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Hannah Arent: ¿Qué es la política?

Introducción:
La política como espacio de relación:

La acción queda situada en el centro de su reflexión, en la medida en que


atender a ella permite que afloren los problemas no resueltos de la edad y del
mundo moderno.

Para da cuenta de ella, Arent establece un contraste entre ésta y el labor y el


trabajo. La labor es la dimensión ligada a la necesidad, la labor produce todo
lo necesario para mantener vivo al organismo humano y a la especie. Sus
productos son destinados a ser consumidos y desaparecen casi tan rápido
como se producen. Laborar y consumir son dos etapas del “ciclo de vida
biológico” (zoé). Es no visible, repetitivo y apolítico.

El trabajo es productivo y sus resultados están destinados a ser usado


(carácter duradero). Éste amplia la existencia de algo estable. Esto posibilita la
objetividad. Sólo por haber erguido un mundo relativamente independiente de
objetos a partir de lo que la naturaleza nos da, podemos considerar la
naturaleza como algo objetivo. El precio que se paga es ejercer la violencia
contra la naturaleza, convirtiéndose en esclavo.

La acción es libre e impredecible. Puede tener un comienzo definido, pero un


final indeterminado. Es gracias a la acción y a la palabra que el mundo se
revela como un espacio habitable, un espacio en el que es posible la vida en su
sentido no biológico (bios).

Con la acción nos insertamos en un mundo donde ya están presentes otros


(Arent recurre a la natalidad). Nacer es entrar a formar parte de un mundo que
ya existía antes, nacer es aparecer. El aparecer algo se corresponde con el
hecho de que cada apariencia es percibida por una pluralidad de espectadores.
Somos al mismo tiempo sujetos perceptores y objetos percibidos, formamos
parte de un contexto.

La acción es política cuando va acompañado de lexis. Esto es porque en la


medida en que siempre percibimos el mundo desde la distinta posición que
ocupamos en él, sólo podemos experimentarlo como mundo común en el
habla. Sólo hablando es posible comprender.

La acción se caracterizará por ser impredecible en sus consecuencias, ilimitada


en su resultados e irreversible. La acción no puede tener lugar en el
aislamiento, ya que quien empieza algo sólo puede acabarlo cuando consigue
que otros “le ayuden”. La acción humana es inicio de una cadena de
acontecimientos. La acción hace aparecer lo inédito. La acción se medirá por el

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gesto de inicio, de innovación. Y la natalidad es la matriz de todas las acciones,
acto de ruptura con el pasado mediante la introducción de algo nuevo.

El mundo humano es este espacio entre, cuya ley sería la pluralidad. La acción
de Arent concede durabilidad y sentido al mundo y así es política.

La libertad tiene que ver con la pluralidad la cual es entendida como elemento
constitutivo de la condición humana. Tiene que ver con distinción, con lo que
muestra a través de la acción y del discurso. Con las palabras y la acción nos
insertamos en el mundo humano. Así la política introduciría una ruptura en
relación con cualquier modalidad simplemente social de vida. El único lugar
donde la pluralidad de los seres humanos es posible es en la polis: el único
lugar donde los hombres se podían mostrar real e invariablemente quiénes
eran.

*La función del ámbito público es iluminar los sucesos humanos al


proporcionar un espacio de visibilidad donde todos pueden ser vistos
y oídos y revelar mediante la palabra y la acción quiénes son. La
apariencia constituye la realidad y que depende de una esfera pública
en que las cosas salgan de la oscura existencia. (Paralelo con el
pluralismo).

Lo público indica un mundo común, entendido como comunidad de cosas que


nos une y separa. Arendt arremete contra cualquier intento de construcción de
los cuerpos políticos sobre el modelo de la familia. La condición indispensable
de la política es la pluralidad que queda expresada en el hecho de que somos
alguien o no algo.

La esfera pública se caracteriza por la igualdad. Por naturaleza los hombres no


son iguales y necesitan una institución política para llegar a serlo: las leyes.
Sólo el acto político puede generar igualdad. Las leyes cumplen una función de
autorizar las palabras y las acciones.

