You are on page 1of 22
Estructuralismo y positivismo en tiempos de la posmodernidad Enrique de la Garza El estructuralismo y el positivismo, como escuelas de pensamiento, dominaron en las ciencias del hombre hasta la década de los sesenta. Desde entonces, lacritica hermenéutica, fenomenolégica del posestructuralismo y finalmente del posmodernismo los Hlevaron a ocupar un segundo término. Sin embargo, la polémica epistemolégica o de la gran teorfa social no es sinerSnica con la de la metodologia, el estilo y la técnica de la investigaci6n, ni con las de las teorfas sociales o sus disciplinas regionales. En este ensayo se presentan las mediaciones entre epistemologia, metodologfa,estilos y téenicas de la investigacién. Para América Latina, los desfasesentre los niveles mencionadosse manifiestan en el surgimiento, por unlado, de la posmodernidad y, porel otro, enel nivel de las teorfas sociales regionales, en un estructuralismo propio de los afios cincuenta. Por tiltimo, se reflexiona acerca de las posibles alternativas a este desfase, que no coinciden con el inmovilismo posmoderno. Las mediaciones entre epistemologia, metodologia, técnicas y estilos de investigacién El positivismo légico intent6 identificar una forma de razonamiento (reducido a la l6gica) con la metodologfa. Su propuesta més elaborada se presenté en el método hipotético deductivo, que en su tiltima fase se identificé con la teoria de los dos niveles del lenguaje cientifico de Carnap. La pretensi6n fue convertir todo el proceso de investigacién en una légica estricta igualando, con ello, el proceso de investigacién con la légica de la investigacién cientifica. Esta identificacién limit6 las soluciones positivistas de los problemas, metodol6gicos. La teoria perfecta seria la teorfa (modelo) standar (sistema de proposiciones vinculadas entre si en forma deductiva y cerrada seménticamente); la relaci6n entre teorfa e hip6tesis deberia ser deductiva, afirmando con ello una funcién deductiva para la teorfa en el proceso de investigaci6n; la relacién entre enunciado sintético y observacional, segtin Ja formulacién de Camap, deberia ser deductiva para poseer en primer lugar un sentido empfrico; el dato empirico serfa,ademés, un supuesto, algo dado. Pero este gran proyecto de identificacién entre epistemologia y meto- 86 C1 Enrique dela Garza dologia fracas6 en su intento de reduccién logicista. Al final de su vida, Hempel reconacié que no era posible diferenciar tajantemente la ciencia de la metafisica (Stegmuller, 1978). Las teorfas reales s6lo se asemejaban parcialmente a los sistemas hipotético-deductivos. Fue en la década de los sefenta cuando se reconocieron las relaciones entre los conceptos de diversos niveles de claridad, e incluso los términos cargados de valores (cf. Varios autores, 1988); las relaciones entre teorfa © hipétesis, son mas ‘complejas que la simple deduccién, Las hiptesis més importantes para la ciencia no eran simples justificaciones de lo contenido en las teorfas acumuladas. En su formmlacién aparecfan aquellas operaciones que Popper habfa calificado como no racionales (en el sentido restringido de la I6gica deductiva; Popper, 1975); la teorfa de los dos niveles del lenguaje de Camap erauna camisa de fuerza para la investigaciGn. Su formula se transform6 en. a propuesta de que un enunciado sintético tendria sentido empirico s6lo si era raducible a un lenguaje empfrico, reconociéndose que la ciencia trabaja s6locon conceptos parcialmente interpretados y que las reglas de correspon- dencia entre lenguaje te6rico y observacional son incompletas, ademés de las dificultades para definir al enunciado empirico (la solucién inicial hablaba de una correspondencia inmediata: un enunciado seré empfrico nada ms si se obtiene de hechos observables). Sin embargo, no hay una teorfa de la observacién aceptable en el sentido positivista, El dato empitico como “concepto bisico no definido” no es univoco, va de la percepcién directaa la indirecta con instrumentos (Bachelard, 1975) y, portanto, el dato ‘empirico noes necesariamente lo dado inmediato. Adems, se reconoce que 1 dato empirico moviliza inevitablemente conceptos y términos; no hay sensacién pura (Goldmann, 1975) y el recorte empfrico también depende de los conceptos teéricos manejados (Fayerabend). Es decir, estamos lejos de las concepciones positivistas iniciales que consideran lo empirico como reflejo de lo externo inmediato en la mente del observador y se imponen las que lo consideran como una forma de la relaci6n entre el objeto y el sujeto. Dato con una doble tensi6n en su construccién, ya que viene por un lado de Jateorias de los conceptos teéricos que presionan acierto recorte de