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Filosofía y ciudad contemporánea

Dr. Arturo Aguirre Moreno


La ciudad como im-posible co-espacio de cuerpos.
Ari Lázaro Maya Dávila

El espacio ha sido una noción supuesta a lo largo de la historia de la filosofía. Su


concepción platónica o aristotélica como aquello que contiene a los entes o como el
lugar que ocupa la cosa satisfizo por muchos siglos la opinión de los filósofos.
Pienso que esto se debió a la desmaterialización o espiritualización que se radicalizó
y se legitimó en la filosofía a partir del platonismo, como forma de pensar las cosas.
Es decir, la filosofía se divorció tanto de la existencia concreta que hasta la teología
la adoptó como modelo y método para realizar sus elucubraciones fantasmagóricas.
Fue hasta después de 2000 años que el idealismo y la metafísica en todas sus
vertientes y formas dieron un giro decisivo. Ahora la filosofía debe abordar temas
concretos, problemas existenciales o problemas metafísicos pero siempre en y
desde su repercusión existencial. Es desde esta óptica desde la que deseo
reflexionar sobre el espacio, no como categoría metafísica, no como ente abstracto,
lejano y vacío, sino como vínculo existencial de los cuerpos, en específico del
cuerpo llamado hombre.

Se dice que dos cuerpos no pueden ocupar un mismo espacio al mismo tiempo. En
un sentido humano, esto más que una ley física, parece ser una sentencia moral.
¿Puede esta ley de la impenetrabilidad de la materia ser la causa natural de los
conflictos humanos? Es decir, si todo cuerpo reclama espacio para ser y cada quién
busca mantenerse en su ser, ¿no es el cuerpo ajeno una amenaza por
antonomasia? Si no puedo más que ser cuerpo y si al ser cuerpo soy un ocupante
de entes indispensables para vivir, que a su vez son materialmente limitados ¿ser
cuerpo no es ser algo inevitablemente violento para el otro? ¿No es esta violencia
ontológica la forma más simple y originaria de los conflictos materiales y la
demostración de la inevitabilidad de la coexistencia, al menos armónica de los
cuerpos humanos?

Una reflexión actual sobre el espacio exige pensarlo no solo ni principalmente como
un contenedor de entes sino como el resultado y el producto de las vinculaciones.
Esto quiere decir que si bien el espacio se nos presenta inicialmente como algo
preexistente a nosotros (ya dado y estructurado con cierta forma y función), nosotros
podemos darle un contenido nuevo. En una sociedad, el espacio se estructura a
través de discursos y son las ideologías las constructoras formales de los distintos
espacios1. De ahí que nosotros somos los cuerpos que materializan con su labor las
concepciones formales ideológicas del espacio. Somos creadores de espacio.
Nosotros con nuestra acción vamos reconstruyendo ese espacio que nos fue
predado y vamos dejando el testimonio de nuestra existencia en él.

Y no sólo somos creadores de espacio. Nosotros mismos somos espacio. Los otros
son espacio. Y nuestra vida es la configuración que se va dando en esa interrelación
e interacción de corporalidades orgánicas. La complejización en esta interacción de
cuerpos hace surgir la pregunta por la ciudad. ¿Qué es la ciudad? ¿Un conjunto de
cuerpos en interacción son una ciudad? ¿Es realmente posible el cohabitar de los
cuerpos en el espacio?

La ciudad la hacen los cuerpos y como sistema complejo de formas de vida es


naturalmente un proceso. En sentido hegeliano, todo proceso posee el conflicto
como algo intrínseco, ya que el devenir implica la contradicción como el motor que
echa a andar el movimiento histórico. Por ello, quizá lo que realmente hay no son
ciudades, sino formas de interacción social que aspiran a serlo sin alcanzarlo nunca
plenamente. Sin embargo, quizá se pueda decir que una ciudad será ciudad cuando
se pueda gozar como espacio común, cuando los diferentes cuerpos puedan
coexistir en paz. ¿Cuál es la condición de posibilidad de la coexistencia, del
cohabitar? ¿Cómo es posible no ver a priori al otro cuerpo como amenaza y
violencia ontológica?

La pregunta sigue abierta.

1
Así tenemos espacios religiosos, educativos, familiares, lúdicos, laborales, comerciales, etc.

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