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Vigorexia

La vigorexia es un trastorno no estrictamente alimentario, pero que sí comparte la patología de la preocupación obsesiva por la
figura y una distorsión del esquema corporal; es más frecuente en hombres de entre 18 a 35 años.

Esta patología implica el efecto contrario que la anorexia, por lo que también recibe el nombre de anorexia inversa, además
de dismorfia muscular.

La vigorexia es, por tanto, un tipo de trastorno dismórfico corporal que se relaciona con el trastorno obsesivo compulsivo y
que implica que la persona se obsesione con sus imperfecciones, lo que hace que perciba una imagen distorsionada de sí
misma.

Este tipo de afecciones repercute negativamente en las relaciones personales del paciente y a su salud mental y física.

Causas
Las características más frecuentes en personas que sufren este trastorno son las siguientes:

 Mirarse constantemente en el espejo y aun así sentir que no se alcanzan las características estéticas que establece como
necesarias la propia persona.

 Pesarse varias veces al día y hacer comparaciones con otras personas que hacen fisicoculturismo.

 Las personas con personalidad obsesiva, en especial consigo mismas, así como aquellas que sufren diversos problemas
emocionales en sus relaciones personales y profesionales, son más propensas a desarrollar vigorexia.

 También es común que la padezcan aquellas personas que han sufrido acoso escolar o bullying por su aspecto físico
durante la infancia.

La enfermedad deriva en un cuadro obsesivo compulsivo que hace que el vigoréxico desarrolle pensamientos negativos sobre
él mismo, abandone sus actividades cotidianas e invierta todo su tiempo en realizar ejercicio físico.

Estas personas también siguen dietas bajas en grasas y ricas en carbohidratos yproteínas para aumentar la masa muscular,
y corren mayor riesgo de abusar de sustancias como hormonas y anabolizantes esteroides.

Síntomas

El síntoma principal que presenta la vigorexia es que el paciente elabora unprograma de entrenamiento que se caracteriza por
una intensidad constante y una gran dureza.

Este programa se centra en ejercicios que aumenten el tono muscular, por lo que la práctica más común es el levantamiento de
pesas.

Este estilo de vida, que termina convirtiéndose en obsesión, implica un distanciamiento de las labores cotidianas, incluyendo,
muchas veces, el abandono del trabajo o de las relaciones sociales.

Tal y como sucede con patologías similares como la anorexia y la bulimia, los pacientes con vigorexia reflejan una
gran preocupación por su dieta, ya que buscan la rapidez en el proceso de conseguir un cuerpo escultural y eliminar toda la
grasa.

En algunos casos, es posible que la persona vigoréxica comience a consumir drogaspara estimular el desarrollo muscular.

Prevención

Las pautas principales para prevenir la vigorexia implican las siguientes recomendaciones:

 A la hora de llevar a cabo un programa de ejercicios, es necesario que estén supervisados por un entrenador profesional.
 Es aconsejable realizarse exámenes físicos que determinen el estado de salud, además de las necesidades y capacidades
del individuo para adaptar los ejercicios a realizar.
 Los especialistas recomiendan establecer ejercicios que se adecúen al nivel físico de la persona, evitando actividades que
requieran sobreesfuerzos innecesarios.
 Es importante detener el ejercicio en el momento en el que se presente fatiga, cansancio o dolor muscular excesivos.

Es necesario que la persone evite pensamientos negativos acerca de su estado físico, ya que pueden convertirse en obsesión.

Tipos
Actualmente, no existe una clasificación de la patología.
Diagnóstico
Para diagnosticar la vigorexia, el especialista llevará a cabo un análisis de sangre para determinar si el paciente consume algún
tipo de droga o suplemento alimenticio relacionado con este trastorno.

Después, procederá a plantear cuestiones sobre la frecuencia con la que la persona realiza ejercicio físico y cuál es la intensidad
del mismo.

Asimismo, el especialista establecerá si el paciente tiene alguna carencia alimenticia ya que es uno de los primeros puntos a
corregir que se integran en el tratamiento.

Tratamientos
Si bien se ha comprobado la existencia de trastornos en los niveles de diversas hormonas y mediadores presentes en la
transmisión nerviosa, los principales factores desencadenantes involucrados son de tipo cultural, social y educativo, a los que
estas personas están expuestas continuamente.

Por ello, el tratamiento debe enfocarse a modificar la conducta y la perspectiva que tienen sobre su cuerpo.

El entorno afectivo cumple una función muy importante en su recuperación, al brindarle apoyo cuando intentan disminuir su
programa de ejercicios a rutinas más razonables.
Es necesario disminuir el entusiasmo y la ansiedad por la práctica deportiva intensa, logrando que se interesen por otras
actividades menos nocivas para su cuerpo.
El hecho de desear la imagen corporal ideal no implica necesariamente que la persona padezca algún trastorno psicológico, pero
sí es necesario controlar el desarrollo de sus actividades físicas, ya que es más propensa a padecer vigorexia.

La vigorexia es una enfermedad más común en hombres.

Otros datos
Numerosos problemas orgánicos y lesiones pueden aparecer cuando la práctica deportiva es excesiva.

Cuerpo desproporcionado
Las desproporciones entre las partes corporales son muy frecuentes, por ejemplo, un cuerpo muy voluminoso con respecto a la
cabeza.

Lesiones
La sobrecarga de peso en el gimnasio repercute negativamente en los huesos, tendones, músculos y las articulaciones, sobre
todo de los miembros inferiores, con desgarros y esguinces.

Alimentación
La alimentación es otro problema muy frecuente, ya que consumen muchas proteínas e carbohidratos y poca cantidad de grasa
en un intento de favorecer el aumento de la masa muscular, ocasionándoles muchos trastornos metabólicos.

Uso de anabólicos
El empleo de anabólicos es también otra consecuencia que se asocia a la vigorexia, con el objetivo de mejorar el rendimiento
físico e incrementar el volumen de sus músculos.

Con el uso de estas sustancias no se obtiene ningún beneficio, sino todo lo contrario, ya que producen muchos trastornos en el
organismo como masculinización e irregularidades del ciclo menstrual en las mujeres, acné, problemas cardíacos, atrofia
testicular, disminución de la formación de espermatozoides y retención de líquidos, entre otros.

