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verbo divino
El Cantar de los Cantares es uno de los
libros de amor más bellos de la literatura
universal. Forma parte de la Biblia. Es un
canto al amor, con algo de inocencia origi-
nal, paradisíaca, y mucho de sueño ideal,
definitivo. El canto al amor se despliega en
diálogos entre dos amadores, novios o espo-
sos. Es un libro universal, ciudadano de
cualquier cultura, y perpetuo, temporáneo de
cualquier edad.
La traducción recrea la magia del original
con los recursos de nuestra lengua y de
nuestra poesía amorosa antigua y moderna.
Ritmos y sonoridad son propios de nuestra
tradición poética, las imágenes son las origi-
nales.
El comentario es temático: trata de modo
unitario veinte temas centrales del libro bí-
blico, y está escrito en una prosa que vibra en
sintonía con el poema.

Luis Alonso Schokel es profesor de Anti-


guo Testamento en el Instituto Bíblico Pon-
tificio de Roma. Primero fue profesor de
literaturas clásicas y española. De entonces
data un libro de amplia difusión e influjo: La
formación del estilo. No abandonó el cultivo
de la literatura, especialmente poesía y críti-
ca. Después trasladó su interés a la poesía
bíblica, publicando como pionero en ese
campo, con técnicas modernas. De ahí brota
la magnífica traducción NUEVA BIBLIA
ESPANOLA, una de las más bellas que se
han hecho.
Su curiosidad y competencia se ha exten-
dido a varios campos: inspiración, herme-
néutica, lexicografía, estilística y poética,
exégesis y teología. Por ellos se reparten sus
37 libros de tema bíblico, que han tenido
traducciones a ocho lenguas. Este libro hace
el número 44 de su producción.

Portada: Estudio del ángel de la Virgen de las Rocas


Leonardo da Vinci
Biblioteca Real de Turín
LCANTAR
DE LOS CANTARES
o

La dignidad del amor

Traducción y comentario de
Luis Alonso Schókel

85857
11- A8R 1990

UNIVERSIDAD COMILLAS

11~~~11111
1 11 8 9 2 2
1466 28

EDITORIAL VERBO DIVINO


Avda. de Pamplona, 41
31200 ESTELLA (Navarra) - España
1990

.- - - - - - 3
Diseño y maquetación: Mariano Sinués.

© Luis A. Schükel- © Editorial Verbo Divino, 1989. Es propiedad. Printed


in Spaín . Nihil obstat : P. Albert Vanhove, Rector del Pontificio Instituto
Bíblico. Roma, 15 de agosto de 1989 . Fotocomposición : Cometip, S. L.,
Plaza de los Fueros, 4. 31010 Barañain (Navarra). Impresión: Gráficas
Castuera, San Bias, 4. 31600 Burlada (Navarra). Depósito Legal: NA.
1.456-1989.
ISBN 84 7151 628 4

4
~~' JNDICE

PROLOGO 7

Celebrando el amor 11
Viñadora y pastor 12
Mi nardo perfumaba 14
Estandarte de amor 15
Primavera 16
Raposos 17
Buscar y encontrar 18
Comitiva de bodas 19
Así es mi amada 21
Ven 22
Huerto 23
Nocturno 25
1. Búsqueda 27
2. Así es mi amado 29
3. Encuentro 30
Unica y sola 31
Danza 32
Encuentro 33
Abrazo 35
Despertar 36
El amor y la muerte 37
Propuestas de paz 38
Mi viña 39
Despedida 40

COMENTARIO
1. El camino del varón 41
2. El misterio del agua 43
3. El misterio del fuego 45
4. Belleza 47
5. Luminosa 49
6. Belleza amenazada 52
. Printed
7. Olores y sabores 55
lnsritu to 8. Pastor, viñador y rey 57
1, . L., 9. Paisaje 60
Gráficas
~1:, l A. 10. Los lugares del amor 62
11. Inaccesible y cercana 65
12. Danza 66

5
13. Fascinación y temor
14. Guerra ¡ paz 69
15. Cuerpo ¡ espíritu 11
16. Madre 13
17. ¡Más allá del amor! 15
18. Más allá del amor 11
J9. Amor y sacrificio 18
20. Nueva lectura del Cántico 19
21 . De nuestra tradición 83
86

6
69 ~. ROLOGO
71
73
75
77
78
79
83
86
El Cantar de los Cantares es un libro admirable, pero
el texto hebreo del libro no es nada fácil. Es verdad que
la mayoría de sus versos son inteligibles. Con todo,
abundan relativamente palabras raras o únicas, expresio-
nes elípticas o alusivas; se añade la manera de escribirlo,
sin signos de puntuación, sin divisiones ni títulos.
Así sucede que cada traductor ha de recurrir con
frecuencia a conjeturas y muchas veces tiene que deci-
dirse por una lectura o interpretación entre varias posi-
bles. Con sensibilidad poética, entrenamiento, análisis y
un margen de fortuna, cada intérprete establece las divi-
siones que le parecen plausibles y se atreve a poner
títulos indicativos a cada sección. El comentario es un
modo de explicar y justificar la traducción propuesta.
Quizá sea esta una ventaja del breve libro: como el amor
es exclusivo en una pareja, pluralista en muchas parejas,
así el Cantar es único y abierto a interpretaciones plura-
les.
En la traducción me he tomado algunas licencias
=l== =poéticas, como repeticiones, amplificaciones, reduccio-
nes, trasposiciones. Por eso la traducción es menos ceñi-
da que la preparada con José Luz Ojeda para la Nueva
Biblia Española. Coincide en bastantes pasajes, en que se
impone una traducción sin alternativas. Aun con dichas
libertades, considero esta versión fiel al texto bíblico y
acepto gustoso que cada lector escoja su traducción pre-
ferida.
El comentario no sigue el texto verso por verso, pues
no tiene intención didáctica, sino que trata de conjunto
algunos temas principales del libro y sus lecturas. Des-
pués de leído el comentario, hay que volver a leer y
releer el texto, que es lo importante.
Las ilustraciones están tomadas de una Historia et
prophetia vitae Beatae Mariae Virginis ex Canticu Cantico-

7
rum, o sea, Historia y profecía de la vida de Santa María
Virgen , sacada del Cantar de los cantares.
Consiste en 32 xilografías, 16 páginas, realizadas
probab lemente en algún monasterio flamen co hacia
1465·1470.
El estilo es tardo-gótico. Figuras y paisajes están
idealizados: gestos comedidos, deta lles minuciosos, tra-
jes de ricos pliegues. La composición prefiere una disrri-
buci ón binaria, asimétr ica y bien equilibrada. Salvo al-
gún caso, por ejemplo la de p. 28, las escenas tienen
muy poco movimiento. La ejecución es cuidadosa, algo
torpe en la representación de los rostros.
Entresacando y combinando libremente versos del
Ca nta r bíblico, el autor inventa escenas de una vida de
la Virgen María más mística que realista. Es por tanto
una lectura alegórica del texto bíblico, bastante rradicio-
nal. Puede consultarse como confirmación el gran co-
mentario al Cantar de los Ca nta res de Mart ín del Río,
S. J., a princip ios del siglo XVII.
Toma el papel del amado Cristo, de la amada María.
Acompañan a veces a él unos ángeles, a ella unas donce-
lIas; otros personajes secundarios an iman algunas esce-
nas. He seleccionado doce xilografías que me parecen
más bellas o significativas.
Bajo cada ilustración añado el texto citado de la
Vulgata y la traducción españo la (retocada) de Torres
Arnat.
Acon sejado por el experto Heinrich Pfeiffer, S. J.,
me he decidido a escoger esta serie de ilustracio nes por
su unidad estilística, como testimonio bello y poco co-
nocido de una tradición. Del libro se conservan poqufsi-
mos ejemplares; el original usado se conserva en la
Biblioteca Naciona l de París, y ha sido editado por Les
Editions de Minu it: Les chefs-d-ocUlTe de la xylographie.
Prerniere sérico Recucil géné ral des incunables xvlogra-
phíques. F. Bouver .
Agradezco al edito r el permiso para reproducir las
ilustraciones.
Roma, 8 de setiembre de 1989

8
realizadas
ca hacia

ajes están
io os, tra-
una distri-
alvo al-
a tienen
do a, algo

versos del
na vida de
por tanto
e tradicio-
l gran co-
n del Río,

da María.
as donce-

ado de la
de Torres

Quae habitas in ortis, amici auscultant; fac me amlire vocem tuam


(8, 13).
Omnia nova et vetera servavi tibi, dilecte mi (7, 14).
re de 1989
Tú, que habitas en jardines, los compañeros escuchan; déjame oír
tu voz.
Todo lo nuevo y lo viejo lo he guardado para ti, amado mío.

9
1I\'~~~~~Jlj ELEBRANDO EL AMOR

Ella 1, 2 j Q ue me cubra de besos con su boca!


3 Tus caricias embriagan más que el vino,
tu aroma es más intenso.
T u fama es un perfume que se esparce
y enamora doncellas.
4 Arrástrame contigo, y correremos,
y llévame, rey mío, hasta tu alcoba.
Queremos festejarte, agasajarte,
ensalzando tu amor, mejor que el vino.
Con razón las doncellas se enamoran.

11
\

...
1'- >=~, I INADORA y PASTOR

Ella 1, 5 M oren a soy y agraciada,


muchachas de Jerusalén,
como lona de tiendas de beduinos,
como cortina del palacio de Salomón.
6 No os extrañéis de que esté tan morena,
que me ha mirado fijamente el sol.
Enfadados conmigo, mis hermanos
me hicieron guardaviñas,
y no pude guardar/la viña mía.
7 A vísame, amor. mío,
por dónde pastoreas,
o recuestas tus hatos en la siesta;
no tenga que embozarme
ni tenga que ir vagando
donde tus compañeros apacientan.
El 8 Pues si tú no lo sabes,
mujer la más bella,
sigue el rastro del rebaño
y guía tus cabritos al aprisco.

12
-

pos,
omón .
morena,
rsol.
nos

!a;

ano

Indica mihi, quem diligit anima mea, ubi paseas, ubi cubes in
meridie, et ego ...
Si ignoras te, o pulchra inter mulieres, gradere post vestigia gregum
(1, 6~8) .

Dime, amor de mi alma, dónde pastoreas y te recuestas al med ío-


día, y yo ...
Si no te conoces, mujer la más bella, sigue las huellas de los
rebaños.

13
,
1NARDO PERFUMABA

El 1, 9 A una yegua del tiro de l faraón


te parece s, mi am arla.
10 ¡Qué bellas tus mejillas con las trenzas,
qué bella con collares ( U garganta!
11 T remas de oro te harem os
incrustadas de plata.
Ella 12 Mientras el rey yacía en su diván.
mi nardo perfumaba .
13 Una bolsa de mirra entre mis pechos
mi amado es para mí;
14 un manojo de alheña
del h uerto de Engadf
mi amado es para mí.
El 15 ¡Qué guapa estás. mi amiga.
qué guapa co n tus o jos de paloma!
Ella 16 [Qu é guapo estás, mi amigo!
[Qué grato nuestro lech o entre la frond a!
17 Cedros hacen de vigas de la casa,
cipreses son el tech o que da sombra.

f_ 14
I:! Ig¡~1 STANDARTE DE AMOR

n .
I I Ella 2, 1 Yo soy un narciso del Sarón,
un lirio de la vega.

trenzas, El 2 Comparar un lirio a las zarzas


n
I
ta! I Ella 3
es comparar mi amiga a las muchachas.
Comparar un manzano a la maleza
es comparar mi amigo a los muchachos.
y yo quiero sentarme a su sombra
-án , I I paladeando sus frutos sabrosos.
4 Me mete en la bodega y enarbola
Ipechos
I I Ella 5
frente a mí su estandarte de amor.
-Confortadme con pasas,
devolvedme las fuerzas con manzanas:
¡desfallezco de amor!
6 Con su izquierda sostiene mi cabeza,
su derecha me abraza.
El 7 -Muchachas de Jerusalén,
yo os conjuro por los astros celestes,
e la fronda ! I I por las ciervas agrestes,
que no despertéis,
que no provoquéis al amor,
hasta que él lo quiera.

I
15 "
Ella 2, 8 O íd a mi amado que llega
saltando y brincando
por montes y vegas,
9 igual que un cervato,
como una gacela;
se para detrás de la tapia,
detrás de la cerca,
mirando, espiando
ventanas y rejas.
10 Mi amado me canta:
El Levanta, princesa,
y vente conmigo.
11 Pasó ya el invierno,
las lluvias se alejan;
12 florecen los campos:
es la primavera.
13 La tórtola arrulla,
verdea la higuera.
Levántate, amada,
huele, ya perfuman las cepas.
14 Paloma mía escondida
en los huecos de las peñas,
de barrancos y quebradas
en las grietas.
Déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
¡cómo acaricia tu voz,
cómo encanta tu figura!

16
L~ IAPOSOS

Los dos 2, 15 A trapadnos los raposos,


esos raposos mezquinos
que tarascan nuestras viñas
y nuestros huertos floridos.
Ella 16 Que mi amado es mío
y yo soy de mi amado,
del pastor de azucenas.
17 Cuando refresque el día
y echen a correr las sombras,
amado mío, vuelve
saltando por las lomas,
igual que una gacela o un cervato,
por los montes de aromas.

17
Ella 3, 1 D e noche. en el lecho rendida,
buscaba al que yo más quiero;
lo buscaba y no lo encontraba.
2 Salté de la cama, salí de la casa,
reco rriendo ca lles,
cruzando plazuelas,
busqué por toda la aldea.
Buscaba al que yo más q uiero,

. I
3
buscaba y no lo encontraba.
La ronda de los guard ias me echa el airo.
Les pre gunto: i Habéis visro
al que yo más quiero ?
4 No responden, los dejo.
los paso . y en una revuelta
enc ue n tro al que yo más qui ero.
Lo abracé y no qui se soltarlo
hasta meterl o en casa de mi madre.
en la alcoba materna.
El 5 Muchachas de Jerusalén .
os co njuro por los astros, por las ciervas.
qu e no despertéis ni excité is al amor,
h asta que él lo quiera.

--- lB
_·--~~.IIi.---- - - - - - - .
l 'll !!
11 ;

AR I~r OMITIVA DE BODAS

da, I I Coro 3, 6 -¿Qué es aquello


que se alza en el páramo?

t~a,
¿Acaso una humareda?
I I ¿Aromas fragantes, mezclados
en un pebetero?
Heraldo 7 -¡Atención!, que se acerca
la litera del rey Salomón .
Sesen ta soldados la escoltan:
los más valien tes de Israel.
~ha el alto. I 8 Todos van armados de espada,
veteranos de muchas guerras;
con la espada envainada al flanco,
que la noche esconde emboscadas.
Coro 9 - U na carroza se hizo fabricar
ro. I I el rey Salomón: de madera de cedro,
10 los apoyos de plata y de oro el respaldo,
madre, I I el asiento de púrpura,
con un centro incrustado que dice:
AMOR.
las ciervas,
al amor, I Heraldo 11 -Muchachas de Jerusalén,
salid a la calle;
muchachas de Sión, gozad de la vista
del rey Salomón,
que luce la corona de la boda.
Lo coronó su madre para la fiesta
de su corazón.

19
··/;,¡.I;I' ..· .. '·,:··

Ego dormio et cor meum vigilat (5, 2) .


Ecce lectulum Salomonis: sexaginta [artes ambiunt, omnes tenen-
tes gladios (3, 7).
Donnía yo,-:...y ·estaba~mi corazón~ve!ap.do.
Mirad el lecho de Salomón rodeado de sesenta valientes, todos
empuñando la espada.

20
SI ES MI AMADA

El 4, 1 i Q Ué guapa estás, mi amiga,


qué guapa estás!
Tus ojos son palomas
recatadas tras un velo;
tu melena es un hato de cabras
que brincan en cascada monte abajo;
2 tus dientes, un rebaño de ovejas
apenas salidas del baño:
desfilan en parejas gemelas,
sin huecos, sin ausencias.
3 Tus labios, una cinta carmesí
que hablan acariciando;
tu mejilla es un gajo de granada,
luminoso tras el velo .
4 Tu cuello, como la torre de David,
de aparejo perfecto:
de ella cuelgan mil escudos de nobles.
5 Tus pechos son dos crías
mellizas de gacela
triscando entre lirios.
6 Cuando sople la brisa
y corran las sombras por el suelo,
me subiré al monte de mirra,
al collado de incienso.
7 ¡Todo es bello en ti, mi amada,
bello y sin defecto!

omnes renen -

mes, todos

21
~'~ll j EN

El 4, 8 i V en desde e! Líbano,
novia mía, aprisa,
desde e! Líbano ven!
Baja de la cumbre de! Amán,
de la cumbre de! Senir y de! Hermón,
de las guaridas de leones,
de los barrancos de panteras.
9 Con una sola mirada,
hermana y novia mía,
me has robado e! corazón;
con una vuelta de tu collar
me has atado e! corazón .
10 ¡Qué dulces tus caricias,
hermana y novia mía!,
tus caricias embriagan más que e! vino ;
desprendes un aroma
más intenso que e! bálsamo .
11 Un panal que rezuma son tus labios,
escondes leche y miel
debajo de la lengua.

22
I
UERTO

El 4, 12 E res un huerto con cerrojos,


hermana y novia mía,
un huerto con cerrojos,
un manantial sellado;
Hermón, I 13 un huerto de granados
y frutos exquisitos.
14 Jardín que huele a alheña,
a nardo y azafrán, canela y cinamomo.
Un parque con árboles de incienso,
de áloe y de mirra,
que esparcen esencias de bálsamo.
15 El manantial del huerto
es un pozo de agua viva
destilada de nieves del Líbano.
ue el vino; I Ella 16 Alerta, cierzo; acude, austro,
orea mi huerto:
que exhale sus bálsamos y aromas.
labios, I Venga mi amado a su huerto
a gustar sus frutos exquisitos.
El 5, 1 Estoy llegando a mi huerto,
hermana y novia mía,
a recoger mi bálsamo, mi mirra;
he gustado la miel de mis panales,
he bebido mi vino con mi leche.
Gustad también vosotros, compañeros,
bebed hasta embriagaros de amor.