lo real empftico y, por el otro, de la realidad externa del observador. En otras palabras, las determinaciones del dato son en parte teéricas, y en parte hist6rico-sociales. Los problemas relacionados con lo anterior serfan las relaciones entre el dato y el significado subjetivo, con discurso, personali- dad, clase social, biograifa, con epistemologfa del sentido comtin, asf como el problema de su estructuracién parcial en un campo para adquirir sentido (Ge la Garza, 1988). Las soluciones operacionales a la manera de Bridgman (cada magnitud deberfa definirse por procedimientos u operaciones) también resultarom insatisfactorias para el problema de los dos niveles del lenguaje cientifico. Estructuralismo y positivismo en tiempos de la posmodemidad ©) 87 No fue posible operacionalizar todos los conceptos de laciencia, ni tampoco Ja ciencia operacional fue 1a mAs fructifera (el conductismo, por ejemplo); lo quecambié finalmente fue la filosofia de la ciencia, aceptando conceptos te6ricos no interpretados, perfiles epistemol6gicos (Bachelard) y redes reéricas (Moullines). Las propuestas que prosperaron en el nivel metodol6gico sobre cémo traducir lo teérico en observacional no siguieron el logicismo positivista ortodoxosinoquese hicieronalamanerade Lazarsfeld (Boudon/Lazarsfeld, 1966) con sus incertidumbres en cuanto a la validez de los indicadores. Otro tanto se podria decir sobre las polémicas clésicas como la de la verificacién-falsaci6n, en el plano epistemolégico. Popper superé a los positivistas, pero la reduccién del proceso de investigacién al nivel de la I6gicadel Tolendo tollens era insuficiente para hacer ciencia. Los cientificos siguieron verificando y las eriticas rigurosas de Popper a la estadfstica no mellaron las investigaciones empfricas que segufan este camino. Es decir, esta epistemologia como forma de razonamiento (se le considera reducible a la Iégica deductiva), en una investigacién concreta tiene otro nivel metodol6gico relacionado con el proceso de investigacién. Dicho proceso no s6lo implica una serie de etapas parcialmente determinadas por la forma de razonamiento, sino una serie de problemas y soluciones que no son estrictamente epistemol6gicos (por ejemplo los solubles por la deduccién), ni son s6lo las dificultades menudas de cada investigaciGn. Se trata de una primera mediaci6n entre epistemologia e investigaci6n especifica. Estas relaciones no son una simple aplicacién de la epistemologfa en las ciencias sociales por varias razones: 1) Lasteorfas sociales que aplican loscientificos conllevan supuestosno necesariamente compatibles con un paradigma epistemol6gico puro. Es decir, aunque los paradigmas epistemol6gicos han influido en la forma de las teorias sociales, su creacién en general no ha corrido a cargo de los epistemélogos sino de aquellos que por buenas o malas razones se han visto obligadosa serheterodoxos, respondiendoa varias tradiciones de reflexi6n; a formas de razonamiento que se entrecruzan pero no se empatan comple- tamente. Por ejemplo, las relaciones entre el funcionalismo estructural, el positivismo o la hermenéutica no son lineales. 2) Los cientificos sociales son los principales generadores de propuestas metodol6gicas a partir de reflexiones filos6ficas més generales, pero tam- bién de la préctica de sus disciplinas. El caso de Lazarsfeld es claro al respecto. El es un cientifico social con amplia experiencia en la investiga~ cién empfrica. A. pesar de la influencia de los dos niveles del lenguaje cientffico,no puede aceptar la propuesta de relacién deductivani operacional entre los dos niveles, y no por una diferencia epistemolégica con el positivismo, sino por la imposibilidad préctica de realizarlo. Su propuesta 88D Brrigue de la Garza altemnativa no tiene el rigor logicista, aunque es més sistemética que una simple imaginaci6n o intuicién. Con ello Lazarsfeld introdujo nuevos pro~ dlemas en la misma epistemologia. 3) Ademés de la dificil mediaci6n metodolégica, con la epistemologta ya veces, con sus propias soluciones y problemas particulares, es coménel desfase entre Ia polémica epistemol6gica y la metodolgica. La critica de Popper al positivismoes irrefutable desde su propuesta logicistade falsacién; pero, como dice Boudon, no hay cientificos falsacionistas y la adhesiOnasus hipétesis se parece mAs a los cinturones de protecci6n de Lakatos que a ninguna racionalidad instanténea, Esta situacién se puede ilustrar con el desarrollo metodolégico de la sociologi2 norteamericana en este siglo: ena década de los veinte fue muy empirista y operacionalista, coincidente con el primer positivismo l6gico que exigta que los conceptos tuvieran referen- tes empfricos