Es importante tener en cuenta que estas drogas no aumentan la fuerza muscular, la agilidad ni la resistencia.

Abuso de las endorfinas


Las endorfinas constituyen un grupo de hormonas que produce el propio organismo, con propiedades similares a la morfina,
como un mecanismo de defensa ante diversos estímulos. Principalmente actúan como analgésicos endógenos.

Cuando la persona practica deportes rutinariamente hasta extenuarse, el organismo comienza a producir estas sustancias para
aliviar los síntomas, y esto le permite poder continuar el esfuerzo durante más tiempo cada día.

A medida que el ejercicio aumenta su frecuencia se requerirá una cantidad cada vez mayor para poder soportar el dolor, lo que
acarreará serias consecuencias. Todo esto lleva al desarrollo de una posible adicción a las endorfinas.

Debe prestarse mucha atención al dolor, porque es una señal de alarma de las posibles consecuencias del sobre
entrenamiento.
Vigorexia: mentes enfermas en cuerpos sanos
Miguel Castillo
Miercoles, 10 de Noviembre de 2004 - 23:00
Las personas vigoréxicas pueden llegar a pasar hasta seis horas en el gimnasio de forma diaria.

Horas y más horas con las pesas. El culto al cuerpo puede llegar a convertirse en una obsesión que oculta un trastorno
psicológico. La vigorexia, una patología descrita hace apenas tres años, afecta a aquellos adictos a la musculación que nunca se
consideran lo suficientemente fornidos, se pesan varias veces al día y hacen del gimnasio su segunda casa.

La vigorexia o dismorfia muscular fue estudiada por primera vez por el doctor Harrison G. Pope, psiquiatra del Hospital Mc Lean
en Boston (Estados Unidos) en el año 1997, en una investigación publicada en la revista científica "Psycosomatics", publicada por
laAsociación Americana de Psiquiatría. Se encuadraría dentro de un grupo de trastornosdenominados dismorfias corporales,
sufridos por aquellas personas que no se sienten a gusto con su propio cuerpo y se obsesionan con la mejora de ciertos defectos
físicos. Para algunos expertos, la vigorexia constituye el reverso de la anorexia nerviosa. Mientras que la anorexia suele aparecer
entre chicas jóvenes que por más que adelgazan nunca llegan a verse lo suficientemente delgadas, la vigorexia afecta a hombres
que se desviven por alcanzar un cuerpo cada vez más musculado. En opinión del doctor Pope, entre 500.000 y un millón de
estadounidenses podrían padecer dismorfia muscular, cifra que supondría el 10 por ciento de los clientes habituales de
gimnasios.

En España aún no se han realizado estudios específicos acerca de este trastorno, por lo que no existen cifras de la incidencia de
la vigorexia en nuestro país. En opinión del profesor José Carlos Caracuel Tubío, especialista en Análisis del Comportamiento
Humano y Psicología del Deporte y presidente de la Federación Española de Psicología del Deporte, en España la vigorexia se
observa principalmente entre adolescentes.

A pesar de tener una complexión física más fornida que el resto de la población, las personas vigoréxicas se entregan
compulsivamente al ejercicio con pesas sin perseguir otra meta que no sea aumentar la masa muscular. "La vigorexia deriva de
una confusión entre medios y fines", señala el profesor Caracuel. "El problema surge cuando no se utiliza el ejercicio físico como
un medio para llevar una vida más saludable. La consecución de un cuerpo musculado se convierte en un fin en sí mismo y esta
obsesión puede acarrear la adopción de hábitos no saludables". La presión de los medios de comunicación ha desempeñado un
papel esencial en la extensión de esta patología. Desde el cine y la publicidad se difunde el modelo de hombre fuerte y atlético
como prototipo de salud y éxito, lo cual puede causar una obsesión por el culto al cuerpo y una frustración en adolescentes c uya
complexión no se adapte a estos cánones. "Las principales razones por las que se cae en la vigorexia son de tipo estético.
Algunas personas cuya constitución no se corresponda al modelo de cuerpo ‘danone’, pueden tener problemas de integración en
un medio donde se valora en gran medida el aspecto físico", añade el profesor José Luis Caracuel.

La vigorexia también recibe el nombre de "anorexia atlética".

Los vigoréxicos suelen ser personas poco maduras, introvertidas, con problemas de integración y seguridad y baja autoestima,
que piensan que tienen poco atractivo entre el sexo opuesto debido a su aspecto físico. El doctor Pope indica en sus estudios
que la vigorexia puede ir acompañada de otras alteraciones psicológicas como la ansiedad, la depresión y los trastornos
obsesivos compulsivos. La dismorfia muscular puede tener importantes consecuencias entre quienes la padecen. Junto a los
problemas físicos que el abuso de esteroides anabolizantes (sustancias que favorecen la formación rápida de masa muscular) y
una dieta inadecuada que prescinde de la grasa en beneficio de una mayor cantidad de proteínas pueden ocasionar, el profesor
Caracuel añade la posible aparición de problemas psicológicos.

"Vivir para el propio cuerpo deteriora seriamente las relaciones humanas. Además, los adolescentes que pasan muchas
horas en el gimnasio suelen desarrollan un perfil agresivo que les conduce a demostrar su fuerza física durante los fines de
semana participando en peleas". Las personas vigoréxicas pueden llegar a dedicar al ejercicio físico hasta seis horas al día, lo
que les impide cumplir con sus ocupaciones habituales al no interesarse en otra cosa que no sea su cuerpo.

Ensayos realizados por el doctor Eric Hollander, especialista en trastornos compulsivos en la Escuela de Medicina Monte Sinai,
en Manhattan (Estados Unidos), sugieren que el tratamiento con antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de la
serotonina (grupo de fármacos al que pertenece el Prozac) puede resultar efectivo en pacientes con dismorfia muscular. En
opinión del profesor Caracuel, las principales armas para luchar contra la vigorexia son las terapias psicológicas habituales de
modificación de la conducta. "No obstante existe un fuerte competidor en los medios de comunicación. Será dificil acabar con la
vigorexia mientras desde el cine, las revistas y la publicidad se preconicen valores sociales basados en una cultura de la imagen".

