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AUTORES, TEXTOS Y TEMAS CIENCIAS SOCIALES Coleccién dirigita por Tosetxo Bevin 24 América Latina en el debate contemporaneo. Creacién y apropiacion ertica de las ideas Proyecto editorial en coedicién de Anthropos Editorial y Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias| Tinulos aparecidos Emma LEON, Hugo ZEMELMAN (Coors) Subjetiviad: umbrales del pensamiento social, 1997 Hugo ZEMELMAN Sujeto: existencia y potencia, 1998 Emma LEON Usos y discursos teéricos sobre la vida cotidiana, 1999 Alicia LINDON (Coord.) La vida cotidiana y su espacio-temporalidad, 2000 Alicia Lind6n (Coord.) LA VIDA COTIDIANA Y SU ESPACIO-TEMPORALIDAD ( ) e Al ANTHROPOS TLAVIDA catdianay su espacio-temporalitad / Alicia Lind, coo (Barcelona) :Anthtopos Editorial; México: Colegio Mesiquense/ Centro Region de investiznciones Muliiseplincris (UNAM), 2000 [Bip 120m. (Autores, Tetosy Temas. Clencia Sociales; 24) iiogratins SENSEI TES SH 8 | |.Vidacoiiana Seceloga) 2, Clencia socales-losofla 1 Lind, Alii, coon, IL Coleg Meniguense 1- Centro Replenal de Tinvesignciones ‘Muliieplinarns (UNAM TV. Colecion 3637 Primera edicién: 2000 FI colo Mex, 200 Sed Keen hun de Msc, 2000 O athe aon 200 ate Atpos vial Rb Cael) eee Bidbneon El oe Mexucsey Cento Resonal cs ulna: Ga Aa automa de Meco spe sereeses Depot 39479.2000 aa tin cortncin: al Senis Ets Si) Rub Ty 0) 72298 ere lies Scena, 17 Barons Timpreso en Bspafia- Printed int Spain Fedo dros racnadn tt ln no pee er rod ytd en ‘aren estra en o transmit pos, un sistema de recperacén de informacén,e% lagna forma por ning mai, sn marino, orqutmien electric, magico, ee “soemtca,parfoxocopi,ocanigler oto sn el pro previo po escrito de eitra DEL CAMPO DE LA VIDA COTIDIANA 'Y SU ESPACIO-TEMPORALIDAD (UNA PRESENTACION) Alicia Lind6n Villoria «No hace mucho tiempo, era posible utilizar Ia nocién de vida cotidiana de manera cotidiana. [...] Sin embargo, en nues- tros dias la nocién de vida cotidiana ha salido de lo cotidiano. Esté fuertemente cargada de reflexiones tedricas, y bajo esta forma ha egado a ser el concepto clave de varias escuelas del pensamiento sociolégico contemporiineo [...]. Tal como es em- pleada en la sociologia actual, esta nocién es menos que homo- zénea, Srila de diversos colores, asume diversas significacio- nes, presenta una amplia escala de sobreentendidos, sobre todo de naturaleza polémica [...]» Con estas palabras, Norbert Elias iniciabe una reflexion sobre el concepto de vida cotidiana publi- cada originalmente en 1978.' A pesar de ésta y muchas otras adverteacias planteadas en este mismo rumbo, a veces puede resultar sorprendente que actualmente no faltan dmbitos aca- démicos en los que todavia se habla de vida cotidiana al nivel del sentido comt Este uso a veces libre del concepto de vida cotidiana, eviden- temente ha sido fomentado por la «moda» y el verdadero auge que han tomado los llamados estudios de corte «cualitativo» 0, para ser mds precisos, diremos estudios interpretativos, Si el uso 1, Nothet Elis (1995), «Sur leconcept devi quotidiennes, Cahiers Interationsiee de Sociologe vl. 99, pp, 237-246, La traduceén del atfealo dl alemén al francs es dde Claude Javea, La tnduceidn delos extractos, do ranots al espaol, s nuestra, libre del concepto marca un obstéculo para el avance del cono- cimiento en el campo, el otro nudo que oscurece los estudios que se proclaman de «ida cotidianay también fue advertido por Norbert Elias en ese mismo escrito, y se refiere a la amplia gama de sobreentendidos, a lo no dicho de las sociologfas de la vida cotidiana. Una vez més resultan elocuentes las palabras de este autor: «Es muy raro que se explique que se entiende por vida cotidiana, El adversario al que se le opone la nocién de vida cotidiana, permanece en una semioscuridad [...]. Un grupo no menospreciable de sociélogos que teorizan sobre la vida coti- diana, a los cuales pertenccen tanto los etnometodélogos como los de inspiracién fenomenol6gica, parecen estar unidos por el rechazo de toda la investigaci6n sociol6gica, teérica 0 empirica, ‘que se esfuerza por prestar atenci6n a los aspectos objetivables, por no decir objetivos, de la vida cotidiana. Lo que los une pare- ‘ce ser una reaccién comiin frente a las orientaciones teéricas sistémicas, estructural-funcionalistas y a las teorfas de connota- ciones marxistas».? Nos interesa tomar como punto de partida el reconocimien- toy explicitacién de estos dos vacios —el uso libre del concepto y el amplio margen de lo no explicitado, asociado a Ia diversi- dad propia del campo— para este libro en el que reunimos un conjunto de reflexiones y autores no poco heterogéneos sobre la vida cotidiana, aunque todos ellos mas 0 menos fieles al ante- rior criterio de unién advertido por Elias. En virtud de esta mis- ma heterogeneidad consideramos necesario que esta presenta- ci6n proporcione algunas pistas para organizar el acercamiento al campo de la vida cotidiana y en particular, a los textos aqui reunidos, sefalado que las sociologfas de la vida cotidiana se ocupan de los procesos de produccién de la sociedad a través de las précti- cas, claro esta, bajo el entendido de que las pricticas no pueden 2 Bap. 238 3. Wal 4. Mauro Wf (1988), Sail deta vie conidia, Co Teoma, Céteka, Mad ser estudiadas al margen de los sentidos que llevan consigo, 0 lo {que a veces se ha denominado «los contextos de sentido social- ‘mente compartidos». posicién también se encuentra presente en muchos autores cli- sicos en el tema. Por ejemplo, Norbert Elias ha sido claro en que no hay razén para pensar lo cotidiano como opuesto a lo estructural, no hay por qué pensarlos como dos polos inconci- liables: «Sobre todo cuando se trata del proceso de transforma. de las estructuras sociales, el estudio de Ja dimension expe- Tiencial, de Ia manera en que Tos hombres, en su relacion con” ippcvetcaa te bs eoraciines commaajen Gs 6 sn nS sSuccion come a su tansloumacions,® En tltima instancia, esto ‘es una afirmacién de la concepci6n segcin la cual le.social resi cde eno cotidiano, Como ejemplo en el mismo sentido se puede Tecordar la linea del pensamiento que se dedicé a analizar el equivoco de oponer la vida cotidiana y la historia? esto varies autores dedicados a este campo han planteado que lo cotidiano es el lugar en donde se juega la socialidad de la alteridad Cabe sefialar que la nocién de socialidad, o lo «socie- tal en acto» para usar la expresién de Maffesoli,? toma conteni- ii: partir de la vivencia intersubjetiva que se juega en cual- jer relacién social. Asf, se puede decir que lo cotidiano es el fugar en donde el individuo se enfrenta al otro, es el lugar en «donde la alteridad es metabolizada».!