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Seguridad pública en
México
“LA CRIMINOLOGIA”
CONCEPTO
Como punto de partida para desarrollar este capítulo, consideramos a la Criminología como una
Ciencia Sintética, causal, explicativa, natural y cultural de las conductas antisociales.
La anterior definición fue por don Martiano Ruiz Funes, esto al principio, y luego, completada
por el maestro Quiroz Cuàron.
Ruiz Funes consideraba a la Criminología como “Ciencia sintética y empírica, sus límites están
fijados por su contenido: el estudio triple del delincuente y del delito bajo los aspectos
antropológico-biológico, psicológico y sociológico”. Posteriormente sustituyó el término
“delincuente y delito” por el de “fenómenos criminales”.
La definición que antes sé dio ha sentado sus reales en México y se ha utilizado en los
programas oficiales de estudio, pues ya que se puede comprobar en diversas publicaciones.
Para dar una idea más amplia, y tomando en cuenta que no hay un acuerdo definitivo sobre la
definición, como ejemplo citaré aquí algunas definiciones hechas por tratadistas importantes:
RAFAEL GAROFALO.
Conceptúa la criminología como la ciencia del delito, pero haciendo diferencia entre delito
sociológico o natural (al que llama también crimen) y el delito jurídico. Este último seria el que
el legislador considera como tal y lo incluye en el Código Penal.
FERRI.
Dice que son delitos las acciones determinadas por motivos individuales y antisociales que
alteran las condiciones de existencias y lesionan la moralidad media de un pueblo en un
momento determinado.
QUINTILIANO SALDAÑA.
En su obra “Nueva Criminología”, (ya no tan nueva), define la criminología como “ciencia del
crimen o estudio científico de la criminalidad, sus causas y medios para combatirla”.
Define la criminología como la ciencia que se ocupa de estudiar al delincuente en todos sus
aspectos; expresando que son tres grandes ciencias las constitutivas a saber: la ciencia del
delito, o sea el Derecho Penal; la ciencia del delincuente llamada Criminología; y la ciencia de
la pena, Penologìa, por cierto es este criminólogo quien hace una diferencia entre criminología
y criminalogìa, aclarando que la Criminalogia es singular y por lo tanto estudia al delito en
particular y la Criminología es en plural y es la ciencia que abarca todo en conjunto.
1.2.5 ABRAHAMSEN
Dice que la criminología es la “investigación que a través de la etiología del delito (conocimiento
de las causas de éste), y la filosofía del delito, busca tratar o curar el delincuente y prevenir las
conductas delictivas”.
CUELLO CALÒN.
HURWITZ.
Anotando que el termino Criminología puede emplearse en diversos sentidos, dice que en su
obra designa aquella parte de la ciencia criminal que pone en relieve los factores de la
criminalidad mediante la investigación empírica, es decir, los factores individuales y sociales
que fundamentan la conducta criminal.
MARQUISET.
Es el “estudio del crimen, considerado como fenómeno como fenómeno individual y social, de
sus causas y de su prevención”.
RESTEN.
TABIO.
Piensa que la criminología es una ciencia de contenido variado como ninguna, y cree
firmemente que en esta ciencia causal explicativa esta el refugio y la esperanza de los que nos
preocupamos de veras por este fenómeno humano que se llama delito, esta ciencia supone y
significa el tratado de los crímenes, es decir, el estudio del crimen desde un ángulo panorámico
más amplio.
BONGER.
En su obra dice que “entendemos por criminología la ciencia que tiene por objeto el estudio del
fenómeno llamado criminalidad en toda su extensión (Criminología teórica o pura); junto a esta
ciencia teórica, y fundada en sus conclusiones, encontramos lo que conocemos con el nombre
de Criminología practica o aplicada.”
Conciben al crimen como una “conducta psíquico-corpórea y culposa de un hombre, que por
ser contraria a la sociedad está jurídicamente prohibida y amenazada con una pena”. Afirman
que el crimen es objeto de dos ciencias deferentes (Criminología y Derecho Criminal), según se
observe como fenómeno naturalìstico o sentido jurídico, y dan a la criminología una extensión
enciclopédica notable.
DURKHEIM.
Tiene un punto de vista por demás particular y digno de tomarse en cuenta, ya que para él es
de constarse “la existencia de ciertos actos que presentan un carácter exterior y que, una vez
realizados, determinan por parte de la sociedad esta reacción particular que se llama pena.
Hacemos con ellos un grupo sui generis al cual imponemos una rubrica común: Llamamos delito
todo acto castigado, y hacemos del delito así definido el objeto de una ciencia especial: la
Criminología”.
GÖPPINGER.
BENIGNO DI TULLIO.
No se preocupa por definir esta ciencia, y cuando le fue preguntado sobre que era para el la
Criminología,. Respondió: “criminología, es la ciencia de la generosidad”.
En términos a fines en su obra, apunta como finalidad a seguir por los criminólogos es el de “dar
vida a una verdadera y propia ciencia de la bondad, mediante la cual se haga posible combatir
más eficazmente la causa de los más graves y más frecuentes actos antisociales y criminales,
y buscar los medios aptos para desarrollar en cada hombre una más profunda y mas activa
bondad, que constituye la premisa esencial de todo verdadero mejoramiento de la persona
humana y, por ello, de la misma humanidad”.
LIVERA DIAZ.
En su Criminología peruana dice que la criminología es aquella “disciplina que a la vez que
explica y estudia las causas de la conducta delictiva y peligrosa, estudia también la persona del
delincuente”.
CLASES DE CRIMINOLOGIA.
Manuel López rey distingue cuatro clases de Criminología: científica, aplicada, académica y
analítica, opinando que difieren en cuento a contenido y función.
Nos parece de interés hacer un breve análisis de estas categorías pues ya que son de mucha
utilidad.
CRIMINOLOGIA CIENTIFICA.
Creemos correcto el enfoque, pues la científica (que podríamos llamar también, y quizás con
mayor propiedad teórica), es la criminología que trata de explicar la conducta antisocial (crimen),
el sujeto que la comete (criminal), el que la padece (victima), al conjunto de conductas
antisociales (criminalidad) y a la reacción social que estas provocan.
CRIMINOLOGIA APLICADA.
Para López Rey está constituida por las aportaciones de la criminología científica y de la
“empírica”, creada por aquellos que forman parte del sistema penal.
Para nosotros la Criminología aplicada tiene una mayor extensión, y rebasa los límites del
sistema penal, pudiendo aplicarse a los diversos mecanismos de reacción y de control social.
Es indudable que la criminología aplicada alcanza su más alto nivel en el momento en que pasa
a integrar, junto con otras disciplinas, la Política Criminología.
CRIMINOLOGIA ACADEMICA.
Esta obra de Criminología académica, ya que pretende sistematizar la historia, las teorías, los
conceptos y los métodos criminológicos, con finalidad didáctica.
CRIMINOLOGIA ANALITICA.
“Su finalidad es determinar si las otras criminologías y la política criminal cumplen su cometido”.
EL OBJETO DE LA CRIMINOLOGIA
El objeto nos condiciona el método de estudio, y hay posibilidad de que para el estudio de un
mismo objeto se constituyan varias ciencias (por lo que la idea de ciencia única con objeto único
va desapareciendo), lo anterior se hace por comodidad o por exigencias metodològicas o de
investigación.
