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Fue recién cuando las plantas llegaron a territorio Azteca que comenzaron a mostrarse
productivas. De México pasaron a Perú, según presumen los expertos, por iniciativa de
Hernando de Montenegro, quien para 1551 obtuvo la primera cosecha importante de
uvas.
Después de tantos años hoy nos podemos jactar de estar entre los mejores productores
de vino del mundo y de poseer un paladar que sabe agasajarse, a veces, por qué no
confesarlo, hasta el exceso.
Desde la institución, nos pusieron al tanto de las cifras que manejan, haciendo una radiografía de la
situación nacional y del consumo excesivo de alcohol.
"Sean 7 o 9 (litros) vamos a desplegar los mismos esfuerzos en políticas públicas para disminuir el
consumo abusivo", fue la respuesta que Felipe Leyton, Jefe del área de prevención del consumo abusivo
de alcohol de Senda, entregó a Publimetro al consultarle respecto a unas cifras erróneas de la
Organización Mundial de la Salud.
El especialista de Senda aclaró a nuestro medio estar al tanto de los datos errados de la OMS,
sobre consumo anual per cápita de litros de alcohol puro, y también sobre los datos de otro estudio de
Euromonitor, sobre el mismo tema. "Probablemente el dato de la OMS está sobreestimado y el dato de
Euromonitor subestimado. Nosotros tenemos que estar en algún punto intermedio" agregó Leyton. Y
explicó que otros estudios como la Encuesta Nacional de Salud del 2010 y los propios estudios
impulsados desde Senda, les ayudan a definir las cifras sobre la situación en Chile. Solamente habían
citado el estudio de la OMS como una estimación. Pero tienen claro el escenario nacional e independiente
de las diferencias en las cifras, se enfocarán en la prevención.
Abuso de alcohol en cifras: la radiografía
Desde Senda, nos enviaron una serie de cifras que dan cuenta de los problemas que provoca el abuso de
bebidas alcohólicas. Según sus registros, 1 de cada 2 personas mayores reconoce haber consumido
alcohol alguna vez en el último mes, pero el problema recae en que 2 de cada 5 personas que bebieron
alcohol, consumió más de 5 tragos en una sola ocasión.
Sobre el mismo tema, el Jefe del área de prevención del consumo abusivo de alcohol de Senda
señala que en Chile existe la tendencia de beber hasta llegar a la embriaguez. Dicho problema queda
reflejado cuando se analizan cifras de países como Francia, donde se consume más cantidad de alcohol,
pero las cifras de abuso de este producto son menores. Hay un consumo responsable.
2 de cada 5 personas que bebieron alcohol (en el último mes), consumió más de 5 tragos en una sola
ocasión.
Los jóvenes (15-24 años) beben en promedio 8 tragos cada día de consumo, según Senda. Y en cuanto al
consumo de la población en general, los chilenos beben 55 gramos de alcohol puro por día de consumo,
cuando por sobre 20 gramos se considera "riesgoso". Esto se asocia a embriaguez. Ese consumo se
concentra en 1,6 días a la semana.
Los jóvenes (15-24 años) beben en promedio 8 tragos cada día de consumo.
Las cifras del alcohol y sus efectos para la salud
La dependencia de alcohol es la cuarta causa de la pérdida de años de vida saludables (AVISA) y
responsable directa del 4% del total de muertes en el país. Desde Senda agregan que además, su consumo
se ha asociado a más de 60 problemas de salud, incluyendo aquellos que tienen atribución causal
completa: dependencia de alcohol, intoxicación alcohólica, gastritis alcohólica, daño hepático alcohólico,
entre varios), o bien atribución causal parcial (cáncer de mama, cáncer hepático, cáncer esofágico,
epilepsia, hipertensión, accidente cerebrovascular hemorrágico, pancreatitis aguda, entre otros.
El consumo de alcohol en exceso se ha asociado a más de 60 problemas de salud.
La información entregada por las autoridades también precisa que una de cada 10 muertes en Chile es
atribuible al consumo abusivo de alcohol (en general, no solo ligada a dependencia, como en el dato
anterior). A nombre de Senda, Felipe Leyton nos señala que desde las distintas áreas de trabajo
(prevención, tratamientos y otros), tienen datos suficientes para declarar que "el daño asociado al
alcoholismo es mayor que el de cualquier otra enfermadad en el país", incluso mayor que el que provoca
la obesidad.
1 de cada 10 muertes en Chile es atribuible al consumo abusivo de alcohol.
Por lo mismo, el llamado desde Senda a todas las organizaciones relacionadas con esta industria y con el
cuidado de la salud es a "trabajar juntos para educar sobre un consumo responsable y disminuir las cifras
que hoy vemos en nuestro país".
https://www.publimetro.cl/cl/noticias/2017/06/28/radiografia-alcoholismo-senda.html
CONSUMO DE ALCOHOL Y DROGAS EN ADOLESCENTES: CINCO FACTORES PROTECTORES
07 de febrero, 2018 Niños 0
Pasar tiempo en familia y mantener reglas claras son parte de ellos.
La prevención es clave si lo que buscas es evitar que tus hijos adolescentes y jóvenes consuman alcohol
y drogas. Para ellos, dice el doctor Elías Arab, psiquiatra infantil de Clínica Las Condes, es necesario
fomentar y mantener ciertos hábitos. “En los adolescentes el objetivo debe ser consumo cero”, dice este
especialista.