inmediatos, En las décadas de los afios cuarenta y cincuenta, la teoria de los dos niveles del lenguaje cientifico influye a Lazarsfeld en su propuesta de conceptos manifiestos y latentes; posteriormente, para los afios sesenta, la teorfa de los modelos de Blalock transformé la sociologia americanay Ia sociologiaen general en hipotético-deductiva. No hay enesta historia una correlacién entre los ritmos de la polémicaepistemol6gicay los de la metodol6gica; el falsacionismo no tuvo repercusiones importantesen este caso y las criticas de Kuhn en los afios sesenta influyeron diez afios después en Norteamérica, contribuyendo a la crisis del positivismo y del funcionalismo estructural (ademds de muchos otros factores que también influyeron sobre esta crisis; of. Alexander, 1990). EI problema del desfase entre la epistemologia y la metodologia n0 obedece simplemente ala falta de comunicacién. Sobre el desfase influyem Jas segmentaciones que ha sufrido el conocimiento social y sus vincuilos diferenciados con ios poderes. Por ejemplo, la ciencia econémica tiene una relacién més estrecha con los poderes estatales que la antropologfa o la sociologfa; enesta medida, los virajes estatales la impactan més directamen- te, o bien contribuyen a mantener puntos de vista que en un nivel més abstracto estén desprestigiados. Es notable la impermeabilidad de la econo~ mifacon respecto de estas polémicas epistemol6gicas oen las grandes teorfas sociales; la persistencia de los modelos neoclasicos o su transformacion s6lo por ciertas vias, como las expectativas racionales, y no por la hermenéutica, por ejemplo. ‘Oto tanto podriamos decir del impacto diferenciado de los fracasos explicativos o predictivos de las ciencias sociales. Algunas ciencias sociales han adquirido un cardcter tan instrumental que su fracaso en términos de eficiencia explicativa o predictiva las puede afectar directamente, En cambio, otras estén relacionadas con modos menos instrumentales o de poder, y su fracaso es menos contundente. Estructuralismo y positivismo en tiempos de la, O89 Finalmente, la especializaci6n de las ciencias sociales y su desprendi- miento interno en miiltiples segmentos han hecho dificil 1a comunicacién entre las ciencias, la epistemologfa y la metodologfa. Las comunicaciones haan seguido, en la mayoria de los casos, el camino de los grandes te6ricos de ladisciplina, que han servido como punto de enlace. Sin embargo, enellos se realiza una seleccién epistemoldgica y una creacién metodolégica que contribuye con la impresién de compartimientos estancos; el positivismo ‘que aceptaban los conductistas era sobre todo la interpretacién y recreaci6n de la teoria de Skinner. Estas relaciones complejas se completan con {a existencia de otros dos niveles ademds del epistemolégico y el metodol6gico: el de la técnica de la investigacién (recoleccién de informacién, sistematizacién y andlisis de datos), y el que llamaremos el nivel de los estilos de investigaci6n. Las técnicas de recoleccién y andlisis de informacién no son neutrales, en el sentido de que no tengan supuestos epistemolégicos; sin embargo, entre epistemologfa y técnica hay también mediaciones que surgen en parte dé los supuestos de realidad de las teorfas con las que ciertas técnicas se han identificado, Por ejemplo, la diferencia entre un supuesto empfrico como vélido en sf mismo contra la necesidad de reinterpretario se refleja en preferencias técnicas (cuestionariocerradoversus entrevista interpretativa); pero, dependiendo de la teoria social adoptada, la entrevista interpretativa puede seguir un camino psicoanalitico en la interpretacién ¢ incluso en la forma (Rorschach, apercepcién temética, etcétera) u otro (observacién empética, andlisis interpretativo del discurso). En el caso del cuestionario, noes lo mismo pensar una realidad atomizada en donde lo social es la suma de los individuos, a considerar que éstos se encuentran en un “campo”, que el dato de un cuestionario cerrado no vale en sf mismo sino a partir de una interpretacién gestaltiana del conjunto de las respuestas. La existencia de mediaciones entre la epistemologia, la metodologfa y las técnicas de la investigacién contribuye a la aparente autonomfa de las técnicas y a su aplicaci6n acritica, en particular de la estadistica. En ésta, ademés de haber supuestos de realidad y conocimiento posibles de desentraiiar, hay una mediacién adicional que es la que viene de la l6gica de las mateméticas, tal ‘como se ha generado, pensando sobre todo en necesidades de las ciencias naturales. Esta mediaci6n impone un “alejamiento” dificil de retomar si se piensa en las dificultades que tendria la creacién de “otra matemética”. Entre los