Hay que recordar que la escolástica distinguió un objeto formal, que confiere a todo sistema un
sentido homogéneo, y un objeto que podíamos llamar material, que puede ser estudiado desde
diversos ángulos.
En nuestro caso, no tenemos duda de que el objeto de estudio de la Criminología son las
conductas antisociales y, por lo tanto, los sujetos que las cometen.
Don Constancio Bernardo de Quirós piensa que, dados los tres términos que integran el
problema de la delincuencia 8delito, delincuente y pena), se puede inferir que el primero es
objeto del estudio del Derecho Penal y la pena lo es de la Penologia. Por tanto, se diría que la
Criminología es la ciencia que tiene por objeto el estudio de la personalidad del delincuente.
Jiménez de Asúa, por su parte, opina que “el objeto de la criminología, son las causas del delito
y la naturaleza del delincuente”. José Ingenieros, el extraordinario argentino, dice que “el objeto
de la Criminología es el estudio de las causas determinantes de los delitos, los actos en que se
manifiestan, los caracteres fisiopsiquìcos de los delincuentes y las medidas sociales o
individualizadas de profilaxia o de depresión del delito”.
Como podemos observar, gran cantidad de autores utilizan la palabra “delito”, entre ellos Exner,
Altavilla, Von Hentig, Middendorf, Garòfalo, Abrahamsen, Cuello Calòn, Tabio, Olivera Díaz,
Almaraz, Constancio B. de Quirós, Jiménez de Asúa, Ingenieros, etc. La mayoría afirma,
siguiendo la tradición de Garòfalo, que se refieren a un delito natural o sociológico, y no al delito
jurídico o legal.
Otros autores, tratando en mucho de evitar la palabra “delito”, que se presta tanto a confusión,
utilizan el término “crimen”, así Pinatel, Quintiliano Saldaña, Hurwitz, Marquiset, Resten, Di
Tullio, etc.
La criminología, por su característica multidisciplinar, suele llevar casi siempre un adjetivo que
explicite su rasgo más sustantivo. Hasta hace poco tiempo, y sobre todo en Europa,
predominaba la criminología jurídica, es decir, la apoyada en el derecho y concretamente en el
derecho de concepción indoeuropea que se basa en un derecho que controla con rigidez y
rectitud la vida del pueblo, y que admite o necesita el Estado como centro de las relaciones
comunitarias. Esta criminología, ubicada principalmente en las facultades de derecho, admitía
y fomentada el método comparativo, pero se fijaba solo en grandes èlites de los países
desarrollados, con la pretensión de dirigir y colonizar las criminologías de los demás países. Así,
los sistemas legales ingleses, franceses e ibéricos han transplantado sus coordenadas político-
criminales a las culturas autóctonas de África, de Asia y de América Latina.
Las soluciones que aporta a la política criminal esta criminología sociológica de hoy nos
satisfacen, plenamente. Nuestras ciencias sociales respetan demasiado las exigencias del
Estado y prestan excesiva atención a las paredes maestras de la Dikè y del Ius de los griegos
y romanos. Así como en los tiempos próximos pasados fueron el comunismo y el fascismo los
que demostraron las grietas de nuestro desarrollo comunitario, actualmente el terrorismo -cierto
terrorismo- patentiza que nuestra criminología debe cambiar todavía más.
La criminología tiene múltiples aplicaciones que han ido variando en el tiempo. En principio es
para estudiar y solucionar el problema de criminalidad y de los delincuentes. En sus orígenes,
de fines del siglo pasado y comienzos del presente, era la criminalidad de los pobres y
marginados, de los que están sancionados en los códigos penales y estigmatizados por una
sociedad dirigida por los detentadores del poder. En las últimas décadas es también la
criminalidad de los ricos, de los poderosos, de los que agraden a la sociedad desde el poder no
solo político sino fundamentalmente económico.
¿Por qué se es delincuente? Al principio se dijo que eran una raza inferior, y que se debía a
factores como enfermedades (epilepsia y alcoholismo). Hoy se sabe que eso no es cierto, que
cualquier individuo puede llegar a ser delincuente y que los más grandes se ocultan detrás de
las siglas anónimas de las empresas o de las grandes corporaciones financieras y económicas.
También la explicación de los `factores' ha perdido vigencia y se han ensayado otras de tipo
culturalista, sociológica y política que veremos al analizar las teorías más modernas del
estructural-funcionalismo, del interaccionismo y la criminología critica radical.
Una vez delineados estos puntos previos podemos afirmar que nuestra disciplina tiene un
campo teórico y uno práctico de investigación. Que también se la ha utilizado en las instituciones
de control social, como la policía, los tribunales, las cárceles, los institutos de menores, los
patronatos y demás engranajes de lo que se llama administración de justicia. En el campo de la
investigación se han realizado numerosos trabajos sobre la situación de las prisiones, donde se
advierten fallas considerables y lo mismo sucede con los institutos de menores.
PROBLEMAS:
Dentro de los numerosos problemas que han sido estudiados por la Criminología podríamos
hacer una gran clasificación y dividirlos en: tradicionales y modernos.
Los temas tradicionales son los estudios sobre delincuentes en las prisiones, menores
infractores, alcoholismo, prostituciòn, farmacodepencia, prisiones.
Entre los modernos se encuentran: delitos de cuello blanco o de los poderosos, y entre ellos
podemos contabilizar:
Delitos ecológicos;
Corrupción administrativa;
Evasión impositiva;
Fraudes en alimentos;
Sobre la delincuencia tradicional se han realizado numerosos estudios de corte positiva y clínica
y sobre los que ya me he ocupado, por lo que considero de mayor interés hacer un listado de
los numerosos problemas de la criminología moderna que todavía no son bien investigados.
Señalaré algunos temas que pueden resultar de interés dejando a salvo que será enunciativa y
no exhaustiva.
DELINCUENCIA ECONOMICA:
Acaparamiento.
Balances falsos.
Contrabando.
Exportación de capital.
Falsificación de moneda.
Lavado de dólares.
Monopolio.
Trafico de drogas.
Trafico de armamentos.
Trafico de dólares.
Quiebras fraudulentas.
Usura.
Soborno.
Cohecho.
Fraudes de alimentos.
DELINCUENCIA POLITICA:
Sedición.
Rebelión.
Intimidación policial.
Genocidio.
Terrorismo.
Corrupción.
Espionaje.
Crímenes de guerra.
FINALIDAD DE LA CRIMINOLOGIA.
La criminología es una ciencia de aplicación práctica. Busca antes que nada el conocer las
conductas antisociales y sus factores causales para evitarlos, para combatirlos, no se completa
en la comprensión de las conductas antisociales mismas, sino que trata de prevenirlas, no busca
la represión, sino la prevención.
Si a pesar de todos nuestro cuidados preventivos las conductas antisociales llegan a realizarse,
entonces la Criminología se aplica en aquella rama, una de las más útiles que es la Criminología
Clínica; la aplicación de las conocimientos para conocer el porque del crimen, pero porque de
un crimen en particular, porqué Juan mató a Pedro. Buscar las causas por las cuales un
individuo ha cometido un hecho antisocial; si este hecho antisocial es un delito, para que el juez
pueda juzgar efectivamente, porque juzgar no es nada más aplicar un artículo del Código y la
pena que este señala, ya que juzgar significa mucho mas que eso, por esto se debe tener tanto
respeto a la función de juez; y posteriormente es necesario poder curar, poder socializar, poder
integrar socialmente el sujeto que ha cometido ese hecho antisocial, siempre con la mira de la
prevención, es decir, para prevenir que ese sujeto reincida.
