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vu sntre los compafieros de curso del Li- de que un oficial hubiera apoyado su e-necesitaba poseer el ardor de Luis EL quepis sobre la de considerarse un nifto, ahora se sintié soldado de la pa- Jnuaba entretanto con entusiasmo la movilizacion del Bata- é, El 21 de Mayo se procedié a bendecir su estandarte de Combate. Ceremonia religioso-militar destinada a enardecer el amor pa- jldados y en el énimo dela poblacién. 1 Batallén parti6 con destino San Bernar- 40, En aquella época el pueblo contaba s6lo algunas décadas de vids. Fundado durante el gobierno del Libertador General Bernardo O"Ei “por don Domingo Eyzaguirre— sus moradss componianlas hermosas |\ quintas. Debido a su clima suave y a la cercania con Santiago, diversas personalidades lo han elegido como rincén pret Alli sminar en paz los dltimos aos de sus vidas homt ¥ se han enamorado de la serenidad que fluye de sus calles flor de la pluma. Angel Cruchaga Santa Masia dijo de San ‘Tu lua de enredaderassilenciosas viene como una pluma de los cielos yen tus patios se alarga la tristeza ‘como un doliente pavo real de oro. pueblo el Batallén Curic6 deberia culminar su prepara- ‘de dirigise al frente. Atrds qued6 para el novel corne- iceo, los amigos y la querida ebuela. Con ella ‘mismo, Un pedazo de su alma juvenil. Pero él mar- (én. Por entregarse a ella habia pospuesto ain los sent dos de su ser. Mas Curicd entretanto no quedé desguarne El Batall6n Vichuguén, traido desde la costa, sirvio de guardia en la ciudad. Misntras avanzaban en San Bernardo los aprestos bélicos del Bata- Ilén Curied, sus efectivos Hegaron a 1,150 hombres. Fue, pues, elevado 1a categoria de Regimiento. El estaba comandado por el Teniente-Co- qonel don Joaquin Cortés. Segundo comandante don José Olano Aris rmendi, cileno nacido de padres espafoles, ‘anes de Compafia eran: Anselmo Blanlot Holley, Marco A. David Pollomi, Nicolis Mujica, César Muftoz moteo Cabezas Bravo, Dario Botarro, David Le6n, Tomds Guevara. ‘Subtenientes: Miguel Mérquez, German Larrain, Justo Pastor Ga- rrig6, José Manuel Sepilveda, Manuel Torres, José Agustin Bravo Enca- ) lado (Abanderado), Julio Montt (ngs en Arica), Daniel Salas Errézuriz, Sargentos: Pedro Le6n Labbé Tagl Rojas, ete. Como puede observarse, en las flas del Regimiento Curicé milita- Jernes: Julio Montt Salamanca y Luis Cruz. pequefia). . ‘Mozo' de nobles sentimicntos, éste envio « Ia abuela parte de si soldada. Fue una costumbre ejemplar que puso en prdctica mientras slr vida la patria desde el ejército, segin lo ‘expresé en otro capitulo, 4a nardo a Santiago. La Municipalida elevé al Gobierno una patriotica solic ‘de superacién y de mando. En el ‘oc 10 Curieé recibié orden de embarcarse al judas el puerto més importante de la eve, AGN ia el ca cos, Las casas trepaban hasta la cima Y pequefias de hoy. Los cerros se engalanaban con verdaderas quintas, onde erecian drboles frutales y ornamentales. Flores y diversidad de verduras para provecho de sus moradores ali er 3 Existe un cladro del notable pintor francés ‘Treville,titulado “Valparaiso en el siglo diecinueve" En él se expresa luna ides fiel de c6mo era Valparaiso antiguo, con s dores de aire 5, pues, el timo contacto que tiene el Regimiento Cu- ‘acional. La patria quedaba all con la hermosas por- gitando sus pafiuelos despedian el barco, Los cerros costeros fies dluidos en la niebla fueron Ia postrera imagen de Chile val Habja transcurrido un afio de operaciones bélicas. La provincia boliviana de Antofagasta quedé totalmente ocupada durante el curso de 1879. Pert perdi6 poderosas unidades navales. Los ejércitos. i fueron vencidos sucesivamente en Pisagua, Do- lores y Tacna. Principalmente la victoria que enorgullecia al ejérito chi- Jeno ~a su heroica infanteria— era la toma por asalto del inexpugnable Morro de Arica. En tan s6lo cincuenta y cinco minutos fue conquistada Ia fortaleza. Espectadores extranjeros desde sus barcos cruzaban apues- tas que el Morro no seria aleanzado por los chilenos antes de ocho Quebrada de Tarapacd. Unico descalabro sufrido por Chile en esta