Sustancias peligrosas
Es frecuente el consumo de esteroides anabolizantes entre personas vigoréxicas. El abuso de estas sustancias, que permiten
aumentar rápidamente la masa muscular y son fáciles de encontrar en algunos gimnasios, puede ocasionas graves problemas
físicos, como un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, lesiones hepáticas, disfunciones eréctiles,
disminución del tamaño de los testículos y una mayor propensión a padecer cáncer de próstata.

Ellas los prefieren menos musculosos


Una investigación realizada por el equipo del doctor Pope y publicada en agosto de 2000 en la revista Psicosomatic Medicine,
llevó a cabo un original test con el fin de observar la percepción física que los hombres tienen de su cuerpo. La prueba se realizó
entre más de 200 varones en Estados Unidos, Francia y Holanda, a los que se les mostraban dibujos de cuerpos masculinos con
distintos niveles de grasa y masa muscular. A continuación debían elegir los cuatro gráficos que correspondían según ellos a su
propio cuerpo, el físico que desearían tener, el típico de personas con su misma edad y el que en su opinión era preferido por las
mujeres. En los tres países los participantes seleccionaron un cuerpo ideal con una media de 13 kg más de masa muscular que
su propio cuerpo. Esta discrepancia, según los autores, podría explicar el aumento de la vigorexia en países occidentales. Sin
embargo, un estudio similar realizado entre mujeres en los mismos países reveló que las preferencias femeninas se centraban en
cuerpos masculinos mucho menos musculados.

El comer sano y el culto al cuerpo como obsesión


Inma Salazar. Especial de Diario Médico para Cuidateplus.com
Miercoles, 13 de Noviembre de 2002 - 23:00

Las personas ortoréxicas y vigoréxicas encuentran difícil saber dónde está el límite entre cuidar el cuerpo y la obsesión por el
físico.

La vigorexia y la ortorexia se han unido a la lista de preocupaciones de las unidades de conducta alimentaria. Jesús de la
Gándara, jefe de Psiquiatría de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital General Yagüe, ha tratado este asunto durante
las 'II Jornadas sobre Trastornos Alimentarios', celebradas en Burgos.

Son las denominadas enfermedades de la vida moderna: la bulimia, la anorexia, la ludopatía, la compra compulsiva... y las más
novedosas, la ortorexia y la vigorexia, trastornos detrás de los que se esconde una personalidad patológica y que se ceban con
personas poco adaptadas al comportamiento social.

En Burgos, en el marco de las II Jornadas sobre Trastornos Alimentarios, se ha hablado de dos nuevas patologías: la ortorexia y
la vigorexia. La primera es un trastorno de la conducta alimentaria que consiste en la obsesión por la comida sana y obliga a
quien lo padece a seguir una dieta que excluye la carne, las grasas, los alimentos cultivados con pesticidas o herbicidas y las
sustancias artificiales que pueden dañar el organismo, ha explicado Jesús de la Gándara, jefe de Psiquiatría y de la Unidad de
Trastornos Alimentarios del Hospital General Yagüe, en Burgos. El fenómeno aparece en Estados Unidos, donde la tendencia
desordenada al consumo de alimentos biológicamente puros motivó la aparición de un manual de adictos a la comida saludable,
escrito por el psicólogo americano Steven Bratman. Estos pacientes suelen ser tan estrictos que llegan a sentirse culpables
cuando incumplen su alimentación a base de alimentos ecológicos y se castigan con dietas y ayunos aún más rígidos que
evitan el consumo de muchas otras clases de comidas. Entre los problemas que acarrea este tipo de trastorno, el especialista
destacó numerosas carencias nutricionales, ya que el ortoréxico no sustituye los alimentos que rechaza por otros que le aporten
los mismos complementos nutricionales, lo cual se traduce en anemia y carencias vitamínicas. La ortorexia suele manifestarse en
personas con comportamientos obsesivo-compulsivos y predispuestas genéticamente a ello.

Gimnasio
Otra obsesión patológica, el culto al cuerpo, al gimnasio, identifica la vigorexia, que afecta sobre todo a hombres jóvenes
obsesionados por tener un cuerpo perfecto, "que les lleva a someterse a patrones de ejercicio patológicamente excesivos; a
alimentaciones hiperprotéicas y con hidratos de carbono y exentas en grasas; a comer soja, lecitina, cereales, y a tomar
anabolizantes", explicó el psiquiatra. Y es precisamente con los anabolizantes cuando aparecen los problemas, "porque se
hacen dependientes y su uso implica riesgo de cáncer de próstata, de disfunción eréctil, de lesiones vasculares, de infartos y
problemas cardiovasculares". De la Gándara matizó que tanto la ortorexia como la vigorexia no existen como enfermedades
independientes, sino como comportamientos patológicos detrás de los que siempre se esconden problemas de personalidad.

El perfil de estos pacientes se corresponde "con gente obsesiva, insuficiente, inmadura, insegura, con problemas de impulsividad
y de identidad y con baja autoestima". A la hora de tratar a estos pacientes, la estrategia a seguir es la misma que con las
anorexias o las bulimias nerviosas. En primer lugar, un tratamiento con inhibidores de la serotonina, que hacen que disminuya la
impulsividad y la obsesividad, y en segundo lugar, con psicoterapia de conducta, de aprendizaje de patrones más sanos de
comportamiento. "Con estos tratamientos sí que se logran resultados siempre y cuando el individuo, antes, reconozca que está
enfermo".

VIGOREXIA: LA BÚSQUEDA DEL CUERPO PERFECTO


Trabajo de investigación presentado en el VII Congreso de Psicología del ejercicio físico y deporte. 1999 Granada (España)
Cardona, Eulalia & García, L.M.Almudena (1999)

Vigorexia (Pope, 1977) es el nuevo trastorno del “culto al músculo” que se está infiltrando de forma alarmante en los gimnasios de la sociedad
moderna y en algunos ámbitos deportivos. A través de un caso de vigorexia (deportista de 28 años, estudiante de 5º Curso de INEF) se
pretenden desvelar las conductas deportivas descontroladas, así como la adicción a algunos nutrientes, fármacos, esteroides y otras sustancias.
El tratamiento multiprofesional de esta “prisión corporal” (En palabras del citado deportista) se está llevando a cabo por dos vías
complementarias:

 Intervención Psicológica Deportiva y Clínica con Técnicas Cognitivo Conductuales e Hipnosis.


