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Francisco Miró Quesada C. 02.01.

2015 / 06:00 am

La regionalización se creó para superar el excesivo centralismo de


Lima y se inició el 19 de noviembre del 2002 durante el gobierno de
Alejandro Toledo.

No cabe duda de que la intención fue buena. Desgraciadamente esta


reforma, que ya ha cumplido doce años, no ha tenido los resultados
esperados, porque cada departamento fue una región con su
correspondiente presidente, lo cual produciría, en muchos casos, la
terrible corrupción que estamos viendo.

Una de las razones de nuestra problemática política ha sido


precisamente el fracaso de la regionalización. El Plan Nacional de
Regionalización 2012-2016 no prioriza ni indica fecha para la
constitución de macrorregiones.

Una regionalización bien hecha debería haber tratado de unir


diversos departamentos que tengan entre ellos bienes
complementarios, constituyendo así macrorregiones. Por ejemplo,
un departamento puede ser rico en minería y pobre en agricultura,
mientras que otro puede ser lo contrario. De esta manera uno
compensaría la carencia del otro. Sin embargo, no solo se deberían
agrupar por razones económicas y territoriales. Es fundamental
considerar factores históricos, sociales y culturales, que son
estratégicos para que exista una buena interacción entre ellos, que
permita al Estado actuar utilizando los ingentes recursos
económicos que disponen las regiones, para modernizar la gestión
pública con los últimos avances tecnológicos que permitan su
desarrollo integral.

Debido a algunas circunstancias, como el canon minero que


aumenta considerablemente la economía de algunas regiones, sus
presidentes se encuentran con una economía muy rica. Muchos de
ellos en lugar de trabajar por el progreso de su región se dedican a
enriquecerse, lo cual genera una alta desaprobación de la población
a su cargo y que varios de ellos enfrenten hoy en día procesos
judiciales por presuntos actos de corrupción y otros delitos en el
desempeño de sus funciones.

Actualmente viene siendo investigado por el Poder Judicial el ex


presidente regional de Áncash, quien se habría enriquecido sin
medida. También son investigados Gregorio Santos en Cajamarca,
Gerardo Viñas en Tumbes, Kléver Meléndez en Pasco, Yván
Vásquez en Loreto, Wilfredo Oscorima en Ayacucho y Jorge
Velásquez en Ucayali.
Felizmente hay algunas excepciones que salvan el honor del país.
Una de ellas es el presidente regional de Moquegua, Martín Alberto
Vizcarra Cornejo. Moquegua es una región minera, pues en ella hay
importantes minas de cobre. Su presidente regional utilizó esa
riqueza para beneficiar a los habitantes del ámbito a su cargo,
especialmente en educación, para crear escuelas en las que los
alumnos tuvieron un gran rendimiento, muy por encima al de otras
regiones en que la educación está muy descuidada.
Otra excepción es César Villanueva, el ex presidente de la región
San Martín. Esa región produce cacao, algodón, maíz, plátano,
limón, soya, caña de azúcar y tienen minas de sal. César Villanueva,
en lugar de tratar de enriquecerse, ha realizado una gestión
orientada a lograr el bienestar de esa región.

El 31 de octubre del 2013, César Villanueva juró como cuarto


presidente del Consejo de Ministros en el gobierno de Ollanta
Humala. Mas por razones que no están esclarecidas, renunció el 24
de enero del 2014. Parece que la renuncia se debió a que el Gobierno
quiso restarle independencia.

Otro caso digno de mencionarse es el de José Murgia, quien


gobernó honorablemente, manejando bien las riquezas de la región
La Libertad.

Los próximos presidentes regionales tendrán como una de sus


principales tareas evitar la corrupción, que tanto daño ha hecho en
nuestro país a lo largo del 2014. Es fácil predecir que tendrán
dificultades en la tarea de gobernar pensando en el bien del país y
al margen de toda actitud delictiva. Con las nuevas tecnologías el
mundo se vuelve más complejo, pero a su vez está más
interconectado, haciendo que la sociedad exija que sus autoridades
sean más profesionales y eficientes, con la capacidad necesaria para
promover la participación de los diversos agentes sociales y
económicos, por ser la piedra angular para avanzar en la
modernización y lograr un Estado eficiente.

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