23
Ortus conclusus, soror mea, sponsa, ortus conclusus, fans signa-
tus (4, 12).
Fans ortorum, puteus aquarum viventium, quae fluunt impetu de
Lybano (4, 15).
Surge, aquilo; veni, auster, perfla ortum meum, et fluant aromata
illius (4, 16).
Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa, huerto cerrado, fuente
sellada.
La fuente de los huertos es pozo de aguas vivas que bajan con
ímpetu del Líbano.
Alzate, aquilón; ven, austro, sopla en todo mi huerto y espárzanse
sus aromas.

24
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ONlIfllJO
1 BUSQUEDA

Ella 5, 2 ~s taba yo durmiendo,


mi corazón velaba:
¿Qué oigo? Mi amado golpea la puerta:
-Abreme, hermana mía, compañera,
ábrerne, paloma, incomparable.
Que llevo la melena
cuajada de rocío,
mis guedejas de los vapores de la noche.
3 Si ya me he quitado el vestido,
¿me lo voy a poner otra vez?
Si ya me he lavado los pies,
¿tendré que lavármelos otra vez?
4 Mi amado mete la mano
por la cerradura;
al sentirlo, me estremezco toda.
5 Al fin me levanté a abrir a mi amado:
de mis manos goteaba la mirra,
mis dedos destilaban mirra
en la manilla de la cerradura.
6 y cuando al fin abrí a mi amado,
mi amado ya se había escapado.
Desfallecí al verlo alejarse.
Lo buscaba y no lo encontraba,
lo llamaba y no respondía.
7 Tropecé con los centinelas
que hacen la ronda en la ciudad.
Me hirieron, me maltrataron,
me arrancaron el manto
los centinelas de la muralla.
S Muchachas de Jerusalén, os conjuro:
si encontráis a mi amado,
¿qué vais a decirle?
Que me muero de amores.

- - - - - - - - 27 - -
Surgam et circuibo civitatem per vicos et plateas quaerens quem
diligit anima mea (3, 2).
Percusserunt et vulneraverunt me, tulerunt pallium meum custo-
des murorum (5, 7).
Me levantaré y daré vueltas por la ciudad, y buscaré por calles y
plazas al amado de mi alma.
Me hirieron y me lastimaron, quitáronme mi manto los centinelas
de los muros.

- 28 -
2 ASI ES MI AMADO

Ellas 5, 9 ué señas distinguen a tu amado,


mujer de belleza sin par?
¿Qué señas distinguen a tu amado,
que nos has conjurado de ese modo?
Ella 10 Mi amado es entre rubio y moreno,
se distingue entre millares.
11 Su cabeza es de oro macizo,
su melena, racimos de palma,
de un negro brillante de cuervo.
12 Sus ojos son palomas junto a la acequia,
lavadas en leche, posadas junto al canal.
13 Sus mejillas son bancales de aromas ,
setos de perfumes .
Sus labios son lirios que destilan mirra.
14 Sus brazos, modelados en oro ,
con topacios incrustados.
Su vientre, de marfil pulido,
cruzado de zafiros.
15 Sus piernas, columnas de mármol
sobre plintos de oro.
Su figura, como el cedro
más esbelto del Líbano.
16 Su paladar, dulcísimo.
Es todo deseable.
Así es mi amado, mi querido,
muchachas de Jerusalén.

quem

custo-

alles y

rinelas

29
3 ENCUENTRO

El
Ellas 6, 1 dónde se fue tu amado,
mujer de belleza sin par?
¿Adónde se fue tu amado?
Queremos buscarlo contigo.
Ella 2 Mi amado ha bajado a su huerto
a hacerse un ramo de azucenas.
3 Yo soy de mi amado, mi amado es mío;
él es un pastor de azucenas.
11 Bajé a examinar los nogales,
los brotes del valle:
¿están floreciendo las vides?;
los granados, ¿despuntan sus yemas?
12 Distraída, descuidada,
me sentí transportada
con mi príncipe en carroza.

- 30
NICA y SOLA

El 6, 4 C omo Tirsa, amiga mía, eres hermosa,


como Jerusalén, armoniosa,
terrible y formidable
como nocturna constelación.
5 No me mires así, que me turbas.
~ rto Tu melena es un hato de cabras,
as. que brincan en cascada monte abajo;
Ido es mío ; 6 tus dientes, un rebaño de ovejas,
apenas salidas del baño:
desfilan en parejas gemelas,
sin huecos, sin ausencias;
7 tu mejilla es un gajo de granada,
yemas? luminoso tras el velo.
S Las reinas son sesenta,
las concubinas ochenta
y las doncellas sin cuenta;

9 pero ella, mi paloma, sin mengua,


es única y sola;
para su madre es única,
para su madre es sola.
Las muchachas, al verla,
le dan mil parabienes,
reinas y concubinas
no cesan de alabarla:
10 -¿Quién es ésa que asoma
como una aurora,
que esplende como la luna,
que fulgura como el sol,
que es terrible y formidable
como nocturna constelación?

31
Coro 7, 1 uelras, más vueltas! El
Gira r, Sulamira:
vueltas, más vueltas,
que rodos te miran .
Ella -¡ Qué queréis ver cuand o baila la niña?
Coro 2 - Ver cómo avanzas un pie y lo ret iras,
ver rus cade ras que marcan el ritmo.
son joyas de orfebre habilfsirno.
3 Ver ese cá liz rorundo: tu ombligo
colmado y rebosando vino;
ver ese vient re, amonto nado trigo,
cercado en un cerco de lirios.
EII
4 Tu s pechos son dos crías
mellizas de gacela.
S Tu cuello de marfil es una torre.
T us ojos, dos albercas de agua quiera,
limpias, junto a la Puerta Principal;
tu nariz, la ladera calculada
del Líbano, que mira hacia Damasco.
6 Encima la cabeza: es el C annclo;
de púrpura sus crenchas.
Un rey est á caut ivo de sus lazos.

- - - - 32
------,

El 7, 7 iQ ué guapa, qué atrayente,


mi amada, qué delicia!
8 Esbelta palmera es tu talle,
apretados racimos tus pechos.
la niña? 9 ¿Quién trepará a la palmera?,
retiras, ¿quién se agarrará a sus dátiles?
ritmo: Son tus pechos los racimos,
tu aliento me huele a manzanas.
go 10 Tu paladar guarda un vino
generoso, que destila,
igo, que moja labios y dientes.
Ella 11 Yo soy de mi amado;
él me quiere con pasión.
12 Anda, vamos al campo, amado mío.
e. Pasaremos la noche entre cipreses;
quieta, 13 de madrugada iremos a los huertos,
cipal; a mirar si florecen ya las vides,
si las yemas se abren
masco. y si apuntan los brotes del granado.
lo; Entonces te daré mi amor.
14 Huelen a amor las mandrágoras,
se nos abren las yemas fragantes.
Frutas gustadas y frutas intactas
tengo guardadas, mi amor, para ti.

33
E

Tota pulchra es, amica mea, et macula non ese in te (4, 7) .


Tenui eum nec dimittam donec introducam in domum matris
meae, in cubiculum genitricis meae (3, 4).
Toda tú eres hermosa, amiga mía, no hay defecto alguno en ti.
Lo sujeté y no lo soltaré hasta haberlo hecho entrar en casa de mi
madre, en la habitación de la que me dio la vida.

34
- --- - - - -

BRAZO

Ella 8, 1 O h , si tú fueras mi hermano,


un tierno niño de pecho!
Al encontrarte en la calle,
yo te comería a besos;
2 te estrecharía en mis brazos
sin temer burlas, desprecios;
te metería en la casa
de mi madre, y allí dentro
te haría beber un vino
de granadas, que yo mezclo.
3 Reclinando mi cabeza
sobre tu brazo derecho,
tu brazo izquierdo me ciñe
en el lazo más estrecho.
El 4 Muchachas de Jerusalén,
yo os conjuro por los cielos:
No despertéis a la amada,
dejadla en su dulce sueño.

ns

nu

35 --_.- - - - -- - -----'
~ ~,ESPERTAR

Coro 8, 5 ¿ Q uién es esa que se acerca Lo d


subiendo por el desierto
apoyada en su querido,
con paso tranquilo y cierto?
El Bajo un florido manzano
yo te desperté del sueño,
donde concibió tu madre,
donde te formó en el seno.

36
~ l.kAMOR YLA MUERTE
Los dos 8, 6 M árcame, sí, como sello en el brazo,
como sello en el pecho:
que el Amor y la Muerte son tan fuertes,
que el Abismo y los celos son tan recios.
Viva llama divina:
sus centellas, centellas son de fuego.
7 N i los mares podrían con sus aguas
apagar del amor el incendio
ni los ríos podrían extinguirlo.
y si alguien ofreciera su fortuna
por comprar el amor,
qué desprecio, que burlas llevaría.
¡No se vende el amor!

37
ROPUESTAS DE PAZ -
1VINA

Ellos 8. 8 na hermana tenemos, pequ eñ ita:


aú n no le h an crecido 105 pechos.
El 8. 11 na viñ a te n ía Salomón
¿Qué haremos de cepas sin número:
cuando vengan a pedírnosla ! la arrendó a sus colonos.
Le paga cada uno por sus frutos
9 S i es un a mura lla, mil sidos de plata.
le pondremos un cerco de p lata;
)' si es una puerta , 12 Los mil sidos, Salnm()n , para ti,
le pond remos una plancha de cedro. y otros doscientos para los co lonos.
Q ue mi viña, la mía,
Ella 10 Yo soy un a mura lla , es para mí.
m is pechos son los ba luartes,
pero para é l yo te ngo
pro puestas de paz.
~~ESPEDIDA

El 8, 13 P rincesa de los jardines,


mis compañeros atentos
quieren escuchar tu voz:
que resuenen tus acentos.
Ella 14 -Huye, amado mío.
huye como un gamo,
como un cervatillo; 1.
huye por las lomas
de aromas más finos.
u

40
Tres cosas hay que me rebasan
y una cuarta que no comprendo:
el camino del águila por el aire,
el camino de la serpiente por la peña,
el camino de la nave por el mar,
el camino del varón por la doncella (Prov 30, 18-19).

1. EL CAMINO DEL VARON


En ese proverbio numérico, el anónimo autor canta
su pasmo ante lo incomprensible de! amor de un hombre
y una mujer. Tres elementos: aire, tierra yagua; tres
seres diversos: águila, serpiente, nave. Más allá de los
tres, escuetamente, un hombre y una mujer.
¿Quiere decir que ella es liviana como e! aire y dura
como la roca y flexible como e! agua? Puede sugerir que
en la relación amorosa e! hombre vuela y se desliza y
navega. También nos dice que e! amor es un camino,
más que un estado o condición. En vez de «camino» ,
podríamos traducir «rumbo»: e! rumbo de! águila por e!
aire, de la serpiente por la peña, de la nave por e! mar.
El Génesis (2, 18), describiendo poéticamente la
creación o formación de la mujer, habla de un «auxiliar
que le corresponda », que «esté frente al hombre»: con-
dición y destino. Los versos del proverbio hablan de!
camino de! amor. Se hace camino al andar. Es verdad, e!
águila y la serpiente y la nave se abren camino, pero sin
dejar hecho un camino. Quizá e! camino de! amor haya
que abrirlo de nuevo cada vez; e! amor auténtico no se
resigna a la pura rutina de un camino trillado. Cada
pareja tiene que recorrerlo de nuevo y a su modo, cada
tramo es diverso de! precedente. También e! rumbo es
desconocido: e! camino de! amor no puede estar previsto
y calculado todo entero de antemano. Se marca e! rum-
bo al caminar.
¿Quién enseña al águila a volar? -El instinto, sen-
tendamos. Pues también enseña e! aire, que sin peso
sustenta, que resiste y cede, que es hendido y devora.
También la peña compacta y rugosa enseña a la serpien-
te a deslizarse, y el agua inconsistente enseña a la nave

41
-------

pe
mu
int
14)

Un
bar

Quae est istaquae ascendit de deserto deliciis enixa supra dilectum


suum? (8, 5).
Ul
lsta est speciosa inter filias Iherusalem ; viderunt eam filiae Syon ma
(2, 13 + 3, 5; 6, 8 + 3, 11).
¿Quién es esa que sube del desierto con delicia, apoyada en su
amado?
Es la más bella de las muchachas de Jerusalén; la vieron las
muchachas de Sión.
ele

- 42
pesada. En el itinerario, en el Viaje del hombre y la
mujer, ¿quién enseña a quién? «Frutas gustadas y frutas
intactas tengo guardadas, mi amor, para ti» (Cant 7,
14).
El proverbio esboza tres escenas para la admiración.
Un cielo enorme y transparente, un águila que lo cruza
batiendo las alas o planeando, con ademán del señor que
cuenta seguro con el aire. Un peñasco macizo e inmóvil,
soleado o en sombra, y una serpiente que lo recorre con
veloz seguridad. La espalda inquieta y espumosa de un
mar y una nave empujada por el viento. La cuarta escena
es más bella y misteriosa: un hombre y una mujer. ¿Qué
pasaría si el aire se solidificase y la peña se derritiese y el
agua se coagulase?
El autor de los versos no pretende dar explicaciones.
Tampoco se tortura por su ignorancia. Se maravilla y
canta lo inexplicable: el camino del varón por la donce-
lla... El autor de Gn 2 lo explicaba a su manera: Dios
había tomado una pieza de Adán, con la cual confeccio-
nó o modeló a la mujer y se la presentó al varón . Desde
entonces, los complementarios se buscan, «hueso de mis
huesos, carne de mi carne», y al encontrarse se funden
«y se hacen una sola carne». De modo que lo que al
principio era uno solo, ahora son dos en uno.
¿Hay mayor dependencia humana que la filial? El
hijo recibe la vida de los padres: desde la explosión de
una nueva vida, por el proceso lento de la gestación,
hasta el final de la lactancia. Lo llamamos «hijo carnal»,
de la carne paterna y materna. Nadie más consanguíneo
que él. Aunque se le corta el cordón umbilical, subsiste
otro cordón, otro sistema de cuerdas que sujetan el hijo a
los padres . Podemos imaginarlo como planeta desprendi-
do que gira en torno a su sol. Pero un buen día pasa cerca
otro planeta y tira de él tan fuertemente, que lo arranca
del sistema familiar y lo obliga a crear un nuevo sistema.
El Génesis lo dice así: «Por eso abandona el hombre a
sus padres, se pega a su mujer y los dos forman una sola
carne » (Gn 2, 23). Extraño camino del varón por la
a dilectum doncella. No está claro hasta qué punto el Génesis
quiere dar explicaciones y desde dónde quiere sugerir la
maravilla.

2. EL MISTERIO DEL AGUA


'íeron las Los versos liminares evocaban el agua del mar. El
elemento acuático suministra, con varias manifestacio-

- - - - 43
nc s. 5U simbolismo al amor. Especralmenre el agua del e
pozo. o
El pozo también tiene su misterio: brota de las entra-
ña s ignotas J~ la tierra como reparto de fert ilidad. El a
aljibe h ay que llen arlo. y se vacía , h ay que revocarlo
para 4 lK' el agua no se filtre , su agua está dormida y
pued e qued ar muerta , malolien te . El agua de l pozo se
rehace. brota viva y vivifícantc , sabe hablar borbotan-
do. sabe correr fluyendo . sabe tenderse empapando, sabe e
volar evaporándose.
La muje r del A n tiguo T estamento se enc uentra jun-
rh a un pozo y es un pozo. El criado de A brah án (Gn 24)
encuentra a Rebeca junco al pozo. La genti l aguadora le
ofrece de bebe r de su c án ta ro y echa agua en el ab rev ade-
ro para que beban los came llos. Mediadora de un agua
que es vida, muy pronto será para Isaac po:o o fuente de (

vida pat ria rcal. [acob ha pre tendido da r lecciones a los


pastores nativos y administrar por su cuenta el pozo
comunal (Gn 29). Con no menor insolencia y prisa
pretende ad ueñ arse de ese otro pozo de vida que es su
pr ima Raq uel. Y antes de darse a co nocer, co mo sellan-
do una toma de posesión, besa púb licamente a la donce-
lIa. Moisés, fugit ivo por las montañas del S ina í, enc uen-
tra junto a un pozo un as aguado ras, las defiende de los
abusos de los pastores y muy pro nto se casa co n un a de
e llas, la hija del sace rdo te [erré (Ex 2, 15· 22). Junto a un
pozo ven erable y ancestral encontraré}Jesús a la mujer de
Samarfa "que había tenido ci nco hom bres y ninguno cm
su marido .. (Jn 4) , y le ofrece rá un agua viva que se
tran sforme en e lla en manantial.
El libro de los Proverbios, aconsejando al joven que
se va a casa r le recom iend a:
I

Bebe agua de ru aljibe,


bebe achorros de tu peco;
no derrames ¡<JI" la calle
tu manantial generoso;
no se pierdan r« la> plazas
los caudales de tu peco.
Sean sólo para ti
sin compartirlos con Otl'05.
Sea tu fuente bendita,
y sea siempre tu gcco
la esposa de juventud,
murcr de rus años mO".DS.
(Pro\·;, 15·18, versión librel.
De la mala mujer puede decir Ben Sira, el Ec lestásrt-

44
agua del ca: «Abre la boca como Viajero sediento y bebe de
cualquier fuente» (Eclo 26, 12),
3.entra- El Cantar de los cantares echa un piropo de largo
idad. El alcance a la novia: «Eres manantial sellado... El manan-
evocarlo tial del huerto es pozo de agua viva, destilada del Líba-
muida y no» (Cant 4, 12.15). La fuente patriarcal de Jacob es
pozo se comunal, equitativamente compartida. Una gigantesca
rbotan- piedra, que sólo entre todos se puede remover, garantiza
o, sabe el uso común y excluye el monopolio o el abuso (Gn
29) . La otra fuente, Rebeca, Raquel, Séfora, ella, no
na jun- puede ser compartida. La alusión al Líbano exalta la
Gn 24) calidad del pozo y de su agua. De la montaña más alta
dora le que conoce el israelita, desde las cumbres nevadas, baja
revade- directamente un agua celeste, virgen, incontaminada, a
nagua nutrir el pozo cerrado que riega el huerto. Al esposo
ente de tocará administrar esa agua que une misteriosamente el
es a los huerto tapiado con las cumbres, con las nubes, con el
el pozo cielo. El misterio del agua. El camino del varón por la
y prisa doncella.
e es su
ellan-
donce- 3. EL MISTERIO DEL FUEGO
ncuen~

.e de los Es curioso que, en el Antiguo Testamento, los poe-


una de tas del amor no acudan al fuego a comprarle imágenes.
to a un A nosotros nos parece tan obvio y tan rico su simbolis-
ujer de mo. ¿Recordáis el soneto de Lope de Vega, De los mven-
uno era tares de las cosas? Los dos últimos versos suenan así:
que se La plata halló Mercurio, Cadmio el oro,
Amor el fuego, ycelos el lnfierno.
'en que
El fuego lo inventó el Amor, dice Lope; y en otro
soneto: «y me abrasó como si rayo fuera». Para no vagar
por la selva de nuestra poesía, voy a detenerme en
Quevedo. Del soneto Finge dentro de sí un infierno:
A todas partes que me vuelvo veo
las amenazas de la llama ardiente...
Hay en mi corazón furias y penas;
en él es el amor fuego y tirano...
Más desarrollado, el titulado Quejarse en las penas de
amor... , que tengo que citar entero:
Arder sin voz de estrépito doliente
no puede el tronco duro, inanimado;
el roble se lamenta y, abrasado,
esiásti- el pino gime al fuego, que no siente.

