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ESTRUCTURAS I - CÁTEDRA B

UNIDAD 1.6
INTRODUCCIÓN A LA RESISTENCIA DE MATERIALES

RESUMEN DE LOS CONCEPTOS PRINCIPALES


Gustavo A. Soprano

I- CONCEPTOS BÁSICOS

Tensiones.

Rd dF
dT
Fi Md
dF

dA Mi = -Md
dN n
dA
Ri = -Rd

Si a un sólido sometido a la acción de fuerzas en equilibrio, se lo secciona en dos mediante un


plano, tal como se indica en la figura, se pone en evidencia que, para que cada una de las dos par-
tes en que queda dividido el cuerpo permanezca estable, deberán existir fuerzas recíprocas que ac-
túen en la sección de corte. Así, la porción izquierda se equilibra con la resultante Rd y el par de re-
ducción Md, que equivalen y sustituyen al conjunto de fuerzas actuantes en la porción derecha. La
acción de éstos se manifiesta a través de una infinidad de pequeñas fuerzas actuantes en cada pun-
to de la sección de corte.
Si se aísla ahora una superficie elemental dA de esta sección, la fuerza dF que sobre ella actúa po-
drá dividirse en una componente dN, normal a la superficie y otra dT, paralela a la misma.
Es evidente que estas fuerzas serán tanto menores cuanto menor sea dA. Pueden definirse enton-
ces los siguientes valores:
σ = dN / dA (Tensión normal)
τ = dT / dA (Tensión tangencial)
La unidad de σ y τ, en el Sistema Internacional o Sistema Legal Argentino o MKS es:
1 Pa = 1 N / m²
(1 Pascal = 1 Newton por metro cuadrado)
Como esta unidad resulta muy pequeña, se utiliza el múltiplo Mega-Pascal (MPa)
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1 MPa = 10 Pa
En el Sistema Técnico (dejado sin efecto en las normas actuales pero aún muy usado), se emplea el
kilogramo fuerza por centímetro cuadrado (kg/cm²) o la tonelada fuerza por centímetro cuadrado
(t/cm²).
Este par de valores σ y τ, constituyen parámetros fundamentales en la resistencia de materiales,
siendo los que caracterizan el estado de esfuerzo a que está sometido un punto de un sólido.

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Deformaciones.
Todos los cuerpos se deforman bajo la acción de fuerzas. La Resistencia de Materiales como disci-
plina, requiere considerar este efecto, abandonando con frecuencia la hipótesis de rigidez. Ahora
bien, las deformaciones producidas en la casi totalidad de las estructuras resultan pequeñísimas si
se las compara con las dimensiones de las mismas, hecho que se tiene en cuenta para simplificar
los desarrollos. Debe considerarse también que no sólo las fuerzas deforman a los cuerpos, sino
también fenómenos tales como las variaciones de temperatura o humedad, o en ciertos casos el sólo
paso del tiempo.
Las deformaciones son de dos tipos:
1- Elongaciones o deformaciones longitudinales: Corresponden a un estiramiento o acortamiento
del sólido en una dirección determinada. Siendo l la longitud original y ∆l la elongación de la misma,
se define como deformación longitudinal específica al valor adimensional
ε = ∆l / l
2- Distorsiones o deformaciones transversales: Se denominan así a las variaciones γ (en radia-
nes) de los ángulos que antes de la deformación eran rectos. Dado que γ es muy pequeño, resulta
γ ≅ tan γ = ∆t / l
∆t
∆l

γ
l
l

Referencias: original deformado

El estado de deformación en un punto de un sólido puede caracterizarse como una combinación de


componentes de estos dos tipos.
Tanto las tensiones como las deformaciones llevan usualmente subíndices que indican los ejes y/o
planos en los que actúan.
Barras.
Son sólidos con una de sus dimensiones mucho mayor que las otras dos. Pueden considerarse ge-
neradas por una figura plana S que se mueve en el espacio de tal modo que, pudiendo variar de
magnitud, forma y orientación durante el movimiento, su centro geométrico G recorra una línea dada
s, y su plano se mantenga constantemente normal a esta línea. La línea s se llama eje o fibra media
de la barra, mientras que la superficie S se denomina sección transversal o normal.

