primero es
su destino, morirán y serán alimento para otros animales y además hay miles
de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas".
El joven miró fijamente al escritor, cogió una estrella de mar de la arena, la
lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó " para ésta... sí tiene
sentido".
El escritor se marchó un tanto desconcertado, no podía explicarse una
conducta así. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y en la noche no
durmió bien, soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las
olas. A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al joven y le ayudó a
salvar estrellas.
sábado, 31 de mayo de 2008
Por una jarra de vino
Había una vez... otro rey. Este era el monarca de un pequeño país: el
principado de Uvilandia. Su reino estaba lleno de viñedos y todos sus súbditos
se dedicaban a la fabricación de vino. Con la exportación a otros países, las
15.000 familias que habitaban Uvilandia ganaban suficiente dinero como para
vivir bastante bien, pagar los impuestos y darse algunos lujos.
Hacía ya varios años que el rey estudiaba las finanzas del reino. El monarca
era justo y comprensivo, y no le gustaba la sensación de meterle la mano en
los bolsillos a los habitantes de Uvilandia. Ponía gran énfasis, entonces, en
estudiar alguna posibilidad de rebajar los impuestos.
Hasta que un día tuvo la gran idea. El rey decidió abolir los impuestos. Como
única contribución para solventar los gastos del estado, el rey pediría a cada
uno de sus súbditos que una vez por año, en la época en que se envasaran los
vinos, se acercaran a los jardines del palacio con una jarra de un litro del
mejor de su cosecha. Lo vaciarían en un gran tonel que se construiría para
entonces, para ese fin y en esa fecha.
De la venta de esos 15.000 litros de vino se obtendría el dinero necesario
para el presupuesto de la corona, los gastos de salud y de educación del
pueblo. La noticia fue desparramada por el reino en bandos y pegada en
carteles en las principales calles de las ciudades. La alegría de la gente fue
indescriptible.
En todas las casas se alabó al rey y se cantaron canciones en su honor. En
cada taberna se levantaron las copas y se brindó por la salud y la prolongada
vida del buen rey.
Y llegó el día de la contribución. Toda esa semana en los barrios y en los
mercados, en las plazas y en las iglesias, los habitantes se recordaban y
recomendaban unos a otros no faltar a la cita. La conciencia cívica era la
justa retribución al gesto del soberano. Desde temprano, empezaron a llegar
de todo el reino las familias enteras de los viñateros con su jarra, en la mano
del jefe de familia. Uno por uno subía la larga escalera hasta el tope del
enorme tonel real, vaciaba su jarra y bajaba por otra escalera al pie de la
cual, el tesorero del reino colocaba en la solapa de cada campesino, un
escudo con el sello del rey.
A media tarde, cuando el último de los campesinos vació su jarra, se supo
que nadie había faltado. El enorme barril de 15.000 litros estaba lleno. Del
primero al último de los súbditos habían pasado a tiempo por los jardines y
vaciado sus jarras en el tonel.
El rey estaba orgulloso y satisfecho; y al caer el sol, cuando el pueblo se
reunió en la plaza frente al palacio, el monarca salió a su balcón aclamado
por su gente. Todos estaban felices. En una hermosa copa de cristal, herencia
de sus ancestros, el rey mandó a buscar una muestra del vino recogido. Con
la copa en camino, el soberano les habló y les dijo:
— Maravilloso pueblo de Uvilandia: tal como lo imaginé,todos los habitantes
del reino han estado hoy en el palacio. Quiero compartir con vosotros la
alegría de la corona, por confirmar que la lealtad del pueblo con su rey, es
igual que la lealtad del rey con su pueblo. Y no se me ocurre mejor homenaje
que brindar por vosotros con la primera copa de este vino, que será sin dudas
un néctar de dioses, la suma de las mejores uvas del mundo, elaboradas por
las mejores manos del mundo y regadas con el mayor bien del reino, el amor
del pueblo.
Todos lloraban y vitoreaban al rey. Uno de los sirvientes acercó la copa al rey
y éste la levantó para brindar por el pueblo que aplaudía eufórico... pero la
sorpresa detuvo su mano en el aire, el rey notó al levantar el vaso que el
líquido era transparente e incoloro; lentamente lo acercó a su nariz,
entrenada para oler los mejores vinos, y confirmó que no tenía olor ninguno.
Catador como era, llevó la copa a su boca casi automáticamente y bebió un
sorbo.¡El vino no tenía gusto a vino, ni a ninguna otra cosa...! El rey mandó a
buscar una segunda copa del vino del tonel, y luego otra y por último a tomar
una muestra desde el borde superior. Pero no hubo caso, todo era igual:
inodoro, incoloro e insípido.
Fueron llamados con urgencia los alquimistas del reino para analizar la
composición del vino. La conclusión fue unánime: el tonel estaba lleno de
AGUA, purísima agua y cien por cien agua. Enseguida el monarca mandó
reunir a todos los sabios y magos del reino, para que buscaran con urgencia
una explicación para este misterio. ¿Qué conjuro, reacción química o hechizo
había sucedido para que esa mezcla de vinos se transformara en agua...? El
más anciano de sus ministros de gobierno se acercó y le dijo al oído:
— ¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso, muchacho, nada de eso.
Vuestros súbditos son humanos, majestad, eso es todo.
— No entiendo – dijo el rey.
— Tomemos por caso a Juan. Juan tiene un enorme viñedo que abarca desde
el monte hasta el río. Las uvas que cosecha son de las mejores cepas del
reino y su vino es el primero en venderse y al mejor precio. Esta mañana,
cuando se preparaba con su familia para bajar al pueblo, una idea le pasó por
la cabeza... ¿Y si yo pusiera agua en lugar de vino, quién podría notar la
diferencia...? Una sola jarra de agua en 15.000 litros de vino... nadie notaría
la diferencia... ¡Nadie!...Y nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle,
muchacho, salvo por un detalle:¡TODOS PENSARON LO MISMO!
Jorge Bucay
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viernes, 30 de mayo de 2008


Pide un deseo
En una ocasión, un Rey de un lejano País - pensando que era necesario
que su pequeño hijo conociera las necesidades de su Pueblo - quiso llevar al
pequeño heredero a dar un paseo por el campo.
- Hijo, quiero que conozcas lo que es la pobreza. Algún día serás Rey y te
servirá esta experiencia para poder conducir mejor tu Reino.
Marchó entonces con el pequeño Príncipe y lo llevó a dar un largo paseo en el
carruaje real. En el camino, el pequeño observaba las casas, los otros niños,
las parcelas de cultivo. En un punto del camino, pararon en una casa escogida
al azar y se acercaron a saludar a los súbditos que allí habitaban, y entre los
cuales se encontraban unos alegres niños que corrían y jugaban con su perro
mascota. Con sorpresa fueron invitados por los dueños de esta humilde
vivienda a compartir con ellos sus precarios alimentos, los cuales degustaron
todos con alegría.
Nuevamente emprendieron su camino por aquellas vías del reino y pronto les
sorprendió la noche. Entonces el Rey decidió emprender el regreso al palacio.
AL llegar a su residencia, el padre preguntó al pequeño:
- Ahora has conocido el que es la pobreza. ¿Qué me puedes decir al respecto ?
Lo que el pequeño soberano contestó dejó al padre sorprendido:
- Padre, gracias por esta gran lección que me has dado. He podido apreciar la
paz y felicidad con la cual viven nuestros súbditos. He sentido la frescura del
campo, la belleza de la libertad, la armonía que se vive en sus hogares. Que
gozo poder admirar el cielo como se ve desde los campos, que alegría ver las
aves volar por los cielos, los animales correr por el campo . Como querría yo
poder tener una mascota con quién jugar. Cuánto desearía tener unos
hermanos como aquellos con los que compartír la comida.
Sería inmensamente feliz si todos los días pudiera admirar la puesta del sol
como hoy y como nuestros súbditos el aprecian todos los días... Que razón
tenías padre, cuánta riqueza hay en el mundo, y cuánta pobreza nos aflige a
los príncipes... Gracias por haberme permitido darme cuenta que pobres
somos y que ricos son nuestros súbditos. Espero que ellos me permitan
compartir su riqueza cuando yo sea su Rey.
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jueves, 29 de mayo de 2008


Construyendo una catedral

Un transeúnte se detuvo un día


ante una cantera en la que trabajaban tres compañeros. Preguntó al primero:
- "¿Qué haces, amigo?"
Y éste respondió sin alzar la cabeza:
- "Me gano el pan".
Preguntó al segundo:
- "¿Qué haces, amigo?"
Y el obrero, acariciando el objeto de su tarea, explicó:
- "Ya lo ves, estoy tallando una hermosa piedra".
Preguntó al tercero:
- "¿Qué haces, amigo?"
Y el hombre, alzando hacia él unos ojos llenos de alegría, exclamó:
- "Estamos edificando una catedral".
Y el caso es que los tres estaban realizando el mismo trabajo
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miércoles, 28 de mayo de 2008


El zorro y el tigre
Un hombre que pasaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus
patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir.
Entonces vió llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se
había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. Él
comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios, y se dijo a sí mismo:
- "Voy también yo a quedarme en un rincón confiando plenamente en el
Señor, y éste me dará cuanto necesito".
Así lo hizo durante muchos días, pero no sucedió nada y el pobre hombre ya
estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una voz que le decía:
- "Oh, tú que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la verdad, sigue
el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado".
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martes, 27 de mayo de 2008