El descubrimiento del “quién” está implícito en todo lo que alguien dice y hace.
Esto está supeditado a la auto exhibición y permanencia del acto de contar. La
acción sólo se revelaría a los demás o siempre retrospectivamente. Hay
continuas re-apropiaciones por medio del relato. Todos somos actores,
agentes. El espectador es quien capta y relata las historias.

Para Arendt no todo es espacio político y la autora busca dar con modelos de
espacios públicos en los que haya sido posible la experiencia de la acción tanto
que inicio. Así que lo busca en la antigua Grecia. La caída de Grecia se debió al
odio y envidia por el espíritu agonal. Por eso es que el espacio político no es
una mera locación física de un ámbito donde las acciones deben ser visibles.

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Arentd afirma que hay una revaloración del mundo, claramente manifiesta en
que los seres son libres cuando actúan. Así en la política lo que está en juego
es la vida como espacio de aparición. Acá no se considera a alguien que actúa
como aislado y autónomo, porque lo que está puesto sobre el tapete es la
libertad como realidad política.

En la época moderna con la progresiva sustitución de lo político por lo social, la


autora ocupaba la metáfora del oasis y el desierto. El mundo como espacio
público se ha ido deshabitando y ya no ilumina, ya no permite hacer visible el
quién. El avance del desierto está vinculado a la pérdida de mundo. La
tormenta de arena de los totalitarismos ha amenazado las dos capacidades
que permitían cambiar el desierto: la facultad de la pasión y de la acción. Los
oasis son aquellos ámbitos de la vida que existen con total o parcial
independencia de las condiciones políticas. Hay luces y sombras y por tanto,
cierta visibilidad. Nosotros buscamos refugio en los oasis, pero corremos el
peligro de que en nuestra fuga, nos llenemos los zapatos de arena.

Entre el coraje del aparecer y la autonomía del pensar:

El rechazo a los filósofos es su esfuerzos que hacen por evitar la filosofía


política, por el sólo hecho de escapar de lo temporal, lo contigente y lo relativo.
Uno de los objetivos centrales de la obra de Arendt es cuestionar la concepción
de que la tarea de la política decirnos qué pensar para que podamos saber
cómo actuar. El “cómo actuar” le quita la incertidumbre a la acción y eso
contribuye a la desaparición del EP. La filosofía occidental prima la vida
contemplativa y piensa que el pensar es retirarse al mundo sensible. Así uno
cuando piensa se vuelve invisible y por ende es un gesto de irrupción de toda
acción. Los prejuicios de la filosofía a la política tienen que ver por ese vivir
“fuera del mundo” lo cual lo aleja de los otros. Arendt busca un pensar que
“retorne al mundo”.

Acontecimiento es lo que sobreviene o adviene en el tiempo humano. Sólo hay


acontecimientos cuando se introduce sentido o no hay acontecimiento sin
mundo común. El acontecimiento es inseparable de la imprevisibilidad y de la
fragilidad de la acción y de las palabras que vinculan a los individuos entre sí.
El acontecimiento nunca puede ser pensado en términos de repercusión de
energía a lo largo de una cadena de causas y de efectos. Cada acontecimiento
en la historia revela un paisaje inesperado de acciones y pasiones que
trascienden la suma total de voluntades y el significado de todos los orígenes.

Frente a la objetividad lo que conviene a este pensar que retorna al mundo es


la imparcialidad, que Homero encarna. Los griegos aprendieron a comprender,
no a comprenderse como individuos, sino a mirar el mismo mundo desde la
posición del otro. La imparcialidad derivada del juicio está vinculada al hecho
de que este debe hacerse cargo de acontecimientos siempre singulares y

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contingentes sin la ayuda de un universal dado. Al juzgar recorremos a la
imaginación con el fin de colocarnos en el lugar de otro (mentalidad extensa).

Quien piensa con mentalidad extensa, debe apartarse de las condiciones


privadas subjetivas del juicio y reflexionar sobre su propio juicio desde un
punto de vista universal. Este modo de pensar nos ofrece cierta imparcialidad,
pero no nos dice cómo actuar ni nos indica cómo aplicar el saber logrado por
su mediación en la vida política. El juzgar sólo lo podemos hacer en un ámbito
potencialmente público. Hay que darle importancia a la inscripción histórica en
un mundo común y de la comprensión nunca definitiva del acontecimiento.

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¿Qué es la política?
Fragmento 1: ¿Qué es la política?