G
s

Principio de Saint Venant. Discontinuidades estáticas.


Al dejar de considerar a los cuerpos como rígidos, ya no es lícito reemplazar un sistema de fuerzas
por otro estáticamente equivalente. No obstante, una observación enunciada por Barré de Saint Ve-
nant, comprobable tanto analítica como experimentalmente, indica que esta sustitución puede hacer-

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se con muy buena aproximación bajo ciertas condiciones. Para el cálculo de tensiones y deformacio-
nes específicas en una sección de una estructura de barras, dichas condiciones son:
1- La totalidad de ambos sistemas (original y sustituto) debe estar aplicado a un solo lado de la sec-
ción que se analiza. Esto es, si dicha sección corta a la estructura en dos partes 1, la totalidad de
ambos sistemas debe actuar en una sola de ellas.
2- Todos los puntos de aplicación deben estar alejados de la sección en estudio. La distancia mínima
es del orden de la mayor dimensión de la sección.
Las zonas cercanas a la aplicación de cargas y reacciones queda excluida entonces de esta equiva-
lencia, constituyendo regiones especiales denominadas discontinuidades estáticas.

Discontinuidades geométricas.
Llamaremos discontinuidad geométrica a cualquier variación localizada en la geometría general de la
barra: ángulos en el eje, nudos (puntos donde concurren dos o más barras), cambios bruscos de
sección, orificios, fisuras, etc.

C B A

A: Carga
B: Cambio brusco de sección
C: Ángulo o nudo
D: Fisura
E: Remachadura (orificios + reacciones)

Como ejemplo, en la estructura de la figura se indican en grisado la zonas singulares debidas a dis-
continuidades estáticas y geométricas.

Barras continuas.
Son aquellas barras, o partes de las mismas, que no presentan discontinuidades de los tipos indica-
dos (zonas blancas del ejemplo).

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Lo expuesto no ocurre en ciertas estructuras, como los marcos cerrados y los anillos, para las cuales esta condición
debe aplicarse a través de artificios que se verán más adelante.
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Sus características permiten formular teorías simples y constituyen elementos de particular impor-
tancia en la conformación de las estructuras.

Resistencia de Materiales.
El alcance de la disciplina Resistencia de Materiales se limita a este último tipo de elementos, adop-
tando para su comportamiento mecánico hipótesis simplificativas cotejables empíricamente. Cuando
se requiera el estudio de las discontinuidades mencionadas o de un tipo de sólidos de diferente con-
formación, debe apelarse a otras disciplinas que forman parte de la Teoría de las Estructuras, como
la Teoría de la Elasticidad, la Teoría de la Plasticidad, los métodos numéricos como el de Elementos
Finitos, la Mecánica de la Fractura (para piezas fisuradas) y otras.

II- PROPIEDADES DE LOS MATERIALES Y LAS ESTRUCTURAS

Elasticidad.
Si luego de deformarse por la acción de determinadas fuerzas, un cuerpo recupera totalmente su
forma y dimensiones originales al dejar de actuar aquéllas, se dice que presenta un comportamiento
elástico. Como ejemplo claramente visible podemos pensar en un resorte.
Si esto no sucede y quedan deformaciones remanentes, se dice que el comportamiento en inelástico
o anelástico, tal como una varilla de estaño, plomo o masilla al plegarla.
Todos los materiales se comportan elásticamente para tensiones suficientemente bajas. Aquella ten-
sión a partir de la cual se registran deformaciones permanentes no despreciables, se denomina lími-
te elástico del material.
El comportamiento elástico implica conservación de la energía mecánica, mientras que el inelástico
produce transformación de ésta en calor. En general las deformaciones tienen una componente elás-
tica y una inelástica.