° Esa metabolizacién del 5, Pina Lalli (1985), «Engagement et quotdiens,Sociges: La rhétorique ds quot dio, wo. 1, 2° 3, Pas, 6, Norbat Elias (1995), op. cit, p. 239. La traduccién es mies 7. Gade oven (199), tit propostons srl quotes, La sack vf jour ors sur la vie quotidiene, Col, Ouvertnes Socologiges, De Bagck Universi, Bsa. 8. Pina Lalli (1985), oc, ps 12 9, Miche Malfesli (1993), El conocimiewtoerdinari, Col, Sociologl, FCE, Mx- >, pp. 21-3, 10, Peto Bells (1985), «Fvénement et quotdiens, Soci: Zarhterigue du quo- tiie, vol 10"3, Pai, p11 otro, de lo ajeno, de lo nuevo, lo desconocido, lo diferente, es una forma de hacer que perdure el vinculo social. Es por esto Oeste eLeompeamiso fundamental de lo cotidiano es asegurar Ja permanencia de lo social. Evidente- ge diano y la «reproduccién», es decir, aqut se la est concibiendo ‘como reproduccién de la condicin social del hombre. Ast, lo cotidiano puede entenderse como «el lugar de un estado sin cesar naciente de la socialidad, presentindose como produc- cién imaginaria y simbélica de las relaciones sociales, como ritualizacion incesante del vinculo social».!! De acuerdo a Pietro Bellasi,!#1a «metabolizacién de la alteri- dad» se produce a través de lo que él denomina las «figuras metaféricas», con las cuales el imaginario es capaz de darle un Jugar, un sentido, una interpretacién, al otro, al acontecimiento, alo desconocido, a lo diferente. Esa asignacién de un lugar en un acervo de comprensién del mundo es un proceso eminente- mente simbdlico y que tiene su expresién en las «ret6ticas», es decir en los discuirsos, los relatos, las l6gicas, las narrativas, los mitos, con los cuales los individuos interpretan al otro y al mundo, y en consecuencia acttian. que las «ret6ricas» se concretan en las «figuras ret6ricas opera- cionales», que no son otra cosa que Jas pricticas cotidianas, los haceres de los individuos, o mejor aun, las cadenas 0 secuencias de haceres. F Ry: - yertla socialidad misma. Asf, en la socialidad se crean y recrean is figuras retérieas operacionales porque dichas figuras estan abiertas a Ja experiencia directa, que ademas es de cardcter es- 11 sbi p11 12. ibid. 13, Aquf nes estamos haciendo exo del principio emometodolgco del reflex dad, segin cl cual todo «decir es un hacer. Al decir un igo sociocults uina porma, sea sid haciendow 10 pacio-tenporal. Al respecto, siempre es ilustrativa la tan conoci- dda frase de Erving Goffman: «alos momentos y sus hombres», en donde la nocién de momento da cuenta de las coordenadas es- pacio y tiempo, ademas de la socialidad. El énfasis en la espacio-temporalidad del hacer, de las préc- ticas, es una herencia directa del pensamiento schutziano. Para terior (el tiempo césmico medido a través del cece lo y los instru mentos de medicién), en un tiempo interior (la duracién, los tiempos fuertes y débiles, la multiplicidad y la unicidad tempo- ral..) yen el espacio, a través de la comunicacién.'* Esto no implica que el pasado no sea de interés para lo cotidiano, lo es, pero no como trayectorias, sino como experiencias pasadas ¥ sedimentadas bajo la forma de conocimiento incorporado y dis- ponible en el presente, como conocimiento a la mano. EI espacio de la experiencia prictica supone el manejo de las distancias sociales y afectivas. Por eso, para las sociologias de la vida cotidiana el anilisis de la componente proxémica, lo que es lejano y lo cercano, cémo se actita en Ia cercanfa social y e6mo en la distancia social, es parte de Ia experiencia prictica misma, El espacio de la experiencia préctica, el espacio en el cual se produce la dada interaccién/intersubjetividad, constitu- ye un territorio en el cual se inscribe un lenguaje natural y en el ‘cual se produce la elaboracién de un dominio de ese lenguaje Ast, Licrritorio puede ser entendido como un «modo de orga: nizar la experiencia sensible» y la territorialidad, como Ta rela- ‘Gion que establece el individue con ese terntono, 14, Bemard Poche (1996), «Entre Téconomiemonde et la néoocalit: In proble- ‘matiqueteitovale du sens, en Monique Hirchhom y Jean-Michel Berthel (2s, Mobilis 1 ancarges, Vers un nonwau node de spats, Col, Vilas et Entepr ses, LTlarmatan, Pars, p. 116 15, Albin Bourdin (1996), «La anerage como choix», en Monique Hirschbom y Jean-Mictal Bertelot (dirs), Mobliés et ancanes. Vers uo nouveau mode de spat ‘sation?, Co. Vile ot Entreprises, Harmattan, Pats, p39. u Todo lo anterior implica que para Tos enfoques desarrolla- dos desde la vida cotidiana, el espacio no se limita al focus ex- terno a la experiencia sino, carga con los sentidos significados de las experiencias; asf como el tiempo tampoco se restringe al césmico y medible, Este Conjunto de relaciones con el que intentamos esbozar el campo de la vida cotidiana, entre otras cosas, permite com- prender con profundidad por qué Christian Lalive d'Epinay a inicios de los afios ochenta decia que existen cuatro vias para entrar al estudio de la vida cotidiana,"” siendo éstas, la social dad, los microrituales, el espacio y el tiempo. En otras pala- bras, se puede plantear que las-sociclagias de la vida cotidiana suponen una particular mirada sobre la realidad, una mirada que se orienta a esas cuatro puertas de acceso y toma como unto _de_partida al individuo frente a la alteridad. Evidente- giaesta ae ale loess par estaar a as ea Leliere denominé «los materiales» que constituyen la vida cotidiana,'* refiriéndose a los componentes de Ia vida cotidiana, como el trabajo, el ocio, la sexualidad, la residencia, el transporte, la vestimenta, etc. Abe Ly (390, aa miei de ace Si Os wets ed) Salone evils Cl Gtographia en Liv aration, Ps 161-178. ier i via nul ito Lal dpnay (1983), aa i quid, Eade cosrtion un cone sociopgue et antoplaigun, Clas nation de Soca ‘vol. Ixxiv, PUF, Paris. oe ee 18 let Ltebre (1972), La vide coins ev mun mademo, Aisa aise cdo moderna, lanza a 12 pecifico no esti en el elemento, comp en el tipo de mirada SST Rilo de Michel Maffesolititulado «Socialidad y natu- ralidad o la ecologizacién de Io social», se ancla en la idea de entender a lo cotidiano como el lugar en donde se juega el en- frentamiento con la alteridad. Sin embargo, introduce una in- novacién al considerar que en las sociedades que no operan