1. La política se basa en el hecho de la pluralidad de los hombres. Dios ha


creado al hombre, los hombres son un producto terrenal.

2. La política trata del estar juntos y los unos con los otros de los diversos.
Los hombres se organizan políticamente según determinadas
comunidades esenciales en un caos absoluto. En la medida que se
construyen cuerpos políticos sobre la familia y se los entiende a imagen
de ésta, se considera que los parentescos pueden unir a los más
diversos. En esta forma de organización se disuelve la variedad
originaria y la igualdad esencial. La ruina de la política resulta del
desarrollo de cuerpos políticos a partir de la familia.

3. Cuando se ve en la familia más que la participación, en la pluralidad, se


empieza a jugar a ser Dios. Se crea al hombre. La familia adquiere su
significado por el hecho de que no hay ningún refugio para el individuo.
Son alberges de un mundo inhóspito. Con la introducción del concepto
de parentesco se suprime la cualidad de la pluralidad.

4. El hombre sólo existe en la política con los mismos derechos que los mas
diversos se garantizan. Con esto se garantizan la pluralidad de los
hombres, que deben su pluralidad a si mismos.

5. Motivos por la filosofía no encuentra nunca el lugar donde surge la


política:

a. Zoom Politikon: el hombre es a-politico. La política nace entre los


hombres. Es fuera del hombre.

b. La representación del hombre a imagen y semejanza de Dios. Los


hombres son una repetición más o menos afortunada del mismo.
La solución de occidente a esto es la transformación de la política
en historia o su sustitución por ésta. A través de la representación
de una historia la pluralidad de los hombres se diluye en un
individuo llamado humanidad.

6. Sólo hay libertad en el particular ámbito del entre de la política. Ante


esta libertad nos refugiamos en la “necesidad” de la historia.

Fragmento 2ª: Los prejuicios

Si se quiere hablar sobre política, debe empezarse por los prejuicios que todos
nosotros albergamos contra ella. Estos prejuicios no son juicios. Muestran que
hemos ido a parar a una situación en que políticamente no sabemos como
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movernos. Los prejuicios son un peligro para la política porque se anticipan y
confunden política con aquello que acabaría con la política (algo inevitable). La
idea de que la política se disuelva por un gobierno global se cae cuando se
entiene política como una relación de dominadores y dominados. Si se aboliera
sería un caos. La dominación a través del anonimato no es menos despótica
porque nadie la ejerce. Es más temible incluso, pues no hay nadie que pueda
hablar con este nadie.

Si entendemos político por un ámbito de mundo en que los hombres son


activos y dan a los asuntos humanos una durabilidad, entonces no es utópico.

Fragmento 2B: Prejuicio y juicio

El hombre no puede vivir sin prejuicios y no sólo porque su buen sentido no sea
suficiente para juzgar, sino porque una ausencia de prejuicio exijiría una alerta
sobrehumana. Por eso la política siempre ha tenido que ver con la aclaración y
disipación de prejuicios. La pretención de estar atento y abierto al mundo
determina el nivel político.

Esta justificación del prejuicio como criterio para juzgar en la vida cotidiana
tiene sus fronteras, vale sólo para auténticos prejuicios (apelan a la
naturalidad). Estos siempre tienen una experiencia personal en la que tienen
evidencia. Lo idiosincrásico sólo se puede imponer en lo público-privado y en lo
íntimo y privado. No hay ninguna sociedad que no se base en los prejuicios.
Cuándo más libre está un hombre de prejuicios menos apropiado es para lo
puramente social.

Un prejuicio auténtico se reconoce además en que encierra un juicio que en su


día tuvo un fundamento legítimo en la experiencia. El peligro del prejuicio
reside en que siempre está bien anclado al pasado y por eso se avanza al
juicio.

Juzgar significa decidir lo concreto mediante criterios regulativos y también


significa cuando nos enfrentamos a algo que no hemos visto nunca y para lo
que no disponemos de ningún critero.