La bolsa de clavos
Erase una vez un joven con un carácter peculiarmente violento.
Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que clavara un clavo en la cerca
del jardín cada vez que perdiera la paciencia y se peleara con alguien. El
primer día, llego a clavar 37 clavos en la cerca.
Durante las semanas siguientes aprendió a controlarse, y el número de clavos
colocados en la cerca disminuyo día tras día: había descubierto que era más
fácil controlarse que plantar clavos. Finalmente, llego el día durante el cual
el joven no sujetó clavo alguno en la cerca.
Entonces fue a ver a su padre y le dijo que había conseguido no clavar ningún
clavo durante todo el día.
Su padre le dijo entonces que quitara un clavo de la cerca del jardín por cada
día durante el cual no hubiera perdido la paciencia.
Los días pasaron y finalmente el joven pudo decirle a su padre que había
quitado todos los clavos de la cerca.
El padre condujo entonces a su hijo delante de la cerca del jardín y le dijo:
- "Hijo mío, te has portado bien, pero mira cuantos agujeros hay en la cerca
del jardín. Esta ya no será como antes. Cuando te peleas con alguien y le
dices algo desagradable, le dejas una herida como esta. Puedes acuchillar a
un hombre y después sacarle el cuchillo, pero siempre le quedará una herida.
Poco importa cuantas veces te excuses, la herida verbal hace tanto daño
como una herida física. Los amigos son joyas raras, te hacen reír y te animan.
Siempre están dispuestos a escucharte cuando los necesitas, te sostienen y te
abren su casa. Por ello, guarda a tus amigos como si fueran un verdadero
tesoro y quiéreles hasta echarles de menos, porque si eso ocurre una parte de
tu vida se habrá ido con ellos.
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lunes, 26 de mayo de 2008


El plantador de dátiles

En un oasis escondido entre los más


lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo Elihau de rodillas, a un
costado de algunas palmeras datileras. Su vecino Hakim, el acaudalado
mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a Elihau
transpirando, mientras parecía cavar en la arena.
— ¿Qué tal anciano? La paz sea contigo.
— Contigo –contestó Elihau sin dejar su tarea.
— ¿Qué haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
— Siembro –contestó el viejo.
— ¿Qué siembras aquí, Elihau?
— Dátiles –respondió Elihau mientras señalaba a su alrededor el palmar.
— ¡Dátiles! –repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la
mayor estupidez comprensivamente
— El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y
vamos a la tienda a beber una copa de licor.
— No, debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
— Dime, amigo: ¿cuántos años tienes?
— No sé... sesenta, setenta, ochenta, no sé... lo he olvidado... pero eso ¿qué
importa?
— Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer y
después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no
estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los ciento un años, pero
tú sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy
siembras. Deja eso y ven conmigo.
— Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó
con probar estos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer
mañana los dátiles que hoy planto... y aunque sólo fuera en honor de aquel
desconocido,vale la pena terminar mi tarea.
— Me has dado una gran lección, Elihau, déjame que te pague con una bolsa
de monedas esta enseñanza que hoy me has dado – y diciendo esto, Hakim le
puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
— Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves, a veces pasa esto: tú me
pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. Parecía cierto, y
sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseché una bolsa de
monedas y la gratitud de un amigo.
— Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me
das hoy y es quizás más importante que la primera. Déjame pues que pague
también esta lección con otra bolsa de monedas.
— Y a veces pasa esto – siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos
bolsas de monedas —: sembré para no cosechar y antes determinar de
sembrar ya coseché no sólo una, sino dos veces.
— Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo
miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte.
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domingo, 25 de mayo de 2008


La recompensa de la generosidad
Muchísimas gracias a Sara (http://sara-
momentosdecisivos.blogspot.com) por mandarme este cuento. Pero
muchas gracias más por sus ánimos, sus comentarios y su amistad.

Un día un viejo Sheij árabe murió. Aunque era el jefe de su tribu, no era un
hombre rico, toda la riqueza consistía en sus camellos, éstos le habían dado
alimento y leche, le habían transportado por las inmensidades de la arena y
después le habían proporcionado sus pieles, con las que pudo hacer las
tiendas.
El Sheik había tenido tres hijos y ahora tras su muerte, ellos serían los dueños
de los camellos. Pero antes, tendrían que escuchar la lectura de las últimas
voluntades del anciano para ver el modo en el cual el hombre había decidido
repartir los camellos entre sus hijos.
Toda la familia se reunió en la tienda del anciano. Los tres hijos estaban
preparados para escuchar a su tío, que era quien iba a leer las últimas
voluntades de su hermano. El tío leyó en voz alta como habría que repartir el
rebaño de camellos .El mayor de los hijos recibiría la mitad de los camellos,
el segundo recibiría un tercio de ellos y el pequeño recibiría un noveno. El
texto terminaba con estas palabras:”Todo lo que des con amor, volverá a ti”
Los hijos ya sabían como quería el padre que se distribuyeran los camellos,
pero no estaban seguros de cuántos camellos tenía el anciano, de modo que
reunieron rápidamente el rebaño y los contaron. Había 17 camellos ¿Qué
decían las últimas voluntades de su padre sobre como había que repartirlos?
El hijo mayor tenía que recibir la mitad pero...¿Cuántos eran la mitad de 17?
Por mucho que lo intentaron, los hermanos no pudieron calcular cuántos
camellos les tocaban a cada uno, de manera que le preguntaron a los mejores
matemáticos de la tribu. Pero nadie pudo resolver el problema.¿Qué podían
hacer?
Entonces los tres hermanos decidieron acudir a su tío, para ver si les podía
ayudar.El tío pensó en revisar y volver a leer las últimas voluntades de su
hermano...que terminaban con las palabras “Todo lo que des con amor,
volverá a ti”¿Qué significaba esto? LO pensó larga y detenidamente. Al final
una sonrisa le cruzó el rostro.
Ya se lo que tenemos que hacer dijo el tío. Os daré uno de mis camellos para
sumarlo a los de vuestro padre. Eso resolverá el problema.
Los hermanos miraron desconcertados a su tío y se rascaron la cabeza. ¿ De
que modo iba a ayudar el añadir un camello más?
¡Pues si! Ahora habría 18 camellos. El hijo mayor pensó en su parte y calculó
rápidamente la mitad de 18. El mediano pensó en su parte y calculó un tercio
de 18. El hijo pequeño pensó en su parte y calculó un noveno de 18. Los
camellos se podrían dividir ahora según la voluntad de su padre. De los 18
camellos el mayor se quedaría con 9, el mediano con 6 y el pequeño con
2.¿Cuántos camellos sumaban?¡Diecisiete!¿Qué demonios iban a hacer con el
camello que sobraba?
Y no les costó demasiado a los tres hermanos acordar cómo iban a proceder:
le devolverían a su tío el camello que les había dado. El viejo tío estaba
complacido, pero en absoluto sorprendido.
-Sabía que algo volvería a mi “ Todo lo que des con amor, volverá a ti”
Adaptación de un cuento árabe publicado en Valores para pensar de Robert
Fisher.
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sábado, 24 de mayo de 2008


El último trato
Una mañana iba yo por la pedregosa carretera, cuando espada en mano,
llegó el Rey en su carroza.
"¡Me vendo!", grité.
El Rey me cogió de la mano y me dijo:
"Soy poderoso, puedo comprarte."
Pero de nada le valió su poderío y se volvió sin mí en su carroza.
Las casas estaban cerradas en el sol del mediodía y yo vagaba por el callejón
retorcido cuando un viejo cargado con un saco de oro me salió al encuentro.
Dudó un momento, y me dijo:
"Soy rico, puedo comprarte."
Una a una ponderó sus monedas. Pero yo le volví la espalda y me fui.
Anochecía y el seto del jardín estaba todo en flor. Una muchacha gentil
apareció delante de mí, y me dijo:
"Te compro con mi sonrisa."
Pero su sonrisa palideció y se borró en sus lágrimas. Y se volvió sola otra vez
a la sombra.
El sol relucía en la arena y las olas del mar rompían caprichosamente. Un
niño estaba sentado en la playa jugando con las conchas. Levantó la cabeza
y, como si me conociera, me dijo:
"Puedo comprarte con nada."
Desde que hice este trato jugando, soy libre.
Rabindranath Tagore
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viernes, 23 de mayo de 2008


El vuelo del halcón

Un rey
recibió como obsequio, dos pequeños halcones, y los entregó al maestro de
cetrería, para que los entrenara.
Pasados unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones
estaba perfectamente, pero que al otro no sabía qué le sucedía: no se había
movido de la rama donde lo dejó desde el día que llegó.
El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero
nadie pudo hacer volar al ave. Encargó, entonces, la misión a miembros de la
corte, pero nada sucedió.
Al día siguiente, a través de la ventana, el monarca pudo observar, que el ave
aún continuaba inmóvil. Entonces, decidió comunicar a su pueblo que
ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón.
A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines. El
rey le dijo a su corte,
"Traedme al autor de ese milagro".
Su corte rápidamente le presentó a un campesino. El rey le preguntó:
- ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago?
Intimidado el campesino le dijo al rey:
- Fue fácil mi rey. Sólo corté la rama, y el halcón voló. Se dio cuenta que
tenía alas y se echó a volar.
¿A qué estás agarrado que te impide volar?¿De qué no te puedes soltar?
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jueves, 22 de mayo de 2008