 Intervención Médica (Psiquiátrica, Endocrina y Medicina Deportiva)

Con este trabajo se intenta dar una llamada de atención para que los profesionales de la psicología del ejercicio físico y del deporte puedan
identificar y prevenir este tipo de conductas.

INTRODUCCIÓN
La sociedad ha ido evolucionando a través de los siglos de una forma paulatina si bien, de acuerdo con algunos teóricos de la Historia, este
proceso evolutivo sigue algunas pautas cíclicas o patrones antropológicos. De esta forma Grecia elevó a categoría estética un modelo cultural
masculino donde las masas musculares cobraban un especial relieve como expresión de la masculinidad.

Sometida a este comportamiento cíclico aparece a las puertas del nuevo milenio, una exaltación al cuerpo masculino, una cultura al cuerpo y al
placer haciendo honor a Dionisos dios de los excesos y a Apolo dios de la belleza, repitiéndose aquella época de la Grecia clásica.

Sin embargo aparecen rasgos diferenciales. La civilización actual ha desarrollado hasta tal nivel los medios de comunicación que cualquier
patrón social puede extenderse de forma fulminante invadiendo todos los estratos de la sociedad, aunque en muchas ocasiones estos modelos
sociales y culturales resultan tan efímeros y fugaces como un suspiro.

El culto al cuerpo perfecto, musculazo y fornido es fomentado actualmente en los gimnasios y exaltado en concursos, cuando no en los mismos
comportamientos deportivos. Hasta tal extremo se produce esta profundización cultural que resulta habitual la utilización de hormonas o drogas
que puedan reforzar el modelo o patrón muscular a alcanzar. Pero esta cultura al cuerpo y al placer no es muchas veces la expresión de aquel
modelo de la Grecia antigua sino que recuerda más bien al mismo fenómeno social que ha inducido tantos comportamientos anoréxicos en
niñas y adolescentes actuales, cuya gravedad ha exigido la intervención de las instituciones sanitarias y del Congreso de los Diputados Español.
La cultura al cuerpo cincelada en un modelo musculoso, está invadiendo el mundo infantil a través de películas (Jean Claude Van Damm, por
ejemplo), cómics y muñecos (“Action-Man”).

Todo ello no tendría mayor importancia más allá de la sociología, si no fuera porque simultáneamente están apareciendo de forma creciente y
preocupante Trastornos Psicológicos que desde el mundo deportivo hunden sus más profundas raíces en este modelo cultural. El Trastorno que
Harrison Pope y cols. denominaron en un principio “Anorexia Nerviosa Inversa” ha evolucionado hasta el término de “Dismorfía Muscular”
aunque otros autores prefieren hablar de “Big-orexia”, acepción que hemos recogido con alguna modificación gramatical que no de contenido.
Lo que nosotros llamamos “Vigorexia” y Pope “Dismorfía muscular es un trastorno con una incidencia cada vez mayor en deportes como
halterofilia, culturismo y otros que utilizan el levantamiento de pesas como complemento para su mejora física.

Los Criterios Diagnósticos que cita Pope son los siguientes:

1. Vivencia del propio cuerpo como pequeño, fláccido e insuficientemente musculado, dando lugar a horas de levantamiento de pesas y
seguimiento de una dieta estricta hipercalórica y con suplementos proteínicos y vitamínicos adicionales.
2. Esta alteración produce un malestar clínicamente significativo con deterioro de áreas social laboral, familiar y personal patente en:
a) Abandono de actividades sociales y profesionales por la necesidad compulsiva de ejercicio físico y seguimiento de una dieta
rígida.
b) Evitación de situaciones que impliquen exposición corporal. Si esta exposición se produce, es a costa de elevados niveles de
ansiedad.
c) Preocupación por el tamaño corporal que interfiere en el funcionamiento social, profesional o de otro área.
d) El sujeto continúa realizando levantamiento de pesas haciendo dietas estrictas y usando sustancias ergogénicas a pesar de
conocer los riesgos físicos y psicológicos adversos.
3. El principal motivo de preocupación se centra en la creencia de ser pequeño e insuficientemente musculado.
En lo que concierne al Diagnóstico Diferencial, el Trastorno presenta con frecuencia comorbilidad con trastornos de la conducta alimentaria
(Bulimia y Anorexia), trastorno Obsesivo-Compulsivo, Depresión Mayor, Trastorno de Ansiedad y Dismorfofobia permaneciendo en el caso de
la Vigorexia como principal preocupación la “ausencia de una musculatura suficiente”.

En cuanto al Tratamiento Psicofarmacológico parece que pueden ser efectivos los recaptadores de serotonina.

Por último, las Investigaciones que relacionan el ejercicio físico con la salud ponen de manifiesto que en el caso de sobreentrenamiento
aparecen repercusiones psicológicas negativas relacionadas con trastornos de la alimentación (Morgan & O`Connor, 1988) Estas
investigaciones también describen problemas de adicción al ejercicio en corredores de fondo.

(Biddle & Mutrie, 1991 ) (Sanz et cols., 1992)

En el presente estudio de Caso Único se presenta la descripción de un caso de Vigorexia diagnosticado a partir de estos criterios así como el
tratamiento Psicoterapéutico llevado a cabo. Teniendo en cuenta que la validez del mismo es poco representativa, se pretende ilustrar el modelo
propuesto por Pope et cols. con descripciones clínicas que puedan ser útiles para entender mejor la descripción del cuadro, aunque hay otro
proyecto de investigación en curso a publicar próximamente que sí incluye muestras estadísticamente significativas. Asimismo, se está
investigando sobre la baremación Española de la escala de medida propuesta por el autor a publicar también próximamente.

I ESTUDIO DE CASO ÚNICO N= 1

Deportista de 28 años de edad, soltero y estudiante de último curso de INEF. Acude por primera vez a consulta a los 26 años aquejado de una
fuerte Depresión que duraba desde hacía varios meses. (“Como consecuencia de un fracaso sentimental”) y que no había remitido a pesar de la
automedicación con antidepresivos y ansiolíticos.