exclusivemente bajo la légica de la razén pura, que caracteriz6 a la modernidad, la «naturaleza» se constituye en una particu- Jar alteridad. Asf, el planteamiento borda sobre el triinsito de tuna relacién con la naturaleza en la cual ésta era un objeto que el hombre podfa controlar, dominar y utilizar, a otra concep- cin «inmanentistay en donde la naturaleza se constituye en-un «alter» del individuo en su vida cotidiana. Asf, la incorporacién de la naturaleza como alteridad implica que ésta pasa a consti- tuir intemamente el vinculo social, en suma, la sociedad se na- ‘uraliza y la naturaleza se socializa. Esto implica superar la clé- sica dicotomfa sociedad-naturaleza. ‘Si Michel Matfesoli se plantea la vida cotidiana frente a una alteridad, eal gran Otro», llamada naturaleza como algo que surge en las sociedades posmodernas (y premodernas), la refle- xién de Emma Leén se ubica en la critica a las teorfas de Ia vida cotidiana desarrolladas bajo la concepcién de la modernidad, que siempre buscan diferenciar, jerarquizar, clasificar y sepa- rar, Por ejemplo, separar a la sociedad de la naturaleza, a lo cotidiano de la historia, al individuo de la sociedad, por men- De acuerdo a Emma Leon, al recurrir_a este tipo de conceptos que trascien. den el tiempo medible y el espacio de la Jocalizacién, el investi- lor podra comprender lo cotidiano con toda «la relatividad, gaat a eta para cae TO “que ese mundo se Meare § tnerasiea cae eis dal plobos; yb orate asi ala simple reproduccion, como han tendido a hacerlo Tas ico Se ae aan Ge Ta vide condiana Construidas bajo la légica racional y clasificatoria de la modernicad. 13 [En esta dinémica Reguillo enfatiza la ‘importancia de los desajustes entre las pricticas y los discut sos (Io que venimos denominando «las retéricas de lo cotidia- no»), como pistas para entender el cambio social. Estas bre- chas entre las précticas (ritualizadas) y los discursos para nombrar la vida, de acuerdo a la autora se van generando en Ja capacidad «subversiva de la vida cotidiana, es decir en la capacidad para recrear el hacer y sus formas, que conlleva la necesidad de crear nuevos discursos para legitimar, para fun- Sassi pesierlilbespartstonibrar: een nneve oenove El artfculo de Daniel Hiernaux aborda la vida cotidiana des- de un particular émbito, el turismo y luego de distanciarse de Jos enfoques tradicionales acerca de este fenémeno—eel adver- sario marxista, estructural-funcionalista o sistémico del que ha- blaba Norbert Elias»— como los anteriores autores, también considera que Ia cotidianidad en el turismo es un lugar privile- giado para entender lo social. Tal vez podriamos pensar, aun- que el autor no lo plantea asf, que segtin esta vision el turismo se constituye en un «pequeiio mundo de vida» en el sentido desarrellado por Benita Luckmann,}” es decir, un Ambito de la vida cotidiana caracterizado por un estilo interaccional propio y por formas de conocer también especificas. Ast visto, el mundo del turismo, segiin Hiernaux, representa un ambito privilegiado para la construccién de nuevos consensos sociales, nuevos 6r denes, en donde la relaci6n con la alteridad més facilmente es- capa del deber ser que en otros ambitos de la cotidianidad. No obstante, Hiernaux es claro en que este orden subversivo, inno- vador, creativo, donde el «yo se impone al mi social», es efime- ro, como tan efimero es el turismo en la vida de una persona. Ms alla de lo que esto representa en si mismo, el autor siguien- 19, Benita Luckmann (1978), «The small ifeswords of modern mans, en Thomas Laackmann, hevonenoigy and Soil, Penguin Books / Peregrine Books, ar 14 do la idea de la «turistificacién» de las sociedades actuales, se- fala que la trascendencia de esos actos subversivos, de estas pricticas innovadoras, radica en que se van filtrando a la vida cotidiana fuera del turismo, socavando las bases del orden, de Ioestablecido. Resta mencionar, como el propio autor Io hace, que el turis- ‘mo sigue siendo un fen6meno que no es parte de la cotidiani- dad de todos los sectores sociales, de modo tal que estas refle- xiones estén pensadas desde sectores sociales medios y altos. No obstante, podemos recordar que Ortega y Gasset decfa que fem necesario estudiar lo que las clases altas hacen y piensan, entre otras cosas, porque sus discursos, ideas, valores y pricti- cas generalmente son tomadas como un modelo a seguir por parte del resto de las sociedades, aun cuando esa difusi6n de los ‘modelos implique varias generaciones. Silos trabajos de Hiernaux y Reguillo se dedican a explorar los resquicios en los que se produce la innovaci6n en la cotidia- nidad, en cambio, el articulo de Salvador Juan se interesa fuer- temente en las formas de coaccién social que impregnan la vida cotidiana, Salvador Juan le da nuevos contenidos, desde la es- pacio-temporalidad, a Ia idea habermasiana de la colonizacion del munco de la vida cotidiana por parte del mercado. Asf, ana- liza la creciente especializaci6n de los espacios dentro de la ciu- dad como un factor que lleva a los individuos a fraccionar espa- cialmente su cotidianidad a través de innumerables desplaza- mientos para realizar las miltiples actividades con las que se «llena» a vida, con la particularidad de que esa alta movilidad espacial es un «transitars, un pasar por muchos Tugares, un atravesar lugares, pero sin permanecer en ninguno de ellos. ‘Salvador Juan la figura de la «tensiOn» es uno de los rasgos ma caracterésticos de Ia vida cotidiana que ha sido colonizada por el consumo y en donde las interacciones, la socialidad, la alteri- dad se viven con el «objeto de consumo». El otro frecuentemen- te es el objeto de consumo. 