El poder de la puerta negra
Érase una vez en el país de las mil y una noches... En este país había un
rey que era muy polémico por sus acciones, tomaba a los prisioneros de
guerra y los llevaba hacia una enorme sala... Los prisioneros eran colocados
en grandes hileras en el centro de la sala y el rey gritaba diciéndoles:
"Os voy a dar una oportunidad, mirad el rincón del lado derecho de la sala... "
Al hacer esto, los prisioneros veían a algunos soldados armados con arcos y
flechas, listos para cualquier acción.
"Ahora -continuaba el rey- mirad hacia el rincón del lado izquierdo..."
Al hacer esto, todos los prisioneros notaban que había una horrible y grotesca
puerta negra, de aspecto dantesco, cráneos humanos servían como
decoración y el picaporte para abrirla era la mano de un cadáver... en verdad
era algo verdaderamente horrible de imaginar y mucho más de ver.
El rey se colocaba en el centro de la sala y gritaba:
"Ahora escoged lo que queráis: morir clavados por las flechas o abrir
rápidamente aquella puerta negra y quedarse encerrados allí. Decidid, tenéis
libertad, escoged..."
Todos los prisioneros tenían el mismo comportamiento: a la hora de tomar la
decisión, llegaban cerca de la horripilante puerta negra de más de cuatro
metros de altura, miraban los cadáveres, la sangre humana y los esqueletos,
con leyendas escritas del tipo: "viva la muerte" , y decidían: prefiero morir
asaeteado...
Uno a uno, todos actuaban de la misma forma, miraban la puerta negra y a
los arqueros de la muerte y decían al rey: prefiero ser atravesado por flechas
a abrir esa puerta y quedarme encerrado. Millares optaron por lo que estaban
viendo: la muerte por las flechas. Un día, la guerra terminó, pasado el
tiempo, uno de los soldados del "pelotón de flechas" estaba barriendo la
enorme sala cuando apareció el rey.
El soldado con toda reverencia y un poco temeroso, preguntó:
- Sabes, gran rey, yo siempre tuve una curiosidad, no se enfade por mi
pregunta, pero... ¿qué es lo que hay detrás de aquella puerta negra?
El rey respondió...
- ¿Recuerdas que a los prisioneros siempre les di la opción de escoger?, pues
bien... ve y abre esa puerta negra.
El soldado, temeroso, abrió cautelosamente la puerta y sintió cómo un rayo
puro de sol besaba el suelo de la enorme sala, abrió un poco más la puerta y,
más luz y un delicioso aroma a verde llenaron el lugar. El soldado notó que la
puerta negra daba a un campo que desembocaba en un gran camino. Fue
entonces cuando el soldado se dio cuenta de que la puerta negra llevaba
hacia la... Libertad.
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miércoles, 21 de mayo de 2008


El centinela
Cerca de la frontera de un país muy lejano se levantaba un pequeño
castillo perdido en medio del desierto. De vez en cuando se paraban las
caravanas que venían del norte o algún visitante solitario se acogía por una
noche. Pero la vida del castillo era muy monótona y pocas cosas había que
hicieran un día diferente de los demás.
Una mañana llegó un mensaje del rey: "Estad a punto porque nos han hecho
saber que Dios visitará nuestro país y quizás pasará por vuestro castillo. Sobre
todo estad preparados para recibirlo". Las autoridades del castillo se
dispusieron a cumplir las órdenes reales. Llamaron al centinela y le
encomendaron que a partir de aquel día no perdiera de vista el desierto y en
cuanto viera alguna señal de la venida de Dios se lo hiciera saber.
El centinela recibió el encargo con alegría; nunca le habían confiado una
misión tan importante. En pie, en lo más alto de la torre, con los ojos bien
abiertos, oteaba continuamente el horizonte en espera del más pequeño
indicio.- Cómo debe ser Dios -pensaba- Seguramente vendrá con un gran
cortejo y lo distinguiré de lejos... o quizás aparecerá de golpe, acompañado
por un poderoso ejército...
Ilusionado como estaba, no pensaba en nada más y se pasaba días y noches en
lo alto de la torre. Trancurrió el tiempo y poco a poco todo el mundo fue
olvidando el mensaje de Dios. Incluso el rey perdió el interés. En el castillo,
los oficiales y los soldados se cansaron de esperar aquella visita y dejaron de
hablar del tema.
Sólo el centinela se mantenía muy despierto esperando, esperando siempre,
bajo el sol y la lluvia. Veía venir caravanas y ejércitos, pero ninguna de ellas
era el cortejo de Dios. A veces, cansado de mirar, se preguntaba si todo
aquello no era un engaño- ¿Por qué tiene que venir Dios? Y, si viene, ¿pasará
por este castillo tan poco importante? Y aún más, quién sabe si vendrá?Pero
la esperanza vencía siempre sus dudas y nuevamente volvía a contemplar
incansablemente el horizonte...
Pasaron los meses y los años. El centinela se hacía viejo y los ojos le
empezaban a flaquear. A menudo debía sentarse porque las piernas no le
sostenían. Uno tras otro, todos los soldados de la guarnició habían
abandonado el castillo añorados de la ciudad. Y se había quedado solo.
Un día se levantó como siempre para mirar el desierto, pero se dio cuenta
que casi no se podía mover. Se sentía cerca de la muerte y una gran amargura
le embargó el alma.- He estado toda la vida esperando la visita de Dios y
ahora tendré que morir sin haberlo visto, exclamó dolorosamente.Entonces
oyó una voz a su lado:
- ¿No me conoces?Sorprendido, el centinela se volvió y vio que Dios había
llegado. Lleno de alegría le dijo
- ¡Oh, ya estás aquí! Me has hecho esperar tanto... ¿por dónde has venido que
no te he podido ver?
- Siempre he estado a tu lado, replicó Dios con dulzura, desde el día que
decidiste esperarme. Siempre he estado aquí, a tu lado, dentro de tí. Te ha
hecho falta largo tiempo para darte cuenta, pero ahora ya lo sabes. Este es el
secreto: sólo quienes esperan pueden verme.
La voz calló y el centinela se sintió invadido por una inmensa felicidad. Se
alzó lentamente y volvió a otear lentamente, amorosamente, la línea del
horizonte.
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martes, 20 de mayo de 2008


¿Dónde está la felicidad?
Al principio de los tiempos se reunieron varios demonios para hacer una
travesura.Uno propuso:
-Tendríamos que robar algo a los hombres. El problema es: ¿qué les robamos?.
Tras pensarlo mucho, uno dijo:
-¡Ya lo sé! Les robaremos la felicidad. Pero el problema está en dónde
esconderla para que no la puedan recuperar....
Uno opinó:
- Podríamos esconderla en la cumbre de la montaña más alta.
Pero inmediatamente, otro replicó:
- No, recuerda que tienen fuerza. Alguna vez alguien puede subir y
encontrarla. Si uno la encuentra, enseguida todos sabrán dónde está....
Inmediatamente otro propuso:- Vamos a esconderla en el fondo del mar....
Pero acto seguido le replicaron:
- No, recuerda que son curiosos. Alguna vez alguien llegará a construir un
aparato para poder bajar y la podrá encontrar....
Y todavía otro dijo.
- Escondámosla en un planeta bien alejado de la Tierra.
Y le respondieron todos:- No, recuerda que son inteligentes, y cualquier día
habrá alguien que construirá una nave que pueda viajar y descubrirla. Y
entonces, todos tendrán la felicidad...
El último de ellos era un demonio que hasta aquel momento había estado
callado escuchando atentamente cada una de las propuestas de los otros.
Tras hacer un análisis de cada una, propuso:
- Creo saber dónde ponerla para que realmente nadie nunca la encuentre.
Los demás, sorprendidos, le dijeron a coro:
- ¿Dónde?.
El demonio respondió:
- La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola
fuera, que nunca la encontrarán.
Todos reconocieron que tenía razón y estuvieron de acuerdo. Y, desde
entonces, ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad por
todas partes sin darse cuenta que la lleva escondida dentro de sí mismo.
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lunes, 19 de mayo de 2008


El libro de Xalum
Xalum pensaba:- Me gustaría
hacer un libro que contuviera todos los poemas, antiguos y modernos, que
cantan la grandeza de Dios. Noche y día esta idea le rondaba por la cabeza,
desde la mañana hasta el anochecer.
Xalum se decía que le haría falta mucho dinero y muchas jornadas de trabajo
para publicar un libro tan extenso. Y así fue como, año tras año, se dedicó a
ahorrar todo lo que podía ganar. Sus amigos también le daban dinero, unos
mucho, los demás algunas monedas. A todos se lo agradecía Xalum con el
mismo afecto. Así, diez años después, había reunido suficiente dinero para
empezar la edición.
Aquellos días unas grandes lluvias inundaron la ciudad donde vivía Xalum y
mucha gente se encontró sin alimentos y sin casa. Xalum no lo pensó lo más
mínimo y repartió entre la gente los fondos que había reunido. Y se puso a
trabajar de lo lindo para recuperar lo que había dado.
Algunos años más tarde, una terrible epidemia asoló el país. Xalum otra vez
repartió su dinero para ayudar a la gente. Por tercera vez empezó su trabajo.
Se había hecho viejo y se cansaba mucho, pero la esperanza de ver acabado
su libro le daba fuerzas. Finalmente, al cabo de veinte años, pudo terminar la
publicación de su libro. Todo el mundo alabó su trabajo y los sabios más
notables del país hablaron en sus congresos.
Pero la gente de la ciudad, al hablar de Xalum a sus hijos, decían siempre:
- En realidad Xalum hizo tres libros y los dos primeros aún son mucho mejores
que el tercero
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domingo, 18 de mayo de 2008


Cruz pesada

Un joven, ya no podía más con sus problemas. Cayó de rodillas, rogando:


"Señor, no puedo seguir. Mi cruz es demasiado pesada".
El Señor, como siempre, acudió y le contestó:
"Hijo mío, si no puedes llevar el peso de tu cruz, guárdala dentro de esta
habitación. Después, abre la otra puerta y escoge la cruz que tú quieras".
El joven suspiró aliviado.
"Gracias, Señor", dijo, y hizo lo que le había dicho.
Al entrar, vio muchas cruces, algunas tan grandes que no podía ver la parte
de arriba. Después, vio una pequeña cruz apoyada en un extremo de la
pared.
"Señor", murmuró, "quiero esta que está allá", dijo señalándola.
Y el Señor contestó:
"Hijo mío, esta es la cruz que acabes de dejar"
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sábado, 17 de mayo de 2008


El leñador tenaz

Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El


sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún; así que un
leñador se decidió a hacer buen papel.
El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una
zona.El hombre entusiasmado salió al bosque a talar. En un solo día cortó
dieciocho árboles.
— Te felicito – dijo el capataz — sigue así.
Animado por las palabras del capataz, un leñador se decidió a mejorar su
propio record; así que esa noche se acostó bien temprano. Por la mañana se
levantó antes que nadie y se fue al bosque. A pesar de todo el empeño, no
consiguió cortar más que quince árboles.
— Me debo haber cansado – pensó y decidió acostarse con la puesta del sol.
Al amanecer, se levantó decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin
embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego
cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de cortar su segundo
árbol.
Inquieto por lo que pensaría del capataz, un leñador se acercó a contarle lo
que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de
desfallecer. El capataz le preguntó:
— ¿cuanto hace que no afilas tu hacha?— ¿afilar? No he tenido tiempo de
afilarla, he estado muy ocupado cortando árboles.
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viernes, 16 de mayo de 2008


