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ante sus propios ojos y ante el vecindario. Ellos eran véstagos de anti- fguas familias de la Zona, ‘Aquellos eran afios de gran abundancia. Diariamente legaban desde los campos adyacentes al pueblo pesadas carretas, cargadas con Jos més variados productos de la tierra. Aves, frutas, verduras, etc. Eran Jos mismos anticuados vehiculos que en el otofio se detenian ante la puerta de los acaudalados agricultores que vivian en la ciudad. Trajan \iveres suficientes para un invierno sin temor a escasez. ‘Asentado en una zona agricola, el crecimiento y progreso de Cu ricé eran lentos. No existfa lugar para inquietudes literaras o artisticas salvo raras excepciones. Los vecinos més prominentes realizaban tertu- lias en algunas ocasiones, a las que concurrian los parientes y amistades iis intimas. Aunque la gente de sociedad era pacata, vestia con elegan- cia, como en el resto del pais. La mujer, largo traje de seda,joyas y general finos adomos. El varén usaba pantalon sin bastilla y sin plan- thar, ajustado a la pisrna, levita, sombrero de cops. Como complemen- (én o varila con emputadura de plata. je aqu{ el nuevo escenario que se ofreci6 ante la vista del estu- diante Luis Cruz. Los dias domingos pode admirar a los galanes de la fpoca —después de la Misa de mediodia— pasear sus elegantes figuras por la Plaza de Armas, Felices se sentian de obtener una mirada dela da- ma de sus suetios. A ella le estaba vedado alejarse de la compatifa de sus pprogenitores. Los convencionalismos de la époce exigian que los amores fueran muy cireunspectos. La vida en ciudades pequet Carece de los incentivos que salgan de lo comatin, como sucede en. Jos grandes centros urbanos. Con todo, para Luis Cruz constituyé un fambio notable su traslado desde Molina, que en aquellos afos era un pueblo pequefo, a la ciudad de Curicd. opaca, descolorida si se quiere. v En el dltimo cuarto del siglo diecinueve el edificio del Liceo de Hombres de Curicé era una.construccién de adobes, de un piso. Dos ‘amplios patios claustrados Mevaban luz y aire a las diversas salas de cla- se que a ellos asomal ata del fio 1838, en que comenzé a funcio- nar con el nombre d afios des- pués en 1844— es bautizado como “Liceo de Curicé”. Luego de un eriodo de receso que va de 1849 2 1853 —las causas de su cierre no son del caso exponerlas— torné a reabrirse. En 1867 se le declar6 ofi- cialmente como Liceo Fiscal. Finalmente a comiet le reconocié por Decreto Supremo como establecimic de primera clase. Desde su fundacién ha sido un colegio de prestigio, que han sabi ¥ de seleccién. Desde un comienzo compre ‘nuevo alumno y le brind6 proteccién geneross. A ella aludiré algunos atios después desde ol Perit on forma por dems reconocida en carta di- rigida a dicho Rector. Bello documento modelo de petriotismo y nobles sentimientos. Oportunamente lo reproduciré, ‘Pero je6mo fue en realidad el alumno Luis Cruz? Poseo una carta fechada el 14 de Septiembre de 1956 desde Llo-Lleo y que firma don Toribio Bisquertt, compafiero del Héroe, Por supuesto el sefior Bisquertt mnces nonagenario, En ella da respuesta a otra carta mia en que datos sobre su compatiero de studios: “Desgraciadamente mi la, dice, que solamente recuerdo que fui compatie- tl colegio y que era de excelente condueta, calla- 0, muy estudioso, siempre el primero de su clase”. de su ingreso al Liceo el nombre de Luis Cruz im- entre sus compafieros. Se le respetaba como a un de los chicos de su edad, ito ert In guerra y $0 ‘Naturalmente tomaba parte en los Hiabia estallado la guerra de 1879. S 33 realizaba en la Plaziela de la Merced de Curic6, frente a la Iplesia de su nombre, Ya entonces demostraba innato don de mando. Capitaneaba uno de los bandos en pugna. Era corriente ver en su rostro las huellas de Jos golpes que recibia y daba contra el improvisado enemigo. Comenzé a rodearse de un grupo de amigos escogidos. Entre ellos contibase José Uldarico Manterola Merino, hijo del Rector del Liceo. Con frecuencia era invitado bajo pretexto