No cabe duda de que, como dice Veiga de Carvalho, la Criminología Clínica informa en el
proceso, esclarecer en el juicio y colabora con la ciencia penitenciaria en el cumplimiento de la
sanción ordenada.
Lo que más importa señalar aquí particularmente el cuidado que debe ponerse al hacer ciencia
criminologica, de no perder de vista la finalidad preventiva y de bien común, pues de lo contrario
puede caerse en la criminología de gabinete, de teoría brillante, pero de utilidad nula.
2.1 INTRODUCCION.
Los maestros italianos llegaron a afirmar que la criminalidad no desaparece, sino que solo se
transforma. Hay una gran verdad en esto, pues la delincuencia tiende a evolucionar, pero
también es cierto que, en el mundo actual, tan complejo y cambiante, nacen actitudes y
actividades antisociales desconocidas con anterioridad.
Ante la aparición de nuevas formas de criminalidad, así como del surgimiento de modalidades
y técnicas de ejecución modernas, antes ignoradas, la moderna Criminología se ve obligada a
dedicarse a su estudio, implicando esto un cambio en cuanto a la metodología y a algunas
estructuras tradicionales.
En este capítulo comentaré algunos de estos nuevos aspectos de criminalidad, así como los
problemas que plantean a la criminología.
Los cambios más importantes son en cuanto al sujeto criminal, a las modalidades de ejecución
y a las técnicas empleadas, así como a un enfoque diferente tradicional.
En cuanto al sujeto criminal, uno de los puntos más interesantes es que, personas que antes
no realizaban conductas criminales, ahora pasan a engrosar las cifras de criminalidad. Esta
“extensión criminal” la encontramos, principalmente en la delincuencia infantil y juvenil, la
criminalidad con vehiculo de motor, los actos antisociales de industriales, financieros y
banqueros, la participación de diversos aspectos del crimen organizado, así como conductas
autoagrasevias muy difundidas, como la utilización de drogas y tóxicos.
Por lo que respecta a las modalidades, encontré los actos atentatorios a ciertas libertades y
garantías realizadas por grandes complejos transnacionales, así como el abuso del poder
político y económico.
La criminalidad es cada vez más precoz, las edades de iniciación en el crimen tienen una
tendencia a disminuir, de manera que cada vez tendremos delincuentes más jóvenes.
Según parece, los piases de mayor desarrollo económico padecen de mayor magnitud el
problema de la delincuencia juvenil.
Las conductas criminales realizadas por menores de edad son cada vez mayores en número,
en calidad y en diversidad.
Crímenes que antes eran cometidos solamente por adultos ahora se ven cometidos también por
jóvenes, encontrándose el fenómeno de una criminalidad organizada. Asimismo, conductas que
antes era exclusivas de los jóvenes ahora principian a verse en niños.
En cuanto a calidad, los hechos antisociales cometidos por menores tienen características
fundamentalmente violentas. Una de las conductas más difundidas es la de vandalismo, que
se presenta por grupos, en ocasiones muy numerosos, de adolescentes que destruyen cosas y
agraden a personas, espontáneamente y en forma totalmente gratuita.
Los niños y jóvenes que antes reñían en forma individual y a puñetazos, ahora agraden en forma
colectiva y con instrumentos contundentes (cadenas, manoplas) y punzo-cortantes (navajas,
etc.); es alarmante el aumento de agresiones con armas de fuego.
Los medios de difusión, controlados por grandes intereses económicos, han captado que los
menores de edad son una población económicamente aprovechable, pues su potencialidad
económica es mayor que en otras épocas. La necesidad de satisfactores (necesidad muchas
veces creada artificialmente) hace que muchos jóvenes, al toparse con limitaciones para
obtenerlos por la vías legitimas, y recibiendo una intensa frustración, tengan que conseguirlos
por medios que quedan fuera de la ley.
Asimismo, el deseo (muy encomiable) de tratar también a casos puramente asistenciales, por
parte de las autoridades encargadas de prevención y tratamiento de menores delincuentes,
hace dispersar una gran cantidad de esfuerzos y cometer, en ocasiones, serias injusticias.
Las ideas de “protección” y “tutela” han causado, en múltiples ocasiones, graves violaciones a
las garantías individuales de que debe gozar todo ciudadano, y a razón mayor todo menor.
Los estudios criminológicos sobre la delincuencia juvenil señalan el carácter multicausal del
fenómeno, pero a pesar de ello, se pueden señalar algunos factores que parecen decisivos en
el aumento de la delincuencia juvenil desde la II Guerra Mundial.
Muchos sujetos se atreven a delinquir gracias a que el automóvil les da posibilidades que antes
no tenían. En varias ocasiones físicas del individuo, limitaciones que se ven superadas gracias
a la maquina.
En la mayoría de los países con abundante trafico de vehículos, el 50% de los procesos penales
se refieren a accidentes de circulación. Lo anterior implica que deben hacerse cambios
importantes en la legislación y demás medios preventivos de la criminalidad.
Otro problema es el de la utilización por criminales, del vehiculo como instrumento para cometer
crímenes y, generalmente, para realizar sus conductas con mayor velocidad y poder escapar
de la acción de la justicia. Ante esta gran movilidad de la delincuencia actual, la policía debe
estar dotada de medios de transportes rápidos y adecuados, (cosa que en nuestro Estado y
País, desgraciadamente no hay en abundancia), y por lo mismo es un País a dispensas del
crimen.
2.5 LA MACROCRIMINALIDAD.
Hay formas de criminalidad que, por su extensión y por la intervención en ellas de un mayor
número de sujetos, y principalmente por producir una cantidad notable de victimas, pueden
denominarse macrocriminalidad.
En ocasiones países completos se ven afectados por este tipo de actividades, que difícilmente
son perseguidas y castigadas.
Como forma especial de macrocriminalidad nos encontramos con el abuso del poder, que aporta
la “cifra dorada” de la criminalidad y que es perpetrada por criminales que detentan el poder
político y que lo ejercen impunemente, perjudicando a los ciudadanos y a la colectividad en
beneficio de su oligarquía, o que disponen de un poder económico que se desarrollan en
perjuicio del conjunto de la sociedad.
López Rey distingue entre exceso y abuso del poder, el primero consiste en una extralimitación
criticable, a menudo circunstancial, y que solo excepcionalmente es criminal. Se debe
mayormente a un excesivo celo de los agentes del poder, a la imperfección frecuente y falta de
coordinación de los órganos de poder.
El abuso del poder es el empleo deliberado del mismo para finalidades especificas que tienden
a lograr, hacer, o no dejar hacer algo que legítimamente no puede justificarse (aunque
legalmente estuviera permitido).
A menudo el abuso del poder puede ser económico y político, pero también religioso, cultural,
ideológico.
La característica más notable del abuso del poder es su impunidad, ya que el poder se protege
a sí mismo.
