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Derecho de

daños

Derecho
Privado VIII
(Daños)

1
Derecho de daños

Nociones introductorias
Queremos aprovechar esta primera lectura para darles una calurosa
bienvenida e introducirlos en la materia. Tal como se expone en los
fundamentos del programa, la comprensión analítica de la asignatura
Derecho privado VIII (derecho de daños) constituye un aspecto de suma
relevancia en la actualidad del derecho privado.

Más allá de las múltiples razones que sostienen esta afirmación, existen dos
cuestiones que no pueden soslayarse en esta introducción. La primera tiene
que ver con el material de estudio que aquí se presenta. El alumno deberá
considerar que estas lecturas son básicas y limitadas para la compresión de
la norma; toman como base las lecturas elaboradas con anterioridad y no
suplen la bibliografía obligatoria.

En segundo lugar, el estudiante debe tener presente un hecho de gran


importancia: la sanción del Código Civil y Comercial unificado, que ha
generado un gran impacto en algunos puntos de la asignatura al incorporar
legislativamente ciertos aspectos que, si bien –en su generalidad- contaban
con aprobación doctrinaria1 y jurisprudencial, desde agosto de dos mil
quince constituyen norma jurídica vigente.

Esta norma nace, con el proyecto de ley de reforma, actualización y


unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación creado por el
decreto presidencial nº 191, del 23 de febrero de 2011, y crea una comisión

1De allí que la remisión a la bibliografía obligatoria sea necesaria aun cuando esté referida al
Código Civil derogado, pues la nueva norma no se aparta de los parámetros que venía
señalando la doctrina, salvo en cuestiones puntuales. Dicho en otras palabras, podrá el
alumno, sin ningún inconveniente, estudiar la matera en base a la bibliografía obligatoria,
consultando estas lecturas para la actualización y adecuación normativa.
reformadora presidida por el prof. Ricardo Luis Lorenzetti e integrada por
las juristas Elena Highton de Nolasco y Aída Kemelmajer de Carlucci. Esta
comisión presentó2 ante el Ejecutivo el anteproyecto de Código Civil y
Comercial, que cuenta con el articulado y sus fundamentos. El Ejecutivo,
luego de efectuarle algunas modificaciones3, lo presentó ante el Congreso
de la Nación. Allí se conformó la Comisión Bicameral del Congreso de la
Nación4 que efectuó algunas reformas al proyecto5, finalizando con la
sanción de la ley 26.994/2014 que introduce el nuevo Código Civil y
Comercial que rige a partir del 1 de agosto de 2015.

En la comisión de reforma, el equipo de responsabilidad civil estaba


formado por los profesores Jorge M. Galdós, Sebastián Picasso, Fernando
Sagarna, Silvia Tanzi, Adela Seguí y Graciela Messina de Estrella Gutiérrez.
Muchos de los puntos de estas lecturas seguirán las pautas aportadas por
los artículos escritos por estos autores, remitiendo siempre a la bibliografía
obligatoria de esta materia. Sin perjuicio de lo expuesto, la redacción del
Nuevo Código Civil y Comercial contó con la colaboración de varios
profesores y especialistas de reconocida trayectoria; algunos de ellos son
profesores de esta universidad, entre los que se encuentran, referidos a
nuestra materia, los profesores Ramón Daniel Pizarro y Gustavo
Vallespinos6. Razón por la cual el alumno podrá observar, en estas lecturas,
constantes remisiones a la bibliografía obligatoria de la cátedra para ampliar
los fundamentos de algunas de las modificaciones implementadas.

En relación a la norma específica, podemos decir que, en el Código Civil y


Comercial (CCC), la responsabilidad civil se encuentra regulada en el
Capítulo I del Título V del Libro III.

El Libro III se refiere a los derechos personales.

Su Título V regula otras fuentes de las obligaciones que no son los contratos.

El Capítulo Iº del Título V regula, a través de 11 secciones, la responsabilidad


civil.

No obstante, existen diversas normas específicas, relativas a la


responsabilidad civil, dispersas en el ordenamiento. Por ejemplo, el art.
1243, referido a la responsabilidad en el leasing; el artículo 1493, referido al
contrato de agencia; el art. 1413, referido al contrato bancario de caja de

2 El texto del anteproyecto presentado por la Comisión reformadora al Poder Ejecutivo puede verse
en: http://goo.gl/1kFuxG
3 Las modificaciones pueden verse en: http://goo.gl/8h2371
4 La Comisión Bicameral para la Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y

Comercial de la Nación, creada por resolución conjunta de ambas Cámaras con fecha 04 de julio de
2012 (OD 636/12 y 531/12).
5 Las reformas efectuadas por la Comisión. Bicameral del Congreso puede verse en el siguiente link:

http://goo.gl/EDK0qk
6 El listado de profesores y especialistas puede verse en: http://goo.gl/IounoJ.
seguridad; el art. 134, que trata la responsabilidad del tutor frente al
tutelado.

Para tratar estos tópicos, la materia está dividida en dos grandes partes:
una general, que nos introduce al concepto de derecho de daños, su
evolución histórica, principios y funciones, los presupuestos o elementos de
la responsabilidad civil; una especial, que está orientada al estudio de las
responsabilidades en particular. Por último, se estudiarán las cuestiones
procesales vinculadas a la pretensión resarcitoria considerada en si mismo y
en su relación con la pretensión penal. Estos tópicos están divididos en
cuatro lecturas.

Sentado lo que antecede, pasamos a trabajar la primera unidad de esta


primera lectura.

Caracterización
En este primer punto trabajaremos qué aspectos comprende la asignatura y un
elemento novedoso introducido por el Código Civil y Comercial que tiene que ver
con la prelación normativa establecida para la responsabilidad civil.

i) Responsabilidad civil y derecho de daños


La responsabilidad civil es definida como “la obligación de resarcir el daño
injustamente causado a otro, en las condiciones que fija el ordenamiento jurídico”
(Pizarro & Vallespinos, 2014, p. 45).

La doctrina calificada enseña que, muchas veces, se utiliza la denominación


“derecho de daños” como sinónimo de “responsabilidad civil”, es decir
refiriéndose a la obligación de reparar el perjuicio causado a otra persona violando
el deber general de no dañar. En este sentido, se limitaría la idea de derecho de
daños a la reparación del perjuicio. Sin embargo, resulta adecuada la postura que
incorpora en la expresión “derecho de daños” las cuestiones relativas a su
prevención, la reparación y, llegado el caso, la punición. En efecto, la materia no
sólo implica reparar los daños, sino también engloba las cuestiones relativas a la
prevención y, eventualmente, puede dar lugar a la punición con el pleno
desmantelamiento de los efectos del ilícito dañoso (Pizarro & Vallespinos, 2014)

El propio texto del nuevo código, en el Capítulo 1 del Título V del Libro III, se
refiere a la responsabilidad civil y no al derecho de daños. Por caso, el art. 1708 se
titula "Funciones de la responsabilidad"; debemos entender que el sentido
utilizado por el legislador es el expuesto en el párrafo que antecede. Sin perjuicio
del nomen juris (el hecho de que la ley adopte una cierta denominación), se
prefiere el uso en el sentido antes expuesto, entendiendo que el derecho de daños
no es sólo el deber de resarcir.

En este sentido, dice la comisión redactora del anteproyecto en sus fundamentos:

Desde el punto de vista de la cantidad de casos y de la labor


doctrinal, es notorio que la función resarcitoria es
prevalente. Ésta puede ser una finalidad única y excluyente si
el bien protegido es, principalmente, el patrimonio. En la
medida en que se trata de bienes que tienen un precio o un
valor expresable en dinero, es posible una indemnización y
por eso el resarcimiento es el mecanismo fundamental. La
necesidad de una diversidad de finalidades se aprecia si se
considera que en este Anteproyecto no sólo se tutela el
patrimonio, sino también la persona y los derechos de
incidencia colectiva. Cuando se trata de la persona, hay
resarcimiento pero también prevención, y en muchos
aspectos, como el honor, la privacidad, la identidad, esta
última es mucho más eficaz. (Lorenzetti, Highton de Nolasco
& Kemelmajer de Carlucci, 2012, http://goo.gl/K8bpzE ).

Es decir que la responsabilidad civil no sólo implica resarcimiento, sino también


prevención del daño. Además, existe una tercera función del derecho de daños
que es la punitiva; ésta, si bien fue incluida en el proyecto de reforma, no fue
incorporada en el texto legal oportunamente aprobado por el Congreso (hoy, ley
26.499). Sobre eso volveremos en los puntos siguientes.

Prelación normativa en el Código Civil y Comercial

El Código Civil y Comercial comienza el tratamiento de la responsabilidad civil con


dos normas fundamentales. La primera establece las funciones del sistema, y la
segunda alude a la prelación normativa. Trataremos ahora esta última, y las
funciones del sistema en el punto siguiente.

