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Para la declaración formal de la Independencia, véase Declaración de independencia de la
Argentina.
En la Historia de la
Argentina se conoce como
el Período de la
Independencia al
transcurrido entre
la Revolución de
Mayo de 1810 y Historia de la Argentina
la Anarquía que disolvió 1810 - 1820
todas las autoridades
nacionales, en el año 1820.12 Período de la Independencia
Durante este período, Argentina indígena
las Provincias Unidas del Río Poblamiento inicial y paleolítico
de la Plata —nombre inicial
de la actual República Culturas agroalfareras
Argentina— iniciaron su
existencia como país Indígenas
soberano, la sostuvieron Argentina colonial
exitosamente por medio de
una prolongada Guerra de Descubrimiento y conquista de la Argentina
Independencia y declararon Gobernación del Tucumán
su independencia. Pero
también durante este período Gobernación del Río de la Plata
fracasaron en darse un
Corregimiento de Cuyo
gobierno central y
una constituciónque fueran Virreinato del Río de la Plata
aceptados por todas
sus provincias en forma Puel Mapu
permanente.3 Formación del estado argentino
Fue también durante este Independencia
período que varios territorios
que habían formado parte Autonomías provinciales
del Virreinato del Río de la
Plata se separaron Organización Nacional
definitivamente de la Argentina moderna
Argentina: el Paraguay, por
haber sostenido su República conservadora
propio proceso Primeras presidencias radicales
independentista;4 el Alto
Perú, por continuar bajo La «Década Infame»
poder español, del que más
Argentina contemporánea
tarde se independizaría
como República de Bolivia; y Peronismo y antiperonismo
la Banda Oriental, por haber
caído bajo el poder Violencia y represión
de Portugal, que lo heredaría Recuperación de la democracia y globalización
al Brasil, del cual se
independizaría Actualidad
como República Oriental del
Uruguay.5 El Cono Sur, en un mapa publicado en 1818.
*1
El inicio del período se La división territorial corresponde al año 1814.
establece el 25 de mayo de
1810, fecha de la creación
del primer gobierno de las Provincias Unidas, y el final el 11 de febrero de 1820, día en
que renunció el último Director Supremo, José Rondeau y se disolvió el Congreso
Nacional.1
Índice
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El Virreinato en crisis[editar]
Artículos principales: Virreinato del Río de la Plata e Invasiones Inglesas.
A lo largo del siglo XVIII, los cambios políticos llevados adelante por la Casa de
Borbón que reemplazó a la Casa de Austria a partir del 16 de noviembre de 1700 en
el Imperio Español transformaron las dependencias americanas, hasta entonces "reinos"
relativamente autónomos, en colonias enteramente dependientes de decisiones tomadas
en España en beneficio de ella.6 Entre estas medidas se contó la fundación del Virreinato
del Río de la Plata en 1777, que reunió territorios dependientes hasta entonces
al Virreinato del Perú, y dio una importancia singular a su capital, la ciudad de Buenos
Aires, que había tenido escasa importancia hasta ese momento.7
El 25 de junio de 1806 se iniciaron las invasiones inglesas, cuando una fuerza de mil
seiscientos ingleses desembarcó en las costas de Quilmes y dos días después ocuparon
Buenos Aires. El virrey Rafael de Sobremonte se retiró hacia el interior del país a organizar
tropas para la reconquista, pero en Buenos Aires el gesto fue interpretado como una huida.
Cuando el 12 de agosto una fuerza compuesta por milicianos criollos y un ejército regular
acorralaron y vencieron a los ingleses, el virrey fue suspendido en sus funciones militares y
se le impidió regresar a la capital.8
Ante la inminencia de una nueva invasión, el coronel Santiago de Liniers —a cargo del
ejército— organizó y adiestró una nutrida fuerza de milicias. El 3 de febrero del año
siguiente, la ciudad de Montevideo fue ocupada por los ingleses, aumentando el descrédito
de Sobremonte: un cabildo abierto lo depuso y lo reemplazó por Liniers. Era la primera vez
en la historia colonial española que un virrey —representante directo del rey de España—
era depuesto por el pueblo.* 28
El 28 de junio, 9000 británicos desembarcaron cerca de Buenos Aires. Las milicias
porteñas fueron incapaces de impedir su avance a campo abierto, pero lograron destruir el
ejército invasor dentro de la ciudad; los invasores capitularon el 7 de julio, abandonando
poco después el Río de la Plata.8
Las invasiones inglesas manifestaron el éxito de la población local en la defensa de sus
colonias, algo en lo que había fracasado la metrópoli. El virrey Liniers fue confirmado en el
cargo por el rey, con lo que —a ojos de los porteños— confirmaba su derecho a deponer a
las autoridades.8 Durante los tres años siguientes, tanto Liniers como su sucesor, Baltasar
Hidalgo de Cisneros, se verían obligados a negociar sucesivamente con los jefes de las
milicias, con los comerciantes y con el cabildo de Buenos Aires las políticas que
aplicaban.9 El primer día de 1809, los españoles peninsulares quisieron imponer una Junta
de Gobierno que los repusiera en el centro del sistema social y político, cuestionado a
partir de las invasiones inglesas; su fracaso confirmó la preeminencia política de los
españoles americanos.10
La prisión del rey Fernando VII generó un vacío de poder que desencadenó procesos
independentistas en casi todo el Imperio Español.
El 14 de mayo de 1810 llegó a Buenos Aires una goleta inglesa, que portaba periódicos
comunicando la noticia de la completa derrota militar española y de la disolución de la
Junta Central. Los grupos políticos activos interpretaron que —caducada la autoridad que
había nombrado a Cisneros— éste ya no representaba a nadie y el gobierno debería ser
administrado por sus vecinos.17
Sin embargo las causas de la revolución son más profundas y anteriores. Entre éstas se
encuentran la debilidad y el desprestigio de la monarquía, la permanente preferencia por
los peninsulares sobre los criollos para todos los cargos públicos, el monopolio comercial
de España, la fuerza que habían demostrado poseer tras las Invasiones Inglesas, y la
influencia ideológica del Iluminismo y la Revolución francesa.18
Los líderes del partido carlotista se reunieron con Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento
de Patricios, en las que decidieron solicitar un cabildo abierto al virrey; éste se reunió con
los jefes militares, que se negaron a apoyarlo, de modo que convocó un cabildo abierto
para el día 22.19
La reunión del cabildo abierto fue controlada por los grupos adversos a los peninsulares,
que se aseguraron la superioridad numérica sobre estos. Allí se consultó a los asistentes si
Cisneros debía continuar en el mando, y —en caso de respuesta negativa— en quién
debería éste recaer. Las posiciones revolucionarias fueron sostenidas por Juan José
Castelli y Juan José Paso, que sostenían la teoría de la retroversión de la soberanía, que
reconocía que, desaparecido el legítimo monarca, el poder volvía al pueblo y éste tenía
derecho a formar un nuevo gobierno.20 A ellas se opuso la opinión del obispo Benito Lué,
que se oponía a toda innovación, y el fiscal Manuel Villota, que objetó que no podía una
sola ciudad cambiar la autoridad de todo el Virreinato. Al momento de votar, prevaleció el
voto de Saavedra, que sostenía que el gobierno debía ser asumido por una autoridad
nombrada por el Cabildo de Buenos Aires, y en la que agregaba:21
y no queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando.