Otra característica es la coalición del poder político con el poder económico, lo que ha llevada
a grados de corrupción de altos funcionarios que, en los últimos años, se han efectuado en
varias partes del mundo.
Entre los crímenes cometidos por abuso del poder, pueden mencionarse: la evasión de
capitales, la infiltración económica, la contaminación propagandística, la invasión ideológica, la
conseciòn de monopolios, la discriminación racial, la persecución religiosa, la persecución
política, los negocios con contratos oficiales, etc.
Los países en vías de desarrollo no han escapado al problema, pero nos encontramos ente el
fenómeno de que, más que países consumidores se han convertido en países productores y
exportadores de droga.
El problema tiene, ante todo, una base económica pues gracias al mercado norteamericano los
negocios que pueden hacerse con determinadas substancias son fabulosos.
El fenómeno, que es de gran magnitud por la extensión de la frontera que separa ambos países,
se hace muy notable en México por ser país “de paso” para la droga. México produce una buena
cantidad de la droga que consume la sociedad norteamericana, pero desde luego no tiene la
exclusiva, ya que de otros países de Sudamérica, así como de Oriente y Europa, llega el río de
substancias toxicas para el consumo norteamericano.
La acción de las autoridades de ambos países ha sido notable en la lucha contra este denigrante
negocio, con éxitos muy notables.
Hay ocasiones en que, posiblemente por sobreproducción o por la fuerte vigilancia en las
fronteras, la droga se revierte hacia el consumo interno, aunque en nuestros países no es de
uso común la droga “dura”, sino más bien el uso de la mariguana y el abuso de fármacos
(anfetaminas). Algunos países, como Perú y Colombia, tienen problemas locales con
determinada droga (el árbol de coca).
La restricción de la libre venta de fármacos al público ha dado muy buenos resultados en varios
de los países, aunque todavía en algunas partes pueden conseguir drogas (como las
anfetaminas) libremente en cualquier farmacia.
La fácil adquisición y el bajo precio de estos productos los hacen asequibles, principalmente a
niños de edades muy cortas.
El problema ha debido replantarse varias veces, por lo menos ya ha quedado claro que sólo
personas muy estùpidas o muy mal intencionadas aseguran que la droga (cualquiera que ésta
sea), no hace daño o sólo la hace en grandes cantidades. Es necesario reafirmar que los
adelantos actuales de la medicina han demostrado la peligrosidad de la droga, aún utilizada una
sola vez o en pequeñas dosis.
La difusión del problema de la droga, desde un punto de vista científico, hacia el gran público,
he tenido efectos contraproducentes, ya que ha despertado la curiosidad de grandes masas de
la población, y debemos recordar que en las investigaciones que hemos hecho, que coinciden
con la experiencia internacional, la curiosidad es la primera causa por la que un joven se acerca
a la droga.
2.8 VIOLENCIA.
Entre las características más notorias de la criminalidad actual está su clara tendencia hacia la
violencia.
Si observamos una curva del desarrollo de la criminalidad, vemos que en un principio fue
extraordinariamente violenta, y poco a poco fueron apareciendo delitos menos violentos, el
cerebro fue reemplazado a los músculos; la violación fue sustituida por el estupro y la seducción,
el asalto a mano armada fue sustituido por el robo con escalamiento, y éste por los fraudes
notoriamente elaborados. Sin embargo, todo hace ver que se ha iniciado un retroceso por el
que estamos volviendo a la criminalidad violenta, muscular y atávica.
Las estadísticas nos dan la razón, no solamente se cometen cada vez más delitos violentos,
sino que una serie de delitos en los cuales ya no había violencia (robo) principian a cargarse de
una violencia que, en muchos casos, no parece necesaria.
La violencia parece ser el signo de la época: la música es violenta, el tráfico es violento, el cine
es violento, la criminalidad es violenta.
Se plantea también la pregunta, que no deja de ser preocupante, de si los medios de difusión
pueden servir de catarsis para la violencia actual, o si por el contrario imitan y provocan la
violencia.
Sin embargo la violencia actual aparece en muchas de sus manifestaciones como innecesaria
y totalmente gratuita, se agradece por el gusto de agredir.
2.9 VICTIMOLOGIA.
Un problema que está siendo actualmente muy estudiado por los criminólogos, es el referente
a las víctimas de las conductas antisociales. Aunque pueda parecer extraño, la víctima de la
conducta criminal ha sido muy esporádicamente estudiada; parece que frente a la gran
preocupación por el criminal hay un olvido absoluto por la victima. Los grandes criminales han
pasada a la historia, las víctimas, generalmente, han quedado en el olvido.
Este fenómeno puede tener varias explicaciones, quizá sea que nos identificamos con el
criminal y jamás con la víctima, quizá sea que admiramos con el criminal que se atreve a hacer
lo que nosotros no haríamos, y no admiramos a la víctima; o, lo más probable, es que todos
tememos a un criminal y nadie teme a una víctima.
Sin embargo, a partir de las primeras investigaciones sobre víctimas, los estudiosos se llevaran
una sorpresa al descubrir que en una notable cantidad de hechos la victima tenía una gran
participación y, en ocasiones, era la verdadera causante del delito.
Víctima menos culpable que el criminal (víctima por ignorancia, víctima imprudencial).
Los juristas han encontrado aplicación a esto, ya que al colaborar la víctima en mayor o menor
grado, y en ocasiones intencionalmente, podría disminuirse la pena al criminal en el grado que
la víctima participó en el delito.
El estudio de las víctimas es ahora de gran importancia; existen sujetos con una gran
predisposición vìctimal, que necesitan una mayor atención (niños, débiles mentales, atípicos,
ancianos, etc.).
Hay también sujetos con gran peligrosidad victimal, los cuales, por sus peculiares
características, son un peligro para sí y para los demás.
No cabe duda de que muchas víctimas necesitan más ayuda, protección y tratamiento que sus
victimarios. Gran parte del dinero que el Estado utiliza en diagnostico, prognosis y tratamiento
de criminales, debía usarlo en atender a las víctimas, pues éstas representan una grave
responsabilidad ante el fracaso de la obligación que el Estado tiene de proteger a los miembros
de la sociedad.
Quizá lo más importante del problema de la Victimologìa sea la deducción de que no solamente
debemos hacer prevención criminal, sino también prevención victimal.
La violencia institucional no es más que el síntoma del fracaso de los planes de prevención y
tratamiento.
En el momento actual, mayor número de datos nos llevan a la idea de que no se trata de una
crisis de la prisión, sino de su fracaso. Por esto un de los problemas actuales de la Criminología
es el de la substitución de la prisión por otras formas de control social.
El problema se agrava cuando sabemos que la mayoría de las personas privadas de su libertad
están en prisión preventiva, es decir, se trata de procesados en espera de sentencia.
En algunos países las personas en prisión preventiva alcanzan el 75 y 80% del total de la
población privada de libertad.
Estas personas, teóricamente son inocentes hasta que no se les pruebe lo contrario, tienen
seriamente limitados sus derechos, ya que es común que compartan la misma institución que
los delincuentes sentenciados, ignoran cuándo saldrán en libertad, quedan registrados en los
archivos penales, carecen de los beneficios concedidos a los sentidos, etc.
