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GUÍA QUE ACOMPAÑA LA LECTURA DE PIERA AULAGNIER

1) CONSTRUIRSE UN PADRE

Trabajos adolescentes: serie de procesos psíquicos que conducen a la inscripción filiatoria en la cadena
genealógica  construir un padre.

Construcción de un pasado: trabajo de historización


Padres y sociedad: transmiten al adolescente el mandato “construye tu futuro”
Analista: “construye tu pasado”
El trabajo de construcción y reconstrucción del pasado resulta imprescindible para que el sujeto pueda investir
un presente, a la vez que proyectar un futuro. Contará finalmente con puntos de referencia estables para
generar un sentimiento de continuidad psicosomática. Principio de permanencia y principio de cambio
sostienen este proceso. Un concepto central es el de modificación, noción relacionada con la respuesta del
aparato psíquico a los cambios en la escena de la realidad y en su propia escena somática.

El principal trabajo en la adolescencia es el proceso psíquico de puesta en historia y puesta en memoria,


apelando a los registros de la infancia que aporta el “fondo de memoria”.

Genealogía, transmisión y filiación: el ascenso al árbol de los ancestros


El adolescente descubrirá que al igual que su padre, es un eslabón más de la cadena genealógica. El adolescente
dirigirá su atención a los orígenes. Los abuelos cobran mucha importancia, en tanto dan testimonio de una
historia.
El descubrimiento de estar en un lugar que precederá a una nueva generación imprime un sentimiento de
responsabilidad que los adolescentes no siempre logran sobrellevar. Para incluirse definitivamente en la
cadena, habrá que abandonar los ropajes narcisistas y asumir subjetivamente su potencialidad engendrante.

El tiempo de concluir
A partir del fondo de memoria y del vínculo presente, podrá el adolescente volver a investir al padre,
promoviendo en un movimiento identificatorio y relacional, la configuración definitiva y plena entrada en
funciones del ideal del yo.

El final de la adolescencia puede signar el desencadenamiento de un episodio psicótico a causa de un primer


fracaso (sexual, examen, trabajo). En ese caso, no cuenta con una estructura psicosomática integrada que
sostenga ese acto de pasaje sin quiebres en su sentimiento de continuidad.

Estos procesos que denominamos “construirse un padre” y que concierne a la puesta en historia, transmisión
generacional y filiación, conducirán al adolescente a su plena inscripción en una cadena genealógica y la
apropiación definitiva de los significantes de la paternidad y maternidad. Es asumir paulatinamente un deseo
de paternidad para sí y para sus sucesores.

2) VISITANDO A PIERA AULAGNIER

El psiquismo y su complejidad
Según Piera, el aparato psíquico se constituye a partir del intercambio que el niño establece con el adulto que lo
asiste. “La madre (o quien cumpla esa función), a través de un vínculo de amor y dependencia, fija las normas
de acceso al placer alrededor del cual el andamiaje psíquico comienza a desarrollarse.” Este modelo de aparato
psíquico pensado como un sistema abierto en constante intercambio con el medio que lo rodea. En la niñez y en
la adolescencia, el aparato psíquico está en vías de constitución, así como el cuerpo crece, el psiquismo se
produce.

La actividad psíquica según Piera está conformada por el conjunto de tres procesos: originario, primario y
secundario. Estos tres modos de funcionamiento psíquico no están presentes desde un comienzo, sino que se
suceden temporalmente, y cada uno de ellos incide en los posteriores. Éstos están vigentes durante toda la vida,
y se distinguen por una actividad que los representa.

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Proceso originario: comienza a funcionar en el recién nacido a partir de la necesidad de la psique de
reconocer la cualidad placentera o displacentera de los estímulos. Los sentidos le van a dar al psiquismo
naciente información libidinal: presencia o ausencia de placer. Se rige por el autoengendramiento que es la
propia actividad de representación la que crea el estado de placer y la que engendra al objeto causante del
mismo. La vivencia del bebe es que es él quien engendra, quien crea el pecho materno.
La actividad que representa este proceso es el PICTOGRAMA, que es el sello de este encuentro inaugural del
recién nacido con la madre, y el encuentro del naciente aparato psíquico con su propia corporeidad. El concepto
de pictograma implica que no hay diferenciación entre zona y objeto, estos son complementarios; si las marcas
se instauran bajo el signo de placer, zona y objeto se fusionan, boca-pecho (pictograma de fusión). Por el
contrario si prevalece el displacer, lleva a la inscripción de un pictograma de rechazo.