Anunciada al pueblo el cese de la autoridad del virrey, el Cabildo creó una Junta
Provisional Gubernativa, formada por dirigentes de posiciones revolucionarias y presidida
por Cisneros, que juró el día 24. Los revolucionarios se negaron a aceptar esa junta, de
modo que dos de sus miembros —Saavedra y Castelli— renunciaron a la misma.22
El día 25 de mayo se produjo una movilización popular, que presionó al Cabildo: una
diputación se presentó ante este para requerir la formación de una nueva junta, a lo que el
Cabildo respondió que no trataría ninguna petición que no se hiciera por escrito. Horas
más tarde, la diputación presentó el documento llamado la Petición del Pueblo, firmada
por "vecinos, comandantes y oficiales" en nombre del pueblo, exigiendo la formación de
una junta de gobierno —cuyos integrantes estaban listados en la petición— y el envío de
una expedición de quinientos hombres para auxiliar a las provincias del interior.23
El Cabildo exigió la ratificación del pedido por parte del pueblo reunido en la plaza, pero
ante la amenaza de los revolucionarios de recurrir a las armas, terminaron por ceder y —
confirmando los nombres exigidos— nombrar una "Junta Provisional Gubernativa de las
Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII", que la tradición
recuerda como Primera Junta.24
La Primera Junta[editar]
Artículo principal: Primera Junta
La Primera Junta.
El día 29 de mayo, la Junta ordenó una reorganización general de las fuerzas de la capital
y se estableció una rigurosa leva de vagos y desocupados para cubrir las vacantes. En
definitiva, los primeros ejércitos de que dispusieron los gobiernos rioplatenses se
originaron en las milicias urbanas de Buenos Aires.48 Si bien la tropa era numerosa, no
tenía otra experiencia que las Invasiones Inglesas, y sus oficiales eran tan inexpertos
como los soldados. Los primeros comandantes fueron oficiales de graduación inferior, o
civiles cuyos méritos no estaban relacionados con la capacidad militar sino con sus
vínculos políticos y su carisma personal.49
Ante el peligro de la Contrarrevolución de Córdoba y en el Alto Perú, la Junta envió
una Expedición Auxiliadora al Interior;50 los jefes revolucionarios de Córdoba fueron
ejecutados.51 El Ejército Auxilar continuó su camino, transformándose en el
llamado Ejército del Norte y logrando el 7 de noviembre una victoria clave en la batalla de
Suipacha, la cual —junto a la revolución de Cochabamba— permitieron la ocupación de
todo el Alto Perú. Los jefes realistas de esa región también fueron ejecutados.50
El 26 de septiembre partió hacia el Paraguay una segunda expedición, al mando
de Manuel Belgrano, con la esperanza de que los paraguayos se unieran
espontáneamente a la Revolución. Pese a que la expedición fracasó, sirvió de estímulo
para el estallido de la Revolución de mayo de 1811 en Asunción, que inició el proceso
de independencia del Paraguay.52
La escuadra española apostada en Montevideo bloqueó el puerto de Buenos Aires en
septiembre de 1810, pero la presión de la escuadra británica anuló los efectos de esta
medida.53 La Junta organizó una escuadra naval, que puso al mando de Juan Bautista
Azopardo, a la que envió en apoyo de Belgrano; la misma fue completamente destruida en
el Combate de San Nicolás, demostrando la peligrosidad de la escuadra apostada en
Montevideo.54 En efecto, no sólo la escuadra realista demostró estar en condiciones de
lanzar ataques sobre cualquier punto de la costa del río Paraná, sino que además los
realistas de Montevideo lograron ocupar ambas orillas del río Uruguay55 y toda la Banda
Oriental.56
La situación en la Banda Oriental cambió a partir del Grito de Asencio y la asunción del
mando de los revolucionarios locales por parte de José Artigas; éste logró una victoria
completa en la batalla de Las Piedras y puso sitio a Montevideo. La ciudad resistió
exitosamente, principalmente gracias a su escuadra, que la aprovisionaba por vía fluvial.57
De la Primera Junta a la Junta Grande[editar]
Artículo principal: Junta Grande
A medida que la revolución se consolidaba, Mariano Moreno adoptaba medidas cada vez
más radicales, llegando a sostener una postura jacobina; durante un tiempo convenció de
seguir ese rumbo al resto de la Junta, pero con el paso del tiempo prevaleció una postura
más moderada, sostenida por el presidente Saavedra.58 A medida que llegaban los
diputados de las provincias del interior, Moreno observó que éstos eran partidarios de
posturas moderadas, de modo que consideró peligroso permitirles incorporarse a la Junta,
tal como se les había prometido en la comunicación del 27 de mayo.59 Por otro lado, dado
que la Junta adoptaba medidas que correspondían a un Poder Ejecutivo, pensó en crear
un Poder Legislativo y constituyente con los diputados de las provincias. Finalmente,
afirmaba que aumentar el número de integrantes del ejecutivo atentaría contra la unidad
de criterio y la rapidez de la toma de decisiones.60
Un conflicto entre Saavedra y Moreno, iniciado por el segundo al proponer la supresión de
toda diferencia entre los vocales y el presidente, determinó la ruptura ente los seguidores
de ambos. Saavedra apoyó esa medida y a continuación reunió a los diputados del interior,
para resolver entre todos si los mismos debían o no incorporarse al gobierno. Tras un
intercambio de opiniones, la cuestión se decidió por medio de una votación: con excepción
del secretario Paso, los demás presentes —incluso el propio Moreno, que había opinado lo
contrario— aprobaron la incorporación de los diputados del interior.61
Moreno presentó su renuncia, pero la misma no fue aceptada; solicitó entonces una misión
en el exterior, que le fue concedida;62 moriría en alta mar unas semanas más tarde.
Integrados los diputados el 18 de diciembre, la Junta conservó su nombre y funciones,
aunque la tradición ha considerado que fue otro gobierno, conocido con el nombre
de Junta Grande.63
La dirección política de la Junta fue ejercida principalmente por el Deán Funes. Entre sus
medidas más importante estuvo la creación de juntas de gobierno provinciales.64
Los grupos partidarios de Moreno acusaron al gobierno de lentitud en sus decisiones, y
proyectaron volver al tomar el control del gobierno. Reunidos en la llamada Sociedad
Patriótica, difundieron proclamas contrarias al gobierno y prepararon la elección de nuevos
diputados porteños, para contrarrestar la preeminencia provinciana.65
El 5 de abril de 1811, una manifestación de las clases medias y bajas de Buenos Aires
forzó a la Junta a expulsar a los diputados morenistas, y elevó a Joaquín Campana al
cargo de secretario que había ocupado Moreno. Desde ese puesto, Campana llevó
adelante medidas más radicales que las promovidas por Funes, tales como la persecución
sistemática de los españoles peninsulares, pero también disminuyó la dependencia del
gobierno de la presión ejercida por Gran Bretaña.66
Derrota militar y transformación del gobierno[editar]
Artículo principal: Guerra de Independencia de la Argentina
Aunque sólo fue su secretario, Bernardino Rivadavia fue el ideólogo del Primer Triunvirato.