Uno de cada cinco jóvenes que bebe energéticas las mezcla con alcohol
En 2012, los chilenos consumían 0,7 litros per cápita de bebidas energéticas, cifra que se elevó a 2,3 litros
per cápita en 2017, lo que representa un incremento de un 229%, según la consultora Euromonitor
Internacional. En el mismo periodo, y utilizando la misma medida, el consumo en América Latina creció
un 50%.
El alza en la demanda está generando inquietudes. Hay quienes plantean que debe regularse su venta a
menores, mientras que para organismos como el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación
del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), el problema está en la tendencia a consumirlas mezcladas con
alcohol, una conducta que tiene riesgos para la salud de las personas.
“El uso combinado con alcohol es una conducta que ha ido creciendo en el segmento de jóvenes (19-25
años) y adultos jóvenes (26-34 años), cuyas tasas de consumo son significativamente mayores que las de
otros grupos”, dice Patricio Bustos, director del Senda.
Según la última versión del Estudio de Drogas en Población General del Senda (2016), en 2012, el 8,9%
de las personas había hecho esta combinación “alguna vez en la vida”, cifra que subió a 13,8% en la última
medición. Por tramos de edad, las personas de 19 a 25 años y de 26 a 34 años presentan las más altas
prevalencias de consumo: 21,6% y 13,5%, respectivamente.
“Los estudios indican que la mezcla de ambas sustancias representa un riesgo para la salud de las
personas, ya que enmascaran la intoxicación por alcohol, lo que podría implicar un mayor consumo de
alcohol, mayor deshidratación, resacas más severas y prolongadas, entre otros”, agrega Bustos.
MÁS SOBRE CONSUMO
Debido a que este fenómeno se concentra en población joven, el tema será uno de los que abordará el
primer estudio de drogas en población universitaria que comienza en mayo.
Regulación
El boom de consumo que revela Euromonitor también se ve reflejado en el estudio del Senda. En 2010,
la prevalencia de “consumo alguna vez en la vida” de bebidas energéticas fue de 15,3% y en 2016 llegó a
47,8%.
Este producto, en general, ha sido objeto de preocupación. En Reino Unido, al menos, ocho grandes
cadenas de supermercados ya no lo venden a menores de 16 años, según informó la BBC, en marzo. Sobre
restricciones, en Chile, a fines de 2016, los senadores Eugenio Tuma, Carolina Goic, y Francisco Chahuán,
presentaron un proyecto para restringir la venta a menores de edad.
“Cualquier sustancia o alimento consumido en exceso no es saludable y por eso se establecen máximos
diarios recomendados. En el caso de las energéticas, dadas sus altas concentraciones de sustancias como
la cafeína y glucosa, pueden elevar el ritmo cardíaco y la presión arterial, desórdenes en el sueño, elevar
los niveles de azúcar y exceso de orina, entre otros”, explica Bustos.
Rodrigo Álvarez, presidente de AB Chile, gremio que agrupa a la mayor parte de las empresas de
alimentos y bebidas del país, explica que las bebidas energéticas son bebidas no alcohólicas que son
consumidas en más de 170 países alrededor del mundo, por lo que, al igual que cualquier otro alimento,
su correcto consumo no representa ningún riesgo para la salud. “Las bebidas energéticas en Chile
cumplen con lo establecido en el Reglamento Sanitario de los Alimentos e incluyen advertencias en su
etiquetado para promover su correcto consumo. Estas leyendas son: “No recomendable para menores de
15 años, en embarazo ni lactancia””, dice Álvarez.
La industria explica que el ingrediente principal de las energéticas es la cafeína y aseguran que
autoridades sanitarias alrededor del mundo, como Health Canadá y la Autoridad de Seguridad
Alimentaria Europea, han analizado el consumo de cafeína, descartando que las cantidades presentes
presenten algún riesgo para la salud.
1892
Primera legislación sobre el cobro de patentes a los expendios de bebidas alcohólicas.
1902
Primera Ley de alcoholes
1906
Promulgación del Código de Procedimiento Penal.
1909
Se dicta el primer Código Sanitario.
1916
Se aprueba la segunda Ley de alcoholes
1919
Se establece la primera zona seca del país en la zona salitrera del norte de Chile.
1924
Se crea el Ministerio de Higiene, Asistencia, Trabajo y Previsión Social.
1924
Se crea el Ministerio de Bienestar Social.
1929
Se aprueba la tercera ley de alcoholes.
1931
Se aprueba la cuarta ley de alcoholes.
1931
Se promulga el Código del Trabajo.
Desde la Colonia, las ramadas, chinganas y festividades religiosas han sido actividades recurrentes y
significativas en la sociabilidad chilena. Con la Independencia y el desarrollo de la República, las fiestas y
el alcohol, así como las actividades productivas asociadas al vino y al pisco, pasaron a formar parte
importante en la conformación de la identidad nacional.
El alcoholismo, si bien es un fenómeno permanente en las distintas sociedades, ya entrado el siglo XIX
comenzó a transformarse en un problema para el Estado. La ebriedad se transformó, de norte a sur, en
un problema sanitario que debía ser controlado en favor de un discurso higienizador. Estas políticas
higienistas buscaron reducir el consumo de alcohol en las clases trabajadores para mejorar su salud, su
desempeño laboral y, principalmente, su rol como sostenedores de la familia.
Durante esta época, la producción de alcohol en Chile comenzó a industrializarse y expandirse por las
diferentes regiones generando altos ingresos para los municipios. Fruto de esta expansión y desarrollo
industrial surgió la primera ley de alcoholes de 1902 que buscó regular y fiscalizar la producción y venta
de alcohol en todo el territorio.