Proceso primario: la actividad preponderante es la FANTASÍA. Se caracteriza por la relajación imaginaria de


deseos para evitar el sufrimiento producido por la ausencia del vínculo inicial constituyente. La separación del
mundo externo se concreta cuando la mirada y el placer de la madre se depositan en otro lugar. Así, le impone
al niño la existencia de otros espacios. Mediante la fantasía el niño se apropia de dichos espacios, los reproduce,
y considera que los posee. Este proceso comienza a funcionar a partir de la necesidad de la psique de reconocer
la existencia de un espacio separado del proprio.

Proceso secundario: se caracteriza por la aproximación del niño a una diversidad de acontecimientos sociales,
como el contacto con pares, escolares, etc. La actividad que caracteriza este periodo es la REPRESENTACIÓN
ideica o enunciado. Se instalan el desarrollo del lenguaje y del pensamiento.

Conceptualizaciones para una teoría de la intersubjetividad


Subjetividad: integridad psicosomática contextuada en una genealogía, entendiendo al sujeto como activo. Se
reconocen 3 dimensiones de la subjetividad: intrapsíquica (conjunto de representaciones icc que conforman el
mundo interno del sujeto), intersubjetiva –intergeneracional (intercambio vincular que se establece entre
padres e hijos y pares), transgeneracional (lazo de unión con la cadena generacional, abuelos).

El grupo familiar es una instancia que provee al niño de las funciones primordiales para la constitución de
procesos psíquicos saludables. Se tiende a promover la investigación histórica familiar, entre ellos se
mencionan:

* La construcción de la escena originaria: conjunto de operaciones psíquicas que realiza el niño para poder
historizarse ligado a los padres, ubicándose como causa y consecuencia, como producto de placer que liga a los
padres entre sí y con él mismo. La escena originaria se constituye como una alianza simbólica que une dos
líneas genealógicas distintas, es una construcción imaginaria que realiza el niño de modo anticipatorio,
respecto de la unión entre ambos padres y de la relación de ambos con él.

* Trabajo de filiación – afiliación: un trabajo elaborativo de aquello recibido, heredado; y también un


desasimiento. El niño debe metabolizar que los padres forman parte de un grupo que los antecede, y que ese
grupo tiene una historia a la cual debe articular la suya.

* Contrato narcisista: es una operación simbólica cuya función está vinculada al encadenamiento
generacional. Cada sujeto es eslabón de una cadena generacional. Se definen dos figuras: del ancestro y del
sucesor. La figura de ancestro agrupa los mitos de origen, por otro lado, el sucesor, es representado en la figura
del porvenir (el hijo que advendrá). Los mitos de origen se constituyen como anclajes, le permiten al grupo
tener una coherencia, un lugar de memoria en común. Se va a signar un contrato que garantiza que los nuevos
integrantes reproduzcan mitos en común, promoviendo la continuidad del grupo al cual pertenecen; a cambio,
el grupo le otorgará un lugar en el entramado familiar.
Al inscribirse esta categoría, el niño accede a la historicidad.

* Portavoz: Piera sitúa la figura de la madre como vocera de la genealogía, de los enunciados identificatorios.
La madre es la portavoz de las representaciones ligadas al padre, dona sentidos al niño, y es portavoz del
discurso sociocultural al que pertenece la pareja parental y sus propias familias de origen. Los enunciados
emitidos por la voz materna son tomados por el niño y constituyen el yo parental.

