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APUNTES DE MORFOLOGÍA DEL CUENTO,

DE VLADIMIR PROPP

ÉDISON DUVÁN ÁVALOS FLOREZ1


duvanflo@yahoo.com

Resumen
Este texto no tiene ningún afán analítico
ni interpretativo ni evaluativo de la obra
Morfología del cuento, de Vladimir Propp.
Su único objetivo es ofrecer una visión
clara, condensada y accesible de la teoría
de las funciones presentes en el cuento
folclórico, desde su descripción,
clasificación y combinación dentro del
relato.

Palabras claves: Morfología del cuento, Vladimir Propp, funciones, cuento folclórico.

1Magíster en Literatura Infantil y Juvenil, de la Universidad Técnica Particular de Loja.


Licenciado en Literatura, de la Universidad del Valle.
Asesor de tesis de la Universidad Técnica Particular de Loja.
Estudiante del Doctorado en Literatura Latinoamericana, en la Universidad Andina Simón Bolívar.
M
ientras era docente de Etnología en la Universidad de Leningrado,
Vladimir Propp, después de revisar detalladamente la bibliografía que
existía en Rusia y en Europa, notó que las clasificaciones y
descripciones de los cuentos folclóricos realizadas por diferentes estudiosos tenían
graves deficiencias. Ninguna de ellas era científica, todas estaban cargadas de
inconsistencias, contradicciones y subjetividades. Por ejemplo, la clasificación más
conocida, aquella que dividía los cuentos en maravillosos, de costumbres y de animales,
fallaba porque entre uno y otro grupo no había fronteras visibles; es decir, un cuento de
animales bien podía ser un cuento maravilloso o de costumbres, y viceversa. Otro tipo de
clasificación, la que dividía los cuentos folclóricos por temas, padecía el problema de la
subjetividad, ya que los investigadores, desde su propia individualidad, escogían como
tema principal cualquiera de los muchos temas que presenta un cuento y descartaban
los demás para encaminar el estudio hacia las conclusiones que les interesaba obtener. Y
por el lado de las descripciones de los cuentos, el problema radicaba en que las historias
eran divididas en partes o pequeños fragmentos textuales que les permitían a los
investigadores realizar interesantes observaciones desde el punto de vista del
argumento, pero nunca lograban crear un método que les permitiera analizar todos los
cuentos folclóricos bajo el mismo criterio, para así poder efectuar comparaciones entre
dos o más textos texto; a lo sumo, con las observaciones que realizaban, podían concluir
que los cuentos parecidos se parecían y que los distintos se diferenciaban.

“Mientras que las ciencias físico-matemáticas poseen una clasificación armoniosa,


una terminología unificada adoptada por congresos especiales, un método perfeccionado
por maestros y discípulos, nosotros no tenemos nada de eso. Lo abigarrado, la diversidad
colorista del material que constituyen los cuentos, hace que solo con muchas dificultades
se obtengan la claridad y la precisión cuando se trata de plantear y resolver los
problemas” (p. 16), escribió Propp para explicar la razón por la cual surgían todos estos
problemas que habían impedido hasta el momento desarrollar una clasificación y una
descripción científicas de los cuentos maravillosos. Entonces, frente a esta situación, se
propuso realizar un trabajo que superara las deficiencias de los estudios anteriores. Su
objetivo fue hacer algo muy similar a lo que hacen los botánicos con las plantas, porque
“en el terreno del cuento popular, folklórico, el estudio de las formas y el establecimiento
de las leyes que rigen la estructura es posible, con tanta precisión como la morfología de
las formaciones orgánicas” (p. 13).

Al iniciar su trabajo, tomando como corpus cien cuentos que un siglo atrás fueron
recogidos de la tradición oral rusa por Afanassiev, Propp realizó un descubrimiento
trascendental. En todos los cuentos había personajes distintos y en contextos diferentes
que, sin embargo, repetían exactamente el mismo tipo de acciones. Por ejemplo, en un
cuento un rey le da a un valiente un águila para que se transporte a otro reino, mientras
que en otro cuento un mago le da una barca a un amigo para que navegue hacia otro
valle, y en otro cuento más un abuelo le da a su nieto un caballo para que cabalgue hacia
el bosque. “Lo que cambia son los nombres (y al mismo tiempo los atributos) de los
personajes; lo que no cambia son sus acciones, o sus funciones. Se puede sacar la
conclusión de que el cuento atribuye a menudo las mismas acciones a personajes
diferentes” (p. 32), explica Propp. Lo más sorprendente de todo, sin embargo, fue que las
acciones o funciones se repetían en el mismo orden en todos los cuentos, con algunas
pequeñas variaciones que, por consiguiente, permitieron realizar una clasificación basada
en un criterio científico.