¿Cuanto cuesta un helado?
En los días en que un helado costaba mucho menos, un niño de pocos años
entró en un establecimiento y se sentó a una mesa. La camarera puso un vaso
de agua en frente de él.
"¿Cuánto cuesta un helado de chocolate con almendras?", preguntó el niño
"1 euro", respondió la camarera.
El niño sacó su mano de su bolsillo y examinó un número de monedas.
"¿Cuánto cuesta un helado solo?", volvió a preguntar.
Algunas personas estaban esperando por una mesa y la camarera ya estaba un
poco impaciente.
"Setenta y cinco céntimos", dijo ella bruscamente.
El niño volvió a contar las monedas.
"Quiero el helado solo", dijo el niño.
La camarera le trajo el helado, y puso la cuenta en la mesa y se fue. El niño
terminó el helado, pagó en la caja y se fue. Cuando la camarera volvió,
empezó a limpiar la mesa y entonces le costó tragar saliva con lo que vio:
Allí, puesto ordenadamente junto al plato vacío, había veinticinco céntimos,
¡su propina!
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jueves, 15 de mayo de 2008


Discurso del indio Seattle
Este documento se atribuye a Noah Sealth (conocido como Seattle),
Jefe Indio de los Dwamish, al Gran Jefe Blanco de Washington,
respondiendo a la propuesta de Franklin Pierce de que vendiesen sus
tierras quedándose en una reserva...
El gran jefe de Washington ha mandado hacernos saber que nos quiere
comprar las tierras. El gran jefe nos ha enviado también palabras de amistad
y de buena voluntad. Pero conocemos la poca falta que le hace nuestra
amistad. Queremos considerar el ofrecimiento, puesto que sabemos que, si
no lo hacemos, pueden venir los piel blanca con las armas de fuego a
quitarnos las tierras.
Que el gran jefe de Washington confíe en estas palabras con la misma fe que
espera el regreso de las estaciones. Las palabras, son inmutables como los
cometas. ¿Cómo se puede comprar o vender el cielo, o el calor de la tierra?
Esta idea, se nos hace extraña. No son nuestras la frescura del aire, ni el
movimiento del agua. ¿Cómo podrían ser comprados? Lo decidiremos más
adelante.
Tendréis que saber que cada pedazo de esta tierra es sagrado para mi
pueblo. La brillante hoja de pino, cada ribera arenosa, las nieblas en medio
de las arboledas, el zum-zum de los insectos, son sagradas experiencias y
memorias de mi pueblo, savia que sube por los árboles, trae recuerdos del
hombre de piel roja.
Los muertos del hombre de piel blanca olvidan su tierra cuando empiezan su
paseos entre las estrellas. Nuestros muertos nunca se alejan de la tierra,
puesto que somos un pedazo de la tierra, y a la vez, ella es un pedazo de
nosotros. Las flores perfumadas, el ciervo, el caballo, el águila majestuosa,
todos son nuestros hermanos. Las rocas, las cumbres, los prados húmedos de
rocío, el calor corporal del potro, todos somos una familia.
Por esto, cuando el gran jefe de Washington hace decirnos que nos quiere
comprar las tierras es demasiado lo que pide. Dice que nos reservará un lugar
en el cual nosotros podamos vivir tranquilamente. Él nos hará de padre y
nosotros seremos sus hijos. Tenemos que rumiar su ofrecimiento. Se presenta
nada fácil, porque las tierras son sagradas. El agua que corre por los ríos y
riachuelos no es sólo agua, sino también la de nuestros antepasados. Si os
vendiéramos estas tierras, haría falta que supierais que son sagradas, y
deberíais enseñar a vuestros hijos que los reflejos misteriosos de las aguas
claras de los lagos narran los acontecimientos de la vida de mi pueblo y el
murmullo del agua es la voz de mi padre y de mi madre.
Los ríos son hermanos nuestros, porque nos liberan de la sed. Los ríos
arrastran nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendiéramos las
tierras, haría falta que recordarais y enseñarais a vuestros hijos que los ríos
son hermanos nuestros y también vuestros. Tendréis que tratar los ríos con la
dulzura con que se trata a un hermano. Pero sabemos que el hombre de piel
blanca no puede entender nuestra manera de ser. Tanto le da un trozo de
tierra como otro, porque es como un extraño que llega por la noche a sacar
de la tierra todo aquello que necesita. Para él, la tierra no es su hermana,
sino una enemiga. Cuando ya la ha hecho suya, la desprecia y continúa
andando. Deja tras de sí las sepulturas de sus padres y no parece que se
duela. No le duele desposeer la tierra de sus hijos. Olvida la tumba de sus
padres y los derechos de sus hijos.
Trata la madre tierra y el hermano cielo como si fueran objetos que se
compran y se venden, como si fueran corderos o collares. Su hambre inmensa
devorará la tierra, y detrás de sí sólo dejará un desierto. No lo podemos
entender. Nosotros somos de otro modo. Vuestras ciudades llenan de tristeza
nuestros ojos. Quizás es así porque el hombre de piel roja es salvaje y no
puede entender las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del
hombre de piel blanca, ningún lugar donde se pueda escuchar la primavera
cómo se abren las hojas de los árboles o el rumor de las alas de los insectos.
Quizás me lo parece porque soy salvaje y no comprendo bien las cosas.
El ruido de la ciudad nos hiere los oídos. Y al fin y al cabo, ¿qué clase de vida
tiene el hombre si no puede escuchar el solitario grito del pájaro siboc o las
discusiones nocturnas de las ranas a orillas de la balsa? Soy hombre de piel
roja y no lo puedo entender. A los indios nos gusta el suave murmullo del
viento encima de la superficie del lago, y el aroma de este aire purificado por
la lluvia del mediodía o perfumado por el olor del pinar. El aire tiene un valor
inestimable para el hombre de piel roja, puesto que todos los seres
comparten un mismo aliento. El animal, el árbol, el hombre, todos
respiramos el mismo aire.Pero el hombre de piel blanca no se da cuenta del
aire que respira. Como si fuera un hombre que hace días que agoniza, no es
sensible a los olores.
Por esto, si os vendiéramos las tierras, tendréis que tener en cuenta de qué
manera amamos el aire, porque el aire es el espíritu que infunde la vida y
todo lo comparte. El viento que dio a nuestros antepasados su primer aliento
de vida, recibirá también nuestro último suspiro. Si os vendiéramos las
tierras, tendréis que dejarlas en paz, sagradas como son, para que incluso el
hombre de piel blanca pudiera saborear el viento perfumado con las flores de
la pradera.
Queremos considerar vuestro ofrecimiento. Si decidiéramos vender las
tierras, habríais de aceptar otra condición: tendréis que tratar a los animales
como hermanos. Soy salvaje y me parece que tiene que ser así. He visto
búfalos a miles pudriéndose abandonados en los prados. Desde el caballo de
fuego, sin pararlo, el hombre de piel blanca les disparaba. Soy salvaje, y no
entiendo porque el caballo de fuego vale más que un búfalo, al que nosotros
sólo matamos para sobrevivir. ¿Qué sería de los hombres sin los animales? Si
todos los animales desaparecieran, el hombre también moriría con gran
soledad de espíritu Porque todo aquello que pasa a los animales, bien pronto
sucede también al hombre.
Todas las cosas están relacionadas. Tenéis que enseñar a vuestros hijos que la
tierra que pisan es la ceniza de los ancianos. Respetarán la tierra si les decís
que está toda llena de la vida de los antepasados. Hace falta que vuestros
hijos sepan, igual que nosotros, que la tierra es nuestra la madre. Que todas
las agresiones que padece la tierra inevitablemente las tienen que sufrir sus
hijos. Cuando los hombres escupen a la tierra, se están escupiendo ellos
mismos. Sabemos una cosa: la tierra no pertenece al hombre, es el hombre
quien pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida, sólo es
un hilo de ella. Está tentando la desgracia si osa romper la red.
No tiene importancia dónde pasaremos el resto de nuestros días, somos
pocos. Algunas lunas, algunos inviernos, y niños de los niños de las grandes
tribus que poblaban la tierra saldrán a lamentarse por una gente que tuvo
esperanza. A los hombres de piel blanca les puede pasar también, quizás
pronto, lo mismo. Ni siquiera el hombre de piel blanca, que habla y pasea con
su Dios amistosamente, no puede rehuir el destino común. Quizás es verdad
que somos hermanos, ya lo veremos. Sabemos una cosa que vosotros quizás
descubriréis algún día: que nuestro Dios es el mismo que el vuestro. Quizás os
pensáis que tenéis poder por encima de Él y a la vez queréis tener poder
sobre todas las tierras. Pero esto no es posible. El Dios de todos los hombres
se compadece igualmente de los de piel blanca que de los de piel roja. Esta
tierra es muy querida por su creador y malograrla seria una grave ofensa. Los
hombres de piel blanca también sucumbirán, y quizás antes que el resto de
las tribus.
Si continuáis ensuciando vuestro lecho, una noche os ahogaréis en vuestro
propio desierto. Pero veréis la luz cuando llegue la última hora, y
comprenderéis que Dios os condujo a estas tierras y os permitió su dominio
con algún propósito especial. Este destino es de verdad un misterio. ¿Dónde
estará la arboleda espesa? Habrá desaparecido. ¿Dónde estaráel águila? Habrá
desaparecido. Se acabará la vida y empezará la supervivencia. La esencia de
la vida se habrá extinguido. Nosotros podríamos comprender algo si
supiéramos qué es aquello que el hombre de piel blanca anhela. ¿Qué piensa
explicar a sus hijos en las largas noches de invierno? ¿Qué visiones arden
dentro de sus pensamientos? ¿Qué futuro desea? Pero nosotros somos
salvajes. No podemos saber los sueños del hombre de piel blanca, y por esto
tenemos que seguir nuestro propio camino.
Si llegáramos a un acuerdo sobre las tierras sería para asegurar su
conservación. Cuando el hombre de piel roja se desvanezca de la tierra y su
memoria sea sólo la sombra de una nube que atraviesa los prados, estas
riberas y estos prados todavía estarán empapados del espíritu de mi gente, de
amor a la tierra, del mismo modo que un niño acabado de nacer aprecia los
latidos del corazón de su madre. Si os vendiéramos las tierras, habríais de
amarlas como nosotros las amamos. Preocuparos tal y como nosotros nos
preocupamos. Mantenerlas tal y como ahora están, con toda su pureza y con
toda su fuerza. Conservarlas para los hijos y amarlas tal y como Dios ama
todo, porque la tierra es preciosa para Él. Sí, vuestro Dios es el mismo que el
nuestro. Y ni el hombre de piel blanca puede rehuir el destino común.
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miércoles, 14 de mayo de 2008