* Cuerpo imaginado o sombra hablada: son enunciados que se anticipan a la enunciación que el propio niño
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hace de sí mismo. Son enunciados que tienen que ver con el anhelo maternal referido al niño. La madre inviste
al niño representándolo. No hay cuerpo psíquico sin esa historia, que es su sombra hablada. Esto nos lleva a
otro concepto de Piera que es el trabajo psíquico materno estructurante y anticipatorio: Violencia Primaria:
sería la acción mediante la cual se instala en la psique del niño una forma de pensamiento, elección, o
circulación y descarga del placer, motivados en el deseo que impone la madre. Esta acción es estructurante para
el devenir subjetivo del niño. La Violencia Secundaria representaría un exceso perjudicial y nunca necesario
para el funcionamiento del yo. Se le impone al niño una elección, un pensamiento motivados por el deseo
materno. Este exceso si se consuma, anula la capacidad de pensamiento autónomo del niño. Desconoce lo
propio del niño, imposibilidad de reconocer al otro en su dimensión de alteridad, el psiquismo del niño es
colonizado.

La categoría del tiempo en la adolescencia


Piera plantea que hacer con lo heredado, para enfrentar el devenir. . Para crear un proyecto futuro es necesario
anclar en el pasado infantil. El devenir del sujeto no es sin historia. La historia no es mera repetición, no es
lineal, incluye lo azaroso.
Investir el pasado para enfrentar el futuro es una tarea del yo en la adolescencia.
Recibir una herencia es un punto de partida de un trabajo psíquico. Aquello que recibimos, adquiere un nuevo
sentido

La creación de la propia historia implica un pasaje de firma, del yo parental (yo infantil), a la construcción de la
propia biografía. Piera conceptualiza la existencia de tareas de reorganización, trabajos de poner en memoria y
en historia el tiempo pasado. Podemos pensar la memoria como un sistema múltiple de huellas que se
reactualizan y se retraducen, un sistema afectivo libidinal. La historia y la memoria se entraman en una red
libidinal interpelando al sujeto con experiencias psíquicas y afectivas. Hay un permanente trabajo de
construcción y reconstrucción de un pasado vivido, a cargo de un “yo historiador”.

Piera postula la creación de un fondo de memoria como un conjunto de representaciones psíquicas que remite
a un memorizable afectivo de la historia infantil. El fondo de memoria, guarda aquellas experiencias valiosas,
por la intensidad afectiva que conllevan, para evitar el desinvestimiento, el olvido de las mismas. El fondo
aporta dos funciones a la historización:

* Ser garante en el registro identificatorio: referencia al sujeto al sistema de parentesco (genealogía) al cual
pertenece, garantizándole continuidad al yo a pesar del cambio y movimiento permanente.

* Construcción del capital fantasmático: el cual está conformado por un caudal de representaciones que
Piera denomina conclusivas. Las mismas se fijan y depositan en la memoria bajo la forma de recuerdo. Los
recuerdos son las inscripciones psíquicas que se construyen a partir del encuentro con el otro.
Se define a este capital, como el conjunto de improntas afectivas, producto de las primeras experiencias a las
cuales el sujeto va a recurrir para investir lo nuevo. Es un anclaje afectivo, que posibilita la conformación del
espacio relacional; donde se ubican las elecciones de objeto por fuera del mundo familiar. Para que estas
elecciones de objeto se produzcan se requiere de la constitución de un capital fantasmático.
Para Piera la subjetividad de constituye a partir del encuentro con otros.

Registro identificatorio y espacio relacional se acompañan interactuando en una dialéctica permanente, ambos
constituyen lo reprimido. La constitución de lo reprimido, es el trabajo psíquico que define lo recordable de lo
no recordable. El fondo de memoria por otra parte, marcará lo modificable y lo no modificable en el psiquismo,
a través de dos principios: de permanencia y de cambio. Ambos funcionan en alianza, están entrelazados y
rigen en el registro identificatorio y el espacio relacional. El yo en su trabajo de historización anuda, integra dos
tiempos: pasado y futuro.