con- tienda, Algunas unidades habian legado a aquel sitio el 27 de Noviem- bre de 1879. Los chilenos agotados y hambrientos después de una larga jornada no encontraron nada mas razonable que descansar y dormir pa- 1a reponer fuerzas, Se creyé erradamente que el adversario se encontra- ria lejano y diseminado. Por supuesto los peruanos se hallaban mds cer- ca de lo que se suponia. Dirigido su ejérito por oficiales competentes, aprovecharon éstos la oportunidad que su suerte les brindaba. Cayeron, de improviso guiando a sus soldados sobre los desprevenidos chilenos. La causa verdadera de esta derrota consistié en haberse dormido sobre {os laureles quienes debieron haber velado el suefio dela tropa. Es cierto que este combate no cambié el curso de aquella campa- fia, Pero quedaron tendidos en el campo de batalla quinientos diez. y seis chilenos. Entre ellos el Comandante Blouterio Ramirez, apodado “El Leén de Tarapacd™. Una humilde vivienda valié como improvisada fortaleza donde se parapeté el bravo soldado, Allf perecié en medio de las llamas pues la casa fue incendiada, ‘Un monolito recuerda a los cafdos, héroes anénimos. “Gloria a zyeron envueltos en ol estandarte del Se- jos a él sucumbleron, modulando sus la~ eel aio 188 n ya ciones bicas se vieron detenidas, El Perd utili aquel elo wag llarse el ejército chileno, pues aquellas fortficaciones supe- raban a las realizadas en el Morro de Arica. Ademds el ejército peruano estaba siendo notablemente reorganizado y provisto de nuevo material de combat Ent ;nto se hab/an iniciado conversaciones de paz entre los paf- ses beligerantes. A mediados de Octubre de 1880 era aceptada la inter- | vencién de Estados Unidos, quien oficiaba de mediador en estas conver- saciones, Ellas realizdbanse a bordo de una corbeta norteamericana frente al puerto de Arica. Para Chile I forma substancial de paz consis- tia en Ia anexin definitiva y a perpetuidad de las provincias de Antofa- gasta y Tarapacé. Ellas habian sido la causa de la contienda. Conquista- das heroicamente por el ejcito chileno. No podia volver a la nada todo el esfuerzo en descubrir y explotar grandes riquezas en esas tierras. Sin embargo, para la conquista por medio - cesario vencer primero al desieto con al sol abrasador de dia y alas noches frigidas, Luchar contra las enferme- dades, el hambre, la sed y la muerte. ‘Con todo, Pera y Bolivia rechazaron las proposiciones de paz pre- sentadas por Chile, La guerra debia continuar. Las armas, pues, defini- rian el conflict, El precio de conquista de las provi: ppor parte de Chile era la sangre de sus soldados vertida en los campos de batalla, Esto pesaba demasiado en la balanza y no podia ser desestimado. litares volvieron a empulfar sus espadas. Las hostlidades se reiniciaban. EL general en jefe del Ejéreito Chileno, don Manuel Baquedano, y «1 Ministro de Guerra en Campafa, don José Francisco Vergara, dicia- ton Grdenes de embarque de las tropas hacia el Peri. El Ministro Verga- -ra-ea um rico agricultor portefio. Fundador de Vifa del Mar, ciudad que eines dentro de sus tierras. Era ya un hombre maduro al estalar la fuerra, Con todo, sus cuarenta y seis aflos no fueron obstdculo para alis- tarse en el efrcito, Ascendié répidamente hasta ser nombrado Ministro. Hombre de grandes dotes, de energia y fortaleza de dnimo, recorri6 el pais encendiendo el fuego patrio entre los habitantes, Para llevar a cabo Ja Campata de Lima logré orpanizar un ejército de veinte mil hombres. Desde el puerto de Arica algunos regimientos eomenzaron a em- barcarse hacia Pisco. Su mision era proteger la llegada del grueso del 44 EL 15 de diciembre de 1880 el Regimiento Curieé salié a su je Arica en el vapor Paita. El dia 22 lleg6 al sur de Lurin —lugar de concentracién de las tropas chilenas— siendo su punto de desembar- co Curayaco. ‘Se iniciaba la campafia de Lima, Ix 1 regimiento Curic6 pertencefa ala Il Division, Brigada Segunda, bajo el mando del Coronel Barboza. Acampado el ejército chileno en el Valle de Lurin, le correspondi6 al Curicé su primera actuaci6n. Ella se lev a cabo en la Quebrada del Manzano. Por allf