Es significativa desde el primer encuentro su ancha vestimenta deportiva, su bolsa de deporte (Que lleva a todas partes para poder entrenar allí
donde se encuentre) y la reocupación obsesiva por estar demasiado delgado muscularmente. Ha perdido el apetito y aunque quiere entrenar no
puede porque la sintomatología depresiva se lo impide.

II MÉTODO
Se lleva a cabo un primer Estudio Psicopatológico con un contenido centrado en:

 Entrevista Estructurada Individual.


 Escala Autoaplicada para la Evaluación del Estrés-Apoyo Social (DMH) de California.
 Inventario de Rasgos de Personalidad Tendentes a Sicopatología ( DSM-IV )
 Escala Autoaplicada para la evaluación de la Depresión de Beck.
 Hipnodiagnóstico ( Mediante señales ideomotoras )

En esta primera evaluación se reveló la existencia de antecedentes de inestabilidad psíquica, con episodios depresivos de intensidad media,
ansiedad, insomnio, baja autoestima y conflictos inconscientes en infancia y adolescencia (Estos últimos mediante exploración bajo hipnosis )

En el transcurso de la Psicoterapia inicial, fueron poniéndose de manifiesto algunos hábitos de conducta deportiva que en principio no
presentaban relación directa con el síndrome depresivo que había obligado al sujeto acudir a Psicoterapia.

El paciente declaraba haber sido deportista (Deportes de combate) durante unos diez años (De los 10 a los 19) También reconoció haber
abandonado la práctica de su deporte debido a la gran insatisfacción y frustración asociadas al hecho de tener que competir con un compañero
que pudiese ser mejor que él. Así pues la paulatina sustitución de la práctica habitual de su deporte por el entrenamiento de musculación con
pesas dentro de su propio club deportivo, podría haber constituido una respuesta de evitación ante la competición. Entre las motivaciones que
argumentaba para justificar tal cambio, figuraban la mayor satisfacción a corto plazo que le producía este tipo de práctica y una mayor
compensación psicológica referida a resultados físicos estéticos y funcionales (Ganancia de masa muscular y aumento de fuerza) Un dato a
tener en cuenta es que el sujeto comentaba haber dejado de practicar la lucha a raíz de una etapa depresiva sufrida poco antes de abandonar este
deporte. Ahondando en la trayectoria personal del paciente y en la evolución de su comportamiento social, se pudieron extraer estas
conclusiones:

 El paciente presentaba antecedentes marcados de inseguridad personal, infravaloración de sí mismo y baja autoestima, teniendo un
nivel de ansiedad significativo.
 Se observaron conductas de evitación en el plano académico, deportivo y social con tendencia al aislamiento, ausencia de relaciones
en el gimnasio y de relaciones con amigos y familiares.
 Como rasgos definitorios de las conductas del sujeto dentro del contexto deportivo se identificaron una gran autoexigencia en cuanto
a su rendimiento físico (Entrenamientos diarios de seis horas de duración), una excesiva preocupación por su imagen corporal
(Tamaño muscular, longitud de sus piernas, caída del cabello, talla del pié…) y un elevado grado de perfeccionismo.
 También declaró ser consumidor habitual de ayudas ergogénicas para potenciar el rendimiento físico reconociendo haber utilizado
sustancias dopantes ( Estimulantes y esteroides anabólicos ) que él mismo se autoadministraba indiscriminadamente y que iban in
crescendo con el tiempo.
 Por último también se observaron conductas obsesivo-compulsivas a veces asociadas a sentimientos de culpa en torno al
entrenamiento, su apariencia muscular y física y a algunos factores relacionado tales como la nutrición, el descanso y la libido entre
otros.
A tenor de estos hechos, constatamos que si bien el trastorno depresivo que afectaba al paciente (Depresión Mayor moderada según los
primeros informes) requería un tratamiento inmediato, se daban sin embargo una serie de circunstancias propias del estudio que nos ocupa y
que nos hicieron enfocar el caso desde una perspectiva muy diferente.

De este modo, los episodios depresivos en los que se sumía podrían ser síntomas de un trastorno de mayor entidad que habría actuado como
detonante de ciertos comportamientos y hábitos de conducta compulsivos que perfectamente podríamos enmarcar dentro del
síndrome recientemente descrito por Pope y cols. en la Revista Médica Americana “Psicosomática” con el nombre de “Dismorfía Muscular”.

En nuestro caso se cumplían la mayoría de los Criterios Diagnósticos de forma que una percepción claramente distorsionada habría producido
conductas compulsivas de entrenamiento, dieta estricta y administración indiscriminada de esteroides y otras sustancias reduciéndose
considerablemente las posibilidades de interacción social.

III PROCEDIMIENTO (PROCESO PSICOTERAPÉUTICO-DEPORTIVO)

En un primer momento el trabajo se centró en una reducción de la sintomatología ansiosa y depresiva y en el aumento de la autoestima con
técnicas específicas (Cognitivo-conductuales e hipnosis: Entrenamiento en Relajación, Terapia Racional Emotiva y Técnicas de
Autoactivación) Como resultado y a pesar de que la sintomatología depresiva parecía responder bien a la terapia hipnótica, se observó una
mejora discreta del control de la ansiedad y emotividad que seguían sufriendo recidivas.

Una vez reconsiderado el caso de forma más amplia, se planteó una intervención con nuevas estrategias:

NOTA: La intervención Psicoterapéutica ha tenido una frecuencia de una sesión mensual ya que la residencia del sujeto se encuentra a
seiscientos kilómetros de Madrid, habiéndose instaurado el siguiente programa hace tan solo diez meses.

 Tratamiento Médico- Psiquiátrico:


 Para evitar la automedicación y para establecer un Tratamiento Psicofarmacológico controlado llegando a conseguir una
reducción significativa del uso de anabolizantes. También enfocada a la reestructuración nutricional.
 Intervención Psicológico-Deportiva:
 Implantación de incentivos alternativos integrando la actividad física como un aspecto más de la vida cotidiana y no como el
único.
 Control de las contingencias de refuerzo.
 Reducción del número de horas invertidas en el levantamiento de pesas mediante Contrato Conductual.
 Variación hacia otro tipo de deportes de equipo (Balonmano, por ejemplo)
Las tres últimas pautas, según el Programa para una actividad física saludable propuesto por Labrador, cruzado y Muñoz en 1993.

