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Hobsbawm nació en 1917, en el seno de una familia judía en Alejandría, por ese
entonces parte del protectorado británico en Egipto. Creció entre Viena y Berlín,
hasta que se trasladó con sus padres a Londres en 1933, el año en que Adolf
Hitler subió al poder en Alemania.
Su vida política estuvo atravesada por sus ideas marxistas y por su pertenencia al
Partido Comunista, en cuyas filas siguió tras la invasión soviética de Hungría en
1956, al contrario que otros prestigiosos historiadores marxistas británicos, como
Rodney Hilton, Christopher Hill o Edward Palmer Thompson.
Hobsbawm es el autor de cuatro volúmenes (desde "La era de la revolución" a "La
era de los Extremos") que abarcan la historia de Europa los siglos XIX y XX, desde
la Revolución Francesa hasta la caída de la URSS, una obra que está reconocida
como uno de los trabajos definitivos sobre este período. Además, como historiador
dedicó buena parte de su obra a temas tan diferentes como la historia del trabajo y
del movimiento obrero, los orígenes de la Revolución Industrial, la crisis del siglo
XVII, la historia del Reino Unido, desde la Revolución Industrial y el surgimiento
del Imperio colonial e incluso la historia del jazz, del que era un gran aficionado y
conocedor.
Políglota y cosmopolita, Hobsbawm vivió la escalada del nazismo, estuvo en el
mítico IX Congreso Internacional de Ciencias Históricas de París, fue fundador de
la revista Past and Present, visitó Rusia tras la muerte de Josef Stalin, estuvo en
París durante el Mayo Francés, fue intérprete del Che Guevara y durante muchos
años fue crítico de jazz bajo el seudónimo de Francis Newton.
Eric Hobsbawm: Soy Eric Hobsbawm, un historiador muy viejo. Por casualidad
hoy, celebro mi cumpleaños 94. Durante toda mi vida escribí principalmente sobre
la historia de los movimientos sociales, la historia general de Europa y del mundo
en los Siglos XIX y XX.
E.H.: No. No lo creo. Pienso que son fenómenos diferentes. Pienso que, en la
mayoría de los países occidentales, hoy, los jóvenes son una minoría
políticamente activa, sobre todo por la forma en que está estructurado el sistema
educativo actual. Por ejemplo, los estudiantes siempre fueron, a lo largo de dos
siglos, elementos activistas. Al mismo tiempo, la juventud educada actualmente
está mucho más familiarizada con las modernas tecnologías de información, que
transformaron la agitación política transnacional y la movilización política
transnacional.
Pero hay una diferencia entre a) esos movimientos de jóvenes educados en los
países de occidente, donde, en general, toda la juventud es fenómeno de minoría,
y b) movimientos similares de jóvenes en países islámicos y en otros lugares, en
los que la mayoría de la población tiene entre 25 y 30 años. En esos países, por lo
tanto, mucho más que en Europa, los movimientos de jóvenes son políticamente
mucho más masivos y pueden tener un mayor impacto político. El impacto
adicional en la radicalización de los movimientos de la juventud ocurre porque los
jóvenes hoy, en períodos de crisis económica, son desproporcionadamente
afectados por el desempleo, y por consiguiente, están desproporcionadamente
insatisfechos. Sin embargo, no se puede adivinar el rumbo que tomarán esos
movimientos, Pese a todo, los movimientos de esa juventud educada no son,
políticamente hablando, movimientos de la derecha. Pero ellos solos, por sus
propios medios, no son capaces de definir el formato de la política nacional y todo
el futuro. Creo que, en los próximos dos meses, asistiremos a los desdoblamientos
de ese proceso.
Los jóvenes iniciarán grandes revoluciones, pero no serán ellos los que
necesariamente decidirán la dirección general por la que andarán esas
revoluciones. Cada dirección, claro, depende del país y de la región. Obviamente,
las revoluciones serán muy diferentes en los países islámicos, de lo que son en
Europa, o por cierto, en Estados Unidos.
Y es verdad que en Europa y probablemente en Estados Unidos puede haber una
deriva a la derecha en la política. Pero eso, me parece, será un asunto de la
tercera pregunta.
