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LA ADECUACIÓN DE LA DEMANDA BAJO EL PRINCIPIO IURA NOVIT CURIAE

Jorge María Luzuriaga Chiappe


Abogado

RESUMEN
El artículo trata sobre la adecuación de la demanda por el Juez en aplicación del principio
del epígrafe, y los límites de dicha aplicación de modo que no se afecta el debido
proceso.

ABSTRACT
The article deals with the suitability of the demand by the Judge in application of the
principle of the epigraph, and the limits of said application so that the due process is not
affected.

1. INTRODUCCIÓN

Una reciente ejecutoria, de las cada vez menos infrecuentes sobre estos casos, resuelve
el siguiente caso de esta manera:

Sumilla: Se declara indebidamente improcedente la demanda.

El juez inferior ha declarado improcedente la demanda en base al argumento de que


debió demandar ineficacia y no nulidad del acto jurídico.

El demandante pidió en su escrito de demanda que se declarase la nulidad de los


gravámenes, transferencias, contratos y demás actos jurídicos del deudor concursado
que perjudicaban a su patrimonio, celebrados dentro del año anterior a la fecha en que
presentó su solicitud para acogerse al proceso concursal, fundamentando su demanda
en el art 219, incisos 3, 4 y 8 del Código Civil y artículo 19 de la Ley General del Sistema
Concursal (*), Ley número 27809, cuando debió demandar la ineficacia de los
gravámenes, transferencias, contratos y demás actos jurídicos, del deudor que
perjudicaban su patrimonio, celebrados por éste dentro del año anterior a la fecha en
que presentó su solicitud para acogerse a alguno de los procedimientos concursales.

* Artículo 19º.- Ineficacia de actos del deudor


19.1 El juez declarará ineficaces y, en consecuencia, inoponibles frente a los acreedores del concurso, los
gravámenes, transferencias, contratos y demás actos jurídicos, sean a título gratuito u oneroso, que no se
refieran al desarrollo normal de la actividad del deudor, que perjudiquen su patrimonio y que hayan sido
realizados o celebrados por éste dentro del año anterior a la fecha en que presentó su solicitud para
acogerse a alguno de los procedimientos concursales, ….

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El juez de la causa, que debió calificar adecuadamente la demanda no lo hizo, pese a
que la parte actora invocó erróneamente las normas de derecho material.

La Corte concluye que el juez tiene la facultad de calificar jurídicamente los hechos
expuestos por las partes (iura novit curiae), prescindiendo de la calificación efectuada
por ellas, siempre que no implique la modificación o alteración de los hechos.

Según este criterio, el juez debió adecuar la demanda y tramitarla como una de
declaración de ineficacia de esos actos jurídicos atacados, dejando de lado la errada
fundamentación jurídica de la demanda.

2. El PRINCIPIO IURA NOVIT CURIAE

2.1 El juez conoce el derecho. El principio iura novit curia (más propiamente traducido
sería ius novit curia”; conf. Sentís Melendo) está recogido en el artículo VII del Título
Preliminar de Código Procesal Civil y en el artículo VII del Título Preliminar del Código
Civil que, respectivamente, dicen:

Código Procesal Civil

“Juez y Derecho.-
Artículo VII.- El Juez debe aplicar el derecho que corresponda al proceso, aunque no
haya sido invocado por las partes o lo haya sido erróneamente. Sin embargo, no puede
ir más allá del petitorio ni fundar su decisión en hechos diversos de los que han sido
alegados por las partes”.

Código Civil

“Los jueces tienen la obligación de aplicar la norma jurídica pertinente, aunque no haya
sido invocada en la demanda”.

El principio postula la idea que los jueces conocen el derecho (al menos, que no pueden
desconocerlo), de manera tal que las partes del proceso deben exponer los hechos en
que se funda la demanda y la contradicción sin que el error de derecho en que incurran
pueda afectar el postulatorio, ya que es el juez el llamado a aplicar la norma que
corresponde al caso; sin embargo, por exigencias del Código Procesal Civil,
concretamente de los artículos referidos a los requisitos de la demanda (art 424, inc. 7)

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y de la contestación (art. 442, inc. 1), los justiciables deben fundamentar jurídicamente
tanto la pretensión como la contradicción.