Conforme el artículo 1709, se estatuye una prelación normativa, que establece


que:

En los casos en que concurran las disposiciones de este


Código y las de alguna ley especial relativa a responsabilidad
civil, son aplicables, en el siguiente orden de prelación:
a) las normas indisponibles de este Código y de la ley
especial;
b) la autonomía de la voluntad;
c) las normas supletorias de la ley especial;
d) las normas supletorias de este Código.7

Esta prelación normativa aporta pautas generales que facilitan y aclaran la tarea
interpretativa de jueces y abogados, despejando posibles colisiones, incoherencias
o inconsistencias normativas entre el Código Civil y Comercial y las leyes
especiales. Se trata una incorporación provechosa para el sistema normativo
nacional, teniendo en cuenta que nuestro sistema genera una frecuente
superposición de normas de diversa jerarquía y especialización. De allí que sea útil
esta norma aclaratoria respecto a la prelación normativa para solucionar los casos.

En este sentido, el art. 1709 del CCC –que cierra la Sección 1era- reproduce casi
textualmente el texto del art. 1583 del proyecto de 1998, que establecía también
un grado de prevalencia en la aplicación de las normas. Como se ha dicho, el
artículo es importante en casos de colisión entre los preceptos del Código con los
de la ley especial y podría presentarse, por ejemplo, si debe determinarse cuál es
el régimen aplicable en ciertos supuestos, si el general de la responsabilidad
objetiva prevista en el Código para la intervención de cosas y de ciertas
actividades (arts. 1719, 1720, 1721, 1722, 1723, 1726, 1730, 1731, 1733, 1757,
1758) o el especial de la responsabilidad agravada en materia ambiental (art. 29,
ley 25675) o de residuos industriales (art. 40, ley 25612) o residuos peligrosos (art.
45, ley 24051), entre otros (Galdós, 2012).

Funciones del derecho de daños. El Anteproyecto de


Código Civil y Comercial de 2012 y el Código Civil y
Comercial.

Al tratar, en el punto que antecede, qué aspectos implica la responsabilidad civil,


algo se dijo sobre las funciones del derecho de daños; veamos ahora el tema un
poco más en profundad.

La doctrina (Pizarro & Vallespinos, 2014; Picasso 2014; Matilde Zabala de González
2015) distingue –al menos- tres funciones del derecho de daños: la prevención, la
reparación y la punición, las que veremos en detenimiento en las unidades 9 y 10.
Sin embargo, corresponde trabajar en este primer módulo una innovación
legislativa, en torno a la expresa inclusión normativa de las funciones del derecho
de daños, en el texto del nuevo Código Civil y Comercial. Comprender las
funciones del derecho de daños nos permitirá interpretar adecuadamente el resto
de las normas que componen el sistema.

Es de hacer notar que el anteproyecto8 –antecedente inmediato del nuevo Código


Civil y Comercial de la Nación vigente- establecía las funciones del derecho de

7 Art. 1709 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
daños indicando que el sistema tiene tres claras funciones: la resarcitoria, la
preventiva y al punitiva. En efecto, en sus fundamentos mencionaba que –tanto
en nuestro país como en el derecho comparado- existen discusiones acerca de si la
prevención y la punición integran o no la noción de responsabilidad, y se afirmaba
que es necesario que la ley resuelva la controversia. Por esta razón, quienes
elaboraron el anteproyecto de Código Civil y Comercial señalaban que la función
resarcitoria es relevante en el sistema, pero que la preventiva es propia de esta
materia y que los daños punitivos se encuentran ya incorporados en el derecho
argentino y resultan aplicables a una gran cantidad de supuestos de
responsabilidad por daños en el ámbito de las relaciones de consumo. Por lo
tanto, el anteproyecto de Código Civil incluía una norma que establecía
expresamente las tres funciones, una resarcitoria, una preventiva y otra punitiva.
Esta última estaba titulada en el proyecto como “sanción pecuniaria disuasiva”. En
el proyecto elaborado por la comisión de reformas se preveía la función tripartita:
prevención, resarcimiento y punición (art. 1708), las que fueron mantenidas en el
proyecto del Poder Ejecutivo.

En efecto, el mencionado artículo 1708 establecía: “Funciones de la


responsabilidad. Las disposiciones de este Título son aplicables a la prevención del
daño, a su reparación, y a los supuestos en que sea admisible la sanción pecuniaria
disuasiva”9. En concordancia, el articulo artículo 1714 establecía la llamada
“sanción pecuniaria disuasiva”, referida a la función punitiva; el artículo 1715
regulaba incluso la solución en caso de que la punición fuera excesiva.

Sin embargo, el nuevo Código no refleja la opción legislativa del anteproyecto y ha


establecido que las funciones del derecho de daños son la prevención y la
reparación. En efecto, el Congreso de la Nación suprimió la función punitiva al
eliminar el art. 1714 originario y desdobló el anterior art. 1715 en los actuales
artículos 1714 y 1715 del Código vigente.

Por lo cual, la punición ha sido expresamente descartada como posible función del
sistema por el Código Civil y Comercial, pues el articulo 1708 expresamente
establece que las funciones de la responsabilidad son la prevención del daño y su
reparación; queda eliminada con ello toda referencia a la sanción pecuniaria
disuasiva representativa de la función punitiva del derecho de daños.

Para sintetizar la cuestión, en el proyecto elaborado por la Comisión de reformas


designada por decreto 191/2011 e integrada por Lorenzetti, Highton de Nolasco y
Kemelmajer de Carlucci, se preveía la función tripartita: prevención, resarcimiento
y punición (art. 1708), las que fueron mantenidas en el proyecto del Poder
Ejecutivo. Sin embargo, el Congreso de la Nación suprimió la función punitiva. En
tal sentido, el dictamen de la Comisión Bicameral del Congreso dice que "Se
elimina el instituto de la sanción pecuniaria disuasiva del Proyecto (art. 1714) con

8 Cuyo texto completo puede verse en http://goo.gl/Oyl7CA


9 Art. 1708 – Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación. Poder Ejecutivo Nacional.
el fin de que la autoridad de aplicación mantenga sus potestades, inhibiendo a la
autoridad jurisdiccional de resolver estas cuestiones" (Comisión Bicameral para la
Reforma, Actualización y Unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación,
2012, goo.gl/0F7wB2).

Más allá de lo discutible y las críticas de las que puede ser objeto esta eliminación,
lo cierto es que, en el actual Código, las funciones del derecho de daño son sólo
dos: la preventiva y la resarcitoria; la función punitiva queda reservada para el
derecho de consumo y los daños ambientales. Veamos esta primera función
preventiva.

La función preventiva del derecho de daños

Enseña Vázquez Ferreyra (2015) que no toda la doctrina está de acuerdo con la
función de prevención de la responsabilidad civil y que hay quienes prefieren
hablar de esta función dentro del más amplio derecho de daños, que, como su
propia denominación lo indica, va mucho más allá de la mera función resarcitoria.
De idéntica manera, la sociedad no está dispuesta a evitar absolutamente todo
daño a cualquier costo. Así, por ejemplo, la mejor manera de evitar accidentes
viales sería prohibiendo la circulación de vehículos, lo que resulta tan absurdo que
hacer perder toda razonabilidad a tal ejemplo falaz. Por lo cual, como primera
medida debemos decir que la prevención es deseada, pero en su justa y razonable
medida (Vazquez Ferreyra, 2015)

Por otro lado, si bien es cierto que se puede “reparar” el perjuicio en términos
jurídicos (vgr., por el pago de una suma de dinero a la víctima de un siniestro que
le causó la pérdida de una de sus piernas), lo cierto es que en el mundo real o
material, ese bien (la integridad física de la víctima), ha perecido y no hay
verdadera posibilidad de recomposición, más que la reparación pecuniaria,
imaginemos que el mejor jugador de futbol del mundo en un accidente pierde una
pierna, la indemnización aunque millonaria nunca podría volver las cosas al estado
anterior. Por tal razón, la prevención es fundamental en ciertos y determinados
supuestos.

Hay que tener en cuenta que si en este tipo de daños la prevención es esencial,
mayor aún parece serlo en cuestiones como son los daños ambientales, dada su
complejidad y la magnitud de afectados que pueden verse involucrados.

La prevención presenta dos formas (Pizarro & Vallespinos, 2014):

1. La primera, de carácter general, es la amenaza que implica una


consecuencia legal, una sanción, frente a una conducta determinada. En
este caso juegan un factor preponderante la disuasión y la intimidación o
consecuencia jurídica que la norma impone ante el incumplimiento.
2. La segunda forma es más específica y se justifica en cuestiones que
manifiesten una peligrosidad inusitada, una dañosidad potencial alta, o
la presencia de determinados bienes jurídicos (vgr., bienes
personalísimos). De este modo, se imponen a ciertos sujetos deberes
especiales de control, aminoramiento (reducción) de riesgos de la
actividad por ellos producida. Un ejemplo de ello sería los deberes
especiales que debe cumplir el agente que opere una caldera, o un
productor de desechos tóxicos, etc.

El Código Civil y Comercial dedica cuatro artículos a la función preventiva del


derecho de daños (arts. 1710, 1711, 1712 y 1713). Establece el deber general de
prevenir el daño (art. 1710), regula la acción preventiva (art. 1711), la legitimación
(art. 1712) y el alcance de la sentencia preventiva (art. 1713); normas, éstas, de
carácter tanto sustancial como procesal, tendientes a una mayor prevención del
daño. Estas normas serán analizadas en la unidad 10.

Existen, además de las citadas, otras normas de carácter constitucional en el


derecho argentino que regulan las cuestiones tendientes a la prevención del
daño, entre las que podemos mencionar el art. 43 de la Constitución Nacional, el
art. 11, inc. 3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otros.