Es cuestión de actitud
La pequeña, bien
perfumada y orgullosa anciana de 78 años, completamente vestida cada
mañana a las 8 en punto, con su cabello arreglado a la moda y el maquillaje
perfectamente aplicado, se muda hoy a un asilo. Lo que motivó la mudanza
fue la muerte reciente de su esposo a los 80.
Después de muchas horas de esperar pacientemente en el recibidor del nuevo
asilo, sonrió dulcemente, cuando se le dijo que su cuarto estaba listo.
Mientras se desplazaba con su andador hacia el elevador, le dieron una
descripción detallada de su pequeño cuarto, incluyendo las cortinas que
colgaban de su ventana.
"Me encanta", afirmó, con el entusiasmo de un niño de 8 años al que le
acaban de entregar una nueva mascota.
"Sra. Jones, no ha visto el cuarto, espere".
"Eso no importa", respondió. La felicidad es algo que decides con el tiempo.
Si me gusta o no mi cuarto, no depende de cómo estén arreglados los
muebles, depende de cómo arregle mi mente."
"Ya he decidido que me gusta. Es una decisión que hago cada mañana, cuando
me levanto. Puedo elegir: pasar el día en la cama, repasando las dificultades
que tengo con las partes de mi cuerpo que no funcionan, o salir de la cama y
estar agradecida por las que sí funcionan".
"Cada día es un regalo, y mientras se abran mis ojos pensaré en el nuevo día y
en los recuerdos felices que he almacenado sólo por ésta vez en mi vida".
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martes, 13 de mayo de 2008
El billete de 100 euros

Oscar, con el rostro


abatido de pesar se reúne con su amiga Emilia en un bar a tomar un café.
Deprimido descarga en ella sus angustias: ..Que el trabajo, que el dinero, que
la relación con su pareja, que su vocación... todo parecía estar mal en su
vida. Emilia introdujo la mano en la cartera, sacó un billete de 100 euros. Y
le dijo:
- Oscar, ¿quieres este billete?
Oscar, un poco confundido al principio, inmediatamente le dijo:
- Pues claro, Emilia...son 100 euros., ¿quién no los querría?
Entonces Emilia cogió el billete en una de sus manos y lo arrugó hasta hacerlo
una pequeña pelota. Enseñando la macerada pelotita verde a Oscar, volvió a
preguntarle:
- Y ahora, ¿todavía lo quieres?
- Emilia, no sé qué pretendes con esto, pero siguen siendo 100 euros., pues
claro que los cogeré si me los das.
Entonces Emilia desplegó el arrugado billete, lo tiro al suelo y lo pisó con su
pie, estaba después sucio y marcado.
- ¿Lo sigues queriendo?
- Mira Emilia, sigo sin entender que quieres, pero este es un billete de 100
euros y mientras no lo rompas conserva su valor...
- Entonces, Oscar, tienes que saber que aunque a veces algo no salga como
quieres, aunque la vida te golpee o te hunda sigues siendo tan valioso como
siempre lo has sido. Lo que tienes que preguntarte es cuánto vales en
realidad y no cómo puedas estar de destrozado en un momento determinado.
Oscar quedó mirando a Emilia sin acertar a decir ninguna palabra mientras el
impacto del mensaje penetraba profundamente en su cerebro. Emilia cogió el
arrugado billete y con una sonrisa cómplice agregó:
- Toma, consérvalo para que te recuerdes de esto cuando te sientas
mal...pero me debes un billete nuevo de 100 euros. ¡Para poderlo usar con el
próximo amigo que lo necesite!
Dio un beso a la mejilla de Oscar- que todavía no había pronunciado palabra -
y alzándose de su silla se alejó con su atractivo andar, hacia la puerta. Oscar
volvió a mirar el billete, sonrió, lo guardó en la cartera y dotado de una
renovada energía llamó al camarero para pagar la cuenta..."
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lunes, 12 de mayo de 2008


El tren de la vida
Gracias, Marina, por mandarme este Power point. Más que de un
cuento, se trata de una reflexión que, ciertamente, vale la pena.

La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y


desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos
embarques, y profundas tristezas en otros.
Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las
cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje: nuestros
padres.
Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación
dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable.
No obstante, esto no impide a que se suban otras personas que nos serán muy
especiales.
Llegan nuestros hermanos, nuestros amigos y nuestros maravillosos amores.
De las personas que toman este tren, habrá los que lo hagan como un simple
paseo, otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje, y habrá otros
que circulando por el tren, estarán siempre listos en ayudar a quien lo
necesite.
Muchos al bajar, dejan una añoranza permanente; otros pasan tan
desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon el asiento.
Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son tan queridos se
acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto, se nos obliga hacer el
trayecto separados de ellos. Desde luego, no se nos impide que durante el
viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos, pero
lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado pues habrá otra
persona ocupando el asiento.
No importa, el viaje se hace de este modo; lleno de desafíos, sueños,
fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos.
Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de
relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo que
tengan de mejor.
Recordemos siempre que en algún momento del trayecto, ellos podrán
titubear y probablemente precisaremos entenderlos ya que nosotros también
muchas veces titubearemos, y habrá alguien que nos comprenda.
El gran misterio, al fin, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos,
mucho menos donde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está
sentado en el asiento de al lado.
Me quedo pensando si cuando baje del tren, sentiré nostalgia.
Creo que sí. Separarme de algunos amigos de los que me hice en el viaje será
dolorido. Dejar a que mis hijos sigan solitos, será muy triste. Pero me afierro
a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y
tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando
embarcaron.
Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y
se hiciera valiosa.
Hagamos con que nuestra estadía en este tren sea tranquila, que haya valido
la pena. Hagamos tanto, para que cuando llegue el momento de
desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza y lindos recuerdos a los
que en el viaje permanezcan.

El tren de la vida (Power point)


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domingo, 11 de mayo de 2008


El discípulo impaciente
Después de una exhaustiva sesión matinal de oraciones en el monasterio,
el novicio le preguntó al abad:
-¿Todas estas oraciones que usted nos enseña, hacen que Dios se acerque a
nosotros?
-Te voy a responder con otra pregunta -dijo el abad. -¿Todas estas oraciones
que rezas harán que el sol salga mañana?
-¡Claro que no! ¡El sol sale porque obedece a una ley universal!
-Entonces, ésta es la respuesta a tu pregunta. Dios está cerca de nosotros,
independientemente de las oraciones que recemos.
El novicio se enojó:
-¿Usted quiere decir que nuestras oraciones son inútiles?
-Absolutamente. Si tu no te despiertas temprano jamás podrás ver la salida
del sol. Si tú no rezas, aunque Dios esté siempre cerca, nunca conseguirás
notar Su presencia.
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sábado, 10 de mayo de 2008


La semilla
Muchísimas gracias, Mar (http://www.shoeschocolate.blogspot.com) por
regalar este cuento para mi blog.
Se cuenta que allá para el año 250 a.C., en la China antigua, un príncipe
de la región norte del país estaba por ser coronado emperador, pero de
acuerdo con la ley, él debía casarse. Sabiendo esto, él decidió hacer una
competición entre las muchachas de la corte para ver quién sería digna de su
propuesta.
Al día siguiente, el príncipe anunció que recibiría en una celebración especial
a todas las pretendientes y lanzaría un desafío. Una anciana que servía en el
palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos.
Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento
profundo de amor por el príncipe.
Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella
quería ir a la celebración. Sin poder creerlo le preguntó:
- ¿Hija mía, que vas a hacer allá? Todas las muchachas más bellas y ricas de la
corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar
sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura.
Y la hija respondió:
- No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que
jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de estar por lo menos por
algunos momentos cerca del príncipe. Esto me hará feliz."
Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más
bellas, con las más bellas ropas, con las más bellas joyas y con las más
determinadas intenciones. Entonces, finalmente, el príncipe anunció el
desafío:
- Daré a cada una de vosotras una semilla. Aquella que me traiga la flor más
bella dentro de seis meses será escogida por mí, esposa y futura emperatriz
de China.
La propuesta del príncipe seguía las tradiciones de aquel pueblo, que
valoraba mucho la especialidad de cultivar algo, sean costumbres, amistades,
relaciones, etc. El tiempo pasó y la dulce joven, como no tenía mucha
habilidad en las artes de la jardinería, cuidaba con mucha paciencia y ternura
de su semilla, pues sabía que si la belleza de la flor surgía como su amor, no
tendría que preocuparse con el resultado.
Pasaron tres meses y nada brotó. La joven intentó todos los métodos que
conocía pero nada había nacido. Día tras día veía más lejos su sueño, pero su
amor era más profundo. Por fín, pasaron los seis meses y nada había brotado.
Consciente de su esfuerzo y dedicación la muchacha le comunicó a su madre
que sin importar las circunstancias ella regresaría al palacio en la fecha y
hora acordadas, sólo para estar cerca del príncipe por unos momentos.
En la hora señalada estaba allí, con su vaso vacío. Todas las otras
pretendientes tenían una flor, cada una más bella que la otra, de las más
variadas formas y colores. Ella estaba admirada. Nunca había visto una
escena tan bella.
Finalmente, llegó el momento esperado y el príncipe observó a cada una de
las pretendientes con mucho cuidado y atención. Después de pasar por todas,
una a una, anunció su resultado. Aquella bella joven - la del vaso vacío - sería
su futura esposa. Todos los presentes tuvieron las más inesperadas
reacciones. Nadie entendía por qué él había escogido justamente a aquella
que no había cultivado nada. Entonces, con calma el príncipe explicó:
- Esta fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en
emperatriz: la flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran
estériles.
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viernes, 9 de mayo de 2008