Esto significa que, más allá de su expresión literal, los jueces no solo deben aplicar el
derecho que corresponda al caso sometido a su decisión, sino que deben adecuar la
pretensión o pretensiones hechas valer en la demanda al derecho que corresponda
aplicar según los fundamentos de hecho de la demanda y, a su turno, la contradicción,
dentro de ciertos límites que no puede cruzar sin violar la garantía del debido proceso.

2.2 El caso visto al comienzo permite apreciar cómo, según la Corte, debe el juez aplicar
el principio iura novit curiae; del escrito de demanda resulta que el demandante
pretendió dejar sin efecto los actos practicados por el deudor concursado dentro del
llamado “período de sospecha”, que abarca el año anterior a la fecha en que presentó
su solicitud de acogimiento al proceso concursal, pero por un error de derecho demandó
la nulidad de los mismos, cuando lo propio era demandar la ineficacia relativa de dichos
actos, sobre todo tomando en cuenta que dicha ineficacia es realmente un caso de
inoponibilidad, porque tales actos solo son ineficaces respecto de sus acreedores, entre
ellos el demandante, pero no lo son respecto de los demás, incluidos aquellos que
participaron en la celebración de dichos actos.

En el caso en comento, ¿qué debió hacer el juez? Aunque esto la vamos a analizar con
mayor detenimiento más adelante, a mi juicio el juez debió admitir a trámite la demanda
en la vía procedimental correspondiente, pero calificarla como una demanda de
ineficacia relativa de los actos jurídicos que el demandante pretendía,
equivocadamente, que se declarasen nulos, tal cual dispuso luego el superior; de esta
forma, el demandado, al contestar la demanda, hubieran sabido que se estaba
enfrentado a una demanda de ineficacia y no de nulidad de acto jurídico, y la contestaría
conforme a la calificación jurídica que de la misma hizo el juez . Así, tanto el derecho de
acción como el de contradicción y defensa hubieran quedado plenamente garantidos, al
adecuar el juez la demanda al derecho aplicable al caso fáctico.

Otra solución (que no comparto totalmente) quizá más segura para respetar
estrictamente el petitorio de la demanda, hubiera sido rechazar la demanda en función
al inciso 3 del artículo 426 del CPC, según el cual el juez declara inadmisible la demanda
“…cuando el petitorio sea incompleto o impreciso”; en este caso le concede un plazo al
demandante para que adecúe la demanda en los términos de derecho que le debe
señalar. Sobre el uso correcto de este mecanismo procesal me ocuparé con mayor
detalle más adelante.

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Esta solución del superior, con la que yo concuerdo en ese caso concreto, sin duda
modifica el petitorio (cuando menos en su expresión literal), aunque no la causa para
pedir; me explico: si se demanda la nulidad de los actos del deudor practicados dentro
del período de sospecha, se está pretendiendo que se declare la invalidez de los mismos
(pues los actos nulos padecen de defectos estructurales que los hacen inviables), y esa
invalidez aniquila el acto como tal, mientras que en el caso de los actos ineficaces, sobre
todo cuando la ineficacia es relativa (es decir, cuando se trata de actos inoponibles), tal
declaración sólo afecta al demandante, a quien el acto no puede serle opuesto. Por lo
demás, el acto es válido y eficaz respecto de todos los demás. Entonces no es lo mismo
pretender la nulidad que demandar la ineficacia relativa de esos actos. Hay ciertamente
una modificación del petitorio al adecuarlo a la causa petendi, la que permanece
inalterada en cuando a la fundamentación fáctica; sólo se altera la fundamentación
jurídica.

2.3 Ahora bien, esa adecuación que el juez debió hacer en el caso visto, según dispuso
la Corte, es consecuencia de la aplicación del aforismo da mihi facta, dabo tibi ius, que
se traduce por “dame los hechos, yo te daré el derecho”; si de los hechos que
fundamentan la pretensión resulta que lo que se demanda es la ineficacia de los actos y
no la nulidad de los mismos, el juez adecúa la pretensión aplicando el derecho que
corresponde a la fundamentación fáctica de la demanda. Más adelante veremos otras
opiniones, que discuerdan con la que he expresado con relación a este caso.