Homogeneidad.
Cuando las propiedades de un material son constantes punto a punto en toda la masa del mismo, se
trata de un material homogéneo. Ejemplos: metales, plásticos.
Cuando ocurre lo contrario se tiene un material heterogéneo. Los suelos, la madera con nudos y el
hormigón simple son casos de materiales con cierta heterogeneidad, pero que pueden tratarse como
homogéneos para gran variedad de problemas. En cambio, el hormigón armado exige la considera-
ción de la gran diferencia de propiedades que presentan el hormigón y las barras de acero dentro de
su masa.

Isotropía.
Se denomina isótropo a aquel material en que sus propiedades no varían según la dirección en que
se consideren. Ejemplos: metales, hormigón simple, plásticos.
Cuando esto no ocurre, se trata de un material anisótropo. Tal es el caso de las maderas, que son
más rígidas y resistentes en la dirección de las fibras que perpendicularmente a éstas; los suelos
estratificados y las lajas, que tienden a romperse según planos paralelos, y el hormigón armado de-
bido a la presencia de las barras.

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Ductilidad y fragilidad.
Se llaman dúctiles aquellos materiales que llegan a la rotura con grandes deformaciones inelásticas.
Son así los aceros dulces, el cobre recocido y el latón. Ésta es una propiedad deseable para las es-
tructuras, ya que de esta manera “avisan” cuando están por romper, y pueden tomarse las medidas
necesarias.
Los materiales que, en cambio, rompen con poca o nula deformación plástica, se denominan frági-
les, tal como la fundición, las rocas, los ladrillos, el hormigón simple y el vidrio.
En el hormigón armado, la ductilidad o fragilidad dependen del tipo de esfuerzo, del diseño de las
secciones y de la cantidad y disposición de armaduras.

Linealidad.
Hasta un dado nivel de las cargas, suficientemente bajo, se cumple que existe una proporcionalidad
directa entre los efectos (reacciones, esfuerzos internos, tensiones, deformaciones totales y especí-
ficas) y la causa que los produce (una carga dada). Se dice que en dichas circunstancias, la estruc-
tura presenta un comportamiento lineal:
E=kC
E: efecto
C: causa
k: constante que depende de la causa y el efecto considerados y de la estructura.
Para que ello suceda deben concurrir dos condiciones:

1- Linealidad mecánica.
Hasta un cierto valor de las tensiones, llamado límite de proporcionalidad o de linealidad del material,
éstas resultan proporcionales a las deformaciones específicas. Esta relación se conoce como Ley de
Hooke.
Para la mayoría de los materiales, el límite de proporcionalidad es muy cercano al de elasticidad, por
lo que ambos conceptos (elasticidad y linealidad) suelen ser tomados como equivalentes, a pesar de
no serlo.

2- Linealidad geométrica.
Aún para estructuras que están en todos sus puntos por debajo de esta tensión, puede presentarse
una relación no lineal entre causas y efectos.

e F F e ∆e1∆e2
1, 2
F1
F2

F1, F2 M F1, F2
M

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Compárense las dos columnas de la figura, sometidas a una carga excéntrica. La primera es muy
rígida, de manera que los desplazamientos que pueda tener la carga son despreciables. El momento
reactivo de empotramiento, cuando actúa una carga F1, vale
M1 = F1 e.
Si se aumenta la carga a un valor F2 = nF1, el momento valdrá
M2 = F2 e = n F1 e.
De manera que
M2 / M1 = n F1 e / F1 e = n.
Es decir que el par de empotramiento crece en la misma proporción que la carga (respuesta lineal).
En cambio la segunda es más flexible y los desplazamientos de la carga no son despreciables. El
momento debido a F1 será
M1 = F1 (e + ∆e1)
Si se aumenta la carga a un valor F2 = nF1, el momento valdrá
M2 = F2 (e + ∆e1 + ∆e2) = n F1(e + + ∆e2)
De manera que
M2/M1 = n F1 (e + ∆e1 + ∆e2) / F1 (e + ∆e1) = {1+[∆e2 /(e +∆e1 )]} n > n.
Es decir que el par de empotramiento crece en mayor proporción que la carga (respuesta no lineal)
El tipo de cálculo aplicado a la primera columna, sin tener en cuenta los desplazamientos de las
fuerzas debidos a las deformaciones, se denomina análisis de primer orden, llamándose análisis
de segundo orden al caso contrario.
Los fenómenos de segundo orden pueden hacer incluso que tanto el momento como las deforma-
ciones crezcan enormemente a partir de cierto valor de la carga, hasta producir el colapso, dando
lugar a un problema de inestabilidad del equilibrio o pandeo.