 Intervención Psicoterapéutica reforzada con Hipnosis.


 Hipnosis (Regresión hipnótica, sustitución del contenido negativo de una obsesión por otro neutro, reenmarque de vivencias
positivas, establecimiento y refuerzo de claves posthipnóticas y entrenamiento en autohipnosis).
 Concienciación del propio trastorno (Para ello se involucró al sujeto en la búsqueda de información acerca del mismo).
 Técnicas específicas:
 Autocontrol Emocional (Expresión de sentimientos positivos y negativos)
 Reestructuración cognitiva (Detección de Pensamientos Distorsionados)
 Trabajo sobre una adecuada autopercepción física.(Modelos no culturistas)
 Entrenamiento en Técnicas de Afrontamiento.
 Entrenamiento en Habilidades Sociales.
 Sistema de Prevención de Respuesta.
IV RESULTADOS

Según los resultados test-retest y el propio testimonio del paciente el entrenamiento en autohipnosis ha sido muy beneficioso para poder
disminuir las conductas de evitación asociadas a situaciones de interacción social. También ha reconocido haber aumentado sus competencias
sociales (Comprensión y expresión) y su nivel de confianza y autoestima aunque aún aparecen fluctuaciones en el estado de ánimo
ocasionalmente “Que no son aquellos cambios tan drásticos de estado de ánimo y de autoestima.” Estas fluctuaciones son ahora cada más
tiempo, habiendo disminuido su intensidad y duración.

Otro aspecto a destacar con respecto a la adicción del sujeto al entrenamiento es que su necesidad de ganancia secundaria y la relación que él
establecía entre esta y su seguridad personal es más débil que antes aunque aún permanece asociada a la fase en la que se encuentre. De hecho
el paciente ha confesado haber utilizado fármacos estimulantes y/o anabolizantes con el fin de poder proseguir su entrenamiento en esas fases
críticas. En cuanto al consumo de los esteroides, el sujeto es cada vez más prudente a la hora de utilizarlos y ya es capaz de valorar el riesgo-
beneficio y la repercusión sobre su salud en contraste con el bienestar y satisfacción que consigue a corto plazo.

En definitiva y según testimonios del paciente, en los tres últimos meses hemos constatado lo siguiente:

 Una evolución positiva de autoestima habiéndose disminuido las conductas de evitación consecuentes.
 Una progresiva mejoría de la sintomatología ansiosa y depresiva así como de las dificultades para conciliar y mantener el sueño.
 Una reducción de la dependencia del entrenamiento y de la conducta asociada (Dietas) y una reducción de la obsesión por la
muscularidad.
En definitiva, una independencia de los hábitos deportivos con un cambio positivo en lo que a objetivos personales y escalas de prioridades se
refiere, habiendo ampliado sustancialmente el abanico de posibilidades.

V CONCLUSIONES

Podemos concluir que, si bien la evolución ha sido positiva en todos los campos, deberá enfocarse la intervención en la estabilidad de los logros
obtenidos (Que aún conservan un patrón moderado de oscilaciones periódicas).

También será necesario insistir en descentralizar la atención del sujeto en cuanto a su imagen-apariencia física, eliminando la percepción
subjetiva de que la apariencia física debiera ser para él la base de su autoestima, seguridad y el fundamento de su bienestar general. Sólo en este
momento, podremos hablar de la remisión total del cuadro.

VI CONSIDERACIONES FINALES

Aunque este caso sería susceptible de tratamiento Psicofarmacológico y Psicoterapéutico nos parece indispensable el plantear una estrategia de
intervención multidisciplinar (Médico-Psiquiátrico-Psicológico-Deportivo) haciendo hincapié en la Psicología Deportiva ya que el lugar de
origen del mismo parece estar circunscrito a este contexto de forma muy precisa.

Desde el punto de vista preventivo, creemos que debemos resaltar el papel fundamental de la información que en el caso que nos ocupa, evitaría
que el Trastorno apareciese y se mantuviese en determinados ámbitos (Como por ejemplo en gimnasios).

Precisamente en este sentido sugerimos que desde asignaturas como Psicología de la actividad física y del Deporte impartidas a estudiantes de
INEF, puedan facilitarse pautas que permitan a estos informar acerca de del riesgo físico y psicológico implícitos en estos comportamientos el
día que trabajen o dirijan centros deportivos.

BIBLIOGRAFÍA
 Bidle,S. Y Mutrie,N. (1991) Psichology of physical activity and exercise. Londres: Springer Verlag.
 Labrador,F.J.; Cruzado,J.A.; Muñoz,M. (Eds.) (1993) Manual de Técnicas de Modificación y Terapia de la Conducta. Madrid: Pirámide.
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Si tienes un problema de Vigorexia no dudes en pedir ayuda.

Relato de Caso
Vigorexia - un caso de autodiagnóstico
Autores: Cláudia Patrícia Simões Mendes Arriaga1; Sílvia Neto2; Rita Moinho3; Graça Milheiro4; Alexandra Luz5; Pascoal Moleiro6
1. Médico Interno de Pediatría - Servicio de Pediatría - del Centro Hospitalario de Leiria. Leiria, AC, Portugal
2. Médico Interno de Pediatría - Servicio de Pediatría - del Centro Hospitalario de Leiria - Leiria, AC, Portugal
3. Asistente de Pediatría - Servicio de Pediatría - del Hospital Pediátrico de Coimbra - Centro Hospitalario y Universitario de Coimbra. Coimbra, AC, Portugal
4. Asistente de Pedopsiquiatría - Servicio de Pediatría - Centro Hospitalario de Leiria. Leiria, AC, Portugal
5. Asistente de Pediatría - Servicio de Pediatría - del Centro Hospitalario de Leiria. Leiria, AC, Portugal
6. Asistente de Pediatría - Servicio de Pediatría - del Centro Hospitalario de Leiria. Leiria, AC, Portugal

Cláudia Patrícia Simões Mendes Arriaga


Largo do Pinheiro Manso Nº1
Carapinheira, Portugal. CEP: 3140-073
arriaga_c@hotmail.com