Las funciones encontradas por Propp en los cien cuentos folclóricos analizados
fueron las siguientes:

PARTE PREPARATORIA

1. Alejamiento: Uno de los miembros de la familia se aleja de la casa.

2. Prohibición: Recae sobre el protagonista una prohibición. A veces la prohibición


se presenta en su forma inversa con una orden que se debe cumplir.

3. Transgresión: Se transgrede la prohibición. Entra en escena el antagonista, el


malo, una persona que turba la paz.

4. Interrogatorio: El agresor intenta obtener noticias.

5. Información: El agresor recibe informaciones sobre su víctima.

6. Engaño: El agresor intenta engañar a su víctima para apoderarse de ella o de sus


bienes. El agresor se transforma.

7. Complicidad: La víctima se deja engañar y ayuda así a su enemigo a su pesar.

NUDO DEL ARGUMENTO


8. Fechoría: El agresor daña a uno de los miembros de la familia o le causa perjuicios.
Puede presentarse con daños corporales, rapto, robo o destrucción de objeto
mágico, desaparición repentina, extorsión, expulsión, embrujamiento,
sustitución, asesinato, encierro, amenazas, tormentos y guerras. Algo le falta a
uno de los miembros de la familia; uno de los miembros de la familia tiene ganas
de poseer algo.

9. Mediación: Se divulga la noticia de la fechoría o de la carencia, se dirigen al héroe


con una pregunta o una orden, se le llama o se le hace partir. Aquí se puede ya
identificar al héroe de la historia. Si sale en busca de alguien es un héroe-buscador;
si en su partida no va en busca de nadie es un héroe-víctima. En muchos casos el
héroe es llamado por el rey, quien le ofrece recompensas; en otros casos la
partida surge como iniciativa del héroe o tras ser expulsado.

10. Principio de la acción contraria: el héroe buscador acepta o decide actuar.

11. Partida: El héroe se va de su casa. El héroe-buscador sale a encontrar a alguien. El


héroe-victima vivirá aventuras.

ACCIÓN DEL ARGUMENTO


12. Primera función del donante: Aparece un nuevo personaje que, después de
someter al héroe a una prueba, un servicio, un intercambio o una lucha, le
entrega, por lo regular, un objeto mágico o un poder. Este donante puede ser
amistoso u hostiles.

13. Reacción del héroe: El héroe reacciona ante las acciones del futuro donante.
Puede cumplir con las condiciones del donante, engañarlo o enfrentarse a él. De
la decisión que tome dependerá la forma como se cumpla la siguiente función.

14. Recepción del objeto mágico: El objeto mágico o poder pasan a disposición del
héroe.

15. Desplazamiento: El héroe es transportado, conducido o llevado cerca del lugar


donde se halla el objeto de su búsqueda. El objeto se halla muy lejos, en el cielo
o en la tierra. El viaje, por lo regular, se realiza por medio del objeto mágico.

16. Combate: El héroe y su agresor se enfrentan en un combate. A veces el combate


es contra un dragón, un ejército, un grupo de guerreros. Otras veces no hay
combate sino competición; el héroe gana con astucia.

17. Marca: El héroe recibe una marca durante el combate. Puede ser una marca
corporal o un objeto particular que pasa a su propiedad de parte de la princesa o
ser que ha estado buscando.

18. Victoria: El agresor es vencido.

19. Reparación: La fechoría inicial es reparada o la carencia colmada. El héroe


recupera a la persona que estaba buscando.

CULMINACIÓN
20. La vuelta: El héroe regresa. Por la regular este viaje se realiza del mismo modo
como ha llegado.