Sin embargo, esto no es absoluto; hay reglas que el juez debe observar cuando aplica el
iura novit curiae. La primera regla es que no puede ir más allá del petitorio. Es decir, el
límite del juez para la adecuación la demanda es el fijando en la etapa postulatoria:
demanda y contradicción. De no observarlo, la sentencia resolvería sobre puntos no
controvertidos, resultando en una sentencia incongruente al resolver citra petita. En el
caso que vimos, se modifica el petitorio en su expresión literal, pero no la causa petendi
en su manifestación fáctica, que permanece sin cambios.

La segundo es que el juez no puede fundar su decisión en hechos diversos de los que
han sido alegados por las partes. Es decir, el juez no puede agregar hechos a los
afirmados y probados por las partes. La prueba (los medios probatorios) aportada por
las partes y el thema probandi establecido en la en la etapa procesal correspondiente,
fija los hechos sobre los que debe pronunciarse el juez, quien debe apreciarlos con
arreglo a lo que manda el art. 197 del CPC, que señala que todos los medios probatorios
son valorados por el juez en forma conjunta, utilizando su apreciación razonada.

Como es sabido, la demanda tiene dos elementos netamente diferenciables: el petitorio


(petitum), que es lo que se pide al juez, y la causa para pedir (causa petendi), que, a la

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vez, se divide en fundamentos de hecho y fundamentos de derecho. El petitorio es el
objeto de la pretensión, el pedido que hace la parte al juez; la causa petendi es la causa
de la pretensión que se hace valer, las razones o fundamentos fácticos y jurídicos que
sustentan el pedido concreto de las partes.

Según Francisco Javier Ezquiaga (“Iura novit curia y aplicación judicial del derecho”
(2000) Valladolid: Lex Nova, p. 29-30) el “El petitum es el elemento fundamental de la
pretensión del actor en relación con la congruencia de la sentencia, ya que ni su objeto
inmediato (la petición en sentido estricto, solicitud de un tipo concreto de tutela jurídica)
ni mediato (derecho subjetivo, bien o interés jurídico al que se refiere la solicitud de tutela
jurisdiccional) pueden modificarse a lo largo del proceso ni en la resolución judicial.”

Esto, sin embargo, no es del todo exacto, como se ha visto arriba al tratar el caso en que
la Corte concluyó que el juez debió adecuar la demanda a los hechos aportados por el
demandante como fundamentos fácticos de la misma, cosa que no hizo, y por eso se le
enmendó la plana. La pregunta de rigor es la siguiente: en ese caso, ¿se modificó el
petitorio, o sólo se adecuó el derecho invocado de modo de aplicar las normas legales
que correspondían a esos hechos? Es claro que al hacer lo ordenado por el superior se
modifica la pretensión, que deja de ser la declaración nulidad de los actos del deudor
demandado para pasar a ser la declaración de ineficacia de los mismos actos. En
consecuencia, sí se modificó el petitorio, lo que demuestra una de dos: ¿o se equivocó
el superior al ordenarle al juez que, en vez de declarar improcedente la demanda la
adecuara a los fundamentos de hecho, o se equivoca el autor antes citado cuando
excluye esa posibilidad?

2.4 En el siguiente ejemplo se advertirá porqué en ciertos casos el juez no puede adecuar
el petitorio y la causa petendi al derecho que resultaría aplicable según el relato de los
hechos que hace el demandante. Es decir, no puede aplicar al caso el iura novit curiae,
a pesar de conocer que la fundamentación jurídica del petitum está errada y que debería
enmendarse.