Las ideologías cumplen la misión de preservar a quien juzga de exponerse


abiertamente a lo real. Protegen de toda experiencia. A los hombres sólo se les
puede exigir juzgar cuando poseen criterios. Los criterios mientras tienen
validez, no son nunca demostrables irrefutablemente. Si el hombre únicamente
pudiera juzgar cuando tuviera criterio, el hombre es el que está fuera de quicio.
Si uno elige que el mundo está loco o son los hombres, lo relevante es que
existe un antropomorfismo. Pero el punto central de la política es el mundo y
no el hombre. Asi de la misma manera que o se cambia un mundo cambiando a
los hombres, tampoco se cambia una organización empezando a influir sobre
sus miembros. Sólo se puede hacer por las leyes o por la constitución.
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Eso ocurre porque siempre se sjuntan hombres en un espacio que los une y los
separa. Cada uno de estos espacios tuebe su propia estructura, que cambia
con el tiempo y que se da a conocer en lo privado en los usos, en lo social en
las convenciones y en lo público en las leyes.

El mundo será el que cause la muerte del hombre y no nosotros mismos. ¿No
será mejor cambiar la esencia del hombre, antes de cambiar al mundo.

Fragmento 3ª: Sentido de la política

ES LA LIBERTAD. Hay dos temas del sentido de la política ante la experiencia


moderna. Uno son los totalitarismos donde la libertad se ve coartada. Y la otra
es las modernas posibilidades de aniquilación. Ya no se trata sobre la libertad
sino la vida de la existencia de la humanidad. Aca se duda sobre la
compatibilidad entre política y conservación de la vida.

En la EM, lo político sólo valía como un medio para proteger la subsistencia de


la sociedad y la productividad del libre desarrollo social. Ahora lo político
amenaza lo que defendía en la EM (vivir en conjunto). La política se ha
empezado a autoliquidar. La falta de sentido en que ha caído la política se
aprecia en que todos los problemas políticos particulares se precipitan a un
callejón. No podemos imaginarnos una solución satisfactoria: sólo se
necesitaría un milagro (que no es tan raro considerando el origen de la vida en
la tierra). Si trasladamos esto a la naturaleza histórica no funciona, por que las
“improbabilidades infinitas” en historia ocurren a cada rato.

La gran diferencia entre las “improbabilidades infinitas” y los milagros es la


acción. Este pone en marcha procesos cuyo automatismo parece muy similar
al de los procesos naturales y le es peculiar sentar un nuevo comienzo. El
milagro de la libertad yace en este poder-comenzar que a su vez estriba en el
hecho de que todo hombre que viene al mundo es un nuevo comienzo.

La libertad no sólo recide en la acción y en lo político sino que es posible si el


hombre renuncia a actuar, evitando lo político. Los hombres en la medida que
pueden actuar, son capaced de llevar a cabo lo improbable e imprevisible y de
llevarlo a cabo continuamente.

Fragmento 3B:

El sentido de la política y la desconfianza se originan en experiencias vividas


por los filosofos en la polis.

La política es un medio para un fin más elevado, fin último. Es una


necesidad ineludible para la vida humana, ya que el hombre no es
autártico, sino que depende de los otros. Misión y fin de la política es
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asegurar la vida en sentido más amplio es ella quien hace posible al
individuo perseguir en paz y en tranquilidad sus fines. Allí donde
conviven los hombres, hay y ha habido política.

Aristóteles con su palabra politikon, se refería a que es una particularidad del


hombre el que pueda vivir en una polis y que la organización de ésta presenta
la suprema forma humana de convivencia y es humana, que puede
mantenerse por sí sólo en plena libertad y autonomía.

Lo que distinguía la convivencia humana en la polis de otras formas de


convivencia humana era la libertad. Ser libre y vivir en una polis eran en cierto
sentido uno y lo mismo. Para poder vivir en la polis el hombre no debía tener
responsabilidades (ocio). Esta liberación se hacia por medio de los esclavos e
involucraba odio y violencia, basado en una dominación absoluta. El fin era la
liberación prepolítica. El sentido era que los hombres trataran entre ellos en
libertad, iguales con iguales, que mandaran y obedecieran sólo en momentos
necesarios.

Lo político, para los griegos, se centra en la libertad, como no ser dominado ni


dominar y en un espacio establecido por muchos donde se mueven los iguales.
Por eso quien domina sobre los demás y es distinto de ellos, puede que sea
más feliz, pero no más libre. También él se mueve en un espacio donde no hay
libertad. Para nosotros es difícil entender esto porque unimos el concepto de
justicia y no de libertad. La isonomía era que todos tienen el mismo derecho a
la actividad política, la cual es hablar unos a otros. Es una libertad de palabra.

