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Autores:
Cedeño, Luis. C. I: 25.249.379
Tutor:
Prof. Juan Amundaraim
Puede decirse que América Latina es la región del mundo que ha estado más tiempo
bajo regímenes coloniales. Para la mayoría de las naciones latinoamericanas que obtuvieron
formalmente su independencia, ya sea en el siglo XIX o tardíamente en el veinte, el proceso
independentista latinoamericano, quizá con la excepción del Brasil, se convirtió en una
cruenta guerra, que consumió a lo largo del siglo XIX, miles de vidas, como también las
pocas estructuras de producción que existían. No menos importantes y trágicas para el futuro,
fueron las divisiones internas entre los factores que pretendían orientar los destinos de esas
naciones. En todo caso la búsqueda del mejor sistema tenía como objetivo la eliminación de
privilegios y prerrogativas poniendo en manos de las instituciones republicanas la garantía
de igualdad para todos los ciudadanos en su condición de hombres libres.
Hacia la época de 1850 resalta la elite política de índole liberal, que nos hace evocar
figuras más radicales de la época de la independencia, quienes contemplan la idea de creer
que eran la única capacitada para guiar el futuro político- administrativo de las naciones, esta
novedad era la capacidad de proponer a los grupos sociales subalternos un proyecto referente
al futuro del propio país.
CONTENIDO:
Situación social y cultura de América latina a finales del siglo XIX, positivismo,
marxismo, procesos demográficos corrientes migratorios:
A fines del siglo XIX los países latinoamericanos se organizaron como Estados
nacionales. Este proceso fue dirigido por una clase social denominada Oligarquía. Este
grupo social estuvo conformado por las grandes familias, propietarias de tierras y capitales
lo que les permitía una posición económica y social privilegiada. Obtuvieron el control del
poder político marginando a las grandes mayorías. Por otro lado facilitaron la migración
europea, convencidos de la "superioridad del hombre blanco".
La Democracia
En este sistema de gobierno es el que es electo por el pueblo a través de votos en forma
secreta, además de ejercer libertades plenas a favor del pueblo, también estaba la existencia
de varios partidos y el derecho de la oposición a poder expresarse libremente. Esta misma
fue quien sustituyó a los sistemas electorales centralizados y de segundo grado en los cuales
se les permitía votar únicamente a las personas que sabían leer y escribir y a las que tenían
bienes y fortunas, además no era directa la elección ya que la población seleccionaba a un
grupo de personas con derecho a votar, y estos elegían a otro grupo y así sucesivamente hasta
escoger al grupo de gobernantes lo que demuestra que era una verdadera oligarquía o
gobiernos de grupo.
Venezuela es desde 1958 una de las democracias características del continente. Existen
partidos de diferentes ideologías, de las cuales electorado se polarizo por la socialdemocracia
y el socialcristianismo.
México es un caso atípico, en este la oposición esta neutralizada por la ley ya que el
gobierno desde 1940 lo ejerce el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que tiene a su
control los medios de expresión como la prensa, radio, televisión, cines, teatros, etc. Y
monopoliza el papel. Como consecuencia la oposición solo puede expresarse solo en la
medida que el partido-gobierno lo considere conveniente, por esto es que en cada periodo de
elección siempre gana el PRI ya que los partidos oposicionistas no logran llegar a las masas.
La Dictadura
Existen también los que se destacan por su actitud rígida hacia el pueblo, estos son:
Las Guerras Civiles: Son hechos muy frecuentes en América Latina, a veces se ha
dado simplemente por servir a un caudillo. Entre algunos grupos que han sido protagonistas
de conflictos bélicos tenemos; liberales contra conservadores, civilistas contra militares,
clericales contra anticlericales, centralistas contra federales.
-EE.UU contra México (1833-1843); donde México pierde casi el 50% de su territorio.
-Chile contra Perú y Bolivia (1879-1883) “Guerra del Satélite”, por la posesión de las pampas
del satélite de Perú.
Uruguay, Argentina y Brasil contra Paraguay (1864-1870) “Guerra de la Triple Alianza”, por
el control del estuario del Río de la Plata.
-Francia, España e Inglaterra contra México (1861-1867) México se negaba a pagar las
deudas contraídos con estos países.
-Cuba contra los exiliados cubanos apoyados por EE.UU (1961) “Invasión de Bahía de los
Cochinos” Los invasores son vencidos.
Podemos destacar que América Latina estaba formada por diversas naciones, que tenían
diferentes características, un igual origen histórico y padecían problemas similares pero
manejaban diferentes idiomas como: el español, el portugués y el francés. En esta etapa se
tocan los siguientes puntos: los sistemas gubernamentales, la dictadura y la democracia, las
guerras civiles e internacionales y las revoluciones.