Linealidad estructural.
Para que todo esfuerzo o deformación de la estructura sea proporcional a la acción que lo produce,
deben cumplirse necesariamente las dos condiciones: la de linealidad mecánica, referente al mate-
rial, y la de linealidad geométrica, que depende del tipo de carga y de la conformación de la estructu-
ra en su conjunto.

Principio de superposición de los efectos.


En estructuras con comportamiento lineal, se cumple este principio, sumamente útil para el cálculo,
que dice lo siguiente: El efecto producido por varias causas que actúan en forma simultánea es igual
a la suma de los efectos producidos por cada causa actuando separadamente.

III- CRITERIOS DE SEGURIDAD

Indeterminaciones.
El cálculo estructural no es en modo alguno exacto, sino que está sujeto a una gran cantidad de in-
determinaciones. El caso más frecuente consiste en proyectar la forma, los materiales y las dimen-
siones para que la estructura se comporte adecuadamente durante un período aceptable, llamado
vida útil. En este proceso debe considerarse que:

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1) No puede predecirse exactamente la magnitud ni la distribución de las futuras cargas a actuar
durante toda la vida útil.
2) Las hipótesis de cálculo son sólo aproximaciones que no reflejan completamente el comporta-
miento real.
3) El proceso de fabricación y preservación de los materiales no es uniforme, y en consecuencia sus
características mecánicas no responderán fielmente a las especificadas en el proyecto.
4) Diversas imperfecciones del procedimiento constructivo producen que las dimensiones reales no
sean coincidentes con las previstas en lo planos.
Todo esto hace que los parámetros que intervienen en el cálculo sean en realidad variables aleato-
rias, es decir, variables de las que no puede conocerse su valor exacto, sino a lo sumo la probabili-
dad de que aquél esté comprendido dentro de cierto rango.
Bajo estas condiciones, es imposible asegurar completamente que una estructura no fallará. Tampo-
co es razonable aumentar la seguridad más allá de cierto límite, ya que los costos se incrementarían
notablemente.

Coeficiente de seguridad global.


Para alejar suficientemente la posibilidad de una falla, las estructuras se proyectan de modo tal que
sean capaces de resistir cargas suficientemente mayores que las que realmente actúan o actuarán.
Se denomina coeficiente de seguridad global al cociente entre el valor de la carga que producirá el
estado límite y la carga que realmente actúa.
Los valores recomendados para este factor son diferentes según la variabilidad de los fenómenos
enumerados en el punto anterior y a la magnitud de los daños que produciría una eventual falla.
Para los estados límites de servicio (E.L.S., problemas de utilización), se requiere un coeficiente lige-
ramente superior a la unidad, o incluso para situaciones transitorias, inferior a ésta.
En cambio para los estados límites últimos (E.L.U., colapso estructural), las consecuencias de los
daños requieren una cobertura mayor. Su valor es de alrededor de 1,7 a 1,9 para estructuras de ace-
ro; 1,7 a 2,2 para las de hormigón armado; 2 a 3 para suelos y 7 a 10 para maderas y mampostería.
Como métodos de lograr la seguridad adecuada se utilizan tres criterios, correspondientes a tres
niveles de precisión estadística::