La mujer sorda
Un tipo llama por telefo no al médico de cabecera de la familia:
— Ricardo, soy yo: Julián.
— Ah, ¿qué dices, Julián?
— Mira, te llamo preocupado por María.
— Pero, ¿qué pasa?
— Se está quedando sorda.
— ¿Cómo que se está quedando sorda?
— Y si, amigo, necesito que la vengas a ver.
— Bueno, la sordera en general no es una cosa repentina ni aguda, así que el
lunes que venga al consultorio y la reviso.
— Pero, ¿te parece esperar hasta el lunes?
— ¿Cómo te diste cuenta de que no oye?
— Ah... porque la llamo y no contesta.
— Mira, puede tener un tapón en la oreja. A ver, hagamos una cosa: vamos a
detectar el nivel de la sordera de María: ¿dónde estás tú?
— En el dormitorio.
— Y ella ¿dónde está?
— En la cocina.
— Bueno, llámala desde ahí.
— MARIAAA... No, no oye.
— Bueno, acércate a la puerta del dormitorio y grítale por el pasillo.
— MARIIIAAA... No, amigo mío, no contesta.
— Espera, no te desesperes. Coge el teléfono inalámbrico y acércate por el
pasillo llamándola para ver cuándo te oye.
— MARIAA, MARIIAAA, MARIIIAAAA... No hay caso, Estoy parado en la puerta
de la cocina y la veo, está de espaldas lavando los platos, pero no me oye.
MARIIIAAA... No hay caso.
— Acércate más.El tipo entra en la cocina, se acerca a María, le pone una
mano en el hombro y le grita en la oreja: MARIIIAAAA!
La esposa furiosa se da vuelta y le dice:
— ¿Qué quieres? ¡¿QUE QUIERES, QUE QUIEREEEES?!, ya me llamaste como
diez veces y diez veces te contesté ¿QUÉ QUIERES?... Tú cada día estás más
sordo, no sé por qué no consultas al médico de una vez...
Jorge Bucay
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jueves, 8 de mayo de 2008


Una pregunta de examen
Durante mi segundo año de universidad nuestro profesor nos puso un
examen. Yo era un estudiante responsable y había contestado seguro y rápido
todas las preguntas hasta que leí la última:

"¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la escuela?"


Seguramente que esto era algún tipo de chiste. Había visto a la mujer de la
limpieza varias veces. Era alta, de pelo oscuro y en sus 50, pero ¿Por qué yo
debería saber su nombre?

Le entregué el papel dejando en blanco la última pregunta. Justo antes de


que se terminara la clase, un estudiante preguntó si la última pregunta
contaría para la nota del examen.

"Absolutamente," dijo el profesor. "En sus carreras ustedes conocerán a


muchas personas. Todas son significativas. Ellas se merecen su atención y
cuidado aún si todo lo que ustedes hacen es sonreír y decir "hola."

Nunca he olvidado esa lección. También aprendí que su nombre era Dorothy.
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miércoles, 7 de mayo de 2008


El momento de la aurora
Un rabino reunió a sus alumnos y preguntó:
-¿Cómo podemos saber el momento exacto en que termina la noche y
comienza el día?
-Cuando, de lejos, somos capaces de distinguir una oveja de un cachorro -dijo
un niño.
El rabino no quedó satisfecho con la respuesta.
-La verdad -dijo otro alumno -sabemos que ya es de día cuando podemos
distinguir, a la distancia, un olivo de una higuera.
-No es una buena definición.
-¿Cuál es la respuesta, entonces? -preguntaron los pequeños.
Y el rabino dijo:
-Cuando un extraño se aproxima, y nosotros lo confundimos con nuestro
hermano, ése es el momento cuando la noche acaba y comienza el día.
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martes, 6 de mayo de 2008


El árbol de los problemas
El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja
granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Las cosas no le
salieron muy bien, su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de
trabajo y su antiguo camión se negaba a arrancar.
Ofrecí llevarlo a su casa y mientras íbamos en camino permaneció en silencio.
Una vez que llegamos me invitó a conocer a su familia. Mientras nos
dirigíamos a la puerta, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol,
tocando las puntas de las ramas con ambas manos.
Cuando se abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación: su
bronceada cara estaba plena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le
dio un beso a su esposa. Posteriormente, me acompañó hasta el auto. Cuando
pasamos cerca del árbol sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo que le
había visto hacer un rato antes. Él me contesto: ese es mi Árbol de
problemas. Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una
cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a
mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando
llego a casa. Luego en la mañana los recojo otra vez.
-Lo divertido es-, dijo sonriendo,... que cuando salgo en la mañana a
recogerlos, ni remotamente hay tantos como recuerdo haber dejado la noche
anterior.

El árbol de los problemas (Power point)


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lunes, 5 de mayo de 2008


El principito y el zorro

ENTONCES apareció el zorro:


-¡Buenos días! -dijo el zorro.
-¡Buenos días! -respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vío
nada.
-Estoy aquí, bajo el manzano -díjo la voz.
-¿Quién eres tú? -preguntó el principito-. ¡Qué bonito eres!
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-, ¡estoy tan triste!
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-, no estoy domesticado.
-¡Ah, perdón! -dijo el principito.
Pero después de una breve reflexión, añadió:
-¿Qué significa "domesticar"?
-Tú no eres de aquí -dijo el zorro- ¿qué buscas?
-Busco a los hombres -le respondió el principito-. ¿Qué significa "domesticar"?
-Los hombres -dijo el zorro- tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero
también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
-No -díjo el principito-. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a
preguntar el principito.
-Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa "crear lazos... "
-¿Crear lazos?
-Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un
muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú
tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil
zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el
uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el
mundo...
-Comienzo a comprender -dijo el principito-. Hay una flor... creo que ella me
ha domesticado...
-Es posible -concedió el zorro-, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.
-¡Oh, no es en la Tierra! -exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
-¿En otro planeta?
-Sí.
-¿Hay cazadores en ese planeta?
-No.
-¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
-No.
-Nada es perfecto -suspiró el zorro.
Y después volviendo a su idea:
-Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas
las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me
aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sól. Conoceré el
rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen
esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como
una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como
pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me
recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y
será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado
también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.
El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
-Por favor... domestícame -le dijo.
-Bien quisiera -le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de
buscar amigos y conocer muchas cosas.
-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los
hombres ya no fienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las
tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, Ios hombres no tienen
ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
-¿Qué debo hacer? -preguntó el príncipito.
-Debes tener mucha paciencia -respondió el zorro-. Te sentarás al principio
ún poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú
no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día
podrás sentarte un poco más cerca...
El principito volvió al día siguiente.
-Hubiera sido mejor -dijo el zorro- que vinieras a la misma hora. Si vienes,
por ejempló, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser
dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me
sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la feliçidad. Pero si tú
vienes a cualquier hora, nunça sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos
son necesarios.
-¿Qué es un rito? -inquirió el principito.
-Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un
día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los
cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del
pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de
paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se
parecerían y yo no tendría vacaciones.
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando
eI día de la partida:
-¡Ah! -dijo el zorro-, lloraré.
-Tuya es la culpa -le dijo el principito-, yo no quería hacerte daño, pero tú
has querido que te domestique...
-Ciertamente -dijo el zorro.
- Y vas a llorar!, -dijo él principito.
-¡Seguro!
-No ganas nada.
-Gano -dijo el zoro- he ganado a causa del color del trigo.
Y luego añadió:
-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo.
Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
-No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni
ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada
se diferenciaba de otros cien mil zorros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es
único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
-Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes.
Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que
cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque
yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque
yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella
a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque
es mi rosa, en fin.
Y volvió con el zorro.
-Adiós -le dijo.
-Adiós -dijo el zorro-. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : Sólo
con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos.
-Lo esencial es invisible para los ojos -repitió el principito para acordarse.
-Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con
ella.
-Es el tiempo que yo he perdido con ella... -repitió el principito para
recordarlo.
-Los hombres han olvidado esta verdad -dijo el zorro-, pero tú no debes
olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres
responsable de tu rosa...
-Yo soy responsable de mi rosa... -repitió el principito a fin de recordarlo.
Antoine de Saint-Exupéry
El principito y el zorro (Audiolibro)
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domingo, 4 de mayo de 2008


El cielo y el infierno
Un hombre habló con el Señor acerca del cielo y el infierno.
El Señor le dijo a ese hombre: "Ven, te mostraré el infierno".
Entraron en una habitación en donde un grupo de personas se encontraba
sentado alrededor de una enorme olla de guisado. Todos estaban
desesperados y muertos de hambre.
Cada persona sostenía una cuchara que tocaba la olla, pero cada cuchara
tenía un mango mucho más largo que su propio brazo, de tal manera que no
podía utilizarse para llevar el guisado a sus bocas. El sufrimiento era terrible.
"Ven, ahora te mostraré el cielo", dijo el Señor, después de un tiempo.
Entraron en otra habitación, idéntica a la primera, la olla de guisado, el
grupo de personas, las mismas cucharas con mango largo. Sin embargo, allí
todos estaban felices y bien alimentados.
"No comprendo", dijo el hombre. "¿Porque están felices aquí, si en la otra
habitación se sienten miserables y todo es igual?"
El Señor sonrió. "Ah, es sencillo", respondió. "Aquí aprendieron a alimentarse
mutuamente".
Es decir, mientras que en el infierno cada uno quiere comer con su cuchara y
no es capaz de compartir con los demás, en el cielo cada uno piensa primero
en el hermano y con su propia cuchara lo alimenta al otro.
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sábado, 3 de mayo de 2008