Ya entrado el siglo XX, el problema de la cuestión social en el país fue relacionada, principalmente por la
élite, con la conducta de las clases populares y su relación con el alcohol. La elite política, ya en 1910,
había construido su propia percepción sobre el consumo inmoderado de bebidas alcohólicas a lo largo
del país. En el norte la ebriedad de los obreros del salitre y la minería, en la zona centro el vagabundaje
de obreros en chinganas y tabernas y en el sur la ebriedad de la hacienda y los campos. Esta
caracterización no solo representó la experiencia del sujeto popular, sino que también apuntó a generar
una imagen de un Chile decaído y arruinado económicamente a causa del exceso de consumo de alcohol.
A partir de ello, comenzaron a gestarse a una serie de políticas de control, reclusión y legislación en torno
al problema del alcoholismo, en el que el discurso médico y policial reforzaron la percepción que el
Estado tenía sobre las condiciones de la sociedad chilena. Una de las zonas donde, inicialmente, se
aplicaron las políticas de control fue en el Norte de Chile, debido al alto alcoholismo en el sector minero.
Así mismo, el problema del alcohol dio origen a una serie de sociedades abstinentes y ligas de higiene
social que buscaron influir en la elaboración de políticas públicas. Ejemplo de esto fueron las primeras
reformas a la ley de alcoholes y la creación de zonas secas y zonas de temperancia limitada. Por otra parte
existió una preocupación importante sobre el porvenir de las familias obreras y campesinas, las cuales
eran la base demográfica en la que se sujetaba el desarrollo productivo de Chile. En ellas la elite puso
especial atención generando políticas de planificación familiar y laboral.
*El presente minisitio fue desarrollado en colaboración con pasantes del Programa de Prácticas y
Pasantías de la Biblioteca Nacional de Chile.
A mediados del siglo XIX surgió la preocupación por el alcoholismo en las regiones salitreras. El auge de
las pulperías y enclaves trajo problemas para el régimen laboral que imponía la pampa salitrera en el
norte de Chile. Problemas como el contrabando de alcohol y la ebriedad periódica de los obreros afectaba,
según las élites y los médicos de la época, la productividad y la salud de los trabajadores.
Por otra parte, existieron diferentes grupos de organizaciones obreras que comenzaron a exigir un
mayor control del Estado frente al problema del alcohol que aquejaba los enclaves mineros y salitreros.
Para ellos, el problema de la ebriedad no era propio de los sujetos populares, sino que provenía de la
industria del alcohol y los intereses del empresariado. Dentro de estas denuncias destacó la participación
de Luis Emilio Recabarren y sus publicaciones en "La Voz del Obrero", donde hacía constantes llamados
a la organización popular frente al consumo inmoderado de bebidas alcohólicas y a la generación de
políticas públicas efectivas para el control de alcoholes en los enclaves mineros y salitreros del norte de
Chile.
Alcoholismo en Chile (1870-1940)
Temperancia
La batalla por el alcoholismo se hizo relevante no solo para el Estado, sino que comenzó a incluir a
organizaciones obreras y de abstinencia o temperantes. Parte importante del discurso de estos actores
abogó por establecer controles más fuertes sobre el consumo de alcohol en el país, lo cuales estuvieron
siempre en constante tensión con sociedades vitícolas y empresariales
En este contexto, a finales del siglo XIX, comenzaron a surgir diferentes sociedades antialcohólicas
llamadas «Sociedades de Temperancia», las que buscaron disminuir el consumo de alcohol en las clases
populares. "Instituciones como la Iglesia Católica (y las sociedades de temperancia religiosas,
protestantes y católica), agrupaciones políticas cercanas al mundo popular como el Partido Democrático,
así como las organizaciones societarias ácratas y socialistas, se pronunciaron condenando la ingesta
inmoderada de alcohol y otras prácticas populares, haciendo patente tanto su preocupación como
malestar" (Godoy, Eduardo. "El discurso moral de los anarquistas chilenos en torno al alcohol a
comienzos del siglo XX" en Alcohol y Trabajo, Editorial Universidad de Los Lagos, Osorno, 2008, p.131).
Estas sociedades publicaron diversos periódicos gratuitos que buscaron incentivar la abstinencia
alcohólica mediante cuentos, artículos, poemas e ilustraciones. Estos periódicos, según Sergio Grez Toso,
fueron «creadas en una perspectiva de "regeneración" de la clase obrera, dichas instituciones eran el
fruto de la prédica moralizadora de elementos de la opinión ilustrada y de la toma de conciencia de los
trabajadores de su propia degradación por el alcoholismo, flagelo considerado una enfermedad a la vez
que un componente de la cuestión social» (De la "regeneración del pueblo" a la huelga general, Ril
Editores, Santiago de Chile, p.623).
En este contexto, nació la idea de crear zonas secas y zonas de temperancia limitada. Las primera zona
seca del país fue establecida en la minera El Teniente, de la compañía americana Bradden Copper
Company, la cual estableció la prohibición del consumo de alcohol en su reglamento interno. Luego de
esta experiencia el Estado estableció, en abril de 1919, la primera zona seca del país en la zona salitrera
del norte de Chile. Más tarde Antofagasta y parte de las provincias de Tarapacá contarían con zonas semi-
secas o de temperancia limitada.