niveles que hemos analizado (epistemologfa, metodologia y técnicas) no existe la coherencia deductiva que todavia algunos creen; hay coherencia junto a discontinuidades en los supuestos, verdaderas “hibridaciones I6gicas”. Estos hibridos de supuestos epistemol6gicos, solu- ciones metodolégicas, preferencias técnicas y conceptuales, conforman en las disciplinas sociales estilos de investigaci6n, que son sintesis parciales 90D Enrique de la Garza entre opciones de los niveles mencionados. Estas s{ntesis no son totalmente coherentes en el sentido I6gico, aunque también podrfamos pensar que no cualquier mezcla puede ser un estilo, Habria algunas incompatibilidades bisicas que reducen las posibilidades de sfntesis con todo y sus incoheren- cias. El ejemplo de la disciplina que seguiremos en las péginas que siguen puede servir para ilustrar la diferencia entre paradigma epistemol6gico, opcién metodol6gica y técnica con estilo de investigaci6n, Para los estudios laboralesen Américai_atina hemos identificado tres estilos: el cronologista, el cuantitativista y el antropolégico. ‘As como la metodologia y la técnica mantienen autonomtfa relativacon respecto a los paradigmas epistemolégicos, también los estilos la poseen, Unestilo es una forma especffica de hacer investigaci6n en una disciplina gue tiene su propio dinamismo, aunque también establece comunicacién con los otros tres niveles. El estilo no cambia autométicamente cuando la epistemologfa, la metodologia o la técnica que sintetiza entran cada una de ellas en desprestigio. Un elemento que permite cierta autonomfa del estilo, ademas de los sefialados para la metodologfa y la técnica, es la forma de aprendizaje de muchos investigadores que hacen ciencia. Nos referimos all | importante papel de la analogfaen la forma concreta de investigar. Indepen- ientemente de la formacién epistemolégica ometodol6gica que tengan los investigadores, es comtin que éstos decidan su estrategia de investigacién —en cuanto al estilo— a partir de otras investigaciones semejantes, por ejemplo: investigar Ia dependencia entre la propensi6n a la huelga en ‘América Latina y las variables de ingreso real, el crecimiento del producto, la tasa de desempleo, etcétera, tal y como se hacia en los paises sajones en losafioscincuenta. La propensién a la huelga, forma importante de la acci6n. obrera, dependfa de situaciones estructurales expresadas en variables como las sefialadas anteriormente y de un supuesto estructuralista que dice que la situaci6n determina la acci6n social. Adems de que la mediaci6n cuantita- tivaes parte de un criterio cientificista (aunque congele la accién al indicar el niimero de huelgas), y el proceso de investigaciGn deberia ser de tipo hipotético-deductivo. Quien procede de esta forma no ahonda en las gran- des polémicas epistemol6gicas 0 te6ricas (por lo general, no esta bien enterado de éstas.o no tiene tiempo de profundizar y adoptaestilos legitimos de investigacién que, a pesar de sus evidentes limitaciones, no serdn rechazados de inmediato por una comunidad cientifica ni por instituciones que compartan el “valor” del estilo 0 lo consideren como cientificamente legitimo). Un problema adicional que afecta la hibridacién I6gica —o si se prefiere, en forma més amplia, las formas de razonamiento—, al pasar de la epistemologfa al estilo de investigacin por niveles metodol6gicos y técni- cos, es la diferencia en el desarrollo de los diferentes paradigmas Esiructuralismo y positivismo en tiempos de la posmodernidad O91 epistemol6gicos como para influir 0 generar respuestas en los cuatro niveles. Esto provoca con frecuencia que las soluciones de un nivel no sean ryecesariamente las que se derivarian del paradigma por el que se ha optado, sino que son influidas por el dominante 0 el més desarrollado. Este ha sido el caso del marxismo, entre otros, en el siglo XX. Un paradigma con supuestode realidad y conocimiento que puede diferenciarse del positivism, sin embargo, por razones hist6ricas, incapaz de generar soluciones a otros niveles (en este sentido, las propuestas neomarxistas de Zemelman apuntan ten un sentido metodol6gico hacia nuevos problemas epistemol6gicos para el marxismo y la posibilidad de desarrollo paradigmético, cf. Zemelman, 1991). Asf, el positivismo impuso como “problema general de toda metodologia” el de la estructura y la funcién de la teoria, el origen y la estructura de las hipétesis; la relaci6n entre concepto te6rico e indicador y proceso de verificacién. Sin embargo, sin desconocer que estos problemas pueden sobrepasat a su creador en tina forma de razonamiento altemativo, como la cuestién reconstructiva que propone Zemelman, en ésta aparecen temas que