La caja de besos
Hace ya un tiempo, un hombre castigó a su pequeña niña de 3 años por
desperdiciar un rollo de papel de regalo dorado.
El dinero era escaso en esos días por lo que explotó en furia cuando vio a la
niña tratando de envolver una caja para ponerla debajo del árbol de Navidad.
Pero sin embargo la niña le llevó el regalo a su padre la siguiente mañana y
dijo:
- "Esto es para ti, Papito".
El se sintió avergonzado de su reacción de furia, pero éste volvió a explotar
cuando vio que la caja estaba vacía.Le volvió a gritar diciendo:
- "Qué no sabes que cuando das un regalo a alguien se supone que debe haber
algo adentro?"
La pequeñita miró hacia arriba con lágrimas en los ojos y dijo:
- "Oh, Papito, no está vacía, yo soplé besos adentro de la caja, todos para ti."
El padre se sintió morir; puso sus brazos alrededor de su niña y le suplicó que
lo perdonara.
Se ha dicho que el hombre guardó esa caja dorada cerca de su cama por años
y siempre que se sentía derrumbado, él tomaba de la caja un beso imaginario
y recordaba el amor que su niña había puesto ahí.

La caja de besos (Power point)


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viernes, 2 de mayo de 2008


No es mi problema

Un ratón, mirando
por un agujero en la pared ve a un granjero y a su esposa abriendo un
paquete. Pensó, qué tipo de comida podía haber allí. Quedó aterrorizado
cuando descubrió que era una trampa para ratones. Fue corriendo al patio de
la granja a advertir a todos:
- Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levantó la cabeza y dijo:
- Discúlpeme Sr. Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, más
no me perjudica en nada, no me incomoda.
El ratón fue hasta el cordero y le dice:
- Hay una ratonera en la casa, una ratonera!
- Discúlpeme Sr. Ratón, mas no hay nada que yo pueda hacer, solamente
pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.
El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo:
- Pero acaso, estoy en peligro?....Pienso que no, dijo la vaca.
Entonces el ratón volvió a la casa, preocupado y abatido, para encarar a la
ratonera del granjero. Aquella noche se oyó un gran barullo, como el de una
ratonera atrapando su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que
había atrapado. En la oscuridad, ella no vio que la ratonera atrapó la cola de
una serpiente venenosa. La serpiente veloz picó a la mujer. El granjero la
llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre alta.
Todo el mundo sabe que para reconfortar a alguien con fiebre, nada mejor
que una nutritiva sopa.El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el
ingrediente principal: la gallina. Como la enfermedad de la mujer
continuaba, los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el
granjero mató el cordero. La mujer no mejoró y acabó muriendo. El granjero
entonces vendio la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.
La próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que como
no te afecta, no es tuyo, y no le prestas atención.... piénsalo dos veces.

No es mi problema (Power point)

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jueves, 1 de mayo de 2008


Una habitación con vistas
Dos hombres, los dos gravemente enfermos, ocupaban la misma
habitación de hospital. Uno de los dos podía sentarse en su cama durante una
hora cada mediodía para de evacuar los flúidos de sus pulmones. Su cama
estaba al lado de la única ventana de la habitación. El otro hombre debía
pasar sus días tumbado, sin poderse levantar en ningún momento.
Los dos hablaban durante horas. Hablaban de sus esposas, de su familia, de
su casa, de su empleo, de su estancia en el servicio militar y de dónde habían
pasado sus vacaciones.
Además, cada mediodía, cuando el hombre que estaba cerca de la ventana
podía sentarse, pasaba este tiempo, describiendo a su compañero de
habitación todo lo que podía ver fuera a través de la ventana. El hombre de
la otra cama sentía que volvía a vivir gracias a estos períodos de una hora en
los que su mundo era ampliado y animado por todas las actividades y colores
del mundo exterior.
Desde la habitación, la vista daba a un parque con un hermoso lago. Los patos
y los cisnes jugaban en el agua, mientras los niños hacían navegar sus barcos
en miniatura. Los jóvenes enamorados paseaban enlazados entre las flores de
todos los colores del arco iris. Grandes árboles decoraban el paisaje y una
hermosa vista de la ciudad se podía percibir en el horizonte.
Mientras que el hombre que estaba cerca de la ventana describía todo esto
con detalles exquisitos, el hombre del otro lado de la habitación cerraba sus
ojos e imaginaba la escena pintoresca gracias a la descripción llena de
palabras poéticas y precisas de su compañero.Una mañana, la enfermera de
día llegó para traer el agua de los lavabos y descubrió el cuerpo sin vida del
hombre que estaba cerca de la ventana - se había apagado apaciblemente
durante su sueño.
Entristecida, pidió ayuda para llevarse el cuerpo. El otro hombre, en cuando
sintió que era el momento preciso, pidió si él podía ser desplazado al lado de
la ventana. La enfermera se alegró de poder complacerle y, después de
asegurarse de que estaba confortablemente instalado, le dejó solo.
Lentamente, se alzó como pudo sobre un codo para echar un primer vistazo.
Al fin tendría la alegría de ver por sí mismo todo lo que su compañero había
sabido describirle tan bien...
Sin embargo, ¡todo lo que sus ojos vieron fue un simple muro! - ¿Por qué su
compañero muerto le había descrito tantas maravillas si en realidad no había
nada?, le preguntó a la enfermera- Puede que simplemente queria darle
ánimos, ya que él era ciego.
jueves, 10 de julio de 2008
Nuestro tiempo
Jaime tenía un campo en Entre Ríos. Cada dos meses, allí se reunía toda
la familia.Siempre dedicaba la tarde del sábado a cabalgar con sus nietos,
que tenían diez y doce años. Pero ya no podía, por lo que se sentó con ellos y
les explicó:
-Chicos, lamentablemente, debido a mi edad, tengo problemas de columna,
por lo que no podré cabalgar más. No obstante, pueden ir con su padre o,
incluso, si él se los permite y van con cuidado, pueden hacerlo solos.-Si no es
con vos, no cabalgaremos más -dijeron los dos.-Pero, si les gusta tanto.
-En realidad no nos gusta -le dijo uno de ellos.-Lo que pasa es que por el
trabajo, compromisos y problemas, no tenés mucho tiempo para dedicarnos,
sin embargo, cuando cabalgamos, pasamos toda la tarde juntos y ni siquiera
el teléfono nos interrumpe -le aclaró el mayor.Su abuelo los abrazó y les
dijo:-Caminando no llegaremos tan lejos, pero compartiremos toda la tarde
solos y juntos.
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martes, 8 de julio de 2008


El círculo del 99

Había una vez un rey muy triste


que tenía un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz.
Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y
tarareando alegres canciones. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y
su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
Un día el rey lo mandó a llamar.
Paje -le dijo- ¿cuál es el secreto?
¿Qué secreto, Majestad?
¿Cuál es el secreto de tu alegría?
No hay ningún secreto, Alteza.
No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que
una mentira.
No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
¿Por qué está siempre alegre y feliz? ¿eh? ¿por qué?
Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra
permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa
que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su
Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos
gustos, ¿cómo no estar feliz?
Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-.. Nadie
puede ser feliz por esas razones que has dado.
Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero
no hay nada que yo esté ocultando...
Vete, ¡vete antes de que llame al verdugo!
El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.. El rey estaba
como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de
prestado, usando ropa usada y ,alimentándose de las sobras de los
cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su
conversación de la mañana.
¿Por qué él es feliz?
Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.
¿Fuera del círculo?
Así es.
¿Y eso es lo que lo hace feliz?
No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz
Así es.
¿Y cómo salió?
¡Nunca entró!
¿Qué círculo es ese?
El círculo del 99.
Verdaderamente, no te entiendo nada -dijo el Rey-.
La única manera para que entiendas, sería mostrártelo en los hechos.
¿Cómo?
Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
Eso, ¡obliguémoslo a entrar!
No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
Entonces habrá que engañarlo.
No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solo en el
círculo.
¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
Si, se dará cuenta.
Entonces no entrará.
No lo podrá evitar.
¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese
ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para
poder entender la estructura del círculo?
Sí Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de
cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. 99!
¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.
Hasta la noche.
Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta
los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el
alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio
agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el
premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo
encontraste".
Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a
esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde detrás de
unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la
bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra
el pecho, miró hacia todos lados de la puerta y entró a su hogar.
El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente
ingresó presuroso a su hogar y con su brazo arrojó al piso todo lo que había
sobre la mesa, dejando sólo la vela. Se sentó y vació el contenido de la
bolsa... Sus ojos no podían creer lo que veían. ¡Era una montaña de monedas
de oro! El, que nunca había tocado una de estas monedas, tenia hoy una
montaña de ellas. El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía
brillar a la luz de la vela, las juntaba y desparramaba, hacía pilas de
monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una
pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis.... y mientras
sumaba 10, 20, 30, 40, 50, 60....hasta que formó la última pila: ¡9 monedas!
Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso
y finalmente la bolsa. «No puede ser», pensó. Puso la última pila al lado de
las otras y confirmó que era más baja.
Me robaron -gritó- ¡me robaron!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus
bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa,
como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que
había 99 monedas de oro "sólo 99". -99 monedas es mucho dinero- pensó.
Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo -
pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.
El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la
misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían
vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que
se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y
mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la
bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.
¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda
número cien?
Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro
hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien
monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de
oro un hombre es rico.
Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y
ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años
juntaría lo necesario. «Doce años es mucho tiempo», pensó. Quizás pudiera
pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él
mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la
tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello.
Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete
años reuniría el dinero. ¡Era demasiado tiempo!
Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y
venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida
habría para vender... vender... vender...
Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un
par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a
su moneda cien. El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado
en el círculo del 99...
Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le
ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real
golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas.
¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo.
Nada me pasa, nada me pasa.
Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar
también?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era
agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.
Todos nosotros hemos sido educados en esta estúpida ideología: Siempre nos
falta algo para estar completos, y sólo completos se puede gozar de lo que se
tiene. Por lo tanto, nos enseñaron, la felicidad deberá esperar a completar lo
que falta... Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y
nunca se puede gozar de la vida.
Pero qué pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos
cuenta, así, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por ciento del
tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro, que nada
tiene de más redondo cien que noventa y nueve, que todo es sólo una
trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que jalemos del carro,
cansados, malhumorados, infelices o resignados. Una trampa para que nunca
dejemos de empujar y que todo siga igual... ¿Cuántas cosas cambiarían si
pudiéramos disfrutar de nuestros tesoros tal como están?
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domingo, 6 de julio de 2008