Se trata de una demanda que persigue el pago de una indemnización de daños y


perjuicios por causa de un accidente de tránsito: un ómnibus de pasajeros es embestido
por un camión de carga y algunos pasajeros resultan con heridas de gravedad. Uno de
estos pasajeros demanda a la empresa de transportes y también a la empresa dueña del
camión que causó el accidente. Hay dos demandados, pero vinculados jurídicamente de
distinta forma: la empresa de transportes de pasajeros se vincula al demandante por el
contrato de transporte, por lo que su responsabilidad es de origen contractual, mientras
que la empresa dueña del camión de carga se vincula a partir del accidente de tránsito
que ocasionó, siendo su responsabilidad de origen y carácter extracontractual (esta

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distinción, hecha en base al origen de la responsabilidad civil, tiene efectos diversos,
como se podrá apreciar enseguida al continuar con la exposición del caso).

El demandante funda su demanda en los hechos ocurridos, pero erra al calificar la


responsabilidad de los dos demandados como una de carácter extracontractual, cuando,
como vimos, la de la empresa dueña del ómnibus en que viajaba el demandante es de
origen contractual, pues se relaciona con un contrato de transporte. En esta situación,
¿qué debe hacer el juez? Acá el principio iura novit curiae no le puede ayudar a adecuar
la demanda al derecho aplicable, por lo que no tendría más remedio que rechazarla, ya
que si el juez modificara el derecho adecuándolo a las distintas fuentes de
responsabilidad estaría modificando drásticamente el petitum y la causa petendi,
porque, entre otras, modificaría la distribución de la carga de la prueba y la prescripción
de la acción (dos y diez años, según la fuente de la responsabilidad), así como la amplitud
de lo que se puede demandar según el origen de la responsabilidad (que en el caso de
responsabilidad extracontractual puede abarcar el daño al proyecto de vida como una
subcategoría del daño a la persona, cosa que no puede hacerse en el caso de la
responsabilidad contractual, salvo el daño moral), y eso importa modificar el petitorio y
la causa para pedir, cosa que no puede hacerse sin afectar el debido proceso. En esta
situación el juez puede obrar de dos maneras: declarar improcedente la demanda por
aplicación del inciso 5 (y, quizá también, del 6) del artículo 427 de CPC, o declararla
inadmisible por aplicación del inciso 3 del artículo 426 de mismo código, dándole un
plazo al demandante para que subsane (sobre esto último tengo mis reservas, que
expreso más adelante, en el literal a. del punto 3.3.). Pero fuera de eso, no puede
adecuar la demanda aplicando el principio iura novit curiae.

3. LA CAUSA PARA PEDIR O CAUSA PETENDI

3.1 La causa para pedir (causa petendi) lo que se demanda (petitum) se divide en dos
aspectos: los fundamentos de hecho, por un lado, y los de derecho, por otro. Los
primeros son una barrera infranqueable al iura novit curia, pues el juez no puede
modificar en modo alguno los hechos afirmados por las partes.

Como señala Joan Picó i Junoy (“La actividad probatoria del juez y sus límites”. 1998,
Lima: Estudio Monroy y abogados, p. 28.), con relación a la iniciativa probatoria del juez,
“son los litigantes quienes deben traer al proceso el material fáctico que identifica,
configura y fundamenta sus respectivas pretensiones, no pudiendo el órgano
jurisdiccional llevar a cabo ninguna actividad tendente a investigar o aportar hechos no
alegados por las partes, ni fallar alterándolos, so pena de incurrir en la sentencia en un
vicio de congruencia”.

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Mientras que los hechos no pueden ser variados por el juez, los fundamentos de derecho
son susceptibles de ser variados por éste, por aplicación del principio iura novit curia,
pues en eso consiste este instituto procesal: aplicar el derecho que corresponda al caso
aunque no haya sido invocado por las partes o lo haya sido equivocadamente.

Al respecto hay autorizadas opiniones que señalan que sólo se debe aplicar dicho
principio en ausencia de mención de las normas pertinentes o cuando la mención de las
normas es incorrecta, pero esa sustitución que hace el juez de las normas no puede
cambiar el petitum, porque esto equivaldría a cambiar el sentido de los fundamentos de
hecho de la causa petendi.

Yo discrepo de esta interpretación según he expuesto al comentar el caso con que inicié
este artículo, y conforme seguiré argumentando más adelante.