debia atravesar en di- reccién a Lima la division de caballeria pervana Cazadores del Rimac. Mandaba aquella divin el Coronel Pedro José Sevilla. Un mensajero del Coronel portador de un recado suyo, en vie hacia Lima, fue captu- ado por una avanzada chilena. Por medio suyo se tuvo conocimiento de la direcci6n o senda que tomaria la divisin de caballeria. Jams imagin6 el oficial peruano que en aquel sitio apartado de las fuerzas chilenas, pudieran éstas apostar algin cuerpo militar que en- ‘orpeciera su paso. Conduefa pues, confiadamente, el refuerzo que en- ‘grosaria el ejército peruano que se hallaba atrincherado en las cercanias de Lima. Llevaba también pertrechos y provisiones alimenticias consis- tentes en mil cabezas de rebafio mayor. Encontrése el Coronel Sevilla a boca de jarro con el enemigo que Jo estaba aguardando. El Regimiento Curicé cumplié valerosamente con | a mision que se le impusiera, cortando el paso a los Cazadores del Ri- ‘mac. El combate se torné éspero por ambos bandos. En él perecié el se- gundo Comandante del Curicé, don José Olano Arizmendi, Por su parte ‘el Coronel Sevilla cay6 prisionero y perdié la vida el Segundo Coman- dante del Cazadores del Rimac, José Aristegui. Los chilenos capturaron armamento y dems valiosos pertrechos. ‘Segiin el General Luis A. Arenas Aguirre, en la Batalla del Manza- bravura y decision en el ataque. Certero fn la punterfa privé de la vida a muchos peruancs. “Sin esperar Srdenes avanzaba siempre con temerario arrojo”. En reemplazo del Segundo Comandante del Curicé se design6 al ‘Teniente Coronel don Rubén Guevara Silva (con posterioridad a la gue- rra 41 desempeni el cargo del Rector del Liceo de Hombres de Curic6 1891 a 1900). spués —la noche del 8 al 9 de Enero de 1881~ el Regimiento tu rgo una exploracién hacia el punto lamado Por- 46 cempatia de Lima, el Regimiento Curieé tuvo, ito grado de pi ion, Sin Municipalidac aspiraciones. ‘Con todo, aquello era sélo un predmbulo de la Campafia de Lima. allas, En ellas se decidiria no s6lo la Cam- clegantes construcciones hdllase la pla Chorrllos fue el sitio elegido ral ejécitoinvasor. El gobernante levantar en los cerros o morros for- peruanas. Al Regimiento Curic6, juntamente eon el Lautaro, le corres- pondié tomarse la altura de San Juan, tan fortifleada como el resto de los certos. ‘Sélo la capacidad y coraje de la raza chilena pudo realizar Ia hie zafia de atacar y tomarse aquellos morros. Algunos reidentes extranje> 47 alla y examinaron los baluartes. Cuat se disponfan a atacarlos exclamaron: “Estos otro balneario a sélo seis kilémetros de Chorrillos. ea de fortificaciones. Hacia ese pun- presentes los regimientos y tomando parte en la ‘jército chileno se lanz6 ai ataque y pudo flanquear al enemigo. Bl 15 de mayo de 1881 la victoria de Miraflores por parted | Ie decidié la contienda. Ahora el vencedor podia negociar la paz Lima, cuyas puertas se le abrieron. ‘Como corolario es conveniente recordar la opinién del Times de Londres, expresada en aquella sazén refiriéndose a estas dos iltimas ba- tallas: “Una de las campafias militares ms valerosas de que haya memo- ria en la historia universal de la guerra”, 48 x ‘Algunos regimientos chilenos se anticiparon en ingresar ala capi- tal del Perd con objeto de poner orden en ella. Como siempre ha sucedi- doa través de la historia, el populacho se aprovech6 dela falta momen- tinea de autoridad para entregarse al sequeo. La plebe debié reftenar sus desmanes ante la autoridad extranjera.. Posteriormente el grueso del ejércto y el ilustre general Baqueda- no, montando su brioso coreel blanco “Copito”, realizaron su entrada triunfal a la ciudad. El Regimiento Curicé no ingres6 en ese momento ¢ Lima, Quedé acampado a tres kilémetros de ella para proteger el flanco taguardia de las fuerzas chilenas. Era necesario precaver 30. La experiencia de Tarapacd no podia sitio que ocupaba junto a su regimien- jsaba la hermosa urbe, Alzabénse .. Admiraba un horizonte de tejados ocres ibiendo al egado a su término la gue ‘meditar en su futuro y que aquellos onvertirse en érboles gigantes. Frente a la plaza