45
i Yordenas. Floris, que en ro llama ardiente
quede en muda ceniza desatado
mi corazón sensible y animado.
víctima de rus aras obediente?

Corcédame ru fuego lo que al pino


,. al roble les concede VOfJ: llama: d
piedad cabe en incendio que es divino.
Del volcán que en mis venas se derrama, 4
diga su ardor el llanto que fulmino;
mas no lo sera de mi \11.: La Fama.

En otro soneto hab la de un fuego celeste, estelar:


La llama de mi amor que está clavada
en el alto cenit del fírmamenro
ni mengua en sombras ni se veeclipsada.

y sería imperdonable no citar algo del más famoso de


los sone tos amorosos de Q uevedo. Amor ccnse nre más
allá de la muerre:

venas que humor a tanto fueJ:o han dado.


medulas que han gloriosamente ardido...

Es 4 UC la Biblia no describe los tormentos del amor,


aunque sepa del dolor de la ausencia. El libro de los
Proverbios se centra en el poder destructor de l fuego y lo
aplica a las consecuencias de un amor adulterino:
i Poorá alguno llevar ~ en el seno
sin verse con sus roras abrasado!
¡Podrá uno caminar sobre las ascuas
sin que los pies seabrasen al contacte'
Pues quien sejunta con mujer ajena
00 ha de quedar Impune Vsin pecado.
[Prov 6, n-N. versión libre].

DI.' la lujuria dice &'0 Sira, el Eclesi ástico: ..El sen-


sual, que arde como fuego, no se apagará hasta consu-
mirse... el lujurioso. que encuentra sabroso cualquier
pan, no parará hasta que el fuego 10 consuma - (23, 17).
En ambos textos es el mal amor lo que se compara al
fuego.

46
Por eso resulta excepcional un texto del Cantar de
los cantares, que leemos casi al final del libro:
Sus centellas, centellas son de fuego,
viva llama divina (8, 6).
El fuego del amor no se puede apagar porque es llama
divina. Es la única referencia a Dios en todo el libro.

4. BELLEZA
La belleza no se desmuestra, se muestra. La belleza se
impone sin argumentos. La-belleza sin armas desarma,
sin lazos sujeta, sin yugo subyuga.
r: La belleza está repartida y difundida por los seres del
universo: árboles, flores, animales, montañas, astros. La
frase del Génesis «era bueno» puede significar también
«era hermoso». La belleza puede concentrarse en el
hombre y la mujer. Está en ellos y, al surgir el amor, se
multiplica. O porque el amor afina la sensibilidad del
ode que ama, o porque el amor revela bellezas menos paten-
más tes, o porque de hecho realza la belleza de la figura con la
belleza de la expresión.
También los sonidos. Cuántos sonidos armoniosos se
difunden por el mundo. El Cantar sólo menciona «el
arrullo de la tórtola», quizá en representación de otros
muchos. Pero en la voz humana de los novios escucha
mor, concentrada la armonía de los sonidos. El que ama
e los puede también escuchar tonos, inflexiones, cuya belleza
lo no es percibida por otros. Además, el amor presta nuevo
encanto a la voz y a lo que dice esa voz. «Cómo acaricia
tu voz», «que resuenen tus acentos» (2, 14; 8, 13). La
voz del enamorado busca el verso y la música.
Por eso es bello el Cantar (que probablemente se
cantaba). Poesía y música no temen la repetición, antes
la buscan; porque la belleza quiere manifestarse y ser
contemplada sin prisas.
Concentrar es reunir en un centro, centrar es colo-
car en círculo desde un centro. El y ella centran y
concentran mil bellezas del universo. Para él, ella es el
1 en- centro del mundo; para ella, lo es él. Y todo se ha de
onsu- disponer circularmente, esféricamente en torno a él y
lquier ella. Así, cualquier ser bello se parece a él o a ella .
. 17). ¿Porque es imitación o trasunto? El amor hace descubrir
semejanzas: porque limpia los ojos del que ama; si puede
ara al
cegar, también sabe iluminar; porque alumbra con luz

47
Osculetur me osculo oris sui, quia me/iora sunt ubera tua vino (1,
2).
Veni in ortum meum, soror mea, sponsa, messui myrrham meam
cum aromatibus meis (5, 1).
Que me bese con un beso de su boca, pues tus pechos son mejores
que el vino.
He venido a mi huerto, hermana mía, esposa, he cosechado mi
mirra con mis aromas.

48
propicia al ser amado. Cuando el amor se pone a cantar
la belleza, no sabe describir o ponderar la evidencia si no
es por comparaciones: «Mi amada es como... mi amado
es como... ». Por eso se valen de las bellezas múltiples
creadas por Dios y también de algunos objetos bellos
creados por el hombre.
El final del libro de los Proverbios es el abecé del ama
de casa ideal. El maestro rebaja el valor de la belleza para
exaltar el valor de la administración doméstica o econo-
mía. Dice Prov 31, 30:
Engañosa es lagracia, fugaz la hermosura...
cantadle por el éxito de su trabajo.
No piensan así otros textos y, desde luego, no piensa
así el Cantar. El citado Prov 5, 19 dice sucintamente:
«cierva querida, gacela hermosa». En el Antiguo Testa,
mento hay nombres de mujer tomados de animales y
plantas: Raquel = Cordera; Débora = Abeja; Jael =
Gacela; Sibya = Gacela; Susana = Azucena. El Cantar
es generoso en comparaciones de animales: yegua, palo,
ma, gamo, cervato, gacela, cuervo, cabras, ovejas.
Hay una belleza en reposo y una belleza o gracia de
los movimientos. Esta se exalta en la danza como exhib í-
ción. Se forman dos filas o un corro, en medio sale ella a
bailar. Los presentes la corean, recorriendo las gracias de
su cuerpo, desde las sandalias hasta la cabeza (7, 1,7). Al
final, él podrá comentar: «Qué guapa, qué atrayente, mi
amada, qué delicia».
Joyas y adornos pueden realzar la belleza. Por ejem-
1 11 1 1 1 1 " ,'. ;j
P10, un couar necno ae mucnos circulas metahcos: «ue
ella cuelgan mil escudos de nobles» (4, 4). Pendientes y
collares, oro incrustado en plata. Pero, más que adornos
adventicios, ellos mismos son las joyas o como joyas:
«sus brazos, modelados en oro, con topacios incrustados.
Su vientre, de marfil pulido, cruzado de zafiros» (5, 14);
«joyas de orfebre habilísimo» (7, 2).

vino (1,
5. LUMINOSA
No basta que la amada sea bella, es además lumino-
sao Así lo han de confesar, quizá con envidia, las demás
mejores doncellas y damas. Sólo que esa confesión se la saca el
amado, pues es él quien pronuncia la alabanza: «que
hado mi asoma como una aurora, que esplende como la luna, que
fulgura como el sol » (6, 10). Así es su luz.

- - - - - - - - - 49
Las dos criaturas más hermosas que creó Dios al
principio, según el primer capítulo del Génesis, eran el lun
sol y la luna. El sol para gobernar el día, la luna para al
gobernar la noche, las dos para señalar las fiestas. A la
luna acompaña el séquito innumerable y ordenado de las
estrellas, cada una con su jerárquica claridad. La amada -
lo junta todo: es luminosa como el sol, como la luna,
como las «abanderadas» del cielo nocturno. Vayamos
por partes.
De un rostro benévolo, acogedor, sonriente, dicen
los hebreos que alumbra o que es luminoso. De una
fisionomía decimos nosotros que está radiante, como si
despidiese rayos de luz. El sol no se presenta en escena
sin despachar antes a su adelantado, que es la aurora: «la
amada asoma como la aurora». ¿Quién podrá definir el
momento en que la aurora se ha establecido en el hori-
zonte? Es como el sueño, que se insinúa, avanza, nos
domina, sin que podamos señalar el momento en que
nos hemos dormido. Sólo que al revés. Nuestro des,
pertar suele ser súbito, instantáneo; el despertar de la
aurora es indefinible. Sólo sabemos que ya está ahí, sol,
como franja estrecha, perceptible porque ya no es como
Sal
el resto del cielo, todavía nocturno. Está allí asomando
la 1
sin estarse quieta. Está entera tendida a lo ancho o a lo
inte
largo del horizonte; a medida que gana anchura, define
su luminosidad. Así la amada «asoma como la aurora». inc
¿Quién señala el momento preciso en que la niña gracia, luz
sa deja de serlo y se convierte en una muchacha bella? cia
También su despertar es como un crepúsculo, como la t
aurora entre dos luces. Quizá el amado la conoció de más
niña, jugó con ella juegos infantiles. Un día, descubre así
que le ha sucedido algo a ella, porque le está sucediendo tur
a él. Pero no sucedió todo entero de golpe: «asoma como ley
la aurora ». Y es una luminosidad difundida por toda la ja;
figura, suavemente creciente, hasta que se afirma ocu- es e
panda todo el horizonte y empujando fuera la extensa
oscuridad.
A la aurora la llamamos alba y albor, observando su Ella
blancura diluida; hablamos de quebrar albores, como de
una luz frágil que se rompe en innumerables y matizadas
blancuras; quizá sea la expresión «quebrar albores » tra-
ducción etimológica de «crepúsculo» (crepare = que,
brar); como si la aurora fuera un crepitar luminoso. Es
también madrugada, porque madura la luz; es temprano,
porque se templa la luz. Todas las denominaciones,
como ramillete de piropos ofrecido a la amada, que
«asoma como la aurora».

50
os al Tras la cual llega el sol. Sol es en hebreo femenino y
ran el luna masculino; pero cuando el poeta hebreo personifica
1 para al sol, lo presenta como soldado o paladín gigantesco,
A la que ha de recorrer entero el arco del cielo en una
de las jornada, sin retrasarse, sin remolonear. Es el esposo, que
mada sale de la alcoba nupcial, donde ha pasado su noche de
luna, amor: ¿con la luna, como dice la tradición griega? «El
amos sale como un esposo de su alcoba, contento como un
héroe, a recorrer su camino. Asoma por un extremo del
cielo y su órbita llega al otro extremo; nada se libra de su
icen
calor» (Sal 19, 6~ 7).
~ una
mo si Del sol tiene ella la luminosidad: «fulgura como el
, cena sol». Tras la indecisa aurora, el sol es categórico, afirma-
: «la ción rotunda de luz. Así es ella ahora que está hecha, y
ir el lo será cuando acabe de madurar en casa: «El sol brilla
hori- en el cielo del Señor, la mujer hermosa en su casa bien
, nos arreglada» (Eclo 26, 16). Cristián de T royes decía de
il. que Cligés y Fenice que «brillaban con una belleza que
des- iluminaba el palacio como el sol matutino».
de la
La luz del sol es caliente. El texto hebreo llama al
ahí,
sol, aquí y en otros pasajes, «el Ardiente»; en el citado
amo
Sal 19 confiesa que «nada se esconde de su calor». Así es
ando
a lo la luz de ella: ¿no sienten cuantos la miran un calor
efine interno? Semejante calor tierno ¿no se vuelve ascua o
ra». incendio en el corazón del enamorado? El sol brilla con
luz propia, que irradia generosamente. Desde su distan-
cia puede abrasar la tierra: «una lengua del astro calcina
la tierra habitada» (Eclo 43, 4); puede broncear la tez
más blanca (Cant 1, 6), puede deslumbrar los ojos. ¿Es
así la luz de la amada? «Aparta de mí tus ojos que me
turban» (6, 5). Límpida como el sol, áurea, radiante;
levantando sobre mi espacio vital un cielo que me cobi-
ja; dándome vida, porque vivir es ver la luz del sol, y ella
es el sol de mi vida. Aunque fulgura como el sol, ella,
para no deslumbrarme, se transforma en luz de luna.
La luna puede ser en hebreo La Blanca, La Cándida.
o su Ella recoge y templa la luz solar. Dice Parménides que
o de «perpetuamente Selene con tímidos ojos espía los rayos
adas de Helios». La luz fogosa del sol se templa en la luz
tra- húmeda de la luna. Luz de plata, luz de leche, luz de
que- nieve. Solitaria en mi cielo nocturno, toda para mí.
. Es Rotunda en su plenitud presente, cambiante en formas y
ano, figuras, escondida aunque cercana en su sueño. «No
nes,
despertéis a la amada, hasta que ella quiera».
que
y las constelaciones (si aceptamos esta interpreta-

51
ción del enigmático hebreo}. Abanderado es en castella- den
no el que lleva la bandera. La forma hebrea quizá de-
signe el grupo que sigue un banderín o estandarte; en
versión celeste, las estrellas o constelaciones. Que son
signos misteriosos, lengua nunca del todo descifrable.
Que lanzan señales invitando o rehusando. Aunque las
nombramos y trazamos su posición relativa, intentamos
adivinar lo que significan esos puntos que giran y danzan
sin deshacer su figura. Pero ¿acertamos en nuestra inter-
pretación? Qué formidables las constelaciones, y como rap
ellas mi amada. Está en un cielo como sujeta, y es ella bell
quien me sujeta; me habla con su luz geométrica y es lazo.
misterio perdurable que voy adivinando. «Bella como la pája
Cándida, límpida como el Ardiente, formidable como
constelaciones» .
her
Inspirado quizá en nuestro texto, el autor del Apoca- aun
lipsis describe una figura celeste: «Apareció en el cielo deja
una magnífica señal: una mujer envuelta en el sol, con la Que
luna bajo sus pies y en la cabeza una corona de doce sol,
estrellas» (12, 1). El sol envolvente es la luz solar, como mig
dice el Sal 104, 2: «la luz te envuelve como un manto». viña
La luna bajo sus pies, como góndola balanceante o como de e
peana circular; las doce estrellas son una nueva constela- su pa
ción que la corona como única y celeste. La tradición ha que
identificado esa mujer como la Iglesia y como María. poe
ra a
Demos otro paso y escuchemos a san Agustín en una
de sus homilías de pascua: «El sol, hogar de luz de todos
los astros, relumbra con su rostro esplendoroso, como
rey augusto adorna la cabeza con la corona de los astros
en este día de su boda, día del gozo colmado. La luna,
que apenas nacida muere en cierto modo cada día, se noc
adorna para la fiesta de pascua con el traje de su luz guar
plena. En resumen, hermanos míos, todas las criaturas ciud
exultan celebrando una especie de liturgia santa del pregu
amor, en este día de nuestra salvación» (Sermón 164, 2: tran
PL 39, 2067). caro
llega
temb
de d
6. BELLEZA AMENAZADA
¿Por qué tendrá que defenderse la belleza? ¿No debe -
ría bastar su presencia para imponer respeto? Pero mira-
mos una rosa, una orquídea, y nos vienen deseos de
cortarlas para poseerlas. Es decir, para acelerar su deca- desgr

52
tella- dencia, para el goce efímero. Ante la belleza de un
á de- ciervo, de una gacela, el hombre tensa el arco o apunta
e; en la escopeta, para saciar el hambre, para capturar un
le son trofeo. Platos sustanciosos, cabezas con cornamenta di-
rab le. secadas. ¿Cuándo aprenderemos a contemplarsin que se
ue las despierte el instinto de matar?
amos Los raposos no saben contemplar, y por eso mordis-
anzan quean o tarascan las viñas en flor (2, 15). Hay que
mter- defenderse, defenderlas: «agarradnos los raposos, esos
como raposos mezquinos». También él está amenazado por su
s ella belleza inexperta: «como ciervo que se enreda en el
y es lazo. .. hasta que una flecha le desgarra el flanco; como
o la pájaro que vuela a la trampa » (Prov 7, 22~23).
De cuántas maneras está amenazada la belleza. Los
hermanos quieren que ella trabaje, que produzca o rinda,
aun a costa de su blanca hermosura; y el trabajo no la
deja cuidarse: «y no pude guardar la viña mía» (1, 6).
Queda expuesta a la intemperie, a las miradas ávidas del
sol, que va ennegreciendo su blancura: «enfadados con-
migo, mis hermanos de madre me pusieron a guardar sus
viñas ». Con todo, el sol, curioso revelador y admirador
de cuerpos hermosos, no aja su hermosura, sólo broncea
su palidez: «no os extrañéis de que esté tan morena, es
que me ha mirado fijamente el sol » (1, 6). Al final del
poema, los hermanos aprenderán a proteger la hermosu-
ra amenazada de su hermana pequeñita (8, 8).
una
Los guardias, haciendo honor a su nombre y oficio,
todos
deberían proteger la belleza inerme. Así lo hacen en la
amo
comitiva nupcial: «Sesenta soldados la escoltan: los más
stros valientes de Israel. Todos, armados de espada, veteranos
luna, de muchas guerras; la espada envainada al flanco, que la
a, se noche esconde emboscadas» (3, 7~8). Pero hay otros
u luz guardias, centinelas nocturnos «que hacen la ronda de la
turas ciudad», que son infieles a su oficio. En un caso, «les
del pregunto... no responden » (3,3); en otro caso, se mues-
r4, 2: tran agresivos: «me hirieron, me maltrataron, me arran-
caron el manto los centinelas de la muralla » (5, 7). No
llegan a más, porque ella logra zafarse. Pero nos queda el
temblor, la aprensión del susto. Porque hay otro modo
de desnudar para la mirada morbosa o soez o despectiva,
para herir aun sin manos, con sólo los ojos lascivos.
Como los que gritaban e incitaban, refiriéndose a la
matrona Jerusalén: «Desn udadla, desnudadla hasta el
cimiento » (Sal 137, 6) .
Qué triste la belleza destruida. Las Lamentaciones
desgranan por el alfabeto su dolor:

53
1, 6 La ciudad de Sión ha perdido toda su hermosura. mo
1, 8 Los que antes la honraban, la desprecian, mo
viéndola desnuda, tal
y ella entre gemidos se vuelve de espaldas. reci
ció
2, 15 ¡Es ésta la ciudad más hermosa, enci
la alegría de toda la tierra!
desa
4, 1 Se ha vuelto pálido eloro, el oro más puro. der
4, 7 Sus príncipes eran más limpios que la nieve, Jere
más blancos que la leche; pecH
eran más rojos que corales, arm
con venas como zafiros. tarla
4, 8 Ahora están más negros que el hollín,
no se los reconoce en la calle, pro
sobre los huesos se les arruga la piel, ga d
reseca como leña. cara
«N
Aunque toda esa descripción no es tema del Cantar;
son más bien miedos nocturnos que se nos despiertan al
contemplar su belleza amenazada. 7.
Pero ¿no está amenazada la belleza por el mismo
amor? El amor, que la despierta y exalta, parece volverse sabo
contra ella. Ella amenazada por él, él amenazado por no s
ella, los dos amenazados por el amor. El enarbola «su perf
estandarte de amor» y ella «se siente desfallecer» (1, cuat
4~5). Ella es como un escuadrón abanderado, quizá es- maru
cuadrón estelar de influjos mágicos e irresistibles (6, tona
4.10). Habrá que defenderse mutuamente, él de ella, deci
ella de él. El mira el cuello de ella: con esos collares de tan;
círculos metálicos, dorados o plateados, se le antoja una dos.
torre fortificada de la que «cuelgan mil escudos de no-
bles» (4, 4). ¿Será para intimidarlo? ¿Será para desafiar
su audacia? Y él no sabe si tiene que defenderse de ella o
de sí, de la amenaza de ella o del miedo suyo. A lo mejor
huye sin presentar batalla: «mi amado se había escapa-
do» (5, 6). agot
Sobre todo, ambos por igual, han de defenderse del amo
amor, que es «fuerte como la muerte, es áspero como el quien
abismo» (8, 6). Pero, si es tan fuerte, ¿es posible defen- sueñ
derse de él? «Los mares no podrían con sus aguas apagar una
del amor el incendio» (8, 7). Dicen que el amor unifica, nar
hace de dos uno (Gn 2, 24). ¿No se diría más bien que el aban
amor es portador de guerra? Venus y Marte de acuerdo... casa
za- (
Pero por fin los hermanos van a proteger la belleza sugie
ardorosa de su hermanita: «S i es una muralla, le pondre- pene

54
:a. mas un cerco... de plata, y si es una puerta, le pondre-
mos una plancha... de cedro» (8, 9). ¿No os dais cuen-
ta? A lmenas de plata son derroche que promete en el
recinto riquezas fantásticas, anticipadas en la imagina-
ción. Plancha de cedro dice que un tesoro precioso se
encierra tras esa puerta. ¿Es eso defender o incitar,
desafiar? Ahora ella ha crecido y ha aprendido a defen-
der su belleza. Toda ella es una muralla, y no como la de
Jeremías, de bronce (Jr 1, 18), sino de hermosura. Y sus
pechos son los baluartes. O sea, defensa rotunda, firmeza
armoniosa. Ya nadie se atreverá a expugnarla, a conquis-
tarla.
¿Nadie? - Si ella no quiere... «Pero para él yo tengo
propuestas de paz» (8, 10). Rendición de la plaza, entre-
ga de las llaves. Que entre en su ciudad el rey con la
corona de boda (3, 11). Batallas de amor, sueños de paz.
«No despertéis al amor, hasta que él quiera... ».
~antar;

tan al
7. OLORES Y SABORES
mismo No solemos incluir en la esfera de la belleza olores ni
lverse sabores. Aunque un perfume pueda llamarse «Arpegio»,
o por no se componen acordes de aromas ni un contrapunto de
la «su perfumes. Un banquete no es una sinfonía de sabores en
er» (1, cuatro tiempos, ni se compone una sonata para ganso y
izá es- manzanas asadas. Tartas y helados no se reparten en
es (6, tonalidades mayores y menores. De olores y sabores
ella, decimos que son gratos, que producen placer, que gus-
res de tan; predicados que aplicamos también a figuras y soni-
ja una dos, Pero no decimos que sean bellos.
e no-
afiar Pues bien, el Cantar de los cantares es más generoso
ella o en su repertorio de plantas -aromas y gustos- que en
su catálogo de bellos animales y ornamentos. ¿Por qué?
El amor tiene una dimensión corpórea, que no se
agota en la contemplación: oír, ver, mirar, escuchar. El
amor es como gravitación mutua de dos cuerpos que no
quieren guardar las distancias, porque buscan la unión,
sueñan con la fusión. «Se pega a su mujer para formar
una sola carne » (Gn 2,23). «Pegarse» , adherirse, retor-
nar al lugar de donde fue tomada o arrancada. Para ello
abandona el hombre a sus padres, y ella ha de «olvidar la
casa paterna... porque el rey está prendado de su belle-
za» (Sal 45, 11-12). El misterio de la unión se expresa o
sugiere mejor con olores y sabores, que envuelven y
penetran.

55
El
se ago
suntuo
árbole
«y
dice e
guarda
raposo
de azu
huerto
mezcla
nardo
no falr]
TaB
ser apr
do flor
(l, 13~
COI
reanimo
dos. P
medir.
atrae )
caricia
en su
genero
y su vin
2).
El
burlona
23, 29~

En 1
doctora
cuidado
Favus distillans labia tua, mel et lac sub lingua tua; odor vesnmen- general
torum tuorum... (4, 11). Elrr
Comedi favum cum melle meo, bibi vinum meum cum lacte símbolo
meo... (5, 1).

Son tus labios un panal que destila; miel y leche tienes debajo de la 8. PA:
lengua; y es el olor de tus vestidos...
He comido el panal con mi miel, he bebido mi vino con mi leche. Pre I
convenc

56 - - - - - - - - - - - -.. . .
El Cantar de los cantares no se cansa, no se sacia, no
se agota. En unos cuantos poemas de amor, qué parque
suntuoso, qué jardín encantado, qué huerto delicioso de
árboles y arbustos, flores y frutos, perfumes y aromas.
« Yo soy un narciso del Sarón, un lirio de la vega»,
dice ella (2, 1). Es también una viña que se ha de
guardar (1, 6), que difunde fragancias (2, 13), que los
raposos quieren mordisquear (2, 15). Ella es un bancal
de azucenas, con las que él se hace un ramo. Es un
huerto por donde él se pasea aspirando, sucesivos o
mezclados, aromas de enebro y canela, perfumes de
nardo y áloe, esencias de mirra e incienso (4, 12~16). Y
no faltan en el huerto frutos exquisitos.
También él es vegetal: bolsa cosida de mirra que, al
ser apretada, desprende su aroma. Ramo de ciprés cuan-
do florece, manzano de sombra apacible y fruto sabroso
(1, 13~14; 2, 3). Es como un cedro (5, 15).
Corona y cifra de lo anterior, el vino. Vino que
reanima y puede perturbar, que es gusto y aroma fundí- .
dos. Puede despertar y adormecer, por lo cual se ha de
medir. Cifra del amor: por su color de sangre, porque
atrae y amenaza, porque es mejor compartido. «Tus
caricias embriagan más que el vino » (1, 3). «Me metió
en su bodega» (2, 4). «Tu paladar guarda un vino
generoso, que destila» (7, 10). El quiere beber «su leche
y su vino» (5, 1); ella le ofrece «un vino de granadas » (S,
2).
El vino desnuda a Noé y lo expone a las miradas
burlonas (Gn 9, lS~27); el vino turba al bebedor (Prov
23, 29~35). Dice Prov 20, 1:
Insolente es el vino,
ruidoso el licor,
quien por él pierde el tino,
no llegará a doctor.
En la carrera o camino del amor hay que beber para
doctorarse. El camino del varón por la doncella. Pero,
cuidado: la embriaguez dejó inerme a Holofernes, el
general invencible de cien campañas.
rimen-
El mundo de los olores y sabores es ámbito y a la vez
lacte símbolo del amor en este libro.

yo de la 8. PASTOR, VIÑADOR y REY


Presentar al amante en figura de pastor parece una
convención literaria ya en el Cantar de los cantares. El

57
uso se consolida y desarrolla como tradición fecunda en tas
occidente. En España encontramos al amante pastor ya las d
en la poesía medieval: la ca
Veo [as ovejas, mo
orillas del mar, 9-10
no veo el pastor
E
que me hace penar.
la m
El tema triunfa con Garcilaso y Lope de Vega, como inm é
es bien sabido. sigm
Al principio del Cantar, el amado es un pastor itine- las r
rante y la amada tiene que salir en su busca, con miedo a (Vé a
perderse entre los otros pastores. Asoma ya en esos de
versos la elección de la amada y están aludidas las posi- cob .
bles solicitaciones de rivales: el vi
1, 7 no tenga que embozarme tud
ni tenga que ir vagando tiene
donde tus compañeros apacientan. idea
carne
Que es un modo de darle celos. ¿Es
Más adelante, el amado cambia de oficio, se pone a past
cuidar un huerto. Tanto que llega a aceptar un título con
repetido: «Pastor de azucenas » (2, 16; 4,5; 6,3). Dónde nuad
está su huerto, dónde hace ramos de azucenas, quién es
la azucena o lirio, está bien claro, dicho o insinuado:
«Yo soy un narciso del Sarón, un lirio de la vega» (2, 1). com¡
Así pasamos a la imagen de la viña, de más modesta los r
tradición literaria.
La niña es la viña y, en consecuencia, él es el que
viñador. Si la imagen es clara, el uso no es tan simple.
un a
Ante todo, el hebreo kerem significa en sentido estricto
«viña» , en sentido amplio «huerta» ; el correlativo gan
designa un jardín o un parque (y puede ser huerto, jardín
y parque, todo en uno). El motivo poético de la viña
sirve en el libro para otros desarrollos interesantes.
El primero es la amada forzada a guardar viñas aje-
nas, y sirve para introducir la oposición morena / blanca,
aldeana / cortesana (en la corte está el rey Salomón) .
Ella es o está muy morena, no tiene una tez clara como rey
las damas de la corte. No por ello es menos hermosa, y liten:
hasta puede ser más atractiva. Ella no puede cuidarse de vict
la intemperie, como las damas de la capital, tiene que 62?
dedicar sus cuidados a otras; es modesta, tiene que ser-
vir. Con todo, es hermosa. Es que el solla mira y remira
(1, 6); si tuviera la sombra de un manzano... (2,3). No con
importa: el sol da una piel atezada que se puede compa- coro:
rar a las bellas lonas de las tiendas de beduinos, expues- Grac

58 ----------__~-J
----,

da en tas al sol, ya los ricos cortinajes del palacio real. Un día,


ror ya las damas de la corte, reinas y concubinas, las mozas de
la capital tendrán que felicitarla: como una aurora, co-
mo el sol, como la luna, como una constelación (6,
9-10).
El segundo desarrollo contrapone el viñador al rey,
la multitud a la única. El ficticio Salomón tiene una
amo inmensa viña o huerto: ha'al hamon en hebreo puede
significar «multitudinario». ¿Se refiere al harén real, a
itine- las mozas seleccionadas para el servicio del palacio?
edo a (Véase 1 Sm 8, 13-16). Salomón puede permitirse el lujo
esos de ceder su huerto a colonos o aparceros, y hasta les
posi- cobra un tanto de los frutos. Pues bien, dice despechado
el viñador amante: que Salomón se quede con su multi-
tud y sus dineros, que reparta si quiere. El en cambio
tiene y quiere a una sola, que es toda y sola para él. Un
ideal de monogamia, de amor exclusivo, se afirma poéti-
camente contra la poligamia ostentosa de los monarcas.
¿Es que el rey quiere llevarse también a la humilde
pastora y el pastor se siente amenazado? El tema es bien
conocido en nuestra tradición literaria; quizá esté insi-
nuado en el texto bíblico.
Resulta que el viñador es un rey para su amada
única. El será Salomón, ella será Sularnita. Es el aspecto
complementario de la ficción real. Si la política corona a
los reyes, el amor corona a novios y esposos.
Ya al principio del libro, él es un rey soñado, famoso,
s el que enamora a muchas (como en el Sal 45). Se celebrará
pIe. una fiesta, con vino y música en que el tema del canto,
icto quizá de un certamen, será el amor: superior al vino,
gan superior a la música, al canto que lo pretende cantar
rdín (como en la corte de Wartburg, en T annhauser, o como
vi ña
en los Maestros Cantores). En el banquete, él es el
festejado, ella se presenta y es elegida. Lo llamaba «rey
aje- mío», sin nombre propio.
ca,
'n). El día de la boda es más solemne. El amado es hoy un
mo rey Salomón en persona, que viene conducido en su
a, y litera, escoltado por los mozos más valientes. ¿Viene
e de victorioso de una campaña, como insinúa el Sal 45 o Is
que 62? La escolta está alerta contra posibles emboscadas
ser- nocturnas. La ficción es transparente. Esta vez se invier-
ira te el ceremonial de Gn 2, 22 y del Sal 45: en vez de ser
o conducida la novia, es conducido el novio. La madre, al
pa- coronar a su hijo como esposo, lo corona como rey.
es- Gracias a la «fiesta del corazón», que no es simple fiesta

- -~ 59
;de vino y cantos, gracias a la corona de bodas, el joven
es hoy un rey y puede apodarse Salomón. Ella será la
Sulamita (quizá aludiendo a la «sunamita» Abisag, corn-
pañera del anciano David: 1 Re 1~2). Ella será la «prin- unir á
cesa» (<<sentada» = que tiene un trono) de los jardines. dichl
El jardín, contrapuesto a la viña o huerta, indica lo te or
placentero frente a lo laborioso. Hay trabajos de amor: petl
los canta Isaías en su famosa canción de la viña, que es plos
canción de amor: tierra
5, 1 Mi amigo tenía una viña
en fértil collado.
2 La entrecavó, la descantó
y plantó buenas cepas. mar;
Construyó en medio una atalaya acogL
ycavó un lagar. Un
y esperó que diese uvas. pued
También hay goces de amor: los canta este libro en pasa
imagen de jardín o huerto (4, 12~5, 1). Ella es el parque- del t(
huerto y ella es el pozo, ella los árboles balsámicos que Algo
perfuman y los árboles frutales que se gustan. Entre todos katep
los parques o jardines, ella descuella como princesa de boca
jardines. De ese jardín tapiado y trancado, él será dueño anch
exclusivo. Puede «bajar a su jardín» (6, 2). Puede pase- SI
arse sutilmente, como un viento, saltando sin rumor las mas
tapias; o como dos vientos, cierzo y austro, uno frío y vient
otro caliente, en ambas direcciones. ¿Adónde va el auron
viento? ¿Quién lo aferrará? De su paso sigiloso queda una com
señal: los aromas que ha arrancado a cada planta. El crine
camino del varón por la doncella. los ca
estoi
= do
9. PAISAJE E
Muchas culturas conocen el mito de la Tierra Ma- madre
dre. Es una representación de fecundidad, de opulencia cella.
nutricia. La tierra es madre de seres vivientes, Gaia, y sólo
del alimento para nutridos, Ceres. Como una madre que gusta
saca de sus entrañas a sus hijos y los cría a sus pechos. saje
También la Biblia, aunque con poca frecuencia, alude a ando
tales concepciones mitológicas. La tierra como madre je, ell
tiene su correlativo en la madre como la tierra. C
¿Existe también el mito de la tierra como doncella? de ad
Los israelitas imaginan, representan a su amada capital fusió
como doncella por su belleza, como madre por su fecun- es jar
didad acogedora. ¿Sucede lo mismo con su país? Apli- melli:

60
cando la ecuación de antes, tendríamos: la tierra bella
como doncella, la doncella bella como la tierra.
· com, En visión orgánica, quiero decir como organismo
«prin - unitario, no es fácil encontrar en la Biblia o fuera de ella
rdines. dicha representación. «La mujer muerta» es un acciden-
dica lo te orográfico del Guadarrama; los volcanes de Popocate-
~amor: petl son senos de una diosa dormida; abundan los ejern-
que es plos en otros países. La correspondencia corpórea de la
tierra se encuentra repartida, dispersa por el lenguaje y
apagada por el uso. Una colina puede llamarse un cabe,
zo, la superficie es la faz, super-jactes. Una montaña
tiene cresta y lleva una falda y se apoya en un pie (Pie,
monte). Cabo = caput es un saliente de la tierra en el
mar; correlativamente, la entrada del mar en la tierra es
acogida por un seno o en-sen-ada, por un golfo = kolpos.
Un mar y un río pueden dividirse en brazos, que a su vez
pueden plegarse en codos y re-codos. Entre dos montes
ro en pasa una garganta, una cueva tiene boca; las direcciones
arque, del terreno son frente a, o a mano derecha / izquierda.
s que Algo parecido sucede en hebreo: 'ayn es ojo y fuente,
todos katep es hombro y ladera, ros es cabeza y cumbre, pe es
esa de boca también de una cueva, sin es diente y picacho,
dueño ancho de manos equivale a espacioso, dilatado...
pase, Si del lenguaje corriente pasamos al poético, topare,
or las mas con la cabellera rubia del sol, los hombros del
frío y viento que cargan y transportan, los rosáceos dedos de la
va el aurora (Homero), las barbas del río , montes que saltan
a una como cameros, olas como estampida de corceles con
tao El crines de espuma... Pues de poesía se trata: el Cantar de
los cantares es poesía de amor, no tratado platónico o
estoico sobre el amor. ¿Conoce el libro la ecuación país
= doncella?
En el Cantar no encuentro el tema de la tierra
Ma, madre, sí encuentro rasgos dispersos del país como don,
lencia cella. Usando nuestra terminología, hablaría de paisaje;
aia, y sólo que los hebreos, aunque supieron contemplar y
re que gustar la naturaleza, no desarrollaron el sentido del pai-
chos . saje com o nosotros lo entendemos. No importa; ernple-
ude a ando un lenguaje moderno, distinguiré: ella en el paisa-
adre je, ella paisaje.
Cuando el paisaje es escenario de su presencia, pue-
cella? de adquirir función simbólica. Tanto, que se consuma la
apital fusión: ella está en el jardín, es princesa de los jardines,
ecun- es jardín; está en los apriscos, y sus pechos son dos crías
Apli- mellizas. Ella es el paisaje en fragmentos dispersos. Unas

61
..

veces, pa isaje anorn rno, de accidentes comunes, dis-


puesto él recibir cualquier nombre; otras veces, paisaje
co noc ido y ama do. co n su nombre propio evocador de
resonancias.
De Cada r observa las lon as morenas y ten sas de las
t iendas de beduinos: co mo esas lonas es su tez. Del
Saró n, el narciso ; de la Vega, la azucena. Allí está el
Ca rmclo. majestu osamente aplomado: así es ell a. Y esa
ladera del Líban o, o blicuamente trazada y destacada: así
es el perfil de su nar iz. En [ esbón reposan dos albercas
simétricas , reflejando el azul celeste o la luna lema. A
veces, un vienrecillc remueve el agua y la irisa: así sus
ojos. Y Ga laad, por cuya cuesta abajo un tropel de
cabras, de lan a negra y lustrosa. hace y deshace figuras,
las enlaza y desenlaza: su melena. Y sob re todo las dos
capitales: Tirsa la Hermosa, Jerusalén la Pacffica. Queda
en la lejanía, como alusión centelleante. T arsis con sus
piedras preciosas. .
También a él le toca algo: es ..un manojo de alheña
del huerto de Engadl- (1, 14) . '
Ella es mi paisaje, el paisaje es ella. T anto. que
algunos comentaristas han exp licado todo cIlibro como
canto a Palestina en figura de donce lla amada, cantado
por un ena morado del país. Me quedo con la otra in te r-
prcración. Aunque un auto r ponga a Jerusalén a la
cabeza de sus gozos (Sal 137, 4). aunque quiera con
pasi ón a su tierra. él canta a su amada: «una sola es mi
paloma, sin defccro- .
Pero sucede que en la síntesis o fusión de paisaje )'
belleza hum an a se revela una armonía de la creación que
el creador escribió cifrada. que revela a quien tiene ojos
para ver, oídos para oír.
R~ióle el marinero.
tal "'I'""tI le fue a dar.
Yo 00 di~ esta canción
sino 3 quien conmigo \'3.
Al que conoce el camino del varón por la doncella.