Resumen:
OBJETIVO: Alertar a los profesionales de salud para un trastorno de la conducta poco conocido, la vigorexia, que se caracteriza
por una excesiva preocupación con la imagen corporal y con la musculatura.
DESCRIPCIÓN DEL CASO: Adolescente de 17 años del sexo masculino indicando en la consulta de Medicina del Adolescente
dolor muscular, predominantemente en los hombros, con un año de evolución. Era practicante habitual de halterofilia, habiendo
suspendido la práctica de esta modalidad dos meses antes sin mejoría. Durante la consulta, reveló gran preocupación con la
forma corporal, específicamente brazos finos, pérdida de masa muscular, abdomen flácido y aumento de grasa corporal. Negaba
consumo de suplementos dietéticos y productos anabolizantes. Fue realizada averiguación complementaria, analítica y de
imagen, con exclusión de patología orgánica. El cuidado posterior con envolvimiento familiar reveló un adolescente con baja
autoestima, obsesión por la imagen corporal, inclinación al aislamiento social y largos períodos de tiempo anterior en el gimnasio.
El diagnóstico de vigorexia fue revelado por el propio adolescente y confirmado por el pediatra. La recuperación pasó por
intervención de un equipo multidisciplinario (pediatra, dietista y pedopsiquiatra), con modulación de las capacidades sociales,
promoción de la autoestima y retorno controlado a la actividad física.

COMENTARIOS: El diagnóstico diferencial de vigorexia incluye disturbios de conducta, especialmente los que cursan con
alteración de percepción de imagen corporal. Los profesionales de salud deben conocer las señales y síntomas que la
caracterizan llevando a una identificación precoz del disturbio, siendo esta fundamental para un óptimo abordaje y prestación de
atenciones.

INTRODUCCIÓN
A lo largo de los tiempos la sociedad fue evolucionando basada en modelos, muchos vinculados por los medios1. El cuerpo se
tornó el elemento fundamental de la propia identidad, con inclinación a la uniformización de la diversidad humana. Los medios
sociales promueven la imagen de perfección centrada en un cuerpo delgado como símbolo de salud y bienestar 1. La dieta, las
restricciones alimenticias y el ejercicio físico surgen como medios para modificar el cuerpo y, en consecuencia, para alcanzar la
perfección2,3. La búsqueda de belleza y el culto a un cuerpo perfecto han promovido el surgimiento de patologías psiquiátricas 3.

En los últimos años hemos asistido al surgimiento de nuevas adicciones, "adicciones sin droga"2, actividades aparentemente
inocuas que el individuo realiza de manera repetitiva y le producen satisfacción, placer y sensación de control con un objetivo
definido2. Estas han surgido en varios dominios, principalmente en la actividad física de la cual a vigorexia es un ejemplo. Este es
un síndrome todavía controversial entre los autores3-5 por la dificultad de clasificación. Se caracteriza por la existencia de
pensamientos repetidos acerca de la necesidad del ejercicio físico, con el objetivo de aumentar la masa muscular y en que el
individuo se ve más delgado de lo que es en la realidad 3.

A pesar de referencias previas al ejercicio como una adicción, fue en los años noventa que surgió una entidad en la que el
ejercicio se convertía en obsesión6,7. Pope la describió en 19936, definiéndola de anorexia nerviosa inversa por la semejanza con
las perturbaciones del comportamiento alimenticio (PCA). Posteriormente, otras definiciones han sido usadas: complejo de
Adonis o dismorfia muscular2,5,8.

Actualmente, el diagnóstico diferencial es hecho con las PCA 9, principalmente en una fase en la que se destaca la insatisfacción
con la imagen y el deseo de alterar recurriendo a la alimentación y a la actividad física, perturbaciones éstas que no deben ser
olvidadas en el sexo masculino10. Las diferencias aumentan cuando el peso es relativizado, no existiendo el miedo de "estar
gordo", pero la preocupación centrada en las formas corporales 3,11. La preocupación y la conducta centradas en un cuerpo
percibido como poco musculado, difiere de la insatisfacción con partes específicas como deriva de la perturbación dismórfica
corporal. Los criterios diagnósticos basados en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-V) se
encuentran en el cuadro 112.

A pesar de los estudios apuntar prevalencias dispares, se estima que de 6% a 10% de los frecuentadores asiduos de gimnasio
sufran de vigorexia2,6. La mayor incidencia es en el sexo masculino, entre los 18 y los 25 años 2,6.

Los autores pretenden alertar para una patología que estará subdiagnosticada y que interfiere significativamente con el
funcionamiento global del adolescente.

DESCRIPCIÓN DEL CASO


Este estudio se basa en el caso de un adolescente de 17 años, sexo masculino, caucasiano, indicando en la consulta de
Medicina del Adolescente un dolor muscular generalizado, más localizado a nivel de los hombros, con un año de evolución e
intensidad creciente. El paciente negaba traumatismo u otro evento precipitante, y no presentaba quejas semejantes
anteriormente, ni evidente limitación de movilidad, compromiso articular o rigidez. El dolor no tenía hora preferencial, y era
aumentado con movimiento y esfuerzo, aliviado en reposo, y no cedía a analgésicos, condicionando las actividades diarias. No
había referencia con presencia de señales inflamatorias locales y negaba fiebre. El adolescente se decía cansado, con alteración
del estándar de sueño y pérdida de peso (6 kg en un año); había alterado los hábitos alimenticios con selección de alimentos
"saludables", restringiendo otros que "lo engordaban". Se describía como un adolescente que siempre se alimentaba bien, sin
pensar en nutrientes o calorías, algo que actualmente consideraba fundamental para "un cuerpo saludable". Siempre fue un
adolescente físicamente activo, pero hace un año y medio atrás inició el gimnasio, primero de forma esporádica y posteriormente
día a día (2-3h), con preferencia por la halterofilia. Incentivado por compañeros, tomó suplementos proteicos durante dos meses,
hasta que los padres descubrieron y se lo prohibieron. Negó el consumo de productos anabolizantes, aunque conociera
compañeros que lo hacían. Por indicación médica, suspendió la halterofilia hace dos meses, sin embargo sin percepción de alivio
de quejas y con sentimiento creciente de insatisfacción personal, tristeza y hasta culpabilidad. No le gustaba cómo si veía,
describiéndose como teniendo brazos finos, hombros angostos, muslos delgados, sin músculos, abdomen flácido y acumulación
local de grasa.