no existen en el primer paradigma; y cuando los problemas son compartidos, las soluciones no tienen porqué identificarse: problema problematizacién, concepto ordenador, relacién potencial, descripcién des- articulada, potenciacién de articulaciones, y reconstruccién de la totalidad concreta. En este tiltimo caso, también surge un problema en la relacién del concepto y el indicador que contribuye a la reconstruccién del concepto y potencia relaciones més que verificarlas; ademés, nohay intencién de volver a Ja tradicién deductiva, si no se partirfa de las nociones de significado contextualizado del indicador (no universal) y de las diferencias en los niveles de abstraccién entre concepto teérico e indicador, que suponen mediaciones entre ellos y no la simple deduccién. ‘Los desfases entre epistemologia, metodologia y teorfa social en ‘América Latina Los flujos y reflujos de las grandes corrientes epistemol6gicas, metodolégicas y de las teorfas sociales han estado presentes en América Latina, pero con desfases y caracteristicas particulares, y con capacidad de creacién orecreacién limitadas aciertas disciplinas o perfodos. También los desfases se han caracterizado con regularidad por la falta de “conciencia epistemolégica” y por la ausencia de vinculos entre la metodologia, Ia técnica y las teorias sociales (de la Garza, 1988). Durante los atios cuarenta, la legada de los exiliados espafioles a ‘América Latina trajo consigo el historicismo y el existencialismo, que ya ‘venfan empapados de las tradiciones antipositivas anteriores. Estas influen- 92 Enrique de la Garza cias europeas elevaron el rigoren la polémica filos6fica yen lateorfasocial. ‘Sin embargo, esta discusi6n historicista con el positivismo era atrasada, se postulaba en contra de Comte y de Mills, pero poco tocaba al poderoso positivismo 6gico y ala sociologfa empirica. Las crticas al positivismo en el plano filoséfico no proporcionaron tna altemativa de investigaci6n. En ‘e508 afios también lleg6 la sociologia empfrica con sus técnicas sin polémi- ca, abierta hacia la hermenéutica porque actuaban en planos diferentes: manuales de investigacién versus manuales de epistemologia, Hacia la década de los cincuenta, la disputa soterrada entre {a her ‘menéaticay el positivismo en la investigaci6n social parecia ganada por el segundo: individualismo metodol6gico y behaviorismo. El conductismo ‘operacionalista se imponia como criterio cientifico. El método hipotético- deductivo senté sus bases en la regién, Sin embargo, salvo excepciones, la enconada polémica dentro del propio positivismo I6gicoodelametodologia ‘empirica norteamericana seasimil6 poco en América Latina. Hacia los afios sesenta, las criticas de Kuhn o de la escuela de Frankfurt al positivismo todavia’ no llegaban; es decir, en la investigacién social, el positivismo se impuso a la hermenéutica como raz6n instrumental en la investigacién empftica, pero tuvo su auge en América Latina cuando su pafs de origen entraba en crisis. ‘Por razones principaimente politicas y tedricas, a partir de los afios sesenta nacié el dependentismo Latinoamericano como la creaci6n original més compleja hasta ahora. En América Latina esta gran teorizaci6n alcanz6 momentos de sofisticacién conceptual desconocidos hasta entonces; sin ‘embargo, su desarrollo en los planos epistemol6gico, metodol6gico, y téonico fueron muy desiguales. La fuerte inspiracién marxista del dependentismo no se compaginé con la discusién metodol6gica, que en Europa fue muy rica durante los sesenta y la primera parte de los setenta. A Jo sumo, muchos adoptaron el concepto de totalidad en los andlisis hist6ri- cos sin una incorporacién compleja de la polémica europea sobre el tema. ‘Dernuevo en América se saltaba de un paradigma a otro sin claros ajustes de cuenta epistemol6gicos (ajuste que sf funcionaba con respectoa la teorfa de la modernizacién de inspiraci6n funcionalista o al estructuralismo de 1a CEPAL). Durante los setenta se abandoné la polémica internacional en este plano: por ejemplo, la crisis del positivismo, del funcionalismo y el estracturalismo, asf como las criticas de izquierda y derecha a estos paradigmas en los paises desarrollados. Esta polémica regres6 a principios Se los ochenta a América Latina cuando el dependentismo declinaba. Es decir, durante el rico perfodo dependentista, la discusi6n te6rica no estuvo alaalturadelaepistemolégica, lametodol6gicaolatécnica, y sobrevinowna suerte de aislamiento con respecto a lo que en esos temas se debatia en los paises avanzados (con excepci6n de una parte de apolémicadel marxismo). Estructuralismo y positvismo en tempos de la posmodernidad 2 93, ‘Aunque el espfritu del dependentismo