10. LOS LUGARES DEL AMOR


l Es el amor qu ien busca lugares propicios! la más
bien transfigura lugares acostumbrados! Hace de una
casa palacio, de una bodega alcoba, de una pradera
lecho. Los lugares del amor en este breve libro son
múlt iples y variados; componen un tab lero de ajedrez. de l

62
correspondencias y contrastes, para el juego al jaque-
mate del amor.
La casa y el campo. La casa es lo doméstico y res-
guardado, el campo es lo silvestre / agreste y aventurado.
de las En casa hay «frutas nuevas y secas», pero las frescas hay
e:. Del que traerlas de fuera. Hace falta ir al campo «a mirar si
í está el florecen ya las viñas, si las yemas se abren y si apuntan
a. Y esa los brotes del granado» (7,13). La casa es lo cerrado y
ada: así recogido, el campo es lo abierto y expuesto. Como el
albercas jardín y el campo. Ese jardín, que es a la vez jardín y
en ta . A huerto y parque, tiene una cerca de piedra y puerta con
: así sus cerrojos. Es precioso y codiciable. El campo no tiene
opel de tapias, tiene anchura sin límites; y no le faltan aromas.
figuras, En su anchura también puede ofrecer soledad. También
las dos está cerrada la ciudad con una muralla que protege sus
. Queda casas y sus calles. Gracias a la muralla sin brechas ni
con sus portillos, se discurre libremente, tranquilamente, por
calles y plazas. Pero, si necesita muralla, es que está
e alheña potencialmente amenazada; mientras que el campo no
tiene necesidad de murallas, puede estar ceñido de bos-
ques accesibles o de colinas, sus calles son caminos o a
to, que campo traviesa: «A nda, vamos al campo, amado mío»
ro como (7, 12).
cantado
ra inter- Bajo el manzano y bajo cedros, ¿dónde quiere cobi-
lén a la jarse el amor? El cedro vivo es alto y copudo, ancho de
iera con sombra, opulento de aroma, un aristócrata de los árbo-
la es mi les, cuya patria es la primera de las montañas. Cuando es
cortado y reducido a planchas, ennoblece los artesona-
dos de los palacios y robustece las puertas de las ciuda-
paisaje y des. Quizá una habitación chapeada de madera de cedro
ció n que
tenga aroma de bosques: a oscuras, dará la sensación de
íiene ojos
que nos encontramos en pleno bosque. Pero no; vamos
al bosque, directamente bajo cedros y cipreses vivos, y
del bosque haremos casa y palacio:
Cedros hacen de vigas de la casa,
cipreses son el techo que da sombra (1, 17).
El manzano, en cambio, es árbol frutal, domestica-
doncella. do; convive con el hombre en los huertos. Y así sugiere
la vida doméstica, la fecundidad de los hijos, la sucesión
de las generaciones:
Bajo un florido manzano
1 ¿O más yo te desperté del sueño,
de una donde concibió tu madre
pradera donde te formó enelseno (8, 5).
libro son
jed rez, de La viña y los apriscos son lugares de trabajo: guardias

63
r---

y pastores han de custodiar viñas y ganado, expuestos a


la intemperie y a los asaltos de animales salvajes. El
profeta Isaías cantó una vez los «trabajos de amor perdi-
dos» en figura de una viña y un viñador: «la entrecavó,
la descantó y plantó buenas cepas, construyó en medio
una atalaya y cavó un lagar. Y esperó que diese uvas ... »
(Is 5, 2); si la viña no se cuida, servirá de pasto y será
pisoteada (Is 5, 6). Un salmo ve así la viña mal guarda-
da:

80, 13 ¡Por qué has abierto brecha en su cerca


para que la vendimien los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y sea pasto de las alimañas!

17 La han talado y le han prendido fuego.

Los trabajos y peligros del pastor los han contado


]acob y David. «De día me consumía el calor y de noche
el frío, y no conciliaba el sueño» (Gn 31, 40). «Tu
servidor es pastor de las ovejas de mi padre, y si viene un
león o un oso y se lleva una oveja del rebaño, salgo tras
él, lo apaleo y se la quito de la boca; y si me ataca, lo
agarro por la melena y lo golpeo hasta matarlo» (l Sm
17, 34~35). Ella no quiere guardar viñas ajenas ni perder-
se por los apriscos de los pastores, que no son los lugares
de su amor. Pues el huerto, ¿no exige también trabajo?
Es que él es el viento y sólo trabaja en arrancarles aromas
a las plantas (4, 16).
Los lugares del amor pueden ser peligrosos. En la
calle pueden herir las burlas, en las plazas puede acechar
la violencia, la ciudad puede ser asaltada, en el jardín
entran a robar, de noche transitan los miedos. ¿Dónde"
estar al reparo? Quizá en la casa, con su alcoba y su
bodega. La bodega es húmeda y misteriosa, la alcoba es
recatada, «la casa de mi madre» (3, 4; 8,2) es también
maternal y acogedora. Pero a ella se llega siguiendo un
itinerario difícil.
Ella, bajando de la montaña, como atraída por la
fuerza de gravedad del amor; él, saltando por montes y
collados, sin hacer camino al saltar, ágil con la esperanza
del amor (4, 8 y 2, 8). Los dos, por el páramo o el
desierto (3, 6 y 8, 5).
Al final, el lugar de él está en ella, el de ella está en

64 - -
------------------- -- - ----~

esto a él: «Una bolsa de mirra entre mis pechos mi amado es


je . El para mí» (1, 13). «Reclinando mi cabeza sobre tu brazo
perd í- derecho, tu brazo izquierdo me ciñe en e! lazo más
ecavó, estrecho» (8, 3).
medio El camino de! varón por la doncella.
va ... »
y será
uarda- 11. INACCESIBLE Y CERCANA
En e! norte, remota para e! caminante israelita, se
levanta la mítica montaña de! Líbano. Sombría de bos-
ques de cedros, luminosa de nieves invernales. El Líbano
es remoto e inaccesible, codiciado por sus cedros forni-
dos, de madera resistente y olorosa, bendito por sus
aguas pur ísimas, que alime ntan manantiales copioso s.
Hasta Damasco, atravesando e! desierto, has ta e! Mar
Muerto, atravesando lagos, llegan sus aguas. Hasta Babi-
lonia, hasta Jerusalén llega su made ra. El Líbano escon-
ontado
de además «guaridas de leones, barrancos de panteras»:
noche
). «Tu así lo imaginan los poetas.
iene un Pues bien, en esa naturaleza arisca, de selvas y fieras,
19o tras reside la amada: lejana, inaccesible, deseada. Ha de
taca, lo bajar de esas alturas para hacerse doméstica por e! amor.
> (l Sm Como si viviera en la inconsciencia elemental de los
perder- animales salvajes; criatura de las montañas, silvestre,
lugares montaraz. El novio tiene que sacarla de allí y atraerla por
trabajo? las buenas. Por eso la requiebra y la invita:
aromas 4, 8 Ven desde el Líbano,
novia mía, aprisa,
desde el Líbano ven...
. En la 1 1 • J J 1
oe las guannas ce leones,
acechar
de los barrancos de panteras.
1 jardín
¿Dónde- Una paloma es la amada, una paloma torcaz: esqui-
ba y su va, huidiza, medrosa. Vive escondida «en los huecos de
!coba es las peñas, de barrancos y quebradas en las grietas» (2,
también 14). El novio la quiere paloma doméstica, de ojos tiernos
endo un y dócil a la caricia. Por eso la invita a que se deje ver y
escuchar.
a por la Llegará a hacerse accesible, hasta apoyar la cabeza en
antes y la mano izquierda de! amado y encerrarse en e! abrazo de
peranza la derecha (8, 3). Hasta se cambiarán en parte los
mo o e! papeles. Pues e! amado, aunque no se muestre esquivo ni
inaccesible, puede alejarse y volverse inencontrable. En-
tonces ella tiene que tomar la iniciativa, pidiendo que le
a está en informe «dónde pastoreas» (1, 7); le pide que vuelva

l-.- 65 -1
corriendo como un gamo (2, 17), sale a buscarlo de puede
noche (3, 1-4; 5, 6-7). cuenta
Porque ella era inaccesible y él tuvo que atraerla sin arca y d
violencia, porque él se alejaba y ella salió a buscarlo, por entusia
eso ha crecido y se ha afianzado el amor. Porque el amor 6,14).
es camino y conquista; «no se compra», sino que se gana mencio
como don y gracia. Y cuando ha sido conquistado y se orqueste
posee, se descubre un halo de misterio, de lejanía, que tar, los
nunca falta del todo en el amor humano. dos de
Ella se sustrae en el sueño, cercana y lejana. Y sin un solo.
embargo, por los corredores laberínticos del sueño asoma dos miré
él: «estaba yo durmiendo, mi corazón velaba» (5, 2). ella bail
son los
cantes d
12. DANZA orfebres
que alg
La danza exalta la gracia del movimiento. Muchos
movimientos naturales son graciosos, son bellos. El an-
dar del gato, el correr de la gacela, el deslizarse de una
serpiente. En tierra quizá se lleven la palma felinos y
cérvidos. En el aire, majestuoso es el vuelo del águila Ella
que se cierne o se descuelga verticalmente. Graciosos reposo a
suelen ser los movimientos de cachorros y otras crías, en las cade
sus juegos instintivos. Y así sucede con el hombre y la mo». O
mujer, especialmente cuando niños o adolescentes o amado.
jóvenes. cebado 1
Pero la danza exalta la belleza de esos movimientos to creati
naturales. Los despoja de su función utilitaria y los mismo ~
concentra en pura armonía o expresión. Estiliza los rit- cuerpo
mos naturales e impone otros nuevos. Caminar es movi- artesana
miento binario, que puede solemnizarse en una marcha Cantar
militar o agilizarse en un pasodoble. Pero puede el hom- cubrimie
bre someterse a un ritmo ternario, de minueto, de vals. caderas,
Esa infracción de la alternancia natural transporta el La de
movimiento a una esfera nueva. Caminar es movimien- hay danz
to lineal, hacia un término, aunque sea de ida y vuelta. para desr
La danza puede imponer el círculo, que torna siempre a obedecie
su comienzo, mordiéndose la cola; o bien crea circunvo- quizá in é
luciones y trenzados ingeniosos, caprichosos. danza. S
No basta contemplar a la amada mostrando su belle- danza p
za en reposo; tiene que revelar, al amado y a sus compa- danza no
ñeros, la gracia de sus movimientos al danzar: quien ae
¡Vueltas, más vueltas, girar, Sulamita, expresiór
vueltas, más vueltas, que todos te miran! (7, 1). panderos
volvía vi,
La danza puede ser singular, o en parejas, o coral; del Señal

66
arlo de puede ser participada o de exhibición. La historia nos
cuenta cómo danzaban los israelitas en la procesión del
erla sin arca y dice que David «danzaba ante el Señor con todo
rlo, por entusiasmo, vestido sólo con un roquete de lino » (2 Sm
el amor 6, 14). El Sal 87 termina con una danza coral, el Sal 149
se gana menciona la danza de espadas y el 150 una danza a toda
:ido y se orquesta, para concluir el salterio. En el texto del Can-
ía, que tar, los invitados forman dos coros o dos bloques ordena-
dos de espectadores: ella, en medio de ellos, se exhibe en
un solo: «¿Q ué queréis ver cuando baila la ni ña? ». To-
. y sin
dos miran, para todos ha de bailar; pero, mentalmente,
o asoma
ella baila para su amado. Y lo primero que ellos miran
5, 2).
son los pies, artífices inmediatos del movimiento, fabri-
cantes de una tela que tejen y destejen a cada instante,
orfebres de figuras que al ser vistas se desvanecen. Aun-
que algunas se graban en la fantasía:
Muchos Sólo lo hiciste un momento,
-. El an - mas quedaste como en piedra
e de una haciéndolo para siempre (Juan Ramón [iménez).
elinos y
1 águila Ella exhibe su habilidad y también bellezas que en
raciosos reposo aún no había descubierto el amado. La curva de
crías, en las caderas al moverse es como «joya de orfebre habilísi-
bre y la mo». O quizá lo contrario: la joya es como el cuerpo
entes o amado. Porque el artista ha apacentado los ojos y ha
cebado la fantasía de formas armoniosas, en un momen-
im ien tos to creativo plasma o traduce esas formas en sus joyas. El
lia y los mismo principio orgánico que genera la forma de un
los ri t- cuerpo hermoso, actúa en la fantasía y las manos del
es movi- artesano que crea su obra de arte. La comparación del
marcha Cantar no es recurso retórico extrínseco, es el des-
el hom - cubrimiento de un sistema de correspondencias: «tus
de vals. caderas, como joyas de orfebre ».
porta el La danza es expresión: revela libertad y gozo. Si bien
vimien - hay danzas graves, como la pavana, también hay danzas
. vuelta. para desmentir la ley de la gravedad. El cuerpo se libera
iempre a obedeciendo a impulsos que brotan del interior, aunque
ircunvo- quizá inducidos por la música, que es compañera de la
danza. Se libera de la sujeción al trabajo, porque se
danza por el gusto de danzar, como en un juego. La
danza no es productiva; o, si queremos, produce gozo en
quien actúa y en quien contempla. La danza, como
expresión de gozo, es parte de la fiesta. Danzando con
panderos salió la hija de [eft é a recibir a su padre, que
volvía victorioso de la guerra (Jue 11, 34). En la fiesta
o coral; del Señor que se celebra anualmente en Siló, «salen las

- 67 - - -
muchachas a bailar en corro.. (jue l l, l l); para celebrar 13
el cumpleaños de Heredes, baila ante los comensales
Salomé. Las tres son danzas de desenlace fatal. No así en
el Ca nta r. el>
en
En la fiesta, la danza ha de revelar otras armonías cw
más recónditas, arcanas. i Por qué el amado ve trigo y an
vino en el vient re y el ombligo de la amada que danza ? aI
Ve el vientre como montón de trigo, el ombligo como pu
copa de vino o licor. Ames de ser pan que nos alimenta, Be
el trigo limpio en un mont ón dora la luz que recibe y la fa.
irisa en millones de granulaciones; a cierta distancia
exhibe una curva dulce y regular. Pero es trigo, fecundi-
dad de la tierra madre y nurricia para alimento de sus mi
hijos. Ese vientre de la amada, que ahora se mueve m.
luminosamente , esconde ya una fuerza generatr iz, se q
llenará un día de frutos áureos, más preciosos que el
trigo...C ercado de lirios..: omado y custodiado por la
pura belleza de flores que rinden ho menaje al trigo antes
de marchitarse ; flores que han crecido quizá en trigales,
o en campos no cultiv ados, como homenaje de lo silves-
tre a lo agrario. Ce nt rando el vientre, el ombligo: en
medio del grano, una copa de vino, para relucir, para
embriagarse. También el vino es festivo: ..se sentaron a
comer y a beber y se levant aron a danzar. (Ex 3l , 6) . El
vino está presente por todo el Cantar, porq ue es compa-
ñero del amor:
ver ese cáliz rotundo: tu ombligo
colmado Vrebosando VinO;
ver ese vientre, amontonado trigo a
cercado en un cerro de lirios (7, J). d

Q uizá queden otras armonías que se revelan o se s.


el

VI
vislumbran en la danza. Armonías cósmicas de la' luna y
los astros girando en el cielo, armonía de los elementos
sobre la tierra. Nada dice de ellas el Cantar. En vez de ro
ello, la contemplación ha conducido la mirada hasta la qt
cabeza de la amada y hasta la cabellera. Si llevaba el pelo
suelto , los cabellos, con su reparto asimétrico y su peso
desigual, al danzar van formando figu ras concordes o
contrarias al ritmo general. Se retrasan o se adelantan ,
cuelgan y se descuelgan, brincan , se separan y se mez-
clan . YeI ..rey », el amado que la contempla, se siente
acariciado por esos cabellos, envuelto , enlazado , ..cauti-
vo en sus lazos- (7, 6).
El camino del varón por la doncella.