La función resarcitoria del derecho de daños

Es la función más importante de todas y sobre la cual se ha cimentado


tradicionalmente la idea de responsabilidad civil. Cuando hablamos de
resarcimiento no nos referimos a una sanción, sino, en realidad, a la forma de
distribuir los daños en la sociedad. Esto implica en última instancia la justificación
de por qué alguien, diferente de la víctima, debe cargar con las consecuencias
negativas del daño. La idea de resarcimiento viene ligada a la noción de
antijuridicidad, ya que, para que el daño sea resarcido, el mismo tiene que ser
consecuencia de una conducta antijurídica (ilícita), tal como estudiaremos
oportunamente.

La reparación del perjuicio tiene en mira a la víctima e intenta colocarla en el


estado que se encontraba antes del evento dañoso.

La función punitiva del derecho de daños

En términos conceptuales, podemos decir que esta función se dirige a lograr el


pleno desmantelamiento de los efectos del ilícito.

En muchos casos sucede que el accionar del sindicado como responsable es


deliberado, malicioso, en grave desconocimiento de los intereses ajenos (sean
individuales o colectivos), o importa un rédito económico que se mantiene aún
luego de haber resarcido el daño. En estos casos, toma protagonismo la función
sancionatoria o punitiva, que puede implicar una pena civil de carácter pecuniario
de una magnitud tal que desmantele el efecto del ilícito, anulando remanente de
enriquecimiento, o, por su fuerza sancionatoria, disuada el comportamiento
reprochable.

Si bien, como afirmáramos antes, la reforma normativa no la incluyó


expresamente, la función punitiva del derecho de daños en el Código Civil y
Comercial, queda latente en el sistema. Volveremos sobre el punto en la unidad
10, pues el art. 52 bis de ley 24.240 (modificada por ley 26.361, B.O. 07.04.2008)
no fue derogado, lo que deja abierta la puerta para la discusión dogmática del
tema. En efecto, la ley 26.994 que promulgó el Código Civil y Comercial no
modifica el referido art. 52 bis de la ley 24.240. Sí, en cambio, el 40 bis, que es el
texto ahora agregado por la ley 26.993 de “Servicio de Conciliación Previa en las
Relaciones de Consumo” que copia el art. 40 bis introducido por la reforma al
Código Civil al modificar la ley 24.240.

Habiendo trabajado las primeras nociones sobre el concepto y funciones del


derecho de daños pasamos al análisis de los principios que lo informan.

Principios fundamentales del


derecho de daños
Los principios básicos o fundamentales son criterios que informan el origen y
desenvolvimiento de una determinada legislación que, expresados en reglas,
tienen virtualidad y eficacia propias, dan sentido y sirven para analizar la
coherencia de la regulación positiva, y constituyen estándares críticos del sistema.
En el derecho de daños encontramos los siguientes.

Neminem laedere
Este viejo principio tiene orígenes en el derecho romano. Es una regla explícita y
universal e implica una presunción iuris tantum de que todo daño causado es
antijurídico, salvo que exista una causa de justificación. Este principio fue
reconocido por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en
causas como “Santa Coloma”, “Gunther” y “Aquino”10, entre otros, por lo cual se

10Sentenciando que el principio del alterum non laedere tiene raíz constitucional (art. 19, Ley
Fundamental). CSJN, Isacio Aquino c/ Cargo Servicios Industriales SA, sentencia del 21 de
septiembre de 2014, Fallos 308:1167, disponible en www.csjn.gov.ar
lo considera de carácter constitucional. En este sentido, dijo la Corte que "el
principio del alterum non laedere, entrañablemente vinculado a la idea de
reparación, tiene raíz constitucional, y la reglamentación que hace el Código Civil
en cuanto a las personas y las responsabilidades consecuentes no las arraiga con
carácter exclusivo y excluyente en el derecho privado"11.

En relación al nuevo Código Civil y Comercial, podemos decir que la


constitucionalización del derecho privado nacional provoca que se haya
incorporado al Código el principio alterum non laedere (no dañar a otro) como un
norte a seguirse en la aplicación de la responsabilidad civil. Al decir de Fernando A.
Sagarna12 “El nuevo Código tiene como fin la protección de la ‘persona’, a
diferencia del Código Civil de Vélez Sarsfield basado en una fuerte focalización en
los bienes. (…) Por ello, la responsabilidad civil centra su mirada en el
damnificado” (2015, http://goo.gl/4MtRAL ). En este sentido, el Código Civil y
Comercial recepta expresamente este principio: “Deber de reparar. La violación
del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una obligación, da lugar a la
reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código”13.

Necesidad de factor de atribución


El factor de atribución es un presupuesto de la responsabilidad civil. No existirá
responsabilidad civil sin un factor de atribución, es decir un parámetro axiológico
(valorativo) que justifique, ya sea objetiva o subjetivamente, la atribución de un
daño en particular al sindicado como responsable.

Los factores subjetivos son la culpa y el dolo, mientras que como ejemplo de
factor objetivo podemos nombrar al riesgo creado. El factor objetivo y el factor
subjetivo poseen igual jerarquía en el derecho argentino.

El Código Civil y Comercial de la Nación no incluye una norma consagratoria del


principio de la culpa, como lo hace el art. 1109 del Código de Vélez, por lo cual, el
art. 1721 del nuevo Código refiere que la atribución de un daño al responsable
puede basarse en factores objetivos y subjetivos. En ausencia de normativa, el
factor de atribución es la culpa, pero no hay relación de jerarquía entre los
factores objetivos y subjetivos (art. 1721 y subsiguientes del CCC). Como
excepción, sólo en la función preventiva veremos que se alude a una
prescindencia (art. 1711 del CCC), lo que es opinable.

11 CSJN, Fernando Raúl Gunther c/ Estado Nacional, sentencia del 5 de agosto de 1986, Fallos
308:1139, id Infojus: FA86000415.
12 El texto del autor puede verse en: http://goo.gl/4MtRAL. Recuperado el 01.04.15
13 Art. 1716 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
El Código Civil y Comercial y la protección de la
“persona”
Íntimamente conectado con lo expuesto en los principios anteriores, el
reconocimiento que el nuevo Código Civil y Comercial hace respecto del deber de
no dañar a otro, como también la idea de reparación plena e integral hacen que la
responsabilidad civil tenga como eje o como centro a la persona. En este sentido,
la doctrina enseña que “El acento jurídico, antes colocado en la propiedad privada,
hoy apunta a la persona. El personalismo ha sustituido al patrimonialismo, que
cosificaba las personas y personalizaba las cosas” (Zabala de González, 2015,
p.40). Tendiente a la protección de la persona, en el artículo 1740, el Código Civil y
Comercial de la Nación tiende a garantizar la restitución de la situación del
damnificado al estado anterior al hecho dañoso, en todas sus facetas, implicando
un cambio de paradigma de la tesis de la inviolabilidad del patrimonio a la
inviolabilidad de la persona (Tanzi, 2015). La inviolabilidad de la persona humana
constituye de este modo un fin en sí mismo; supone su primacía jurídica como
valor absoluto, que debe ser protegido no sólo por lo que tiene y pueda obtener,
sino por lo que es y en la integridad de su proyección, configurando un ámbito
lesivo de honda significación y trascendencia en el que pueden generarse
perjuicios morales y patrimoniales. En los párrafos que antecede decíamos que
autores como Fernando A. Sagarna afirman –con razón- que el nuevo Código tiene
como fin la protección de la “persona”, a diferencia del Código Civil de Vélez, más
focalizado en los “bienes”. En los fundamentos del anteproyecto elaborado por la
comisión redactora, se anticipa que el régimen de la responsabilidad civil parte de
la clasificación de los derechos según el objeto de la protección: la persona, el
patrimonio y los derechos individuales o de incidencia colectiva. Utiliza el vocablo
"persona humana" porque es una terminología que vincula a la persona con el
estatus normativo de los tratados de derechos humanos, que en nuestro
ordenamiento tienen rango constitucional. Asimismo, la noción es comprensiva
tanto de los aspectos físicos como de los que no lo son, lo cual tiene importantes
efectos, como por ejemplo en el daño a la persona.

Principio de reserva
Conforme a este principio, no existe deber ni transgresión sin norma que lo
imponga. Este principio surge del art. 19 de la Constitución Nacional. Sin perjuicio
de lo señalado, cabe destacar que, a diferencia del derecho penal, en materia de
responsabilidad civil rige la atipicidad del ilícito, con lo cual la regla es que todo
daño se reputa antijurídico, salvo que medie causa de justificación. Esta idea se
plasma en el nuevo Código Civil y Comercial; según ella, la simple violación del
neminen laedere implica ilicitud, salvo que la conducta o el perjuicio se encuentren
justificados. La nueva norma se inscribe en los postulados que viene sosteniendo
la CSJN en diversos pronunciamientos, según los cuales el alterum non laedere
tiene jerarquía constitucional. En otras palabras, la mera causación de un daño a
otro ya de por sí constituye una conducta antijurídica. El art. 1717 expresa:
"Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está
justificada"14.