no ha desaparecido en América Latina, es notoria su crisis te6rica: no ha sido capaz de una recreacién conceptual en mAs de diez afios; no ha podido comprender la globalizacién en América Latina; tampoco pudo predecir la suerte de las dictaduras en la regi6n ni sus vinculos con las nuevas fuerzas politicas y sociales fueron fuertes, y ademés se qued6 pasmado frente al advenimiento del neoliberalismo. Es decir, desde los ochentano ha habido en América Latina tan paradigma te6rico de la amplitud del dependentismo. Se han importado las polémicas de los pafses desarrollados, sin el auditorio anterior. En este momento de crisis del dependentismo y de las sociedades mismas latinoamericanas durante los afios ochenta, aunado ala ausencia de sujetos hegeménicos portadores de propuestas viables, aparece el posmodernismo, Los intelectuales posmodemistas latinoamericanos no son los que elaboran las politicas econémicas neoliberales sino los decepeiona- dos con el socialismo de la clase obrera, y que han roto con los ideales de la joventud progresista de los setenta. Su posmodemidad, més que resultado de una nueva investigacién rigurosa, es un estado de énimo; una serie de impresiones elaboradas con férmulas importadas mal adaptadas para Amé- rica Latina. Asf, el vivir en lo sincrénico y la ausencia de futuro en los ceuropeos, se convierte en el pesimismo de no poder salir de la crisis, del ‘atraso y de la marginaci6n. El individualismo y el hedonismo posmodemo ‘europeo se traduce en la incapacidad de los marginados para elevarse de su patticularismo y crear grandes sujetos; el hedonismo se convierte en masoquismo. ‘La fragmentacién evidente de sujetos, fuerzas poltticas y sociales y su incapacidad de imponer proyectos viables se ve como caracteristica de una nueva sociedad que es en parte premoderna, en parte moderna y también posmoderna. El fracaso del desarrollismo en América Latina se asimila con el derrumbe de la idea de modernidad, de progreso y de desarrollo (Bartra, 1990), La fragmentacién es evidente, provoca impresiones catastr6ficas mis que el establecimiento del reino de la libertad y de la maxima elecci6n. Sin embargo, laimpresi6n de la fragmentacién posmodernaen América Latina y la ausencia de futuro opera mAs para las fuerzas que fueron de iaquierda que paralanueva derecha, Esta haido imponiendoelneoliberalismo como el gran discurso, que en varios pafses se ha vuelto hegem6nico y que no tieneel componente de fragmentacién discursivanide crisis de laciencia de la posmodemidad. Para las disciplinas sociales, ademés. de algunas influencias posmodernas oneoliberales que han recibido, bay, mas bien, una ‘welta al positivismo de los setenta y al estructuralismo situacionistas; ambas cortientes se encuentran en crisis desde hace tiempo a nivel interna- ional. Trataremos de ilustrar estos atavismos y sus orfgenes mediante los estudios laborales en América Latina. 94 Enrique de la Garza Elestructuralismo y su crisis Elestructuralismo, en sus diversas formas, domin6 las ciencias sociales allo largo de las décadas de los cincuenta y los sesenta, y aunque entré en crisisa partirde esta iltima sigue teniendo cierta presenciaen las disciplinas sociales con el andlisis del discurso, la psicologéa, la economfay lasdiversas ‘especialidades de la sociologia (Goldmann, 1975). El descrédito del estruc- turalismo entre las grandes teorias sociales nonecesariamente se compagina con el de las especialidades, por las mismas razones expuestas al inicio de este trabajo. Ladefinicién deestructuralismo tiene el problema detodo concepto que abarca formas muy diversas, sin embargo, una estrategia puede ser la de abandonar la definicién del concepto per se y exponer una definicién en | foncién del problema que interesa. El problema central de la teorfa social) hoy es el de los vinculos entre estructuras, subjetividades y acciones so- ciales. En este sentido, el estructuralismo partiria de la idea de realidad constituida o bien racionalizable en términos holistas; ese todo tendria partes identificables, con relaciones definidas entre ellas, de tal forma que el funcionamiento del todo no podria abordarse por sus components aislados sino por el conjunto mismo. Ademés, la modificacién de un elemento traerfa como consecuencia el cambio para todo el conjunto. Por otra lado, habrfa mecanismos de autorregulacién de las estructuras que no anulan la idea de cambio social, sino que la remiten a las alternativas combinatorias de elementos de la estructura. Finalmente, e] cambio resul- tarfa tensionante en las propias estructuras (Viet, 1968). Desde el punto de vista que nos interesa, el problema para el estructuralismo consiste en que las estructuras