Para la libertad no es necesaria una democracia igualitaria, sino una esfera


restringida, delimitada olargicamente, en que al menos unos pocos o los
mejores traten los unos con los otros como iguales.

Quien abandona la polis o es desterrado pierde su patria sino que también el


único espacio en que podía ser libre. Los griegos sabían que un déspota era
beneficioso para la ciudad, pero era fatal para la política. Así se acababa con la
libertad.

Lo político se ha dado en muy pocas ocasiones y esos momentos son decisivos.


Lo perdurable de todo esto es que para nosotros el concepto de política sigue
siendo válido. Está es que la libertad es lo mejor y que la política y ésta van
unidas. Los estados totalitarios han osado con cortar el hilo político con su
consigna de que la libertad del hombre debe ser sacrificada al desarrollo
histórico cuyo proceso puede ser obstaculizado por la acción del hombre que
actúa en libertad.

El que deseaba ser libre era quien estaba dispuesto a arriesgar su vida. De allí
que la primera virtud política sea la valentía, ya que la única forma de acceder
al mundo público es dejando nuestra existencia privada y de la familia.
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El mundo en donde se abren los emprendedores no es político aun sino que
público. Esto es porque el espacio donde se gesta son todos iguales y todos
pueden escuchar la gesta. Aquí todo aparece con la luz de la publicidad. Para a
llegar a ser político debe estar en una ciudad, cuando se liga a un sitio
concreto que sobreviva tanto a las gestas memorables como a los nombres de
los autores. Esta ciudad es la polis. Todo esto en el hecho de que la polis se
fundó para asegurarse de la grandeza de los hechos y palabras humanas una
permanencia más fiable.

Ocurrió un cambio en la definición de libertad. La actividad más importante


dejó de ser el actuar y pasó al habla. Del acto libre a la palabra libre. Todo esto
ayuda a que el acto sea desplazado a un segundo lugar. Ahora se habla de
expresar las opiniones, el derecho de escuchar las opiniones, desbancó a una
libertad que es completamente de otra índole, la que es propia de la acción, de
la espontaneidad. La libertad de la acción tiene que significar lo mismo que
sentar un comienzo y empezar algo. Sólo nos hemos dado cuenta del
extraordinario significado político de esta libertad cuando los totalitarismos no
sólo han querido aniquilar fundamentalmente la libertad de expresión, sino que
también la espontaneidad del hombre en todos los terrenos.

La libertad de expresión se diferencia de la libertad de sentar un nuevo


comienzo, propia de la acción, en que aquella necesita en mucho mayor
medida de la presencia de otros. La libertad de la espontaneidad es prepolítica;
únicamente depende de las formas de organización de la convivencia en la
medida en que también ella, sólo puede darse en un mundo. Muchas de las
actividades humanas pueden tener lugar lejos de la esfera política. No así la
libertad de hablar que sólo es posible en el trato con los demás.

Sólo se puede ver y experimentar el mundo tal como éste es “realmente” al


entenderlo como algo que es común a muchos y es comprensible en la medida
de que muchos hablando entre sí sobre él. Solamente la libertad del conversar
hace surgir una objetividad visible desde todos los lados del mundo.

La libertad de expresión y de acción no son el fin de la política. Son más bien el


contenido auténtico y el sentido de lo político mismo. En este sentido, política y
libertad son idénticas y donde no hay esta última tampoco hay un espacio
propiamente político.

Lo fundamental es que entendamos la libertad misma como algo político y no


como el fin supremo de los medios políticos y que comprendamos que coacción
y violencia eran ciertamente medios para proteger o fundar el espacio político
pero como tales no eran precisamente políticos ellos mismos.

