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ROSARIO DEL PÉSAME

Introducción
Ha llegado la primera noche después de la muerte de Jesús, y María su Madre se encuentra
llorando, el dolor le atraviesa el corazón por el asesinato de su Hijo. Este sufrimiento le consume el
alma y le cuestiona toda la vida del hombre y de la mujer. Aún no termina de entender por qué, si su
Hijo anuncia la justicia, el amor, el respeto y la vida, ¿por qué le quitan precisamente esa vida?
Que a través de este Santo Rosario, meditemos acerca de cada uno de los instrumentos de la
pasión. Oremos con ella junto al cuerpo yaciente de Jesús, y acompañemos a María en su
prolongada noche de dolor y de pena.

 (La señal de la cruz)

 (Yo pecador)

 (Señor mío Jesucristo)

Romancero de la Vía Dolorosa.

Mi Jesús tiene sueño, por el camino se me durmió tres veces el pobrecillo.


Hijito, duerme, duerme, que en esta noche no habrá quien te despierte.

De mañanita, llorando, por los caminos del cielo


Salió mi niño a buscar, su rebaño de corderos.
Todos andaban perdidos entre los barrancos negros…

En un bosque de alaridos y brazos en alto tensos,


entró mi niño temblando de soledad y de miedo…

Las flores eran de sangre, las ramas eran flagelos,


las maldiciones volaban, como pájaros al viento.

Era tan largo el camino, estaba el aire tan negro,


que mi Niño se calló, tres veces en el sendero;
y cuando a los ojos de agua se acercó a beber sediento
le dieron a beber mirra, aquellos crueles veneros.

Por fin se subió mi Niño, sobre las ramas de un cedro,


por ver si de las alturas, divisaba sus corderos.
Su séptuple canto triste, rodó por el universo.

Como un gorrioncillo herido – todo púrpura su pecho –


quedo dormido mi Niño, sobre las ramas del cedro;
las nubes lo acariciaban, con devoción los cabellos.

Dormidito lo encontraron, en el camino del cielo


y dormidito a mis brazos, de noche me lo trajeron.
Tiene en sus pies dos claveles, en sus manos dos luceros,
y en su Corazón un sol, tres veces santo y abierto.

Hijito que entre mis brazos, yaces cansado y desecho,


duérmete sin ansiedades por tus perdidos corderos.
… Hijito que entre mis brazos, yaces desnudo y desecho,
sigue durmiendo en la cuna de mi amor y de mis besos.

Estos besos son los últimos, pero mi amor es eterno.


Sigue durmiendo en mis brazos, aunque sabes que tu sueño,
es espada de dos filos que me traspasa por dentro…
Duerme… que para velarte, esta mi dolor despierto…

Primer Misterio – El flagelo

M.-Hijito que entre mis brazos, yaces cansado y desecho


T.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos

En toda tu vida Señor, amaste, hoy, en cambio se te odia. Tus manos estuvieron siempre dispuestas
a acariciar a los niños y a los pecadores, hoy en cambio haz recibido solo fieros flagelos. Estuviste
presto para sanar la carne destruida por la enfermedad y la lepra, pero hoy, te destrozamos la carne
que con cariño te tejiera tu madre en su seno.
(Se reza el Padre Nuestro, las diez Avemarías y el Gloria al Padre. Se termina cada misterio con la
jaculatoria:)
M.- María Madre de los Dolores,
T.- Acuérdate que en la cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.

Segundo Misterio – Corona de espinas

M.-Hijito que entre mis brazos, yaces cansado y desecho


T.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos

Era demasiado. Había ya traspasado por mucho los límites que la lógica humana habían impuesto al
corazón del hombre. Y es que tu cabeza, tu corazón y tu boca, íntimamente unidos, hicieron una
combinación que hizo que los mismos cimientos del mundo, de sus instituciones y de las personas,
se cimbraran hasta lo más profundo. Las bienaventuranzas, el perdón de los pecadores, el amor a
los enemigos, un Dios que es Padre, no se podían tolerar. La locura de tus palabras sólo podía
recibir una corona magnífica, pero nos equivocamos, una vez más nos equivocamos, tuvimos a bien
ceñir tus sienes, no de oro, sólo de espinas.
(Se reza el Padre Nuestro, las diez Avemarías y el Gloria al Padre. Se termina cada misterio con la
jaculatoria:)
M.- María Madre de los Dolores,
T.- Acuérdate que en la cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Tercer Misterio – Jesús abraza la cruz