1- Criterio probabilístico.
El grado de seguridad más razonable sería aquél que haga mínima la “esperanza matemática” Ct del
costo total de la estructura, que es
Ct = Ci + p Cd
Ct = costo inicial o de construcción
p: probabilidad de falla
Cd: costo de los daños producidos por una eventual falla.
Estructuras excesivamente seguras hacen muy grande al valor Ci, mientras que las demasiado au-
daces incrementan el producto p Cd.
La ecuación anterior no es de aplicación directa más que a un número limitadísimo de casos espe-
ciales, pero sirve como orientación para fijar criterios generales. Las variables se tratan estadística-
mente, adoptando determinadas leyes de distribución.
-2 -3 -5 -6
La probabilidad de falla p debe ser del orden de 10 a 10 para E.L.S., y de 10 a 10 para E.L.U.,
-3
aunque para éstos podría subir a 10 cuando los riesgos son mínimos (Ej. cartel de publicidad aisla-
do en el campo), y debe bajar hasta 10-7 cuando los eventuales daños podrían ser catastróficos (Ej.
represa aguas arriba de una ciudad).

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2- Criterio semi-probabilístico o LRFD.
Es el prescripto por los códigos actuales, y consiste en adoptar como datos, valores de cargas y ca-
racterísticas de materiales obtenidos según un análisis estadístico, modificándolos luego con coefi-
cientes que conduzcan a una seguridad adecuada.
Estados límite últimos
Se busca lograr una probabilidad de falla suficientemente baja. Ésta deberá ser tanto menor cuanto
mayores sean los daños que produciría dicha falla. Así, para los E.L.U se aceptan los siguientes va-
lores:
10-3 cuando el colapso solamente afecte a la propia construcción y muy difícilmente dañe a perso-
nas. Ejemplo: un cartel de publicidad en una ruta.
-5
10 edificios y construcciones corrientes.
-6
10 edificios y construcciones esenciales que afecten a la salud y seguridad de grandes poblaciones
(hospitales, cuarteles de bomberos, red de agua corriente), puentes estratégicos, con grandes volú-
menes de tránsito y carentes de pasos alternativos.
10-7 construcciones cuyo colapso ponga en peligro a grandes poblaciones (centrales nucleares, pre-
sas importantes).
Además del destino de la construcción, inciden en la magnitud del daño y en consecuencia en la
probabilidad de falla a adoptar, dos características estructurales (ver fotografías):
Redundancia: Se dice que existe redundancia estructural cuando se requiere la rotura de más de
una sección o elemento para producir el colapso estructural. Cuanto más secciones o elementos se
requieran, mayor será el grado de redundancia y, por lo tanto, mayor la confiabilidad. Estructuras
poco redundantes requieren disminuir consecuentemente la probabilidad de falla a aceptar.

Estructura no redundante Estructura con un grado de redundancia

Ductilidad: Se dice que una estructura es frágil si en caso de producirse su colapso, este es súbito,
sin previo aviso y con fractura en dos o más partes. Por lo contrario, se entiende por estructura dúctil
aquélla cuyo colapso se produce luego de grandes deformaciones y sin separación de sus partes, lo
cual permite evacuar la construcción evitando heridos y pérdidas de vidas. Estructuras frágiles re-
quieren disminuir consecuentemente la probabilidad de falla a aceptar.

Rotura frágil Rotura dúctil

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Rotura dúctil en estructura redundante. Puede aceptarse mayor probabilidad de falla.

Rotura frágil en estructura no redundante. Debe reducirse significativamente la probabilidad de falla.