de hacer las tareas del colegio 4 almorzar o tomar once en su casa. Aquello ea una forma indirecta do proteccién que el Rector brindaba al estudiante. Otros de sus amigos tran: Luis Grez Riquelme, Juan Bautista Marquez y Hermégenes Valen- ucla Moz6. En su compartiarealizaba pequefias excursiones hacia el cerro en- tonces llamado. de Buena Vista ~en la actuslidad Condell~ situado al oriente de Curic6. En aquellos dias el cerro quedaba en las afueras de la ciudad, Ahora aparece rodeado de nes. En la época de primavera co paseo ideal de la juventud ‘se gozaba de un hermoso iejana la Cordillera de los Andes y a observaban a los labriegos en el ‘unfan al grupo en una sana amistad. Relataban sus ju veniles anéedotas. Poco a poco conocieron algunas verdades sobre su Lis Cruz. El les relaté que muchas mafianas acudia al Liceo sin tomado desayuno. Desde entonces sus compafieros le proporcio- parte de las golosinas que levaban al colegio para ellos (1). Sin duida la casa donde residia Luis Cruz estaba habitada por personas de Imidy excasos recursos econémicos. ‘proporcionado por el hijo de un compatiero de clase de Ls Cruz. fdlscfpulo del héroe fue agrcultor y luego Conseero y Presidente (desaparecido), Exist ademés el Banco Comercial de frencia por otto personale de este ibro. Este pormenor fue conocido por el Rector del Liceo. Como per- sona de corazén noble él puso a disposicién de Martina Martinez una hhabitacién de su propia casa a fin de que en ella se hospedara Luis, a quien sent6 a su mest. Estudiando antiguas escrituras pude percatarme Gque se trataba de una vasta casona situada en calle Yungay N° 764 con frente a dos calles (a Yungay y Montt). En ella se instal6 don José Ulda- rico Manterola Ureta en el aio 1868, fecha en que él la adquiri. vi6 con su espost Amelia Merino Felié, perteneciente alas antiguas lias curicanas. De este matrimonio, patriarcal y digno, nacieron numer 50s véstagos. Entre ellos Udarico Segundo, amigo y compafero de cur- s0 de Luis Cruz. Posteriormente siguié la carrera de Leyes desempeftando el cargo de Secretario del Juzgado de Letras de Curicé durante largos affos. Ad- Quirié para sila casa que perteneci6 a su padre, aunque ya no conserva- ba la heredad la amplitud que tuvo primitivamente. ‘comprender vvidado todo lo que Ud. ha hecho por mi”. Es natural suponer que el Rector Uldarico Manterola conocié la verdad sobre el nacimiento del alumno. No de otro modo se puede con- cebir su preocupacién especial por él. Lo que no es dudable es que Mar- ‘tina Martinez le narr6 su dificil situacién econémica, Supo de sus priva- via, Se segufan en detalle los acontecimientos, Bl avance de las tropes chilenas, Is muestra fsmo de los beligerantes. ‘A'la par de aquellos temas, algo fue lentamente en el alma y la mente del mozo. Era algo indefinido, que tenia perfiles de presentimiento, premonicién. 35 Luis Cruz miraba a sus amigos vestidos con trajes de fina tela. LLuego los comparaba con su. te no pasaba inadvertido. Més de una vez les expresé con una cd superior asus afos: —Presiento que la vida me tiene deparada una oportunidad en que Yo, odrésobresi sobre aquellos que ahora me sobrepusan en fortuna 1). | Bl grupo —j6venes al fin— continuaba luego desaprensivamente su répido caminar por la Alameda, Este paseo posefa en aquellos afios una extensign no superior a seis cuadras de largo. Amplias casonas se habian levantado a ambos lados. A continuacion —hacia el Sur— se extendian chacras y quintas con variedad de érboles frutales. Llegar hasta el lfmi- te, donde corre el r{0 Guaiquillo, ea en aquellos tiempos realizar una vverdadera excursion campestre. Hoy dia Ia ciudad llega hasta sus bor: des. En cambio en el inicio de la Alameda, por el norte, se vefa un lt no, denominado. Campo de Marte, En la actualidad palmeras, eucaliptus y prados conforman el Parque Balmaceda. Ostenta el nombre dente de Curieé Arturo Balmaceds, por cuya iniiativa se realiz6. En el antiguo Campo de Marte ejecutaba ejercicios militares la guarnicién de la ciudad. Luis Cruz y sus amigo enfervorizar