determinan cn iiltima, instan- cia las subjetividades y acciones colectivas. Silo que llamamos subjetividad es una estructura ms, existen, por ende, estructuralismos menos deterministas, como el de Parsons, en el cual el actor puede elegir entre las altemnativasestructurales. Porlotanto, lo que nos interesadel estructuralismo essudeterminacién sobre a subjetividad y laaccién,quecoincide con loque Touraine llama situacionismo. Las erfticas al estrueturalismo han sido muchas. En el plano epistemo- 6gicoy te6rico,el posestructuralismo vaen contradelconceptoestructuralista de la teoria estndar: sistemas axiomstico-deductivos interpretados a través de las reglas de correspondencia seménticas que conectarian conceptos te6ricos y observacionales. La crisis de este concepto parte de los afios sesenta (Putman, Kuhn, Suppes, Hanson, Toulmin, Fayerabend). Por ejem= plo, para Sneed (1988) las teorfas no s6lo son conjuntos de enunciados formando sistemas deduetivos sino también entidades no lingifsticas que pueden reconstruirse como conjuntos; o bien, la critica de Putman (1988) a Esiructuralismo y positivismo en tiempos de la posmoderided 95 ladistinci6n entre enunciado observacional y te6ricotomandoen cuenta que los términos observacionales son a su vez abstracciones y sirven para referirse a hechos inobservables (a investigaciGn, por lo tanto, no procede de arriba hacia abajo sino en todas direcciones); 0 la de Suppes (1988) que sefiala que no han encontrado ninguna teorfa cientifica que tenga una estructura estiindar estricta; o lade Moullines (1988) con su concepto de red teGrica: una red te6rica cientifica tendria la estructura de una red arbérea. Los nédulos serfan estructuras complejas definibles por conjuntos. Un elemento te6rico de una red contendria aspectos formales, seménticos, pragmiticos, sociolégicos e hist6ricos. En las obras de Foucault (1970), Deleuze o Guattari se abren otras perspectivas con conceptos metodolégicos y teéricos importantes. Es el caso de la discontinuidad de Foucault que rompe con las ideas de totalidad sin caer en la fragmentacién’ posmoderna total; asf, se impone como problema el descubrir encadenamientos més que suponerlos, ademés de concebir éstos con diversos grados de fortaleza, en contraste com el estruc- turalismo y el positivismo. La posmodernidad también ha apuntado en contra del estructuralismo, sobre todo en su teorfa o visién holista del mundo. Su alternativa es la fragmentaci6n del yo, de la cultura, del sujeto, y de los proyectos. Su critica ala ontologfa dei todo articulado (sea como esencia 0 como modelo caracteristico del estructuralismo) es loable, al igual que ala rfgida determi- naci6n de las estructuras totales sobre los individuos, el imperialismo de la epistemologia y la metodologia, asf como a las ciencias positivistas que quisieron imponer su razén a todo el conocimiento cientifico con su pretensiGn de deslindar ciencia y metafisica (Lyotard, 1988; Vattino, 1989; Pic6, 1990). [Sin embargo, como veremos més adelante, la posmodemidad no es la tinica alternativa para el estructuralismo y el positivismo). Finalmente aparece el neoutilitarismo, la versién moderna de! hombre racional que optimiza y retoma las teorfas econémicas clésicas. Este renacimiento toma dos formas: la primera, a través del reconocimiento de que no toda accién es racional (Misses, 1975), peto como ésta resulta compleja y no sujeta a la teorizacién, se deja al empirismo lo que deberia desentrafiar la ciencia social. La otra forma que ha tenido mayor impacto en Jos ochenta también deja de considerar que las acciones sociales son totalmente racionales (falta de informacién, etcétera, lo evitan); pero se supone accién racional el hecho de construir teorfa. Lo mismo ocurre para las optimizaciones. En este sentido, dice Elster (1988) que el actor racional puede ser muy irracional. Partiendo de este supuesto el actor es considerado Uutilitarista, sin raigambre social propiamente dicha (por ejemplo, las moral), y lo social noes en todo caso sino un recurso estratégico que el actor utiliza én su enfrentamiento con los demds para obtener ciertos fines. Bajo esta 96 © Enrique de la Garza perspectiva, no es que la sociedad determine la subjetividad y la acci6n, sino que el actor adopta una subjetividad, emprende una acci6n y utiliza estraté- gicamente los recursos sociales para optimizar sus ganancias. Elestructuralismo en América Latina: el caso de los estudios laborales Elestructuralismo también lleg6 a América Latinaen los afios cincuen- ta,enconsonanciaconel funcionalismo dentrodelasociologiay lasciencias politicas, y el estructuralismo latinoamericano en la economia. A través del funcionalismo de