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Apuntando a obtener una probabilidad de falla aceptable, se utilizan coeficientes o factores de cálcu-
lo que afectan por un lado a las cargas y por otra a las resistencias. De allí las siglas LRFD, que
provienen del inglés Load and Resistance Factor Design (Cálculo por Factores de Carga y Resisten-
cia).
Tomando como ejemplo un edificio corriente, a través de los factores de carga se determinan dife-
rentes combinaciones de acciones para las que se estima una probabilidad menor a 1/1000 de ser
superadas. Por otra parte, se brindan métodos para establecer resistencias de cálculo que estén por
encima de la real con una probabilidad mayor a 1/100. De esta manera, la combinación de la proba-
bilidad de un exceso de carga por sobre la de cálculo (1/1000) con la probabilidad de tener resisten-
cias reales menores a las de cálculo (1/100) conduce a probabilidades de falla estructural del orden
de 10-5 (1/100.000).

Cargas nominales
Los Reglamentos CIRSOC, que son los que rigen las condiciones de seguridad requeridas en obras
civiles, definen como valor nominal de una carga a aquél que tenga una probabilidad de ½ de ser
superado en la vida útil de la construcción.
Tomemos como ejemplo un edificio corriente, en el que solamente tengamos como acciones signifi-
cativas las cargas gravitatorias permanentes, las cargas útiles o sobrecargas y la acción del viento.
Cargas gravitatorias permanentes (D):
Corresponden al peso propio de los elementos estructurales y no estructurales de la construcción.
Los valores nominales se calculan considerando los pesos específicos promedio de los materiales a
utilizar en la obra y las dimensiones indicadas en los planos. Los pesos reales que tendrán estos
elementos una vez construidos, podrán ser ligeramente mayores o menores a los así calculados: por
una parte, el proceso de elaboración de los materiales puede conducir a densidades diferentes a los
valores medios adoptados, y por otra, el proceso constructivo no tiene una precisión matemática, lo
que deriva en dimensiones mayores o menores a las indicadas en los planos. Estas desviaciones del
valor medio o nominal deben ser tenidas en cuenta en el riesgo de falla.
Cargas útiles o sobrecargas (L)
Son las que genera el uso normal de la construcción. La carga útil de un comedor será el peso de
los muebles, accesorios y personas. Los valores nominales generalmente están prescriptos en los
reglamentos. El valor nominal puede pensarse también como el que puede tener una estructura apli-
cándole la mayor sobrecarga posible dentro de su uso normal. Para un comedor se establece por
ejemplo un valor de 2 kN/m2, que correspondería a un amoblamiento usual y personas llenando to-
dos los espacios libres. Si utilizáramos el comedor como biblioteca o depósito, o retiráramos los
muebles para realizar un baile, su carga superaría a la nominal. Pero esos serían usos indebidos de
la construcción, y las personas que lo hicieran serían responsables de poner en peligro la estabilidad
de la misma.
Acción del viento (W)
Los reglamentos indican los procedimientos para determinar las acciones producidas por el viento.
Los valores nominales así determinados, podrían pensarse como la acción de un viento con una in-
tensidad tal que probablemente sólo se dé a lo sumo una vez en la vida de la construcción.