El adolescente vivía con los padres y una hermana adolescente, saludables, manteniendo una relación conflictiva, sobre todo con
los padres. Frecuentaba el 12º año escolar, con buen aprovechamiento hasta hace un año. Negaba consumo de alcohol, tabaco
o drogas ilícitas, raramente era invitado por los compañeros para salir. Negó relación amorosa reciente y ganas para tal, así como
preferencia de amigos. Según los padres, siempre fue evidente su baja autoestima, anulándose frente a los compañeros y
sobresaliendo la insatisfacción personal.

A la observación médica, se destacaba el rostro triste, discurso monocórdico pero colaborativo, presentaba buen estado de
nutrición e hidratación, masas musculares adecuadas, con un índice de masa corporal (IMC) de 22,12kg/m2 correspondiente al
percentil 50-75 (CDC growthcharts). Indicaba dolor en la movilidad y palpado de los brazos, hombros, muslos y región poplítea,
aunque sin clínica articular y sin adenopatías palpables. Auscultación cardiaca y pulmonar y palpado abdominal sin alteraciones,
estatus pubertario 5 de Tanner. Al examen mental se destacaba su humor triste y desagrado con la situación, baja autoestima,
discurso obsesivo centrado en la imagen corporal.

Realizó radiografía de tórax y hombros, ecografía abdominal y de hombros, sin alteraciones. Evaluación analítica sin evidencia de
anemia, sin alteraciones de hemograma, conteo de plaquetas y función hepática y renal; parámetros de inflamación negativos
incluyendo velocidad de sedimentación; análisis sumario de orina sin alteraciones y con pesquisa de tóxicos negativa.

Colocada como hipótesis diagnóstica la vigorexia, la observación en consulta fue centrada en el refuerzo de mecanismos de
autovaloración, reiterando el autoconcepto, estimulando la identificación de elementos disruptivos de su equilibrio, generadores
de ansiedad, desagrado y frustración individual. Posterior a la averiguación complementaria, retomó la actividad física, con
mejoría paulatina, verificándose ganancia ponderal asociada a hipertrofia muscular y una alimentación regulada, pobre en grasas
y rica en proteínas. Aumentó 12,7kg en un año de cuidados, alcanzando un IMC de 26,25kg/m 2, exhibiendo con satisfacción
hipertrofia muscular del tronco y miembros, sin quejas. Indicaba, sin embargo, tener la ambición de mejores resultados y que se
sentía "viciado" en el gimnasio, con una motivación diaria, casi obsesiva, cuestionándose si podría tratarse de un caso de
vigorexia.
Una vez revelado el diagnóstico de vigorexia, el pediatra y el pedopsiquiatra lo confirmaron. Fue realizado el cuidado en el
sentido de identificar su malestar, vigilar las quejas y las respetivas limitaciones a fin de retomar las actividades diarias con un
creciente nivel de envolvimiento social y de actividad física, sin perjuicio de otras áreas. El cuidado derivó durante catorce meses,
en consultas mensuales y, posteriormente, bimensuales, de Medicina del Adolescente y de Pedopsiquiatría. Fue propuesta
terapia con ansiolítico, que cumplió (SOS) con mejoría de respuesta a situaciones ansiogénicas. El control analítico e imagen a
los seis meses se presentó sobrepuesto.

El acompañamiento regular, la intervención y orientación multidisciplinaria, adaptada a las necesidades del enfermo,
constituyeron el plan terapéutico.

COMENTARIOS

Este caso presenta un adolescente con un sentimiento de insatisfacción personal, muy característico de la fase que es la
adolescencia. A semejanza de algunos adolescentes, la búsqueda de su identidad y de una imagen que le confiera aceptación y
ventaja frente al grupo de pares, y frente a la sociedad en general, acarreando un nivel de disfunción que cumple criterios
patológicos. Las presiones sociales llevan a muchos adolescentes a la búsqueda del cambio, lo que asociado a un sentimiento de
autoridad frente a su cuerpo y frente a sus actos, les hacen sentir que consiguen todo por sí. Mientras en las adolescentes el
estereotipo es la delgadez, y el método más habitual para conseguirlo es el control y manipulación de la alimentación, en el sexo
masculino surge el ideal de cuerpos musculados y el ejercicio como forma de alcanzarlo. Así, a semejanza de las PCA en el sexo
femenino, en los muchachos emergen también estos disturbios actualmente pertenecientes a las perturbaciones dismórficas 12.
Su identificación es importante, pues es una entidad que se asocia a una compleja disfunción del adolescente en varias áreas,
siendo crucial su reconocimiento para intervención12,13.

La presencia de autocrítica, reconociendo el carácter obsesivo y disfuncional de sus ideas, constituyó el principal factor de buen
pronóstico. La autocrítica fue un elemento facilitador de intervención y, en consecuencia, acarreando a una necesidad mínima de
terapéutica farmacológica.

En estos adolescentes, a semejanza de lo descrito, inicialmente son percibidos síntomas de la esfera obsesiva y hasta de
conductas alimenticias, lo que lleva a evocación de otras patologías, dificultando el diagnóstico y la intervención precoces.

Existen señales de alarma para las cuales los clínicos deberán estar atentos: obsesión por el gimnasio y/o ejercicio físico
compulsivo; insatisfacción con el cuerpo; PCA; consumo de esteroides y otros anabolizantes 3,12.

Posterior a la identificación de esta identidad nosológica, el tratamiento pasa por la intervención conjunta en términos
psicoterapéuticos y farmacológicos 14. Más allá de la identificación precoz, los clínicos tienen un papel fundamental en la
prevención. La intervención de la pedopsiquiatría es fundamental en el complemento del cuidado, aportando a un mejor
pronóstico clínico y funcional.

Diagnosticar, orientar y encima de todo, alertar a los riesgos inherentes a esta perturbación, constituyen el objetivo para cualquier
profesional de salud que trabaje con adolescentes.

REFERENCIAS
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