21. Persecución: El héroe es perseguido por el agresor, quien intenta matarlo o


devorarlo. En algunos casos, el héroe y el agresor vuelan. En otros casos, van
transformándose en diferentes seres y cosas. Hay cuentos en los que el agresor
se transforma en objeto atrayente para el héroe.
22. Socorro: El héroe es auxiliado. Para ello, se transforma en objetos y animales, o
alcanza gran rapidez, o pone obstáculos en su camino, o se oculta o es salvado
por otros seres. En algunos cuentos el héroe es atrapado, entonces vuelve a
repetirse toda la secuencia bajo la misma o diferente forma desde la función de
la Fechoría (8) hasta alcanzar la función Socorro (22).

23. Llegada de incognito: El héroe llega de incognito a su casa o a otra comarca.

24. Pretensiones engañosas: Un falso héroe reivindica para sí pretensiones


engañosas. Un hermano o un general por lo regular reclaman haber sido ellos
quienes vencieron al agresor.

25. Tarea difícil: Se propone al héroe una tarea difícil. A veces se trata de comer y
beber en abundancia, bañarse en hierro fundido, solucionar una adivinanza, elegir
entre muchachas idénticas, esconderse de forma inencontrable…

26. Tarea cumplida: La tarea es realizada de acuerdo a la prueba.

27. Reconocimiento: El héroe es reconocido gracias a la marca u objeto que había


recibido en la función 17.

28. Descubrimiento: El falso héroe o el agresor, el malvado, queda desenmascarado.

29. Transfiguración: El héroe recibe una nueva apariencia, lo cual se puede


representar en que se vuelve muy hermoso, construye un palacio, se viste con
prendas muy elegantes.

30. Castigo: El falso héroe o el agresor es castigado, a veces es perdonado.

31. Matrimonio: El héroe se casa y asciende al trono, en otros casos solo recibe la
mitad del trono y a veces no hay trono sino riquezas.

Después de haber identificado estas funciones, Propp se dedicó a describirlas. La


primera característica que encontró fue que a veces distintas funciones toman la misma
forma. Por ejemplo, en un cuento el brujo le pide al héroe que escoja al mejor potro entre
doce caballos idénticos; mientras que en otro cuento un brujo le pide al héroe que escoja
a su futura esposa entre doce muchachas idénticas. Estos dos pasajes, a pesar de tener
formas muy similares, cumplen funciones muy diferentes. El primero corresponde a la
función 12, la cual consiste en que el héroe es puesto a prueba para obtener un objeto
mágico o un poder; el segundo pasaje corresponde la función 25, donde el héroe es
sometido a una tarea para ganar luego el reconocimiento y proceder al matrimonio.
“Vemos por tanto que las formas de realizar las funciones influyen unas sobre otras, y que
las mismas formas se aplican a funciones diferentes. Una forma puede desplazarse
tomando una significación nueva o conservando al mismo tiempo su significación
antigua” (p. 79), concluyó Propp.
La segunda característica que encontró es que en muchos casos las funciones se
unen con elementos estéticos sorprendentes. Existen personajes que adoptan cualidades
omniscientes para enterarse de todo, o que tocan cuerdas cuyos sonidos revelan los
acontecimientos, o que ponen el oído en la tierra para escuchar lo que está sucediendo
a distancias lejanas, o que con solo ver una acción aislada deducen lo que se está
tramando, o que escuchan conversaciones casuales y se enteran de lo que necesitan
saber. En fin, los personajes realizan una serie de acciones mágicas que les permiten
pasar de una función a otra hasta llegar al final.

La tercera característica está relacionada con las motivaciones, es decir, con


aquellos elementos que impulsan al personaje a cumplir una función. Entre las
motivaciones más comunes se encuentran “el odio de la madrastra, el desacuerdo de los
hermanos con respecto a la herencia, la envidia, el miedo a la competencia […], el
casamiento desigual […], las sospechas respecto a la fidelidad conyugal, la predicción de
la humillación de un hijo ante sus padres” (p. 86). Además, también sirven como
motivaciones la presión o sugerencia que hacen los padres al héroe para que recupere o
consiga algo que la familia ha perdido o necesita.