México tuvo dos monarquías que se desarrollan en 1822 y 1864, en la cual en 1822 en
donde es coronado como primer emperador Agustín Iturbide, es aquí donde se levanta un
movimiento en contra de la monarquía dirigido por Antonio López de Santa Ana. Y en 1864
se establece con el mando de Benito Juárez que tomo como medida la suspensión del pago
de la deuda externa. Como reacción esta nación fue invadida por Francia, España e Inglaterra,
pero estos últimos dos se retiraron y hubo un cambio de gobernante en el cual quien asumió
el cargo fue Maximiliano de Habsburgo que este mismo llego a ser fusilado.
Brasil tuvo como sistema la monarquía hasta 1889, ante las guerras establecidas en Brasil
por parte de Portugal queda Pedro I como regente de Brasil, este mismo fue quien declaro la
independencia en Brasil además de sostener luchas con su propio país de las cuales salió
triunfante, al cabo dio su poder a su hijo Pedro II el cual proclama la republica en 1889.
Haití había declarado la libertad de los esclavos pero esta fue anulada a la llegada de
Napoleón Bonaparte al poder pero en 1801 llego al poder Toussait L’Overture. Durante este
periodo es proclamada la independencia por Jean Jacques Desalines. Pero finalmente el
sistema que siguió fue el republicano.
Marxismo en Latinoamérica
Los primeros vestigios del marxismo en América Latina se observan a fines del siglo
XIX, posiblemente poco después de la muerte de Marx. Según cuenta Adolfo Sánchez
Vázquez, el primer marxismo llega a través de los obreros europeos inmigrados. La expresión
del primer marxismo nace con el primer organismo del socialismo marxista al crearse el
partido socialista argentino en 1895. Coincide también con la primera traducción en lengua
castellana o española de El Capital, hecha por Juan B. Bustos, el mismo que fundó aquel
partido. Es decir, se conoció primero El Capital, aunque también llegó leerse el Manifiesto
Comunista. Según Sánchez Vázquez, el marxismo que llegó a América, es aquel que
dominaba el Partido Socialdemócrata alemán y la Internacional socialista, lo cual va definir
el primer marxismo Con el triunfo de la revolución rusa en 1917 se da una fuerte influencia
en América Latina en el terreno de la conformación de partidos comunistas. En México se
funda el partido Comunista en 1919. Nace con el consentimiento del Estado mexicano porque
durante un tiempo el partido comunista mexicano apoyará las políticas de los gobiernos
posrevolucionarios.
En estos años se funda el partido comunista en Cuba, es decir, en 1925, en el que participó
uno de los primeros militantes latinoamericanos muy entusiastas de la época: Julio Antonio
Mella. Fue uno de los principales dirigentes del Partido Comunista mexicano llegó a
enfrentarse con él, y con la oligarquía mexicana por el hecho de involucrarse en el
cuestionamiento de este grupo social y hacia el sindicalismo corporativista del Estado. Este
enfrentamiento tenía que ver también con el comportamiento eurocetrista y estalinista del
partido que tachó a Mella como amenaza a la unidad. Mella fue uno de los teóricos del
nacionalismo revolucionario. Su pensamiento que tiene la característica de haber nacido
solamente en América Latina, fue presentado por el marxismo soviético como un eufemismo
y condenado como síntoma del pensamiento burgués. Es quizá el primero en desprenderse
del eurocentrismo y rusocentrismo del marxismo latinoamericano. La originalidad del
pensamiento de Mella es que empieza a considerar la cuestión indígena como un problema
clasista. Luego quizá lo profundiza Mariátegui bajo condiciones propias en Bolivia.
Es pertinente ubicar los momentos que van surgiendo los marxismos y los marxistas, en este
sentido me parece pertinente la propuesta de Michael Löwy al ubicar tres periodos del
marxismo en América Latina en el siglo XX, que lo divide así:
1) un período revolucionario, de los años 20 hasta mediados de los años 30, cuya expresión
teórica más profunda es la obra de Mariátegui y cuya manifestación práctica más importante
fue la insurrección salvadoreña de 1932. En ese período, los marxistas tendían a caracterizar
la revolución latinoamericana, simultáneamente, como socialista, democrática y
antiimperialista;
1) en primer lugar al poner en tela de juicio la necesidad de una nueva teoría y práctica de
esa latinoamericanización del marxismo.
2) Una interpretación de la realidad nacional, que precisamente enfrentara los problemas del
Perú. La realidad de Perú se distanciaba mucho de lo que el marxismo eurocéntrico y
rusocéntrico manifestaban. Perú era un país atrasado y con un desarrollo industrial incipiente,
en donde una población industrial y minera apenas existía. Pero también, y cabe decir, la
importancia de su población, pues la conformaban en su mayoría por pueblos indígenas.