68
jlebrar 13. FASCINACION y TEMOR
insales
I así en La be lleza puede deslumb rar co n su fulgor, puede
encantar con su magia. La leyen da de C irce , que aparece
en la Odisea y reaparece en formas varias en el folclore ,
nenias cuenta de la maga que transformaba a sus hu ésped es en
trigo y animales. Si la belleza puede ama nsar a ho mbres feroces,
ama? a Mane dios de la guerra, al fornido Sansón, la belleza
) como puede tu rbar la razón del hombre enamorado, como
menta, Bersabé a David , co mo Judit a Holofem cs. La belleza es
'he y la fascinadora y formidable.
rancia
...cundí- ¡Cómo se pueden juntar y convivi r esos dos sentí -
de sus mienros! Fascinación que atrae y sujeta, miedo que
mueve inci ta a hu ir. En térm inos semejan tes, ella le pide a él
¡t riz, se que venga y que hu ya:
que el 2. 17 Cuanch refresque el día
1 por la y echen a correr las sombras.
~ antes amado mío, vuelve
triga les, saltando por las lemas,
silves- igual que una gacela o un cervato,
ligo: en por los montes de aromas.
:U, para 8. 14 Huye. amado mío,
· taron a huye como un gamo,
2.6). El como un cervatillo;
compa-
huye por las lomas
de aromas más finos.
Deseo de ver: - dé jamc ver tu figura - (2 , 14), y miedo
a ser mirado: «no me mires así, que me turbas- (6, 5);
deseo de poseer y hastío insatisfecho , encanto y des-
encanto. Llegar suplicando : -á brerne, pal om a », y huir
[an o se sin razón: . y cuando salí a abrir a mi amado, mi amado
la luna y ya se había escapado » (5, 2.6).
íementos El amor como una fuerza de gravedad que . al atraer
in vez de mutuamente. impon e una distancia precisa. El amant e
1 hasta la q uiere fundi rse con el o t ro y teme perder su identidad.
ba el pelo Qu iere y tal vez quisiera no q uerer. Q uiere su libertad
· su peso para entregarla y entregarse. teme perde r su libertad y
ordes o perderse:
Belantan. Pues ya, si en el ejido
· se mez· de hoy más no fue" vista ni hallada,
se siente sabed que me he perdido;
, - caut i- que, andando enamorada,
me hice perdidiza. y fui ganada.
(San Juan de la Cruz),

69
En la historia del reinado de David se cuenta cómo esplendi
Amnón se enamoró perdidamente de su hermanastra puede G
Tamar, hasta enfermar de deseo. Con una estratagema prende
innoble, «la forzó violentamente y se acostó con ella. doncel 1.
Después sintió un terrible aborrecimiento hacia ella, un
aborrecimiento mayor que el amor que le había tenido» 14. G
(2 Sm 13,14,15). ¿Había sido verdadero amor lo que tan
súbito se volvió aborrecimiento? Quizá fuera puro deseo Bata
sexual. Como si el deseo hubiera colocado al joven sobre sexos,
una arista aguda, casi filo de navaja: en un punto ha cepto a
pasado de amor exaltado a aborrecimiento incontenible. las perse
Son dos momentos sucesivos, no tensión de fuerzas si, de amo]
multáneas. Aunque quizá en el primer momento ya guas y a
estuviera presente, agazapada o enmascarada, la fuerza cias y re
destructora. Pues no pasa de amor a indiferencia, sino de do la gu
amor a antiamor. En
No es eso lo que sugiere el Cantar. Aunque quizá, en valor y ~
el miedo inducido por el amor, actúa de modo oscuro el leones »
miedo a perder ese amor y así perder al otro y a sí. O de cien"
porque el amante, más que poseer amor, se siente poseí, cobardíi
do por el amor, como por una fuerza más poderosa que nueva
él. y teme ser avasallado y quedar indefenso, a merced nan el
de un poder que, sin aviso y sin pedir permiso, ha resisten
irrumpido violentamente en su vida. cución.
El el
Como si una corriente de energía cósmica atravesara escuadr
nuestros itinerarios y arrebatara confundidas dos partícu- erige b
las inermes: ella y él. ¿Entregarse o resistir? Pero ¿es sabe qu
posible resistir? ¿No se multiplicará la fuerza por la resis- fiar; lo
tencia? Resistir, ¿y perder la fascinación, el impulso y la perse
dirección de toda una vida? Lo busc
Al amor no resistamos, huido: e-
nadie cierre a su llamar, (3, 2 y :
que no le ha de aprovechar. Ella
belleza.
al enem
Es que en el amor se juega la vida. De dos. Por eso el
trenzas (i
amor está en el filo de la vida y la muerte: «el amor y la
muerte son tan fuertes» (8, 6). Fascinación y temor se La
mezclan para hacer más misterioso el amor, más atracti- propuest
vo y más temible, en alternancia creciente. de alian
reyes de
Eres bella y armoniosa como las ciudades más bellas, yo, tu e
Tirsa y Jerusalén. Pero tu belleza es terrible y formidable uno » (l
como una constelación, que impone su influencia noc- de paz
turna. Sol incandescente que puede abrasar y cegar, luna mío»? Y

70
cómo esplendente que puede perturbar, anillo de astros que
puede capturar. Y qué dicha dejarse capturar para ern-
nastra
prender un viaje celeste. El camino del varón por la
agema
doncella.
1 ella.
.la, un
mido» 14. GUERRA Y PAZ
ue tan
deseo Batallas de amor, dijeron los poetas. Guerra de los
1 sobre sexos, dicen los antropólogos. Pero sexos suena a con-
rto ha cepto abstracto, mientras que el amor es concreto entre
.n ible. las personas. Y con todo, dicen bien los poetas: batallas
rzas si- de amor. Con sus escaramuzas y estratagemas, sus tre-
.ito ya guas y armisticios, sus avances y retiradas, sus resisten-
fuerza cias y rendiciones. Se ha encendido el amor, ha estalla-
.ino de do la guerra.
En la guerra de Israel se ponderan dos cualidades:
izá, en valor y agilidad: «más ágiles que águilas, más bravos que
curo el leones» (2 Sm 1,23); «Dios me ciñe de valor, me da pies
1 sí. O
de ciervo» (Sal 18, 33s). La huida no es siempre signo de
. poseí- cobardía, puede ser recurso para salvar la vida, hasta la
isa que nueva batalla. También en las guerras de amor se alter-
nerced nan el ataque y la huida. Al ataque se responde con
so, ha resistencia o con contrataque, la huida provoca la perse-
cución. Los amantes del Cantar juegan a la guerra.
El enarbola su estandarte (2, 4) y ella es como un
avesara escuadrón (6, 4.10). Ella levanta murallas almenadas,
iart ícu- erige baluartes, refuerza los portones (8, 9~1O). Pero él
ero ¿es sabe que la resistencia es un modo de provocar o desa-
la resis- fiar; lo mismo que la huida puede fingirse para provocar
pulso y la persecución: «abro, y mi amado se ha marchado ya.
Lo busco y no lo encuentro» (5, 6). Es él quien está
huido: en los apriscos de los pastores (1,8), por la ciudad
(3, 2 y 5, 7). ¿Acabará el poema en huida?
Ella está armada para esta guerra con las armas de su
belleza. Tiene ojos que al mirar turban y desconciertan
al enemigo (6, 5), tiene prisiones con cadenas hechas de
Ir eso el trenzas de cabellos (7, 6).
nor y la
ernor se La guerra ha de concluir en la paz. La ciudad hace
propuestas de paz y se rinde (8, 10). En tratados de paz o
atracti-
de alianza de [osafat, rey de [udá, con Ajab y con [orán,
reyes de Israel, se pronuncia la siguiente fórmula: «Tú y
5 bellas, yo, tu ejército y el mío, tu caballería y la mía, somos
midable uno» (l Re 22, 4 = 2 Re 3, 7). Pues ¿qué mejor tratado
.ia noc- de paz que decir: «Yo soy de mi amado y mi amado es
ar, luna mío »? Y si el tratado se sella con un beso o un abrazo, él

71
toma la cabeza de ella con la izquierda y con la derecha dorm
la abraza (2, 6 y 8, 3). zand
carru
Firmada la paz, brotan otras guerras desde fuera. La
rivalidad de las que se enamoran de él (1, 3), de tantas
que quisieran ser reinas o concubinas de este rey Salo-
món (6, 8) . El tiene que reiterar su amor exclusivo:
«Una sola es mi paloma, sin defecto » (6, 9). También
ella puede ser deseada: por los pastores en los apriscos,
por los guardias que rondan la ciudad (1, 7 y 5, 7).
Quizá sean más peligrosas para la paz otras agresiones 15.
menudas y fatales. Incomprensiones, desvíos, pequeños
enfados, suspicacias, venganzas pequeñas, insatisfaccio-
nes, hastíos... Todo eso, mezquino como los raposos,
que no llegan a bestias feroces y, con todo, pueden
mordisqueando destrozar los frutos nacientes y esperados
del amor (2, 15). Hay que atrapar y expulsar esos «rapo-
sos mezquinos ».
El amor tiene que defenderse de esos enemigos. Pe-
ro, sobre todo, tiene que defenderse del agotamiento
interno, de un apagarse paulatino o violento. El amor es
un fuego, y el fuego puede extinguirse o ser apagado en
la lucha de elementos: agua contra fuego. La pareja del
Cantar desafía tal peligro:
Ni los mares podrían con sus aguas
apagar de! amor e! incendio
ni los ríos podrían extinguirlo (8, 7).
¿Podrá apagarlo el agua del pozo, del Líbano? -No,
porque es agua de amor y fecundidad.
A pesar de todo, el Cantar termina con una huida:
«h uye , amado mío» (8, 14). ¿Por qué esta invitación de
la amada? ¿Es que se despierta de un sueño y quiere
ahuyentar sus imágenes ilusorias? «N o la despertéis, has-
ta que ella quiera». Pero si incluso en el sueño ella tes ,
velaba: «estaba yo durmiendo, mi corazón velaba» (5, nú a
2). ¿Será que siente el susto de la entrega, de sucumbir a ell a
un poder «más fuerte que la muerte »? Pero si se ha cend
entregado totalmente: «mi amado es mío y yo soy suya ». vien
A lo mejor es que el amor duradero no debe tener último 7, 1
capítulo, punto final ; sino que , al cerrarse el libro, debe do ,
quedar abierto para recomenzar, en una historia infinita. cho
El amado tiene que huir como un gamo para poder II
volver «saltando y brincando por montes y vegas, igual un a
que un cervato, como una gacela » (2, 8~9) . Es como si el advi
auto r nos dijera: cuando termines de leer mi libro, déjalo con

72
jrec ha dorm ir un poco y vuelve a leerlo. Porque sólo recom en -
zando de nuevo, el amor J ura y crece. [Qué extrañe el
ca mino del varón por la doncella!
ra.La
ramas H U~'e , amado mío,
Salo- huve como un gamo,
USI \'O: como un cervatillo;
bíén huye por las lomas
fi SCOS, de aromas más finos... (8, 14).

iones 15. CUERPO Y ESPIRITU


'[ueños
faceto- El amor del Ca nta r no es amo r platón ico. de dos
rosos, espíritus puros o q ue se purifican desprendiéndose del
ueden cuerpo. T ampoco es pura ape te ncia ca rnal. El amor del
)erados Canear tiene un intenso reali smo corpóreo, porque en el
rapo- cuerpo se revel a el espíritu. El G énesis habl aba de for -
mar una sola ca rne . Ahora bien, en la unión de la ca rne
os. Pe- se debe realizar la unión de los espíritus. Las dos cosas
miento está n claras en el Cantar.
amor es Quizá una primera lectura depare la sorpresa de su
jade en realismo corpóreo. Los hebreo s rehu ían la represen ta-
reja del ción plástica , pintura o escultura, del cuerpo hum ano.
aun vest ido. Mien tras que los griegos logran sing ular
maestría en la rep resentación del desn udo h umano. La
poesía griega no suele describir el desn udo (no suele
describir seres inm óviles). En ca mbio, la po esía bíblica
se co mplace en la co n te mplación y descripci ón del cuc r-
-No, po casi des n udo. de ella y de él.
Es un a descri pción gozosa y sin malicia. Como de un
1 huida: tiem po paradisíaco, anterior al pecado; cuando Adán y
ión de Eva «estaban desn udos y no se avergonzaban .. (G n 2,
quiere 25) . El amor qu iere rec o brar un a inocencia prim igeni a.
ñs, has- En 4, 1· 5, la mirada va bajando: ojos, melena , dien-
.ño ella tes. labios, me jilla. cuello. pecho; ahí se detiene . lnsi-
Iba- (;, núa des pués -el monte de la mirra- (4, 6) . En 5. 10·16,
mbira ella describe al amado. también en movimiento des-
i se ha ce nde nte: cabeza, melena , ojos, mejill as, labios. brazos,
. suya- o vien tre. piernas; y añade una impresión de co njun to . En
f último 7. 1 ~ 6 , los espectadores desc riben a la bai larina, subien-
ro, debe do. desde los pies. a las caderas. ombl igo. vientre , pe-
Infinita. chos, cuello , ojos. na riz, melena.
rode. La co ntemplación es un momento del amor. ) 10
s. igual una contención tranquila la permite desenvolverse. Si
mo si el adviene la turbación violenta. no hay ca lma para la
. déjalo co n te mp lac ión. Las desc ripciones del casi desnudo del

73 - ----
Cantar
miento
entusias
mi cam
cubrimi
a los se
El r
bien un
puede
Cabrera!
Cristo,
Cantar,
Si

mí ».
El
dos ese
quín.
ocupad
escenar
nombre
sabemo
cántico
de dos

16. M
¿Po
esperan
fuera e
nuevo
suprem
de él se
Aperí mi, soror mea, quia caput meum plenum est rore (5, 2). La
Pessulum hostii mei aperiam dilecto meo. Exspoliavi me tunica (5, esposa:
6.3). único,
de sepa
Abreme, hermana mía, porque está llena de rocío mi cabeza. Alcé más se
la aldaba de mi puerta para abrir a mi amado. Me despojé de mi nes han
túnica. querer
Abrahá
sus pos

- 74
Ca nta r quieren fijar ese mom en to mágico del dcscubn -
miento sorprendido. Ad án se cont entaba con una frase
entusiasta: ..Esta sí que es hu eso de mis huesos y carne de
mi ca m c- . Los aman tes de l Cantar artic ulan su des-
cubrimiento. y para ello piden prestadas formas y perfiles
a los seres más bellos que conocen.
El resultado no es una descripc ión realista, sino más
bien un a transfiguraci ón poé tica de los cuerpos. Por eso
puede un gran predicador del siglo XVI. Alonso de
C abrera, O. P., en su sermón de la resurrección de
C risto. poner en boca de los ángeles algunos versos de l
Canear. en honor del cuerpo glorificado de l Señor.
Si bien el cuerpo reclam a tanto espacio, si bien la
expresión directa de sent imientos sea limitada, lo decisi-
vo en este libro es el espíritu. que afirma su realidad en
los pronombres person ales: él y ella . tú y yo; y los
posesivos de pertenencia mutua: suya, mío. Y la frase
decisiva: «Yo soy para mi amado y mi amado es para
mí •.
El Cantar apenas tiene anécdo ta. Los apuntes de las
dos escenas nocturnas. la llegada de Sa lomón en palan-
quín . Apenas tiene psicología an alizada. En cambio está
ocu pado por dos personas, que aca paran casi tod o el
escenario. dejando franjas para las comparsas. No tienen
nombre, son é l y ella. Si los llaman Salomón y Sularnlra,
sabemos que es ficción poét ica. Lo personal domina este
cá nt ico tan corpóreo. El amor es la relació n unificadora
de Jos personas.

16. MADRE
¡ Por qué el Cantar de los canrares no habla de la
esperanza de hijos! Corno si gustar el fruto del amor
fuera el acto fina l y no más bien el comienzo de un
nuevo proceso de vida. ¿Es el acto de amor la última, la
suprema fusión de dos cuerpos y dos almas! ¡O más allá
de él se hacen dos una carne en el hijo de ambos!
5. 1). La esJXlS3 dice al marido: tu hijo; el marido dice a la
pUca (5. esposa: tu hijo. Y nunca ese dob le posesivo ha sido tan
único, tan común. Poseer es entre los hombres comienzo
de separac ión y de división : mío. cuyo. Se excluyen , a lo
más se co mplementa n. Cuántas laceracion es y desgarro-
nes han brotado de esos posesivos gramatica les. que sin
quere r expresan el ansia feroz del hombre de poseer.
Abrahán tiene que separarse de su sobrino Lot, porque
sus posesiones no cabe n en el territorio (Gn 13).