alzdbase el edifcio de ‘pero de Lineas sobrias. Sobresais de él un or columnas déricas, Le invadié Ia 1 El recuerdo de lt abuela, de los y Iuego de haber participado en la guerra, él se sentia otro. Ya no era el {hico de antes. Ahora se veta transformado, También el cambio por él ‘experimentado lo comunicar‘a al Rector. E127 de Febrero le dirigié pues, desde Lima, la siguiente carta: Lima, Febrero 27 de 1881. Senor Uldarico Manterola: Mi apreciado y querido rector: después de saludatlo, desearle la sds completa felicidad paso a tratar el asunto de ésta. El objeto de ésta mi querido rector, es para darle una prueba de 3y ingrato y que no he alvidado todo lo que Ud. ha hecho por mi. Sf, mi apreciado rector, me acuerdo muy bien de todo lo que Ud. hha hecho por mi como asimismo de los castigos que Ud., nm zon me aplicaba, yo ahora veo muy bien, que eran muy Ud. enderd mi querido rector de que ahora estoy mas homt tes, #{sefior, ahora no soy el chiquilo travieso de antes, ahora soy hom bre, porque en la milicia se aprende a ser hombre; yo como soy r ‘tanto tengo que mandar, debo saber mandar, saber hacer- por esto tengo que apren¢ hombre. de haber peleado en Chorrillos y Mi- y Manzanares me encuentro en Lima; al fin se han cumplido ris deseos, ahora debo volver a mi patria. ‘Le voy a dar algunos detalles de los grandes combates de Chorri- llos y Miraflores. El dia 12 de Enero a las § P.M. emprendié la marcha ol ejército en direccién a Chornilos y Miraflores. ‘La primera divisién rompié los fuegos a las 4 3/4 por el lado de Villa Chorrilios. La segunda division rompic los fuegos a las 6 1/4 por el Jado de San Juan. Los enemigos tenfan triple Linea de trinchera. ia habido que sacarle de reducto en reducto, de fuerte en fuerte, de trinchera en trinchere. Los sacdbamos de una trinchera se metian en otra en fin era una continuacion de combates a cual de todos més re- ftidos. El combate he sido muy largo, principio a las 6 3/4 concluyéalas 21/4PM, 50 El Curicé se porté muy bien y ha tenido mucha suerte, han saido herido el comandante Cortés 2 subtenientes y como 20 soldados; muer- tos como 90 soldados muy pocos. EL 15 en la maftana se firm6 un armisticio que debié concluir alas 12. PM, del mismo. Nuestra tropas estaban como a tres cuadras de la It fuegos; se empefia el combate que concluy6 a ls 6 P.M. con feliz: ‘era ocupado por una division de 6.000 hombres. La orgullosa capital del Pera, la ciudad de plomado, vencida imploraba el perdén del vencedor. El Peri estaba ven- cido, la guerra tocaba a su fin, Hasta este momento todavia no se habia nombrado un Gobierno; pero se dice que dentro de unos dias se nombraria gobierno; se firmard la paz. Dentro de algunos quince dias volveremos muestra ‘mada Patria. Mis pensemientos son de entrar al Liceo, seguir dios; para conseguir esto solicto a Ud. la misma proteccién q yo le prometo seftor, me haré merecedor de esta proteccion, estudiando con mis ahinco y mds laboriosidad. Esperando a Ud, este servicio, que mediante su buen corazén es pero conseguitlo, se despide su més etemo agradecido. (Firma) Luis Cruz M. Espero Ud. me conteste, es favor”. Sin embargo aquellos quince dias dentro de Jos euales Luis Cruz crefa volver a su amada patria, e prolongarian en forma imprevista. Su fstrela teniale deparado otro derrotero, Aquel verano el joven militar ascendi6 a Subteniente, El ascenso coincidi6 con su permanencia indefinida en el Perd., El no se embarcé de regreso a la patra, Su mision ficientemente. Sélo una parte de las fuerzas en el Perd bajo las Grdenes de don Patricio Lynch, Entre es 1 Fisicamente era ya un joven bien desarrollado. Se advertia perte- necer a una familia de rafz europea. De tez blanca, facciones vriles, pe- ro correctas, mirada inteligente y firme. Segin el Coronel Anselmo Blanlot, en aquella époce Luis Cruz era de “figura atrayente y distingu- dda”. Era ya un joven que iniciaba sus primeras escaramuzas de amor. Ha sido tradicional la belleza de la mujer limefia. Los salones de la sociedad se abrieron para los oficiales chilenos. Nacieron romances en- te ellos a joveesperuanas, romances qu en muchos