Principio de prevención
Relacionado con la función preventiva del derecho de daños. Se decía en doctrina
que todo sujeto tiene el deber de tomar las medidas adecuadas a fin de evitar
daños no justificados, o aminorar la gravedad y magnitud de un daño ya causado.
Con la sanción del nuevo Código, este principio se establece como un deber
concreto: el deber de prevención.

En efecto, en forma específica se refieren al mentado deber los arts. 1710 a 1715
del CCC. En ellos se dispone de manera genérica que toda persona tiene el deber
de prevenir un daño.

Esa tarea preventiva se descompone en tres aspectos: i) evitar causar un daño no


justificado, ii) adoptar medidas para evitar un daño o disminuir su magnitud, y iii)
no agravar el daño ya producido.

Conforme al art. 1711 del nuevo Código, esta función preventiva procede siempre
que exista la posibilidad de que se ocasione un daño por medio de una acción u
omisión antijurídica, no siendo necesaria la presencia de ningún factor de
atribución que califique esa conducta activa u omisiva.

Cabe agregar que el art. 1710 refiere que el principio es de aplicación para la
persona “en cuanto de ella dependa”15. Esta afirmación implica la exigibilidad de
acciones preventivas que se encuentren al alcance o dentro de la esfera de control
de la persona, excluyéndose aquellos comportamientos que resulten de
cumplimiento imposible o que impliquen conductas irrazonables, según las
circunstancias del caso.

Principio de reparación plena e integral


Este principio implica la razonable equivalencia jurídica entre el daño y la
reparación. Tal como nos referíamos más arriba, normalmente es difícil que la
recomposición sea posible y se logre colocar las cosas en el estado en que se
encontraban antes del evento dañoso; es una limitación propia del derecho. Sin
embargo, este principio viene a garantizar que –al menos- la reparación tenga

14 Art. 1717 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
15 Art. 1710 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
cierta equivalencia con el daño padecido por la víctima. La equivalencia jurídica
deber ser razonable y está sujeta a cuatro reglas:
a) El daño debe ser fijado al momento de la decisión (ya que en ciertas situaciones al
momento de sentenciar el daño es mayor o menor); b) la indemnización no debe ser
inferior al perjuicio; c) la valoración debe realizarse en concreto, y d) la reparación no
puede ser superior al daño sufrido por la víctima (Pizarro & Vallespinos, 2014).

El derecho a la reparación integral del daño injustamente sufrido ha sido


desarrollado por la Corte Suprema, en distintos y sucesivos fallos, como un
derecho de raigambre constitucional con fundamento en el principio de no dañar
del art. 19 de la Constitución Nacional. En el caso "Aquino", el Máximo Tribunal
determinó que resultaba inconstitucional una indemnización que no fuera "justa",
puesto que "indemnizar es eximir de todo daño y perjuicio mediante un cabal
resarcimiento", lo cual no se logra "si el daño o el perjuicio subsisten en cualquier
medida (…) Más aún, la incapacidad debe ser objeto de reparación, al margen de
lo que pueda corresponder por el menoscabo de actividad productiva y por el
daño moral, pues la integridad física en sí misma tiene un valor indemnizable"16.

El Código Civil y Comercial hace suyas estas enseñanzas de la corte a lo largo de


todo su articulado, plasmándolas de manera directa en los arts. 1738 y 1740. En
efecto, la lectura de estas normas permite colegir la expresa recepción legislativa
del principio de reparación plena e integral. Estas normas imponen al agente del
daño recomponer económicamente al damnificado, dejándolo indemne por las
pérdidas patrimoniales y extrapatrimoniales sufridas a raíz del hecho antijurídico
que lo ha afectado. Se consideran en forma íntegra los perjuicios a reparar de los
damnificados de lesiones, tales como “la pérdida o disminución del patrimonio de
la víctima”17, el lucro cesante, la pérdida de chance, las consecuencias de la
violación de los derechos personalísimos, de la salud, de la integridad personal, la
salud psicofísica, las afecciones espirituales legítimas y las que interfieran en el
proyecto de vida del dañado.

Así, los arts. 1738 y 1740 expresan:

Art. 1738. Indemnización. La indemnización comprende la


pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el lucro
cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a la
probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de
chances. Incluye especialmente las consecuencias de la
violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su
integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones

16 CSJN, Isacio Aquino c/ Cargo Servicios Industriales SA, sentencia del 21 de septiembre de 2014,
Fallos 308:1167, disponible en www.csjn.gov.ar
17 Art. 1738 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en
su proyecto de vida.18

Art. 1740. Reparación plena. La reparación del daño debe ser


plena. Consiste en la restitución de la situación del
damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el
pago en dinero o en especie. La víctima puede optar por el
reintegro específico, excepto que fuere parcial o totalmente
imposible, excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se
debe fijar en dinero. En el caso de daños derivados de la
lesión del honor, la intimidad o la identidad personal, el juez
puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la
sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del
responsable.19

El derecho de daños en el Código Civil


y Comercial y la dispersión
normativa. Aspectos generales
El Código Civil y Comercial contempla la responsabilidad civil en el Capítulo I del
Título V del Libro III. El Libro III se refiere a los Derechos Personales. Su Título V
regula otras fuentes de las obligaciones que no son los contratos. El Capítulo 1º
del Título V regula, a través de 11 secciones, la responsabilidad civil.

Si bien se trata una adecuada sistematización sobre los aspectos nodales del
derecho de daños, existen diversas normas específicas relativas a la
responsabilidad civil dispersas en el ordenamiento, tal como se expuso en los
ejemplos al inicio de la presente lectura.

Por otro lado, existen diversos cuerpos normativos, que regulan aspectos también
esenciales del derecho de daños, que se mantienen en pleno vigor aun con la
entrada en vigencia del nuevo Código, como por ejemplo el estatuto consumeril,
la ley general de ambiente, etc., sin perjuicio de la lógica aplicación de las normas
de carácter constitucional (arts. 17, 41, 75 inc. 22 de la Constitución Nacional).

Es por ello que el estudio del derecho de daños no se encuentra limitado


normativamente al CCC; existen numerosas normas con plena aplicabilidad en la
materia.

18 Art. 1738 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
19 Art. 1740 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
Esto lleva a preguntarnos:

¿Cómo ha quedado el sistema de responsabilidad civil en el actual Código Civil y


Comercial?

En respuesta al interrogante, en primer lugar y para aclarar alguna posible


confusión, debemos decir que los presupuestos de la responsabilidad civil siguen
siendo los mismos que receptados en el Código de Vélez, analizados por la
jurisprudencia y la doctrina mayoritarias, a saber: la antijuridicidad, los factores de
atribución, el daño y la relación de causalidad.

En el art. 1716 se establece que la violación del deber de no dañar a otro o el


incumplimiento de una obligación dan lugar a la reparación del daño causado,
conforme a las disposiciones del Código. Se habla aquí del daño como presupuesto
de la responsabilidad civil.

Luego, el art. 1717 expresamente establece que cualquier acción u omisión que
causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada. Se advierte en este
punto que se avanza desde un esquema de antijuridicidad típica o restringida a
uno más amplio, que ya venía siendo receptado por la jurisprudencia de nuestro
país. Ya no resulta relevante si la conducta que causa el daño se encuentra
expresamente reñida con el ordenamiento jurídico considerado en su conjunto o
no, sino que basta con que la conducta que causa el perjuicio no esté justificada
por el ordenamiento jurídico. A partir de allí se configura el primer presupuesto de
la responsabilidad civil.

El art. 1749 determina que “Es responsable directo quien incumple una obligación
u ocasiona un daño injustificado por acción u omisión”20. Nótese cómo también en
esta norma se pone el acento en el "daño injustificado" acentuando la idea de
antijuridicidad material.

Esta norma no es más que un reflejo de lo que venían señalando nuestro Máximo
Tribunal Nacional cuando entendió que

El principio del alterum non laedere, entrañablemente


vinculado a la idea de reparación, tiene raíz constitucional y
la reglamentación que hace el Código Civil en cuanto a las
personas y las responsabilidades consecuentes no las arraiga
con carácter exclusivo y excluyente en el derecho privado,
sino que expresa un principio general que regula cualquier
disciplina jurídica.21

En definitiva, cuando se produce un daño sin causa de justificación, nace el deber


de reparar ese perjuicio. El CCC toma este camino y lo plasma en sus normas.

20Art. 1749 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
21CSJN, Fallos: 308: 1160; Fallos: 308: 1118 entre tantos precedentes dictados en este mismo
sentido.
En cuanto al factor de atribución, el art. 1721 determina que la atribución de un
daño al responsable puede basarse en factores objetivos o subjetivos. Con lo cual
se advierte que en este punto se recoge la tendencia doctrinaria y jurisprudencial
que exige la presencia necesaria de un factor de atribución y formulaba esta
misma distinción entre factores objetivos y subjetivos. A su vez, la misma norma
determina que, en ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa, por
lo que ésta opera como un factor de cierre del sistema.

El art. 1722 preceptúa que “El factor de atribución es objetivo cuando la culpa del
agente es irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el
responsable se liberará de responsabilidad demostrando la causa ajena, excepto
disposición legal en contrario” 22.