La batalla de Tucumán.
No todo el Alto Perú estaba controlado por los realistas: distintos grupos guerrilleros,
conocidos con el nombre de Republiquetas, controlaban algunas regiones del mismo,
aunque por el momento no controlaban ciudad alguna.95 No obstante, tras conquistar las
ciudades altoperuanas, un ejército realista invadió el Norte de la actual Argentina; el
Triunvirato ordenó al general Belgrano, jefe del Ejército del Norte, retirarse hasta Córdoba.
Belgrano inició la maniobra con el llamado Éxodo Jujeño;96 pero, al llegar a las cercanías
de San Miguel de Tucumán, fue persuadido por la población local de presentar batalla.
Desobedeciendo las órdenes recibidas, Belgrano obtuvo una importante victoria en
la batalla de Tucumán, forzando a los invasores a retroceder.97
La noticia de la victoria de Tucumán —en opinión de muchos historiadores, la más
importante de la guerra de independencia—* 4 causó en Buenos Aires un enorme
descrédito para el gobierno que había ordenado la retirada hasta Córdoba. Un golpe de
estado protagonizado por el coronel José de San Martín derrocó al Triunvirato y lo
reemplazó por el llamado Segundo Triunvirato, integrado por Nicolás Rodríguez
Peña, Antonio Álvarez Jonte y Juan José Paso, que asumió el 8 de octubre de 1812.98
Cabildo e Iglesia de San Francisco, Tucumán hacia 1812 durante el gobierno del General Manuel
Belgrano (óleo actual).
La época de la Asamblea[editar]
El Segundo Triunvirato y el primer Directorio tuvieron una actitud más decidida en la
defensa militar del joven estado y en la pretensión de reconstruir el Virreinato, y enviaron
poderosos refuerzos tanto al Ejército del Norte como a las tropas estacionadas en la
Banda Oriental.99
La disposición más importante del Triunvirato fue la convocatoria a la Asamblea General
Constituyente de 1813. También envió una misión a las provincias del Interior, que cambió
las autoridades de las ciudades y provincias, reemplazando a los funcionarios adictos al
gobierno anterior o a facciones autonomistas locales por otros, adictos a la Logia
Lautaro.100
La Asamblea General Constituyente[editar]
Artículo principal: Asamblea del Año XIII
La batalla de Salta.
También en el norte, el año 1813 se inició con una ofensiva masiva: tras jurar lealtad a la
Bandera a orillas del río Juramento, el Ejército del Norte a órdenes de Belgrano obtuvo una
completa victoria en la batalla de Salta, el día 20 de febrero. Todo el ejército enemigo cayó
en manos patriotas; imposibilitado de controlar 3200 prisioneros, Belgrano los puso en
libertad a cambio del juramento de no volver a tomar las armas contra las Provincias
Unidas.112
Poco después, el ejército inició la segunda expedición auxiliadora al Alto Perú al frente de
3500 hombres, logrando controlar Potosí y Chuquisaca. Pero el nuevo jefe
realista, Joaquín de la Pezuela, lo derrotó el 1 de octubre en Vilcapugio y el 14 de
noviembre en Ayohuma.113
De modo que Belgrano se vio obligado a retirarse hasta Salta, donde entregó el mando del
Ejército del Norte a su nuevo comandante, José de San Martín, en el mes de enero de
1814.114
Debido al rechazo porteño a la autonomía oriental, el 20 de enero Artigas abandonó el sitio
de Montevideo, seguido por gran cantidad de tropas.115
Directorio de Posadas[editar]
Gervasio Antonio de Posadas, primer Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Acuciada por la derrota en el Alto Perú y las disidencias en el Litoral, e impulsada por su
propia tendencia a la concentración del poder, la Asamblea decidió crear un ejecutivo
uninominal, con el nombre de Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la
Plata, nombrando para ese cargo a Gervasio Antonio de Posadas. Éste dedicó todos sus
esfuerzos a ocupar Montevideo, con el fin de evitar que sirviera como puerto de llegada de
fuerzas reconquistadoras españolas.116
A partir del Combate de Martín García se revirtió la superioridad naval española en el Río de la
Plata.
Artigas se había retirado del sitio con un objetivo claro: organizar militar y políticamente a
los pueblos que se oponían a la concentración del poder en manos del Directorio.124 Ya
desde la época del Exilio Oriental había tenido roces con los representantes del poder
central,94 y su prestigio como caudillo se había extendido al Entre Ríos —una
denominación imprecisa para los territorios dependientes de Buenos Aires ubicados entre
el Paraná y el Uruguay— y las vecinas Corrientes y Santa Fe. Pocos días después del
retiro de Artigas, las poblaciones del interior entrerriano expulsaron a las fuerzas
nacionales en el combate de El Espinillo, y una revuelta llevó al poder a Juan Bautista
Méndez en Corrientes.125
Posadas respondió declarando la creación de las provincias de Entre Ríos y Corrientes,
aunque enteramente dependiente del poder central.126 Los federales pretendían la
autonomía, de modo que la guerra civil recrudeció: a mediados de 1814,
los federales controlaban las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, además de
buena parte del interior de la Banda Oriental.127
Tras la captura de Montevideo, Alvear lanzó sucesivos ataques dentro de la Banda
Oriental, logrando moderados avances y una importante victoria en Marmarajá. Pero en
enero de 1815 los directoriales fueron completamente derrotados en la batalla de
Guayabos.128 El nuevo Director Supremo, Alvear, entregó Montevideo a los federales y
otorgó la independencia a la Banda Oriental; pero la oferta fue rechazada.129
En marzo de ese año estalló una revolución federal en Santa Fe, que llevó al gobierno
al estanciero Francisco Candioti. En respuesta, Alvear envió a un ejército a ocupar esa
ciudad;130 mientras el ejército estaba en marcha, también la provincia de Córdoba se unía
al federalismo, nombrando gobernador a José Javier Díaz.131
Directorio de Alvear[editar]
A fines de 1814, cuando el Ejército del Norte estaba listo para partir hacia el Altiplano,
Posadas ordenó su reemplazo por Alvear. La oficialidad se sublevó y decidió sostener a
Rondeau, lo cual llevó a Posadas a renunciar. Alvear regresó apresuradamente a la capital
y logró que la Asamblea lo nombrara Director Supremo y le delegara parte de sus
atribuciones; nunca se volvería a reunir.132
Alvear se dedicó a intentar fortalecer su posición interna en la capital, contando con un
poderoso ejército de reserva en la capital. El breve período de su gobierno se caracterizó
por el despotismo. Decidido a mantenerse por la fuerza dispuso la pena de muerte para
quien se opusiese a su autoridad o formulase críticas a su gobierno.133
Intentó también anonadar la influencia de San Martín, reemplazándolo como gobernador
de Cuyo, aunque fracasó en su intento.134 Por último, el Ejército del Norte desconoció
completamente su autoridad.135
Ante tal cúmulo de frustraciones, Alvear envió a Manuel José García en misión secreta a
Londres, a solicitar un protectorado británico, renunciando a toda ambición
independentista. Tras consultar con el embajador británico, la misión derivó en un pedido
de ayuda.136
Para terminar con los federales, Alvear ordenó el avance del ejército sobre Santa Fe. La
vanguardia se sublevó, exigiendo la renuncia del director y el fin de la guerra fratricida.137
También en Buenos Aires hubo una sublevación, durante la cual el cabildo declaró disuelta
la Asamblea y ordenó a Alvear entregar el mando. Tras varios días de resistencia,
finalmente abandonó Buenos Aires en dirección a Río de Janeiro.138
Electores nombrados por los vecinos de Buenos Aires y su Cabildo designaron director
supremo, con carácter provisorio, a Rondeau; como éste era el jefe del Ejército del Norte,
lo reemplazó interinamente Ignacio Álvarez Thomas.139
La renuncia de Alvear significó un cambio fundamental en lo político: la revolución volvió a
tomar el camino hacia la Independencia. No obstante, la política exterior, tanto diplomática
como bélica, permaneció errática durante al menos un año más.140
Posteriormente se le agregó175* 7
...y de toda otra dominación extranjera.