El árbol que perdió su infancia
Pinto era un pino de Oregón que, desde pequeño, soñaba con ser grande.
Su especie llegaba a alcanzar los sesenta metros.
Le habían dicho que la vista desde las grandes alturas era maravillosa. Sus
amigos le mostraban distintas bellezas naturales, pequeñas plantas, flores,
insectos, grandes animales y hasta personas, pero no les prestaba atención;
iba creciendo y siempre sucedía lo mismo, lo único que le interesaba era
lograr una gran altura.
Al llegar a la estatura deseada, confirmó que el panorama desde tan alto era
espectacular. En las conversaciones con sus amigos, escuchaba cosas muy
extrañas para él, hablaban de chicos jugando a la pelota, de perros que
corrían, de abejas que se posaban sobre las flores, y cantidades de
comentarios sobre seres que no llegaba a distinguir desde allá arriba.
Pero ya no pudo bajar para conocerlos, se los había perdido mientras
esperaba llegar bien alto. El futuro es para soñar; el presente, para disfrutar.
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viernes, 4 de julio de 2008


El enano y el gigante
Cuentan de un gigante que se disponía a atravesar un río profundo y se
encontró en la orilla con un pigmeo que no sabía nadar y no podía atravesar
el río por su profundidad. El gigante lo cargó sobre sus hombros y se metió en
el agua.
Hacia la mitad de la travesía, el pigmeo, que sobresalía casi medio metro por
encima de la cabeza del gigante, alcanzó a ver, sigilosamente apostados tras
la vegetación de la otra orilla, a los indios de una tribu que esperaban con sus
arcos a que se acercase el gigante.
El pigmeo avisó al gigante, Este se detuvo, dio media vuelta y comenzó a
deshacer la travesía. En aquel momento, una flecha disparada desde la otra
orilla se hundió en el agua cerca del gigante, pero sin haber podido ya llegar
hasta él. Así ocurrió con otras sucesivas flechas, mientras ambos - gigante y
pigmeo - ganaban la orilla de salida sanos y salvos.
El gigante dio las gracias al pigmeo, pero éste le replicó: - "Si no me hubiese
apoyado en ti, no habría podido ver más lejos que tú".
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jueves, 3 de julio de 2008


Hermanos
Dos hermanos, uno soltero y otro casado,
poseían una granja cuyo fértil suelo producía abundante grano, que ellos se
repartían a partes iguales.
Al principio todo iba perfectamente. Pero llegó un momento en que el
hermano casado empezó a despertarse sobresaltado todas las noches,
pensando: "No es justo. Mi hermano no está casado y se lleva la mitad de la
cosecha; pero yo tengo mujer y cinco hijos, de modo que en mi ancianidad
tendré todo cuanto necesite. ¿Quién cuidará de mi pobre hermano cuando sea
viejo?, Necesita ahorrar para el futuro más de lo que actualmente ahorra,
porque su necesidad es evidentemente, mayor que la mía."
Entonces se levantaba de la cama, acudía sigilosamente adonde su hermano y
vertía en el granero de éste un saco de grano.
También el hermano soltero comenzó a despertarse por las noches y a decirse
a sí mismo: "Esto es una injusticia. Mi hermano tiene mujer y cinco hijos y se
lleva la mitad de la cosecha. Pero yo no tengo que mantener a nadie más que
a mí mismo. Es justo, acaso, que mi pobre hermano cuya necesidad es mayor
que la mía, reciba lo mismo que yo?. "
Entonces se levantaba de la cama y llevaba un saco de grano al granero del
hermano.
Un día, se levantaron de la cama al mismo tiempo y tropezaron uno con otro,
cada cual con un saco de grano en la espalda.
Muchos años más tarde, cuando ya habían muerto los dos, el hecho se
divulgó. Y cuando los ciudadanos decidieron erigir un templo, escogieron para
ello el lugar en el que ambos hermanos se habían encontrado, porque no
creían que hubiera en toda la ciudad un lugar más santo que aquél.
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miércoles, 2 de julio de 2008


Desde elpunto de vista del sur
"Desde el punto de vista del sur, el verano del norte es invierno. Desde el
punto de vista de una lombriz, un plato de espaguetis es una orgía. Donde los
hindúes ven una vaca sagrada, otros ven una gran hamburguesa. Desde el
punto de vista de Hipocrates, Galeno, Maimonides y Paracelso, existía una
enfermedad llamada indigestión, pero no existía una enfermedad llamada
hambre. Desde el punto de vista de sus vecinos del pueblo de Cardona, el
Toto Zaugg, que andaba con la misma ropa en verano y en invierno, era un
hombre admirable: -El Toto nunca tiene frío -decían. El no decía nada. Frío
tenia, pero no tenia abrigo. Desde el punto de vista del búho, del murciélago,
del bohemio y del ladrón, el crepúsculo es la hora del desayuno. La lluvia es
una maldición para el turista y una buena noticia para el campesino. Desde el
punto de vista del nativo, el pintoresco es el turista. Desde el punto de vista
de los indios de las islas del mar Caribe, Cristóbal Colon, con su sombrero de
plumas y su capa de terciopelo rojo, era un papagayo de dimensiones jamás
vistas. Desde el punto de vista del oriente del mundo, el día del occidente es
noche. En la India, quienes llevan luto visten de blanco. En la Europa antigua,
el negro, color de la tierra fecunda, era el color de la vida, y el blanco, color
de los huesos, era el color de la muerte. Según los viejos sabios de la región
colombiana del Choco, Adán y Eva eran negros y negros eran sus hijos Cain y
Abel. Cuando Cain mato a su hermano de un garrotazo, tronaron las iras de
Dios. Ante las furias del señor, el asesino palideció de culpa y miedo, y tanto
palideció que blanco quedo hasta el fin de sus días. Los blancos somos, todos,
hijos de Cain.
Si Eva hubiera escrito el Génesis, ?como seria la primera noche de amor del
genero humano? Eva hubiera empezado por aclarar que ella no nació de
ninguna costilla, ni conoció a ninguna serpiente, ni ofreció manzanas a nadie,
y que Dios nunca le dijo que parirás con dolor y tu marido te dominara. Que
todas esas son puras mentiras que Adán contó a la prensa. Si las Santas
Apostolas hubieran escrito los Evangelios, ¿como seria la primera noche de la
era cristiana? San José, contarían las Apostalas, estaba de mal humor. El era
el único que tenia cara larga en aquel pesebre donde el niño Jesús, recién
nacido, resplandecía en su cuna de paja. Todos sonreían: la Virgen María, los
angelitos, los pastores, las ovejas, el buey, el asno, los magos venidos del
Oriente y la estrella que los había conducido hasta Belén de Judea.Todos
sonreían, menos uno. San José, sombrío, murmuro: -Yo quería una nena".
Eduardo Galeano
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martes, 1 de julio de 2008


El amor y el tiempo
Hubo un tiempo en el que en una isla muy pequeña, confundida con el
paraíso, habitaban los sentimientos como habitamos hoy en la tierra.
En esta isla vivían en armonía el Amor, la tristeza, y todos los otros
sentimientos. Un día en uno de esos que la naturaleza parece estar de malas,
el amor se despertó aterrorizado sintiendo que su isla estaba siendo
inundada.
Pero se olvidó rápido del miedo y cuidó de que todos los sentimientos se
salvaran.
Todos corrieron y tomaron sus barcos y corrieron, y subieron a una montaña
bien alta, donde podrían ver la isla siendo inundada pero sin que corriesen
peligro.
Solo el amor no se apresuró, el amor nunca se apresura. El quería quedarse
un poquito más en su isla, pero cuando se estaba casi ahogando el amor se
acordó de que no debía morir. Entonces corrió en dirección a los barcos que
partieron y gritó auxilio.
La Riqueza, oyendo su grito, trató luego de responder que no podría llevarlo
ya que todo el oro y la plata que cargaba temía que su barco se hundiera.
Pasó entonces la Vanidad que también dijo que no podría ayudarlo, una vez
que el amor se hubiese ensuciado ayudando a los otros, ella, la Vanidad no
soportaba la suciedad. Por detrás de la Vanidad venía la Tristeza que se
sentía tan profunda que no quería estar acompañada por nadie. Pasó también
la Alegría, pero tan alegre estaba que no oyó la suplica del amor.
Sin esperanza el Amor se sentó sobre la última piedra que todavía se veía
sobre la superficie del agua y comenzó a menguar. Su llanto fue tan triste
que llamó la atención de un anciano que pasaba con su barco. El viejito tomó
al Amor en sus brazos y lo llevó hacia la montaña más alta, junto con los
otros sentimientos. Recuperándose el amor le preguntó a la Sabiduría quien
era el viejito que lo ayudo.... a lo que esta respondió ..... "El Tiempo"..... el
Amor cuestionó : ..."¿Por qué solo el Tiempo pudo traerme aquí?".... La
Sabiduría entonces respondió: "Por que sólo el Tiempo tiene la capacidad de
ayudar al Amor a llegar a los lugares más difíciles"....

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