El art. 1724 establece que los factores subjetivos de atribución son la culpa y el
dolo. “La culpa consiste en la omisión de la diligencia debida según la naturaleza
de la obligación y las circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar”23. Como
se advierte, se sigue, en términos generales, la definición del art. 512 del Código
Civil de Vélez, con la salvedad de la referencia a la palabra "diligencia" en lugar de
"diligencias"; en acuerdo con lo reiterado por la doctrina, se mejora la definición
de culpa. Dicha norma también establece que la culpa “Comprende la
imprudencia, la negligencia y la impericia en el arte o profesión”24. Se trata de los
distintos rostros de la culpa. A su vez, el dolo se configura, según la misma norma,
“por la producción de un daño de manera intencional o con manifiesta
indiferencia por los intereses ajenos”25.

El art. 1725 recepta la norma ya contemplada en el esquema de Vélez en el art.


902, del que la doctrina y la jurisprudencia entendían que complementaba el
sistema de imputación por culpa. Dicha norma establece que “Cuanto mayor sea
el deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de las cosas, mayor es la
diligencia exigible al agente y la valoración de la previsibilidad de las
consecuencias”26. Luego agrega que “Cuando existe una confianza especial se
debe tener en cuenta la naturaleza del acto y las condiciones particulares de las
partes”27.

Finalmente, la norma dispone que

Para valorar la conducta no se toma en cuenta la condición


especial o la facultad intelectual de una persona
determinada, a no ser en los contratos que suponen una
confianza especial entre las partes. En estos casos, se estima

22 Art. 1722 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
23 Art. 1724 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
24 Art. 1724 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
25 Art. 1724 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
26 Art. 1725 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
27 Art. 1725 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
el grado de responsabilidad por la condición especial del
agente.28

En términos generales, esta disposición reproduce el art. 909 del Código de Vélez.

El art. 1726 regula otro de los presupuestos de la responsabilidad civil, a saber, la


relación de causalidad. La norma establece que “Son reparables las consecuencias
dañosas que tienen nexo adecuado de causalidad con el hecho productor del
daño”29. El Código recepta la teoría de la causalidad adecuada en concordancia
con el régimen legal derogado (art. 906 del Código de Vélez).

También determina que, salvo “disposición legal en contrario, se indemnizan las


consecuencias inmediatas y mediatas previsibles”30.

El art. 1727 señala cuáles son los distintos tipos de consecuencias, estableciendo
que son consecuencias inmediatas las que acostumbran a suceder según el curso
natural y ordinario de las cosas. Las consecuencias mediatas son las que resultan
solamente de la conexión de un hecho con un acontecimiento distinto. Las
consecuencias casuales son las consecuencias mediatas que no pueden preverse.
En este aspecto, el CCC ha seguido la regulación del Código de Vélez, conforme a
la reforma de la ley 17711. En los fundamentos del Código se destaca que el
distingo ha sido ampliamente aplicado por la doctrina y la jurisprudencia, dando
lugar a una consolidada interpretación que mantiene su utilidad, aun en el sistema
unificado de responsabilidad. También se señala que “es prudente mantener la
terminología a la que están acostumbrados los operadores jurídicos, y no parece
necesario cambiar las palabras (…) porque ello daría lugar a nuevos problemas
hermenéuticos” (Lorenzetti, Highton de Nolasco & Kemelmajer de Carlucci, 2012,
http://goo.gl/K8bpzE ).

En cuanto a la exención o limitación de la responsabilidad, el art. 1729 se refiere al


hecho del damnificado, que representa una hipótesis distinta de la culpa o del
dolo de la víctima. El art. 1730 se refiere al caso fortuito y a la fuerza mayor, y
expresamente determina que se los considera sinónimos. El art. 1731 se refiere al
hecho de un tercero, en tanto que el art. 1732 se ocupa de la imposibilidad de
cumplimiento.

El art. 1734 se refiere a la carga de la prueba de los factores de atribución y de las


circunstancias eximentes y dispone que corresponde a quien los alega, salvo
disposición legal en contrario. Ello, sin perjuicio de la facultad del juez de
“distribuir la carga de la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia
debida, ponderando cuál de las partes se halla en mejor situación de aportarla”31.

28 Art. 1725 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
29 Art. 1726 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
30 Art. 1726 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
31 Art. 1735 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
El art. 1736 determina que

La carga de la prueba de la relación de causalidad


corresponde a quien la alega, excepto que la ley la impute o
la presuma. La carga de la prueba de la causa ajena o de la
imposibilidad de cumplimiento recae sobre quien la invoca.32

Como puede advertirse, el Código recoge la tendencia doctrinaria y jurisprudencial


en la materia, sin introducir figuras o regulaciones extrañas a dicha tendencia. Aun
cuando algunas figuras pueden ser novedosas desde el punto de vista de su
recepción normativa, ellas ya eran materia de estudio de la doctrina. Basta repasar
la bibliografía obligatoria de esta materia para comprender este punto, sin
perjuicio de los agregados que estas lecturas pueden efectuar ante algunas
novedades introducidas.

Responsabilidad por daños.


Noción.
Como pudimos ver en los apartados que anteceden la expresión responsabilidad
por daños es ajustada definitoria y comprensiva de la institución como relación
jurídica entre quien soporta la carga de responder y una víctima perjudicada. En
este sentido se procura un sistema armónico de un conjunto de principios
racionalmente vinculados que contribuyan con determinado objetivo (Zabala de
González, 2015, pág. 22). Esta idea de “responsabilidad por daños” o
“responsabilidad civil” se acuñó en sus comienzos para diferenciarla de la
responsabilidad penal, que –como sabemos- tiene otros fines y objetivos.
Actualmente el derecho de daños implica otras esferas de aplicación además de la
resarcitoria, sino además la preventiva y la punitiva.

Presupuestos: a) enunciado; b) quid de


la acción o conducta humana como
presupuesto de la responsabilidad por
daños. Concepto de acción. Actos
reflejos. Causas excluyentes de la
acción. Ámbitos de la
32 Art. 1736 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
responsabilidad civil en función de la
acción
El ser humano, desde tiempos inmemoriales, ha mostrado preocupación acerca de
la causación de daños y de la postura que debía tomar al respecto. Incluso en las
comunidades más primitivas, la generación de un daño generaba diversas
respuestas. En un principio, un daño sufrido en la persona o en los bienes
implicaba que la víctima hiciera uso de la venganza, causando daños en la
persona o los bienes del victimario. Quizás, el primer antecedente jurídico en
respuesta a esta cuestión sea la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente), la
cual, pese a su carácter rudimentario y alejado a los cánones de derecho que hoy
manejamos, implicaba limitar la contraofensiva de la víctima al victimario,
permitiéndole causar un daño similar al que ella hubiera recibido, pero no mayor.
Sin embargo, esta forma de represión de la injusticia no dejaba de ser injusta,
constituyendo una actuación del derecho por demás primitiva e inadecuada
(Pizarro & Vallespinos 2009).

Hasta aquí, la fuerte connotación instintiva y la ausencia de reflexión en las


conductas tanto del victimario como de la víctima privaban a la sociedad de la
utilización de una solución más razonable y jurídicamente aceptable.

Posteriormente, se manifiesta un grado de evolución social mayor cuando la


víctima y el ofensor logran acordar el perdón de la víctima mediante la entrega de
una suma de dinero por parte del sindicado como responsable. Este remedio
constituía una composición voluntaria, debido a que supone el acuerdo de
voluntades de los sujetos involucrados. En consecuencia, podemos decir que, por
medio de esta composición voluntaria, el ofensor recibía una pena civil cuyo
beneficiario sería la víctima.

Una vez consolidado el poder político en una institución, la autoridad va a


establecer un sistema de composición legal (de carácter obligatorio y forzoso) con
la finalidad de garantizar la paz en la sociedad. Este hecho es fundamental; con la
evolución de este modelo, finalmente va a ser el estado el único que posea el
poder de castigar al ofensor, dejando en manos de la víctima la posibilidad de
reclamar la reparación del daño causado.

Los romanos proclamaron diversos principios que de algún modo sintetizaron las
máximas del derecho: honeste vivere (vivir honestamente), suum cuique tribuere
(dar a cada uno lo suyo), alterum non laedere (no dañar al otro). El principio del
alterum non laedere es una noción inherente a la de alteridad, es decir, a la de la
presencia de un “otro” sin el cual difícilmente podamos hablar de sociedad. La
consagración de este principio posee gran trascendencia, ya que implica una veda
a la posibilidad jurídica de dañar a otro, y la obligación de resarcir en cabeza del
sindicado como responsable, en caso de su incumplimiento33.

De este modo, en el derecho de daños, la noción de responsabilidad civil es un


concepto clave que implica la obligación de indemnizar todo daño injustamente
causado a otro. No hay responsabilidad sin daño. Más adelante veremos en
detalle sus presupuestos (daño, relación de causalidad, antijuridicidad y factor de
atribución), cuya configuración resulta imprescindible para que se produzca la
mentada responsabilidad civil.

Diferencias entre la
responsabilidad por daños y otras
instituciones
Podemos establecer diferencias entre la responsabilidad por daños y otras
instituciones tales como:

a) Enriquecimiento sin causa. El enriquecimiento sin causa es la acción que


reconoce el ordenamiento jurídico a cualquier persona que ha
experimentado, sin causa justa, una disminución patrimonial, a raíz del
desplazamiento de un bien que ha salido de su patrimonio, en contra de
quien se ha beneficiado injustamente por ello. La finalidad de esta
institución es compensar el desplazamiento patrimonial no justificado. La
suma por la cual prospera es la del enriquecimiento o del detrimento, la
que sea menor.