Ante esa realidad Mariátegui entró en una renovación del marxismo, el cual, según Sánchez
Vázquez, llega por varias vías:
En ese proceso de renovación en que uno de los primeros marxistas como Mariátegui
escribe Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, en el que estudia uno de los
sujetos sociales del país para conocer los problemas particulares de Perú: el indio. En uno de
los capítulos estudió el problema del indio y dice que para resolver el problema es ver el
aspecto económico que lo condiciona, y no tanto en su aspecto administrativo. Este es quizá,
entre otras cosas, un caso de un intento de rechazo al eurocentrismo y rusocentrismo.
La tradición marxista propia de América Latina se verá interrumpida con la gran influencia
a partir del proceso de estalinización que inicia aproximadamente en los años treinta. Muchos
de los partidos comunistas se adhieren a esta corriente, si se puede decir así. Un
rusocentrismo a que va a imperó por un tiempo. Algunos de los partidos rompen con los
dirigentes que se habían opuesto a los gobernantes latinoamericanos para aliarse al gobierno.
Un caso particular se puede constatar con el acercamiento del PC mexicano al gobierno del
general Manuel Ávila Camacho.
Sin embargo, y de acuerdo con Löwy, podemos encontrar algunas excepciones. En estos
años Aníbal Ponce representa una corriente crítica y quizá enfrentada con el estalinismo. Una
de sus obras más representativas, aunque podría haber otras, es Educación y luchas de clases
publicada en 1937. El rusocentrismo representado por el estalinismo, se mantuvo por muchos
años. Inclusive con el advenimiento de la guerra fría que se concretó a partir de 1948. Las
nuevas condiciones situaron a una mayor dificultad a los militantes de los PCs que
enfrentaran un mayor enemigo más poderoso y más reaccionario durante el periodo de la
guerra fría. Sin decir que después de la muerte de Stalin se modifica quizá la literatura
marxista en América Latina, un prosovietismo que intenta distanciarse un poco de los años
de auge. Producto de ello encontramos al historiador conocido en aquella época, al brasileño
Caio Prado Junior quien publica su obra en 1953 titulada Historia económica de Brasil.
Los positivistas como Augusto Comte, diseñaron un sistema filosófico desde una
perspectiva histórica, ética y social, para abordar de manera científica todos los asuntos
sociales, y así aprehender la realidad a partir de la experiencia. Tenían una concepción
progresista de la historia, la sociedad y la vida, según los principios evolutivos, pero no solo
en el ámbito material y técnico, sino también en la adaptación del hombre a estos cambios,
es decir aceptar la modernidad para superar el estado de barbarie.
Bajo la idea del "orden y el progreso", se planteó un gran esfuerzo por implantar en
las nuevas repúblicas una forma de pensar y una sangre que no era la suya, en otras palabras,
la deslatinización por medio de la filosofía positivista nacida en Europa, que implicaba una
especie de sajonización que no era más que una forma autoimpuesta de "civilización".
Algunas de las raíces de las ideas positivistas estuvieron presentes en importantes líderes
latinoamericanos como Simón Bolívar, quienes sentían que la realidad surgida por la
colonización era ajena a su proyecto de nación, pues implicaba un pasado servil a partir del
cual estos hombres veían la negación de su propia identidad, lo que a su vez dificultaba
la construcción y el gobierno de una nueva sociedad. A esta problemática se añadió luego
el debate de la raza, con líderes como el argentino Domingo Faustino Sarmiento, que se
preguntaba quiénes eran en realidad los criollos, pues no podían ser considerados igual al
conquistador, ni al indígena, ni al mestizo.
Detrás de este discurso "civilizador", estaban las ideas para consolidar las nuevas
naciones, pero permitiendo la inserción de los países latinoamericanos al nuevo sistema
económico mundial. Bajo la realidad del siglo XIX, cuando estos países se encontraban en
un proceso de consolidación de su expansión económica interna y externa, con
un capitalismo dependiente de Europa, principalmente Inglaterra, y a finales de siglo de
los Estados Unidos, era necesario mantener una estabilidad política y social en cada una de
las naciones, a partir de la cohesión de los diferentes grupos del sector dominante. Para este
propósito servía muy bien la ideología positivista y su doctrina sobre el orden y el progreso,
que busca la alianza entre grupos heterogéneos por unos objetivos comunes: el crecimiento
económico, la paz interior y la prosperidad nacional.
Hacia fines del siglo XIX, todos los países latinoamericanos habían atravesado por
los procesos de formación de los Estados nacionales y el mapa político de América Latina se
había estabilizado. La autoridad central había eliminado la influencia de los caudillos
regionales y había neutralizado las rebeliones y ataques indígenas.
Esta situación cambió con la Reforma Electoral de 1912, que instituyó el voto
universal, secreto y obligatorio, cuya aplicación determinó el fin del régimen oligárquico y
el acceso al poder del primer partido “popular” argentino: La Unión Cívica Radical. En
México, entre 1876 y 1910, con el acceso al gobierno nacional del General Porfirio Díaz, el
país conoció un periodo de relativa estabilidad política y crecimiento económico.