15 eas Pablo Fernandez mas bien nos di- sspacio se debe buscar en los fluijos delocalizados, con la salvedad de que el autor no emplea esta terminologia. La propuesta de Pablo Fernandez es que la for- ma de comunidad originaria permanece como realidad coti- diana, por eso su anilisis de la vida cotidiana es a través de la comunidad, bajo el reconocimiento de que hoy es necesario pensar a la comunidad bajo su condicién posmoderna. En este sentido su propuesta es que si la comunidad se define por dos rasgos, el suelo y la atmésfera simbélica (lenguaje, tradi- cién, valores, cultura, normas, sentido de la vida...), en la co- munidad posmoderna, y en consecuencia en la cotidianidad posmoderna, éstas han tomado nuevos contenidos. El suelo se ha transformado en transporte, en velocidad y la atmésfera simbélica ha devenido inmediatez, transitoriedad, fugacidad. De esta forma, la vida cotidiana posmoderna mas que com- prenderse por una atmésfera simbélica arraigada al suelo, debe entenderse por la transitoriedad, la fugacidad de lo que esta en permanente situacién de transito, de movimiento, lo instanténeo. Tanto Salvador Juan como Pablo Fernandez nos hablan de la vida cotidiana a partir del movimiento en el espacio y la ace- leracién del tiempo, con la aclaracién de que ni el movimiento, ni la fugacidad, ni el eterno trinsito aseguran la innovacién de la cotidianidad. En cambio Claude Javeau nos acerea a la vida cotidiana a partir de lo que se ha fijado en los lugares, se intere- sa en el pasado que quedé anclado en el espacio y que puede ser transformado en presente por la rememoracién que ocurre con el regreso al lugar. Asi, faude Javeau plantea que estos Tugares de memoria resultan fundamentales para comprender e6mo se estructuran las situa- ciones de interaccién cotidianas ya que la rememoraci6n influ- ye en el cariicter que toma la sittiacién de interaccién actual en Ja que se encuentra la persona en ese lugar, también inciden en Ja constitucién de microrituales. En otras palabras, esa evoca- 16 cién no es neutra para la socialidad que esta en juego en el mo- mento de la rememoracién. Eltexto de Alicia Lindén, parte de un interés semejante al de Claude Javeau, usualmente al tiempo se le ha otorgado més relevancia que al espacio, sin embargo, es necesario revalorizar el espacio para comprender la vida cotidiana. Sobre esta inten- cién primera se ancla otra, el espacio no sélo es estructurante de la cotidianidad cuando se expresa bajo la forma del movi- miento, actualmente puede seguir siendo relevante el espacio ‘como anclaje, como fijacién, como falta de movimiento, a pesar de Ia difuusion de las tecnologias del movimiento. En este caso la fijacién no es de significados y emociones, como lo plantea Ja- veau, sino ée haceres, de pricticas actuales. La autora incaga Héctor Rosales, igual que Alicia Lindén, ancla sus reflexio- nes sobre la vida cotidiana en un referente empfrico, se esté focalizando en sectores populares urbanos de la ciudad de Mé- xico, aunque a diferencia de Lindén, Héctor Rosales no observa a los autoconstructores de vivienda, sino la vida vecinal en los grandes conjuntos habitacionales» (los conocides Grandes En- sembles que la investigacion urbana descubrié en los aiios se- tenta, los HLM franceses..). El aporte fundamental de Rosa- les esté en su propuesta de comprender el individualismo, que 20, Como una varonte panicular dela concepeién maffsoliana: Maffesoli (1979) 1a congue ca pésent, pot ane socolose de lave qutidre, Col. Socologte eu jours, PF, Pais 17 constituye el cemento de la vida vecinal en un conjunto habita- ional particular de la ciudad de México, a partir de la dualidad de origen entre la «animalidad y lo social» que todo ser humano lleva consigo, otra expresién de la compleja relacién «naturale- za y cultura» de las que nos habla Michel Maffesoli en el primer articulo de este libro. Abril de 1999, Ciudad de México 18 SOCIALIDAD Y NATURALIDAD OLA ECOLOGIZACION DE LO SOCIAL* Michel Maffesoli En.un sitio arido y rocalloso de una isla perdida en el cora- z6n del Mediterréneo, mediando agosto, una playa de naturis- ‘as, dificil de aleanzar por un camino escarpado y tortuoso. Alli reina una calma orgénica, una extrafia armonfa entre los cuer- pos desnudos y Ia grava seca sobre Ia cual descansan. El sol que absorben golosamente Jes sirve de cimiento. Ethos natarista. Ciertamente es una ética de la estética, la tica de un sentimien- to.comin es lo que se aprecia en aquel sitio. ‘Transportémonos durante el verano austral a miles d> kil6- ‘metros de aqui: una playa desierta de la bahia de Guanabara en Rfo de Janeiro. Un cortejo de mujeres y hombres todos vestidos de blanco, celebran un culto extrafto y familiar a la ver. Frutas, flores, cantos, danzas se ofrecen en’ misteriosos rituales a Je- manja, rey de las aguas. Maftana sera en el conjunto de las playas cariocas donde se celebrardn estos misterios. Otra vez la comunién con la naturaleza ajusta el vinculo social. Pensemos finalmente en las atascadas calles de Tokio. Todo es artificio y publicidades de la civilizacion, La agitacién indus- tiosa es la reina del lugar. Sin embargo, es en ese sitio donde, a + craduccién welizada por Daniel Hiernaux-Nicolasy revs por Alicia Lind, 1, Profesor dels Sorbona, Centro de Estudios sobre Io Actual y lo Cotkano (CEA0), Universidad de Pais 5. E-mail: maesol@univ-paisSir 19 Ja manera de puntuaciones silenciosas, encontramos frecuente- mente a la vuelta de un edificio, en el cruce de las calles, en un arrinconamiento cualquiera, un pequefo altar dedicado a los dioses tutelares, sirviendo de anamnesis de los ancestros funda- dores y de las fuerzas naturales. Podemos proseguir sin limites con ejemplos en esa direc- cién, Si su ntimero fue la constante durante la modernidad, su visibilidad tiende a acrecentarse durante la posmodernidad. En un libro anterior, comentando acerca de fenémenos cercanos, propuse hablar de la ecologizacién del mundo social. De esta ‘manera, se trataba de insistir sobre el hecho de que la naturale- za ya no se considera como un objeto para explotar, sino que se la inscribe mas y més en un proceso de asociacién. Es en este sentido que la naturaleza ya no puede ser extrafia al debate social; ciertamente es una modulacién especifica del hedonismo contemporineo: gozar aqui y ahora de los placeres que nos ofrece Ja tierra, gozo que bien puede ser inmaterial, espiritual inclusive, y que no deja de recordar la formula fran- ciscana: nihil habentes, omnia possidentes. En efecto, subyace cierto franciscanismo en la ecologia multiforme que se deja ver. ‘Algo que se relaciona con lo que el socidlogo R. Bellah llama «el misticismo de este mundo» (this worldly mysticism), aunque este término se aplica en un caso particular;? podemos extrapo- lar su expresion y reconocer que bajo diversas formas, el amor a Ja naturaleza, la socializacion en Ja naturaleza, descansa esen- cialmente sobre la recuperaci6n del inmantentismo, El gusto por Ja inmanencia no es asunto nuevo, pero resurge con regular dad cuando los diversos trascendentalismos (Feligiosos, politi cos y morales) se saturan, lo que parece ser la situacién actual. Por ello, esta preocupacién por el presente pasa entonces por el go70 del mundo y de sus frutos Resultaria fécil demostrar que esta ecologizacién del mundo se inscribe en una tendencia més antigua, Me limitaré a men- cionar esta Filosofia de la naturaleza que se desarroll6 en Ale- mania durante Jos siglos xvitty XIX, que culminé en el Roman- ticismo, pero que —no lo olvidemos— encuentra sus rafces en J. Boehme y Paracelso, Es en esta tradicién que el pintor y mé- 2. R, Bollah, Tokagniva Religion, Beacon Press, 1980, p. 152, Sobre el epesents: mos, remit nit Mbro M, Mafesl, congue dui preset, Pais, PUE, 1979 20 dico C.G, Carus forj6 la expresi6n Exdlebenerlebnis, que solo agre- ga, aunque con pertinencia, las palabras «tierra», «vida» y «vir venciay.’ Vivencia de la vida de la tierra. Aqui tenemos la sensi- bilidad que permea la ecologia romantica que podemos obser- var en la actualidad: una mezcla de emociones colectives y en cierta forma gregarias, un vivido natural engendrando un indu- dable vivido social. Parecerfa que los Naturphilosophen no se restringen alos cit- culos cerrados y algo marginales, sino que se han difundido por capilaridad en el conjunto del cuerpo social. Difunden as{ una manera de vivir, que en numerosos campos —comida, medici- nas, sexualidad, vestido— supera la clisica dicotomfa naturale- za-cultura, objetivo-subjetivo, vigente hasta ahora. La ciencia en general y el pensamiento en particular han sido contarinados por esta sensibilidad; bajo una forma mas © menos abierta, ad- miten que conocer es también «nacer-con* Asi, por lo que se refiere a las ciencias sociales, los relatos de vida, el método bio- grifico, el interaccionismo y la sociologia comprensiva son pers- pectivas ilustrativas de esta situacién, en mas de una dimensién. Es en este sentido que una reflexién sobre la naturaleza re- sulta ser de lo mas oportuna para nuestro propésito, en la me- dida en que precisamente insiste sobre la vida del Todo, la vida como un todo. © también cuando permite considerar —para relomar una expresiGn de Schelling— que «la belleza es el pun- to de coincidencia de Ia realidad y lo ideal, otra manera de expresar la sinergia que existe entre la naturaleza y la cultura’ Se trata de una eestética acabadan, id est no una estética como especializacién de Ia historia del arte o de la filosofia, sino, en una perspectiva roméntica, como el pensamiento multiforme de la coincidencia de la genie y las cosas, Resulta que tal coinc- dencia expresa bien el ambiente dionisfaco que pademos abser- var empfricamente en nuestras sociedades. 3. Véase C6. Carus y GD. Friedrich, De fa pinture a paysage dans temas ‘romanique (ad. francesa), Pass, Klincksick, 1983, p. 8, Sobre J Boehm was G. Darin, Zaft de condounier Pars, Dene, 1983, 44 N- de 7 el autor se basa aquten la Lentiliacion de a consonancia francesa de sconnalivs (conocer) y scon-nalres (pacer con), tema que mang ya ens mis ‘eelente iro Fogel arson sensible, Grasset, Pats, 1996 (Mlchel Males, logo 4s tran sensible, Barelona, Pais, Col, Sudo, 129, 1997 sights Sebsing ets ehcp, Pai, Kline 1978, ype do X a En referencia a aquellas ilustraciones anecdéticas que acabo de hacer, este ambiente se integra a la vez con el cuerpo que se desnuda, el cuerpo que llama al gozo, as{ como con el cuerpo que ritualmente ofrece y se ofrece a los gozos espirituales. En tun caso u otto, se trata bien de una mistica, es decir uma liga s6lida uniendo personas entre sf, y colectivamente uniendo a las personas con la naturaleza que les sirve de soporte. Hice referencia a los Naturphilosophen alemanes; uno de ellos, Oken (1779-1851), Hevando hasta su conclusién la légica que obra en la vida como un todo, elabors inclusive una «cos- ‘mogonfa erética» que no dej6 de inspirar a numerosos grupos de iniciados hasta fines del siglo xix (Max Weber frecuentaba uno). Esta cosmogonfa prefiguré extrafiamente Ja mezcla de ecorporefsmo» y espiritualidad que inlluyé profundamente en la sociedad contemporénea, desde la generacién «Beat» al paci- fismo, pasando por diversos naturismos y comunitarismos.® En una época en muchos aspectos cercana a la nuestra, la del renacimiento que vio derrumbar las certezas dogméticas del positivismo teolégico, Pico de la Mirandola, en Ja tradicién dela mistica averroista, interpret6 Ia union del universo y Dios en términos de copulatio, modo que usa para reforzar el concepto cristiano de la Encarnacién.? Obviamente que la nocién mistica de copulatio es ciertamente un eufemismo bajo la pluma del filésofo. Sin embargo, en otros circulas de la época no dejaba de adquirir un sentido més carnal. Se puede decir que la refle- xi6n filos6fica de un Pico de la Mirandola y la prictica corporal de los hermanos y hermanas del Libre Espititu, participaban de un mismo ambiente: el que considera que existe una suerte de armonia entre Dios, la naturaleza y el Hombre, o también que Ia Naturaleza es finalmente uno de los nombres de la deidad. Este payunisiny ctoniano (cténico) resurge regularmente en. las historias humanas. Ciertamente puede expresarse bajo mo- dulaciones particulares, pero su estructura permanece idéntica 6. Vase la refermcia a Oken,fndador dena sociedad germsnica dela histra y de la meaicina en C.G. Carus, op. et, p. 37, nota 15. Recwerdo que en la ina de Klages, Max Weber se interes en est srotismo odsmlcos (ef W. Bevjami et Pris, Ed. Cerf, 1986, pp. 29s. 7, Vease H, de Lubac, Pi de Ie Mirandole, Parts, Auber, 1974, p. 295. Sobre los Hermanos del Libne Espitay sus prictics eosporatosliberadas, vease R. Vaneigem, Le mouvement di Hee esprit, Paris, Ramsay, 1986. 22 es la de la unicidad césmica. A la manera de una corresponden- cia poética, todos los elementos de lo social y lo natural, se remi- ten unos a los otros, rezumban unos sobre los otros. El micro- cosmos y el macrocosmos funcionan entonces en tna corstante reversibilidad. Tal flujo mfstico va a expresarse tanto en el flujo vital filos6fico como en el vitalismo sociol6gico (desde Simmel a la sociologfa conterporainea de Io cotidiano) 0 en las «nuevas alianzas» que se establecen entre la ciencia y la reflexién bio-so- cio-antropolégica (Prigogine, Reeves, Morin). No debemos ofen- demos; si nos limitamos a las constataciones, se puede decir que estas perspectivas epistemologicas cristalizan intelectualmente, volens nolens, toda una serie de actitudes que, del sinerstismo religioso 0 ideolégico al exotismo y pluralismo de los modos de vida, pretenden vivir en el presente todas las posibilidades y po- tencialidades de Ia existencia. Es manteniendo en mente, por tuna parte esta (re)novaci6n inmanentista y por