Alcoholismo en Chile (1870-1940)
Alcoholismo y criminalidad
Parte importante del discurso policial instaló la relación alcohol y delito dentro del imaginario social de
principios del siglo XX. Según la policía, el consumo inmoderado de licores pervertía y generaba acciones
criminales, en que la principal figura delictiva recaía sobre el hombre, el cual era percibido por la policía
como degenerado, vagabundo, idiota y holgazán. En la idea de hombre alcohólico se concentraron los
vicios y delitos que alteraban el orden público, por lo que fue para la ciencia criminal del siglo XX la
principal preocupación y amenaza, ya que en ellos recaía la responsabilidad familiar y productiva de la
nación. La legislación sobre alcoholes en Chile no solo se reservó el derecho de fiscalizar y regular la
distribución de alcohol, sino que la Ley de 1902 incluyó también la penalización de las conductas
alcohólicas y le dio facultades al Estado para recluir a los infractores en cárceles y asilos de temperancia.
En poco menos de un mes, todo Chile estará celebrando las Fiestas Patrias. Una fecha en la cual se
recuerdan las tradiciones del país, pero en la quel también se producen innumerables accidentes debido
al consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
De hecho, cada año se lamentan decenas de muertes –al igual que durante Año Nuevo- debido a esta
causa. El psicólogo y encargado de promoción del consumo responsable de alcohol y otras drogas del
Departamento de Promoción de la Salud Psicológica de la Universidad de Santiago de Chile, Mario
Castillo, explica que dentro de los hitos de nuestra cultura nacional, está la celebración de Fiestas Patrias
y es en este contexto que actualmente el consumo de alcohol, genera dentro de los grupos, identidad y
pertenencia.
"Es en el ambiente con amigos, laboral, familiar donde se expresan nuestro sentido de pertenencia en
estas festividades. El alcohol, también se constituye en un ícono de la unión del compartir, del
compañerismo", explica el profesional haciendo hincapié en que no siempre se conmensuran las
consecuencias del consumo inapropiado.
Si bien el 2011 sólo será un día feriado (19 de septiembre), existe la sensación de que se dispone de
mucho tiempo para la diversión y la fiesta. Además, existe un período de ausencia o disminución de las
tareas y roles que habitualmente desarrollamos, por lo que no es necesario tener que cumplir ese rol,
ante lo cual muchas personas en estas fiestas se programan para celebrar y específicamente para
consumir alcohol, explica el psicólogo del Departamento de Promoción de la Salud Psicológica de la
Usach.
El 18 se asocia a pasarlo bien, ¿por qué buscamos tan insistentemente la diversión?
"El ser humano es un ser gregario por excelencia, dentro de su compartir, genera ritos y celebraciones,
para reforzar las identidades. Es un período de aprendizajes y de reforzamiento de las tradiciones y
valores trascendentes del grupo y sociedad", detalla Mario Castillo, psicólogo a cargo de campañas de
prevención de consumo de alcohol y drogas.
“El consumo de alcohol, puede generar en estas circunstancias, que las personas se desinhiban, asuman
comportamientos que en otras circunstancias no realizarían o que se vuelvan mas impulsivas o
descontroladas”, explica Mario Castillo.
Sin embargo, el alcohol no es la causa directa de estas manifestaciones. Mario Castillo explica que en
muchas ocasiones la expresión de emociones se facilita por el consumo de alcohol u otra sustancia, pero
es el sujeto quien tiene ya los contenidos de lo que hará, los que a lo mejor no ha asumido de una manera
oportuna y que, bajo los efectos del consumo de alcohol, se expresan, con consecuencias a veces no tan
positivas.
“La forma de prevenir, es poder planificar nuestras celebraciones, con nuestras amistades, familia, en lo
laboral o estudiantil. Prepararnos no sólo para celebrar, comer y consumir alcohol, sino saber qué cosas
me exponen o exponen a mi grupo”, indica Mario Castillo.
Se deben considerar las situaciones de riesgo que nos pueden afectar, como son la violencia bajo los
efectos del alcohol, accidentes de diversa índole, por estar afectada la capacidad de atención, abusos en
el aspecto sexual, los efectos físicos de una intoxicación alcohólica entre otros.
El alcohol es mal aliado al tomar decisiones, ¿qué consecuencias tiene y qué recomendación se hace para
celebrar?
El alcohol como sustancia, es un depresor del Sistema Nervioso Central, por lo que generará, según la
persona, su edad, sexo, el tipo de alcohol consumido y sus cantidades, variadas respuestas. En algunos
casos producirá lentitud en las respuestas de la persona. En otras habrá desinhibición y
comportamientos que habitualmente no se hacen sin consumo de alcohol. La desinhibición va desde lo
emocional hasta lo conductual, genera posibilidades que se expresen cosas reprimidas o inhibidas,
además de propiciar la aparición de conductas mas impulsivas, las que muchas veces hacen que la
persona actúe, sin evaluar las consecuencias de sus comportamiento.
Tendencias
El ALCOHOL EN NUESTROS ADOLESCENTES
29/12/16 por reveduc
Tesis para optar al grado de Magiś ter en Estudios de Género y Cultura, Mención
Humanidades
Los antecedentes de las políticas contemporá neas de control de la demanda de sustancias psicoactivas
en nuestro país, nos sitú an en los albores del Chile de comienzos del siglo pasado. La historia del
tratamiento de los problemas asociados al consumo de sustancias psicoactivas en Chile nos remite, en
tanto hitos, a la apertura, en 1897, del concurso de memorias convocado por el Ministerio de Hacienda
de la é poca para la redacció n de una ley de alcoholes, y a la posterior promulgació n de la Ley de Alcoholes
de 1902, la cual, ademá s de regular las tasas impositivas para la producció n y venta de bebidas
alcohó licas, y asegurar de este modo la adquisició n de una renta fiscal para el Estado, establece las
primeras medidas oficiales de prevenció n y represió n del consumo abusivo2.