Antes de marchar a Buenos Aires, Pueyrredón marchó a Jujuy, desde donde envió al
Ejército del Norte a acantonarse en Tucumán, y acordó con Güemes la defensa de la
frontera norte;185 a continuación se detuvo en Córdoba a discutir con el general San Martín
su plan continental para liberar Chile y Perú, comprometiendo todo su apoyo.186
No contando con un grupo dirigente en que apoyarse, creó una Gran Logia, con algunos
de los más destacados partidarios de la deposición de Alvear, algunos miembros de la
extinta Logia Lautaro que habían salido airosos del final del gobierno de éste y los
partidarios de San Martín.187 La llegada de Pueyrredón a Buenos Aires y la organización
de un grupo que respondía solamente a la Logia llevó la paz a la capital, profundamente
convulsionada desde un año y medio antes.188
Un incipiente grupo federal surgió en la capital, poniéndose en abierta oposición al
gobierno y exigiendo que la provincia de Buenos Aires eligiera a sus autoridades y dejara
de someter a las demás a su autoridad; entre sus líderes se contaron Manuel
Dorrego, Miguel Estanislao Soler y Pedro José Agrelo.189
Todos los esfuerzos militares del gobierno de Pueyrredón estuvieron orientados a dos
objetivos centrales: aplastar la resistencia de los federales en el Litoral y en Córdoba190 y
sostener los esfuerzos de San Martín en su campaña a Chile.191 El frente norte fue
prácticamente abandonado y —aunque siguió existiendo— el Ejército del Norte fue
destinado a someter las rebeliones federales: la sublevación autonomista de Borges en
Santiago del Estero,192 las recurrentes insurrecciones federales en Córdoba,193 y
especialmente a los federales en Santa Fe.194
Si el acceso del federalismo al poder en Córdoba había sido pacífico, su caída demandó
enfrentamientos armados: Juan Pablo Bulnes, jefe de las milicias de la ciudad, se sublevó
contra Díaz, y lo acusó de connivencia con el Directorio. Lo derrotó y lo obligó a renunciar,
pero en su lugar asumió el gobernador nombrado por el Director Supremo, Ambrosio
Funes, suegro de Bulnes.195
Al producirse la invasión portuguesa a la Banda Oriental, a partir de 1816, el Director
ofreció a Artigas una ayuda considerable, a cambio de que éste aceptara el sistema
unitario y sometiera a su provincia a la autoridad del Directorio. Ante la negativa del
caudillo federal, la ayuda nunca fue entregada.196 Además utilizó la invasión portuguesa
para intentar doblegar a los federales de las provincias del Litoral: a principios de 1817,
Pueyrredón lanzó una cuarta invasión sobre Santa Fe, que alcanzó a ocupar la ciudad
durante 25 días antes de ser expulsada. Curiosamente, durante el resto de ese año no
hubo nuevas hostilidades.197
También la oposición porteña fue duramente perseguida: Pueyrredón se sacó de encima a
Soler enviándolo al Ejército de los Andes, pero deportó a Dorrego a Santo Domingo.* 9
Éste terminó en los Estados Unidos, rodeado por otros dirigentes del incipiente federalismo
porteño, como Manuel Moreno.189
Campaña Libertadora a Chile[editar]
Artículo principal: Ejército de los Andes
Al contrario que las Provincias Unidas, en Chile el proceso independentista había sido
relativamente pacífico. Pero una expedición enviada desde el Perú a partir de comienzos
de 1813 logró controlar el sur del país.198 El gobierno de las Provincias Unidas envió
un Batallón de Auxiliares a ese país,86 que poco pudieron hacer para evitar el avance
realista y los conflictos entre dirigentes chilenos. Tras la victoria realista en la batalla de
Rancagua, el bando realista controló el país y centenares de civiles y militares huyeron
a Mendoza.199
Durante su paso por el Ejército del Norte, San Martín había llegado a la conclusión de que
era imposible derrotar a los realistas en el Alto Perú mientras éstos controlaran el Perú, de
modo que ideó llegar a Lima por mar, partiendo desde Chile.200 La conquista realista de
Chile lo obligó a liberar primero a ese país.201 Para ello incorporó las tropas chilenas y los
Auxiliares Argentinos a las fuerzas militares de la Intendencia de Cuyo,202 junto a algunos
batallones enviados desde Buenos Aires, fuerzas provenientes del Ejército del Norte,203
el Regimiento de Granaderos a Caballo que había creado y gran cantidad de voluntarios y
esclavos de la región de Cuyo;204 a partir del 1 de agosto de 1816, esta agrupación sería
llamada Ejército de los Andes.205 El armamento y las herramientas del Ejército fueron
fabricadas por Fray Luis Beltrán.206
En apoyo de su Plan Continental, San Martín consideraba esencial la declaración de la
independencia, con lo que se reforzarían los sentimientos patrióticos de los rioplatenses y
se podría solicitar ayuda extranjera. Por esa razón apoyó la formación del Congreso de
Tucumán y presionó activamente para que se declarara la independencia.75
La batalla de Chacabuco, según el óleo de Pedro Subercaseaux.
San Martín disponía de fuerzas inferiores a las del gobierno realista chileno, de modo que
mantuvo su plan en secreto, para tener una ventaja circunstancial en el momento en que
se iniciara el cruce de la Cordillera de los Andes.203 El Cruce de los Andes se inició el 6 de
enero de 1817, con 5350 hombres de armas —más 1200 milicianos que actuaban de
auxiliares—207 dividido en seis columnas, dos de las cuales se dirigían sobre Santiago de
Chile.208
Reunidas las columnas principales, el 12 de febrero lograron una completa victoria en
la batalla de Chacabuco, que obligó al gobierno realista abandonar Santiago,209 la cual fue
ocupada dos días más tarde por el Ejército de los Andes. El cabildo local nombró
a Bernardo O'Higgins —hasta entonces el segundo de San Martín— "Director Supremo del
Estado de Chile", y a San Martín comandante del "Ejército Unido Libertador de Chile",
formado por las unidades del Ejército de los Andes y las formaciones chilenas que se
incorporaron.210 Se iniciaba el período conocido como la Patria Nueva.