Este espacio de lo político solamente puede cuestionarse en el caso de que se


prefiera el trato con pocos al trato con muchos y se tenga la convicción de que
el libre conversar sobre algo no engendra realidad sino engaño.
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Platón, con su académia, hizo un nuevo espacio político fundado en el habla
donde sus miembros eran libres y que ha llegado a nuestro días como la
libertad de las universidades y la libertad de la cátedra. La academia trajo al
mundo un nuevo concepto de libertad. A diferencia de una libertad puramente
filosófica y sólo válida para el individuo, esta libertad de los pocos es de
naturaleza 100% política. La academia era un sustituto a la plaza o la ágora; si
los pocos querían seguir hablando libremente entre sí, debían estar desligados
de todas las actividades de la polis; debían quedar liberados de la política y
entrar en el espacio de lo “académico”. Lo que quedó de esto fue el
alejamiento de la polis, la apolitia, la indiferencia respecto a la política.

Cuando la política se encarga de que los pocos dependan de los muchos,


donde depende del dominio sobre los esclavos (libertad basada en violencia) o
de la benevolencia del cuerpo político, ya no es política griega, sino que se
encara de todo aquello que asegura a esta libertad la existencia. Para la polis
el cuidado de la vida y defensa no eran el punto central de la vida políticas y
eran políticas cuando se tomaban decisiones en conjunto. La justificación de la
política desde el punto de vista de la libertad de los pocos era irrelevante.

Esta degradación de la política a partir de la filosofía, depende completamente


de la diferenciación entre muchos y pocos.

Si entendemos por política todo aquello necesario para la convivencia de los


hombres y para posibilitarles una libertad situada más allá de lo político y lo
necesario, estaremos justificados para medir el grado de libertad de un
organismo político según la libertad religiosa y académica que tolere.

La política cristiana ha tenido siempre dos misiones: por un lado asegurarse


mediante la intervención en la política secular que el lugar de reunión de los
creyentes fuera guardecido del exterior; y por otro lado evitar que tal lugar se
convierta en uno de aparencia, que la iglesia se convirtiera en un poder
secular. Cuando la Reforma consiguió finalmente alejar de las iglesias todo lo
que tenía que ver con parecer y aparecer y convertirlas nuevamente en
lugares de reunión para lo que vivián aislados, desapareció el carácter público
de estas iglesias.

Con el fin de la Antigüedad y el surgimiento de un espacio público eclesiástico,


la política secular siguió ligada a las necesidades vitales de los hombres y a la
protección de una esfera superior que hasta el fin de la EM se concretó
espacialmente en la existencia de la iglesia. Esta necesita de la política para
poder mantenerse sobre la tierra y en este mundo como visible. Y ésta
necesita de la iglesia para demostrar su justificación superior y su legitimidad.

Lo que ocurrió en la EM no fue que la función de la política cambiase, sino que


cambió fueron los ámbitos que hacían parecer necesaria la política. Lo que la
EM esperaba de su estado y lo que éste ha cumplido sobradamente ha sido
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que los hombre se entregaran libremente al desarrollo de las fuerzas
productivas sociales, a la producción de bienes para una vida feliz.

Desde el surgimiento del estado nacional, la opinión corriente es que el deber


del gobierno es tutelar la libertad de la sociedad hacia dentro y hacia fuera, si
es necesario usando la violencia. La participación de los ciudadanos en el
gobierno es necesaria para la libertad sólo porque el gobierno debe ser
controlado en dicho ejercicio por los gobernados. Se comprende que con el
establecimiento de una esfera de acción política aparece un poder que debe
ser vigilado constantemente para proteger la libertad. Se entiende que la
política es un medio para alcanzar la libertad.

Si entendemos por política algo que esencialmente ha nacido en la polis, se da


la unión entre política y vida una contradicción interna que surprime y arruina
lo específicamente político. Al exigir el sacrificio de sus vidas, se pone en riesgo
la de la humanidad. La oposición entre vida y política es lo que ha inspirado lo
político. Incluso el hecho de que en política no se trate mas de la mera
existencia es señal de una liquidación de la política.

Que este colosal crecimiento de los medios de violencia y aniquilación haya


sido posible no es debido sólo a las invenciones técnicas sino al hecho de que
el espacio público-político se ha convertido tanto en la autointerpretación
teórica de la EM como en la brutal realidad en un lugar de violencia. Puesto allí
donde los hombres actúan conjuntamente se genera poder y puesto que el
actuar conjuntamente se genera en el espacio político, el poder potencial
inherente a todos los asuntos humanos se ha traducido en un espacio
dominado por la violencia. De ahí que parezca que poder y violencia son lo
mismo.