La magnitud del problema se aprecia si tomamos en cuenta que: los juicios tienen duración
media de un año, una alta proporción de procesados serán declarados inocentes, y muchas
personas privadas de libertad son simplemente pobres que no pueden pagar la fianza fijada por
el juez.
En cuanto a la prisión como pena, ésta trae más que bien, y a pesar de eso es usada en exceso,
cuando se ha estimado que solo el 40% de las personas privadas de libertad ameritarían
permanecer en una institución cerrada.
Las penas cortas de prisión carecen de ventajas, y reúnen las desventajas de falta de
tratamiento, costo enorme, separación de la familia, pérdida de empleo, etc., lo que las hace
indeseables.
A mayor razón debe eliminarse como medio de control la prisión administrativa, de corta
duración y negra historia.
El subsistir la prisión es, sin duda, uno de los mayores retos a la imaginación y técnica de los
criminólogos.
El objeto de estudio de la Criminología son las conductas antisociales. Debemos hacer una clara
distinción entre conducta antisocial y delito.
Conducta antisocial es todo aquel comportamiento humano que va contra el bien común;
mientras que delito es la acción u omisión que castigan las Leyes Penales, es la conducta
definida por la Ley.
Bien común es aquel que es apto para servir o perfeccionar la naturaleza humana en cuanto tal,
independientemente de las condiciones individuales, que provienen en cada ser humano de su
raza, nacionalidad, edad, profesión, condiciones sociales o religiosas o económicas.
La Iglesia Católica ha desarrollado notablemente el concepto del bien común, así, el Concilio
Vaticano II dice que el bien común implica “el conjunto de condiciones de la vida social que
hacen posible a las asociaciones y cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de
la propia perfección”, y Juan XXIII en Mater et Magistra y en Pacem in Terris lo define como: “el
conjunto de las condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el
desarrollo integral de su persona”.
El bien común puede diferir esencialmente de los bienes particulares, de los bienes de un
individuo o grupo de individuos. El bien común lo es en cuanto sirve a la generalidad de los
hombres.
Por lo anterior, el orden social es una necesidad para lograr el bien común, pero sólo tiene razón
de ser en cuanto logra la realización de éste; no puede entenderse un orden social, jurídico o
político sino en función del bien de la totalidad de la colectividad.
Expliquemos: Existen conductas que pueden ser antisociales, que no están tipificadas en los
Códigos Penales, por ejemplo: la homosexualidad, la prostitución, el alcoholismo, la
drogadicción, otras que son francamente antisocial, y que tampoco son contempladas, por lo
general, por la ley penal, como la contaminación del ambiente, la publicidad mentirosa y abusiva,
la llamada “criminal de cuello blanco”, etc.
Igualmente nos podemos encontrar con el caso de delito, es decir, de tipos claros en el Código
Penal que no contengan una conducta antisocial.
Hay que poner atención en no confundir hecho antisocial con delito. El objeto del Derecho Penal
son las normas que rigen al delito, que es ente y figura jurídica; el objeto de la Criminología es
el hecho antisocial, fenómeno y producto de la naturaleza.
Por esto, una de las funciones del criminólogo, es determinar que conductas son efectivamente
antisociales y cuales no, lo que sin duda es un reto desde todos los puntos de vista.
Una gran ayuda para resolver el problema lo representan las declaraciones de Derechos
Humanos, tema en el que todos los autores están de acuerdo (y si no lo están al menos no lo
dicen). Parece irrebatible la afirmación de que toda violación a los Derechos Humanos debe ser
considerada como una conducta antisocial.
Para precisar con mayor claridad el objeto de estudio de la Criminología, es necesario distinguir
cuatro tipos de conducta: Social, asocial, parasocial, antisocial.
Es la que cumple con las adecuadas normas de convivencia, la que no agrede en forma alguna
a la colectividad, es la que cumple con el bien común.
La mayoría de las conductas en la humana convivencia son de esta clase, nuestras relaciones
con los semejantes siguen determinadas normas (jurídicas, morales, sociales) y buscan la
realización de ciertos valores (amistad, negocio, oración, aprendizaje, etc.). Así, el asistir a una
conferencia, ir a un restaurante a comer con amigos, abrir una cuenta bancaria, galantear a una
dama, son (en principio) conductas sociales.
Se da en el contexto social, pero es diferente a las conductas seguidas por la mayoría del
conglomerado social. Es la no aceptación de los valores adoptados por la colectividad, pero sin
destruirlos; no realiza el bien común, pero no lo agrede.
Ciertas modas, ciertos usos o costumbres diferentes, son captados por la mayoría como
extravagantes o francamente desviados. La diferencia con la conducta asocial es que la
parasocial no puede ser aislada, necesita de los demás para poder darse.
Va contra el bien común, atenta contra la estructura básica de la sociedad, destruye sus valores
fundamentales, lesiona las normas elementales de convivencia.
El ejemplo que puede darse de esta forma de conducta es clásico: el privar la vida a un
semejante lesiona el bien común; es una conducta indeseable, daña no sólo a la victima, sino a
la familia y a la sociedad; destruye el valor supremo: la vida, sin el cual no pueden darse los
otros bienes.
A la Criminología le interesan sobre todo las conductas antisociales, pero esto no implican que
desatienda a las conductas parasociales, en cuanto que algunas de éstas pueden convertirse
con cierta facilidad en conductas francamente antisociales.
Cualquier puede cometer actos sociales, asociales, parasociales o antisociales, pero cuando
prevalece determinado tipo de conducta, podemos utilizar otro nivel de interpretación, y así
distinguir sujetos sociales, asociales, parasociales o antisociales.
Arremete al bien común, destruye los valores básicos de la sociedad, no respeta las leyes
elementales de convivencia, no vive en sociedad sino contra ella.
Respecto al sujeto antisocial podemos hacer la misma reflexión que hicimos con las conductas
antisociales: a la Criminología le interesan sobre todo los sujetos antisociales, pero esto implica
que se descuide a los parasociales, que en un momento dado puede convertirse en antisociales.
Así, el homosexual que pervierte a niños, o el toxicómano trafica con droga, no puede
considerarse ya como parasociales, han encontrado la categoría de antisociales.
En cuento a los sujetos desviados, es preciso hacer la misma aclaración hecha para las
conductas desviadas: sujeto desviado es aquel que toma un patrón de comportamiento diferente
al del común de la colectividad, y por lo tanto, el desviado puede ser asocial, parasocial o
antisocial. La diferencia será de importancia suprema en el momento de planear, ejecutar y
evaluar la política Criminológica.
Es aceptable citar algunos datos sobre los niveles de interpretación criminológica, pues la
confusión entre ellos lleva a muy serias equivocaciones, así debemos distinguir como la hace
Pinatel:
CRIMEN. Conducta antisocial propiamente dicha, es un episodio que tiene un principio, un
desarrollo y un fin.
En este nivel se analizan todos los factores y causas que concurrieron para la producción del
evento. Los aspectos biológicos, psicológicos, antropológicos, que llevaron al “paso al acto”.
Se debe recordar que conducta antisocial y delito son dos conceptos diferentes, y que no
podemos interpretar el crimen como el delito jurídico, es decir, como la violación a la ley penal.