3.2 Este es otro ejemplo práctico de cómo debería aplicarse o no el iura novit curiae:

El caso es uno donde el apoderado del vendedor celebra un contrato de compraventa


de un inmueble de propiedad de su representado, excediendo las facultades que se le
han otorgado; éste, como es fácil de apreciar, es un supuesto de ineficacia relativa
(inoponibilidad); es el caso tipificado en el del art. 161 del Código Civil, en que el acto es
practicado por el apoderado excediendo los límites de las facultades conferidas o
violándolas, que es ineficaz con relación al representado, en tanto que es eficaz respecto
de los terceros (de buena fe, se entiende) con quienes ha celebrado algún acto en
representación del dominus.

Cuando el comprador pretende elevar a escritura pública la minuta del contrato de


compraventa, el notario le advierte que, según conta en el Registro de Mandatos y
Poderes de los Registros Públicos donde aparece inscrito el poder, el apoderado no está
expresamente autorizado para vender el bien inmueble de su representado, por lo que
el comprador decide demandar la nulidad del acto jurídico, invocando como
fundamento jurídico de la causa petendi el artículo 219, inc. 1, relativo a la falta de
manifestación de voluntad del representado, propietario del inmueble vendido.

Al momento de calificar la demanda, el juez advierte que el caso está mal fundamentado
jurídicamente (ya se ha visto que la causa petendi tiene dos aspectos: la fundamentación
fáctica y la fundamentación jurídica) porque de acuerdo con la fundamentación fáctica,
no se trata de un caso de nulidad de acto jurídico, sino de una ineficacia relativa del acto,
debido a que, efectivamente, el representante carece de la facultad para vender los
bienes inmuebles de propiedad del representado. El acto, claramente, no es inválido,
sino ineficaz. Esta diferencia es substancial, pues la invalidez que padece un acto nulo lo

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aniquila con alcance general, porque alcanza a todos, mientras que la ineficacia relativa
alcanza sólo a los afectados con el acto, a lo que les es inoponible, en este caso, al
representado y al que actúa de buena fe (cosa que no puede alegar el comprador por el
principio de publicidad registral, ya que el poder estaba inscripto). Además, el acto así
practicado puede ser ratificado por el representado (art. 162 del CC.), con lo cual se
torna en un acto plenamente eficaz y, desde luego, válido, por lo que es evidente que
no se trata de un acto nulo, como equivocadamente pretende que se declare el
demandante en su petitorio. También tiene efectos en cuanto al plazo de la prescripción
extintiva de la acción.

3.3 Este caso es bastante parecido al que comenté al comienzo, pero aquí resulta más
patente el efecto resultante de la adecuación de los fundamentos de derecho por la
aplicación del principio iura novit curiae, pues al modificar de manera tan radical la causa
petendi (se sobreentiende, la fundamentación jurídica de la misma, no la fáctica, que es
inmodificable), el juez va ocasionar que el petitorio varíe substancialmente, pues va a
convertir una demanda de nulidad de acto jurídico en una de ineficacia (que es la
calificación correcta), con todas las consecuencias que eso traerá para el proceso.

En esta situación ¿debería obrar el juez tal como el superior le ordenó hacerlo en el
primer caso, esto es modificar el petitorio como consecuencia de modificar los
fundamentos de derecho (cosa esta última que sí puede hacer) y tramitar la demanda
como una de ineficacia, con todos los consectarios que eso traería según vimos arriba?

Yo creo que hay hasta tres maneras en que el juez puede obrar colocado en una
situación como la descripta, a saber:

a. La menos radical seria rechazar la demanda por aplicación del art. 426, inciso 3, del
CPC, declarándola inadmisible bajo el argumento que el petitorio es impreciso (aunque
lo que en realidad es impreciso es la causa petendi en su expresión jurídica), dándole un
plazo al demandante para que subsane el error en que incurre al demandar la nulidad
cuando corresponde demandar la ineficacia relativa del acto. No estoy para nada
convencido que esta solución pueda ser aplicada en todos los casos en que exista un
error de derecho en la fundamentación jurídica de la demanda, porque habrá muchos
en los que el petitorio no sea incompleto o no sea impreciso (que son los supuestos de
hecho contemplados en la norma) y, sin embargo, la calificación jurídica de los hechos
esté errada, en cuyo caso se estaría forzando la interpretación de esa norma para
declarar inadmisible la demanda, cuando creo que eso corresponde más al filtro de
procedibilidad de la demanda, donde el juez decide sobre la procedencia o la
improcedencia de la misma.