La pregunta acerca del papel que le corresponde a la violencia en las


relaciones internacionales esta actualmente, desde la invencipon de las armas
atómicas, en el primer plano de toda política.

Precisamente para poder vivir cotidianamaente sin violencia se fortaleció la


violencia del poder público, del estado, de la que se creyó seguir siendo dueño
porque se la había definido explícitamente como mero medio para el fin de la
vida social.

La política como medio cuyo fin supremo debe ser el mantenimiento y


organización de la vida bajo la violencia no tiene sentido. Así, desde la
invención de la bomba atómica, el temor completamente justificado de que la
humanidad pueda liquidarse a causa de la política y los instrumentos de
violencia de que dispone. La pregunta por el sentido de la política se refiere
actualmente a la amenaza que la guerra y las armas atómicas representar para
el hombre.

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Fragmento 3c:

Capitulo II: La cuestión de la guerra

Al destruir el mundo no se destruye más que una creación humana y la


violencia necesaria para ello se corresponde exactamente con la inevitable
violencia inherente a todos los proceso humanos de producción. Lo que los
hombres producen pueden destruirlo otra vez, lo que destruyen pueden
construirlo de nuevo.

Es caracterísico de estos proceso que transcurran esencialmente entre


explosiones, es decir, entre catástrofes que a su vez impulsan el proceso
mismo hacia adelante. El equilibrio entre producir y destruir no es alterado por
la técnica moderna ni por el proceso a que ésta ha arrastrado. Al contrario
pareciera que se potencian e incluso se confunden.

Sólo cuando el hombre se enfrenta a fuerzas terreno – naturales, que están en


este mundo, está bien. Pero cuando se inventa la energía atómica ya se sale
de lo natural y son procesos no naturales que actúan en la tierra. Y como no
son de naturaleza terrena, podrían destruir la Tierra del mismo modo que los
procesos naturales que el hombre maneja pueden destruir el mundo contruido
por el.

Con la SGM se sobrepaso una limitación inherente a la acción violenta y que


fue la destrucción generada por los medios de violencia debía afectar a
algunas zonas y a un número determinado de personas; no a un país o a un
pueblo entero. La violencia ahora alcanza a pueblos y a realidades histórico –
políticas. Cuando un pueblo pierde su libertad como estado, pierde su realidad
política aun cuando consiga sobrevivir físicamente.

Estamos en un mundo de relaciones por medio de la acción y el hablar que ha


nacido de la fuerza de muchos que al estar juntos, generan un poder ante el
cual la más grande fuerza del individuo es impotente. Sólo puede liquidarlo la
violencia cuando es total. Alli es donde entran los totalitarismos y la guerra
total, la cual no se conforma con amedrentar sino que los aniquila mediante el
terror sistemático todas las relaciones interhumanas.

La guerra y la violencia, en la antigua Grecia, fueron excluidos por completo de


lo político. Violentamente se comportaba contra otros estados o ciudades. Eso
era “apolítico”. Al ámbito político pertenecía todo lo extra-politico. Para
nosotros la guerra no es la continuación por otro medios de la política, sino que
una continuación de la guerra por medio de los engaños.

Lo importante de la argumentación es que se obtuviera la facultad de ver los


temas desde distintos lados, que cada uno percibiera los muchos puntos de

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vista posibles dados en el mundo real a partir de los cuales algo puede ser
contemplado y mostrar, los aspectos más variados.

(…) NO ENTENDI NADA DESPUES (112-114)

La tipificación del hombre griego fuera determinante la figura de Aquiles, el


constante impulso por ser el mejor de todos y conseguir gloria inmortal. La
presencia necesaria de muchos en general y de muchos de igual condición en
particular, el lugar homérico de reunión, la ágora, esta homérica conjunción de
héroes. La polis sigue ligada a la ágora homérica pero este lugar de reunión es
ahora permanente.

Sólo desde la óptica romana de que el fuego es la única forma para superar la
total destrucción, se puede entender la guerra total y porque esta no puede
tener lugar en la política. Básicamente el mundo surge cuando hay diversas
perspectivas de la vida. Si es aniquilado un pueblo o un estado, presentan una
visión del mismo que sólo ellos pueden hacer realidad. Muere una parte del
mundo. Cuando mas pueblos haya, mas rico es el mundo.