75
Pues bien , si el amo r es don: ..mi ama do es mío y yo
soy suya.., si todo lo van a te ne r en comú n y a co mpa rtir-
lo, n ada más co mpa rtido q ue el h ijo de am bos. Q uizá
co mpa rt ir no sea la pa labra más exacta. Porque co rn- Ella
part ir incluye part ir; y ese part ir nos trae ominosa mente h ija (au
a la mem oria el relat o de las dos mujer es ple iteando an te es el fru
Sa lomón sobre la propiedad y poses ión de un hij o : «Esta el ma ~
dice: mi hij o es éste, el qu e está vivo ; el t uyo es e l árbol, e
m uer to . Y esta ot ra dice: no , tu hij o es el muerto , el mío co nfiere
es el que está vivo .. (l Re 3,23 ). No se parte el hijo que testimo
es por igual de los dos pad res; que no só lo ha sido una cad
co nvergencia fin al de dos en el amor , sino qu e los vuel ve concibi
a estrec ha r con su simple presencia. dos j óve
sob re (
Porque el hij o entre los dos no los sepa ra, antes de otra e
prolonga la uni ón y la unidad . Como si, al prolongarse la el miste
uni ón , fuera más larga y anc ha la superficie de con tac to, diverso,
de ad hesión. Más all á de la hora de amor, el hij o es entre
ambos unidad co ns ta nte y pe rpe tua: "tu hij o... tu hijo ... .. Yo
El tu yo y el mío es much as veces entre los hombres
resul tad o de dar, adq uirir, co mpra r, ceder. ¡Cómo h abla
la Bíblíat Raquel dice a j acob: «o me das hij os o me
muero .., y [acob le respo nd e: «¡soy yo Dios para negart e varón
los h ijos del vientre? .. (Gn 30, 1-2). El n arrador puede cía fecu
deci r q ue la esposa d io un hijo a l marid o . Más de un a vez florid o d
se dirá que el hi jo es do n de Dios (así G n 30, 6; 1 Re 3,
6; 5. ZI ; 1 C r Z5. 5; Is 9. 5. ere. ). Ese es el don que
ambos pueden darse recíprocamente sin precedencia s ni 17. ¡M
di visiones. El nov io hace un regalo a la novi a e l dí a de la
boda, en un an iversario; ella hace un regalo al esposo. El Al
don o será un ilateral o doble. No así cua ndo se trata del [a : ¿no
hij o : cada uno se lo da al o tro en tero y por igual. Y Dios son in vi
entra por medio. Porque , si el amor es don, tamb ién lo cue n tra
es la consecue nc ia , el hij o . para íso
y sin embargo, a primera vista o lectura, el Can ta r pareja p
no habl a de ello. C reo qu e hay qu e en treoí rlo en form a q ue no
de sutiles alusiones. En el mundo animal est án los reba- dos r ara
ños numerosos y fecundos: las o vejas ..sin ausencias.., sin afecto e
que les falt e la cría co rrespo ndiente (en hebreo sakula = Que
privad a de hij os) . Más importante es la presencia repetí- cós mica
da, en segundo plan o. de la madre de el la y la madre de en la co
él. El día de la boda •• 10 coronó su madre. O. 11). Ella luminos
quiere llevarlo a él a la ..alcoba materna .. O , 4; 8, 2) ; El a
ella es ..única para su madre .. (6, 9). So bre todo al fin al allá. La,
del libro: compa ra
Bajo un florido manzano tensión
yo te desperté del sueño, do , la \

76
l Y yo dJnJc concibió tu madre,
partir - donde: te formó en el seno (8, 5).
Qui:á
com- Ella CS, por canto, hija de su madre. única en cuanto
mente hija {aunque tenga hermanos, cada hija es única) . Ella
lo ante es el fruto de un amor, del misterio que se consumó bajo
«Esta el manzano . El escenario vegetal, la presencia florida del
es el árbol, el recuerdo del concebir y llevar en el seno,
I mío confie ren al árbo l un aura casi sacerdotal. La amada es
o que testimonio presente de un amor rasa do, es eslabón de
sido una cadena que se prolongará . Porque el amor que la
'uelve co ncibió es el mismo que ahora enciende y funde a los
dos jóvenes. Si el amor "es fuerte como la muerte .., es
sobre todo fuerte para la vida. Un día. ella será la madre
antes de otra ella, de otro él, junte a otras madres, y se repet irá
arse la el misterio siempre múltiple y único, siempre igual y
tacto, diverso, el misterio del amor fecundo.
entre
hijo ... «Yo la desperté del sueño ... C uántas cosas due rmen ,
porque todav ía no se han despertado por primera vez. El
mbrcs cruzarse del amor es un despert ar súbito de tantas cosas
habla dormidas que esperaba n el beso mágico. la mirada en-
o me cendida, la flecha ardiente, la llama cordia l: el paso del
negarte varón por la donce lla. Ta mbién está dormida una pote n-
r ruede cia fecunda que debe ser despertada, bajo el manzano
una vez
rlondo del amor .
Re 3,
n que
Setas ni 17. ¡MAS ALLA DEL AMOR?
lía de la
so. El A l sentir la magia de esta poesía, se ofrece la pregun-
ata de l ta: ¿no será el amor como un espacio encantado al que
y Dios son invitados dos j óvenes a la vez? De repente se en-
i én lo cuentran de ntro, casi sin saber cómo entraron. Sería un
paraíso custodiado , donde los dos jóvenes rehacen la
pareja primordial. Paraíso de deleites y trabajos, en el
que no faltan las amenazas; de l que pueden ser expulsa-
dos para siempre. ¿Se rá el amor ese espacio y no un
s.., sin afecto entre dos seres humanos?
kula = Quizá sea el amor - ya lo he dicho-- una fuerza
repetí- cósmica que arrebata a dos jóvenes indefensos. Al entrar
dre de en la co rriente de ene rgía, se tran sfiguran, se vuelven
ni . Ella luminosos. se revelan mut uamen te y no saben separarse.
,- .
,. 8 1) . El amor de este libro se revela a veces como un más
al final allá. Las comparaciones estelares en el reino de la luz, las
comparaciones ab ismales en la zona de las tinieb las y la
tensión no resuelta de los dos extremos. En menor gra-
do, la visión de una montaña boscosa y nevada, de

- 77-
de un re",
árbo les q ue no plantó el hom bre. de aguas que derrama En este
el cielo. Y también la acumulación de rrochadora de
imágen es. armo n ías. o lores)" sabo res. Todo ello co nfiere 61.
al amor del Cantar al menos un ha lo de trascendencia.
de más allá. Por el amor . en el amor, el ho mbre se
trasciende. ¿No será el amor imagen. vislumbre. de otra
realidad más altar No di
Pero [ puede habe r algo más alto que e l amor? SIOO que
marido e
del amor
18. MAS ALLA DEL AM OR exceso el
Dios; pa
S i Dios es amor . como define Juan, ¿puede haber rea lidad
algo, alguien . más allá del amor] Pues bien. Dios pide amor h u
prestados al amor human o sus símbolos para revelar su novi os. I
amor. Sobre todo en la di mensión dramática . real. El ca
El esquema recu rrente en el Antiguo T estarnen ro [ Por q
consiste en presentar a la co munidad , de ord ina rio re- con yugal r
presentada por la capi tal , como esposa y a Dios co mo facetas de
esposo . En superficie , es un a personificación poé tica: la semejanza
ciudad bella es un a muchacha, la ci udad fecun da y miste rio: •
acogedo ra es un a madre . El Señor la to ma por esposa
Dios
exigié ndo le amor y fideli dad. Desde Oseas ha sta Baru c,
riana nos
pasand o por lsa fas. Jerem ías y Ezequ iel, se propo ne el
es don ror
esquem a fundar ncnml. En muchos casos. el desarro llo es
dad. No I
una histor ia de amor , infidelidad y reconciliación.
hu mano. q
Oseas nos habla de un amor a pesar suyo; de un
esposo enamorado y engañado , que quisiera dejar de
amar para no sufrir. y no lo cons igue; y vuelve a co n ejar 19. AM
a la infiel para recobrarla en fidel idad. Isaías habla de
[Por q
un a ciudad un tie mpo fiel. después adú ltera. más [arde sacrificio
purificada do lorosamen te , finalmente y de nue vo fiel: vida por e
..te llamarás Villafiel.. (Is 1, 21· 26 ). Is 5. 1~7 usa la viña algún poe
para un ca nco de amo r en clave: el viñado r ha hecho estric to y
tanto por ella. y ella ha respondido co n uvas agraces. en el Can
Jeremías inserta el tem a de un amor ca mal. casi anima- tos dolor
lesco , en una am plia liturgia o req uisitor ia pen itencial ralmenre -
(Jr 2·3). Ezequiel cuenca una larga historia de amor y tra tos que
desamor . de infide lidad y co nversi ón {Ez 16 ). El profeta sueño de la
del dcsrícrro q ue incorpora su ca n to al libro de Isaías comparan
canta la infidel idad. el rechazo temporal. el amor dura- alusión sut
dero. la reconciliació n generosa (Is 49 y 54). O tros resco del a
autores cantan la fecundidad de la madre en una emoti- vistas al sa
va esce na fami liar {ls 66. 7~ 14) . rrado de a
cubrirlo.
Lugar apa rre merece Is 62. porque habla de la boda

78
de un rey victorioso con la ciudad bella y abandonada.
errarna En este poema se Icen unos versos atre vidos:
ra de
nfiere 62. 5 Como un hombrt se casa con su l"IO\·i3.
.e ncia. así te desposa el que te construyó;
.bre 5C el gozo del marido con su esposa,
e otra lo encontrará tu Dios contigo.
No dice q ue el hombre en cuentra su gozo en Dios.
sino que Dios en cuentra su gozo en el hombre: co mo el
marido con la esposa. El autor de estos versos necesita
de l amor hum an o para hablar del amor divino. Qué
exceso el del amor con yugal. envia do para revelar a
Dios; para mostrar con su evidencia sobrecogedora la
• h abe r realidad misteriosa de Dios-Amor. Hay algo más allá del
pide amor humano: el amor divino. A eso están llamados los
d ar su novios. los esposos: a demostrar que el amor de Dios es
real. El camino del varón por la donce lla.
amento ¿Por qué semejante destin o ? [Po r qué puede el amor
rio re- conyugal reflejar. revelar a Dios? Porque es reflejo en mil
como facetas de un centre luminoso. porque es imagen y
rica: la semejanc..1. de Dios, porque es huella fulgent e de un
J mda y misterio: ..el camino de Dios por la humanidad ...
r esposa Dios es único. pero no está solo. La revelación cris-
I BaTUC.
tian a nos habla de una compañía de tres. en la que todo
f<mecl es don total , hasta el punto de que form an una divini-
rrollo es dad . No lo entendemos racionalmente. Quizá el amor
n. hum ano. que de dos hace uno , nos ayude a vislumbrarl o.
1; de un
dejar de
co rtejar 19. AMOR Y SACRlFlC IO
ab la de ¿Por qué el Cantar de los cantares no hab la del
ás tarde sacrificio por amor? Si no hay amor mayor que dar la
vo fiel : vida por el amado, podíam os esperar en textos de amor
la viña algún poema o alguna referencia al tema . En sentido
hec ho estricto y de modo exp lícito no en cuentro lo que busco
agraces. en el Cantar. T engo que rastrearlo en algunos momeo-
1 anima- tos do lorosos. especialmente en la busca ansiosa, rem po-
itencial ralmenre frustrada , de la amada; también en los malos
e amor y tratos que ha de sufrir. Q uizá cuando el amado respeta el
:1 profeta sueño de la amada, hasta que e lla quiera . C uando los dos
de lsaías comparan el amor a la muerte, ¿no esconderán una
or dura - alusión sutil al sacrificio? Pien so en la cercanía y paren-
). O tros tesco del amor con la muerte como ventana abierta con
a ernori - vistas al sacrificio. Si fuera así. el texto sería un co nc e n-
trado de ambigüedad y tocar ía al lector perspicaz des-
cubrirlo.
e la boda

79
En
to, Die
vacar '
Según
sacrific
celebra
y el de
215). E
bra pOI
parte n
amaros
nuevo:

El
tema d
conyug
Iglesia.
carta a
J

Quam pulchri sunt gressus tui in calceamentis, filia principis (7,


2) 3
Vadam ad monten myrrhae, ad collem thuris (4, 6) J
Con qué gracia andan tus pies en el calzado, hija de un príncipe.
Subiré al monte de la mirra, al collado del incienso. J

L_
Era

- - - - - - - - - 80
En los tex tos q ue h e referido del Antiguo T esrarncn-
too Dios se presenta sacrificando sus derechos para pro-
vocar y co ncl uir la reconcili ación de la esposa in fiel.
Según Os 2. Dios es casi un pordiosero de amor, y
sacrifica su dignidad ofend ida y no cede n i para hasta
cele brar nuevos espo nsales, garantizados ..con la justicia
y el derecho, el afecto y el cariño, la fidelidad .. (Os 2,
2Is) . En muchos asuntos humanos, la situación se quie-
bra por la parte más déb il; en el reino del amor . cede la
part e más fuerte. Por ser Dios inocente en sus relaciones
amorosas con la comunid ad. puede perdonar y recibi r de
nuevo :

ls 54, 8 En un arrebato de cólera


re escondí un instante mi rostro,
pero con misericordia eterna re quiero
-dice el Señor, tu redentor-o
[r 31. 3 Con amor cremo te amé,
eso proIon¡:ui mi lealtad.
¡<JI

El Nu evo Testamento in trod uce expresamente el


tema del sacrificio por amor y da rem ate a la simbología
conyugal. La nuev a pareja son Jesús el Mesías y la
Iglesia. Podernos co menzar por el texto clásico de la
carta a los Efesios :
;, 13 El hombre es cabea de la mujer como el Mesías lo es de
la Iglesia. El es el salvador del cuerpo....
15 Hombres. amad a vuestras mujeres como el Mesías amó a
La Iglesia y se emregó r« ella;
16 para consagrarla ¡ ponticarla con el bailo del 'gua ¡ la
palabra;
1i parapresentarse un, lglesia gloriosa. sin mancha ni 'ITU·
ga. antes para que sea santae inmaculada.
28 Así deben los hombres amar a sus mujeres, corno a su
prorio cuerpo.
19 NaJie <Alía a MI carne, antes la alimenta y acaricia, como
el Mesías a su Iglesia.
Os (7 ,
30 Pues somos miembros de su cuerpo.
JI Por eso abandona un hombre a su padre yasu madre, se
principe. rega a su mujer V los dos forman una sola carne.
32 El misterio de esas palabras es profundo, Vyo lo refiero al
Mt'Sias y a su Iglesia.
Era cosrurnbre en aquellos tiempos que alguien con-

l 81 - - J
d ujese a la novia de la casa paterna a la casa del novi o: lo 1-5; 5, I
llamaba n el nínfagogo . En Gn Z, Dios mismo cump le el CIO; es
oficio. co nduciendo a Eva a la presencia de Adán . En el amor
texto de Pabl o , el Mesías se la presenta a sí. Como pide amor m
la ocasión, la quiere bella y respland eciente. bañada y lo; quizá
transformada. El Mesías se la ha ganado con su sacrifi- 2); él
cio: "se ent regó por ella- . Después le suministrará ali- Padre (J
mento, calor , la ca ricia ca riño sa del amor. El amor
conyugal humano. en su versión primigen ia. se hace Juan
símbolo del misterio del amor de C risto a su Iglesia. Mesías.
alegre.
Pab lo se ofrece al oficio de n infagogo, respect o a una lleva a 1
Iglesia local, y carga con los celos de Dios: Jesús es
2 Cor 11,2 Tengo cela¡ de \l050n05, la¡ celos de Dios, pues
quise desposares con un solo marido. presentán-
doos al Mesías como una virgen intacta, y me
temo que. igual que la serpientesedujo a Eva con
su astucia, se pervierta vuestro modo de pensar y conyuga
abandone la entrega yfidelidad al Mesías. amor•.
cialmen r
gí ble el
Además de estos textos fundamentales, hay en el de la un
Nuevo Testamento otros más alusivos, y algunos que revela I
opera n con el recurso literario de conta r o describir una También
escena con las palabras o con el esquema de textos poét ica
precedentes, conocidos de los lectores. Es lo que hace
Juan en dos momentos decisivos y ligados. Por
clave o
La primera escena es la unción en Berania, contada melodía
en el capítulo IZ. María se acerca a ungir a Jesús. El clamor
narrador acumula una serie de palabras del Cantar de los bien que
cantares: nardo y mirra, aroma que se esparce, cabellos, un libro
el reclinarse; se añade el tema de un cálculo económico puede a
que pretende interferir en la expresi ón del amor. Con humano:
este recurso , el personaje narrativo que es María de poreidad
Betania desempeña un papel específico: es la esposa sidad y
enamorada del Ca ntar, que recibe y agasaja al Mesías conviert
Esposo. En el contexto, Jesús se refiere expresamente a por la
la ..sepultura», que implica el sacrificio. Si los aromas El.
son tributo precioso de un amor agradecido, quedan Apocali
reservados para el momento en que el amor haya triunfa- Mes ías es
do en el sacrificio total. alusión a
l
La otra escena sucede la mañana del domingo des-
pués de la pascua, día primero de la nueva creación, en
un jardín, entre una pareja. Esta vez, el narrador no
repite palabras del Cantar, sino que aplica el esquema de
la ausencia y búsqued a y encuentro del Ca ntar (Canr 3,

82
,vio: lo 1· 5; 5. 7-8). Cerca q ueda la sepultura. signo del sacrifi-
jiple el cio; está definit ivamente alejada una vida mortal. El
En el amor h asta e l sac rificio in augura la nu ev a era , y con el
lO pide amor triunfa la vida. María querría ret enerlo. no soltar-
ñada y lo ; qui zá llevarl o a casa de su madre (véase C an t 3, 4; 8.
cnfl- 2); él se de sprende po rque tiene qu e vo lve r a la casa del
irá ali- Padre (Jn 21).
amor
hace Juan Bautista. defi niendo su funci ón respecto a Jesús
la .
Me sías, emp ica un conoc ido motivo cony uga l: ..la voz
alegre, la voz del esposo " (Jn 3, 29 ); Yadara: ..el que se
a un a lleva a la esposa es el esposo» . Un modo de aflrrnar que
Jesús es el Mesías Esposo.
, J'U<'
Iesenrán- 20. NUEVA LECTURA DEL CANTICO
ta, r me
E\'¡con Dios creó el amo r humano , part icularmente el amor
pensar ¡ con yugal , a su imagen y semejanza , pues ..Dios es
amor- o Dios emplea las facetas del amo r humano, espe-
cia lmen te el conyugal, para hacer de algún modo inrell-
gible el misterio de su amor a los hombres y el misterio
l en el de la uni dad tr initari a. Donde haya amor humano, se
lOS que
revela la relación amorosa de Dios co n los hombres.
b tr un a T ambi én y a su man era , donde ese amor se expresa
text os poé tica men te.
le hace
Por tanto, el libro bíblico del amo r puede leerse en
clave o en dos planos o en con trapun to de voce s. Una
ntada melodía canta e l amor de é l y ella; un bajo cifrado can ta
~ús . El el amor de Dios y el hombre. Es cuestión de lectura más
I de los bien q ue proyecto del autor; pues el poeta ha co mp uesto
Ibcllos. un libro abierto. Por muchas abert uras de los poemas
nóm ico puede asoma rse el lector para mirar más allá del amor
rr. Con h umano: "mirando , espiando ventanas y relas- . La co r-
ár fa de poreidad asegura el realismo del amor human o; la in ten-
esposa sidad )' profund idad de la experiencia y su ex presión la
Mesías co nvierten en símbo lo disponib le: ..el ca mino del varón
nen rc a por la doncella ...
aro mas El Nuevo T esta men to descubre la clave cuando el
~ uL'da n A poca lipsis ce lebra la boda histórica )' escato lógica. El
Inunfa- Mesías es el esposo, su t irulo es ..el Cordc ro-, con clara
alusión al sacrificio; ella es la Iglesia:
Ya reina el Señor
igo des-
0,,,, Tcdopoderosc.
iién, en
hagámosle fiesta,
idor no celebremos su nombre glorioso.
serna de Hol· se celebra la boda
Ca nr 3, del Cordero. el Esposo.

