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Facultad de Ciencias de la Salud

Departamento de Psicología
Magister en Salud Mental Infanto Juvenil

ENSAYO

“Análisis de la conciliación de la vida familiar y laboral en nuestro país y el impacto

generado en el sistema educativo, en la población adolescente”

Cátedra:
Infancia y Políticas Públicas

Docente Académica:
Ana Castro Ríos

Estudiante:
Dehanjela Acevedo Arenas

Talca, 12 de mayo del 2017.


La reflexión contenida en el presente ensayo estará concentrada en tres ideas que

guardan estrecha relación. En primer lugar, se realizará un análisis abordando aspectos

centrales de la conciliación de la vida familiar y laboral en nuestro país, y cómo esto ha ido

generando un impacto en el Sistema Educativo, específicamente en el área pública. Se

finalizará con una reflexión en cuanto a las consecuencias que lo anterior está generando

sobre todo en la población adolescente.

Uno de los problemas más importantes en América Latina, es la dimensión de la

desigualdad (Andrenacci, L. & Repetto, F., 2006, p. 15). Según lo que se señala, para la

existencia de igualdad social, necesariamente se requiere la construcción de sociedades

económicamente integradas, cohesivas y con políticas compartidas.

Actualmente en Chile, la desigualdad en la esfera socio-económica, ha traído como

consecuencia que gran cantidad de familias se encuentren inmersas y focalizadas en la vida

laboral, descuidando los tiempos en el plano familiar y la calidad de las relaciones entre los

mismos miembros del sistema. Por lo mismo, los cuidados al interior de las familias, han

tendido a desplazarse hacia instituciones que regula el estado, a la contratación privada o

bien al no cuidado de los mismos. Por tanto, las posibilidades de elección se encontrarían

limitadas a la condición económica y estrato social de las personas. Lo anterior, representa

un tremendo desafío para los gobernantes del país, ya que, “mediante políticas públicas

adecuadas, los gobiernos podrían interrumpir el actual circulo de reproducción de

desigualdad, así como promover un desarrollo social y económico más inclusivo” (Blofield,

M. & Martínez, J., 2014, p. 108).


Según Blofield, M. & Martínez, J. (2014), existen tres tipos de intervenciones que

permiten conciliar la vida familiar y laboral, las cuales corresponden al tiempo, ingresos y

servicios (p. 109). Estos factores permitirían conjugar la vida familiar-laboral y la

responsabilidad de sus cuidados. Pero ¿Cuánto se ha avanzado en esta conciliación

familiar-laboral en Chile?. Para dar respuesta a esta interrogante, es necesario situarse en

las políticas estatales actuales, específicamente en el marco de la regulación social y las

brechas de desigualdad de género existente en el país, pues aún las responsabilidades de los

cuidados familiares, se encuentran enmarcadas en el género femenino, por sobre el

masculino. Lo anterior también se plantea en la OIT/PNUD, 2009 (citado por Blofield, M.

& Martínez, J. 2014), en donde los estados de bienestar y relaciones de género se distingue

entre políticas “maternalistas” y aquellas promueven “corresponsabilidad social en materia

de cuidados”. Por todo lo anterior, se puede deducir que aún no existe una conciliación de

la vida familiar y laboral, ya que se privilegian los recursos económicos, por sobre la

calidad de las relaciones familiares y generación de vínculos estables, que finalmente

determinan las conductas y calidad de vida, de los principales actores sociales que se quiere

enmarcar en el presente ensayo, los jóvenes adolescentes. De esta manera es como se abre

la reflexión, del impacto que han generado estas mismas brechas sociales, económicas y las

políticas públicas (que rigen en la actualidad), en el sistema educativo y que, por cierto, se

enmarca en la política de servicios universales.

Andrenacci, L. & Repetto, F., (2006) señalan que “los sistemas educativos tienen

funciones de socialización cultural e instrucción práctica, capaz de configurar a los

individuos y grupos al espacio cultural del estado-nación y al mercado de trabajo” (p.3).