otra parte, la multiplicidad de las pricticas empfticas, que podemos apreciar elaspecto matricial de la perspectiva naturalista. Tal apreciacién es muy delicada, quizs imposible, cuando sabemos la amplitud de lo que, a falta de mejor definicién, llamarfamos la ideologia «activista» que reiné soberanamente a partir de la filosofia de las Luces. Para ésta, la naturaleza solamente existe como soporte hueco, tiene por tinica vocacién ser dominada, También, y en la misma orientacién, la socie- dad es construida, es el resultado de la accién més 0 menos racional, de los individuos asociados contractualmente. Una palabra puede resumir esta episteme: el dominio, Dominio de Ja naturaleza, de sf, de la sociedad. La historia hacia un fin, Ia gran marcha real del Progreso son las palabras maestras. Ast, todo se construye. En couliuste, recordemos que puede existir otro punto de vista epistemol6gico. De una manera heuristica, he prepuesto hablar de lo predado social. Encontramos esta perspectiva en Alfred Schutz cuando sefiala «lo que se da por hecho» (Taken for granted)? Es muy claro que lo predado tiene el trasfondo de 8, N. del 7: usaremos el término splicado en la fenomenslogta de epredado» para teaducir ele dann, es decir el conjinto de hechos que provienen dela pesepeidn livctayno se eonsiruyen a partir del conocimiento raion 9, Remito a mi tesis de estado: M. Matfesali, La dmavnique socicle, Grenoble, 6 un naturalismo evidente, No es menos evidente, que lo anterior induce una actitud intelectual espectfica. Para referirme nuevamente al romanticismo alemén, pienso particularmente en lo que el tedlogo Schleiermacher Ilamaba sla intuicion extrafiada del universe». Tal acto de maravillarse es retomado en el Renacimiento cuando Pico de la Mirandol vefa en el hombre el més grande de los milagros, cuando lo coneebfa como una «abreviatura del universo», 0 también cuando se evocaba In paradoja de «nuestro mundo cerrado, un ‘mundo infinito», Ta tarea que Schleiermacher atribuye a Ja teologfa —Ia con- templacién intuitiva del universo— tiene principalmente dos funciones que nos interesan aqui: Por una parte, funda stricto senso la religién, es decir que liga (religare) los hombres al cos- ‘mos y los hombres entre sf; por la otra, no permite que se olvide que el hombre «es una parte del universo».!° Estas referencias son instructivas ya que permiten ensefiar la relacién existente entre el naturalismo y la religi6n, 0 por lo menos, entre el natu- ralismo y la religiosidad. En efecto, esto no es para nada sosla- yable en nuestras sociedades. Pone en evidencia, en oposicion al «activismo» de Ia modernidad, que uno puede ser envuelto por tna suerte de pasividad, invadido por un sentimiento eoceéinicon, sea en el exotismo paisajfstico, sea en la multitud enatural» de un concierto de rock. Es en este sentido que la intuicién del universo, aun siendo no-accién, puede engendrar yy confortar tn ser-conjunto indudable. Es, en cierta manera, la condicién que posibilita esta reliance" esencial, que bajo una forma titubeante, discreta o abierta, no deja de afirmarse en la socialidad contemporsinea. {D7e reproduce on Til, 1981. Sobre Ale Sct, Ze rch equ (Ga, acre, Pos Midis, Klincsek, 1987 (Abed Set 1 proiome de a flat soe morons, Boos Ait, 1979. IO. Sobre Schlomachor, vase M. Michal La dle ux res vel cule, ov CaS yp 4889152, Sobre Pi oe de uae op ey pp 130132 Sobre el conepio de nc, wase Mf Bolle de Bl, Eaton conmunte Sree, 100 Para un buen nds dels sano, vee P. Seti, Ort {2 taason cme, Pr, Bows, 1987p 83 1 Ma oso eae re au ae «fuer cone spc enable, como pos abi con ot Yo {or oumplo, goveiene Se recor qe en To selena, se hab cho de salir Fenccen rene alanodepedenci a contr con propia Ersas,Podtamos tora el end de sdepener den miss 24 Mucho antes de Halbwachs y su Topografia legendaric de los cevangelios, M. Guyau en su libro sobre El arte desde una pers- pectiva socioldgica, habia insistido con raz6n sobre la «influen- cia del medio fisico y del habitat» como «elemento importante para la sociologia estética». Claro es, Ia entendfa stricto sensu, como sociologia del arte. Sin embargo, para él la naturaleza, el ambiente, determinan las producciones culturales; se trata de una memoria que, tal como cédigo genético, se inscribe en la profundidad y se vuelve la lave indispensable para la compren- sién de toda obra humana." Mis alld de una simple caracteri- zaci6n artistica, la focalizacién sobre la naturaleza explica lo que se puede llamar el paradigma estético, es decir la armonia establecida entre el medio animado y el medio inanimado. Es esto lo que puede permitir entender las emociones espaciales, el genio del lugar; el aura atribuido a tal o cual paisaje, sin olvidar Jos lazos con el «pais» de las emociones sentidas y de las simpa- {fas no racionales que se puede tener para aquellos que partici- pan real 0 imaginariamente del mismo terruio, Todo lo ante- rior merece atencién, no se trata de simples reminiscencias de ‘una época barbara en vias de desaparicion. Todo lo cortraio, ello entra en una parte importante de lo que he llamado la eco- logizacion del mundo social y es posible que la constitucién, Ia ‘ocupacién, lo vivido del espacio social sean incomprensitles sin esta dimensién «natural». Resulta que tal perspectiva de reliance no lineal, puede en- contrarse en la correspondencia baudelairiana, donde los soni- dos, los colores y los olores se responden, pero también en el procedimiento dle la parataxis que pone en relacién a los luge- res y los personajes originados en periods diferentes." La poe- sia de Hélderlin descansa en ello, poesfa que del «Vater Rhein» hasta los paisajes yriegos nos pasea en una ronda sin fin a wa- vvés de topogralfas estilizadas. El poeta insiste en la importancia del relacionismo, ligando las cosas alejadas y sin relacién apa- rente. Relacionismo que no es s6lo el de los personajes de la vida corriente 0 legendarios, sino también el de Ja naturaleza 12, Véase M. Guyau, Lart au pot de ve socofoigue, Pats, Flic Alea, 1980, 536. Sobre la memoria on Hallowachs, ase G, Namser, Mente e société, Ps, Me Aliens Klincksiock, 1987 13. Vase el andiss dela parataisen Adon, Notes sr literate, Pas, Fan ‘marion, 1984, p. 108, 25 aque les sirve de soporte. Jugando asf a Jos acortamientos part tixicos, Ia poesia nos introduce en una visién holistiea del uni- verso, que el linealismo y el fantasma de la separacién (cultura- aturaleza, sujeto-objeto...) propios de la cultura occidental