Las actuaciones judiciales en el caso de un delito pueden ser de gran interés al criminólogo,
pero no debe guiarse tan solo por ellas. Además, debe tenerse en cuenta que muchas
conductas antisociales no están tipificadas, y no por eso el criminólogo dejará de analizarlas.
CRIMINAL. Es el autor del crimen, es el sujeto individual, actor principal del drama antisocial.
No podemos olvidar que gran parte de la investigación criminológica actual está dedicada a la
obtención de la cifra negra (delitos no conocidos por la autoridad), a la cifra dorada (conductas
antisociales y delitos cometidos por políticos, compañías transnacionales influyentes,
industriales, etc.) y al estudio de conductas desviadas o peligrosas no consideradas oficialmente
como tales.
En la definición que nos ha servido de base, encontramos que la Criminología es una ciencia
sintética, causal explicativa, natural y cultural, de las conductas antisociales. Es necesario
exponer en qué sentido la Criminología es causal.
De aquí que la Criminología sea ciencia aplicada y no ciencia pura, que sea eminentemente
práctica y no solamente teórica, pues busca resolver los problemas conociéndolos y
proponiendo medios para atacar sus factores y causas. Esto es lo más valioso, pues la
Criminología, como toda ciencia moderna, es, ante todo, prevención.
Causa, factor, móvil y factor causal son llamados conceptos operacionales de orden explicativo.
Es necesario distinguirlos, pues son utilizados en Criminología en sentido demasiado amplio o
excesivamente restringido.
CAUSA. Según la definición de las Naciones unidas, es: “La condición necesaria sin la cual
u cierto comportamiento no se hubiera jamás manifestado”.
Es constante en cuanto implica una conexión necesaria; es universal porque la conexión es tal
que dado el efecto, éste tiene una causa, y dada la causa ésta producirá un efecto; y es genética
ya que un suceso engendra otro, no solamente lo acompaña.
FACTOR. Por el contrario, es todo aquello que favorece en cualquier forma el fenómeno
criminal, así, el alcoholismo, la promiscuidad, las alteraciones fisiológicas, pueden ser factores
criminó génicos.
MOVIL. Es el elemento subjetivo que lleva a un sujeto en particular a realizar una conducta
antisocial.
FACTOR CAUSAL. Es aquel que, siendo un impelente para cometer el crimen en lo general,
lleva a un sujeto en lo particular a realizarlo.
Adelantaremos que los conceptos operacionales no pueden aplicarse en todos los niveles de
interpretación, así, sería erróneo hablar de “causas” de la criminalidad, en la que solamente es
válido manejar el concepto “factores”.
En la vasalidad jurídico-penal solo importa la causa inmediata, o sea que buscamos la relación
causa-efecto unida por el nexo causal, por lo tanto la causa de la causa no es tomada en cuenta
como causa de lo causado.
La causa aquí es interpretada como la conexión entre la actividad y el resultado natural; en los
casos de omisión, los juristas interpretan que, en la inactividad, la conexión es normativa.
Por ejemplo: si un sujeto hiere a otro, éste es recogido por una ambulancia, la cual sufre un
accidente y el herido muere, al heridor no puede responsabilizársele jurídicamente por homicidio,
sino solamente por lesiones, la cadena causal ha sido rota.
Si un sujeto comete un delito conduciendo su automóvil en estado alcohólico, y sabemos que la
embriaguez es la causa del delito, como criminólogos buscaremos la cadena causal: ¿por qué se
emborracha el sujeto?. Supongamos que lo hace por un problema psicológico, causado a su vez
por un trauma sufrido en la niñez por culpa de sus padres. Esto es intrascendente para el derecho,
no puede responsabilizarse a los padres, pero es de gran interés para el criminólogo, que debe
atacar la causa primaria.
Lo explicativo en Criminología, significa que ésta recorre los tres niveles de investigación:
descripción, clasificación y explicación.
4.1 SINTESIS.
A la luz de la magnitud del problema de la inseguridad y los costos que ocasiona a la ciudadanía,
el gran reto de las autoridades es controlar y reducir la delincuencia para no permitir la
destrucción del capital o tejido social que hace posible la convivencia ciudadana y el desarrollo
económico del país.
El significativo aumento en los índices de criminalidad en todo el país han provocado una
creciente polémica sobre el verdadero nivel del problema de inseguridad pública en México.
Aunque las cifras oficiales confirman el importante aumento de la delincuencia en México en los
últimos 20 años (véase primera parte en Entorno, septiembre 2002), la falta de un sistema de
administración de justicia confiable y expedito ha provocado que la sociedad no denuncie ante
las autoridades los actos criminales, lo cual ha mermado nuestra capacidad para entender la
dimensión real de la delincuencia. Lo que sí es claro es que la inseguridad ha alcanzado a la
mayoría de los ciudadanos sin importar su nivel de ingreso, causando una profunda
consternación en la sociedad.
Con el fin de entender mejor la dimensión del problema de inseguridad en nuestro país, el
CEESP presenta en esta segunda parte un análisis de la evolución de la delincuencia en el
contexto mundial, así como cifras alternas (confiables pero no oficiales) sobre actos delictivos y
las pérdidas económicas que estos generan en México. El objetivo es contar con un parámetro
de comparación internacional de la criminalidad y conocer su magnitud actual en el país.
El documento presenta la llamada cifra negra del crimen en México, dada a conocer
recientemente por el Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, A. C. (ICESI), lo que
nos permite conocer los elevados costos sociales y pérdidas de bienestar que sufren las
víctimas de la delincuencia. Igualmente, con base en información de la encuesta sobre
criminalidad que lleva a cabo las Naciones Unidas, se compara el nivel de delincuencia en
México con el de otros países; esto permite inferir que los niveles de criminalidad que se
presentan en algunas regiones del país se cuentan entre los más altos del mundo.
Los resultados de la encuesta se elaboran a partir de las denuncias en cada país, las cuales se
presentan en términos de su número por cada 100,000 habitantes. Las denuncias incluyen
delitos por robo o asalto, robo a propiedad, daño a propiedad ajena, homicidio, violación,
secuestro y tráfico de drogas. Se debe señalar que es probable que las cifras oficiales no reflejen
la magnitud real de la criminalidad dado que existen altos niveles de subdeclaración de delitos
alrededor del mundo. Sin embargo, aunque no se declaren todos los actos criminales, la tasa
de crecimiento en el número de denuncias nos permite al menos conocer el cambio en la
tendencia de la criminalidad.2 También se debe mencionar que la encuesta no incluye datos
sobre la criminalidad en México por no existir información adecuada sobre el número de
denuncias.
La región que presentó el mayor crecimiento en la criminalidad fue el Medio Oriente, donde
destaca un aumento de 347 por ciento en el número de denuncias en Israel a partir de 1994.
Por lo que respecta a la región de América Latina, esta ocupó el tercer lugar en el crecimiento
de la criminalidad, antecedida por los países en transición, reportándose un crecimiento de 88
y 192 por ciento, respectivamente, durante el periodo.
En contraste, la región que registró el menor crecimiento de criminalidad, de acuerdo con los
datos de la encuesta, fue la de los países desarrollados, la cual presentó un incremento de sólo
14 por ciento en el periodo, lo que equivale a un crecimiento promedio anual ligeramente menor
a uno por ciento.