El Ejército Unido marchó hacia el sur, logrando capturar todas las ciudades de la región,
con excepción de Concepción y la vecina Talcahuano, que fueron sitiadas por tierra;
un intento de asalto a Talcahuano terminó en un desastre.211 Poco después, los sitiados
recibieron poderosos refuerzos,212 de modo que O'Higgins inició una retirada hacia el norte
y puso el Ejército a órdenes de San Martín. Sorprendido por los realistas el 19 de marzo de
1818 en Cancha Rayada, el Ejército Unido debió retirarse hacia Santiago. La gran
actividad de San Martín, O'Higgins, Las Heras213 y Beltrán permitió a los patriotas
reorganizar el ejército en 15 días, y lograr la victoria en la sangrienta batalla de Maipú, del
5 de abril.214
Los restos del ejército realista retrocedieron todo el camino andado desde Concepción, y
en agosto fue reembarcado hacia el Perú. Fuerzas realistas continuaron una resistencia en
forma de guerrillas durante varios años aún, pero ya no representaron una amenaza real
para la independencia chilena.215
La diplomacia directorial y los proyectos monárquicos[editar]
Hasta los primeros meses de la existencia del Directorio, los gobiernos de la Revolución se
veían favorecidos, para justificar su legitimación frente a la opinión pública y las naciones
extranjeras, por la ausencia del rey del trono español. Regresado Fernando VII a Madrid y
anunciada la restauración absolutista en España, el lenguaje y los métodos diplomáticos
debieron cambiar radicalmente.216 Por otro lado, el rey había ordenado la formación de un
poderoso ejército que debía ser inmediatamente enviado al Río de la Plata, comandado
por Pablo Morillo.217
Por ello Manuel de Sarratea, enviado del Segundo Triunvirato a Europa, felicitó a
Fernando por su regreso al trono y demostró su aparente sumisión a la autoridad del
repuesto rey. Por ello fueron enviados Belgrano y Rivadavia también a Europa, a negociar
con el rey la pretensión rioplatense de autonomía; en caso de fracasar, su misión sería la
de conseguir un príncipe de alguna casa reinante en Europa para coronarlo rey del Río de
la Plata.218
Distinto fue, en cambio, el sentido de las cartas de Alvear al ministerio de relaciones
exteriores británico en 1815, ya que significaban la sumisión lisa y llana a la soberanía
inglesa;219 no obstante, podría haber sido ser una arriesgada estratagema para forzar a
Gran Bretaña a apoyar a las Provincias Unidas contra España.220
El fracaso en la misión conciliadora de Belgrano y Rivadavia los llevó a proponer la
coronación del infante Francisco de Paula de Borbón, con la supuesta anuencia de su
padre, el depuesto rey Carlos IV de España. Los diplomáticos llegaron a sancionar un
proyecto de constitución monárquica y hasta planearon el secuestro del príncipe para su
traslado al Río de la Plata.221
Posteriormente, ya instalado el Congreso de Tucumán, el mismo Belgrano propuso la
coronación de un rey de ascendencia incaica para las Provincias Unidas en Sud América,
que aparentemente incluirían también a Chile y el Perú. Posteriormente se proyectó su
enlace matrimonial con la Casa de Braganza, cuyos miembros residían en Río de Janeiro.
El proyecto original fue rechazado principalmente por razones de racismo, y su derivación
bragantina fue rechazada por Juan VI de Portugal.222
Una vez instalado el Congreso en Buenos Aires, y ya bajo la influencia de Pueyrredón, el
ministro de relaciones exteriores Gregorio García de Tagle envió varias misiones a Europa
para negociar la coronación de otros candidatos, entre los cuales se consideraron las
opciones del Duque de Orleans —el futuro rey Luis Felipe I de Francia— y del Príncipe de
Luca.223
Invasión portuguesa a la Banda Oriental y nuevas guerras civiles [editar]
En junio de 1819, tras tres años de gestión, Pueyrredón renunció al cargo de Director
Supremo.234 En el orden interno se había destacado como un tenaz perseguidor de
quienes sostenían el derecho de las provincias a su autonomía: había tolerado la invasión
portuguesa a la Banda Oriental, desterrado de los jefes del partido federal porteño,
ordenado a San Martín y Belgrano trasladar los ejércitos de los Andes y del Norte al Litoral
para acabar con los federales,190 y promulgado la constitución centralista de 1819.235
El Congreso nombró a José Rondeau como su sucesor. Éste continuó y profundizó la
política de su antecesor, abandonando por completo la Guerra por la Independencia.236
Artigas, acorralado en la Banda Oriental, exigía a sus subordinados del Litoral atacar a
Buenos Aires, derrocar al Directorio y reemplazarlo por autoridades dispuestas a combatir
a los portugueses.237
En octubre de ese año, el armisticio de San Lorenzo fue violado por ambas partes: un
convoy de carretas con armas que viajaba a Córdoba fue interceptado por los
santafesinos, ya que posiblemente esas armas serían usadas por Bustos contra Santa Fe.
La guerra se reanudó: las fuerzas de López tomaron la iniciativa e invadieron el norte de la
provincia de Buenos Aires, saqueando las estancias para reponer el ganado saqueado por
las fuerzas directoriales en años anteriores.238
Rondeau llamó perentoriamente a ambos ejércitos al Litoral. Belgrano accedió y ordenó la
marcha del Ejército del Norte hacia Buenos Aires, aunque delegó el mando en Francisco
Fernández de la Cruz por razones de salud.239 San Martín, en cambio, rechazó la orden y
trasladó casi todas sus fuerzas a Chile, para organizar la campaña al Perú.240
En noviembre de 1819, las fuerzas remanentes del Ejército del Norte en Tucumán se
sublevaron, nombrando gobernador a Bernabé Aráoz, ex gobernador y héroe de la batalla
de Tucumán. En los primeros días de 1820 se sublevó uno de los pocos batallones que
había dejado San Martín en San Juan, iniciando la disolución de la Intendencia de Cuyo.241
El día anterior, el Ejército del Norte se había sublevado en Arequito, jurisdicción de Santa
Fe, y —tras expulsar al general Fernández de la Cruz y varios oficiales más—
contramarchó hacia Córdoba, con la intención de regresar al frente contra los realistas y no
volver a inmiscuirse en guerras civiles.242* 11
Hasta entonces, el Directorio se había sostenido sobre la autoridad que podían imponer el
Ejército del Norte, el Ejército de los Andes y el ejército acantonado en la capital; su apoyo
al gobierno había sido la principal garantía de su autoridad en las provincias interiores. A
fines de enero de 1820, Rondeau ya no tenía autoridad alguna fuera de la provincia de
Buenos Aires, porque no contaba con más ejército que el de la capital.243 Al frente de este
último, Rondeau fue rápida y contundentemente derrotado el 1 de febrero en la batalla de
Cepeda.244
Los caudillos marcharon sobre Buenos Aires, exigiendo la disolución del gobierno nacional
y el establecimiento de un gobierno representativo de la voluntad popular. El pánico se
apoderó de la ciudad, mientras las milicias porteñas apoyaban el derrocamiento de
Rondeau. A poco de llegar de regreso a la ciudad, el 11 de febrero, Rondeau presentó su
renuncia ante el Cabildo. El Congreso fue considerado disuelto y varios de los diputados
fueron arrestados, como así también Pueyrredón, Rondeau y otros personajes
directoriales.245
La sociedad y la Revolución[editar]
La cultura en un período de intensos cambios[editar]
Vista de la Manzana Jesuítica en el siglo XVIII. Dichos edificios aún se conservan. En la esquina se
observa la iglesia de la Compañía de Jesús. A continuación se destacan la antigua sede de la
Universidad (actual museo y biblioteca mayor) y el Colegio Monserrat.