Se plasma de este modo en la forma de la ley el resultado de una discusió n
cuyos actores centrales fueron, en aquella é poca, el Estado, los productores de
alcoholes, la ciencia mé dica, las organizaciones civiles promotoras de la abstinencia y
algunos sectores del movimiento obrero. Como nunca antes, la ley establece las bases
de las primeras políticas sanitarias que tienen como objeto el control del vicio y de la
degeneració n producida por el alcohol en los hombres de las clases populares,
ampliando de este modo el margen de actuació n estatal sobre los consumidores. La
ley, corregida en 1916 y en 1925, intentaba, segú n señ ala Marcos Ferná ndez, “hacer
conciliar intereses muy diversos, tanto como los objetivos que la misma ley buscaba
alcanzar: el aumento en el costo de las bebidas alcohó licas, el fomento a la industria
vitivinícola y a la producció n de alcoholes de uso industrial, la lucha contra el
alcoholismo y la transformació n paulatina de la industria, todo ello mediado por la necesidad de
obtenció n de una renta fiscal má s abultada que la que hasta ese momento se percibía” .
“beneficiarios” a mujeres y niñ os” . Godoy apunta que, precisamente, son los crímenes
populares, iniciando un proceso de intervenció n que tuvo como principales
5 Ibíd., Pá g.55. El autor cita el texto de la Ley, señ alando ejemplarmente el tenor de esta en relació n con
el control y la higiene de los alcohó licos: “el có nyuge o padre de familia que...se encuentre de ordinario
bajo la influencia del alcohol, de tal modo que no le sea posible dirijir correctamente sus negocios o
propender al mantenimiento de su có nyuge e hijos. Podrá ser secuestrado por tres a doce meses en un
asilo para bebedores, asociados a la embriaguez, a la locura alcohó lica6, el punto de entrada de la
medicina psiquiá trica al campo del control social, fin político motivado por los intereses progresistas y
liberales de las clases dominantes de la é poca, cuyo proyecto de orden social requería de la
administració n y el control de la salud del cuerpo y de la ciudad.7
Pese a los esfuerzos salubristas, y a la lucha contra la degeneració n de las clases y, sobre todo, de los
hombres populares, el proyecto de higiene social materializado a partir de los inicios del siglo XX en Chile
no tiene los resultados esperados. La relació n dual del Estado con el alcohol en tanto fuente de ingresos
estables, y en tanto fuente de males sociales y sanitarios que deben ser combatidos, relació n ya
establecida en el acto de la promulgació n de la Ley de alcoholes de 1902, y refrendada sin mayores
modificaciones en sus sucesivas revisiones, pareciera haber contribuido a mantener y aumentar el
ingreso fiscal, pero no se ha traducido en una modificació n significativa en el á mbito de la disminució n
de la prevalencia del consumo o del gasto pú blico asociado a los problemas derivados de este. Vargas
señ ala al respecto que “En este punto otra vez vemos la relació n dicotó mica de la legislació n del Estado
chileno en torno al problema: da grandes facilidades para la producció n, importació n, comercializació n
y consumo de alcohol, pero las leyes para controlar los problemas derivados de lo anterior, en el mayor
de los casos y como ya lo
dan cuenta de que la situació n en relació n con el alcohol y la reducció n de su demanda por parte de la
població n ha permanecido prá cticamente inmó vil tambié n durante la segunda mitad del siglo XX, pese a
la creació n de instancias gubernamentales orientadas a su gestió n9 10.
El discurso oficial contemporá neo sobre sustancias en Chile es el resultado tanto de la evidencia acerca
de la diversificació n y el aumento del trá fico de drogas ilícitas a travé s del territorio durante los añ os 80,
como de la suscripció n del Estado chileno a los tratados internacionales sobre control de drogas y
cooperació n entre países en la materia.11
Como respuesta al problema de la droga12, el estado chileno adopta ya a principios de la dé cada de 1990,
y en el marco de la gestió n los dos primeros gobiernos de la Concertació n de Partidos por la Democracia,
una serie de políticas pú blicas que incluyen, junto con la promulgació n de leyes que sancionan la
producció n y el trá fico de drogas ilícitas, así como el lavado de dinero asociado a estas actividades, la
creació n del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (CONACE), organismo gubernamental
que viene a remplazar a la Comisió n Nacional de Alcohol de 1982, y que tendrá el propó sito de
implementar iniciativas y políticas orientadas tanto a la prevenció n y el tratamiento, como a la reducció n
de la oferta de drogas, ademá s de desarrollar estudios de seguimiento del problema.13
La creació n del CONACE en 1990, cuya ló gica explícita vertida en el Decreto 683 del Ministerio del
Interior del mismo añ o es la de “establecer un comité de cará cter interministerial que asesore al
Presidente de la Repú blica en estas materias, con el propó sito de lograr una acció n coordinada de todas
las entidades encargadas de la prevenció n y el control del uso indebido y el trá fico ilícito de
estupefacientes y demá s delitos definidos en el artículo 3° de la citada Convenció n de Naciones Unidas
de 1988,
cuerpo consistente de investigació n que señ ala la urgencia de incorporar un enfoque que otorgue al
problema de la droga una lectura crítica que permita la incorporació n de las experiencias de otros sujetos
desplazados por el peso de las lecturas estrictamente estadísticas del problema.