Combinaciones de carga de cálculo


Para el ejemplo adoptado, el reglamento establece que deben verificarse las siguientes combinacio-
nes, las cuales están asociadas a la probabilidad de 1/1000 de ser superadas:
1) U = 1,4 D
2) U = 1,2 D + 1,6 L
3) U = 1,2 D + 1,6 W + 0,5 L
4) U = 0,9 D + 1,6 W
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El estado 1 solamente es relevante en edificios con sobrecargas muy bajas frente a las cargas per-
manentes y considera la posibilidad de que el peso real de los elementos edilicios esté muy por en-
cima del nominal.
El 2 corresponde a la combinación de una carga útil extraordinaria con sobrepeso de los elementos
edilicios. Debido a que los vientos intensos ocurren en períodos muy breves y esporádicos, es alta-
mente improbable que la actuación excepcional de una sobrecarga extraordinaria ocurra simultá-
neamente con un viento significativo, por lo que la acción eólica se desprecia para este estado.
La combinación 3 representa la acción de un viento extraordinario combinado con sobrepeso edilicio.
Para la carga útil se considera un valor medio (1/2 del nominal), que es el más probable durante la
mayor parte de la vida del edificio.
La combinación 4 suele se aplica a situaciones tales como la verificación al vuelco del edificio. Para
dicha posibilidad, las cargas verticales son estabilizantes, por lo cual resulta más peligrosa la situa-
ción de edificio vacío (L = 0). Por la misma razón es más desfavorable un peso edilicio menor al no-
minal, de ahí el factor de reducción 0,9.
Resistencias nominales
Los planos y especificaciones establecen la calidad de los materiales estructurales con los que debe
realizarse la construcción. Dicha calidad se determina, entra otras cosas, indicando la resistencia
característica a tracción o compresión de cada material. Dicha resistencia característica debe ser
superada por el 90% del material, conforme al análisis estadístico de los ensayos de control.
En base a teorías de análisis estructural reconocidas, se determina la resistencia de cada sección o
elemento estructural, en el supuesto que el material responde a la resistencia característica especifi-
cada. La resistencia estructural así hallada se denomina resistencia nominal Sn.
Resistencias de cálculo
A este valor Sn se lo multiplica por un factor φ < 1 para obtener un valor de cálculo S, que presente
una probabilidad inferior a 1/100 de exceder al valor real de la resistencia.
S = φ Sn
El factor φ depende de:
• El grado de heterogeneidad del material. Por ejemplo, las maderas suelen ser muy hetero-
géneas y su calidad varía significativamente de un árbol a otro y aún de una sección a otra dentro de
la misma pieza. Por ello requiere de factores φ pequeños, que reduzcan suficientemente la resisten-
cia de cálculo para cubrirse de tales dispersiones. Otro tanto ocurre con la mampostería y los suelos.
En cambio los aceros pueden fabricarse con un alto control de calidad, lo que produce valores de
resistencia homogéneos y confiables, por lo cual pueden adoptarse valores mayores de φ, cercanos
a la unidad. El hormigón es un caso intermedio.
• El grado de precisión del modelo estructural. Los metales tienen comportamientos mecáni-
cos simples, que conducen a modelos de resultados confiables, por lo que admiten elevados valores
de φ. En hormigón armado, los modelos de cálculo a flexión producen resultados bastante precisos,
mientras que los de esfuerzo de corte o torsión son mucho más imprecisos y requieren un φ mayor.
• El grado de ductilidad o fragilidad de la rotura. Los aceros presentan rotura dúctil en la ma-
yoría de los casos, aunque también puede ser frágil para ciertos tipos de acero o ciertos estados
como cargas muy repetidas. La madera y la fundición presentan roturas frágiles, mientras que los
suelos son generalmente dúctiles. En hormigón armado, la ductilidad o fragilidad depende principal-
mente de la solicitación y del porcentaje de armadura. El valor de φ deberá ser tanto menor cuanto
más frágil sea el tipo de rotura.
• Las consecuencias de una posible rotura. La rotura de una losa o una viga no produce ge-
neralmente efectos serios, mientras que la de una sola columna suele arrastrar al derrumbe del edi-
ficio completo. Ello se tiene en cuenta fijando valores de φ más bajos en compresión (columnas) que
en flexión (losas y vigas).
Los reglamentos CIRSOC dan los siguientes valores para estructuras de edificios:

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Hormigón armado, flexión: φ = 0,90
Hormigón armado, corte y torsión: φ = 0,75
Hormigón armado, compresión: φ = 0,65
Acero, flexión, corte y torsión: φ = 0,90
Acero, fluencia por tracción en la sección bruta: φ = 0,90
Acero, rotura por tracción en la sección neta: φ = 0,75
Mampostería simple, flexo-compresión: φ = 0,60
Mampostería simple, corte: φ = 0,80
Mampostería armada, flexo-compresión: φ = 0,90
En maderas y suelos el criterio LRFD se encuentra todavía en desarrollo y discusión, por lo que aún
se utiliza en estos materiales el criterio de las tensiones admisibles (ASD).