Como vemos, existen varias diferencias con la responsabilidad civil, que


toma a consideración el daño causado a la víctima, exista o no
enriquecimiento del dañador, y cuyo objetivo se encuentra la reparación
integral del daño.

b) Seguros. Las indemnizaciones provenientes de seguros por daños


normalmente son tarifadas y surgen de un contrato de seguro que estipula
un beneficio para un tercero (el eventual damnificado). Si bien está
pensado para reparar el daño del tercero, la causa de la misma es el
contrato celebrado entre el asegurador y el asegurado. La víctima tendrá
derecho a reclamarle al dañador el pago de la reparación integral del daño.

33 Para
profundizar sobre estos puntos, ver Pizarro & Vallespinos (2014), Compendio Derecho de
Daños, Bs. As., Hammurabi, pág. 45 y ss.Pizarro & Vallespinos (2009) Instituciones del Derecho de
Daños Hammurabi, Tomo II, pags. 447 y ss
Evolución histórica y actualidad de la
responsabilidad por daños
A los fines de un estudio completo y acorde a las exigencias de la universidad, en
este punto se remite a la bibliografía obligatoria34.

A modo informativo, se pude decir que la evolución histórica del derecho de daños
involucra diferentes períodos:

a) Derecho romano.
b) Edad Media: derecho español antiguo y derecho francés.
c) Revolución Francesa y Código de Napoleón (la responsabilidad
basada en la culpa).
d) La crisis de la responsabilidad basada en la sola idea de culpa. El
advenimiento de la responsabilidad objetiva.
e) La responsabilidad en la era tecnológica.

Aspectos actuales del derecho de daños

El desarrollo de la ciencia y de la tecnología, al igual que el mejoramiento


de las condiciones de la vida moderna, eleva el nivel de vida, facilita el
consumo y las comunicaciones, ayuda a prolongar la duración normal de la
vida. Sin embargo, aumentan también los riesgos de daños, exponiendo a los seres
humanos a una incertidumbre mayor.

En la actualidad, nuestra vida se ve condicionada por el riesgo de dañosidad y el


principio de vulnerabilidad.

Los nuevos contornos del derecho de daños abren posibilidades mayores,


alejándose cada vez más de aquella estructura simple y rudimentaria del acto
ilícito que desde la época romana hasta principios de este siglo conformó la
llamada responsabilidad aquiliana. La responsabilidad subjetiva, basada en la
culpa, pasó de ser el actor de atribución imperante a quedar casi recluida ante el
crecimiento de supuestos de responsabilidad objetiva sin fundamento en la
conducta reprochable.

Es por eso que la responsabilidad civil, desde la óptica actual, no pone el acento
en el autor, a fin de castigarlo, sino en la víctima, a fin de reparar el daño causado.
Por esta misma razón, se repiensan instrumentos que tienden a socializar, de
algún modo, la responsabilidad civil.

34 Pizarro & Vallespinos (2014), Compendio Derecho de Daños, Bs. As., Hammurabi, pág. 52 y ss.
Por otro lado, la preocupación del derecho no sólo se centra en la reparación del
daño mediante la sanción resarcitoria, intentando regresar el estado de las cosas a
como se hallaban antes del hecho dañoso, sino también a la prevención y punición
del daño (Bustamante Alsina, 1993).

Decodificación y socialización del


derecho de daños
En países más desarrollados, la evolución de la responsabilidad civil y la influencia
de la socialización del derecho de daños han llevado a que ciertos juristas definan
la responsabilidad civil como un crédito del damnificado a la reparación,
proclamando la crisis del sistema de la responsabilidad individual.

Tal como nos enseñan Pizarro y Vallespinos (2014), la víctima ha pasado a primer
plano. Muchos autores consideran que la socialización de riesgos ha estimulado
el desarrollo y la transformación del derecho de daños de una responsabilidad
más individualista a otra más socializada.

Sin embargo, los mencionados juristas cordobeses consideran que, pese a la


importancia de los mecanismos de socialización de riesgos, los mismos son aún
meros complementos del derecho de daños. Distintos argumentos fundamentan
su posición:

a) No todos los riesgos y daños pueden ser englobados en una cobertura


social de carácter total (vgr., daños corporales, etc.).

b) Ciertos daños suelen asegurarse mediante una indemnización tarifada que


no logra cubrir la totalidad del daño causado. Esto implica que a la víctima
le quede abierta la posibilidad de accionar por la vía ordinaria en contra del
sindicado como responsable.

c) Por último, la posibilidad de ejercitar la acción de reembolso en contra del


autor del daño implicará derivar la cuestión a la responsabilidad civil.

En el actual CCC vemos reflejadas esas ideas. Así por ejemplo, además de
plasmarse en preceptos normativos los principios más relevantes del derecho de
daños, se recepta la responsabilidad colectiva y anónima y por el accionar de
grupos; es una responsabilidad objetiva basada en el riesgo creado e importa una
forma de socialización del daño en base a principios solidaristas asociados con la
equidad. Actualmente se afirma que debe prevalecer la víctima sobre el victimario
y que el propósito de la ley no es castigar sino reparar, entre el daño cierto
causado a la víctima y la posibilidad de imponer el resarcimiento a quien no fue
causante directo, pero ciertamente produjo hechos que lo desencadenaron, la
opción por la víctima es clara en la norma tal como manifiesta la doctrina (Tanzi &
Carazza, 2015)

El derecho de daños y la
integración comunitaria

El derecho comunitario tiende a producir un proceso de progresiva aproximación


entre los regímenes nacionales de responsabilidad civil de los estados
miembros de determinada comunidad o mercado común. El proceso de
convergencia de los ordenamientos internos no es consecuencia exclusiva de la
formulación de unas mínimas condiciones sustantivas en el ámbito de la
responsabilidad patrimonial, sino que también se trata de un proceso enmarcado
en el contexto general de la influencia que ejerce el derecho comunitario en
los derechos internos de los estados miembros.

La existencia de ese mínimo denominador común a los ordenamientos jurídicos


de los estados miembros tiene grandes efectos en los derechos internos de cada
país, aunque es cierto que es difícil lograr una plena unificación de los regímenes
de responsabilidad. Piénsese en cuestiones como el trato al consumidor y usuario
en un país o en otro. Una menuda protección al consumidor en un país implicará,
o la pérdida competitiva en otro país, o que se le apliquen estándares superiores
(exigidos por los otros países) de los que no gozan los consumidores internos. La
realidad demuestra que, dado que las comunidades supranacionales implican
la circulación más expedita de personas y cosas, al igual que una mayor
flexibilización en la comercialización y en el intercambio de recursos humanos,
técnicos y mercaderías, la armonización de los ordenamientos jurídicos
puede tener una relevancia más que evidente en la consecución o no de los fines
comunitarios (Pizarro & Vallespinos 2014).

El derecho de daños en la ley de


defensa del consumidor
Como esta sabido, el régimen consumeril se encuentra regulado en la ley 24240 y
normas modificatorias. El CCC viene a complementar este sistema de protección
jurídica del consumidor, dentro del marco legislativo vigente. Es decir, la ley 24240
se mantiene vigente, pero viene a complementarse con las pautas que aporta el
nuevo Código. En cuanto a los aportes del Código al derecho del consumidor,
como se explica en los fundamentos del proyecto, es considerable el beneficio, en
cuanto hay reglas generales en el Código –sobre contratos o responsabilidad civil-
que complementan la legislación especial, proveyendo un lenguaje normativo
común. Algunas de las innovaciones que CCC introduce en el régimen general de
responsabilidad civil, aplicables y ventajosas (progresivas) en orden a los daños a
consumidores y usuarios, tienen que ver con la función preventiva de la
responsabilidad civil, los avances en torno a nuevos daños resarcibles y
legitimados activos (damnificados indirectos, convivientes, etc.), pautas
adicionales en el régimen de responsabilidad objetiva, entre otras cuestiones.

Cabe señalar una ventaja –si se quiere, pragmática (Stiglitz, G. 2014)- en esta
nueva legislación, para el estudiante: la inclusión de la alusión de la protección del
consumidor en el Código Civil y Comercial obliga a su lectura y por lo tanto
asegura un completo conocimiento del estudiante, pues se advierte en los
exámenes que, lamentablemente, el régimen de la ley especial (ley 24.240) aún no
ha sido íntegramente reconocido, e incluso, a veces, es ignorado, a pesar de
contar con casi 20 años de vigencia.

En relación a la norma especial, es decir la ley 24.240, la responsabilidad por daños


está consagrada sus arts. 40 y 40 bis.