La racionalista, laicista e iluminista de Voltaire que sustentó la filosofía política de
la Revolución Francesa279 y que influyó por ejemplo en el Dean Funes en Córdoba.
Otra anterior, de inspiración cristiana, influida, por un lado, por la doctrina del
sacerdote jesuita Francisco Suárez,280 de la Escuela de Salamanca, que pregonó
que la autoridad es dada por Dios pero no al rey sino al pueblo281 que fue aprendida
en la Universidad jesuítica de Chuquisaca por los principales patriotas que impulsaron
la Revolución de Mayo; y por otro, por el ejemplo de la Revolución Americana que,
aunque tuvo otros orígenes, su lema nacional es In God we trust (en inglés: «En Dios
confiamos»).282
En los primeros tiempos de la Argentina, Cornelio Saavedra y luego fray Cayetano
Rodríguez, fray Francisco de Paula Castañeda, el Pbro. Pedro Ignacio de Castro Barros, el
Gral. Manuel Belgrano, Esteban Agustín Gascón, Gregorio García de Tagle, entre otros,
fueron grandes defensores del pensamiento católico y de la Iglesia contra
el anticatolicismo de los grupos liderados primero por Mariano Moreno y Juan José
Castelli,283284 y después por el gobernante Bernardino Rivadavia que en 1822 entre otras
medidas cerró varios conventos, se apoderó de todos los bienes que pertenecían a
las órdenes religiosas, incautó los bienes propios del Santuario de Luján, de los de la
Hermandad de Caridad, del Hospital de Santa Catalina y otros.285
En la actual Argentina había tres diócesis: las de Córdoba, Buenos Aires y Salta, todas
ellas dependientes de la Arquidiócesis de Charcas.286
En las provincias de la actual Argentina, el estallido de la Revolución de Mayo fue apoyado
por la mayor parte del clero secular,* 13 mientras las órdenes religiosas dividieron su lealtad
entre los independentistas y los realistas.287 En el Alto Perú, en cambio, la mayor parte del
clero —aunque una parte importante de los curas de las poblaciones rurales fueron
independentistas— se pronunciaron por la causa del Rey. En gran parte, esta opción fue
causada por la torpe conducta del Ejército del Norte durante la primera expedición a esa
región, cuyos oficiales ofendieron el sentimiento religioso con actos de
naturaleza anticlerical o al menos por su falta de cuidado en el respeto a las expresiones
religiosas tradicionales.288
Aún cuando se vieron obligados a declamar lealtad a las instituciones revolucionarias, los
tres obispos de las diócesis "de abajo" eran considerados realistas. El obispo de Buenos
Aires, Benito Lué, se había manifestado en contra del desplazamiento del virrey Cisneros;
en consecuencia, se le prohibió predicar en su propia catedral.289 El de Córdoba, Rodrigo
de Orellana, había sido un destacado dirigente de la Contrarrevolución de Córdoba, por lo
que fue confinado lejos de su sede;290 similar suerte corrió el de Salta, Nicolás Videla del
Pino.291 Lué y Videla del Pino fallecieron durante el período,292293 y Orellana huyó a
España.290 El apoyo del Papa a la restauración absolutista hizo imposible volver a cubrir
esos cargos, lo cual permitió a los gobiernos —a través del control de los cabildos
catedralicios— cubrir las vacantes con provisores de los obispados de lealtad probada a la
nueva nación.294 Con el tiempo, este antecedente llevaría a los posteriores gobiernos
rioplatenses a reclamar por el regalismo, es decir, el control estatal de la actividad de la
Iglesia.295
Por su parte, las órdenes religiosas, incomunicadas con sus superiores en España o en
Roma, debieron organizar su propia jerarquía para el nuevo país, controlados además por
las autoridades nacionales en sus actividades políticas. Los curas enemigos de la
Revolución —y todos los de origen español peninsular— fueron fuertemente limitados en
sus atribuciones por el gobierno; muchos huyeron a España o fueron expulsados, y otros
abandonaron los hábitos.296
Sumados todos estos procesos a la desorganización religiosa que limitaba el
ordenamiento de nuevos sacerdotes y la disminución de los ingresos eclesiásticos,* 14
llevaron a una notoria disminución en el número de sacerdotes y religiosos; algunos
conventos que en años anteriores habían sido servidos por decenas de frailes estaban
prácticamente desiertos a inicios de la década del 20, y muchos curatos permanecieron
vacantes por largos períodos.297
La incorporación de ideas políticas y culturales nuevas conllevó la disminución de la
piedad tradicional en sectores de los grupos dirigentes.298 Muy particularmente, la
aparición de la masonería resultó en la difusión de ideas filosóficas que contradecían las
doctrinas de la Iglesia; si bien la mayoría de los masones no se manifestaron abiertamente
anticlericales, claramente los aspectos piadosos y disciplinarios de la religión católica le
eran indiferentes.299
El nacimiento de la política[editar]
Más que los cabildos, el vínculo entre las instituciones coloniales y la instauración de las autoridades
revolucionarias fueron los cabildos abiertos.
En la imagen, el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810 en Buenos Aires.