En la medida en que los problemas de abuso y dependencia a sustancias se han venido entendiendo como
problemas fundamentalmente masculinos, el campo de la prevenció n, del tratamiento y la rehabilitació n
han adoptado y responden a una ló gica androcé ntrica23. Este rasgo del abordaje y la intervenció n en
este campo no corresponde a una cualidad exclusiva de las políticas de drogas elaboradas en el contexto
local, por el contrario, ha sido bien documentado en el marco de la investigació n a nivel internacional. De
la Cruz y cols.,24, describen la situació n afirmando que, “cuando una mujer adicta demanda ayuda tiene
que superar bastantes situaciones de discriminació n; debido a que los servicios asistenciales no está n
orientados gené ricamente o má s bien está n orientados al gé nero masculino.” A su vez, Ochoa señ ala,
“aunque las diferencias de hombres y mujeres está bien documentada, la investigació n de las adicciones
pocas veces considera el gé nero. En general, la investigació n, prevenció n y tratamiento de las adicciones
las contempla desde un punto
23 Respecto al sesgo androcé ntrico de las ciencias, Harding lo explica como el resultado del proceso de
interrogació n científica: “La ciencia social tradicional... formula ú nicamente preguntas sobre la vida social
que plantean problemas desde la perspectiva de las experiencias sociales de los hombres (por supuesto,
de los blancos, occidentales y burgueses)”.la exclusió n sistemá tica de las epistemologías científicas de las
mujeres como sujetos o agentes de conocimiento se traduce, por lo tanto, en que las voces, tanto de la
historia como de la ciencia sean tradicionalmente masculinas.
intervenció n basado en la problemá tica y diná mica del varó n, mientras subyacía una
de vista masculino.”25 Para Barreda26, la mayoritaria demanda masculina por
tratamiento en el á mbito del abuso de sustancias, “favoreció un diseñ o “ú nico” de
27
sintomatología silenciosa.” Castillo y cols. , Se refieren a este sesgo como “efecto de
diná mica diferenciada en la mujer adicta, de difícil escucha y visualizació n y con una
masculinizació n del perfil del adicto”, cuyo resultado sería “la difusió n de un perfil del adicto que se
corresponde exclusivamente con el adicto de sexo masculino. A partir de ahí el diseñ o de programas de
prevenció n y tambié n de intervenciones terapé uticas no tiene en cuenta las características as de la mujer
drogodependiente con lo que la eficacia de estas intervenciones queda muy limitada al no contemplar los
aspectos diferenciales del gé nero”. Segú n autores como Nuria Romo, este sesgo androcé ntrico organiza
las redes de atenció n social y sanitarias, promoviendo fenó menos tales como la invisibilizació n de las
formas específicas del consumo de las mujeres (v.g., alcoholismos domé sticos, abuso y dependencia de
ansiolíticos benzodiacepínicos), el escaso acceso de las mismas a los programas de tratamiento y sus
altas tasas de abandono de estos. 28
Incluir la perspectiva de gé nero en los estudios sobre el uso y el consumo problemá tico de drogas y
alcohol, supone, por lo tanto, examinar los datos estadísticos y los modelos epidemioló gicos basados en
las diferencias de consumo segú n sexo, a la luz de las subjetividades y de los contextos políticos, sociales,
culturales e histó ricos que regulan el uso y consumo problemá tico de las mujeres, y de có mo este se
distingue del de los hombres. Junto con contribuir a desplazar la experiencia masculina de su lugar
central en la producció n científica, y cuestionar la subordinació n generalizada de la experiencia de las
mujeres en el orden social, la relevancia radical de este tipo de aná lisis aplicado al campo de la
prevenció n, del tratamiento y la rehabilitació n, radica en su capacidad tanto para sugerir problemas y
preguntas de investigació n en relació n con las experiencias de las mujeres en este campo, como para
proponer revisiones críticas a los modelos de intervenció n tradicionales sobre el uso y consumo
perjudicial de drogas y alcohol.
En su conjunto, los estudios recientes en torno a la relació n entre la
perspectiva de gé nero y el consumo de sustancias señ alan la necesidad de ampliar la
comprensió n del vínculo entre las formas culturalmente sancionadas y reproducidas
de lo masculino y lo femenino y el consumo de drogas ilícitas y alcohol, con el
propó sito de aportar a la producció n de estrategias preventivas y terapé uticas
ajustadas a las especificidades identitarias de sus poblaciones objetivo. En esta línea,
Sá nchez et á l., en relació n con los cambios en los patrones de consumo de alcohol en
Españ a, y en particular respecto de la feminizació n del consumo, señ alan que, “el
de alcohol tienen actualmente en nuestra cultura” .Taylor et á l., quienes declaran que
gé nero se configura como un elemento clave para comprender el papel que los consumos
“el alcohol es tambié n un tema de gé nero. Existen diferencias conocidas entre hombres y mujeres en lo
que se refiere a cuá nto y có mo beben y al tipo y grado de consecuencias sociales y de salud resultantes”
, describen las distintas prevalencias en el consumo de
alcohol segú n sexo en diez países de las Amé ricas, observando una progresiva feminizació n del consumo,
indicando, ademá s, la casi nula producció n de estudios cualitativos a nivel local de patrones de consumo
segú n gé nero: “muchos países nunca han tenido encuestas nacionales o a gran escala sobre el consumo
de alcohol, patrones variables por gé nero”. Para Gó ngora y Leyva, desde la perspectiva de gé nero, las de
uso y consecuencias relacionadas, tampoco han llevado a cabo un aná lisis de estas prá cticas de consumo
de alcohol tienen una valoració n simbó lica diferente para hombres y mujeres, en tanto formarían parte
del repertorio pú blico legitimado de los hombres y sancionado para ellas, de este modo concluyen que,
“en el consumo de alcohol se presentan diferencias culturales, que propician la formació n de estilos de
vida tratamientos específicos para unos y otros”. De la Cruz y cols., en su estudio del añ o
y estereotipos que sientan diferencias entre hombres y mujeres que podrían sugerir 2002 acerca del
perfil de las mujeres adictas [sic] y las repercusiones del consumo en estas, señ alan que “observamos
que la percepció n social de las mujeres adictas trae consigo un estigma má s marcado e incluso una visió n
má s negativa para las propias adherencia a los mismos”. Urbano y Arostegui, en su revisió n de la
literatura y de la afectadas. Factor é ste que pueda explicar su menor inclusió n en lista de tratamiento o
investigació n en torno a las adicciones desde una perspectiva de gé nero, y en el marco de su estudio
sobre especificidad de gé nero y factores asociados al consumo de sustancias en mujeres, afirman: “la
revisió n de la literatura acerca del fenó meno de la adicció n en la mujer y los factores que está n a la base
de esta conducta nos dice que é stos no só lo van a estar determinados por el aspecto bioló gico “sexo”,
sino que, de forma
aú n má s determinante, van a estar definidos como tales debido a cuestiones má s amplias
social. En definitiva, al gé nero. . Por su parte, Martínez, y en relació n con el dé ficit en
como los roles, las expectativas y el papel asignado a las mujeres en nuestro contexto
intervenciones específicas orientadas a mujeres en el á mbito de las drogodependencias, refiere que, “se
constata tambié n que las redes de atenció n y los programas de intervenció n de drogodependencias no
está n adecuadamente preparados centros de atenció n”.