coe cling. ron ante el altar. En aquella Lima del siglo decimonono —ain de acentuadas carac- teristicas coloniales— nacié el primer amor del subteniente Cruz. La tradici6n no recogié el nombre de la limefia en cuya compafiia recorrié 8 calles lenas de leyendas. Mis de alguna vez el ereptsculo debié sorprenderlo en dulce plitica con su bienamada. Un baleén de hierro \ forjado fue el testigo silencioso de los juramentos de amor. El hechizo de la ciudad de antigua tradiciGn. El marco roméntico ‘conversaciones de paz entre Chile 38 Unidos. Desgraciadamente ningéin ‘objetivo se logré, Entretanto Piérola habia hufdo al interior del pais pa- 14 sublevar a os indios residentes en la sierra. Habfa Hegado a su término el afio 1881. El quince de Marzo de 1882 es nombrado subteniente de Ejército el subteniente moyilizado Luis Cruz. La patria exig responsabilidades de aquel soldado adolescents. La rebelién crecia gradualmente en el interior del pais ocu- pado. Se iniciarfa pues, por parte de Chile, una campafa a fin de vencer 2 Tos sublevados en sus puntos de concentracién. Tarea diffil expuesta c6nditos para actuar Adin desde los pilpitos dels iglesias s incitaba 8 los indios en contra de los chilenos. La campafia denominada de la Sierra era dolorosa por muy ague- rrido que fuera el ejécito que la cumplia. Las jornadas tondbanselar- ifus, la viruela, cobraban numerosas vietimss. La lenos acostumbrados al clima templado de su patria prusba enaltecedora de su coraje. Fue preciso hacer uso pujanza de la raza para sobreponerse y actuar heroicamente. ‘Al batallén Curicé cipole partcipar activamente en esta campafia ‘asta zona comprendida entre los pueblos de Cafite, isco ¢ Ica, yo de 1882. El transporte Angamos conducia al Curic6, como también a los batallones Lontué y Rengo, en direccin a la region antes mencionada. Fla soportaba los ataques de las guerillas del coronel Andrés Ciceres, con los consiguien Compania del Curicé y contingentes enemigos, por lo general, superio- res en niimero. Diversos oficiales curicanos condujeron acertadamente a tia y Pedro Leén Lab, el sargento Eas Siva etc. et. pafia prolongada y agotadora. Con la secuela de heridos, en fermos y muertos. Pero se cumpli6 en la regién entregada sau defensa, 33 ‘Concepcién de Junin, En Peri el poblado es conocido como Concepcién. Sin embargo fn Chile —al referirse a él— se le agrega el articulo femenino. Es una forma de diferenciarlo de la ciudad del mismo nombre existente en el Sur del pais. {,Cémo era el pueblo de La Concepcién en 18822 Una caracteris tica aldea de la Sierra peruana. Su nombre se debié al hecho de haber sido fundada por Francisco Pizarro —descubridor del Peri— un ocho de Diciembre. Su existencia remontibase a la época de los Incas. Constaba de ocho manzanas. Sus viviendas eran en general modestas, La mayoria, de los habitantes estaba compuesta por indigenas. Una iglesia coronada, | por dos torres y servida por un pérroco. Un viejo edificio contiguo a la Iglesia —casa parroquial— que sirvié de cuartel a la guamnicién chilena. casa de dos pisos perteneciente a un rico hacendado, Ambrosio Sa- , comandante de los indios Comas. Luego las habitaciones de los jctor Valladares, agrcultores de la zona. La casa , Muzzio y Siorfi, més la del médico francés Jo- rocas vefanse abrazadas por las raices de drboles on el vacio. Los “molles” copudos y elegantes elevaban su ramaje, Los Roqueos provistos de punzantes espinas. Los Tumbos enredados en los troncos de los chachacomos. Era la sierra peruana con sus fértiles que- bbradas donde moraban los indios descendientes de los primitivos pobla- dores. En répida carrera desde las nieves andinas, primero un torrente, luego arroyo, el rio Mantaro corre por el valle elevado donde se asienta 54 La Concepcién. Esté equidistante de las cudades de Tarma y Huancayo en el centro del Pera. Por su situacién estratégica el poblado fue elegido por el coronel Estanislao del Canto para ubicar una guamicién. Se le confiaba aquel puesto para defenderlo contra posibles ataques de las guerrillas peruanas.

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