Gino Germani y Torcuato Di Tella en los estudios laborales, se importaron las perspectivas sajonas en las décadas de los cincuenta y los sesenta, De acuerdo con ellas, la sociologfa laboral se preguntaba por qué el conflicto obrero-patronal en aquellos paises es frecuente en unas industrias y no en otras. Las explicaciones més comunes decfan que por las diferencias en el mercado de trabajo, por las diferencias enel producto, porla politica las actitudes de los sindicatos y trabajadores; por las relaciones humanas en los lugares de trabajo, por Ia negociacién colectiva o por la influencia de personalidades dominantes. Excepto la “ltima de estas explicaciones, que remite al concepto weberiano de carisma, todos los dems factores recibieron tratamientos estructuralistas a través de la cuantificacién de variables continuas o bien de formas que no dejaban de ser, en actitudes o politicas sindicales, estructuras a las que correspondian formas de accién o intensidades en el conflicto. Por su parte, Kerr y Siegel (Kerr/Siegel, 1954) pensaron alternativamente, por ejemplo, que lo que determinaba el conflicto obrero-patronal 11 era tanto las posiciones en el trabajo 0 en el sindicato sino las de los trabajadores en la sociedad. La integraci6n comunitaria 0 en asociaciones traerfa menos conflictos. Rees (Rees, 1954) pensé que hay una relacién entre el conflicto industrial y el ciclo econémico; la huelga seria por lo tanto una decisién estratégica y no emocional. Cuando se analizaba la “‘propensién a la huelga” en particular, se manejaban las siguientes hipétesis como las més importantes: 1) La propensién a la huelga esté determinada por la posicién de los trabajadores en la sociedad. Las masas obreras aisladas (mineros, marinos) viven en comunidades separadas, tienen sus propios c6digos, mitos, héroes y modelos sociales. Tienen los mismos problemas, el mismo trabajo experiencias, poca movilidad, patrones ausentistas yl sindicatoes comoun partido politico, por tanto la huelga es semejante a una revuelta colonial. Habré en consecuencia mayor propensién a la huelga cuando el grupo trabajador sea mas homogéneo, esté mis sislado y més cohesionado. 2) La propensién ala huelga esté determinada porel cardcter del trabajo. Exiructuralismo y positivismo en tempos de la posmodernidad 0) 97 y del trabajador. La naturaleza del trabajo determina, por seleccién acondicionamiento, las clases de trabajadores y actitudes que estan detrés de las causas del conflicto o de la paz fabril. Por ejemplo, un trabajo inseguro, dificil, cambiante, descalificado y estacional que implique inicia- tiva personal, traeré como consecuencia trabajadores viriles, combativos, inconstantes y con mayor “huelguicidad”. En estos estudios estructuralistas-situacionistas se reconoce la influen- cia de otros factores, pero todos ellos son también estructural ~ La sensibilidad de las huelgas al ciclo econémico. - La elasticidad de la demanda del producto. - El porcentaje que representa el trabajo en los costos totales. - Las utilidades de las empresas. ~ El tamaiio de las plantas. - El cambio tecnolégico. - El ambiente politico. ~ Las politicas de relaciones humanas. ~ El tipo de negociacién colectiva. = La adhesi6n de los trabajadores a determinadas ideologfas. El caso mas evidente de este determinismo estructural con respecto a la acci6n social es la bisqueda de correlaciones entre huelgay ciclo econémi- co; ya sea en sentido negativo: la huelga como protesta, o en sentido positivo: la huelga como acci6n estratégica. A mayor prosperidad se puede conseguir més con una huelga. En América Latina estas perspectivas llegaron a través de dos famosos studios (cf. DiTella, 1969 y DiTellaetal., 1967) cuyas esis funcionalistas venfan de Ia escuela de Gino Germani. El primer trabajo partia de que el lugar de trabajo era la fuente de 1a conciencia de clase y proponfan una tipologtade sindicatos: de élites (narco-portuarios), ubicados en concentra ciones urbanas no muy industriales, con activistas ideologizados, con pocos obreros calificados que dieran origen a programas revolucionarios, pero que no pasaran fécilmente a la acci6n. El segundo tipo era el sindicato de masa aislada (semejante a los que planteaban estudios ingleses 0 americanos sobre las “ciudades fébrica”), propensos a la violencia aunque con menor carga ideol6gica. El tercero era el sindicato paraestatal, situado en la administracién pablica o en las empresas paraestatales que seguirian al Estado en su politica. ¥ el cuarto, el sindicato aut6nomo de masas, con dos subtipos, el reformista pragmitico y el reformista ideologizado. En Sindicato y comunidad (Di Tella, 1969) se trat6 de explicar las

You might also like