M.-Hijito que entre mis brazos, yaces cansado y desecho


T.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos

Así como amaste al Hijo Pródigo, así como buscaste la oveja perdida, así amas la cruz. Que fue
difícil, no hay que negarlo, pero bien sabes que en los caminos del amor, siempre habrá senderos de
sufrimiento. Porque tu amor “todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”
(1Co.13,7) Y así fue, el amor cegó a Dios y lo hizo cargar una cruz para en ella hacer locuras
insospechadas. Por eso, porque amas al pecador, porque me amas, por eso Señor mío, amaste tu
cruz.
Y mírame a mí, a mi vida, quejándome diariamente por mi cruz, mis responsabilidades, mi cruz se
hace más pesada. No me decido ni a caminar y cambiar la situación de mi vida, de mi familia y de mi
comunidad.
(Se reza el Padre Nuestro, las diez Avemarías y el Gloria al Padre. Se termina cada misterio con la
jaculatoria:)
M.- María Madre de los Dolores,
T.- Acuérdate que en la cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.

Cuarto Misterio – Los clavos traspasan el cuerpo de Jesús

M.-Hijito que entre mis brazos, yaces cansado y desecho


T.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos

El dolor parecía insoportable. Los golpes del martillo se confundían con el lento desgarrarse de tu
cruz y de tu carne. Si el hecho de no haber desfallecido durante este cruel momento nos sorprende,
más aún nos conmueve las palabras de perdón y misericordia para quienes somos el motivo de tanto
dolor. ¡Fuiste tan cruelmente deshumanizado por los “humanos”! La longitud, la anchura, la altitud y
profundidad con la que Dios nos amó desde la cruz supera aquí toda palabra. Callemos, miremos,
adoremos. (Un momento breve de silencio)
(Se reza el Padre Nuestro, las diez Avemarías y el Gloria al Padre. Se termina cada misterio con la
jaculatoria:)
M.- María Madre de los Dolores,
T.- Acuérdate que en la cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.
Quinto Misterio – La lanza traspasa el costado de Jesús

M.-Hijito que entre mis brazos, yaces cansado y desecho


T.-Duérmete sin ansiedades, por tus perdidos corderos

Bendita lanza que traspasó tu costado y que ha dejado para nosotros tu corazón siempre abierto.
Bendita lanza que nos abre la posibilidad de retornar siempre a tú corazón que perdona y que
abraza. Por eso Señor, cambia este mi corazón de piedra que se niega acoger al que me ha
ofendido, que se niega abrirse al que me necesita, que se ha endurecido y que poco le importa lo
que le pase al prójimo. Traspasa pues este corazón y haz que se vuelva más generoso y que
entregue a ejemplo tuyo, todo lo que tiene.

Madre llena de dolor intercede por tus hijos que a costa de la sangre de tu Hijo han sido redimidos,
para que así como tú, al pie de la cruz contemplemos y busquemos a Jesús, quien nos espera con el
corazón siempre abierto ya que “habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo”.(Jn 13, 1)
(Se reza el Padre Nuestro, las diez Avemarías y el Gloria al Padre. Se termina cada misterio con la
jaculatoria:)
M.- María Madre de los Dolores,
T.- Acuérdate que en la cruz te nombró Jesús Madre de los pecadores.

