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3.4.

María toda santa

La Inmaculada Virgen María es modelo y figura de la Iglesia en el orden de la fe, la caridad y la


conformación perfecta con su Hijo.

En María «la Iglesia es ya enteramente santa», pues sólo ella ha realizado ya en su persona la
santidad de la Iglesia, llamada cumplimiento escatológico de la Iglesia.

Dado que «la Iglesia ha alcanzado en la Santísima Virgen la perfección», los miembros de la
Iglesia que aún luchan por crecer en la santidad levantan esperanzados sus ojos a María.

Por todo ello, «la santa Iglesia venera con especial amor a la bienaventurada Madre de Dios, la
Virgen María, unida con un vínculo indisoluble a la obra salvadora de su Hijo; en ella mira y
exalta el fruto excelente de la redención y contempla con gozo, como en una imagen purísima,
aquello que ella misma, toda entera, desea y espera ser»

4. La Iglesia es católica

Creemos que la Iglesia que es una y santa, es católica.

La catolicidad es una propiedad de la Iglesia de Cristo que integra dinámicamente una variedad
de significados.

Al hablar de la catolicidad de la Iglesia no es solo un adjetivo que califica la manifestación


histórica o geográfica de la Iglesia. Estamos ante una propiedad que es propia de su naturaleza
íntima y que por tanto nos remite al origen de su ser y su misión, el Señor. «Como la santidad la
catolicidad es un principio intrínseco a la Iglesia».

4.1. Aproximación al término

La expresión «católico», que proviene del griego katholikos, no aparece en la Sagrada Escritura,
«aunque la realidad aparece de modo inequívoco en los datos fundamentales de la Iglesia de
Cristo». El término en griego se aplica a lo general, designa lo universal.

La primera vez que aparece en relación a la Iglesia parece ser en la Carta a los Esmirniotas de
San Ignacio de Antioquía. «Donde quiera apareciere el obispo -dice el santo mártir-, allí esté la
muchedumbre, al modo que dondequiera estuviere Jesucristo allí está la Iglesia universal
(katholiké Ekklesía).

Después aparece también en el Martirio de Policarpo, San Ireneo no utiliza la palabra aunque
la idea está presente en su obra, mientras que Clemente de Alejandría y Tertuliano sí la
recogen en sus escritos. Desde el s. III el uso del término se encuentra ya difundido y se va
cargando de gran riqueza de sentido, que pasará luego al uso de la escolástica.

4.2. Sentidos del término

En vistas a aproximarnos «entre las diferentes acepciones de catolicidad, a aquella que


responde directamente al artículo de fe: Credo Ecclesiam catholicam, se hace necesario (.)
consultar el uso de la tradición»

Testimonios patrísticos

Tenemos el texto de San Ignacio de Antioquía Diversos.

La universalidad de la Iglesia, en cuanto totalidad -cuya Cabeza es Cristo- relativa a la


particularidad de las Iglesias locales -con sus obispos a la cabeza-. «Los obispos (.) no son sino
sus representantes y delegados [de Cristo]»; y «las comunidades locales encuentran su
realidad, su vida, su fuerza en la medida en que forman parte de la Iglesia universal». De otro
lado, en este texto «la expresión "Iglesia católica" no significa solamente un valor de totalidad,
sino, además, un valor de verdad, de autenticidad»

El segundo testimonio es el de San Cirilo de Jerusalén (s. IV), quien recoge otros sentidos del
término: «La Iglesia se llama católica o universal porque está esparcida por todo el orbe de la
tierra, del uno al otro confín, y porque de un modo universal y sin defecto enseña todas las
verdades de fe que los hombres deben conocer

Encontramos hasta cinco sentidos en este texto:

1) el término recoge la extensión geográfica de la Iglesia;

2) la posesión de toda la verdad de la fe;

3) la capacidad de congregar a todo ser humano para el culto;

4) la capacidad para sanar todo mal en el hombre;

5) la posesión de toda virtud y toda clase de dones espirituales.

Todos ellos, sin embargo, están en relación con la idea de universalidad, aplicada a diversas
realidades de la Iglesia y su acción.

Esta época, pues, llegará a la teología sobre la Iglesia estos dos sentidos fundamentales
-universalidad y autenticidad (ortodoxia) de la Iglesia-, los cuales serán recogidos por los
mayores representantes de la escolástica.

Magisterio actual

«La Iglesia es católica en un doble sentido» dice el Catecismo. Éstos son:

- es católica porque Cristo está presente en ella y le confiere la plenitud de los medios de
salvación: confesión de una fe recta y completa, vida sacramental íntegra y ministerio
ordenado en la sucesión apostólica. En este sentido, era ya católica en Pentecostés;

- es católica porque ha sido enviada por Cristo a la totalidad del género humano a cumplir su
misión.

Como consecuencia de todo esto, el Catecismo señala que cada una de las Iglesias particulares
es católica, pues en ella está presente Cristo, quien constituye a la única Iglesia santa, católica y
apostólica.

En ningún sentido se debe, por tanto, entender que la Iglesia universal es la suma de todas las
Iglesias particulares.

4.3. Catolicidad y misión

La misión de la Iglesia es una exigencia de su ser católica.

«La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser "sacramento universal de salvación", por
exigencia de su misma catolicidad, obedeciendo al mandato de su Fundador, se esfuerza por
anunciar el Evangelio a todos los hombres» La Iglesia actualiza todas las dimensiones de su ser
católica. En este sentido, su misión toca lo más íntimo de su naturaleza y la pone en contacto
con el origen trinitario de todo lo que ella, es enúltima instancia se trata de ser fiel al designio
salvífico de Dios «nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al
conocimiento pleno de la verdad»

¿Hay salvación fuera de la Iglesia? Y, ¿Cómo se relaciona la universalidad de la Iglesia con la


pluralidad de culturas y realidades humanas en las que desde el inicio se ha encarnado?

En relación a lo primero, el Catecismo de la Iglesia Católica aborda la cuestión y enseña:


«¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada
de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su
Cuerpo, Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y del bautismo,
confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que entran los hombres por el
bautismo como por una puerta.

Aquellos «que sin culpa suya no conocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, pero buscan a Dios
con sincero corazón e intentan en su vida, con la ayuda de la gracia, hacer la voluntad de Dios,
conocida a través de lo que les dice su conciencia, pueden conseguir la salvación eterna»

La respuesta a la segunda pregunta se encuentra en el tema de la inculturación del Evangelio.


Se trata de una realidad tan antigua como la Iglesia misma que «significa una íntima
transformación de los auténticos valores culturales mediante su integración en el cristianismo y
la radicación del cristianismo en las diversas culturas».

Fruto del encuentro de la fe y la cultura y las culturas del ser humano, se opera una
transformación de la cultura misma en cuanto realidad humana, pues en ese encuentro se
plenifica en la verdad.

Al abrirse a la fe, que es católica y por lo tanto universal, los valores de cada cultura participan
de esa dimensión, alcanzando una proyección desconocida hasta haber sido evangelizadas.

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