En el armado del proyecto identificatorio hay pilares fijos, sobre los cuales el yo edifica su historia, sirviéndose
de las identificaciones simbólicas, aquellas que funcionan como certezas inamovibles para la subjetividad. Pero
otra parte de la biografía es móvil, está abierta a descubrir. Los nuevos espejos están representados por el
mundo relacional del sujeto.
El yo elige un proyecto identificatorio para desplegarse en su potencialidad, y sólo puede efectuar ese trabajo si
acepta padecer activamente sus consecuencias: querer cambiar su relación con su mundo es deber imponerse
la labor de re-pensar, re-organizar, etc.
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3) CONSTRUCCIÓN E HISTORIA EN EL PROCESO ADOLESCENTE

Historia no como una sucesión de hecho linéales. Piera sostiene que existen en el proceso adolescente tareas de
reorganización, entre ellas se encuentra el poner en memoria y el poner en historia el tiempo pasado. Le
servirán al sujeto para el armado de su edificio identificatorio y de su espacio relacional.
Se trata de poner en historia el tiempo de la infancia. A todo este trabajo psíquico se liga el concepto de fondo
de memoria, aquello que subsiste del tiempo pasado, las experiencias privilegiadas en función a la intensidad
del afecto que las acompañaron.
El yo será el encargado del constante trabajo de historización y de interpretación del proyecto identificatorio.
Para Piera el yo es un constructor en búsqueda de sentido. El yo es la instancia que tiene la capacidad de
nombrar, significar, lo cual se relacionará con la posibilidad de inteligibilidad, y de simbolización. Se vincula con
el proceso secundario, siendo por lo tanto generador de representaciones ideicas.
La conformación del fondo de memoria tiene que satisfacer dos requerimientos fundamentales para que la
instancia yoica realice su tarea de historización: 1) organizar dentro del psiquismo lo permanente en el registro
identificatorio. Da garantía al sujeto de la continuidad de su mismidad. 2) la conformación del capital
fantasmático, que está conformado por un caudal de representaciones.
Haciendo base en estos dos puntos, es que el yo del adolescente podrá redactar su propia historia.
El fondo de memoria demarcarálo modificable y lo no modificable en cada aparato psíquico singular.

El adolescente solo podrá construir su futuro si ha podido investir su pasado. En la adolescencia tendría que
producirse ese trabajo psíquico de “pasaje de firma”, de desadimiento del discurso de los progenitores. Si
hubiera dificultades, podría explotar una patología. Piera considera a la adolescencia como un tiempo de
transición, como un tiempo de tareas reorganizadoras, entre las que destaca un trabajo: “poner en memoria y
en historia”, operación que permite que el tiempo pasado pueda tener continuidad en una organización
psíquica en constante devenir. Destaca dos certezas: ser autor de su historia, y que las modificaciones a las que
dicha historia esta sujeta no pondrán en peligro esa parte permanente.

Modificación: está relacionado con la reacción del aparato psíquico ante los cambios en la escena de la
realidad y en su propia escena somática.

Tres especificidades del trabajo adolescente:


- Organización del espacio identificatorio y conquista de posiciones estables: seleccionar y poner al amparo del
olvido los materiales necesarios para la construcción del fondo de memoria.
- Organización del espacio relacional y elección de objeto
- Esas dos tareas se interrelacionan y son el corolario del procesos psíquico que las acompañas: constitución de
lo reprimido.

5) LA PSICOPATOLOGÍA DE PIERA AULAGNIER

Metapsicología
Considera 3 puntos de vista (desde Freud):
Dinámico: considera los fenómenos psíquicos como sedimentos del conflicto y de la composición de fuerzas
pulsionales que ejercen un determinado empuje.
Tópico: supone una diferenciación del aparato en cierto número de sistemas dotados de características
diferentes, y dispuestos en un determinado orden entre sí.
Económico: lo relacionado con la hipótesis según la cual los procesos psíquicos consisten en la circulación y
distribución de una energía cuantificable, susceptible de aumento, etc.

Piera suma 3 particularidades:


Dinámico: se centra en el conflicto Eros – Tánatos.
Tópico: considera tres procesos psíquicos: originario, primario y secundario.
Económico: la instancia yoica se encuentra condenada a ligar su energía al propio cuerpo, a objetos. Espacios en
los cuales el yo podrá hallar fuentes de placer o sufrimiento.