Desde la creación de los cuerpos de milicia locales tras las Invasiones Inglesas, la
importancia política de los militares ganó rápidamente un lugar privilegiado en la política
porteña.327 Su actuación durante la Asonada de Álzaga y la Revolución de
Mayo contribuyó a llevar a los oficiales a ser árbitros en cada situación conflictiva.328 El
golpe militar de octubre de 1812, que terminó con el Primer Triunvirato, fue el primero de
los actos por los cuales el Ejército —no en apoyo de una movilización popular o elitista,
sino por sí mismo— derribó un gobierno nacional.329
Ya desde la época de la Primera Junta, los funcionarios nombrados como gobernadores y
tenientes de gobernadores en las provincias y ciudades del interior fueron, en su gran
mayoría, jefes militares.330 Con pocas excepciones, cuando éstos fueron desplazados por
líderes locales, quienes tomaron el control también fueron jefes militares.331
El Ejército insumía la mayor parte de los ingresos públicos,332 y la solución de sus
problemas de aprovisionamiento, enrolamiento y disciplina consumía las energías de los
organismos administrativos. De modo que el Ejército llegó a tener una importancia muy
superior a la de cualquier otra organización o estamento social.333 Desde 1815, todos los
directores supremos y casi todos los gobernadores fueron militares.330 La crisis causada
por el no reconocimiento de la independencia fue solucionada por vía militar, y sólo muy
accesoriamente por medios diplomáticos;75 también las insurrecciones políticas en el
interior del país se saldaron con medidas militares. Si unas pocas veces las negociaciones
políticas entre fracciones fueron discutidas en lugar de generar enfrentamientos armados,
los negociadores tenían en vista sus posiciones militares relativas durante las mismas;
cada vez que el gobierno central se consideró suficientemente fuerte como para aplastar a
sus enemigos internos, ignoró o violó los acuerdos de paz.334
Desde los principios mismos de la Revolución, los jóvenes encontraron en la carrera militar
una fuente de aventuras, de prestigio y de realización personal, además de sentirse
impulsados a servir a la defensa de su Patria.335 De modo que el Ejército no tuvo
problemas en reclutar oficiales en cantidad suficiente, y un porcentaje muy alto de los
jóvenes de clase media ingresaron al mismo.336
En contraste, entre las clases bajas el enrolamiento se produjo mayoritariamente contra la
voluntad de los afectados. También una alta proporción de los hombres jóvenes de origen
humilde fue enrolada en los ejércitos y milicias.337338 Los oficiales de las milicias
respaldaban su posición económica y política con las tropas de su mando, que les era
personalmente leal a cambio de la solución de sus problemas personales y la influencia
que sus jefes podían ejercer en favor de los subordinados.339
Por antiguas normativas, los habitantes de las ciudades estaban obligados a prestar
servicios militares, y fue este grupo el que formó los primeros ejércitos que marcharon a
frentes de combate lejanos. Pero esas mismas normas establecían también que los
miembros de las milicias locales no podían ser obligados a trasladarse lejos de su ciudad,
con lo cual lograron el traspaso de la obligación de marchar al frente a los milicianos
rurales, cuyos servicios no estaban limitados geográficamente.340 Por otro lado, los
oficiales urbanos tenían una fuerte tendencia a proteger en cierta medida a los "cívicos" a
sus órdenes, que le servían de fuente de prestigio.341 La relativa paz que existió con los
indígenas en este período342 facilitó la movilización de los gauchos a frentes lejanos, y la
creciente importancia de la caballería hizo que fueran considerados soldados muy valiosos
por su experiencia en el manejo de caballos.343
Los problemas para movilizar soldados para los ejércitos fueron solucionados, en parte,
con la movilización de los esclavos negros, a los que se manumitía a cambio del servicio
militar. El servicio militar de los negros era, en la práctica, de duración indeterminada, de
modo que el sistema no significó, por sí mismo, una modificación sustancial del número de
negros libertos en la sociedad civil.344 En cambio, sí resultó en un debilitamiento de todo el
sistema servil, que fue desmontado en gran medida en la primera década independiente:
la proporción de esclavos en la población total disminuyó muy aceleradamente, y pocas
décadas después ya no habría casi esclavos en las Provincias Unidas.345
La economía en torno a 1820[editar]
La apertura al libre comercio, moderadamente iniciada por el virrey Cisneros15 y
firmemente sostenida por todos los gobiernos independientes,346 tendría, a largo plazo, un
efecto generalizado en todo el territorio del ex virreinato.347 No obstante, a corto plazo, el
efecto directo no fue mucho más allá de los límites de la provincia de Buenos Aires y
la Banda Oriental. El resto del país quedó atado a los circuitos comerciales previos,
centrados en los mercados de consumo locales y la dependencia de los mercados del Alto
Perú, de Chile, e incluso del Paraguay.348
Los circuitos comerciales tradicionales quedaron muy pronto dislocados: la pérdida del Alto
Perú privó al Río de la Plata de su principal mercado consumidor y de la región productora
de metales preciosos. Las economías del interior quedaron aisladas, y sus sectores
mercantiles dejaron de cumplir el rol vinculante entre Buenos Aires y el Alto Perú. Desde el
punto de vista económico, Córdoba había estado más ligada por su comercio al Alto Perú
y a Cuyo que a Buenos Aires. Cuyo, a su vez, estaba más cerca de Santiago de Chile que
de la capital, y en general todas las provincias del norte dependían desde todo punto de
vista al Alto Perú.349
A medida que las provincias del interior comenzaron a sentir los efectos de la apertura al
comercio mundial, se pronunciaron en contra de la misma, ya que perjudicaba sus
economías internas. El proceso revolucionario no pudo contener las tensiones que el
poder borbónico había mantenido oculto. Durante muchos años, las provincias del interior
habían tolerado el centralismo de Buenos Aires sustentado en la legitimidad del Rey, pero
ahora, su desaparición eliminaba todas las razones para que ese malestar no saliera a la
luz.350
En cambio, en Buenos Aires y la Banda Oriental el comercio transatlántico generó una
rápida expansión de la ganadería vacuna. La misma tenía, no obstante, un serio obstáculo
en la falta de trabajadores, acentuada por la incorporación de los hombres en edad laboral
a los ejércitos patrios.351 La falta de brazos para la ganadería se solucionó en parte con un
proceso de migración interna desde las provincias del noroeste, que no habría de
detenerse en adelante.352
A pedido de los productores ganaderos, se acentuó la presión —que se había iniciado
durante el virreinato— sobre los "vagos y malentretenidos", que eran incorporados a las
filas del ejército si no probaban estar empleados por algún empleados conocido por medio
de la llamada papeleta de conchabo; si bien las razones esgrimidas eran principalmente
morales, el objetivo central era forzar a la numerosa población campesina itinerante a
emplearse al servicio de los propietarios.353 No obstante, la falta de mano de obra siguió
siendo un problema crónico, llevando a los propietarios a competir entre ellos por la
misma, lo que causó un rápido aumento de los salarios.354 Junto a la baja en los precios de
productos de primera necesidad, este aumento de salarios generó una evidente mejora en
las condiciones materiales de vida de los gauchos, en medida muy similar al efecto que
tuvo en las ciudades.355
Hacia fines del período de la independencia, la economía de las provincias interiores
estaba devastada por los efectos de la guerra de independencia, de las guerras civiles y
del cierre de los mercados tradicionales.356 En contraste, la economía porteña —y, aunque
bajo el poder portugués, también la oriental— sentía los efectos benéficos de la apertura
comercial.357 La aparición de los saladeros marcó el inicio del ciclo del tasajo y del
cuero.358
Pero, aún en las regiones más dinámicas, la situación económica del país era muy débil:
casi no tenía industrias, y las artesanías estaban en retroceso ante la competencia
europea,359 principalmente británicas. De modo que se desarrolló una relación de
dependencia económica de Gran Bretaña, que a corto plazo se convirtió en el principal
comprador y vendedor de las Provincias Unidas.360
El estado debía enfrentar los gastos de una burocracia creciente y de la guerra de
independencia;351 los continuos faltantes de fondos fueron solucionado con medios
extraordinarios, tales como limitaciones de los gastos en sueldos, contribuciones forzosas
y confiscaciones de bienes a los españoles.361 De modo que las finanzas públicas pasaron
a depender casi exclusivamente de los impuestos al comercio exterior, una característica
que se prolongaría por más de un siglo.362 La presión fiscal ejercida sobre los
comerciantes generó una baja generalizada de los niveles de ganancia de los
comerciantes más acaudalados, que lentamente abandonaron sus actividades
comerciales, invirtiendo principalmente en tierras dedicadas a la ganadería.363 Su lugar en
el comercio exterior fue cubierto por comerciantes británicos.364
El rápido aumento de la rentabilidad ganadera produjo una cierta disminución de la
producción agrícola.365 A esto se sumó un movimiento de presión por parte de los
ganaderos para extender los límites de la ganadería, ganando tierras sobre la frontera con
los indígenas para incorporarlas a la ganadería.366 Los avances sobre territorios
indígenas en el sur serían una característica predominante en las décadas siguientes.367
Notas[editar]
1. Volver arriba↑ Se marca el límite entre Córdoba y la Intendencia de Cuyo, creada en
noviembre de 1813, pero no entre Salta y la Intendencia de San Miguel de Tucumán,
creada en octubre de 1814; de ello se deduce que la información refiere al período entre
esas dos fechas.