para la atenció n integral de las mujeres que demandan tratamiento y llegan a los
El sesgo androcé ntrico al cual hemos hecho alusió n en las líneas anteriores no só lo invisibiliza y
subordina la experiencia de las mujeres en relació n con el sujeto masculino universal en torno al cual se
han organizado tradicionalmente los dispositivos de control de la oferta y la demanda de sustancias; las
experiencias singulares de los hombres en este á mbito tambié n tienden a desaparecer en la medida en
que el uso y el consumo problemá tico de sustancias es entendido como un asunto propio de hombres. La
normalizació n del consumo en los varones descansa, por lo tanto, sobre la comprensió n y aceptació n de
este como expresió n de pertenencia al mundo masculino, como señ al de masculinidad; en palabras de
Daniel Welzer-Lang, como parte del proceso de incorporació n y pertenencia a “la casa de los hombres”,
en referencia a aquellos espacios y prá cticas homosociales donde los varones incorporamos y
reproducimos los có digos y ritos cuya exhibició n da cuenta del estatus de hombre36. En tanto el consumo
de sustancias de los hombres es visto, dentro y fuera de los contextos preventivos y terapé uticos, como
comportamientos acordes al sexo, esperables y por lo tanto normales, es que en general no son objeto de
cuestionamientos ni debate, salvo que el consumo adquiera visibilidad al tornarse problemá tico y
costoso en té rminos sanitarios y sociales37.
En tanto el aná lisis de gé nero en la investigació n en el á mbito del consumo de sustancias ha producido
una breve pero contundente evidencia durante los ú ltimos veinte añ os que avala, como hemos visto, su
relevancia para el diseñ o de intervenciones críticas y comprometidas con las experiencias de las mujeres,
el panorama de los estudios sobre la masculinidad en este campo es aú n incipiente; sin embargo,
desarrollos teó ricos en el á mbito específico denominado “estudios de la salud del hombre”38, tales como
el concepto de “varó n como factor de riesgo”39, desarrollado por de Beno de Kjeizer, con el propó sito de
comprender las consecuencias de la socializació n masculina en su relació n con la salud de las mujeres,
niñ os y niñ as, en su conexió n con el riesgo y el dañ o en las relaciones entre hombres y como factor de
riesgo para sí mismos, contribuyen a señ alar las diversas formas en que la socializació n de gé nero
orientada a la exhibició n de claves identitarias masculinas hegemó nicas40 promueve en los hombres un
estilo de relació n con el cuerpo caracterizado por el abierto desafío al peligro y una generalizada ausencia
de cuidado de la salud, que entre otras expresiones, favorece el uso y consumo problemá tico de
sustancias, ademá s de limitar el acceso de los varones a los dispositivos sanitarios. La perspectiva de
gé nero, por lo tanto, aplicada a la investigació n y al diseñ o de intervenciones orientadas hacia los
hombres, “viene a poner de relieve la necesidad de analizar tambié n el contenido de ‘lo masculino’ y en
este caso, ponerlo en relació n con la ‘drogodependencia’, ya que é sta es un problema considerado
eminentemente ‘masculino’, pero casi ningú n estudio o publicació n centra su atenció n en por qué esto es
así, o en qué elementos de la masculinidad (hegemó nica o tradicionalmente entendida) guardan relació n
con las drogodependencias en los La importancia crítica del aná lisis de gé nero para el diseñ o de los
dispositivos de tratamiento del consumo problemá tico de alcohol y otras drogas ha sido
progresivamente visibilizada e instalada en las políticas y orientaciones té cnicas producidas por SENDA
(ex-CONACE)42. A partir de la revisió n de la Política y plan nacional de prevenció n y control de drogas
de 1993, y contando con los datos estadísticos proporcionados por los estudios nacionales de drogas en
població n general elaborados cada dos añ os a partir de 199443, CONACE desarrolla y edita en el añ o
2003 la Estrategia Nacional de Drogas 2003-2008 , que a su vez estaría vinculada a la promulgació n el
añ o 2005 de la ley 20.000, que sanciona “el trá fico ilícito de estupefacientes y sustancias
psicotró picas”45, y que en conjunto con la ley la ley No 19.925 sobre Expendio y Consumo de Bebidas
Alcohó licas, y la ley No 20.105, que Regula Actividades Relacionadas con el Tabaco, conforman el marco
legal vigente en Chile en materia de drogas. En su redacció n, la Estrategia Nacional de Drogas 2003- 2008
ya incorpora, en su justificació n, elementos alusivos al gé nero: “el desafío de La promulgació n de la ley
20.502 en Febrero de 2011 crea SENDA, (Servicio Nacional para la Prevenció n y Rehabilitació n del
Consumo de Drogas y Alcohol) entidad que remplaza a CONACE en la responsabilidad por elaborar las
políticas de prevenció n del consumo de drogas y alcohol, así como de tratamiento, rehabilitació n y
reinserció n social de las personas afectadas por estas sustancias.