Dicho de otro modo, la educación es un derecho y como tal, el estado y las políticas
reguladoras, deben brindar a los niños, niñas y adolescentes, herramientas que les permitan

desenvolverse y desarrollarse integralmente en la sociedad. Así mismo, debe otorgar

seguridad, protección y brindar espacios de socialización, así como también hacerse cargo

de la infraestructura, condiciones ambientales y convivencia, que finalmente configurarán

la calidad de la enseñanza y aprendizajes de los estudiantes. Lo anterior, abre el debate en

cuanto a la calidad de la educación pública (municipal), en donde surge la interrogante

¿Cómo se puede garantizar una educación de calidad, equidad, oportunidades, ejercicio de

derechos e integración, en jóvenes que se encuentran inmersos en la educación pública y

que además se encuentran situados en contextos de alta vulnerabilidad social?, cuando aún

existen prácticas estigmatizadoras e incipientes y aún el mismo concepto de

“vulnerabilidad”, presenta una mirada reduccionista en cuanto a su fundamento principal y

se ha perdido el foco del adolescente, valorado e identificado como sujetos de derechos y

en proceso de desarrollo y contrario a esto, el énfasis se encuentra puesto en los conflictos y

problemas asociados a las mismas falencias del sistema familiar y relaciones

insatisfactorias, y que por supuesto los sitúan aún más en esfera de la vulnerabilidad social,

educativa y económica. Lo anterior, también se asocia a lo señalado por Muñoz, C. (2013)

en los Apuntes Legislativos del Proyecto de Ley de Protección Integral de la Infancia,

haciendo referencia a que el entendimiento del rol público, se encuentra reducido a la

atención de niños, niñas y adolescentes, a quienes se les ha vulnerados sus derechos.

Conjuntamente a lo anterior, las políticas públicas en el país, específicamente en la

población adolescente, se encuentran enmarcadas en el riesgo o los conflictos con la ley,

situando a los jóvenes infractores, como un síntoma de graves problemas y resultados de

peligros para la sociedad. A lo anterior, se suma que “nuestro país no ha desarrollado una

institucionalidad que, desde la lógica de la protección y promoción de derechos, articule la


oferta publica dirigida a la infancia” (Saavedra, C., 2009, p. 5). Dicho lo anterior, se deduce

que no existen programas adecuados y pertinentes a nivel preventivo que puedan servir de

protección para los adolescentes (en el presente análisis) y de esta manera puedan lograr

incluirse en la sociedad de una manera más satisfactoria. Ahora bien, si bien existe el

Servicio Nacional de Menores, en donde Saavedra, C. (2009), refiere que corresponde a

“un organismo gubernamental que se focaliza en la protección y promoción de los derechos

de los niños, niñas y adolescentes” (p. 6), se ha visualizado durante el último tiempo que

este organismo, no ha respondido a las graves problemáticas sociales y familiares presentes,

para una adecuada integración social y el buen desarrollo de la integralidad de los

adolescentes. Así mismo, no se ha comprendido a los niños, niñas y adolescentes como

sujetos de derechos, vulnerándolos e incluso teniendo que someterse a procesos

reparatorios por los mismos errores del sistema.

Finalmente y en síntesis, se puede visualizar las graves consecuencias cuando no existe

una adecuada conciliación en la vida familiar y laboral, por ende, el trabajo del estado en

las políticas públicas y sociales, resultan imprescindibles para el mejoramiento de la

ciudadanía a nivel nacional y universal. El impacto que puede generar la creación de un

organismo ejecutor y regulador, focalizado en la población adolescente, que desarrolle

acciones preventivas e impacte en ese sector de la población, posibilitaría la reducción de

riesgos, fomentaría la integración social y tal y como afirma Saavedra, C. (2009) “existiría

un peldaño en la cadena de re-significación y reparación que no está completo” (p.8). Por

ende, se traducen en tremendos desafíos para las políticas públicas y sociales de nuestro

país, en el ejercicio para el crecimiento y avance en materia y expansión de políticas

universales.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Andrennacci, L. & Repetto F. (2006). Universalismo, ciudadanía y Estado en la política

social latinoamericana. INDES-BID, 1-27.

Blofield, M. & Martínez, J. (2014). Trabajo, familia y cambios en la política pública en

América Latina: equidad, materialismo y corresponsabilidad. Revista Cepal (114),

107-125.

Muñoz, C. (2013). Proyecto de Ley de Protección Integral de la Infancia: ilusión de

universalidad. Apuntes legislativos, (20), 1-8.

Pautassi L. & Royo, L. (2012). Enfoque de derechos en las políticas de infancia:

indicadores para su medición. Revista Cepal, 1-64.

Saavedra, C. (2009). Políticas públicas dirigidas a la infancia y adolescencia. Tensiones y

desafíos.

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