Los artículos mencionados rezan:

Artículo 40. — Responsabilidad solidaria. Si el daño al


consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la
prestación del servicio, responderán el productor, el
fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el
vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio.
El transportista responderá por los daños ocasionados a la
cosa con motivo o en ocasión del servicio.
La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones
de repetición que correspondan. Sólo se liberará total o
parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha
sido ajena.35

Artículo 40 bis. — Daño directo. El daño directo es todo


perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o consumidor,
susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera
inmediata sobre sus bienes o sobre su persona, como
consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes
o del prestador de servicios. Los organismos de aplicación,
mediante actos administrativos, fijarán las indemnizaciones
para reparar los daños materiales sufridos por el consumidor
en los bienes objeto de la relación de consumo. Esta facultad

35 Art. 40. Ley 24240 – Defensa del Consumidor. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
sólo puede ser ejercida por organismos de la administración
que reúnan los siguientes requisitos:
a) La norma de creación les haya concedido facultades para
resolver conflictos entre particulares y la razonabilidad del
objetivo económico tenido en cuenta para otorgarles esa
facultad es manifiesta;
b) Estén dotados de especialización técnica, independencia e
imparcialidad indubitadas;
c) Sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y
suficiente.
Este artículo no se aplica a las consecuencias de la violación
de los derechos personalísimos del consumidor, su integridad
personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales
legítimas, las que resultan de la interferencia en su proyecto
de vida ni, en general, a las consecuencias no
patrimoniales.36

Finalmente, el régimen de responsabilidad objetiva por daños derivados de cosas


o servicios, actualmente emergente del art. 40 de la ley 24240 (transcripto supra),
vendría a complementarse con la sanción del nuevo Código a través de pautas
adicionales incorporadas por el art. 1757 del mismo.

El derecho de daños y los derechos


colectivos en Anteproyecto de 2012 y la
regulación del Código Civil y Comercial

Los cambios operados en la sociedad contemporánea han llevado a que el derecho


en general y el derecho de daños en particular amplíen sus estándares, puesto
que, el daño no sólo puede ser analizado solo desde la afectación individual, sino
también en cuanto puede implicar a un grupo o grupos de personas que viven en
situación similar. Esto es fácil de imaginar en relación al medio ambiente y una
fábrica que contamina. En este ejemplo los afectados no son personas
determinadas, sino un grupo o grupos de personas.

Este cambio operado en la realidad actual permite colegir que no solamente el


damnificado tiene derecho a la indemnización o el resarcimiento, sino que se hace

36Art. 40 bis. Ley 24240 – Defensa del Consumidor. Sustituido por art. 59 de la ley 26993. Honorable
Congreso de la Nación Argentina.
lugar al daño colectivo y lo que la moderna doctrina llama “daños de incidencia
colectiva”. Hoy se admite en la doctrina la categoría de los "daños colectivos o
difusos”, consagrando una apertura legitimatoria en favor de grupos o sujetos
representativos para el ejercicio de la acción indemnizatoria con proyección hacia
la totalidad del perjuicio producido a la sociedad representada. Ello, sin
menoscabo de la opción que cabe a cada miembro del grupo para reclamar
individualmente el daño proporcional a la propia fracción del interés lesionado.
Cabe también mencionar los intereses individuales homogéneos, reconocidos por
la Corte Suprema de Justicia: el daño que "un individuo causa al ambiente se lo
está causando a sí mismo" y "la mejora o degradación del ambiente beneficia o
perjudica a toda la población”37 .

Consagrando esta evolución, el proyecto de 2012 distinguió o diferenció entre los


derechos individuales y derechos de incidencia colectiva, conforme el art. 14 del
Proyecto de Código Civil y Comercial, y los daños a los derechos de incidencia
colectiva, en el art. 1745 del mencionado proyecto tal como se expresara la CSJN
en el precedente “Halabi”38. Al respecto, explicaba la comisión sobre esta
regulación normativa que se distinguen dos supuestos, el primero referido a la
lesión a un derecho de incidencia colectiva requiere que la pretensión recaiga
sobre su incidencia colectiva. El segundo trata los daños a intereses individuales
homogéneos, que se configuran cuando medie una pluralidad de damnificados
individuales con daños comunes o diferenciados, provenientes de la lesión de un
interés colectivo o de una causa común, fáctica o jurídica.

Sin embargo, la diferenciación entre "derechos individuales y derechos de


incidencia colectiva” fue eliminada por el Poder Ejecutivo y terminaron por no
incluirse en la norma vigente tal como fuera proyectada por la comisión. De este
modo, la redacción original del Anteproyecto incluía una Sección sobre los daños a
los derechos de incidencia colectiva, que ha sido suprimida por el Poder Ejecutivo
Nacional, cuya redacción puede verse en : http://goo.gl/We1tiM

Al quedar eliminada esta sección, podemos decir que si bien el CCC reconoce la
diferencia entre los derechos individuales y colectivos, como también los daños
derivados de la afectación de un derecho individual de otro de incidencia
colectiva, no hay efectos para la categoría de "daño de incidencia colectiva", al
menos en el texto de la norma. Esto no quiere decir que los daños colectivos
queden impunes. Por vía jurisprudencial y doctrinaria, con una interpretación
integral del sistema normativo estos daños pueden ser objeto de prevención,
sanción o resarcimiento.

37 CSJN “Mendoza Beatriz Silvia y otros c/ Estado Nacional y otros s/daños y perjuicios”. Fallos
329:2317.
38 CSJN , “Halabi, Ernesto c/ P.E.N. ley 25873 dto. 1563/04”, sentencia del 24 de febrero de 2009,

Fallos 332:111, RC y S 2009-III-71.


Como hemos mencionado precedentemente, el art. 1737 del Código Civil y
Comercial fija el daño como toda lesión "a un derecho o un interés no reprobado
por el ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un
derecho de incidencia colectiva"39, un cuando el Poder ejecutivo haya eliminado
del texto legal la regulación dedicada al daños a los derechos de incidencia
colectiva.

El derecho a la reparación desde la


perspectiva constitucional

Bases constitucionales del derecho a la reparación.


Criterios de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación
El derecho de daños ha evolucionado mucho en las últimas, tanto en lo conceptual
como en lo funcional. Podemos señalar una elongación de sus fronteras como
resultado de la expansión de los presupuestos clásicos, que son valorados bajo
una visión menos limitada respecto de la que se tenía tiempo atrás. Las funciones
del derecho de daños, consecuentemente, se han ampliado, tanto en la
prevención del daño, la reparación y la eventual punición de determinados ilícitos.

En esa línea de pensamiento, observamos que el derecho a la reparación


del daño material o moral injustamente sufrido fue consagrado como derecho
constitucional en diversos fallos de la Corte Suprema, por ejemplo, en la causa
“Aquino”40. Esta proclamación del derecho a la reparación como derecho
constitucional es un dato más que significativo, a partir del cual surge un análisis
jurídico que no podemos obviar.

En el caso “Santa Coloma”, la Corte se pronunció en el sentido de que

La sentencia apelada lesiona el principio alterum non


laedere que tiene raíz constitucional (art. 19 de la Ley
Fundamental) y ofende el sentido de justicia de la sociedad,
cuya vigencia debe ser afianzada por el Tribunal dentro del
marco de sus atribuciones y en consonancia con lo
consagrado en el preámbulo de la Carta Magna. 41

39 Art. 1737 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
40 CSJN, Fallos: 327:3753.
41 CSJN, “Santa Coloma, L. F. y otros c/ Ferrocarriles Argentinos”, sentencia del 5 de agosto de

1986, Fallos: 308:1160,


Asimismo, expresó que “no figura entre las potestades de un estado
constitucional imponer a los habitantes cargas que superen a las requeridas
por la solidaridad social”42.

En los precedentes Gunther43 y Luján44, la Corte reconoció en forma expresa la


jerarquía constitucional del derecho a la reparación, con fundamento en el
art. 19 de la Constitución Nacional. En concreto, la Corte declaró:

Los artículos 1109 y 1113 del Cód. Civil consagran al principio


general establecido en el art. 19 CN que prohíbe a los
hombres perjudicar los derechos de un tercero. El principio
alterum non laedere, entrañablemente vinculado a la idea de
reparación tiene raíz constitucional y la reglamentación que
hace el Código Civil en cuanto a las personas y las
responsabilidades consecuentes no las arraiga con
carácter exclusivo y excluyente en el Derecho Privado, sino
que expresa un principio general que regula cualquier
disciplina jurídica.45

Esta tesis se ha venido reiterando a través de los años, proclamando en “P.,


F.F., c/ Ferrocarriles Argentinos”46 y “Peón”47 que dicha reparación de carácter
constitucional debe ser plena e integral.

En estos fallos, la Corte esgrimió el fundamento constitucional del principio


neminem laedere en el artículo 19 de la Constitución Nacional.

Por medio de este proceso, y con fundamento en dicho artículo, la Corte Suprema
de Justicia establece las bases jurídicas del principio alterum non laedere y de la
reparación plena e integral.

En síntesis, dichos principios poseen jerarquía constitucional, sea que se los


emplace en el art. 19 de la CN, como derecho autónomo dentro de los derechos
no enumerados del art. 33 de la CN, o incluso como un derecho que se desprende
del derecho a la propiedad privada.

Otro acápite para analizar surge de la causa "Gorosito"48, en la cual la Corte


intentó limitar nuevamente su posición con un pronunciamiento a favor de la
constitucionalidad del art. 29 de la Ley de Riesgo de Trabajo. Sin perjuicio de ello,

42 CSJN, “Santa Coloma, L. F. y otros c/ Ferrocarriles Argentinos”, sentencia del 5 de agosto de


1986, Fallos: 308:1160,
43 CSJN, Fallos: 308: 1118.
44 CSJN, Fallos: 317:1921.
45 CSJN,
46 LL, 1995-E-17.
47 CSJN, “Peon Juan D. y otra c. Centro Médico del Sud S.A.”, sentencia del 27 de marzo de 1998,

LL del 9.8.200 p.8 y JA, 2000-IV-17.