nos habfa hecho olvidar. El tiempo y el espacio, constituidos por clementos miiltiples, no son entidades homogéneas y continuas, pero pueden difractarse al infinito, No se pueden reducir a las simples leyes de Ja causalidad, sino que por la reversibilidad entran en accionesiretroacciones los unos con los otros. ‘Sin poder desarrollario por falta de competencias, se puede recordar, de una manera alusiva, que el procedimiento de Ia parataxis en poesfa o en ret6rica se asimila con los descubri- Jnientos cientificos de punta que insisten justamente sobre la complejidad del mundo fisico y sobre la interaccién de todos Jos elementos entre si, sobre su enriquecimiento (sinergia) y s0- bre su complementarieclad. Recordemos que tal complejidad también puede apreciar- se en cierta «orientalizacién» del mundo social que podemos apreciar hoy en dia, Los historiadores —pienso en particular en 13. Baltrusaitis 0 en E. d'Ors— han demostraclo que tal «orienta~ lizacién» se ha hecho presente en diversas épocas. Basta a este respeeto prestar atenci6n a los motivos esculturales y arquitec- t6nicos de varios siglos para convencerse de ello. Una simple constatacién empftica en Ia vida cotidiana de nuestras megal6- polis permitira subrayar su importancia en numerosos campos os modos de vida, la comida, la vestimenta, ete: Existe un sector en donde este proceso es particularmente evidente, es el sincretismo religioso y filos6fico. En contra de los valores simplemente racionalistas del Occidente —linealis- ‘mo, causalismo, «activismo» histérico 0 social— lo que pode- ‘mos denominar sincretismo oriental pone el acento en Ja rela- ccién con Ja naturaleza, en Ja integracién del cuerpo, del imagi- nario, en la comprensién de Ia existencia humana. Asf, lo que algunos han podido llamar la «influencia de Oriente» predispo- ne a una concepcién holista de lo predado humano y social, lo gue evidentemente favorece el procedimiento de corresponden- cia (parataxis), al cual haciamos referencia." Debemos insistir 14, Sobre la influencia del Oriente en las obras aitcas, vase J. Bolts, Le Moyen de fantestique, Pais, Flammarion, 1981, p 99. Asimismo E, Ors, Du Baro- 26 ‘en el hecho de que tal «influenciay que se habia reducido a la esfera de las artes de élite (literatura, bellas artes, grandes obras de cultura), tiende a difractarse en el conjunto de la existencia social, con las consecuencias que no deja de tener. En particular, y es lo que nos interesa aqu{, lo anterior va a condicionar, determinar, irrigar en profundidad, el «espfritu del tiempo», 0 el ambiente en el cual flotan todas las situaciones grandes 0 pequefias de nuestra vida cotidiana, Asf, no se puede decir que existe un pantefsmo abierto, reivindicado como tal, gue tenga un cuerpo doctrinal para justificarse. Por el cantra- rio, se puede observar una atmésfera, una religiosidad pantefs- ta, perceptible obviamente en la multiplicidad de espacios espe- cializados (ibrerfas, institutos, centros, etc.) pero también en la tonalidad que toma la publicidad, algunas emisiones televisivas ‘0 publicaciones para el gran piiblico. Justamente esta atmésfera se impregna con lo que caracteri- za, segiin G. Simmel, el misticismo; principalmente el procedi- miento de la fusién, el «crisol donde la multiplicidad y la hetero- geneidad de las cosas tan fuertes para nosotros se funden en una Unidad, Podriamos decir lo mismo de las investigaciones acerca del «Mandala», sobre el Zen u otras preacupaciones intelectuales que seria demasiado facil clasificar como irracionales.'5 De hecho, sin que sea claramente pereibido, se trata de indi- cadores que subrayan la saturacién de la monovalencia Listéri- ca, y la toma en cuenta de la naturaleza. Esta situacién puede traducirse en términos de coordenadas geométricas: el cuerpo propio y el cuerpo social ya no se conciben tinicamente en fun- cién dé la horizontalidad de la abscisas, sino de la verticalidad de las ordenadas. En este caso, la naturaleza es reivindicada como este axis mundi (eje del mundo) en tomno al cual se va a onenar la vida social. Precisemos que a falta de retvindicacion, se puede tratar de una de estas evidencias no percibidas que ‘ns, Pas, Galland, 1935, De una forma més gener, M. Guys, AH aut pind vue sociologique, Paris, Felix Alcan, 1920, p. 108, ea ic cate 15, Venue G, Sinn, La raligion et les contrasts de In vie, en Mlsopiee soc, Pats, Vin, reditado en 1987p 5. Sobre Mondal, vase un bun ons dave conics eC Rabi ation raises trascule dan espace géomerigue: le mondale, en Espace et Reéertrion, Parts, La Villette, 1982, p. 226; véase finalmente el libro de A. Samper igre de Ie bli Figures dn, Pas, PUE, 1987 circulan en el pensamiento culto, como Ia reflexion de cada uno. Basta identificar las multiples variaciones acerca de la te- matica de lo natural para convencerse de ello, ‘Antes de presentar otros ejemplos de esta temitica natura- lista, instructivos para nuestro propésito, debemos precisar que estas evatiaciones», que se deben entender en un senticlo musi- cal, son a la vez miiltiples y vivas (0 perennes). En efecto, si la nocién de naturaleza es ciertamente una nocién ambigua y di fuminada, su carga emocional no €s menos fuerte. De esto sur- ge el aspecto matricial y no racional de la sensibilidad ecolési- ca, sean cual sean las justificaciones cientfficas que se le asig- nan. Del discurso ambientalista con sus acentos tecnocraticos al jardinero dominguero cultivando y hablando con amor de su plantfo de verduras, pasando por el descriptivo postico del pai- saje que «no se puede dejar de ver» propuesto por el four opera- tor, el marco para comprender la relacién con la naturaleza es muy amplio. Podemos especular que aun en sus formas més esclerosadas y mercantilizadas, sin olvidar por cierto sus manifestaciones ‘mds auténticas, tal relaci6n, sea de una manera abieria 0 como reminiscencia, expresa un vitalismo innegable. Esta es, en mi opinién, la clave para entender Ja multiplici- dad, y sobre todo la extraordinaria orientacion que esté toman- do el naturalismo contemporineo. De hecho, este naturalismo puede ser interpretado como una modulacién espectfica de la religiosidad ambiente de este fin de siglo. Para resumirlo con una definicién de Schelling, diremos que la naturaleza es esa «fuerza césmica primitiva, sagrada, eternamente creaclora, que produce y crea todas las cosas por su propia actividad! En esta cita se identifica el dinamismo roméntico de la filo- sofia de la naturaleza del siglo