-Sí, la pregunta es sobre la crisis económica en que vivimos desde 2008. Las
crisis de 1929-1933 llevaron al fascismo al poder. ¿Prevé algún riesgo de que la
crisis actual tenga los efectos que tuvieron las crisis de 1928, 1929,1933?
E.H.: Bien, no hay dudas de que la crisis, la crisis económica que se arrastra
desde 2008 tiene mucho que ver con la deriva a la derecha en Europa. Pienso que
hoy son cuatro las economías en Europa, en la Unión Europea, que están bajo
gobiernos de centro o de izquierda. Algunas de ellas van a perder. España
probablemente también se moverá en dirección a la derecha. No pienso que exista
ahí algún riesgo de ascenso del fascismo, como en los años 30. El peligro de los
años 30 fue causado principalmente por el cambio hacia el fascismo en un país
políticamente decisivo, es decir, la Alemania de Hitler.
No hay señal de que algo de eso esté por ocurrir ahora. Ninguno de los países
importantes, según me parece, da alguna señal en esa dirección. Ni en los
Estados Unidos, donde hay un fuerte movimiento de derecha, se puede concluir
que ese movimiento gane poder en las urnas. Ni tampoco en el caso de los
movimientos de extrema derecha en los países europeos. A pesar de que son de
gran alcance, hasta ahora siempre han sido una minoría poderosa, sin posibilidad
de convertirse en mayoría. Aunque sí creo que, en un futuro próximo,
prácticamente todos o casi todos los países europeos serán gobernados por
gobiernos de derecha, de un tipo o de otro. También debemos tener en cuenta
que el efecto a largo plazo de la crisis de los años 30 fue que casi toda Europa se
movió hacia los demócratas de la izquierda, lo que nunca antes había sucedido.
Pero eso llevó algún tiempo. Por consiguiente, seguramente que hay un riesgo,
pero no creo que este riesgo sea tan grave como en los años 30. El mayor riesgo
es no ser capaz de hacer lo suficiente para lidiar con los problemas básicos que el
capitalismo ha causado en los últimos cuarenta años y que han sido destacados
por el despertar del interés por el marxismo.
¿Cómo evalúa la Unión Europea y los resultados logrados hasta ahora? ¿Cree
usted que la UE se consolidará o volverá a ser una simple agrupación de
Estados?
E.H.: Yo creo que la esperanza de convertir la UE en algo más que una mera
alianza de estados y una zona de libre comercio quedará en el olvido. Pienso que
lo que ya se ha logrado, por ejemplo, un cierto grado de libre comercio, y lo más
importante, un cierto nivel de derecho consuetudinario se mantendrá. En mi
opinión la mayor debilidad de la UE, y la razón de su fracaso, es el conflicto entre
la economía y la base social de la UE. Es decir, un conflicto que resultó de la idea
de prevenir una guerra entre Francia y Alemania, unificando las partes más ricas y
desarrolladas de Europa. Ese objetivo fue alcanzado. Pero luego se mezcla con
un objetivo político asociado a la Guerra Fría y el desarrollo después del final de la
Guerra Fría, que fue el propósito de ampliar las fronteras de Europa para incluir a
todo el continente y más allá. De este modo, se dividió Europa en varias secciones
que se han vuelto casi imposibles de coordinar.
En términos económicos, hay un mayor riesgo de grandes crisis en los países
miembros de la UE desde los años 70, por ejemplo, Grecia, Portugal e Irlanda.
Políticamente hablando, las diferencias entre los antiguos países comunistas
europeos y no-comunistas debilitaron la capacidad de desarrollo adicional de la
propia Europa.
No sé si Europa seguirá siendo como lo es actualmente. Pero no creo que la
Unión Europea deje de existir, pienso que continuaremos viviendo en una Europa
más coordinada que, digamos, después de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, si me lo permite, yo entiendo que usted está haciendo preguntas
sobre el futuro a un historiador. Desgraciadamente los historiadores no son
mejores que cualquier otra persona para predecir el futuro y por lo tanto mis
previsiones no son el resultado de mi calificación especial para predecir el futuro.