Piera pone el acento en la conformación de lo reprimido como condición de la puesta en forma de los posibles
relacionales. Si la constitución de lo reprimido no puede ser llevada a cabo de manera exitosa, producirá una
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reducción en las elecciones de sujeto. Cuando la represión es exitosa lo que hace es preservar la posibilidad de
investir objetos y metas novedosas. Se van a reprimir los deseos eróticos hacia los objetos incestuosos, y se
abrirá el campo por fuera de lo familiar para habilitar la elección de objetos nuevos.
La represión secundaria no puede ser llevada a cabo por un sujeto en ausencia de dos aportes exteriores:
Las interdicciones pronunciadas por la instancia parental (prohibición del incesto y del asesinato).
Estas prohibiciones deben formar parte de lo ya reprimido en el psiquismo de los padres.

En este sentido toma suma importancia la transmisión de lo reprimido de sujeto a sujeto, a lo largo de las
generaciones. El discurso parental ejercerá una anticipación sobre lo que el niño habría de reprimir. El trabajo
de represión impuesto al hijo por los padres resguarda a éstos del retorno de lo reprimido en ellos.

El otro sin pecho


El padre como representante de lo cultural y por lo tanto de la ley universal, sería el primer representante del
discurso del conjunto en el ámbito de lo familiar. El otro sin pecho es fuente de placer y fuente de afecto.
Será a través del hijo que el padre invista al sujeto futuro que le ofrece un reaseguro en lo referente a su función
paterna y a su rol de transmisor de la ley. La hija mujer corre menos riesgo de provocar el anhelo de odio
reprimido. El padre puede sentir que a su muerte, no será la hija quien ocupará su lugar.

Del lado de lo materno


El término madre designa a un sujeto con las siguientes características:
Una represión exitosa de su propia sexualidad infantil.
Un sentimiento de amor hacia el niño.
Su acuerdo esencial con lo que el discurso cultural del medio al que pertenece dice acerca de la función
materna.
La presencia junto a ella de un padre del niño, por quien la mujer tiene sentimientos principalmente positivos.

El concepto de potencialidad
Potencialidad remite a las posibilidades del yo de ocupar diferentes posiciones identificatorias luego que la
infancia ha terminado.

En la infancia se hace uso de una variedad de defensas, lo que Piera denomina polimorfismo defensivo. Al no
quedar fijadas, no estructuran ningún cuadro psicopatológico. Las posiciones defensivas que se instalan a partir
de la adolescencia dan como concluida la psicopatología infantil polimorfa. A la salida de la adolescencia será
donde se instale la potencialidad en el armado del funcionamiento psíquico. El aparato “elige” una serie de
defensas. El tipo de defensas hablarán de la conformación de cada psiquismo singular.
Está dentro de las tareas del yo el inventar respuestas frente a las modificaciones del entorno psíquico que lo
rodea, pero no estará en su poder el inventar defensas cuando fallan ciertas condiciones. Una de éstas es la
transmisión de lo reprimido. Las alteraciones en la transmisión de lo reprimido darán cuenta de una
potencialidad neurótica, psicótica o heteróclita:

Neurótica: refiere a un conflicto que habla de deseo, de amor, de prohibición, de castración. Se trata de una
conflictiva que reside entre el yo y sus ideales. Puede afirmarse que se logró la instalación de la represión
secundaria.
Psicótica: la prohibición recae sobre toda postura de deseante-pensante que no quede bajo la protección de un
poder absoluto impuesto por aquellos que han sido consignatarios de la historia infantil del sujeto.
Heteróclita o polimorfa: reúne una serie de cuadros que van desde la perversión a la somatización, teniendo
cada uno apelación a distintas defensas y por lo tanto, un distinto funcionamiento psíquico.

El pasaje de potencialidad a manifestación puede suceder como producto de un encuentro que posea un efecto
develador. Dicho acontecimiento puede resultar tanto organizador como desorganizador del funcionamiento
psíquico. Esto aludiría a una falla identificatoria que ya había tenido lugar en forma previa, y que sólo es
develada a partir del encuentro del momento presente. Encuentros significativos en lo actual pueden develar
fisuras que remiten a los cimientos de la construcción identificatoria

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