Es importante que la guerra de Troya finalizara con los tratados y acuerdos.


Para los romanos está ligado con la guerra entre pueblos y representa la
continuación de toda guerra. Todo tratado de paz sirve para regular
nuevamente no sólo el estado de cosas previo al inicio de las hostilidades, sino
que también para algo nuevo que surge en el transcurso de las mismas. El
tratado que vincula a dos pueblos hace surgir entre ellos un mundo nuevo,
común ahora a ambos, que surgió cuando entraron en lucha y que crearon al
hacer y padecer algo igual.

Esta solución de la cuestión de la guerra es el origen tanto del concepto de ley


como su importancia. La ley es algo que une a los hombres entre sí y que tiene
lugar no mediante una acción violenta, sino que a través de acuerdos.

Para los romanos la actividad legisladora correspondían al ámbito político, no


asi los griegos que la actividad del legislador era externo a la polis. En Roma la
ley es el tratado entre dos partidos en lucha: el patriciado y los plebeyos. La
ley ligaba a los dos. Esta relación no es natural, es positiva y dura toda la vida.
Y así como un acuerdo tal sólo puede tener lugar si el interés de ambas partes
está asegurado.

Ley para los griegos, no es ni acuerdo ni tratado ni algo que surja del hablar y
del actuar entre hombres. Nada que corresponda a lo político, sino algo
pensado por el legislador. Se considera pre-politica pero en el sentido de que
es constitutiva para toda posterior acción política y todo ulterior contacto
político de unos con otros. La laey es aquello según lo cual la polis inicia su
vida sucesiva. Infringirla es como sobrepasar una frontera impuesta a la
existencia. La ley tiene algo en si mismo violento. Ha surgido de la producción
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y no de la acción. También la ley produce el espacio de lo político y contiene lo
que violento y violentador tiene todo producir. Un ciudadano libre dentro de la
polis era frente a la ley, libre y encerraba en el interior un “hijo y un esclavo”
para toda la vida.

Los romanos empezaron con las leyes como una política exterior, esto es para
los griegos algo absolutamente extrínseco a la política. Para los romanos, el
ámbito político sólo podía surgir y mantenerse dentro de lo legal, pero este
ámbito nacía y crecía solamente allí donde distintos pueblos concidían. Pero
esta guerra no es el fin sino el comienzo de la política, de un nuevo espacio
político surgido del tratado y la alianza. Y le da sentido a la “clemencia
romana”.

Toda relación establecida por la acción, al involucrar a hombres que a su vez


actúan en una red de relaciones y referencias, desencadena nuevas relaciones,
transforma decisivamente la constelación de referencias ya existentes. Gracias
al pensar griego del nomos circunscribiendo la acción de lo que pasa entre
hombres dentro de una polis y sujetando a está todo lo externo. Sólo así es
política. Los romanos tuvieron la avaricia de tener sus sistemas de alianzas que
comprendían mucho territorios y que era obvio que se iba a desmoronar. Roma
pagó con la perdida de la imparcialidad greco-homérica; con el sentido por lo
grande y excelente en todas sus figuras, allí donde se hallara.

En cierto sentido podría decirse que los griegos, que aniquilaban a sus
enemigos, fueron históricamente más justos y nos transmitieron más sobre
ellos que los romanos, que los hicieron sus aliados.

El concepto de política exterior (nocion de un orden político fuera de las


fronteras del propio pueblo) es exclusivamente romano. La ley crea antes que
nada un espacio en el que entra en vigor y este espacio es el mundo en que
podemos movernos en libertad. Si las guerras son otra vez de aniquilación
entonces ha desaparecido lo específicamente político de la política exterior
desde los romanos, y las relaciones entre los pueblos han ido nuevamente a
parar aquel espacio desprovisto de ley y de política que destruye el mundo y
engendra desierto.

Pues el mundo de relaciones que surge de la acción, es en verdad mucho más


difícil de destrir que el mundo producido por cosas. Pero si el mundo de
relaciones se convierte en un desierto, la ley del desierto ocupa el lugar de las
leyes de la acción política, cuyos procesos dentro de los político son reversibles
sólo muy difícilmente.

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