xix. Es posible que lo que dice Schelling de una manera tajante acerca de la inspiracién propia de las artes plisticas, sea el comtin denominador de todas estas actitudes vitalistas difusas a las cuales hemos hecho referencia. La naturaleza no es un objeto inerte Gegenstand) que se puede usar sin restricciones. Tiene una potencia inirinseca que se inserta, segtin las circunstancias, en los hechos de la cultura 16, FW, Selling, es decir capaz de tomar nota de y describir la omnipo- tencia de la vida exuberante. La poesia, como cristalizacién del mundo, nos incita a reunir las dos funciones de Pan: la del tera- peuta y la del jugador de flauta, manera figurada de decir la unicidad del «gran todo». La filosofia de la naturaleza en el siglo xix lo presinti6, seguidamente el vitalismo filosGlico y so- ciol6gico lo desarrollaron. En la época contemporinea, el acen- to puesto sobre la estética (en todos los sentidos del término) puede ajustarlo, La reconeiliacién entre la naturaleza y el arte es ciertamente el camino més seguro para Hegar a la armonfa social, atin ctiando sea es conflictual. Fs evidente que el arte por Jo tanto debe ser entendido en su sentido més amplio: el que preside a la urbanizacién y a la urbanidad, el que se encuentra en la fuente de los modos de vida, el que debemos tomar en cuenta en la organizacion del trabajo, y aquel que finalmente debe decidir con relacién a la forma de los productos que nos rodean y que usamos. El arte es todo aquello que es poesia. «Poesia» como amaba 17, Sobre lncita de V. Hagoy st coment por Fouls, vase Guyau, opt p13. 29 decirlo Paul Claudel, en el sentido de acentuar el acto de crea- cién del cual participa aquella palabra. Es esta creacién que produce el parentesco intrinseco entre la naturaleza y el acto poético, es la que hace que entre ellos funcione una reversibili- dad continua, sustrato de toda la vida en sociedad. Ligada a la naturaleza naturante» (natura natuerans)'*—la naturaleza que siempre se hace, que siempre crea y se crea— In poesta no es un simple suplemento de alma mas 0 menos superfiuo segtin las Epocas y 1os momentos sociales. Ella es la metéfora, el ejemplo acabado de todo opus. Es la obra por excelencia. Es en este sentido que la condensacién (la gota de agua en Ja que est el mundo) puede ser significante, La expresién poética no es sim- ple flatts vocis, borborigmo emitido al fin de una comida copio~ sa, bailarina que uno paga en tiempos de opulencia, ¢s la amné- resis de nuestra unién intrinseca con la naturaleza. El alga con- centra las sustancias benélicas dispersas en el fondo de los ma- res; la abeja, en su miel, cristaliza todos los azticares de la flora cercana, ast el verbo poético participa, a st manera, en la pro~ ducei6n de lo predado mundano, Bs tiempo de voltear Ja inver- sign efectuada por el Fausto de Goethe, cuando propone decit {que «al inicio estaba la Accién» y recordar que en el comienzo esta el verbo, el de Ia relacién con Ja naturaleza que funda la relaci6n social. Esta potencia de la naturaleza, en el sentido que acabo de dar, es particularmente perceptible en el Japén. Bn la tradicicn japonesa, la naturaleza nunca ha sido planteada como wn «09, jeto» frente al sujeto human, Al contrario, como se ha posto observar «indistinta de sf» fue la matriz en la cual nace, vive y rece la vida social. Por una parte, sitve de fundamento a la dimensién estética de Ia vida social. A. Berque habla inclusive dela «valorizacion ético-estética de la naturaleza. For ello mis: mo la cultura japonesa se sitvia «a un nivel més profundo que lo politico, el de uta no kokora (corazén de la poesia), fundado, su parte, en la naturalezay.!? Pose sabe que durante la modemidad, el desarrollo del esprit 18. del 7: mantener npn snare, melee de Male Por, espresar que la naturalezasereprodhce yrecren snaturaimente : 19. A. Bergue, Le sangeet Tartfc, ls leponais devant ta nature, Paris, Gall ‘mara, 1986, pp. 177178, 30 cientifico se alcanz6 particularmente gracias a la objetivacion de Jo natural, a su evacuacién de la esfera social lo que Max Weber ha formulado tan bien a través de la expresi6n. «desencanta- miento del mundo». Podemos preguntarnos si la componente natural hoy no seria la base de la eficiencia, si no es la naturale- za la que permite una suerte de enraizamiento dindmico, Nume- 10808 son los indicadores que apuestan en este sentido. Teniendo esto en la mente se pueden relevar algunas carac- teristicas de esta permanencia de lo natural en la vida social. No son més que muestras, ya que cada una merecerfa un desarro- lo especifico, Basta con tomarlas por lo que son; a saber por stt capacidad para revelar pricticas sociales muy difundidas. Asf, Jo que se ha convenido en llamar el paisaje, juega un papel im- portante en el arte stricto sertsui, aunque también lo encentra- mas en las motivaciones turisticas, como en Ia eleccién de un sitio para la edificacién. El paisaje se encuentra frecuentemente en el origen de la fundacién de las grandes ciudades contempo- rrineas, ya no son tinicamente los conocedores como C.G. Carus Byron que van al Mar de Hielo de Chamonix, al Cabo Sunién, oa la gruta de Fingal, sino més bien las masas enroladas por los Tours Operadores. En breve, «Capri (no) se termin6»*" y de diversas maneras, uno contintia expresando su admiracién sor prendida frente a objetos inanimados que resultan tener alma, Si uno no se contenta con Ja vituperacién tan fei como ineficaz, qué pasa con este gusto por el paisaje? Yo dirfa, que esencialmente esto traduce, por una parte, una especie de sim- patia, es decir el sentimiento de participar en un cosmos co- matin, y por otra parte, el presentimiento de una forma de armo- nia entre los diversos elementos del cosmos. Cuestién que ya la han sefialado tanto los historiadores del arte (M. Brion), como algunos socislogos (J.M. Guyau, P. Sansot).2! Podemos agregar ‘que esta simpatfa y armonfa se expresan a partir de su I5gica ropia, es decir son vividas con otros, ya sea que el otro sea eufemizado en correspondencia con el lector ideal, 0 ya sea aque! con el que se cocleé en el mundo de los turistas. La natu 20. N, del T alsin a una cancn de vacsciones de Her Vial dels sents ‘Capri. ha termina, «Cap, cet fie, 21, Veave CG, Carus y CD. Friehich, De la eine au paysay. op et, ¥ el rscio de M. Buon, pp 7-38, Asso, M Guo, Arta pois de ve socolque, p.ct, pp. MEAS, y P.Sanse, Varios pays, Pais, Klincksiec, 1984, 31

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