Estados límite de servicio (E.L.S.)


Dado que los daños que pueden producirse por superar un E.L.S. son significativamente menores a
los correspondientes a los E.L.U., se aceptan probabilidades de falla del orden de 1/100.
Como cargas de cálculo se toman:
Cargas permanentes: el valor nominal
Sobrecarga: Un valor que se repita frecuentemente en la vida útil, por lo tanto, inferior al valor nomi-
nal.
Por ejemplo, para verificar el estado límite de fisuración excesiva en puentes, se aplica la combina-
ción
Us = D + 0,8 L

3- Criterio clásico o ASD.


Este criterio ha sido el dominante hasta el pasado reciente, pero está siendo reemplazado gradual-
mente por el LRFD, visto en el punto anterior. Consiste en adoptar un coeficiente de seguridad global
y valores de cargas y características de los materiales dados por la experiencia.
Generalmente se calcula según un análisis lineal, con el criterio de las tensiones admisibles. Éste se
basa en imponer a la estructura a diseñar que, para las cargas normales de uso, no se superen en
ningún punto determinados valores de las tensiones, denominados tensiones admisibles. Se lo suele
denominar criterio ASD, del inglés Allowable Stress Design (Cálculo por Tensiones Admisibles).
Estos valores se eligen de manera que:
1) No superen el límite de elasticidad ni el de proporcionalidad
2) Estén muy por debajo del límite de rotura:

σad ≤ f / γ
σad: tensión admisible. Puede ser una tensión normal, tangencial (τad) u otro valor de comparación.
f: tensión de rotura del material correspondiente con la anterior, registrada en ensayos.
γ: coeficiente de seguridad tensional, cuyo valor es del mismo orden de los vistos para el coeficiente
de seguridad global, aunque su significado es diferente.

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Respecto a la forma de calcular los efectos de las cargas, distinguiremos dos niveles de análisis:

1- Análisis lineal.
Cuando se adoptan como válidas las hipótesis de linealidad vistas en el punto II, decimos que se
está realizando un análisis lineal, también llamado, aunque con menos propiedad, análisis elástico.
Es aplicable en general a los E.L.S.
Puede usarse también para los E.L.U., pero con ciertos límites. La forma clásica de hacerlo es a tra-
vés de las tensiones admisibles, con lo que se logran simultáneamente dos objetivos:
1) El material se comporta en forma elástica y lineal, lo que conduce a cálculos simples. En particu-
lar, se tiene la ventaja de utilizar el principio de superposición.
2) El margen de seguridad suele ser aceptable.
Las desventajas son:
1) No se conoce el verdadero margen de seguridad ni la probabilidad de falla, que son variables en
cada caso particular, conduciendo a veces a piezas sobredimensionadas y otras a subdimensiona-
das.
2) No es aplicable en forma directa a problemas que exigen un análisis de segundo orden.
3) No ilustra sobre la forma en que se produce el colapso.

2- Análisis no lineal.
Una forma más adecuada de tratar los E.L.U. consiste en estudiar la estructura bajo las particulares
condiciones que se dan cuando se produce la falla.
Este criterio es más racional que el anterior y salva los defectos mencionados para el mismo. La
principal dificultad consiste en que, en la situación de colapso, la estructura no se comporta en forma
elástica ni lineal, complicando a veces los cálculos.
El tipo más sencillo de análisis no lineal es el llamado método plástico, que se basa en la propiedad
de muchos materiales dúctiles que, alcanzado un cierto valor del esfuerzo en una sección, son capa-
ces de seguir deformándose sin variar el valor de dicho esfuerzo (ver figura).

Esfuerzo Zona Lineal Rotura

Zona Plástica

Deformación

BIBLIOGRAFÍA
BELLUZZI, Odone: Ciencia de la Construcción, Ed. Agui- FEODOSIEV, V. I.: Resistencia de Materiales, Ed. Sa-
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