lograr un Chile desarrollado, socialmente justo y culturalmente autó nomo y pluralista
exige alcanzar grandes objetivos... En lo social, garantizar la igualdad de oportunidades
para todos los chilenos y chilenas, logrando mayores niveles de integració n social, que
socioeconó mico.” Ademá s, en el marco de sus objetivos estraté gicos se señ ala, en
permitan superar las desigualdades é tnicas, geográ ficas, de gé nero, de edad y de nivel
relació n con la reducció n de la demanda, la necesidad de “crear y fortalecer sistemas
47 Por ú ltimo, en el á mbito de sus criterios de gestió n, propone que la estrategia
de atenció n para los jó venes y adecuar la oferta existente a las diferencias de gé nero.” “procurará proveer
o facilitar respuestas tambié n diversas y adaptadas a la condició n de
gé nero del individuo y a los entornos particulares del consumo y trá fico de drogas”.
A partir del impulso otorgado por la Estrategia Nacional de Drogas 2003-2008, se genera un proceso de
producció n de orientaciones té cnicas e implementació n de dispositivos de tratamiento con perspectiva
de gé nero, orientados a la atenció n específica de mujeres, incorporando la variable de gé nero: el añ o
2002 se crea el Programa Específico de Mujeres de CONACE49, en 2004 se publican las primeras
orientaciones té cnicas de CONACE que incorporan la perspectiva de gé nero en el tratamiento de
mujeres50, el añ o 2005 se otorgó financiamiento y asesoría para la implementació n proyectos de
tratamiento con perspectiva de gé nero en once centros distribuidos entre las regiones primera, quinta,
sexta, sé ptima, octava y metropolitana, experiencias que se recogen en la sistematizació n de buenas
prá cticas té cnicas publicada el añ o 200651 y en las normas para el apoyo a la gestió n té cnica y la
supervisió n de estos programas editadas en 2007.52
El añ o 2009 vería la edició n y publicació n de la Estrategia Nacional Sobre
Drogas 2009-201853, documento que, en relació n con el control de la oferta y la
demanda por drogas, “constituye la prolongació n y readecuació n de los esfuerzos que
civil en el desarrollo de intervenciones y acciones en los má s diversos á mbitos” , y que
durante má s de una dé cada han involucrado a organismos del estado y de la sociedad
entre sus principios rectores declara que, “la presencia de la perspectiva de gé nero y el reconocimiento
a la multiculturalidad, constituyen un enfoque transversal que
El texto, que recoge la experiencia acumulada a este punto, incorpora los
compromete a la totalidad de la Estrategia y sus objetivos” .
desarrollos teó ricos contemporá neos y las indicaciones té cnicas para el diseñ o de
intervenciones con perspectiva de gé nero: “la manera en que cada contexto social o
grupo específico entiende lo que corresponde a cada gé nero y su expresió n en los roles
que asumirá n hombres y mujeres, así como las diferencias, desigualdades e inequidades
de gé nero, deben ser conocidas y explicitadas, para el logro de una respuesta integral,
trá fico” .Ademá s, señ ala la relevancia estraté gica de esta opció n: “tener en cuenta esta
dimensió n es crucial para lograr mayor efectividad e impacto de la política pú blica en drogas, en tanto
implica tener en cuenta de manera sistemá tica las diferencias
tanto en sus aspectos preventivos y de rehabilitació n como en los referidos al control del
socioculturales relacionados con los contextos (territorios), grupos (é tnicos, juveniles) y relaciones (de
gé nero) que eventualmente esté n relacionados con la prevenció n y
tratamiento del consumo de drogas” .De manera coherente con el posicionamiento
antes ejemplificado, la Estrategia apunta al desarrollo de intervenciones destinadas al control de la
demanda por sustancias psicoactivas que incluyan la perspectiva de gé nero en prevenció n selectiva con
adolescentes y jó venes; en el acceso y la oportunidad del tratamiento para població n infantil, adolescente
y adulta; en població n con conflictos con la justicia, y en grupos específicos y emergentes, con é nfasis en
el tratamiento para mujeres.
Finalmente, el añ o 2011 y en el marco del actual gobierno se publica la
Estrategia Nacional de Drogas y Alcohol 2011-2014, cuya edició n coincide con la
creació n del Servicio Nacional para la Prevenció n y Rehabilitació n del Consumo de
Drogas y Alcohol (SENDA). El texto recoge los desarrollos previos en materia de
gé nero y consumo de sustancias, explicitando en sus criterios orientadores que
“respetar y considerar las diferencias socioculturales relacionadas con el gé nero, el
territorio, los grupos é tnicos y segmentos etarios son acciones que constituyen la base de
58 consumo de drogas y alcohol” .
http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/116065/Lemus%20Alvaro_2013.pdf?sequence=1