83
La novia se ha ataviado
con traje de lino luminoso.
Dichosos los convidados
ala boda del Cordero, el Esposo.
(Ap 19, 6-8, versión libre).
Más adelante, el visiona rio escucha una invitaci ón y
co n templa:
Ven que te enseñe la novia,
la esposa del Cordero...
Me mostró la Jerusalén Santa
que bajaba del cielo,
enviada por Dios,
de gloria divina reflejo (21, 10).
Desde el monte de la co n te mplació n se distingue un
desfile de símbolos. Dios Padr e ha escog ido y pre parado
la no via para su Hijo, el Corde ro sacrificado, el Mesías.
El libro , y co n él toda la Biblia. te rmi na co n un
diálogo escueto:
22.17 El Espíritu y la novia dicen: - Ven.
El que lo oiga, diga también: -Ven...
20 El testigo de esto dice: - Sí, vengo enseguida.
-Amén. Ven, Señor Jesús.
Es dec ir, la Iglesia esposa, movida del amo r que el
Espíritu infunde, pide al esposo q ue venga (recorde mos
las inv itacione s del Cantar). El Esposo o Cordero, que
atest igua y garan tiza tod as las palabras del libro, respon -
de que está para llegar. Y tod os repiten su petició n, esta
últ ima vez llamando al CS[l(lSO con su nombre )' título:
Se ñor Jesús.
A part ir de estos textos y otros semejan tes, la trad i-
ci6n cr istia na . expresada en la liturgia y la exégesis , ha
leído a través de los siglos el Cantar de los cantares en
clave eclesial. En versió n co mun ita ria, que identifi ca a
la esposa co n la co munidad eclesial; en cla ve individual,
que identifica a la esposa co n cada alma cr istiana . La
operación culmina. por ab unda nc ia de co men ta rios, el Species eú(
siglo XII. SlS!O que los co mentaristas cr istianos, casi 15,).
Velli ck L)
siemp re monj es. no siempre supie ron respet ar el rcali s-
(4, 8) .
roo human o del C an ta r bíblico. En vez de leerlo co mo
símbo lo, lo co nv irtieron en alegoría int electual, que se 511 aspecto
alime nta del cadáve r de la imagen. O desmenuzaron amado.
cuadros y esce nas para traducir cada de ta lle a un co ncep- Ven Jd [
to o idea espiritua l. No es ése el ca mino. COTU,tada.

84
ación y

ngue un
eparado
Mesías.
con un

r que el
rdemos

la tradi-
esis, ha
tares en
n tifica a
ividual,
iana. La Species eius ut Lybani, electus ut cedrus, talis est dilectus meus (5,
arios, el 15s) .
os, casi Veni de Lybano, sponsa mea, veni de Lybano, veni: coronaberis
el realis- (4, 8).
lo como
1, que se Su aspecto, como el del Líbano, escogido como el cedro: tal es mi
nuzaron amado.
co ncep- Ven del Líbano, esposa mía, vente del Líbano, ven y serás
coronada.

85
Las claves de lectura global se pueden enumerar así:
El hijo de Dios se desposa con la naturaleza human a
en el seno = tálamo de María virgen.
El Mesías se desposa con la Iglesia, que brota de su
coscado abie rto en la cruz, como Eva del costado de
Adán.
María. corno modelo de la Iglesia. amorosa y fiel.
Lo anterior aplicado a una Iglesia loc al.
El obispo , representando a C risto , esposo de su lgle-
sia o diócesis.
El Mesías. esposo del alma cristiana. miembro de la
Iglesia.
El Mesías, esposo de modo especia l de las vírgenes
consa gradas.

21. DE NUESTRA T RAD ICION


Perseguir la lectura crist iana del Ca nta r de los ca n ta-
res en n uestra literatura oc uparía uno o varios volú me-
nes. Aquí me conten ta ré co n unas cuan tas muest ras,
a lgunas q uizá poco co noc idas.
Sor Juana Inés de la Cruz. la máxim a poetisa rnexica-
na , llamada en su época la décima musa (1648·1695) ,
escribe un auto sacramental titul ado El divino Narciso,
que sintetiza temas clásicos. Na rciso y ninfas. co n tem as
cristianos. El divino Na rciso es C risto, q ue se desposa
con la Na tura leza human a. En un largo parlamento
(cuadro tercero, escena sexta ). la Naturaleza humana
busca a su Na rciso, ent remezclando version es o adapta-
cion es del Cantar bíblico y de ot ros textos del Antiguo
Testamen to co n otros temas afines. Entresaco estrofas ° En
versos indicando el lugar del Ca ntar a l q ue correspon - descu
den :
una fUI
5, Z Una '.C:. f'" buscarle me toparon
de la Ciudad 135 Guardas )', atrevidas,
nosólo me quitaron
mi manto, mas me dieron mil heridas
los Centinelas de los altos muros
teniéndose de mi por mal seguros.
S, 8 ¡Oh ninfasque habitáis Ol:C florido
)' ameno prado, ansiosamenteos ruego
que si acaso al Querido
de mi alma encontrareis, de mi fuego
le noticiéis, diciendo el a),'tJnía
con que de amor enterma el alma mía!

86
a r así: 5. 10 Si queréis que os J¿ señas de mi Amado,
ruoicuOO.> espleOO.~ k colorea
rrnana sobre ja:mín nevado;
px su cuello ri:ado Oftr pasea;
de su loo ojos, de paloma que enamora
Ido de y en los raedales transparentes mora.
5. 15 lb columnas de mármol. "'e basa>
fiel. de oro sustentan su eJ¡f,cio ~11o;
y en delicias no escasas
u lgle- suavísimo es y ebúrnro ti blanco cuello;
¡ todo apetecido ¡ deseado.
Tal es, oh ninfas. midivino AmaOO.
) de la
1. 7 Decdme dónde está el que mi alma adora
Í'genes o en qué parteapacienta sus corderos,
o hacia dóode -a la hora
meridiana- descansan sus luceros.
rara que l'O no empiece a andar vagando
por los rediles. que lo VO~' buscando.
canta - 1, 3 ¡Oh, mi divino Amado, quién gozara
clürne- acercarse a tu aliento generoso.
iestras, de fragancia más rara
que el vino y el ungüento más precioso!
texlca- Tu nombre es como el óleo derramado,
·169; ). y por eso las ninfas te han amado.
Icrctso. l. 4 Tras rusolores presta voy corriendo:
, te mas ¡oh, con cuánta razón todas te adoran!
iesposa Mas no estés atendiendo
rrnento
si del Sol los ardores me coloran;
urnan a
adapta- mira que, aunque so~' negra, 50\' hermosa,
•nnguo pues parezco a ru imagen milagrosa.
:rofas o En la escena novena, Narciso. en figura de pastor.
-espon- descubre a la Naturaleza human a reflejada en el agua de
una fuen te ; y le canta estas décimas:
6. 7 Recién abierta granada
sus mejillas sonrosea;
t ) sus dos labios hermosea
partida cinta rosada;
por quien la \'0: delicada,
haciendo al coral agravio,
despide el aliento sabio
que así a sus claveles (oca;
4, 11 leche l' miel vierte la boca,
panales destila el labio.

87
Las perlas que enconcha breve
guarda, se han asimilado
4, 1-2 al rebaño que. apiñado,
6, 6 desciende en copos de nieve;
el cuerpo que gentil mueve
7, 8 el aire a la palma roma:
4,1 los ojos, por quien asoma
el alma, entre su arrebol
muestran, con luces del sol,
benignidad de paloma.
, en
Terso el bulto delicado fOil
en lo que a la vista ofrece,
parva de trigo parece,
con azucenas vallado;
de marfil es torneado
el cuello, gentilcoluna
No puede igualar ninguna
hermosura su arrebol:
6, 10 escogida corno elsol
y hermosa corno la luna.
Con un ojo solo, bello,
e! corazón me ha abrasado;
el pecho me ha traspasado
con el rizo de un cabello.
i, 2 ¡Abre el cristalino sello En otro
de ese centro claro y frío, a Dios con
para que entre elamor mío! pastores, la
i, 2 Mira que traigo escarchada coj v el es
lacrencha de oro, rizada, v. ~
con las perlas del rocío.
2, 14 ¡Ven, esposa, a ru querido;
rompe esa cortina clara;
muéstrame ru hermosa cara,
suene tu voz a mi oído!
4, 8 ¡Ven del Líbano escogido',
acaba ya de venir,
y coronaré el Oñr
de tu madeja preciosa
con la corona olorosa
de Amaná, Herrnén y Sanir. Salto a
sacra mental
Me qu edo en México. El año 1574 publica Juan SOl de 1050 Ca
Pérez Ramírez El De$posorio Espirirual. En un poema, la cos). Salto re
esposa es la Iglesia de México y el esposo es C risto. C ito sacrurnentale
algunas estrofas: Sacras. una

- - - - - - 88
¡Oh. qué suene venturosa!
¡Cuál pastora como yo.
aunque más rica y hermosa ,
ser querida y ser esposa
de tal pastor mereció!

El es blanco Vcoi<nlo
más que púrpu13 real;
tiene el cabello dorado,
y en valor es estimado
y en virtud no tiene igual.

y cuanto l" digo del


es lo menos que hay en tI.
según lo mucho que vi;
y al fin él es para mí,
yo sola soy para él.

Cómo tardas, mi pastor.


mi pastor. que M te \'00.
Ven, mi querido anWor,
gcca del fruto de amor
que te ofrece mi deseo.
En otro poema dice del amor: ..¿Q uién. si no él, casó
a Dios con Natura leza humana?... En la dama de los
pastores, la esposa se llama Menga ( = Iglesia de Méxt-
col y el esposo Pedro (su obispo). C ito el final,
y si Men!:, es linda Vbella.
nuestro Pedro es sin igual;
digna" ella del zagal
y el zagal es digno de ella;
goce pastor tan gentil
pastora de tanta gala,
)' \'Í\'3 con MI zagala
los años de mil en mil.
No era un poeta genial este Juan P érea Ramírez, pero
me sirve como testigo de una tradición poética.
Salto a España y menciono de paso un viejo auto
sacramenta l titulado Farsadel Sacramento. llamada Espo-
jea Juan sa de los Cantares (que no descuella por m éritos poéti-
oema, la cos). Salto reiteradas presencias del tema en ta ntos autos
(O. Ci to sacramentales, y llego a Lopc de Vega. En sus Rimas
Sacras. una canción deliciosa canta un encuentro de

89
Cris to Esposo con el alma cnsnana. Habría que citar
en teros los 11 2 versos de arte menor, pues son d ignos del
Lope de los villa ncicos. El estribillo suena:
Cantad ruiseñores
al alborada,
I"'que viene el Esposo
de ver al alma.
Ha sido una visita nocturna. Ha venido embozado,
pero ella po r la fe lo reconoc e (cito algunas estrofas) :
decid que PJTverla
suluz disfraza
ycoda la noche
ronda su casa...
y aunque verle deja
sola b capa,
con la fe le ha visto
la hermosa cara.
Porque cuarJo en cuerpo
so esposo abraza,
le dan erres ojos
A !>I
que el cielo pasan.
fidelid
Después de l estribillo. sigue una descripción del Cantar
Amado, con rasgos del Ca ntar. Lo original de esta sec- rcñexi
ción es que a los rasgos del Cantar se sobreponen otros
que evocan el sacrificio por amor: corona de espinas,
sangre, llagas de las manos (Cíco toda la sección) :
Los cabellos de oro
parecen plata
del puro nxío
de la mañana,
como clavelinas
de hojas doradas,
que al alba " bordan
de pura escarcha.
Palma parecían
y ya son zarzas,
porque suben espinas
a coronarlas.
Su clnd,dn rcsrro
lo rojo esmalta
como los manees
de las granadas.

90
1
e citar De paloma tiene
lOS del junto a las aguas
lo. ojos hermosos
qu< roban almas.
Sus labios de Itrio
vierten al alba
la preciosa mirra
de M palabra>.
klzado,
Jacintos y cielos
ifas);
tienen sus palmas.
mas rotas noes muero
que se les caigan.
Si en este retrato
vive ocupada
y con estas prendas
le mira y ama,
cantad ruiseñores
al alborada.
porque viene el Esposo
de ver al alma.
Así se la enco ntré el Esposo y qu iere pagarle su
fidelidad. Lo canta la te rcera parte. mezclando rasgos de l
iOn del Cantar con la figura de María de Betan ia y alguna
ra sec- reflexión teológica. (Ci to casi entera la secció n ):
11 otros Amoroso Cristo
_ pinas. también la paga,
que deja sus cielos
para buscarla.
y por los canceles
qu< hay en la casa.
alegre contempla
e6mo le ..suarda.
Puede entrar sin puerta,
y alegre llama,
para ver si velan
sus esperanzas.
ANeJe comenta,
roda le abra;a;
coo lágrimas tiernas
los pies le lava.
Hace sus cabellos
blanca toalla,
mientras más los limpia,
más se los baña.

91
En dulces requiebros sagradas e
la noche pasan. sao C ito a
¡Dichosa la prenda letra. El El
que Dios regala! no se recoj
Váselesu esposo, la fuente :
quiere probarla,
aunque más se queda
cuando se aparta.
Cantad ruiseñores,
al alborada,
porque viene el Esposo
de ver al alma.

El mismo Lepe me depara una lectura en otra clave


del tema matrimon ial. Ent ra religiosa y hace la profe-
sión. a los dieciséis años, su hija Marcela• -de mi amor
primer cuidado ». En una epístola en tercetos. dirigida a
Don Francisco de Herrera Maldonado, le cuenta la fiesta
en imagen coherente de bodas. Lepe mezcla los detalles
..de sociedad », rasgos descriptivos, juegos de ingenio;
todo empapado en la ternu ra paterna. La descripción se
ext iende del verso 70 al 231. Habrá que espigar algunos
versos:
79 mas creciendo sus ansias cada día, De la
derermin éme a dársela al Esposo finales:
que con tan grande amor la pretendía.
109 No vi en mi vida tan hermosa dama,
tal cara, tal cabello y gallardía...
139 Estaba de la puerta en los sagrados
umbrales el Esposo, que tenía
una Niñaen los brazos regalados.
142 Niño el esposo y niña le traía;
que gusta Dios, para tratar de amores,
dedisfrazarse en rama niñería;
145 y como si ella le pidiera flores,
cubierto dellas el divino Infante,
a desmayos de amor le dio favores.
229 ¡Oh santos, oh floridos desengaños,
pues tan hermosa virgen, tierna y casta,
consagra al Dios de amor dieciséis años!

El mismo tema -y vuelvo a México- lo trata más


ligeramente Sor Juana Inés de la Cruz en unas Letras ..
92
sagradas en la solemn idad de la profesi ón de una religio-
sao C tto algunos versos de la primera y de la segunda
letra. El Espose viene en figura de pastor; es cur ioso que
no se recoja la imagen del vtñador y su viña, de l h uerto y
la fuente:
Zagalejos de la aldea.
venid a ver una boda
yno quede en ella [00a
quien su festejo 00 vea.
Ved que el Mayoral se emplea
en una pobre pastora,
que de hoy más será Señora,
roes ron él se ha de.¡uaJo.
clave Ese sí que es Enamorado
profe- como lo he menester yo:
li amor
esre sí. que la; otros no!
rigida a En ella su ser retrata
la fiesta y tal castidad le inspira,
detalles que es más casta si lo mira
genio; y más limpia si lo trata;
lC ión se ella por noser ingrata.
algunos paga su amor abrasado.
¡Este sí que es enamorado... !
De la segu nda Letra, más juguetona , las estrofas
fina les:
Pero causa novedad,
aurque es tan santoel intento,
ver que pare en casamiento
un \"0( 0 de castidad.
De su esposo los primores
su cora:ón abrasaron,
y por más que la encerraron
se nos casa por amores.
Queved o recreó co n libertad y maestría algunos frag-
memos del Canta r. Como muestra citaré su paráfrasi s
poé t ica a los primeros versos del libro bíblico y algunos
versos suel tos:
Béseme con el beso de su boca.
pues de panales dulces está llena;
cuanta más hiel y más acíbar toca.
sus labios son la gloria de mi pena;
ara más l' en tan inmensa multitud de agravios.
Letras .. besos son la "ida de mis labios,

93
í
En pago del amor con que te adoro,
erséñame ro cboa y ro cabaña.
r dime. Cl.l3.OOo el día hierve en oro
y el sol está cociendo en la campaña
las mieses, dónde llevas tu ganado,
dónde pace y descansa descuidado.
Dos tórtolas parecen rus mejillas.
que arrullan con las rosas y las Oores;
tu cuello está rollando maravillas.
como el collar precioso resplandores...
más me enamoras cuanto más suspiras,
porque con ojos de paloma miras.

Sería delit o en esta referenci a somera olvidar a san


Juan de la Cruz, el más alto poeta que ha recreado en
clave espiritual el Cá ntico bíblico. Pero ¿qué estrofas
debemos citar! La obra es muy conocida y los lectores
tienen sus preferen cias. Y yo tendría que escoger, no mis
estrofas preferidas, sino versos en los que resuene el
cantar. Así. pues. citaré. y con ello acaba ré mi cemen ta-
río, las estrofas 14. 26 Y 38 de la primera redacción del
Cán tico Espiritua l (en el cas tellano de en to nces recordar
significa desperta r; ..filom ena - es el ruiseñor):
La noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada ,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora,
Derenre, cierzo momo,
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira JXlr mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.
El aspirar del aire,
el canto de la dulce filomena.
el soto y su donaire
en la noche setena,
con llama que consume }' no da pena,

94

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