-V./ Oh Soberano Santuario, Sagrario del Verbo Eterno,


- R./ Libra Virgen del infierno a los que rezamos tu Santo Rosario.
- V./ Emperatriz poderosa, de los mortales consuelo,
- R./ Ábrenos Virgen el cielo con una muerte dichosa y danos pureza de alma, ya que eres tan
poderosa.
Ahora vamos a rezar un Padre nuestro por nuestra Iglesia, para que junto con el Papa, los Obispos,
presbíteros, diáconos, religiosas, religiosos, laicas y laicos, como Pueblo de Dios podamos trabajar
con entusiasmo y esperanza para vencer los dolores de nuestra Madre María.
Padre nuestro…
Dios te salve María Santísima, Hija de Dios Padre, mujer fuerte y decidida a realizar el proyecto del
Dios vivo, en tus manos ponemos nuestra fe para que nos compartas de tu resistencia ante los
dolores que vivimos, llena eres de gracia…
Dios te salve María Santísima, Madre de Dios Hijo, mujer valiente que asume la fecundidad de la
salvación y por tanto el dolor de las consecuencias del anuncio del Reino, en tus manos ponemos
nuestra esperanza para que nos acompañes en el proceso de la unión solidaria que nos ayude a
vencer el dolor que atenta contra la vida, llena eres de gracia…
Dios te salve María Santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo, mujer perseverante y fiel a la Iglesia,
en tus manos ponemos nuestra vida para que nos ayudes en la construcción de una sociedad en
donde podamos vivir los valores del Evangelio, llena eres de gracia…
Dios te salve María, mujer elegida por la Santísima Trinidad para ser Templo y Sagrario de la Justicia
y la Verdad. Dios te salve Reina y Madre…

Letanías de nuestra Madre de los que sufren


Señor de la Justicia Ten piedad
Cristo de la Verdad Ten piedad
Señor de la Misericordia Ten piedad
Cristo de la Paz Óyenos
Cristo de la Solidaridad Escúchanos
Dios Padre de la Vida Ten piedad de nosotros
Dios Hijo Defensor de la Vida Ten piedad de nosotros
Dios Espíritu Santo Promotor de la Vida Ten piedad de nosotros
Madre de Dios Ruega por nosotros
Madre de Jesucristo
Madre de la Iglesia viva
Madre Inmaculada
Madre Virgen
Madre del Creador
Madre del Salvador
Madre de los niños de la calle
Madre de los obreros
Madre de los campesinos
Madre de los indígenas
Madre de los trabajadores
Madre de los desempleados
Madre de los estudiantes
Madre de las mujeres golpeadas
Madre de las prostitutas
Madre de los enfermos
Madre de los desamparados
Madre de los desesperados
Madre de los desaparecidos
Madre de los secuestrados
Madre de los torturados
Madre de los asesinados
Madre de los inmigrantes
Madre de los refugiados
Madre de los Dolores
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo y eres Vida en Libertad, perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo y eres Vida en la Verdad, óyenos Señor.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo y eres Vida con Justicia y Dignidad, ten
misericordia de nosotros.

ORACIÓN FINAL
(Oración del Beato Agustín Pro a la Virgen de los Dolores)

Déjame pasar la vida, Madre mía, acompañando tu soledad amarga y tu dolor profundo. Déjame
sentir en el alma el triste llanto de tus ojos y el desamparo de tu corazón.

No quiero en el camino de mi vida saborear las alegrías de Belén adorando en tus brazos virginales
al Niño Dios. No quiero gozar en la casita de Nazaret de la amable presencia de Jesucristo. No
quiero acompañarte en tu Asunción gloriosa entre coros de ángeles. Quiero en mi vida las mofas y
culpas del Calvario; quiero la agonía lenta de tu Hijo; el desprecio la ignominia, la infamia de la Cruz,
quiero estar a tu lado, Virgen dolorosísima, fortaleciendo mi espíritu con tus lágrimas, consumando
mi sacrificio con tu martirio, sosteniendo mi corazón con tu soledad, amando a mi Dios y tu Dios con
la inmolación de mi ser. Amén

Dulce Madre no te alejes, tu vista de mí no apartes, ven conmigo a todas partes y nunca solo me
dejes y ya que me proteges tanto, como verdadera Madre, cúbreme con tu manto, y haz que me
bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

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