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b. La segunda, y la más radical, sería declarar improcedente la demanda por aplicación
del art. 427, inciso 5, esto es por falta de conexión lógica entre los hechos y el petitorio,
ya que la fundamentación fáctica corresponde a un caso de ineficacia y no de nulidad,
como se ha pedido. Esta alternativa la considero la más perjudicial para el demandante
y para el proceso en general, pues el efecto de la declaración de improcedencia es la
conclusión del proceso, cuando se trata de un error de derecho subsanable. Los
abogados litigantes conocen lo trabajoso que es volver a presentar una demanda
cuando la primera ha sido declarada improcedente, aparte de los riesgos que conlleva
por razón de los plazos de prescripción de la acción, pues la demanda declarada
improcedente no interrumpe el decurso del plazo de la prescripción, ya que no se
notifica al demandado, a menos que la resolución que la declara sea apelada por del
demandante, en cuyo caso se procede conforme a la parte final del art. 427 del CPC.

c. La solución más ecléctica está en admitirla a trámite aplicando el principio iura novit
curia, asumiendo el juez que lo que se ha pedido es la declaración de ineficacia, o
cambiar el pedido de nulidad por el de ineficacia, lo que implica modificar el petitorio
de la demanda, pues éste debería ser de ineficacia y no de nulidad.

3.4 Esta fue la solución que adoptó la Corte en el caso visto al comienzo; sin embargo,
en opinión de muchos autores el problema principal de esta opción es que modifica el
petitorio; estos doctrinarios sostienen que la aplicación del principio está restringida a
los casos en los que no ha sido invocado el derecho por las partes o ha sido invocado
erróneamente, por lo que el juez no podría asumir que se ha pedido la ineficacia, ya que
al resolver sobre una pretensión distinta la sentencia resolvería citra petita, que una de
las formas de la sentencia incongruente. Para estos autores el juez no puede cambiar
el petitum de una demanda, ni siquiera mediante el cambio de las normas invocadas en
la fundamentación jurídica de la causa petendi. En este caso, si el juez cambiara
el petitum de nulidad por el de ineficacia, estaría extralimitándose en sus facultades
jurisdiccionales, al interferir en la libertad individual del actor y, además, estaría
afectando las garantías de defensa en juicio e igualdad de las partes. Por otro lado,
estaría cometiendo las mismas faltas si cambiara el fundamento de derecho de la
nulidad (Art. 219-1 CC) por un fundamento de derecho de ineficacia

Para estos autores la opción más acertada es el rechazo de la demanda en aplicación del
inciso 3 del art. 426 del CPC: se declara inadmisible la demanda por petitorio impreciso
y se le concede al demandante un plazo para que subsane los defectos en el petitum y
en la fundamentación jurídica de la causa petendi. Traigo a colación la reserva que
respecto de esto hice más arriba, al comentar esta alternativa en el literal a. del punto
3.3., arriba.

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3.5 En otro caso jurisprudencial, también se resolvió ordenando al juez que diera trámite
a la demanda adecuándola a las normas aplicables al caso sometido a juicio.
Se trató de la venta de un bien inmueble que perteneciente en un 50% a la madre viuda
y en un 50% al hijo único del matrimonio. La madre, por razón de sufrir de una
incapacidad absoluta, había sido declarada su interdicción en un proceso seguido con
esa finalidad, en el cual fue nombrado el hijo como curador de la incapaz.

El hijo celebra un contrato de compraventa con un tercero respecto del inmueble en su


totalidad, disponiendo de la parte de su madre, invocando para ello su título de curador
y, como tal, de representante de su madre incapaz, pero lo hace sin haber solicitado
previamente la necesaria autorización judicial para disponer del bien de un incapaz.