Sin embargo, si uno observa la tasa de criminalidad -el número de denuncias por cada 100,000
habitantes- los países desarrollados tienen el mayor número de denuncias (6,449), seguidos
por Latinoamérica (3,530), como se puede apreciar en el cuadro. Así, de acuerdo con las cifras
de la encuesta, puede decirse que los países desarrollados tienen un nivel alto de criminalidad,
pero no está aumentando significativamente; mientras que, por el contrario, los países en
transición, por ejemplo, tienen un nivel de criminalidad moderada pero en rápido crecimiento.
Por lo que respecta a la región de Latinoamérica, el problema de criminalidad es relativamente
alto y se está acentuando a un ritmo no despreciable.
Si se excluyera a Israel del cálculo de la criminalidad -el país con el mayor número de denuncias
en la región del Medio Oriente pero que sufre un conflicto que requiere la presencia militar- la
región de América Latina ocuparía, en términos de su tasa de delitos por habitantes, la segunda
posición como una de las regiones con mayor nivel y crecimiento en delincuencia, a nivel
mundial.
Las tasas de criminalidad por robo y homicidio reflejan no sólo el importante aumento de la
delincuencia, como se mencionó anteriormente, sino también el de la violencia a nivel mundial
desde principios de la década de los ochenta. Mientras que el robo se incrementó en 59 por
ciento, el homicidio intencional aumentó en 87.5 por ciento de 1975 a 1994.
Por periodos resalta que, a pesar de un ligero retroceso en las tasas de homicidio de 1980 a
1984, en los siguientes años ese delito creció en 60 por ciento. Por su parte, el robo presentó
un nivel similar durante los ochenta para dar lugar a un crecimiento de 26 por ciento en los
primeros años de los noventa. Esto indica que el uso de la violencia se incrementó en 2.3 veces
más que la tasa de delitos por robo durante la primera mitad de los noventa.
Existen, sin embargo, serios inconvenientes en utilizar las cifras oficiales sobre criminalidad -
especialmente en el caso de robo- para realmente conocer la magnitud y evolución de dicho
problema en nuestro país. El principal de ellos es la subdeclaración de delitos, que se refiere a
los crímenes que no se reportan por la poca confianza de los ciudadanos en la procuración de
justicia y ocasiona, en consecuencia, a que menos delincuentes sean consignados. Otro grave
problema es la excesiva burocracia de las instituciones, la cual impone barreras que
obstaculizan la declaración y da por resultado que no se persigan delincuentes por la falta de
registros de un gran número de crímenes.
Por lo anterior, el problema de utilizar el número de presuntos delincuentes como una medición
de la criminalidad es que, cuanto menor sea la eficiencia de las autoridades policíacas y
judiciales para apresar y castigar a un delincuente respectivamente -sobre todo en el caso de
robo- tanto mayor será la diferencia entre la cifra real de delitos y la de presuntos criminales.
Se debe mencionar que, aun cuando en los últimos años las autoridades publican el número de
denuncias por actos criminales, los problemas mencionados arriba claramente impiden tener un
registro confiable sobre la delincuencia. El que no se denuncien los delitos y, por ende, exista
un número relativamente reducido de denuncias, ciertamente no equivale a que el problema del
crimen sea menor o se esté reduciendo, como argumentan algunas autoridades.
La encuesta, realizada por cuatro prestigiadas empresas, tuvo un tamaño de muestra de 35,001
hogares en toda la república ponderados por la población de cada entidad federativa. La
representatividad de la muestra, al ser científicamente diseñada, tiene un nivel de confianza de
95 por ciento y un margen de error de ± uno por ciento. Los resultados de la encuesta nacional
para el 2001 se detallan a continuación.
Sobresale que en 14 por ciento de los hogares del país al menos una persona sufrió algún tipo
de delito y una quinta parte de ellos (2.8 por ciento) ha padecido más de un delito. Por lo que
respecta a la incidencia delictiva en las entidades federativas, los cinco estados con el mayor
número de hogares que sufrió algún delito son el Distrito Federal, Baja California, Morelos, el
estado de México y Chihuahua. En contraste, los estados con menor incidencia delictiva son
Durango, Zacatecas, Baja California Sur, Colima, Puebla y Tlaxcala (véase siguiente tabla).
Por cada 100,000 habitantes, la tasa de delitos fue de 4,412 a nivel nacional en el 2001. La
mayor tasa de delitos se registró en el Distrito Federal con 17,718 delitos por cada 100,000
habitantes. Le siguieron Morelos con 5,573, Baja California con 5,531, Chihuahua con 4,979 y
el estado de México con 4,778. Los de menor tasa fueron Tlaxcala con 1,448, Zacatecas con
1,453, Michoacán con 1,471 y Oaxaca con 1,595.
La encuesta también reporta si las víctimas sufrieron algún tipo de violencia. Resalta que 44 por
ciento de ellas contestaron que sufrieron algún tipo de agresión durante la comisión del delito.
Lo más preocupante en estos casos fue que en casi la mitad de ellos se utilizó un arma de fuego
para realizar el delito. Por lo que respecta al uso de arma blanca y la violencia física, cada una
se utilizó en cerca de una quinta parte de los actos criminales.
Por tipo de delito, en el 2001 el 92 por ciento fueron robos, destacando entre los más importantes
el robo a transeúntes, de vehículos, casa habitación y comercio. La tasa por 100,000 habitantes
es de 4,169, cercana a la tasa nacional en razón de la alta participación de este tipo de delito.
Su composición se indica en la siguiente gráfica.
Del resto de crímenes, destacan los delitos de lesiones, abuso de autoridad, daño en propiedad
ajena, amenaza, fraude, secuestro, delito sexual, abuso de confianza, secuestro exprés y
homicidio. Los delitos por lesiones son los más cometidos después del robo, representando el
50 por ciento del restante de delitos realizados en el año 2001, lo que refleja un alto grado de
agresión por parte de los criminales.
En relación con el homicidio (crimen violento) debe mencionarse que las cifras son alarmantes.
Por una parte, el estudio de victimización reporta que se cometieron 17,648 homicidios en el
país en el 2001, aproximadamente. Esto equivale a 18 homicidios por cada 100,000 habitantes
o a 48 homicidios diarios.
Lo anterior indica que hay una menor subdeclaración en el crimen violento y, aunque la
discrepancia puede deberse a que los estudios de victimización tienden a no capturar el crimen
y violencia entre propios criminales (guerra entre pandillas), el número de homicidios arrojado
por estas fuentes coloca a México entre los países con mayor grado de crimen violento en el
mundo de los países sin conflictos armados. (Colombia tiene una tasa de más de 89 homicidios
por cada 100,000 habitantes).
Con base en toda la información anterior, el ICESI reporta que el número total de delitos en
México durante el 2001 fue de 4, 412,000. Esta cifra contrasta profundamente con la cantidad
de denuncias que reportan las cifras oficiales a través de la Secretaría de Seguridad Pública, la
cual manifiesta que el número de denuncias en ese mismo año ascendió a 1, 439,770
aproximadamente.3
La cifra negra del crimen -medida como la diferencia entre el número de denuncias y el número
de delitos cometidos- fue de poco más de 2,900,000 delitos, el doble que lo reportado
oficialmente. Lo anterior implica que tan sólo uno de cada cuatro delitos que se cometieron en
el país fueron denunciados ante las autoridades, confirmando el grave problema de inseguridad
que enfrenta el país y la poca confianza de la sociedad para con las autoridades en el combate
a la delincuencia.