2. Volver arriba↑ El pueblo de que se habla era el que se consideraba tal en esa época; es
decir, la "parte sana y principal" de la población.
3. Volver arriba↑ Exactamente el mismo día en que eran ejecutados los líderes paceños se
disolvía la Junta Central en Sevilla.
4. Volver arriba↑ Ruiz Moreno, en Campañas militares argentinas, la llama "batalla de la
Soberanía".
5. Volver arriba↑ Sin embargo, sí estaban representadas las ciudades y villas altoperuanas
que habían elegido sus diputados durante la tercera expedición de Ejército del
Norte: Charcas, Chichas y Mizque.
6. Volver arriba↑ Pueyrredón era diputado por la ciudad de San Luis; si bien era nacido en
Buenos Aires y allí residía, había estado desterrado en San Luis tras la caída del Primer
Triunvirato, del que había sido vocal.
7. Volver arriba↑ La iniciativa de agregar estas palabras perteneció al diputado Pedro
Medrano; aparentemente se debía a las suspicacias con que eran recibidas por la opinión
pública las negociaciones con Portugal, ya que se temía que se quisiera reemplazar una
dependencia colonial de España por una dependencia de otra potencia.
8. Volver arriba↑ Córdoba tuvo cuatro diputados en 1816, tres en 1817 y dos en 1818 y 1819.
9. Volver arriba↑ Dado que la isla estaba en manos españolas y Dorrego era muy conocido por
los absolutistas españoles, la deportación equivalía a una sentencia de muerte.
10. Volver arriba↑ Pueyrredón es recordado especialmente por la ayuda que dio al ejército con
que San Martín libertó Chile. Éste tenía 5.400 hombres, de los cuales casi 1.000 chilenos:
había menos argentinos intentando liberar Chile que intentando someter a Santa Fe.
11. Volver arriba↑ No podría cumplir ninguno de sus dos objetivos: la mayor parte permanecería
en Córdoba, donde aseguraría el acceso de Bustos al gobierno provincial y su
conservación en el mismo; el resto continuaría su viaje hacia Santiago del Estero, donde se
disolvería en sucesivas guerras civiles.
12. Volver arriba↑ Sólo en 1821 nacieron las provincias de San Juan, Mendoza, San Luis, La
Rioja y Santiago del Estero; al año siguiente surgiría Catamarca. Jujuy debería esperar
hasta 1834.
13. Volver arriba↑ Hubo numerosos casos de curas que apoyaron la Revolución por interés; por
ejemplo, en la esperanza de obtener prebendas del gobierno.
14. Volver arriba↑ Los sucesivos gobiernos echaron mano a los recursos económicos de la
Iglesia durante las sucesivas crisis de la guerra de independencia. Esto fue aún más
notorio en varias provincias que debieron llevar adelante la guerra civil, especialmente en el
bando federal.
15. Volver arriba↑ También estaba en discusión quién tenía derecho a hacer valer su opinión,
un concepto que —aunque en la actualidad parezca equivalente a la cuestión del
depositario de los derechos políticos— en esa época era una cuestión distinta: no todos los
ciudadanos con derechos políticos podían ejercerlos en la práctica. Citando solamente el
caso más evidente, nadie consideró seriamente otorgar a las mujeres el derecho a votar o
a ser elegidas.
Fuentes[editar]
Referencias[editar]
Bibliografía utilizada[editar]
Se citan a continuación las obras generales sobre el período de la Independencia
Argentina que han sido consultadas en profundidad por los editores:
Acevedo, Edberto Óscar (2001). La Revolución y las Intendencias. Buenos Aires:
Ciudad Argentina. ISBN 987-507-204-4.
Arteaga, Juan José; Coolighan, María Luisa (1992). Historia del Uruguay. Buenos
Aires: Barreiro y Ramos. ISBN 9974-33-000-9.
Halperín Donghi, Tulio (1979). Revolución y guerra; formación de una élite dirigente en
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Horowicz, Alejandro (2004). El país que estalló. Antecedentes para una historia
argentina (1806-1820). Sudamericana. ISBN 950-07-2561-4.
Ruiz Moreno, Isidoro (2004). Campañas militares argentinas, Tomo I. Buenos Aires:
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Serrano, Mario Arturo (1996). Arequito: por qué se sublevó el Ejército del Norte.
Buenos Aires: Círculo Militar. ISBN 950-9822-37-X.
Bibliografía adicional[editar]
Adicionalmente se citan varias obras generales sobre el período que han sido consultadas
ocasionalmente por los editores, de las cuales se citan en las referencias aquellas
utilizadas para redactar párrafos puntuales:
Busaniche, José Luis (2005). Historia argentina. Buenos Aires: Taurus. ISBN 987-04-0078-7.
Camogli, Pablo (2005). Batallas por la libertad. Buenos Aires: Aguilar. ISBN 987-04-0105-8.
Camogli, Pablo (2009). Batallas entre hermanos. Buenos Aires: Aguilar. ISBN 978-987-04-
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Di Meglio, Gabriel (2006). ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la
política, entre la Revolución de Mayo y el rosismo. Buenos Aires: Prometeo. ISBN 987-
574-103-5.
Rosa, José María (1998). Historia argentina. Buenos Aires: Oriente. ISBN 987-21726-2-5.
Shumway, Nicolás (2005). La invención de la Argentina. Buenos Aires: Emecé. ISBN 950-
04-2366-9.
Ternavasio, Marcela (2007). Gobernar la Revolución. Buenos Aires: Siglo XXI. ISBN 978-
987-1220-96-0.
Véase también[editar]
Guerra de la Independencia Argentina
Historia de Argentina
Guerras civiles argentinas
Situación de las provincias argentinas desde 1820
Argentina en el Virreinato del Río de la Plata
Período de las Autonomías Provinciales (Argentina)
Enlaces externos[editar]
Wikisource contiene obras originales de o sobre Independencia de la Argentina.
Número especial en el Centenario de la Declaración de la Independencia (Selección)
La Independencia de la Argentina en Historia del Nuevo Mundo.
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Historia de la formación del Estado Argentino
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