La cuarta característica encontrada por Propp fue que las funciones están
repartidas, de un modo irregular, entre siete personajes principales. Así, el héroe
comúnmente cumple las funciones 10, 11, 13, 16, 17, 20, 21, 23, 26 y 31; el agresor
cumple las funciones 6, 7, 8, 18; el donante cumple las funciones 9 y 14; el auxiliar cumple
la funciones 15, 19, 22 y 29; el personaje buscado cumple las funciones 25, 27, 28, 30 y
31; el mandatario cumple la función 9; y el falso héroe cumple las funciones 10, 11, 13 y
24. A cada uno de estos grupos de funciones cumplidas por determinado personaje,
Propp la llama esfera. Los personajes, entonces, se distribuyen las esferas de tres modos
posibles: (i) cada personaje asume las funciones que le corresponden dentro de su esfera,
tal como se indicó arriba; (ii) un personaje está presente en varias esferas para realzar su
importancia en la trama del cuento; y (iii) una esfera puede ser dividida para varios
personajes reemplazando así a alguno que ha muerto o que se ve imposibilitado para
cumplir una o varias funciones.

La quinta característica de las funciones es que generan unas maneras comunes


para que los personajes aparezcan en el cuento, a excepción de algunos casos especiales.
De modo que el agresor se presenta, primero, de manera repentina, por lo regular
volando, y, después, como un personaje que era buscado; el donante aparece de modo
casual; el auxiliar aparece como un regalo; y el mandatario, el héroe y el falso héroe son
presentados en la etapa inicial del relato. Estas cinco características de las funciones –las
formas que comparten, los modos en que se unen, las motivaciones que despiertan, su
distribución entre los personajes y la aparición que generan de éstos- constituyen la
descripción pormenorizada y científica que realizó Propp de los cuentos folclóricos.
La última etapa de su trabajo consistió en realizar una clasificación. Una primera
propuesta se basa en dos parejas de funciones binarias que nunca aparecen juntas en
ningún cuento, pues siempre está solo una de ellas. Estas son las funciones 16
(enfrentamiento entre el héroe y el agresor) y 18 (el agresor es vencido), y las funciones
25 (propuesta de tarea difícil al héroe) y 26 (realización de la tarea). Esta clasificación le
permitió encontrar cuatro categorías de cuentos folclóricos. Una segunda propuesta se
basa en la función que nunca falta en ningún cuento, la función 8 (el agresor daña a uno
de los miembros de la familia), la cual se presenta bajo la forma de una fechoría o una
carencia. En este caso, el criterio de clasificación se basa en las distintas formas que toma
esta función: el rapto de un hombre, el robo de un talismán…

“La investigación de Propp proporciona justamente la base indispensable para un


análisis estructural del folclore narrativo. Tras su aparición en Occidente, ningún estudio
sobre los modelos estructurales del folclore podía ignorar la obra clásica de Propp y dejar
de tomarla como base de trabajo” (p. 196), dice Mèlètinski para explicar la importancia y
trascendencia que ha tenido ese arduo trabajo en el mundo académico. Sin embargo, la
teoría morfológica de Propp es posible aplicarla fuera del discurso folclórico, como por
ejemplo en las novelas, donde se pueden evidenciar algunas de las funciones del cuento
folclórico.

El hecho de que las funciones de los cuentos folclóricos se repitan en otros


géneros literarios no es un fenómeno nuevo. Ya Propp lo había identificado, de una
manera recíproca, en las novelas de caballería, en las leyendas, en los mitos e incluso en
algunas historias de tipo religioso. Su opinión al respecto es que al repetir las funciones
se limitan las posibilidades creativas del escritor o del narrador oral, porque se ve
obligado a sujetarse a una cadena de acontecimientos que le impiden hasta crear
personajes y situaciones. Por eso, no vacila al asegurar que “los cuentos nuevos no son
jamás otra cosa que combinaciones de los cuentos antiguos. Esto parece decir que el
pueblo, cuando se dedica al cuento, no hace obra de arte” (p. 129).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Propp, Vladimir. (1977). Morfología del cuento (Trad. L. Ortiz, 3ª. Ed.). Madrid: Editorial
Fundamentos (e.o.: 1928).

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