sus espiritus en el amor a la Patria, Alli 3 los pri- ‘meros anhelos de participar en Ia guerra y enrolarse en el ejército, (1) Versién dada por el hijo de un compafiero de curso del hoe, 36 VE Finalmente el aflo escolar de 1879 leg6 a su término con notas de distincién para Luis Cruz. Caminaba e pie firme por los conocimientos sélidos de la Gramética Castellana, Francés, Tenedurfa de Libros, Arit- rética, Historia Antigua y Griega. Debié pues regreser junto a Mertina Martinez en Molina, durante el perfodo de vacaciones. Empero se habia obrado un evidente cambio en su persona. Volvia més reposado, retrafdo si se quiere, Junto alos fe- ‘némenos fisiol6gicos en su cuerpo, experimentaba una mudanza en su psiquis. La sangre de su progenitor, as caracteristicas de su raza, se de- sarrollaban en el adolescente. Sintibse lejano de los antiguos compaferos de juego en aquel pue- blo. El posefa ahora una forma de expresarse y modales correctos. Sin duda sus relaciones en Curicé lo habfan tornado un mozo cortés. silencios empledbalos en meditar sobre la guerra que la Patria enfrentaba contra dos paises. Comenz6 a conside- arse como persona adulta, Aunque no posefa estatura clevada, se habia Aesarrollado dltimamente, Sentfase fuerte y capaz de cualquier empresa. iPor qué no tomar parte en la guerra en defensa de Chile? Aque- lia idea tom6 dia a dia fuerza en su mente, No escap6 a la intuicién femenina do Ia abuela el cambio operado en el nieto. Ya rara vez participaba en los juegos con los hijos de las ve- cinas. Preferia leer o realizar alguna excursi6n a la montafa con perso- nas mayores. Se habia vuelto mAs carifioto ain con dofia Martina, que Io cuida- ba desde su mis tierna infancia, Vefala realizar las mis variadas labores en el monasterio donde ella servia, con objeto de aumentar sus exiguas No escapaba ala inteligencia del adolescente el valor de aquel Sélo mediante aquellos trabajos 61 podia presentarse digna- sus amigos del Liceo de Cuirlo6, perior a su No se término. El ‘tervera vez al py camo domicilio suyo la calle Membrillar N° |880 no se menciona tal direccion. Esto con- firma que el estudiante ya no residia en esa calle. Ademds tampoco fir- ma la abuela como apoderado. {Significa que el Rector tomé sobre si tal responsabilidad? guerra, pero sus padres no ceptados en el Cuartel debido a sus cortos aflos. Debfan Empero Luis Cruz, que ofe estos razonamientos, pensaba interior- ‘mente que él no podia esperar. La vehemencia de su cardcter no loacep- taba. ‘Acaso es determinante en su énimo ls visita realizada a Cutic6 por Carlos Condell, héroe del Combate Naval de Iquique. En aquellos dias se recordaba con admiracin el ingenio valeroso del marino, quien obtu- ‘vo el 21 de Mayo de 1879 que el acorazado peruano “Independencia” ‘quedara varado. Luego la pequefia corbeta Covadonga —cuyo capitin | era Condell— vuelta hacia el acorazado, su perseguidor, lo sometié al igo poderoso debi arriar su bandera y calado. lina, manifest6 sin rodeos a la abuela su propésito, Queria su consenti- ‘miento para inscribirse en el Batallén Curic6, recibir instruceién militar ¥ partir al campo de batalla. Por supuesto Ia abuela negé tal autorizaci6n; la guerra era presa, adujo, para gente mayor, no para nifios. Aquella escena muestra del eterno enfrentamiento entre dos generaciones. utina Martinez entendia ahora que la sangre del padre se manifestaba en el chico. Este lentamente se escapaba de su lado siguien- do su destino misterioso. Un dfa de otofio de aque afto de 1880, en que la sefiora se trasla- {46 a Cutieé para vsitar al nifo, la casualidad quiso que ambos transita- ran frente al Cuartel. Aquel era el. momento y Luis no esperé a que su conciencia lo repitiera por segunda vez. Separdndose inesperadamente de su lado corri6 hacia el cuartel. La escena Ia describi en el N° Il En los ofdos del Capitin Anselmo Blanlot quedaron resonando las palabras del Comandante Cortés: —iLlevaria usted a este nifio? Si, mi Comandante, —Entonces llévelo.

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