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reforma agraria, la nacionalización de las minas, y el inicio de la sindicalización

obrera minera (vea también Valenzuela, 2004; Dunkerly, 2007). Este proceso es
acompañado por una transformación en la comprensión de la nación boliviana
y la figura del ciudadano ideal que ya no es considerado como el “criollo” sino
como el mestizo, esto es, el nuevo boliviano concebido por el mestizaje biológico
y cultural; una comprensión que recién en la última década está siendo desplaza-
do por una figura indígena de ciudadano ideal (cfr. Canessa, 2006). Sin embargo,
siguiendo a la ya clásica definición de T. H. Marshall (1977) quién distingue entre
los derechos civiles (derecho a la libre expresión e igualdad ante la ley), políticos
(derecho a voto) y sociales (derecho a la educación y la salud), la ciudadanía de
la gran mayoría de los bolivianos –incluyendo a los sujetos alteños como don Mi-
guel– está siendo restringida de participación política por medio del voto. Como
en tantos otros márgenes estatales (Das y Poole, 2004), sus derechos civiles y
sociales son vulnerados en forma sistemática por parte de un Estado que puede
estar violentamente presente, por ejemplo en la forma de represión policial o
militar, y al mismo tiempo, asombrosamente ausente cuando se trata de proveer
servicios básicos y seguridad civil (véase también Goldstein, 2004; 2012).
De este modo, podemos entender las prácticas semi-legales del colgamiento
de muñecos en tanto amenaza letal, y por cierto, la práctica ilegal del lincha-
miento, como una expresión de lo que Holston (2008) en su análisis sobre
Brasil urbano ha denominado una “ciudadanía insurgente”. Esto es, las prácti-
cas violentas o ilegales en las cuales se enmarcan poblaciones marginalizados
con el fin de que el Estado los “vea” como ciudadanos con derechos sociales y
civiles (para una discusión similar sobre Bolivia, véase Goldstein, 2004). En mi
opinión, podemos entender la práctica de colgar muñecos como una expresión
de una ciudadanía insurgente. Sin embargo, es importante comprender que
dicha expresión no es una relación con un Estado fijo y absoluto por un lado
cuyo movimiento se reduce a percatarse o no de la existencia de ciudadanos,
mientras la ciudadanía marginalizada por el otro lado actúa con el único obje-
tivo de ubicarse dentro de la visión estatal. Como bien lo han definido Das y
Poole (2004:4) los márgenes estatales no son inertes y el Estado no se define
desde el centro hacía las periferias geográficas, sociales, legales, entre otras. Los
márgenes son centrales, en el sentido que son el (mito de un) exterior constitu-
tivo sobre el cual el Estado, como garante del orden social, se funda. Asimismo,
la centralidad de los márgenes cobra sentido en las prácticas y políticas estatales
que se fundan y transforman a partir de los intentos de gobernar los márgenes
y por las demandas levantadas desde ellos.
En efecto, si los muñecos colgados son una expresión de ciudadanía insur-
gente, ésta es una insurgencia que no sólo busca llamar la atención del Estado,

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LOS MUÑECOS COLGADOS Y LOS CUERPOS DEL EVO

tecnología de los márgenes.indb 97 12/06/15 12:13

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