Antes de presentar el monto de pérdidas económicas que genera la delincuencia para los
ciudadanos, sería útil tener una referencia sobre la magnitud del crimen en México en
comparación con otros países. Para ello se utilizarán los resultados de la encuesta de las
Naciones Unidas citada con anterioridad. Cabe mencionar que, con base en la información
obtenido por el ICESI, el nivel de crimen que tienen algunas regiones de México es de tal
magnitud que las coloca entre las zonas más inseguras del mundo.
Se reconoce que la información que presenta Naciones Unidas puede contener un alto nivel de
subdeclaración que no refleja las verdaderas tasas de delincuencia que prevalecen en otros
países del mundo. Aun así, dado que la información de los países desarrollados es más
confiable, es razonable tomar estos países como base de comparación. La mayoría de estos
países son, de hecho, los que reportan los niveles de delincuencia más altos en la encuesta de
las Naciones Unidas, lo que se debe muy probablemente a menores tasas de subdeclaración.
Entre los países desarrollados, Suecia, Nueva Zelandia y Dinamarca destacan como los
extremos en criminalidad por cada 100,000 habitantes, con tasas superiores a los 10,000
delitos. Es importante mencionar que estas cifras se refieren a los promedios nacionales, por lo
que la criminalidad en áreas metropolitanas pudiera ser mayor que lo aquí presentado.
Con estos datos se puede establecer que el costo promedio de las pérdidas económicas fue de
13,245 pesos por víctima, lo que arroja un costo total nacional de 49 mil millones de pesos en
2001. La magnitud de esta cifra es por demás impactante y equivale a 0.85 por ciento del
Producto Interno Bruto. Para comprender mejor el problema y su dimensión, el monto de
pérdidas por actos delictivos que sufren las víctimas es equivalente a 350,000 automóviles
compactos; o se puede comparar con el presupuesto del gasto programable destinado a salud,
medio ambiente y desarrollo social en su conjunto para el año 2002.
Otro efecto importante de la inseguridad es que una cuarta parte de la población (23 por ciento)
ha modificado ciertos hábitos o actividades por temor a ser víctima de algún delito. De los
principales cambios de hábitos o actividades de quienes han modificado su comportamiento
destacan que 81 por ciento evita salir de noche, 44 por ciento no lleva dinero en efectivo consigo
y 37 por ciento no utiliza joyas.
El crecimiento y persistencia de la inseguridad ha conducido a que sólo una cuarta parte de las
personas que sufren un delito lo denuncien. Esto revela la poca confianza que tiene la sociedad
en las autoridades. En nuestra próxima y última publicación sobre la inseguridad en México se
presentarán datos sobre el número de delitos que se denuncian y algunos indicadores sobre los
resultados de las autoridades en el combate a la delincuencia. Su poca efectividad para
consignar y juzgar a los delincuentes es un factor que ha impedido contrarrestar el crecimiento
de la delincuencia.
El significativo grado de la delincuencia, junto con las pérdidas económicas que impone, nos
obligan a reflexionar sobre su impacto en el bienestar social y en el desarrollo económico. Como
se mencionó en la publicación anterior, es claro que la delincuencia se vuelve un obstáculo para
el desarrollo del país y el mejoramiento de los niveles de vida de la población en la medida en
que el crimen y la violencia deterioran el estado de derecho y, en consecuencia, impiden el
crecimiento económico.
Las cifras del lCESI exponen la preocupante magnitud del problema de inseguridad que se vive
en el país y demuestran que hoy en día la actividad delictiva ha florecido porque es una opción
muy rentable. La impunidad ha conllevado a que las actividades criminales sean sustitutos
favorables de las actividades legales como fuentes de ingreso.
Indiscutiblemente, el control de la delincuencia sólo puede mejorar a través de una reducción
en el número de delitos que se cometen cotidianamente en las calles, casas habitación y
empresas y comercios del país. Dado que la delincuencia tiene entre una de sus causas
principales la falta de un sistema de administración de justicia moderno y eficiente, ciertamente
la solución del problema requiere una acción policíaca mas efectiva y un poder judicial que
castigue apropiadamente a los criminales.
En la actualidad, el costo directo de la delincuencia para los habitantes del país fue cercano a
uno por ciento del PIB. La ciudadanía ha dejado, en lo posible, de realizar actividades o incurrido
en otro tipo de medidas como la instalación de alarmas en casas y automóviles para protegerse
de ser víctima de un acto delictivo, lo que indudablemente eleva el costo social reportado. Como
hemos sostenido, de no controlarse la delincuencia y criminalidad, sus efectos negativos en el
crecimiento económico y combate a la pobreza pueden aumentar al generarse un ambiente
poco propicio para la inversión y la generación de empleos.
11º ES ASI PUES QUE CONLUYO ESTE TRABAJO DE INVESTIGACION, ESPERANDO QUE
LOS LECTORES COMO YO, HAYAN APRENDIDO ALGO DE TODO LO QUE SE HABLA EN
SUS PARRAFOS; YA QUE ES DE MUCHA IMPORTANCIA ENTENDER Y SABER ACERCA
DE ESTE TIPO DE TEMAS, MAS DE LOS QUE TRATAN SOBRE LO ESTA ACABANDO CON
NUESTRO PAIS “LA CRIMINALIDAD”, “EL DELINCUENTE” Y QUIEN LOS ESTUDIA “LA
CRIMINOLOGIA” ENTRE OTRAS CIENCIAS.
ALGUNAS PALABRAS NO MUY COMUNES
ACAPARAR: Adquirir y acumular productos en más cantidad de la necesaria ante una amenaza
de escasez o para especular. /apropiarse de una cosa, en perjuicio de los demás.
(ACAPARAMIENTO: acción y efecto de acaparar).
ACUÑAR: Imprimir y sellar una pieza de metal por medio de cuño o troquel. /tratándose de
moneda, fabricarla. /dar formas expresiones o conceptos.
CATARSIS: En la religión mistèrica griega, se denomina así al período en que el alma, después
de la muerte, debía purgar sus faltas, antes de alcanzar la beatitud.
DUMPING: venta de producto al extranjero a precios inferiores a los del mercado nacional.
excederle.
ESTUPRO: Violación de una doncella menor, logrado con uso de confianza o engaño.
REBELION: oposición armada al jefe del Estado, gobierno establecido u otra autoridad por
aquellos que se encuentran sujetos a su jurisdicción. Es rebelión cualquier alzamiento público
para impedir elecciones, disolver las cámaras legislativas, declarar la independencia de parte
del territorio nacional, etc.
USURA: interés que se lleva por el dinero o el género en el contrato de mutuo o préstamo.
Interés excesivo en un préstamo.
México, 1990
pp. 205
“CRIMINOLOGIA”
México, 1999
pp. 546
pp. 133
Antonio Beristain
pp. 260
“ENCICLOPEDIA ENCARTA”
Microsoft Corporation
2001
WWW.INEGI.GOB.MX
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WWW.COPARMEX.ORG.MX