48 Fallos: 325:11.
en la causa "Aquino" sostiene nuevamente una posición coherente con el
principio de reparación plena e integral.

En un caso más reciente49, pero anterior a la vigencia del Código Civil y Comercial,
la Suprema Corte de Justicia de la Nación tuvo oportunidad de expedirse sobre la
extensión de un reclamo indemnizatorio, para lo cual no sólo apeló a las normas
constitucionales, sino también a los tratados internacionales, a tenor de lo
dispuesto por el art. 75 inc. 22, como así también al control de convencionalidad;
esto es, el deber de la Judicatura de tener en cuenta que las normas internas no le
resten eficacia a las normas convencionales (v.g., tratado o convención
internacional), y que en dicha tarea los jueces y órganos vinculados con la
administración de justicia contemplen no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana. En el precedente,
el alto tribunal aborda las temática del daño recordando que el principio general
que establece el artículo 19 de la Constitución, según el cual se prohíbe a los
hombres perjudicar los derechos de un tercero, se encuentra "entrañablemente
vinculado a la idea de reparación" que establece el Código Civil, y que dicha
reglamentación no tiene carácter exclusivo y excluyente en el derecho privado,
sino que expresa un principio general que regula cualquier disciplina jurídica, y
que la integridad física tiene en sí misma un valor indemnizable; la adecuada
protección del derecho a la vida y la integridad psicofísica de las personas exige
que se confiera al principio alterum non laedere toda la amplitud que éste
amerita, así como que se evite la fijación de limitaciones en la medida en que
impliquen "alterar" los derechos reconocidos por la Constitución Nacional (art.
28).

Que es la violación del deber de no dañar a otro –razona- lo que genera la


obligación de reparar el menoscabo causado, y que tal noción comprende todo
perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria que afecte en forma cierta a otro
en su persona, en su patrimonio y/o en sus derechos y facultades. Dicha
reparación no se logra si los daños subsisten en alguna medida, motivo por el cual
la indemnización debe ser integral (conf. fallos: 324:2972, arg. fallos: 326:2329); ni
tampoco si el resarcimiento –derivado de la aplicación de un sistema resarcitorio
especial- producto de utilización de facultades discrecionales de los jueces resulta
en valores irrisorios o insignificantes en relación con la entidad del daño resarcible
(fallos: 314:729, considerando 4°; 316:1949, considerando 4°; entre otros).

49CSJN, "Rodríguez Pereyra, Jorge Luis y otra c/ Ejército Argentino s/ daños y perjuicios”, sentencia
del 27 de noviembre de 2012, disponible en www.csjn.gov.ar , enlace directo: http://goo.gl/Mydp1w
¿Qué debemos entender por reparación plena o
integral? Reconocimiento legislativo de la reparación
plena efectuado por el Código Civil y Comercial
Al trabajar eta idea en el tomo tercero de “Instituciones” Pizarro y Vallespinos
(2013) se preguntan: ¿qué debemos entender por reparación plena o integral y
cuál es su utilidad y alcance? Y afirman que el tema suele ser conectado con dos
cuestiones de relevancia en materia de indemnización: "la determinación del
contenido del daño y la medida de ese contenido" (2013, p. 181).

En cuanto a la primera, refieren que

Se advierte la estrecha vinculación que existe entre el


principio de la reparación plena o integral del daño y el
régimen predeterminado de imputación de consecuencias
que consagra nuestro Código Civil (...) Y por vía de
contraposición, con otros supuestos, en donde el legislador
se aparta del régimen general y consagra, sobre la base de
distintas técnicas jurídicas, una extensión del resarcimiento
más acotada. (p. 181).

Respecto de la medida del contenido del daño, ella se debe vincular con la idea de
equivalencia, que genera dificultades porque se puede transitar desde una
económica y rigurosa a otra más flexible. Determinan cuatro reglas
fundamentales: "el daño debe ser fijado al momento de la decisión, la
indemnización no debe ser inferior al perjuicio, la apreciación debe formularse en
concreto y la reparación no debe ser superior al daño sufrido" (p. 181).

Resaltan el principio de reparación plena o integral como una de las grandes


columnas sobre las que se asienta el sistema de responsabilidad civil.

Y en ese ámbito adquiere relevancia el tema –siempre ríspido- de la cuantificación


de los daños a las persona.50

Todo lo analizado ha tendido repercusiones concretas en la comisión redactora del


proyecto del Código Civil y Comercial.

En efecto, esta posición asumida por la Corte, en los últimos años, ha tenido
efectos relevantes en el derecho de daños legislado en el nuevo cuerpo
normativo.

50 Véase Tanzi, 2012.


La plena eficacia de un derecho de jerarquía constitucional es inherente a la
racionalidad de su reglamentación y a la respuesta que ensaye el sistema frente a
normas que sean manifiestamente lesivas de la esencia del derecho consagrado.

Tal como pudimos afirmar supra, la nueva norma hace suyas las enseñanzas de la
Corte a lo largo de todo su articulado, plasmándolas de manera directa en los arts.
1738 y 1740. En efecto, la lectura de estas normas permite colegir la expresa
recepción legislativa del principio de reparación plena e integral. Estas normas
imponen al agente del daño recomponer económicamente al damnificado,
dejándolo indemne por las pérdidas patrimoniales y extrapatrimoniales sufridas a
raíz del hecho antijurídico que lo ha afectado.

Así los arts. 1738 y 1740 expresan:

Art. 1738. Indemnización. La indemnización comprende la


pérdida o disminución del patrimonio de la víctima, el lucro
cesante en el beneficio económico esperado de acuerdo a la
probabilidad objetiva de su obtención y la pérdida de
chances. Incluye especialmente las consecuencias de la
violación de los derechos personalísimos de la víctima, de su
integridad personal, su salud psicofísica, sus afecciones
espirituales legítimas y las que resultan de la interferencia en
su proyecto de vida.51

Art. 1740. Reparación plena. La reparación del daño debe ser


plena. Consiste en la restitución de la situación del
damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el
pago en dinero o en especie. La víctima puede optar por el
reintegro específico, excepto que fuere parcial o totalmente
imposible, excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se
debe fijar en dinero. En el caso de daños derivados de la
lesión del honor, la intimidad o la identidad personal, el juez
puede, a pedido de parte, ordenar la publicación de la
sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del
responsable.52

Consecuencias que derivan de atribuir, al derecho a la


reparación, carácter de derecho constitucional
La actitud de la Corte Suprema al asumir una posición de protección a la víctima
del daño, reconociendo el derecho a la reparación plena con estándar
constitucional, tiene su norte en la reforma constitucional del año 1994, con la

51 Art. 1738 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
52 Art. 1740 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
consecuente incorporación a nuestra legislación de diversos tratados de derechos
humanos, así como la interpretación que la jurisprudencia ha efectuado con
relación a tan significativos cambios normativos.

Esto implica tomar muy en cuenta los tratados, en particular los de derechos
humanos, y los derechos reconocidos en todo el bloque de constitucionalidad.
Esta decisión se ve claramente reflejada en casi todos los campos, en especial, en
la protección de la persona humana a través de los derechos fundamentales.

Así, podemos decir que existe una reconstrucción de la coherencia del sistema de
derechos humanos con el derecho privado.

Todos estos postulados son tomados por el CCC, que, al constitucionalizar el


derecho privado, reconoce con carácter expreso el derecho a la reparación plena.
Dice el artículo 1740: “Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena”53,
y el articulo 1716 completa: “Deber de reparar. La violación del deber de no dañar
a otro, o el incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño
causado”54.

El citado art. 1740 sienta el principio de la reparación plena en dinero o especie, y


en los daños a la intimidad y el honor incluye la publicación de la sentencia en
sentido acorde con la postura de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
La reparación plena admite ciertos supuestos de limitación previstos
expresamente, sea por razones de equidad (art. 1742) o de fuente convencional
(art. 1743). En otros casos, las cláusulas limitativas de responsabilidad se tienen
por no escritas, como en la responsabilidad en el transporte de personas por los
daños corporales o muerte (art. 1292) en el contrato de caja de seguridad (art.
1414), en la responsabilidad del hotelero (art. 1374) y establecimientos
equiparados (art. 1375). En la obligación de saneamiento se tienen por no
convenidas las cláusulas de supresión y disminución de la responsabilidad si el
enajenante conoció o debió conocer la existencia de vicios o el peligro de evicción,
o si el enajenante actúa profesionalmente, a menos que el adquirente también se
desempeñe profesionalmente (art. 1038). También se prevén supuestos en los
que el gestor es responsable frente al dueño del negocio, aun cuando el daño
resulte por caso fortuito (art. 1787).

Ahora bien, este principio reconocido constitucionalmente puede verse limitado,


conforme veremos en las unidades 9 y 10. Adelantándonos al análisis, podemos
decir que, en algunos casos, resulta coherente con el sistema; en otros, resulta
opinable.

53 Art. 1740 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
54 Art. 1716 – Código Civil y Comercial de la Nación. Honorable Congreso de la Nación Argentina.

32
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