Cuando el comprador decide elevar a escritura pública la minuta de compraventa, el


notario le advierte que tiene que insertar la resolución judicial que autoriza al curador a
vender el porcentaje de su madre, por razón de su interdicción. El comprador no obtiene
lo que necesita, pues el vendedor se rehúsa a seguir ese procedimiento regulado en los
artículos 786 al 789 del Código Procesal Civil alegando haber vendido bien, y entonces
el comprador demanda al vendedor exponiendo los fundamentos de hecho de la
demanda, pero consigna como petitorio de la demanda el que se declare nulo el
contrato de compraventa por falta de manifestación de voluntad del agente (de la
madre) y cita las normas del Código Civil relativas a la nulidad del acto jurídico (art. 219,
inc, 1 y art. 220) y a la copropiedad (arts. 969, 971, inc. 1). Sin embargo, el artículo 978
del Código Civil no sanciona con nulidad el acto que importe el ejercicio de propiedad
exclusiva que un copropietario practica sobre todo o parte de un bien, debido a que la
norma mencionada precisa que ese acto solo será válido desde el momento en que se
adjudica el bien o la parte a quien practicó el acto, lo que significa que el acto está sujeto
a una condición para su validez, lo cual no es permitido cuando un acto jurídico es nulo.

El caso extrapolado al de más frecuente ocurrencia, esto es la venta que hace uno de los
copropietarios del bien sin autorización de los demás copropietarios, pone de manifiesto
con más claridad que se trata de un caso de ineficacia, pues siempre resulta de
aplicación del art. 978 del CC, que permite el acto adquiera validez a partir del momento
en que le adjudica el bien o la parte al copropietario que practicó el acto sin el
consentimiento de los demás copropietarios.

CONCLUSIONES.

1. La adecuación de la demanda se limita, en una mayoría de casos, a suplir un error en


la fundamentación jurídica de la causa petendi: cuando el derecho no haya sido

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invocado o lo haya sido erróneamente (art. VII del Título Preliminar del CPC y VII del TP
del Código Civil). En estos casos no se modifica el petitorio de la demanda.

2. La adecuación de la demanda, puede, en ciertos casos, modificar el petitorio para


adecuar el petitum a la fundamentación fáctica de la causa petendi, cuando al modificar
la fundamentación jurídica resulta que lo que se pide en la demanda es distinto de lo
que señalan los hechos en que se funda. El caso visto al comienzo de este artículo es uno
de ellos.

3. El petitorio no se pude modificar cuando el juez no puede adecuar la fundamentación


jurídica de la causa petendi porque de hacerlo afectaría el derecho al debido proceso de
los justiciables, tal como ocurre en el caso visto arriba en el punto 2.4, sobre
responsabilidad civil.

4. La solución propiciada por algunos autores para solventar estos casos, mediante la
declaración de inadmisibilidad de la demanda por aplicación del inciso 3 del art. 426 del
CPC me parece altamente cuestionable porque no puede ser empleada en todos los
casos en que exista un error de derecho en la fundamentación jurídica de la demanda,
porque habrá muchos casos en los que el petitorio no sea incompleto o no sea impreciso
(que son losas dos supuesto de hecho de la norma) y, sin embargo, la calificación jurídica
de los hechos esté errada, en cuyo caso se estaría forzando la interpretación de esa
norma para declarar la inadmisibilidad, cuando considero que eso corresponde más al
filtro de procedibilidad de la demanda, donde el juez decide sobre la procedencia o la
improcedencia de la misma.

5. Estoy en desacuerdo con quienes consideran que la aplicación del principio iura novit
curiae debe limitarse siempre a los casos a que me he referido en la primera conclusión,
esto es, restringiendo la aplicación del mismo a suplir una deficiencia del demandante
en la fundamentación jurídica del petitorio, y del demandado en la de su contestación,
sin modificar el petitorio ni el contradictorio según la calificación jurídica que le merzca
al juez. Limitar de este modo la aplicación de dicho principio es inconducente, ya que no
contribuye en nada a la tarea del juez de adecuar la demanda y su contradicción a la
fundamentación jurídica que corresponda aplicar al caso, según la fundamentación
fáctica de la demanda y de la contradicción.

Lima, junio de 2018.

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